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MONICIONES POR EL DÍA DE LA MADRE

Este mes de Mayo está dedicado a la Virgen María, nuestra madre celestial y nos sentimos
apoyados y protegidos por ella. Su cariño y su ternura llenan nuestras vidas y por eso ponemos en ella
nuestra confianza. Es Madre y eso lo dice todo. Es Madre de Jesús y Madre nuestra. Es Madre que
acoge, escucha y perdona. Y una Madre que está junto a sus hijos en el momento que le necesitan: en
los momentos duros y difíciles de la vida.
Hoy a través de María, queremos agradecer a Dios el milagro de la maternidad y pedimos por
todas las madres del mundo, especialmente por las mamás de nuestra Institución Educativa,
para que la Virgen sea su modelo, su consuelo y su ayuda.
Queremos que esta eucaristía sea hoy acción de gracias por nuestras madres. Siempre las
hemos tenido a nuestro lado y a ellas les debemos lo que somos y tenemos.
Puestos de pie, recibimos a nuestro sacerdote entonando el canto: IGLESIA SOY.
PENITENCIAL: SEÑOR TEN PIEDAD

PRIMERA LECTURA: Escuchemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles la narración


de la conversión de San Pablo, conversión de perseguidor a testigo de Cristo.

SALMO: ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO

EVANGELIO:

Escuchemos a Cristo vivo a través del evangelio de Juan, Él es el pan verdadero


que nos da la vida eterna.

Nos ponemos de pie y entonamos el Aleluya.


OFRENDAS: Iniciamos la liturgia de la Eucaristía con la procesión de ofrendas.
Te presentamos Señor el fruto de nuestro trabajo y el compromiso de ser dóciles a tu palabra
y ser solidarios con los que más nos necesitan.
Víveres
Señor, queremos presentar ante tu altar estos víveres, que representan el fruto de nuestro
trabajo, y que deseamos compartirlos con nuestros hermanos más necesitados de la
comunidad, junto a ellos el esfuerzo y solidaridad por aliviar las necesidades de quiénes son
tus predilectos, los más pobres.

Acompañamos este momento entonando el canto: UN NIÑO SE TE ACERCÓ

SANTO: LUNA

CORDERO: TONDERO

COMUNIÓN:

Con el vino y el pan llevamos hoy al altar tantas cosas recibidas de nuestras madres y
que sería imposible enumerar aquí: el primer alimento, las primeras letras, tantas noches sin
dormir, su preocupación constante, su paciencia y su gratuidad en todo.

Con las flores, todo lo bello que de ellas hemos recibido, nuestras virtudes y bondades.
Traemos todas estas cosas ante Ti, Señor, porque sabemos que todo lo bueno que hay
en este mundo viene de Ti y Tú lo santificas en la mesa del altar, bendice el amor de nuestras
madres y hazlas cada día más parecidas a la Virgen.

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