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EL DIOS VIVO Y VERDADERO

EL CONOCIMIENTO DE DIOS
I. LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO DE DIOS
Indiscutiblemente el conocimiento de Dios es deseable; las ansias religiosas de la humanidad dan fe de ello. Pero, ¿es posible?
Las Escrituras afirman dos hechos: la incomprensibilidad de Dios y la posibilidad de conocer a Dios. Decir que Dios es
incomprensible es afirmar que la mente no puede captar el conocimiento de Él. Decir que Él es conocible es declarar que se le
puede conocer. Las dos cosas son verdad aunque ninguna de las dos en un sentido absoluto. Al decir que Dios es incomprensible
se afirma que el hombre no puede conocer todo tocante a Él. Decir que Él es conocible no es afirmar que el hombre pueda conoc er
todo acerca de Él. Ambas verdades se afirman en las Escrituras: Su incomprensibilidad, en versículos como Job 11:7 e Isaías 40:18,
y la posibilidad de conocerlo, en versículos como Juan 14:7; 17:3; y 1 Juan 5:20.
II. LAS CARACTERISTICAS DEL CONOCIMIENTO DE DIOS
Se puede caracterizar el conocimiento de Dios de acuerdo a su fuente, su contenido, su progreso, y sus propósitos.
A. Su fuente
Dios mismo es la Fuente de nuestro conocimiento de Él. Ciertamente, toda la verdad es de Dios. Pero ese cliché se debe afirmar y
usar más cuidadosamente de lo que generalmente se usa. Solamente la verdad genuina proviene de Dios, porque desde que el
pecado entró en la corriente de la historia, el hombre ha creado lo que él llama verdad pero que no lo es.
Además, ha pervertido, embotado, diluido, y corrompido eso que originalmente fue la verdad genuina, que sí provino de Dios.
Para nosotros hoy, la única regla infalible para determinar la verdad genuina es la Palabra escrita de Dios. La Naturaleza, aunque
revele algo acerca de Dios, es limitada y puede ser mal interpretada por la humanidad. La mente humana, aunque muchas veces
brillante en lo que puede lograr, padece de limitaciones y oscurecimiento. Las experiencias humanas, aun las religiosas, carecen de
confiabilidad como fuentes del genuino conocimiento de Dios a no ser que se conformen a la Palabra de Dios. Ciertamente, el
conocimiento de lo que es la religión verdadera tiene que venir de Dios. En una dispensación previa el judaísmo fue revelado como
la religión verdadera de Dios. Hoy, el judaísmo no es la religión verdadera; solamente el cristianismo lo es. Y el conocimiento
genuino del cristianismo ha sido revelado por medio de Cristo y los apóstoles. Uno de los propósitos de la encarnación del Señor fue
revelar a Dios (Juan 1:18; 14:7). La promesa de la venida del Espíritu después de la ascensión de Cristo incluyó revelación adicional
tocante a Él y al Padre (Juan 16:13–15; Hechos 1:8). El Espíritu Santo le abre las Escrituras al creyente para que pueda conocer en
forma más completa a Dios.
B. Su contenido
Un conocimiento completo de Dios es a la vez objetivo y personal. El conocer los hechos de una persona sin conocer a la persona
misma es conocimiento limitado. El conocer a una persona sin conocer su actuación es conocimiento superficial. Dios ha revelado
muchos datos acerca de Sí mismo, todos los cuales son importantes para hacer nuestra relación personal con El íntima, inteligente y
provechosa. Sí El sólo hubiera revelado hechos sin hacer posible el conocerlo a Él personalmente, tal conocimiento objetivo tendría
poca utilidad y, ciertamente, ningún beneficio eterno. Igual que en las relaciones humanas, una relación divina-humana no puede
comenzar sin algunos conocimientos mínimos acerca de la Persona; entonces la relación personal genera el deseo de conocer más
datos, los cuales a su vez profundizan la relación, y así sucesivamente.
Este ciclo debe ser la experiencia de cada estudiante de la teología; un conocimiento acerca de Dios debe profundizar nuestra
relación con El, lo cual a su vez aumenta nuestro deseo de conocer más acerca de Él.
C. Su progreso
El conocimiento de Dios y de Sus obras fue revelado progresivamente a través de la historia. La prueba más obvia la hallamos al
comparar la teología incompleta del judaísmo con la revelación más plena de la teología cristiana con respecto, por ejemplo, a tales
doctrinas como la Trinidad, la cristología, el Espíritu Santo, la resurrección, y la escatología. El trazar esa progresión es la tarea de la
teología bíblica.
D. Sus propósitos
1. Llevar a las personas a poseer la vida eterna (Juan 17:2; 1 Timoteo 2:4).
2. Promover el crecimiento cristiano (2 Pedro 3:18) con conocimiento doctrinal (Juan 7:17; Romanos 6:9, 16; Efesios
1:18), y con un estilo de vida perceptivo (Filipenses 1:9–10; 2 Pedro 1:5).
3. Advertir acerca del juicio venidero (Oseas 4:6; Hebreos 10:26–27).
4. Generar adoración verdadera a Dios (Romanos 11:33–36).
III. REQUISITOS PREVIOS AL CONOCIMIENTO DE DIOS
A. Dios inició la revelación de Sí mismo
El conocimiento de Dios difiere de todo otro conocimiento en que el hombre sólo puede tener este conocimiento hasta el punto en
que Dios lo revele. Si Dios no hubiera iniciado la revelación de Sí mismo, no habría forma de que el hombre lo conociera a El . Por lo
tanto, el ser humano tiene que ponerse bajo Dios, que es el objeto de su conocimiento. En otros empeños eruditos, el ser humano a
menudo se coloca a sí mismo sobre el objeto de su investigación, pero no es así en el estudio de Dios.
B. Dios proveyó el lenguaje para la comunicación
Ciertamente una parte esencial de la revelación de Dios es la provisión de un medio para comunicar esa revelación. También la
referencia de la revelación personal de Dios en Cristo necesita algún medio de grabar y comunicar esa revelación. Dios dio el
lenguaje para este propósito. Él lo inventó y se lo dio al primer hombre y la primera mujer para poder comunicarles Sus instrucciones
(Génesis 1:28–30) y que ellos pudiesen comunicarse con El (3:8–13). Parece también haber sido parte de su dominio sobre la
creación todavía no caída y de nombrar a los animales. Aun después de la división de la lengua original en Babel, las lenguas
sirvieron como el medio de comunicación en todos los niveles. Ciertamente creer que el Dios omnisciente hizo provisión para que los
idiomas fuesen eficaces para comunicar la revelación de Sí mismo al hombre.
C. El creó al hombre a Su imagen
Cuando Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, lo hizo un ser racional con inteligencia como El mismo. Por supuesto, la
inteligencia humana no es igual que la inteligencia divina, pero sí es una inteligencia real, no ficticia. Por lo tanto, los humanos tienen
la habilidad de entender el significado de las palabras y la lógica de las oraciones y los párrafos.
El pecado ha quitado la garantía de que el entendimiento humano sea siempre confiable, pero no erradicó la habilidad del ser
humano para comprender.
D. El dio el Espíritu Santo
Dios les ha dado Su Espíritu Santo a los creyentes para revelarles las cosas de Dios (Juan 16:13–15; 1 Corintios 2:10). Esto no hace
que el creyente sea infalible, pero le puede dar la habilidad de distinguir la verdad del error (1 Juan 2:27).
Estas obras de Dios hacen posible que conozcamos y obedezcamos los muchos mandamientos en las Escrituras de conocerlo a Él
(Romanos 6:16; 1 Corintios 3:16; 5:6; 6:19; Santiago 4:4).
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LA REVELACION DE DIOS
Históricamente, las dos vías por las cuales Dios ha iniciado la revelación de Sí mismo se han denominado revelación general y
revelación especial. La revelación general comprende todo lo que Dios ha revelado en el mundo que nos rodea, aun al hombre;
mientras que la revelación especial incluye los varios medios que El usó para comunicar Su mensaje en lo que fue codificado en la
Biblia. Algunas veces la revelación general es denominada teología natural y la revelación especial, teología revelada. Pero, por
supuesto, lo que es revelado en la naturaleza también es teología revelada. Algunos escritores usan la clasificación de prelapsaria
(antes de la caída) para la revelación general y postlapsaria o sóterica (de la salvación) para la revelación especial. Pero ambas, la
revelación general y la especial son (a) de Dios y (b) tocante a Dios.
La revelación general provee evidencias de la existencia de Dios. La especial, por otro lado, da por sentada Su existencia.
I. LAS CARACTERISTICAS DE LA REVELACION NATURAL
La revelación general es exactamente eso—general. Es general en su alcance; es decir, ella alcanza a todas las personas (Mateo
5:45; Hechos 14:17). Es general en su geografía; es decir abarca la tierra entera (Salmo 19:2). Es general en su metodología; es
decir, emplea medios universales como el calor del sol (vv. 4–6) y la conciencia humana (Romanos 2:14– 15). Simplemente porque
es una revelación que así afecta a todas las personas dondequiera que estén y dondequiera que hayan vivido, ella puede traer luz y
verdad a todos; o, si se rechaza, trae condenación.
II. LAS VIAS DE LA REVELACION GENERAL

La revelación general llega al hombre en varias maneras.


A. Por medio de la creación
1. Afirmación. Simplemente afirmada, esta línea de argumentación (el argumento cosmológico para la existencia de Dios) señala
que el universo que nos rodea es un efecto, lo cual implica una causa adecuada.
2. Presuposiciones. Esta línea de argumentación depende de tres presuposiciones: (a) cada efecto tiene una causa; (b) el efecto
causado depende de la causa para su existencia; y (c) la naturaleza no se puede originar por sí misma.
3. Desarrollo. Si algo existe ahora (el cosmos), entonces o llegó a ser de la nada o se originó de algo que tiene que ser eterno. Lo
eterno, en la segunda opción, pudiera ser o el cosmos mismo que fuera eterno, o el azar como principio eterno, o Dios el Ser eterno.
Decir que el universo se originó de la nada significaría que fue autocreado. Esto es una contradicción lógica, porque para que algo
sea autocreado tiene que existir y no existir a la vez en la misma manera. Además, la autocreación nunca se ha demostrado ni se ha
observado científicamente. Una variación del punto de vista que mantiene la eternidad de la materia es la Teoría del Estado
Constante, la cual sugiere que la materia es constantemente creada cerca del centro del universo y destruida en el perímetro
exterior del espacio. Pero, no hay evidencia para respaldar esta teoría, y si fuese cierta, violaría la ley de conservación de masa y
energía.
¿No se aplica la ley de causa y efecto a Dios también? ¿No es El también un efecto que requirió una causa? La respuesta es no,
porque Dios no es un efecto (un efecto es algo que requiere una causa) porque El es eterno.
Si el cosmos no se generó a sí mismo, entonces tiene que existir algo eterno que lo causó. Una opción es que el proceso cósmico
mismo es eterno, opción que apenas se mantiene. Más bien, casi todos mantienen que el universo tuvo un principio, aparte del
tiempo que haya pasado desde entonces.
Otra opción es que existiera un principio eterno de azar o de inteligencia ciega. Creer esta opción requiere una gran cantidad de fe.
Puede demostrarse matemáticamente que lo que vemos hoy en el universo no pudo haberse producido fortuitamente. Pero aun si
hubiera podido producir las moléculas y los átomos, la “materia” del universo, ¿podría tal principio no viviente haber producido los aspectos
psíquicos y espirituales de la vida?
La tercera opción es la teísta; es decir, que el Ser eterno que hizo el universo es Dios. Esto no significa que el universo revela todos los detalles del
carácter de este Ser eterno, pero sí que existe un Ser viviente, poderoso, e inteligente que creó al universo. Viviente, porque lo que no tiene vida no
puede producir vida. Poderoso, por razón de la misma naturaleza de lo que fue formado. Inteligente, por razón del orden y el arreglo del cosmos,
cosas que el azar no pudiera haber generado.
4. La Escritura. Dos pasajes clave de la Escritura enseñan que la creación es una vía de revelación.
a. Salmo 19:1–6. En este salmo David escribió de (1) la naturaleza continua de la revelación por medio de la creación
(vv. 1–2). Los verbos expresan acción continua, indicando que los cielos, la expansión, el día, y la noche continuamente hablan de la gloria de
Dios. El también escribió que (2) el centro o la esfera de esta revelación es el universo: los cielos y la tierra (v. 4), (3) en carácter esta revelación es
muy clara aunque no es verbal (v. 3), y (4) su alcance llega a todos los lugares y a toda persona (vv. 4–6). Ella cubre la tierra entera y cada persona
la puede conocer. La mayor parte de las personas pueden ver el sol y el ciclo del día y la noche, pero aun las personas ciegas pueden sentir el calor
del sol (v. 6). Esta revelación debe generar preguntas en la mente de las personas. ¿De dónde viene este calor? ¿Quién hizo el sol? (5) También el
contenido de esta revelación lleva en sí dos aspectos. Nos dice algo acerca de la gloria de Dios y la grandeza de Dios.
b. Romanos 1:18–32. En este pasaje clave el énfasis está en la revelación de la ira de Dios porque la humanidad rechaza lo que se puede conocer de
El por la vía de la creación.
(1) La revelación de Su ira (v. 18). La ira de Dios se revela contra todos los que suprimen la verdad y practican la impiedad.
Los aspectos particulares de cómo Su ira se revela se enumeran en los versículos 24–32.
(2) Las razones para Su ira (vv. 19–23). Las razones son dos: se puede conocer algo acerca de Dios, pero en vez de recibir esta verdad, las personas
rechazaron la revelación y, por cierto, la pervirtieron. “Las cosas hechas” (v. 20), el cosmos, claramente revela (y lo ha hecho desde el principio de
la creación) el poder de Dios y Su naturaleza divina. En otras palabras, toda la humanidad debe de conocer por observar al universo que le rodea
que existe un Ser supremo. Pero en lugar de ello la humanidad rechaza esa verdad y hace ídolos sobre los cuales ella es suprema.
(3) El resultado de Su ira (vv. 23–32). Porque la humanidad rechazó la revelación general, Dios la entregó (vv. 24, 26,
28). Algunos creen que esto significa una entrega permisiva de las personas para que ellos sufran las consecuencias retributivas de su pecado. Pero
el verbo está en la voz activa en los versículos 24, 26 y 28. Otros toman este verbo en un sentido privativo; es decir, que Dios privó al hombre de
Su obra de la gracia común. Aun otros sienten que esto es un acto positivo y judicial de parte de Dios de entregar a las personas al juicio. Esto
incluye el sentido privativo pero es más activo que el punto de vista permisivo. Al mismo tiempo las personas son responsables por sus acciones
pecaminosas (Efesios 4:19 usa el mismo verbo). El hombre es justamente condenado porque no recibe lo que Dios le dice acerca de Sí mismo por
medio de la creación.
Norman Geisler ha hecho una nueva exposición del argumento cosmológico en la siguiente forma (Philosophy of Religion
[Grand Rapids: Zondervan, 1981], pp. 190–208).
(a) Algun(os) ser(es) limitado(s) y cambiante(s) existe(n). El negar esto requiere una negación hecha por un ser existente, así que se derrota por sí
misma.
(b) La existencia presente de cada ser cambiante y limitado es causada por otro. La potencialidad para la existencia solamente puede ser realizada
por una existencia más allá de ella.
(c) No puede existir un retroceso infinito de causas de ser.
(d) Por lo tanto, hay una primera Causa de la existencia presente de estos seres.
(e) Esta primera Causa tiene que ser infinita, necesaria, eterna, simple, inalterable y única.
(f) Al comparar el Ser que esta línea de argumentación respalda, con el Dios de las Escrituras, llegamos a la conclusión de que son idénticos.
B. Por medio de la organización
1. Afirmación. El propósito, el orden, el diseño que observamos en el mundo, exige que haya habido un diseñador. La presentación más popular de
este argumento teleológico se encontró en Natural Theology de William Paley (1802) que incluye su ilustración de que la organización de un reloj
demanda la existencia de un relojero. De igual manera, la organización del mundo requiere de alguien que lo planeara.
2. Desarrollo. Para ser más efectivo, el argumento teleológico debe enfocarse en los aspectos más amplios del diseño en la naturaleza, más bien
que en los detalles. Para usar una de las ilustraciones de Buswell (A Systematic Theology of the Christian
Religion, [Grand Rapids: Zondervan, 1962], p. 87), el hecho de que no haya dos copos de nieve iguales es mucho menos probatorio del propósito y
diseño de Dios para el mundo, que el lugar importante que ocupa la nieve en el ciclo de las estaciones y la provisión de humedad para la tierra.
Además, algunas de las especies en la naturaleza no tienen sentido para nosotros, muchas veces a causa de la obra del mal. Pero el cuadro general
es de orden y diseño. La acción fortuita nunca hubiera podido producir la organización tan completa que observamos en el mundo.
3. La Escritura. El Salmo 19:2 declara que el mundo es evidencia del conocimiento del Creador. Cuando las personas de
Listra estaban a punto de ofrecerles sacrificios a Pablo y Bernabé, porque creían que ellos dos eran dioses, Pablo los restringió usando este
argumento teleológico de la existencia del Dios verdadero (Hechos 14:15–18). El mundo presenta el ciclo de las estaciones y el regalo de la lluvia
para darle a la humanidad comida y alegría. Pablo dijo que este orden en la naturaleza sirve de testimonio a la existencia del Dios viviente y
verdadero.
C. El hombre
1. Afirmación. ¿Cómo se puede explicar que el hombre, un ser moral, inteligente, y viviente pudiera existir aparte de un
Dios moral, inteligente, y viviente?
2. Desarrollo. Este argumento llamado antropológico, de la existencia de Dios, algunas veces se divide en varias maneras. Buswell, por ejemplo,
separa el argumento antropológico (Dios crea el hombre a Su imagen) y el argumento moral (cómo originaron las ideas del bien y del mal)
(Systematic Theology, pp. 90–1). Dale Moody The Word of Truth [Grand Rapids:
Eerdmans, 1981], pp. 83–4) divide este argumento básico en cuatro partes: el argumento moral, la presencia de la mente, la personalidad total (es
decir, el alma), y la conciencia religiosa. Estas divisiones, a mi parecer, son solamente aspectos del argumento básico antropológico, puesto que
todos tienen que ver con el hombre. Así que, cualquiera que sea la faceta del ser o la experiencia del hombre que se enfatice, sigue siendo un
aspecto del hombre y pertenece propiamente al argumento antropológico.
Las varias facetas del hombre y todas ellas juntas exigen alguna explicación en cuanto a su origen, y abogan a favor de la existencia de un ser
moral, inteligente y viviente que pudiera haber producido al hombre. Las fuerzas materiales, inanimadas o inconscientes difícilmente pudieran
haber producido al hombre. La evolución no puede producir el alma, la conciencia o los instintos religiosos. Los ídolos sin vida no generan seres
vivientes.
3. La Escritura. El salmista declaró: “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?” (Salmo 94:9). En otras palabras, una criatura
viviente e inteligente aboga a favor de un Creador viviente e inteligente.
En el Areópago Pablo empleó el mismo razonamiento. El argumentó que si somos la prole de Dios, entonces Dios no puede ser como un ídolo de
oro o de plata que la prole misma formó (Hechos 17:28–29). El, como Su prole, tiene que ser viviente e inteligente.
D. El Ser
El argumento ontológico (es decir, el argumento basado en el estudio del “ser”) se ha presentado en varias formas por
Anselmo, Descartes, y otros, y ha sido aceptado por algunos (Hegel) y rechazado por otros (Kant).
1. Afirmación. El argumento se desarrolla así: (a) tenemos una idea de un Ser Más Perfecto; (b) la idea de un Ser Más Perfecto incluye la
existencia, ya que un Ser, de otra manera perfecto, que no existiera no sería tan perfecto como un Ser que sí existiera; (e) por lo tanto, puesto que la
idea de la existencia se haya implicada en la idea del Ser Más Perfecto, ese Ser Más Perfecto tiene que existir.
2. Discusión. Mientras que el argumento es deductivo, hay en él un aspecto inductivo. ¿De dónde proviene la idea de Dios?
No todas las ideas que tienen las personas corresponden a una realidad ontológica. Pero las ideas sí tienen causas y se les tiene que dar
consideración. La idea de un hada de dientes existe pero no comprueba la realidad de un hada de dientes. No obstante, se puede considerar la idea.
En forma similar existe la idea de Dios. ¿Cómo se puede considerar esta idea? Este es el aspecto inductivo del argumento. Y lo esencial es que la
información no teísta no puede explicar esta idea.
III. EL CONTENIDO DE LA REVELACION GENERAL

Los pasajes bíblicos pertinentes nos declaran autorizadamente lo que se puede aprender de la revelación general. Esto no es decir que todo el
mundo comprenderá todas o algunas de estas cosas, pero éstas son las que Dios ha comunicado por medio de las varias vías de la revelación
general:
1. Su gloria (Salmo 19:1)
2. Su poder de obrar en la creación del universo (v. 1)
3. Su supremacía (Romanos 1:20)
4. Su naturaleza divina (v. 20)
5. Su control providencial de la naturaleza (Hechos 14:17)
6. Su bondad (Mateo 5:45)
7. Su inteligencia (Hechos 17:29)
8. Su existencia viviente (v. 28)
IV. EL VALOR DE LA REVELACION GENERAL

En determinar el valor de la revelación general la gente corre el riesgo de sobrestimarlo o subestimarlo. Algunos dan la impresión, a lo menos, de
que lo revelado por medio de la revelación general demuestra la existencia del Dios verdadero de la Biblia. Esto parece sobrestimar su valor. Otros
no le atribuyen valor alguno, pero esto es incorrecto, ya que la Biblia sí refleja el uso de estos argumentos. ¿Cuál, pues, es su propio valor?
A. Exhibir la gracia de Dios
Que Dios no retirara Su gracia después de la primera rebelión o de cualquier otra subsecuente, es en sí mismo gracia. Que no cesara de
comunicarse con la humanidad después que ésta se apartó de El, es una gran maravilla. Que continuara proveyendo los medios a través de la
revelación general por los cuales las personas pueden conocer algo acerca del Dios verdadero, exhibe Su gracia continua. Algunos son afectados
positivamente y muestran evidencia de moralidad y a menudo buscan más verdad.
B. Dar apoyo al concepto del teísmo
Es una exageración decir que estos argumentos de la existencia de Dios demuestran que el Dios de la Biblia existe. Aunque algunas verdades
tocante Dios se revelan por medio de la revelación general, muchas cosas importantes nunca serán reveladas por ese medio. Pero los interrogantes
que provoca la revelación general y las respuestas que aporta, respaldan los alegatos del teísmo en contra de, digamos, el ateísmo, el agnosticismo,
o la teoría de la evolución.
C. Condenar justamente a los que la rechazan
Estas líneas de evidencia colocan a los hombres y las mujeres no regenerados bajo la responsabilidad de dar alguna respuesta.
La intención de Dios es que las personas puedan ver que una explicación mecánica, atea, irracional no es adecuada para dar razón por un mundo
sumamente armonioso y los varios aspectos del hombre. La humanidad debe responder, reconociendo que detrás de todo tiene que existir un Ser
viviente, poderoso, inteligente, sobrehumano.
Si los hombres no hacen ese reconocimiento mínimo pero crucial, sino que en vez de ello se desvían y ofrecen alguna otra explicación, entonces
Dios es justo si los rechaza y no les ofrece más verdad. El rechazo de lo que se revela en la revelación general sea suficiente para condenar
justamente. Pero esto no implica que la aceptación de la revelación general es suficiente para efectuar la salvación eterna. No lo es, simplemente
porque no incluye la revelación de la muerte redentora del Hijo de Dios.
Si lo que he dicho parece erigir un criterio doble, que así sea. No hay nada inherentemente malo en que existan dos criterios mientras que los dos
sean justos. Y en este caso los dos lo son. No sería justo que la revelación general salvara si
Dios proveyó un Cordero antes de la fundación del mundo para ser inmolado por el pecado. El dar la salvación aparte del
Cordero sería una provisión injusta. Pero el no condenar a los que rechazan, en cualquier punto de su peregrinaje de rechazo, también sería injusto
para un Dios santo. Así que el rechazo de las verdades de la revelación general trae condenación justa en cualquiera y en todas las ocasiones en que
se rechace.
Si un estudiante preocupado va a donde está su compañero de estudios que necesita mil dólares para el pago de su cuota de enseñanza, y con un
interés genuino caracterizado por el amor le ofrece diez dólares (lo cual es todo lo que él tiene); y si su billete de diez dólares es tirado
despreciativamente al piso con un burlón “¿De qué ayuda me será ese poquito?”, ¿qué obligación tiene el estudiante de proveer ayuda adicional a
su compañero de estudios? Si de pronto él pudiera contribuir con los mil dólares, ¿lo acusaría alguien de injusticia si él se lo diera a otro estudiante
necesitado? Aceptar un regalo de diez dólares no “salvará” a la persona que necesita mil; pero el rechazarlo la condenará. No debemos olvidar que
la mayoría de las personas que han vivido han rechazado la revelación de Dios dada por medio de la naturaleza, y la han rechazado con desdén y
con la substitución deliberada de sus propios dioses. Ellos se han condenado a sí mismos, y cuando
Dios los rechaza, lo hace justamente.

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