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¿Dónde?
(Geografía)
América es el escenario. Dos continentes unidos mediante una cadena de istmos y un
rosario de islas. Cada uno semeja un gran triángulo, cuya base se encuentra en su
porción norte. Ha sido comparada como un todo a un huso. Extendida desde los 71º N
hasta los 56º S y flanqueada por dos grandes océanos entre los 35º y los 168º O, tiene
14000 km. de longitud N – S y desde 70 (Istmo de Panamá) hasta 6400 km. de anchura
E – O (Terranova – Estrecho de Behring), cubriendo una extensión territorial de
42’186,998 km 2, correspondiendo de ellos aproximadamente 17’942,000 a América del
Sur.
El clima es muy variado, dada la amplia faja latitudinal y el rango de variadas alturas,
existiendo amplia variedad en América del Norte, siendo tropical en América Central y
tropical y subtropical en la porción septentrional de América del Sur, frío en los Andes y
templado en los niveles bajos del este. En la costa del Pacífico de América del Norte
predominan en invierno vientos húmedos del SO, en el resto del territorio del N y O. En
el Pacífico de América del Sur vienen del SO, en el Atlántico del NE y SE y soplan del N
en el Gran Chaco y la Pampa. En el verano de Norteamérica los vientos del Pacífico
vienen del O y el NO, del S en el centro y la costa oriental, y se mueven del Este en el
Caribe y América Central. Las precipitaciones pueden ser muy escasas como en las
zonas desérticas del SO de América del Norte o muy abundantes como en América
Central y el Amazonas, alcanzando 8000 mm anuales.
Los ríos más caudalosos del mundo están en América. En América del Norte se
cuentan cuatro vertientes: el Ártico (río Yukón), el Pacífico con cursos cortos (río
Fraser), el Golfo de México (río Mississipi) y el Atlántico (río San Lorenzo). Algunos ríos
se conectan a grandes lagos en esta región. En América Central los ríos no son
caudalosos, desembocando en tres vertientes: lagos Nicaragua y Managua, el Caribe y
el Pacífico. En América del Sur aparece la vertiente del Pacífico también con cursos
cortos, la del Atlántico (río de La Plata) y el Caribe (río Orinoco). La vegetación es
xerófila en el ártico y se transforma en bosques en la tundra. Praderas y estepas
caracterizan las regiones templadas. Bosques, praderas, sabanas y estepas aparecen
en las zonas tropicales. La vegetación es raquítica en los desiertos y semidesiertos
salitrosos y de selva en las zonas tropicales. La rica variedad de la fauna se apoya en
una extensa variedad de regiones naturales (3).
Cuadro 1.
Regiones naturales de América.
¿Quiénes?
(Demografía)
En 1998 la población general de la Región era estimada en unos 800 millones de
habitantes, lo que equivale al 14 % de la población mundial. El 37 % reside en América del
Norte, otro tercio en Brasil y México y el tercio restante se distribuye en los demás 43
(5)
países y territorios de la Región . Esta zona está enfrentando la transición demográfica,
con disminución pronunciada de las tasas totales de fecundidad, disminución de la
mortalidad infantil y aumento de la esperanza de vida al nacer. No obstante subsisten
grandes diferencias en el desarrollo socioeconómico, siendo los países en vías de
desarrollo los que presentan más agudos contrastes sociales y más altos indicadores de
pobreza. Los países en vías de desarrollo se concentran en América Latina y el Caribe.
Según estadísticas de las Naciones Unidas, América Latina y el Caribe (ALC) tenían 283
millones de habitantes en 1970 y 482 millones en 1995. Se estima una población de 604
millones para el año 2010. En el Cuadro 2 se presentan los datos y proyecciones de la
población total y la tasa de crecimiento en ALC. Los programas de educación y
planificación familiar emprendidos en la mayoría de los países han permitido que la tasa
media de crecimiento anual en ALC, que en el período 1970-1975 era de 2,44, haya
descendido a 1,84 en el quinquenio 1990-1995. Aún así, se proyecta una población de 524
millones de habitantes para el año 2000.
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Cuadro 2
Población total y tasa de crecimiento en América Latina y el Caribe
Quince ciudades de América Latina figuran entre las 100 ciudades mayores del mundo.
Estas ciudades son: São Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre, Recife,
Salvador y Fortaleza en Brasil; Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey en México;
Buenos Aires, Argentina; Lima, Perú; Bogotá, Colombia; Santiago, Chile; y Caracas,
Venezuela. En estas ciudades se manifiesta uno de los procesos de urbanización más
rápidos del mundo.
Para el año 2000, las 110 ciudades de ALC con más de 500.000 habitantes constituirán
50% de la población urbana regional. Sin embargo, enfrentar el problema habitacional de
millares de ciudades grandes, intermedias y menores que están por debajo de los 500.000
habitantes significará un reto posiblemente mayor, puesto que en ellas se asienta la otra
mitad de la población urbana. Esta tendencia se incrementará, ya que las proyecciones
indican que las metrópolis se irán estabilizando demográficamente para dar paso al
crecimiento de ciudades menos populosas.
1995 asciende a 358 millones (74%). A nivel regional la población rural ha permanecido
constante en unos 125 millones en los últimos años y se predice incluso que tendrá ligeras
disminuciones en el futuro. Esto indica que todo el crecimiento demográfico en los países
será absorbido por las ciudades. En el Cuadro 4 se presentan datos de la población
urbana y rural en ALC por país para el año 1995.
Cuadro 3
Población urbana y rural, porcentaje respecto al total y
tasa media de crecimiento anual en América Latina y el Caribe
Cuadro 4
Población urbana(a) y rural y porcentaje de la población total
por país en América Latina y el Caribe para el año 1995
¿Cómo se caracterizan?
(Educación y salud).
Se reconoce que las causas de las enfermedades son múltiples, entre ellas, la pobreza, la
desnutrición, la vivienda deficiente y la carencia de servicios de saneamiento básico. El
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Cuadro 5 muestra que 15 países de ALC tienen tasas de mortalidad infantil por encima de
30 por cada 1.000 niños nacidos vivos en el quinquenio 1990-1995. La tasa media de
mortalidad infantil para América Latina y el Caribe en dicho quinquenio es de 47 por 1.000
niños nacidos vivos, valor que es 4 a 6 veces superior a lo observado en las regiones más
desarrolladas del mundo, como Europa (11 por 1.000) y América del Norte (8 por 1.000).
Cuadro 5
Tasa de mortalidad infantil durante 1990-1995
en América Latina y el Caribe por grupos de países
Tasa de Países
mortalidad
infantil(*)
Menos de 10 Barbados
Entre 10 y 20 Antillas Neerlandesas, Chile, Costa Rica, Cuba, Guadalupe, Jamaica, Uruguay,
Trinidad y Tobago
Entre 20 y 30 Argentina, Bahamas, Suriname, Venezuela, Panamá
Entre 30 y 40 Belice, Colombia, México
Entre 40 y 50 Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, Paraguay, República
Dominicana
Entre 50 y 60 Brasil, Nicaragua, Perú
Más de 60 Bolivia, Haití
(*) Defunciones de niños de 0 a 1 año de edad por cada mil niños nacidos vivos.
En las últimas décadas aumentó el valor de la esperanza de vida al nacer (EVN) en ALC.
En el período 1990-1995 ese valor se incrementó en 3 años. Como se muestra en el
Cuadro 6, salvo Haití y Bolivia, todos los países alcanzaron 60 años o más de EVN, valor
establecido como meta mundial en la estrategia de salud para todos en el año 2000.
Respecto a la meta regional de las Américas establecida en 70 años, 17 países de ALC ya
la habían sobrepasado en 1995.
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Cuadro 6
Esperanza de vida al nacer (*) durante 1990-1995
en América Latina y el Caribe por grupos de países
Cuadro 7
Población analfabeta de 15 y más años en América Latina y el Caribe
por grupos de países en 1990
(Porcentaje de la población de 15 y más años)
% Población Países
analfabeta
Menos de 5% Argentina, Guyana, Jamaica, Uruguay
Entre 5% y 10% Chile, Costa Rica, Cuba, Paraguay, Suriname
Entre 10% y 15% Colombia, Ecuador, México, Panamá, Perú y Venezuela
Entre 15% y 20% Brasil, República Dominicana
Entre 20% y 30% Bolivia, El Salvador, Honduras
Más del 30% Guatemala, Haití
Cuadro 8
Evolución del PIB por habitante en América Latina y el Caribe
(a)
Fuente: CEPAL. Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, Edición 1995.
(b)
CEPAL. Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, Edición 1996.
Los indicadores macroeconómicos son pues alentadores en ALC. Entre 1981 y 1992 las
exportaciones de países no industrializados creció en un 17 % en US$, aunque de forma
contrastada entre países (114 % en Chile, 99 % en Paraguay, 21 % en Ecuador, 19 % en
Jamaica, en República Dominicana, Haití y Venezuela no crecieron). Asimismo han
aumentado los flujos de capital de 100 000 millones por año en la primera mitad de los 80s
hasta 850 000 millones en 1993, lo que representó el 5 % del producto doméstico bruto de
la región. Sin embargo, el 70 % de este capital se dirigió a las 8 más grandes economías
de la región en 1991. Con relación a la deuda externa, el cociente de la misma sobre el
total de exportaciones disminuyó de 362 en el período 84 – 88 a 221 en el 95. La inflación
decreció exceptuando en Venezuela. A estos resultados contribuyeron la privatización, la
desregulación y la liberalización del mercado, lo cual se observa como tendencia en los
90s, hechos que promoverían inversiones extranjeras y domésticas (8).
Si bien se está recuperando el PIB por habitante en la mayoría de los países, las
inversiones y el ahorro aún siguen siendo bajos y los índices de pobreza e indigencia se
mantienen e incluso se han acentuado en algunos de ellos. En el Cuadro 9 se presentan
los porcentajes del total de hogares en situación de pobreza e indigencia en ALC. El 41%
de los hogares estaban en situación de pobreza en 1994 (36% del total de hogares
urbanos y 55% del total de hogares rurales); el 17% de los hogares estaban en situación
de indigencia en 1994 (12% del total de hogares urbanos y 33% del total de hogares
rurales).
Cuadro 9
Hogares en situación de pobreza e indigencia en América Latina y el Caribe
(porcentaje del total de hogares)
(a) Porcentaje de hogares cuyo ingreso es inferior al doble del costo de una canasta
básica de alimentos. Incluye los hogares en situación de indigencia.
(b) Porcentaje de hogares cuyo ingreso es inferior al costo de una canasta básica de
alimentos.
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Cuadro 10
Situación de pobreza e indigencia urbana por grupos de países
para los años 1992 y 1994
(porcentaje del total de hogares)
Las desigualdades entre ricos y pobres para acceder a una mejor calidad de vida y más
amplias oportunidades se acrecientan cada vez más. Los gobiernos reconocen que la
distribución del ingreso, hoy más concentrada e inequitativa que a fines de los años
setenta, constituye un grave escollo para lograr progresos en materia de reducción de
las carencias habitacionales y urbanas de la región. La marcada inequidad de la
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distribución del ingreso en la región y el alto costo de las viviendas dejan fuera del
mercado habitacional a una gran proporción de los hogares. Por otro lado los servicios
eléctricos, de telecomunicaciones y sanitarios (aguas servidas, desechos sólidos) tienen
un impacto directo en la calidad de vida urbana y el mejoramiento de los recursos
humanos, sin embargo no se distribuyen equitativamente, por lo que contribuyen a
acentuar las diferencias de las oportunidades entre los diversos grupos sociales.
Cuadro 11
Promedio de personas por cuarto, en el área urbana(a), en América Latina y el Caribe
por grupos de países alrededor de los años 1970 y 1980
(Número de personas)
(a) No todos los datos corresponden al área urbana, los promedios de Argentina,
Barbados, Brasil, Costa Rica, Guatemala, Guyana, México, y Trinidad y Tobago
corresponden al total del país.
(b) Para 1980 no hay datos disponibles para Barbados, El Salvador, Guyana, Honduras,
Jamaica, Nicaragua y República Dominicana.
La CEPAL, con base en documentos de OPS y CELADE, indica que las deficiencias en
la vivienda y el saneamiento constituyen un determinante reiterado del exceso de
mortalidad y una característica sistemáticamente vinculada a los niveles de pobreza, el
rezago socioeconómico y la inequidad territorial en ALC. En el informe se subraya que
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CELADE, al analizar los factores de riesgo para la supervivencia infantil en Costa Rica
en relación con las condiciones de la vivienda (referidas al estado del material de la
casa, el abastecimiento de agua y el saneamiento, y el hacinamiento), encontró
indicadores de mortalidad infantil de 27 por mil en las familias que habitaban viviendas
en malas condiciones, mientras que ese índice era de 16 por mil para los que ocupaban
viviendas adecuadas 1.
Otros aspectos que afectan la salud de los habitantes y que están aún poco explorados
en ALC son los problemas derivados de la carencia de infraestructura de acceso para
minusválidos en el entorno de las viviendas y en los edificios, el almacenamiento de
químicos peligrosos como los solventes y los agroquímicos y el uso de las viviendas
como pequeños talleres. En la vivienda campesina subsiste el problema de
contaminación del aire interno por la quema de combustibles fósiles, problema que ha
sido estudiado por algunas ONG en Guatemala y otros países centroamericanos.
Existe también el problema de los edificios multifamiliares de bajo costo, en los que
además de los problemas de hacinamiento, existen problemas de carácter térmico, de
calidad del aire, de ventilación, ruido e iluminación. Algunos de los miembros de la Red
Interamericana de Centros de Salud en la Vivienda han empezado a estudiar estos
problemas. El Centro de Chile ha realizado estudios relacionados con la salud
psicosocial por el hacinamiento y la falta de entornos adecuados en Santiago. El Centro
de Cuba, ha realizado estudios sobre aspectos térmicos y de ruidos en edificios
multifamiliares, que llevaron a la aprobación de normas constructivas.
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Cada país tiene su propia definición de lo que es una vivienda adecuada basados en la
información disponible sobre los últimos censos de vivienda donde se clasificó el parque habitacional sobre
la base de información relativa a los materiales de construcción predominantes (por ejemplo, materiales de
muros, pisos y techos) y al tipo de vivienda. En algunos países incluso se recurre a otras variables como
servicios sanitarios, abastecimiento de agua, eliminación de excretas, y año de construcción. (Véase
CEPAL, “Alojar el desarrollo: una tarea para los asentamientos humanos”, donde se detalla el criterio
utilizado por cada país.
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Cuadro 12
Hogares y viviendas existentes en América Latina
Fuente: Adaptado de CEPAL, Alojar el desarrollo: una tarea para los asentamientos humanos
(LC/L.906(CONF.85/3)Rev.1), Santiago de Chile, 15 enero de 1996, Cuadro 8.
Cuadro 13
Carencia habitacional
Fuente: CEPAL. “Alojar el desarrollo: Una Tarea para los Asentamientos Humanos”, 1995.
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Debido al intenso proceso de urbanización regional de las últimas décadas, 358 millones
de latinoamericanos y caribeños, o sea 74% del total, viven hoy en zonas urbanas. Sin
embargo, en esta década dicho proceso ha pasado a una fase más pausada, a medida
que el crecimiento demográfico se desacelera, sobre todo gracias a la menor fecundidad
derivada de la forma de vida urbana. Sin embargo, la reducción de la presión demográfica
no ha atenuado las grandes necesidades de viviendas nuevas y su permanente
incremento. Al comparar los censos se advierte que la formación de nuevos hogares sigue
aumentando a pesar del menor crecimiento demográfico, situándose en alrededor del 3%
anual. Tal aumento se relaciona con la reducción progresiva del tamaño medio de los
hogares que se observa en la región, a medida que avanza la transición demográfica y las
familias adoptan una forma de vida urbana en los diferentes países.
A su vez la región cuenta con estructuras familiares más diversificadas, que establecen
nuevas exigencias de estándares y ubicaciones habitacionales acordes con las dinámicas
urbanas nacionales. Por ejemplo, en los países que primero se urbanizaron, como los del
Cono Sur, el envejecimiento relativo derivado de la disminución de la fecundidad y el
aumento de la esperanza de vida eleva el número de hogares unipersonales y
bipersonales, en gran medida constituidos por personas de edad avanzada.
Cuadro 14
Déficit de viviendas y aumento anual de nuevos hogares en ALC(a)
(a)
Porcentaje considerado de la población de América Latina y el Caribe en 1990:
96.15%
Fuente: Adaptado de CEPAL, Alojar el desarrollo: una tarea para los
asentamientos humanos (LC/L.906 (CONF.85/3)/Rev.1), Santiago de
Chile, 15 enero de 1996, Cuadro 9.
De acuerdo con las proyecciones, sólo para mantener el parque habitacional existente
sería necesario producir sobre medio millón de viviendas por año, a las que habría que
adicionar las que demanden los hogares formados durante el mismo período, lo que
sitúa las metas de construcción entre 2.3 y 3.2 millones de unidades anuales, sólo para
que no aumente el déficit acumulado.
Hasta ahora son casi inexistentes las medidas destinadas a mejorar el parque
habitacional actual, por lo que las tasas de deterioro y obsolescencia siguen siendo
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Después que el gasto público en vivienda experimentó en los años ochenta un deterioro
en términos reales per cápita y como porcentaje del PIB, se produjo una recuperación
en 1990 a 1995 que, si bien fue importante, no ha logrado alcanzar los valores
registrados en los primeros años de la década de 1980. Es así como en la mayoría de
los países, el gasto real per cápita en vivienda a comienzos de los años noventa
continúa siendo inferior al de principios de los años ochenta. Por lo mismo, para
incrementar la cobertura y la calidad de la política habitacional, los países buscan, por
una parte, incorporar nuevos recursos provenientes, sobre todo, del sector privado y,
por otra, ajustar los programas de modo de focalizar mejor los recursos disponibles en
los grupos de atención prioritaria, especialmente los pobres.
Para atraer nuevos recursos e inversiones hacia el sector habitacional, muchos países
han cambiado su tradicional esquema de manejo de recursos, que operaba en forma
segmentada del resto del sistema financiero mediante una banca especializada en
vivienda, por sistemas financieros abiertos, que por lo general resultan más eficientes y
transparentes. El desarrollo alcanzado por el sector de la construcción se debe en gran
parte a la confianza demostrada por los inversionistas institucionales en los nuevos
sistemas financieros para la vivienda. Si bien hasta ahora la participación del sector
privado en el campo habitacional se ha centrado en los segmentos de mercado de
mayor rentabilidad, hay interesantes experiencias nacionales de extensión de esta
participación hacia la vivienda del sector medio y medio bajo, con el consiguiente alivio
de la carga presupuestaria de los gobiernos en este ámbito. En países que iniciaron
tempranamente la adecuación de sus sistemas de financiamiento, como es el caso de
Chile, la participación de la inversión pública en el sector de la vivienda, que en 1972
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era de 72% del total, logró reducirse a un 19% en 1994, sin que ello haya significado
una menor proporción de viviendas inscritas en los programas de apoyo estatal.
Por otra parte, en general los programas de vivienda social han tendido a ampliar su
cobertura, incentivando el ahorro de los propios beneficiarios, incluso los de menores
recursos a través de programas de financiamiento compartido. La concepción de
programas altamente subsidiados, pero con dificultades de replicabilidad y a veces
regresivos, ha cedido paso a otra en que la tasa de esfuerzo exigida se determina con
mayor precisión y el compromiso financiero del beneficiado antes y después de la
obtención de su vivienda resulta fundamental.