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Un nuevo paso, completar la tarea fijada hace 16 años.

Lucha y organización clasista, movimiento anticapitalista, antimonopolista y


antiimperialista, internacionalismo proletario, derrocamiento del capitalismo,
Revolución Socialista: Partido Comunista de México

En los duros años de la contrarrevolución y del fin de la historia, que significaron


el derrocamiento de la URSS y el retroceso temporal del socialismo a finales del
Siglo XX; en la adversidad, a contracorriente y armados solamente de los
principios iniciamos hace 16 años los trabajos para la construcción del partido
comunista, del partido de la clase obrera, marxista-leninista.

En momentos de gran confusión, retroceso y claudicación, nos animó la


concepción materialista del mundo y de la vida, que encuentra en la lucha de
clases el motor que hace avanzar la Historia. El materialismo histórico ubica el
antagonismo irresoluble entre capital y trabajo en el modo de producción actual
y sitúa nuestra época —inaugurada por la Revolución de Octubre— como la del
imperialismo y las revoluciones proletarias, la época de la transición al
socialismo-comunismo.

En estos años difíciles y trágicos —por la confusión ideológica, los renegados y


tránsfugas, por la incapacidad de ofrecer respuestas coherentes y articuladas a
la ofensiva del capital— la teoría y la practica ratificaron, en función del
gigantesco trabajo teórico de Karl Marx y Friederich Engels para desentrañar la
sociedad, el papel central del proletariado –la clase obrera, los asalariados, es
decir del conjunto de los trabajadores de la ciudad y el campo, manuales e
intelectuales, hombres y mujeres, independientemente de su edad–. La clase
obrera tiene un papel central en el desarrollo de la sociedad debido a su función
vital como productora de todos los valores; su fuerza de trabajo es la generadora
de la plusvalía, el “sórdido secreto” sobre el que se erige el capitalismo, hoy en
su fase monopolista, el imperialismo. La clase obrera, la clase de los proletarios,
es la llamada, entre todos los oprimidos, clases y capas explotadas, a enterrar
para siempre, no sólo la dominación capitalista, sino toda forma de explotación
del hombre por el hombre.

A diferencia de las revoluciones sociales anteriores, con la revolución dirigida por


el proletariado no se trata de substituir una forma de explotación por otra, sino
de abolirlas todas de una vez y para siempre. La misma dominación de clase
que significa la Dictadura del Proletariado será transitoria, férrea para sofocar al
enemigo de clase que intentará recuperar sus privilegios, más como lo ha
demostrado la propia historia, una verdadera libertad y democracia para los
pueblos, las masas de proletarios, de trabajadores, porque será su poder, el
poder obrero, el poder popular.

Es imposible alcanzar la emancipación social, la verdadera libertad, justicia y


democracia, sin la emancipación económica de la clase, por ello el
derrocamiento de este modo de producción basado en la propiedad privada de
los medios de la producción y del cambio está en el centro de una transformación
profunda y radical. La lucha por el poder es para la clase obrera y los oprimidos
una necesidad, al mismo tiempo este es un poder de nuevo tipo.
Conscientes de este papel, confirmamos y defendimos la tesis de Vladimir Ilich
Lenin de que para la clase obrera la conciencia de sus intereses superiores es,
en un principio, exterior a su movimiento, ya que en su lucha éste sólo produce
una forma de conciencia economicista. Por esta razón es necesario un agente
exterior que introduzca la forma superior de la conciencia, la conciencia de clase.
Un agente que logre conectar la lucha cotidiana del trabajador con sus objetivos
políticos, que concrete el paso “de clase en sí, en clase para sí” y que fusione al
movimiento obrero con las ideas del socialismo científico. El partido de nuevo
tipo, el partido comunista es la expresión más clara de esta conciencia. Un
partido con unidad ideológica, unidad orgánica y unidad programática; una
organización de organizaciones con elevada conciencia de sus militantes;
disciplina y abnegación en la lucha, lazos de solidaridad y fraternidad; vínculo
permanente a la clase obrera y los trabajadores. Ahora más que nunca, continúa
vigente la necesidad de una verdadera organización de vanguardia entre la clase
trabajadora, que luche codo a codo al lado del trabajador, que enarbole las
demandas del proletariado y la necesidad del socialismo.

Tal partido empezó a construirse en México en 1919 cuando fue organizada, bajo
la inspiración de la Revolución de Octubre de 1917 dirigida por el Partido
Bolchevique, la Sección Mexicana de la Internacional Comunista. Si bien fue a
mediados del Siglo XIX cuando la naciente clase trabajadora empezó a tener
contacto con las ideas del marxismo y el socialismo, habrá de ser hasta 1919
que se organice un destacamento estable y de vanguardia en la lucha
económica, política e ideológica por la emancipación de los explotados.

El trabajo político de los comunistas empezó a rendir frutos, pues se formo un


número mayor de cuadros, se creó un sindicalismo independiente y de clase,
una prensa clasista y revolucionaria: El Machete. El desarrollo del partido político
de la clase obrera tuvo una creciente influencia ideológica y política entre la clase
obrera y el campesinado, así como un prestigio creciente entre los intelectuales
y artistas, muchos de los cuales ingresaron a las filas comunistas, entre ellos el
gran muralista David Alfaro Siqueiros.

Sin embargo, el desarrollo del partido fue sometido a dos presiones ideológicas
que a la larga fueron perjudiciales. Por una parte se encontraba la denominada
“ideología de la Revolución Mexicana” constituida por las ideas dominantes de
la nueva clase que conquistó el poder estatal con la revolución democrática-
burguesa que inicio en 1910, aunque por presión de las fuerzas más radicales y
avanzadas, en este caso el zapatismo y el villismo, haya inscrito transitoriamente
demandas avanzadas en la Constitución de 1917, las cuales con el pasar de los
años traicionaría y anularía por la vía de los hechos y de la misma contrarreforma
constitucional. Por otro lado, se encontraba el browderismo, corriente reformista
y revisionista que surgió en el seno mismo de la Internacional Comunista, la
Comintern, como una desviación de derecha. Bajo tales presiones se produjo en
lo general la pérdida de independencia y acción militante en el movimiento obrero
y sus principales instrumentos unitarios. La “ideología de la Revolución
Méxicana” engendró el fenómeno del “charrismo sindical”. El charrismo sindical
se caracteriza por la alianza de las organizaciones sindicales con el Estado
burgués, bajo una premisa oportunista que plantea que el Estado surgido de la
Revolución Mexicana era un árbitro por encima de las relaciones obrero-
patronales, por encima del conflicto de clase. Se trata de una premisa
oportunista, porque para el marxismo-leninismo el Estado es una máquina de
dominación y represión al servicio de la clase dominante, y su carácter en forma
alguna es neutral, pues tiene precisamente un carácter de dictadura de clase y
usar una fachada democrática o despojarse de ella si así conviene a sus
intereses.

Por otra parte con el browderismo fue ganando fuerza la idea de la renuncia a la
acción política, para ejercerla principalmente a través de los frentes, o partidos-
frente, pluriclasistas y bajo la concepción de que la llamada “burguesía nacional”
tenía un rol progresista y conductor de tales procesos. Así, ceñidos a los
preceptos de Earl Browder los comunistas solo cumplían el rol de clubes
ideológicos, renunciando a disputar la hegemonía del proceso de lucha y a la
vanguardia de la clase. La consigna levantada en aquellos años expresa
claramente la confusión existente: “¡Unidad nacional!”. Esta consigna presenta
de manera confusa el proceso de concentración y centralización capitalista que
sufrió México durante esa época, como un camino para la independencia y el
socialismo. Esta confusión condujo a los pactos obrero-industriales y a la
subordinación de la clase obrera y los comunistas a los intereses de clase de la
burguesía.

Cuando el movimiento comunista internacional cuestionó tales concepciones y


las combatió frontalmente, el partido en México también lo hizo, pero sólo de
manera formal y sin llevar este combate al frente ideológico en contra las
corrientes oportunistas que en la periferia del partido sostenían y practicaban
estas equivocadas concepciones. La crisis que se abrió con tales políticas se
prolongó durante décadas y la desviación de derecha no sólo se mantuvo latente,
sino que encontró en el desenvolvimiento ideológico, derivado del policentrismo
una justificación para la teoría de las llamadas “vías nacionales al socialismo” y
al “transito pacifico al socialismo”. Estas posturas, en el caso de nuestro país, se
pueden resumir en la prioridad que se dio en esos años a la alianza con las
llamadas “fuerzas democráticas y progresistas”, es decir con la “burguesía
nacional”.

El estudio profundo de tal teorización y las causas que estuvieron en su base es


una necesidad para nosotros y también para el contemporáneo movimiento
comunista internacional, aunque existen estudios a los que nosotros nos
adherimos, puesto que contienen elementos explicativos, tal es el caso de Las
Tesis del Socialismo, Resolución del 18 Congreso del Partido Comunista de
Grecia, que aborda la contrarrevolución que afectó a la URSS y al Campo
Socialista.

La decisión en 1981 de liquidar al Partido Comunista Mexicano, encubierta en la


supuesta unidad con otros grupos socialistas, nacionalistas y lombardistas, fue
un duro golpe a lo construido y avanzado en medio de grandes dificultades.
Independientemente de los errores cometidos, hay también una historia de 62
años de lucha con la clase obrera, muchos de ellos de sacrificio y heroísmo, en
medio de crueles represiones. Es una necesidad explicar este fenómeno que se
presentó antes de la Perestroika y de la contrarrevolución, sin embargo de esta
experiencia podemos extraer ya la lección de que los comunistas no pueden
promover otra ideología entre la clase obrera, más que el marxismo-leninismo y
que el frente ideológico contra las corrientes pequeñoburguesas y oportunistas,
es una necesidad vital para la existencia misma del partido comunista. El partido
comunista se encontrará siempre en la posibilidad de sufrir retrocesos a no ser
que de una permanente importancia a la confrontación ideológica con el
oportunismo de derecha y al oportunismo de “izquierda” y a todas las
desviaciones. Mantenerse en la senda correcta enarbolando la bandera roja no
es una cuestión conquistada, ni mecánica, sino una necesidad en la lucha de
clases y con mayor razón en los virajes radicales que en ésta se presentan.

En México durante 13 años fue inexistente el partido comunista, pues todos los
partidos, grupos o corrientes en ese entonces renunciaron a ocupar tal lugar,
considerándolo inviable. Es necesario señalar que, como resultado de los
problemas en el PCM surgieron otras corrientes comunistas, organizaciones
revolucionarias que abrevaron en las ideas del marxismo-leninismo y que
lucharon consecuentemente por el socialismo. Es el caso de Arturo Gamiz y sus
compañeros, que fueron precursores en el deslinde con la ideología burguesa
de la Revolución Mexicana; es el caso también de Genaro Vázquez y Lucio
Cabañas. Su acción es no sólo un ejemplo, sino que nutre nuestra aspiración y
convicción de luchar por el futuro emancipador. También surgieron otros partidos
obreros, socialistas que en su actuar contribuyeron a difundir las ideas del
comunismo y la organización de los trabajadores, pero que también entraron en
una crisis ideológica y orgánica profunda en los años 90 del Siglo XX.

Así fue como en 1994 la necesidad de la existencia del partido comunista fue
retomada como tarea principal. Colocados frente al dilema de Hamlet, ser o no
ser, los comunistas de México respondimos: fuimos, somos y seremos
comunistas. Fuimos somos y seremos constructores del partido comunista.
Fuimos, somos y seremos organizadores pacientes y perseverantes del
derrocamiento del capitalismo e impulsores de la revolución socialista.

En tiempos en que el transfuguismo y la desideologización se enseñorearon en


el mundo, los comunistas mantuvimos la convicción en la vigencia del marxismo-
leninismo y del partido como instrumento del proletariado y de la lucha por la
toma del poder. Mantuvimos la idea de que la clase obrera, como sujeto de la
revolución y el partido como su instrumento de lucha, no eran dogmas a los que
se aferraban unos nostálgicos, “trasnochados”, sino una tesis sostenida en el
análisis del momento histórico concreto que nos tocó vivir, por esta razón
volvimos al estudio arduo y persistente de los clásicos del marxismo-leninismo.
Tenemos que subrayar que la llamada desideologización, en realidad era la
pretensión ideológica de imponer un “pensamiento único”, que buscaba sostener
que no hay alternativa al capitalismo, ya que éste podía abarcar las aspiraciones
de libertad y democracia de todo el mundo, con el mercado “libre” como garante
de tal concepción. Hoy podemos decir, tras esa larga noche, que la historia, su
análisis y los hechos han desmentido una y otra vez aquella soberbia pretensión.

Sin embargo, también la experiencia nos mostraba que muchos de los preceptos
sobre los que se construyeron líneas estratégicas de la lucha, tanto en México
como en el mundo, ya no eran vigentes o habían sido errados. El mundo había
cambiado, afirmando principios fundamentales y defendiendo la experiencia
histórica que significó el triunfo de la revolución bolchevique y la construcción del
primer Estado proletario, pero también cuestionado muchos preceptos. Y así,
dimos los primeros pasos, acumulamos experiencia, esbozamos y formulamos
conceptos a partir de los problemas que nos plantea la realidad y a los cuales
fuimos dando contenido y forma en la medida que aparecían nuevos elementos,
nuevas situaciones, nuevos problemas. Avanzamos a pesar de todo.

Hay que reconocer, sin embargo, que cometimos errores, uno de ellos fue
considerar que tal objetivo sería alcanzado a través de la unidad de la izquierda
socialista. El reciente fracaso de la unidad con los compañeros del Partido de la
Revolución Socialista así lo prueba. Porque la unidad por la unidad obviaba el
factor principal sobre el que se funda el partido de nuevo tipo, que es la plena
unidad ideológica, política y orgánica. La construcción de un partido de nuevo
tipo no es un proceso mecánico, una mera suma de cuadros o una cuestión de
voluntarismo (aunque no negamos que para la construcción del partido es
necesaria la conjunción de las voluntades individuales unidas con las
aspiraciones y unidad ideológica de la clase). Hemos aprendido que la
construcción del instrumento de lucha del proletariado se da en el calor de la
lucha de clases a la que el partido no es ajeno, que el debate permanente sobre
los porqués y los cómos, sobre la estrategia y la táctica, tienen como premisa
una fuerte unidad ideológica. El viraje en la lucha de clases que implicó la
ofensiva capitalista sobre los trabajadores y el movimiento anticapitalista en
general, puso en prueba al partido, con una crisis orgánica que inicio en Octubre
del 2009 donde fue quedando claro que los compañeros desarrollaron su propia
política, con base en su propia estructura organizativa. No es este el momento
de la valoración definitiva, pero si reconocer que este aprendizaje refuerza la
necesidad del paso que estaba fijado como objetivo desde 1994.

La unidad como aspiración y estrategia fundamental devenía del hecho de que


la crisis del comunismo en México dispersó a los núcleos militantes
microfraccionándolos. Y con optimismo se avizoraban mejores perspectivas con
base en la unidad. La práctica demostró que no basta con eso.

Sin embargo, no debemos confundir el hecho de nuestra crítica a los procesos


unitarios como base fundamental de la construcción del partido con la lucha por
unir, converger, con otros esfuerzos en un movimiento anticapitalista,
antiimperialista y antimonopolista.

***

La crisis internacional del capitalismo se profundiza, es una crisis de


sobreacumulación y sobreproducción, es intrínseca al mismo modo de
producción, si bien el empobrecimiento del nivel de vida alcanza al conjunto de
los pueblos, es también cierto que la mayor agresividad es sobre la clase obrera,
más también, en México, sobre los trabajadores y jornaleros agrícolas, así como
los campesinos pobres y sin tierra. El sistema imperialista, con los EEUU en la
cúspide es confrontado por grandes movilizaciones del proletariado; la ola de
huelgas generales en Grecia, dirigidas por el PAME, bajo la orientación del KKE,
han dinamizado a los trabajadores de Europa y el mundo; masivamente se
moviliza la clase obrera en Portugal, España y Francia; nuevamente es la clase
obrera la que se coloca en el centro de la lucha anticapitalista, el papel de los
partidos comunistas y obreros en las próximas jornadas de lucha será
determinante y reinaugurará el ciclo de transformaciones revolucionarias. Esto
se suma a la lucha antiimperialista que tiene epicentro en América Latina, donde
con diversas formas de lucha pueblos y organizaciones oponen resistencia a una
verdadera guerra por parte del capital.

La claridad de la estrategia por el socialismo-comunismo es la clave en el camino


a una alternativa anticapitalista. En este sentido, situamos en la punta de la
recomposición del movimiento comunista la actividad del Partido Comunista de
Grecia, quien para nosotros es el ejemplo hoy de un partido que desarrolla el
conflicto de clase, que orienta a la ruptura con el sistema, que desarrolla teoría
y acción, que no cede al canto de sirenas, que enarbola y ondea las banderas
rojas del comunismo asidas a la concreción de una práctica militante de la propia
clase obrera, que conecta la solución a los problemas de hoy con la economía
popular, el poder popular y el socialismo.

Nuestro partido ha llegado a la conclusión de que la defensa y el balance crítico


de la experiencia socialista están en la base de la elaboración de la estrategia
por el derrocamiento del capital y la construcción de la nueva sociedad. Por ello
apoyamos con firmeza un trabajo en tal dirección, como el de la Revista
Comunista Internacional y la coordinación de partidos comunistas con base
ideológica. Al mismo tiempo damos y daremos una solidaridad sin regateos a
todos los pueblos y organizaciones revolucionarias.

Seguimos el ejemplo de miles y miles de militantes y obreros que sacrificaron


sus vidas en todo el mundo para dar un paso adelante en la lucha por el
socialismo. Reconocemos la importancia que tuvieron para este objetivo los
procesos organizativos en América Latina. Somos producto del dinamismo de la
lucha de clases. Reconocemos el esfuerzo y la entrega de la Revolución Cubana
y de los procesos revolucionarios inconclusos que nuestro Continente atestiguo
en el curso del Siglo pasado. Todos ellos han sido y seguirán siendo un ejemplo
para nosotros en la lucha antiimperialista y por la construcción de una sociedad
socialista.

No es casual que simultáneamente aumente el ritmo de la lucha de clases y que


con la crisis económica del capital, venga también una crisis de dominación, esto
es una crisis del conjunto de la clase dominante y su Estado.

Nuestra afirmación de la lucha actual por la Revolución Socialista y un Partido


mejor preparado para tal acción emana de la madurez de las condiciones y del
pleno desarrollo del capitalismo en la fase de los monopolios. El capital en
México se halla plenamente inserto dentro de las relaciones imperialistas,
prácticamente no hay rasgo del mercado interno o externo que no esté ligado
por innumerables lazos al sistema imperialista mundial. Dentro de la pirámide
imperialista México ocupa una posición intermedia, su capital es
interdependiente con respecto a otros, sobre todo es claro el caso de los EUA.
Uno de los rasgos principales de la fase imperialista de desarrollo del capitalismo
como lo definió Lenin, la exportación de capitales, no solo existe sino que se
fortalece. De enero de 1995 a diciembre de 1997 la transferencia de activos por
empresas y ciudadanos mexicanos al exterior sumó 6 mil 551.6 millones de
dólares. Para efectos comparativos, por cada dólar de capital exportado por
México entre 1995 y 1997 se exportaron 9 dólares entre enero de 2007 y
diciembre de 2009. La magnitud del capital transferido al exterior en los últimos
tres años superó ligeramente el ingreso de nueva inversión extranjera en los seis
años precedentes, que fue de 56 mil 173.5 millones de dólares, según el Banco
de México.

Algunas fuerzas caracterizan de otra manera el desarrollo de las relaciones de


producción capitalista en México atendiendo a rasgos de carácter secundario.
Por ejemplo, no se caracteriza como capitalista el dominio que ejerce la
burguesía sobre estos enormes medios en virtud del modo en que se apropiaron
de los mismos, niegan su carácter por tratarse de despojos, entrega a costos
risibles por parte del Estado, robo, etc. Ya el mismo Marx había explicado el
papel que juega la acumulación originaria en la formación del capital, y como
este proceso de hecho se repite constantemente. Independientemente del modo
de apropiación este capital está utilizándose en un proceso de acumulación;
acumulación que además se lleva a cabo utilizando la concentración y
centralización que permite el dominio de los monopolios.

En cuanto a las fuerzas políticas burguesas, atendiendo a su táctica, algunas


admiten y otras niegan la realidad de la plena inserción de México en las
relaciones imperialistas. Aquellos que por maniobra intentan ocultarla, esgrimen
confusamente como argumento la todavía amplia capa de pequeños burgueses
y el impresionante número de las pequeñas y medianas empresas. La teoría
marxista explica como la pequeña y mediana empresa cumple un papel dentro
del capitalismo como pioneras del progreso tecnológico, abriendo brecha en
nuevos mercados y en nuevas ramas y posteriormente son destruidas por el alza
continua de la tasa de producción y la composición orgánica de capital. La
pequeña y mediana empresa constantemente es barrida por la crisis en este
país, funcionando como un colchón para el desempleo que cada vez se contrae
más. Las estadísticas muestran como rama a rama la pequeña producción
también pasa a ser concentrada y lentamente, con avances y retrocesos, una
proporción cada vez mayor de la pequeña burguesía se proletariza. Como
ejemplo destacan las tiendas de autoservicio que en menos de una década pasó
a dominar FEMSA-OXXO, los establecimientos de alimento también están en un
evidente proceso de convertirse en una industria organizada.

Debemos recordar que el Imperialismo no es una relación entre colonia y


metrópoli. Ésta es una forma que puede adoptar históricamente, sino una
determinada fase de desarrollo del capitalismo en el cual se haya inserta la gran
mayoría de las economías capitalistas.

En cuanto a México afirmamos que éste no escapa de ésta fase de desarrollo y


estas relaciones imperialistas. Nosotros afirmamos que dentro de la pirámide
imperialista México ocupa una posición intermedia, que el capital en México es
interdependiente en un sentido económico, político y militar con relación a los
capitales monopólicos aliados en el TLC y otros acuerdos, que estas alianzas
son desiguales a favor del capital más fuerte, que sin embargo favorecen los
intereses de la burguesía en su conjunto y afectan los intereses de los
trabajadores y los pueblos de las economías involucradas.

Afirmamos que el Estado mexicano y los partidos que cogobiernan este país
(PAN, PRI, PRD, PT, PVEM y Convergencia) son la expresión del poder de los
monopolios, que la llamada “burguesía nacional” no “entregó” los bienes bajo su
poder sino que lo que se dio fue una integración y una alianza entre capitales
monopolistas.

Por último afirmamos derivado de lo anterior que no procede una lucha por
relaciones capitalistas más justas y que la única salida de los acuerdos y alianzas
inter imperialistas es la ruptura con el capitalismo y la Revolución Socialista.

***

Un conjunto de condiciones han madurado el proceso para que completemos la


tarea planteada. Por esas razones:

A los cien años del estallido de la Revolución social de 1910, en homenaje a las
batallas precursoras del movimiento obrero, las huelgas de Cananea, Río
Blanco, en homenaje a los ejércitos campesinos de Emiliano Zapata y Francisco
Villa, a las masas populares constructoras de la Historia.

A los 91 años de la fundación de la Sección Mexicana de la Internacional


Comunista, en homenaje a las y los comunistas que lucharon por organizar a la
clase obrera, por divulgar las concepciones científicas del marxismo-leninismo.
En homenaje al primer partido comunista.

A los 16 años de que fue fijada la meta.

Circula ya la convocatoria para que el 20 y 21 de Noviembre, en la Ciudad de


México se efectué la Primera Sesión Plenaria de nuestro IV Congreso, la
Segunda Sesión Plenaria habrá de efectuarse el 29 y 30 de Enero del 2011. La
Primera Sesión abordará la propuesta de adopción ya del nombre que
científicamente expresa nuestros principios: Partido Comunista de México, los
nuevos Estatutos y la elección de los órganos de dirección. Se adoptará también
una Resolución Política sobre la grave crisis que vive la clase obrera, y de
manera particular la juventud trabajadora y la mujer trabajadora, los pueblos
indios, los campesinos, las capas medias, la profunda crisis económica y social
de nuestro pueblo, pero también la crisis política que afecta a la burguesía en su
conjunto. Con tal Sesión arrancará el debate ideológico interno alrededor del
Nuevo Programa y las Tesis Generales del Partido para ser aprobadas en la
Segunda Sesión Plenaria.

Pensamos que tales definiciones emergen por la madurez de las condiciones


objetivas y subjetivas y que permitirán una mayor y mejor contribución de los
comunistas a la lucha general del movimiento anticapitalista que emergió en el
2005-2006. Permitirán un mejor cumplimiento de nuestro accionar en el
movimiento obrero y de los trabajadores, que hoy en el terreno sindical sólo
puede elegir entre un sindicalismo patronal y colaboracionista, y un sindicalismo
reformista; y que en el plano político si bien existen como elementos
programáticos del movimiento anticapitalista la lucha por la expropiación de los
medios de la producción y el cambio, pensamos los comunistas que tales
elementos deben estar conectados estrechamente con una estrategia por el
socialismo y el comunismo. Nuestra experiencia indica que la ruta es un
movimiento anticapitalista, antimonopolista y antiimperialista, el fortalecimiento
de tal movimiento, en el cual el partido comunista jugara un rol al mismo tiempo
que se fortalece en medio de la lucha y guiado por su estrategia y su táctica, así
como sus elaboraciones programáticas.

Tales definiciones nos permitirán cumplir mejor con nuestros deberes


internacionalistas, mayor apoyo y vinculación a los partidos comunistas y al
movimiento revolucionario y antiimperialista.

Tales definiciones permitirán que la clase obrera cuente ya con un destacamento


de vanguardia, firme, armado de la teoría de vanguardia.

¡Esa es nuestra aspiración, ese es nuestro compromiso!

Partido Comunista de México, continuidad del trabajo de las organizaciones


precursoras, en homenaje a los luchadores por la tierra asesinados por los
guardias blancas; en homenaje a las huelgas inquilinarias dirigidas por Herón
Proal; en homenaje a Julio Antonio Mella, J. Guadalupe Rodríguez; en homenaje
a los cientos de militantes presos en el Penal de Lecumberri y en las Islas Marías,
militantes del PCM y la Federación Juvenil Comunista; en homenaje a las luchas
obreras de la Central Sindical Unitaria de México, de la unificación proletaria; en
homenaje a los reprimidos y asesinados en las huelgas ferrocarrileras,
magisteriales, en las ocupaciones de tierras; en homenaje a los caídos el 23 de
Septiembre de 1965 al intentar asaltar el Cuartel de Ciudad Madera en la Sierra
de Chihuahua, en homenaje a Rubén Jaramillo.

Partido Comunista de México que mira adelante, al futuro, que da continuidad a


una lucha que se proyecta por las amplias avenidas de la emancipación social.

Partido Comunista de México, como enseño Lenin, para despojarnos de la ropa


sucia. Partido Comunista de México el nombre que encierra la historia y el futuro.

Partido Comunista de México, partido del socialismo científico, partido de lucha


del proletariado, de los parias de la tierra, de la famélica legión.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

La Comisión Organizadora del IV Congreso del PCM

Pável Blanco Cabrera,


Héctor Colío Galindo,
Marco Vinicio Dávila Juárez,
Eliseo Macín Hernandez.

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