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LECTURA 2

LOS PRESUPUESTOS DE LA RESPONSABILIDAD (CONTINUACIÓN) Y


SUS EXIMENTES

UNIDAD 5: ANTIJURIDICIDAD EN EL INCUMPLIMIENTO


OBLIGACIONAL
5. 1. EL INCLUMPLIMIENTO OBLIGACIONAL

5.1.1. Concepto
El incumplimiento obligacional tiene una importancia fundamental en la Teoría General de las
Obligaciones, tal como estudiamos en materias anteriores. El estudio de las obligaciones requiere
una visión unitaria y congruente por parte de los operadores jurídicos.
Una vez nacida la obligación, el deudor tendrá la necesidad de cumplir espontáneamente y
voluntariamente con la prestación que haya comprometido, satisfaciendo el interés del acreedor.
Sin embargo, puede suceder que el deudor incumpla con la obligación comprometida, debiendo
en consecuencia soportar las consecuencias económicas negativas que ello implicará.
La respuesta señalada es lógica si comprendemos que el incumplimiento lesiona la defensa
de la seguridad jurídica y la celeridad del tráfico jurídico. Es más, a mayor objetivación de las
bases de la responsabilidad civil por incumplimiento obligacional, mayor es la protección que le
otorgamos a los valores señalados.

5.1.2. Distintas manifestaciones del incumplimiento obligacional como


conducta antijurídica
El incumplimiento obligacional puede manifestarse de diferentes formas. En efecto, el mismo
puede ser total, o parcial; absoluto, o relativo; imputable o no imputable, etc. Depende la clase de
incumplimiento que se presente, las consecuencias serán diferentes tal como lo analizaremos
seguidamente.
Sin embargo podemos anticiparnos y afirmar que el incumplimiento de una obligación puede
ser tardío cuando sea aun material y jurídicamente posible, y aun le interese al acreedor. Esta
calidad dependerá de la prevalencia del “interés del acreedor”, que torne posible de cumplimiento
tardío, es decir, luego de cumplido el plazo en que debía ajustarse el despliegue de prestación
comprometida.

5.1.3. 1) Cumplimiento parcial. Concepto. Derechos del acreedor frente


al cumplimiento parcial.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
El incumplimiento no definitivo o relativo, a diferencia del incumplimiento definitivo o
absoluto, admite aun la posibilidad de cumplimiento específico tardío. Cabe decir que, pese a no
haber sido ejecutada específicamente en tiempo propio, o haber sido deficientemente ejecutada,
es aun material y jurídicamente susceptible de ser cumplida de manera específica y es aun apta
para satisfacer el interés del acreedor.
Dentro de esta categoría encontramos diversos supuestos:
a) En primer lugar encontramos el incumplimiento retrasado, y dentro de éste, la mora del
deudor. En este caso, mientras la prestación sea susceptible de ser realizada con interés del
acreedor, el deudor debe cumplir. Si el retraso fuese imputable al deudor, el mismo deberá adherir
a la prestación original los daños y perjuicios moratorios que se encuentran en relación causal
adecuada con su incumplimiento (art. 530, 521 y 622 C.C.)
b) En segundo lugar, encontramos los supuestos de incumplimiento defectuoso. El mismo
se configura cuando el deudor no ajusta su comportamiento solutorio al plan prestacional
adeudado. Es decir, la prestación cumplida no reúne los requisitos de carácter objetivo o subjetivo
de acuerdo a los presupuestos o condiciones comprometidas por el deudor para satisfacer el
interés del acreedor.
Esta inadecuación entre lo ejecutado y lo comprometido puede estar relacionada con los
sujetos, objeto, con el lugar o el tiempo de cumplimiento de la prestación. Esta situación puede
darse cuando el deudor omite ejecutar de manera adecuada la prestación principal, omite
cumplimentar la prestación accesoria, cuando debe cumplir una serie de prestaciones singulares y
sólo satisface algunas de ellas, o cuando el deudor ejecuta la prestación conforme a lo pactado
pero causa un daño al acreedor.

a) Efectos del cumplimiento defectuoso

Los efectos del cumplimiento defectuoso no consentido, son efectos más importantes;
pueden mencionarse los siguientes:
a) El acreedor puede exigir el cumplimiento de la prestación específica conforme lo
adeudado. Lo mismo puede implicar la corrección de la prestación realizada o exigir prestación
equivalente, tal como surge de los art. 505 inc. 1 y 2 C.C. y art. 10 bis Ley. 24.240.
b) El acreedor también puede solicitar la indemnización por el daño material y moral que le
haya generado el incumplimiento defectuoso (art. 505 inc. 3, art. 508 C.C., y art. 10 bis, ley
24.240).
c) En supuestos de contratos bilaterales el acreedor puede invocar la excepción de
incumplimiento (art. 1201 C.C) para negarse a cumplir la prestación a su cargo.
d) En los supuestos de contratos con prestaciones recíprocas, se puede demandar la
resolución contractual (art. 1204 C.C., art. 216 C. Com., art. 10 bis Ley 24.240).

5.1.3. 2) Incumplimiento definitivo (Absoluto)


El incumplimiento definitivo o absoluto se produce cuando el mismo obsta las posibilidades
de cumplimiento específico ulterior. Esta situación puede derivarse de la imposibilidad material o
jurídica de cumplimiento, o por la falta de interés del acreedor de cumplimiento específico tardío.
Como ejemplos de estas situaciones podemos brindar los siguientes: la imposibilidad
material de cumplimiento puede radicar en la destrucción de la cosa (obligación de dar) imputable
al deudor; la imposibilidad jurídica por la exclusión del comercio de la cosa; y la desaparición del
interés del acreedor podría darse en casos obvios como es ante el incumplimiento de la obligación
de un remisero de llevar al acreedor al aeropuerto para tomar un vuelo. En este último ejemplo

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claro está que pasada esa oportunidad sin haberse registrado el cumplimiento del deudor, el
acreedor pierde todo interés en el cumplimiento tardío de dicha obligación.
Esta situación es irreversible, a diferencia del incumplimiento relativo que admite un
cumplimiento específico tardío. Lo que caracterizará al incumplimiento tardío, en última instancia,
es la frustración definitiva e irreversible del interés del acreedor derivada de la falta de ejecución in
natura de la obligación comprometida por parte del deudor.

a) Imposibilidad sobrevenida, objetiva y absoluta de la prestación.

Esta situación se produce cuando la imposibilidad opera de modo ulterior al nacimiento de


la obligación. Hay que tener en cuenta que si no hubiese sido así, la obligación no hubiera nacido
por imposibilidad del objeto.
La imposibilidad a la que nos referimos debe ser además objetiva y absoluta. En otras
palabras, debe significar un obstáculo insalvable para cualquier persona, y no solamente para el
deudor.
Los ejemplos aportados supra ilustran este supuesto, tanto en caso de pérdida o
destrucción de la cosa, tanto como si la misma es puesta fuera de comercio o expropiada. Este es
el criterio adoptado por el art. 891 del Código Civil. En efecto, la imposibilidad debe ser objetiva,
entendiendo como objetivo aquel impedimento que es inherente a la propia identidad intrínseca
del contenido de la prestación. Por el contrario, será subjetiva cuando el impedimento sólo afecta
a la persona del deudor o a su esfera económica, sin estar ligados a la prestación. En
consecuencia, podemos observar que la imposibilidad objetiva implica un nexo entre el
impedimento y el contenido de la prestación.
Un buen ejemplo de ello sería el caso de un pianista que no puede cumplir con su
obligación de ejecutar dicho instrumento en un concierto debido a haber sufrido la amputación de
sus manos.
Como vemos, la imposibilidad subjetiva se objetiva en algunas obligaciones de hacer en
las cuales la persona se identifica con la prestación misma, como es el ejemplo referido del
pianista.
Otros supuestos pueden producir el incumplimiento absoluto y definitivo de la prestación.
Esto se observa en el caso de la prestación temporalmente incumplida o ejecutada
defectuosamente cuya situación provoca la frustración irreversible del interés del acreedor.
Asimismo los casos de obligaciones sujetas a plazo esencial o en los casos en que pueda inferirse
que el cumplimento exacto de la prestación es esencial para el fin perseguido por el acreedor, se
puede considerar que se ha frustrado el interés el mismo irreversiblemente.
La voluntad manifiesta de no cumplir por parte del deudor, cual sea la causa invocada,
constituye un supuesto en el cual el acreedor podrá solicitar el cumplimiento forzado y las
indemnizaciones moratorias pertinentes, aunque también podría degenerar en pérdida de interés
por parte del acreedor, con lo cual podrá tener por configurado el incumplimiento definitivo y
ejercitar la vía resolutoria correspondiente.
Es también dable de ser asimilado a este supuesto el caso de la imposibilidad temporal
excesivamente prolongada con frustración del interés del acreedor, provocando el incumplimiento
definitivo.

b) Imposibilidad imputable e imposibilidad no imputable al deudor

Otra cuestión a tener en cuenta es la causa de la imposibilidad señalada. Este factor


determinará la presencia obligación de responder civilmente por parte del deudor. En otras
palabras, puede suceder que la prestación devenga imposible en razón de una causal objetiva
sobrevenida que no pueda ser imputable al deudor. En consecuencia, dicha obligación se

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extinguirá, produciendo la disolución del vínculo jurídico. Un ejemplo de esta situación sería que la
cosa que el deudor es comprometía a entregar al acreedor se haya destruido por caso fortuito.
Otro supuesto diferente es cuando la imposibilidad aludida sea imputable al deudor. Dada
la imposibilidad objetiva de cumplimiento, el acreedor no podrá solicitar la ejecución forzada
específica, sin embargo, el deudor estará obligado a pagar los daños y perjuicios tal como lo
regula el art. 505 inc. 4 y el art. 889 C.C.
Vale aclarar al respecto que la obligación de pagar los daños y perjuicios no constituye una
nueva obligación, sino que se trata de la misma obligación que ha cambiado su objeto.

c) Efectos del incumplimiento definitivo


Los efectos serán diferentes dependiendo de la causa que haya generado el
incumplimiento definitivo. Si dicha causa obedece a causas ajenas al deudor, la obligación se
extingue, sin responsabilidad alguna por arte del deudor. Por el contrario si dicho incumplimiento
definitivo se generó con causa imputable en el deudor con presencia de un factor de atribución
objetivo o subjetivo, se observarán las siguientes alternativas:
a) La obligación no se extingue, pero transforma su objeto. En consecuencia el deudor
deberá el id quod interest (prestación del interés), es decir el contravalor económico en
dinero (art. 505 inc. 3 y art. 889 C.C.) En consecuencia la obligación originaria se
transformará en la de pagar los daños y perjuicios.
b) En caso que la obligación incumplida se hubiera generado debido en el contexto de un
contrato de prestaciones recíprocas, el acreedor podrá resolver el contrato (art. 1204 C.C.
y art. 216 C. Com.) y demandar las indemnizaciones correspondientes por los daños
causados.

5.1.4. Incumplimiento temporal. La mora del deudor. Remisión


Nos remitimos a lo que analizaremos infra en el punto 5.3.

5.1.5. Efectos de la simple demora


De acuerdo a Pizarro y Vallespinos1, el simple retardo (demora) y la mora (retardo
cualificado por la presencia de un factor de atribución) son dos formas diferentes de lesión al
derecho de crédito, pese a estar emparentados, posee diferentes efectos. Entre los efectos de la
simple demora encontramos: el derecho del deudor de exigir cumplimiento específico tardío de la
prestación adeudada, la facultad de oponer la excepción de incumplimiento contractual, la falta de
legitimación para constituir en mora, la resolución contractual por incumplimiento, el derecho a
solicitar, el derecho a solicitar astreintes, entre otros.

5.2. ELONGACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD POR INCUMPLIMIENTO


OBLIGACIONAL: LOS DEBERES DE PROTECCIÓN O SEGURIDAD. LA
OBLIGACIÓN DE SEGURIDAD

5.2.1. La obligación de seguridad. Concepto.

1
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 510 y ss.

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La obligación de seguridad se trata de un deber secundario y autónomo que expresa o
tácitamente asumen las partes en ciertos contratos, y que se refieren a la preservación de las
personas y bienes de los contratantes, respecto de los daños que pudieran ocasionarse durante
su ejecución. Esta obligación tiene fundamento en el principio de la buena fe receptado en el art.
1198 C.C. y en el orden público de protección al consumidor que impera en dicha materia.

La utilidad práctica de esta obligación se manifiesta cuando se afectan intereses diferentes


al de la prestación principal. En concreto, a los daños que puedan generarse en la persona o los
bienes de los contratantes con motivo de la ejecución contractual, constituyendo una obligación
distinta de las que esencialmente están comprometidas en el contrato celebrado por las partes.

Habrá supuestos como por ejemplo en el contrato de depósito o comodato en los cuales la
obligación de conservar una cosa, implica una obligación de seguridad que coincide con la
obligación principal, ante su incumplimiento se aplican las normas que regulan el incumplimiento
contractual específico. En este caso no será necesario acudir a la noción de obligación de
seguridad en el sentido y alcance ahora señalado.

5.2.2. Orígenes y fundamento


Los primeros precedentes de esta figura tienen conexión con el Derecho Francés de
comienzos del siglo XX en el cual imperaba la existencia de un doble régimen de responsabilidad
(obligacional y aquiliano) tal como en nuestro ordenamiento jurídico.

En este contexto, en el año 1911, la Corte de Casación francesa estableció que la


obligación de seguridad estaba presente en el contrato de transporte, toda vez que el
transportador se obligaba no sólo a realizar el traslado de un pasajero de un lugar a otro
(obligación principal), sino que además debía hacerlo preservando la incolumidad en su persona y
sus cosas. En consecuencia, si durante la ejecución de ese contrato se le causa un daño (vgr.
Vuelca el ómnibus con motivo de un accidente de tránsito), queda el deudor obligado a responder
por el daño ocasionado, debido al incumplimiento de la obligación de seguridad, aún si el pasajero
llegase eventualmente al destino acordado.

La jurisprudencia francesa asimiló esta obligación de garantía a la figura de la estipulación


por otro a fin de reconocer este beneficio a los familiares del pasajero que resultase fallecido en
estas condiciones.

Este mismo razonamiento fue posteriormente utilizado en diversos campos del derecho,
abarcando supuestos como la responsabilidad médica, espectáculos deportivos, etc. En algunos
de estos casos (responsabilidad médica) la obligación de seguridad es por regla una obligación de
medios.

Esta evolución se ha observado asimismo en nuestro país. La construcción que nos ocupa
tiene carácter utilitario y funcional, y se justifica en un sistema de doble órbita excluyente como es
el nuestro. Su aplicación ha traído muchos beneficios, ya que como sabemos el art. 1107 del C.C.
no permite la aplicación del art. 1113 C.C. (respecto a la responsabilidad objetiva en materia del
hecho de terceros y por el hecho de las cosas) en supuestos de incumplimiento obligacional.

5.2.3. Contratos en los que se aplica la obligación de seguridad

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Profesora: Florencia Librizzi
Son numerosos los supuestos de aplicación de esta obligación. La misma se concibe en
aquellos contratos en los cuales por las características de sus prestaciones imponen al deudor la
obligación de velar por la persona y los bienes del acreedor. Podemos referirnos a algunos
supuestos de importancia, entre ellos encontramos el contrato de transporte, el contrato de
enseñanza intelectual y deportiva, el contrato de práctica deportiva, el contrato médico y
hospitalario, el contrato de feria, el contrato de espectáculo deportivo, entre otros. (Ver Pizarro y
Vallespinos2)

5.2.4. La obligación de seguridad y la Ley de Defensa del Consumidor


La obligación de seguridad que pesa al prestador de servicios públicos es de resultado, y
tiene sustento en el art. 42 de la Constitución Nacional, al igual que en el principio de buena fe
(art. 1198 C.C.). En materia específica del derecho del consumidor, diversas normas fundamentan
lo sostenido (art. 5, 6, 28 in fine, 40 Ley 24.240), al igual que el marco reglamentario vigente de
ciertos tipos de contrataciones (art. 16 Ley 24.065, art. 3 inc. E, in fine, decr. 714/92, art. 31 ley
24.076, art. 63 decr. 999/92).

Respecto de la obligación del proveedor de bienes y servicios, esta obligación surge


expresa o tácitamente de la publicidad realizada. (Ver Pizarro y Vallespinos3).

5.3. LA MORA DEL DEUDOR

5.3.1. Concepto
La mora es el retraso imputable al deudor que no quita la posibilidad de cumplimiento
tardío. Es la “situación específica de cumplimiento relativo, en donde se afecta el término de
cumplimiento, con responsabilidad en el deudor y caracterizado por el interés que aún guarda el
acreedor en el cumplimiento.” 4

La mora constituye una situación eminentemente dinámica y transitoria que habrá de


finalizar con el cumplimiento tardío, o en la realización de ofertas reales de cumplimiento, o en la
renuncia del acreedor a los derechos que le confiere el estado de mora de su deudor, o en el
incumplimiento definitivo. La mora supone una prestación exigible, pero que ha sido retardada en
su ejecución temporal con imputabilidad del deudor, de allí que todavía es susceptible de ser
ejecutada en caso que aún sea apta para satisfacer el interés del acreedor.

5.3.2. Presupuestos de la mora


Para que la mora se constituya es necesaria la concurrencia de los siguientes
presupuestos:

a) La exigibilidad de la prestación debida: Ello sucede cuando el acreedor se encuentra


facultado para reclamar compulsivamente su cumplimiento específico, pudiendo agredir el

2
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 136 y ss.

3
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 138 y ss
4
II Jornadas Provinciales de Derecho Civil, Mercedes Provincia de Buenos Aires, 1983 cit. en PIZARRO, RAMON DANIEL –
VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 506 y ss

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patrimonio del deudor del modo que el sistema jurídico le reconoce. Si la obligación fuese
natural (y en consecuencia no exigible) no se podrá hablar de mora.
b) Cooperación del acreedor: Para el cumplimiento por parte del deudor de su obligación,
en muchas ocasiones el acreedor cumplir con ciertas “cargas” o actos de cooperación con
fundamento en el principio de la buena fe (art. 1198 C.C.) y en el ejercicio regular de los
derechos (art. 1071 C.C.). En algunos supuestos la ausencia de cumplimiento de estos
deberes pueden obstaculizar el cumplimiento del deudor, de modo tal que, la falta de
cooperación del acreedor impedirá la constitución en mora del deudor.
c) Posibilidad y utilidad del cumplimiento tardío: La mora supone que la prestación
debida sea aun susceptible de ser posible y útil para el acreedor. Lo contrario implicaría
hablar de incumplimiento absoluto y no de mora.

5.3.3. Requisitos de la mora: El retardo o retraso.


Los requisitos de la mora en nuestro derecho positivo son los siguientes: el retardo, la
imputación al deudor de dicho retardo (objetiva o subjetivamente), la constitución en mora del
deudor. Analicemos cada uno de ellos:

La noción de retardo está ligada a la de “demora”. En consecuencia, se trata de una deuda


exigible que debería haber sido cumplida en un plazo determinado, sin haberse aun verificado el
cumplimiento puntual. En otras palabras, existe una dilación temporal que constituye
objetivamente una conducta antijurídica.

Cabe destacar, sin embargo, que la mora es una especie de retardo jurídicamente
calificado, ya que supone que el mismo es imputable al deudor con un factor de atribución
subjetivo (dolo o culpa) u objetivo (riesgo creado, garantía, etc.) Ver bibliografía obligatoria5.

5.3.4. Requisitos de la mora: El factor de atribución


La mora requiere de un factor de atribución que califique el retardo material y que permita
atribuir axiológicamente las consecuencias al deudor.

Existen diversas posiciones respecto de si el factor de atribución aplicable es subjetivo


(basado en la culpa); si existe una coexistencia de factores subjetivos y objetivos, y si en ese caso
si el principio general es la culpa con excepciones de mora objetiva, o por el contrario predomina
la culpa objetiva. La posición de esta última doctrina, que compartimos, considera que el factor de
atribución protagónico en la mora es el objetivo, mientras que la culpa posee un rol menos
importante. Ver bibliografía obligatoria6.

El factor de atribución va a estar dado no por la forma de constitución en mora (sea


automática o por interpelación), sino según la obligación se trate de una obligación de medios o de
resultados, tal como veremos en la Unidad VII.

5
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 512 y ss.

6
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 514 y ss.

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5.3.5. La constitución en mora del deudor. Distintos sistemas de
constitución en mora. Antecedentes históricos y derecho comparado.
La Cuestión en el Código Civil.
La constitución en mora del deudor es el tercer requisito de la institución que estamos
analizando. La misma puede producirse de diferentes maneras: a) Por un acto del acreedor
(interpelación), b) por el mero transcurso del tiempo.

Existen dos grandes sistemas de constitución en mora. Por un lado la “interpelación” que
requiere un acto del acreedor para su configuración, también llamada constitución “ex persona”, y
la constitución en mora automática que opera por el sólo paso del tiempo fijado, llamada
constitución “ex re”.

a) Constitución de la mora “ex persona” de de la interpelación: Sus raíces se hunden en el


Código de Francia que dispuso, apartándose del Derecho Romano, como regla general que aun
en las obligaciones a plazo determinado cierto, el deudor no incurre en mora de pleno derecho.
Para que la misma opere se requería del acto específico de la interpelación. Con ella el acreedor,
vencido el plazo de la obligación, le hace conocer su voluntad de cumplimiento de la obligación y
la satisfacción de su interés. Una importante doctrina nacional se ha manifestado a su favor. (Ver
Pizarro y Vallespinos7).
a) El sistema de la mora “ex re” o automática, por el solo transcurso del tiempo: De acuerdo
a este sistema, la mora se produce automáticamente (sin necesidad de interpelación) por el solo
transcurso del tiempo. Éste es el sistema que adoptó el Derecho Romano para los supuestos de
obligaciones a término, obligaciones derivadas de delito, en caso que el deudor que no era
hallado. Muchos juristas argentinos se adhieren a estas ideas, cuyos fundamentos compartimos.
Nos remitimos a la bibliografía obligatoria. (Ver Pizarro y Vallespinos8).

5.3.6. La interpelación

a) Concepto
La interpelación es la declaración de voluntad, unilateral, no formal y recepticia, que
facultativamente el acreedor dirige al deudor, por la cual le reclama en forma categórica el
cumplimiento de una prestación ya exigible9. Suele también denominársela “intimación” o
“requerimiento”. La misma requiere una declaración de voluntad inequívoca y concluyente,
emanada del acreedor y dirigida al deudor, con la finalidad de obtener el cumplimiento de la
prestación.

La interpelación es:

a) Facultativa: Ya que el acreedor no está obligado a realizarla.

7
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 516 y ss.
8
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 519 y ss.
9
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 523 y ss.

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b) Unilateral: En tanto se perfecciona con la sola voluntad del acreedor que emite la
declaración.
c) Recepticia: Debido a que es una declaración que está destinada a ser conocida por su
destinatario, el deudor.
d) No formal: No está sujeta a forma ni solemnidad alguna. Puede ser realizada judicial o
extrajudicialmente.

b) Naturaleza Jurídica

Diferentes concepciones se sostienen respecto de la naturaleza jurídica de la interpelación.


Una primera tesis, que compartimos, sostiene que se trata de un acto jurídico unilateral (art. 944
C.C.). Es decir, que la interpelación es un acto voluntario lícito que tiene por finalidad inmediata
producir una determinada consecuencia jurídica que es la mora del deudor.
Otra tesitura sostiene parte de la doctrina que considera a la interpelación un hecho jurídico (art.
896 C.C.)
Para una tercera postura, la interpelación se trata de un simple acto voluntario lícito (art. 899 C.C.)
(Ver Pizarro y Vallespinos10).

c) Requisitos de la interpelación

La doctrina distingue entre requisitos intrínsecos y extrínsecos de la interpelación.

a) Requisitos intrínsecos: Estos requisitos le dan estructura a la interpelación.

1. Reclamo categórico: La interpelación implica una exigencia imperativa de pago. En ningún


caso una invitación, una sugerencia o un ruego.
2. Requerimiento apropiado en cuanto al objeto, modo y tiempo: El requerimiento debe estar
referido a la prestación debida y acorde a las circunstancias de tiempo y lugar.
3. Exigencia de cumplimiento factible: La exigencia que surja del requerimiento debe ser
factible de ser cumplida.
4. Circunstanciado: La exigencia debe contener mención de las circunstancias de tiempo y
lugar, salvo que surjan de un acuerdo de las partes o de la ley.

b) Requisitos extrínsecos: Además de los requisitos intrínsecos, en algunos casos la


interpelación requerirá de los siguientes requisitos extrínsecos.

1. Cooperación del acreedor: Ciertas prestaciones requieren de actos específicos de


cooperación del acreedor para que el deudor pueda cumplir.
2. Ausencia de incumplimiento del acreedor: En caso de obligaciones recíprocas, uno de los
obligados no incurre en mora si el otro no cumple, u ofrece cumplir o demuestra que su
obligación es a plazo (art. 510 y 1202 C.C.)

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PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 524 y ss

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5.3.7. Régimen legal de la mora del deudor.

Antes de la Ley 17.711 Después de la Ley 17.711


Regla El derogado artículo 509 C.C. El actual artículo 509 C.C. sienta
sentaba como principio la como principio la mora automática
interpelación, inclusive para las en las obligaciones a plazo
obligaciones a plazo determinado determinado cierto e incierto.
cierto.
Excepciones a) Cuando se hubiera estipulado a) Cuando la ley lo disponga (ej.
expresamente que el mero obligaciones a plazo tácito).
vencimiento del plazo produciría
la mora. b) Cuando las partes así lo
estipulen.
b) Cuando de la naturaleza y
circunstancias de la obligación c) Obligaciones a plazo
resulte que la designación del indeterminado tácito: Se trata de
tiempo en que se debía cumplirse una obligación que no tiene un plazo
la obligación, fue un motivo de vencimiento expresamente fijado,
determinante por parte del aunque de su naturaleza y
acreedor. circunstancias es posible inferir
tácitamente el momento a partir del
cual el acreedor podrá exigir el
cumplimiento de la prestación.
Principales supuestos: Contrato de
mandato, contrato de depósito,
comodato, etc.

d) Obligaciones a plazo
indeterminado propiamente dicho:
La indeterminación del plazo es
absoluta con lo cual deberá
solicitarse fijación judicial (ej. pago
cuando mejore fortuna, o cuando
perciba el crédito de un tercero).
Otros supuestos Otros supuestos de mora sin
interpelación:

a) Mora legal

b) Hechos ilícitos

c) Confesión del estado de mora

d) Negativa anticipada del deudor

e) Imposibilidad de interpelar por


causas imputable al deudor

f) Supuestos de incumplimiento

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definitivo de la prestación

g) Obligaciones derivadas de la
posesión de mala fe.

Este tema tan relevante está tratado profundamente en la bibliografía obligatoria. (Pizarro y
Vallespinos11)

5.3.8. El artículo 509 C.C.: a) Distintos supuestos contemplados en la


norma
Nos remitimos al cuadro localizado supra y a la bibliografía obligatoria12.

5.3.9. El artículo 509 C.C.: b) Supuestos Especiales (Obligaciones puras


y simples; obligaciones nacidas de los hechos ilícitos, obligaciones
ilíquidas; obligaciones recíprocas; obligaciones de no hacer;
manifestación del deudor de su voluntad de no cumplir; confesión del
deudor de su estado de mora).
Nos remitimos al cuadro localizado supra y a la bibliografía obligatoria13

5.3.10. La mora y el lugar de cumplimiento de las obligaciones


Observemos las implicancias de la variación del lugar de cumplimiento de la obligación.

Si el domicilio de Si el domicilio de Si el domicilio de


cumplimiento es el del cumplimiento es el del cumplimiento es el de un
deudor acreedor tercero
Una cuestión muy Este caso no ofrece mayores En el supuesto de que la
controvertida relativa a la dificultades. La mora opera obligación deba ser cumplida
constitución de la mora se automáticamente por el sólo en el domicilio de un tercero, la
refiere a supuestos en los transcurso del plazo. Si el solución sería similar al
cuales el domicilio de deudor concurre al domicilio supuesto en el que la
cumplimiento es el del deudor. del acreedor y este último no obligación debe ser cumplida
Se discute si una vez cumplido presta los actos de en el domicilio del acreedor.
el plazo el acreedor deberá colaboración correspondientes, En concreto, la carga de la
probar que se hizo presente en el deudor no incurrirá en mora. prueba respecto de la falta de
el lugar de pago o si tal En ese supuesto, el deudor colaboración del acreedor
extremo debe ser probado por deberá probar dicha pesará sobre el deudor.
el deudor. La doctrina está circunstancia. La colaboración

11
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 528 a 550.
12
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 532 y ss.
13
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 540 y ss.

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dividida: del acreedor se presume por
ley, con lo cual pesa sobre el
a) Una primera doctrina deudor probar el extremo
considera que la carga de la contrario.
prueba pesa sobre el acreedor.
Los fundamentos con los que
apoyan su postura son: que en
primer lugar constituiría una
prueba verdaderamente difícil
para el deudor probar que el
acreedor no concurrió al
domicilio de pago, en segundo
lugar ya que el acreedor
tendría un deber de
colaboración. Asimismo estaría
en consonancia con los
principios de buena fe y favor
debitoris.

b) Otra postura es la que


sostiene que el deudor debe
acreditar la no presencia del
acreedor en el lugar de pago
para probar que la mora no le
es imputable. Este criterio ha
prevalecido en un importante
fallo plenario de la Cámara
Nacional en lo Civil
(21/03/1980, ED, 87-268) y es
la postura que compartimos,
ya que es coherente con el
valor de la seguridad jurídica.

5.3.11. Efectos de la mora del deudor


La constitución en mora genera consecuencias negativas para el deudor. En efecto, el
patrimonio del deudor moroso queda sujeto al poder de agresión patrimonial del acreedor,
generando una situación de responsabilidad en sentido amplio.

a) La responsabilidad por daño moratorio


1. La mora del deudor genera la apertura de las vías de la responsabilidad del deudor.
En concreto, el acreedor puede:

2. Pretender la ejecución forzada en forma específica de la prestación (art. 505, inc 1


C.C.)

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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3. Obtener la ejecución por otro

4. Obtener la satisfacción de su interés por equivalente pecuniario (id quod interest art.
505 inc. 3 C.C.)

5. Obtener la indemnización del daño moratorio (art. 508 C.C.). Este rubro puede ser
acumulado al cumplimiento tardío espontáneo, a la ejecución específica tardía, e
inclusive a la indemnización por equivalente pecuniario.

Estas soluciones pueden ser aplicables también a otras formas de transgresión del derecho de
crédito tal como es el incumplimiento parcial o defectuoso, o definitivo. En el caso del
incumplimiento definitivo, obviamente no corresponderá la ejecución específica de la prestación ya
que no estará presente el acreedor.

b) La traslación de riesgos
Una de las consecuencias más graves que la situación de la mora genera al deudor es la
responsabilidad por la imposibilidad fortuita de la prestación. En concreto, de acuerdo al régimen
ordinario, el deudor se exonera en el caso del incumplimiento por caso fortuito o fuerza mayor.

La situación de mora causa que se trasladen los riesgos fortuitos que puedan afectar a la
prestación adeudada. En consecuencia, en caso de pérdida o destrucción de la cosa, aún ante el
casus, el deudor debe responder. Esta solución surge expresamente del art. 889 C.C.

Hay diversos fundamentos que apoyan la solución brindada por nuestro Código Civil. Sin
embargo, existe una excepción a la regla establecida supra. La misma surge del art. 892 C.C. que
dispone expresamente que el deudor queda exonerado cuando pudiera probar que la cosa
hubiera perecido igualmente en poder el acreedor. Sin embargo esta excepción no opera si el
poseedor es de mala fe (art. 2435 C.C.) y el poseedor vicioso (art. 2436 C.C.). (Ver Pizarro y
Vallespinos14)

c) Resolución contractual
Tanto en el supuesto de incumplimiento absoluto, o aun en el caso de que la prestación sea
posible pero que no satisfaga el interés del acreedor, éste podrá facultativamente ejercer su
derecho a resolver el contrato.

Esta pretensión se justifica ya que posibilita al contratante afectado por el incumplimiento a


desligarse del vínculo que lo uno al contratante reticente. Esta posibilidad, a su vez, le permite
retornar al mercado y volver a contratar con otra persona. A su vez, intenta proteger el sinalagma
contractual, en cuanto a que no sería justo un contratante quede obligado si la otra es
incumpliente. En los contratos con prestaciones recíprocas, la mora de una de las partes atribuye
a la no incumpliente la facultad de resolver el contrato por causa del incumplimiento (art. 1203 y
1204 C.C. y art. 216 C. Com.)

d) Otros efectos de la mora del deudor:

14
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 557 a 562.

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1. Inhabilidad para constituir en mora a la otra parte
Tal como surge del art. 510, en las obligaciones recíprocas, sinalagmáticas o correlativas, quien
se encuentra en mora no puede constituir en dicho estado al otro contratante. Del mismo modo
tampoco se encuentra habilitado para resolver el contrato por incumplimiento. Si el deudor se
encuentra en mora, debe previamente purgarla, por ejemplo, a través de una oferta real de pago
íntegro, que le permita salir de esa situación y constituir en mora al acreedor.

2. Pérdida de la facultad de arrepentirse


El art. 1202 del C.C. dispone que las partes contratantes puede pactar una seña, señal o arras
penitencial, en virtud de la cual cualquiera de los contratantes está facultado para arrepentirse del
contrato y dejar de cumplirlo. Una vez incurrida en mora, la parte incumpliente perderá dicha
facultad.

3. Cláusula penal
La mora constituye un presupuesto indispensable para que proceda la cláusula penal. Antes de
la reforma de la ley 17.711 se discutía si era necesaria la interpelación del deudor para la
procedencia de la cláusula penal. La doctrina mayoritaria daba una respuesta afirmativa al
respecto.

Luego de la reforma de 1968 esta discusión ha perdido trascendencia ya que admitida la regla
de la mora automática es claro que no se requiere interpelación alguna para la mayoría de los
casos.

4. La Teoría de la Imprevisión
La situación de mora también impide al deudor la aplicación de la teoría de la imprevisión (art.
1198 C.C.), imposibilitando la invocación de la excesiva onerosidad sobreviniente.

5.3.12. Aplicación de los efectos de la mora del deudor a otras formas


de transgresión del derecho de crédito
La mora constituye un hecho que revela la cesación de pagos del deudor conforme (art. 79 ley
24522) lo que deja abierta la posibilidad de un proceso de ejecución colectiva como es la quiebra
o el concurso preventivo.

La mora también tiene efectos en los procesos judiciales en tanto determina la imposición de
costas. Esto surge del principio de que las costas deben ser soportadas por el vencido en el
proceso. La excepción de esa regla se evidenciará ante el allanamiento del demandado, salvo que
éste hubiese incurrido en mora o fuese la reclamación judicial atribuida a su culpa.

5.3.13. La cesación de la mora del deudor. Concepto. Causas. Efectos.


Llamamos cesación de la mora del deudor a la extinción de esta situación que puede suceder
por diversas causas:

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a) Por el pago.
b) Por pago por consignación.
c) Por la realización de ofertas reales de cumplimiento.
d) Por la renuncia del acreedor a los derechos que a su favor le otorga la mora del deudor.
e) Por la imposibilidad de pago.

a) Por el pago
Como sabemos, el pago es un modo de extinción de las obligaciones. La persona que se
encuentra en mora tiene del deber de pagar, pero al mismo modo el derecho a liberarse de su
obligación. En ese sentido, el ordenamiento jurídico le da la posibilidad, de pagar y liberarse,
previendo inclusive el caso de la negativa injustificada del acreedor de recibir el pago. En tal caso,
el deudor está facultado a consignar judicialmente la totalidad de lo que debiera (art. 508 C.C.) Por
ejemplo, en caso de que fuera una deuda dineraria, deberá pagar el capital, más los intereses
moratorios. En ciertos supuestos, el daño moratorio no es fácilmente liquidable, en consecuencia,
el deudor podrá pagar la cantidad líquida dejando para un momento posterior la ilíquida, siempre
que ofrezca el pago de la misma sujeta a la determinación del monto.

Sin embargo, debemos mencionar supuestos en los cuales el deudor no podrá pagar y liberarse:

a) Cuando ya haya operado la resolución contractual, ya que no estaríamos en un caso de mora


sino de incumplimiento. Corresponde distinguir dos supuestos. En el caso de pacto comisorio
expreso (art. 1204 C.C.) el derecho de pagar concluye a partir del momento en que opera la
recepción de la declaración de voluntad del contratante no incumpliente, por la cual comunica su
decisión de resolver el contrato (resolución extrajudicial) o desde la notificación de la demanda
(resolución judicial). En caso de pacto comisorio tácito, la situación cambia según sea extrajudicial
o judicial. En el primer supuesto, el contratante no incumpliente debe efectuar el emplazamiento
que prevé dicha norma. Hasta el vencimiento del plazo otorgado, el deudor puede pagar. No así
luego de su vencimiento. Cuando la vía elegida es judicial, por el contrario, el deudor puede pagar
hasta el momento en que se le notifique la demanda.

b) En caso de obligaciones sujetas a plazo esencial, ya que no se trataría de un caso de mora


sino de incumplimiento definitivo.

b) Por el pago por consignación


Tal como vimos supra, el deudor tiene derecho a acudir a la vía del pago por consignación (art.
757 C.C.) ante la negativa injustificada del acreedor de recibir el pago. Para su procedencia la
consignación debe ser íntegra, lo cual incluye la prestación originaria y los daños y perjuicios que
derivan de la mora.

c) Por la realización de ofertas reales de cumplimiento


Se debate en doctrina si la oferta real de cumplimiento (efectivo e íntegro) formulada por el
deudor alcanza para purgar el estado de mora, e inclusive constituir en mora al acreedor.

Una primera doctrina considera que la interpelación sería insuficiente para producir el efecto
mencionado.

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Otra opinión, que compartimos, considera que la oferta de pago real, efectivo e íntegro que
emana del deudor tiene virtualidad suficiente para cesar el estado de mora del deudor, y constituir
en estado de mora al acreedor.

Cabe distinguir, sin embargo, entre el efecto de la oferta y el de la consignación. El primero purga
la mora y constituye al acreedor en moroso, manteniendo la obligación por parte del deudor. El
segundo, en cambio, libera de la obligación al deudor por la vía del pago por consignación.

d) Por la renuncia del acreedor a los derechos que a su favor le otorga


la mora del deudor
La renuncia del acreedor a hacer valer los derechos que el estado de mora del deudor le
confiere hace cesar el mismo. Dicha renuncia puede ser expresa o tácita, y debe ser siempre
inequívoca, ya que la misma no se presume.

e) Por la imposibilidad de pago


La mora del deudor se transforma en incumplimiento definitivo cuando la prestación deviene
imposible ulteriormente. En consecuencia la obligación originaria se transforma en la de pagar
daños e intereses (art. 889 C.C.) Sumado a ello, el deudor también deberá el daño moratorio
hasta el momento que extinga la obligación.

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UNIDAD 6: PRESUPUESTOS DE LA
RESPONSABILIDAD POR DAÑOS (CONT.) LA
RELACIÓN DE CAUSALIDAD
6.1. LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD

6.1.1. Concepto. Diferencias entre causa, condición y ocasión.


La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que debe existir entre la acción
humana y el resultado dañoso producido. La relación de causalidad es el nexo que vincula
materialmente y de manera directa al incumplimiento obligacional o al acto ilícito con el daño, y en
forma sucedánea e indirecta, a éste con el factor de atribución.

La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso puede ser atribuido
materialmente a una persona. De igual modo, respecto de la función preventiva del daño, nos
permite establecer un vínculo razonable y necesario entre una amenaza de daño y el hecho
generador.

La relación de causalidad se refiere a la causalidad jurídica, y difiere de la casualidad de las


Ciencias Naturales. La relación de causalidad jurídica indagada la responsabilidad civil o penal
que surge de una conducta humana. Tal como bien ha sostenido Llambías15 “la casualidad
jurídicamente relevante no apunta a un mecanicismo material, sino al hombre como artífice y
protagonista de los procesos y de las situaciones a través de sus actos”.

El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la justicia o injusticia
de la acción, sino que se refiere a una cuestión meramente fáctica y objetiva: si existe un enlace
entre un hecho antecedente (causa) y el resultado (efecto).

No deben ser confundidas la causa, la condición y la ocasión. La condición es un mero


antecedente del resultado que se produce. El derecho no le atribuye la autoría del daño a un
sujeto por el sólo hecho haber aportado una condición aún en el caso de que ésta haya
contribuido. Sólo en el caso de que dicha condición asuma especial entidad, y por ser adecuada
para producir ese resultado, en ese caso se la eleva a categoría de causa jurídica generadora del
daño. De ese modo, podemos decir que una causa es una condición, pero calificada como idónea
para generar el detrimento.

Otro tipo de condición es la ocasión, que torna viable o favorece la producción del resultado
dañoso. En nuestro ordenamiento jurídico, por regla no se responde por el mero hecho de aportar
la ocasión del evento dañoso. Sin perjuicio de ello, puede haber casos en los cuales la ocasión
deviene jurídicamente relevante para que el ordenamiento jurídico la coloque en posición de
causa (vgr. Art. 43 y 1113 C.C.) Para ampliar estos conceptos, se recomienda el estudio de la
bibliografía obligatoria16.

15
Cit. PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 95.
16
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 97 y ss.

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6.1.2. La doble función de la relación causal en la responsabilidad por
daños: autoría del daño y extensión del resarcimiento.
La relación de causalidad tiene una doble importancia:

a) Determinar la autoría: La relación de causalidad permite determinar, con rigor


científico, cuando un daño es posible de ser atribuido materialmente a la conducta de un
sujeto determinado. Esto se conoce como imputatio facti. Esta operación nos revela la
autoría del daño, lo cual permite determinar quién responderá por el daño causado.
b) Adecuación: Provee, asimismo, los parámetros objetivos para determinar la extensión
del resarcimiento, mediante un régimen predeterminado de imputación de consecuencias
(art. 520, 521 y 901 a 906 C.C.) De tal modo, se determina hasta qué punto debe
responder el autor material por el daño causado

6.1.3. Causalidad y culpabilidad.

Causalidad Culpabilidad
- Se orienta a determinar si las consecuencias - Tiende a dilucidar si se puede formular un
dañosas de un hecho pueden ser atribuidas reproche subjetivo en el comportamiento
materialmente a la conducta de un sujeto, lo antijurídico del autor material del hecho.
cual determina la autoría del daño.
-Se asienta en la noción de previsibilidad,
-Se determina previamente al juicio de valorada en concreto desde el punto de vista
culpabilidad. interior del sujeto y atendiendo al
comportamiento exteriorizado frente al hecho
-Se asienta en la noción de previsibilidad, producido.
valorada en abstracto, con prescindencia de lo
sucedido en el caso concreto, ex post facto, y -La previsibilidad agravada es extraña a la
de acuerdo a lo que sucede conforme el curso culpabilidad.
normal y ordinario de las cosas.

-La previsibilidad es objetiva, sin embargo


puede agravase en ciertos casos. En efecto el
art. 902 del C.C. dispone: “Cuanto mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor será la
obligación que resulte de las consecuencias
posibles de los hechos”. Esta norma se aplica a
los profesionales universitarios a quienes se les
exige, objetivamente, un grado de previsibilidad
mayor.

6.1.4. Distintas teorías sobre la relación de causalidad


Elegir el criterio que determina cuál es la causa jurídica de un daño muchas veces implica una
tarea compleja. Muchas teorías se han formulado tendientes a dilucidad cuál de los antecedentes

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materiales es apto para provocar el resultado dañoso. En concreto, podemos referirnos a cuatro
teorías que han sido receptadas en el Derecho Privado:

Teoría de la Teoría de la Teoría de la La Teoría de la


equivalencia de causa próxima condición causalidad
las condiciones preponderante y adecuada
de la condición
eficiente
-Atribuida a Stuart Mill -Atribuida a Francis -Estas dos teorías se - Es la teoría de mayor
quien considera que la Bacon, busca una encuentran muy predicamento en la
causa es el resultado condición entre todas ligadas entre sí. actualidad.
de todas las a fin de elevarla a la
condiciones positivas categoría de causa. -La Teoría de la -Atribuida a Luis von
y negativas que en Considera que es tal, condición Bar y desarrollada por
conjunto contribuyen a la condición más preponderante von Kries.
producirlo. próxima al resultado sostiene que es causa
en orden cronológico. del daño aquella -La adecuación de la
-Toda condición que condición que rompe causa está ligada a la
contribuye a producir -Ha recibido diversas con el equilibro entre idea de regularidad, a
el daño tiene igual críticas ya que no si los factores lo que normalmente
valor. bien es frecuente que considerados acostumbra a suceder.
la última condición sea favorables y adversos
-Ha sido objeto de la causa, esto no para su producción, -El juicio de
justas críticas ya que siempre es cierto. influyendo de modo probabilidad es
amplía la preponderante en el realizado “ex post
responsabilidad hasta resultado. facto” y en abstracto.
el infinito, ya que se
podría pensar en -La Teoría de la causa -Atiende a lo que
cuáles son las causas eficiente no difiere sucede conforme al
de las causas. mayormente de la curso normal y
anterior, considerando ordinario de las cosas.
la causa a aquella
condición que tenga -El juicio de
mayor poder probabilidad se realiza
intrínseco de en abstracto. Sin
causación del embargo la misma
fenómeno. puede ser agravada
cuando la
-Se les critica a ambas previsibilidad del
teorías la imposibilidad agente sea superior
de escindir (art. 902 C.C)
materialmente un
resultado, para atribuir
a una condición per se
un poder causal
decisivo.

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6.1.5. Causas concurrentes. Causalidad conjunta o común, concurrente
o alternativa o disyuntiva.
Existe causalidad concurrente cuando varias causas confluyen para producir un resultado.
Son causas conjuntas o comunes cuando ambas son necesarias para producir el resultado. Por
ejemplo en si un peatón cruza en forma distraída por el medio de la calle, y el automovilista
(también distraído) atropella al peatón, es probable que se determine que ambos han sido
causantes del daño al peatón, es decir que han concurrido en forma conjunta. Sin embargo,
podría suceder que una de las dos causas sea la que produce el resultado, y que la existencia de
una excluyera la de la otra. Supongamos ahora que un paciente muere en un hospital y se
intentan determinar la causa de su muerte. Una de ellas podría ser que el médico anestesista
realizó una mala praxis (ej. que suministró una dosis excesiva de anestesia), y otra que en el
nosocomio adquirió una infección intrahospitalaria. Si bien ambas causas concurren, quizás una
sola es la causante de la muerte del paciente, excluyendo la relevancia causal de la otra.

6.1.6. Prueba de la relación causal. Las llamadas presunciones de


causalidad. Análisis.
La prueba de la relación de causalidad adecuada pesa sobre quien pretende la reparación del
daño sea éste contractual o extracontractual. Ésta es una derivación lógica de los principios que
rigen la carga de la prueba en materia procesal y que indica que quien alega la existencia de un
derecho tiene a cargo la demostración de los extremos de su pretensión.

Pese a que ciertos autores consideran que en materia de responsabilidad objetiva por riesgo o
vicio de la cosa (art. 1113 C.C.) la ley presume la relación de causalidad, es nuestra opinión que
esto no es así. Por el contrario, el actor debe siempre probar la conexión causal entre un
determinado hecho y el resultado. La causalidad no se presume, lo que puede presumirse es el
carácter adecuado de la condición. Nos remitimos a la bibliografía obligatoria.

6.1.7. La causación y la no evitación del daño


En virtud del principio de no dañar a otro, existe una obligación genérica de no causar daños a
terceros en su persona o en sus cosas. Sin perjuicio de ello, habrá situaciones en las cuales el
ordenamiento jurídico no sólo espera la no causación del daño, sino que pone en cabeza de
ciertas personas físicas o jurídicas la obligación de evitar el daño, pudiendo generarse
responsabilidad en caso de que el agente no evitase el daño. Por ejemplo en cuestiones
ambientales, reviste gran importancia la prevención del mismo, y es un ámbito en el cual pueden
prosperar normas que obliguen a determinadas personas a tomar medidas para evitar la
causación del daño, y la responsabilidad civil subsidiaria en caso de no cumplimiento.

6.2. LA RECEPCIÓN DE LA TEORÍA DE LA CAUSALIDAD ADECUADA


EN EL CÓDIGO CIVIL
La doctrina y jurisprudencia de nuestro país admiten pacíficamente que la teoría que mejor se
adapta a nuestro Código Civil, inspirado en esta materia en el Código de Prusia de 1794, es la
Teoría de la Casualidad Adecuada.

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Pese a que nuestro Código es anterior al desarrollo de esta teoría, la misma puede ser sostenida
sin mayores dificultades. A su vez, la reforma de 1968 (Ley 17.711) fortalece tal conclusión.

Es importante señalar que tal como ha observado Orgaz17 estas construcciones han sido
elaboradas por juristas del Derecho Penal, pero que sin embargo, pueden ser trasladables al
Derecho Civil, con ciertas adaptaciones tendientes a marcas las diferencias entre la
responsabilidad civil y responsabilidad penal.

Como sabemos, en materia de responsabilidad penal, rige el principio absoluto de la identidad


entre el delincuente y quien recibe la pena. Asimismo, la responsabilidad penal se produce por el
hecho propio, y solamente cunado éste está tipificado y punido por ley.

En materia de responsabilidad civil, podemos observar los siguientes supuestos:

a) Responsabilidad por el hecho propio: En estos casos las connotaciones son similares a las
que rigen el Derecho Penal, ya que se observa la conexión establecida entre la acción del agente
y el daño.

b) Responsabilidades reflejas con fundamento en la culpa presumida, cono es en el caso de la


responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos menores de edad, se
considera que ellos son los autores mediatos del daño causado por los últimos. En consecuencia,
se considera que la causa inmediata es la acción del menor, mientras que la causa mediata es la
negligencia en la vigilancia por parte de los progenitores. El juicio de relación de causalidad opera
del siguiente modo: En primer lugar se debe determinar si efectivamente fue el menor quien causó
el daño, una vez determinado este extremo, la relación de causalidad adecuada entre la acción u
omisión culpable de los padres y el acto ilícito cometido por el menor es presumido, salvo que se
pruebe lo contrario.

c) Responsabilidad objetiva por el hecho de un tercero: En estos casos (vgr. Responsabilidad


del principal por el hecho de dependiente art. 1113. C.C.) la relación de causalidad debe ser
indagada en relación a la acción del dependiente y el daño. Si se acredita la misma, ésta se
traslada directamente al principal. Este último no es un autor mediato, sino un garante de la
actuación del dependiente.

d) Responsabilidad por daños causados por el riesgo o vicio de la cosa: En estos supuestos,
la ley dispone que responden frente a la víctima del daño tanto el guardián como el dueño de la
cosa (art. 1113 2do. Párr. C.C.) Lo que primero debe cuestionarse es si el daño fue provocado por
el riesgo o vicio de la cosa. Si se comprueba ese hecho, la ley presume la relación de causalidad
entre el daño y el riesgo creado por el dueño o el guardián de la cosa. La única forma en que
pueden liberarse estos últimos es por la acreditación de la ruptura del nexo causal, tal como
veremos más adelante cuando estudiemos las eximentes.

17
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 103 y ss.

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6.2.1. Clasificación de las consecuencias: Consecuencias inmediatas,
mediatas, casuales y remotas
Nuestro Código Civil clasifica las consecuencias de los hechos en inmediatas y mediatas,
causales. Posteriormente, y al reformar el art. 906 C.C. (Ley 17.711) se agregaron las
consecuencias remotas. La clasificación mencionada tiene gran relevancia teórica y práctica tal
como veremos a continuación, ya que de acuerdo a las mismas los jueces podrán ponderar
objetivamente, si una conducta ha tenido aptitud para generar un determinado resultado dañoso.

a) Consecuencias inmediatas
Son consecuencias inmediatas aquellas que acostumbran suceder según el curso normal y
ordinario de las cosas (art. 901 C.C.). La previsibilidad está implícita en ellas, ya que existe un
principio de regularidad del cual surge que una persona se representa necesariamente dicha
consecuencia al momento de desplegar determinada conducta. Por ejemplo en el caso de una
mala praxis médica el suministro de excesiva cantidad de anestesia, la causa inmediata es la
muerte de un paciente. Otro ejemplo, que dan Pizarro y Vallespinos18, es el de la transfusión de
sangre portadora del virus de HIV, la consecuencia inmediata en tal caso será el contagio del
paciente del mencionado virus.

b) Consecuencias mediatas
Son consecuencias mediatas las que resultan solamente de la conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto (art. 901 y 904 C.C.) El vínculo no es directo en este caso, sino que debe
interferir otro hecho que coadyuva a la generación del resultado dañoso (art. 901.C.C.). En el caso
de mala praxis médica con contagio de HIV del paciente referido supra, la consecuencia inmediata
será el contagio de HIV de la esposa del paciente por vía sexual. Estas consecuencias son
imputables al autor del hecho cuando las hubiere podido prever o cuando empleando debida
atención hubiera podido evitarlas (art. 904 C.C.) Dicha previsibilidad, debe ser apreciada en
abstracto.

c) Consecuencias casuales
Son consecuencias casuales las consecuencias mediatas que no pueden preverse (art. 905
C.C.) Dado que corresponden a hechos que operan de modo inesperado o sobreviniente en el
proceso causal, interrumpen su desarrollo. Son producidas por un hecho fortuito, y por lo tanto
imprevisibles. En el caso brindado por Pizarro y Vallespinos, será una consecuencia casual el
suicidio del hijo del paciente infectado con HIV en virtud de la grave depresión de su padre a
causa de la enfermedad.

Dada la imposibilidad de preverlas, normalmente no son imputables al autor, salvo cuando el


mismo las hubiera previsto de manera concreta, en función a las circunstancias del caso y las
hubiera tenido en miras al actuar (art. 905 C.C.)

d) Consecuencias remotas

18
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 105 y ss.

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Son consecuencias remotas las consecuencias casuales que se hayan tan alejadas del hecho
que en ningún caso son imputables (art. 906 C.C.)

6.3. EXIMENTES EN MATERIA DE RELACIÓN DE CAUSALIDAD. LA


INTERRUPCIÓN DEL NEXO CAUSAL
Nos remitimos al Módulo II, Unidad 8.

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UNIDAD 7: PRESUPUESTOS DE LA
RESPONSABILIDAD POR DAÑOS. EL FACTOR DE
ATRIBUCIÓN. ASPECTOS GENERALES.

7. 1. EL FACTOR DE ATRIBUCIÓN

7.1.1. Concepto e Importancia


El factor de atribución constituye el elemento valorativo (axiológico) en virtud del cual el
ordenamiento jurídico dispone la imputación de las consecuencias dañosas del incumplimiento
obligacional o de un hecho ilícito stricto sensu a una determinada persona19.

7.1.2. Clasificación
Los factores de atribución pueden ser clasificados en subjetivos u objetivos. Entre los primeros
está la culpa y el dolo, mientras que los más relevantes de la segunda categoría son el riesgo
creado, la garantía, el deber calificado de seguridad y la equidad.

7.1.3. Evolución histórica


Nos remitimos a lo analizado infra respecto de la evolución de los factores de atribución subjetivo
y objetivos.

7.1.4. Coexistencia de factores subjetivos y objetivos de atribución


Se discute normalmente el rol dentro del actual esquema de responsabilidad civil, y del mismo
modo cuál es el lugar que le ocupa a la responsabilidad objetiva.

Una primera posición sostiene que la culpa es la regla en la responsabilidad civil, sin perjuicio
que pueda coexistir con otros factores de atribución objetivos. En tal concepción, la culpa sería
una especie de piedra de toque y sería aplicable residualmente a todo supuesto de
responsabilidad civil al que no le corresponda otro factor subjetivo u objetivo.

Lo expresado nos llevaría a limitar los alcances de la responsabilidad objetiva, reduciendo la


extensión y los límites del resarcimiento.

Otra doctrina, que sostenemos ampliamente, considera que de ningún modo nos encontramos
ante la presencia de una responsabilidad subsidiaria, sino que por el contrario, los factores
objetivos de atribución poseen igual jerarquía que la culpa, coexistiendo con similar amplitud.

En tan sentido, una interpretación amplia y flexible de las normas que consagran
responsabilidades objetivas, y que permitan amparar a la víctima mediante soluciones equitativas

19
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 575 y ss.

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y justas, permitirá brindar a los juzgadores la normativa adecuada que sea dable de otorgar
interpretaciones extensivas.

7.1.5. Derecho comparado


Nos remitimos a las consideraciones específicas del derecho comparado respecto de los factores
subjetivos y objetivos de atribución.

7.2. FACTORES SUBJETIVOS DE ATRIBUCIÓN

7.2.1. Concepto
Los factores de atribución subjetivos son el dolo (art. 521, 1067, 1072 y concs.) y la culpa (art.
512, 1067, 1109 y concs.) Ambos suponen que el agente sea autor material del ilícito
extracontractual (aquiliano) o del incumplimiento obligacional, y la causa inteligente y libre de ese
comportamiento20.

7.2.2. La voluntariedad del acto como presupuesto de la culpabilidad.


La imputabilidad
Este concepto nos lleva a la necesidad de una imputabilidad de primer grado, es decir a aquella
que se asienta sobre la voluntariedad del acto, y que requiere determinar previamente si el agente
ha actuado con intención, discernimiento y libertad (art. 897, 900 921, 1070, 1076 del C.C.)
Consecuentemente, carecen de discernimiento y de reproche subjetivo los menores de diez años
en materia de responsabilidad extracontractual, los menores de catorce respecto de la
responsabilidad obligacional, y los dementes o quienes hayan perdido accidentalmente la razón
(art. 921 y 1076 C.C.) El error o ignorancia excusable de hecho que recae sobre el hecho principal
que constituye el acto ilícito (art. 930 C.C.) y el error provocado (dolo) no permiten la configuración
de la intención del agente, con lo cual también obstaculizan la imputabilidad de primer grado.

La fuerza irresistible y el temor fundado de sufrir un mal grave e inminente en la persona, libertad,
honra o bienes, o de su cónyuge, descendientes o ascendientes, legítimos o ilegítimos (art. 937
C.C.) derivado de amenazas injustas, impiden la libertad de acción del agente, y configuran el
vicio de violencia.

Una vez que se configura la imputabilidad de primer grado, es dable formular la imputabilidad de
segundo grado, que pone acento en la reprochabilidad de la conducta y que se puede presentarse
como dolo o culpa.

7.2.3. Las causas de imputabilidad. Remisión.


Nos remitimos a las causas de imputabilidad e inimputabilidad que estudiaremos en el
apartado 8.3.1. y a la bibliografía obligatoria allí señalada.

20
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 604 y ss.

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7.2.4. Supuestos de aplicación de factores subjetivos de atribución en
las órbitas contractual y extracontractual.
Nos remitimos a lo que estudiaremos a continuación respecto del dolo y de la culpa como
factores subjetivos de atribución en ambas órbitas, y a la bibliografía obligatoria allí señalada.

7.3. LA CULPA

7.3.1. Concepto. Requisitos


La culpa es el factor de atribución subjetivo más importante en el Derecho Privado de nuestro
ordenamiento jurídico. El Código Civil la define en el art. 512 C.C. como “la omisión de aquellas
diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación, y que correspondiesen a las circunstancias
de las personas, del tiempo y del lugar.”

Pese a que dicho concepto hace referencia al incumplimiento obligacional, el concepto se


aplica sin complicaciones a la esfera de los actos ilícitos extracontractuales. Igualmente la doctrina
ha interpretado unánimemente la definición del art. 512 C.C. de ese modo, y al mismo tiempo a
determinado que la expresión “diligencias” sería equívoca (en cuanto significaría “trámites”) y que
por el contrario debería decir “diligencia” (cuidado).

En ese sentido, corresponde definir a la culpa como la omisión de la diligencia que exija la
naturaleza de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y
del lugar.

En consecuencia, corresponde analizar los requisitos para que la misma se configure:

a) La omisión de realizar la conducta que exige la naturaleza de la obligación

b) La ausencia de propósito deliberado de incumplir o de causar un daño.

a) La omisión de realizar la conducta que b) La ausencia de propósito deliberado de


exige la naturaleza de la obligación incumplir o de causar un daño
La culpa se puede manifestar como: La ausencia de propósito deliberado de
incumplir o de causar un daño. La buena fe
a) Negligencia (art. 512 C.C.) la cual implica la buena fe del deudor. Ésa es la
consiste en no prever lo que es principal diferencia que la misma tiene respecto
previsible, o en caso de hacerlo, no del dolo. Esto implica a su vez que tenga un
adoptar la diligencia necesaria para la trato más favorable que los supuestos de dolo.
evitación del daño. Es una conducta Tal como advierte Bueres “el dolo es la voluntad
omisiva de cierta actividad, que en caso dirigida a la infracción de la obligación como
de realizarla hubiera sido apta para vínculo objetivo” por lo que “no necesita otro
evitar el daño. requisito para su eficacia jurídica”21.
b) Imprudencia: implica una conducta
positiva, precipitada o irreflexiva que es

21
Cit. PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 614 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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llevada sin prever las consecuencias de
la misma.
c) Impericia: consiste en la incapacidad
técnica para el ejercicio de una
determinada función, profesión o arte.

Todas ellas pueden estar presentes, en


tanto pueden combinarse entre sí.

7.3.2. Unidad y pluralidad de culpa: a) culpa civil y penal; b) culpa


contractual y extracontractual.
Durante décadas se ha discutido acerca de la culpa y si la misma constituye un concepto unitario
o si por el contrario, se puede hablar de una culpa penal y una culpa civil, y dentro de esta última,
de una culpa contractual y de otra extracontractual.

La culpa es un concepto unitario, que es idéntico en el Derecho Civil y en el Derecho Penal22.

Respecto de la culpa contractual o extracontractual, actualmente no es discutible que la culpa


constituye una noción idéntica. Dicha conclusión se fortalece en cuanto nuestro Código Civil
posee una única definición de culpa en el art. 512 C.C.23

7.3.3. Clasificación y graduación de la culpa


En el Derecho Romano Postclásico y Justinianeo, la culpa (contractual) estaba estructurada
rígidamente a través de un sistema de clasificación abstracta, dividida en grados, lo cual se
denominó la teoría de la gradación o graduación de la culpa, o teoría de la culpa24. De tal modo,
en Roma se distinguía en sus comienzos entre la culpa grave (lata) y la culpa leve. A su vez, se
observaba en abstracto los cuidados que se esperaban por ejemplo de un buen padre de familia
de quien se cabía esperar no más que una culpa leve.

Los glosadores, más tarde incorporan la culpa levísima, tomando a un muy buen padre de familia
o a un diligentísimo hombre.

Estas categorías importaban una suerte de cartabón abstracto, que era cotejado con el caso
concreto a fin de juzgar si había existido culpa o no del agente.

Podemos clasificar la culpa entonces en las siguientes categorías:

22
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 622 y ss.

23
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 622 y ss.

24
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 6217y ss.

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a) La culpa grave implicaba que el agente no había previsto que lo era previsible para cualquier
persona.

b) La culpa leve era el modelo correspondiente a un buen padre de familia o la que el propio
responsable ponía habitualmente en sus asuntos.

c) La culpa levísima tomaba en consideración la conducta que hubiera seguido en el caso


concreto un diligentísimo padre de familia.

El sistema de gradación de culpas en abstracto fue seguido por diversos ordenamientos jurídicos
como el Español Antiguo, y Códigos como el de Chile, Colombia, Ecuador y Panamá. Los Códigos
de Alemania, Italia, Suiza y Uruguay distinguen entre culpa grave y culpa leve. Otros abandonaron
dicha clasificación (Francia y España).

Nuestro Código ha rechazado la Teoría de la Prestación de la Culpa en el art. 512 y en su


correspondiente nota. Esa es la opinión mayoritaria de la doctrina argentina. Nos remitimos a lo
analizado por los Dres. Pizarro y Vallespinos en la bibliografía obligatoria25.

7.3.4. Criterios de apreciación. La cuestión en el Derecho Moderno


Apreciar la culpa implica determinar en el caso concreto si se ha actuado con culpa o no.

Kemelmajer de Carlucci y Parellada26 sostienen que “se trata de juzgar si para el sujeto era
previsible la dañosidad de la conducta. Los criterios de Los criterios de apreciación de culpa
difieren según cuál sea el sujeto que se tiene en miras para realizar el juicio de previsibilidad: si un
modelo abstracto o el propio sujeto actuante”. El criterio de apreciación de la culpa in abstracto,
toma como cartabón aun módulo-tipo, que varía de acuerdo a las legislaciones. La culpa en
concreto se valora comparando la conducta desplegada por el sujeto con el módulo ideal de
referencia antes indicado. La determinación de la culpa en concreto prescinde de parámetros
abstractos y la está librada a la valoración judicial, teniendo en cuenta al agente, las virtudes y
defectos y lo que era exigible conforme a la naturaleza de la obligación y a las circunstancias
concretas de persona, tiempo y lugar.

De acuerdo a Pizarro y Vallespinos,27 en concordancia con la opinión de Orgaz, la separación


entre ambos sistemas es puramente verbal, y nuestro sistema es a la vez abstracto y concreto.
Esto se debe a que el juez debe evaluar en el caso concreto, ponderando los antecedentes del
caso y luego contraponerlos con la diligencia que hubiera observado un hombre prudente.

En algunos casos, los deberes de exigencia serán mayores, en razón de los conocimientos o de
la situación especial del agente, tal como lo indica el art. 902 C.C. que reza: “Cuanto mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que
resulte de las consecuencias posibles de los hechos.”

7.3.5. Culpa de los representantes, dependientes y auxiliares. Remisión

25
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 618 y ss
26
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 620 y ss
27
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 620 y ss

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El deudor responde por la culpa de los dependientes y auxiliares que introduzca para ejecutar la
prestación por él debida. Dentro de esta categoría queda incluida la culpa del representante, cuya
culpa debe ser asimilado a la del propio deudor (art. 1946 C.C.)

7.3.6. Prueba de la culpa. La cuestión en materia contractual y


extracontractual
La prueba de la culpa reviste gran importancia. Respecto de la misma debemos distinguir según
se trate del ámbito contractual (obligacional) o extracontractual (aquiliana).

a) Responsabilidad extracontractual: En el ámbito extracontractual rige el principio por medio del


cual quien pretende reparación derivado de un acto ilícito, debe acreditar los extremos que
constituyen dicha relación jurídica (daño, relación de causalidad, antijuridicidad y factor de
atribución).

De tal modo, como regla la culpa no se presume y debe ser probada por quien la alega. Para ello
debe probarse la existencia de los elementos de la responsabilidad civil. En ese sentido no basta
la antijuridicidad de la conducta para demostrar la culpa. La antijuridicidad y la culpabilidad se
encuentran en planos distintos, de modo tal que no autorizan a inferir sin más la culpa. Sin
perjuicio de ello, hay supuestos en los cuales la prueba de la antijuridicidad y del daño permite que
los jueces presuman la existencia de culpa invirtiendo la carga de la prueba. De tal modo, quien
deberá demostrar la ausencia de culpa será el agente. En otros supuestos, la ley dispone la
inversión de la prueba, estableciendo una presunción normativa iuris tantum de culpabilidad y la
consiguiente inversión de la carga probatoria. En aquellos casos lo que se intenta es favorecer a
la víctima, poniendo en cabeza del sindicado como responsable la prueba de su actuar diligente.
Ejemplos en los cuales opera la mentada presunción es la responsabilidad por los daños
causados con las cosas (art. 1113 C.C.) y la responsabilidad de los padres por el daño causado
por sus hijos menos que vivan con ellos (art. 1114 y 1116 C.C.)

b) Responsabilidad contractual: Tradicionalmente se sostuvo que al acreedor le correspondía


probar el título de su crédito, mientras que al deudor probar haber cumplido con su obligación, o
que haya existido una circunstancia extintiva o impediente de su obligación. De tal modo, se
sostenía que la culpa se presumía en el incumplimiento contractual. La aceptación de esta
distinción entre obligaciones de medios y de resultados, atribuida a Demogue, llevó a la doctrina
mayoritaria a sostener que la prueba de la culpa era independiente de la fuente de la obligación y
que su carga debía pesar sobre el acreedor o el deudor según la naturaleza de la prestación.

En las obligaciones de medios el factor de atribución es subjetivo y basado en la idea de culpa.


En consecuencia, la carga de la prueba recae por regla en el acreedor (damnificado). Sin perjuicio
de ello, existen ciertas obligaciones de medio agravadas en las cuales, pese a que el factor de
atribución subjetivo, pero la culpa se presume por la ley o la jurisprudencia. Esto sucede en
cuestiones tales como al mora subjetiva del deudor (art. 509 C.C.) en el cual es éste debe
acreditar que la misma no le es imputable. En las obligaciones de resultado, por el contrario, se
presume la presunción de la responsabilidad del deudor a partir de la constatación de la no
concreción del resultado esperado. En consecuencia, el deudor deberá demostrar, para liberarse,
la ruptura del nexo causal. Ello es así, ya que esta responsabilidad es objetiva y no subjetiva. (Ver
Pizarro y Vallespinos28)

28
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 624 y ss.

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7.3.7. Presunciones de culpabilidad
Existen situaciones en las cuales si bien el factor de atribución es subjetivo, la culpa aparece
presumida legal o jurisprudencialmente. Esto sucede por ejemplo en cuanto a la mora subjetiva
del deudor, en donde el art. 509 C.C. regula que es el deudor quien debe aportar la prueba para
eximirse de las consecuencias de la mora, acreditando que no le es imputable. En las
obligaciones de resultado, en cambio se presume la responsabilidad del deudor a partir de la no
obtención del resultado, debiendo éste acreditar la ruptura del nexo causal29.

7.3.4. Eximentes en materia de responsabilidad subjetiva. Remisión.


Nos remitimos a la Unidad 8.

7.4. EL DOLO

7.4.1. Concepto. Distintas acepciones: Dolo como vicio de la voluntad.


Dolo como elemento del delito. Dolo en el incumplimiento obligacional.
Dolo delictual.
El dolo es uno de los factores de atribución sujetiva. Existen diferentes acepciones del dolo en
nuestro derecho:

a) Vicio de la Voluntad: Como vicio de la voluntad (art. 931 C.C.) es “toda aserción de lo que es
falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee con
ese fin”. Se trata de una conducta orientada a provocar el error en otra persona.

b) Elemento del delito: El dolo delictual implica ejecutar un hecho ilícito a sabiendas y con
intención de dañar a otra persona o a sus derechos (art. 1072 C.C.) Hay quienes consideran que
debe existir un maligno propósito de dañar. Nosotros pensamos que para que se configure el dolo
delictual es suficiente con que el agente se represente internamente el resultado ligado al efecto
querido, que lo quiera y actúe. Lo que determinante es la actitud del agente antes el resultado que
se ha representado, haya o no intención de provocar el daño. Un ejemplo claro de esto es el caso
del ladrón. El ladrón roba porque quiere enriquecerse, quizás no para dañar a la víctima, sin
perjuicio de ello, el dolo está configurado.

Otra cuestión es la relativa al dolo eventual. El mismo se configura cuando el sujeto asiente “la
realización del hecho que prevé como probable (menosprecio de la consecuencia probable)”. En
otras palabras, el autor se representa el resultado y lo asiente, sin quererlo ni desearlo. Buena
parte de la doctrina considera que el dolo eventual está al margen de la letra del art. 1072 C.C. y
que debería se encuadrar en el art. 1109 C.C.

c) El dolo en el incumplimiento obligacional: El mismo se configura por el incumplimiento de


manera conciente y deliberado, pudiendo cumplir. No requiere la intención de dañar.

29
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 624 y ss.

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d) Dolo y “malicia”: El art. 521 C.C. se refiere a la inejecución maliciosa de la obligación y
determina una mayor extensión del resarcimiento y la no aplicación del tope porcentual previsto en
materia de honorarios (último párrafo art. 505 C.C.) Ahora bien, es dable definir qué es lo que
debemos entender por “inejecución maliciosa”. Ciertos autores consideran que la inejecución
maliciosa sería algo más que el hecho de no cumplir, pudiendo cumplir. Según ellos exigiría un
propósito de causar un daño al acreedor, una mala fe calificada por la intención de causar el daño
o la grave indiferencia del incumplidor. Otra postura, que compartimos30, sostiene que la
inejecución maliciosa no configura una nueva categoría de incumplimiento doloso, sino que la
misma es la idéntica inejecución deliberada que configura el dolo en el incumplimiento
obligacional.

7.4.2. El dolo delictual. Caracterización.


Nos remitimos a lo analizado en el punto anterior (7.4.1.)

7.4.3. El dolo y el incumplimiento obligacional. El artículo 521 del


Código Civil (t.o. Ley 24.432)
Nos remitimos a lo analizado en el punto 7.4.1.

7.4.4. Dolo de los dependientes y auxiliares


El deudor responde por el dolo de los dependientes y auxiliares que introduzca para ejecutar la
prestación por él debida. Dentro de esta categoría queda incluida el dolo del representante, cuyo
dolo debe ser asimilado al del propio deudor (art. 1946 C.C.)

7.4.5. Efectos
El dolo produce importantes efectos:

a) La Responsabilidad Civil: El incumplimiento doloso impone al deudor la responsabilidad por


daños que sean consecuencia inmediata y necesaria o mediata previsible de aquél (art. 506 y 521
C.C.)

b) El dolo y las costas judiciales: El dolo proyecta, asimismo, consecuencias en el plano de las
costas judiciales.

El art. 505 C.C. (último párrafo) dispone que “Si el incumplimiento de la obligación, cualquiera
sea su fuente, derivase en litigio judicial o arbitral, la responsabilidad por el pago de las costas,
incluidos los honorarios profesionales de todo tipo allí devengados y correspondientes a la primera
o única instancia, no excederá del veinticinco por ciento (25 %) del monto de la sentencia, laudo,
transacción o instrumento que ponga fin al diferendo. Si las regulaciones de honorarios
practicadas conforme a las leyes arancelarias o usos locales, correspondientes a todas las
profesiones y especialidades superan dicho porcentaje, el juez procederá a prorratear los montos
entre los beneficiarios. Para el cómputo del porcentaje indicado, no se tendrá en cuenta el monto

30
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 606 y ss.

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de los honorarios de los profesionales que hubieren representado, patrocinado o asistido a la
parte condenada en costas”:

La ley tiene en miras limitar el costo de litigiosidad y reducir el monto de honorarios profesionales.
La norma es de dudosa constitucionalidad, ya que avanza sobre cuestiones como son las costas
judiciales, cuya regulación es privativa de las provincias (art. 121 Const. Nac.)

Los requisitos para la aplicación del art. 505 C.C. último párrafo son:

1. El incumplimiento de una obligación.

2. La inejecución no dolosa de la obligación (art. 505 y 521 C.C.)

3. El incumplimiento no doloso debe derivar en un litigio, judicial o arbitral.

4. Debe mediar condenación en costas.

5. Las costas deben exceder el veinticinco por ciento del monto de la sentencia, laudo, transacción
o instrumento.

(Ver Pizarro y Vallespinos31)

7.4.6. Prueba
El dolo no se presume, por el contrario, el mismo debe ser alegado y probado. Dicha tarea
corresponde a quien invoca su existencia. Se aplican en esta temática los principios generales,
admitiéndose inclusive la prueba indiciaria o presuncional.

7.4.7. Dolo y culpa concurrente


Nos remitimos a lo analizado en el apartado 8.4.

7.4.8. Dolo concurrente


Nos remitimos a lo analizado en el apartado 8.4.

7.4.9. Dispensa del dolo. Remisión


Son nulas las cláusulas que anticipadamente dispensen al deudor de la responsabilidad por el
incumplimiento de la obligación (art. 507 C.C.) y que esto atenta con la naturaleza misma del
concepto de obligación. Asimismo, estaría reñido con el principio de buena fe, moral y buenas
costumbres.

Sin embargo, nada obstaría a que una vez producido el incumplimiento doloso, el acreedor pueda
renunciar a los derechos resarcitorios que derivan del mismo. Nos remitimos a la bibliografía
obligatoria32 y a lo analizado en el apartado 8.4.

31
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 609 y ss.

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7.5. FACTORES OBJETIVOS DE ATRIBUCIÓN. ASPECTOS
GENERALES.

7.5.1. Caracterización. Importancia.


Los factores objetivos de atribución se caracterizan por:

a) Fundar la atribución del incumplimiento obligacional y la responsabilidad que de él deriva, o la


responsabilidad que emerge de hechos ilícitos stricto sensu, en parámetros objetivos de
imputación;

b) Con total abstracción de la idea de culpabilidad.

En efecto, la responsabilidad objetiva es mucho más que una responsabilidad sin culpa, ya que
tiene un elemento positivo, axiológico que justifica dicha responsabilidad y determina su
procedencia.

7.5.2. Clasificación
Los factores de atribución objetivos son los siguientes:

7.5.3. La Teoría del Riesgo. Distintas vertientes. Aplicaciones.


La Teoría del Riesgo tiene origen en el Derecho Francés de fines del siglo XIX, adquiriendo gran
reconocimiento a partir de la primera mitad del siglo XX. Esta doctrina intenta proveer una
explicación a la responsabilidad civil basada en el riesgo, sin embargo, diferentes líneas de
pensamiento se advierten:

a) La Teoría del Riesgo creado: Según esta teoría quien es dueño, o se sirve de cosas, o realiza
actividades que por su naturaleza o modo de empleo produce riesgos potenciales a terceros,
deben responder por los daños que ellas ocasionen. En consecuencia, el factor de atribución que
rige es objetivo y es una contrapartida del riesgo creado.

Éste es el criterio que sostienen los Dres. Pizarro y Vallespinos33, y que en nuestra opinión está
consagrada en el art. 1113 C.C. En efecto, la persona que introduce en la sociedad un factor de
riesgo, responde objetivamente por el daño causado, se beneficie o no con el mismo.

b) La doctrina del riesgo-beneficio: Según esta doctrina, se debería responder objetivamente


por cualquier riesgo creado siempre que permita alcanzar un beneficio. En consecuencia, si dicho
beneficio no está presente, no se debería responder objetivamente. El alcance y sentido de la
noción provecho o beneficio fue perdiendo gradualmente su contenido económico hasta
comprender cualquier tipo de utilidad o ventaja. Ateniéndonos a esa última interpretación, la
Teoría del Riesgo -beneficio, se acerca notablemente a la Teoría del Riesgo creado.

32
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 607 y 608.

33
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 628 y ss.

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33
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c) La doctrina del acto anormal: De acuerdo a esta línea de pensamiento, quien incorpora a la
sociedad un riesgo, no debe responder objetivamente por todas las consecuencias perjudiciales
que deriven de él, sino por aquellos que excedan la “normalidad”. Se discute si dicho concepto
incluye la negligencia del agente o no. De algún modo, existiría una aproximación a la idea de
culpa, oculta bajo otra denominación. No parece lógico esto, ya que de aceptarse esta doctrina
quedarían fuera del campo del riesgo creado daños como los causados por automóviles,
aeronaves en vuelo, etc. que aún respondiendo a la actividad normal, son idóneos para causar
graves daños.

De acuerdo a lo expuesto y ateniéndonos a nuestro ordenamiento jurídico, quedan incluidos en la


esfera del riesgo creado los dalos causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 C.C.), daños
causados al consumidor por el vicio o defecto de la cosa o en la prestación del servicio (art. 40
Ley 24.240), daños derivados de actividades riesgosas; daños derivados de residuos peligrosos;
la responsabilidad del propietario de una mina (art. 58 Código de Minería); la responsabilidad del
explotador o de quien usa una aeronave, por daños causados a terceros en la superficie (art. 155
ley 17.285), etc. Algunos juristas también incluyen a la responsabilidad de las personas jurídicas y
la del principal por el hecho de sus dependientes.

7.5.4. La garantía. Concepto. La garantía contractual y extracontractual.


Cierta doctrina considera que la “garantía” constituye un factor de atribución objetivo autónomo.
Dentro de este esquema, se suele mencionar en el ámbito extracontractual a la responsabilidad
del principal por el hecho del dependiente (art. 1113 C.C.) y en materia obligacional (contractual) a
la obligación de seguridad, incluida con carácter general y accesorio, de manera tácita, en ciertos
contratos, para preservar a las personas y a su propiedad contra los daños que puedan
ocasionarse al momento de ejecutarlo (vgr. contrato de espectáculos deportivos, contratos
médicos, etc.)

De tal modo, también quedan incluidos dentro de la obligación de garantía los daños que el
deudor pueda causar al acreedor por medio de los terceros que introduzca a fin de ejecutar la
prestación. Tal como nos enseña Bustamante Alsina34 “la obligación de garantía a cargo del
deudor está implícita por el sólo hecho de haber implicado a otro en la ejecución de la obligación.”

7.5.5. La equidad. Concepto. Responsabilidad por daños involuntarios.


Ámbito de aplicación del artículo 907 del Código Civil. Requisitos.
Este factor de atribución se presenta en nuestro derecho como novedoso, y tiene aplicación en
materia de daño involuntario (art. 921 C.C.) Los daños involuntarios, en principio, no generan
responsabilidad civil. Sin embargo, existen dos excepciones:

a) Contenida en el art. 907 C.C. se funda en el principio del enriquecimiento sin causa. La norma
textualmente reza: “cuando por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su
persona y bienes, sólo se responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se
enriqueció el autor del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere enriquecido”:

34
Cit. por PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 630 y ss.

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b) La segunda excepción constituye la indemnización de equidad contemplada en el texto
agregado por ley 17.711 al art. 907 C.C. Dicha norma expresa: “Los jueces podrán también
disponer un resarcimiento a favor de la víctima del daño, fundados en razones de equidad,
teniendo en cuenta la importancia del patrimonio del autor del hecho y la situación personal de la
víctima.”

En efecto, para que se configure el segundo supuesto regulado por el art. 907 C.C. (equidad) es
necesario:

a) Que exista un acto voluntario.

b) Que cause daño a un tercero.

c) Que medie relación causal adecuada entre ambos elementos.

El juez tiene la facultad de otorgar el resarcimiento, y discrecionalmente establecerá


equitativamente la cuantía de la indemnización teniendo en cuenta la importancia del patrimonio
del autor del hecho (demente o menor de diez años) y la situación personal del damnificado. Esta
reparación puede o no ser plena e integral.

Un punto de discusión respecto de esta norma es si la misma puede ser aplicada en materia
contractual (obligacional). La doctrina mayoritaria considera que se puede proclamar su vigencia
en este ámbito ya que la norma se ubica en la parte general de los hechos jurídicos (y no en
materia de ilícitos); y ya que esta interpretación es armónica con el art. 1056 C.C. que dispone que
los actos anulados producen los efectos de los hechos ilícitos en general, remitiéndonos de ese
modo al capítulo del Código Civil en donde se encuentra el art. 907 C.C.

7.5.6. El abuso del derecho como posible factor objetivo de atribución.


Responsabilidad derivada del ejercicio abusivo del derecho.
Algunos autores consideran al abuso del derecho (art. 1071 C.C.) como factor de atribución. En
ese sentido, esgrimen que esto es así ya que el art. 1071 C.C. consagra un concepto de abuso de
derecho con carácter objetivo. De tal modo sostienen que para comprometer la responsabilidad
civil de quien incurre en dichas conductas abusivas no es suficiente la prueba de la culpa,
convirtiéndose éste en un factor de atribución subjetiva.

Pizarro y Vallespinos35 sostienen que el abuso del derecho no es un factor autónomo de


atribución, sino una modalidad de antijuridicidad. En consecuencia, y según sea el tipo de
trasgresión el factor de atribución podrá ser objetivo o subjetivo, dependiendo las circunstancias
del caso.

35
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 632 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
7.5.7. Exceso de la normal tolerancia entre vecinos
Al igual que respecto del abuso del derecho, algunos autores consideran que el exceso en la
normal tolerancia entre vecinos (art. 2618 C.C.) es un factor de atribución objetivo autónomo. Esta
norma reza:

“Las molestias que ocasionen el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o daños
similares por el ejercicio de actividades en inmuebles vecinos, no deben exceder la normal
tolerancia, teniendo en cuenta las condiciones del lugar y aunque mediare autorización
administrativa para aquéllas.

Según las circunstancias del caso, los jueces pueden disponer la indemnización de los daños o la
cesación de tales molestias.

En la aplicación de esta disposición el juez debe contemporizar las exigencias de la producción y


el respeto debido al uso regular de la propiedad; asimismo tendrá en cuenta la prioridad en el uso.
El juicio se tramitará sumariamente”.

Al respecto podemos decir que las conclusiones vertidas en materia de abuso del derecho
pueden ser igualmente aplicadas en esta materia. En concreto, el exceso de la normal tolerancia
entre vecinos, no constituye un factor de atribución objetivo autónomo, sino que es una modalidad
de antijuridicidad. Aun más, podemos decir que normalmente la responsabilidad derivada de estos
supuestos será objetiva, siempre que el daño sea causado por el riesgo o vicio de la cosa. Sin
perjuicio de ello, no podemos descartar a priori la posibilidad de que se configuren
responsabilidades subjetivas basadas en la culpa probada o presumida (Art. 1113, Párr. 2do.,
primera parte).

7.5.8. Otros posibles factores de atribución (igualdad ante las cargas


públicas, seguridad social, el riesgo de empresa, el crédito especial a la
seguridad, etc.)
Algunos autores admiten la presencia de otros factores de atribución subjetivos:

a) Igualdad ante las cargas públicas: En este sentido, algunos juristas consideran como factor
objetivo de atribución a la igualdad ante las cargas públicas con fundamento en el art. 16 C.N.
Este factor de atribución justificaría la responsabilidad civil del Estado por actos lícitos.

b) Seguridad social: Otro factor de atribución objetivo mencionado por la doctrina es la seguridad
social, como justificativo de la socialización del daño.

c) El derecho a la intimidad: Otros autores, por su parte, incluyen la violación a la intimidad (art.
1071 bis) como un factor objetivo de atribución autónomo.

Pizarro y Vallespinos36, explican claramente las razones por las cuales dicha conclusión es
errónea. En concreto, señalan que dichas ideas no surgen del art. 1071 bis C.C., y ya que no
parece lógico que se proteja solamente el derecho a la intimidad y no a los demás derechos

36
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 634 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
personalísimos. En consecuencia, podemos sostener que la arbitrariedad importa un sinónimo de
antijuridicidad y es suficiente para revelar el factor de atribución aplicable.

d) La actividad económica como factor objetivo de atribución: En el derecho estadounidense


se establecen criterios económicos a fin de atribuir responsabilidades civiles. De tal modo, en
ciertos casos se justifica la responsabilidad de un agente debido a que el mismo se encontraba en
mejores condiciones para prevenir el daño, o en base a los réditos logrados por dicha actividad
económica.

7.5.9. Eximentes en materia de responsabilidad objetiva. Remisión.


Nos remitimos a la Unidad 8.

7.6. RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL OBJETIVA

7.6.1. La línea divisoria de la responsabilidad subjetiva y objetiva en


materia obligacional (responsabilidad contractual) – Obligaciones de
medios y resultados.
Para determinar el ámbito de la responsabilidad subjetiva u objetiva en materia obligacional
(contractual) debemos comprender la siguiente distinción entre obligaciones de medios y
resultados.
Esta construcción doctrinaria es atribuida a René Demogue, sin embargo no fue este jurista de
origen francés su iniciador, ya que existen antecedentes de ella en el Derecho Romano y en el
antiguo Derecho Francés.
En el Derecho Alemán fue desarrollada por Bernhoft, quien evidenció la necesidad de diferenciar
las relaciones obligatorias dependiendo de una mayor o menor correspondencia del objeto con el
resultado final esperado por el acreedor. Posteriormente, Fisher hizo avances importantes en la
materia. En Italia, y a principios del siglo XX, autores de importancia (entre los cuales se
encuentra Osti) advirtieron la relevancia del distingo. Sin embargo, fue Demogue quien hizo
evidente la necesidad de distinguir entre las obligaciones de medio y de resultados. En efecto, fue
el primero en emplear con sentido definido estas expresiones.
Esta teoría se fue enraizando en Francia, España e Italia, llegando a Argentina con fuerte
predicamento. Sin perjuicio de ello, hay quienes dudan de sus fortalezas.
Pizarro y Vallespinos37 consideran que la distinción es útil y relevante ya que proyecta al plano
del factor de atribución de la responsabilidad civil, marcando la línea divisoria de las aguas: la
responsabilidad subjetiva (obligaciones de medios) y la responsabilidad objetiva (obligaciones de
resultados).
La distinción formulada ha tenido un desarrollo notable desde su nacimiento hasta nuestros días.
(Ver Pizarro y Vallespinos38).
Entre nosotros, la adopción de estas construcciones jurídicas ha sido fundamental, y gracias al
aporte de Alberto J. Bueres. Bueres, conceptúa al objeto de la obligación como el plan o proyecto
de una conducta futura del deudor, con miras a dar satisfacción a un interés del acreedor. Ambos
factores (conducta humana más interés del acreedor) forman parte del objeto, sin embargo, la
relación jurídica puede distinguirse de acuerdo se trate de un deber de medios o de resultados.

37
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 577 y ss.
38
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 579 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
En las obligaciones de medios, también denominadas de prudencia o de diligencia, el deudor se
compromete a la realización de una conducta dirigida a la concreción de un resultado que el
acreedor espera y quiere, pero que no es asegurado por el deudor. De tal modo hay dos factores
de los cuales dependerá el resultado, primero que el deudor despliegue la conducta diligente
orientada a lograr el resultado, y el segundo, de carácter aleatorio (resultado) cuya efectivización
no depende exclusivamente de la conducta del deudor sino de otros factores contingentes. Un
ejemplo de esto sería el caso del abogado que asume la obligación de poner sus conocimientos y
diligencia a fin de lograr el reconocimiento de un derecho de acreedor. Sin embargo, el abogado
no podrá, ni deberá asegurar el éxito de dicha tarea, ya que no depende totalmente de su actuar.
En consecuencia, en estas obligaciones, Pizarro y Vallespinos39 sostienen que el interés final se
halla in obligatione, pero no in solutione.
En las obligaciones de medio, en consecuencia, el factor de atribución es subjetivo. La prueba de
la culpa del deudor puede pesar sobre el acreedor, o excepcionalmente puede ser presumida iuris
tantum, con lo cual corresponderá al deudor la acreditación de la no culpa, es decir de su
actuación diligente.
En las obligaciones de resultado, por el contrario, el deudor compromete su conducta para el logro
de un resultado, no contingente ni aleatorio, de suerte que la no concreción del mismo implica el
incumplimiento del deudor, salvo que pudiera acreditar la ruptura del nexo causal. En este sentido,
el deudor asegura el resultado exitoso. El factor de atribución en estos casos es objetivo.
Cabe preguntarnos qué efecto produce la falta de obtención del resultado, y la presunción de
incumplimiento que deriva de ello. El deudor deberá probar la ruptura del nexo causal ya sea por
el casus, el hecho de un tercero por quien no deba responder, o el hecho de la víctima.
En suma, la distinción entre obligaciones de medios y resultados ha evolucionado notablemente
en nuestros días. Así, ha perdido el propósito de fijar directiva en cuestión meramente probatoria,
para determinar si el factor de atribución aplicable es objetivo o subjetivo. (Ver Pizarro y
Vallespinos40).

39
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 581 y ss.
40
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 577 a 604.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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UNIDAD 8: EXIMENTES.
8.1. Eximentes

8.1.1. Concepto e importancia


Las eximentes son circunstancias que operan enervando la antijuridicidad, la relación de
causalidad o los factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia ya que pueden
aminorar o eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable.

8.1.2. Clasificación
Según el efecto que producen encontramos eximentes vinculadas con la antijuridicidad,
con el factor de atribución y con la relación de causalidad. Pasemos a analizar cada categoría y
sus particularidades:

8.2. EXIMENTES VINCULADAS CON LA ANTIJURIDICIDAD. LAS


CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN.

8.2.1. Concepto
Las causas de justificación enervan la antijuridicidad de la conducta y, bajo ciertas
circunstancias, pueden actuar como eximentes de la responsabilidad (vgr. legítima defensa) o
justificar una reparación de equidad no plena o integral (vgr. estado de necesidad)41. Entre ellas
encontramos el ejercicio regular de un derecho, el cumplimiento de una obligación legal, el estado
de necesidad, la legítima defensa, y el consentimiento del damnificado.

Las causas de justificación difieren de las causas de inimputabilidad. En tanto las primeras obstan
a la antijuridicidad de la conducta, estas últimas, sin provocar tal efecto, excluyen la culpabilidad
del agente, ya sea porque el agente obra sin discernimiento (art. 921 C.C.) o con error excusable
(art. 897 C.C.)

a) Ejercicio regular de un derecho.


El art. 1071 del C.C. establece que “el ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de
una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio
abusivo de los derechos. Se considerará tal al que contraríe los fines que aquélla tuvo en mira al
reconocerlos o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres”.

En otras palabras, la norma citada implica que el ejercicio regular de un derecho, dentro de los
límites reconocidos por el ordenamiento jurídico, se considera un obrar lícito. En consecuencia, en
principio la causación de un daño a un tercero, en esas circunstancias no sería indemnizable.

41
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 500.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
El concepto de ejercicio regular de un derecho tiene relación directa con la esencia de la
relatividad de los derechos que está reconocida en la Constitución Nacional (art. 14, 28 y concs.),
dando base a la Teoría del Abuso del Derecho. El abuso de derecho, por el contrario, constituye
un acto ilícito, idóneo para producir responsabilidad civil en caso de causación de un daño a un
tercero.

b) El cumplimiento de una obligación legal


Esta causa de justificación de carácter genérico aparece igualmente en el art. 1071 C.C.
Asimismo, individualiza ciertos supuestos del Código Penal, el cumplimiento de un deber, el
ejercicio de una autoridad o cargo (art. 34 inc. 4 C.P.) y la obediencia debida (art. 34 inc. 5 C.P.)

En los supuestos mencionados, la ley impone una determinada conducta al agente, y por tal
razón, quien la ejecute sin incurrir en excesos, está justificado.

c) Estado de necesidad
El estado de necesidad no aparece contemplado en forma expresa en el Código Civil. El Código
Penal lo nombra en el art. 34 inc. 3 al momento de justificar el comportamiento de quien causa un
mal con el fin de evitar uno mayor inminente al cual ha sido extraño. El mismo se refiere a la
situación en la cual una persona se encuentra, que a fin de alejar un peligro inminente que
amenaza sus bienes de naturaleza patrimonial o personal, causa legítimamente un mal menor a
otra persona, que no es autor del peligro42.

Se discute la naturaleza jurídica del estado de necesidad. Existen controversias dentro del
derecho argentino, al igual que en el derecho comparado. Una primera doctrina (mayoritaria)
considera que el estado de necesidad se trata de una causa de justificación, que enervaría la
antijuridicidad de la conducta. Otros, (posición minoritaria) consideran que se trata de un causa de
inculpabilidad, ya que no enervaría la antijuridicidad, pero no comprometería su responsabilidad
por ausencia de culpa.

Respecto de la resarcibilidad del daño causado en estas circunstancias, la doctrina también se


encuentra dividida. La mayoría de los autores consideran que si el autor del hecho no generó el
peligro, no corresponde responsabilidad civil, salvo disposición legal en contrario. Pizarro y
Vallespinos, por el contrario, consideran que la responsabilidad no queda excluida y propician una
interpretación amplia del art. 907 C.C.43 De tal modo, los jueces tendrían facultad de otorgar un
resarcimiento de equidad teniendo en cuenta la importancia del patrimonio del autor del hecho, el
enriquecimiento experimentado y la situación del damnificado.

d) Legítima defensa
El Código Civil tampoco regula de manera orgánica la legítima defensa. La misma aparece
simplemente insinuada por el art. 2470, en materia de la defensa privada de la posesión.

Para que opere esta causa de justificación es necesario:

42
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 502.
43
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 503.

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Profesora: Florencia Librizzi
a) Que exista una agresión ilegítima.

b) Que la misma recaiga sobre la persona o bienes materiales o morales de quien se defiende.

c) El ataque debe ser actual y no meramente potencial.

d) El medio utilizado para impedir o rechazar la acción debe ser razonable.

e) No debe haber existido provocación por parte de quien se defiende.

La aplicación de esta causa de justificación en materia obligacional es irrelevante44.

e) Consentimiento del damnificado


El consentimiento del damnificado puede en algunos casos actuar como causa de justificación,
determinando la no resarcibilidad del daño ocasionado.

En principio, el consentimiento del damnificado excluye la antijuridicidad del comportamiento de


autor del daño, salvo cuando éste sea contrario a la ley, a la moral, o a las buenas costumbres y al
orden público. Para que esta causa de justificación opere es indispensable que el consentimiento
del titular del derecho sea inequívoco, expreso o tácito. No puede ser deducido de la simple
tolerancia de la víctima ante situaciones anteriores. El consentimiento es revocable.

Hay que advertir que en ciertos casos, la ley autoriza a las personas mayores de edad a dar el
consentimiento en determinadas situaciones. Éste es el supuesto de la ley 24.193 que permite la
ablación de algún órgano o material anatómico de su propio cuerpo a fin de realizar un transplante
(art. 15).

Asimismo, otros derecho son parcialmente disponibles, (tales como el derecho a la intimidad, al
honor, a la imagen, etc.) pudiendo el titular del derecho consentir la intrusión de terceras
personas.

8.2.2. Efectos
Las causas de justificación enervan la antijuridicidad de la conducta y, bajo ciertas
circunstancias, pueden actuar como eximentes de la responsabilidad (vgr. legítima defensa) o
justificar una reparación de equidad no plena o integral (vgr. estado de necesidad) Las causas de
justificación obstan a la antijuridicidad de la conducta.

8.2.3. Quid de la responsabilidad por daños justificados. El daño


necesario
Nos remitimos a lo estudiado en el apartado 8.2.1. c)

44
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 504.

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41
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8.3. EXIMENTES VINCULADAS CON EL FACTOR SUBJETIVO DE
ATRIBUCIÓN.
Respecto de las eximentes vinculadas con el factor subjetivo de atribución se admiten las
siguientes:

8.3.1. La causas de inimputabilidad. La cuestión en materia contractual


y extracontractual.
El error de hecho esencial y excusable (art. 929 C.C.), el dolo y la violencia o intimidación (art
936 C.C.) Cuando se comprueba alguna de estas circunstancias, el acto no posee intención ni
libertad respectivamente, eliminándose la voluntariedad del acto, sobre la cual se asienta el
reproche de culpabilidad.

8.3.2. La no culpa o falta de culpa como eximente. La diferencia.


La prueba de un actuar diligente, de acuerdo al objeto de la obligación y en función a las
circunstancias de persona, tiempo y lugar, puede constituirse en eximente.

Dentro del sistema de responsabilidad subjetiva, bajado en la idea de culpa, debe alcanzar al
sindicado como responsable la prueba de la culpa para liberarse. Por el contrario, en un esquema
de responsabilidad objetiva, la prueba de la no culpa es insuficiente, ya que el sindicado como
responsable deberá probar la ruptura del nexo causal para liberarse. Esto lo puede lograr
probando el caso fortuito, el hecho de un tercero extraño o del damnificado)45.

8.4. EXIMENTES VINCULADOS CON LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD Y


LOS FACTORES OBJETIVOS DE ATRIBUCIÓN. LA CAUSA AJENA.

8.4.1. Interrupción del nexo de causalidad. La causa ajena. Concepto


Importancia. Efectos.
La necesaria relación causal que debe existir entre la conducta y el daño, puede verse suprimida
o aminorada en sus efectos por la presencia de factores externos. En el primer caso, hablamos de
interrupción del nexo causal, mientras que en el segundo supuesto, nos encontramos frente a una
concausa. En el caso de interrupción del nexo de causalidad, el sindicado como responsable se
verá eximido de responsabilidad civil, ya que él no habrá sido el autor del mismo. En el supuesto
de la concausalidad, la misma aminorará la responsabilidad civil del sindicado como responsable
ya que el daño no será causado solamente por el actual del mismo, sino por la concurrencia de su
actuar con otro factor (concausa). En efecto, la ausencia total o parcial de relación de causalidad
generará la ausencia total o parcial de responsabilidad civil.

Los diversos supuestos de eximentes en materia de relación de causalidad son:

8.4.1.1. El hecho (culpa) de la víctima

45
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II. Pág. 626.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


42
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Profesora: Florencia Librizzi
La conducta de la víctima puede afectar, excluyendo o aminorando la responsabilidad del
sindicado como responsable. Esto es así ya que no es razonable que responda este último el
damnificado es autor material de todo o en parte del daño.

Los requisitos para que opere esta eximente son los siguientes:

a) Incidencia causal: El hecho de la víctima debe tener incidencia causal adecuada en la


producción del resultado, ya sea como causa exclusiva o como concausa del daño en
concurrencia con otros hechos relevantes.

b) La cuestión de la culpabilidad. El hecho o culpa de la víctima: Se discute si debe existir culpa


en la conducta del damnificado para que opere esta eximente o alcanza con el mero hecho. Una
primera doctrina considera que es necesario que medie la culpa de la víctima para que opere esta
eximente. Otra doctrina, en posición que compartimos, sostiene que el simple hecho de la víctima
es suficiente para provocar la ruptura del nexo causal. Esto puede ser fundamentado por diversas
razones tal como Pizarro y Vallespinos explican en detalles46. Analicemos gráficamente los
argumentos que cada doctrina provee a fin de fundamentar su teoría.

CULPA DE LA VÍCTIMA HECHO DE LA VÍCTIMA

a) La ley exige el requisito de la culpa, ya a) Consideran Pizarro y Vallespinos,


que la norma genérica del art. 1111 (que posición que compartimos, que la
se refiere a “falta imputable” al referencia de la ley a la “culpa” de la
damnificado). Otros artículos también víctima (art. 1111, 1113 y concs. C.C.)
hacen mención de la culpa respecto de es utilizado impropiamente. La culpa
las eximentes (art. 1113, 1128, etc.) alude siempre a una conducta
b) Es la solución que más beneficiaría a la antijurídica respecto de otras personas.
víctima, especialmente en materia de En el caso señalado no existe reproche
responsabilidad objetiva. subjetivo que pueda formularse respecto
c) Prescindir del requisito de la culpabilidad de la víctima que no daña a nadie más
de la conducta del damnificado es que a sí misma.
contrario a la evolución del derecho de b) Dentro del esquema de la causalidad
la responsabilidad civil, que se orienta a adecuada, el hecho de la víctima actúa
proteger a la víctima. como nexo causal, desvirtuando el
d) Hay quienes apegados a la presupuesto de autoría, total o
interpretación gramatical de la norma parcialmente según el caso.
consideran que si no hay culpa de la c) El centro de la cuestión debe ser
víctima, sí hay responsabilidad civil del emplazado en la relación de causalidad.
responsable de sus actos (vgr. padre, Si el hecho es de la víctima (sea con
tutor o curador) culpa o no) no puede atribuírsele a otra
e) En estos casos, quienes participan de persona.
esta teoría consideran que hay d) Es buena la intención de proteger a la
liberación del sindicado como víctima, pero eso no quiere decir atribuir
responsable pero no por culpa por las consecuencias del daño a quien no
hecho de la víctima sino por caso es su autor.

46
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 113

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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fortuito. e) La expresión “falta” contenida en el art.
1111 C.C. debe interpretarse como
antijuridicidad objetiva. Ése es el sentido
que se le debe atribuir a la expresión
“falta o culpa de la víctima” en un
sistema basado en la causalidad
adecuada.

d) Hecho no imputable al demandado: Además es necesario que el hecho de la víctima no


sea imputable objetiva o subjetivamente al demandado. En otras palabras, si él lo provoca,
siendo la acción de la víctima una mera consecuencia del acto del sindicado como
responsable, obviamente no alcanzará para eximirlo.

8.4.1.2. La “aceptación de riesgos”


Un aspecto estrechamente ligado al hecho de la víctima es la aceptación de riesgos por parte del
damnificado. La misma se configuraría cuando la víctima conciente o inconscientemente asume
las posibles consecuencias dañosas futuras de un hecho determinado. Surge entonces la
pregunta de si es posible ver suprimido o disminuido el derecho al resarcimiento integral por haber
aceptado el riesgo inherente a la actividad o a la cosa que lo genero. Existen diversas respuestas
a este interrogante:

a) Como eximente de responsabilidad civil: Ciertos autores consideran que la aceptación


de riesgos es asimilable al hecho de la víctima, afectando el nexo causal hasta inclusive
enervarlo completamente.
b) Como causal de inversión de la carga probatoria: Otros autores le atribuyen un efecto
más limitado y consideran que la aceptación de riesgos invierte la carga probatoria.
c) Herramienta útil para la exoneración en el ámbito de la obligación de seguridad: Para
otros autores, la aceptación de riesgos constituye una excepción específica a la garantía
de indemnidad que caracteriza a la obligación de seguridad. De todos modos, consideran
que debería ser interpretada restrictivamente y en todos los casos sería imprescindible el
consentimiento informado y documentado.
d) La opinión de Pizarro y Vallespinos47: Los referidos autos consideran que esta
institución es artificiosa y que carece de justificación en un sistema legal como el nuestro
que admite la liberación del sindicado como responsable ante el hecho de la víctima.
Desde el punto de vista de estos juristas, conocer un riesgo no importa su aceptación, ni
mucho menos “someterse a él mansamente, sin posibilidad de reclamo alguno de las
futuras consecuencias dañosas”.

8.4.1.3. Efectos del hecho de la víctima


Corresponde analizar diversos supuestos:

a) Hecho exclusivo de la víctima: El hecho de la víctima en forma exclusiva provoca la


eximición de responsabilidad por parte del demandado, en el ámbito contractual o

47
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 116

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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extracontractual. Esto es así ya que el damnificado deberá soportar las consecuencias
dañosas si él las hubiera causado.
b) Concurrencia del hecho de la víctima con la culpa proba da o presumida del
lesionante: Pueden haber supuestos en los cuales el daño derive de dos causas que
actúa concurrentemente: la culpa del demandado y el hecho propio de la víctima. En estos
supuestos se distribuirá entre ambos las consecuencias dañosas, soportando cada uno de
ellos en función a la incidencia causal que hubieran aportado a la producción del daño (vgr.
cincuenta por ciento cada uno, treinta por ciento y setenta por ciento, etc.)
c) Concurrencia del hecho de la víctima con el dolo del demandado: La doctrina de
modo unánime considera que el dolo del demandado absorbe el hecho culpable o no de la
víctima. De ese modo se considera que el sindicado como responsable ha sido el único
causante del daño.
d) Concurrencia del dolo de la víctima y del demandado: Algunos autores han entendido,
con criterio riguroso, que en este caso no cabría reparación, porque ninguno de ellos
podría alegar su propia torpeza. Otra posición (Pizarro y Vallespinos48), considera que
dicho criterio es inaceptable y que por el contrario procede la reparación del daño causado
teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la producción del resultado.
e) Concurrencia del hecho de la víctima y el riesgo creado: Diversos supuestos se
deslindan de esta categoría:

1. Hecho exclusivo de la víctima: Cuando el daño es fruto del hecho exclusivo de la


víctima, el sindicado como responsable queda eximido de responsabilidad civil.
2. Hecho de la víctima concurrente con el riesgo creado o con otro factor objetivo de
atribución: En ciertos supuestos sucede que el daño es causado por el hecho de la propia
víctima en concurrencia con un factor objetivo de atribución. En este caso, corresponderá
reducir la indemnización teniendo en cuenta la incidencia del hecho de la víctima.
3. El hecho de la víctima y los damnificados indirectos: Parece obvio que en aquellos
supuestos en los cuales el damnificado indirecto ejercita un derecho del causante, en
calidad de heredero, se pueda computar la circunstancia del hecho de la víctima.

8.4.1.4. El hecho del un tercero extraño por quien no se debe responder


El nexo causal se interrumpe en forma total o parcial cuando se demuestra que el daño obedece
al hecho de un tercero extraño por el cual el agente no debe responder. En dicho caso, la
atribución material del menoscabo se realiza respecto del tercero.

Esta eximente aparece en los art. 1113, 1125 y conc. del C.C., al igual que en el art. 184 C.Com.,
el art. 275 inc. a) y 362 de la ley 20.094. En todos estos casos, el hecho de tercero constituye una
causa ajena por la cual el agente no debe responder.

El tercero por quien no se debe responder debe ser una persona distinta del responsable
presunto (demandado) y de la víctima. Puede ser una persona física o jurídica, de carácter público
o privado. Sin embargo, no cualquier hecho de un tercero es apto para eximir al sindicado como
responsable. El tercero debe ser un tercero por el cual no se deba responder. Esto es importante

48
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 120.

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clararlo ya que la ley en diversos supuestos impone a una persona responder por el hecho de un
tercero (vgr. responsabilidad por el hecho del dependiente).

Quedan al margen del concepto de tercero extraño por quien no se debe responder:

a) Los daños causados por el dependiente en ejercicio o en ocasión de sus funciones, respecto
del principal.

b) Los daños producidor por ciertas personas que sin llegar a ser dependientes, tienen contacto
con la cosa por voluntad expresa o presunta del dueño o guardián.

c) El fabricante de un producto elaborado no es tercero por quien el dueño o guardián no deban


responder cuando el daño se produce por un vicio de fabricación (art. 40 Ley 24.240).

d) El guardián de la cosa no es un tercero por quien no deba responder el dueño.

Cabe señalar, sin embargo, que el art. 27 del decreto – ley nro. 6582/58 modificado por ley 22.977
determina que se reputará que el adquirente o quienes de éste último hubieren recibido el uso,
tenencia o posesión del vehículo, poseen en relación al transmitente el carácter de terceros por
quienes él no debe responder. Ésta es una solución lamentable que demuestra desconocimiento
de la materia.

e) Aquellas personas por las que legalmente se debe responder (vgr. los menos de edad respecto
de los padres).

f) Los auxiliares introducidos por el deudor para ejecutar la obligación.

g) En los sistemas de ahorro para determinados fines, la sociedad administradora no es un tercero


por quien no deba responder el fabricante.

8.4.1.4.1. Carga de la prueba


Esta eximente no se presume, en consecuencia, deberá ser probada por quien la invoca.

8.4.1.4.2. Requisitos
Para que opere esta eximente es necesaria la constatación de las siguientes circunstancias:

a) Que el hecho del tercero tenga incidencia causal (exclusiva o concurrente)

b) Respecto del debate sobre el hecho o la culpa del tercero: La doctrina mayoritaria considera
que es necesaria la culpa del tercero. La posición que compartimos es que alcanza el mero hecho
del tercero49.

c) El hecho del tercero no debe ser imputable al demandado.

49
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 123 y ss.

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8.4.1.4.3. Efectos del hecho del tercero por el que no se debe responder.
Diversos supuestos pueden presentarse:

a) Hecho exclusivo del tercero: Provoca la eximición total del demandado.

b) Concurrencia del hecho del tercero con la culpa probada o presumida del demandado:
En caso que concurra la culpa del demandado con la culpa del tercero, se aplicará el art. 1109
C.C., es decir que responderán solidariamente antes la víctima, y luego podrán ejercitar entre ellos
las acciones de regreso. Ahora bien, si la culpa del demandado incurriera con el hecho inculpable
de un tercero, se deberá reducir el monto indemnizatorio a cargo del demandado. Con respecto al
tercero podrá aplicarse la indemnización de equidad (art. 907 C.C.)

c) Hecho o culpa del tercero concurrente con el riesgo creado por el demandado: Esta
cuestión es bastante controvertida en nuestra doctrina, y está solucionada de lege lata.

1. Doctrina que niega toda relevancia frente a la víctima al hecho concausal de un tercero
en la responsabilidad por riesgo creado: La doctrina mayoritaria considera que el dueño,
guardián y el tercero debería responder solidariamente frente al damnificado y luego ejercitar las
acciones de regreso. Esta solución surgiría por aplicación analógica del art. 1109 C.C.

2. Doctrina que “de lege lata” asigna plena relevancia frente a la víctima al hecho concausal
de un tercero en la responsabilidad por riesgo creado: Otra doctrina50, que compartimos,
considera que la respuesta normativa surge del art. 1113 C.C. que es clara en cuanto admite la
plena relevancia del hecho de un tercero extraño respecto a la víctima.

8.4.1.5. El caso fortuito

8.4.1.5.1 Concepto
El caso fortuito es otro de los factores extraños con idoneidad para provocar la interrupción del
nexo causal entre un hecho ilícito o incumplimiento obligacional y el daño. Nuestro Código Civil lo
define como aquel que “no ha podido preverse, o que previsto, no ha podido evitarse”.

En la esfera obligacional, el casus provoca dos consecuencias fundamentales:

a) Extingue la obligación por imposibilidad sobrevenida.

b) Exime al deudor de responsabilidad por incumplimiento.

Lo expuesto se justifica ya que la causa material de la no realización de la prestación debida es el


casus y no la conducta del deudor.

En la esfera extracontractual o aquiliana, el casus exime al responsable, ya que obsta a la


configuración del vínculo de causalidad adecuada entre la conducta y el resultado dañoso51.

50
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 126
51
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 289 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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Profesora: Florencia Librizzi
Para que el casus opere, el hecho debe ser:

a) Imprevisible

b) Inevitable

c) Actual

d) Ajeno al presunto responsable o al deudor

e) Sobrevenido

f) Obstáculo insuperable para el cumplimiento de la obligación

8.4.2 Teoría de la Imprevisión. Nociones.


La Teoría de la Imprevisión es un tema que corresponde al estudio de los contratos. De todos
modos, es apropiado abordar ciertas nociones, en cuanto su aplicación puede derivar en un
supuesto de incumplimiento de la obligación, no imputable al deudor.

8.4.2.1. Concepto
Los contratos, al igual que las obligaciones que emergen de él, nacen para ser cumplidos. Esta
es una derivación lógica del principio de la autonomía de la voluntad (art. 1197 C.C.) y del
principio de la buena fe. En ese sentido, rige el principio pacta sunt servanda, es decir que los
contratantes deben atenerse a lo pactado. Sin embargo puede suceder que los contratos que
proyectan sus efectos en el futuro, tengan severas modificaciones de las circunstancias
generando ventajas o desventajas para los contratantes. Normalmente las mismas se consideran
parte del riesgo negocial siendo soportadas por los contratantes. En casos extremos, sin embargo,
cuando la ecuación negocial resulta gravemente modificada y la prestación de uno de los
contratantes deviene excesivamente onerosa respecto de la otra, rompiendo el equilibrio real del
contrato, aparece la utilidad de esta figura52.

La misma surge del art. 1198 C.C. (ref. Ley 17.711) que dispone: “En los contratos bilaterales
conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución diferida o continuada, si
la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa por acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, la partes perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. El
mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad se produzca
por causas extrañas al riesgo propio del contrato. En los contratos de ejecución continuada la
resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos. No procederá la resolución, si el perjudicado
hubiese obrado con culpa o estuviese en mora. La otra parte podrá impedir la resolución
ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato.”

52
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 320 y ss.

Materia: Derecho Privado VIII (Daños)


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