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Commonwealth de 1944. (L-R) Mackenzie King (Canadá), Jan Smuts (Sudáfrica), Winston Churchill
(Reino Unido), Peter Fraser (Nueva Zelanda) y John Curtin (Australia)
La reina Isabel II, en su discurso a Canadá el Día del Dominio en 1959, señaló que la confederación
de Canadá el 1 de julio de 1867 había sido el nacimiento del "primer país independiente dentro del
Imperio Británico". Ella declaró: "Entonces, también marca el comienzo de esa asociación libre de
estados independientes que ahora se conoce como la Mancomunidad de Naciones". [8] Ya en
1884 Lord Rosebery había descrito, mientras visitaba Australia, el cambiante Imperio británico. , ya
que algunas de sus colonias se hicieron más independientes, como una "Mancomunidad de
Naciones". [9] Las conferencias de primeros ministros británicos y coloniales ocurrieron
periódicamente desde la primera en 1887, lo que condujo a la creación de las Conferencias
Imperiales en 1911. [10]
La Commonwealth se desarrolló a partir de las conferencias imperiales. Jan Smuts presentó una
propuesta específica en 1917 cuando acuñó el término "Mancomunidad Británica de Naciones" y
concibió las "futuras relaciones constitucionales y reajustes en esencia" en la Conferencia de Paz
de París de 1919 por delegados de los Dominios y Gran Bretaña. . [11] [12] El término primero
recibió el reconocimiento legal imperial en el Tratado Anglo-Irlandés de 1921, cuando el término
British Commonwealth of Nations fue sustituido por el Imperio británico en la redacción del
juramento adoptado por los miembros del parlamento del Estado libre irlandés.
Un estado miembro también debe ser soberano, aceptar el inglés como el principal medio de
comunicación dentro de la Commonwealth y tener el deseo entre sus ciudadanos de ser parte de
la organización.
A partir de 1997, una nación debe tener un "vínculo constitucional directo" con cualquier estado
miembro actual. Los únicos estados miembros que técnicamente no se ajustan a este criterio son
Mozambique y Ruanda. La Secretaría de la Commonwealth llamó a la inclusión de '' excepcional ''
de estos países.
Es posible que los estados sean suspendidos de la Commonwealth si no cumplen con los principios
democráticos descritos en la Declaración de Harare. Los países que esto ha sucedido en el pasado
incluyen a Nigeria, Pakistán y Zimbabwe.
En el caso de ciertas naciones, como Canadá y Australia, existen acuerdos bilaterales donde los
ciudadanos de cualquiera de los dos países en una tercera nación pueden obtener representación
del otro país en los casos en que es imposible ser atendido por su propio embajador.
Los miembros no tienen ninguna obligación legal unos con otros en cambio están unidos por el
lenguaje, historia, cultura y compraten valores democráticos
A pesar de que la organización tiene muy poca influencia política o económica, sí ofrece
oportunidades para que las naciones más pequeñas se sienten con las naciones más grandes en la
Reunión bianual de Jefes de Gobierno de la Commonwealth (CHOGM), lo que les permite realizar
sus proyectos y preocupaciones. conocido, algo que ha demostrado dar fruto.
La principal ventaja de pertenecer a la Commonwealth es que es una red de países más grande
que cualquier otra, salvo la ONU, y que brinda la oportunidad a los países más pequeños de
hacerse escuchar. En una escala geopolítica, la Mancomunidad de Naciones es un logro que ha
superado muchas expectativas y sigue siendo una muestra impresionante de la fuerza de una
alianza pacífica.
El jefe de gobierno que aloja al CHOGM se denomina presidente en ejercicio del Commonwealth y
conserva el puesto hasta el siguiente CHOGM. [36] Después del CHOGM más reciente, en Londres,
Reino Unido, del 18 al 20 de abril de 2018, la primera ministra del Reino Unido, Theresa May,
asumió la presidencia en ejercicio y continuará en el cargo hasta el próximo CHOGM, programado
para realizarse en Ruanda. en 2020
Objetivos y actividades
Los objetivos de la Commonwealth se describieron por primera vez en la Declaración de Singapur
de 1971, que comprometió a la Commonwealth a la institución de la paz mundial; promoción de la
democracia representativa y la libertad individual; la búsqueda de la igualdad y la oposición al
racismo; la lucha contra la pobreza, la ignorancia y la enfermedad; y libre comercio. [98] A esto se
sumó la oposición a la discriminación basada en el género por la Declaración de Lusaka de 1979
[44] y la sostenibilidad ambiental por la Declaración de Langkawi de 1989. [99] Estos objetivos
fueron reforzados por la Declaración de Harare en 1991. [100]
Antecendentes y creación
Su cabeza es el monarca británico, que algunos miembros reconocen como su jefe de Estado,
representado por un gobernador general, y otros simplemente como símbolo de la asociación.
El origen de la misma debe trazarse en el siglo XIX, cuando las colonias con su numerosa población
blanca desarrollaron una incipiente conciencia nacional y aspiraron a un grado mayor de
autonomía, como había sucedido con los Estados Unidos de América a fines del siglo XVIII.
Ante los problemas en Canadá, el Gobierno británico comenzó a conceder el autogobierno a esas
provincias (1847), lo que luego Se extendió a Australia (1855-59), Nueva Zelanda (1856) y
Sudáfrica (1872-93) En 1867 las provincias de la América del Norte británica se agruparon en el
Dominio de Canadá, ejemplo seguido por Australia (1900) y Sudáfrica (1910). En 1907 el Gobierno
de Londres reconoció a estos cuatro territorios (incluyendo a Nueva Zelanda su capacidad de
autogobierno nacional.
La Primera Guerra Mundial catalizó estas transformaciones, pues la importante contribución de los
dominios al esfuerzo bélico se reflejó en su capacidad de decisión en el Gabinete Imperial de
Guerra, hasta el punto de que tuvieron representantes en las conferencias de paz de 1919, e
incluso recibieron mandatos de la Sociedad de Naciones, como sujetos de pleno derecho
internacional.
Parece que el término British Commonwealth of Natíons fue acuñado en 1917 por el general J. C.
Smuts, o por L. G. Curtis, hombres que sirvieron en el ejército y a la administración imperial. Curtis
fundó la revista Round Table para difundir sus ideas sobre «imperialismo liberal».
Por esta misma época surgió un problema en el mismo corazón del imperio. Desde principios del
siglo XX, el movimiento independentista irlandés se había agrupado en torno al partido Sinn Fein,
fundado por A. Griffith. En 1916 promoviendo levantamiento en Dublín para proclamar la
República que fue duramente reprimido.
Aun así, el Sinn Fein obtuvo en las elecciones de 1918 la mayor parte de los escaños reservados a
Irlanda en el Parlamento británico. Sus líderes decidieron constituirse en parlamento (Dáil)
independiente y formar un gobierno clandestino la tensión política se complicó por las acciones
violentas del brazo armado del partido, el IRA, dirigido por M. Collins, que desencadenó el
domingo sangriento (21 de noviembre de 1919).
En 1921, Collins y Griffith firmaron un tratado con Gran Bretaña por el que irlanda, excepto el
Ulster, se convertía en Dominio con Gobierno y Parlamento propios.
A partir de la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña mantuvo con sus dominios una serie de
reuniones periódicas (Conferencias imperiales) La de 1926 fue especialmente importante, pues en
ella se abordaron dos cuestiones clave. Por un lado, se constató la imposibilidad de redactar un
texto constitucional válido para todo el imperio, pues se trataba de territorios muy distintos en
muchos aspectos.
Por otro lado, la cuestión del estatus jurídico de los dominios en relación con la metrópoli fue
resuelta con la llamada fórmula Balfour: «Gran Bretaña y los Dominios Son comunidades
autónomas dentro del Imperio, iguales en estatus, en modo alguno subordinadas unas a otras en
cualquier aspecto de sus asuntos internos o externos aunque unidas por una fidelidad común a la
Corona y libremente asociadas como miembros de la British Commonwealth of Nations».
El Estatuto de Westminster (1931) confirmó estos puntos, además de ofrecer a todas las colonias
del Imperio la posibilidad de ingresar en la Commonwealth al independizarse y de abandonarla
unilateralmente También reconocía la plena autonomía legislativa de los Dominios y su
independencia en materia de política exterior. En la mayoría de los casos el mantenimiento de la
tradición jurídica (derecho común), administrativa y gubernamental (regímenes parlamentarios)
británicas en las antiguas colonias aseguró la cohesión del conjunto y favoreció el entendimiento
entre los asociados.