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Volumen I

Parshat Behár

Acerca de cómo debemos prepararnos para recibir la Torá

Se publica en ocasión de Shabat Parshat Behár 5779


Bsd.

En esta Sijá el Rebe explica que para ser verdaderos receptores de


la Torá, es condición deshacerse por completo del sentimiento del
propio yo interior. Ni siquiera la “arrogancia de santidad” que a veces
es necesaria, debe existir en uno, de momento que la premisa es recibir
e internalizar la Torá.

Esta traducción al Español es libre. El texto en negrita corresponde


al original de la Sijá, mientras que las palabras y frases en letra clara
son agregados del Editor según su interpretación de la Sijá, puestos
de manera tal que si el lector los saltea accede a la Sijá propiamente
dicha.

2 15 de Iyar 5779

Textos originales: Likutéi Sijot, Vol. I (ídish), págs.: 279 – 281.

Traducción, Edición y Revisión final:


Rabinos David Stoler y Natán Grunblatt

*Esta Sijá no fue revisada por el Rabino Natán Grunblatt.

Likutei Sijot
Bsd.

16. Conforme lo antedicho1 comprenderemos también las pala-


bras de Rav Iosef2: “No incluyas a la humildad entre las cualidades
humanas que ya no hay en el mundo, pues estoy yo”. A simple vista,
el hecho de que él se considere a sí mismo humilde expresándolo
de manera aparentemente soberbia, “estoy yo”, ¡es lo opuesto a la
humildad!
Hay quienes explican que Rab Iosef creía, según su propio
parecer, que no merecía recibir ninguna clase de honor, pero cuando
vio que le conferían honores expresó “no digas que la humildad
no está en el mundo, pues estoy yo”, queriendo decir que si a él, a
pesar de no merecer honores, aun así, le son conferidos en gran
medida, ello evidencia la modestia (no suya propia, sino la) de la
gente de su generación.
Sin embargo, Rashi no comparte esta explicación, señalando
que las palabras “estoy yo”, lejos de ser una expresión de soberbia,
1
son una sincera auto descripción de su humildad interior – “yo soy
modesto”. Así expuesto, comprendemos que del hecho que Rab
Iosef se reconoce a sí mismo como una persona modesta no
constituye contradicción alguna con la cualidad de humildad.
Este concepto concuerda con lo explicado antes, que la verdadera
humildad consiste en que la persona es consciente de sus propias
aptitudes, incluido el reconocimiento de su propia modestia, y
aun así, su estado espiritual interior es de bitul gamur –sumisión y
auto-anulación absoluta del propio yo– pues tiene internalizada la
noción de que todas sus capacidades, aun su propia humildad, no
1 En los párrafos anteriores de esta Sijá, el Rebe explica que la preparación adecuada
para recibir la Torá por parte de cada judío consiste en descubrir dentro de sí mismo las dos
cualidades que distinguen al Monte Sinaí y a Moshé Rabeinu. Por un lado, firmeza incondicional
para materializar la Voluntad de Di-s, y simultáneamente, humildad, reconociendo en todo
momento que las propias cualidades y virtudes no son mérito propio, sino que fueron conferidas
por Di-s.
2 Sotá 49b.

Likutei Sijot
son suyas, sino que le fueron concedidas por Di-s, como se explicó
antes de dos maneras.
Es probable que ésta sea también la razón por la que Rab Iosef
es llamado con el nombre “Sinaí”3, debido a que su subordinación
y auto-anulación del propio yo era al estilo de el Monte Sinaí, que si
bien posee la virtud de ser un monte, no obstante, permanece con
bitul debido a su baja altura.
17. En base a lo expuesto, comprenderemos el dicho de la
Guemará4: “Dijo Rab Iosef: siempre la persona debe aprender del
criterio de su Hacedor, pues el Altísimo dejó de lado todas las altas
montañas y cerros, y posó Su Shejiná –Presencia Divina– sobre el
Monte Sinaí”.
Esta declaración, al momento de ser entendida cabalmente,
presenta las siguientes dificultades conceptuales: a) El apartarse de
la soberbia no constituye un buen consejo, más bien se trata de un
deber y una advertencia acerca de una prohibición terminante5; y
2 b) ¿para qué es necesario, con el fin de advertir a la persona que no
se deje llevar por la soberbia, citar como evidencia “el criterio de
su Hacedor”, es decir, la acción Divina de elegir al Monte Sinaí, si el
tema del rechazo a la arrogancia ya es abordado de modo explícito
por la Escritura6: “Todo aquel de corazón arrogante es algo
abominable para Di-s”?
De acuerdo a lo antedicho, el tema se comprenderá con facilidad:
la cita talmúdica no se refiere a la soberbia y al sentimiento del ego
negativo, propio de la kelipá –impureza–, pues no precisamos del
ejemplo del Monte Sinaí para tomar esta enseñanza, pues como se
dijo, la propia Escritura lo advierte. Aquí se alude a una “arrogancia”
de santidad, es decir, el decidido arrojo del judío por hacer lo que

3 Berajot 64a; Horaiot 14a. Véase también Eruvín 30a, y Moed Katán 12a.
4 Sotá 5a.
5 Véase Sotá 4b-5b; Rambam, Mishné Torá Hiljot Deot 2:3; Shulján Aruj del Alter Rebe,
Oraj Jaim 156:3
6 Proverbios 16:5.

Likutei Sijot
Di-s de él demanda, pero aun así, incluso de tratarse de una cualidad
necesaria y positiva para la práctica del judaísmo, cuando se trata de
Matán Torá –la Entrega de la Torá y su recepción por parte del judío–
el “recipiente”, vale decir, el estado espiritual interior adecuado, es
exclusivamente el de bitul –la subordinación a Di-s y auto-anulación
del propio yo interior–.

(de una Sijá de Shabat Parshat Bamidbar de 5718 [1958])

18. En relación al significado conceptual de Har Sinaí –Monte


Sinaí– hay otra enseñanza:
La persona puede tener diferentes incentivos que motiven su
comportamiento, no obstante, en relación a la práctica del judaísmo el
judío debe cumplir las mitzvot no por estar motivado por intereses
ulteriores – no por una recompensa material apoyándose en la
declaración del versículo: “Si por Mis Mandamientos andaréis, Yo
daré vuestras lluvias en su tiempo…”,7 tampoco por la recompensa 3
espiritual del Gan Edén y similares, e incluso siquiera con el objeto
de refinar el alma debido a los poderes cualitativos que poseen
las mitzvot – sino, de nosotros se demanda hacer las mitzvot sólo y
7 Pero uno puede preguntarse ¿por qué la Torá nos pone en conocimiento acerca de la
recompensa de las mitzvot, como es el caso del versículo de referencia, si, tal como se explica
en el interior de la Sijá, la Voluntad de Di-s es que el judío ejecute los preceptos por el solo
hecho de cumplir Su Voluntad? Para esto, hay al menos dos respuestas, cada una, aplicable
según el estado espiritual del individuo: a) Hay personas que por su estado espiritual necesitan
de cierta motivación, y si bien al principio de su camino de servir a Di-s, su cumplimiento
de mitzvot responderá a cierto interés, de todos modos, el estilo de vida judío lo conectará
con una dimensión espiritual desconocida por él, y poco a poco, reconocerá que el estado
ideal es servir a Di-s solo por amor a Él, parafraseando a Maimónides: “Hacer la Verdad por
el solo hecho de ser Verdad”, (Mishné Torá, Hiljot Teshuvá 10:2); y b) el judío que se halla
inmerso en el propósito profundo de su existencia no procura riqueza material, entonces…
¿Con qué sentido la Torá le promete recompensas materiales? ¡Si con ello no lo incentiva pues
ya está comprometido genuinamente con la Torá y las mitzvot! Esto se debe a que la verdadera
recompensa no consiste en el disfrute del bienestar en sí mismo, sino más bien, el bienestar
material brinda la posibilidad de dedicarse al estudio de la Torá y la observancia de sus mitzvot
sin ningún tipo de preocupación ni obstáculos. En otras palabras, la Torá le promete al judío,
que si él se esfuerza y se dedica a su vida judía como algo prioritario, Di-s lo liberará de toda
tribulación y molestia, bendiciéndolo con riqueza, para que le sea factible profundizar más aun
en el estudio de la Torá sin molestia alguna.

Likutei Sijot
exclusivamente porque así es el Mandato de la Voluntad Suprema.
Esta idea concuerda con el dicho: “Si se nos hubiera ordenado cortar
leños…”, una tarea por demás simple sin gran recompensa y vacía de
contenido, también hubiéramos obedecido con entusiasmo, pues al
tratarse de un Mandamiento de Di-s, lo principal es la implementación
de Su consigna, sin importar la característica de la misma.
Cumplir las mitzvot para beneficiarse de la fuerza implícita
en ellas, ya sea para curación física o refinamiento del alma, o para
obtener recompensa – hablando con franqueza – es el estilo de
servicio a Di-s de un jitzón –alguien superficial– que no se conecta,
y por ende no se entrega a la cosa en sí misma, en cambio, mientras
hace algo, en ese momento piensa en otra cosa. Por otro lado, el
pnimí –la persona reflexiva– (de acuerdo al Maamar del Rebe
Rashab8), es aquel que al hacer algo está dedicado por completo
al tema, sin pensar y sin dejar lugar para nada diferente en ese
momento.
Y esta es precisamente la enseñanza que resulta de la Entrega
4 de la Torá sobre el Monte Sinaí. Como se mencionó antes, el resto
de las montañas poseían virtudes genuinas, pero al ser que la Torá
demanda pnimiut –dedicación integra– al presentarse éstas ante
Di-s exponiendo sus virtudes y reclamando que considerándolas,
la Torá debiera entregarse sobre ellas, en ese escenario, Di-s vio que
no solo esas cualidades no constituyen argumentos válidos para
suponer entregar la Torá en ellas, sino al contrario, son argumentos
que motivan lo opuesto, pues la Torá debe ser entregada en un
lugar donde no se entremezcle ninguna cuestión accesoria, es decir,
debe ser un lugar que deje a la Torá brillar por la Torá en sí misma.
A esto se debe que la Torá fuera entregada exclusivamente en
el Monte Sinaí. Si bien también éste se distingue por ser un monte
–pues al igual que todos los montes consiste en la elevación de la
materia inerte– sin embargo, al ser que este aspecto no es notorio
ni sobresaliente, dado que es el más bajo de todos los montes, en él

8 Torat Shalom, Sijá del 19 de Kislev de 5664 – 1903.

Likutei Sijot
no se perciben cuestiones accesorias, esto lo hace ser el “recipiente”
adecuado para la Torá.
19. En base a lo explicado comprenderemos también lo que dice
el Midrash9, que antes de la Entrega de la Torá el Monte Carmel vino
de Aspamia, el Monte Tavor de Eilím y el Monte Sinaí provino
desde el Monte Moriá. De esta descripción del Midrash entendemos
que el aspecto distintivo del Monte Sinaí está vinculado con el
significado conceptual del Monte Moriá.
Lo que distingue al Monte Moriá es que sobre él ocurrió la
“Akeidá –atadura– de nuestro Patriarca Itzjak”, esto es sinónimo de
auto-sacrificio incondicional en aras de materializar la Voluntad
del Altísimo, sin que se entremezclen cuestiones accesorias. Si
entramos en el terreno de las conjeturas y la lógica, es factible el
análisis y los interrogantes si la sumisión de Itzjak para ser atado y
eventualmente sacrificado fue una actitud correcta, pues Itzjak escuchó
que sería atado para luego ser sacrificado de boca de un profeta, su
padre, nuestro Patriarca Avraham, mientras que la prohibición de 5
derramamiento de sangre humana: “Vuestra sangre, la de vuestras
almas, voy a reclamar”10, era ya en esa época un Mandamiento
ordenado por Di-s que incumbía incluso a toda la humanidad, los
Hijos de Noaj. Pero Itzjak sabía que esa era la Voluntad de Di-
s, y no entró en ningún tipo de análisis ni deducciones. Él estaba
absolutamente entregado a la Voluntad Suprema, con pnimiut –con
todo su ser– y mesirut nefesh –auto-sacrificio–. Esto, lo sucedido en
el Monte Moriá con Itzjak, es el “recipiente” para la Torá que luego
fue entregada en un monte, el Sinaí, que trajo consigo las aptitudes y
cualidades de lo sucedido en el Monte Moriá.

(de una Sijá del Segundo día de Shavuot de 5715 [1955])

9 Midrash Tehilím.
10 Bavá Kamá 91b.

Likutei Sijot
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