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Los sectores populares y el Derecho a la Ciudad.
Entre lo legítimo y lo legal.1
RESUMEN
1
Este trabajo se inscribe en el marco del proyecto de investigación “The Rehabilitation of Consolidated Irregular Settlements in
Latin American Cities: Towards a “Third Generation” of Public Policy Analysis and Development” dirigida por el Dr. Peter Ward y
coordinada en Argentina por la Dra. Mercedes Di Virgilio. El mismo trabaja sobre la consolidación de villas y asentamientos irregulares en
el AMBA.
En este trabajo analizaremos cómo la normativa urbana en el Área Metropolitana de
Buenos Aires condiciona el Derecho a la Ciudad para los sectores populares. Para ello
utilizaremos fuentes primarias como entrevistas2 y secundarias.
1. INTRODUCCIÓN
El Estado interviene en la producción de ciudad estableciendo normativa y
regulaciones que delimitan el proceso de urbanización y las modalidades de producción del
hábitat. De esta manera, juega un rol activo en la definición de estructuras de oportunidades
para la población local, en tanto tiene incidencia en la estratificación y diferenciación socio-
territorial. En este trabajo nos proponemos analizar la normativa urbana vigente en el ámbito
del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con el fin de aproximar el marco legal que
condiciona el acceso a estructuras de oportunidad en el territorio, teniendo como horizonte la
declaración pronunciada en la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad 3. En el preámbulo de
esta carta se reconoce que “las ciudades están lejos de ofrecer condiciones y oportunidades
equitativas a sus habitantes” e identifica a las intervenciones estatales entre los principales
contribuyentes de esa situación. Destaca en el artículo 2, inciso 1, la función social de la
ciudad estableciendo que la misma debe garantizar a sus habitantes el “usufructo pleno de los
recursos que la misma ciudad ofrece”. Aún más, “las ciudades deben promulgar la legislación
adecuada y establecer mecanismos y sanciones destinados a garantizar el pleno
aprovechamiento del suelo urbano y de los inmuebles públicos y privados” para el
cumplimiento de dicho fin; estableciendo que “debe prevalecer el interés social y cultural
colectivo por encima del derecho individual de propiedad y los intereses especulativos”.
La primera parte de este trabajo está dedicada a la reflexión conceptual sobre la
intervención del Estado a través de la normativa urbana en el proceso de urbanización, y su
influencia en la definición de las estructuras de oportunidades para la población local. Luego,
analizaremos la normativa existente en el AMBA de acuerdo al orden de prelación de las
leyes.
2
Todas ellas realizadas por el equipo en argentina del proyecto de investigación “The Rehabilitation of Consolidated Irregular Settlements in
Latin American Cities: Towards a “Third Generation” of Public Policy Analysis and Development.
3
La Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad fue elaborada por diversas redes internacionales de hábitat y por un conjunto de movimientos
populares, organizaciones no gubernamentales, asociaciones profesionales, académicos y activistas de varios países. Su objetivo ha sido
“estimular un proceso amplio y democrático de debate y propuestas que señale los compromisos y medidas que deben ser asumidos por la
sociedad civil, los gobiernos locales y nacionales, los parlamentarios y los organismos internacionales para que todas las personas vivan con
dignidad en nuestras ciudades” (HIC-AL).
2. ¿POR QUÉ ANALIZAR LA NORMATIVA URBANA?
6
Las estructuras de oportunidades son “las probabilidades de acceso a bienes, a servicios o al desempeño de actividades. Estas oportunidades
inciden sobre el bienestar de los hogares, ya sea porque permiten o facilitan a los miembros del hogar el uso de sus propios recursos o porque
les proveen recursos nuevos. El término estructura alude al hecho que las rutas de bienestar están estrechamente vinculadas entre sí, de modo
que el acceso a determinados bienes, servicios o actividades proveen recursos que facilitan a su vez el acceso a otras oportunidades.”
(Katzman, 1999:9)
como resultado la profundización la brecha existente entre el área metropolitana y la ciudad
central. Las condiciones de acceso al hábitat de los sectores populares sufrieron un fuerte
deterioro, profundizando las condiciones de segregación espacial y de desigualdad social
(Rodríguez et. al., 2007:20). La localización de la vivienda condiciona el goce de los “efectos
útiles de aglomeración”, esto es, el “valor de uso que resulta de la conjunción de un proceso
particular de valorización del capital y de una configuración espacial determinada de objetos
inmobiliarios, que son al mismo tiempo, soportes de procesos de reproducción: producción y
circulación de mercancías y reproducción de fuerzas de trabajo” (Topalov, 1979:275). Según
Katzman (1999) la segregación espacial contribuye al endurecimiento de la estructura social y
reduce las probabilidades de integración social con equidad.
En este marco, el orden normativo vigente colisiona con el derecho a la Ciudad, en
tanto se garantiza el usufructo de bienes y servicios a grupos limitados. Una ciudad producida
sectorialmente o bien, apropiada sectorialmente, nos aleja de los modelos inclusivos y
democráticos de ciudad.
En este devenir, entendemos prioritario el análisis y estudio de la normativa, al menos
por dos razones. Por un lado, para criticar el orden jurídico vigente, en la medida que
obstaculice la inserción urbana plena de sectores sociales y los condene a situaciones de
informalidad persistente con todas las consecuencias negativas que esto trae aparejado.
Por otro lado, porque la efectiva aplicación de las normas depende también del
resultado de la disputa por su interpretación efectiva. En consecuencia, el conocimiento
profundo de la misma es un recurso fundamental para impulsar la implementación de
acciones que promuevan la inserción social, tanto como lo son, en otros planos, la
movilización social y política. La normativa urbana se convierte, así, en una herramienta para
intervenir en el conflicto social.
7
El Artículo 5° de la CN determina que “cada provincia dictará para sí una constitución bajo el sistema representativo de republicano, de
acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia, su régimen
municipal…”.
8
El artículo 123° completa el anterior especificando que “cada provincia dicta su constitución, conforme a lo dispuesto por el artículo 5°
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucional, político, administrativo, económico y
financiero”.
contradictorio y que deben ser tomados en cuenta en el análisis de los procesos
descentralizadores” (Chiara, Di Virgilio; 2005: 26). Las autoras citadas, apelan a la
diferenciación entre descentralización y desconcentración para echar luz sobre esa cuestión:
mientras la primera implica la transferencia de competencias desde el Estado-Nación hacia
otras personas jurídicas de carácter público; la segunda significa sólo una distribución de las
mismas entre órganos de una misma persona jurídica, o bien entre órganos de diferente
naturaleza jurídica vinculados en un orden jerárquico condicionante de sus atribuciones en
términos de autonomía.
La Constitución de la Provincia de Buenos Aires en su artículo 191º (que omitió
modificaciones en la reforma efectuada en 1994) determina que la “legislatura deslindará las
atribuciones y responsabilidades de cada departamento, confiriéndoles facultades necesarias
para que ellos puedan atender eficazmente a todos los intereses y servicios locales…”,
delimitando las atribuciones de los niveles municipales de gobierno en tanto se derivan de la
ley provincial que los rige y no de sus propias cartas orgánicas. Esa delegación por parte del
Estado provincial implica cierto grado de precariedad jurídica ya que si bien puede resultar lo
suficientemente amplia, la provincia tiene la facultad de plantear una avocación parcial o total
de esas potestades (Sabsay et al., 2002).
En este sentido, Pírez (1994: 73) señala que “la gestión urbana de la ciudad
metropolitana de Buenos Aires quedó marcada por una situación contradictoria:
centralización en los niveles superiores (nacional y provincial) y desconcentración
administrativa”. Como resultado, las políticas relativas a las prestaciones de servicios fueron
divergentes y se careció de coordinación intersectorial de las operaciones entre la provincia y
los municipios, determinando a largo plazo una ausencia de gestión global y afectando de
manera negativa los mecanismos de ocupación del suelo.
En términos generales se reconoce la trascendencia del Estado a través de las llamadas
intervenciones reguladoras, que refieren a las normas de zonificación, subdivisión y usos del
suelo (Dromi, 1987). Esas intervenciones derivan en un orden urbano específico, producto de
un largo proceso de juridización de la ciudad y de los procesos a través de los cuales ésta es
producida –entendiendo la juridización como la formalización de las relaciones y procesos
sociales en normas jurídicas- (Duhau, 2003). Este trabajo estará centrado en este tipo de
intervenciones, bajo la hipótesis de que a través de ellas el Estado condiciona el acceso de los
sectores populares a un hábitat de calidad, influyendo en sus estructuras de oportunidad y
condicionando su legítimo derecho a la ciudad.
Normativa de nivel nacional
La norma fue coherente con el carácter antipopular del gobierno de facto y repercutió
con fuerza en las formas populares de producir ciudad. El diagnóstico que guía a los autores
de la ley, y que figura en los fundamentos de la misma, es la necesidad de frenar la migración
desde los núcleos urbanos menores hacia el AMBA, que producía un crecimiento
desordenado, caracterizado por su baja densidad, escasez de infraestructura de transportes y
servicios y condiciones ambientales deficitarias.
Con este fin, establece nuevos estándares de dimensionamiento (Capítulo III) y la
condición de que el desarrollador dotara al territorio de la infraestructura básica y
equipamientos mínimos (Capítulo II), obligaciones que afectaron a las modalidades de
parcelamiento. Asimismo, “es eminentemente reglamentarista, más prohibitiva que
propositiva, adoleciendo de una sensible falta de instrumentos o herramientas de gestión que
se ha hecho más grave en los últimos años de cara a los cambios que se han producido”
(Catenazzi, 2001: 23).
En efecto, la ley obliga a que los loteos sucesivos a su promulgación sean de mayor
calidad, lo que tuvo como principal efecto el encarecimiento de los lotes, constriñendo
además el dinamismo de un segmento de mercado del suelo que a partir de la política de
loteos populares16 había facilitado el acceso a la vivienda a sectores populares. Prueba de ello
es que a partir de ese año los loteos populares son prácticamente inexistentes en la provincia
(Clichevsky, citado en Pírez, 1994)17. La ley en cambio estimula el predominio de otros
submercados de vivienda, como el de las urbanizaciones cerradas que empiezan a prosperar a
partir de esos años, alentadas también por la construcción de autopistas que permitían una
mejor accesibilidad a las mismas (Svampa, 2008).
En síntesis, la Ley Nº 8.912 no solo empeoró las condiciones de acceso al mercado de
suelo formal de los sectores populares sino que tampoco cumplió los objetivos ambientales
que se proponía. Además, la norma no incorpora mecanismos para la regulación progresiva de
los asentamientos informales que quedan en un vacío legal.
17
En este trabajo nos interesa poner de manifiesto la influencia de la Ley Nº 8.912 como freno legal a los loteos populares, pero en la
práctica, este mecanismo estaba muy debilitado por el deterioro de los salarios reales, fundamentalmente por la inflación, lo cual no quita que
pudiera haberse retomado si mejoraba la coyuntura socioeconómica.
18
La promulgación de esa Ley deriva en una “disminución del número de inquilinos y arrendatarios que pasa de 19,1% a 12,9% entre 1978 y
1988” (Rodríguez, 2005: 47).
La concurrencia de los procesos expulsivos de los sectores populares de la Ciudad de
Buenos Aires con la promulgación de la ley tuvo como principal efecto la proliferación de
urbanizaciones informales en la Provincia de Buenos Aires. Es decir, ante la sanción de
estándares muy rígidos para el proceso de urbanización en la Provincia, el proceso de
urbanización por parte de los sectores populares siguió su propia lógica generando nuevas
modalidades de ocupación. De manera paradigmática, desde la década de 1980, los
asentamientos informales fueron uno de los principales mecanismos de acceso al suelo urbano
por parte de los sectores populares. Consisten en la ocupación de terrenos, privados o
públicos, en general a partir de un proceso organizado y planificado19, que tiene como
objetivo fundamental la regularización del barrio (Merklen, 1991).
A partir del reestablecimiento de la democracia en el país, la demanda de
regularización fue una constante desde su formación y existieron numerosos casos de
transferencia de dominio exitosa en la provincia. Sin embargo, la imposibilidad de adecuar y
consolidar estos barrios siguiendo los estándares de la Ley Nº 8.912, determinó la necesidad
de generar o adecuar otro tipo de normativa para los casos concretos20.
En este contexto, se pueden citar cuatro ejemplos de instrumentos jurídicos para la
regularización y transferencia de suelo urbano, que no pueden ser profundizados en este
trabajo pero que serán objeto de futura investigación:
• El Decreto Nº 3.736 define Distritos de Urbanización Prioritaria y permite la adecuación
de la norma para permitir la consolidación de barrios residenciales. Su origen está asociado
a la localización de los asentamientos que en la mayoría de los casos no son terrenos aptos
para la urbanización21. Este mecanismo es complejo porque requiere de articulaciones con
el Municipio -encargado de la definición de usos- y con el Gobierno Nacional –por la
propiedad de la tierra, por ejemplo-, que hacen surgir múltiples dificultades políticas,
financieras y administrativas.
• La ley de expropiación, originalmente un mecanismo contemplado en el código civil
para la generación de suelo para la construcción de infraestructura y equipamientos
colectivos, se adaptó, con el consenso de la clase dirigente, para permitir la transferencia
19
Su configuración espacial, guarda relación con el loteo, se realiza de acuerdo a las formas establecidas por ley: se trazan lotes y manzanas
dejando el espacio correspondiente para la apertura de calles y para la instalación de equipamiento comunitario como escuelas y hospitales.
En cada lote puede haber solo una vivienda y en cada vivienda solo una familia. Esta característica contrasta con la villa donde predomina el
hacinamiento (Merklen, 1991).
20
Producto de los movimientos reivindicativos que se generaban en torno a los asentamientos y a la canalización de estas
demandas por diversas expresiones del peronismo bonaerense, tanto a nivel provincial como municipal.
21
Tanto por sus condiciones ambientales, como por estar por debajo de la cota mínima o por la codificación que
poseían en el plan director.
de terrenos a sus ocupantes. La expropiación es favorable en términos económicos al
propietario de los terrenos, que recibe una indemnización importante, que aumenta
proporcionalmente a medida que pasa el tiempo. Este instrumento se limita a garantizar el
no desalojo a los habitantes, sin especificar las acciones tendientes a la regularización y
transferencia dominial final, que deben ser producto de futuras instrumentaciones.
• La posesión veinteañal permite la transferencia de dominio de aquellos terrenos de carácter
privado que hubieran sido ocupados por veinte años sin reclamos del titular original de
dominio. Requiere de una acción judicial, cuyo instrumento es el “usucapión”. La
aplicación de este instrumento tampoco implica la urbanización de los terrenos, sino su
mera transferencia a los ocupantes.
• La ley Nº 24.374, más conocida como la “Ley Pierri”, es una ley de nivel nacional, pero
que fue muy desigualmente aplicada en las provincias, y de aplicación inexistente en la
Ciudad de Buenos Aires. Permite la transferencia de dominio, en la línea de la Ley
Veinteañal, pero reduciendo a diez la cantidad de años exigidos –bajo la figura de
“usucapión breve”-. Su particularidad es que la transferencia se origina en un trámite
administrativo y no judicial como en el caso de la Ley Veinteañal. Tampoco obliga a la
provisión de infraestructura mínima y equipamiento colectivo en los terrenos.
23
La jerarquía entre las normas se distribuye de la siguiente manera: la constitución nacional, las leyes nacionales, las constituciones
provinciales y de la CABA, las leyes provinciales y de la CABA, y las ordenanzas municipales.
24
El ler. Plan Director es de 1958 lo hace Prebisch Intendente y lo diseña Odilia Suarez con un gran equipo.
25
El código de Planeamiento urbano está inspirado en los lineamientos urbanísticos de la “Carta de Atenas”. Aquella se identifica con
posturas tecnocráticas que alientan la neutralidad política, y que conciben al Estado como el único actor involucrado en la planificación
(Longoni, s/f).
26
El FOS (factor de ocupación del suelo) determina la proporción de la superficie del suelo que puede ser construida. El FOT (factor de
ocupación total) determina la cantidad total de metros que pueden construirse en un determinado terreno, a través de un coeficiente que
multiplica la superficie total del terreno. Junto a la localización, son tres de los factores fundamentales para comprender la dinámica de las
rentas urbanas (Jaramillo, 1994).
27
El código fue modificado en 1990 y en el 2000, en beneficio del sectores inmobiliarios . Durante 1983 y 1991 se realizaron múltiples
excepciones.
modificaciones constituyen un caso paradigmático de la incapacidad del gobierno local para
resistir las presiones de los actores económicos locales e internacionales que intentan hacer
negocios en y con la ciudad (Gorelik, 2004).
A partir de la sanción de la Ley Nº 310/99, reglamentada en el artículo Nº 19 de la
Constitución, se creó el Consejo de Planeamiento Estratégico, “cuyo propósito es la propuesta
periódica de planes estratégicos consensuados que ofrezcan fundamentos para las políticas del
Estado” (Sabsay, s/f).
En los artículos nº 27, 29 y 104 i. 22 (reglamentados por la Ley Nº 71) la Constitución
de la CABA, establece la necesidad de definir un Plan Urbano Ambiental. Éste fue
recientemente aprobado bajo la gestión macrista luego de años de desencuentros, aunque
todavía no puede evaluarse en su implementación. Por su parte, el Consejo del PUA28
(CoPUA) , tiene entre sus atribuciones la de interpretar la normativa urbano-ambiental
vigente, para su aplicación a casos concretos. Está estipulado que este órgano se articule con
el Consejo del Plan Estratégico (COPE) con el fin de mantener la coherencia en sus
propuestas. Sin embargo, esto no se ha dado en la práctica y las propuestas del CoPE no han
alcanzado mayor resonancia.
De manera similar a lo que sucede en el resto del AMBA, las villas de la Ciudad 29 no
pueden ser regularizadas en el marco normativo vigente (en este caso delineada por el CPU),
por su rigidez normativa. A pesar de los diversos programas de regularización que se
formularon en la CABA desde la transición democrática (Plan de Radicación, PRIT, etc.), no
hubo avances significativos desde la normativa urbana para facilitar el proceso de
regularización de villas y asentamientos, y todavía hoy se calculan al menos de 150 mil
personas viviendo en villas de emergencia, Según Raúl Navas30 puede citarse como
excepción la codificación, en la década del 90’, de todas las villas de la ciudad como “Distrito
U31” (Decreto 954/91) a partir de la adopción de criterios más flexibles de regularización que
los del CPU31.
En la actualidad, la gestión macrista, reestructuró el presupuesto destinado al hábitat,
transfiriéndolo a la Corporación Buenos Aires Sur32 S.E., y desarticulando el Programa de
Radicación e Integración de Villas (PRIT, que funcionaba bajo la órbita del Instituto de la
28
Creado en el artículo 104 inciso 22 de la Constitución de la Ciudad.
29
Las villas en la Ciudad de Buenos Aires se originan a partir de los procesos de migración interna que atravesaron gran parte del siglo XX.
En décadas recientes, este flujo de población se reforzó con la migración de países limítrofes. Villas de emergencia y nuevos asentamientos
urbanos nacieron al calor de estas migraciones, y representan más de 200 mil habitantes de la ciudad.
30
Entrevista realizada el 02/06/2009 por el grupo en argentina del proyecto de investigación “The Rehabilitation of Consolidated Irregular
Settlements in Latin American Cities: Towards a “Third Generation” of Public Policy Analysis and Development.
31
A título de ejemplo se permitía el parcelamiento de lotes de hasta 72 mts2 cuando en el resto de la trama el lote mínimo multiplica varias
veces esa superficie.
32
Sociedad estatal creada en 2000 que tiene a su cargo la urbanización de las villas del sur de la ciudad de Buenos Aires.
Vivienda de la Ciudad (IVC) y que con dificultades y limitaciones realizaba magros avances.
Aún no está claro cómo está operando dicho organismo los fondos recibidos. Por el otro, esa
gestión está ejecutando con lamentable eficacia, un proceso de expulsión “por goteo” de
población radicada en villas e inmuebles ocupados a través de la entrega de subsidios
individuales33. De todos modos, el análisis de este proceso es muy incipiente y será fruto de
una investigación futura.
4. CONCLUSIONES
Del análisis precedente de la normativa urbana vigente en el AMBA se pueden extraer las
siguientes conclusiones y propuestas:
5. BIBLIOGRAFÍA
Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (1982), Suelo Urbano y Acción Pastoral, 20º
Asamblea General, “Bases para una reflexión ético teologica”, Itaicí, Brasil, 1982,
sección 2,
AUYERO, Javier, 2001. La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del peronismo,
Editorial Manantial, Buenos Aires.
CATENAZZI, Andrea, 2001. “Instrumentos urbanos y exclusión urbana. La aplicación de la
normativa urbanística en la aglomeración del Gran Buenos Aires. 1977-2000”, Versión
preliminar.