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QUEJOSA: GREENPEACE MÉXICO, A. C.

Asunto: Se interpone demanda de amparo.

H. Juzgado de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, en turno.


P r e s e n t e.

Greenpeace México, A. C., representada por Gustavo Ampugnani, como se


acredita con el instrumento notarial que se acompaña como anexo uno, señala
como domicilio para recibir todo tipo de notificaciones, el ubicado en Avenida
Revolución 1089, interior 205, colonia Merced Gómez, Benito Juárez, código
postal 03930, en esta Ciudad de México; designa como personas autorizadas con
las amplias facultades señaladas en su artículo 12, a la licenciada en derecho
María del Carmen Colín Olmos, profesionista que tiene cédula profesional con
número 2194525 para el ejercicio de la abogacía, registrada en el Sistema
Computarizado para el Registro Único de Profesionales del Derecho, ante los
Órganos Jurisdiccionales, bajo el número 69864, a la licenciada en derecho
Victoria de los Ángeles Beltrán Camacho, profesionista que tiene cédula
profesional con número 08782045 para el ejercicio de la abogacía, registrada en el
Sistema aludido, bajo el número 171834, así como al abogado Luis Miguel Cano
López, con cédula 4095847 expedida por la Dirección General de Profesiones de
la Secretaría de Educación Pública; asimismo, autoriza tan sólo para oír
notificaciones e imponerse de los autos, a Paloma Neumann Gómez, Carlos Iván
Samayoa Arias, Aleira Lara Galicia y Sandra Laso Jacome, indistintamente; y con
todo respeto comparece para iniciar juicio de amparo, en los términos siguientes:

I. Nombre y domicilio de la quejosa

Greenpeace México, A. C., con el domicilio que se ha indicado en el párrafo previo.


II. Nombre y domicilio de la tercera interesada

No existe en este caso o al menos, no se tiene conocimiento de que exista alguna.

III. Antecedentes del acto reclamado

Bajo protesta de decir verdad, se manifesta que los hechos y abstenciones que
conforman los antecedentes esenciales del acto que se reclama son los siguientes:

1. El día primero de noviembre de 2017 se presentó un escrito de petición, del cual


se acompaña copia del acuse, a fin de que obre como anexo 2 de esta demanda.

2. Ante la falta de respuesta de la autoridad a la que se dirigió el anterior escrito de


petición, se presentó demanda de amparo, la cual fue conocida por el H. Juzgado
Cuarto de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, bajo el
expediente del juicio de amparo 170/2018, y resuelto el juicio correspondiente el
pasado 18 de abril, con una sentencia favorable a nuestra causa que ordenaba a
la autoridad responsable, responder a nuestra petición y notificarnos tal respuesta.

3. En estrecha relación con ello, un día antes –el 17 de abril de 2018–, se recibió
la respuesta recaída a nuestro escrito de petición original, sin que pudiera tenerse
el tiempo para exhibirla en el referido juicio de amparo 170/2018, la cual se exhibe
en original para que se considere como nuestro anexo 3 de la presente demanda.

4. Es esa respuesta fechada el pasado 16 de abril y contenida en el Oficio número


CGJC/OR/877/2018, la que conforma el acto reclamado en esta demanda, junto
con la opinión técnica que le acompañó en el Memorándum no. CEMAR/063/2018.

5. Finalmente, importa señalar que con fecha 22 de febrero de este año, Paloma
Neumann Gómez y Luis Miguel Cano López sostuvieron una reunión de trabajo
con personal de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
IV. Acto reclamado

La negativa de las responsables para atender lo solicitado en noviembre de 2017.


Negativa conformada por la respuesta recibida y la opinión técnica en que se
basa.

V. Autoridades responsables

El titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (la


COFEPRIS) –por ser la autoridad competente y con la obligación de atender
favorablemente nuestra petición original–, su Coordinador General Jurídico y
Consultivo –por ser la autoridad firmante de la respuesta recaída a dicha petición–,
y su Comisionada de Evidencia y Manejo de Riesgos –por ser la autoridad que
emitió la opinión técnica en la que se apoyó la anterior respuesta, misma que se
exhibe tal cual fuera adjuntada a ella y que conforma el anexo 4 de este escrito–.

VI. Preceptos que reconocen los derechos humanos violados

Los artículos primero y cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, a la luz de las demás fuentes normativas de origen internacional que
conforman el parámetro de control de regularidad constitucional bajo el cual se
debe juzgar la negativa de las responsables a actuar conforme a sus deberes
constitucionales correlativos al respeto y protección de los derechos involucrados.

VII. Concepto de violación

En síntesis, lo que se solicitó a la COFEPRIS fue que ajustara las normas oficiales
mexicanas sobre calidad de aire a los valores más protectores de la Organización
Mundial de la Salud (la OMS), y mientras eso acontecía, que emitiera una norma
de emergencia que adoptara esos valores en lo que resultaran más favorables.
Ambas cosas se respaldaron tanto en información oficial, como en reglas jurídicas.

Frente a esas peticiones, de un lado, las responsables sostuvieron en su opinión


técnica cuestionada –contenida en su memorándum número CEMAR/063/2018,
del 13 de marzo–, que en atención a la protección a la salud, usan información
generada por múltiples investigaciones sobre los efectos de los contaminantes en
ella, pero que las guías de calidad del aire de la OMS son recomendaciones y no
normas exigibles, las cuales quedan bajo un margen de apreciación de cada
Estado y como una meta progresiva por alcanzar. No obstante ello, reconocieron
que las normas oficiales mexicanas de calidad del aire, no debieran sobrepasarse
más de una vez por año a fin de garantizar adecuadamente la salud de la
población, que las mismas deben transitar paulatinamente hacia los valores de la
OMS, y que por ende, está contemplada su actualización. Así, después de referir
otras diversas medidas que se relacionan con el tema, terminaron por aceptar que:

“el proceso de actualización de las Normas Oficiales Mexicanas (NOM’s) tiene como
objetivo fijar límites más estrictos de las concentraciones de los contaminantes criterio
en el ambiente, como medida de protección a la salud de la población, de acuerdo al
principio precautorio y la evidencia científica reciente en materia de evaluación del
impacto en la salud por la exposición a contaminantes atmosféricos, con el objetivo
en el corto y mediano plazo de equipararlos con las metas finales establecidas en las
Guías de Calidad del Aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como
directrices de referencia.”

Mientras que del otro lado, en la otra parte de su cuestionada respuesta a nuestra
petición –contenida en el oficio número CGJC/OR/877/2018–, luego de identificar
las NOM’s que regulan la calidad del aire, de referir el estado que lleva el proceso
de consulta de la norma PROY-NOM-022-SSA1-2017, y de reenviar a la opinión
técnica recién destacada, las responsables indicaron que: “de conformidad con los
acuerdos derivados de la reunión, esta Comisión seguirá en espera de recibir por
parte de su representada, los puntos y alcances que bajo su consideración deberá
acotar la Norma Oficial Mexicana de Emergencia que sugiere”. Postura que no
tiene sentido, ni es consistente con el escrito de petición originalmente formulado.
Es bajo este escenario que se debe concluir que la respuesta a nuestra petición
ha sido en sentido negativo, acorde las razones expuestas en ambos documentos.

En esa idea, la negativa a atender las peticiones formuladas, viola el derecho a un


medio ambiente sano, interdependiente entre otros con los derechos a la vida, al
disfrute del más alto nivel posible de salud –con impacto mayor en las personas en
situación de vulnerabilidad por sus condiciones de salud–, y al desarrollo físico y
mental de la población –especialmente de las niñas y niños–, así como con las
responsabilidades de las generaciones de hoy para con las generaciones futuras.

El razonamiento que sostiene este único concepto de violación es tan simple como
contundente: (i) nuestra Constitución, en su artículo cuarto, reconoce los derechos
humanos a un medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar de todas las
personas, a la par que a la protección de la salud; (ii) esos derechos se ven
potenciados en relación con el derecho al desarrollo integral de niñas y niños,
también reconocido en ese mismo precepto constitucional; (iii) en torno al derecho
a la vida, encuentra mención expresa en el artículo 29 constitucional; (iv) respecto
de todos esos derechos humanos, las autoridades responsables, en el ámbito de
sus competencias, tienen a cargo, entre otras, obligaciones correlativas de respeto
y protección, así como de prevención de sus violaciones, conforme al artículo
primero constitucional, párrafo tercero; (v) el cumplimiento de tales deberes se
tiene que dar de la forma en que se favorezca en todo tiempo el nivel de
protección más amplio, de acuerdo al mandato establecido en el artículo primero
constitucional, párrafo segundo; (vi) por lo mismo, se les puede exigir a las
responsables de este caso, el ajuste de las NOM’s sobre calidad del aire, a fin de
que plasmen los valores que resulten más protectores recomendados por la OMS;
(vii) y mientras eso sucede, también se les puede exigir que emitan una norma de
emergencia para adoptar los valores más favorables de protección en torno a la
calidad del aire; (viii) exigencias que no pueden evadirse poniéndolas a cargo de
esta quejosa –como se aduce para la norma de emergencia–, ni pretextando que
los valores de la OMS son recomendaciones o tienen naturaleza programática
sujeta al margen de apreciación gubernamental; (ix) puesto que eso no justifica la
inobservancia de cumplir con el mandato de máxima protección de esos derechos.

Razonamiento que de forma alguna se ve impactado por el hecho de que


Greenpeace México, A. C., sea una personal moral, en tanto que se ha reconocido
que las personas jurídicas tienen la posibilidad de defender derechos humanos en
vinculación con su objeto social, como en el presente caso acontece –objeto que
se puede verificar en los antecedentes del instrumento notarial del anexo 1–. Para
sostener lo cual se puede acudir a los precedentes que enseguida se mencionan.

De entrada, el criterio resultante de la contradicción de tesis 360/2013 –y su


antecedente, la contradicción de tesis 56/2011–, ambas resueltas por el Pleno de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a partir de las cuales se sustenta que:
(i) es un hecho notorio que en nuestro orden jurídico se reconoce personalidad
jurídica propia a las personas morales, distinta de las personas que las crean, lo
cual las coloca en aptitud de ser titulares de derechos y obligaciones; (ii) el artículo
primero constitucional no distingue al emplear la expresión “personas”, y por el
contrario, hay elementos en los antecedentes legislativos de su reforma de 2011
que evidencian que su lectura puede ampliarse a las personas jurídicas; (iii)
aunque los derechos humanos son propios e inherentes de las personas físicas,
desconocerlos para las personas jurídicas implicaría privarlas de sus derechos
fundamentales necesarios para la obtención de sus fines y de la posibilidad de
buscar su tutela a través del juicio de amparo; (iv) en diversas disposiciones del
texto constitucional, se reconocen derechos a las personas morales; y (iv) por
ende, les resultan aplicables los derechos fundamentales necesarios para que
lleven a cabo sus fines, se proteja su existencia e identidad y para asegurar el libre
desarrollo de su actividad, respecto de lo cual conviene apreciar su objeto social.

Y en segundo lugar, el criterio que deriva en un primer momento de la resolución


del amparo en revisión 323/2014, fallado por la Primera Sala de la Suprema Corte,
y avanzado por ella misma al dictar sentencia en el amparo en revisión 1359/2015,
de los que se sigue que las asociaciones civiles tienen interés legítimo suficiente
para ampararse en defensa de derechos colectivos vinculados a su objeto social.

En este contexto, la cuestión efectivamente planteada en este juicio consiste en


determinar que la negativa de las responsables para expedir una regulación que
ofrezca el mayor grado de salvaguarda al derecho a un medio ambiente sano y los
derechos a la vida, protección a la salud y desarrollo integral de niñas y niños,
deviene inconstitucional, al desatender una obligación de inmediato cumplimiento.

En esa línea argumentativa, a fin de contribuir con el trabajo de ese H. Juzgado,


será conveniente que tome en cuenta lo siguiente: (i) el derecho a un medio
ambiente sano no solamente es reconocido expresamente en el artículo cuarto
constitucional y el artículo 11 del Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, "Protocolo de San Salvador", sino en diversos precedentes judiciales
dictados por ambas Salas de la Suprema Corte de Justicia, por ejemplo las tesis
1a. CCXLVIII/2017 (10a.), 1a. CCXLIX/2017 (10a.) y 2a. III/2018 (10a.); (ii) su
interdependencia con el resto de derechos humanos invocados –vida, integridad y
salud– se puede corroborar con apoyo en la Opinión Consultiva OC-23/17 de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos; (iii) su especial importancia para el
desarrollo integral de niñas y niños ha sido enfatizado recientemente en el Informe
del Relator Especial sobre la cuestión de las obligaciones de derechos humanos
relacionadas con el disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y
sostenible, enfocado en el vínculo entre los derechos de la niñez y la protección
del medio ambiente; (iv) las autoridades responsables son conscientes de que los
valores de la OMS respecto de las NOM’s sobre calidad del aire, resultan más
favorables; (v) además, tienen información suficiente que evidencia los costos en
vidas, salud y recursos económicos, provocados por el desajuste de aquellas
NOM’s a los valores más protectores de la OMS –prueba de ello será ofrecida
oportunamente en este juicio–; (vi) información que pone de manifiesto la urgente
necesidad de adoptar los valores más favorables para asegurar la calidad del aire
en consonancia con la mayor protección posible a los derechos en juego; (vii) para
lo cual existe el marco legal y las atribuciones suficientes para atender lo solicitado.

Por lo anteriormente expuesto, se pide atentamente a ese H. Juzgado de Distrito:

Primero. Se admita la presente demanda de amparo en sus términos, teniendo por


autorizadas a las personas en ella indicadas con las amplias facultades confiadas.

Segundo. Se acompaña una copia del instrumento notarial exhibido como anexo
uno, con la respetuosa petición de que pueda ser cotejado con el documento
original, a fin de que una vez realizado lo anterior, se pueda devolver este último,
toda vez que dicho instrumento se requiere para otros fines de nuestra asociación.

Tercero. Que llevado el juicio se conceda la protección de la justicia de la Unión.

Se protesta lo necesario, en la Ciudad de México, a los siete días del mes de


mayo del año dos mil dieciocho.

Greenpeace México, A. C.
Representada por Gustavo Ampugnani

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