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UNIVERSIDAD NACIONAL DE

CAJAMARCA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS, CONTABLES Y
ADMINISTRATIVAS

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ADMINISTRACIÓN

TEMA:
CONTAMINACIÓN DIARIA
CICLO:
VII
ASIGNATURA:
ADMINISTRACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
DOCENTE:
HERNÁNDEZ TORRES , ALEX.
ESTUDIANTE:
GUTIÉRREZ HUAMÁN, JOSÉ CARLOS

Cajamarca, 14 de mayo del 2019


Nuestro día a día está lleno de acciones antiecológicas que podemos corregir
sin mucho esfuerzo

Suena el despertador, nos levantamos, nos duchamos, nos limpiamos los


dientes, nos ponemos desodorante, cogemos el coche para ir a trabajar. Con
esta secuencia tan cotidiana hemos podido cometer 4 acciones antiecológicas.

Nuestra vida está llena de rutinas que pueden suponer un perjuicio para la
conservación del medio ambiente. Debemos pensar, antes de hacer cualquier
cosa, que repercusión va a tener en la naturaleza. Es por eso que te
proponemos 10 gestos que puedes cometer de forma habitual y que
contaminan más de lo que puedas llegar a imaginar.

1- Ducharse sin cerrar el agua

Tenemos la gran ventaja de poder abrir al grifo de la ducha y que el agua


caiga sobre nuestro cuerpo durante el tiempo que queramos. ¿Puedes llegar a
imaginar cuantos litros de agua se van por el desagüe?

Una ducha de 10 minutos consume 200 litros de agua, según datos de la OMS,
organización que, a su vez, recomienda gastar un 150% menos.

Obviamente, tenemos que asearnos, sin embargo, la mejor forma de ahorrar


agua en este caso es cerrar el grifo de la ducha mientras nos enjabonas.

2- Limpiarse los dientes sin cerrar el agua

En la misma línea que en el punto anterior, el agua que podemos desechar si


no cerramos el grifo es enorme. Para cepillarte los dientes no necesitas dejar
correr litros de agua. Utiliza un vaso, llénalo y enjuágate la boca con él.

3. Utilizar desodorantes en aerosol

En 1970 Frank Rowland y Mario Molina de la Universidad de California,


testificaron que los aerosoles contenían CFC (Clorofluorocarbono) que
afectaban la capa de ozono. Si bien es cierto, han regulado el uso de elementos
tóxicos en estos productos, no dejan de ser contaminantes. Elige desodorante
en barra o crema, son mucho más sostenibles.

4. Tirar un chicle al suelo

Los chicles están compuestos en un 80% por plástico. El resto, una mezcla de
gomas de resinas naturales, sintéticas, azúcar, aromatizantes y colorantes
artificiales. El chicle tiene una duración de cinco años, con el paso del tiempo
puede desintegrarse más fácilmente con el sol, sin embargo, debemos procurar
no tirarlos a la calle, ya que los pájaros pueden confundirlo con comida y
morir a causa de asfixia al intentar digerirlo.

5. Tirar una colilla

El filtro de los cigarrillos es de acetato de celulosa, la combinación de


componentes de la colilla hace que su tiempo de degradación pueda llegar a
los diez años. Las colillas deben tirarse al contenedor gris, el de residuos en
general, ya que por el momento no son reciclables, lo mismo ocurre con los
chicles.

6. Dejar que un globo se escape

Dejar que un globo eleve el vuelo y se pierda en el horizonte puede ser muy
bonito y divertido pero también es un peligro para la naturaleza. Balloons
Blow es el nombre de la organización que nos advierte de lo fácil que resulta
que estos globos acaben en los estómagos de los animales, en especial peces,
aves y demás fauna marina que no es capaz de distinguirla de la comida.
Ingerir estos globos pueden provocarles la muerte por asfixia o indigestión.

7. Tirar pilas a la basura

Una pila común puede contaminar hasta 3.000 litros de agua. Y su pervivencia
en el medio ambiente es enorme: pueden tardar en degradarse entre 500 y
1.000 años. El mercurio, contenido en casi todas las pilas (aparte de arsénico,
cinc, plomo, cromo o cadmio), es uno de los metales más tóxicos conocidos.
Al entrar en contacto con el agua se origina el metilmercurio, un derivado que
contamina gravemente la biosfera marina.
La organización Ecoembes advierte que nunca debemos tirarlas a la basura
con el resto de residuos. Tienen componentes altamente contaminantes, por lo
que es muy importante llevarlas a los contenedores de residuos peligrosos que
tengamos más cerca de casa o al punto limpio.

8. Conducir de forma no eficiente

Elegir si comprar un coche diesel o gasolina, híbrido o eléctrico, es importante


para ser más ecológicos, pero también lo es el modo de conducción.
Un estilo de conducción que contamina menos y gasta menos combustible
significa ahorrar dinero y reducir nuestra huella de carbono.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, junto con la


Dirección General de Tráfico y otras instituciones del sector del motor, han
elaborado un decálogo de la conducción eficiente. Entre otras pautas, es
importante arrancar el motor sin acelerar o iniciar la marcha justo tras arrancar
el motor en motores de gasolina y esperar unos segundos en los coches diésel.
Igualmente, hay que utilizar marchas largas y bajas revoluciones.

9. Tirar anillos de latas a la basura sin cortar

Los anillos de plástico que se utilizan para sujetar las distintas latas de cerveza
o refrescos son un peligro para el medio ambiente cuando se desechan. El
problema viene no solo porque se trate de un plástico, sino por su forma, un
peligro sobre todo para la vida marina.

10. Desechar las toallitas de bebé al wáter

La (OCU) explica que el papel higiénico se puede lanzar al váter sin


problemas porque se rompe y llega a las redes de saneamiento completamente
disgregado. Sin embargo, las toallitas húmedas llegan a las depuradoras casi
intactas y en su recorrido se deshilachan, se trenzan entre sí y con otros
residuos y el resultado son grandes atascos.

Algunas marcas aseguren que se pueden tirar por el váter pero la OCU
recomienda tirarlas siempre a la papelera o a la basura.
El organismo llama al uso ocasional de las toallitas porque, según la OCU,
cuando las toallitas húmedas terminan en el váter, empiezan a constarnos entre
500 y 1.000 millones anuales en depuración de aguas.

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