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Por
CatherineLara(2007)
INTRODUCCIÓN
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búsqueda y registro de los sitios arqueológicos, dentro de un objetivo
preciso. A su vez, el sitio arqueológico se caracteriza como espacio de
concentración de material arqueológico. Las características del mismo
son definidas por el tipo de material cultural encontrado y su relación
con el entorno (Binford, 1964: 431).
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EL RECONOCIMIENTO ARQUEOLÓGICO COMO
METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN
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Un sistema cultural es un conjunto de articulaciones constantes o
cíclicamente recurrentes entre medios sociales, tecnológicos,
ideológicos, extrasomáticos y adaptativos dentro una población humana
(Binford, 1964: 425, mi traducción).
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traducción).
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estudio. Estas propuestas se basan en la predicción de posibles
comportamientos adaptativos que se puede esperar encontrar en las
culturas arqueológicas (Johnson, 1977: 479). Permiten al investigador
guiarse en lo que se refiere a las respuestas al entorno; las
investigaciones arqueológicas permitirán luego establecer las
implicaciones o causas culturales implicadas por estos patrones
adaptativos.
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de un mismo marco de investigación correspondiente a objetivos
precisos (Tartaron, 2003: 20). Estos parámetros son recogidos de
manera metodológica, tal como se verá a continuación.
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organización logística del proyecto (Schiffer et al.,1978: 16).
Por otro lado, existen diferentes parámetros del medio que ameritan ser
tomados en cuenta de cara a la investigación. De entrada, todo proyecto
requiere una definición clara de los límites de la zona a investigar. Éstos
pueden ser naturales, culturales o arbitrarios (es decir, depender del
marco teórico de la investigación) (Renfrew y Bahn, 1996: 70). El piso
ecológico en que se trabaja (árido o selva por ejemplo), tiene además
implicaciones decisivas en el grado de dificultad del trabajo, así como en
la conservación de las estructuras arqueológicas, por lo cual es un
criterio que cabe no perder de vista (idem: 74). Estos parámetros (o
características del área de estudio), facilitan efectivamente la definición
de las relaciones existentes entre los artefactos y el medio, lo cual cobra
toda su importancia en lo que se refiere a la interpretación de los
hallazgos a nivel teórico (Schiffer y otros, 1978: 3).
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la escala de visibilidad presente en las diferentes localidades de la región
a ser estudiada (idem: 6). Estos elementos tendrán de hecho una
incidencia en la probabilidad del descubrimiento de materiales
arqueológicos. En este sentido, Schiffer no olvida el criterio de
accesibilidad, el cual mide el nivel de esfuerzo requerido para alcanzar
un lugar específico (ibidem: 9), factor que se repercute tanto en la
calidad de la investigación como en las posibles interpretaciones teóricas
sobre las culturas arqueológicas que ocuparon el lugar.
9
2004: 409, mi traducción).
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La distinción más fundamental plantea una diferenciación entre
reconocimiento arqueológico intensivo y extensivo. El primero es llevado
a cabo en una zona pequeña, pero la inspección del terreno se da de
forma sistemática, “peinándolo” de cierta manera. Se acude al segundo
cuando las extensiones son mayores, lo cual requiere la selección de
lugares específicos a analizar. Este tipo de reconocimiento puede darse
de acuerdo a tres posibilidades: o bien es selectivo (es decir, se escogen
sitios precisos, de acuerdo a los objetivos de la investigación), o bien es
indiferenciado (los sitios de la zona son investigados sin preferencia
alguna), o bien, por último, es probabilístico (modalidad que se
expondrá más adelante).
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marco de situaciones en que es necesario obtener información adicional
acerca de un sitio en particular o de uno de sus aspectos. El Tipo III se
define a su vez como orientado hacia un problema específico, por lo cual
busca definir los atributos o extensión de un área, de tal manera a
establecer un esquema conceptual de la zona investigada. Por último, el
Tipo IV se refiere a una exploración sistemática de los sitios (Ruppe,
1966: 315).
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Esta técnica es esencialmente aplicada a sitios que tienen ruinas y
estructuras monumentales (Demoule, 2005: 47-48). Sin embargo,
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reconocimiento arqueológico y la familiarización del investigador con su
sitio de estudio. Entre los diferentes tipos de mapas, se destaca el mapa
topográfico. Éste representa las diferencias de elevación del terreno
mediante curvas de nivel y líneas de contorno. Por su parte, los mapas
planiométricos no toman en cuenta las líneas de contorno, sino los
diferentes conjuntos de sitios y la relación existente entre ellos (Renfrew
y Bahn, 1996: 82). Los sitios son registrados mediante brújulas y GPS.
La información general del sitio es consignada en formularios.
Desde luego, los sitios con alta densidad de material son los más
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buscados por el reconocimiento arqueológico, aunque no se descarta el
estudio de los “no-sitios”, caracterizados por una baja densidad de
materiales (Schiffer et al., 1978: 1). En este sentido, lo mejor es
incorporar diferentes técnicas al reconocimiento arqueológico (idem:
32). Es por esta razón que el material empleado en el reconocimiento
arqueológico será generalmente muy variado.
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independientes las unas de las otras, e invariables. Cada unidad debe
ser más o menos asequible de igual manera (idem: 431).
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En resumidas cuentas, el arqueólogo dispone de diferentes estrategias
de reconocimiento, que se basan a su vez en un abanico de técnicas. La
elección de estas estrategias y técnicas dependerá de la investigación
específica realizada por el arqueólogo, por lo cual el reconocimiento se
encuentra estrechamente ligado al marco teórico del proyecto.
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a estudios geomorfológicos, tomas de imágenes satelitales y búsqueda
bibliográfica. El propósito era de hecho llegar a evaluar la validez de
este modelo de investigación en el Epiro (idem: 28). En el transcurso del
reconocimiento, algunos criterios fueron re-evaluados, y se dio más
importancia a la toponimia del lugar, así como a su mosaico ecológico.
Tartaron evidencia además que concentraciones diferentes de material
requieren formas diferentes de registrarlo. Se sacó también a relucir la
necesidad de registrar el material encontrado lo más brevemente
posible, ya que éste puede destruirse muy rápidamente. Por lo general,
lo mejor es que la misma persona que lo encontró lo registre (ibidem:
39).
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de su entorno natural, así como de sus implicaciones teóricas,
basándose en mapas, lo cual correspondería a los resultados sacados
del reconocimiento del sitio. Los objetivos de este proyecto eran
asimismo rastrear la progresión de la agricultura en la zona, en función
de la evolución de los diferentes asentamientos, en el marco de una
exploración de los procesos de evolución cultural del valle (idem: 69).
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por recorridos pedestres de la zona, los mismos que tomaban en cuenta
la topografía de la zona, e incluían pruebas de pala (idem: 20).
CONCLUSIÓN
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Por otra lado, a algunos “features” se les ha dado más importancia que
a otros, como en el caso de los “features” funerarios por ejemplo. Este
tipo de aporte permitiría dedicar más atención al nivel explicativo del
registro (Binford, 1964: 441).
Estos puntos podrán ser mejor integrados dentro del diseño del
reconocimiento arqueológico gracias a una reflexión sobre la
metodología del mismo, tarea que ya ha sido emprendida por
investigadores tales como Redman, quien propone cinco puntos claves
que necesitan ser tomados más ampliamente en cuenta dentro del
reconocimiento, siendo éstos una definición precisa de los objetivos del
proyecto, una proyección clara de los datos que se espera encontrar de
cara a los objetivos, así como de las dificultades en el procesamiento del
registro específico de la zona estudiada, la estructuración de la
investigación y la selección de las herramientas apropiadas para cada
etapa del reconocimiento (Redman, 1987: 257).
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arqueológico se constituyó ya como una metodología de estudio
arqueológica que amerita ser desarrollada por dos motivos
fundamentales: el primero se refiere a la riqueza de la información
aportada por este tipo de técnica de investigación, mientras que el
segundo contempla más bien la protección del registro arqueológico. Es
de hecho comúnmente aceptado que las excavaciones arqueológicas
destruyen considerablemente a los sitios y sus materiales. Existe
además una preocupación por la acumulación cada vez creciente de
materiales que se almacenan en las bodegas de diversos institutos de
patrimonio del mundo, materiales que inclusive se deterioran antes de
ser debidamente analizados. Frente a este tipo de problemas de gestión
del patrimonio, técnicas como las del reconocimiento arqueológico son
por lo tanto una solución posible que permitiría el avance del estudio de
los materiales en contexto. Definitivamente, y como bien lo dice Chang,
la existencia de este tipo de técnicas demuestra que “la arqueología no
es un pasatiempo para aficionados” (Chang, 1967: 140).
BIBLIOGRAFÍA:
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Collier, Donald; John Murra. Reconocimiento y excavaciones en el sur
andino del Ecuador. Talleres Tipográficos Molina Hernández, Cuenca,
1982.
23
and field methods”, in Hesperia Supplements, vol. 32, “Landscape
archaeology in southern Epirus, Greece 1”, pp. 23-45, 2003
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