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Evolucion de la innovación tecnológica

Las ideas centrales del enfoque evolucionista de la innovación tecnológica, según López, se
enfocan inicialmente en la concepción del cambio tecnológico tal como se lo trata en la teoría
neoclásica, y luego se argumenta a favor de enfoques alternativos, en particular, de aquellos
vinculados con las corrientes "evolucionistas" También, López resalta el rol central que juega la
firma en los procesos de innovación.

Rosenberg en 1982 afirmaba que el cambio tecnológico para la teoría neoclásica es una caja negra,
una serie de instrucciones, o receta, que seguidas con precisión llevan a un resultado esperado, o
sea que el conocimiento se percibe como explícito, imitable, codificable y perfectamente
transmisible. Los agentes económicos pueden producir y usar innovaciones, sin importar su
historia previa ni su situación específica ni el ambiente institucional en el que se desenvuelven. La
tecnología es percibida como enteramente realizada con anterioridad a su incorporación a la
esfera productiva. El comercio de tecnología se realiza en un mercado perfecto.

La innovación, en un entorno neoclásico, se identifica exclusivamente con actividades formales de


I&D (Modelo Lineal de Innovación del Manual de Frascati). La Tecnología se percibe afuera del
proceso productivo.

Existe un consenso bastante extendido sobre la inadecuación del marco neoclásico para entender
la dinámica del cambio tecnológico y, nacen los llamados economistas "neoschumpeterianos" o
"evolucionistas" con sus nuevas teorías quienes más certeramente cuestionan el paradigma
neoclásico del equilibrio general.

El evolucionismo se plantea la cuestión del cambio económico, tanto de corto como,


principalmente, de largo plazo. La necesidad de construir una alternativa teórica nueva para
analizar este fenómeno deriva de la insatisfacción con el tratamiento que el mismo recibe en la
teoría neoclásica. En particular, desde el punto de vista evolucionista, las mayores deficiencias
dentro de la teoría neoclásica se observan en tres campos considerados centrales para explicar el
desarrollo de las economías modernas:

i) las características y comportamientos de las firmas;

ii) la naturaleza del cambio tecnológico;

iii) el papel de las instituciones,

En relación al análisis del cambio tecnológico, el evolucionismo introduce una diferenciación clave
con el enfoque neoclásico al distinguir información de conocimiento. Algunos elementos de
conocimiento pueden ser transferidos fácilmente (información) mientras que otros están
incorporados en agentes colectivos o individuales y son de naturaleza más bien tácita: dominio de
habilidades (skills) alcanzados mediante procesos de aprendizaje activos, que tienden a adquirir un
carácter acumulativo y específico en los agentes que las poseen.
En consecuencia, el cambio tecnológico es una actividad fuertemente tácita, acumulativa y “local”.
No sólo la naturaleza de las técnicas en uso determina el rango y la dirección de las posibles
innovaciones, sino que generalmente la probabilidad de realizar avances tecnológicos en firmas,
organizaciones y aún naciones es función del nivel tecnológico alcanzado por ellas. Aún
accediendo al mismo set de tecnologías, no necesariamente las emplearán con el mismo grado de
eficiencia. No siempre existe un conjunto bien definido de opciones tecnológicas. No es fácil
evaluar cómo funcionarán esas tecnologías en contextos distintos a aquellos en las que fueron
creadas. Las asimetrías o brechas tecnológicas entre firmas -y naciones- surgen como una
consecuencia natural de estas tendencias.

Los resultados de los procesos de innovación son siempre inciertos, y la incertidumbre inherente a
los mismos tiene cuatro dimensiones: técnica (factibilidad de alcanzar el resultado esperado);
temporal (tiempo necesario para alcanzar dicho resultado); comercial (éxito o no del
producto/proceso en el mercado) y estratégica (reacción de los competidores).

La inestabilidad macroeconómica y/o institucional afecta los procesos de generación y difusión de


tecnologías al introducir incertidumbre sobre los retornos futuros esperados

Las consideraciones expuestas llevan a cuestionar al mencionado "modelo lineal" de innovación, al


cual se le formulan varias objeciones:

i) no necesariamente la ciencia precede a la tecnología; muchas veces la relación es la


inversa,

ii) el elemento “iniciador” de las actividades innovativas no se vincula, en general, con la


“ciencia”, sino con el “diseño”,

iii) la “ciencia pura” no es algo exógeno a la economía;

iv) los procesos innovativos no consisten en etapas claramente separables o en una sucesión
de actos bien definidos, sino en procesos continuos.

Como contraposición al modelo lineal, se ha desarrollado un modelo en cadena (chain-linked) o


interactivo del proceso de innovación. Allí el proceso de innovación se caracteriza por la existencia
de continuas interacciones y feedbacks entre las distintas etapas y actividades que están
involucradas en el mismo (percepción de un mercado potencial y/o de una oportunidad
tecnológica, diseño analítico -“invención”-, tests y rediseños, producción, comercialización), en el
desarrollo de las cuales puede ser necesario que se recurra tanto al cuerpo existente de
conocimientos científicos y tecnológicos, como a investigación “nueva”. A su vez, se pone el
acento sobre la información que sube desde los estadios “aguas abajo” (comercialización y
distribución) hacia los que están “aguas arriba” (invención y/o concepción analítica del producto o
proceso). Asimismo, las relaciones entre “ciencia” y “tecnología” son de doble vía, con
retroalimentaciones mutuas en las distintas etapas del proceso de innovación.
A partir de la crítica al modelo lineal, el evolucionismo también cuestiona la clásica distinción
schumpeteriana entre invención, innovación y difusión como tres actos claramente separables, a
favor de una concepción del cambio tecnológico como un proceso continuo. (p.e. los inventos
experimentan cambios en el proceso de aprendizaje que derivan en aumentos de productividad
mayores a las originales)

A su vez, distintos trabajos han estudiado la diferente dinámica y características de los procesos de
difusión de tecnología, que pueden realizarse de forma “incorporada” (a través de la compra de
bienes de capital, componentes, insumos, etc.) o “desincorporada”. Esta última, a su vez, puede
ocurrir tanto de forma “organizada” -mediante licencias, asistencia técnica, etc.- como “no-
organizada” -por la generación de externalidades o spillovers a partir de los procesos de
innovación que realizan las firmas, de los cuales siempre surgen “filtraciones” que permiten que el
conocimiento generado en dichos procesos sea absorbido por otros agentes -(vía “ingeniería
reversa”, solicitudes de patentes, movilidad del personal, etc.)

El evolucionismo destaca el hecho de que los procesos innovativos tienen su epicentro en la firma
productora de bienes y servicios, dentro de la corporación empresaria, donde se desarrollan,
además, los procesos de producción y comercialización.

Ahora bien, dentro de la tradición neoclásica es difícil entender las diferentes estrategias y
modalidades con las cuales las firmas abordan su relación con los procesos de cambio tecnológico
e innovación. En dicha tradición, la firma -al igual que el cambio tecnológico- es una "caja negra"
dotada de un objetivo invariante: maximizar beneficios. En esta perspectiva, se omite tanto el
análisis de la firma como una organización -con estructuras, reglas, habilidades y estrategias
diferenciadas- como también su dimensión institucional -por referencia a su inclusión en contextos
sociales, históricos, legales y políticos específicos.

En contraste con esta visión, el evolucionismo afirmará no sólo que las firmas son distintas, sino
que, además, esas diferencias "importan" (Nelson, 1991). Las firmas difieren tanto en su
comportamiento como en su desempeño a partir de las opciones, discrecionales, que eligen.

Según Coriat y Dosi (1996), una buena parte de las diferencias Inter-firmas se vinculan con la
naturaleza y calidad de sus rutinas, así como con sus competencias organizacionales. Estas
competencias surgen como propiedad colectiva de las rutinas de una organización y, son difíciles
de transferir e imitar. En consecuencia, en cada momento del tiempo habrá una pluralidad de
estrategias puestas en juego por parte de las diferentes firmas. A su vez, al quedar confrontadas
con un determinado "ambiente selectivo", algunas firmas tendrán un mejor desempeño que sus
competidoras (en otras palabras, algunas estrategias demostrarán estar mejor adaptadas a las
condiciones ambientales imperantes).

Evidentemente, buena parte de las diferencias entre las firmas provienen de fuentes tales como su
estructura de propiedad, su tamaño, el origen del capital accionario, sus formas de gobierno
corporativo, etc. Estas diferencias no sólo contribuyen a definir si una firma puede o no ser
innovadora "genuina", sino que también repercuten sobre el ritmo y las modalidades con las
cuales las empresas adoptan tecnologías generadas por terceros, así como con la utilización que
hacen de dichas tecnologías.

Las competencias y capacidades tecnológicas de las firmas tienen un fuerte carácter acumulativo.
Habitualmente, los procesos innovativos dentro de la firma se realizan en las "cercanías" de los
activos tecnológicos previamente acumulados; en otras palabras, las "búsquedas" que emprenden
las firmas en respuesta a los "desafíos" u oportunidades que surgen del ambiente en el que se
desenvuelven son, en general, "locales". La naturaleza misma de las competencias acumuladas en
su seno y su capacidad para desarrollar los aprendizajes necesarios determinan las trayectorias
tecnológicas que van a seguir las firmas; el sentido de su evolución, entonces, está
predeterminado por la naturaleza misma de sus activos específicos (es path-dependent). Esto no
significa que toda conducta empresaria sigue patrones regulares y predecibles, ya que la teoría
también contempla la presencia de elementos estocásticos, tanto en la determinación de las
decisiones como en su resultado.

A su vez, la existencia de diferentes comportamientos y desempeños empresarios tiene fuertes


repercusiones a nivel macroeconómico. Así, se postula que:

i) hay una persistente heterogeneidad entre firmas en cuanto a la habilidad para desarrollar,
imitar y adoptar innovaciones tecnológicas;

ii) existen diferencias similares entre países en cuanto a sus niveles de productividad e ingresos;

iii) hay co-evolución entre ambos fenómenos a largo plazo.

Las competencias específicas para "resolver problemas" definen la capacidad, tanto de firmas
como de países enteros, para generar y adoptar nuevas tecnologías. Esas competencias dependen,
en buena medida, de las formas de organización corporativa y de los senderos específicos de
evolución de las firmas en contextos institucionales determinados. De hecho, las firmas están
habitualmente involucradas en procesos de aprendizaje interactivo, los cuales están "enraizados"
socialmente y no pueden entenderse fuera del contexto cultural e institucional en que se
desarrollan.

En efecto, las firmas no innovan en aislamiento, sino que establecen diferentes clases de
relaciones con otros agentes -competidores, proveedores, institutos de I&D, universidades, etc.-,
sin las cuales los procesos innovativos serían más lentos y de menor alcance.

Una creciente literatura enfatiza sobre el papel clave de los procesos de aprendizaje de carácter
menos “formal”. Diversos aportes en la tradición evolucionista han refinado no sólo el concepto
de “aprender haciendo” (learning by doing) apuntando que el aprendizaje requiere una inversión
específica de recursos, de distinta calidad y magnitud según los casos-, sino que han construido
clasificaciones cada vez más abarcativas de los distintos procesos de aprendizaje ”aprender con el
uso” (learning by using), “aprender con la interacción” (learning by interacting), ”aprender a
aprender” (learning to learn), etc.-, resaltando su carácter “social” y su enmarcamiento en
estructuras institucionales y productivas específicas.
También existen diferencias importantes en cuanto al modo de desarrollo y adquisición de los
conocimientos tecnológicos entre los distintos sectores productivos. Las diferencias en las
oportunidades tecnológicas, los regímenes de apropiabilidad y los patrones de demanda,
contribuyen a determinar las diferencias inter-sectoriales en el ritmo de innovación y,
conjuntamente con la naturaleza específica del conocimiento en que se basan las innovaciones,
definen las formas organizacionales características para el desarrollo de las actividades innovativas
en cada sector (Dosi 1988).

Pavitt, en 1984, ha establecido una taxonomía, luego profusamente usada en los estudios sobre
cambio tecnológico en la industria manufacturera, en donde se distinguen cuatro tipos de
sectores:

i) dominadas por proveedores de tecnologías incorporadas en insumos (supplier-dominated)


(textiles, calzado, madera, cuero, algunos alimentos, etc.): aquí, el cambio tecnológico -consistente
básicamente en innovaciones de proceso.

ii) las intensivas a escala (scale-intensive) (acero, automóviles, vidrio, bienes durables de
consumo, cemento): las innovaciones pueden ser tanto de proceso como de producto.

iii) proveedores desarrollados (specialized-suppliers) (bienes de capital, software,


instrumental, etc.): las actividades de innovación consisten básicamente en innovaciones de
producto.

iv) basada en ciencia (science-based) (química, electrónica): la innovación se vincula


directamente con los nuevos paradigmas tecnológicos que son posibilitados por los avances
científicos.

De acuerdo con Nelson (1994), las teorías evolucionistas del crecimiento se distinguen por la
introducción de dimensiones cualitativas, que habitualmente se identifican con el “desarrollo
económico”,, en contraste con las teorías convencionales que representan el proceso de
crecimiento como algo puramente cuantitativo.

Así, el desarrollo se define como un proceso “multifacético”, en el cual el cambio tecnológico, las
características de las firmas y sus comportamientos y las instituciones son vistos como los factores
que modelan patrones evolutivos específicos.

Existe un conjunto de investigaciones basadas en el empleo de técnicas econométricas con series


de tiempo de largo plazo, las cuales intentan analizar el rol de los procesos de innovación y cambio
tecnológico en los patrones de crecimiento de los distintos países. En este campo, Fagerberg
(1988) expone un modelo donde las tasas de crecimiento de cada país dependen de:

i) la difusión de tecnologías a nivel internacional;

ii) ii) las actividades innovativas internas;

iii) iii) las tasas de inversión.


En particular, Fagerberg muestra que existe una relación entre actividades tecnológicas
domésticas y PBI per cápita, y que la importancia de los esfuerzos locales crece a medida que un
país se aproxima a la frontera tecnológica.

Varios trabajos hacen hincapié en que, dado el carácter acumulativo de los procesos innovativos,
para ser capaz de absorber tecnología de los países más avanzados es necesario contar con un
suficiente stock de conocimiento en el país en desarrollo. Esto implica que la brecha inicial no
puede ser demasiado amplia. En el mismo sentido, Verspagen (1991), muestra que los países
caracterizados por una gran brecha vs. la frontera internacional y escasa capacidad social
endógena, pueden estar en una “trampa de crecimiento bajo”. En línea con estos argumentos, los
trabajos basados en el enfoque denominado de “brecha tecnológica” (Fagerberg, 1994) evidencian
que mientras que el catch-up es posible, sólo es alcanzado por aquellos países que realizan
suficientes esfuerzos en materia de educación, I&D y acumulación de capital. Los hallazgos
también sugieren que un cierto nivel de I&D es necesario aún para la imitación exitosa.

Uno de los elementos enfatizados por estos enfoques es que los spillovers tecnológicos
internacionales son relativamente débiles. Por un lado, se argumenta que el conocimiento es
difícil de transferir de un país a otro; buena parte del mismo se acumula en las firmas en forma de
trabajadores especializados, tecnología propia y know how difíciles de copiar y también en sus
interacciones con proveedores, institutos de I&D, etc. (Dosi, 1991).

Además de estas investigaciones basadas en estimaciones econométricas, hay un segundo grupo


de trabajos “heterodoxos” de carácter más “cualitativo”. La característica más señalada de dichos
trabajos es que argumentan que los procesos de desarrollo o catch-up, si bien dependen
principalmente de fuentes tecnológicas externas, requieren del surgimiento de “capacidades
sociales" o "capacidades de absorción”, que involucran la disponibilidad de recursos humanos
calificados, capacidades organizacionales al interior de las firmas, mercados de capitales eficientes
y marcos institucionales que incentiven los procesos de aprendizaje, entre otros factores.

De este modo, los países que son, en esencia, dependientes de tecnologías generadas en el
exterior, se benefician de ella en la medida en que tienen esas capacidades sociales para asimilar
los spillovers que surgen del conocimiento que importan.

La notable variación en las tasas de crecimiento entre distintos países a lo largo de las últimas
décadas debe ser atribuida en gran medida a la presencia o ausencia de las capacidades sociales
necesarias para realizar cambios institucionales, y en particular aquellos cambios institucionales
que facilitan y estimulan una alta tasa de innovación. De hecho, el proceso de desarrollo puede ser
entendido a partir de como la dinámica tecnológica interactúa con un marco institucional
específico, en procesos que han sido descriptos “co-evolución”.

El papel de lo social dentro de la dinámica de crecimiento económico es el llamado


“institucionalismo”, cuyo autor más representativo es North (1993). Según dicho autor, la
conducta de los agentes está determinada, en esencia, por el tipo de aprendizaje colectivo, que
North identifica con la "cultura", que dichos agentes realizan a través del tiempo.
Este aprendizaje se enraíza en el lenguaje, las instituciones, las tecnologías, las conductas, etc. y
genera el marco perceptivo en el cual los agentes realizan sus propios procesos de aprendizaje, lo
cual implica que existe, en dichos procesos, un fuerte aspecto de “pathdependence”.

En otras palabras, el aprendizaje es un proceso acumulativo de acondicionamiento cultural en el


cual las experiencias de cada generación se filtran a través del sistema de creencias existente y
resultan en su modificación incremental. A su vez, la “tasa de aprendizaje” determina la velocidad
del cambio económico, mientras que el tipo de aprendizaje determina la dirección de dicho
cambio. En tanto, el tipo de aprendizaje es función del esquema de incentivos vigente en cada
sociedad, que determina los retornos esperados de la adquisición de diferentes clases de
conocimiento (North, 1994).

También existe la incipiente línea de trabajos que intentan explorar las interacciones entre la
micro y la macroeconomía en una perspectiva dinámica.

En este sentido, algunos autores destacan como en una economía de alta incertidumbre
macroeconómica los agentes generalmente elegirán conductas conservadoras y defensivas, con
obvias consecuencias negativas sobre la inversión y la innovación.

En una línea similar, Erber (1999) ha señalado que las decisiones de las firmas respecto de las
actividades de innovación deben ser analizadas teniendo en cuenta que aquellas se enfrentan
generalmente a un portafolio de inversiones diversificado. Cada alternativa de inversión se
caracteriza por una cierta tasa de retorno esperada, diferentes condiciones de apropiación de
dichos retornos, variadas formas de incertidumbre (técnica, financiera, económica), una escala
mínima de gastos, distintas fuentes y condiciones de financiamiento, secuencias y timings
específicos en cuanto al desembolso de gastos, y diferentes niveles de liquidez y especificidad de
los activos en los cuales se invierte.

En este contexto, las inversiones en innovación y tecnología compiten con otras alternativas que
enfrentan las firmas en una economía capitalista de mercado.

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