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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

ASIGNATURA: PAZ, TODO UN CAMINO POR HACER


IMPRESIONES DEL DOCUMENTAL “NO HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA”
Angie Paola Fonseca Figueroa
CC 1012413937

El documental realizado por los investigadores del Centro de Memoria Histórica nombrado “NO
HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA” muestra por medio de experiencias reales desde las
victimas del conflicto, una cruda realidad que ha tenido que soportar Colombia desde hace más de
50 años, el Conflicto Armado. Este Conflicto Armado que muchas veces en las ciudades
desconocemos por no estar en medio de las balas y el miedo, pero que en los lugares más apartados
del territorio se vive día y noche, no solo con las FARC, sino con los paramilitares, guerrillas y
bandas criminales. La investigación pretende responder las siguientes preguntas: ¿Cómo
transforma la violencia a los territorios? ¿Qué ocurrió en Colombia durante el Conflicto Armado?
y ¿Quiénes son los actores principales?

Se puede evidenciar que desde los municipios donde hubo masacres o fuerte impacto del conflicto
armado como La Chorrera, Cauca; Bojayá, Choco; San Carlos, Antioquia; las orillas del río Carare,
Valle Encantado y Medellín; sus comunidades han reconstruido su identidad territorial a partir de
la reconciliación y de acciones sociales para defender sus territorios, sin violencia, pero con la
firme convicción de no permitir nuevamente que su población viva lo mismo que vivieron hace un
tiempo lleno de dolor, desesperanza y miedo.

Las causas del conflicto, tal como cuentan las víctimas tiene diferentes variables; en primera
instancia la disputa por la tenencia de la tierra que siempre ha desembocado, inclusive ahora en el
siglo XXI, en disputas entre los diferentes bandos para tener más riqueza. En segundo lugar, la
negligencia y ausencia del Estado en los territorios que no permitió generar un desarrollo agrario
que empoderara a los campesinos generando progreso y que conllevo a la exclusión política. En
tercer lugar, el abuso de la naturaleza o la codicia del hombre por querer cada vez más para
enriquecer los bolsillos, como es el caso del narcotráfico que se disputaban guerrillas y
paramilitares y llevaron a la marginalización y desplazamientos de muchas comunidades. Por
último, “El poder y el tener se trago el ser” donde el poder y el tener más riqueza era lo primordial
sin importar la vida de los civiles inocentes.
Las victimas reclaman algo muy importante al Estado, defenderlos, para que no haya más guerra,
ya que quienes ponen los muertos siempre son los campesinos, sean militares o guerrilleros; Que
no se invierta en guerra y en vez de esto reconozca y apoye las luchas sociales de estas
comunidades, como es el caso de las comunidades indígenas Uitotos y Bura. Un aspecto que me
asombra bastante, es que desde las ciudades se tuvieran tanto desconocimiento sobre el conflicto
armado, como si fuera invisible ante los ojos de los ciudadanos, como si no se interesará por las
muertes de niños, hombres y mujeres a lo largo y ancho de Colombia; solo hasta que en Bogotá
hubo atentados como es el caso del Nogal, muertes de líderes políticos como son Galán o Jaime
Garzón, se empezó a comprender la magnitud del conflicto armado, a tener conciencia sobre lo que
significaba esto para Colombia, para sus ciudadanos y para las próximas generaciones si no se hace
nada para frenarlo. En mi consideración, se tardo bastante para entrar en razón y concientización
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
ASIGNATURA: PAZ, TODO UN CAMINO POR HACER
IMPRESIONES DEL DOCUMENTAL “NO HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA”
Angie Paola Fonseca Figueroa
CC 1012413937

de la población frente a la magnitud del conflicto, fueron 50 años de resistencia por parte de los
territorios, 50 años de indiferencia por parte de las ciudades y el Estado, 50 años de muertes,
desplazados y desaparecidos.

Ahora bien, las magnitudes contables del conflicto armado son una parte importante que no se debe
desconocer, 220 mil muertos, 25 mil desaparecidos, 5 millones 700 mil desplazados, 27 mil
secuestrados, 10 mil víctimas de minas antipersonal, 6 mil niños reclutados y 1822 masacres, son
los resultados de una guerra, que comenzó desde una ideología que en algún punto perdió su norte
al atentar contra quienes supuestamente eran el centro de la lucha, la sociedad, y con todo esto se
generó una de las mayores violaciones de los Derechos Humanos en el mundo. Estas magnitudes
fueron generadas por la guerrilla de las FARC y paramilitares, las AUC (Autodefensas Unidas de
Colombia), quienes se enfrentaban en distintos territorios por el derecho la tierra para cultivar coca
y continuar con el narcotráfico.

A raíz del conflicto, se destruyeron familias, poblaciones y municipios, pero las comunidades no
podían rendirse y debían reconstruir su territorio por lo que, como se muestra en el documental,
decidieron buscar formas de perdón y de reconciliación para seguir adelante, pero nunca olvidar.
Iniciativas como el jardín de la memoria en San Carlos para dignificar a las víctimas; el
reconocimiento de la vida a través de procesos productivos gestado por las mujeres victimas en
Valle Encantado que levantaron con esfuerzo los lazos de la comunidad; los guardianes de
territorios que sin ser de izquierda o derecha defenderían a sus familias para no abrirle las puertas
al conflicto, el arte y la cultura desde la comuna 13 de Medellín, o los Uitotos quienes recuperan
la identidad territorial desde el cuidado de la naturaleza.

En Colombia la Paz puede existir, pero que solo es posible a partir del perdón, la reconciliación y
la reconstrucción, porque si quienes vivieron el conflicto en carne viva lograron perdonar, sin
olvidar, dignificar a las victimas y renacer pueden decirle SI a la Paz, ¿por qué los demás no
podemos decir lo mismo?, tal vez la indiferencia en algunas ciudades aun nos invade.

El documental recoge cada uno de los hitos importantes que tiene el conflicto armado de una forma
histórica desde las víctimas, quienes nos cuentan sus vivencias, los procesos de reconstrucción de
memoria y de reconciliación, la actualidad en que se encuentran los territorios gracias a la
persistencia social y las luchas pacíficas. No tener la sed de venganza los hace más fuerte y menos
vulnerables, ya que al conocer el conflicto lo evitan a toda costa para llevar Paz. En cada una de
las declaraciones los relatos crudos de las victimas me hacían pensar el por qué desconocemos este
conflicto, si quienes sufren más son los más inocentes y vulnerables, que hoy en día ya ha
reconstruido y perdonado. Debemos reconciliarnos todos los colombianos para combatir la
violencia de forma pacífica en cualquiera de sus formas, defender los derechos y aportar a una
Colombia en Paz.

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