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LtrrmtuRq y ENsAyo tN AtvtÉntct LtnNl y rt Clrugr

LTTERATURA Y SoCIEDAD
estudios de te oria e historia lite rana
LA LITERATURA Y tA VIDA SOCIAT'

No deseo aquí proponer una teoría sociológica del arte y de la


literatura, ni tampoco hacer una contribución original a la socio-
logía de ambas; sino apenas focalizar aspectos sociales que en-
vuelven lavida artística y literaria en sus diferentes momentos.
Del siglo pasado a nuestros días, este género de estudios ha
permanecido insatisfactorio, o al menos incompleto, debido a
lafalta de un sistema coherente de referencia, esto es, un con-
junto de formulaciones y conceptos que permitan limitar obje-
tivamente el campo de análisis y escapar, tanto cuanto posible,
al arbitrio de los puntos de vista. No sorprende, pues, que la
aplicación de las ciencias sociales al estudio del arte baya te-
nido consecuencias frecuentemente dudosas, propiciando rela-
ciones difíciles en el terreno del método.
En efecto, sociólogos, psicólogos y otros manifiestan a
veces intentos imperialistas, habiendo tenido momentos en que
juzgaron poder explicar, apenas con los recursos de sus disci-
plinas, la totalidad del fenómeno artístico. Así, problemas que
desafiaban a generaciones de filósofos y críticos parecieron de
repente fácilmente solubles, gracias a un simplismo que no tara
vez llevó al descrédito las orientaciones sociológicas y psicoló-

' NotatEste estudio es la red¿cción de una conferencia pronunciada e¡ 1.g57, en


la Sociedade de Psicologia, Sáo Paulo. [N. del A.]
44 Antonio Candido La literatura y la uicla soci.al 45

gicas, como instrumentos de interpretación del hecho literario. ectuando en sentido inverso al de las influencias externas. Esta
Es inútil recordar, en este sentido, famosas reducciones esque- preocupación es visible en la obra estética de Malraux y notoria
máticas, que se podrían reducir a fórmulas, como: "Dadme el en trabaios recientes de Etienne Souriau y Mikel Dufrenne.2e
medio, la raza, y os daré la obra"; o: "Siendo el talento y el genio Este estudio abordará de preferencia el primer aspecto,
formas especiales de desequilibrio, la obra constituye esencial- desdeñar del todo el segundo-, comenzando por indagat cua-
-sin
mente un síntoma" , y asi por delante. les son las posibles influencias efectivas del medio sobre la obra.
A propósito, y para evitar equívocos, mencionemos un Hay en este sentido dos respuestas tradicionales, aún fe-
trecho de Sainte-Beuve, que parece expresar exactamente las cundas conforme el caso, pero que deben ser puestas de lado
relaciones entre el artista y el medio: en una investigación como ésta. La primera consiste en estu-
diar en qué medida el arte es expresión de la sociedad; la
El poeta no es una resultante, ni siquiera un simple foco reflector; segunda, en qué medida es social, esto es, interesado en los
posee su propio espejo, su mónada individual y única. Tiene su problemas sociales.
núcleo y su órgano, a través del cual todo 1o que pasa se trans- Decir que él expresa la sociedad constituye hoy verdadera
forma, porque é1 combina y crea al devolver a la rcalidad.z8
obviedad; pero hubo un tiempo en que fue novedad y repre-
sentó algo históricamente considerable. En lo que toca más
El primer cuidado en nuestros días es, por tanto, delimitar los
particularmente ala literatura, esto se esbozó en el siglo xvtn,
campos y hacer sentir que la sociología no pasa, en este caso,
cuando filósofos como Vico sintieron su correlación con las
de disciplina auxiliar; no pretende explicar el fenómeno literario
civilizaciones, \&rltaire, con las instituciones, Herder, con los pue-
o artístico, sino apenas aclarar algunos de sus aspectos. En
blos. Tal vez haya sido Madame de Staél, en Francia, quien
relación al grande número de hechos de esa naturaleza, el aná-
primero formuló y esbozó sistemáticamente la verdad de que
lisis sociológico es ineficaz, y sólo desorientaría la interpretación;
la literatura es también un producto social, expresando condi
en cuanto a otros, puede ser considerada útil; para un tercer
ciones de cada civilización en que ocurre.3o Durante el siglo
grupo, finalmente, es indispensable. De él nos ocuparemos.
En este punto, surge una pregunta: ¿cuál es la influencia
xx no se fue mucho mis allá de esta verificación de orden
general, adecuada más a los panoramas que a los casos con-
eiercida por el medio social sobre la obra de arte? Digamos que
cretos, aun cuando Taine introdujo el concepto más flexible y
ella debe ser inmediatamente completada por otra: ¿cuál es la
rico de momento, para completar el medio y la taza de los
influencia ejercida por la obra de arte sobre el medio? Así
podremos llegar más cerca de una interpretación dialéctica,
superando el carácter mecanicista de las que generalmente pre-
dominan. Algunas de las tendencias más vivas de la estética 2eAndré Malraux, Les Volx du Silence, Gallimard, Paris, 1951; Étienne Souriau,
moderna están empeñadas en estudiar cómo la obra de arte 'L'arf ef la vie sociale", Cabterc Internationaux de Soclologie, V, 1948, págs. 66-
plasma el medio, crea su público y sus vías de penetración, 96; Mikel Dufrenne, "Pour une sociologie du public", bid., VI, 7949' págs. 101-
112; idem, Pbénoménologie de I'expérience estbétique, 2 vols., Presses
vol. 1, cap. 3o, págs.81-110. [N. del A.]
Universitaires de France, 1953, sobretudo
30
Ver una exposición del vínculo entre Mme. de Staél y sus predecesores alema-
28Apud René Bady, Introductlon A l'étude de la littérature frangaise, Fribourg, nes en Mary M. Colum, From tbese roots, tbe ideas tbat baue made modern lite-
Édidons de la Librairie de l'Université, 1943, pág.31. [N. del A.] rature, Cohtmbia University Press, Nueva Yotk, 1944. [N' del A.]
46 Antonio Candido La literatura y la uida social 47

tratadistas anteriores.3l En la práctica, se llegó a Ia posición crí- Para el sociólogo modemo, ambas tendencias tuvieron la
ticamente poco fecunda de valorar en qué medida cierta forma virtud de mostrar que el arte es social en dos sentidos: depende
de arte o cierta obra corresponden a la realidad. y pulularon de la acción de factores del medio, que se expresan en la obra
análisis superficiales, que intentaban explicar el arte en la me- en grados diversos de sublimación; y produce sobre los indi-
dida en que describe los rnodos de vida e intereses de tal clase viduos un efecto práctico, modificando su conducta y concep-
o grupo, verdad epidérmica, poco satisfactoria como interpre- ción del mundo, o reforzando en ellos el sentimiento de los
tación. Ejemplo típico es el libro de Sílvio Romero sobre valores sociales. Esto resulta de la propia trafi)raleza de la obra
Martins Pena donde se limita a describir los tipos creados por y no depende de la circunstancia de que los artistas y recepto-
el teatrólogo e indicar que espejan los de lavida comiente.32 res de arte estén conscientes.
La segunda tendencia es la de analizar el contenido social Paru la sociología moderna, sin embargo, interesa princi-
de las obras, generalmente con base en motivos de orden palmente analizar los tipos de relaciones y los hechos estruc-
moral o política, redundando prácticamente en afkmar o dejar turales ligados a la vida artística, como causa o consecuencia.
implícito que el arte debe tener un contenido de este tipo, y En este sentido, Ia propia literatura hermética presenta fenóme-
que ésta es la medida de su valor. Como se ve, es más afirma- nos que la hacen tan social, para el sociólogo, cuanto la poesía
ción de principios que hipótesis de investigación; representa el política o novela de costumbres, como es el caso del desarrollo
retorno, en ropas de sociología o filoso{n del siglo xx, de la de un lenguaje poco accesible, con la consecuente diferencia-
vieja tendencia sectaria que llevaba a Bossuet a proscribir el ción de grupos iniciados, y efectos positivos y negativos en las
teatro, y hoy hermana a marxistas sectarios y católicos rígidos corrientes de opinión.
en la condenación de obras que no correspondan a los valores Así, la primera tarea es investigar las influencias concretas
de sus ideologías respectivas . Tal vez la formulación más fa- ejercidas por los factores socio-culturales. Es difícil discrimi-
rnosa en este orden de ideas, y sin duda la más coherente en narlos, en su cantidad y variedad, mas se puede decir que los
su radicalismo, sea el estudio en que Tolstoi juzga, sin apela- más decisivos se ligan a la estructura social, a los valores e
ción, las obras que no le parecen transmitir un mensaie moral ideologías, a las técnicas de comunicación. El grado y la maneta
adecuado al anarquismo místico de su vejez.33 en que influyen estos tres grupos de factores varían, conforme
el aspecto considerado en el proceso artístico. Así, los primeros
se manifiestan más visiblemente en la definición de la posición
31
Ver Harry Levin, "Literature as an institution,,, in Morton Dauwen Zabel, Iiterary social del artista, o en la configuración de grupos receptores;
Opinion inAmerica, Harper & Bros., Nueva york, 1951, paravrra exposición ac- los segundos, en la forma y contenido de la obra; los terceros,
ualizada del papel de Taine y sus ideas; y, al mismo tiempo, paru valorur el
atraso en que están críticos de alta calidad. como Levin, en el tratamiento del en su factura y transmisión. Ellos marcan, en todo caso, los
problema, por mantenerse aún, más o menos, presos a una concepción dema- cuatro momentos de la producción, pues a) el aftista, bajo el
siado genérica. La exposición sistemática de las ideas de Taine se encuentra, de impulso de una necesidad interior, 1o orienta según los patro-
modo sucinto, en la famosa introducción de la Histoire de la littérature Anglaise, nes de su época, á) escoge ciertos temas, c) usa ciertas formas
17e ed., París, Hachette, s. a., vol. I, pp. V-XLN. [N. del A.l
32 Sílvio
Romero, MatÍins pena, Ensaio crítico, porto, Chardron, 1900. tN. del A.l
y d.)la síntesis resultante actúa sobre el medio.
33 Leo
Tolstoy, Vt/bat is ar.t? and Essays on art, Írad. A. Maude, Oxford University Como se ve, no conviene separar la repercusión de La obra
Press, 1942. [N. del A.] de su factura, pues, sociológicamente al menos, ella sólo está
La literatura y la uida social 49
48 Antonio Candido

el momento en que repercute y actia, porque' prefigurado (como alguien para quien se expresa algo), es
acabada en
sociológicamente, el arte es un sistema simbólico de comuni-
i*poiiUt. deiar de incluir en su explicación todos los elemen-
cación inter-humana, y como tal interesa al sociólogo' Ahora tos del proceso comunicativo, que es integrador y bitransitivo
por excelencia.
bien, todo proceso de comunicación presupone un comuni-
Este punto de vista lleva a investigar la manera en que son
cante, en este caso el artista; un comunicado, o sea,la obra; un
condicionados socialmente los referidos elementos, que son tam-
comunicando, que es el público al que se dirige; gracias a eso
se define el cuarto eleménto del proceso, esto es, su efecto.3a
bién los tfes momentos indisolublemente ligados de la produc-
Este carácter no debe oscufecef el hecho de ser el arte, emi-
ción, y se traducen, en el caso de la comunicación artistica,
nentemente, comunicación expresiva, expresión de realidades como'autor, obra, público.La actuación de los factores sociales
profundamente radicadas en el artista, más que transmisión de varía conforme el arte considerado y la orientación genetal a
nociones y conceptos' En este sentido, depende esencialmente
que obedecen las obras. Éstas --desde un punto de vista
de la intuición, tanto en la fase creadora como en la fase recep- sociológico-, se pueden dividir en dos grupos' dando l.rtgar a
tiva, dando la impresión a algunos' como Croce, que expresa lo que llamaríamos dos tipos de arte, sobre todo de literatura,
apenas rasgos irreductibles de la personalidad, desvinculados,
y que sugiero parufiiar las ideas en vista de la discusión subse-
lo qr" pot."., de esencial, de cualesquiera condicionantes trr.rrt., rro .o.r la intención de establecer una distinción
"rr categórica: arte de agregacióny de segregación'
Aunque un sociólogo no pueda acepfar las conse- ^rte
"*t.rrrár. La pimera se inspira principalmente en la experiencia co-
cuencias teóricas de su estética idealista, el hecho es que ella
lectiva y se orienta a medios comunicativos accesibles. Pfocura,
tiene el mérito de señalar este aspecto intuitivo y expresivo del
arte, viendo la poesía, por eiemplo' como un tipo de lenguaie'
en este sentido, incorporarse a un sistema simbólico vigente,
que manifiesta su contenido en la medida en que es forma' utilizando el que ya estí establecido como forma de expresión
en el momento en que se define la expresión' La pa- de determinada sociedad. La segunda se preocupa por renovar
.ito
labra"t,
seriapues, al mismo tiempo, forma y contenjdo, y en este el sistema simbólico, crear nuevos recursos expresivos y, pafa
esto, se dirige a un número al menos inicialmente reducido de
sentido la estética no se separa de la lingüística'35
Pero, justamente porque es una comunicación expresiva' receptores, que se destacan, en cuanto tales, de la sociedad'
el arte presupone algo diferente y más amplio que las vivencias
ia objeción inmediata es que' en la verdad, no se trata de
dos tipos, siendo, como son, aspectos constantes de toda obra,
del artista. Éitas serían en él todo, si fuese posible el solipsismo;
mas en la medida en que el artista recuffe al arsenal común de
ocurriendo en proporción variable según el juego dialéctico
entre la expresión grupal y las cat*cterísticas individuales del
la civilización para los temas y formas de la obra, y en la me-
artista. Mas si consideramos apenas la predominancia de uno
dida en que ambos se amoldan siempre al público, actual o
o de otro, la distinción puede ser mantenida,lo que nos inte-
resa aquí sobremanera, pues fue hecha con el pensamiento en
3" Ver, a propósito de estos elementos, Hartley and Hanley, Fu.ndamentals
of so- dos fenómenos sociales muy generales e importantes: la inte-
ctalpsycbálogit. Nueva York, Knopf, 1952, caps' II-VII, notadamente p' 27' tN' gración y la diferenciación. La integración es el conjunto de
del A.l iactores que tienden a acentuar en el individuo o en el grupo
Linguistlca generale,
la participación en los valores comunes de la sociedad. La
e
35 Benedetto Cfoce, Estetica come sclenza dell'espressione
8e ed. Bari, L^rerza, L946, passim. [N. del A']
50 Antonio Candido La literatura y la uida. social 51

diferenciación, al contrario, es el conjunto de los que tienden dualmente, sino la formación de grupos de artistas. De ahí que
a acentuar las peculiaridades, las diferencias existentes en unos seamos llevados a indicar sucesivamente la aparición del artista
y otros. Son procesos complementarios, de que depende la so_ en la sociedad como posición y papel configurados; en seguida,
cialización del hombre; el arte, igualmente, sólo puede sobre- las condiciones en que se diferencian los grupos de artistas; fi-
vivir equilibrando, a su manera, las dos tendencias referidas. nalmente, como talás grupos se diferen cian a su vez en las so-
ciedades estratificadas.
Comencemos recordando que hubo un tiempo en que se
2 exageró mucho el aspecto colectivo de la creación, concibién-
dose al pueblo, en conjunto, como creador de arte. Esta idea de
si encaramos los factores presentes en bloque en la estructura obras prácticamente anónimas, surgidas de la colectividad, vino
social, en los valores y en las técnicas de comunicación, vere_ sobre todo de Alemania, donde §(olff afirmó, en el siglo xvln,
mos pronto la necesidad de particulaizar su campo de actua_ que los poeflras atribuidos a Homero habían sido, en verdad,
ción. Tomemos los tres elementos fundamentales de la creación del genio colectivo de Grecia, a Vavés de múltiples
comunicación artística obra, público- y cantos en que los aedos recogían la tradición, y eue fueron
-autotdefine la posición yveamos
sivamente cómo la sociedad
suce_
el papel del después reunidos en una unidad precaria. Tiempo después, la
artista; cómo la obra depende de los recursos técnicos para colección de cuentos populares de los hermanos Grimm vino
incorporar los valores propuestos; cómo se configuran los como prueba aparcnte de las hipótesis de este tipo, que
públicos. Todo eso interesa en la medida en que aclare la se atendiese el abismo que va entre la ingenua historia -sin
folclórica
producción arfisfíca, y aunque nos ocupemos aquí principal_ y el refinamiento, ala altura de concepción de la lliaday de la
mente de uno de los sentidos de la relación (sociedad->arte), Odisea. En esa misma era, saturada de Volksgelsf, se esbozaron
haremos las referencias neces aria,s paru que se perciba la teorías sobre la formación popular de las epopeyas y romances
importancia del otro (arte->sociedad). En efecto, la actividad medievales, lo que era facilitado por la mengua de información
del artista estimula la diferenciación de grupos; la creación de respecto de los autores. Hoy, está superada esta noción de cuño
obras modifica los recursos de comunicación expresiva; las obras acentuadamente romántico, y sabemos que la obra exige nece-
delimitan y organizan al público. Viendo los problemas bajo sariamente la presencia del artista creador. Lo que llamamos arte
esta doble perspectiva, se percibe el movimiento dialéctico que
colectivo es el afte creado por el individuo a tal punto identifi-
engloba al arte y a la sociedad en un vasto sistema solidario de cado con las aspiraciones y valores de su tiempo, que parece di-
influencias recíprocas. solverse en é1, sobre todo tomando en cuenta que, en esos
casos, se pierde casi siempre la identidad del creador-prototipo.
L¡ poslclóru Dfl ARTrsrA Debido a uno y otro motivo, amedida que nos remontamos
en la historia tenemos la impresión de una presencia cadavez
La posición social es un aspecto de la estructura de la sociedad.
mayor de lo colectivo en las obras; y es cierto, como ya sabe-
En nuestro caso, importa averiguar cómo ésta atribuye un mos, que fuerzas sociales condicionantes guían al artista en
papel específico al creador de arfe, y cómo define su posición grado mayor o menor. En primer lugar, determinando la
en la escala social; lo que envuelve no apenas ar artisia indivi- ocasión en que la obra es producida; en segundo, juzgando de
52 Antonio Candido La literatura y la uida social 53

la necesidad de que sea producida; en tercero, si se va a volver Así, el arte presupone a un individuo que asume la inicia-
o no un bien colectivo. tiva de la obra. Pero, ¿es necesario que sea él necesariamente
Los elementos individuales adquieren significado social en un artista, definido y reconocido por la sociedad como tal? O,
la medida en que las personas coffesponden a necesidades en términos sociológicos, ¿la producción del arte depende de
colectivas; y éstas, actuando, permiten a su vez que los indivi- posición social y papeles definidos en función de él? La res-
duos puedan expresarse, encontrando repercusión en el grupo. puesta sería: conforme la sociedad, el tipo de arte y, sobre
Las relaciones entre el artista y el grupo se regulan por esta cir- todo, la perspectiva considerada. Si para la actitud romántica la
cunstancia y pueden ser esquematizadas del siguiente modo: colectividad es creadora, en el otro polo un estudioso contem-
en primer Lugar, hay necesidad de un agente individual que poráneo, Hauser, cree que las pinturas prehistóricas ya de-
tome para si la tarca de crear o presentar la obra; en segundo muestran la existencia de un artista especializado, una especie
lugar, él es o no reconocido como creador o intérprete por la de hechicero-artista, dispensado de las tareas de producción
sociedad, y el destino de la obra está ligado a esta circunstancia; económica para poder de cierta manera especializarse.3T
en tercer lugar, él utiliza la obra, asi marcada por la sociedad, Esto significaría el reconocimiento de su función social
como vehículo de sus aspiraciones individuales más profundas. desde las sociedades prehistóricas, siendo preciso notar que
Consideraciones de este tipo hacen ver lo que hay de in- Hauser entra por el terreno de la conjetura; pero de cualquier
satisfactorio y poco exacto en las discusiones que procuran modo sugiere el vínculo estrecho entre el arte y la sociedad,
indagar, como alternativas mutuamente exclusivas, si la obra es por medio de la diferenciación precoz de la función del artista.
fruto de la iniciatla individual o de condiciones sociales, cuando Se podría talvez decir que en las sociedades primitivas ocurre
en la verdad ella surge en la confluencia de ambas, indisoluble- el reconocimiento de ésta siempre que corresponda a necesi-
mente ligadas. Esto nos lleva a retomar el problema, indagando dades colectivas. Y ¿cuál seriala necesidad social de reconocer
cual es la función del artista, cual su posición social y cuales los la identidad y la posición del artista, o, en otras palabras, de
límites de su autonomia creadora. El últirno punto quedari acla- presuponer la existencia de un artista definido como tal? Res-
rado con la discusión de los dos primeros y con la presentación pondamos por medio de dos ejemplos.
subsecuente del problema del público. Entre los Tonga, grupo Banto de Mozambique, existe la
costumbre dela exaltación pública de los jefes. En consecuen-
Las caracteitsticas del arte paleolítico tienden a ptobar que, sean
cia, surge un tipo de exaltador por así decir profesional, una
cuales fueren las utilizaciones comunitarias o prácticas del arte pri-
especie de poeta palaciano: son los Mbongi, o "arautos", como
mitivo, él dependía del ejercicio del talento individual (...) Oebe-
mos poner de lado la idea de que las pinturas fueron producto
traduce Junod, que preceden a los hombres importantes,
casual del ocio forzado de una tribu de cazadores, o incluso sub-
cantando poemas laudatorios, principalmente sobre su genea-
productos de cultos mágicos. Ellas estaban sin duda asociadas a logía.38 Es sin duda una función social, que realza ciertos aspec-
tales actividades, pero el presupuesto de su producción fue la exis-
tencia de raros individuos dotados de sensibilidad y habilidad ex-
presiva excepcionales.36 37Arnold Hauser, Tbe Social History of At't,2 vols. Londres, Routledge & Kegan
Paul, 1951, vol. I, pp. 39-45. [N. del A.]
Í Herbert Read, Att and Society. Nueva York, Pantheon Books, s. f., pp. 1,4-75. s Henri A. Junod, Moeurs et coutumes des Bantous, La uie d'une tribu sud-
[N. del A.] afrlcalne, 2 vols. Paris, Payot, 1936, vol. 10 pp. 395-399. [N. del A.]
)4 Antonio Candido La literatura y la uida social 55

tos de la estructura y rcfuerza el sistema de dominación, tradu- Jorge de Lima,at no confunde las esferas de actividad y es iden-
ciéndose por los papeles atribuidos a tales arautos, piezas esen- tificado socialmente por el papel de mayor relevancia en la si-
ciales de la etiqueta de los Tonga, y que se diferencian como tuación considerada, funcionando no naravez el de artista (son
grupo de artistas parasitarios. , los casos citados) como apoyo para el desempeño de otros y
Pero existen también, entre los primitivos, embriones de como eje central de la personalidad socialmente definida. Pero,
artistas profesionales, como se ve por el segundo eiemplo, cuando el propio arte no se disocia con nitidez, el artista per-
tomado a Rivers. Éste registra, en las Islas Banks, la costumbre manece sumergido en el sincretismo de las funciones.
de que las personas posean una canción personal, que las dis- Caso esclarecedor es el de la construcción de canoas entre
tingue (si cabe la expresión contradictoria) como un blasón oral, los Trobriandeses, de la Melanesia, que Malinowski inmortalizó
y del que necesitan para ser bien recibidas más allá de la tumba en los libros por ventura más bellos de la etnología moderna.
por los espíritus de los muertos. Entre tanto, como no todos son El trabajo de fabricación es confiado a un especialista, que
capaces de hacerlos, intervienen individuos bien dotados, que acúa ayudado sea por los parientes (de este modo iniciados
tienden a especializarse como compositores. Las cantigas son en- en el oficio), sea por el propietario y por foda la comunidad.
comendadas a ellos mediante pago, p rte adelantado, parte des- Las fases, desde el corte del árbol hasta el lanzamiento al mar,
pués de la tarca lista.3e Ahí está offo tipo de necesidad social, se acompañan de conjuros e invocaciones, en su mayor parte
determinando la apanción de una función, que el artista desem- de acentuado tenor poético, proferidos conforme la impor-
peña como papel reconocido y remunerado. tancit del momento por el constructor, el propietario, o el
En todo caso, la existencia de artista realmente profesional, magoJz Tenemos en este caso una unión realmente indisoluble
que vive de su arte, dedicándose sólo a éste, no es frecuente entre la técnica material, lamagia,la poes'ta, repartiéndose ade-
entre los primitivos y constituye por lo general un desarrollo más más de eso las responsabilidades entre tres papeles sociales
reciente. En las sociedades arcaicas él no se diferencia siempre diferentes. No es posible, en este caso, hablar de un artista,
claramente de otros papeles, correspondientes a otras funcio- aunque su función integre de modo latente la construcción de
nes, porque el arte, particularmente la poesía, no se encuentra la canoa. La misma verificación puede ser hecha, en lo tocante
ella misma diferenciada de otras manifestaciones culturales.
En las sociedades modernas, la autonomía del arte permite
atribuir la calidad de artista incluso a quien lo practique al lado
de otras actividades; así es que un poeta que sea inspector de brasileños,entrelascualeslas Páginasdeourodapoesiabrasileira(l9ll)yOs
enseñanza, como fue Alberto de Oliveira,ao o médico, como cetn.melboressonetosbrasileiros(1932).Esautorde Cangdesromdnticas(1884),
Sonetos e poernas (L885), Versos e rlmas (1895), entre otras obras.
al
¡orge de Lima (1895-1,95D, médico, político y poeta alagoano, se mudó a Rio
deJaneiro en1930, donde eierció la medicina y fue profesor de literatura en la
Universidad de Brasil. Fue uno de los mayores representánte§ de la poesía negra
3e H. R. Rivers, TbeHistoryofMelanesianSociety,2 vols. Camb¡idge University
W'. en el Brasil. Entre sus libros se destacan O mundo do menino impossírc|(1925),
Press, 1914, vol. 10, pp.78-79. [N. del A.] Essa negra Fuló (7928), Ternpo e eternidade (193», A túnica tnconsúttl (1938),
a0 Alberto de Oliveira (1857-193D, profesor y poeta parnasiano carioca, fue Poemas negros(1947) e Inuengdo de orfeu G952).
presidente de la Academia Brasileira de Letras y socio correspondiente de la a2 Bronislaw Malinowski, Argonauts of the W'estern Pactfic. Londres, Routledge,

Academia de Ciéncias de Lisboa. Organizó diferentes ediciones de poetas 1)J2, caps. V, \¡I, XVII y XVIII. [N. del A.]
)o Antonio Candido La literatura y la uida social 57

a las actividades agrícolas, por el examen del abundante mate- En las sociedades estratificadas y de estructura más com-
rial presentado en otra obra de Malinowski.a3 pleia, podemos notar la influencia de las clpas sociales sobre
Unavez reconocidos como tales, los artistas pueden perma- la distribución y el carácter de los grupos de artistas e intelec-
necer desligados entre sí o vincularse, sea por medio de una tuales, que tienden a diferenciarse funcionalmente conforme
conciencia común, sea por la formación de grupos gene- 6l tipo de jerurquía social. En un estudio famoso, Max §7eber
ralmente determinados por la técnica. Ésta es, en grado mayor describe cómo se formó la élite intelectual de China, baio la
o menor, presupuesto de todo arte, envolviendo una serie de presión de exigencias administrativas, dando lugar al mandari-
fórmulas y modos de hacer que, una vez establecidos, deben ser nato, reclutado por el saber mediante un complicado y arduo
conservados y transmitidos. Es entonces frecuente en las criterio de pruebas. Peritos en la caligrafía -1ue en China es re-
civtlizaciones primitivas, pero también en las históricas, la exis- almente un arte-, los mandarines se expresaban por verdadero
tencia de ciertas cofradías que las detentan y en ellas inician estilo de casta. Este estilo constituyó un factor de diferenciación
a otros individuos. En estos grupos diferenciados y cohesio- grupal, como refinado instrumento accesible a pocos por la su-
nados, cuya sociabilidad se alimenta de la actividad técnica, tlleza, el uso del chiste, el manierismo, llegando los funcionarios
podernos ver un tipo de actuación del arte en la configuración letrados a enviar relatorios bajo la forma de poema didáctico.a5
de la estructura social. Ellos son decisivos en las civilizaciones En el Occidente medieval, los intelectuales y artistas se
sin escritura, pues sabemos que las técnicas son perecibles y congregaban en agrupamientos a veces poderosos. Si los
que su conservación acaffea problemas delicados de preserva- tornáramos en relación a la estratificación social, veríamos que
ción, iniciación y transmisión, que sólo pueden ser resueltos ella los ordenó a su imagen, orientando en consecuencia su
mediante una fuerte concentración de sociabilidad en torno de producción. Así, tenemos el clérigo teólogo, cientí-
ellas. Vemos entonces al arte asociarse al secreto y al rito, dando fico-, asimilado al estamento religioso;-filósofo,
el trovador, asimilado
lugar a la formación de grupos esotéricos, subordinando el al estamento caballeresco, o girando en torno de sus valores; los
aprendizaie a condiciones de orden iniciatoria.M arquitetos y pintores, identificados a los oficios burgueses-,
No es sólo entre los primitivos, además, que el arte asume para no mencionar los juglares de toda especie, creando y di-
aspectos marcadamente grupales. En las altas civilizaciones su- fundiendo poesía por las capas populares. No es necesari<¡
cede lo mismo, bastando recordar las cofradías de aedos en resaltar cuan semejantes correlaciones influían directamente en
Grecia o, en la Edad Media, las de construtores de catedrales. los temas y en la forma de las obras.
La sociedad corno que destaca de su medio un agrupamiento
detentor de los secretos técnicos, para realizar en un sector L¿, coNn'rcunecróN or LA oBne
dado las necesidades de todos.
La obra depende estrictamente del artista y de las condiciones
sociales que determinan su posición. Por motivos de claridad,
a3 Bronislaw Malinowski, Coral Gardens and tbeir Magic, 2 vols. Nueva York,
American Book Company,1935, passim. [N. del A.]
aa
Véa¡se los datos reunidos sobre la fuerza asociativa de los oficios, inclusive los a5
Max §[eber, Die 1]{/irtschaftsetbik der Wehreligionen, it Gesammelte Aufsaetze
de carácter artístico y pre-científico, en Richard Thu¡nwald, I'Économie Primi- zur Rellgionssozlologi.e, 4a ed. Tübingen, Mr¡hr, 1947. 1" parte, p. 395-430. tN.
tiue, fr^d. Mourey. París, Payot, 7937. pp. 157-185. [N. del A.] del A.l
58 Antonio Candido La llteratura y la uida social 59

aún más, preferí relacionar al afiisfa los aspectos estructur-ales constititución y voga de los géneros y estilos pastorales, que
propiame;te dichos; en cuanto a la obra,focalicemos el influio expresan en su origen una actividad económica bisica para la
L¡ercldo por los valores sociales, ideologías y sistemas de sobrevivencia de los griegos: la criación de cabras y ovejas, con
comunicación, que en ella se transmutan en contenido y forma, las costumbres provenidas de sus pastores. En tanto, más tar-
discernibles uperus lógicamente, pues en realidad decurren del de, la poesía pastoral se desprendió de las motivaciones inme-
irnpulso creador como unidad inseparable. Aceptada, sin em- diatas y se cargó de valores mitológicos y simbólicos (como la
baigo, la división, recordemos que los valores e ideologías rrostalgia de la Edad de Oro), para llegar finalmente a ser un re-
coniribuyen principalmente al contenido, en tanto que las finamiento artificial de sociedades urbanas, basadas en una
modalidades de comunicación influyen más en la forma' economía totlmente diversa, como las del occidente europeo
La poesía de las sociedades primitivas permite valorur la durante el Renacimiento y después de é1.
importáncia dela experiencia cotidiana como fuente de inspi- En un sector en que los valores asumen nítido catácter
,uCiót, sobre todo con referencia a las actividades y obietos ideológico, atiéndase a la influencia decisiva e inconmensu-
fuertemente impregnados de valor por el grupo. A medida en rable del cristianismo en las artes, dando lugar a la formación
que habla de ellos, el poeta asegura su posición de intérprete, de constantes que perduram hasta nuestros días, en los temas
en un sentido que a nosotfos podría frecuentemente parecer de la pintura, de la escultura, de la música, de la literatura. Si
sin valor estético. Es el caso del poema esquimal citado por las rosetas, estatuas y vitrales de las iglesias florecieron en imá-
Boas, en el cual las mujeres celebran la vuelta de una cacetia genes de santos y demonios, símbolos marianos y alegorías
feliz, con versos de este tiPo: blblicas, la Diuina Comed.ia está construida en torno a princi-
pios teológicos, dividida en un número ritual de versos y can-
Nuestros maridos vienen llegando, tos, desarrollando un sistema alusivo en torno a los valores
Yo voy a comer! intelectuales y afectivos de la religión. En el Siglo de Oro es-
pañol, los problemas de perfeccionamient<¡ espiritual dieron
Y el autor comenta que "puede parecer de todo prosaico para lugar a una rica poesía, refinándose en el hermetismo de imá-
quien no conozca las privaciones de la vida esquimal; pero tal genes correspondientes a los movimientos interiores, como la
vez estos versos insignificantes hagan que brote laalegrla de ver l'noche oscura", el "ciervo herido", el "amado" y la "amada", de
a los hombres volviendo inmunes de los peligros de la caza, San Juan de la Cruz. En nuestros días el bolchevismo, en su
más la perspectiva de una alegre velada, con todos reunidos fase ascendente, dio lugar a un tipo de novela colectivista, en
para comer y charlar".« Ahí está un caso en que determinada que los protagonistas ceden lugar al esfuerzo anónimo de la
actividad se transforma en ocasión y materia de poesía, por el rnasa, como El cemento, de Fiodor Gladkov; y a vna poesía
hecho cle representat pata el grupo algo singularmente apre- sintética, agresiva y marcante, tendiendo, en las manos de al-
ciado, lo que garuntiza su impacto emocional. Recordemos un gunos, al cartel poético, hecho parala aprehensión inmediata
ejemplo más llegado a nuestfa tradición attistica y litera,na: la, de las multitudes, como en los versos de circunstancia de
Maiakovski.
a6 .Literatufe, Music and l)ance", in Franz Boas, org. General Antbropologl, Tanto cuanto los valores, las técnicas de comunicación de
Boas,
que la sociedad dispone influyen en la obra, sobre todo en la
Nueva York, Heath & Cmnpany, 1938, pgs. 594-595. [N' del A']
La llteratura Y l,a utda soclal 61.
60 Antonio Candido

de actuación en Pero, en el momento en que la escritura triunfa como


forma, y, atravésde ella, en sus posibilidades medio de comunicaciÓn, el panorama se transfotma'La poesía
el es-
el medio. Estas técnica' p'edtn ier inmateriales -como deia de depender exclusivamente de la audición, concéntrase
tribillodelascanciones,destinadasaherirlaatenciónya¡gta- eívalores-intelectuales y puede, inclusive, dirigirse de prefe-
a obietos materiales'
barse en la memoriaf o p"O"'asociarse rencia alavisfa, como los poemas en forma de obietos o figu-
una tela'
como el libro, tln instrumento musical' ras y, modernamente, los "caligramas" de Apollinaire'
La poesía
moderna del cuarteto
Sabernos, por eiemplo' que la forma prm d. nuestro tiempo olvidó a1 auditor y se dirige principal-
pafte debido al
musical se definió, en el siglo xvIII, en
gfafi
de serenatas no podían *art. a un lector rtettto y reflexivo, capaz de vivir en el silen-
hecho de que los intérpreteJ vieneses cio y en la meditación el sentido de su canto mudo'
continuo"' y que
,rr"tp"*rt el clavecín, necesario al ".baio un nuevo sistema de Todos saben dar un eiemplo más-, la influencia
aorrr.at'encia, desarrollar -per;a
necesitaban,
"r,¿. to, i*'*-át"o' de cuerda'a7 En poesía' el decisiva del periódico sobre la literatura, creando géneros nue-
coordinaciór, vos, como lallamada cr6nica, o modificando otros ya existentes,
,"lra",la recapitulación, la propia medida del verso'
están
oomo la novela. con la invención del folletín novelesco por
iüro*; h;ir" d; q"t ella se-hubiese g*'^TP-::Ttt Gustave Planche en Francia, en el decenio de 1820, hubo una
pues' necesariamente'
dánde no había escrituia, prendiéndose alteruciónno sólo en los personaies, sino en el estilo y técnica
las exigencias de
, fos ..qrrisitos de iu t"""tiución verbal ' apoemas hornéricos narrativa. Es la clásica "novela de folletín", con lenguale acce-
;;;Jr;.ión, audición, erc. Quien de lee los
fórmulas' la constancia sible, temas vibrantes, suspensiones para nutrir la expectativa'
nota inmediatame[te la'recurráncia diálogo abundante con réplicas breves. A su vez, este género
episodios' refle-
de los atributos, la repetición de invocaciones' la vino á influir poderosamente, casi un siglo después, sobre el
i".trrro'-to'q"e parece extraño a un moderno-' nuevo arte dei cine, que se difundió en gran parte en la fase
"á"á,
;r.#; de ffechos opt'út'ot,los-famosos doublets' que tanto
sería 11e- muda, gracias a los escenarios, que obedecían más o menos a
preocupan a los eruditos' Un intérprete racionalista los mismos principios, ajustados ala pa;ntalla'
todo esto interpolacio-
vado, como Victor Bérard, a ver en óasi Recordemos, en fin, que es imposible imaginat las grandes
por que pasaron los manuscritos
nes debidas a las vicisitudes §onatas de Beethoven escritas pata clavecín o espineta; fue
la in-
prudentes recuerdan que "esas
antiguos. Los estudiosos más at- troducción del piano, con su inmensa tiqueza sonora, que le
repeticiones tienen atgo at teit^n y
prreden estar creando
obras cantadas' permitió aque[ás obras primas, para las cuales, afalta de é1, ha-
mósfera"; que los "poemas son esencralmente
que los doublets búa forzosamente que recurrir a otros medios'ae
cantadas por episodios, no íntegramente";
aedos "tuviesen la po-
"pueden ser original es",'a fin de qrle los
sibilidaddeescogerentredosversionessegúnloqu^edeseasen
declamar o conforrne el público a
que se dirigían"'48

{e ver Beniamino dal Fabbro, cr@uscolo det pianoforte. Turín, Einaudi, 1951,
aTcfr.RosemaryHughes,Haydn,Londres,Dent.,tg5o,págs'152-153'[N'delA']
Faculdade dondehayindicacionesmuyinteligentessobrelarelaciónentreelpianoylos
€ Robert Aubre tofi, Introdugao a Homero. universidade de sáo Paulo,
í3 2t4' 1956' págs' 55-56' tN' del A'1 tipos correspondientes de composición y eiecución' [N' del A']
de Filosofia, ciencia' JLlí'"s, s;letim
62 Antonio Candido Ia literatura y la uida social 63

EL púsrrco grupo que participa de la vida artistica como elemento recep-


tivo, que el artista tiene en mente al crear, y que decide del
-destino
El último punto a considerar es el del receptor de arte (parti- de la obra, al interesarse por ella y fijar en ella la aten-
cularmente de literatura), que integra al público en sus dife- dón. Pero, en cuanto en una sociedad menos diferenciada, los
rentes aspectos. Las influencias sociales son aquí tan marcadas fbceptores se encuentran por lo general en contacto directo
como en los casos vistos anteriormente. cr¡n el creador, tal cosa no se da la mayoría de las veces en
En lo que se refiere a las sociedades primitivas, o a los gru- nuestro tiempo, cuando el público no constituye un grupo, sino
pos rústicos, aún al margen de la escrituta y de las modernas un coniunto informe, es deciq sin estructura, de donde pueden
técnicas de comunicación, es menos nítida la sepanción entre o no desprenderse agrupamientos configurados. Así, los audi-
el artista y los receptores, no pudiendo hablarse muchas veces tores de un programa de rudio, o los lectores de los novelistas
de un público propiamente dicho, en sentido corriente. El contemporáneos, pueden dar origen a un "club de los amigos
pequeño número de componentes de la comunidad,ylavincu- del cantor X", o de los "lectores de Érico Veríssimo,,. O pueden,
lación íntima de las manifestaciones artísticas con los demás esporádicamente, reunirse en grupos limitados para congresos
aspectos de la vida social dan lugar, ya sea a ufia participación e iniciativas. Pero su estado normal es de .masa abstracta,,, o
de todos en la ejecución de un canto o danza, ya sea a la inter- \¡irtual", como lo caracterizóYon §[iese.5z
vención de un número mayor de artistas, ya sea a una tal con- r Existen, en una sociedad contemporánea, vatias de esas
formidad del artista a los patrones y expectativas, que mal llega colecciones informes de personas, esparcidas por todas partes,
a distinguirse. En la vida del caipira paulistaso vemos manifes- formando los varios públicos de las artes. Ellas aumentan y se
taciones como la caña-verde, donde prácticamente todos los fragmentan a medida que crece la complejidad de la estructura
participantes se tornan poetas, trocando versos y apodos; o el social, teniendo como denominador común apenas el interés
cuntnfr tradicional, donde el número de cantores se puede estético. Su acción es enorme sobre el artista. Disgustado con
ampliar al sabor de la inspiración de los presentes, ampliándose la poca resonancia de sus novelas, Thomas Hardy abandonala
los contendientes. ficción y se dedica exclusivamente ala poesía; presionado por
A medida, sin embargo, que las sociedades se diferencian la exigencia de los lectores, Conan Doyle resucita a Sherlock
y crecen en volumen demográfico, artista y público se distin- Holmes le interesaba secundariamente-, y prolonga
guen nítidamente. Sólo entonces se puede hablat de público por veinte-que
años más Ia serie de sus aventuras; deseosos de
diferenciado, en el sentido moderno haya siempre, §amay bienes materiales, muchos autores modernos se aiustan
en cualquier sociedad, el fenómeno
-aunque
básico de un segmento del a las normas de la novela comercial.
r',' Veamos ahoru la influencia de un factor socio-cultural,la
fr caipira. Individuo natural o habitante de parte de las regiones sudeste y cen- técnica, sobre la formación y caracterización de los públicos.
tro-oeste brasileiñas, especialmente Sáo Paulo, de origen rural, caracterizados
En el caso de la literatura, o de la música, las manifestaciones
por la agricultura de subsistencia, por la cultura itinerante y por no tener la pro- primitivas se ligan necesariamente a la transmisión inmediata,
piedad de la tierra. Dicc. Houaiss.
5r curu.ru. Variedad de desaflo en que los cántores improvisan, acompañándose
t2
de violas de cinco cue¡das dobles, según las imas (cateiras) propuestas por un Leopond Von §7iese, System derAllgemqinen Soziolagi.e,2a ed. Munich y Leip-
cantor (Pede§re) que no participa del desafío propiamente dicho. Dtcc. Houalss. zig, Dunkler und Humblot, 1933, p^5.406-446. [N. del A.]
64 Antonio Candido La literatura y la uid.a social

por contacto directo, y esto se suma a los motivos ya apuntados que aparecía como de Beethoven, y manifestó hastío
de orden estructural paru limitar al público e intensificar su tivo en relación a la de éste, llegando muchos a reti-
relación con el arfisfa, creador o ejecutante, y frecuentemente 5a Este hecho verídico ilustra con más elocuencia que cual-
ambas cosas. La invención de la escritura (para el caso de la exposición lo que pretendo sugerir, esto es, que aun
literatura) mudó esta situación, abriendo una era en que fueron pensamos ser nosotros mismos, somos público, perte-
tendiendo a predominar los públicos indirectos, de contactos a vna masa cuyas reacciones obedecen a condicio-
secundarios, ya referidos, y que adquirieron lmpetu vertiginoso del momento y del medio.
con la invención de la tipogrufia y el fin del mecenazgo esta- ,.Como tendemos a inteúorizar las normas sociales, nuestra
mental. En nuestros días, invenciones como el fonógrafo y el ra- es perfectamente sincera y nos da satisfacción equiva-
dio, paru el caso de la música, y la reproducción generalizada ala de los descubrimientos, tanto positivos como negati-
de los cuadros, para la pintura, en condiciones de admirable A este respecto, recordemos la caída brusca del alto
fidelidad, dieron ltgar a un tipo enteramente nuevo de público, ,qoncepto en que fue tenido Charles Morgan por las élites cultas
alterando la propia actitud general frente al atte, como se tdel Brasil (que en relación a él fueron iniciadas por las de Fran-
resalta nítidamente en los estudios de Malraux.53 &l*, a través de la crítica), en el momento en que se verificó su
Si nos volvemos ahora al comportamiento artístico de los ninguna estimación en Inglaterra, donde fue siempre conside-
públicos veremos una tercera influencia social, la de los valo- rado escritor de tercer orden, hábil y ameno pastichador sin
res, que se manifiestan bajo varias designaciones *gusto, personalidad, incapaz de satisfacer a los que hablaban su
moda, boga-, y siempre expresan las expectativas sociales, fi¡isma lengua... O, en el terreno de la música, el sincero en-
que tienden a cristalizarce en rutina. La sociedad, en efecto, fado que el público habitual de los conciertos va sintiendo
traza normas a veces tiránicas paru el amante del arte, y mucho en relación a la tríada clásica Haydn-Mozart-Beethoven, y el
de lo que juzgamos reacción espontánea de nuestra sensibi- correspondiente entusiasmo por los italianos barrocos, ahoru
lidad es, de hecho, conformidad automática a los patrones. fedescubiertos: Corelli, Geminiani, Vivaldi, etc. Hay algo más
Aunque est¿ verificación hiera nuestra vanidad,lo cierto es que que humor e ironía en los consejos "para parecer entendido",
muy pocos entre nosotros serían capaces de manifestar un jui- con que un autor reciente termina su libro, indicando de ma-
cio libre de influencias directas del medio en que vivimos. nera jocosa ciertos tipos de actitud y comentario que, aunque
En 1837 Liszt dio en París un concierto, donde se anunciaba no expresan con sinceridad nuestro juicio o nuestra cuhura
una pieza de Beethoven y otra de Pixis, oscuro compositor ya real, sirven para despertar en los otros una impresión de refi-
entonces considerado de calidad ínfima. Por inadvertencia, namiento.55 Ellos expresan la necesidad, insospechada en mu-
el programa canlúiió los nombres, atribuyendo a uno la obra del chos, de adherirse a lo que nos parece distintivo de un grupo,
otro, de tal modo que la asistencia, compuesta de gente musi- rninoritario o mayoritario, anclando nuestra reacción en el re-
calmente culta y refinada, cubrió de aplausos calurosos la de conocimiento colectivo.

r Es el propio Liszt quien relata el suceso, que cito conforme a Stanley Edgar
André Malraux, Les Voiu du Silence, op. cit) sobre todo la primera parte, "Le
53
Hyman, Tl¡e Armed Vision, Nteva York, Ihopf, 1948, págs. 323-324. [N. del A.l
musée imaginaire". Ahl, el autor llega a decir que "la reproducción creó a¡tes es Roland de Candé, Ouuerture pour une dlscothéque. Paris, Éditions du Seuil,
ficticias" 7pg. 22). [N. del A.] 1957, págs. 287-288. [N. del A.]
La literatura y la uida social
66 Antonio Candido

Un estudioso contemporáneo, tratando del lenguaje litera-


3
expresa bien este hecho, al decir que la invención de la
de qué fa
Si fueren válidas, las consideraciones anteriores muestran
mafietalos factores sociales actúan concfetamente en las artes, ' hizo posible a un ser humano crear en un dado tiempo y lugar
especialmente en la literatura. No deseo insinuar que las influen- una serie de señales, a que puede reaccionar otro ser humano, en
para
cias apuntadas sean las únicas, ni, sobre todo, que basten otro tiempo y lugar. Resulta que el escritor se ve apenas a sí
exptür h obra de arte y la creaciónt como deié claro de inicio' mismo y a las palabras, pero no ve al lector; que el lector ve las
Muchos escritores, más incomprendidos que Hardy, persisten palabras y a él mismo, pero no ve al escritor; y un tercero puede
en su rumbo; muchos aficionados resisten al gusto general;-sin ver apenas a las palabras, como parte de un objeto físico, sin
hablar que los impulsos personales predominan en la verdadera tener conciencia del lector ni del escritor. Eso puede hacer que
obra de arte sobre cualesquier elementos sociales a que se com- el escritor suponga, irreflexivamente, que las únicas partes del
binen. Pero en un plan más profundo, encontraremos siempre ',. proceso sean la primera y la segunda; y el lector suponga que el
la presencia del mLdio, en un sentido como el que sugerí; y proceso consiste en la segunda y tercerai y un crítico irreflexivo,
(de lo que no que la segunda parte es todo (...) Pero la verdad básica es que
si fuere legítimo el estudio sociológico del arte
el acto completo del lenguaje depende de la interacción de las
hay duda), los trazos estudiados parecen ponderables' .
' tres partes, cada wa de las cuales al final, sólo es inteligible (...)
Terminando, deseo volver ala' dación inextricable, desde en el contexto normal del coniunto.56
el punto de vista sociológico, entre la obra, el autor y el pú-
blico, cuya posición respectiva fue apuntada' En la medida en No es posible ptofundizar ahora el análisis complementario
que el ,it. ét fue presentado aquí- un sistema sim-
-como de la acción de la obra sobre [a sociedad, delimitando sectores de
bOli.o de comunicación interhumano, él presupone el juego gusto y corrientes de opinión, formando grupos, vehiculando
permanente de relaciones entre los tres, que forman unattiada patrones estéticos y morales, lo que deiaría más patente este
'indisoluble.
El público da sentido y realidad ala obru, y sin él gistema de relaciones. Pero, pienso haber quedado claro que el
el autor no se realiza, pues é1es de cierto modo el espeio que estudio sociológico del arte, aflorado aquí sobre todo a través
refleja su imagen en cuanto creador. Los artistas incomprendi- :i de la literatura, si no explica la esencia del fenómeno artístico,
dos, o descoÁocidos en su tiempo, p san realmente a vivir ayrda a comprender la formación y el destino de las obras; y,
la posteridad define al final su valor' De este modo, el en este sentido, la propia creación.
público es factor de ligación entre el autor y su propia- obra'
",rrrrdo
La obra, asu vez, vincula el autor al público, pues el interés
de éste es inicialmente por ella, sólo extendiéndose a la perso-
nalidad que la produio después de establecido aquel contacto
indispeniable. Así, a la serie autor-público-obra, se ufle otra:
autoi-obra-público. pero el autor, de su lado, es intermediario
entre la obra, que creó, y el público, a que se dirige; es el
agente que desencadena el proceso, definiendo una tercera Í Thomas Clark Pollock, Tbe Nature of Literature, Its relationto Science, Ianguage
serie interactiva: obra-autor-público. and Hurnan Experience. Prince¡on, 1942, págs. 1,6-17. [N. del A.]

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