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La guerra en el pensamiento de Freud y EinsteinLa guerra en el pensamiento


de Einstein y Freud. Un intercambio epistolar.

Article · November 2015

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Alfredo Rodríguez
Universidad Camilo José Cela
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La guerra en el pensamiento de Freud y Einstein
Alfredo A. Rodríguez Gómez
12 de noviembre de 2015

Resumen
Este documento analiza el intercambio de cartas entre Einstein y Freud sobre la guerra,
basado en el libro ¿Por qué la guerra? Cartas entre Einstein y Freud. Se plantea en el
análisis si la principal solución dada en la respuesta de Freud, un Gobierno mundial, es
alcanzable o utópica.

Abstract
This paper analyzes the exchange of letters between Einstein and Freud about the War,
based on the book Why war? Letters between Einstein and Freud. It arises in the analysis
should the main solution identified in Freud’s response, a World Government, is
achievable or utopian.

Palabras clave:
Einstein, Freud, Sociedad de Naciones, guerra, comportamiento humano, utopía.

Keywords:
Einstein, Freud, League of Nations, war, human behavior, utopian.

1. INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO
Antes de realizar en análisis que se propone el autor, se considera oportuno establecer el
contexto en que se produjo el intercambio de cartas: quiénes eran los protagonistas y en
qué marco histórico y político tuvieron lugar.
Empezando precisamente por este punto, es imprescindible señalar cuándo tuvieron
lugar: en el período entreguerras; un momento en Europa realmente complejo y en un
continente devastado por la I Guerra Mundial y en pleno proceso de recuperación pero
con las tensiones que pocos años después dieron lugar a la II Guerra Mundial. Es decir,
en un momento en que la guerra estaba muy presente en la sociedad, y en que los peligros
de la paz alcanzada como consecuencia de, entre otros, el Tratado de Versalles hacía
presagiar un riesgo, luego confirmado, en Alemania.
Es significativo que el período de entreguerras, en que se escriben las cartas, fue de
deterioro de la democracia debido a grandes causas como el deterioro de la economía y
la Gran Depresión (1929-1933), el ensanchamiento de las divisiones sociales, el
nacionalismo y el auge de nuevas dictaduras autoritarias; Unión Soviética, Italia y
Alemania, como más significativas (Coffin y Stacey, 2012).
Las cartas obedecen a un encargo de la Sociedad de Naciones (también conocida como
Liga de las Naciones como traducción literal de League of Nations) al Instituto
Internacional de Cooperación para “organizar un intercambio epistolar entre intelectuales
representativos ‘sobre temas elegidos para servir a los intereses de la Liga de las Naciones
y de la vida intelectual’” (Carrasco, 2013, p. 53).
No hace falta decir que la fallida Sociedad de Naciones, de alguna forma precursora
de la actual ONU, tenía una preocupación legítima por la guerra dado que esa era su
finalidad esencial: la búsqueda de la paz.
Einstein, quien recibió el encargo de elegir tema e interlocutor, era un ya prestigioso
científico, doctor en Ciencias Físicas y Premio Nobel, cuyas convicciones en materia
política lo llevaron a soñar con un gobierno mundial que evitara el uso de bombas como
las que arrasaron Hirosima y Nagasaki (Biografías y Vidas, 2014). Como pensador, como
científico, sus ideales eran la bondad, la belleza y la verdad (Einstein, 1995).
Sigmund Freud fue un famoso médico judío preocupado e investigador de, entre otras
cosas, la sexualidad y la interpretación de los sueños, con un prestigio tal que se convirtió
en referencia universal y permanente en ambos campos; además de la medicina, tuvo una
obra cultural destacada (Biografías y Vidas, 2014).
En ninguno de los casos –con Einstein o Freud– se pretende descubrir las aportaciones
de los protagonistas de estas cartas a la ciencia; lo importante de ambos en este análisis
es que tuvieron una fructuosa correspondencia entre ellos sobre temas variados iniciada
con ocasión del setenta cumpleaños de este último, el 6 de mayo de 1926, "lo que a Freud
le produjo una gran satisfacción" ya que no se conocían personalmente a pesar de ser
famosos (Bauzá y Muñoz, s/f).
De la lectura de los escritos se puede desprender que, en la distancia, trabaron una
amistad epistolar y la consiguiente confianza, tanta como para permitirse decirse el uno
al otro lo que pensaban con franqueza. Evidencias de esa sinceridad las encontramos en
las confesiones a modo también de cartas de Freud a L. Steing o a F. van Eeden (en Bauza
y Muñoz, s/f).

2
Otro elemento esencial del análisis es la Sociedad de Naciones, un organismo
internacional creado en 1919, en concreto el 28 de junio, durante las negociaciones de
paz entre las potencias ganadoras y perdedoras de la Gran Guerra, y auspiciada por
Thomas Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, en uno de sus famosos catorce
puntos básicos para alcanzar la paz: “la creación de un organismo supranacional
encargado de garantizar en el futuro la paz y los acuerdos entre las potencias” (Villares y
Bahamonde, 2013, p. 208). Cabe añadir que la conferencia de paz y los tratados que de
ella surgieron estuvieron dominados por los jefes de Estado o de Gobierno de Estados
Unidos, Reino Unido, Francia e Italia (Coffin y Stacey, 2012), y que las condiciones
impuestas por estos en especial a uno de los vencidos, Alemania, hacían presagiar un
peligro futuro.

2. EL ANÁLISIS
Bajo el encargo de intercambio de misivas subyace un punto de análisis que es base de
esta reflexión: la Sociedad de Naciones y sus intereses. Pero hay un segundo matiz en
dicho encargo que, junto con la respuesta de Freud, dan una idea clara de lo que era una
de las principales inquietudes de la época. Que a la Liga de las Naciones le preocupase la
guerra y, por añadidura, la consecución de la paz, es lógico dado que esa era su razón de
ser: se creó tras la I Guerra Mundial para tratar de evitar nuevas guerras. Que preocupara
también a los intelectuales de la época en la Europa de los años 1930 supone una llamada
de atención sobre la inquietud que la inestable situación política, y también económica, a
las que se hace referencia en la introducción, producían en la sociedad europea.
La elección de Freud no parece deberse a un capricho intelectual o a un afán en mezclar
filosofía, medicina y física. Más bien puede deberse al intercambio de cartas al que se
aludía. La lectura de alguna de ellas1 deja entrever cierta ironía intelectual bien aceptada
por ambos y un intercambio dialéctico de gran interés.
Para Carrasco (2013), el punto de partida de la carta de Einstein es que
la violencia de esas minorías mortíferas que usan la prensa, la escuela y la iglesia con
fines manipuladores sólo es la parte visible de una violencia que incluye algo más: el
sometimiento de la mayoría a un estado el de la guerra que no representa más que
sufrimiento, dolor y muerte (p. 54).

1
Véase Bauzá & Muñoz (s/f).

3
A la pregunta de Einstein de si “¿Hay manera de liberar a los seres humanos de la
fatalidad de la guerra?”, responde Freud con una solución no completa “ya que puede
plantearse la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que las masas se dejen enardecer hasta
llegar al delirio y la autodestrucción por medio de los recursos mencionados?” (Resta,
2001, p. 67).
Además, dicha pregunta y la argumentación que envía a su interlocutor muestran en el
físico una preocupación por el ser humano y su comportamiento, “su necesidad de
destruir” (Bauzá & Muñoz, s/f, p. 67). Es un planteamiento tan importante como la
respuesta ya que contiene las dudas sobre el comportamiento del hombre que crean el
interés del médico en dar una respuesta pese a su sorpresa (Resta, 2001).
Elije a Freud en su condición de psiquiatra y para que haga pedagogía en lo referente
a como eliminar los obstáculos psicológicos para lograr la pacificación universal. La
propuesta es un canto a la bondad humana y al respeto a las leyes: que se cree una
autoridad legislativa y judicial mundial para dirimir los conflictos y sus soluciones. En su
respuesta argumenta que la superación de la violencia se conseguirá si la comunidad
consigue “crear preceptos que prevengan las temidas insubordinaciones; debe designar
organismos que velen por el cumplimiento de los preceptos –leyes– y ha de tomar a su
cargo la ejecución de los actos de violencia que hayan sido legitimados” (Resta, 2001, p.
76).
Aboga, si interpretamos la lectura, por una especie de Naciones Unidas (hoy) o
Sociedad de Naciones (ayer, y encargante del intercambio) pero que funcionen; es decir,
libres una y otra de los defectos conocidos y con poderes de Gobierno mundial; una
propuesta que sería tanto como convertir a los estados en ciudadanos de un orden mundial
sujetos a los habituales poderes legislativo, ejecutivo y judicial, lo que los dejaría sin su
esencia y sin capacidad de ejercer la violencia legítima en favor de una autoridad
supranacional universal.
Alude la misiva de respuesta al fracaso de los esfuerzos internacionales por la paz, tal
vez como presagio a la caída de la Liga de las Naciones, de la que no formaron parte la
Unión Soviética, por expulsión, ni los Estados Unidos, por votación de su Congreso. Tal
vez también preveía el fracaso de cualquier intento por lograr esa unión de naciones que
ni siquiera es posible, en los términos de su deseo ni parecidos en las Naciones Unidas.
La reflexión, en esta respuesta, de que la violencia llevó al derecho nos devuelve una
realidad olvidada: sin violencia no hay derecho.

4
Freud contesta sobre algo que conoce muy bien: el comportamiento humano. La guerra
como posibilidad permanente, siguiendo sus teorías, bien podría deberse a motivaciones
inconscientes que determinan las decisiones y los actos de los humanos. Pero para que
esos impulsos puedan tener una respuesta de seguimiento colectiva, es preciso tener en
cuenta otra teoría freudiana: la debilidad y la dependencia del yo (Freud, 1999).
Es importante señalar que Freud fue un estudioso de los conflictos armados. La I
Guerra Mundial hace que el psiquiatra escriba el ensayo De guerra y muerte. Temas de
actualidad. Para García Caneiro y Vidarte (2002), Freud se queja
de que las naciones, “las grandes naciones de raza blanca”, que dominan el mundo y son
guía del género humano, hasta el punto de controlar, gracias al progreso técnico los
recursos de la naturaleza, que son las creadoras de los valores culturales y artísticos más
sublimes, que han inventado y establecido elevadas normas éticas para el individuo y la
sociedad como auténticas bases de su existencia y de su subsistencia, esas naciones,
precisamente, son incapaces de respetar tales normas y de mostrarse a la altura de su
propia historia de cultura y progreso (p. 125).

Y en este punto hay que preguntarse si el recurso a la violencia surge de la esencia del
hombre o de su necesidad; es decir, ¿existe la posibilidad de que la violencia sea
consecuencia de un conjunto de necesidades humanas, como la vida, la comida o la
protección, o por el contrario, de que sean su causa?
Al final, la guerra es un destino trágico en el que estamos implicados. Su existencia
hace pensar en el comportamiento humano en masa, capaz de lo mejor y de lo peor, como
se apuntaba antes, y muy manipulable.
Leídas hoy, decena y media de años transcurrido el siglo XXI, los problemas que entre
ellos expresan se reproducen de una forma evidente, pero agravados por el paso de los
años y la evolución sufrida por la Sociedad. A la Europa de los 30 del pasado siglo le han
seguido numerosas guerras; una como consecuencia, entre otras, del Tratado de Versalles
y sus imposiciones a Alemania. Otras por la guerra de bloques y la posterior
desintegración de uno de ellos. Y otras simplemente por la intransigencia humana y su
capacidad de odio.
Ambos científicos se preocupan en el objeto de este análisis sobre el comportamiento
del ser humano y las razones que han llevado al hombre a ser fuente de conflictos y, por
ende, de guerras.

5
La guerra es intrínseca al ser humano, a su capacidad de odiar, a sus filias y fobias. La
rivalidad y la enemistad forman parte de nosotros que incluso, somos capaces de justificar
una cosa y la contraria.

3. CONCLUSIONES
La intención de la Liga de las Naciones era buscar el compromiso de los intelectuales y,
de ellos, crear movimientos favorables a la necesidad de no seguir guerreando.
Ambos pensadores coincidían en esa necesidad de acabar con las ansias de destrucción
del ser humano y la propuesta del psiquiatra es más filosófica que realista.
El ser humano es capa de acabar con el mundo, pero también lo es de construir un
mundo mejor; la respuesta a la consecución de la paz, sin embargo, se antoja compleja e
inabordable. Sólo un proceso largo y educativo podría hacer del futuro un mundo menos
violento y más apetecible.
Tal vez la paz mundial, la ausencia de guerras, o conflictos armados si preferimos el
eufemismo al uso, quede para añadir al listado de las utopías pendientes.

4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CITADAS


BAUZÁ, J. y MUÑOZ, M. (S/F). "Correspondencia entre S. Freud y A. Einstein".
Recuperado el 20 de octubre de 2015 de
http://88.27.249.81/psico/sesion/ficheros_publico/descargaficheros.php?opcion=textos
&codigo=42.
BIOGRAFÍAS Y VIDAS. (2014). Albert Einstein. Recuperado el 4 de noviembre de
2015, de Biografías y Vidas: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/einstein/
BIOGRAFÍAS Y VIDAS. (2014). Sigmun Freud. Recuperado el 4 de noviembre de 2015,
de Biografías y Vidas: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/freud/
CARRASCO, N. (2013). "La insoportable estética de la guerra: la correspondencia
Einstein-Freud". Ekasia. Revisa de Filosofía , 53-16.
COFFIN, J. G. y STACEY, R. (2012). Breve Historia de Occidente. Barcelona: Planeta.
EINSTEIN, A. (1995). Mi visión del mundo. Barcelona: Tusquets Editores.
FREUD, S. (1999). El yo y el ello. Tres ensayos sobre teoría sexual y otros ensayos.
Barcelona: Folio Ediciones.
GARCÍA CANEIRO, J. y VIDARTE, F. (2002). Guerra y filosdofía. Concepciones de
la guerra en la historia del pensamiento. Valencia: Tirant lo Blanch.
RESTA, E. (2001). ¿Por qué la guerra? Barcelona: Minúscula.

6
VILLARES, R. y BAHAMONDE, Á. (2013). El mundo contemporáneo. Del siglo XIX
al XXI (octava ed.). Tres Cantos, Madrid: Taurus.

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