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Presunciones judiciales: cómo utilizar los Search this Site...

indicios cuando no contamos con prueba


directa sobre un hecho Popular Posts Categories

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Por Javier Antonio Cornejo(*)

I - INTRODUCCIÓN

Diversos autores han analizado y clasificado a las presunciones judiciales


desde el Derecho Procesal. El presente trabajo, pretende acercar al lector la
aplicación práctica de este razonamiento judicial, que en algunos casos Seguinos por correo
electrónico
realiza el Juez al dictar sentencia, y puede llegar a determinar que haga
lugar a la pretensión del actor, o bien rechace la demanda.
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Para ello, destacaremos la importancia probatoria de los indicios, y su


utilidad para el letrado en los casos en que, al preparar una demanda, Enlaces útiles
contestación o reconvención, deba invocar hechos de difícil comprobación Corte Suprema de Justicia de la
por medios directos. Nación

Poder Judicial Formosa

Asimismo, se transcribirán diversos fallos judiciales -algunos transformados


Poder Judicial Corrientes
en verdaderas presunciones jurisprudenciales, atento su reiteración- en los
cuales el Juez valora la prueba teniendo en cuenta los indicios. Superior Tribunal de Justicia Chaco

Facultad de Derecho y Ciencias


Sociales y Políticas
De manera introductoria podemos decir, a los fines de conceptualizar a las
presunciones, que POTHIER[1] las define como las consecuencias que la ley El universitario
o el juez deducen de un hecho conocido, para afirmar un hecho
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desconocido. Realizar una presunción implica un razonamiento en virtud del
cual se parte de un hecho concreto y conocido (indicio), para afirmar la Red de Bibliotecas
existencia de un hecho que es desconocido y se busca probar.
Con tecnología de Blogger.
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II - LAS PRESUNCIONES EN GENERAL El procurador apeló el fallo de la Corte
La UABJO lleva a cabo el VII Congreso
Internacional: Derecho Procesal
Las presunciones judiciales son una especie del género presunciones. Estas Constitucional

últimas pueden clasificarse de la siguiente manera: Contactanos


Nombre

PRESUN k k IURIS ET
CIONES
m m DE IURE
Correo electrónico *

LEGALES k SUSTAN
Mensaje *
m CIALES

IURIS TANTUM

Enviar
PROCES
ALES

JUDICIAL k PROPIA
ES
m MENTE
DICHAS

(Artículo
163
inciso 5º
CPCCN)

JURISPR
UDENCIA
LES
En las presunciones legales, la conclusión del razonamiento la establece el
legislador, quien le ha asignado a determinados hechos concretos y
conocidos, una inferencia predeterminada. Estas pueden provenir tanto del
derecho de fondo, como del derecho procesal, recibiendo las primeras el
nombre de presunciones legales sustanciales (ejemplos: arts. 90, 109, 1113,
1117, 1297, 1575 del Código Civil de la Nación y arts. 67, 221, 757 del
Código de Comercio de la Nación), y las segundas presunciones legales
procesales (ejemplos: arts. 60, 388, 425 del CPCCN).

Asimismo, las presunciones legales sustanciales, contempladas en las leyes


de fondo, pueden ser “iuris et de iure” (absolutas) en los casos que no
admitan prueba en contrario, o “iuris tantum” (relativas), en los casos que sí
la admitan.

Las presunciones judiciales, también denominadas presunciones simples,


“de hombre” u “hominis”, a diferencia de las anteriores, no están
contempladas en ninguna ley. Por lo tanto, estas presunciones no se hallan
sujetas a reglas preestablecidas por el legislador, sino que serán resueltas
por el Juez, conforme los principios de la sana crítica. Tanto el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, como el de la Provincia de Buenos
Aires, en su artículo 163 inciso 5º condicionan la fuerza probatoria de las
presunciones judiciales, siendo esta limitación una garantía para las partes,
protegiéndolas de un uso discrecional por parte del Juzgador. Conforme el
citado artículo, estas presunciones constituirán prueba “…cuando se funden
en hechos reales y probados, y cuando por su número, precisión, gravedad y
concordancia, produjeren convicción según la naturaleza del juicio, de
conformidad con las reglas de la sana crítica.”

Por su parte, las presunciones judiciales pueden ser judiciales propiamente


dichas o jurisprudenciales. Las primeras son los razonamientos que en
forma particular realiza el Juez al dictar sentencia, considerando la
existencia de una determinada relación de causalidad entre un hecho
conocido (indicio) y uno desconocido. Las presunciones jurisprudenciales,
en cambio, se han conformado por reiterados pronunciamientos judiciales
que le asignan a ciertos hechos determinadas consecuencias. De esta
forma, podrían asimilarse las presunciones jurisprudenciales a las
presunciones legales, ya que actúan como normas de carácter general y
abstracto.

III - LAS PRESUNCIONES JUDICIALES

III - A. ¿EN QUÉ CASOS UTILIZAR LAS PRESUNCIONES JUDICIALES?

En ciertos casos, cuando el abogado selecciona los hechos conducentes


que invocará en la demanda, contestación o reconvención, se encuentra que
algunos de ellos son de difícil comprobación mediante prueba directa.

En efecto, el ejercicio profesional -y en especial, al realizar la entrevista con


el cliente o en el momento de elaboración de la demanda- presenta muchos
supuestos en los que el letrado se pregunta “¿cómo puedo probar los
hechos narrados por mi cliente?”. Cuando existen medios de prueba
directos, no será necesario recurrir a los indicios; pero si no los hay, la
prueba indiciaria será de vital importancia.

Ello, sin perjuicio de recordar que también podrían ser de aplicación las
cargas probatorias dinámicas, en virtud de la cual ha de probar quien se
encuentra en mejores condiciones de hacerlo, produciéndose así una
inversión en la actividad.

Solo a modo de ejemplo mencionaremos algunas de las situaciones más


comunes en las cuales debemos recurrir a los indicios, apelando a las
presunciones judiciales: si nuestro cliente invoca el adulterio como causal del
divorcio, o las injurias conyugales provocadas en la intimidad de la vida
matrimonial, o debemos probar los ingresos del demandado por alimentos
cuando no tiene un empleo registrado, o la simulación de un acto jurídico,
etc.
En todos estos casos, el esfuerzo probatorio podrá dirigirse a probar los
indicios. Destacando la importancia práctica de los indicios, ejemplifica Díaz
”…si se tratase de una demanda de divorcio por agresión a golpes contra el
cónyuge, pese a no existir una prueba directa de la injuria, v. gr. no hubo
testigos, ni confesión del demandado, el juez puede convencerse del
acaecimiento del hecho conducente por indicios: existieron altercados
precedentes, el agresor manifestó públicamente su propósito de atacar a la
víctima, una pericia revela una personalidad agresiva del demandado,
existen manchas de sangre pertenecientes a la actora en el elemento
supuestamente utilizado para la agresión, los vecinos escucharon gritos,
etcétera. Como se advierte, estos hechos, si son debidamente acreditados,
constituirán indicios, pues no tienen ninguna función representativa del
hecho a probar (la agresión propiamente dicha), sino que son hechos
autónomos de éste.”[2]

Por lo tanto, el hecho de no contar con prueba directa sobre un hecho


determinado, no será fundamento suficiente para no invocarlo en el proceso,
sino que debemos analizar si no existen otros hechos con los que se
relacione, y que puedan ser indicios de la existencia de éste.

Asimismo, a la hora de realizar los alegatos, debemos prestar especial


atención a los indicios, ya que será la oportunidad de resaltarlos, porque de
cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 163 inciso 5º del
CPCCN[3], podrán constituir los elementos de convicción, para que el Juez
deduzca de ellos el hecho conducente y controvertido que no podemos
corroborar con prueba directa.

Estos indicios son el sustento y origen fáctico de las presunciones judiciales.


COLOMBO[4] explica la diferencia entre estos dos conceptos, definiendo
como indicio el hecho real, cierto (probado o notorio) del que se pude extraer
críticamente la existencia de otro hecho no comprobable por medios
directos, según el material existente en el proceso. Presunción es el
resultado de un raciocinio en cuya virtud de la valoración de los indicios se
concluye que ese otro hecho aconteció. Los indicios constituyen el
presupuesto lógico de la presunción.
Toda vez que la presunción judicial es un razonamiento que realiza el Juez al
dictar sentencia, podemos concluir que los recaudos que establece el
artículo 163 inciso 5º del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y de
la Provincia de Buenos Aires, al establecer “Las presunciones no
establecidas por la ley constituirán prueba cuando se funden en hechos
reales y probados, y cuando por su número, precisión, gravedad y
concordancia, produjeren convicción según la naturaleza del juicio, de
conformidad con las reglas de la sana crítica”, son requisitos de los indicios,
y no de las presunciones. Por lo tanto, los indicios en que se sustente el
razonamiento del juzgador son los que deben ser graves, precisos y
concordantes.

La gravedad estará dada por su aptitud para generar la convicción del Juez,
en base a su entidad e importancia. La precisión de los indicios implica una
interpretación unívoca, puntual e indubitable. La concordancia estará
reflejada por su coherencia con otros indicios, si los hubiera, y con las
demás pruebas y las reglas de la experiencia.

A continuación citaremos a modo de ejemplo algunos fallos judiciales en los


que se puede apreciar la aplicación de las presunciones judiciales,
sustentadas en diversos indicios, conformando muchos de ellos -atento su
reiteración- verdaderas presunciones jurisprudenciales.

“Ante las dificultades que presenta la prueba directa de las relaciones


extramatrimoniales, se admite que las mismas se acrediten por medio de
presunciones, siempre que las mismas sean graves, precisas y
concordantes”. CNCiv, Sala A, 13-4-1987, E.D., 123-376.

“El adulterio puede acreditarse por medio de indicios que creen


presunciones graves conducentes al convencimiento de que la intimidad
existió en tal grado, no siendo precisa la prueba directa de la vinculación
carnal”.CNCiv, Sala C, 20-04-1982, “S., J c/ S., N H” Rep E. D. 20-A-573,
sum 18.

“La circunstancia de que la tarjeta de crédito que posee el alimentante sea


una de las consideradas en plaza como más onerosa y de mayor prestigio,
exterioriza la elevada situación económica”. CNCiv, Sala E, 26-04-1985, “C
de F.M. c/ F.M., J.C.” Rep. E.D. 20-A-199, sum 196.

“La imposibilidad de justificar fehacientemente los ingresos del obligado no


obsta a la determinación de la cuota alimentaria, desde que a tal fin se
admite uniformemente el empleo de la prueba de presunciones, que por lo
demás deben ser valoradas con criterio amplio, favorable a la prestación que
se persigue”. CNCiv, sala F, 28-12-1984, Rep. E.D. 20-A-198, sum 185.

“Son indicios de la existencia de la simulación de un acto el parentesco


existente entre las partes del negocio (en el caso, los vendedores son
padres del concubino de la compradora), como así la ausencia de prueba
eficaz de la capacidad económica de la adquirente”. CNCiv, Sala D,
09/02/1988, E.D. 129-350.

“Dentro de las presunciones jurisprudenciales la más frecuente es la de que


debe presumirse la culpa del conductor del vehículo que embiste a otro,
especialmente cuando –como acontece en el presente- la embestida se
realiza con la parte delantera del automotor en la trasera del embestido. Si
bien es una presunción iuris tantum, adquiere su relevancia probatoria
cuando coordina con otros elementos y no existe prueba en contrario”.
CNCiv, Sala H, 18-3-1999, L. 251.704, “González, Roberto Angel y otros c/
Burgos, Gustavo Daniel y otros s/ daños y perjuicios”, elDial.com, Récord
Lógico AA122.

“La calidad de rodado embistente crea una presunción iuris tantum de


culpabilidad, ya que como nadie busca ser dañado en su persona o en sus
bienes, si ello ocurrió es dable pensar que fue por descuido o imprudencia de
quien manejaba el automotor”. CCCOM Nª 1 de Corrientes, 12/03/1997,
“González Pedro O c/ Nuñez Laura M. y otro” LL Litoral 1998-626.

“En los accidentes de tránsito existe, en principio, presunción iuris tantum


de culpabilidad respecto del conductor que ha participado en el evento en
condición de embistente. Para eximirse de la responsabilidad que de tal
carácter deriva, debe acreditar acabada y fehacientemente lo contrario,
pues mientras ello no suceda el principio mencionado mantiene su plena
vigencia”.CNCiv, Sala K, 19/05/1997, “Szkoropad Eduardo L c/ Sarquis Hnos
SRL”, LL 1997-E-1008 (39.773-S)

“La procedencia de la indemnización en concepto de gastos médicos y


farmacéuticos no requiere que el reclamante pruebe su erogación siempre
que las características de las lesiones padecidas permitan concluir que
necesariamente debió incurrir en tales gastos”. CNCiv, Sala C, 03/02/1998,
“Vallejos Darío I. C/ De los Constituyentes SAT”. LL 1998-D-111.

“Si bien con respecto a este tema, en principio carecen de relevancia las
presunciones legales y de otro tipo que habitualmente se emplean para
determinar si hay culpa en uno u otro conductor, pues lo decisivo es
determinar cuál de ellos violó la señal luminosa, ello no obsta a que, en
ausencia de prueba respecto del estado de la señal, en ciertos casos pueda
juzgarse sobre la base de otros elementos que autoricen a considerar
suficientemente demostrada la falta de atención del conductor, o su no
dominio del vehículo, o un grado de alcoholemia que influya en su
comportamiento, o el deficiente mantenimiento del rodado, con influencia
causal en la producción del accidente”.CNCiv, Sala I, 25/09/1989, “Mourrat
Rodolfo c/ Chavez Carlos s/ sumario”.

IV - LA CONDUCTA DE LAS PARTES COMO INDICIO

Es de especial importancia para el ejercicio profesional tener presente que la


conducta de las partes puede ser considerada como un indicio, y apreciada
por el Juez desde un aspecto probatorio.

En efecto, en el ámbito nacional, tal como expresamente establece el


artículo 163 inciso 5º del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación –
texto incorporado por Ley Nª 22.434-, la conducta procesal de las partes
puede constituir un elemento de convicción corroborante de las pruebas: “La
conducta observada por las partes durante la sustanciación del proceso
podrá constituir un elemento de convicción corroborante de las pruebas,
para juzgar la procedencia de las respectivas pretensiones”.
En similar sentido está previsto en los Códigos de Procedimiento de Río
Negro, Misiones y Tierra del Fuego (artículo 177), Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (artículo 145), Córdoba (artículo 316), Tucumán (artículo 40).
Si bien este principio es receptado por la jurisprudencia, el Código Procesal
Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires no contempla en forma
expresa este supuesto[5].

La conducta de las partes puede ser tanto procesal como extraprocesal.


Como sostiene KIELMANOVICH[6], la conducta extraprocesal de las partes,
tanto la anterior al proceso (Vgr. adulterio), como la coetánea o
contemporánea a éste (Vgr, el adulterio sobrevenido alegado como hecho
nuevo), mientras no aparezca como el resultado del cumplimiento de una
carga, deber u obligación procesal, es indiscutiblemente objeto de la prueba,
y por ende fundamento de la resolución del Juez.

Con relación a la conducta procesal de las partes, es decir la que tienen


dentro del proceso y con relación a éste, adherimos a la postura de
LEGUISAMON[7], quien sostiene que dicha actitud es una suerte de indicio
genérico de la pretensión, pero que en principio no tiene valor probatorio
decisivo por sí misma. Por lo tanto, es un elemento que será de utilidad a los
fines de la valoración final del proceso. El Juez, al dictar sentencia
considerará la actitud de las partes como elemento de valoración, en
especial cuando la decisión sea dudosa para el magistrado. Ante dicha
situación, la parte que haya tenido una conducta omisiva, oclusiva (vgr.
destrucción de pruebas), hesitativa (vgr. apartarse de la teoría de los actos
propios) o mendaz, podrá verse perjudicada con la resolución a dictarse.

Una conducta específica de las partes en el proceso se encuentra receptada


en el artículo 4º de la Ley Nº 23.511, que establece “Cuando fuese necesario
determinar en juicio la filiación de una persona y la pretensión apareciese
verosímil o razonable, se practicará el examen genético, que será valorado
por el juez teniendo en cuenta las experiencias y enseñanzas científicas en la
materia. La negativa a someterse a los exámenes y análisis necesarios
constituirá indicio contrario a la posición sustentada por el renuente”. De
esta manera, esta norma prevé a nivel nacional en forma expresa la
valoración por parte del Juez de un indicio, que consiste en la negativa a
someterse a la prueba biológica en un proceso de filiación, siempre y cuando
la pretensión apareciese verosímil o razonable.

La valoración de la conducta de las partes puede tener tanta relevancia en el


proceso, como un elemento de convicción corroborante de las pruebas, que
si bien -como se mencionara precedentemente-, el Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Buenos Aires no lo consagra expresamente, se
aprecian reiterados análisis al respecto en la jurisprudencia provincial.
Citaremos a continuación la parte pertinente de un fallo de la Suprema Corte
de Justicia de la Provincia de Buenos Aires:

“...Me detengo ahora en la conducta desplegada por el doctor ... en el


proceso. Convocado a juicio e imputándosele responsabilidad por culpa o
negligencia en un tratamiento quirúrgico que él mismo había planteado
y sugerido a la paciente (ver posición nº 7, fs. 552 vta., art. 409, 2º párrafo,
C.P.C.), su contribución al esclarecimiento de la verdad consistió
prácticamente en la pura negativa. En particular, cabe poner de resalto
que por su propia condición de profesional especializado en oftalmología se
encontró en inmejorables condiciones para aportar los elementos de juicio
que permitiesen clarificar la situación. Y si bien esbozó una actitud de esa
naturaleza al tiempo de ofrecer la prueba, confeccionando un prolijo
cuestionario para experto oftalmológico consistente en 31 puntos de pericia,
(fs. 526), finalmente desistió del mismo a fs. 558 aduciendo “la amplitud
de la prueba rendida en autos”. ... Esta contrariedad implica una deliberada
renuencia en colaborar en el esclarecimiento de la verdad jurídica objetiva:
ante las conclusiones que le eran favorables en la pericia practicada en
autos y la probabilidad de contar con una respuesta desfavorable -respuesta
de los 31 puntos de pericia-, la posición asumida por el demandado se torna
interesada y contraria al principio de buena fe (art. 1198 del C.C.). Con
palabras del doctor Augusto Mario Morello, ante ese cuadro el juez de
acuerdo a las particularidades del caso y a la conducta obrada por las
partes, reparará en la quiebra del deber de cooperación, haciéndolo jugar
contra el infractor al representar un módulo de utilización razonablemente
adecuado para arribar a la acreditación de las afirmaciones controvertidas.
Expresándolo con las palabras del art. 163 inc. 5, apartado 2 del Código
Procesal de la Nación, esa falta de cooperación activa, entre otras
matizaciones, traduce la conducta observada por las partes durante la
substanciación del proceso y podrá constituir un elemento de convicción
corroborante de las pruebas, inclusive los indicios y presunciones, para
juzgar la procedencia de las respectivas pretensiones (en “La prueba.
Tendencias modernas”, editora Platense- Abeledo Perrot, año 1991, p. 60-
61). Si bien el Código procesal provincial no contiene igual precisión ella
constituye un principio general del derecho (art. 1198 del Código Civil). En
sentido coincidente se ha destacado la trascendencia de “la valoración de la
conducta procesal de las partes, con jerarquía de verdadero indicio
generador de una presunción hominis, meritable contra el litigante que
hubiere retaceado el aporte de elementos idóneos para la dilucidación y que,
normalmente, debería tener en su poder” (Pereira Marques, Silvina, “La
carga de la prueba en la culpa profesional médica”, en diario de
Jurisprudencia Argentina, número especial sobre “Carga probatorias
dinámicas”, del 11 de junio de 2003, Lexis Nexis, p. 72)...[8].

(*) El Dr. Javier Antonio Cornejo es abogado (UBA) y Profesor en Ciencias


Jurídicas para la Enseñanza Media y Superior (UBA). Es Coordinador del
Programa de Formación Inicial en los Fueros Civil y Comercial de la Escuela
de Posgrado del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal
(CPACF). Es Mediador matriculado en el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, actuando tanto en mediaciones oficiales como privadas; asimismo
se desempeñó como mediador del Centro de Mediaciones de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Autor de diversas
publicaciones, entre ellas el libro “Cuestiones Registrales del Régimen
Jurídico del Automotor” (Ediciones CARCOS SRL). Actualmente es Profesor
Adjunto Ordinario de la materia Derecho Procesal Civil y Comercial en la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Argentina de la
Empresa (UADE); Profesor Adjunto de la materia Derecho Procesal Civil y
Comercial en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la
Universidad Maimónides; docente Jefe de Comisión de la materia “Práctica
Profesional” en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
(UBA); Profesor Adjunto de la materia “Práctica Profesional” en la Facultad
de Derecho de la Universidad Católica Argentina de La Plata (UCALP);
Profesor Adjuntode la asignatura “Teoría General del Proceso” y “Derecho
Procesal II” de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales del Instituto
Universitario de la Policía Federal Argentina (IUPFA). A su vez, dicta cursos
sobre el Régimen Registral del Automotor en Extensión Universitaria de la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en el
Posgrado de la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA), en la
Escuela de Posgrado del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal
(CPACF) y en la Asociación de Concesionarios de Automotores de la
República Argentina (ACARA). Dictó el curso “Régimen Jurídico del
Automotor” en el Programa de la Escuela Judicial del Instituto Superior de la
Magistratura, de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia
Nacional. javier.cornejo1@gmail.com

[1] Conf. PALACIO, Lino Enrique, Manual de Derecho Procesal Civil,


Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, pág 509.

[2] DIAZ, Eduardo Adolfo. “Lineamientos de la actividad del abogado en


torno a la prueba en el proceso civil (Segunda parte) Qué hacer antes de
interponer la demanda o de contestarla” elDial - DCF83

[3] Gravedad, precisión, concordancia, numerosos.

[4] COLOMBO, Carlos J., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,


anotado y comentado, 4ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1975, t. I, p. 286

[5] Está expresamente previsto en el artículo 163 inciso 5ª 3ª párrafo del


Anteproyecto de Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Buenos Aires, de Morello, Arazi y Kaminker.

[6] KIELMANOVICH, Jorge L., Valor Probatorio de la conducta procesal de


las partes, XXII Congreso Nacional de Derecho Procesal de junio de 2003,
Paraná- Entre Ríos.

[7] LEGUISAMON, Héctor Eduardo, Las presunciones judiciales y los


indicios,cit, p 168

[8]Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Causa Ac.


82.684 del 31/03/2004, autos “Abdelnur de Molina, Amalia Beatriz contra
Meroni, José A. y otro. Incumplimiento contrato y daños y perjuicios”
http://www.scba.gov.ar/falloscompl/scba/2004/03-31/c82684.doc

Citar: elDial DC1078

Publicado el: 01/04/2009


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