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Sergio Arboleda University

European Studies
Teacher: Mario Aller
By: Cristian Rodríguez

Topic, social implication in Great Britain as resul to Brexit.

On March 29 2016 Nigel Farage, president of the Brexit Promoter Committee and former leader of
the United Kingdom Independence Party, who for more than 10 years has maintained an intransigent
position regarding the integration of the United Kingdom and its role within the The European Union,
with the support of right-wing forces, succeeds in promoting a referendum in which all citizens are
asked about the decision to remain within the European Union, or on the contrary, to leave the
community. The results surprised the British and the whole world, although with a narrow margin,
the favorite option was the one that advocated leaving the union1.

However, to understand what happened in Britain only through the lens of the results that were
obtained in 2016 would be an exercise that leaves many elements out of the analysis. In this feeling,
a nationalist identity that is not alien to the past, but extends over time and whose major milestone is
the Brexit opens the door for us to question and discuss in depth the reasons why the British made
the decision to leave the European Union.

Such dissatisfaction on the part of the great majority of the British, has many edges, on the one hand
it is evident the disparity between the conservative and rural sectors, mainly in England, against the
cosmopolitan attitudes and values of those citizens who live in the most pushful areas and with high
urban development within England. But, these elements are fused with reasons and political interests,
promises of the past and the feeling of inferiority in relation to England by other members of Great
Britain. Reasons that make these actors have intentions and particular purposes in the relationship
with Europe. But also, there is the historical factor that reveals a hasty relations between what has
been the European project and the position of Great Britain in all this scaffolding.

The rejection of the Schengen area, the opposition to the Euro as a single currency, the contraversion
of several rules on security aspects and projects of the European Parliament, an union that from the
beginning has raised more questions than answers, generating concerns about the intransigent
positions of the government that have been at the head of the United Kingdom. In this sense it is

1
Portero, Angela. El orden mundial del siglo XXI. 12 de december de 2017. https://elordenmundial.com/brexit-una-
cuestion-de-identidad/ (último acceso: march 23 of 2019).
worth pointing out the historical role of three Prime Ministers: Margaret Tacher, David Cameron and
Harold Wilson and their role in continental and island relations2.

Similarly, today, there is an atmosphere of widespread discontent in relation to the most basic aspects
of life, as well as more complex issues such as democracy and the institutions that support it. Such is
the discontent that in a satisfaction survey conducted in 2010 shortly before BREXIT the results were
the following: In 2010 82% of the British respondents claimed to know little or nothing about
European institutions or policies; Five years later, only 27% of the respondents answered well to basic
questions related to the functioning of the EU. Some media already warned then: the results of a
possible referendum might not be so optimistic; 64% said they felt "exclusively British", without any
European attachment, a figure well above the average of the rest of the countries.

Dissatisfaction with the institutions, economic crisis, disparity in the countryside, territories
demanding greater autonomy and political and economic interests combined with identity and
nationalist issues are some of the variables that would help to answer why the British decided to leave
the European community 3. However, the purpose with these lines is to unravel the historical, cultural
and social factors by which the decision to leave the European Union was taken by the majority of
the British. The paper will focus on these three factors to answer the question of whether there really
was integration in the social field between Great Britain and the European Union ?, necessarily will
have to deal with economic and political aspects, but the focus will be focused on social issues .

The hypothesis, which arises at the outset, is that Britain was never totally integrated in social matters
with the European Union, product of its nationalist values and the imperialist mentality that still
prevails within the most conservative and retardant sectors in society and society. government, the
European Union was a platform for economic growth, not a space to share and be permeated by the
continental tradition dominated by France and Germany.
References :
Dhingra, S., Ottaviano, GI, Sampson, T., y Reenen JV. Las consecuencias de Brexit para el
comercio y los estándares de vida en el Reino Unido, 2016.
Gómez Blancar, J., y González Cobos, C. Brexit y sus consecuencias económico-sociales:
La integridad europea un debate, 2018.

2 Dhingra, S., Ottaviano, GI, Sampson, T., y Reenen JV. Las consecuencias de Brexit para el comercio y los estándares de
vida en el Reino Unido, 2016.
3
Gómez Blancar, J., y González Cobos, C. Brexit y sus consecuencias económico-sociales: La integridad europea un
debate, 2018.
Portero, Angela. El orden mundial del siglo XXI . 12 de december de 2017.
https://elordenmundial.com/brexit-una-cuestion-de-identidad/ (último acceso: 23 de march
de 2019).

Bibliogaphy:
Harrois, T.¿Hacia 'Gran Bretaña global'? Theresa May y el papel en el mundo del Reino
Unido después de Brexit. Observatoire de la société britannique, 2018: 51-73.
Losada, RG. El Brexit y su impacto sobre el Estado de Bienestar: sanidad y pensiones.
Revista europea de derechos fundamentales, 2017: 123-151.
Mallén, BT. El Brexit y su impacto en la Europa de los derechos humanos: el desafío
británico al derecho constitucional europeo. Revista de Derecho Político, 2017: 1169-1208.
Bachtler, J., & Begg, I. La política de cohesión tras el Brexit: los retos económicos, sociales
e institucionales. Revista de política social, 2017: 745-763.
Adler-Nissen, R., Galpin, C., y Rosamond, B. Realización de Brexit: cómo se imagina un
mundo posterior al Brexit fuera del Reino Unido. The British Journal of Politics and
International Relations, 2017: 19 (3), 573-591.
El reino unido nunca se ha sentido parte de la comunidad europea

El 29 de marzo del 2016, Nigel Farage Presidente del comité promotor del Brexit y antiguo líder del
Partido de la Independencia del Reino Unido, quien por más de 10 años ha mantenido una
intransigente posición respecto a la integración del Reino Unido y su papel dentro de la Unión
Europea, con el apoyo de fuerzas de ultraderecha logra promover un referendo en el cual se
pregunta a todos los ciudadanos sobre la decisión de mantenerse dentro de la Unión Europea, o por
lo contrario, salir de la comunidad. Los resultados sorprendieron a los británicos y al mundo entero,
aunque con un apretado margen, la opción favorita fue aquella que abogaba por salir de la Unión.

Sin embargo, entender lo que sucedió en Gran Bretaña solamente a través de la lente de los
resultados que se obtuvieron en el 2016 sería un ejercicio que deja muchos elementos fuera del
análisis. En este sentimiento, una identidad nacionalista que no es ajena al pasado, sino que se
extiende a lo largo del tiempo con ejemplos como los contantes conflictos nacionalista en Italia,
Austria, Bélgica y España, y cuyo mayor hito es el Brexit, abre la puerta para que cuestionemos y
tratemos profundidad las razones por las cuales los británicos tomaron la decisión de salir de la
Unión Europea.

Tal insatisfacción por parte de la gran mayoría de los británicos, tiene muchas aristas, por un lado
se deja en evidencia las disparidad que existen entre los sectores conservadores y rurales, en
Inglaterra principalmente, frente a la actitudes y valores cosmopolitas de aquellos ciudadanos que
viven en las zonas más pujantes y con alto desarrollo urbano dentro de Inglaterra. Pero, estos
elementos se funden con razones e intereses políticos, promesas del pasado y el sentimiento de
inferioridad con relación a Inglaterra por parte otros miembros del Reino Unido. Razones que hacen
que estos actores tenga intenciones y propósitos particulares en la relación con Europa. Pero
también, está el factor histórico que deja en evidencia unas atropelladas relaciones entre lo que ha
sido el proyecto Europeo y la posición del Reino Unido en todo este andamiaje.

El rechazo al espacio Schengen, la oposición al Euro como moneda única, la contraversión de varias
normas en aspectos de seguridad y proyectos del Parlamento Europeo, una unión que desde el
principio ha planteado más interrogantes que respuestas, generando preocupaciones por las
intransigentes posiciones de los gobierno que han estado a la cabeza del Reino Unido. En este
sentido vale la pena señalas el papel histórico de tres primeros Ministros de Margaret Tacher, David
Cameron y Harold Wilson y su papel en las relaciones continentales e insulares.

De igual modo, hoy por hoy, se vive un ambiente de descontento generalizado con relación a los
aspectos más básicos de la vida, así como cuestiones más complejas como la democracia y las
instituciones que la sustentan. Tal es el descontento que en una encuesta de satisfacción realizada
en el años 2010 poco antes del BREXIT los resultados eran los siguientes: En 2010 el 82% de los
británicos encuestados afirmaba saber poco o nada sobre las instituciones o políticas europeas;
cinco años después, solo el 27% de los encuestados respondió bien a preguntas básicas relacionadas
con el funcionamiento de la UE. Algunos medios ya avisaban entonces: los resultados de un posible
referéndum podían no ser tan optimistas; un 64% afirmaba sentirse “exclusivamente británico”, sin
ningún apego europeo, un dato bastante por encima de la media del resto de países.

Descontento por las instituciones, crisis económica, disparidad ciudad campo, territorios que
reclaman mayor autonomía e intereses políticos y económicos combinados con temas identitarios
y nacionalistas son algunas de las variables que ayudarían a dar una respuesta acerca del porque los
británicos decidieron salir de la comunidad europea. Sin embargo, el propósito con estas líneas es
desentramar los factores históricos, culturales y sociales por los cuales la decisión de salir de la
Unión Europea fue tomada por parte de la mayoría de los británicos. El escrito se centrara en estos
tres factores para responder al interrogante de si ¿realmente hubo integración en el ámbito social
entre gran Bretaña y la Unión Europea?, necesariamente se tendrán que tratar aspectos económicos
y políticos, pero el foco estará dirigido hacia los temas sociales.

La hipótesis, que se plantea de entrada es que gran Bretaña nunca estuvo integrada totalmente en
materia social con la unión europea, producto de sus valores nacionalistas y la mentalidad
imperialista que aun impera dentro de los sectores más conservadores y retardatarios, tanto en la
sociedad como del gobierno, la unión Europea era una plataforma de crecimiento económico, no
un espacio para compartir y dejarse permear por la tradición continental dominada por Francia y
Alemania.

La historia de las relaciones del Reino Unido en la Unión Europea y proyectos anteriores como la
comunidad Económica del Carbón y del Acero y la Comunidad Económica Europea, no ha sido
relaciones muy corteses que digamos. En general, las relaciones de los Estados de Europa nun han
sido pacíficas. Históricamente las guerras y el conflicto han sido los catalizadores del orden social y
político que rige hoy en día gran parte de los estados europeos, su arquitectura institucional y sus
valores son producto de los sangrientos y prolongado conflictos que marcan la historia de este
continente y gran parte de los países que lo integran, entre ellos el Reino Unido.

Es sino, hasta hace muy poco, en épocas más recientes, tras sufrir dos grandes conflictos de carácter
mundial que los países europeos a pesar de sus diferencias han iniciado un proceso de acercamiento
y solución amistosa de los mismos, de sus controversias como resultado de la adopción y el
compromiso con las normas del derecho internacional. Quienes han estado al frente del proceso de
integración, fueron dos países cuya psique colectiva resulto afectada de sobremanera al vivir la
carnicería de las segunda guerra mundial; hablamos de Francia y de Alemania (República Federal
Alemana). Cuyos nuevos líderes en la época de recuperación plantearon la necesidad de la unión
económica, política y social como solución a los conflictos que hasta entonces se habían vivido en
aquellas tierras. Sin embargo, el camino no ha sido para nada sencillo.

En primer lugar lo intereses y las ambiciones de los países que integraron inicialmente estos bloques
ha levantado ampollas en otros países, que como el Reino Unido, mantenían una posición
privilegiada en el mundo y no estaban dispuesto a abandonarla. Países como Francia, Reino Unido
y Francia traen consigo un gran acervo de mentalidad histórica imperial, con colonias en el Atlántico
y el Pacifico, en África y Asia, con intereses diversos y que incluso en algunas circunstancia de tiempo
y espacio podrían reñir con los de las demás, antaño, potencias europeas.

La diversidad de lenguajes, pensamientos políticos, grupos poblacionales que confluyen en este


espacio geográfico que por azares del destino y por presiones políticas no pueden expresar sus
deseos e interés o han sido históricamente invisibilizados. El gran resto es darle voz a aquello que
no la ha tenido. Los intereses económicos, la maximización de ganancias y la inversión, van a ser un
problema en lo que respecta al mantenimiento de la estructura institucional común que se plantea
crear.

La sesión de soberanía con órganos paralelos que harían las veces de supra parlamentos era una
cuestión que sectores políticos nacionalista no estaban dispuesto a aceptar tan fácilmente.
Los anteriores cuatro elementos dejan clara la dificultad del proceso de integración político,
económico y social de la nueva Europa post segunda guerra mundial. Principalmente, estos cuatro
elementos se ven de manera más clara al interior del Reino unido como se explicara seguidamente.

Las relaciones de este actor con la Europa Continental, se puede decir que ha sido un matrimonio
mal aviado pero necesario, al identificar las potencialidades y ventajas que la unión podría traer.
Principalmente al tener la posibilidad de defender intereses desde dentro, desde un posición
privilegiada. Lo que explicaría su visión peculiar, instrumental y minimalista a la hora de entender el
proyecto de integración.

Esta historia de tiras y aflojes por mantener una posición privilegiada frente a las demás potencias
europeas, principalmente Francia que en cabeza de charles de Gaulle, impuso veto a los intentos
tímidos de entrada por parte de Reino Unido a la Comunidad Económica Europea. Cabe decir,
también, que esas mismas diferencias políticas, imposibilitaron la entrada en principio del UK al
primer intento de integración CECA (Comunidad Económica del Carbón y del Acero).

Edward Heath, tuvo un papel histórico al capotear un parlamento con un partido laborista
eurocéntrico, que miraba con desconfianza al continente, así como a la ala más nacionalista del
partido conservador. Tras la victoria laborista de 1974, el nuevo primer ministro, Harold Wilson,
solicitó la renegociación de los términos de la adhesión británica, para reducir la contribución
financiera del Reino Unido a la CE. Ya en 1975, dos años después de la adhesión de Reino Unido a la
CEE, tuvo lugar el primer referéndum sobre la permanencia británica. La consulta la orquestó Harold
Wilson, primer ministro laborista británico, que había ganado las elecciones un año antes y vio en
la crisis del petróleo una oportunidad perfecta para exigir una nueva negociación de los términos
de permanencia y una reducción del dinero con el que contribuía al presupuesto europeo. En esa
consulta, un 67% de los que votaron lo hicieron a favor de la permanencia, pero la opinión popular
no se correspondía con la opinión de los partidos políticos.
Image one : Time line, relation between UK to Continental Europe along the some diferente porposes to integration.

Ese fue el pensamiento que guio a Margaret Thatcher, primera ministra conservadora, en las
negociaciones con Europa que comenzaron al mismo tiempo que su primer mandato, 1979 hasta
1984. Thatcher se mostró implacable respecto al dinero con el que Reino Unido contribuía, entre
otras cosas, a la Política Agraria Común, programa del que apenas se beneficiaba el país.

El Acta Única y sus consecuencias marcarían definitivamente la actitud reticente de los socios
británicos hacia el proyecto europeo y ayudaría a relacionar la ideología con la postura hacia Europa.
En ese sentido, el rechazo de Thatcher a Europa y su manera de hacer política causaría una fe
renovada en la integración por parte del Partido Laborista, que veía en el intento europeo de
políticas sociales la posible llegada del socialismo a Reino Unido.

Esta clara división entre laboristas y conservadores y la promoción de los intereses nacionales
británicos han seguido en la misma línea hasta la actualidad, lo que ha hecho de Reino Unido
intransigente en sus decisiones de política exterior, al rechazar adherirse al euro y al espacio
Schengen, se opusieron al pacto europeo sobre disciplina fiscal y no se comprometieron con la
disciplina presupuestaria. Reino Unido, en definitiva, siempre ha tenido un pie y medio fuera del
proyecto europeo.

En 2013, cuando David Cameron aseguro su victoria política a un nuevo referéndum, La campaña,
orquestada principalmente por el UKIP, no tuvo demasiada dificultad para encontrar a personas que
escucharan su mensaje. En 2015 British Social Actitudes perfilaba al votante del UKIP como una
persona enfadada con el sistema, que se sentía olvidada por el Gobierno y entre cuyas
preocupaciones está la inmigración. Un año después, el mismo estudio revelaba que esa clase media
que se sentía olvidada por el Gobierno suponía un 82% de los encuestados y en 2017 constataba
que la inmigración sigue siendo una preocupación importante y existe el convencimiento de que
Reino Unido debería tener el control sobre quién entra al país. Un 87% considera que deberían
hablar inglés, un 84% cree que estas personas deben comprometerse a adaptarse al estilo de vida
británico y un 82% cree que deberían tener profesiones o habilidades necesarias en el país,
laboralmente hablando. El mensaje del UKIP y de todos los grupos que apoyaron la salida de Reino
Unido de la Unión Europea era sencillo y claro:

 Retomar el control político de la derecha más radical (fascista)


 Volver a los tiempos de grandeza imperial.
 Recuperar la habilidad de poner límites a la entrada de inmigrantes y
 Que estén sujetos a las leyes propias de país y no a órdenes de un parlamento ajeno a ellos
(Parlamento de Bruselas)
El rechazo con el que Thatcher comenzó a tratar los asuntos europeos ha resultado ser una herencia
que continúa en la actualidad. En 2010 el 82% de los británicos encuestados afirmaba saber poco o
nada sobre las instituciones o políticas europeas; cinco años después, solo el 27% de los encuestados
respondió bien a preguntas básicas relacionadas con el funcionamiento de la UE. Algunos medios
ya avisaban entonces: los resultados de un posible referéndum podían no ser tan optimistas; un
64% afirmaba sentirse “exclusivamente británico”, sin ningún apego europeo, un dato bastante por
encima de la media del resto de países.

En Reino Unido la cuestión identitaria juega un papel importante, porque dentro de las islas ya existe
una dualidad. En una cara de la moneda se encuentra la identidad británica, mientras que la otra
contempla las distintas posibilidades: escocés, galés, norirlandés o inglés. Sin embargo, el mapa del
voto y estudios sobre la autodefinición nacional ponen de manifiesto que este juego de pertenencia
es más importante en unas regiones que en otras. Así, solamente Escocia e Irlanda del Norte han
integrado la “identidad europea” como parte de su grupo de pertenencia; casualmente, las dos
zonas en las que ganó remain en la Unión en la consulta.
Si la identidad jugó un papel importante en la decisión sobre el brexit, fue el nacionalismo inglés el
que llevó la voz cantante de la cuestión. La campaña y el proceso pusieron de manifiesto los valores
históricamente patrióticos ingleses, que pronto fueron los protagonistas de los mensajes. Partidos
como el UKIP no dudaron en explotar esos sentimientos pasionales patrióticos buscando unos
resultados que, por otro lado, beneficiaban solamente a ingleses o galeses, en todo caso; Escocia e
Irlanda del Norte, por su pasado histórico y cultural, además de las fronteras compartidas, en el
segundo caso, tenían más que perder de producirse el brexit. Que la campaña fuera principalmente
inglesa responde a su costumbre histórica de tener más peso y más importancia dentro del conjunto
político y administrativo del país, pero también pone de manifiesto la profunda división de valores y
percepciones que existe en Reino Unido y la incapacidad de la identidad inglesa de absorber valores
de otras culturas cuando contiene, irónicamente, ciudades con un porcentaje muy alto de inmigrantes.

El brexit puede describirse perfectamente como un pulso nacionalista en contra de la Unión Europea
y de lo que representa. En la medida en que el proyecto europeo ha demandado más y más cooperación
e integración, esto ha relegado a un segundo plano la importancia de los Estados nación en el
panorama político internacional; el voto, por tanto, se podía traducir como “sí al Estado nación”,
especialmente para aquellos que relacionan de una manera tan íntima la soberanía con la identidad
nacional.
Aparte de esto, en primer lugar y a pesar de que todos los británicos afirman estar orgullosos de serlo,
la idea de ser británico no queda del todo clara. El problema de que algo no esté bien definido es que,
cuando se introducen ideas nuevas, surge el miedo de que desaparezca lo que ya existía desde antes
o modifique su esencia. En el caso de la identidad británica, la exaltación patriótica puede encontrar
su origen en 2008, cuando un comité del Gobierno anunció que había disminuido la percepción de la
identidad británica a favor de una mayor cohesión social con otras culturas. Lejos de ser una buena
noticia, la revelación propició la pretensión de que en todas las escuelas se hablara de la esencia de
ser británico y de lo positivo de aprobar y adquirir ese modo de vida.

En segundo lugar, el brexit fue la respuesta a uno de los mayores logros históricos de la Unión
Europea, pero también el mayor desafío: la libre circulación de personas, que ocasiona migraciones
constantes. La mayor parte de las identidades se construyen sobre una base cultural o étnica. Debido
a esto, el aumento de movimientos migratorios alrededor de Europa ha creado el efecto contrario del
previsto: lejos de desechar la vieja idea del otro como oposición para construir una identidad, la ha
reforzado. La mezcla de culturas y tradiciones ha creado y perpetuado el miedo a que alguna de ellas
se diluya y, con ellas, la propia identidad. De este modo, si bien la libre circulación de personas
debería haber ayudado a naturalizar al otro y lograr una cohesión sobre la cual construir una identidad
europea, en el fondo ha logrado el fortalecimiento de movimientos nacionalistas, que, por definición,
resultan excluyentes. Si bien uno podría pensar que en Europa se comparten más o menos los mismos
valores democráticos, sociales y culturales y que se podría hablar, por lo tanto, de una cuestión
identitaria de mínimos que complementara las nacionales, lo cierto es que la identidad británica nunca
se ha sentido reflejada en el resto del continente.

Si no se logró predecir el resultado de un acontecimiento tan importante como el brexit fue, como ya
se ha dicho, porque el voto pasional resulta muy complicado de medir. El nacionalismo, en definitiva,
no es más que una forma pasional de invocar una sensación de pertenencia, de comunidad en términos
de exclusión. Su construcción, de origen artificial de imaginado, puede tocar las teclas adecuadas en
el momento propicio para lograr un repliegue de la población hacia dentro y volver a las estructuras
tradicionales. En un contexto crítico, ya sea económico como el que han sufrido varios miembros
europeos desde 2006-2008—o identitario y de confianza como el que sufre la Unión Europea desde
hace los mismos años, quienes pagan las consecuencias necesitan culpar a alguien de su pérdida de
poder adquisitivo, oportunidades laborales o derechos y ayudas sociales. Estos contextos son los
mejores amigos del populismo, de las campañas dirigidas a los sectores más desfavorecidos por
circunstancias en algunas ocasiones externas que dicen en voz alta lo que quieren escuchar.
En una coyuntura donde el poder de actuación de la Unión Europea queda en entredicho y donde el
proyecto europeo no tiene clara la dirección futura, existen muchos motivos para poner en duda la
permanencia en el barco. Este hecho, sumado a que la esencia del Estado nación es históricamente
cerrada y en oposición a alguien, dificulta mucho una visión más amplia, cooperativa y solidaria del
concepto identidad. En la medida en que la construcción identitaria siga planteándose de forma
excluyente, la Unión Europea será incapaz de abarcar todas las identidades de sus miembros y crear
algo que complemente y no recorte. Los Estados nación seguirán reservándose el derecho de decidir
con qué relacionan su identidad nacional, y esto querrá decir que alguien, en algún lugar, se verá
excluido del proceso siempre.

En síntesis, el proceso de integración europea ha estado marcado por muchos reveces, más aun cuando
integramos a la ecuación al Reino Unido, un proceso que aparentaba venir bien , incluso en
comparación a otros procesos de integración global, se puede decir que es el más avanzado en cuanto
a política monetario, unión aduanera y el libre tránsito de personas y capitales han permito un auge
en el desarrollo económico, intelectual y político del continente europeo otrora, asentamiento de
grande potencias coloniales e imperiales, cuya mentalidad les ha permito crear este proyecto común,
producto también, de los vejámenes de la guerra y la miseria por la que tuvieron que pasar muchas
generaciones antes de llegar a este momento de la historia. Sin embargo, las identidades nacionales y
los nacionalismo, en una época donde la deconstrucción de los grandes relatos, de las grandes
narrativas, como la democracia y el desarrollo se han estancado para darle paso a otros discurso que
exacerban esas identidades nacionales de la Europa fragmentada en grupos lingüísticos y
poblacionales que conviven en delicado equilibrio en los Estados nación que conocemos hoy en día.

Particularmente, el proceso del Brexit, es uno de los reflejos más reales de lo que acabamos de
mencionar, con una identidad inglesa que invisibilidad a las demás identidades que conviven en esta
unidad política como lo escoceses y los irlandeses, quienes han manifestado sentirse más europeos
que los mismo ingleses, eso particularismo que temen a lo nuevo , cuando lo viejo no ha demostrado
no tener resultados , ha sido provechosamente capitalizado pro partidos nacionalistas que se han ido
filtrando, adaptándose a las reglas de juego institucional y decantado en decisiones de tan
trascendental relevancia como la de separar al Reino Unido de la Unión Europea.
Las consecuencias de esa decisión aún son difíciles de prever, la decisión final se tomara el 31 de
octubre del 2019, sin embargo no se pueden negar el pánico que ha causado esta decisión, las
relaciones dicotómicas y muchas veces excluyentes entre lo urbano-rurales, jóvenes-ancianos, y
mujeres-hombres también son otro fenómeno que vale la pena analizar en próximos escritos.

Sin embargo, la perpetuación de los discursos hegemónicos, hacen que se prolongue ese conflicto que
le ha dado forma al estado nación europeo a través de la política, los promotores de brexit ganaron
esta batalla, pero nadie sabe cómo termina la guerra. Las relaciones comerciales y políticas siempre
han existido, pero en lo social, con esto damos respuesta a la pregunta planteada en el inicio, como
demuestran las encuestas , la atomización de subjetividades han hecho que la unión europea se vea
como une mera herramienta, un instrumento que más allá de aglutinar algunas subjetividades como
las irlandesas y las escocesa, no son el principal tema de la agenda para el reino unido, un reino que
en lo social nunc ahí estado integrado en lo colectivo, como sociedad a la Europa de Francia y
Alemania, a la Vieja Europa.

https://elordenmundial.com/breve-manual-de-instrucciones-para-entender-la-union-europea/
https://elordenmundial.com/brexit-una-cuestion-de-identidad/
https://www.politicaexterior.com/articulos/politica-exterior/el-reino-unido-en-la-union-europea/
https://eustatistics.wordpress.com/2012/12/13/el-presupuesto-europeo-iv-el-cheque-britanico/
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=LEGISSUM:xy0027
https://www.independent.co.uk/voices/brexit-english-nationalism-working-class-pride-racism-
division-emily-thornberry-flag-a7677276.html
https://elordenmundial.com/mapas/voto-del-brexit/

Influencia de la FEU cubana en los movimientos estudiantiles colombianos.

MARCO LEGAL OBJETIVO


Decretos 501 de 2016 y 2105 de 2017 Reglamentar de la jornada única en Colombia.
Establece las condiciones para el
reconocimiento de la Jornada Única por parte
de las Entidades Territoriales Certificadas.
Artículo 85 de la Ley 115 de 1994, Establece y modifica la necesidad de la jornada
modificado por el artículo 57 de la Ley 1753 única.
de 2015.
Artículos 23, 31 y 32 de la Ley 115 de 1994 Áreas fundamentales y obligatorias dentro de
currículo escolar.
Artículo 77 de la Ley 115 de 1994 Autonomía institucional.
Decreto 1075 de 2015, Marco regulatorio del PEI.
Ley 508 de 1999, reglamentada por los Jornada complementaria.
Decretos 348 de 2000 y 1729 de
Leyes 633 de 2000 y 789 de 2002. Jornada extendida.
artículo 2.3.3.6.1.5 del Decreto 2105 de 2017: Objetivos de la jornada única.
Resolución 16432 de 2015 o 10 de la Lineamientos del programa de alimentación
Resolución 29452 de 2017 escolar.
CONPES 3831 de 2015 Plan nacional de infraestructura educativa.
Decreto 1494 de 2005, compilado en el 1075 Asignación y remoción de docentes.
de 2015
el artículo 5, numeral 5.9, de la Ley 715 de Mecanismo de evaluación y control de las
2001 entidades territoriales a las políticas públicas.

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