1. Nivel métrico-fonológico: Aunque predomina el metro endecasílabo (once de los
quince versos que componen el poema son endecasílabos: los versos 2, 3, 4, 5, 8, 9, 10, 11, 12, 14 y 15), se constata también la presencia de otros metros: el primer verso es un heptasílabo, el sexto es un decasílabo, el séptimo es un eneasílabo si se lee con sinalefa en “libre-adelante” y el decimotercero un dodecasílabo si se aplica la sinalefa en “no- eches”. El ritmo general del poema parece recomendar el cómputo de este último verso como dodecasílabo; de esta forma la ruptura del metro endecasílabo predominante no es tan pronunciada (el dodecasílabo no tiene, de hecho, la estructura de un dodecasílabo, sino, más bien, la de un endecasílabo hipermétrico de entonación final esdrújula: “más fácil”, con lo que obtendríamos once sílabas métricas). Como es sabido, los versos eneasílabos y, sobre todo, los heptasílabos, se combinan bien con el metro endecasílabo por ser números de sílabas impares. El segundo verso (“Tras largos años, tras un largo viaje”) constituye un verso sáfico (acentuado en cuarta y octava sílaba, además de la décima). El siguiente (“Cansancio del camino y la codicia”) es un endecasílabo propio heroico (acentuación en la segunda sílaba). Los versos cuarto, quinto y octavo constituyen endecasílabos melódicos (acentuación en tercera sílaba). Son heroicos los dos siguientes, el noveno y el décimo, teniendo este último (“Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope”), además de una sinalefa (que-aguarde), una entonación esdrújula (Penélope) que marca un punto de inflexión en el tono del poema, pausándola. El endecasílabo que sigue (“Sigue, sigue adelante y no regreses”) es mixto, enfático y melódico. Muy especial es el caso del verso duodécimo (“Fiel hasta el fin del camino y tu vida”), que constituye un endecasílabo dactílico llamado de “gaita gallega” (acentos en primera, cuarta, séptima y décima sílaba), lo que lo convierte en un endecasílabo antirrítmico. El penúltimo verso (“Tus pies sobre la tierra antes no hollada”) es mixto, heroico y melódico, y presenta dos sinalefas (tierra- antes, no-hollada), mientras que el último presenta un ritmo yámbico muy marcado (acento en todas las sílabas pares), aunque la sinalefa en sexta sílaba (lo-antes) hace que este acento métrico, el propio del endecasílabo, sea curiosamente el menos marcado de este verso. La mayoría de estos versos son blancos, pero sí se puede registrar en algunos de ellos una muy sutil rima asonante (entre el primer verso del primer quinteto y el primero del segundo, o entre el segundo verso del primer quinteto y el segundo del segundo quinteto; también entre el último verso, el esdrújulo, del segundo quinteto y el primer verso del tercer quinteto). 2. Nivel morfosintáctico: El poema viene estructurado en tres quintetos, cada uno de los cuales constituye en gran medida una unidad de enunciación, que en las dos primeras estrofas está precedida por breves preguntas retóricas (“¿Volver?”, “Mas tú, ¿volver?”). Estas apelaciones a una segunda persona poemática son muy características de Cernuda, que a menudo emplea como interlocutor de sus poemas a un “tú” ficticio que puede identificarse con el lector. Es de señalar la utilización impersonal de los verbos, con numerosos infinitivos (volver, regresar, seguir), y el tan cernudiano empleo del subjuntivo (vuelva, tenga, espere, busque, aguarde). Destacan también las frases negativas (vv. 11 y 13), con una anáfora en los versos noveno y décimo (sin…); también hay un asíndeton en el cuarto verso. Muy característica de la construcción sintáctica de los poemas de Cernuda es la introducción de proposiciones especificativas mediante comas que interrumpen el orden “canónico” de la oración española; véase por ejemplo en los tres primeros versos: “Vuelva el que tenga, / Tras largos años, tras un largo viaje, / Cansancio del camino…”, frente a la ordenación, que sería más natural en español: “Vuelva el que tenga cansancio del camino tras un largo viaje…” 3. Nivel léxico-semántico: Todo el poema remite de un modo u otro al universo semántico del viaje y, en especial, del retorno: volver, regresar, largo viaje, sigue adelante, destino, etc. En el primer quinteto se subraya el elemento doloroso, la pérdida, de quien viaje y deja atrás “su tierra, su casa, sus amigos”, y aquellos elementos negativos que acompañan al viaje, como el “cansancio del camino”. Pero se citan precisamente para negarlos, porque en la segunda estrofa se subrayarán más bien los elementos positivos del viaje: libre adelante, disponible por siempre, etc. Se produce entonces una antítesis entre elementos que remiten a la despedida dolorosa y a la pérdida frente al lado positivo del viaje, la libertad y la disponibilidad. El último quinteto ahonda en esta idea, llegando a sublimarla: “Tus ojos frente a lo antes nunca visto”. Esa libertad del viajero errante se convierte en la última estrofa en descubrimiento o auto-descubrimiento trascendental. En ese sentido, se establece un paralelo entre “el fin del camino y tu vida” (v. 12). Las preguntas retóricas que abren las dos primeras estrofas son recursos muy expresivos y eficaces para representar la actitud del yo lírico respecto a lo que está diciendo, una actitud que deja entrever cierta ironía, cierto desdeñoso desencanto muy propio del estilo de Cernuda. 4. Conclusión: Como es evidente por su referencia a Ulises y Penélope, la reflexión sobre el viaje y el retorno se enmarca dentro de una alusión a la Odisea de Homero. Pero esta alusión literaria está mediada a su vez por las modernas reescrituras del tema, muy particularmente por la de Kavafis, en su célebre poema Ítaca. Esta composición también está dirigida a un “tú” poemático al que se recomienda que “su viaje sea largo”, contra la convención clásica del viajero exhausto que quiere volver a su tierra natal. Se trata por tanto de un Ulises que no tiene ni Ítaca ni Penélope que le espere, de un personaje desterrado y desarraigado, como el Cernuda del exilio inglés y luego mexicano. El mito se reescribe por tanto en consonancia con una nueva situación existencial del hombre al que va dirigido, que ya no tiene las seguridades y la fijación en la tierra y en la familia que tenía en la Antigüedad clásica. En la idea del camino como vida se pueden rastrear también evidentes resonancias machadianas, tan presentes por lo demás en la poética de Cernuda. La visión trascendental de la libertad como elemento que nos pone frente a la “tierra no hollada” y a “lo antes nunca visto” nos remiten asimismo al Ulises que recreara Dante en Inferno XXVI, que busca su propia ruina y la de su tripulación al ir en busca del conocimiento, abandonando Ítaca y marchando a vivir nuevas aventuras que le llevan hasta el mismo Purgatorio, donde es tragado por las olas.