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PROFESIONALES DE LA CONSTRUCCIÓN
La responsabilidad de los Profesionales de la Construcción
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I. INTRODUCCIÓN
La responsabilidad de los arquitectos y constructores, se halla inmersa en el marco
más amplio de la responsabilidad de los profesionales liberales. En este campo
como en todo el sistema de la responsabilidad se pasó de la idea de castigo a un
culpable que tenía como finalidad la moralización de los comportamientos
individuales, a la de reparación del daño, y aun a la de prevención del mismo,
considerando en primer término la situación del sujeto lesionado.
Para el enfoque anterior, “en el centro del tema se colocaba la culpabilidad,
imputación subjetiva a título de dolo o culpa. Ahora, en el centro de las cosas
ubicamos el factor daño".
En suma, se pasa de “un responder sanción a un responder distribución”, y lo
relativo a la responsabilidad de estos profesionales no puede escapar a esta
tendencia general del moderno derecho de daños.
Si bien se enfocó el punto en base a una responsabilidad objetiva, y al
incumplimiento del contrato de construcción como independiente de la idea de
culpa, la misma no quedaba desterrada a la hora de analizar las situaciones
concretas.
He tenido oportunidad de sostener, que a fin de mantener una línea de
pensamiento coherente, o bien entendemos que la responsabilidad es subjetiva y
hay que probar la culpa, o por el contrario, la obligación es de resultado y el
comportamiento del deudor es irrelevante.
En este estado de cosas, la responsabilidad de los referidos profesionales, que a
diferencia de otros, tiene regulación legal, debe ser analizada teniendo en cuenta el
interés público y social relativo a la seguridad de los contratantes y terceros.
III. EL INCUMPLIMIENTO
1. Cumplimiento inexacto
Se trata de la recepción de una obra terminada en apariencia, pero que presenta
vicios. Frente a ello, el acreedor puede asumir diversas actitudes: aceptar la obra y
pretender la reducción de la contraprestación o la rectificación de la misma, o
rechazar la obra reclamando la resolución de acuerdo con la normativa general. En
tal sentido sostuvo Bustamante Alsina que “el derecho del acreedor a rechazar la
mala ejecución no constituye una facultad absoluta que puede ser ejercida al solo
arbitrio de aquél. Si se tratare de pequeñas imperfecciones juzgadas con un criterio
adecuado de razonabilidad habría que rechazar la oposición del acreedor a dar por
ejecutada la prestación hallando éste suficiente satisfacción con el resarcimiento del
daño ...”. De todas formas, el cumplimiento inexacto puede, en ciertos casos,
revestir tal gravedad que habilite la opción por la resolución.
2. Incumplimiento temporal
En derecho uruguayo, la constitución en mora constituye un presupuesto de la
acción resolutoria y configura el incumplimiento. A partir de la exigibilidad, se abre
un período de incertidumbre acerca de la suerte de la obligación. Por definición, se
trata de una prestación que puede cumplirse tardíamente y el incumplimiento nace
con la manifestación de voluntad expresa del acreedor en el sentido de exigir la
misma, otorgando una última oportunidad de cumplir útilmente (mora ex persona).
Por su parte, en la mora ex re constituida por la mora por la naturaleza de la
convención y la mora automática, se prescinde de la interpelación. Recientemente
la Suprema Corte de Justicia resolvió un contrato mixto de promesa de compra-
venta y contrato de construcción prescindiendo de la intimación previa. En el
contrato se había establecido como plazo de entrega de la unidad “el 31 de
diciembre aproximadamente” para un local en Punta del Este, el que recién estuvo
pronto en marzo. A mi juicio, pudo haberse entendido que la fecha pactada no
obedecía a un simple capricho sino que, por el contrario, el acreedor quería
asegurarse la prestación para el inicio de la temporada turística. El plazo debió
haberse considerado esencial, propio y subjetivo y el cumplimiento tardío sólo sería
admisible con el asentimiento del acreedor.
3. Incumplimiento definitivo
Como su nombre lo indica, se configura cuando existe certeza de que el deudor no
efectuará la prestación. Tal situación puede darse aun cuando el plazo no ha
vencido. Sobre el tema, Cafaro y Carnelli plantean la posibilidad de la resolución en
la medida en que es “adecuado al sentido común que no es necesario esperar
cuando ya están dados los presupuestos que habilitan al acreedor para actuar de
determinada manera por más que formalmente el plazo esté pendiente ... el plazo
ha perdido toda funcionalidad”, concluyendo que cuando hay certeza del
incumplimiento el acreedor puede suspender su contraprestación o demandar la
resolución.
V. PLAZO DE GARANTÍA
En el derecho uruguayo existe un plazo de diez años dentro del cual el profesional
de la construcción responde si el vicio aparece dentro del mismo. Dicho plazo
abarca todo tipo de vicios, y una vez aparecido el mismo se prescribe por el término
de las acciones personales (20 años). En la legislación argentina, la solución
consagrada por la ley 17711 <>establece un plazo de un año para pretender la
reparación de los daños a partir de la ruina y el de diez años a partir de la aparición
del vicio siempre y cuando éste se hubiese denunciado dentro de los sesenta días
de aparecido
Actualmente en el Uruguay se intenta proyectar una reforma legislativa
estableciéndose un plazo de garantía de diez años para aquellos vicios que puedan
producir la ruina y que atañen a la seguridad de la construcción; y un plazo de cinco
años para los restantes vicios o defectos que no afecten la solidez del mismo.
Estimo, que la consagración de dos plazos de garantía según el tipo de defectos
resulta adecuada a los intereses tutelados, y se compadece en mejor forma con la
situación actual. En efecto, existen materiales que no tienen una duración de diez
años y el abaratamiento del costo no incide en la parte estructural relativa a la
estabilidad del edificio. La elección de estos materiales permite a un mayor número
de personas acceder al mercado inmobiliario y la reducción del plazo de garantía
hace que las empresas asuman la construcción de más viviendas. Resulta asimismo
altamente conveniente el establecimiento de un plazo de caducidad o prescripción
de uno o dos años a partir de la aparición del vicio, siempre que éste hubiese
aparecido en el plazo de garantía (5 ó 10 años), y se denuncie en un plazo breve (60
días). Es recomendable que el plazo a establecerse —sea de prescripción o de
caducidad— rija para todos los supuestos, evitando las controversias y las
dificultades de interpretación que se dan en la Argentina en punto al alcance del
término prescripcional del artículo 1647 bis, ya que se sostiene que fuera de los
casos de ruina, la prescripción es de un año al igual que en el artículo 1646, o de
diez años, según la tesis que se sustente.