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ENSAYO CRÍTICO

ACUERDO DE PAZ: PARTCIPACIÓN DE LOS NIÑOS EN EL CONFLICTO ARMADO

PRESENTADO POR:

ARGEL MARTINEZ KATERINE

PRESENTADO A:
ENSAYO CRÍTICO

ACUERDO DE PAZ: PARTCIPACIÓN DE LOS NIÑOS EN EL CONFLICTO ARMADO

La paz es más que el fin de los conflictos armados, la paz es un comportamiento, una

adhesión profunda del ser humano a los principios de libertad, justicia, igualdad y

solidaridad entre todos los seres y su medio ambiente, sus desarrollos y desafíos. La paz

es una forma de crecer, de convivir, de asumir el desarrollo sostenible del hombre con su

ambiente de pasado, presente y futuro. La manifestación primaria de la paz es la tolerancia,

ya que esta es la base de la pluralidad de pensamiento, fundamento indispensable para

que prime el respeto a los demás dando a todos la oportunidad de pensar con sentido

creador; es decir, el respeto al derecho ajeno es la paz.

En los conflictos armados presentes durante los últimos cincuenta años, la participación de

los niños ha sido muy elevado, resultando ser las principales víctimas de las atrocidades de

la guerra.

Resulta sumamente preocupante Ia situación de los niños soldados debido a que son ellos

los que se encuentran más expuestos a los riesgos de la guerra. Además, debido a su

inexperiencia los niños que colocan armas en sus manos ponen en riesgo las vidas de las

personas que se encuentran a su alrededor y pueden violar las normas sin siquiera ser

conscientes de ello.

También las secuelas psicológicas que deja la guerra en la vida de los niños son en su gran

mayoría irreversibles. Estas condiciones conllevan a prohibirles a los niños, con una edad

determinada (menores de 18 años), la participación en dichos conflictos. Factores

socioeconómicos, ideológicos, así como la vivencia y percepción de la familia respecto del

conflicto armado interno y la vinculación de los niños a él, son aspectos que inciden en esta
práctica; sin embargo, es de vital importancia reivindicar el espacio familiar como un agente

preventivo del ingreso de los hijos al conflicto.

Si bien la amenaza, la represión y la intimidación de los grupos armados puede inhibir la

acción preventiva de la familia, existen maneras de potencializarla en su interior, tales como

el ingreso de los menores de edad al sistema escolar y su retención en él, que modifican

los patrones de crianza que perpetúan los episodios de maltrato infantil.

La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Convención sobre los Derechos

del Niño, en adelante, CDN“. Este tratado específico formar parte del conjunto de

documentos que han positivizado los derechos humanos a lo largo de estos últimos

cincuenta años y la consecución de un proceso de inclusión como parte de la ciudadanía

de amplios sectores de la población. La CDN es así una importante fuente normativa para

reformular las normas que rigen los conflictos armados en relación con los niños. Ello en

tanto del reconocimiento de derechos tales como a la vida, a la educación, al esparcimiento,

a la salud pueden derivarse varias consecuencias, entre las que se cuentan una mayor

protección de los niños en el marco de un conflicto armado.

Los niños serán objeto de un respeto especial y se les protegerá contra toda forma de

atentado contra el pudor. Las partes en conflicto les proporcionarán los cuidados y la ayuda

que necesiten, por su edad o por cualquier otra razón.

Un punto muy importante a tener en cuenta es que la CDN entiende por niño todo ser

humano menor de dieciocho años de edad. De este modo, dicha norma incorpora un límite

de edad ya reconocido por la costumbre internacional.

Aunque un niño de entre 15 y 18 años se encuentra protegido contra la imposición de la

pena muerte o la sumisión a torturas y a otros tratos o penas crueles; pero puede ser
forzado a participar directamente en un conflicto armado, circunstancia que acarrea

consecuencias muy graves.

Dicha estipulación de la edad de 15 años deja fuera de protección a un segmento importante

de niños, es una falta a los deberes que pesan sobre los Estados establecidos en el mismo

tratado. Así mismo los Estados tienen el deber de garantizar en la máxima medida posible

para la supervivencia y desarrollo de todas las personas menores de 18 y reconocer el

derecho de aquéllas al disfrute de un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico,

mental, espiritual, moral y social, entre lo que se incluyen uno derechos de suma

importancia como lo son: el derecho a recibir educación y a disfrutar del descanso y del

esparcimiento. Dichos objetivos no pueden ser logrados si se obliga a un niño a participar

en la guerra o se permite su participación voluntaria a una edad temprana.

La “protección integral del niño" es justamente el principio implica impedir que los niños se

les sea negado el pleno disfrute de los derechos reconocidos por la CDN. Por lo tanto para

asegurar tal protección integral debería respetarse la edad minina establecida por dicho

tratado en relación con la participación en conflictos armados.

A pesar de que reclutar menores de 18 años se encuentra prohibido en la legislación

colombiana y que la normativa internacional humanitaria establece esta prohibición para los

menores de 15 años, es alarmante que el 61% de los adolescentes entrevistados hayan

ingresado al grupo armado entre los 7 y los 14 años.

El Derecho Internacional Humanitario debe restringir en la mayor medida los márgenes de

arbitrariedad de los Estados durante los conflictos armados. Por esta razón, la regulación

de aquéllos debe dar continuamente pasos hacia delante, avanzando hacia una óptima

protección de las personas involucradas.


La primera crítica que cabe efectuarse es entonces que el texto definitivo de la CDN no ha

sido consecuente con los postulados de “paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y

solidaridad propuestos en su Preámbulo, en lo que respecta a la regulación del Derecho

Internacional Humanitario.

Para la UNESCO, la educación debe desarrollar “la personalidad humana y el respeto a los

Derechos Humanos y libertades fundamentales, favorecer la comprensión, tolerancia y

amistad entre naciones y grupos étnicos o religiosos y promover actividades para mantener

la paz”. En pocas palabras, debe generar una cultura de paz, lo cual implica, entre otros

aspectos, “enfrentar el empleo de fuerza, violencia e ideologías inspiradoras de odio

nacional o racial, integrar las bases conceptuales del conocimiento y la cultura universal,

exaltar la diversidad cultural y potenciar las capacidades intelectuales y creadoras de las

comunidades educativas y conservar y desarrollar valores culturales de cada pueblo´´.

La escuela, la educación es la mejor opción para que los niños y jóvenes sigan adelante,

después de haber sido víctimas del conflicto armado y genera conciencia en los que no han

sufrido éste. Según Fernando Savater “la escuela es señalada en la actualidad como

correctora de todos los vicios e insuficiencias culturales“.

En el Plan de Desarrollo “Cambio para Construir la Paz”, se establece que se debe generar

“un compromiso de la sociedad en torno al valor de educar para la paz”.

Educar para la paz significa crear en las personas un sentimiento de responsabilidad ante

el conflicto, de manera que éste pueda ser enfrentado y resuelto por medios racionales;

educar para la paz implica combatir contra aquellas costumbres y dichos que se van

posicionando hasta ser aceptados, como aquel decir que acepta y reconoce al conflicto

violento como previo paso a la solución: “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, nada

más triste que este presagio de locura.


Para concluir Colombia es un país tradicionalmente violento cuya popularidad a nivel

internacional es negativa debido a un conflicto armado extendido en el tiempo que ha

deteriorado todos los ámbitos de la vida nacional, desde la economía hasta la educación.

A pesar de los numerosos intentos por lograr la paz con los grupos armados ilegales,

guerrilleros y paramilitares; la falta de planeación respecto a las posibilidades de acceso a

una vida digna de los excombatientes ha transformado a grupos paramilitares en bandas

criminales que dominan zonas importantes del país y que generan un problema de

seguridad grave en dichas zonas. La paz no se construye a partir de negociaciones sobre

el papel (si bien es un primer paso), sino a través de la voluntad colectiva y la educación,

que permiten que la buena voluntad y la convivencia pacífica trasciendan en el tiempo, y no

se limiten al cumplimiento de puntos negociados. En Colombia el proceso de paz,

(diferenciando claramente entre “proceso de paz” y “negociaciones de paz”) no va a ser

exitoso hasta cuando se implante en la conciencia nacional el deseo de paz como parte del

interés nacional.

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