Liporace, Cayssials y Pérez, en “Curso básico de Psicometría” sostiene que la proyección
es uno de los mecanismos de defensa para hacer frente a la ansiedad, al estrés y a las situaciones conflictivas o críticas. Este recurso yoico ayuda a afrontar situaciones de desintegración que son vividas como amenazas para el yo. La proyección supone exteriorizar, “poner en el afuera” o adjudicar a otros aquellos contenidos inconscientes y preconscientes que forman parte de nuestra personalidad profunda. Para que este mecanismo se dé es necesario que exista una situación de poca estructuración, es decir, que mantenga cierta ambigüedad y que no sea muy clara o estrictamente definida. Por el contrario, Cassiullo afirma que si bien la proyección es un mecanismo de defensa importante, por el cual proyectamos las tendencias reprimidas en el inconsciente evitando así el conflicto entre el super yo y el ello, es decir, asignando a otras personas las tendencias que nuestro yo moral no acepta, sostiene que Freud, en “Totem y tabú”, expresa que la proyección no se creó especialmente como medio de defensa. Así, estos mecanismos actúan tanto en personas enfermas como en sanas, este recurso no implica necesariamente un proceso inconsciente, sino que se proyectan también aspectos aceptados, por el yo moral, conocidos y comprendidos por el sujeto. De esta manera la proyección puede tener tanto una función defensiva como una función expresiva que muchas veces pueden coexistir en una misma respuesta, aunque se haya originado en diferentes planos de la personalidad.