Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
1. Introducción
En diversas oportunidades se ha invocado el Pacto de Bogotá como base de acceso
para la Corte Internacional de Justicia y la jurisprudencia de esta última ha destacado
el carácter autónomo de sus disposiciones en relación con la cláusula opcional esta-
blecida en el Estatuto de la Corte.
El Pacto de Bogotá, que dormía como llave de jurisdicción y competencia desde
1957, ha despertado de un largo letargo a las voces de la Corte Internacional de Jus-
ticia y de los Estados que han pronunciado esa palabra mágica que despeja caminos
y allana competencias.
El Pacto fue la base de jurisdicción con relación al caso del Rey de España. El Pacto
ha sido alegado siete veces desde entonces como título de jurisdicción y competencia
—1986 (2), 1999 (1), 2001 (1), 2005 (1) y 2008 (2)— para intentar abrir las puertas
de la Corte Internacional de Justicia. En otras oportunidades, su sola mención ha
logrado que los Estados no objeten la jurisdicción de la Corte.
En varias oportunidades, la Corte ha abierto sus oídos a las voces del Pacto de
Bogotá, interpretando y esclareciendo positivamente sus disposiciones de manera
armónica y no excluyente.
Tanto en la decisión del Consejo de la Organización de los Estados Americanos del 5 de julio de 1957
como en el Acuerdo de Washington entre los respectivos Ministros de Relaciones Exteriores de Honduras y
de Nicaragua del 21 de julio de ese mismo año, se acuerda resolver de una vez por todas el diferendo que las
separa actualmente por medio del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá).
Con pronunciamiento concretos de la Corte en los casos relativos a las Actividades Fronterizas y Transfron-
terizas Armadas (Nicaragua v. Honduras) y a la Disputa Territorial y Marítima en el Mar Caribe (Nicaragua v.
Colombia). Se ha invocado para los casos relativos al Laudo del Rey de España del 23 de diciembre de 1906
(Nicaragua y Honduras); a las Actividades Fronterizas y Transfronterizas Armadas (Nicaragua v. Costa Rica); a
46 Mauricio Herdocia Sacasa
Véase Pasos ArgÜello, Luis. La Corte de Justicia Centroamericana. Disertación aumentada y co-
rregida dictada por el autor en el Colegio de Abogados de Costa Rica. Managua, 1986; Gutiérrez G.,
Carlos José. La Corte de Justicia Centroamericana. Serie Biblioteca del Pensamiento Centroamericano. Teguci-
galpa: Secretaría General de la Organización de Estados Centroamericanos, 1957.
Galo Leoro Franco, en el estudio publicado en el libro El Comité Jurídico Interamericano: Un siglo de apor-
tes al Derecho Internacional, indica que los instrumentos de 1929 representan un importante hito en materia
de solución pacífica de controversias en cuanto establecen la obligatoriedad de someter a la conciliación o al
arbitraje, las controversias que hayan surgido o surgieren entre los Estados parte, es decir no solo las que surjan
después de la ratificación de esos instrumentos.
48 Mauricio Herdocia Sacasa
En América, las disputas —más que entre Estados— han procedido del interior de
los Estados. Muchos conflictos se generaron a partir de grupos insurgentes, rebeldes
o fuerzas irregulares que atravesaban de un territorio a otro o bien se asentaban en
suelo vecino, lo que dio lugar a los conflictos. No eran entonces necesariamente con-
flictos entre Estados —al menos no enteramente— sino fricciones provocadas por
convulsiones de carácter y tipología interior.
Ello va a explicar, como veremos más adelante, que en América los Estados van a
recurrir más al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (como mecanismo
de consulta), como medio para resolver sus diferencias, que al propio Tratado Ame-
ricano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá).
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Military and Paramilitary Activities in and against Nicaragua
(Nicaragua v. United States of America. Jurisdiction and Admissibility. Judgment. Reports 1986, p. 133, pár. 263.
Department of Public Information, Pan-American Union. Ninth International
Conference of American States, Annals of the Organization of American States. Washington D.C., 1949-1958,
vol. I, N° 2, 1949, p. 47.
50 Mauricio Herdocia Sacasa
Estatuto de la Corte), muchos de ellos con reservas que dejan —en ocasiones— poco
margen a la cuestión jurisdiccional.10
El mecanismo autónomo de acceso a la Corte Internacional de Justicia se encuentra
en el esquema interamericano, en el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas, don-
de solo participan 14 de los 35 Estados miembros de la OEA.
Podemos preguntarnos, ¿por qué se produce esta contradicción? Si hay un principio
tan claro como el establecido en la Carta de las Naciones Unidas y la propia Carta de
la OEA que señala en su artículo 3 que:
Los Estados americanos reafirman los siguientes principios: […] i) las controversias
de carácter internacionales que surjan entre dos o más Estados americanos deben ser
resueltas por medio de procedimientos pacíficos.
Debe resaltarse especialmente el uso del verbo «deben», por la fuerza incuestionable
del compromiso que supone. Pero ese deber requiere de un método obligatorio y
definitivo que garantice la resolución del asunto y ahí está la médula del problema.
10
Solo catorce Estados americanos figuran actualmente como aceptando la jurisdicción (excluyendo a los
que se han retirado, aunque tengan juicios pendientes aún): Barbados, Canadá, Costa Rica, Dominica, Repú-
blica Dominicana, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam y Uruguay.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 51
5. El Pacto de Bogotá
El artículo 27 de la Carta de la OEA dispone que:
Un tratado especial establecerá los medios adecuados para resolver las controversias y
determinar los procedimientos pertinentes a cada uno de los medios pacíficos en forma
de no dejar que controversia alguna entre los Estados Americanos quede sin resolver.
11
Artículo 34 de la Carta de las Naciones Unidas.
12
Artículo 35 de la Carta de las Naciones Unidas.
13
Artículo 85 de la Carta de la OEA. Véanse también los artículos 86 a 89.
14
Artículo 110 de la Carta de la OEA.
52 Mauricio Herdocia Sacasa
Por su parte:
El procedimiento de mediación consiste en someter la controversia a uno o más gobier-
nos americanos, o a uno o más ciudadanos eminentes de cualquier Estado Americano
extraños a la controversia. En uno y otro caso el mediador o a los mediadores serán
escogidos de común acuerdo por las partes.16
15
Artículo IX del Pacto de Bogotá.
16
Artículo XI del Pacto de Bogotá.
17
Artículo XII del Pacto de Bogotá.
18
Artículo XV del Pacto de Bogotá.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 53
Por otra parte, el artículo XXXII del Pacto de Bogotá precisa que:
Cuando el procedimiento de conciliación anteriormente establecido conforme a este
Tratado o por voluntad de las partes, no llegare a una solución y dichas partes no hu-
bieren convenido en un procedimiento arbitral, cualquiera de ellas tendrá derecho a
recurrir a la Corte Internacional de Justicia en la forma establecida en el artículo 40 de
su Estatuto. La jurisdicción de la Corte quedara obligatoriamente abierta conforme al
inciso 1° del artículo 36 del mismo Estatuto.
La Corte ha indicado igualmente que el «[…] artículo 36, párrafo 2, del Estatuto
expresamente requiere que, a fin de que la Corte tenga jurisdicción sobre la base de
las declaraciones bajo la cláusula opcional, debe existir una «disputa legal» entre las
Partes».21
19
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Territorial and Maritime Dispute (Nicaragua v. Colombia).
Preliminay Objections. Judgment. Reports 2007, pár. 138.
20
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. South West Africa (Ethiopia v. South Africa; Liberia v.
South Africa), Preliminary Objections. Judgment. Reports 1962, p. 328.
21
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Territorial and Maritime Dispute (Nicaragua v. Colombia).
Ob. cit., pár. 138.
54 Mauricio Herdocia Sacasa
La Corte misma ha indicado que resulta «bastante claro del Pacto que el propósito
de los Estados Americanos al redactarlo fue reforzar sus compromisos mutuos con
relación al arreglo judicial».23
Sin lugar a dudas, las disposiciones del Pacto de Bogotá y las declaraciones hechas
bajo la cláusula opcional representan dos bases distintas de acceder a la jurisdicción
de la Corte, pero en modo alguno son mutuamente excluyentes.26 Todo lo contrario,
22
CORTE PERMANENTE DE JUSTICIA INTERNACIONAL. Electricity Company of Sofia and Bul-
garia (Belgium v. Bulgaria), Judgment, 1939. Series A/B, N° 77, p. 76.
23
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Border and Transborder Armed Actions (Nicaragua v. Hon-
duras), Jurisdiction and Admissibility, Judgment. Reports 1988, p. 90, pár. 46.
24
Ibíd., p. 82, pár. 27.
25
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Territorial and Maritime Dispute (Nicaragua v. Colombia).
Ob. cit., pár. 133.
26
Ibíd., pár. 136.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 55
27
CORTE PERMANENTE DE JUSTICIA INTERNACIONAL. Electricity Company of Sofia and Bul-
garia (Belgium v. Bulgaria). Ob. cit., p. 76.
28
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Reports 1984, pár. 108.
56 Mauricio Herdocia Sacasa
cuales las negociaciones y el recurso al arreglo judicial habían sido adelantados pari passu
[…] Consecuentemente, el hecho que negociaciones hayan sido llevadas activamente
durante los presentes procedimientos no es, legalmente, ningún obstáculo para el ejer-
cicio por parte de la Corte de su función judicial.29
En 1998, la Corte reiteró que no se ha encontrado una regla general según la cual:
«[…] el agotamiento de las negociaciones diplomáticas constituya una precondición
para que un asunto pueda ser trasladado a la Corte. Ninguna precondición semejante
fue incluida en el Estatuto de la Corte Permanente de Justicia Internacional».30
En el marco de lo dispuesto en el Pacto de Bogotá parece conveniente recordar que la
negociación, lejos de poder manipularse con el fin de saltar o acomodar etapas, tiene
sus entendimientos básicos y ciertos principios que nacen de la buena fe. Se negocia
para alcanzar acuerdos. En el caso de la Plataforma del Mar del Norte en 1969, la
Corte Internacional de Justicia dijo el 20 de febrero de 1969 lo siguiente:
[…] Las partes estaban obligadas a emprender negociaciones con miras a llegar a un
acuerdo, y no simplemente a seguir un proceso formal de negociación, como una suerte
de condición previa para la aplicación automática de cierto método de limitación a falta
de acuerdo; tenían que comportarse de tal modo que las negociaciones fueran signifi-
cativas, lo que no ocurriría si una de ella insistiera en su propia posición sin considerar
la posibilidad de modificarla. Esa obligación constituía simplemente una aplicación
especial de un principio subyacente en todas las relaciones internacionales […].
29
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Aegean Sea Continental Shelf (Greece v. Turkey). Reports
1978, p. 12. pár. 29.
30
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Land and Maritime Boundary between Cameroon and
Nigeria (Cameroon v. Nigeria), Preliminary Objections, Judgment. Reports 1998, pár. 56.
31
Artículo 24 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 57
32
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Border and Transborder Armed Actions (Nicaragua v. Hon-
duras). Ob. cit.
33
Con motivo de su disertación en el Curso de Derecho Internacional de la OEA celebrado en Río de
Janeiro en el año 2006, dentro de las conmemoraciones del Centenario del Comité Jurídico Interamericano
de la OEA.
58 Mauricio Herdocia Sacasa
que el Pacto era ya un instrumento muerto o caduco, desconociendo así los laberin-
tos de su arquitectura y el hilo conductor que permite encontrar la salida y escapar
del Minotauro de la «muerte judicial» por falta de jurisdicción o inadmisibilidad.
Debe tenerse presente que cuando se tramita este juicio ante la Corte, el Grupo de
Contadora34 —conformado por México, Venezuela, Panamá y Colombia— mediaba
en la crisis regional centroamericana de los años ochenta. En ese proceso de media-
ción —al que se une posteriormente un Grupo de Apoyo (Perú, Argentina, Brasil y
Uruguay)—, se buscaba una puerta de salida del laberinto de caos y oscuridad de los
conflictos bélicos interiores que devoraban a la escindida sociedad centroamericana
de aquella época. Un Acta final de Contadora para la Paz y la Cooperación fue ofre-
cida a firmar a los Estados centroamericanos el 6 de junio de 1986, sin resultados
positivos.
34
Este proceso iniciado en 1983, con un apoyo universal que incluyó a la entonces Comunidad Europea,
las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos e importantes sectores y países, culminó con
los Acuerdos de Esquípulas II del 7 de agosto de 1987 que abrió las puertas de la pacificación y la democrati-
zación en la región y dio paso a una nueva ronda de integración regional impregnada de los valores resultantes
del pionero proceso.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 59
35
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Border and Transborder Armed Actions (Nicaragua v. Hon-
duras). Ob. cit., p. 88.
36
Ibíd.
37
Ibíd., pár. 79.
60 Mauricio Herdocia Sacasa
38
Ibíd.
39
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Border and Transborder Armed Actions (Nicaragua v. Hon-
duras). Ob. cit., pár. 52.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 61
Tampoco podrán aplicarse dichos procedimientos a los asuntos ya resueltos por arreglo
de las partes, o por laudo arbitral, o por sentencia de un tribunal internacional, o que
se hallen regidos por acuerdos o tratados en vigencia en la fecha de la celebración del
presente Pacto.
40
Su nombre «Pacto de Bogotá» viene de una propuesta de Nicaragua y fue suscrito el 30 de abril de
1948.
62 Mauricio Herdocia Sacasa
7.1.1. No es posible extraer del significado ordinario del tratado la cuestión que se
pretende resuelta o bien el contenido del lenguaje es más consistente con otra
posibilidad. Dice el fallo de la Corte en el caso Nicaragua versus Colombia:
115. La Corte considera que, contrario a los alegatos colombianos, los términos del
Protocolo, en su significado ordinario, no pueden ser interpretados como que se efectuó
una delimitación de las fronteras marítimas entre Colombia y Nicaragua. Ese lenguaje
es más consistente con el alegato de que lo previsto en el Protocolo era fijarle una limi-
tación al occidente al Archipiélago de San Andrés que lo contiene en el meridiano 82.
7.1.2. Discusiones previas a la ratificación deben mostrar que las partes asumieron la
cuestión que se pretende incluida. Dice la Corte en el mismo caso:
116. Desde el punto de vista de la Corte, un examen cuidadoso de las discusiones pre-
vias a la ratificación del Tratado de 1928 por y entre las Partes confirma que ninguna
de las Partes asumió en ese momento, que el Tratado y Protocolo estuviesen diseñados
para llevar a cabo una delimitación general de los espacios marítimos entre Colombia
y Nicaragua (véanse párrafos 70 al 72) arriba. Aquí vale la pena anotar que Colombia
no consideró necesario someter de nuevo el Tratado de 1928 al Congreso para que
41
Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra entre Colombia y Nicaragua, declarado nulo e inválido por este
último país.
42
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Territorial and Maritime dispute (Nicaragua v. Colombia).
Ob. cit., pár. 137.
43
Ibíd., pár. 138. Dice la Corte: «In this regard, the Court notes that Article 36, paragraph 2, of the Statute
expressly requires that, in order for the Court to have jurisdiction on the basis of optional clause declarations,
there must exist a «legal dispute» between the Parties […] the Court cannot have jurisdiction over this ques-
tion either under the Pact of Bogotá or on the basis of the optional clause declarations».
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 63
7.1.5. A falta de un acuerdo, los elementos que puedan tener cierta relevancia en la
conducta de las Partes, tendentes a probar un hecho, deben ser suficientes
Dice la Corte en el caso Nicaragua versus Honduras:
However, these events, spanning a short period of time, are not sufficient for the Court
to conclude that there was a legally established international maritime boundary be-
tween the two States.44
44
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA. Case Concerning Territorial and Maritime Dispute between
Nicaragua and Honduras in the Caribbean Sea (Nicaragua v. Honduras). 8 de octubre de 2007, pár. 256.
45
Ibíd., pár. 232.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 65
46
Arrighi, Jean Michel. La Organización de Estados Americanos. Traducción de Sérgio Bath. Sao Paulo:
Ed. Manole. Serie Entender o Mundo. Volumen 4, 2003, p. 71.
47
Ibíd., p. 74.
66 Mauricio Herdocia Sacasa
Juegan a favor y en contra de esta idea diversos planteamientos. Por una parte, están
quienes expresan una prudente reserva y alegan que es mejor preservar el carácter cen-
tral de la Corte Internacional de Justicia a la que han acudido frecuentemente países
americanos y evitar la fragmentación institucional y la proliferación de tribunales.
También se ha argumentado que nada garantiza que los Estados que no han adoptado
la cláusula opcional de aceptación de la jurisdicción de la Corte, estén más inclinados
a hacerlo a favor de un Tribunal Interamericano y que los mismos instrumentos del
Sistema Interamericano, como el Pacto de Bogotá, establecen el recurso a la Corte
Internacional de Justicia, como parte integrante e indivisible de sus procedimientos.
48
14ª sesión de la V Conferencia Internacional Americana, celebrada el 3 de mayo de 1923. Resolución
denominada «Consideración de los mejores medios para dar más amplia aplicación al principio del arreglo
judicial o arbitral de las diferencias entre las Repúblicas del continente americano». N° 58 del Acta Final.
49
Octava Conferencia Internacional Americana, celebrada el 22 de diciembre de 1938. Declaración sobre
la Corte de Justicia Internacional Interamericana.
50
Resolución CJI/RES. II-21/93, del 25 de agosto de 1993, titulada «Resolución sobre el Tema Creación
de una Corte Interamericana en Materia Penal».
51
ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS. Informe Jurídico 2005-2006 del Secretario Gene-
ral. Documento OEA/Ser.D/III.56. Washington D.C. Véase la parte de Temas Jurídicos.
El resurgimiento del Pacto de Bogotá 67
Los partidarios de la iniciativa, han indicado que no existe hoy en el Sistema Intera-
mericano un tribunal de amplia competencia que esté efectivamente a disposición de
todos los Estados miembros de la OEA sin distinción. También se ha hecho mención
a la existencia de determinados principios y normativas dentro del orden intera-
mericano que posiblemente serían mejor comprendidos y aplicados por tribunales
propios de la región y a la reducción de gastos y recursos que ello podría implicar.
Los debates en el Comité continúan abiertos con relación a esta importante iniciativa
cuya concreción exigiría una reforma de la Carta de la OEA. Se contemplan entre sus
funciones eventuales, la de interpretar la Carta de la OEA y la solución de controver-
sias entre Estados de la OEA.
11. Conclusiones
Desde los primeros tratados del siglo XVIII y las primeras Conferencias Americanas,
fue evidente la vocación del futuro Sistema Interamericano por propiciar reglas relativas
a la Solución Pacífica de Controversias, incluidas las primeras convenciones relativas a
arbitraje y a mecanismos espaciales para el arreglo de diferencias. El llamado Sistema
Interamericano de Paz fue evolucionando hacia el Pacto de Bogotá, instrumento único
y de valor singular que estableció la conquista del acceso directo a la Corte Internacio-
nal de Justicia, sin necesidad de una declaración de aceptación adicional.
El Pacto de Bogotá, no solo no ha muerto, sino que goza de gran salud y parodiando
el viejo drama español, podemos decir, a los que anticiparon una muerte prematura,
que «los muertos que vos matáis gozan de buena salud». Los últimos casos presenta-
dos ante la Corte, evidencian un resurgimiento del Pacto de Bogotá que emerge con
fuerza y voz extraordinaria como título recurrente cuya fortaleza ha sido ya puesta a
prueba en los casos llevados por Nicaragua.
Las palabras del eminente jurista Eduardo Jiménez de Aréchaga son buenas para
marcar estas conclusiones: «no cabe medir la eficacia de estos acuerdo de pacificación
por la frecuencia de su utilización, ya que su mera existencia ejerce una función pre-
ventiva». Tal eficacia tampoco puede medirse por el número de ratificaciones,52 pues
si los ratificantes son aquellos Estados que tienen fronteras comunes, son ellos los
posibles usuarios del mismo.53
52
Actualmente catorce Estados —de los quince Estados parte originales— son parte del Pacto de Bogotá:
Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana y Uruguay. El Salvador lo denunció el 26 de noviembre de 1973.
53
ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS. Anuario Jurídico Interamericano. Washington
D.C.: Secretaría General de la OEA, 1987.
68 Mauricio Herdocia Sacasa
En realidad, las disputas recientes y de hoy se dan más en el ámbito interno que entre
los Estados. Objetivamente, América ha sido un continente pacífico, en compara-
ción a las grandes guerras ocurridas en otros escenarios. De ahí que posiblemente
existan mayores dosis de solución en la Carta Democrática Interamericana que en el
Pacto de Bogotá o en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
Por otra parte, no debe descuidarse el valor preventivo de la integración. América
es pródiga en procesos de integración subregionales. Muchos eventuales conflictos
territoriales, conflictos de intereses o posiciones encontradas podrían resolverse me-
diante esquemas de manejo coordinado, zonas especiales de integración, espacios bi o
tripartitas, manejo coordinado de cuencas hidrográficas con respeto a la soberanía de
cada Estado, autoridades especiales, en fin bajo esquema comunitarios de países que
saben que su viabilidad descansa en aprovechar, cuando sea posible, los mecanismos
que la integración pone a su servicio.
El caso del Golfo de Fonseca en Centroamérica54 puede ser un ejemplo de posibi-
lidades para un manejo tripartito a favor del desarrollo sostenible, respetando los
derechos y jurisdicción de los Estados involucrados.
Siempre será necesario contar con medios de solución de controversias que garanti-
zan que no quede una sola disputa o situación conflictiva sin resolverse. Pero en ese
camino, sin dejar de pensar en la jurisdicción obligatoria universal, hay caminos más
cortos, atajos por donde se cumple el dicho que el camino más corto es siempre la
línea recta.
La integración ha demostrado ser una línea recta a los intereses de desarrollo de los
pueblos. En el caso de Centroamérica, una vez más como ejemplo, por qué no activar
sus propios mecanismos establecidos en el Protocolo de Tegucigalpa que crea el Siste-
ma de la Integración Centroamericana (SICA) y el Tratado Marco de Seguridad De-
mocrática para buscar nuevos capítulos al principio de solución de controversias, ahí
donde la paz, la seguridad y la democracia se encuentran en función del desarrollo.
54
Declaración de Managua: «Golfo de Fonseca. Una Zona de Paz, Desarrollo Sostenible y Seguridad».