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homicidio

Colombia ocupa el tercer puesto, entre 175 países, con la tasa más alta de homicidio infantil en el
mundo, según el último informe de la organización internacional no gubernamental Save the
Children, que estudió datos entre el 2015 y el 2017. Tan solo hay que ver que el año pasado fueron
asesinados 715 menores (de 0 a 18 años) en el país. Al hablar sobre los preocupantes resultados de
este informe, Luz Alcira Granada, directora Nacional de Incidencia Política y Comunicaciones para
Colombia de Save the Children, asegura que “a los menores que crecen en medio de una guerra, que
son objetivo de grupos violentos, que padecen enfermedades y mueren a causa de ellas, y que
enfrentan una discriminación extrema se les priva de todo lo que los convierte en niños y niñas”.

La directora se detiene para resaltar la cifra de violencia intrafamiliar, pues –asegura– que en este
espacio, que debería ser en el que se encuentran más protegidos, es en realidad donde se producen
la mayoría de casos de violencia contra los niños. “Los están asesinado, violando, maltratando física
y psicológicamente en sus hogares. Es necesario que se haga algo al respecto y se invierta en
formación integral a los padres de familia”. “Es inaceptable que en 2018, millones de niños y niñas
en el mundo aún no puedan ejercer el derecho a estar protegidos, a aprender, a crecer y a jugar.
Debemos y podemos hacer más”, señala Granada.

Abuso y explotación sexual

La explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes se considera como una violación de
los derechos fundamentales de la niñez. “Esta comprende el abuso sexual por adultos y la
remuneración en metálico o en especie al niño o niña y a una tercera persona o varias. El niño es
tratado como un objeto sexual y una mercancía. La explotación sexual comercial constituye una
forma de coerción y violencia contra los niños” (Declaración del Primer Congreso Mundial sobre
Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes realizado en Estocolmo en 1996).

el abuso sexual haciendo énfasis en la explotación y la prostitucion es una de las más graves
manifestaciones de violencia contra los menores de edad. El uso que de este delito se hace con fines
de lucro en Colombia se ha convertido en una forma que se aprovechan de ellos para obtener dinero
sin importarles su integridad,salud física o mental. que, de acuerdo con Humberto Rodríguez,
Coordinador del Área Prevención de Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes
de la Fundación Renacer, “está muy arraigado al comercio de drogas, entonces hoy podemos hablar
que es el segundo delito más rentable, después del comercio de drogas, además de tener una
asociación directa entre los dos”.

Participación en el conflicto armado

a población infantil ha sido la principal víctima del conflicto armado en Colombia. Según la
Fundación Plan, la guerra ha dejado 2.300.000 niños y adolescentes víctimas. Para la Unidad de
Víctimas la cifra asciende a 2.500.000. Por su parte, el ICBF ha atendido desde 1999 hasta 2016
alrededor de 6.000 menores que han sobrevivido al reclutamiento forzado de los grupos armados.
De ellos, se calcula que el 60% salieron de las Farc.

Entre las principales afectaciones psicosociales que presentan los niños desvinculados de los grupos
criminales, se destacan alteraciones del pensamiento, retraimiento, ansiedad y depresión, problemas
de conducta, problemas sociales, problemas de atención y de concentración. Por otro lado, en
aquellos que fueron desplazados por la violencia, se encontraron problemas de salud mental
asociados con retraimiento, ansiedad, problemas sociales y traumas.

Según datos del ICBF, aproximadamente 20.200 menores fueron desplazados de sus territorios por
culpa de la violencia armada. Los departamentos que históricamente han presentado mayores
índices por este fenómeno social, son: Antioquia con 2.062 niños, Bolívar con 1.911; Tolima con
1.819; Caquetá con 1.502; Nariño con 1.279; Cauca con 1.222 y Magdalena con 1.209 menores.

En cuanto a la edad de reclutamiento, el promedio fue de 13,5 años y se desvincularon, en su


mayoría, a los 17. Actualmente estos menores pueden tener, según el Instituto, entre 11 y 32 años.
Con relación a su nivel de escolaridad, el 73% no ha terminado la primaria y sólo el 0,6% se graduó
de bachillerato.

En cuanto a la incógnita de saber si estos menores podrán superar estos traumas, según Kaplansky,
los más pequeños están en la capacidad de reprimir más rápido que los adultos la presencia de
traumas o miedos. “Por su imaginación disminuyen la sensación de impotencia y amenaza”,
explica. Generalmente los niños que han sido afectados directamente por la violencia vuelven a su
vida normal en seis meses. Si no reciben tratamiento pueden quedar con secuelas para toda su vida.
“El 90% se recupera por sí mismo con el tiempo, siempre y cuando el conflicto se haya resuelto o
pasado a planos diplomáticos. Solo el 10% queda con síntomas que necesitan intervención
psicológica”, añade.

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