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Tema
Sólo el amor -entendido como entrega absoluta al otro- es capaz de convertir a las personas en
verdaderos seres humanos.
Resumen
Aunque existen diferentes tipos de personas, estas no se convierten en verdaderos seres
humanos hasta que se enamoran. Sin embargo, la pasión no dura para siempre: el egoísmo
termina por transformar los seres enamorados en simples cuerpos. El poeta, a diferencia de los
demás hombres, se entrega al amor sin esperar nada a cambio.
(Una explicación muy sencilla sería la siguiente: No todas las personas son iguales, las hay dulces,
cariñosas, ariscas... y por lo tanto no sienten de la misma manera. Pero el ser humano no está
dispuesto a dejar de ser libre, a dejar de hacer todas las cosas habituales en su vida por el amor.
Porque el amor es un sentimiento leal, que compromete a las personas y une para el resto de la vida.
Así que en numerosas ocasiones el amor se termina.)
Estructura Externa
Poema compuesto por dieciocho versos de diferentes medidas que se agrupan en tres estrofas
imparisílabas sin rima. Se trata, pues, de una composición en verso libre. El ritmo del poema
se logra, a falta de rima y medida predeterminada, gracias a las repeticiones de palabras,
paralelismos sintácticos, antítesis y, finalmente, mediante la esticomitia (presencia de pausa
final en la mayoría de los versos, esto es, ausencia de encalgamientos). También es destacable
cómo cada “estrofa” está formada por una única oración.
Versos 1 a 6: el amor
Convierte a las personas en seres humanos (vv. 1 a 3)
Es inevitable (llega a todo el mundo) (vv. 4 a 6)
Versos 7 a 10: El egoísmo es enemigo del amor. Las personas se dejan vencer por el egoísmo.
Se trata de un texto lírico (presencia del yo, condensación temática, ritmo…) de un autor del
grupo poético del 27. Dado que el tema es el amor y su relación con la condición humana,
podría aprovecharse ese carácter para relacionarlo con la época en la que estos autores
“rehumanizan” la lírica española tras los experimentos vanguardistas. Además, encontramos
rasgos característicos de esta generación literaria como son:
Este tema, el del amor, proveniente de la tradición tanto clásica como popular, no es ajeno al
27 ni a Cernuda, en particular. Lo tratan estos poetas en todos sus matices, aunque suele
predominar el amor sensual, físico (como en los textos de Aleixandre, Alberti, Lorca o el
propio Cernuda) y el amor prohibido o doloroso, como en los “Sonetos del amor oscuro”.
Estos versos combinan ambos: los cuerpos pueblan el poema (se convierten en el sujeto de
toda la oración que ocupa los seis primeros versos y reaparecen en el verso 14 en la figura del
poeta, quien ofrece el suyo en el sacrificio generoso que para él ha de suponer la verdadera
entrega) y, por otro lado, es un amor incomprendido, precisamente por su hondura, por lo que
seguramente supondrá dolor:
El amor supone también frustración, porque nunca se encuentra el ansiado ideal, y ahí
encontramos la otra vertiente del sentimiento amoroso:
El verso libre, polimétrico, que llega al grupo del 27 por la influencia que recibieron de las
vanguardias de las primeras décadas del XX y de su maestro literario inicial, Juan Ramón
Jiménez, entre otros, se compagina perfectamente en el texto con una rebeldía propia del
mejor heredero del romanticismo intimista, que así podemos definir a Cernuda.
La presencia de símiles (Unos cuerpos son como flores / otros como puñales / otros como
cintas de agua) de contenido antitético, para abarcar el variopinto carácter de la relación
amorosa; metáforas (serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden; Yo, que no soy
piedra, sino camino…) e imágenes que superan el concepto tradicional de metáfora, como la
que se nos ofrece entre los versos 14 y 18, donde Cernuda recoge su concepción del amor
como entrega total, carente de egoísmo, destaca como procedimiento retórico. Este empleo de
la metáfora y sus variantes, no siendo exclusivo del 27, ni muchísimo menos, sí es cierto
que se convierte en el instrumento fundamental de estos autores para crear un lenguaje
poético generacional.
Esa ambición, la de encontrar la palabra poética perfecta, también la había tenido Juan
Ramón, a su manera y, antes que él, Gustavo Adolfo Bécquer, autor que, por cierto, está en
lo más hondo de la obra de Cernuda. Los versos 10 al 12 (volviendo a ser piedra en el camino
de nadie. / Yo, que no soy piedra, sino camino /que cruzan al pasar los pies desnudos) nos
recuerdan aquellos otros de Bécquer en su rima LXVI (¿De dónde vengo…?); además, el yo
lírico se hace explícito en el verso 11, como manifestación inequívoca de una concepción de
la poesía que ya poco tiene de “pura” o “deshumanizada”, como decíamos al principio de
este comentario. Cernuda es, de hecho, un poeta de signo neorromántico, por cuanto el tema
recurrente de su obra es en enfrentamiento entre la realidad y el deseo, un deseo insatisfecho
que convierte al individuo en un ser inadaptado, idea clave del pensamiento romántico, como
lo es la libertad. Todo ello se nos sugiere en los versos 7-8:
Los placeres prohibidos (escritura 1931; publicación 1936) se sitúa dentro de la etapa
surrealista del autor. Por influencia del surrealismo, Cernuda abandona la búsqueda de la
poesía pura, deshumanizada, y vuelve a tratar, como otros poetas de su generación, los temas
relacionados con los sentimientos, las emociones y las pasiones humanas. Este libro inicia su
rebeldía existencial. Expone, sin tapujos, ni falsos pudores, sino más bien con la amargura de
la incomprensión, su inclinación amorosa, pero sus imágenes no tienen la dificultad para el
lector de otros textos surrealistas, precisamente por la contención expresiva, de frialdad
aparente, que imprime a sus versos un lenguaje sencillo, casi prosaico.
Cabe señalar, por todo lo dicho, que este poema es un buen ejemplo de la generación o grupo
poético del 27, fundamentalmente por la simbiosis entre tradición (tema, fuentes literarias) y
renovación (metáforas e imágenes novedosas, verso libre), y de su autor, Luis Cernuda, que
recogió lo mejor del impulso poético del romanticismo becqueriano y mostró en toda su obra
la profunda amargura que para el hombre supone el deseo insatisfecho.
Por último, os añado este comentario encontrado en el blog “Donde
habite Cernuda”, por si os sirve para entender mejor el texto:
Primera parte. Versos 1-6. Se refiere a los otros, a la actitud del hombre, en
general, frente al amor.
Segunda parte. Versos 7-10. Especifica y concreta más al referirse al hombre
("el hombre se agita, sueña, compite..."), pero el amor acaba extinguiéndose.
Tercera parte. Versos 11-18 - el sujeto es el propio "yo" ("Yo, que no soy
piedra..."). Es el cierre del poema que de forma descendente va de lo general
a lo concreto, de lo universal a lo individual. Da la impresión de una meditada
y estructurada construcción en la que la parte final logra superar la dualidad
planteada en las dos primeras estrofas siendo la alternativa válida para el
poeta.
Hay hombres, dice el poeta, que causan placer, que causan dolor, y otros
que se desvanecen al intentar tocarlos. La adversativa "pero" que aparece en
el v. 4 nos indica que a pesar de sus diferencias la quemadura los identifica a
todos y los transforma en hombres. Para llegar a ser hombres, tanto las
flores, como los puñales, como las cintas de aguas, tienen que sufrir la
quemadura amor para dejar de ser piedra y ser hombre. Comprendemos
entonces como esto se refiere a todos (todos serán...) inevitablemente. El
contacto humano tiene ese poder de convertir a un ser inanimado (piedra) en
hombre. Las quemaduras que produce el contacto de los cuerpos consigue
que el hombre alcance su existencia y por tanto, "se agranden" (v. 5).