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Sed imitadores de Dios

Dios comenzó con un deseo, diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra


imagen.” Y se nos
Dijo que seremos perfectos como nuestro Padre es perfecto, y santos
como nuestro Padre
Es santo. Por lo tanto, todo lo que Dios fue, cuando su obra se completó,
el hombre lo
Debe ser. Se nos dijo que seamos imitadores de Dios como hijos
queridos, por lo que
Debemos descubrir cómo él se convirtió en nosotros a fin de imitarle.
Parece que Dios vive como alguien poseído por un sueño. Jeremías nos
dice: “La
Voluntad del Señor no se volverá atrás hasta que él haya ejecutado y
cumplido los
Intentos de su mente. En los últimos días lo entenderéis perfectamente.”
Dios, negándose
A volver atrás, sigue perdido en su sueño hasta que él haya ejecutado
y cumplido los
Intentos de su mente.
Si quieres que tu sueño sea realizado, imita a Dios volviéndote
totalmente poseído por tu
Sueño. Haz esto y tú, también, alcanzarás el cumplimiento de tu deseo,
tal como Dios ha
Llevado – y está llevando – su sueño a completarse. Ten un deseo
intenso. Vístelo con
Tonos de realidad e imita a Dios viviendo como alguien poseído por un
sueño. Como Dios,
No te hagas a un lado hasta que hayas ejecutado y cumplido los intentos
de tu mente.
Dios comenzó la buena obra en ti y cuando la lleve a completarse en el
día de Jesucristo,
Tú reflejarás la gloria de Dios y portarás la imagen expresa de su
persona. Si Dios no se
Detiene hasta que el deseo es completamente realizado, entonces tú
debes ser
Igualmente persistente. Independientemente de las cosas en contra,
persiste hasta que tu
Sueño esté completamente realizado.
Ve la historia de Jesucristo como el plan de redención de Dios. Lee las
instrucciones, y
Descubrirás que es sólo como el Cristo Resucitado que Jesús se hace
manifiesto. Cuando
Judas le preguntó: “¿Cómo te manifestarás a nosotros y no a los
demás?”, él respondió:
“Cualquier hombre que me ame, guardará mi palabra y mi Padre le
amará y vendremos y
Haremos nuestra morada con él. El que no me ama no guarda mi
palabra, pues la palabra
Que digo no es mía, sino del Padre que me envió.”
Las Escrituras son la palabra del Padre. Primero recogida como
expresiones individuales
Del Señor Resucitado, cada visión es completa en sí misma. Sin nada
en los párrafos que
Indique su orden cronológico, los escritores escribieron una historia –
que parece ser
Historia, pero no lo es.
Tomaré un párrafo tal, ya que se ajusta a una carta que recibí
recientemente. En ella
Decía ella: “Me quedé dormida solicitando una comprensión más
profunda cuando
Apareciste tú como el Cristo Resucitado y me diste el número 26. He
tratado de entender
Esto y sólo puedo llegar al número ocho.”
Si se juntan el dos y el seis tienes el número del Señor Resucitado. Fue
en el octavo día
(el primer día de la nueva semana) en el que Cristo resucitó; por lo tanto,
el ocho siempre
Es asociado con la resurrección, la regeneración, y el número del Señor.
¡Pero yo le di el
Número 26!
Hay 22 letras en el alfabeto hebreo, de las cuales cinco se repiten y se
llaman finales.
Tenemos kaph como 20, pero cuando se utiliza como una final se
convierte en 500. Mem
Es 40, cuyo valor numérico se convierte en 600 cuando se utiliza como
una final. Nun es
50, y cuando se encuentra como una final es 700. Cuando peh se
encuentra primero es
80, pero como una final se convierte en 800, ya que su tono no cambia.
El valor simbólico
De esta letra es la boca; en su forma final es la boca de Dios: “Mi palabra
que sale de mi
Boca no volverá a mí vacía, sino que debe cumplir lo que me propuse y
prosperar en
Aquello para lo cual la envié.”

Las Escrituras son la palabra del Padre. Primero recogida como


expresiones individuales
del Señor Resucitado, cada visión es completa en sí misma. Sin nada
en los párrafos que
indique su orden cronológico, los escritores escribieron una historia –
que parece ser
historia, pero no lo es.
Tomaré un párrafo tal, ya que se ajusta a una carta que recibí
recientemente. En ella
decía ella: “Me quedé dormida solicitando una comprensión más
profunda cuando
apareciste tú como el Cristo Resucitado y me diste el número 26. He
tratado de entender
esto y sólo puedo llegar al número ocho.”
Si se juntan el dos y el seis tienes el número del Señor Resucitado.
Fue en el octavo día
(el primer día de la nueva semana) en el que Cristo resucitó; por lo
tanto, el ocho siempre
es asociado con la resurrección, la regeneración, y el número del
Señor. ¡Pero yo le di el
número 26!
Hay 22 letras en el alfabeto hebreo, de las cuales cinco se repiten y se
llaman finales.
Tenemos kaph como 20, pero cuando se utiliza como una final se
convierte en 500. Mem
es 40, cuyo valor numérico se convierte en 600 cuando se utiliza como
una final. Nun es
50, y cuando se encuentra como una final es 700. Cuando peh se
encuentra primero es
80, pero como una final se convierte en 800, ya que su tono no
cambia. El valor simbólico
de esta letra es la boca; en su forma final es la boca de Dios: “Mi
palabra que sale de mi
boca no volverá a mí vacía, sino que debe cumplir lo que me propuse
y prosperar en
aquello para lo cual la envié.”
Tú eres Cristo, la Palabra enviada desde la boca de Dios como su
esperanza de gloria.
Dios te está haciendo a su perfecta imagen para poseer todo lo que él
posee, ya que la
Palabra de Dios no puede regresar vacía. Esta es la boca que yo he
dado a esta señora.
Recientemente ha estado preguntándose por qué – cuando ella sabe
algo intuitivamente –
está dudando en hablar. Cuestionándose a sí misma, se quedó
dormida y me vio como el
Señor Resucitado, momento en que yo le di una voz de autoridad para
hablar,
independientemente de lo que otros puedan decir.
Sólo el Señor Resucitado será visto. Yo os puedo decir: he ascendido
desde la tierra y
entrado en el más alto cielo, pero no lo sabréis hasta que mi padre os
lo revele. Cuando
se les preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?”, ellos dijeron:
“Algunos dicen que Juan el Bautista venido de nuevo, otros dicen que
Elías, Jeremías, o
uno de los profetas de la antigüedad.” Pero cuando él preguntó:
“¿Quién decís vosotros
que yo soy?”, Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
vivo.” El Señor
Resucitado entonces respondió: “La carne y la sangre no podrían
haberte dicho esto, sino
mi Padre que está en el cielo, él te lo ha revelado.”
Muchos me dirán que ellos aman lo que yo enseño, pero se alejan, no
creyéndolo hasta el
punto de aplicarlo. Pero los que verdaderamente me aman creen y
aplican mis palabras.
Ellos son los que me verán como el Señor Resucitado. Ellos
reconocerán a un hombre
llamado Neville – no como un hombre de carne y sangre, sino como
un patrón completo;
pues el patrón que Dios puso dentro mí, ha erupcionado. Si amas la
idea de completar tal
patrón, entonces tú estás enamorado de mí. No como carne y sangre,
sino del Cristo que
ha resucitado dentro de mí. Cuando me manifesté a esta señora, ella
sabía que yo era
Neville, aunque también sabía que yo era el Cristo Resucitado, por
tanto, teniendo la
misma experiencia que Pedro. Habiendo oído y amado el mensaje,
Pedro reconoció al
Señor Resucitado – mientras otros lo oyeron, pero – no amando la
narración – no tuvieron
la experiencia. Esa es otorgada a través del discernimiento del amor.
Muchos proclaman amar a Cristo, pero adoran a un icono sobre la
pared. Llamado la
imagen de Dios, Cristo es el plan de Dios, que estaba en el comienzo
con Dios, cuando
dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen.” Cristo refleja la gloria de
Dios y lleva la
imagen expresa de su persona. Esa imagen se encuentra en el patrón.
Yo he descrito
esta imagen de una manera más cronológica que la recogida en la
Biblia.
Conozco a los que se han enamorado de la historia que despertó
dentro de mí. Uno que
partió en Julio pasado me vio como el Señor. Otra señora aquí me vio
como el Señor
Resucitado. Ellos no me vieron como un hombre de carne y sangre,
sino como espíritu. El
poder y la sabiduría de Dios resucitó del mundo físico y al reino de
Dios. Igual que Dios se
ha ilusionado y vive como alguien poseído por un sueño para llevarlo a
su cumplimiento,
tú puedes imitarlo mientras esperas que su obra sea completada en ti.
Y si eres igual de
persistente en tu sueño, ningún poder puede impedir que llegue a su
cumplimiento. Pero
no te puedes desviar. No puedes volver del sueño para ver lo que los
demás están
haciendo, o lo que piensan sobre ello; debes estar dispuesto a
perderte, a ser poseído por
tu sueño.
Ningún hombre de carne y sangre es Cristo. “Si alguien dice: '¡Mira,
aquí está el Cristo!' o
'Ahí está', no le creáis.” (Marcos, 13) Cuando Cristo viene, es desde
dentro y su
conocimiento es sin incertidumbre. Nadie puede nunca negar la
verdad de lo que esta
señora vio. El hombre que está ante vosotros ahora está lleno de
debilidades y
limitaciones de la carne. Mañana esta señora podría oír algún
acontecimiento
desagradable en mi vida, pero que no perturbaría lo que vio y oyó
cuando – en la visión –
me vio como el Señor Resucitado y le di la voz de la autoridad. A partir
de ahora ella
tendrá el valor de hablar cuando intuitivamente sepa que está en lo
cierto.
Ahora bien, cuando tú experimentes a Cristo y le cuentes a tus
amigos, el 99,99% de ellos
te volverán la espalda, porque te verán como un mortal con
debilidades humanas, y no les
impresionarás. Pero no compartas tus experiencias para impresionar a
nadie, antes bien
para mostrar la verdad de la palabra de Dios. Haz eso, y habrá una
parte que creerá;
entonces les aparecerás como el Cristo Resucitado.
Lee las Escrituras con cuidado y descubrirás que nadie lo vio como el
Cristo Resucitado
hasta después de la ascensión, que ocurrió mientras vestía el cuerpo
de hombre. Lo sé
porque el octavo día de Abril de 1960 yo ascendí, y desde ese día
todo en mí ha dado la
vuelta. Aunque estoy anclado aquí durante el día, he estado
apareciendo como el Señor
Resucitado en Nueva York, San Francisco, y en todas partes, para
aquellos que están
enamorados de la palabra que han oído de mí. Aman la esperanza
que he mantenido
para ellos, de que en un cuerpo de carne y sangre, con todas sus
debilidades, hay un plan
de salvación que despertará y se desarrollará en todos. Ese plan es el
Cristo que ellos
aman.
Ningún hombre nacido del vientre de una mujer es Cristo. Si hay otro
Cristo que no sea el
que fue crucificado y enterrado dentro de ti, es falso, y falsos maestros
lo enseñan como
otro. Cristo es el plan de redención de Dios. “Él me ha dado a conocer
el misterio de su
voluntad que él ha manifestado en Cristo como un plan para la
plenitud del tiempo.” Cristo
es la palabra que es una con la persona que la dice.
Imita a Dios como un hijo querido, teniendo un sueño controlado. Haz
una imagen
compuesta de lo que tú quieres. No pidas a nadie que te ayude o si es
adecuado para tí.
Deseando que la vida sea plena, haz lo que Dios hace. Formula un
deseo y poséelo. No
gires ni a la izquierda ni a la derecha, sino persiste, igual que Dios está
haciendo, y nada
puede impedirte que lo expreses.
Luego, cuando hayas terminado la obra que viniste a hacer,
comprenderás que los hornos
por los que has tenido que pasar fueron necesarios para sacarte como
una imagen que
refleje la gloria de Dios y lleve la imagen expresa de su persona, pues
estarás dotado de
vida en tí mismo. ¡Habiéndote hecho uno con Dios, habrás heredado
todo lo que Dios es!
En mi libro “Resurrección”, he compartido mis visiones en su orden
cronológico. No
conozco ningún otro libro, incluyendo la Biblia, que lo haya dado de
esa manera. La Biblia
en su forma manuscrita es una serie de párrafos. Estos párrafos
fueron utilizados para
contar una historia, porque los que fueron testigos oculares estaban
dejando este mundo
del César, y si los hechos no eran registrados, sólo habría una
tradición oral y reinaría la
confusión. Lucas comienza su libro diciendo: “Puesto que ya muchos
han tratado de
recopilar una narración de las cosas que se han llevado a cabo entre
nosotros, por
aquellos que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de
la palabra, me ha
parecido bueno también a mí escribir un ordenado relato para tí,
excelentísimo Teófilo,
para que puedas saber la verdad respecto a las cosas de las que has
sido informado.”
La palabra Teófilo significa el que ama a Dios. Lucas está escribiendo
su ordenado relato
para el individuo que, amando la Palabra, entra en el estado de Teófilo
y ve al Señor
Resucitado.
Ahora bien, Lucas no declara hacer una presentación exacta de la
fuente original, pero la
presenta mejor que los que le precedieron en el relato. Él nos dice que
muchos habían
tratado de recopilar una narrativa, sin embargo sólo tenemos cuatro
registros. Juan nos
dice que debemos nacer desde arriba, pero no trae nada del
simbolismo en ello. Pero
debido a la narración de Lucas, el mundo ha tomado la historia como
un hecho. Creyendo
que Jesús nació del vientre de una mujer, creen que vino de la misma
manera que todos
los niños lo hacen – con una excepción, su madre no tuvo un esposo.
Lucas cuenta la historia en su estado normal, usando pastores en vez
de reyes (como se
recoge en Mateo). Los estudiosos de hoy en día están convencidos de
que los tres reyes
de los que Mateo habla fueron definitivamente introducidos. Los
testigos son tres
personas normales, no reyes, y el niño es sólo un signo de tu
nacimiento desde arriba,
que puede suceder cuando tienes cincuenta u ochenta años, y no
tiene nada que ver con
tu llamada aparición en este mundo. Mientras caminas por la tierra
como una persona
normal natural, sucede, y cuando lo hace simplemente recoges el
suceso junto al pasaje
paralelo en las Escrituras. Os pido ahora enamoraros de mi mensaje
de salvación. Cristo
resucitó en mí. El hijo de Dios apareció para revelárseme como Dios
Padre. Todo es el
Ser, ya que no hay otro. YO SOY el ser llamado Jesucristo. YO SOY el
plan, la Palabra
que no puede regresar vacía, pues tengo que cumplir aquello para lo
que me enviaron.
¡Créeme! Enamórate de mi mensaje, y Cristo se desplegará en ti; y tú
también lo
contarás; y los que se enamoren de lo que tú dices – en la esperanza
de que se
desplegará en ellos – tendrán la alegría de verte como el Señor
Resucitado, pues al final
existe sólo Jesús.

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