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Historia

Y MEMORIA

ISSN: 2027-5137 No. 10 enero-junio, Año 2015 - Tunja, Colombia


Historia Y MEMORIA
Publicación semestral editada por el Área en Historia de la Facultad en Ciencias de la
Educación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC, dirigida a
la comunidad de historiadores, cuyo propósito es dar a conocer los avances y procesos
investigativos y críticos de la sociedad en el tiempo.

Historia Y MEMORIA/Doctorado en Historia, Facultad de


Ciencias de la Educación, Universidad Pedagógica y Tecnológica
de Colombia. –N°10 (enero-junio 2015)– Tunja: Uptc, 2010-
Semestral
ISSN 2027-5137. Electrónico 2322-777X
1. Historia - Publicaciones Periódicas.
2. UPTC.
CDD 980
http: http://www.uptc.edu.co/enlaces/rhismemo
//virtual.uptc.edu.co/revistas/index.php/historia_memoria

Revisión editorial: Olga Yanet Acuña e Isidro Vanegas Useche.


Composición de Textos: Leidy Carolina Plazas Díaz.
Coordinación de texto físico: Olga Yanet Acuña y Leidy Carolina Plazas.
Diseño Portada: Antonio E. de Pedro Robles y Yenny Paola Martínez.
Manejo electrónico: Ángel Norberto Jiménez.

Este número es inanciado por:


Facultad de Ciencias de la Educación: Doctorado en Historia
Dirección de Investigaciones
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Información y Correspondencia:
Doctorado en Historia
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Ediicio Administrativo – Piso 2
Tunja - Boyacá – Colombia
historiaymemoria@uptc.edu.co; soporte.historiaymemoria@uptc.edu.co
Telefax: 0057-87400683

Canje:
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (Uptc)
BIBLIOTECA CENTRAL
Avenida Central del Norte
Tunja – Boyacá, Colombia

Esta revista publica textos en Castellano, Inglés, Francés y Portugués.


Se podrán realizar los resúmenes analíticos en Castellano, Inglés y otra
lengua admitida por esta revista.

Traducción Abstracts:
Juliana Borrero- Mg. en Literatura
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Traducción al Francés:
Isidro Vanegas Useche, Ph.D.
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Impresión:
Formato:17 x 24 cm.
Papel: Bond ecológico de 75 gramos
Tinta: Negra

Diagramación e Impresión:
Búhos Editores
Diag. 57 No. 7 – 34. Tels.: 7442264-7440257
Tunja - Boyacá - Colombia

Los artículos publicados en la Revista Historia Y MEMORIA pueden ser consultados en:

Las opiniones expresadas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Se
permite la reproducción parcial o total citando siempre la fuente.
Editora
Olga Yanet Acuña Rodríguez, Ph.D.
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Comité Cientíico
Coordinador Editorial Matthew David Brown, Ph.D.
Javier Guerrero Barón, Ph.D. (interino) University of Bristol, Inglaterra
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Santiago Alfredo Castro Gómez, Ph.D.
Asistente Editorial Instituto Pensar. Pontiicia Universidad
Leidy Carolina Plazas Díaz, Mg. Javeriana, Colombia
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Francisco Alejandro García Naranjo, Ph.D.
Comité Editorial Universidad Michoacana San Nicolás de
Javier Guerrero Barón, Ph. D. Hidalgo, México
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Edda Otilia Samudio, Ph.D.
Diana Inés Bonnett Vélez, Ph. D. Universidad de Los Andes, Venezuela
Universidad de Los Andes, Colombia Juan Manuel Santana, Ph.D.
Justo Cuño Bonito, Ph. D. Universidad La Palma de Gran Canaria,
Universidad Pablo de Olavide, España España
María Luisa Ortega, Ph.D. David Moriente Díaz, Ph.D.
Universidad Autónoma de Madrid, España Universidad Pompeu Fabra, Barcelona
Antonio E. de Pedro Robles
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

Gustavo Orlando Álvarez Álvarez


Rector
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Celso Antonio Vargas Gómez
Vicerrector Académico
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Hugo Alfonso Rojas Sarmiento
Director de Investigaciones
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Olga Nájar Sánchez
Decana Facultad Ciencias de la Educación
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

ASESORES COLABORADORES EN ESTE NÚMERO

Ph. D., Napoleón Guzmán,


Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo-
México
Ph. D., Daniel Gutiérrez Ph. D., Justo Cuño Bonito
Universidad Externado-Colombia Universidad Pablo de Olavide-España
Ph. D., María Teresa Álvarez Ph. D., Lina Adriana Parra Báez
Universidad de Nariño-Colombia Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Mg., José Wilson Márquez Colombia
Universidad de Cartagena-Colombia Ph. D., Mario Aguilera
Ph. D., David Moriente Universidad Nacional de Colombia
Universitat Pompeu Fabra-Barcelona-España Ph. D., Antonio E. de Pedro Robles
Ph. D., Andrés Bisso Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Consejo Nacional de Investigaciones Cientíicas y Colombia
Técnicas-Argentina Ph. D., Leticia Bobadilla
Ph. D., Piedad del Valle Universidad Michoacana San Nicolás de
Universidad Cooperativa de Colombia Hidalgo-México
Ph. D., Gabriela Hernández Ph. D., Lisette Rivera
Universidad de Nariño-Colombia Universidad Michoacana San Nicolás de
Hidalgo-México
Ph. D., Antonio Avitian Hernández
Universidad Abierta y a Distancia-México Ph. D., Aceneth Perafán
Universidad del Valle-Colombia
Ph. D., Maricel Bertolo
Universidad del Rosario-Argentina Ph. D., Rosa María Capel
Universidad Complutense de Madrid-España
Ph. D., Armando Zambrano
Universidad ICESI-Colombia Mg., Oscar Pulido Cortés
Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Ph. D., Sandra Oliveros Colombia
Universidad de Sevilla-España
Ph. D., Darío Campos
Ph. D., Martín Pérez Acevedo Universidad Nacional de Colombia
Universidad Michoacana San Nicolás de
Hidalgo-México Ph. D., Icleia Thiesen
Universidad de Rio de Janeiro-Brasil
Ph. D., Jairo Gutiérrez
Universidad Industrial de Santander-Colombia Ph. D., Francisco Bolsi
Universidad Nacional de Tucumán-Argentina
Contenido

Presentación
Lina Adriana Parra Báez ............................................... 11-16

Sección Especial: HISTORIA DE LAS MUJERES

Artículos
Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de
las reclusas de la cárcel El Buen Pastor 1890-1929
July Andrea García Amézquita ...................................... 19-42

Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970


Renzo Ramírez Bacca ...................................................... 43-73

Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral


y la apertura antropofágica como descolonización estética
María Elena Lucero ........................................................ 75-96

De maestras, señoritas y otras peripecias pedagógicas. Las


mujeres en la historia de la educación en Antioquia 1903-1930
Carlos Arturo Ospina Cruz ........................................... 97-126

Zona Libre

Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y


villanos
Antonio E. de Pedro ......................................................129-164

Entre la histeria anticomunista y el rencor antiyanqui:


Salvador Abascal y los escenarios de la guerra fría en México
Francisco Alejandro García Naranjo ..........................165-198

Colombia y su participación en la Guerra de Corea:


Una relexión tras 64 años de iniciado el conlicto
Juan David Meléndez Camargo ..................................199-239
Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina
1870-1880
María Celia Bravo ........................................................241-270

Reseñas de Libros

Felícitas López Portillo Tostado,


Tres intelectuales de la derecha hispanoamericana:
Alberto María Carreño, Nemesio García Naranjo,
Jesús Guisa y Azevedo
Francisco Alejandro García Naranjo ......................... 273-283

Normas para publicar ................................................. 285-293


Content

Presentation
Lina Adriana Parra Báez ............................................... 11-16

Special Section: HISTORY OF WOMEN

Articles
Paying for Crimes and Earning Heaven.Daily Life of
Imprisoned Women at “El Buen Pastor” Penitentiary 1890-1929
July Andrea García Amézquita ...................................... 19-42

Women in Colombian Traditional Coffee Growing, 1910-1970


Renzo Ramirez Bacca ...................................................... 43-73

Narratives of Brazilian Modernism. Tarsila do Amaral


and the Anthropophagic Movement as Aesthetic Decolonization
María Elena Lucero ........................................................ 75-96

On Teachers, Misses, and other Pedagogical Vicissitudes.


Women in the History of Education in Antioquia 1903 – 1930
Carlos Arturo Ospina Cruz ............................................97-126

Free Zone

Two Proclamations by Francisco Xavier Mina: on Heroes and


Villains
Antonio E. de Pedro ..................................................... 129-164

Between anti-communist hysteria and anti-yankee resentment.


Salvador Abascal and cold war scenarios in México
Francisco Alejandro García Naranjo ......................... 165-198

Colombia and its participation in the war of Korea:


A relection 64 years after the conlict started.
Juan David Meléndez Camargo ................................. 199-239
Elections and electoral practices in Tucumán-Argentina 1870-
1880
María Celia Bravo ........................................................241-270

Book Reviews

Felícitas López Portillo Tostado,


Three intelectuals of the Hispanic American Right- Wing:
Alberto María Carreño, Nemesio García Naranjo, Jesús Guisa
y Azevedo
Francisco Alejandro García Naranjo ..........................273-283

Guidelines for Publishing ............................................285-293


Table de Matíeres

Présentation
Lina Adriana Parra Báez ............................................... 11-16

Section spécial: HISTOIRE DES FEMMES

Articles
Purger des peines et gagner le ciel. Vie quotidienne des femmes
incarcérées au Buen Pastor, 1890-1929
July Andrea García Amézquita ...................................... 19-42

Femmes dans la caféiculture traditionnelle colombienne,


1910-1970
Renzo Ramirez Bacca ...................................................... 43-73

Récits de la modernité brésilienne. Tarsila do Amaral et


l’ouverture anthropophagique comme décolonisation esthétique
María Elena Lucero ........................................................ 75-96

D’enseignantes, demoiselles et autres péripéties pédagogiques.


Les femmes dans l’histoire de l’éducation en Antioquia 1903-1930
Carlos Arturo Ospina Cruz ........................................... 97-126

Espace libre

Les deux proclamations de Francisco Xavier Mina: de héros


et méchants
Antonio E. de Pedro ..................................................... 129-164

Entre l’hystérie anticommuniste et la rancœur anti-yankee.


Salvador Abascal et les décors de la guerre froide au Mexique
Francisco Alejandro García Naranjo ......................... 165-198

La Colombie et sa participation dans la Guerre de Corée: une


rélexion 64 ans après les débuts du conlit
Juan David Meléndez Camargo ..................................199-239
Elections et pratiques électorales à Tucumán – Argentina
1870-1880
María Celia Bravo ........................................................241-270

Compte Rendu du Livre

Felícitas López Portillo Tostado,


Trois intellectuels de la droite hispano-américaine: Alberto
María Carreño, Nemesio García Naranjo, Jesús Guisa y
Azevedo
Francisco Alejandro García Naranjo ..........................273-283

Normes de publication ................................................ 285-293


Presentación

Lina Adriana Parra Báez


Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

E ste número, en su sección especial está dedicado a la


Historia de las Mujeres, con este tema se pretende abrir
un espacio para el debate sobre el papel de la mujer, que
permita analizar la realidad social en que se desarrolla. El
tema surge de la necesidad de relexionar académicamente
sobre el papel que han cumplido las mujeres en la sociedad
como actoras que reivindican la igualdad, la diferencia sexual,
la inclusión, la denuncia de las condiciones de desigualdad
social, el reconocimiento de la diferencia; que permitan
apreciar a la mujer en sus diversas expresiones y condiciones
pero ligada a procesos de desarrollo social. Esta introducción
permite ver cómo a pesar del dominio ejercido por diferentes
actores, la mujer empezó a realizar un notable esfuerzo por
lograr su reconocimiento, independencia y tener una mayor
participación en la vida social, política, económica y cultural
de los pueblos.

A nivel historiográico el interés por el tema surge de


la preocupación del movimiento de liberación feminista
desarrollado en los años sesenta del siglo XX, y su interés por
rastrear los procesos de reivindicación y emancipación de las
mujeres que se había desarrollado a nivel mundial; así desde
la historia social se consolidó una corriente dedicada a los
estudios sobre la mujer o “Women’s Studies”1 que pusieron
a la mujer en el centro del debate, como objeto de estudio y
como parte del conocimiento social e histórico. Los avances
sobre este campo del conocimiento han ido creciendo, lo que

1 Michel Perrot, Mi Historia de las mujeres (Buenos Aires: Fondo de Cultura


Económica, 2009), 6.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16 11


Historia Y MEMORIA

se puede apreciar en la abundante producción de libros,


artículos, revistas especializadas, eventos y organizaciones.
La historia de las mujeres ha atravesado por varias etapas en
sus objetivos de estudio.

Empezó por una historia del cuerpo y de los roles privados


para llegar a una historia de las mujeres en el espacio público
de la ciudad, del trabajo, de la política, de la guerra, de la
creación. Empezó por una historia de las mujeres víctimas
para llegar a una historia de las mujeres activas, en las
múltiples interacciones que originan los cambios. Empezó
por una historia de las mujeres para convertirse más
precisamente en una historia del género, que insiste sobre
las relaciones entre los sexos e integra la masculinidad.2

Como bien lo señala la profesora Pilar Ballarín en su


obra: la Educación de las mujeres en la España contemporánea
(siglos XIX - XX)3, el estudio de la mujer se da gracias al inlujo
del pensamiento feminista de la década de los años 60 del
siglo XX y del movimiento social, político y cultural que las
mujeres del mundo han venido protagonizando para lograr
el reconocimiento de su dignidad humana. Por su parte, el
Historiador Jorge Orlando Melo considera que dichos estudios
han llevado a la airmación de una Historia que busca
comprender la totalidad del devenir histórico, sin limitarse
a mirar sólo a aquellos grupos que han ejercido un control
directo sobre el Estado y sus ejércitos e Iglesias.

En esa medida, la mujer se convierte en sujeto y objeto de


conocimiento dando paso a la categoría de género, entendida
como construcción social e histórica que permite comprender
las cualidades hombre y mujer como resultado de procesos
culturales y realidades sociales relativas a la diferencia sexual
y no de características inherentes o isiológicas. El tema fue

2 Michel Perrot, Mi Historia…8.


3 Pilar Ballarín, La Educación de las mujeres en la España contemporánea (siglos
XIX - XX) Madrid: Instituto de la Mujer. Teoría e Historia de la Educación No. 7),
recuperado 4 de diciembre de 2014, en: http://www.google.com.co/url?sa=t&rct=j&
q=&esrc=s&source=web&cd=2&ved=0CCEQFjAB&url=http%3A%2F%2Fdialnet.
unirioja.es%2Fdescarga%2Farticulo%2F2480650.pdf&ei=4YmDVKXcN4eqNqu_hO
AE&usg=AFQjCNHprsvHKWLTxkNHu0xvQCLxLMLrQg&bvm=bv.80642063,d.
eXY

12 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16


Presentación

abordado por primera vez hacia 1970-1980 para analizar la


diferencia entre los sexos, con el in, y como lo diría la profesora
María Rosario Valpuesta Fernández, de erradicar toda
discriminación existente respecto de la mujer, pero también
tendiente a construir un modelo de relaciones, tanto privadas
como públicas, que se asentara en la corresponsabilidad de
ambos sexos para elaborar un proyecto común del que no se
excluyera a nadie.

Es así como los trabajos que se presentan en esta


sección responden a la tarea de visibilizar a la mujer como
protagonista de su propia historia ya sea desde lo cotidiano,
lo familiar, lo profesional, el lugar que ocupan u ocuparon en
la sociedad. En el artículo “Pagando penas y ganando el cielo.
Vida cotidiana de las reclusas de la cárcel El Buen Pastor 1890-
1929”, de July Andrea García Amézquita se hace un análisis
de cómo las continuas guerras en nuestro país, el descuido
de la educación, el desempleo, la migración del campo a la
ciudad y la descomposición de la familia, entre otros aspectos,
trajo consecuencias nefastas para la sociedad, entre ellas la
delincuencia, de la cual la mujer no fue ajena. Como medida
preventiva a esta situación social nace la cárcel El Buen
Pastor, con miras a controlar y transformar las conductas que
controvertían con el papel que debía desempeñar la mujer.
De esta manera, la Modernidad introdujo instituciones y
prácticas que pretendieron responder a un modelo de sociedad
homogénea. La cárcel del Buen Pastor en un principio, tuvo
como objetivo central frenar la criminalidad de mujeres, a
través de una tarea educativo-pedagógica que comenzaba
desde el ingreso a la cárcel, pasando por la rutina diaria, hasta
la aceptación de su error con lo que se pretendía incidir en la
conciencia y en las prácticas de las reclusas para garantizar
su retorno a la vida normal.

Por su parte, Renzo Ramírez Bacca en su artículo


“Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-
1970”, pretende responder a la pregunta ¿Cuál fue el papel
de la mujer durante la fase de producción tradicional del café
bajo sombra?, para ello tiene en cuenta la dinámica laboral de
la mujer a partir de una de las actividades económicas más

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16 13


Historia Y MEMORIA

representativas para Colombia en el siglo XX como lo fue la


caicultura, destaca el papel de la mujer como eje de la fuerza
de trabajo familiar y doméstico. No obstante, a pesar de esta
visibilización, la carencia de una autonomía en la esfera de
lo privado, permite que siga viéndose como la “sombra” del
ámbito socio-familiar en que se desenvuelve.

A su vez, el texto de la Dra. María Elena Lucero,


intitulado “Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do
Amaral y la apertura antropofágica como descolonización
estética”, nos lleva a determinar cómo a partir de la obra de
la pintora brasilera Tarsila do Amaral, se recrea en Brasil un
movimiento modernista artístico-cultural e intelectual que
contrasta la cultura primitiva, con lo heredado de Europa y que
fue vital para la construcción de su identidad de la brasilidad.

Finalmente “De maestras, señoritas y otras peripecias


pedagógicas. Las mujeres en la Historia de la Educación en
Antioquia 1903-1930” de Carlos Arturo Ospina Cruz, nos pone
de maniiesto, gracias a la expedición e implementación de la
Ley 39 de 1903, las luchas constantes de la mujer maestra
antioqueña, por lograr, por una parte, ser escuchada en
espacios que eran dominados por ella, pero a los cuales no
podía ingresar, como el caso de los Liceos Pedagógicos, en
donde los institutores repensaban sus prácticas pedagógicas
y su quehacer educativo. Por otra parte, la defensa de su ser y
su dignidad como mujer con derechos y deberes.

La zona Libre cuenta con cuatro artículos. El primero


de Antonio Elías de Pedro, intitulado “Las dos proclamas
de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos”, en el que
se relexiona sobre las razones por las que el denominado
“General del Ejército Auxiliador de la República Mexicana”,
a través de sus declaraciones logró exaltar la igura del héroe,
como elemento vital de la consolidación de la Patria.

El texto sobre “Entre la histeria anticomunista y el


rencor antiyanqui: Salvador Abascal y los escenarios de la
guerra fría en México” de Francisco Alejandro García Naranjo,
destaca el papel de un exponente de la Derecha Mexicana de

14 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16


Presentación

la primera mitad del siglo XX como lo fue Salvador Abascal,


quien combatió contra el comunismo por diferentes vías por
atentar contra la integridad católica del país, particularmente
contra el Presidente Lázaro Cárdenas a quien le atribuyó
la degradación de las costumbres de los mexicanos y las
mexicanas, y la inluencia judía y protestante de los Estados
Unidos en el territorio.

El artículo “Colombia y su participación en la Guerra


de Corea: Una relexión tras 64 años de iniciado el conlicto”
de Juan David Meléndez Camargo, se encarga de estudiar
las razones por las que Colombia participó en la Guerra de
Corea y las implicaciones socio-políticas que generó dicha
participación no solo como único país en América Latina que
colaboró con la causa norteamericana para vencer la expansión
del comunismo, en un período de gran agitación política
mundial a mediados del siglo XX, sino en una época, para
Colombia, marcada por la violencia partidista, la aparición de
grupos al margen de la ley y una profunda desigualdad social.

El último documento titulado “Elecciones y prácticas


electorales en Tucumán-Argentina 1870-1880” de María Celia
Bravo de la Universidad Nacional de Tucumán-Argentina,
estudia las prácticas electorales de la provincia de Tucumán
en la década de 1870 del siglo XX y cómo éstas facilitaron
la incorporación a un orden político nacional que legitimó el
sistema, logrando efectos futuros para la vida política del país.

En la sección de Reseñas y Debates Francisco A. García


Naranjo realiza una relexión sobre el libro Tres intelectuales
de la derecha hispanoamericana: Alberto María Carreño,
Nemesio García Naranjo, Jesús Guisa y Azevedo, de la Dra.
Felícitas López Portillo Tostado, en el que se invita, a través
de esta obra historiográica, a reconocer el papel de las
Derechas Mexicanas en la construcción de la nación, a partir
de tres académicos que con su vida, su trabajo, sus obras,
ires y venires, fueron artíices del rescate de la cultura del
pueblo mexicano, voceros denuncian las desigualdades y la
impunidad imperante en ese país en el primer tercio del siglo
XX.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16 15


Historia Y MEMORIA

Así, este número 10 de la Revista Historia Y MEMORIA,


incita a relexionar sobre el papel que ha venido desempeñando
la mujer en diversos campos y su inclusión como protagonista
de la Historia; y de otra parte, a comprender la temática que
se presenta y que nos lleva a reconocer otros contextos y otras
realidades, generando investigaciones integrales sobre los
seres humanos y la sociedad.

16 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 11 - 16


Sección Especial
Pagando penas y ganando el cielo.
Vida cotidiana de las reclusas de la cárcel
El Buen Pastor 1890-1929*
July Andrea García Amézquita1
Universidad Nacional de Colombia

Recepción: 01/07/2014
Evaluación: 09/07/2014
Aprobación: 02/10/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

La cárcel del Buen Pastor de Bogotá durante el período de


hegemonía conservadora ilustra la política penitenciaria y
los dispositivos formales e informales del control social de la
época reunidos en una misma institución. En un intento de
reconstruir la historia institucional, en el presente artículo se
muestran las prácticas cotidianas del encierro penitenciario
femenino a partir de un diálogo entre el institucionalismo
y la criminología crítica en donde la normatividad penal, la
religión y el control social convergen en un mismo escenario y
con el mismo objetivo, frenar la criminalidad.

Palabras clave: cárcel, mujeres delincuentes, comunidad


religiosa, hegemonía conservadora, reeducación, control
social.

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: Monjas, Presas


y Sirvientas. La cárcel del buen Pastor, una aproximación a la historia de la política
criminal y del encierro penitenciario femenino en Colombia. 1890-1929.
1 Historiadora. Candidata a magister en Estudios Políticos, Universidad
Nacional de Colombia. Grupo de investigación: Actores armados, conlicto y derecho
internacional humanitario-IEPRI. Líneas de investigación: cultura política, conlicto
interno, actores sociales, criminalidad, derecho internacional humanitario, violencia
urbana. jagarciaam@unal.edu.co

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 19


July Andrea García Amézquita

Paying for Crimes and Earning Heaven.


Daily Life of Imprisoned Women at
“El Buen Pastor” Penitentiary 1890-1929.

Abstract

During the period of Colombian conservative hegemony,


“El Buen Pastor” prison, in Bogotá, provides an illustration
of penitentiary politics, as well as the formal and informal
mechanisms of social control at the time, gathered in a
single institution. In an attempt to reconstruct institutional
history, the following article presents the daily practices of
female penitentiary coninement through a dialogue between
institutionalism and critical criminology, in which criminal
law, religion, and social control converge in the same scenario
and with the same objective: stopping criminality.

Keywords: Prison, female delinquency, religious community,


conservative hegemony, re-education, social control.

Purger des peines et gagner le ciel.


Vie quotidienne des femmes incarcérées au
Buen Pastor, 1890-1929

Résumé

Pendant la période connue en Colombie sous le nom


d’hégémonie conservatrice, la prison bogotaine du Buen Pastor
illustre la politique pénitentiaire et les dispositifs formels
et informels du contrôle social de l’époque, réunis dans une
même institution. Cet article tente de reconstruire l’histoire
institutionnelle, en montrant les pratiques quotidiennes
de l’incarcération féminine à partir d’un dialogue entre
l’institutionnalisme et la criminologie critique. On y montre
comment les règles pénales, la religion et le contrôle social
convergent dans un même endroit et avec un seul objectif :
arrêter la criminalité.

Mots-clés: prison, femmes délinquantes, communauté


religieuse, hégémonie conservatrice, rééducation, contrôle
social.

20 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

1. Introducción

La Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen


Pastor llegó a Colombia en marzo de 18902, por solicitud del
gobierno de Carlos Holguín Mallarino y la gestión de las
‘damas’ bogotanas que hicieron los contactos con las religiosas
en la casa de New York, con el propósito de “(…) remediar
en parte el mal que ocasiona en la sociedad la corrupción de
la mujer(…)”3. Esta congregación tenía una larga tradición
en la custodia y tratamiento de niñas y mujeres en situación
de conlicto con la justicia o con la sociedad4, razón por la
que eran las indicadas para administrar, vigilar y controlar
la nueva cárcel de mujeres que la clase adinerada bogotana
pedía constantemente. La experiencia de las fundaciones
previas en Suramérica empezando por Chile (1855), Ecuador,
(1871), Perú (1871) y Argentina (1885) las posicionó como la
mejor opción para encargarse de la reeducación de las mujeres
en Bogotá y posteriormente en Colombia entera5.

Instaladas en una antigua fábrica de velas y jabones


transformada en convento, el presidente Miguel Antonio Caro
les encargó la administración del Asilo San José, ubicado
al sur de la Bogotá de inales del siglo XIX, en una quinta
denominada Tresesquinas que ocuparon el 19 de marzo de

2 La ley 138 de 1888 autorizó a las Religiosas de la Congregación del Buen Pastor
de Angers la fundación de “establecimientos de corrección, de moralización de cárceles
u otros análogos”; también autorizó al Gobierno Nacional para ordenar que en los
establecimientos de castigo y casa de corrección se den enseñanzas morales, Diario
oicial, N° 7612. Dos años más tarde, se le concede Personería Jurídica al “Instituto
de las hermanas del Buen Pastor”, Diario Oicial N° 8014.
3 Congregación religiosa Buen Pastor, Anales de la congregación de Nuestra
Señora de Caridad del Buen Pastor de Angers de Bogotá 1890 a 1817 (Bogotá:
Imprenta Nacional Bogotá, 1918), 10.
4 La congregación fue fundada en Angers-Francia por Santa María Eufrasia
Pelletier (Rosa Virginia, 1796-1868) y aprobada con la bendición del Papa Gregorio
XVI, el 16 de enero de 1835. Esta aprobación implicó la conformación del Generalato,
con el cual la congregación se expandió llegando a tener para el año de 1868, ciento
diez casas en todo el mundo.
5 A la cárcel de Mujeres del Buen Pastor de Bogotá le sucedieron la de Medellín
(1889), Barranquilla (1928), Cali (1933), Popayán (1942), Pereira (1958), Cúcuta
(1962), Manizales (1979) y Bucaramanga (1987). Cabe anotar que de los trece centros
de reclusión femenina que existen en el momento en el país, fueron ocho los fundados
bajo la administración de la congregación.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 21


July Andrea García Amézquita

1892, día en que abrió sus puertas a niñas y adultas para que
fuesen recluidas por contravenciones de tipo judicial y social
pero con el único objetivo de reeducarlas. Posteriormente, de
Tresequinas pasaron a administrar la Penitenciaría Central y
el Panóptico de Bogotá, el 1 de abril de 18996.

La participación como directoras del Panóptico tan solo


duró siete meses, en parte por el inicio de la Guerra de los
Mil Días que elevó al máximo la ocupación del penal hasta niveles
de hacinamiento, lo que impidió la separación completa del ala
femenina de la masculina y el control de las internas en sí mismas,
como de las actividades realizadas dentro del penal, que eran
pilares fundamentales del reglamento del Buen Pastor para
la reeducación de las mujeres y niñas. Sumado a lo anterior,
las quejas por parte de los hombres, en su mayoría presos
políticos, relacionadas principalmente con el tema alimentario,
relegaron a las religiosas y a las mujeres privadas de la
libertad por contravenir el código de policía7 a la casa que el
gobierno les había donado y que funcionaba únicamente como
monasterio en el Barrio Las Aguas8.

Este monasterio se transformó en el lugar de encierro


penitenciario femenino y asilo de mujeres, más conocido como
la Cárcel del Buen Pastor de Bogotá, desde diciembre de 1899
hasta el primer año del Frente Nacional, cuando se determinó el
traslado de las reclusas a las nuevas instalaciones construidas
en el barrio Entre Ríos –donde funciona en la actualidad–.
La congregación de religiosas del Buen Pastor tuvo a cargo la
dirección del penal hasta el 6 mayo de 1975.

6 Durante este mismo año se creó el primer noviciado y se abrió un nuevo centro
penitenciario en Medellín.
7 A diferencia del delito, la trasgresión o contravención no ataca el derecho natural
ni la ética, sino que trasgrede “solo las leyes que mandan o prohíben atendiendo a la
prosperidad o bienestar de la sociedad”; así mismo tiene consecuencias materiales y
procesales distintas a la imputación delictiva. Las penas por contravenciones típicas
son: el arresto, la multa, el decomiso, la clausura y otras sanciones menores. Ricardo
Núñez, Manual de Derecho Penal (Córdoba: Marcos Lerner Editora Córdoba, 1999),
38. El código de Policía de 1926, contemplaba arrestos no mayores a 18 meses (hurto
y estafa de menor cuantía) y no superiores a $200 (Administradores de casas de juego
y prostitución con presencia de menores).
8 Un siglo después de la fundación del Asilo, estos predios pasaron a ser propiedad
de la Universidad de Los Andes, donde actualmente funciona la Facultad de
Arquitectura ubicada entre la carrera 15 y la calle 15.

22 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

En el desarrollo del presente artículo se da cuenta de


las características de la población del centro de reclusión
femenino y el modelo penitenciario utilizado para la época,
con el objetivo de corregir, reeducar, frenar la delincuencia
y reairmar el poder del control social sobre la población
femenina. El desarrollo argumentativo se da en lo que se
consideran los tres momentos clave del encierro penitenciario:
la admisión, la rutinización de la vida y la aceptación.

2. De las reclusas

Durante el periodo de estudio –la hegemonía conservadora–


la cárcel del Buen Pastor fue más que un simple centro de
reclusión de “criminales”. Tras la idea de corregir a las mujeres
“desviadas del camino” se convirtió en un asilo para mujeres
que ejercían la prostitución; para niñas desamparadas; para
niñas rebeldes a quienes sus padres castigaban al internarlas
por cortos periodos de tiempo; para esposas desobedientes
a quienes sus esposos intentaban ‘hacer entrar en razón’; y
como era de esperarse, para mujeres y niñas delincuentes a
las que el Estado debía castigar y reeducar.

Las mujeres trasgresoras y las llamadas delincuentes


que ingresaban al Buen Pastor compartieron el mismo espacio
con las penitentes9 y las asiladas10, desde la fundación de la
cárcel hasta 1911 cuando el Gobierno Nacional dispuso que la
institución debía dedicarse exclusivamente a la reeducación de

9 Mujeres jóvenes dedicadas al ejercicio de la prostitución, consideradas pecadoras


u ‘ovejas descarriadas’ que necesitaban guía espiritual para poder entender su error
y convertirse al camino del bien. Las Hermanas tenían preferencias por éstas, por
la posibilidad más latente de poderlas moldear debido a que pasaban largo tiempo
en clausura y porque las religiosas veían en éstas un potencial para expandir su
congregación y su obra. La congregación se encargaba de su sostenimiento y de la
ayuda en muchas ocasiones a sus familias; en teoría, el convento les brindaba otra
opción de vida y de trabajo diferente a la prostitución.
10 También conocidas como las magdalenas, eran penitentes y reclusas que
luego de pasar un largo tiempo en clausura y habiendo aprendido los dogmas de
la religión, decidían hacer votos para convertirse en religiosas de menor categoría
que las religiosas de la congregación, lo que implicaba realizar oicios menos dignos,
vestir hábitos diferentes y estar al servicio de las Hermanas. Las magdalenas eran la
materialización de la obra de las Hermanas del Buen Pastor porque permitían ver la
conversión y la salvación de las almas en la tierra.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 23


July Andrea García Amézquita

las mujeres correccionales (condenadas por contravenciones


al código de policía) y parte de las sumariadas o enjuiciadas
(en espera de la condena) que se encontraban en el Panóptico.
A pesar de que las fuentes son escasas, lo que impide hacer
series completas, los registros de altas y bajas en El Panóptico
de los años 1903-1904 y 1911-1912-1913, dan cuenta del
alto nivel de ocupación femenina en esta penitenciaría. Los
registros hablan de un promedio de habitación mensual de
veinte (20) mujeres sentenciadas y de setenta (70) en calidad
de enjuiciadas. Así mismo, el promedio de ingreso mensual de
nuevas reclusas era de dos (2) mientras que de salida era una
(1)11.

Luego de esta disposición, el Buen Pastor albergaría


para la primera década del siglo XX entre 30 y 35 reclusas
mensuales y entre 3 y 5 niños menores de dos años que
habitaban la cárcel con sus madres12. Posteriormente, la ley
98 de 1920 (primera ley de menores en Colombia) normalizó
los juzgados y las casas de reforma y corrección de menores
en Bogotá y Medellín, lo que hizo que la cárcel albergara a
todas las niñas delincuentes mayores de 7 y menores de 18
años13. Así, para el inal del periodo de estudio, el Buen Pastor
albergaba tan solo en menores de edad, un promedio de 90
niñas reclusas14.

La caracterización de la población carcelaria de forma


estadística, presenta inconvenientes metodológicos en la
medida en que era una población muy voluble tanto por el
origen del encierro como por el tipo de penas impuestas. Sin
embargo, es posible establecer algunas tendencias sobre las
delincuentes y los delitos castigados o pendientes por dictamen

11 “Registro de Altas y Bajas de la penitenciaría Central”, Archivo General de la


Nación (AGN), Bogotá, F. República, Ministerio de Gobierno, S. 2ª Prisiones.
12 “Registro de Raciones diarias Cárcel del Buen Pastor 1918-1919”. AGN, F.
República, Ministerio de Gobierno, S. 2ª Prisiones.
13 La ley 98 de 1920 contemplaba como menores delincuentes a los menores de 17
años. La ley 15 de 1923 reforma la anterior ajustando la edad como menor de edad a
los menores de 18 años.
14 “Registro de Raciones diarias Presas Menores Cárcel del Buen Pastor 1932-
1933”, AGN, F. República Ministerio de Gobierno, Sección 2ª Prisiones.

24 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

con encierro penitenciario en el Buen Pastor, durante el trienio


1923-1925. En su mayoría (79 %) son delitos y/o contravenciones
por atentar contra las personas (riñas, ultrajes de palabra y
obra y heridas); en segundo lugar (20 %) se encuentran los
delitos en contra de la propiedad (hurto, robo, estafa); y por
último (1 %) los delitos contra la fe pública (falsiicación de
moneda). En cuanto a las presas que ingresaron por procesos
judiciales15, el 80 % eran menores de 30 años y un poco más
de la mitad eran solteras. Se trataba de mujeres jóvenes que
de alguna forma estaban por fuera del control masculino en
sus hogares y que se revelaban al control de la sociedad en
general, a través de la violencia caracterizada por la agresión,
el irrespeto y el escándalo.

3. La admisión

El momento de ingreso a la cárcel constituye el primer y


más fuerte cambio que afronta la reclusa; desde ese primer
instante, la vida del individuo se parte en dos: en cómo se
representaba antes y cómo lo haría después, un cambio radical
no por el hecho de verse como un “preso” sino por la idea que
se tiene de estar en libertad.

Antes de ingresar a la cárcel, estas mujeres tenían una


rutina de actividades y un rol dentro de la sociedad –hija,
madre, esposa– que si bien era impuesto por el orden social,
era posible que fuera entendido por ellas como parte de su
elección; no obstante al ingresar al centro de corrección, rutinas
como el trabajo y la vida familiar pasan a ser una decisión del
sistema punitivo, despojando a estas mujeres del corto rango
de posibilidades de decisión sobre su propio “yo”. El cambio de
hábitos y el nuevo grupo de personas con que deben compartir
cada uno de los días de encierro constituyen el primer paso
de la Institución en su carrera por la desmoralización de las
reclusas16.

15 “Base de datos personal”, AGN, Sección 4ª Justicia, Ministerio de Gobierno,


asuntos judiciales y procesos.
16 Erving Goffman, Internados: ensayos sobre la situación social de los enfermos
mentales, María Antonia Oyuela de Grant (Trad.) (Buenos Aires: Amorrortu, 1970),
26-27.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 25


July Andrea García Amézquita

En el caso del trabajo, el Buen Pastor establecía como


parte de los mecanismos terapéuticos la obligación de trabajar
y en algunas ocasiones las reclusas recibían una retribución
económica, pero es claro que ni la cantidad ni el tipo de trabajo
y mucho menos la retribución económica eran comparables con
la vida extramuros. Afuera podían cumplir con unos horarios
de trabajo remunerado o no, como los oicios domésticos, pero
una vez cumplida la administración de los tiempos, el dinero
o los insumos del hogar podía realizarse con un cierto grado
de libertad.

En cuanto a la vida familiar, vale la pena decir que


estar recluida en el Buen Pastor no signiicaba estar aislada
o desterrada, pero sí alejada de la familia y obligada a
compartir con nuevas personas la intimidad del encierro. La
cotidianidad normalizada por la Institución implicaba tener un
nuevo círculo social que reemplazaba a la familia recalcando
la diferencia respecto a estar en libertad y que además, en
términos de Goffman, favorecería la resistencia contra la
Institución. Las mujeres que ingresaban al Buen Pastor
llegaban con el peso de un estereotipo de mujer delincuente
recreado por las monjas de la siguiente forma:

A su llegada las prisioneras se presentaban embriagadas,


portando armas y con buena dosis de botellas de aguardiente;
se supone, ninguna entraba sola, eran conducidas por la
policía o sus mismos padres y no pocas veces por sus esposos.
[Tenían] pelo abundante y atado atrás, descalzas, sus batas
anchas y plegadas; con frecuencia se las ve fumando largos y
gruesos cigarros[…]locuaces, con marcado acento al hablar,
generosas, alegres y piadosas, de temperamento fuerte y
agresivas con las compañeras[…] eran descuidadas, sin
aseo, orden, ni disciplina, reñían con frecuencia y carecían
de trabajo u ocupación para rehabilitarse.17

Este estilo propio, al igual que los hábitos cotidianos,


era justamente lo que se buscaba modiicar inmediatamente
ingresaban al establecimiento, era una carrera por la

17 María de Jesús Ladino, 1890-1990 Cien años de historia de las hermanas del
Buen Pastor en Colombia. (Bogotá: 1990), 72.

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Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

desculturación18 de la delincuente que resultaría imposible


de cumplir en su totalidad ya que, siguiendo a Goffman, los
cambios culturales que presentaban las reclusas sólo eran
explicados por la eliminación de ciertas oportunidades de
comportamiento y por la imposición de unas reglas que al
cumplirlas harían del encierro algo menos tortuoso.

La cultura de los reclusos no puede ser cambiada


únicamente por la cárcel, sí bien es cierto que se hace una
modiicación de los hábitos y entre más largo sea el tiempo
del encierro menor la resistencia al cumplimiento de éstos, es
claro, que una vez en libertad frente a las mismas condiciones
materiales y culturales, el recluso vuelve a sus mismos
patrones de comportamiento, lo cual explica la reincidencia y
la inoperatividad de la cárcel como solución al problema de la
delincuencia.

Para Goffman, las instituciones totales no persiguen


ines culturales pero en el caso del Buen Pastor sí, bajo la idea
de la fe, el amor y la pedagogía del optimismo, se establece
como inalidad de la Institución transformar conductas y vidas
para salvar almas, reairmando el proceso de desculturación
en el que se despoja a la reclusa de la identidad adquirida en
libertad.

Otro aspecto importante en el momento de ingreso a


la cárcel, son las acciones tendientes a lograr la sumisión y
la obediencia de las reclusas: “(…) A su ingreso el proceso de
adaptación se realizaba en el menor tiempo. De una libertad
sin control pasaban de inmediato a ubicarse dentro de estrictos
patrones disciplinarios (…)”19. El primer paso, aunque parece
obvio es el encierro, los barrotes en las ventanas y los candados
en las puertas simbolizan el despojo del bien de la libertad y la
pérdida de autonomía, bienes que no serían recuperados sino
al inal de la condena.

18 Pérdida o incapacidad para adquirir los hábitos que corrientemente se requieren en la


sociedad general.
19 Erving Goffman, Internados…,81.

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July Andrea García Amézquita

Luego del impacto del ingreso, la burocracia de la cárcel


establecía como primer procedimiento la inscripción en el
Libro de Filiaciones, un libro en el que se llevaba el registro
de las reclusas que ingresaban por año a la cárcel. La Tabla
N° 1 recrea el formato utilizado.

Tabla N° 1. Formulario de Ingreso

Fuente: Correspondencia Cárcel El Buen Pastor, AGN. Bogotá-Colombia.


Sección 2ª Prisiones. Fondo República, Ministerio de Gobierno.

El registro más allá de ser un trámite burocrático, era


la posibilidad de examinar la historia de vida de las reclusas
tras cada uno de los ítems del formulario, explícitamente se
trataba de hacer una clasiicación de la delincuente desde sus
aspectos isionómicos, ideológicos y culturales, tácitamente se
buscaba la respuesta al por qué esta mujer se había salido
del orden social y que a consecuencia de sus fallas debía
ser castigada. Estas respuestas se buscaban en los factores
biológicos, hereditarios, la inluencia geográica, la doctrina
religiosa y el nivel de instrucción, quedando por fuera de la
pesquisa los factores económicos, el conocimiento de la ley, la
voluntad y la percepción de la justicia.

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Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

Luego del registro, se procedía a bañarlas, desinfectarlas,


cortarles y recogerles el cabello, asignarles un uniforme y un
lugar dentro de la casa según su situación judicial, es decir,
según fueran correccionales, sumariadas o sentenciadas. Es
importante señalar que los uniformes no le pertenecían a la
reclusa sino a la Institución, por tanto no les era permitido
modiicarlos o marcarlos, al igual que todas las cosas que
se les asignaba para vivir dentro del penal. En realidad se
magniicaba la total desposesión de la propia identidad
materializada en los artículos que se identiican como propios,
con los que se encariña y sobre los cuales se tiene control.

Estos primeros acercamientos entre las carceleras y las


reclusas le permitían a las primeras percibir la rebeldía y la
hostilidad de las segundas o por el contrario la docilidad y la
obediencia potencial de cada interna, así mismo era la primera
oportunidad para imponer la autoridad y las diferencias entre
los dos grupos, por tanto, los procedimientos de admisión eran
un preámbulo del proceso terapéutico. Desde el mismo momento
del ingreso la reclusa se veía obligada a una sobreexposición
física y cultural, desde este momento se empieza a moldear, a
clasiicar, a uniformarse para convertirla en algo diferente de
lo que entró. Este es el primer procedimiento de modiicación
de la conducta realizado por la cárcel como Institución.

4. La rutinización de la vida

Una vez impuestas las jerarquías en la cárcel, se introducen


los mecanismos terapéuticos de modiicación de la conducta
para conseguir la reorganización personal o reeducación de
la mujer, a través de la planeación de la vida diaria y de
la socialización del sistema de privilegios que permitirían
interiorizar nuevos hábitos y nuevas formas de interpretar
lo correcto e incorrecto, es decir, introducir a las mujeres
delincuentes al orden social establecido. La rutina diaria
consistía en:

Una disciplina enmarcada en horarios estrictos, con


actividades variadas durante el día; éste se iniciaba a las
cinco y media de la mañana, con el requerido aseo personal,

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 29


July Andrea García Amézquita

orden y limpieza en las diferentes dependencias; asistencias


a los actos del Culto, desayuno a las siete, labores y
actividades varias de las ocho horas en adelante; el almuerzo
lo tomaban a las doce del día y a continuación una merecida
recreación; reanudaban el trabajo a las dos de la tarde hasta
las cinco, venia la cena, otro descanso y la Oración inal que
indicaba la hora del sueño.20

El trabajo. Las actividades variadas a que se reiere


la cita anterior están relacionadas con la instrucción para
el trabajo, uno de los pilares de la reeducación. Según las
religiosas, las reclusas debían adquirir destrezas para que
al estar en libertad pudieran “(…) ganarse honradamente la
vida y poder colocarse un día al frente de una familia (…)”21
por tanto, debían acostumbrarse a largas faenas domésticas
y a “amar el orden y el aseo”22. También se les enseñaba a
remendar y a coser en los talleres de costura y a las niñas
pequeñas se les daba lecciones de lectura, escritura, aritmética
e historia principalmente religiosa, con el objeto que pudieran
“bastarse a sí mismas y ayudar a sus padres. Inspirándoles
gran respeto por sus padres y mucho cariño a sus familias”23.

El trabajo diario como actividad terapéutica se basaba


en la idea de que al ganarse la vida terrenal se podía salvar
el alma mediante la laboriosidad de un oicio honrado y en
ese orden, la planeación diaria de las actividades dentro de la
cárcel debía propender por inspirarles amor al trabajo y por
hacerlas hábiles para él.

El amor al trabajo implicaba:


• un excelente desempeño,
• no quejarse de cansancio o fatiga, ni de las repugnancias
que sintiesen al realizarlo,
• estar dispuestas a hacer cualquier oicio,

20 María de Jesús Ladino, 1890 -1990 Cien años de historia…,61-62.


21 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas para el uso de las religiosas del
Buen Pastor en la dirección de las clases. (Bogotá: Editorial San Juan Eudes, 1960),
19.
22 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...
23 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...

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Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

• trabajar todo el tiempo que pueda para evitar la


ociosidad,
• no hacer las cosas a la ligera,
• no hacerse las enfermas ni creer serlo para no trabajar,
• mantener una postura corporal que releje actitud frente
al trabajo: “no deben sentarse apoyadas demasiado
muelle sobre el respaldo de la silla ni menos extender
las piernas como para descansar de una gran fatiga, ni
poner los codos sobre la mesa o los pupitres”24.

El trabajo, de acuerdo con el reglamento de la Institución


y los ideales de la política penitenciaria, era obligatorio y
el resultado económico de los trabajos manuales, como la
fabricación de uniformes y prendas en general, la de capachos
para transporte de botellas de cervezas, lavandería y arreglo
de prendas, era recolectado y administrado por las religiosas
del Buen Pastor, estas ganancias ‘inanciaban su estadía en
reclusión’ como una especie de pago a la Congregación por su
manutención en la cárcel.

El Estado pagaba quincenalmente las raciones de comida


y los servicios públicos tanto de la cárcel como del convento y
el Ministerio de Gobierno tenía que suministrar los uniformes
y el menaje de las casas, así como el pago a los guardias
externos y los servicios de salud. Sin embargo, la realidad era
que los recursos destinados para el sostenimiento de la Cárcel
eran insuicientes, así como el personal de guardia. Esta es
una de las razones por las cuales las reclusas debían trabajar
largas jornadas ya que era necesario para el sostenimiento
de la empresa ‘salvadora de almas’, y si se tiene en cuenta
que el carácter benéico de la institución no cambió durante el
periodo de estudio, entendemos que la situación pudo haber
sido más grave ya que simultáneamente con las delincuentes,
las monjas hacían un proceso reeducativo con niñas huérfanas
y mujeres que ejercían la prostitución, objetivos por los cuales
el Estado no ofrecía ninguna inanciación.

24 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...

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July Andrea García Amézquita

Con el afán de aumentar la producción de cualquier bien


material o servicio, las reclusas debían realizar ejercicios y
estiramientos en la mitad de la jornada con lo que se reducía
la fatiga; se trabajaba en completo silencio o rezando oraciones
dirigidas por las religiosas que funcionaban como maestras, no
se trabajaba los domingos y los sábados, y adicional al trabajo
cotidiano se debía hacer el barrido general. Como estímulo
para trabajar con ‘amor’ se establecía la posibilidad de hacer
un ahorro que se entregaba a las reclusas al momento de
su salida de la Institución, así quienes hicieran con calidad
el trabajo asignado y en la cantidad encomendada podrían
guardar la cuarta parte de la ganancia general del trabajo.

Un aspecto que llama la atención de todas estas prácticas


relacionadas con el trabajo es que si bien el ideal era reeducar
a la delincuente para ser madre-esposa, la metodología
utilizada insertaba a la mujer delincuente en el trabajo
urbano y remunerado, una esfera que había sido reservada
para el género masculino, pero con la entrada de los procesos
de industrialización el país generaría una ambigüedad para
las mujeres y una sobrecarga de los deberes de la misma
quien aparte de los deberes del hogar, las responsabilidades
sociales, ahora asumiría roles laborales que más que brindarle
condiciones de igualdad económica, le implicarían un nuevo
círculo de sometimiento, explotación y diferenciación.

La recreación. Esta es otra de las actividades importantes


en el transcurso de los días en el Buen Pastor. Se daba dos
veces al día durante media hora cada uno y los domingos se
duplicaban. En este tiempo todas las reclusas eran reunidas
en el mismo lugar para hacer ejercicios físicos como correr y
saltar con palmadas, también se podía jugar dominó, realizar
rifas de puntos positivos, hacer representaciones teatrales
de piezas bíblicas y hacer rondas las cuales eran la actividad
más común. Las rondas eran la única canción no religiosa
que podían interpretar las reclusas, fuera de estas, todas las
canciones estaban prohibidas.

Los recreos eran la actividad que demandaba mayor


atención por parte de las carceleras por considerárseles como

32 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

“(…) el momento más peligroso para sus almas (…)”25. Se creía


que era el momento para que planearan ‘proyectos dañinos’ y
se dieran ‘relaciones peligrosas o malas amistades’ y también
se preveía que allí pudieran decirse malas palabras. Por esto,
el tiempo era limitado y muy supervisado, la idea era que las
reclusas no sólo estuvieran muy vigiladas sino que lo sintieran.
Se restringía el hacer grupos, hablar en voz baja, callar a
medias, reír y mirar de una manera particular y aislarse en
parejas ya que se consideraban eran ‘signos ordinarios de mal’.

Aparte del control total sobre las actividades de ocio y la


deinición del tiempo libre correcto e incorrecto, el recreo tenía
otras funciones como la de identiicar a las posibles ‘pecadoras’
para darles un trato especial, reprenderlas, castigarlas,
animarlas o fortalecerlas. También era utilizado para
reairmarle a las reclusas que ellas no eran las dueñas de su
tiempo ni tenían control sobre las actividades que realizaban
en su vida diaria y por tanto estas rutinas les eran ajenas, las
despojaban de sus gustos y les imponían sus preferencias.

La instrucción religiosa. El in del encierro entendido como


una modalidad de pena corporal ante la comisión de un delito
o contravención, ha estado al orden del día de la criminología
a lo largo de su historia, encontrando respuestas que lo
vinculan con el castigo corporal como forma de escarmiento
del delincuente y de la sociedad; como medida de seguridad
para proteger a la sociedad de los individuos peligrosos; como
mecanismo para rehabilitar o resocializar al individuo que
nunca se pudo adaptar a las normas de la sociedad; o para que
el desobediente aprendiera un oicio (instrucción) y la manera
de aceptar el control social (educación). Este último era el
in del encierro penitenciario femenino en la cárcel del Buen
Pastor durante el periodo de la hegemonía conservadora, por lo
que se consideraba la educación y la instrucción como el medio
por excelencia “(…)para trabajar en la salvación de las almas,
en la conversión de las pecadoras y la transformación social
de las delincuentes(…)”26. El programa de enseñanza para la

25 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas... 36.


26 Madre María de Santa Marina (Comp.), Reglas Prácticas para el uso de las
Religiosas del Buen Pastor en la Dirección de las Clases (Bogotá: Editorial San Juan
Eudes, 1960), 29-31.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 33


July Andrea García Amézquita

reeducación de las internas, era un programa de aculturación


realizado en términos religiosos únicamente, orientándolas a
interiorizar las máximas de la moral cristiana, el horror al
pecado y la necesidad de entender la vida como un sacriicio
constante (ver Tabla 2). Así mismo, se buscaba que gracias a
la posibilidad de ejercer un oicio evitaran la reincidencia en
el delito y por ende salvaran su alma.

Tabla N° 2. Programa de enseñanza y re-educación del Buen Pastor


QUÉ ENSEÑARLES CÓMO ENSEÑARLES
Las verdades de la fe, grabándolas profundamente en sus Con ejercicios para memorizar las enseñanzas [ne-
corazones motecnia]
El catecismo Evitando las expresiones cientíicas pues toda palabra
inteligible es inútil y desagradable
Los máximos del evangelio Ilustrando cada palabra con un ejemplo cotidiano para
las internas
La historia sagrada y la historia de la iglesia, a través de Evitando turbar su sensibilidad, y recurriendo solo a
lecturas expositivas prudentes enseñanzas y discretos discursos
Evitar las leyendas o creencias piadosas y de material no Evitando las objeciones de los impios
autorizado la iglesia
El horror al pecado en general mostrando la inidelidad de un Evitando presentar todo pecado como mortal si es
alma como el objeto de la cólera de Dios solo banal. Hacerlo inquieta las conciencias e incita
al pecado.
Ejemplos y hechos admirables tomados del Antiguo y Nuevo Interrogando aleatoriamente el aprendizaje del cate-
Testamento cismo, tanto a las inteligentes y atentas como las que
tienen diicultad para entender o prestar atención.
La vida de los santos nacionales más populares y más Evitando interrogar a las niñas “poco inteligentes e
cercanos a su condición. incapaces de dar buenas respuestas” (niñas pobres de
espíritu) pues “no haríamos sino perder el tiempo de
una manera humillante y penosa para ellas, no menos
fastidiosa para las demás”.
Evitar acontecimientos curiosos de la prensa (incluso religio- Procurar la tranquilidad de las niñas, con la percepción
sa) cuyo carácter divino o diabólico no sea comprobado. de que toda clase es instrucción y no una ordenanza.
Las Oraciones y ejercicios extraordinarios (triduos, novenas, A través de las imágenes cuidadosamente seleccio-
rosarios en el mes de María, letanías, etc.) nadas.
El Padre Nuestro, el Ave María, El Credo, el Yo Pecador, Con el rezo riguroso y piadoso de las oraciones que
los Mandamientos, los actos de fe, esperanza y caridad, de se usan cotidianamente; lo importante no es aprender
adoración y de contrición muchas oraciones sino rezar adecuadamente pocas.
Los métodos para mantener la atención durante las oracio- Procurando siempre una respuesta en voz alta a las
nes, especialmente durante el Rosario (Ej. La petición de oraciones, incluso en el desarrollo del trabajo diario.
una gracia)
La invocación y la honra de sus patronos y santos. Demandando un canto vigoroso durante los oicios de
la Iglesia.
La práctica del retiro mensual, acordado con anterioridad el Estimular obras de piedad o de mortiicación (oración
día escogido para evitar ausentes. del cuerpo) por propia voluntad.
Las motivaciones de toda acción: la salvación del alma, el Velar porque reciban en lo posible todos los sacramen-
mérito del cielo, la expiación de los pecados y el ruego a Dios, tos y sean conscientes de ellos, especialmente el de la
a María y a todos los santos. penitencia y la eucaristía.

Fuente: Madre María de Santa Marina (Comp.), Reglas Prácticas para el uso…
Capítulo IV.

Las ceremonias institucionales. Se presentan como


los eventos donde las habitantes de la cárcel, religiosas y

34 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

reclusas indiferente de su rango y disposición convergían


en una espacialidad y ritualidad. Tras estas ceremonias
encontramos dos inalidades contradictorias: en primer lugar,
la de mantener unida a una comunidad que por su misma
estructura se encuentra divida en grupos antagónicos27, y
en segundo lugar, la de exhibir la diferencia entre los dos
grupos28, así, mientras se compartían actividades se buscaba
que las internas sintieran admiración por ese otro estilo de
vida ‘menos impuro’.

En el Buen Pastor se celebraban las siguientes


ceremonias institucionales:

• El año nuevo, la navidad o día del santo en el cual se les


daba alimentación especial. Por este día se atenuaban
las diferencias y los rigores de la disciplina pero no la
vigilancia.
• El día de la maestra y el día de santa Eufrasia (24 de
abril). Para celebrar estas fechas se organizaba una
feria donde se vendían los artículos fabricados por las
internas, se nombraban dentro de las reclusas algunas
que hicieran el papel de vendedoras y otras de cajeras
quienes llevaban el registro de lo vendido y de las
compradoras. Todo el dinero recogido se entregaba a
la primera maestra quien según las ventas prometía
un porcentaje a las vendedoras y cajeras que les sería
entregado a manera de ahorro al inalizar su periodo
de reclusión.
• Día para visitas ilustres: En estos acontecimientos por
lo general se maquillaban las condiciones de vida al
interior del penal, la cárcel estaba más limpia que de
costumbre, el trato era menos severo, las reclusas se
mostraban más sumisas, y se daba la imagen de tener
un mejor esquema de seguridad. La reacción ante la

27 Erving Goffman, Internados…,100.


28 Goffman asegura que una de las principales proezas de las instituciones totales
consiste en exhibir una diferencia entre dos categorías construidas de personas,
diferencia en calidad social y carácter moral; diferencia en las percepciones respectivas
del “yo” y del otro. Erving Goffman, Internados…,117.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 35


July Andrea García Amézquita

visita de “ilustres” personajes debía ser ponerse de


rodillas.

Los Castigos y Recompensas. Se deinían con la intención


de conseguir la obediencia y la sumisión de las reclusas,
muchos de estos estímulos eran derechos estando en condición
de libertad.

Vale la pena resaltar que los comportamientos son


susceptibles de ser criminalizados dependiendo del momento
y lugar especíico donde se maniiesten, por tanto, las reglas
se encargaban de dejar claro en qué momento podrían ser
castigados. Por ejemplo, el hecho de reírse representaba
connotaciones diferentes, estando en el lugar del recreo o
estando en medio de la oración; así mismo el silencio durante
la jornada de trabajo o durante la confesión. Para cada uno de
los casos en que la actividad era entendida como negativa, el
miedo al castigo impedía la realización de la acción en este tipo de
espacio. Esta es la manera como se le enseña a los niños y a
los animales cómo comportarse según un lugar y un momento
especíico, por tanto el sistema de castigos y recompensas
estaba diseñado para los individuos que se encontraban
por fuera del orden civil, es decir, las mujeres, los niños, los
animales y los delincuentes.

Para las religiosas del Buen Pastor los castigos eran


considerados como “un medicamento curativo e impotente
si se utiliza con frecuencia”29, por tanto estos al igual que las
recompensas debían tener prestigio así que no se debía estar
amenazando o prodigándolos. El castigo no necesariamente
debía guardar proporción con la falta, simplemente se establecían
cuáles eran las que merecían represión severa independiente de
los ojos que la juzgaran. Estas faltas severas eran:

• Faltas contra la autoridad (las críticas graves y las


injurias a las maestras, las resistencias públicas),
• Faltas contra la caridad (las disputas violentas, los
desaires humillantes, las falsas informaciones),

29 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas... 70-76.

36 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

• Provocaciones a la revuelta o a realizar faltas graves,


• Faltas que demuestren impiedad notoria
(profanaciones, blasfemias en voz alta).

Estas faltas recibían castigos más severos y productivos


respecto a la modiicación de la conducta, pero no eran los
que privaban de los placeres sino los que causaban máxima
humillación siempre y cuando no se les pegara, ni se les
impusiera “(…)castigos penosos como el de tener los brazos
en cruz o de privarles el alimento (…)”30. Tampoco debían
encerrarlas a solas, sí eran aisladas debían serlo bajo la
supervisión constante de una religiosa o una novicia de
conianza. Los castigos no eran prolongados ni habituales
“(…) para evitar que se acostumbren y dejen de causarles
impresión(…)”31.

Del lado de las recompensas se encuentran la asignación


de buenos puntos, la posibilidad de ganar dinero por el
trabajo realizado, las buenas caliicaciones, algunas ventajas
respecto al trato, pruebas de conianza tales como custodiar a
las reclusas enfermas al servicio médico o recibir una de las
cintas de la congregación. La asignación de las recompensas
variaba de acuerdo a las circunstancias del lugar y del tiempo,
según la reclusa, su naturaleza, su educación, sus recuerdos
de niñez, su nivel de religiosidad, etc.

5. La adaptación

No sólo la disciplina y la rutinización del día a día hacían parte


del proceso reeducativo en el Buen Pastor, también intervenía
el sometimiento a ciertas condiciones de vida y la respuesta
positiva o negativa a éstas y al proceso en general.

La Alimentación, se regía por los términos del contrato


que el Ministerio de Gobierno celebraba con las monjas, en los
siguientes términos:

30 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...


31 Madre María de Santa Marina (Comp.), Reglas Prácticas para el uso…,70-76.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 37


July Andrea García Amézquita

1. Desayuno compuesto de una taza de agua de panela y


un pan de a mitad.
2. Almuerzo: Compuesto de un plato grande de sopa
(arroz, mazamorra de maíz o de trigo) cuatro onzas de
carne sin hueso, y tres papas de regular tamaño; un
vaso de chicha.
3. Comida: compuesta por un plato grande de sopa (arroz,
mazamorra de maíz, o de trigo o mute con tallos,
repollo, habas, arvejas o frijoles) un plato de cocido con
cuatro onzas de carne sin hueso, calculada en crudo.
Tres papas en la misma forma indicada respecto del
almuerzo, un pan de a mitad y un vaso de chicha.32

En el año 1918 el Estado pagaba $0.25 por cada una de


las tres raciones de las reclusas y $0.08 por la de los hijos de
éstas. De las cuentas por alimentación y de la correspondencia
enviada por las religiosas a la Dirección General de Prisiones
entendemos que el inanciamiento dado por el Estado era
insuiciente, el ediicio donde funcionaba la cárcel estaba a
medio construir, las paredes y techos se caían constantemente
y el mobiliario resultó inexistente hasta cuando se convierte
oicialmente en un centro de corrección para menores en 1920.

De la percepción de la comida no se tienen reporte por


parte de las reclusas, en parte porque toda la correspondencia
que salía de la cárcel debía ser revisada por las monjas, y
en parte porque la mayoría de las cartas eran escritas por
las religiosas, a falta de alfabetización de las reclusas; sin
embargo, los detenidos en el Panóptico en el periodo en que la
comunidad administró este penal reportaban el “insuiciente
y asqueroso alimento que consistía en una taza de agua de
panela sin dulce, o de chicha, dos papitas, un pedacito de
carne de la peor clase que hubiera por ser la más barata, y un
panecillo de dos reales”33.

32 “Prisiones suministros. 1900-1935. Octubre 19 de 1900”, AGN, Sección 2ª, En:


Andrés Ortiz Carvajal, El panóptico de Bogotá durante el período de la guerra de
los mil días (1899-1903) (Universidad Nacional de Colombia: Facultad de Ciencias
Humanas, Departamento de Historia, 2001).
33 Adolfo León Gómez, “Secretos del Panóptico”. (Imprenta de Medardo Rivas
Bogotá: 1905). 179-180. En: Andrés Ortiz Carvajal, El panóptico de Bogotá durante el

38 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

Pero si las condiciones nutricionales no eran las más


deseadas, las condiciones sanitarias contribuían a recrudecer
la vida diaria, de un lado la cárcel no contaba con servicio de
agua propio y constante, este líquido era suministrado por la
casa llamada el Campito de San José, fundada en 1883 por la
Congregación de Hermanas de la Caridad de La Presentación
de la Santísima Trinidad, y a menudo restringían el servicio
a las vecinas. Adicionalmente, en los años de 1983 a 1904 y
en 1919 la Institución se enfrentó a constantes temporadas
de iebre tifoidea que dejaron como resultado la muerte de
varias religiosas, penitentes y reclusas; dos evacuaciones de
las monjas con las asiladas a una casa que la congregación
tenía en Chapinero; y el traslado de decenas de internas al
hospital San Juan de Dios. La propagación de enfermedades
infectocontagiosas se daba por las pobres condiciones higiénicas
y el hacinamiento, situación relatada por las religiosas, así:

El local que habitaban las prisioneras era tan estrecho, que


estas infelices se veían reducidas a comer y dormir en la
misma pieza, y sin otra cama que el duro suelo […] muchas
veces nuestras hermanas tuvieron ocasión de presenciar
entre estas pobrecitas verdaderas pendencias disputándose
un ladrillo para poner de cabecera, contándose por muy
dichosa la que lograba quedarse con él.34

Pero lo que de un lado resultaba un problema para


el manejo de enfermedades y el control del contagio de las
‘mañas’, por el otro facilitaba la vigilancia, el control total y
la sobreexposición que implicaba compartir los espacios de la
intimidad tales como la hora del baño, el uso de los excusados
o simplemente cambiarse de ropa.

Esta sobreexposición se presenta como una estrategia


de degradación común en el sistema penitenciario incluso hoy
día, razón por la que las condiciones dignas de habitabilidad
dentro de la cárcel son entendidas como utópicas en términos
de recursos económicos pero sobretodo de voluntad política.
La completa violación de la intimidad es una característica de

período…
34 Congregación religiosa Buen Pastor, Anales…,42.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 39


July Andrea García Amézquita

la cárcel en tanto demanda de la reclusa una sobreexposición


en las actividades cotidianas y de su propia historia de vida.

A pesar que las religiosas prohibían el exponer en público


su historia de vida y su prontuario delictivo y pecaminoso, por
temor a un contagio inmoral, las reclusas si debían comentarlo
a las religiosas en el momento del ingreso y a lo largo de su
estadía exponer los sentimientos acerca de su ‘yo’.

Al igual que la sobreexposición, la vigilancia era completa


y constante, durante el tiempo de oración, el tiempo de trabajo,
las horas de recreo y en los dormitorios. Las visitas, que rara
vez se daban, estaban restringidas por un horario preijado
en la puerta del claustro y en estas ocasiones las religiosas
debían estar presentes y atentas a toda conversación. La
correspondencia era revisada con sumo cuidado y muchas
veces era retenida. Tampoco podían tener acceso a periódicos
o impresos de ningún género.

Lo que se les leía era revisado cuidadosamente, en su


mayoría eran lecturas relacionadas con las circunstancias,
las iestas, los diferentes tiempos del año eclesiástico y “(…)
acomodadas a las necesidades de las almas(…)”35, es decir, las
vidas de los santos o alguna “(…)cosa recreativa pero cuidar de
que en ella no se hable de nada que pueda afectar las buenas
costumbres, como las riñas, los suicidios so afecciones muy
tiernas, tampoco cuentos amorosos(…)”36.

6. Conclusiones

La cárcel se nos presenta como una organización racional,


diseñada en todos sus aspectos para ser efectiva en el
cumplimiento de los objetivos de la comunidad religiosa y
como institución de encierro para corrección de delincuentes.

Estos derroteros de tipo pedagógico dan cuenta de una


interpretación previa del comportamiento de las reclusas en
términos moralistas, así como una preconcepción sobre la

35 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...


36 Madre María de Santa Marina, Reglas prácticas...

40 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Pagando penas y ganando el cielo. Vida cotidiana de las reclusas...

personalidad y el carácter de las mismas. Esta interpretación


moral sería una especie de teoría de la delincuencia femenina
que determinaba las actividades dentro de la cárcel;
suministraba los argumentos para aducir la inferioridad de
las reclusas y por ende la distancia social entre las presas y las
monjas; así como la justiicación de la disciplina, la vigilancia
y el tratamiento que se les daba a las internas.

La teoría sobre la delincuencia de la mujer colombiana


construida por el imaginario religioso de las monjas, tiene sus
bases políticas en el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera.
Las religiosas aseguraban que con la desamortización de
bienes de manos muertas y la consecuente entrega de los
bienes de la iglesia a terratenientes se dio inicio al proceso
de concentración de la propiedad en el país y la desigualdad
social. Esto sumado a las continuas guerras que desplazaron a
los campesinos y mujeres que trabajaban en el procesamiento
de la hoja de tabaco a las ciudades y el descuido de la educación
pública, la familia habría sufrido un proceso de descomposición
y como consecuencia la proliferación de la delincuencia en
general. De igual forma, el problema de la mujer delincuente
para las religiosas estaba íntimamente relacionado con el
liberalismo radical, por considerarlo un periodo de desorden
donde se concibieron los mayores males con que contó el
país al in del siglo XIX y en las primeras décadas del XX.
Fenómenos tales como la migración del campo a las ciudades,
el desempleo, la desintegración familiar en los hogares, el
madresolterismo y la prostitución, fueron el caldo de cultivo
de la mujer trasgresora37.

La explicación sobre el origen de la delincuencia también


abarca los posibles comportamientos positivos y negativos de
las reclusas. Existe una idea preconcebida de las formas en
que se presenta la indisciplina, de cómo afrontarla y sobre
la manera de aplicar los premios y castigos como estrategia
explicativa del valor de hacer bien las cosas, aspectos que
se tratarán en la segunda parte del trabajo, la esfera de las
reclusas.

37 María de Jesús Ladino, 1890 -1990 Cien años…,34.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19-42 41


July Andrea García Amézquita

Fuentes documentales

Archivo General de la Nación (AGN). Bogotá-Colombia. Sección 4ª


Justicia, Ministerio de Gobierno. Asuntos judiciales y procesos.

Archivo General de la Nación (AGN). Bogotá-Colombia. Sección 2ª


Prisiones. Fondo República, Ministerio de Gobierno.

Congregación religiosa Buen Pastor. Anales de la congregación de


Nuestra señora de Caridad del Buen Pastor de Angers de
Bogotá 1890 a 1817. Bogotá: Imprenta Nacional Bogotá, 1918.

Bibliografía

Bernardini, Amalia y Soto, José Alberto. La educación actual en sus


fuentes ilosóicas. San José de Costa Rica: EUNED, 1984.

Goffman, Erving. Internados: ensayos sobre la situación social de los


enfermos mentales. María Antonia Oyuela de Grant (Trad.).
Buenos Aires: Amorrortu, 1970.

Ladino, María de Jesús. 1890 -1990 Cien años de historia de las


hermanas del Buen Pastor en Colombia. Bogotá: 1990.

Santa Marina, Madre María de. Reglas Prácticas para el uso de


las Religiosas del Buen Pastor en la Dirección de las Clases.
Bogotá: Editorial San Juan Eudes, 1960.

Ortiz Carvajal, Andrés. El panóptico de Bogotá durante el período de


la guerra de los mil días (1899-1903). Universidad Nacional
de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento
de Historia, 2001.

Citar este artículo:


July Andrea García Amézquita, “Pagando penas y ganando
el cielo. Vida cotidiana de las reclusas de la cárcel El Buen
Pastor 1890-1929”, Historia y Memoria N° 10 (enero-junio,
2015), 19-42.

42 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 19 - 42


Mujeres en la caicultura tradicional
colombiana, 1910-1970*

Renzo Ramírez Bacca1


Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín

Recepción: 28/08/2014
Evaluación: 01/09/2014
Aceptación: 12/11/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El texto trata sobre la compleja y diversa dinámica laboral


de la mujer en los sectores rural y urbano de la industria
cafetalera colombiana. Es una comprensión sucinta limitada
a la fase de producción del grano bajo la técnica bajo sombrío
en la zona andina durante gran parte del siglo XX. Resalta la
condición de la mujer a partir de su condición de recolectora,
escogedora o tablonera. Se trata de un enfoque descriptivo
e historicista apoyado en un extenso acervo documental y
fuentes secundarias.

Palabras clave: mujeres, trabajadoras, caicultura, Colombia.

* El presente texto es derivado de la ponencia titulada: “Tabloneras, escogedoras


y recolectoras en la caicultura colombiana, 1910-1970”, leída en el XVIII Congreso
de la Asociación de Colombianistas convocado por la Asociación de Colombianistas
y Fitchburg State University en Weston, Massachusetts (EE.UU.), 10-13 de julio de
2013. Además producto del proyecto de investigación titulado: El proceso colonizador y
la conformación socio-cultural y laboral en el Suroeste antioqueño. La especialización
agrícola-comercial y las dinámicas de poblamiento, inanciado por el Departamento
de Historia de la Universidad Nacional, Sede Medellín.
1 Ph.D. en Historia, Universidad de Goteburgo-Suecia. Profesor Titular adscrito a
la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional de Colombia,
Sede Medellín. Investigador Senior (IS). Grupo de Investigación: Historia, Trabajo,
Sociedad y Cultura. Líneas de investigación: historia agraria y laboral. rramirezb@
unal.edu.co

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 43


Renzo Ramírez Bacca

Women in Colombian Traditional Coffee


Growing, 1910 – 1970.

Abstract

This article discusses the complex and diverse labor dynamics


of women in rural and urban sectors of the Colombian coffee
industry. This concise analysis is limited to the production
stage of the grain grown under shade, a technique that
has been used during a large part of the twentieth century
in the Andean region; and highlights the status of women,
considering their condition as collectors, sorters or tabloneras.
This study has a descriptive and historical approach supported
on an extensive documentary archive and secondary sources.

Keywords: working women, coffee growing, Colombia.


Femmes dans la caféiculture traditionnelle
colombienne, 1910-1970

Résumé

Ce texte reconstruit la dynamique complexe et diverse


du travail des femmes dans les secteurs rural et urbain de
l’industrie caféière colombienne. Il s’agit d’une étude succincte
limitée à la phase de production du grain sous la technique de
la culture dite « sous l’ombre » dans la zone andine pendant
une grande partie du XXe siècle. Il souligne la condition de
la femme à partir de sa condition de cueilleuse, escogedora
ou tablonera. On y entreprend une analyse descriptive et
historiciste appuyée sur un ensemble documentaire étendu
ainsi que sur une large bibliographie.

Mots-clés: femmes, travailleuses, caféiculture, Colombie.

1. Introducción

Este texto considera a la mujer en su calidad de actor y sujeto


histórico en una de las actividades socio-productivas más
importantes en Colombia durante el siglo XX: la caicultura.

44 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

Esta industria fue representativa del sector agrario andino


y se caracteriza porque dinamizó las prácticas laborales
de colonos y campesinos en las zonas de frontera agrícola
hasta consolidarse industria agro-industrial. Pero, de igual
modo, permitió iniciar procesos socio-culturales que no tenía
antecedentes en la historia agraria nacional. Es la motivación
para plantear: ¿cuál fue el papel de la mujer durante la fase
de producción tradicional del café bajo sombra?2

La historiografía colombiana sobre la problemática


cafetera en realidad tiene diferentes énfasis y relaciones
que se derivan de la historia económica, la sociología y la
antropología. Ramírez Bacca ofrece una revisión bibliográica
en torno a la caicultura colombiana, con la cual se advierte la
no incorporación de la problemática de la mujer y los núcleos
familiares en los trabajos clásicos sobre el café, pero sí los
aportes de Garzón, Meertens y Chacon, cuyos antecedentes lo
constituyen León de Leal, García, Medrano, Arcila y Campillo3.

2 En la historia agraria y sobre el café colombiano se identiican dos fases de


producción relevantes. La primera conocida como la fase de producción tradicional
bajo sombrío con la técnica de sembrados bajo sombra con base a la variedad Coffea
Arabica –Bourbon, Maragogipe y Typica– fue predominante desde los comienzos
de la vulgarización sistemática del cultivo en la segunda mitad del siglo XIX
hasta los inicios de la segunda fase con la implementación de cultivos tecniicados
sin sobra. Esta fase tiene sus primeros antecedentes en la década de 1960, pero
su sistematización masiva sólo se observa en la siguiente década con la variedad
Caturra –Coffea Arabica Caturra–, variedad brasilera introducida y promocionada
por la Federación Nacional de Cafeteros.
3 María Arcila, El caturra y la familia campesina cafetera, o cambios económicos y
familiares entre pequeños productores de café del municipio de Andes (Tesis de grado:
Universidad de Antioquia, 1984); Martha Isabel Garzón Castro, Mujeres trabajadoras
del café (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2002); Sara Teresa Chacón Maldonado, La
presencia de la mujer en el desarrollo de la zona cafetera colombiana (Bogotá: Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1990); Colombia, Ministerio de Agricultura
y Fabiola Campillo, Situación y perspectivas de la mujer campesina colombiana.
Propuesta de una política para su incorporación al desarrollo rural (Bogotá: n.d,
1983) (fotocopia); Magdalena León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de
cuatro regiones colombianas (Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la
Población – ACEP, 1980); Diana Medrano, Mujer campesina y organización rural en
Colombia: tres estudios de caso (Bogotá: Fondo Editorial Cerec-Universidad de Los
Andes-Departamento de Antropología, 1988); Diana Medrano, “La mujer en la región
cafetera del suroeste antioqueño”, en Mujer y capitalismo agrario (Bogotá, Colombia,
1980); Donny Meertens, Tierra, violencia y género. Hombres y mujeres en la historia
rural de Colombia 1930-1990, (Holanda: Editorial de la Universidad Católica de
Nijmegen-Katholieke Universiteit, 1997); Renzo Ramírez Bacca, “Trabajo, familia
y hacienda, Líbano-Tolima, 1923-1980. Régimen laboral-familiar en el sistema de

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 45


Renzo Ramírez Bacca

Como concluye:

El vacío se debe en parte a la carencia de fuentes primarias, que


permitan trabajar el tema desde una perspectiva histórica.
Así mismo, por la falta de investigaciones sistemáticas sobre
los núcleos familiares campesinos y su relación laboral en
estructuras agrarias. No obstante, el concepto de género
es una categoría de análisis que bien puede identiicarse y
seguir aplicándose en los estudios agrarios.4

No extraña entonces, que en los últimos años se hiciera


el trabajo de Rodríguez Giraldo5, quien advierte sobre las
representaciones ideales creadas desde instituciones como
la Federación Nacional de Cafeteros (FNCC), en torno a
los núcleos familiares dedicados a la caicultura6, y como
instrumentalizando la categoría de género se contribuye a
visibilizar y analizar el papel de la mujer en el contexto rural
de las zonas cafetaleras colombianas. El otro texto importante
es de Ramírez Bacca sobre las escogedoras de café vinculadas
al sector semi-industrial del café en Antioquia7. Y, las recientes
tesis de Rodríguez Valencia sobre la mujer y la familia en tres
localidades cafeteras colombianas: Calarcá y Montenegro
en el Quindío y Sevilla en el Departamento del Valle del

hacienda cafetera en Colombia”, Utopías Siglo XXI, N° 11 (2005): 89-98; Renzo


Ramírez Bacca, “Estudios e historiografía del café en Colombia, 1970-2008. Una
revisión crítica”, Cuadernos de Desarrollo Rural, N° 64 (2010): 13-29; Magdalena
León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de cuatro regiones colombianas
(Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la Población – ACEP, 1980). Léase
también Claudia García, Honor y mujer en el homicidio (Trabajo de grado optativo al
título de Licenciado en Ciencias Sociales, Universidad del Tolima, 1992); Mary García,
Migración laboral femenina en Colombia (Bogotá: Ministerio de trabajo y Seguridad
Social, Senalde, 1979). Serie Migraciones Laborales N° 16; Cecilia Muñoz, El niño
trabajador migrante en Colombia (Bogotá: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,
Senalde, 1980). Serie Migraciones Laborales N° 18; Myriam Ordóñez, Población y
familia rural en Colombia, (Bogotá: Pontiicia Universidad Javeriana, 1986).
4 Renzo Ramírez Bacca, “Estudios e historiografía…”,22.
5 Viviana Rodríguez Giraldo, “Contexto rural caicultor en Colombia:
consideraciones desde un enfoque de género”, La manzana de la discordia, N° 1
(enero- junio, 2009): 53-62.
6 La caicultura es un término utilizado que engloba las prácticas socio-laborales,
productivas y culturales de los distintos agentes –productores, trabajadores,
funcionarios, técnicos, entre otros– en la industria cafetalera.
7 Renzo Ramírez Bacca, “Clase obrera urbana en la industria del café. Escogedoras,
trilladoras y régimen laboral en Antioquia, 1910-1942”, Desarrollo y Sociedad, N° 66
(2011): 43-69.

46 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

Cauca8; y de Suárez Quintero sobre la construcción cultural


de la identidad de la mujer en localidad de Marquetalia en el
Departamento de Caldas9. No se consideran aquí otras líneas
de producción académica relacionadas con las trabajadoras
rurales de otros sectores productivos, la familia y la historia
laboral colombiana10.

Ya en el ámbito latinoamericano, países productores


del grano como Brasil y Costa Rica, se destacan por ciertos
estudios que revitalizan el concepto y el papel de la mujer; de
hecho Scott deiende la importancia de la categoría de género
para los análisis históricos11. Un ejemplo lo ofrecen Grossman
y Leandro, quienes estudian la mujer en la caicultura a partir
de los casos de Costa Rica y Brasil, pero situando el análisis en
una perspectiva funcionalista de desarrollo socio-económico
y participación laboral y socio-productiva de la mujer con

8 Lina María Rodríguez Valencia, “La riqueza invisible: familia y mujer en tres
localidades cafeteras” (Tesis de Maestría en sociología, Universidad del Valle, 2013).
9 Johana Paola Suárez Quintero, “Un álbum, una historia, una identidad: Estudio
sobre la construcción cultural de la identidad de la mujer cafetera en Marquetalia-
Caldas” (Tesis de Magíster, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá: 2011).
10 No obstante, es sugerente considerar los textos de Gabriela Arango Gaviria, “El
proletariado femenino entre los años 50 y 70. Las mujeres en la historia de Colombia
(mujeres y sociedad)”, en: Las Mujeres en la Historia de Colombia, Tomo III Mujeres
y Cultura, Velásquez Toro (Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social,
Presidencia de la República de Colombia, Grupo Editorial Norma, 1995); Gabriela
Arango Gaviria. “Trabajadoras en campos y ciudades: Colombia y Ecuador”, en:
Historia de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XX a los umbrales
del XXI, (2006); Elssy Bonilla y Eduardo Vélez, Mujer y trabajo en el sector rural
colombiano (Bogotá, 1987); Carmen Diana Deere y Magdalena León de Leal, Women in
Andean agriculture: peasant production and rural wage employment in Colombia and
Perú (Geneva: International Labour Ofice, 1982); Carlos Arnulfo Escobar Belalcázar,
Historia furtiva: mujer y conlictos laborales, las escogedoras de café en el Antiguo
Caldas (1930-1940) (Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 1995); Magdalena
León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de cuatro regiones colombianas
(Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la Población – ACEP, 1980);
Diana Medrano, Mujer campesina y organización rural en Colombia: tres estudios
de caso (Bogotá: Fondo Editorial Cerec-Universidad de Los Andes-Departamento
de Antropología, 1988); Magdalena Velásquez Toro (ed.), Las mujeres en la historia
de Colombia. Tomos I-III (Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social,
Presidencia de la República, Editorial Norma, 1995).
11 Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en El
Género: la construcción cultural de la diferencia sexual (México: PUEG, 1996; 265-
302, http://www.inau.gub.uy/biblioteca/scott.pdf (30 de octubre de 2014).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 47


Renzo Ramírez Bacca

información estadística12. Así mismo, los trabajos de Stolcke


con un enfoque histórico-antropológicos sobre la mujer y la
familia en haciendas de Sao Paulo constituyen un referente
importante13.

En cuanto a la metodología, este artículo desarrolla


un enfoque histórico-crítico cuyas fuentes de información
se apoyan en información estadística, institucional, gremial
y resultados de investigación. Los datos, de naturaleza
fragmentada, permiten una comprensión interpretativa,
que da cuenta de ciertas características funcionalistas
del papel socio-productivo de la mujer. Hay en cambio una
intencionalidad y técnica hermenéutica con el objeto de
comprender el contexto socio-cultural de la mujer en la fase
productiva tradicional del café bajo sombrío. En tal sentido,
se trata de una representación historicista, que por la
limitación del marco temporal propuesto, no contempla otros
fenómenos y procesos recientes en las zonas cafeteras. Y, cuyas
herramientas conceptuales, se deinen a lo largo del texto, en
especial por la naturaleza descriptiva del enfoque propuesto.

2. Antecedentes

Analizar el papel de la mujer en la caicultura tradicional


colombiana signiica considerar las dinámicas poblacionales
y procesos de experimentación agro-industrial14. Podemos

12 Shana Grossman y Leandro Harold, “La mujer en el proceso productivo del café.
Los casos de Costa Rica y Brasil”, Ciencias sociales, Nos. 45-46: (1986): 143-154.
http://revistacienciassociales.ucr.ac.cr/wp-content/revistas/45-46/grossman.pdf (30
de octubre de 2014).
13 Verene Stolcke, “The exploitation of Family Morality. Labors Sistems and
Family Structure on on Säo Paulo Plantations, 1850–1980”, en: Kinship Ideology
and Practice in Latin America, (1984); Verena Stolcke, Coffee Planters, Workers and
Wives: Class Conlict and Gender Relations on Säo Paulo Plantations, 1850–1980,
(New York: St. Martin’s. Press, 1988).
14 Sobre procesos de colonización, población y experimentación agrícola comercial
ver a Eduardo Santa, Arrieros y fundadores (Líbano: Alcaldía Popular del Líbano,
1997); Eduardo Santa, La Colonización Antioqueña, una empresa de caminos (Bogotá:
TM Editores, 1993); Hermes Tovar, Que nos tengan en cuenta. Colonos, empresarios y
aldeas: Colombia 1800-1900 (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1995); Albeiro Valencia
Llano, Vida cotidiana y desarrollo regional en la colonización antioqueña (Manizales:
Universidad de Caldas, 1996); Marco Palacios, El café en Colombia 1850-1970. Una
historia económica, social y política (México: El Colegio de México, 2009); James

48 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

considerar, a modo de contexto, la gran transformación del


sector rural y el campesinado iniciada a inales del siglo XIX.
McGreevey lo señala, cuando indica que una quinta parte de
esta población realmente logró su especialización gracias al
café entre 1870 y 193015. Nunca antes en la historia económica
se había presentado un fenómeno similar16. Los efectos de
este proceso implicaron también una especialización agro-
exportadora de la economía nacional, evidenciada en los
niveles de producción y exportación entre 1910 y 193017.
La industria creció un 500 %, ofreciendo un dinamismo sin
precedentes. En igual sentido, las exportaciones no hubieran
aumentado sin los avances en el sistema de transportes, en
especial el desarrollo de las líneas de ferrocarril, el cable aéreo
y las carreteras o caminos que van al río Magdalena18.

Parsons, La colonización antioqueña en el occidente de Colombia, (Bogotá: Banco de


la República, El Áncora Editores, 1997); Catherine LeGrand, Colonización y protesta
campesina en Colombia (1850-1950) (Bogotá: Ediciones Universidad Nacional de
Colombia, 1988); Renzo Ramírez Bacca, Colonización del Líbano. De la distribución
de baldíos a la formación de una región cafetera, 1849-1907. Serie Cuadernos de
Trabajo de la Facultad de Ciencias Humanas, 23 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 2000).
15 En realidad, hacia 1875 el sector exportador y sus servicios aines probablemente
no empleaban más de 35.000 trabajadores. Medio siglo más tarde se calculaba la
existencia de unos 900.000 campesinos miembros de familias cultivadoras. En tal
sentido, entre 1870 y 1930 una quinta parte de la población campesina colombiana
se desplazó hacia una agricultura de exportación, como consecuencia de la expansión
del café. Cf. William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930
(Bogotá: Tercer Mundo, 1982): 176. N de A: La cifra se obtiene a partir de la existencia
de unas 5000 incas cafeteras que suponen la permanencia de una familia con unos
seis miembros en promedio.
16 Sobre la historia económica y agraria se puede considerar, entre otros autores, a
Jesús Antonio Bejarano, “El in de la economía exportadora y los orígenes del problema
agrario”, Cuadernos Colombianos, Tomo II, N° 8, (Cuarto Trimestre, 1975): 539-638;
Jesús Antonio Bejarano, Ensayos de historia agraria colombiana (Bogotá: CEREC,
1987); Salomón Kalmanovitz, “El régimen agrario durante el siglo XIX en Colombia”,
en: Manual de Historia de Colombia. Vol. 2, (Bogotá: Editores Procultura SA, 1984);
Carlos Mario Londoño, Economía agraria colombiana (Madrid: Ediciones RIALP,
S.A, 1965); Absalón Machado et al. El agro en el desarrollo histórico colombiano.
Ensayos de Economía Política (Bogotá: Punta de Lanza, 1977); León Zamosc, La
cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia (Ginebra: Instituto de
Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social, 1987).
17 La producción da un salto cualitativo entre 1910, año en que se producen 570 mil
sacos de café de 60 kilos; y 1930 cuando la producción alcanza la suma de 3118 mil
sacos. Cf. Renzo Ramírez Bacca, “Clase obrera…124.
18 La importancia del ferrocarril como medio de transporte y estímulo en la
fundación de cultivos se da al considerar cómo en 1888 en el ferrocarril de Antioquia

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 49


Renzo Ramírez Bacca

Fue una época de bonanza en la que aumentó la


capacidad adquisitiva de la población y se logró cierta
industrialización gracias a las exportaciones. También hay
que reconocer, que el éxito del cultivo se debió a las excelentes
tierras y los buenos climas, en una fase en la que ya se habían
consolidado un sinnúmero de poblados y incas, resultado de
las distintas políticas de repartición de baldíos y migraciones
interregionales. En ese proceso el aporte del núcleo familiar
también fue importante, en particular por su función socio-
laboral. A lo que se le puede agregar los distintos sistemas
de inanciación y estrategias de difusión desarrollados con los
pequeños y medianos propietarios.

El gran problema que tuvieron los productores fue la


mano de obra, por esta misma razón el empleo de mujeres e
infantes se convirtió en una estrategia, que fue señalada en la
época, ya por el excesivo uso de la misma o porque incluso fue
insuiciente en los periodos de recolección del grano. Pero, así
como la caicultura se apoyó en el núcleo familiar, numeroso
en prole, tal y como se presentó en la zona actual de Antioquia
y el Eje Cafetero19, fue necesario el enganche laboral de las
zonas más pobladas del altiplano cundiboyacense20. En
igual sentido, el papel de la mujer fue importante en la fase
semi-industrial del café, concretamente en las trilladoras en
calidad de recogedoras del grano; en parte por representar la
conformación de un nuevo grupo socio-laboral urbano durante
las primeras décadas del siglo XX, y porque su papel como

se transportaron 5 mil sacos de café, mientras que en 1923 se transportaron 517 mil
sacos de café. Cf. Gabriel Poveda Ramos, Historia económica de Antioquia (Medellín:
Autores Antioqueños, 1988), 191.
19 El llamado Eje Cafetero lo comprenden los departamentos de Caldas, Risaralda,
Quindío, la zona nor-oriental del Departamento del Valle del Cauca, el suroeste del
Departamento de Antioquia y el nor-occidente del Departamento del Tolima. Esta
zona logró una especialización socio-productiva con el café, que también es resultado
de fenómenos de poblamiento logrados con mayor intensidad en la segunda mitad del
siglo XIX y primeras décadas del XX.
20 Léase un estudio comparado entre México y Colombia sobre el enganche laboral
en el sector cafetero en Renzo Ramírez Bacca, “Colonización y enganche en zonas
cafeteras. Los casos de Tapachula (Soconusco -México) y Líbano (Tolima-Colombia),
1849-1939”, en: Miradas de contraste. Estudios comparados sobre Colombia y
México (México: Universidad Autónoma de San Luis Potosí-Universidad Nacional de
Colombia, sede Medellín, Miguel Ángel Porrúa Editor, 2009): 187-229.

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Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

recolectoras de café se hizo de igual modo fundamental en las


zonas rurales (igura 1).

Figura 1. Mapa zonas cafeteras en Colombia

Fuente: Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNCC).

3. El sector rural: tabloneras y recolectoras

En las zonas de frontera del espacio andino se coniguraron


distintos tipos de estructuras agrarias21, –pequeñas, medianas

21 La estructura agraria se entiende aquí como un espacio socio-productivo en el

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 51


Renzo Ramírez Bacca

y grandes propiedades–; que se consolidaron según la


extensión de los cultivos permanentes –cafetales de variedad
Coffea Arabica (Bourbon, Maragogipe y Typica) sombreados
con leguminosas, en especial con árboles frondosos de guamo
y carbonero–. También era parte del hábitat los cultivos de
pancoger –maíz, arracacha, fríjol, etcétera–, la cría de cerdos
y ganado, y los cultivos de caña de azúcar, que en conjunto
constituían una cultura de autoabastecimiento y subsistencia.
Todo eso no era posible sin la presencia del núcleo familiar.

En las grandes propiedades las relaciones de aparcería


con las familias arrendatarias fue importante22. En tiempos
cuando tener una hacienda cafetera era una cuestión de
prestigio para un dinámico y proyectado sector de comerciantes
urbanos. Fueron ellos los que empezaron a conigurar
Sociedades Agrícolas, que no era otra cosa sino una asociación
de inversionistas capitalistas e industriales, dispuestos a
invertir en las zonas de frontera, al fragor de ciertas políticas
de baldíos, que les permitía adquirir la posesión de predios
estatales bajo la condición de tener cultivos permanentes,
o incluso gracias al bajo costo de la tierras en las zonas de
frontera23. Esa práctica sólo podía fortalecerse gracias a las
familias de arrendatarios, con quienes las relaciones se dieron
de distinto modo; ya por ser una relación consuetudinaria,
también llamada la “imperante fuerza de la tradición” en
la región, o por el impacto que generaron las regulaciones
estatales sobre la aparcería durante el siglo XX.

cual se identiican diferentes agentes laborales y administrativos especializados en la


producción cafetera, cuya disposición en torno a los medios de producción –la tierra
y los cultivos– se apoya en relaciones de trabajo jerarquizadas y con un carácter
consuetudinario y legal. Estas se transforman en el tiempo según las circunstancias
cambiantes de carácter coyuntural o procesal histórico.
22 Ver un importante texto sobre la aparcería en Colombia en Donny Meertens, “La
aparcería en Colombia…”11-62.
23 Autores como Carlos Dávila, “Autosemblanza de empresarios agrícolas. Tres
reseñas: Santiago Ede, Rafael Jaramillo Montoya y Medardo Rivas”, Cuadernos
de Agroindustria y Economía Rural, N° 10 (Primer Semestre, 1983): 9-26; Renzo
Ramírez Bacca. “Formación de una hacienda cafetera: mecanismos de organización
empresarial y relaciones administrativo-laborales. El caso de La Aurora (Líbano,
Colombia), 1882-1907”, Cuadernos de desarrollo rural, N° 42 (1999): 83-116; Hermes
Tovar, Que nos tengan…1995, trabajan la problemática empresarial desde una
perspectiva histórica.

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Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

El tabloneo, como vulgarmente se conocía, tiene relación


con el sistema llamado en unas partes de partija y en otras de
compañía. El poseedor de la tierra –en este caso el hacendado–
ofrece el área para las siembras y suministra las semillas,
los semovientes, las herramientas y utensilios necesarios;
y el partijero –localmente conocido como tablonero– hace la
siembra y atiende a la conservación de los cultivos –1000 a
3000 árboles–. El producto de cada cosecha se reparte luego
entre el poseedor de la tierra y el tablonero, en las condiciones
convenidas previamente24. Dicho de otra manera, el tablonero
es quien bajo contrato oral o escrito recibe un cafetal o tablón
para administrarlo en compañía con la hacienda25.

Gonzalo París, quien estudió la geografía de la provincia


del Tolima a comienzos del siglo XX, señala que este sistema era
una práctica común en muchas plantaciones de café, aunque
se daba con ciertas variantes26. La primera cuando el labriego
recibía una parte de la plantación –tablón– y se encargaba de
su recolección, beneicio y lavado, para luego dividir por mitad
el producido con el dueño, quien a su vez asumía los gastos
que ocasionaban los desyerbes y las máquinas descerezadoras.
Ello sin contar con la casa para vivir que adquiría el tablonero,
la posibilidad de hacer cultivos y tener animales domésticos.
Había otras formas de acuerdo. Por ejemplo, cuando se
entregaba el lote de cafetal a varios trabajadores, quienes
lo cuidaban, para luego durante la cosecha repartir el grano
recolectado cada día y comprar el café recogido al dueño a un
precio convencional local. También se dio la tercera opción,

24 Renzo Ramírez Bacca, “Formas organizacionales y agentes laborales en


la caicultura tradicional colombiana, 1882-1972”, en: Vías y escenarios de la
transformación laboral: aproximaciones teóricas y resultados de investigación,
(Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2008): 179-206.
25 En los procesos de colonización o apropiación de terrenos baldíos es posible
encontrar ciertos acuerdos notariales, a modo de contratos, sobre los distintos modos
de participación laboral y distribución de la producción; sin embargo, la práctica de
acuerdo verbal, fue la más frecuente en el tiempo. Solo hasta mediados del siglo XX,
con la consolidación del Ministerio de Trabajo, incluso con la difusión de prácticas
asociativas de carácter sindical, y resultados de reformas agrarias en los años 30 y 40
se hizo más frecuente el contrato escrito en las zonas cafetaleras.
26 Gonzalo París, Geografía económica de Colombia. Tolima. Tomo 7 (Bogotá:
Editorial Santafé, 1946), 166-167.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 53


Renzo Ramírez Bacca

cuando el labriego recibía la tierra para la siembra de los


árboles de café hasta la primera cosecha, acordando un precio
con el dueño por el número de cafetos sembrados, quien los
pagaba, y así en adelante hacer un nuevo arreglo que podía
ser una de las dos variantes anteriormente señaladas.

En cualquier caso, los “cabeza de hogar” eran


responsables directos con el hacendado o sus gerentes o
administradores de los temas relacionados con la recolección
y los préstamos en dinero. La evidencia empírica es muy
limitada para hacer un análisis demográico de esta población,
lo que si podemos advertir es que para un predio con 100.000
árboles de café, lo probable era contar con 40 ó 50 familias
de tabloneros27. Muy pocas mujeres responsables directas
ante la administración, aunque a juzgar por la evidencia casi
siempre eran ellas quienes asumían el cuidado de los árboles
en épocas complejas de tensión. Las guerras y los conlictos
llevaron a la victimización de hacendados y trabajadores en
las zonas cafeteras. Recordemos que desde 1870 el país vivió
cuatro guerras civiles (1876, 1885, 1895 y 1899), la más larga
y decisiva fue la Guerra de los Mil Días (1899-1902), distintos
movimientos sociales y huelgas (años 30), reformismos agrarios
(década 1930 y 1960), y la violencia bipartidista que azotó a
todas estas regiones (décadas de 1950 y 1960). Indistintamente
de los anteriores fenómenos o factores políticos, el papel de la
mujer siempre fue decisivo para el mantenimiento de la mano
de obra permanente familiar, con críos e infantes; pero también
el temporal, en el caso de reclutarse trabajadores migrantes
provenientes de otras regiones. Visto desde una perspectiva
socio-laboral y funcional el trabajo doméstico, los cultivos de
autoconsumo o la granja o huerta familiar, la recolección del
café, la cría de animales domésticos y la reproducción biológica
de la mano de obra familiar tipiican el trabajo de las mujeres
tabloneras.

En las primeras décadas del siglo XX, cuando existieron


los hacendados-exportadores directos, las relaciones de

27 Un análisis más amplio de esta dinámica ver en Renzo Ramírez Bacca, Historia
laboral de una hacienda cafetera. La Aurora, 1882-1982 (Medellín: La Carreta
Editores E.U., 2008).

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Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

producción apoyadas en el núcleo familiar tuvieron su época


dorada. Posibilitaron incluso que la administración directa
del hacendado no interviniera en la contratación de mano
de obra temporal, y por el contrario se fortalecieron las
relaciones de aparcería, con una gran autonomía por parte
de tabloneros sobre los medios de producción. Entonces, las
relaciones de subordinación eran patriarcales, los códigos del
trabajo eran diferentes, y la generosidad del hacendado se
mezclaba con las relaciones de compadrazgo. También fue la
época dorada de la caicultura colombiana en términos de su
producción tradicional y el in de una dinámica y proceso que
especializó al país con el café. Hacia 1937, las haciendas con
limitaciones laborales y económicas, sólo contaban con una
mano de obra familiar y aparcera. Ellos representaban, según
Dávila sólo el 1,5 %, unos 551 arrendatarios, de la población
rural del Líbano (Tolima). Ellos eran la base social y laboral
del conocido: “sistema del tablón” y fueron también, quienes
garantizaron no sólo la expansión del cultivo, sino también su
cuidado, mantenimiento y recolección desde los albores de su
vulgarización28.

4. El papel de la mujer

Las zonas cafeteras de la cordillera Central resaltan por una


alta inmigración producida por las perspectivas económicas
del proceso de expansión del grano. En dicho espacio deben
considerar una homogenización socio-cultural especialmente
antioqueña, pero que converge con elementos cundiboyacenses,
caucanos y tolimenses, entre otros29. La característica
era la existencia de un tipo de familia con un alto nivel de
procreación y con ciertos rasgos de puritanismo religioso. Si
bien, en las zonas de frontera baldía es evidente la presencia
de la institución eclesiástica, la pequeña propiedad, los
tablones, los cultivos de pancoger y la escasa inluencia de las

28 Josué Dávila, “Informe sobre el municipio del Líbano”, en: Anuario Estadístico
del Tolima (Ibagué: Contraloría del Tolima, 1937), 146.
29 Léase sobre los procesos de homogenización en la cordillera Central a Renzo
Ramírez Bacca e Isaías Tobasura Acuña, “Migración boyacense en la cordillera
Central, 1876-1945. Del altiplano cundiboyacense a los espacios de homogenización
antioqueña”, Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, N° 2 (2004): 225-253.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 55


Renzo Ramírez Bacca

crisis económicas generales sobre los fenómenos demográicos


ofrecían la seguridad necesaria30.

En ese contexto la mujer se destaca en su ámbito socio-


familiar por su trabajo doméstico y la procreación de la fuerza
de trabajo familiar, pero también por la subordinación de su
papel en la esfera privada del hogar. Sin embargo, también se
le acusa de cierta pasividad ante las tendencias modernizantes
de esos años, por lo cual es señalada por su cultura religiosa y
grado de analfabetismo31. Eran muy activas en la ininita labor
de trabajo doméstico, en un contexto socio-cultural, donde el
oicio de “soplar la candela”, cocinar, servir la comida y lavar
la vajilla se deinían como trabajos exclusivamente femeninos.
A lo que habría que añadir ciertos patrones de conducta, que
eran bien claros y deinidos para las mujeres de la época, a
juzgar por el manual de comportamiento de don Manuel Mejía
y las normas de comportamiento para las mujeres de un hogar
tradicional32. Eran costumbres y prácticas que las madres, por
lo general hacían en compañía de alguna hija o nuera, de tal
modo que transmitía la fuerza de la costumbre.

En una cultura agrícola de autoconsumo, los valores


en torno a la prosperidad eran diferentes. La abundancia
de productos y alimentos, el número de cafetales, animales
domésticos y, en in, la prosperidad de la granja familiar
parcelaria o minifundista determinaban la calidad de vida
del núcleo familiar, pero también su participación en el
trabajo, ya como alimentadora, recolectora o escogedora.
Ellas participan en el proceso de producción en las distintas
estructuras agrarias especializadas en la caicultura, pero de
modo subordinado. Lo evidente es que el hacendado podía
disponer ocasionalmente de su trabajo también o incluso en la
alimentación del personal temporal.

30 El caso del departamento de Caldas léase en Antonio García, Geografía


económica de Caldas (Bogotá: Banco de la República, 1978): 181-213. Cf. Darío
Fajardo, Violencia y desarrollo. Transformaciones sociales en tres regiones cafeteras
del Tolima, 1936-1970 (Bogotá: Suramericana, 1979), 91-92.
31 En 1912 un articulista señala, de manera cruda, la pasividad de la mujer ante los
“movimientos modernos del progreso nacional, educacional, social, etc.” Pero en especial
el estado de su cultura religiosa y analfabetismo. Cf. El Cronista, mayo 04, 1912.
32 Fondo Cultural Cafetero, Don Manuel. Mister Coffee, Tomo 1 (Bogotá: s.e, 1989).

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Hay que señalar que la participación laboral de la mujer


varió según las haciendas y sus necesidades eventuales. Por
ejemplo a comienzos del siglo XX, un informe del consulado
británico sobre el estado del comercio cafetero en Colombia
señala que la recolección “la llevan a cabo mujeres y niños”,
a quienes “se les da generalmente la comida gratis”33. Las
mujeres eran protagonistas en las épocas de recolección de
café, allí se les conocía como las “chapoleras”.

La hacienda podía disponer ocasionalmente de su


trabajo en tareas especíicas, pero también como escogedoras
en la trilladora hacendal, urbana estatal o privada, y como
“alimentadora” del personal temporal34. En cambio en el
hogar campesino era el soporte del tablonero para el manejo
del cafetal asignado. Era recolectora de café, alimentadora,
ayudaba a la cría y alimentación de animales domésticos –
cerdos, gallinas, pavos–; y trabajaba en los cultivos de pancoger
y la huerta familiar.

Ya fueron señalas las evidencias sobre el uso de mano


de obra femenina e infantil, ante la ausencia del personal
masculino. La Revista Nacional de Agricultura señala que las
condiciones sociales de la mujer eran realmente deplorables
hacia la década de 192035. Había quienes consideraban
que la causa se debía a su amancebamiento y porque la
responsabilidad familiar recaía sobre ellas. La miseria y las
enfermedades eran su agobio, sin excluir la violencia intra-
familiar y la opresión del hombre. El exceso de trabajo y
simultaneidad de un sinnúmero de tareas eran sus cargas.

En los años treinta la situación social de la mujer es


más crítica. Algunos agricultores sugirieron que se lograran

33 Dickson Spencer S., “Informe sobre el estado actual del comercio cafetero en
Colombia, septiembre 11 de 1903”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la
Cultura, (1976): 103.
34 La trilladora es el lugar en donde, por medio de máquinas, se trilla el café,
quitándole el cisco o cáscara. Luego de trillado pasa a las mesas de plano inclinado
en donde las escogedoras le quitan toda impureza y pasilla hasta dejar el grano listo
para la exportación. Tomado de Euclides Jaramillo Arango, Un extraño diccionario:
el castellano en las gentes del Quindío, especialmente en lo relacionado con el café
(Armenia: Editor Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, 1998), 321.
35 Revista Nacional de Agricultura (febrero, 1920).

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Renzo Ramírez Bacca

compromisos entre los hacendados, para “moralizar” las


haciendas. Por ejemplo, a través de la exclusión de los
trabajadores que vivieran amancebados, y el ofrecimiento de
plazos prudentes para legitimar las uniones o para desocupar
las viviendas36. Ese alto grado de explotación era igual en el
sector urbano, como veremos más adelante.

Lo anterior representa la intencionalidad en


diferentes décadas de hacendados e instituciones por el
mejoramiento de las condiciones sociales de la mujer rural.
El alcance es desconocido. En cualquier caso, las diferencias y
responsabilidades sociales en el ámbito familiar cambiaron y
variaron considerablemente al interior de éstas o las mismas
localidades.

5. Pequeñas y medianas propiedades

En cambio en las medianas y pequeñas propiedades,


posiblemente su trabajo tuvo un estimulante adicional,
debido a que no sólo se tenía una posesión de lotes de café,
sino también la posesión de la tierra. La tierra y su tenencia
era la garantía como medio de producción para tener una gran
familia en zonas, donde la deserción escolar era excesivamente
alta en época de cosecha, o donde sencillamente no se contaba
con tales establecimientos (igura 2).

La transformación del sector rural y la participación


de numerosas familias en pequeñas y medianas propiedades
fueron evidentes. Recordemos que hacia 1932 existían
alrededor de 150 mil incas cafeteras. La mayoría eran
pequeñas propiedades menores de diez hectáreas. Muy
distinto de las 5000 incas se calcula que existía sesenta años
atrás37. La expansión del café a partir de pequeños propietarios
fue exitosa, sin desconocer la prevalencia en algunas zonas
de grandes plantaciones. El minifundismo era evidente en
los departamentos cafeteros. Ya a mediados del siglo XX,
Guhl señala que el 48 % de la producción nacional estaba en

36 Absalón Machado et al., El agro en el desarrollo…51.


37 William Paul McGreevey, Historia económica…

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Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

propiedades que contaban con 5000 árboles38. Pero la realidad


social y cultural del pequeño productor era muy precaria.

Figura 2. Mapa de cosechas cafeteras

Fuente: FNCC

38 Ernesto Guhl, “El aspecto económico-social del cultivo de café en Antioquia”,


Revista colombiana de antropología N° 1, (1953): 198-257.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 59


Renzo Ramírez Bacca

El apoyo de un pequeño propietario era su canasto y sus


hijos, o incluso si no tenía tierras la compañía del dueño del
cafetal. Andaba con los pies descalzados y mal cubiertos de
ropa, por lo que era propenso a los ataques de los parásitos
intestinales y el zancudo. Ya en la tarde descerezaba y
despulpaba el café. La pulpa quedaba en el piso creando
mosquitos y miasmas, o formando un piso baboso. Todos
los días sacaban el café al sol para secarlo o para guardarlo
dependiendo del invierno.

Los sábados muy madrugados se iban al pueblo por


una trocha. El campesino cafetero agarraba su ruana y el
zurriago y se dirigía al pueblo, alegre y optimista. En el pueblo
descargaba donde el intermediario –banquero o loteador–, el
que le facilitaba el dinero para los mercados mientras el grano
lorecía. La costumbre era comprar al iado las herramientas,
ropa y sal. El campesino no siempre tenía el café seco, limpio,
soplado y sin ninguna basura y guayaba. Por lo tanto no
siempre lo compraba la Federación Nacional de Cafeteros39 y
quedaba a merced del intermediario, quien lo compraba mucho
más económico. Es el cuadro de la mayoría de los agricultores
pobres40.

A la par del minifundismo cafetero, decenas de pueblos


recién fundados en el siglo XIX también entraron con cierto
vigor industrial y se convirtieron en ofertantes de mano de
obra, alguna relacionada con la recolección del grano en
el sector rural en incas cafeteras, y otra con la fase semi-
industrial, en las trilladoras de café.

6. Sector urbano: escogedoras

Tomemos el caso del Departamento de Antioquia, donde mejor


podemos observar parte de este fenómeno. Alejandro López

39 Sobre los inicios de la Federación Nacional de Cafeteros, léase: Steinar Saether,


“Café, conlicto y corporativismo. Una hipótesis sobre la creación de la Federación
Nacional de Cafeteros”, Anuario Colombiano de Historia y de la Cultura, N° 26
(1999): 134-163, http://www.bdigital.unal.edu.co/20608/1/16770-52549-1-PB.pdf (30
de octubre de 2014).
40 Ernesto Guhl, “El aspecto económico-social…231-233.

60 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

señala que hacia 1913 en tan sólo 50 municipios existían


alrededor de treinta millones de árboles41. La zona norte
del Departamento del Tolima, con pueblos en su mayoría de
ascendencia antioqueña, de igual modo contaba con millones
de árboles. El Departamento de Caldas y sus municipios
vivían el mismo fenómeno. Lo que es evidente en este
contexto, es que a la par de los millones de árboles debieron
lorecer las trilladoras y las actividades comerciales. Los
informes estadísticos de Monsalve (1927, 271-275) indican
la existencia de 42 trilladoras y 8.142 despulpadores en 81
municipios antioqueños hacia 192742. Fredonia y Medellín
eran los municipios con mayor número, con un total de 22. En
este contexto hay una emergencia de una clase obrera urbana
asalariada y femenina.

Eran las “escogedoras” una nueva modalidad de


trabajadoras. Es cierto que había un predominio demográico
de la mujer con respecto al hombre, lo cual indica que era
también mayor el predominio de mujeres proletarias43. Ellas
constituían el grupo mayoritario de trabajadores con respecto
a otras industrias. Representaban, para el caso de Medellín,
el 34 % de la población obrera urbana hacia 192244. Hay que
resaltar que se trataba de un grupo que debía cumplir con unos
requisitos mínimos respecto de su conducta, salud, y gremio
anterior. Los límites de edad podían estar entre los 15 y 50
años, y con ello la advertencia que no estaba permitido el uso
de mano de obra infantil, que sí era generalizado en el sector
rural; pero contra el cual se estaban haciendo campañas para
su prohibición durante esos años.

41 Alejandro López, Escritos escogidos (Bogotá: Editorial Andes. Serie Biblioteca


Básica de Colombia, 1976), 387-388.
42 Diego Monsalve, Colombia Cafetera (Bogotá: Artes Gráicas SA, 1927), 271-275.
43 Fernando Botero indica ese predominio, a tal punto que en 1918 había en el
departamento 1276 mujeres por cada mil hombres, y en 1912 la proporción era de
1265 por cada mil; que aumenta para la ciudad de Medellín. Cf. Fernando Botero, La
industrialización en Antioquia (Medellín: Hombre Nuevo, 2003): 119.
44 Anuario estadístico del Distrito de Medellín, 1922, (Medellín: Tipograia Bedout,
1923).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 61


Renzo Ramírez Bacca

Fue un grupo con obligaciones contractuales deinidas,


lo que no siempre se dio en el sector rural, de esas primeras
décadas del siglo XX. Participan de un régimen laboral, que
contaba con un sistema de administración jerárquico, que
podía incluir jefes inmediatos, directores, administradores
o incluso personeros o el Consejo de la localidad, como
logramos evidenciar en el caso del municipio de Concordia
(Antioquia)45. Las “escogedoras” tenían también prohibiciones
en dicho régimen, que como es natural estaba relacionado con
cualquier acción o impedimento, que afectara su jornada de
trabajo. Adicional a las prácticas que pudieran atentar con la
honra de las personas y la prohibición del tabaco46. Podemos
imaginar el potencial de este grupo de trabajadoras, cuando
el café era la principal riqueza del municipio con un cálculo
aproximado de 1.4 millones de árboles, que permitían una
producción entre 130 y 150.000 arrobas de café anual47.

En todo caso, el grado de explotación al que era sometida


la mujer era igualmente alto en el sector urbano-industrial,
en las trilladoras e instalaciones de beneicio del grano para
la exportación. Eran los tiempos en que las ideas socialistas
empezaron a incursionar con más fuerza en sectores
proletarios, y cuando los esfuerzos del Partido Comunista se
orientaron a la organización de la fuerza laboral femenina,
atada a las trilladoras urbanas de café, y a la reivindicación
de mejoras en sus salarios y bienestar48. Recordemos que en
1936 trabajaban cerca de 3.500 personas en las trilladoras, y
el 85 % de los trabajadores eran escogedoras, que trabajan a
destajo o por horas49. La única excepción la muestra el caso

45 Archivo Histórico de Concordia (AHC) Concordia-Colombia, Decretos, 1942,


Resolución N° 11, hoja 1.
46 AHC…
47 AHC. Concordia-Colombia. Municipio de Concordia. Tomo 227, “Fundación
Concordia Monografía”, 1947-1949, 8.
48 Sobre la participación del Partido Comunista Colombiano y las ideas socialistas
en la organización sindical de los trabajadores obreros ver Mauricio Archila Neira,
Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1992); Charles Berquist, Los trabajadores en la historia latinoamericana.
Estudios comparativos de Chile, Argentina, Venezuela y Colombia (Bogotá: Siglo
XXI, 1988).
49 Lecturas sobre la sindicalización de los trabajadores obreros en: Gloria Gaitán,

62 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

de la Trilladora Municipal de Concordia50, donde la obligación


era cumplir con jornadas de ocho horas. Según Bergquist, el
salario más elevado de la escogedora más rápida no alcanzaba
el nivel del salario promedio que recibían los hombres por su
trabajo en la industria urbana51. La mayoría ganaba entre la
mitad y dos terceras partes de dicho salario. Eduardo Santa
conirma también que en el Líbano los sindicatos más fuertes
fueron los de los zapateros, los matarifes y las escogedoras
de café52. Su situación y explotación laboral llegó a tal
extremo que la Federación Nacional de Cafeteros, a través
de su gerente Mariano Ospina Pérez planteó la necesidad de
mejorar las condiciones de la mujer, especialmente en el logro
de una remuneración equitativa por su trabajo, y de un mejor
trato en las haciendas53.

Las circunstancias y los distintos factores político-


sociales tendieron a la organización de huelgas de escogedoras,
movimientos de arrendatarios y posteriormente el episodio de
la llamada época de La Violencia, que tuvo como epicentro
las zonas cafeteras. Es claro que las características fueron
la expulsión de los núcleos familiares en zonas potenciales
de conlicto, generando migraciones interregionales y
“desplazamientos políticos”, o en el caso contrario la

Colombia. La lucha por la tierra en la década del treinta, génesis de la organización


sindical campesina (Bogotá: Tercer Mundo, 1976); Norma Villarreal Méndez,
“Movimiento de mujeres y participación política en Colombia, 1930-1991”, en: Historia,
género y política: movimiento de mujeres y participación política en Colombia, 1930-
1991 (Barcelona: Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, 1994), 57-78.
50 Sobre los orígenes de la Trilladora Municipal de Concordia ver: Renzo Ramírez
Bacca, “Clase obrera urbana…43-69. En la actualidad su espacio es considerado un
parque educativo ver Gobernación de Antioquia, “De trilladora municipal a parque
educativo”, http://antioquia.gov.co/index.php/prensa/historico/12192-de-trilladora-
municipal-a-parque-educativo
51 Charles Bergquist, Café y conlicto en Colombia, 1886-1910. La guerra de los mil
días: sus antecedentes y consecuencias (Medellín: Fondo Rotatorio de Publicaciones
FAES, 1981).
52 Eduardo Santa, Recuerdos de mi aldea, periles de un pueblo y de una época
(Bogotá: Ediciones Kelly, 1990). Léase también el caso de las escogedoras del antiguo
Caldas en Carlos Arnulfo Escobar Belalcázar, Historia furtiva…
53 Federación Nacional de Cafeteros, “Informe rendido por el Gerente Mariano
Ospina Pérez, Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros al VI Congreso
Nacional de Cafeteros” (Pasto, Informe leído en el VI Congreso Nacional de Cafetero
en 1934): 42-43.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 63


Renzo Ramírez Bacca

convivencia de las familias y sus mujeres con los actores del


conlicto: autodefensas, guerrillas, bandoleros y militares.

Finalmente, hacia 1970 y según el censo cafetero la


geografía cafetera identiicaba 315.000 incas cafeteras con
una extensión de 4.500.000 hectáreas, de las cuales 1.000.000
estaban sembradas de café. En esa década se inicia la
tecniicación de la caicultura, que de igual modo trajo cambios
en los hábitos laborales y económicos de los trabajadores.
Se calculaban aproximadamente unas 3.500.000 millones
de personas dedicadas al cultivo, adicional a un 1.000.000
de jornaleros que trabajaban temporalmente en tiempos de
cosecha. Lo cierto es que el café hasta ese momento había
cimentado una auténtica economía nacional y una cultura
laboral rural que no existía en el siglo XIX, donde la mujer y
el núcleo familiar fueron los principales garantes de mano de
obra.

7. Conclusiones

Lo anterior fue una comprensión sucinta sobre las condiciones y


modo de participación laboral de mujeres y núcleos familiares,
donde su función socio-productiva también fue esencial.
La caicultura surgió y generó procesos que permitieron la
consolidación de fenómenos de explotación agro-industrial
y poblamiento. Las evidencias indican que las condiciones
laborales eran deplorables y los salarios eran bajos para
las mujeres y el núcleo familiar campesino. Aunque ellos se
caracterizaron por lograr cierta identidad en torno a la tenencia
de la tierra, los lotes de café y el trabajo; durante cierto tiempo
acompañado por la función gremial de la Federación Nacional
de Cafeteros. Recolectoras en el sector rural y escogedoras en
el urbano. En in, trabajadoras a destajo o asalariadas con
bajos ingresos, en un contexto donde la producción del grano,
orientada al mercado internacional, representó también cierta
identidad para la economía nacional y sus productores.

Los fenómenos socio-políticos también tuvieron su


impacto, en especial porque alteraron su hábitat y esfera socio-
laboral, pero de igual manera evidenciaron su politización o

64 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73


Mujeres en la caicultura tradicional colombiana, 1910-1970

sindicalización, y consecuentemente su visibilización. No era


para menos. La mujer de igual modo, en una escala global,
también se hizo presente en dinámicas de modernización y
emancipación a comienzos del siglo XX. Pero, en realidad,
la mujer no es tan representativa en cuanto a su condición
de titular o derechos de propiedad sobre la tierra, e incluso
en las relaciones jurídicas, propias de las relaciones de
aparcería. Habría que sugerir una pregunta para futuras
investigaciones: ¿Cuáles fueron sus funciones y cambios en
la fase de producción cafetera tecniicada? En un escenario
donde lo tradicional cambió y por ende el tipo de relaciones
socio-laborales y productivas también.

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Citar este artículo:


Renzo Ramírez Bacca, “Mujeres en la caicultura tradicional
colombiana, 1910-1970”, Historia y Memoria N°10 (enero-
junio, 2015), 43-73.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 43-73 73


Relatos de la modernidad brasileña.
Tarsila do Amaral y la apertura
antropofágica como descolonización
estética*
María Elena Lucero1
Universidade Federal da Integraçâo
Latino Americana-Brasil
Universidad Nacional de Rosario-Argentina

Recepción: 07/07/2014
Evaluación: 09/07/2014
Aceptación: 05/09/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

Tarsila do Amaral (1886-1973) inició su fase antropofágica


en 1928 tras materializar Abaporú, una pintura que sugirió
a Oswald de Andrade la posterior escritura del Maniiesto
antropófago en el mismo año. Estas propuestas formularon
la antropofagia como devoración del colonizador, asimilando
ciertos aspectos, descartando otros y promoviendo una versión
del indígena que comía al otro sin culpa. Por lo tanto, el peril
político de la antropofagia cultural en Brasil creó dispositivos
que, desde la retórica visual o literaria, llevaron a desmontar
los mecanismos de dominación ligados al colonialismo.

* Este artículo es producto proveniente de la tesis doctoral: Tarsila modernista


desde América Contemporánea.
1 Doctora en Humanidades y Artes (Mención Bellas Artes), Universidad
Nacional de Rosario, Argentina. Docente Universidade Federal da Integraçâo
Latino Americana, Brasil; Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Grupos
de investigación: Red de Estudios Visuales Latinoamericanos (REVLAT) - Centro
de Estudios Visuales Latinoamericanos (CEVILAT). Líneas de investigación: Arte
Latinoamericano, Estudios Visuales, Decolonialidad-Feminismo. elenaluce@hotmail.
com

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96 75


María Elena Lucero

Este trabajo propone leer la trayectoria de Tarsila


teniendo como epicentro Antropofagia de 1929, una obra
que apostó por la descolonización de la estética eurocéntrica
proveniente de la iconografía occidental. En aquella imagen las
iguras establecían una fusión con el propio entorno, imbuidas
en un gigantismo visual que por momentos las tornaba
amenazantes. La selva recreaba una versión del tropicalismo
como espacio de fortaleza o sinergia en una atmósfera local
que se distanció de las maneras preconcebidas de simbolizar
el paisaje brasileño, reconstruyendo una visualidad vigorosa
que confrontaba la invención estereotipada sobre el escenario
americano.

Palabras clave: Tarsila do Amaral, visual, modernismo,


antropofagia, descolonización.

Narratives of Brazilian Modernism. Tarsila do Amaral


and the Anthropophagic Movement as Aesthetic
Decolonization

Abstract

Tarsila do Amaral (1886-1973) began her anthropophagic


phase in 1928, after the creation of Abaporú, a painting that
insinuated the consequent writing of the Anthropophagic
(or Cannibalist) Manifesto by Oswald de Andrade in the
same year. These proposals formulated ´anthropophagy´ as
a devouring of the colonizer, assimilating certain aspects,
discarding others and promoting a version of the native that
eats the other without shame. In this way, the political proile
of anthropophagy in Brazil created visual or literary rhetorical
strategies to undo colonialist mechanisms of domination.

This article attempts to read the trajectory of Tarsila,


taking the painting Anthropophagy, from 1929, as epicenter, a
work that operated as a decolonizing challenge to the dominant
eurocentric aesthetics based on Western iconography. In
this image the igures blend into their own environment,
imbued in a visual gigantism that can seem threatening. The

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Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

surrounding jungle recreated a version of tropicalism as a


space of power or synergy set in a local atmosphere, which
distanced itself from preconcieved ways of symbolizing the
Brazilian landscape, and reconstructed a vigorous visuality
that confronted the stereotyped invention of the American
landscape.

Key words: Tarsila do Amaral, visual, Modernism,


anthropophagy, decolonization.

Récits de la modernité brésilienne. Tarsila do


Amaral et l’ouverture anthropophagique comme
décolonisation esthétique

Résumé

Tarsila do Amaral (1886-1973) a entamé sa phase


anthropophagique en 1928 après avoir réalisé Abaporú, une
peinture qui a suggéré la même année à Oswald d’Andrade
l’écriture du Manifeste anthropophage. Ces œuvres ont
permis de présenter l’anthropophagie comme dévoration
du colonisateur, en assimilant certains aspects, en écartant
d’autres et en promouvant une version de l’indigène qui
mangeait l’autre sans remords. Par conséquent, le proil
politique de l’anthropophagie culturelle a créé au Brésil des
dispositifs qui, du point de vue de la rhétorique visuelle ou
littéraire, ont démonté les mécanismes de domination liés au
colonialisme.

Ce travail propose une lecture de la trajectoire de Tarsila


dont l’épicentre est l’œuvre Antropofagia, de 1929, qui a parié
sur la décolonisation de l’esthétique euro-centrique provenant
de l’iconographie occidentale. Dans cette image, les igures
établissaient une fusion avec l’environnement, pleines d’un
gigantisme visuel qui à certains moments devient menaçant.
La forêt recréait une version du tropicalisme comme espace
de force ou synergie, dans une atmosphère locale prenant
des distances avec les manières préconçues de symboliser le

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María Elena Lucero

paysage brésilien. Le résultat était une visualité vigoureuse


qui contestait l’invention stéréotypée sur la scène américaine.

Mots-clés: Tarsila do Amaral, visuel, modernisme,


anthropophagie, décolonisation.

Relatos da modernidade brasileira.


Tarsila do Amaral e a abertura antropofágica
como descolonização estética

Resumo

Tarsila do Amaral (1886-1973) iniciou sua fase antropofágica


em 1928 após materializar Abaporú, uma pintura que sugeriu
a Oswald de Andrade a escrita do Manifesto antropofágico
no mesmo ano. Estas propostas formularam a antropofagia
como a devoração do colonizador, assimilando certos aspectos,
descartando outros e promovendo uma versão do indígena como
aquele que comia o outro sem culpa. Portanto, o peril político
da antropofagia cultural no Brasil criou dispositivos que, a
partir da retórica visual ou literária, levaram a desmontar os
mecanismos de dominação ligados ao colonialismo.

Este trabalho propõe uma leitura da trajetória de


Tarsila centrada na Antropofagia de 1929, uma obra que
operou como aposta descolonizadora da estética eurocentrista
proveniente da iconograia ocidental. Nesta imagem as iguras
estabeleciam uma fusão com o próprio entorno, imbuídas de
um gigantismo visual que em alguns momentos as tornava
ameaçadoras. A selva recriava uma versão do tropicalismo
como espaço de fortaleza ou sinergia em uma atmosfera local
que se distanciou das maneiras pré-concebidas de simbolizar a
paisagem brasileira, reconstruindo uma visualidade vigorosa
que confrontava a invenção estereotipada sobre o cenário
americano.

Palavras chave: Tarsila do Amaral, visual, modernismo,


antropofagia, descolonização.

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Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

1. Introducción

En el panorama cultural de la década del 20 en São Paulo-


Brasil, se revelaron pronunciamientos y enunciados plásticos
vinculados a la estética, la ética y la política, englobados en
una dimensión utópica que adquiría visibilidad a partir de
maniiestos, proclamas, programas o revistas: “Es el vértigo
estético, político y ético en conlicto permanente con la
convención y la lógica. La utopía dentro de las vanguardias
artísticas se instala en la complejidad del lenguaje y de las
relaciones sociales que le dan vida”2.

En ese marco nacía el modernismo brasileño, un


emergente cultural que promovió un cambio sustancial
en el ambiente intelectual y artístico, y que merecería ser
valuado con nuevos ojos. En los últimos años, Raúl Antelo
(2009) ha instalado el interrogante: “¿Qué imagen del
modernismo todavía puede, habiendo pasado ya ochenta
años, transmitirnos alguna potencia?”3, particularmente en
nuestra contemporaneidad donde el talante transgresor del
gesto moderno es comprendido de un modo diferente. Surgida
posteriormente a la célebre Semana de Arte Moderno de 1922,
la temática antropófaga (incluida y reelaborada en la XXIV
Bienal de São Paulo) siguió despertando expectativas a raíz
de su estrategia de ruptura artística, literaria y sobre todo
humanística, la que ha trascendido en el tiempo. La exaltación
de la brasilidad como punta de lanza de la modernidad paulista4
funcionó a modo de confrontación con la ideología racista, que
se instaló en América desde Europa durante centurias.

2 Miguel Ángel Esquivel, “Utopía, estética y revolución en las vanguardias


artísticas de América Latina 1920-1930”, en: Alberto Híjar, Arte y utopía en América
Latina (México: Instituto Nacional de Bellas Artes / Centro Nacional de Investigación,
Documentación e Información de Artes Plásticas, 2000), 134.
3 Raúl Antelo, “Una enciclopedia modernista”, en: Abraza Brasil. Hilos modernos
y tramas contemporáneas, ramona Nº 92, revista de artes visuales (Buenos Aires:
Fundación Start, 2009), 10.
4 La modernidad en el campo artístico reiere a las transformaciones ligadas a
la novedad y a la experimentación estética, aunque sin connotar el peril agresivo y
rupturista de la vanguardia. Sin embargo, el modernismo en Brasil (y de ahí la noción
de modernidad paulista) fue incluido en los movimientos vanguardistas iniciados a
partir de 1922 por el tono disruptivo que exhibió en relación a la tradición artística
previa. Gonzalo Aguilar, “Modernismo”, en: Carlos Altamirano, (director), Términos
críticos de Sociología de la cultura (Buenos Aires: Paidós, 2008), 180.

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María Elena Lucero

En el plano pictórico Tarsila do Amaral sería


protagonista de un desarrollo artístico que la posicionó en el
núcleo del movimiento antropofágico a partir de una imagen
enérgica y contundente. En este escrito presentaremos un
panorama sucinto del modernismo brasileño, sus tensiones y
luchas en el campo cultural para luego detallar la dinámica
visual desarrollada en ciertas obras de Tarsila. Puntualmente
destacaremos aquellas manifestaciones vinculadas a la
antropofagia, ampliando las connotaciones históricas y sociales
del concepto, también en estrecha relación con el canibalismo.
Por ende, la pintura Antropofagia de Tarsila puede ser
leída como una imagen que propuso de manera inaugural la
descolonización de una estética occidental y europeizante,
impulsando una nueva perspectiva visual enfocada en temas
y problemas del Brasil histórico.

2. Modernistas y antropófagos

En 1918 el escritor Monteiro Lobato había publicado Urupês,


una colección de cuentos y crónicas donde delineaba un
Brasil idealista y romántico (al modo de José de Alencar5)
como equivalente del ethos nacional del paisaje del interior,
cuyos representantes eran el caipira, persona rústica, o
el caboclo, mestizo de india y blanco. Más tarde, en una
dirección completamente divergente, Mário de Andrade
provocaría una rotunda transformación en el campo literario
al escribir Macunaíma en 1926, novela que resumía en
un mismo cuerpo cosmopolitismo y nacionalismo, práctica
social y trabajo escritural. En ese escenario de renovación
artística, el modernismo cultural “(…) instaba a los artistas
a un inconformismo estético y estimulaba a intelectuales
como Mário de Andrade y Oswald de Andrade al diagnóstico
implacable de nuestro provincianismo”6.

5 En 1857 se publicó El guaraní de Alencar, donde la identidad nacional se forjaba


en el vínculo entre una joven fémina rubia y un jefe indígena. Así, el carácter brasileño
dependía de un mestizaje donde se excluyó la negritud.
6 Reynaldo Roëls Jr, “Lo moderno y el modernismo: 30 años de arte brasileño”,
en: Panorama del Arte del Brasil en el Siglo XX. Colección Gilberto Chateaubriand /
MAM-RJ. Catálogo de Exposición (Buenos Aires: MAMBA, 1999), 42.

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El período de mayor exacerbación para el proceso


vanguardista en América Latina abarcó aproximadamente de
1920 a 1930. En esa coyuntura, la Semana del Arte Moderno en
São Paulo fue el corolario de una intensa dinámica intelectual,
auspiciando la irrupción vanguardista en Brasil, no solo por
el quiebre que establecía respecto a un pasado decimonónico y
estancado en valores caducos, sino por los aires de renovación
que promovió en el ambiente cultural7. Con motivo de los
festejos por cumplirse el centenario de la Independencia en
Brasil, la Semana se desarrolló desde el 13 al 17 de febrero
del año 1922, en tres salas del Teatro Municipal de São
Paulo. Pese a sus cuatro días de duración, ha tenido efectos
posteriores de mayor alcance.

El día 11 de febrero de 1922 Oswald de Andrade


escribía en el Jornal do Comércio un artículo donde se
auto-designaba “reaccionario” en el sentido de “reaccionar”
contra el academicismo reinante en el pasado decimonónico,
construyendo una nueva propuesta artística desde el sarcasmo
verbal. El tono utilizado recordaba la retórica del futurismo
marinettiano8 pese a que, como él mismo lo aclaraba en el
maniiesto de la revista Klaxon, Brasil no era futurista: “Klaxon
no es futurista / Klaxon es klaxista”9. Graça Aranha abrió la

7 La Semana del 1922 convocó a artistas como Anita Malfatti (quien ya había
lanzado la afrenta vanguardista en sus exposiciones), Emiliano Di Cavalcanti, John
Graz, Martin Ribeiro, Zina Aita, Yan de Almeida Prado, Ferrignac y Vicente do Rego
Monteiro. Participaron también el compositor Héctor Villa Lobos, los arquitectos
Antonio García Moya y Przyrembel, los escultores Victor Brecheret y Wilhelm
Haarberg. Muchos de los trabajos presentados luego formaron parte de la colección
particular del poeta Mário de Andrade.
8 Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) fue el autor del Maniiesto Futurista de
1909, publicado en Le Figaro. Su prosa enfatizaba la velocidad moderna, la energía,
el peligro y veneraba la guerra como “única higiene del mundo”. A partir de 1919,
adhirió al fascismo italiano.
9 La redacción de Klaxon fue justamente el producto de esos debates, un
maniiesto incluido en la Revista del mismo nombre (1922-1923). De tono irónico,
Klaxon signiicaba bocina de auto, una metáfora que ahondaba en el ruido provocado,
el llamado de atención y el despertar a una sensibilidad nueva y actual. Marcó la
diferenciación y la airmación de una postura nacional y propia que denostaba el
pasado para festejar el presente donde el jazz, Carlitos Chaplin y la risa son sinónimos
de modernidad frente al romanticismo del siglo anterior. En: Jorge Schwartz,
Vanguardia y cosmopolitismo en la década del Veinte. Oliverio Girondo y Oswald de
Andrade (Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2002), 73.

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convocatoria de la Semana el día 13, pronunciando palabras


referidas al nacimiento del arte brasileño, destacando el
sentido vital del “hombre amarillo”, el “carnaval alucinante”,
el “paisaje invertido” como interpretaciones de la naturaleza y
de la vida, a diferencia de la mediocridad y tristeza implícitas
en la tradición académica10. En este aspecto, los escritores,
artistas y músicos compartían una inalidad, que era quebrar
con un pasado ya obsoleto. El 15 del mismo mes Menotti Del
Picchia pronunciaba su conferencia utilizando expresiones de
matiz futurista, tal como la “velocidad del mundo moderno”
gloriicada y aclamada, en detrimento de la “mujer tuberculosa
lírica” representada por el romanticismo. Citaba a Marte,
Zeus, Menelao, Troya y los discóbolos de Esparta, colocando en
situación de paridad a los modernistas brasileños y a quienes
esperaban “ver erguirse el sol atrás del Partenón en ruinas”11.
La antigüedad era descrita en contrapunto a las luces,
los ventiladores, los aeroplanos, los motores, las protestas
obreras o a una mujer-fetiche activa y práctica que danzaba al
compás de un tango y escribía a máquina12. A diferencia de la
vanguardia europea, en Brasil no se instauró una tabula rasa
con el pasado histórico. Tanto Mário como Oswald de Andrade
promovieron una fractura literaria en relación a los arcaísmos
provenientes de la moda parnasiana de 1850 (que buscaba
temáticas de inspiración en los exotismos o en las mitologías
paganas) pero sedimentando las raíces, los relatos y las
leyendas devenidas de la cultura nativa previa a la colonia.

En respuesta a los procesos de modernización que


atravesaba Brasil en la década del ‘20, la Semana tuvo amplias
consecuencias en el plano de la cultura por la ruptura estética
que acarreó, desaiando la herencia colonial y sentando
precedentes para el Maniiesto Pau Brasil y el movimiento
antropofágico. Terminado el encuentro, las discusiones

10 Aracy Amaral, “As ideais no contexto da Semana”, en: Aracy Amaral, Artes
plásticas na Semana de 22. Subsídios para uma história da renovação das artes no
Brasil (São Paulo: Editora Perspectiva, Debates-Arte, 1979), 209.
11 Aracy Amaral, “As ideais no contexto da...199.
12 El discurso de Menotti fue criticado y cuestionado por autores como Amadeu
Amaral, quien lo acusó una carencia de fe en los modernistas y entrevé en sus
exclamaciones el ingreso acrítico de inluencias foráneas.

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continuaron en el seno del Grupo de los Cinco constituido


por Tarsila (recién llegada de Europa), Anita Malfatti, Mário
y Oswald, a quiénes se sumaría Paulo Menotti Del Picchia.
Eran frecuentes las reuniones en el taller de Tarsila donde
además del intercambio permanente de ideas sobre el clima
cultural local y los deseos de renovación, se compartían
lecturas y música13.

3. Poética visual, ruptura y síntesis

Tarsila do Amaral nació en 1886 en Capivari, en el Estado de


Río Grande do Sul, y falleció en 1972 en São Paulo. Inició sus
estudios de escultura con Mantovani y Zadig y luego de pintura
con Pedro Alexandrino y Fischer Elpons. Más tarde, continuó
perfeccionándose en la Academia Julián en París, ciudad a
la cual viajó en el año 1921. Regresaría al año siguiente a
São Paulo poniéndose en contacto con su amiga pintora Anita
Malfatti, a quien había conocido en 1919 cuando eran alumnas
de Aleixandrino. De vuelta a París, tomó clases en los talleres
de André Lhote, Gleizes y Fernánd Léger. En 1923 realizó A
Negra (Figura 1), una magníica tela que sentó el precedente
para la etapa antropofágica. Si bien pueden detectarse en esa
imagen las lecciones de Lhote y Léger, la pintura se despegó
de las construcciones cubistas. Y por otro lado, transformó el
canon decimonónico de representación femenina, acorde a una
visión neoclásica, romantizada, con medidas y parámetros
establecidos por la academia14 e incorporó a una mujer negra,

13 En ocasiones las dos artistas mujeres tomaban como eje una misma imagen,
comenzaban a diseñar los bocetos culminando en la posterior fase pictórica, como en
el caso de Mário de Andrade, retratado por ambas: Tarsila lo recreó en tonos azules
y naranjas y una composición más geométrica, y Anita, priorizando los verdes y
amarillos con un gesto libre y expresivo. Los escritores acompañaban leyendo sus
poemas.
14 Pintores de ines del siglo XIX como Décio Villares recreaban indias como
románticas mujeres sin lazos reales con la sociedad, aparentes poseedoras de una
fragilidad que las distanciaba. Se aplicaba el peril de una Atenea clásica en la
síntesis femenina de la República. Pedro Américo de Paraíba, Brasil, pintó en Francia
La carioca, en la cual describía el desnudo de una mujer brasileña bajo la impronta
neoclásica, constituyendo la alegoría de una feminidad apolítica, paradisíaca, lejana,
idealizada. Esta tela fue ofrecida en su momento al emperador Pedro II y rechazada
porque no se atenía a los criterios morales de la época. En 1919 Pedro Bruno plasmó
La Patria donde se observaba un grupo de hijas, madres y abuelas realizando las

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María Elena Lucero

quien según las versiones positivistas y colonialistas se


asociaba a la esclavitud y la pobreza.

Durante 1924 Tarsila concretó dos viajes, uno hacia


Río de Janeiro y otro hacia Minas Gerais junto a Oswald y
Mário de Andrade, Blaise Cendrars y otros intelectuales en
búsqueda del interior brasileño, su tradición y sus raíces. En
Belo Horizonte, Sao João del Rei, Tiradentes, Ouro Preto y
Congonhas do Campo, ella tomaría apuntes y registros15. Este
escenario de cromatismo pleno fue el cimiento del cuerpo de
pinturas perteneciente a su período Pau Brasil. Al mismo
tiempo Oswald escribía el Maniiesto Pau Brasil, un texto
medular en la vanguardia brasileña. En las telas de Tarsila
la vegetación se transformaba en estilizaciones orgánicas,
algunas redondas, donde los planos se construían a partir de
superposiciones y gradaciones de tamaño. Morro da favela
de 1924 exhibía un cuidadoso tratamiento pictórico con
cactus y plantas, en una estructura geométrica de casas con
colores caipiras, variaciones de rosas, azules cerúleos, ocres,
naranjas. En la mirada modernista brasileña se exacerbó
la incorporación del carácter caipira y la ruralidad, una
reelaboración de signos visuales a partir del caipira/country/
sertanejo16. Tarsila reinterpretó el ámbito periférico y su
potencial visual en Carnaval em Madureira luego de haber
transitado por el suburbio carioca en la zona de Madureira,
donde se encontraban las Escolas de Samba Portela e Imperio
Serrano. Durante esos festejos “registró, en poco menos de
20 bocetos, gente de la calle, detalles de los trajes y adornos

costuras de una enorme bandera nacional. Además de subrayar símbolos como la


patria y la bandera, se exaltaba el rol de la mujer como sostén de la educación de
sus hijos, de la familia y de la nación. En: José Murilo de Carvalho, La formación
de las almas. El imaginario de la República en el Brasil (Buenos Aires: Colección
Intersecciones, Universidad Nacional de Quilmes, 1997).
15 A grandes rasgos entre 1920 a 1933 la artista se desplazó no solo por sitios
dentro de Brasil y de la propia América Latina, sino en Europa –incluida la Unión
Soviética– y Medio Oriente. Coleccionaba elementos de diversa índole que eran parte
de sus viajes, tales como fotografías, pasajes, entradas a teatros, a los que se sumaban
sus constantes apuntes gráicos.
16 María Alice Setubal, “A visão hegemónica da mîdia: transmutações do caipira”,
en: Setubal, Maria Alice, Vivèncias caipiras. Pluralidade cultural e diferentes
temporalidades na aterra paulista (São Paulo: Coleção Terra Paulista, CENPEC,
Imprensa oicial do Estado de São Paulo, 2005), 66.

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Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

de la iesta”17. Un año después, O mamoeiro de 1925 (Figura


2) mostraba un paisaje con matas verdosas que semejaban
enormes semillas, con una intención volumétrica marcada por
los grados de luces y sombras. La elección del paisaje como
tema respondía a una opción simbólica, síntesis del imaginario
nacional donde el sujeto pueblerino es resigniicado en su
trabajo diario.

Figura 1. Tarsila do Amaral Figura 2. Tarsila do Amaral

A Negra, óleo sobre tela, 1923. O Mamoeiro, óleo sobre tela, 1925.

Tarsila exploró la pureza de las formas naturales


de Brasil incontaminadas por la vertiginosa civilización
europea. Pese a su formación parisina, sus pinturas de
1924 se distanciaron del tópico urbano francés, como en la
estación de ferrocarril con postes eléctricos que abarcaba
diseños de árboles y palmeras. En Manacá de 1927 (Figura
3) las iguras simulaban moles agigantadas que reforzaban
el orden constructivo en torno a masas de color. Las formas
plenas se debatían entre verdes y rosados, con lores azules
de torneados pétalos que anticipaban el tipo del tratamiento
pictórico posterior.

17 Regina Texeira de Barros, “Tarsila viajante”, en: AAVV, Tarsila viajante-viajera,


Catálogo de Exposición (Brasil: Pinacoteca do Estado de São Paulo, Brasil, 19 de
janeiro a 16 março de 2008 / Buenos Aires: MALBA, Fundación Costantini, 27 de
marzo al 2 de junio de 2008), 28.

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En 1928 Tarsila había terminado Abaporú (Figura 4), el


“divisor de aguas de la modernidad en Brasil”18. Al recibirlo
como obsequio de cumpleaños, Oswald exclamó a su amigo
el poeta Raúl Bopp que la pintura representaba al hombre
emplazado en la tierra. En el diccionario tupí-guaraní de
Montoya, perteneciente al padre de Tarsila, encontraron el
término Abaporú (Aba: hombre, Porú: que come), el cual quedó
registrado como título de la pintura. La reproducción del cuadro
apareció en el primer número de la Revista de Antropofagia,
donde Oswald fundó el movimiento que cambiaría radicalmente
la literatura modernista. La antropofagia cultural retomaba
el simbolismo de la acción caníbal efectuada por los indios
tupinambás, y asumía la absorción de ingredientes culturales
a in de procesarlos, asimilarlos y dar cuenta de la identidad
brasilera y sus singularidades.

Figura 3. Tarsila do Amaral Figura 4. Tarsila do Amaral

Manacá, óleo sobre tela, 1927. Abaporú, óleo sobre tela, 1928.

En relación al canibalismo y a la antropofagia, si bien


ambos términos reieren al acto comestible de carne humana,
comportan variantes diferenciadas. El canibalismo enfatiza
la acción destructiva, el hecho de increpar el cuerpo de la
víctima o del enemigo, mientras que la antropofagia acentúa

18 Herkenhoff, Paulo, “A cor no modernismo brasileiro – a navegação com muitas


bússolas”, en Núcleo histórico: Antropofagia é Histórias de Canibalismos, Catálogo de
XXIV Bienal de São Pablo, (São Paulo: Fundação Bienal / Banco Santos, 1998), 340.

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Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

los procesos de deglución, asimilación y absorción. En este


sentido los elementos que connotan canibalismo en las
formulaciones visuales subrayan la ruptura, la violencia, la
deformación grotesca; en cambio, la antropofagia se maniiesta
mas bien desde la reapropiación, la ironía y el sarcasmo, como
lo planteó Oswald en el mismo Maniiesto Antropófago al
remarcar la deglución crítica. Desde esta plataforma, Tarsila
se proyectó en un medio artístico que ya había sido sacudido
por las propuestas de la Semana de Arte Moderno de 1922. El
mismo Plinio Salgado, miembro de la Academia Paulista de
Letras, reivindicó en la obra de la artista la idea seminal de
un movimiento en la literatura brasileña, por su sentido de
“medio cósmico”, de “verdad racial” y “revelación profética”19.

Abaporú referenciaba el ambiente local, cálido del


trópico. La técnica aplicada y el lenguaje utilizado marcó
un corrimiento respecto a la fase Pau Brasil. La estilizada
igura central, tal como lo admitió la pintora años después,
era la expresión de ciertas historias “pesadillescas” que de
niña le contaban las empleadas de la hacienda paterna antes
de dormir. Este proceso reveló una seña de la antropofagia
cultural que precedió a la formulación literaria de Oswald de
Andrade. Otra tela de 1928, Urutú (Figura 5), representaba
la exacerbación formal en un huevo de grandes dimensiones.
La transformación en la escala de tamaño respecto al paisaje,
dislocaba la mirada en un espacio suspendido. El óvalo blanco
(un recurso plástico arriesgado y manejado con habilidad) se
apoyaba en un objeto magenta que, contorsionado, semejaba
un reptil aferrándose a la punta roja que emerge del suelo. El
contraste con el resto de la paleta abría paso a una atmósfera
onírica, tendencia que será repetida en obras como Distância,
A lua también de 1928, o Floresta, Sol poente de 1929 (Figura
6). En junio del ‘28 la pintora se encontró en París con Oswald
y allí efectuó su segunda muestra individual, con una crítica
francesa diversiicada que destacó la estilización creciente en
sus trabajos, fundamentalmente a partir de Abaporú.

19 Aracy Amaral, “Antropofagia: No País de la Cobra Grande”, en: Aracy Amaral,


Tarsila – Sua obra e seu tempo, Vol. I. Arte (São Paulo: Editora Perspectiva S.A.,
Editora da Universidade de São Paulo, 1975), 259.

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María Elena Lucero

Figura 5. Tarsila do Amaral Figura 6. Tarsila do Amaral

Urutú, óleo sobre tela, 1928 Sol poente, óleo sobre tela, 1929.

4. Antropofagia y descolonización estética

En 1929 Tarsila graicó el bocetos (Figura 7) que conluyó en


Antropofagia (Figura 8). En la imagen se ven dos desnudos
inmersos en un ambiente tropical de frondosidad y altura,
interactuando (de la misma manera que en Abaporú) la
morfología humana y la vegetal. La atmósfera esceniicada
emitía una “calidez envolvente que consume tanto a los
personajes centrales como al propio ámbito, logrando una
permutación formal entre hombre/naturaleza”20. La igura
femenina provenía de A. Negra de 1923, y la silueta masculina
de Abaporú de 1928, en posición similar pero hacia otro opuesto,
en espejo. El recorte de los protagonistas en primer plano se
acentuaba con la elección cromática. El uso de tonalidades
carnosas con tintes anaranjados uniicaba la pareja que,
a partir de deformaciones expresivas en las relaciones de
tamaño entre cabezas, cuerpos, piernas y pies, recreaba un
dinamismo de curvas y contracurvas sobre el fondo de verdes
profundos. El sol ambiguamente simulaba una rodaja de
naranja o limón, o un astro en el cielo. La factura lisa, serena
y casi imperceptible era a la vez exultante y sensible en medio
de un dibujo geometrizado que evocaba zonas fantasmáticas
ligadas al rito antropófago.

20 Lucero, María Elena, “El Arte Latinoamericano como patrimonio cultural:


sentidos y desplazamientos”, en Campos Alicia y Rocchietti, Ana María (comp.),
Coloquio Binacional Argentino Peruano. Perspectiva Latinoamericana (Buenos Aires:
CIP-ISPJVG-DOCUPRINT, 2009), 320.

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En sí, la antropofagia cultural propició un vanguardismo


radicalizado en el cual coincidieron tanto la ruptura con los
cánones artísticos preestablecidos (una tarea ya iniciada por
los modernistas en la Semana de 1922) como la respuesta
polémica en torno a la representación exotizada de Brasil.
La pintura de Tarsila refería desde su mismo título al
mecanismo de absorber y asimilar las virtudes del enemigo.
Recordemos que este hecho tuvo connotaciones negativas en
la etapa de la conquista a raíz de que las costumbres de los
grupos antropófagos (según los relatos de viajeros) resultaban
aberrantes para los europeos, percepción que se modiicaría
tras las teorías freudianas sobre el instinto y el inconsciente21.

Figura 7. Tarsila do Amaral Figura 8. Tarsila do Amaral

Bocetos sobre Antropofagia, Dibujo, 1929. Abaporú, óleo sobre tela, 1929

En este caso Tarsila subrayó la noción de antropofagia


resemantizando el acto caníbal, acentuando el procesamiento
y la absorción simbólica como factor de resistencia a la
hegemonía europea, a quien inalmente deglutía como
reairmación de las funciones constantes de vida y defunción.
La pintora conocía el vínculo tácito entre la antropofagia y los
tupinambás22, quienes entablaron una relación entre comida

21 Respecto al canibalismo, Peggy Reeves Sanday ha deinido a la práctica caníbal


como un sistema cultural que superaba las nociones de vida o muerte, donde el
canibalismo ritual contiene estructuras ontológicas que equivalen a un modo
particular de estar-en-el mundo. En Peggy Reeves Sanday, El Canibalismo como
sistema cultural (Barcelona: Editorial Lerna, 1987).
22 Durante 1922, Monteiro Lobato organizó una serie de relatos correspondiente
a los viajeros en el siglo XVI a Brasil, entre ellos Staden, de Léry y Thevet.
El Diário da Noite de São Paulo publicó en 1926 los textos traducidos de Lobato

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96 89


María Elena Lucero

sacriicial (antropofagia), coraje y bravura. Estos nativos se


caracterizaron por la inteligencia y una inclinación constante
por la guerra, la cual ejerció un rol fundamental para ellos
al ser considerada una actividad sagrada, reservada sólo
para algunos. La valentía y la actitud guerrera del jefe se
deducían por la cantidad de enemigos que él mataba, luego
ingeridos por la comunidad en una ceremonia ritual. En las
descripciones gráicas del siglo XVI plasmadas por Théodore de
Bry se reiteraban las escenas de estos nativos, tomando entre
varios a prisioneros y desmembrándolos para ser colocados
en una olla hirviendo, ejecutando víctimas con una actitud de
voracidad, asando trozos de cuerpos humanos ingeridos por
ellos mismos con avidez, o dejados a merced de los animales
para ser asesinados como castigo. Dichas representaciones
han promovido un constructo parcial, despótico, funcional al
proyecto civilizatorio y por lo tanto rebatible que, a su modo,
es confrontado por la antropofagia pictórica de Tarsila.

Asimismo en ciertos ritos antropófagos las deidades


eran alimentadas por los corazones, constituyéndose en objeto
de intercambio entre hombre y dioses. En otros casos existía
un proceso de síntesis simbólica, tal como en la danza caníbal
de los kwakiutl, en la cual los deseos caníbales estaban
supeditados a un poder que debía integrarse a la personalidad
del individuo. Débora Root (1998) ha notado la banalización y
simpliicación sobre el canibalismo articulada por la cultura
occidental colonial al reiicar los objetos rituales kwakiutl,
quitándolos de contexto y concibiendo sus prácticas caníbales
como monstruosas23. Luego surgió el apropiacionismo de las
vanguardias europeas respecto a estas culturas materiales,
ejempliicado en el surrealismo y su búsqueda en las estructuras

sobre las experiencias de Staden, los indios de Brasil y la práctica antropofágica


en Hans Staden entre os Selvagens do Brasil, información que empezó a circular
y que fuera leída por Tarsila y Oswald. En Ferreira de Almeida, María Cândida,
“Só a antropofagia nos une”, en: Daniel Matto (comp), Cultura, política y sociedad.
Perspectivas latinoamericanas. Colección Grupos de Trabajo (Buenos Aires: CLACSO
Libros, 2005), 83-106.
23 Deborah Root, “Devorando o caníbal: um conto de precaução da apropiação
cultural”, en: Sección Roteiros. Roteiros. Roteiros. Roteiros. Roteiros. Roteiros.
Roteiros, Catálogo XXIV Bienal de São Pablo (São Paulo: Fundação Bienal / Banco
Santos, 1998), 180-184.

90 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96


Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

irracionales leídas bajo la lente del exotismo. El indígena fue


descrito a modo de caníbal depredador cuando muchas veces
los rituales suponían una antropofagia alegórica y no real.
Tanto la apropiación descontextualizante que describe Root
como la visión virulenta sobre el nativo se ven reconstruidas
en toda la propuesta antropofágica de Tarsila.

En la pintura Antropofagia los ecos tridimensionales o


esféricos de los cuerpos humanos en los volúmenes vegetales
proponían un juego de periles donde la desnudez física se
integraba al medio ambiente tropical. Anteriormente en los
siglos coloniales, el tropicalismo en el paisaje brasileño fue
representado de un modo aséptico. El pintor holandés Frans
Post en el siglo XVII tradujo climas reales de voluptuosidad
y exuberancia en tranquilos escenarios lejanos y distantes
quizás como icciones destemporalizadas. Estas sosegadas
leyendas visuales aplanaron la sustantividad de la geografía
americana, como postales que enfriaban una idea disruptiva
del tropicalismo. La obra de Tarsila superó la representación
de la alteridad desde el ideario occidental (en el cual se
homologaba la geografía paradisíaca de los trópicos con
la sexualidad desenfrenada) y a partir de la discrepancia
proponía nuevos íconos distintivos de la identidad nacional.
Fue parte de una etapa pictórica que abrió interrogantes sobre
el carácter genuino de la cultura brasileña y que concibió el
ejercicio antropofágico como instrumento de anti-jerarquía o
como promotor de una valoración étnica y poética, indisociable
de la escritura de Oswald y de las interpretaciones igurativas
de la propia artista.

Tras la circulación de noticias sobre la existencia de


grupos antropófagos en la zona del Amazonas, en 1928 se
produjo un giro semántico focalizado en la canibalización de
la cultura, activándose el mecanismo que revierte la ecuación
colonizador/colonizado. Cuando el discurso colonizador
intentaba aplacar las diferencias y neutralizar las alteridades
en pos de una tarea de blanqueamiento, no sólo político sino
eminentemente físico y racial, la antropofagia cultural fue
la contra-respuesta a las tácticas hegemónicas. Superando
las posiciones ijas, Antropofagia disolvía las nociones de

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96 91


María Elena Lucero

tiempo y espacio occidentales, recordando el tiempo inicial


del Matriarcado de Pindorama, anticipado por las premisas
del antropólogo Bachofen, la Tierra de Palmeras, el territorio
no colonizado. La dominancia del pensamiento racialista se
articuló con la colonialidad del saber. La dudosa “ideología
cientíica de lo popular” cuestionada por Roberto Da Matta
(1983)24 instaló por largo tiempo las nociones de “raza” y
“racismo” perpetuando la curiosidad por el indígena desde una
faceta segregacionista. En ese sentido, Antropofagia activó un
mecanismo de colisión reforzando los cuestionamientos acerca
de la relación América/Europa. En la ecuación local/universal,
la pintura asumió un tinte cosmopolita que, en clave de
vanguardia enraizada en su hábitat territorial, y entendida
como discurso cultural y nacional, desaió los prejuicios sociales
reairmando un posicionamiento frente al colonizador.

La modernidad de los años 20 en Brasil apeló a zonas


del primitivismo como un hito que remitía al pasado nativo,
un pasado movilizado desde nuevos códigos estéticos. La
noción de primitivismo antropofágico como refuncionalización
vanguardista de una matriz ritual indígena25 está presente en
la obra de Tarsila. Se puede observar en la coniguración de
los cuerpos, en la vegetación desconcertante que fracturaba
el carácter mimético en el arte y en la carnalidad pictórica
que reforzaba la diferencia cultural. La seña primitivista
exacerbó las virtudes del indígena, proponiendo un cambio
en el orden conceptual y en el abordaje plástico, creando
una imagen peculiar enmarcada en el contexto brasilero.
El abanico herramental arbitrado por la pintora incorporó
recursos de la vanguardia y dejó entrever la conluencia de
los procesos de modernización y el paisaje local. Desde otro
ángulo, Antropofagia socavó los cimientos de los códigos
visuales clásicos instituidos para arribar a la particularidad
del Brasil indígena.

24 Roberto Da Matta, Relativizando: Uma Introdução à Antropología Social


(Petrópolis, Brasil: Editora Voçes Ltda, 1983).
25 Viviana Gelado, “El primitivismo antropofágico del modernismo brasileño como
forma de valorización de lo popular”, en: Poéticas de la Transgresión. Vanguardia
y Cultura Popular en los Años Veinte en América Latina (Buenos Aires: Editorial
Corregidor, 2008), 161-236.

92 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96


Relatos de la modernidad brasileña. Tarsila do Amaral y la apertura...

5. Conclusiones

La producción de Tarsila estimuló a la literatura oswaldiana y


sus derivas hacia la antropofagia. Movilizó la descolonización
estética y el dislocamiento de los esquemas clásicos de
poder, patentes en una sociedad decimonónica que condenó
la moralidad asociada a la vida y las costumbres del indio
o del negro. Su obra promovió los debates sobre la cultura
local, habilitando un sentido proteico de identidad en una
comunidad social con índices substanciales de mezclas étnicas.
Antropofagia resumía una marca casi tautológica, es decir, el
propio proceso de formación social nacional, la absorción del
otro y de los otros a partir de un intercambio que postuló lo
propio regional en la mixtura. Esta modalidad antropofágica
adoptó componentes estéticos ajenos absorbidos, deglutidos
y procesados, marcando un historial caracterizado por
mecanismos complejos que atravesaron al Brasil desde la
conquista europea hasta la contemporaneidad. La inlexión
descolonizadora de Antropofagia se advierte en la afrenta
estética que introduce respecto a la condición colonial, en el
giro visual que inserta a partir de un dibujo conciso, concreto,
plásticamente sugestivo. La audacia en los planos de color
y el marcado nivel de síntesis hacen de esta pintura un
ícono disruptivo, resultado de un proceso de transformación
vanguardista en Brasil y en América Latina.

Durante 192926 Tarsila también realizaría una


importante serie de Dibujos antropofágicos (Figura 9) con
tinta china sobre papel, donde sintetizó aquello que Aracy
Amaral expresaba en sus escritos de los 70 y Jorge Schwartz
conirmó posteriormente, la “brasilidad” que aludía a la fusión
de nacionalismo y renovación actual a partir de una iconografía
resumida. La propia artista reconoció en una entrevista: “(…)
si alguna cosa tengo de bueno, en mi arte, es su brasilidad
espontánea de 1924 hacia acá, esto es, la fase que yo llamo Pau

26 Ese año llegó a São Paulo el poeta surrealista Benjamín Péret, quien dictó una
conferencia donde postulaba un vínculo directo entre el surrealismo y la antropofagia,
ambos conceptos entrelazados con la emancipación de las contenciones y represiones
del hombre y con formas de restablecer la liberación psíquica.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96 93


María Elena Lucero

Brasil y últimamente, la fase Antropofágica”27. Enfatizar la


operación descolonizadora de la propuesta estética de Tarsila
do Amaral nos lleva a releer sus aportes desde la esfera visual
en el marco de un proyecto dialógico, nacional y de permanente
búsqueda de la identidad latinoamericana, tal como aconteció
en las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX.

Figura 9. Tarsila do Amaral

Paisaje antropofágico IV, graito sobre papel 1929.

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__________ “As ideais no contexto da Semana”. En Amaral, Aracy.


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27 Aracy Amaral, “Antropofagia...277.

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Citar este artículo:


María Elena Lucero, “Relatos de la modernidad brasileña.
Tarsila do Amaral y la apertura antropofágica como
descolonización estética”, Historia y Memoria N°10 (enero-
junio, 2015), 75-96.

96 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 75-96


De maestras, señoritas y otras
peripecias pedagógicas.
Las mujeres en la historia de la educación
en Antioquia 1903-1930*

Carlos Arturo Ospina Cruz1


Universidad de Antioquia-Colombia

Recepción: 01/07/2014
Evaluación: 20/08/2014
Aprobación: 24/11/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El propósito del artículo es dar una mirada a las condiciones


en las cuales tuvieron que desempeñarse las maestras
del sistema instruccionista oicial en el Departamento de
Antioquia, al iniciar el siglo XX. Se hace una relexión a
partir de la información obtenida en documentos oiciales,
informes y algunos textos de opinión, que tienen que ver con
el sistema instruccionista nacional entre 1903 y 1930. Un
contexto en el cual, aunque las mujeres eran mayoría en el
oicio de educadoras, tuvieron una fuerte lucha para poder
participar de las discusiones pedagógicas direccionadas
conceptualmente por los maestros. Hacia 1903, las mujeres
conformaban alrededor del 75% del gremio magisterial en

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: El proceso de


apropiación de la Ley 39 de 1903 en Antioquia en la instrucción pública primaria
y secundaria hasta el intento de clausura de las Escuelas Normales (1930), Tesis
doctoral para optar el título de Doctor en Educación, Universidad de Antioquia.
1 Doctor en Educación, Universidad de Antioquia. Magíster en Pedagogía,
Sistemas Simbólicos y Diversidad Cultural. Docente catedrático, Departamento
de Pedagogía, Universidad de Antioquia. Grupo de Investigación: Formación y
Antropología Pedagógica e Histórica FORMAPH. Líneas de investigación: Historia
de la Educación; Antropología Pedagógica. carlosospinacruz@gmail.co

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 97


Carlos Arturo Ospina Cruz

Antioquia; sin embargo, en los escenarios locales en que se


discutía sobre aspectos metodológicos, ilosóicos y didácticos
relacionados con el sistema instruccionista, se presentaban
resistencias desde diversos sectores sociales a la participación
femenina. Este artículo muestra cómo, a pesar de que las
mujeres antioqueñas trabajaron activamente en la educación
de la infancia en las escuelas, a la hora de ser tenidas en
cuenta para participar en las discusiones reformistas, este
hecho fue presentado como irrelevante o que no cumplía con
las condiciones suicientes para hacerlo.

Palabras clave: Maestras, historia de la educación, sistema


instruccionista, Colombia, educación básica.

On Teachers, Misses, and other Pedagogical


Vicissitudes. Women in the History of Education in
Antioquia 1903 – 1930

Abstract

The purpose of this article is to assess the working conditions


of female teachers of the instructionist oficial education
system in the department of Antioquia, at the beginning of the
twentieth century. This relection is based on the information
gathered from oficial documents, reports, and some opinion
pieces, related to the national education system between 1903
and 1930; a context in which, although women were majority
in the educative labor, they had to face a hard struggle to
gain participation in pedagogical discussions conceptually
addressed by male teachers. By 1903, the 75% of the teacher
profession in Antioquia was constituted by women. However,
in the local scenarios where methodological, philosophical,
and teaching issues related to the instructionist system
were discussed, resistance to female participation appeared
from different social sectors. This article shows how, despite
the fact that women from Antioquia worked actively for the
education of children in schools, this was considered irrelevant
in allowing their participation in reformist debates.

98 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

Keywords: Teachers, history of education, instructionist


system, Colombia, elementary education.

D’enseignantes, demoiselles et autres péripéties


pédagogiques. Les femmes dans l’histoire de
l’éducation en Antioquia 1903-1930

Résumé

L’article explore les conditions dans lesquelles ont travaillé les


enseignantes de l’Éducation Nationale dans le Département
d’Antioquia, au début du XXe siècle. On y propose une rélexion
à partir de documents oficiels, des rapports et de quelques
textes d’opinion, relatifs à l’éducation nationale entre 1903
et 1930. Il s’agit d’une période dans laquelle les femmes,
bien que majoritaires dans le métier, devaient se battre
pour prendre part aux discussions pédagogiques, orientées
conceptuellement par les hommes. Vers 1903, les femmes
atteignaient presque le 75% des enseignants d’Antioquia, et
cependant, dans les discussions locales à propos des questions
méthodologiques, philosophiques et didactiques, liées au
système éducative, divers secteurs sociaux se sont opposés à
la participation féminine. Cet article montre comment le rôle
très actif des femmes d’Antioquia dans les écoles élémentaires,
était méprisé lorsqu’il s’agissait de discuter des réformes.

Mots-clés: Enseignants, histoire de l’éducation, système


éducatif, Colombie, éducation primaire.

1. Introducción

En efecto, el presente texto es parte del análisis realizado


en una investigación doctoral de tipo histórico-pedagógica
basada en un análisis documental y en relación con el proceso
de apropiación de la Ley 39 de 1903 en Antioquia, en la
instrucción pública primaria y secundaria hasta el intento de
clausura de las Escuelas Normales en 1930. Aquí, la pregunta
por las formas en las que los preceptos reformadores fueron

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 99


Carlos Arturo Ospina Cruz

recibidos, y eventualmente aplicados por los institutores y


las instituciones escolares, tiene que ver también con los
intereses y las dinámicas históricas que Antioquia tenía,
para entonces, en términos de políticas, técnicas, prácticas y
saberes educativos.

Para nuestro caso, por pedagogía histórica entendemos


un campo de la pedagogía que se ocupa de sí misma y de la
educación, la enseñanza y la formación en su historicidad como
sus objetos centrales2. Esta pedagogía histórica, por su parte,
se sirve de los aportes de la Nueva Historia Cultural, para la
que la relación entre saber y sociedad es importante. El tipo de
Nueva Historia Cultural en el que nos sustentamos es aquel
interesado por la relación entre saber, poder y cambio social que
se ocupa del saber como un campo de prácticas culturales y de
reproducción cultural. Una Nueva Historia Cultural que ve la
historia como el estudio de formas históricamente construidas
de razón, que enmarcan, disciplina y ordenan nuestra acción
y participación en el mundo3. Así, un enfoque metódico de la
epistemología social airma el asentamiento relacional y social
del saber en un campo determinado. Por tal razón, no es posible
buscar universales en ese saber. Con esta investigación se ha
realizado un acercamiento a las modalidades del discurso que
nos indican los sujetos participantes en la dinámica discursiva,
los lugares o ámbitos institucionales y las polémicas políticas
de la enunciación y las posiciones de los sujetos en el campo
de apropiación de la Ley 39 de 1903 en Antioquia. El interés
histórico que nos guía se trabaja desde una región simbólica
en la que se exploran los campos discursivos construidos con
el in de conigurar el saber sobre lo educativo en Antioquia y
las particularidades que este mismo saber adquiere.

2 Presupuestos epistemológicos sobre los que se mueve el grupo de Investigación


en Formación y Antropología Pedagógica e Histórica –FORMAPH– de la Facultad de
Educación de la U. de Antioquia.
3 Thomas Popkewitz, Historia cultural y educación (Barcelona: Ediciones Pomares,
2003).

100 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

2. Algunas relexiones historiográicas

En las diversas historias acerca de la educación en Colombia,


la Ley 39 de 1903, o Ley Uribe, es mencionada con frecuencia;
sin embargo, ha sido poco analizada desde el punto de vista de
los efectos y las reacciones que suscitó desde el momento de su
surgimiento hasta el de su implementación. En el campo de la
historia de la educación en Colombia, esta ley ha sido estudiada
en el contexto de la modernización4 del país a partir de los
inicios del siglo XX. La Ley Uribe se produjo en momentos en
los que en el país y en el contexto latinoamericano, se hacían
esfuerzos por consolidar el Estado-Nación y la uniicación
de la nación; a la par de la dotación de una infraestructura
mínima para el intercambio comercial y la creación de un
mercado interno5. El trabajo de Marta Herrera Cortés se
ubica en un campo de la historia social de la educación. Su
obra: Modernización y Escuela Nueva en Colombia es una
realización importante para entender “las relaciones entre la
modernización como proyecto político y la educación”, según
explica Saviani en el prólogo al citado texto6. Herrera se
provee de diversas fuentes —archivos, periódicos, revistas,
tesis de grado, fuentes orales, documentos oiciales, estudios

4 Modernización entendida, fundamentalmente, en los siguientes términos:


un proyecto en el que la construcción de la nacionalidad justiica el gran plan de
integración y homogeneización humana; el ciudadano debe responder al nuevo tipo
paradigmático de sociedad industrial y, en tercer lugar, el aparato educativo es
uno de los pilares con el que se construye y, a la vez, se soporta la modernización.
En tal dirección, y desde la perspectiva biopolítica, esta Modernización de la que
aquí hablamos, hace parte de la práctica gubernamental que desde el siglo XVII
intenta racionalizar aquellos fenómenos planteados por un conjunto de seres vivos
constituidos en población, tales como los relativos a la salud, la higiene, la natalidad,
la longevidad y las razas, entre otros. Foucault reconoce el papel cada vez más
importante que desempeñaron estos problemas a partir del siglo XIX y también como,
desde entonces hasta hoy, se han convertido en asuntos verdaderamente cruciales,
política y económicamente. No podemos perder de vista que las intenciones de
reforma instruccionista pretenden establecer nacionalmente líneas de formación y
de control social enmarcadas en tendencias laborales con criterios de modernización
y progreso. Ver: Michel Foucault, “Nacimiento de la biopolítica”, en: Archipiélago, N°
30, 119-124. Traducción del francés de Fernando Álvarez-Uría del texto Naissance
de la biopolitique, resumen del Curso en el Colegio de Francia (1978-9), publicado en
Annuaire du Colege de France, París, 1979, 367-372.
5 Marta Herrera, Modernización y Escuela Nueva en Colombia: 1914-1951
(Santafé de Bogotá: Plaza y Janés, 1999), 61.
6 Marta Herrera, Modernización y Escuela…11.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 101


Carlos Arturo Ospina Cruz

sobre educación, fuentes secundarias y textos generales— y


logra establecer un amplio campo argumental acerca de las
relaciones entre los procesos de modernización del país y las
dinámicas reformistas de principios del siglo XX, relaciones
en las cuales se puede entender el establecimiento de la Ley
Uribe.

En el mismo sentido, esta ley se encuentra enmarcada


en lo que Sáenz, Saldarriaga y Ospina7 denominan como un
momento de apropiaciones en el nivel de los discursos generales
de reforma pedagógica y de la instrucción y educación pública
entre 1903 y 1934; una apropiación en la que “la ausencia de
producciones nacionales en el campo del saber ocasionó, como
uno de sus efectos más claros, la apropiación acrítica de un
conjunto de nociones y enunciados bastante dispersos”8. A
principios de este siglo, la escasez de propuestas educativas de
origen interno en el país fue “solucionada”, inicialmente, con
la importación de saberes que circulaban tanto en el contexto
europeo como americano. Humberto Quiceno, por su parte,
realiza un análisis histórico y se centra entre 1900 y 1935,
en el cual profundiza en los discursos y en las prácticas en
relación con la pedagogía católica y la Escuela Activa9. Esta
investigación logra importantes entronques conceptuales para
comprender el ambiente temporal y social en el que se instalan
la Ley Uribe y la Escuela Activa en el país. Este trabajo es de
corte nacional y se convierte en un punto fuerte de arranque,
ya que deja abierta la alternativa de seguir profundizando
sobre las condiciones de la dinámica reformista en Antioquia,
sobre todo en el campo escolanovista, opción que también hizo
parte coyuntural de las discusiones pedagógicas en el marco
del proceso de apropiación regional de la Ley Uribe.

Desde el punto de vista económico, por ejemplo, hacia


1910, Antioquia comparada con otras regiones, era la que

7 Javier Sáenz, Oscar Saldarriaga y Armando Ospina, “Mirar la infancia:


pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903-1946”, en: Colciencias Vol. 2.
Colección Clío (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1997), 4-7.
8 Javier Sáenz, Oscar Saldarriaga y Armando Ospina, “Mirar la infancia…6.
9 Humberto Quiceno Castrillón, Pedagogía Católica y Escuela Activa en Colombia
1900-1935. 2ª ed. (Santafé de Bogotá: Magisterio, 2004).

102 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

lideraba el establecimiento de grandes empresas industriales


de textiles (empresas con más de 500 trabajadores y cerca de
200 telares), cervecerías y algunas menos extensas de locería,
vidriería y fundición10. Aunque autores como Bejarano hablan
de que el balance industrial del país en 1900 era bastante
pobre, reconocen que Antioquia era el segundo departamento
con más empresas, diez en total, dos menos que las de Bogotá,
mientras que Boyacá, Bolívar y Valle sólo tenían una cada
uno. La así denominada “pujanza antioqueña” se manifestó
en el ascenso de las empresas para 1916 cuando llegó a tener
más de 25 frente a 13 de Bogotá, el segundo en la lista11. En
el campo agrícola, Antioquia ocupaba el tercer lugar en la
concentración de la producción agrícola en 1925, con el 8.17%
del área total cultivada en el país, según este mismo autor12.
Lo anterior explica, en parte, lo también ya señalado por Aline
Helg (1987) sobre el liderazgo que ejercía la región antioqueña
en el campo económico y que ha sido relacionado en algunos
de los análisis históricos con la dinámica de los intereses
regionales por buscar cambios en el esquema instruccionista.
En una investigación posterior, el mismo Jesús Antonio
Bejarano considera que el interés por nuestra nación, por parte
de historiadores extranjeros de la década de los años sesenta,
radicaba básicamente en dos hechos que para ese entonces
llamaban la atención externa por su extrañeza en tanto
procesos sociales o económicos: la colonización antioqueña y
la violencia13. Por su parte, Medellín había sido descrita desde
1883 como una de las ciudades más ricas de Sudamérica
en proporción a su población, al punto de que después de la
guerra de los Mil Días entre 1905 y 1908 aumentó de tamaño
en un 131%14.

10 Álvaro Tirado Mejía, Introducción a la historia económica de Colombia (Santafé


de Bogotá: El Áncora Editores, 1985), 294.
11 Jesús Antonio Bejarano, “La economía”, en: Manual de Historia de Colombia
(Instituto Colombiano de Cultura, Tomo III, 2ª edición. 1982), 23.
12 Jesús Antonio Bejarano, “La economía”…25.
13 Jesús Antonio Bejarano, Historia económica y desarrollo. La historiografía
económica sobre los siglos XIX y XX en Colombia (CEREC, 1994), 90.
14 Constanza Toro, “Medellín: desarrollo urbano, 1880-1950”, en: Jorge Orlando
Melo, (Ed.) Historia de Antioquia (Medellín: Presencia, 1988), 300. Citado por
James D. Henderson, La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 103


Carlos Arturo Ospina Cruz

En primera instancia, si bien la mayoría de estos


trabajos mencionados hacen alusión a la Ley 39 de 1903, no
es éste propiamente su asunto de estudio. Según los títulos
y las temáticas desarrolladas, unos se dedican en forma
más especíica a la infancia y otros a la modernización. Hay
que reconocer, no obstante, que en gran parte sus miradas
al asunto de estudio se dan en el marco de un proceso de
modernización general, en el que también es importante
ver esta ley y sus efectos. Al hecho de que esta ley no haya
sido estudiada rigurosamente en el contexto antioqueño,
se le suman otros intereses de conocimiento que justiican
su investigación: la “Ley Uribe” es la que más ha estado
vigente, como tal, en los dos últimos siglos (91 años, ya que los
cambios y modiicaciones posteriores no tuvieron el carácter
de ley orgánica); en segundo lugar, existe relativo consenso
entre los historiadores de la educación en el país acerca de
esta ley como el primer intento realmente programático para
organizar nacionalmente la instrucción pública; y, en tercer
lugar, porque Antioquia es vista como una región que, por sus
pretensiones de industrialización y de dinamización política,
participó activamente en las discusiones sobre la instrucción
pública —sobre la educación y la pedagogía en general— en
términos de fomentar una educación “para Dios y para la
vida”15.

Sin embargo, y como ya lo dijimos, hasta ahora no se ha


hecho de forma especíica un trabajo sobre la ley 39 de 1903
—sus características, consecuencias, novedades, etc.— ni se
han analizado las condiciones de su apropiación en el contexto
regional antioqueño. Esto, sobre todo, porque hay que tener

(Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2006), 73. Claro que en el periodo de


la guerra civil, especíicamente entre 1889 y 1905 sólo aumentó de tamaño en un 26%
según esta misma fuente. En ese mismo sentido, otros autores enfatizan en el hecho
de que la región antioqueña contaba hacia 1930 con la cuarta parte de la población
colombiana. Rosario Sevilla Soler, Cambio social en Colombia. Antioquia 1900-1930.
IV Encuentro de Latinoamericanistas [Archivo de ordenador] 4. 1994. Salamanca
/ coord. por Manuel Alcántara Sáez, María Luisa Ramos Sáinz, Antonia Martínez,
1995, ISBN 84-7491-900-8, p. 1525.
15 Expresión de Tomás Cadavid Restrepo, Director Departamental de Instrucción
Pública, Revista de la Secretaría de Instrucción Pública de Antioquia, Circular Nº 72
de febrero de 1928.

104 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

en cuenta para el caso antioqueño que dicha ley, a pesar de


erigirse como una ley de carácter nacional, debió haber sido
apropiada, como lo suponemos, de una manera particular
debido, entre otras cosas, a sentimientos regionalistas de
“semi-autonomía” que marcaron el devenir de esta región, así
como se ha constatado para lo político y lo económico.

Dicha Ley 39 de 1903, segunda Ley Orgánica en la historia


de la educación en Colombia16, como evento de reforma, supuso
un redireccionamiento de las políticas nacionales relacionadas
con la instrucción pública primaria, secundaria, industrial y
profesional, es decir, con el sistema educativo en general. Con
esta ley se buscaba, frente al Decreto Orgánico de Instrucción
Pública de 1870 —primera Ley Orgánica de Educación—,
fortalecer el control17 estatal sobre toda la estructura
educativa, asignando responsabilidades a los departamentos
en términos administrativos (dirección, protección, vigilancia,
control, nombramiento y evaluación de maestros), y a los
municipios, en términos operativos (sostenimiento, dotación
y mantenimiento de instalaciones educativas); se planteó
igualmente que la instrucción primaria que fuera costeada
con fondos públicos pasaba a ser gratuita y no obligatoria, al
mismo tiempo que se promovía su universalización.

16 En la historia reciente de Colombia se han presentado tres leyes generales de


educación. En primer lugar, el Decreto Orgánico de Instrucción Pública DOIP, de
1870, la Ley Orgánica de Educación, de 1903 (en la cual se hacen maniiestos algunos
elementos de la Constitución de 1886) y la Ley General de Educación, de 1994,
resultante de la Constitución de 1991.
17 El concepto de control entendido aquí, siguiendo a Michel Foucault, como una
tecnología nueva desarrollada entre los siglos XVI al XIX, y consistente en lo que este
autor llama como un “verdadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas,
controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez “dóciles y útiles”. Para
Foucault, prácticas como las de vigilancia, ejercicios, maniobras, caliicaciones, rangos
y lugares, clasiicaciones, exámenes, registros, son maneras de someter los cuerpos,
de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas. Según él, éstas
prácticas se han desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en
el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres. Genéricamente, denomina a este
tipo de prácticas como “la disciplina”. Según Foucault, “el siglo XIX inventó, sin duda,
las libertades: pero les dio un subsuelo profundo y sólido — la sociedad disciplinaria
de la que seguimos dependiendo”. Michel Foucault, Vigilar y castigar (México: Siglo
Veintiuno Editores, 2005), 10.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 105


Carlos Arturo Ospina Cruz

En términos de la política educativa, la instrucción


primaria y secundaria se mantuvo bajo el control del Poder
Ejecutivo Central, el cual inspeccionaba el cumplimiento de
las directrices nacionales referidas a la deinición de planes de
estudio, contenidos y metodologías de instrucción (enseñanza).
Esta ley ordenó un Sistema de Instrucción Pública Nacional
dividido en los niveles de primaria, secundaria, industrial
y profesional, a la vez que se había establecido y orientado
según la religión católica: “Artículo 1°. La instrucción pública
en Colombia será organizada y dirigida en concordancia con la
religión católica”.

“Preparar para la industria y catequizar en la religión


católica”, he ahí los dos grandes ines de la Ley Uribe, aunque
—y en eso estaba parte del rechazo por algunos sectores
ortodoxos católicos— la religión era desplazada ahora a
una especie de segundo plano frente a las necesidades
modernizantes atribuibles a la industrialización. La escuela,
en tales condiciones, era pensada como un enorme taller
en donde los futuros ciudadanos del joven Estado-Nación
colombiano habrían de adquirir las condiciones básicas para
salir rápidamente a desempeñarse en el terreno laboral,
ya fuera en el campo o en la ciudad. En tal sentido, decía
el ministro Antonio José Uribe, esta ley dispone que la
Instrucción secundaria deba ser principalmente técnica18. La
estructura escalonada habría de funcionar sistemáticamente,
lo que signiicaba que no sólo la instrucción primaria, sino
también la secundaria deberían formar primordialmente para
el trabajo. Y con mayor razón debería hacerlo así la secundaria,
porque allí estaban quienes saldrían en poco tiempo a operar
como trabajadores y a fungir como adultos. En palabras de
Torres Cruz,

La reforma de Uribe le atribuyó a la educación y también


al sistema educativo una responsabilidad económica. Pero
sobre todo, se destaca el propósito explícito de caliicar
técnicamente a todos los niveles la mano de obra que
requería el desarrollo industrial. Quizás por este motivo

18 Antonio José Uribe, “La reforma escolar y universitaria”, Informe presentado por
el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de Colombia en 1904, IV-V.

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De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

la Ley Orgánica privilegió tan unilateralmente la escuela


primaria urbana.19

En ese mismo orden de ideas, dentro de las grandes


apuestas con la señalada Ley 39 de 1903, estaba la de procurar
un Sistema Nacional de Instrucción Pública que propiciara
una enseñanza, de manera esencialmente práctica, de las
nociones elementales, sobre todo las que habilitaban, según el
decreto, para el ejercicio de la ciudadanía y preparaban para
la agricultura, la industria fabril y el comercio. De acuerdo
con Ríos Beltrán:

La Ley 39 de 1903, es el punto de partida de [la] reforma


educativa en la primera mitad del siglo XX, porque comienza
a plantear la necesidad nacional de hacer cambios, tomar
nuevos rumbos y orientaciones en la empresa de instruir a
la niñez y la juventud colombiana […] se introducen nuevos
saberes y métodos para la formación de los maestros y las
nuevas generaciones perilándose así la formación de un
sujeto productivo, útil, con iniciativa individual y amante
del trabajo.20

Para el caso especíico de la historia de la educación


antioqueña, se puede mencionar lo siguiente: por un lado, en
los libros dedicados a la historia “general” de Antioquia son
pocas las referencias a la educación y son escasos los textos que
hablan estrictamente de este hecho educativo reformista en el
primer cuarto del siglo XX. Algunas de estas historias se basan
en datos estadísticos, en la enumeración de las ejecutorias o en
el listado de las personas que tuvieron los principales cargos
públicos en el sector educativo oicial, así como en reseñas de
instituciones educadoras. Pero el problema de la recepción de
la ley, como tal, no es tratado. La historia de la educación en
Antioquia en el primer cuarto del siglo XX está basada, sobre
todo, en la presentación de cronologías, personajes, reformas,

19 Doris Lilia Torres Cruz, “El papel de la escuela en la construcción de la


nacionalidad en Colombia. Una aproximación a la Escuela Elemental, 1900-1930”,
Revista Historia de la Educación Latinoamericana Nº 13 (2009): 213-240.
20 Rafael Ríos Beltrán, “Las ciencias de la educación en Colombia. Algunos
elementos históricos sobre su apropiación e institucionalización. 1926-1954”, Revista
Memoria y Sociedad Vol. 8, No. 17 (junio-diciembre, 2004): 79.

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Carlos Arturo Ospina Cruz

enumeración de documentos oiciales, leyes, estadísticas,


casos anecdóticos y transformaciones institucionales21.

Ejemplos de ello son los trabajos de Conrado González:


“La educación primaria y secundaria” (1880-1950)”; de Elkin
Jiménez: “Los maestros y la educación en Medellín en el siglo
XX”; de Julio César García: “La historia de la Instrucción
Pública en Antioquia”; y de Francisco Duque, “La Historia
de Antioquia” 22. Por otro lado, está el trabajo realizado
por Vladimir Zapata: “El poder en la escuela de Antioquia
1880-1950”. En él, hace un recorrido analítico por diversos
eventos de la educación en Antioquia en donde, desde formas
diferenciadas, se expresa un mismo fenómeno que el autor
denomina como el poder escolar o el poder en la escuela, sus
rituales, despliegue y eicacia. Zapata, siguiendo a Lebot,
considera que la “política educativa a inales del siglo XIX y
comienzos del XX se traduce en un conjunto de disposiciones
contenidas en la Constitución de 1886, el Concordato de 1887,
el Plan Zerda para Escuelas Normales y Primarias y la Ley
39 de 1903 y su decreto reglamentario de 1994”23. Este autor
enfatiza en el artículo 11 de esta ley por su precisa deinición
de la instrucción secundaria como técnica y clásica, teniendo
en cuenta que sería precisamente en los colegios sostenidos con
rentas oiciales nacionales, departamentales o municipales —
productos de la venta de licor y cigarrillos—, en donde habría
preferencia para la instrucción técnica. Lo que en efecto
signiica que los sectores de la población que no pudieran
acceder a la educación privada tendrían, indefectiblemente,
que recibir, como la única posible, educación técnica en la
secundaria.

21 Carlos Ospina Cruz, “Infancia: humus fecundo y progreso. El sistema


instruccionista como dispositivo regenerador. Antioquia, 1903-1930”, Revista
Educación Física y Deporte (2012): 764.
22 Los dos primeros trabajos se encuentran en: Jorge Orlando Melo, Historia de la
educación de Medellín II (Medellín: Compañía Suramericana de Seguros, 1996); Julio
César García, Historia de la Instrucción Pública en Antioquia (Medellín: Editorial
Universidad de Antioquia. Segunda edición, 1962); Francisco Duque Betancur,
Historia de Antioquia Segunda edición (Medellín: Ed. Albon Interprint., 1968).
23 Vladimir Zapata, El poder en la escuela de Antioquia 1880-1950 (Medellín: Centro
de Investigaciones Educativas. Facultad de Educación, Universidad de Antioquia,
1984), 2.

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Explica también Zapata en sus análisis otros aspectos


de la cultura escolar, como por ejemplo, la obediencia a la
campana en este tipo de instituciones, y que él señala como
una forma inicial que podría conducir a la obediencia de la
sirena de la fábrica. La instrucción dirigida a establecer un
grupo humano de futuros obreros parece estar latente desde
la propia educación primaria:

Artículo 6° Es obligación de los Gobiernos Departamentales


difundir en todo el territorio de su mando la instrucción
primaria, reglamentándola de modo que en el menor tiempo
posible y de manera esencialmente práctica se enseñen las
nociones elementales, principalmente las que habilitan
para el ejercicio de la ciudadanía y preparan para el de la
agricultura, la industria fabril y el comercio.24

En el mismo trabajo de Zapata, mencionado


anteriormente, este autor recoge de Antonio José Uribe25 la
fórmula que orienta la política educativa de los gobiernos
conservadores del primer cuarto de siglo en el país, a saber:
“Nuestra consigna ha de ser una continua marcha hacia el
progreso, dentro de la tradición”26. Lo que para Zapata signiica
que con dicha ley no fueron tantos los cambios y que lo más
exacto sería hablar de que se produjeron modernizaciones.
En un trabajo reciente denominado El concepto de Escuela en
Colombia en los planes educativos de los siglos XIX y XX, Marín,
Ossa y Ceballos se plantea que con la Ley 39 de 1903 hay un
“reconocimiento a las nuevas realidades o la explicitación de
un deseo para responder cabalmente a la pobreza y poner al
país a tono con el desarrollo capitalista del nuevo siglo”27.

Un desarrollo que no podía desprenderse fácilmente de


las tradiciones ancestrales que pesaban en la estructura social

24 Colombia. Congreso de la República, “Artículo 6º de la ley 39 del 26 de octubre de


1903, sobre Instrucción Pública”, Diario Oicial Nº 11.931, octubre 30, 1903.
25 Quien fuera el Ministro de Educación que oicializó la Ley 39 de 1903 en el
gobierno de José Manuel Marroquín (1900-1904).
26 Vladimir Zapata, El poder en la escuela…157.
27 Vladimir Zapata, Edilma Marín, Arley Ossa y Rubén Ceballos, El concepto
de escuela en Colombia en los planes educativos de los siglos XIX y XX (Medellín:
Imprenta Universidad de Antioquia, 2004), 127.

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Carlos Arturo Ospina Cruz

colombiana, entiéndase por ejemplo, la alianza entre el clero


y los conservadores en este periodo —fortalecida por el recién
irmado Concordato en 1887— y las tradicionales cargas
históricas sobre la mujer. Esta situación originó de facto que el
dominio conservador del primer cuarto de siglo, materializado
legislativamente en la Ley Uribe, llevara a que los liberales
salieran del sector oicial y se ubicaran estratégicamente en
la fundación de instituciones educativas privadas amparadas
con un aire de autonomía. Precisamente, fue en este contexto
en el que Agustín Nieto Caballero abrió en Bogotá el Gimnasio
Moderno, para experimentar sus propuestas de la escuela
nueva y activa como alternativa educadora frente a la
propuesta oicial.

En ese orden de ideas, la reforma educativa de 1903 es


el evento histórico que utilizamos aquí para problematizar la
pretensión educadora del aparato estatal en Antioquia en la
historia reciente del país, para lo cual establecemos diversos
órdenes conceptuales que nos permiten acceder en el discurso
acerca de la política educativa antioqueña de principios del
siglo XX; discurso que, como resultante de las directrices
nacionales, es un híbrido que contiene elementos de la
Constitución de 1886, del Concordato de 1887, del Plan Zerda
y de la Ley Uribe de 1903, con su decreto reglamentario 491
de 1904.

3. Maestras, pero no interlocutoras del discurso


educativo: los Liceos Pedagógicos

En el marco de la reforma del sistema instruccionista oicial


a instancias del gobierno nacional y mediante la Ley Uribe
de 1903, se establecieron paulatinamente mecanismos e
instrumentos que buscaban mantener a los institutores
antioqueños informados y capacitados sobre las intenciones
gubernamentales. En efecto, la Ordenanza Departamental
N° 25 de 1911 ordenaba la creación de los Liceos Pedagógicos
y las Escuelas de Vacaciones, las mismas que, a juicio de
la Secretaría de Instrucción Pública, habían sido “las dos
reformas más útiles y convenientes (…) en el régimen

110 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

escolar”28, porque obligaban en cierta forma a los institutores


a repensar sus prácticas y las razones de su quehacer. Según
se consideraba en la región, sus resultados prácticos habían
sido tan sorprendentes que no era exagerado asegurar que
si se persistía en mantenerlas, “en poco tiempo tendremos
una transformación completa de la Instrucción Pública”29. En
ese sentido, la dirigencia instruccionista coniaba tanto en
la efectividad de estos mecanismos de actualización docente,
que era ella misma la que aprobaba los Reglamentos que
expedía cada Liceo con el in de lograr uniformidad en sus
acciones, esto último tanto para responder a las intenciones
homogeneizadoras del sistema instruccionista nacional como
a las peticiones de los Inspectores locales.

Así pues, los citados Liceos Pedagógicos surgidos a


instancias de la Ordenanza Departamental N° 25 de 1911, tal y
como seguían funcionando en 1914, eran reuniones semanales
en las que participaban los maestros de un municipio o de una
zona del departamento, para conversar entre ellos sobre los
temas de Instrucción en el marco de la reforma o para recibir
conferencias de otros educadores. Concretamente, los Liceos
Pedagógicos fueron espacios de discusión sobre las condiciones
en las que se encontraba la Instrucción presionada por el
intento de reforma30.

No obstante, un visible problema de exclusión de género


se venía presentando en estas actividades: las maestras,
a pesar de ser mayoría en el gremio, con casi el 75% de
integrantes, habían sido excluidas de los Liceos Pedagógicos.

28 Nepomuceno Jiménez, Liceos Pedagógicos y Escuelas de Vacaciones. Informe que


el Director General de Instrucción Pública presenta al Gobernador de Antioquia con
motivo de la reunión de la Asamblea Departamental en sus sesiones ordinarias de
1912 (Medellín: Imprenta Departamental de Antioquia. Febrero de 1912).
29 Nepomuceno Jiménez, Liceos Pedagógicos…
30 Es importante anotar que, por estos mismos días, en el cotarro intelectual
instruccionista ya se empezaban a plantear las novedades ofrecidas por el Gimnasio
Moderno en Bogotá con la inluencia escolanovista, y fueron los Liceos Pedagógicos
precisamente algunos de los foros donde este tipo de discusiones empezaron a ser
ventiladas en esta región del país. Situación que, al tiempo, enmarcaba el encuentro
de los intentos reformistas de la Ley Uribe y las nuevas ofertas Decrolyanas con las
particulares condiciones del sistema instruccionista en Antioquia.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 111


Carlos Arturo Ospina Cruz

Para la Dirección de Instrucción Pública esta degeneración


había ocurrido debido a que la misma Ordenanza 11 de 1914,
en su Artículo 24, las había excluido “sin que se comprendiera
por qué ellas no podían colaborar en esos centros en la obra de
la educación”31. Parte del problema estaba en que mediante
Ordenanza Departamental se había determinado que los
Liceos pedagógicos se establecerían en las cabeceras de las
Inspecciones Provinciales, pero a ellos sólo debían concurrir
“todos los Maestros varones de los establecimientos oiciales
de la cabecera de la Provincia, con excepción de los que
pertenezcan a comunidades religiosas”32. Excepción, ésta
última, que se entendía en tanto, esos maestros eran formados
clericalmente y esta misma preparación la consideraban
suiciente para ser extendida al ejercicio magisterial.

Y, aquí, en esta región antioqueña, tal tipo de


preparación para el magisterio se hacía evidente cada día. A
modo de ejemplo, la invocación para orar por las necesidades
públicas y particulares era tenida bien en cuenta, ya que la
recitación en coro “recen todas iguales” era la piedra angular
de la enseñanza practicada. “Las niñas se levantan, ponen las
manos en fervorosa actitud, menos Jesusa (…). Empiezan en
coro la encantadora plegaria reproducida ielmente por Millet:
el Ángel de Señor… Sin pecado concebida. Rece Jacinta, dice la
maestra. He aquí la esclava (…) sin pecado concebida.a.a.a.”33.
De paso, las mujeres eran llamadas a seguir practicando su
esclavitud, parte de la cual estaba siendo ejemplarizada en
la labor de la maestra, “¡Ah muchachos, pobres maestras!”34.
Ambos sufrían el círculo en el que se encontraban: una como
sacriicio ilantrópico de vocación, misión y pasión, y los otros
como sujetos en proceso de formación.

31 Pedro Betancourt, Informe que el Director General de Instrucción Pública presenta


al Gobernador de Antioquia con motivo de la reunión de la Asamblea departamental
en sus sesiones ordinarias de 1914 (Medellín: Imprenta Departamental de Antioquia),
IX.
32 Pedro Betancourt, “Artículo Nº. 24 de la Ordenanza Nº. 30 de 1913”, en:
Instrucción Pública Antioqueña (Medellín: Imprenta Departamental de Antioquia,
1914), 283.
33 Juan de Juanes, La maestra rural (Medellín: Tipografía Bedout, 1929), 87.
34 Juan de Juanes, La maestra rural... 88.

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Pero la situación exclusiva tenía todavía raíces más


profundas; la maternidad y el matrimonio eran considerados
dos “problemas” críticos para aquellas que pretendían trabajar
en el magisterio. Sobre el primer elemento, el convencimiento
regional del gremio masculino era tal que en 1898 un
educador antioqueño llegó a pedir al Ministerio de Instrucción
Pública que se decretara la incompatibilidad del ejercicio del
magisterio con el estado de maternidad, argumentando que
los deberes de la maternidad indisponían “necesariamente”
a la maestra para la enseñanza35. Claro que, de acuerdo con
las argumentaciones presentadas, no sólo los deberes eran el
problema, sino también la puesta en evidencia ante los niños
de que la maestra era un ser humano procreador:

[…] prescindiendo de las condiciones especiales en que se


halla la madre antes del alumbramiento, condiciones que
son otro tanto inconvenientes para el perfecto desempeño
del magisterio, cuando no (sic) ocasión de escándalo o por lo
menos fuente de perniciosa curiosidad para los educandos
[…]36

En cuanto al matrimonio como problema femenino


para ejercer el magisterio, se decía que sí se hacía efectiva la
prohibición de nombrar mujeres para el cargo de educadoras,
se evitaría que éstas fueran el objeto de preferencia “de
tantos vagos aicionados a contraer matrimonio con mujer
que gane sueldo”37. Lo que se aconsejaba, implícitamente,
para las mujeres era que esperaran por el afortunado que las
quisiera desposar porque “al parecer, la única forma de que
una mujer pudiera contraer matrimonio con un hombre digno
y responsable era evitando que ésta trabajara, ya que así el
hombre interesado en desposarse no se ijaría en los bienes de
su cónyuge”38.

35 Aspectos históricos de la educación en Antioquia. El fomento de la instrucción


pública en el contexto de una sociedad católica y disciplinaria (Medellín: Seduca,
Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe y Comfenalco (Ed.), 1997), 28.
36 Aspectos históricos de la educación en Antioquia…
37 Aspectos históricos de la educación en Antioquia…
38 Aspectos históricos de la educación en Antioquia…

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 113


Carlos Arturo Ospina Cruz

Así pues, lo mejor para las mujeres maestras sería la


ideal condición de soltería para que toda su vida fuera dedicada
al ejercicio magisterial y sin ningún tipo de inconvenientes
como los que, de acuerdo con los estamentos gubernamentales,
se venían presentando. En efecto, previendo tal situación y
buscando soluciones, obsérvese cómo en el siguiente contrato
de maestras39, solamente un numeral, el 13, habla de las
funciones como institutoras, mientras que los trece restantes
numerales están dirigidos directamente al rol femenino exigido
para quienes aspiraran a ostentar el título de ‘institutoras’ en
Antioquia hacia 1923, como se puede apreciar seguidamente
en la imagen N° 1.

Imagen 1. Contrato utilizado para la vinculación de maestras


al sistema instruccionista oicial en 1923 en Antioquia.
CONTRATO DE MAESTRAS EN 1923
Este es un acuerdo entre la señorita (…) maestra y el Concejo de Educación de la
Escuela (…) por el cual la señorita…acuerda impartir clases durante un periodo de
ocho meses a partir del (…) de septiembre de 1923. El Concejo de Educación acuerda
pagar a la señorita (…) la cantidad de (*75) mensuales. La señorita (…) acuerda:
1. No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la
maestra se casa.
2. No andar en compañía de hombres.
3. Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y 6:00 de la mañana, a menos que sea
para atender función escolar.
4. No pasearse por heladerías del centro de la ciudad.
5. No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del Presidente del
Consejo de Delegados.
6. No fumar cigarrillos, este contrato quedará automáticamente anulado y sin
efecto al encontrar a la maestra fumando.
7. No beber cerveza, vino ni wisky (sic). Este contrato quedará anulado y sin efecto
si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino y wisky (sic).
8. No viajar en coche o automóvil con ningún hombre excepto con su hermano o su
padre.
9. No vestir ropas de colores brillantes.
10. No teñirse el pelo.
11. Usar al menos dos enaguas.
12. No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
13. Mantener limpia el aula:
a. Barrer el suelo por lo menos una vez al día.
b. Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente.
c. Limpiar la pizarra por lo menos una vez al día.
d. Encender el fuego a las 7:00 de modo que la habitación esté caliente a las 8:00
cuando lleguen los niños.
14. No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.

39 “Ley Orgánica de Instrucción Pública de 1903”, Material seleccionado por E.


Díaz en: Revista Lexis, Nº. 28. CEID-ADIDA. Medellín (octubre de 2003).

114 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

Nótese, por ejemplo que el hecho de ser maestra es


incompatible con la de ser mujer casada, lo que eventualmente
obligaba a las “señoritas”40 a ir considerando la beatitud si
aspiraban a realizar una larga carrera en el campo educativo.
Pero las limitaciones no se quedaban allí sino que, además,
las obligaban a mantenerse alejadas de los hombres, lo
cual obviamente podía ser una de las razones por las que
no era pertinente su presencia en los Liceos Pedagógicos en
tanto en dichos escenarios estarían rodeadas de ellos. Aquí,
evidentemente, primaba más la guarda de su imagen pública
que la de su papel de interlocutoras conocedoras del tema, por
su desempeño de vieja data en el campo educativo regional.

Todavía más, el control era llevado a tales extremos


que hasta el derecho de libre locomoción era igualmente
intervenido. Podría decirse, incluso, que las denominadas
socialmente como “señoritas” eran prisioneras en su casa
entre las 8 de la noche y las 6 de la mañana; no tenían permiso
para tomarse un café o disfrutar un helado en el centro de la
ciudad; y para completar el marco de encierro no podían salir
de la ciudad sin permiso de la oicialidad. Y si por algún caso
conseguían dicho permiso, solamente podían viajar en coche
o automóvil con su hermano o su padre41. Menudo problema.

De otro lado, las exigencias para que las “señoritas” no


fumaran cigarrillos, ni bebieran cerveza, vino ni “whisky”42
pueden entenderse en el sentido de que el gremio magisterial
debía dar ejemplo de templanza y buenos modales. Y esta
situación tiene su sentido y adquiere gran importancia a
principios del siglo XX cuando es bien conocida la problemática
con las bebidas alcohólicas de buena parte de la población.
Parece claro: para predicar sanas y buenas costumbres a la
usanza de la Antioquia de entonces, había que ser ejemplo
vivo de ellas.

40 Denominación que se daba tradicionalmente a las mujeres antioqueñas que no


hubieran conocido varón ni se hubieran casado. Por antonomasia, se consideraba que,
dadas las condiciones para ser maestras, todas las mujeres que desempeñaran tal
oicio podían consideradas como “señoritas”.
41 Ver Imagen 1, numeral 8.
42 Ver Imagen 1, numeral 7.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 115


Carlos Arturo Ospina Cruz

Otro elemento importante que se puede observar en este


Reglamento tiene que ver con un estricto y variado control
sobre el cuerpo de las “señoritas”. Desde el mismísimo uso de
“al menos dos enaguas”43, utilizadas para vestidos sin colores
brillantes y que no quedaran a más de cinco centímetros
por encima de los tobillos, hasta llegar a la imposibilidad de
decidir de qué color querían tener su cabello o sus labios. Esta
era la vida de las señoritas.

Ya en el terreno de la escuela esta mujer, ejemplo y


educadora, en síntesis “una señorita”, también debía hacer
labores propias de un ama de casa. Limpiar, barrer por lo
menos una vez al día y fregar el suelo del aula al menos una vez
por semana con agua caliente, hacían parte de sus funciones,
fuera de las ya conocidas de una maestra de escuela.

4. La indignidad de las maestras

En tales circunstancias, como las que se vienen planteando, no


eran de extrañarse los reiterados altercados entre las maestras,
situaciones de continua ocurrencia frente a las estudiantes,
según explicaba la Dirección de Instrucción Pública. Claro
que esta anomalía era vista como parte de la defectuosa
educación recibida por ellas en las Escuelas Normales, pero
igualmente se esperaba que fuera también allí donde pudiera
solucionarse. Lo crítico era que las Escuelas Normales
trabajaban por arreglar el problema pedagógico a futuro, pero
el mejoramiento del profesorado era visto como una necesidad
inaplazable44. Estas maestras ya existentes, las conlictivas, las
mal preparadas, debían prepararse en los Liceos Pedagógicos
de las cabeceras municipales bajo la inmediata dirección del
Inspector Provincial y cuando las relaciones con los maestros
hombres les permitían su asistencia a estos eventos. Dirección
y supervisión del gobierno departamental que se materializaba
en que eran los Inspectores Provinciales quienes ijaban
aquellos temas prácticos para los Liceos Pedagógicos, y los

43 Ver imagen 1, numeral 11.


44 Nepomuceno Jiménez, Informe del Director General de Instrucción Pública del
Departamento de Antioquia (Medellín: Imprenta Departamental de Antioquia, 1911),
6.

116 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

maestros debían responder por escrito mensualmente las


respuestas a las cuestiones planteadas45 y las mejores o más
importantes respuestas, a juicio de la Dirección General de
Instrucción Pública, eran publicadas en el periódico del ramo.

Ahora bien, regresando al primer cuarto del siglo XX,


lo que parecía cierto era que sin las maestras en los Liceos
Pedagógicos, instituciones donde se discutía la situación del
sistema instruccionista, éstos perdían “casi totalmente su
importancia pues la idea que inspiraba esos centros era el
adelanto de todos los Maestros en la ciencia y en el arte de
la educación”46. Y esto sucedía a pesar de que los maestros
formaban tan sólo la cuarta parte del personal docente. Pero lo
peor estaba en que la exclusión femenina se había producido,
como ya se ha dicho, por una normativa oicial. De allí que,
ante esta paradójica realidad, la Dirección de Instrucción
Pública se preguntara:

¿Será que sólo los hombres tienen derecho a estudiar?


¿Será que las maestras son indignas de formar parte de una
sociedad de estudios pedagógicos, o que los Maestros son
indignos de que las Maestras les hagan participantes de sus
conocimientos?
¿Será que, tal vez, esa institución se ha considerado
sospechosa, como todo lo que huele a progreso pedagógico, y
se le quiso dar un golpe de muerte disimulado?47

Finalmente, como solución a esta situación


discriminadora y para evitar la “ruina completa de los Liceos
Pedagógicos”48, y de acuerdo con los Inspectores, la Dirección
de Instrucción Pública dispuso que se llamara nuevamente a
las Maestras. Y, en abierto contraste con lo sucedido, algunos
sectores recomendaron, en 1918, que debían tomarse en cuenta
a las mujeres para dirigir los Liceos Pedagógicos debido a que
los maestros.

45 Pedro Betancourt, “Artículo Nº 25 de la Ordenanza Nº 30 de 1913”, en: Instrucción


Pública Antioqueña (Imprenta Departamental de Antioquia Nº 51, 1914), 283.
46 Pedro Betancourt, Informe que el Director General…IX.
47 Pedro Betancourt, Informe que el Director General…X.
48 Pedro Betancourt, Informe que el Director General…X.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 117


Carlos Arturo Ospina Cruz

[…] como se juzgan superiores a las maestras, únicamente


por el hecho de ser hombres, aunque en nosotros es un hecho
que éstas les llevan ventaja, la generalidad de aquellos
son incapaces de usar la cultura y la cortesía a que están
obligados; […] Fuimos partidarios decididos de que los
Liceos estuvieran formados por maestros y maestras, porque
partíamos del supuesto de la cultura, de la ineza de maneras,
de la educación de los encargados de educar a la niñez. Una
observación minuciosa nos ha llevado a pensar, que lo mejor
que se podría hacer para que no se perdiera por completo
la institución, sería tomar un pequeño núcleo de maestras
inteligentes y estudiosas, y formar con ellas los liceos.49

Mientras tanto, y solucionada esta problemática de


exclusión de género, una de las inquietudes gubernamentales
sobre los maestros seguía residiendo en el hecho de que
se pensaba que en su labor respondían a un “empirismo
desastroso”. Y la esperanza de cambiar esta situación estaba
puesta en los Liceos Pedagógicos, enaltecidos hasta el punto
de ser vistos como instituciones cientíicas “que en buena
hora se establecieron en nuestro Departamento”50, y a los que
se les adjudicaba el hecho de que estaban “acabando con el
rutinarismo (sic), sistema que no se pudo desterrar ni aún en
regímenes lorecientes de días pasados en que se estilaban
métodos fechados muy recientemente”51. No obstante lo
reciente de la práctica, el optimismo llevaba a plantear que
con la reciente implementación de las discusiones en los Liceos
Pedagógicos

[…] más de un setenta por ciento de nuestros institutores


suministran hoy a sus discípulos una educación integral,
encaminada a desarrollar todas sus facultades físicas,
intelectuales y morales; usan sistemas disciplinarios
verdaderamente pedagógicos dando a la educación la
lexibilidad y blandura que son compatibles con las especiales
condiciones de nuestro carácter.52

49 Aspectos históricos de la educación en Antioquia. El fomento de la instrucción


pública en el contexto de una sociedad católica y disciplinaria. (Medellín: Seduca,
Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe y Comfenalco (Ed.), 1997).
50 Emilio Restrepo, Informe del Director General de Instrucción Pública al Sr.
Gobernador del Departamento con motivo de las sesiones ordinarias de la Asamblea
Departamental en 1917 (Medellín: Asamblea Departamental de Antioquia, 1917), 18.
51 Emilio Restrepo, Informe del Director General…
52 Emilio Restrepo, Informe del Director General…

118 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

Con esta inalidad, los Liceos Pedagógicos seguían


funcionando con cierta regularidad en casi todos los municipios
del departamento, y eran vistos como eventos importantes
que también estaban ayudando a la reforma al tiempo que se
superaba la rutina y el empirismo53. Esto con el propósito de
que quienes tuvieran experiencias importantes, en el sentido
de lo que la reforma instruccionista pretendía, pudieran
compartir con sus compañeros de ejercicio docente.

Como Ud. lo verá, Sr. Gobernador, por los informes de los Sres.
Inspectores en casi todas las poblaciones del Departamento
los maestros urbanos y rurales se han congregado una vez
por mes a presenciar clases modelos, dictar conferencias
sobre puntos pedagógicos, cambiar ideas sobre metodología,
organización de las Escuelas, Pensum, etc.54

Como era previsible, la Dirección de Instrucción Pública


encontraba en este tipo de actividades, la posibilidad concreta
de lograr que los maestros uniicaran sus prácticas en torno a
la senda instruccionista pensada con la Ley 39 de 1903. Y así
ocurría, tomando como insumo, tanto los problemas locativos
como los haberes tradicionales de la práctica instruccionista
en la región. Para el caso, el Liceo Pedagógico de Medellín fue
tomado como ejemplo, porque

[…] celebró una bella sesión extraordinaria en el mes de


Octubre para conmemorar la Fiesta de la Raza. A ella asistió
el R.P. español De Santiago, apóstol de la instrucción Pública
en Urabá, quien pronunció una vibrante alocución alusiva a
la fecha. Varios maestros y maestras leyeron composiciones
de mérito en prosa y verso55.

Nótese como es resaltada por la Dirección de Instrucción


Pública la presencia de la Iglesia católica, haciendo énfasis
en la importancia de los procesos catequizadores instaurados
a partir de la llamada Conquista y Colonia, remarcadas

53 Antonio Hoyos, Informe del Director General de Instrucción Pública presentado


al Sr. Gobernador del Departamento con motivo de la reunión constitucional de la
Asamblea Departamental de 1921 (Medellín: Imprenta oicial, 1921), 7.
54 Antonio Hoyos, Informe del Director General…11.
55 Antonio Hoyos, Informe del Director General…

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 119


Carlos Arturo Ospina Cruz

con ánimo inspirador de patria en los libros de texto con los


que eran formados los niños antioqueños. De otro lado, la
presencia ahora nuevamente permitida de las mujeres en estos
encuentros era discretamente visibilizada con la anotación
respecto a su participación con “composiciones de mérito en
prosa y verso”.

Por cierto, en forma continua y en diversos informes se


recalcaba la llegada a la Dirección de Educación Pública de las
actas que conirmaban la realización de los Liceos Pedagógicos
en las cabeceras municipales, tales como “los municipios de
la Provincia escolar de Santa Rosa y algunos del Centro”,
“Carolina, Gómez Plata y Sonsón”56. De dichas actas, se
interpretaba por la dirigencia antioqueña el entusiasmo que
existía entre sus miembros por dar a sus liceos el carácter
ameno, “a la vez que cientíico y serio que requieren”57.
“Trabajaron con verdadera decisión y los resultados fueron
muy buenos para los maestros que los formaron y para las
escuelas que regentan”58.

En esencia, el impulso a la realización de los Liceos


Pedagógicos más allá del primer cuarto de siglo, obedecía a
la necesidad de poner en discusión tanto los presupuestos
reformistas de 1903, como los ideales escolanovistas59 entre

56 Informes de los Directores de Educación Pública en 1928. Educación Pública


Antioqueña (Medellín: Dirección de Instrucción Pública de Antioquia, 1928), 420.
57 Informes de los Directores de Educación Pública en 1928...
58 Informes de los Directores de Educación Pública en 1928…
59 Los postulados sobre los cuales se establece la Escuela Nueva en nuestro
país tienen una estrecha relación con el devenir histórico de la burguesía, la
industrialización y los nacientes Estados Nacionales en el continente americano.
Estos postulados resumen en buena parte este modelo socio-pedagógico en el lema
de una educación laica, gratuita, única y obligatoria. Laica, en tanto se propende por
una formación moral laica apartada de lo religioso y con orientación estatal. La lucha
por el poder estatal con el sector religioso se encontraba en todo su fragor. Gratuita,
porque el Estado es llamado a garantizar la educación mínima a la mayoría de la
población. Una educación, que si bien no tiene costo aparente para el educando, sí
reporta dividendos al Estado por los logros en la instalación primaria de principios
en los ciudadanos. Única, si como ya lo hemos visto, debe quedar bajo la orientación
hegemónica del Estado, intento que ya se había reforzado con la promulgación de la
Ley 39 de 1903. Una sola perspectiva permitiría un control centralizado y mensurable.
Finalmente, obligatoria, porque se convierte en el requisito indispensable para la
formación ciudadana que precisaba ser alcanzada por todos los miembros de la

120 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


De maestras, señoritas y otras pericias pedagógicas. Las mujeres...

los institutores. De ahí que la realización de los Liceos se


convirtiera en una especie de validación entre el cuerpo
docente de las diversas ideas transformadoras impulsadas
por la dirección departamental. En estas circunstancias, el
empuje y los ideales transformadores encontraron alguna
fuerza inicial relativa; relativa, en tanto se discutían entre
los maestros y era escasa la participación de las mujeres; otra
situación era la aplicación que podía llevarse a cabo de ese
cúmulo de ideas a la cotidianidad de las maltrechas escuelas
antioqueñas.

5. Conclusiones

Paradójicamente –aunque efectivamente– las mujeres hacían


parte de las tres cuartas partes del gremio magisterial que se
desempeñaba en las zonas rurales y urbanas de Antioquia, su
voz en las discusiones sobre lo educativo, no era precisamente
la que mayor fuerza tuviera. Y tal vez, esta situación tenía
alguna explicación en que desde el siglo XIX las mujeres
llegaban a ejercer como maestras, no por efecto único de su
formación normalista, sino también por la pertenencia a
algunas familias reconocidas para entonces como prestantes
en la sociedad antioqueña. Pertenencia que aseguraba buenos
modales, discreción y idelidad a los principios de la religión
católica. En tal sentido, las prácticas que desarrollaban estas
“señoritas”, como para entonces eran llamadas, no parecían
alcanzar para darles el status de interlocutoras válidas en
las discusiones sobre situaciones alternativas para el acto
educativo.

Corroborando lo anterior, es importante anotar


que hacia el primer cuarto del siglo XX, no son muchas
las evidencias escritas que permitan ver a las maestras
antioqueñas discutiendo sobre lo educativo60, mucho menos

sociedad. Claro que, siguiendo a Camelo (1999, p. 30) estas características no eran
propiamente originales del movimiento escolanovista porque ya desde 1870 había
existido en el país una tendencia liberal radical que propugnaba desde 1849 y en
la que, inalmente, logró establecerse con la asesoría de una misión de pedagogos
alemanes la educación pública, laica, obligatoria, gratuita y basada en la separación
entre la Iglesia y el Estado, en la difusión de la ciencia y en la libertad de cátedra.
60 Excepciones honrosas fueron las voces de María Rojas Tejada de Tronchi y

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126 121


Carlos Arturo Ospina Cruz

ejerciendo cargos directivos en el sector instruccionista más


allá del de directoras de escuela que, como ya se ha dicho,
terminarían funcionando como protagonistas instrumentales,
mas no como sujetos pensantes acerca del campo en el que se
desempeñaban.

Para inalizar, se puede decir que el iltro controlador


que incide directamente sobre las condiciones en las que
sucede la apropiación de la reforma instruccionista de 1903 en
Antioquia, es la que llamaremos genéricamente como la cultura
pedagógica tradicional dominante, centrada en criterios
clericales salvacionistas y unas formas de asumir el papel
formador de la mujer. Una rejilla constituida básicamente
por la tradición religiosa antioqueña que ha permeado las
concepciones de familia, de trabajo, de hombre y de mujer.
Concepciones que han venido determinando las funciones
sociales de hombres y mujeres, y el papel catequizador de
la familia y de la escuela como centro de reairmación de
los procesos catequizadores. Tal vez, por eso se entienda
que, a pesar de vivirse un ambiente de cambio en el sistema
instruccionista, la imagen con la que cargaban las mujeres,
para esos momentos, era la de ser madres moralizadas y
moralizantes, protectoras y catequizadoras, pero no poseedoras
de un discurso que se planteara en el contexto de la reforma y
tampoco eran bien vistas unas vírgenes argumentativamente
armadas y proponentes de procesos instruccionistas.

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Citar este artículo:


Carlos Arturo Ospina Cruz, “De maestras, señoritas y otras
peripecias pedagógicas. Las mujeres en la historia de la
educación en Antioquia 1903-1930”, Historia y Memoria N°10
(enero-junio, 2015), 97-126.

126 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 97-126


Zona Libre
Las dos proclamas de Francisco Xavier
Mina: de héroes y villanos*

Antonio E. de Pedro1
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

Recepción: 09/06/2014
Evaluación: 04/08/2014
Aceptación: 27/10/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El presente texto relexiona sobre algunos aspectos


relacionados con la publicación de las dos proclamas políticas
por parte del militar español Francisco Xavier Mina en su
incorporación al movimiento insurgente mexicano. Destaca
la coniguración de un ideal histórico liberal internacionalista
que convierte la independencia de las naciones americanas en
un proceso de ampliación del propio ideario liberal español;
y la construcción de un nuevo marco de relaciones entre la
metrópoli colonial y sus antiguas colonias americanas. Para
ello, hemos procedido al análisis de las dos proclamas, usando
ciertos referentes procedentes del Análisis del Discurso y la
Teoría de la Interpretación defendidos por el ilósofo francés
Paul Ricoeur.

Palabras clave: Francisco Xavier Mina, Independencia de


Nueva España, liberalismo español.

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: Discursos


políticos de criollos ilustrados en las independencias americanas, inanciado por
la Dirección de Investigaciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia, año 2012-2013.
1 Doctor en Historia. Docente de planta Doctorado en Historia y Escuela de
Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Grupo de
investigación: La Ilustración en la América Colonial ILAC. Líneas de investigación:
cientíicos criollos e ilustración. labra1957@gmail.com

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 129


Antonio E. de Pedro Robles

Two Proclamations by Francisco Xavier Mina:


on Heroes and Villains

The following article is a relection about certain aspects


related to the publication of two political proclamations made
by the Spanish military oficer Francisco Xavier Mina, during
his incorporation into the Mexican insurgent movement.
This study highlights the coniguration of an internationalist
liberal historical ideal that turns the independence of
American nations into an expansion process of Spain´s
own liberal ideology; as well as the construction of a new
framework of relations between the mother country and the
former American colonies. The two proclamations have been
analyzed by means of certain models taken from discourse
analysis and the theory of interpretation, defended by French
philosopher Paul Ricoeur.

Keywords: Francisco Xavier Mina, independence of New


Spain, Spanish liberalism.

Les deux proclamations de Francisco Xavier Mina:


de héros et méchants

Résumé

Ce texte étudie quelques aspects dela publication des deux


manifestes politiques du militaire espagnol Francisco Xavier
Mina au moment de son incorporation au mouvement insurgé
mexicain. Il souligne la conformation d’un idéal historique
libéral internationaliste qui transforme l’indépendance des
nations américaines en un processus d’élargissement de
l’ensemble des idées des libéraux espagnols. Il s’intéresse
également à la construction de nouvelles relations entre la
métropole et ses anciennes colonies américaines. Pour cela,
nous avons utilisé certaines notions de l’analyse du discours
et de la théorie de l’interprétation prônés par le philosophe
français Paul Ricoeur.

Mots-clés: Francisco Xavier Mina, Indépendance de la


Nouvelle Espagne, libéralisme espagnol.

130 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

1. Las proclamas políticas de Galveston y Soto la Marina

El 21 de abril de 1817 desembarcó en la población del norte


novohispano, Soto la Marina, procedente de Galveston, actual
estado de Texas, el militar español Francisco Xavier Mina2.
Éste había viajado desde Inglaterra, lugar en el que se había
exiliado previamente tras haber sufrido persecución por parte
de la restaurada política absolutista del rey Fernando VII. El
viaje hasta Estados Unidos lo realizó en compañía del fraile
y político mexicano Fray Servando Teresa de Mier3, quien lo
había convencido de participar en una expedición de apoyo
a las fuerzas insurgentes mexicanas que luchaban contra la
monarquía española:

La inalidad de esa Expedición consistía en proporcionar al


general Morelos y al Congreso mexicano un selecto cuadro
de jefes y mandos, capaces de encuadrar a los insurgentes
mexicanos y hacer posible la derrota del absolutismo
fernandino, en América y en España. En Londres tuvo
la suerte de entrevistarse con el general estadounidense
Winleld Scott, el héroe de la guerra anglo-americana, amigo
de Lord Holand.4

Mina había conocido al criollo mexicano en el círculo de


exiliados americanos en la ciudad de Londres, entre los que

2 Su verdadero nombre era Martín Xavier, pero terminó adoptando el nombre de


Francisco como alias. Había nacido en la población navarra de Otano el 1 de julio
de 1789. Murió fusilado el 11 de noviembre de 1817 en Cerro del Borrego, lugar
cercano a Pénjamo (Guanajuato). El historiador Manuel Ortuño ha sostenido que
Mina desembarcó no el 15 sino el 21 de abril (“Xavier Mina, lazo de unión entre
América y España. Con ocasión del Bicentenario de las “independencias” (Hispania
Nova. Revista de Historia Contemporánea. N°8, 2008, pp. 94- 102). http://hispanianova.
rediris.es/ (18 septiembre 2012)
3 Sobre la estancia de Mina en Estados Unidos y los preparativos de la expedición,
así como la acciones acometidas por el embajador español en ese país, Luis de Onís,
con respecto a tratar de detener la expedición de Mina y Mier, véase el trabajo de
Manuel Ortuño, ya antes mencionado, Xavier Mina en los Estados Unidos (1816) (en
él se hace alusión a otros trabajos previos sobre el tema); y el trabajo más reciente
del historiador Juan Ramón de Andrés, “Informes realistas sobre el asentamiento de
Javier Mina en Galveston (Texas) durante 1816 y 1817”. Argumentos Vol. 20, N° 055.
(septiembre-diciembre); 157- 181.
4 Manuel Ortuño, “Xavier Mina en los Estados Unidos (1816)” http://dspace.uah.es/
dspace/bitstream/handle/10017/5034/Xavier%20Mina%20en%20los%20Estados%20
Unidos%2c%201816.pdf?sequence=1 (19 septiembre 2014): 184.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 131


Antonio E. de Pedro Robles

también se encontraban los venezolanos Andrés Bello y el


médico Manuel Palacio Fajardo; los hermanos novohispanos
Fagoaga, José y Francisco, además de un primo suyo llamado
Wenceslao de Villaurrutia; todos ellos eran muy cercanos al
círculo del venezolano Francisco de Miranda, quien mantenía
frecuentes contactos con Lord Holand5.

Al poco de arribar a las costas del Nuevo Santander, hoy


Estado de Tamaulipas, Mina lanzó una proclama política en
la que justiica las razones que lo motivaban a luchar bajo
la bandera de los ideales independentistas novohispanos6.
La Proclama de Soto la Marina, como es conocida por la
historiografía, fue publicada y irmada el 25 de abril y rubricada
un día después por el jefe de su Estado Mayor, el coronel
español Noboa. El texto se reprodujo inmediatamente en el
Boletín N°1 de La División Ausiliar de la República Mexicana,
periódico que Mina creó tras su desembarco, y, a cuyo frente,
ubicó el cubano Joaquín Infante, quien se había embarcado
en la expedición en los Estados Unidos7. Posteriormente, la

5 Véase: Guadalupe Jiménez, La Gran Bretaña y la Independencia de México


(1808-1821) (México: FCE, 1991). También, Lucas Alamán, “Biografía de D. Francisco
Fagoaga”, en: Rafael Aguayo (Comp.) Documentos diversos (Inéditos y muy raros)
(México: JUS, 1946).
6 Francisco Xavier Mina, “Proclama de Francisco Xavier Mina en la que informa
sobre sus antecedentes revolucionarios, sus ideas políticas y los propósitos de su
expedición al desembarcar en el Nuevo Santander”. Soto la Marina, 25 de abril de
1817.
7 Joaquín Infante había nacido en Bayamo, en enero de 1775. Ha sido considerado
como uno de los primeros precursores de la independencia de su país, siendo el
redactor de un proyecto de Constitución, escrito e impreso en Venezuela, país en el que
se exilió. En el año de 1816, estando en Estados Unidos, contactó con Mina por medio
de los venezolanos Juan Germán Roscio, Mariano Montilla y José Rafael Revenga.
Y pasó a formar parte de la expedición como auditor de guerra. Ya en México, fue
detenido y encarcelado en San Juan de Ulúa. Posteriormente, fue trasladado a una
cárcel en La Habana; más tarde a la prisión de la Carraca en Cádiz; y, por último, a
la cárcel de Ceuta, en territorio africano. Tras el alzamiento de Rafael Riego, salió de
prisión con la amnistía de 1821. En el año de 1825 regresó a Cuba, pero nuevamente
tuvo que exiliarse tras el restablecimiento del régimen absolutista de Fernando VII,
pasando, esta vez, a Cartagena de Indias. Se desconoce el lugar y la fecha de su
muerte. El periódico creado por Mina, tenía la intención de convertirse en órgano de
difusión de sus actividades militares en México; en línea con el creciente papel que
la prensa y las ediciones impresas jugaron en la guerra de independencia de ese país
En relación con el papel jugado por la prensa en la independencia mexicana, Véase:
Iñigo Fernández Fernández, “Un recorrido por la historia de la prensa en México. De
sus orígenes al año 1857”, en: Documentación de las Ciencias de la Información, año
2010, Vol., 33, pp. 69-89; en particular consúltese las pp. 76-78.

132 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

Junta Rebelde de Jaujilla, en su número del boletín de julio


de 1817, insertó nuevamente el texto, logrando una mayor
difusión.

Se ha destacado, que esta proclama es, en gran parte,


copia de una anterior redactada por el mismo Mina durante
su estancia en Galveston8. Ésta, la “Proclama de Galveston”, ha
sido considerada por Manuel Ortuño, como una proclama en
la que Mina ya había madurado políticamente:

[…] desde el punto de vista ideológico, había madurado la


postura de Xavier Mina, que se sentía mucho más seguro
de sus planteamientos y objetivos. La formación que había
recibido en Londres, gracias sobre todo a Flórez Estrada y
Palacio Fajardo, y la constante presencia llena de estímulos
intelectuales de Fray Servando, con quien había viajado
a Nueva York y otras ciudades, le llevó a redactar una
“Proclama”, elemento político fundamental de cara al inicio
de la gran aventura.9

También señala cómo en dicha proclama se puede


observar las inluencias del insurgente venezolano Pedro
Gual Escandón, igura muy cercana a Francisco de Miranda
y luego a Simón Bolívar quien vivía exiliado en Galveston10 y
con el que Mina entró en contacto, convirtiéndose en un apoyo
fundamental de los planes expedicionarios del español:

Promovida por Gual, se orquestó una campaña de publicidad


en tomo a la Expedición y así se puede recoger la primera
noticia de la llegada de Mina a Estados Unidos, publicada
por el diario American de Baltimore, el 17 de julio de 1816.
Esta campaña fue simultánea con la frenética actividad de
Mina y Mier, que escribieron cartas y se comunicaron con
decenas de personas, en Estados Unidos, Nueva España e
incluso Haití.11

8 Véase: Manuel Ortuño, Xavier Mina; guerrillero liberal insurgente. Ensayo


biobibliográico (Pamplona: Universidad de Navarra, 2000).
9 Manuel Ortuño, Xavier Mina en los Estados Unidos… 198.
10 Pedro José Ramón Gual Escandón (Caracas, 1783-Guayaquil, 1862). Fue
abogado, periodista y político. Contribuyó en el desarrollo de la política exterior de la
Gran Colombia y de Venezuela. De esta última, estuvo encargado de su presidencia
en tres ocasiones. El mismo Fray Servando Teresa de Mier hizo alusión a estas
inluencias en sus Cartas, así como él mismo también contribuyó en el texto.
11 Manuel Ortuño, Xavier Mina en los Estados Unidos…186.

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Antonio E. de Pedro Robles

Asimismo, Ortuño señala que los apoyos para Mina y


Fray Servando fueron numerosos en los Estados Unidos,
en particular entre los exiliados americanos y un grupo de
comerciantes de Baltimore, quienes le proporcionaron “el
vapor Calypso con armas, municiones, mercancías y 110.000
dólares”.

En ambas proclamas, la de Galveston y la de Soto la


Marina, Francisco Xavier Mina comienza por expresar las
razones personales que le han llevado a tomar su decisión
de incorporarse a la causa independentista americana. En
tono autobiográico, va construyendo un relato en el que
su trayectoria personal se referencia como un sacriicio de
servicio a la patria española, mostrándose como ejemplo del
“pueblo oprimido español”, bajo las pretensiones anexionistas
napoleónicas: “Yo me hallaba estudiando en la Universidad
de Zaragoza cuando los desórdenes de la Corte de España y la
ambición de Napoleón, redujeron a los españoles a ser presa
de una nación extraña o a sacriicarse a la defensa de sus
derechos”12. Así, la adversidad histórica determinó su futuro;
y, a partir de entonces, “Yo me sentí, como otros animado de
este santo fuego y me dedique a la destrucción del enemigo”13.

El relato de Mina no está exento de proyectarse desde


la imagen de una heroicidad romántica. En ese sentido,
el modelo escogido hunde sus raíces en la vieja tradición
humanística española del siglo XVI, que ahora, nuevamente
revalorizada tras el advenimiento del romanticismo del siglo
XIX, se hace presente como señas de identidad del proceder
heroico liberal14. En el entorno del llamado por Jorge Vilches,
primer liberalismo español, que tiene como referentes políticos
e institucionales la Constitución surgida de las Cortes de
Cádiz de 1812, se veía en el sacriicio personal la base para

12 Francisco Mina, Proclama de Galveston, febrero 22, 1817.


13 Francisco Mina, Proclama de…
14 Jorge Vilches: “1808: el patriotismo liberal”, La Ilustración Liberal. Revista
española y americana. N° 35, (primavera, 2008). http://www.ilustracionliberal.
com/35/1808-el-patriotismo-liberal-espanol-jorge-vilches.html (17 de agosto de 2012).

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Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

la consecución de objetivos colectivos15. Un sacriicio que sólo


era posible desde la proclamación de las virtudes cívicas que
todo ciudadano debía encarnar en su trayectoria personal y
ciudadana:

El patriotismo liberal era, por tanto, la búsqueda de la


libertad para la patria fundándola en la virtud cívica. En
el caso de la Guerra de 1808, la libertad de la nación para
decidir su forma de gobierno, su dinastía y sus leyes, iba
ligada a la independencia. Los valores morales de la virtud
cívica se ligaron, lógicamente, a las cualidades precisas para
el enfrentamiento bélico contra el invasor y que, de forma
propagandística, constituían un elemento identitario y
motivador, como la entrega, el sacriicio, el honor, la valentía,
o la solidaridad.16

Como se observa, este liberalismo doceañista estaba


necesitado, a su vez, de desarrollar una “nueva lectura” de
la historia de España, que, sin duda, debía abarcar la propia
historia imperial de la que América era parte fundamental.
Esa nueva historia patria e imperial estaba interpretada
para Mina, quien había evolucionado desde este Doceañismo
a posiciones más extremistas, desde dos conceptos rectores:
la historia del pueblo español había estado determinada por
una búsqueda denodada por la libertad, emprendida ya desde
tiempos de los Reyes Católicos; y, esa lucha se hacía ahora
extensible a cualquier forma de opresión y tiranía que se
diese en cualquier parte del Imperio, por lo que los liberales
españoles estaban obligados a acudir en su apoyo y participar
en la guerra si era preciso. Es decir, esa “nueva historia
patria e imperial”, quedaba justiicada desde el sacriicio y la
inmolación, si fuese preciso, de la igura del prohombre, del
defensor y salvador de la Patria: el héroe.

Pero en esa lectura liberal de la historia española, no se


construyen héroes sin existir antagonistas: los villanos. En ese
sentido, estamos ante una lectura de la Historia construida

15 Jorge Vilches, “1808: el patriotismo liberal”…


16 Jorge Vilches, “Nación, libertad, revolución. El Patriotismo liberal. Entre el dos
de mayo y la reunión de Cortes”, Cuadernos de Ilustración y Romanticismo. 2007, N°
15 (Miscelánea), 195.

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Antonio E. de Pedro Robles

en base a antagonismos, que van a encarnar iguras públicas


y políticas con nombres y apellidos; empezando por la igura
del monarca Fernando VII. Además, esta lectura antagonista
necesita de un tono épico, a veces exaltado, y no exento
de emotividad; como fuerzas dinamizadoras de la acción
histórica. En este caso, el derrocamiento del antiguo régimen,
encarnado en la igura del villano Fernando VII, protagonista
indiscutible de este “drama histórico”:

Nada le debíamos (se reiere a Fernando VII). La generosidad


nacional lo había librado de la tiranía doméstica. La
generosidad nacional lo había llamado gratuitamente al
trono, de donde su debilidad y la mala administración de su
padre lo habían derribado […] Las ruinas de que por todas
partes estaba cubierto el camino debieron manifestarle sus
deudas y las obligaciones en que estaba hacia los que lo habían
salvado. ¿Podía creerse que el decreto dado en Valencia a 4
de mayo de 1814, fuese indicio del tratamiento que el ingrato
preparaba a la nación entera? Las Cortes, esa antigua égida
de la libertad española y a la que en nuestra orfandad debió
la Nación su dignidad y honor, las Cortes, que acababan de
triunfar de un enemigo colosal, se vieron disueltas en sus
miembros huyendo en todas direcciones de la persecución de
los aduladores y serviles. […] La Constitución fue abolida y
el mismo a quien España había rescatado con ríos de sangre
y con inmensos sacriicios, la hizo recaer bajo la tiranía y el
fanatismo de que la había sacado los españoles ilustrados.17

En ese esquema histórico, América no es vista como una


“comparsa”, ni como un lastre del que había que deshacerse,
como llegó a proponer al rey en 1813 el ilustrado liberal vasco
Valentín de Foronda18. Por el contrario, Mina da un salto
cualitativo en el desarrollo del liberalismo español heredero
del Doceañismo. En su argumentación convierte al escenario
americano en la oportunidad histórica que tiene España para
poder vencer y acabar con la tiranía. Pero además, la América
Hispana es el nudo gordiano que desanudado permitirá
alcanzar el cenit histórico de la libertad ansiada:

17 Francisco Mina, Proclama de…


18 Valentín de Foronda (1751-1821), en Carta sobre lo que debe hacer un Príncipe
que tenga colonias a gran distancia, publicada en 1813, solicitaba a la Monarquía
hispana que debía deshacerse del “lastre americano”.

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Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

[…] como si la causa que defendían los americanos fuese


distinta de la que había exaltado la gloria del pueblo español;
como si mis principios se asemejaran a los serviles y egoístas
que, para oprobio nuestro, manda a pillar y desolar la
América; como si fuese nulo el derecho que tiene el oprimido
para resistir al opresor, y como si estuviese calculado para
verdugo de un pueblo inocente quien sentía todo el peso de
las cadenas que abruman a mis conciudadanos.19

Acorde con los principios liberales, la búsqueda de la


libertad es una búsqueda que no puede ser negada a ningún
pueblo que se sienta oprimido. Mina justiica la lucha por el
derrocamiento del rey tirano desde su incorporación a la lucha
de la independencia americana, como la conducta que todo
liberal debía asumir desde un compromiso internacionalista,
yendo a donde sus esfuerzos “pudieran ser más benéicos a
mi patria oprimida y más fatales a su tirano”.20 Mina en sus
dos proclamas, cumbres de su pensamiento político a la vez
rupturista y evolucionado del pensamiento liberal español,
invierte las tornas de lo que se entendía en los círculos liberales
españoles como “el problema americano”. Para Mina, América
ha dejado de ser “ese problema”;21 se ha convertido ya en una
solución; en un bien para España.

2. Una América independiente es un bien para España

La escogencia de la Nueva España como el territorio donde


debía emprender su lucha americana, no fue una cuestión
tomada al azar. Sin duda, los contactos con los novohispanos
residentes en Londres, particularmente con Fray Servando,
tuvieron mucho que ver en esa decisión. Pero no menos el
hecho, de que el virreinato novohispano era el territorio de
ultramar más importante para el sustento de la monarquía
imperial española:

19 Francisco Mina, Proclama de…


20 Francisco Mina, Proclama de…
21 Tanto Blanco White como Flórez Estrada no compartían esta visión
problematizada; aunque sus planteamientos sobre América y su destino independiente
nunca alcanzaron las posiciones del militar navarro.

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Antonio E. de Pedro Robles

Ellos dicen (se reiere al propio rey y sus partidarios) que la


España no puede existir sin nuestras Américas. Claro está
que por España entienden estos señores el corto número de
sus personas, parientes y allegados. Porque, emancipada
la América no habrá más gracias exclusivas, ni ventas de
gobiernos, intendencias y demás empleos de Indias para
sus criaturas. Porque, abiertos los puertos americanos a las
naciones extranjeras, el comercio español pasará a una clase
más numerosa e ilustrada. Porque, en in, libre la América,
revivirá indubitablemente la industria nacional, sacriicada
en el día a los intereses rastreros de unos pocos hombres.22

En la “Proclama de Soto la Marina”, Mina cambió los


términos de “nuestras Américas”, por el de “la América”, sin
duda buscando alejarse de un referente colonialista que era ya
profundamente cuestionado. Además, en ese mismo párrafo,
Mina asumió las principales reivindicaciones americanas
como motivos justos para alcanzar la independencia: acabar
con los abusos del mal gobierno; impedir la corrupción que se
propiciaba por la venta de cargos administrativos; la constante
marginalidad de los americanos frente a los peninsulares en
la ocupación de la administración americana; y la necesidad
de implementar un libre comercio de América con el resto
del mundo sin las restricciones impuestas por la metrópoli.
El futuro visionado por Mina para España, en sus relaciones
políticas, económicas o culturales con respecto a América, pasaba,
irremediablemente, por una América emancipada. Y si bien,
el peso histórico permitiría el asentamiento de unos lazos
difíciles de romper culturalmente, ello sólo sería posible
bajo los ideales del internacionalismo liberal que estaba por
encima de las coyunturas particulares de los individuos y de
los pueblos:

Si bajo este punto de vista, la emancipación de los americanos


es útil y conveniente a la mayoría del pueblo español,
lo es mucho más por su tendencia infalible a establecer
deinitivamente gobiernos liberales en toda la extensión de la
antigua monarquía. […] Para esa empresa es indispensable
que todos los pueblos donde se habla el castellano aprendan a
ser libres, a conocer y practicar sus derechos. En el momento
en que una sola sección de la América haya aianzado su

22 Francisco Mina, Proclama de…Entre paréntesis nuestro.

138 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

independencia, podemos lisonjearnos de que los principios


liberales, tarde o temprano, extenderán sus beneicios al
resto.23

El aianzamiento de la guerra de independencia en


América había llevado a convencer a gran parte de los liberales
españoles, de que la ruptura con la monarquía española era ya
un hecho que parecía irremediable. Desde su exilio voluntario
en la capital inglesa, el gaditano José María Blanco White
(estaba en Londres desde 1810), con el que Mina mantuvo
contactos, ya había señalado, en pleno proceso constituyente
de las Cortes de Cádiz de 1812, que éstas no estaban haciendo
lo suiciente para impedir la insurrección de América. Blanco
insistía, una y otra vez a medida que avanzaba el conlicto,
de que el escenario futuro entre España y América debía
proyectarse bajo términos de estricta y absoluta igualdad.
Inicialmente, propuso un nuevo marco de asociación que Juan
Goytisolo ha deinido como “asimilacionista”24. Mientras que
Rafael Herrera ha sostenido que Blanco vislumbraba ya una
América transformada en una “nueva Europa”, y que era
muy optimista, cuando no ingenuo, al pensar que aquellos
descendientes europeos “nunca darían la espalda a la suerte
de sus hermanos” enfrascados en una guerra contra Francia25:

Los Españoles de América necesitan nuestros consejos, hijos


de una amarga experiencia. Es justo que les pintemos lo que
sufrimos (se reiere a la lucha española frente a la invasión
napoleónica), es justo que conozcan á los malvados astutos,
que después de haberse cebado en la sangre de sus hermanos
de España, están queriendo engañar a los del Nuevo Mundo
para disfrutar exclusivamente de sus riquezas. Los mares no
los ponen a cubierto de la intriga francesa, y aun cuando no
puedan intentar allí una conquista, intentarán que prenda
el fuego de la discordia en las vastas regiones a donde no
alcanzan sus armas.26

23 Francisco Mina, Proclama de…


24 Juan Goytisolo, José María Blanco White, Obra inglesa, (Buenos Aires: edición
de Juan Goytisolo, 1972). La posición “asimilacionista” era tanto contraria al vasallaje
como a la independencia.
25 Rafael Herrera, “Blanco White y América. La escisión del mundo hispánico”,
Scienza & Política Vol. 22, N° 43 (2010); 28.
26 Referido en: Juan Goytisolo, José María Blanco White…85.

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Antonio E. de Pedro Robles

Mucho se ha destacado por la historiografía española y


americana, sobre las inluencias de Blanco en el pensamiento
de Francisco Mina. A mi modo de ver, y ciñéndome
estrictamente a los textos de las proclamas, esa inluencia ya
se había mitigado, cuando no, evolucionado. Es cierto que los
tiempos de Mina en América ya no eran los mismos que los
momentos históricos planteados por Blanco desde Londres.
La insurrección lejos de mitigarse, se aceleró, y liberales
como Mina participaban activamente de dicho proceso. Ya
no eran los tiempos que pedían la vuelta del “Deseado” rey
Fernando VII, de la lucha contra la invasión napoleónica; eran
los tiempos de la traición fernandina a la Constitución y la
restauración del régimen absolutista.

En ese nuevo marco histórico –también Mina había sido


protagonista del anterior acontecer histórico y eso lo deja bien
patente en sus proclamas reclamando por ello una legitimidad
personal e histórica a sus nuevas luchas– el militar navarro, si
alguna vez estuvo especialmente comprometido con las ideas
del pensador andaluz, éstas ya no le eran útiles para explicar
lo que estaba ocurriendo en América. Para él, cualquier pacto
que se diese tenía que pasar por el derrocamiento del rey y
marcar un nuevo proceso de relaciones entre España y sus
antiguos territorios de ultramar, que no estuviese determinado
por el antiguo colonialismo.

Tampoco le eran ya útiles como explicación de la situación


imperial, los argumentos esgrimidos por el liberal asturiano
Álvaro Flórez Estrada, de quien también se ha dicho Mina
recibió notables inluencias. Flórez había publicado en 1811 –
también en la ciudad de Londres– su obra: Examen imparcial
de las disensiones de la América con la España, de los medios
de su reconciliación, y de la prosperidad de todas las naciones.
El liberal asturiano sostenía que si bien era partidario de
reconocer procesos igualatorios entre América y España, tanto
en lo social como en lo político, él seguía siendo iel a la idea
de favorecer la unidad del imperio sobre la base “del mutuo
beneicio que se extraería de su continuidad para españoles

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Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

y americanos”27. De esta manera, era contrario a cualquier


argumento de independencia. Su libro estaba pensado, como
señala Herrera, más para combatir las ideas emancipadoras
americanas, desviándolas del debate sobre la igualdad de los
derechos políticos que los representantes americanos habían
exigido en las cortes de Cádiz, y centrando el asunto en los
derechos civiles, principalmente en la propiedad y en el libre
comercio: “(…) aunque Flórez abordó el problema americano
también desde sus elementos sociales, políticos y jurídicos,
su intención era desviar la atención de estos asuntos –que a
su juicio, debían resolverse en la Península– y centrar todos
los esfuerzos en encontrar las claves de unidad en la libertad
económica y comercial28.

Una vez más, como en el caso de Blanco White, esta


generación de liberales, tal y como lo señala Rafael Herrera
Guillen:

[…] no pudo prever que la propia dinámica de los valores


y derechos que defendía exigía su extensión más allá de la
Península hasta las tierras de América, la peninsularidad
fue un límite impensado, dado por evidente e inamovible,
en la construcción mental y en la autorepresentación de los
hombres de Cádiz. Sin embargo, prácticamente a la vez que
el liberalismo adquiría protagonismo como fuerza política
en España, hubo de enfrentarse a una realidad americana
que demandó la aplicación a sus territorios de los valores y
derechos sociales y políticos del liberalismo.29

Precisamente, la gran diferencia de Francisco Mina


fue que supo superar esta peninsularidad que el liberalismo
doceañista fue incapaz, como tampoco lo será mucho después,
ya muerto Mina, el liberalismo del Trienio Liberal, tras la
restauración del proceso constitucionalista de 1820. En ese
momento las Cortes españolas volvieron a tratar el urgente
asunto de la sedición americana. El liberalismo español, como

27 Rafael Herrera, “Álvaro Flórez Estrada y la reconciliación entre España y


América”, Araucari. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades
N°27 (primer semestre de 2012); 135.
28 Rafael Herrera, “Álvaro Flórez Estrada y la reconciliación…136.
29 Rafael Herrera, “Álvaro Flórez Estrada y la reconciliación…,134.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 141


Antonio E. de Pedro Robles

había ocurrido ya en 1812, consideró entonces que el mero


hecho de la restauración constitucional funcionaría “como
un elemento lo suicientemente fuerte como para hacer que
los revoltosos americanos recapacitasen sus posiciones y, sin
más, volviesen a obedecer a la “Madre Patria”30.

3. La proclama: un instrumento de exaltación patriótica


española y americana

Como género de notiicación pública, la proclama política busca


exaltar determinados argumentos que, al ser proclamados
públicamente, se ofrecen a modo de verdades incuestionables,
impulsando una toma de conciencia del lector –en el caso de
que esta sea escrita– que le lleve a realizar o impulsar acciones
individuales y/o colectivas.

La proclama política reclama un compromiso público y


pretende crear lo que ahora se denomina una “opinión pública”
favorable, proponiendo al autor como un defensor cualiicado
y ejemplar de los derechos mancillados o negados al colectivo.
En este sentido, y el caso de las proclamas de Francisco
Xavier Mina son ejemplares, la individualidad se ofrece como
abanderada de las protestas y los agravios del colectivo (el
pueblo). Identiicados ambos, bajo el uso del nosotros, que bajo
un esquema antagonista, debe enfrentarse a un enemigo: el
ellos.

Ahora bien. En las proclamas de Mina que vamos


analizando, el nosotros queda representado en frases como:
“la nación entera”; “desventurada patria”; generosidad
nacional”; “españoles oprimidos”; “interés nacional”; “nuestros
derechos”; “nuestras antiguas leyes”; “nuestra orfandad”;
”nuestra dignidad”. A partir de defender Mina la idea de una
América libre e independiente, no sólo estaba comunicando
al pueblo español la imposibilidad de mantener el actual

30 Véase: Brad A. Aquino, “Las Cortes españolas del “Trienio Liberal” y la cuestión
del reconocimiento de las independencias hispanoamericanas”, en: Anuario de
Estudios Bolivarianos, año XIII, N° 14, 2007, 46. Aquino sigue el argumento en
relación con esta cuestión del equívoco liberal, que ya en su momento argumentó
Timothy Anna en España y la Independencia de América. México, FCE.

142 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

régimen imperial, el statu quo imperante; sino que conminaba


al pueblo español a adherirse a la construcción de una “nueva
realidad histórica”, asumida como un verdadero progreso; a
una ampliación del nosotros, aunque ya no bajo las premisas
históricas del antiguo colonialismo.

Asimismo, y mientras en el planteamiento liberal


doceañista, América debía recuperar la libertad luchando junto
a España, esa era al menos la tesis de personajes como Flórez
Estrada31, Mina plantea, ya acabada la amenaza externa
francesa y fraguada la traición al orden constitucionalista
surgido del proceso de 1812 por Fernando VII, que está roto
todo escenario político anterior; que la historia imperial, tal y
como se había venido desarrollando, había quedado superada;
y que tras el derrocamiento del antiguo régimen, la metrópoli
y sus colonias debían entrar en un nuevo proceso de asociación
política. De esta manera, la suerte de la historia nacional
española, y no exclusivamente la imperial, se decide en suelo
americano. En este sentido, el eje centro-periferias queda
trastocado en las tesis de Mina y su internacionalismo liberal:
el antiguo centro metropolitano está totalmente condicionado
por lo que suceda en relación con las antiguas periferias.

Pero además, el nosotros, ahora ampliado, debía ser


entendido en igualdad de condiciones. Estamos ante una
declaración de principios que persigue –como es obvio dentro
del marco esquemático de la historia liberal– conseguir no sólo
la comprensión de sus conciudadanos (los españoles), sino su
apoyo hacia las razones de Mina por haber optado por un tipo
de acciones que podrían ser manejadas por el régimen como
traición a los intereses españoles.

En ese sentido, las proclamas van dirigidas a conseguir


adeptos a la causa americana, que ya es la causa del
liberalismo español que Mina encarna, como causa común a
los españoles de bien. Para ello, Mina diseña una estrategia
discursiva basada en que el lector español responda a una
serie de preguntas:

31 Rafael Herrera, “Álvaro Flórez Estrada y la reconciliación…139.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 143


Antonio E. de Pedro Robles

Españoles: ¿Me creeréis acaso degenerado? ¿Decidiréis que


yo he abandonado los intereses, la prosperidad de la España?
¿De cuándo acá la felicidad de ésta consiste en la degradación de una
parte de nuestros hermanos? ¿Será ella menos feliz cuando el rey
carezca de los medios de sostener su imperio absoluto? Será ella menos
feliz cuando no haya monopolistas que sostengan el despotismo?
¿Será ella menos agrícola, menos industriosa, cuando no
haya gracias exclusivas que conceder, ni empleos de Indias
con qué cebar y aumentar el número de bajos aduladores?
¿Será ella menos dedicada al comercio, cuando, no reducido
éste a ciertas y determinadas personas, pase a una clase más
numerosa y más ilustrada?32

El futuro vislumbrado no puede ser otro que una realidad


compartida de intereses, que permita a los españoles, en un
aspecto no menor como el carácter moral que toda acción
histórica debe tener, recuperar la “dignidad perdida”:

Si bajo este punto de vista la emancipación americana de


América es útil y conveniente a la mayoría del pueblo
español, lo es mucho más por su tendencia infalible al
establecimiento deinitivo de gobiernos liberales en toda
la extensión de la antigua monarquía. Sin echar por tierra
en todas partes el coloso del despotismo sostenido por
los fanáticos monopolistas y cortesanos, jamás podremos
recuperar nuestra antigua dignidad.33

Pero ya no será sólo entonces compartir libertades


entre naciones soberanas, determinadas por el liberalismo
internacionalista, sino algo quizás más abstracto, pero que
para el ideario liberal superador del doceañismo se convierte
en sagrado: la dignidad no sólo de los pueblos, sino de la propia
Historia. Es decir, estamos ante (y ello se dice particularmente
en la proclama de Soto la Marina, que comienza convocando
“A los españoles y americanos”) un reconocimiento implícito
del fracaso imperial español. Por ello, es necesario que los
españoles, los patriotas, sean capaces de “consultad el pasado”
para sacar lecciones: “En tales circunstancias, consultad,
españoles, lo pasado para sacar lecciones capaces de hacer

32 Francisco Xavier Mina, Proclama de Galveston,


33 Francisco Xavier Mina, Proclama de Soto La Marina, abril 25, 1817.

144 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

arreglar vuestra conducta futura”34. A partir de ahora, toda


opinión sobre el “problema americano”, debe ser juzgada
desde esta concepción de la historia. Por ello: o el juicio sobre
lo que ocurría en América se sometía al análisis histórico, o no
sería juicio digno y mucho menos justo. Como airma el militar
navarro: “La causa de los americanos es justa, es causa de los
hombres libres, es la de los españoles no degenerados”35.

La llamada de Mina es histórica en sus causas y


consecuencias, cuyo in, es la regeneración del papel histórico
de España en América. Si el compromiso, en todo caso, es
inicialmente personal, porque el esquema manejado así lo
predica y reclama, dado que es compromiso moral antes
que social, sus acciones y beneicios deben ser recogidos
colectivamente:

Tales son los principios que me han decidido a separarme


de la España y adherirme a la América a in de cooperar
a su emancipación. Si son rectos, ellos responderán
satisfactoriamente de mi sinceridad. Por la causa de la
libertad e independencia he empuñado las armas hasta
ahora; solo en su defensa las tomaré de aquí en adelante.36

Durante el siglo XIX, como hemos señalado, se sucedieron


otras interpretaciones de los liberales españoles sobre las
independencias americanas. En general, todas se movían
en destacar la labor civilizatoria de la colonización frente
a los grupos indígenas; y señalar como la principal causa del
descalabro las malas acciones de los gobiernos monárquicos,
en particular el de Carlos III y Fernando VII. Dentro de ese
esquema se manejaban los destacados liberales, los asturianos
José María Queipo de Llano, Conde de Toreno y Agustín
Arguelles37. Este último en particular, se hacía eco de la tesis
de Mina al considerar que los males padecidos por las colonias
no fueron otros que los mismos males que también habían

34 Francisco Xavier Mina, Proclama de Soto La Marina,…


35 Francisco Xavier Mina, Proclama de Soto La Marina,…
36 Francisco Xavier Mina, Proclama de Soto La Marina,…
37 Véase la obra del Conde de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y
revolución de España, 1835.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 145


Antonio E. de Pedro Robles

padecido la metrópoli a causa de los regímenes absolutistas


que las habían gobernado; aunque, y en esto Mina no se había
posicionado, también sostiene, en línea con un pensamiento
liberal que no termina por aceptar las independencias, que la
“madre Patria” no tuvo intención de oprimir a sus colonias38.
En esa misma línea, se posicionaban otros autores como José
Presas, quien a pesar de destacar el absolutismo como un
mal, apoya la continuidad del régimen colonial, y se muestra
contrario a cualquier reformismo que dé poder a los criollos39.
También, José M. Vadillo, quien se queja de que los ingleses y
el absolutismo culpen a los liberales por el fracaso americano,
mientras el único culpable era el absolutismo monárquico
español40. Mariano Torrente, quien partiendo de la ingratitud
americana, de los criollos hacia lo que signiicó la colonia para
ellos, también critica el absolutismo como un mal para el
imperio41.

En la segunda mitad del siglo XIX, ya en pleno


reinado Isabelino, las independencias americanas se suman
a la historia general de España. En esa época destacan dos
historias generales, la de Modesto Lafuente: Historia General
de España, cuya publicación se inició a partir de 1850, y la
Historia General de España de Eduardo Chao, que será una
continuidad de la realizada por el Padre Mariana, y que
aparecerá en 1851. En ambas se reconocen elementos positivos
de la colonización española donde los errores no fueron mayores
a los que cometieron otras metrópolis coloniales españolas;
aunque la gran diferencia de la colonización española, fue el
proceso civilizador que primó sobre los intereses económicos
de las otras colonizaciones.

38 Véase la obra de Argüelles, Examen histórico de la reforma constitucional que


hicieron las Cortes Generales y Extraordinarias desde que se instalaron en la Isla de
León el día 24 de setiembre de 1810, hasta que cerraron en Cádiz sus sesiones en 14
del propio mes de 1813, 1835.
39 Véase: Juicio imparcial sobre las principales causas de la revolución americana,
1828.
40 Véase: Apuntes sobre los principales sucesos que han inluido en el actual estado
de la América del Sud, 1830.
41 Véase: Historia de la Revolución Hispanoamericana, 1830.

146 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

Desde las corrientes liberales moderadas, en la segunda


mitad del siglo XIX, caso de la obra de Rico y Amat: Historia
política y parlamentaria de España, 1860-1861, se critican los
hechos desde dos posiciones: la primera, al doceañismo español
de Cádiz como el causante de propagar entre los criollos
las ideas de independencia y de los principios liberales que
sirvieron como excusa ideológica; la segunda, al absolutismo
de Fernando VII al buscar la confrontación armada y no
establecer vínculos de acuerdos con los sublevados. Como se
ve, el ideal de Mina es acusado, sin nombrarlo, de propagar la
insurrección. Está presente el silencio sobre el navarro a modo
de censura de sus planteamientos.

Para inales del siglo XIX (1879-1880), el liberalismo


progresista español, encarnado en iguras como Ángel
Fernández de los Ríos, Estudio histórico de las luchas
políticas en la España del siglo XIX, pasaba a defender el
ideario liberal como el no causante del desastre colonial. Para
él, como también lo era para Mina, el absolutismo es el gran
culpable del desastre colonial. Como el navarro, Fernández
de los Ríos también se remonta a los Reyes Católicos como los
iniciadores de ese absolutismo. De manera que en su tesis el
orden colonial estaba viciado desde el origen.

4. La proclama como construcción de un discurso de


movilización política

Llama poderosamente la atención que Mina, tras su


desembarco en Soto La Marina, decida, entre sus primeras
acciones, la creación del mencionado Boletín N°1 de la División
Ausiliar de la República Mexicana. Eso demuestra, a todas
luces, la gran importancia que el militar español va a dar a
los textos impresos como instrumentos de propaganda: por
una parte, como método para justiicar sus acciones frente a
peninsulares y criollos, buscando adeptos a su causa; y, por
otra parte, haciendo uso de un instrumento impreso que los
grupos en lucha en la Nueva España utilizaban con asiduidad.

Desde la proclamación de la libertad política de


imprenta, establecida en la Constitución de Cádiz de 1812, la

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Antonio E. de Pedro Robles

proliferación de impresos con ines políticos fue creciendo a uno


y otro lado del Atlántico. La investigadora Celia del Palacio
ha destacado que, tras la muerte de Mina en el año de 1817,
se cierra un primer periodo de la guerra de la independencia
mexicana iniciado en 181042. A la vez que se cierra un primer
tipo de prensa insurgente del que el Boletín de Mina es un
ejemplo43.

Ahora bien. Si el propósito de Mina pasaba por crear una


opinión pública favorable a la causa patriótica y justiicar su
decisión de abandonar España para sumarse a la insurgencia
americana, entonces el Boletín debía llegar al mayor número
de personas posibles, fuesen criollos o españoles; en expresión
de Cecilia del Palacio: “llegar a todos”44. Pero ese “todos”, es
tan sólo una posibilidad remota, si tenemos en cuenta el grado
de alfabetización del país en aquellos momentos, al parecer
no mayor del 5%45. Preferimos reducir las intenciones de
divulgación a una élite civil y religiosa, quienes, como “lectores
directos”, se convertirían, a su vez, en portavoces frente a las
masas iletradas. De esta manera, la llamada “opinión pública”
estaría reducida a esas élites letradas que con su lectura y
opiniones inluyen sobre las poblaciones de pueblos y ciudades.
Debemos suponer entonces, que con esta situación ya debían
contar los editores y creadores de los textos en los periódicos
y pasquines emitidos. Editores como el mismo Mina, para
quienes su máxima prioridad sería la circulación del impreso
entre los sectores más amplios, desarrollando lectores tanto
directos como indirectos. Incluso, si la discusión del impreso
se hacía en lugares públicos y entre grupos, la situación
sería más propicia para los intereses de los independentistas.
Tengamos presente, que parte muy importante de los ines
que perseguían proclamas era incitar a la insurrección, al

42 Celia del Palacio, “El periodismo de la independencia. El papel de la prensa en


los inicios de la esfera pública política en México”, Revista de Estudos e Pesquisas
sobre as Américas, Vol. I, (2009), 1-15.
43 Cecilia del Palacio es defensora de esta idea, véase: “El periodismo de la
independencia…”
44 Celia del Palacio, “El periodismo de la independencia…”
45 Eric Van Young, La Otra rebelión. La lucha por la independencia de México.
1810-1821 (México: FCE, 2006).

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Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

alzamiento contra el poder, y ello arrastrados por un cierto


voluntarismo ingenuo sobre la eicacia del método, como así
lo airma Celia del Palacio: “se les daba una importancia
excesiva”46. Incluso, el mismo Morelos creía que los militares
al servicio de la monarquía, al leer estos papeles publicados,
“se rasgarían sus uniformes y se unirían a la causa de la
Independencia”47.

Por otra parte, hay algunos aspectos de las proclamas de


Mina que me interesa traer aquí en función de una teoría de
la interpretación del discurso, en este caso el discurso político,
como es su excedente de sentido. El ilósofo francés Paul
Ricoeur, en su obra Teoría de la interpretación48, nos plantea
en relación con el lenguaje como discurso:

El lenguaje no es un mundo propio. No es ni siquiera un


mundo. Pero porque estamos en el mundo, porque nos vemos
afectados por las situaciones, y porque nos orientamos
comprensivamente en esas situaciones, tenemos algo
que decir, tenemos experiencias que traer al lenguaje […]
Nosotros presuponemos que algo debe ser, con el in de que
algo pueda ser identiicado.49

Más adelante Ricoeur sigue planteando:

Es porque primero hay algo que decir, porque tenemos una


experiencia que traer al lenguaje, por lo que, a la inversa, el
lenguaje no solamente se dirige hacia los sentidos ideales,
sino que también se reiere a lo que es. […] Si el lenguaje
no fuera fundamentalmente referencial, ¿sería o podría ser
signiicativo? ¿Cómo podríamos saber que un signo está en
lugar de algo, si su uso en el discurso no lo impulsara en
dirección hacía algo que representa.50

En este sentido, y volviendo a las proclamas de


Francisco Mina, la persuasión de verdad, es decir, el aparato

46 Celia del Palacio, “El periodismo de la independencia…12.


47 Citado en: Celia del Palacio, “El periodismo de la independencia…12.
48 Paul Ricoeur, Teoría de la Interpretación. Discurso y excedente de sentido sexta
reimpresión (Siglo XXI editores, 2011).
49 Paul Ricoeur. Teoría de…35.
50 Paul Ricoeur, Teoría de…35.

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Antonio E. de Pedro Robles

retórico puesto en marcha en el lenguaje de la proclama, parte


precisamente de la idea de que Mina tiene algo importante
y trascendente que decir. De que el militar español, desde la
construcción narrativa de sus argumentos biográicos, posee
experiencias trascendentales y únicas para compartir con la
opinión pública.

Es bajo estos presupuestos, inscritos en los referentes del


discurso establecidos por Ricoeur, cuando el aparato retórico-
persuasivo de la proclama se pone en marcha. Primero, como
relato que representa al héroe. Para luego, sustentar esta
representación del héroe en el discurso narrativo de su propia
experiencia compartida y, inalmente, desde esta construcción
narrativa incidir en el lector en la toma de decisiones, es decir,
“el discurso en acción y en uso remite hacia atrás y hacia
adelante, a un hablante y a un mundo”51.

Por estas razones, en el modelo de esta historia liberal y


romántica, en la que encaja el conocimiento y la representación
del mundo según Mina, al modo de las expresiones del héroe,
la experiencia personal, una vez establecida la lectura del
texto, se propone como prioridad compartida por el colectivo
queriendo establecer una dialéctica entre el hablante-escritor
y el oyente-lector; una dialéctica en la que el mensaje es
compartido: “Una vez más la dialéctica entre el sentido y el
acontecimiento es exhibida al máximo por la escritura. El
discurso es revelado como discurso por la dialéctica del mensaje
que se dirige, el cual es tanto universal como contingente”52.

Las proclamas van dirigidas a alguien; aunque ese


alguien sea un colectivo, un grupo, una sociedad. En la proclama
de Galveston son los “españoles oprimidos” los receptores:
“(…) pero es a los españoles oprimidos, y no a los opresores,
a quienes deseo persuadir que no la venganza ni otras bajas
pasiones, sino el interés nacional, principios los más puros,
y una convicción íntima e irresistible han inluido sobre mi

51 Paul Ricoeur, Teoría de…36.


52 Paul Ricoeur, Teoría de…44.

150 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

conducta pública y privada”53. En la de Soto la Marina, por su


parte, son: “A LOS ESPAÑOLES Y AMERICANOS”.

De esta manera, y aunque el oyente, en palabras de


Ricoeur, no está presente ante el autor, el texto se propone
desde el esfuerzo emotivo de la oratoria; de la arenga como
fuerza movilizadora. En este sentido, el acto de comunicación
es un acto de persuasión desde la fuerza emotiva del lenguaje
franco directo de la proclama escrita de Mina: “Al hablante le
corresponde la función emotiva, al oyente la connotativa y al
mensaje la función poética”54.

5. Conclusiones

La experiencia revolucionaria de Francisco Xavier Mina en la


guerra de independencia de México fue corta pero intensa. El 11
de noviembre de 1817, y tras un juicio sumarísimo, Francisco
Xavier Mina fue fusilado cerca a la Hacienda de Venadillo, por
mandato del Virrey Apodaca. No tuvo tiempo entonces de ver
cómo su esfuerzo de lucha frente a los llamados insurgentes
americanos terminaría por dar sus frutos en forma de la
creación de un Estado-nación llamado México; o como se
fue independizando toda la América sin que el rey villano,
Fernando VII, fuera desterrado deinitivamente, más allá de
la segunda traición protagonizada por éste al segundo intento
constitucionalista desarrollado por el Trienio Liberal de 1820.

Hemos comprobado que Francisco Mina, como liberal, fue


más allá en relación con la interpretación de los fenómenos que
se estaban dando en América, que cualquiera de los liberales
doceañistas, incluso de los liberales que asumirán el poder en
el Trienio Liberal, ya una vez muerto Mina. No sólo porque
se involucró personalmente en los procesos de independencia,
sino que entendió que se estaba produciendo un momento
histórico crucial de la historia de España y de su Imperio; y
que en este acontecer histórico, la visión peninsular estaba
errada y era corta de miras, ya que tanto el problema de la

53 Proclama de Galveston...
54 Paul Ricoeur, Teoría de…29.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 151


Antonio E. de Pedro Robles

monarquía española y el absolutismo de Fernando VII, como


la regeneración del Imperio ante su desmembración, pasaba
por una mirada de ultramar, en la que el protagonismo de la
Metrópoli había sido asumido por los territorios americanos.
La ruptura con la visión de la peninsularidad daba por sentado,
bajo el planteamiento liberal internacionalista de Mina,
que lo que era mejor para las futuras naciones americanas,
también lo era para la España peninsular. No obstante, el
liberalismo internacionalista de Mina puede considerarse
como un espejismo dentro de la tradición liberal española. Su
huella quedó sepultada, oculta y silenciada, por los herederos
del liberalismo doceañista, tanto moderados como radicales.
Como podemos ver, la historiografía liberal del siglo XIX
omitió su igura; la desterró de la historia liberal española.
Caso contrario al liberalismo mexicano que convirtió su
pensamiento en parte de los inicios del liberalismo mexicano
junto con los del Padre Mier.

Asimismo, en sus dos proclamas uno puede rastrear,


gracias a las teorías del análisis del discurso y de la
interpretación que hemos manejado, la construcción de un
discurso político e ideológico destinado a la exaltación del héroe
como igura fundamental del devenir y quehacer histórico.
En este sentido, bajo la igura de Mina, se va a conigurar
un binomio: héroe y patria; que se construye desde el relato
autobiográico, presentado como un instrumento de referencia
política colectiva del que se destacan dos consecuencias: el
sacriicio personal, y la regeneración moral de la historia
compartida. Como estrategia política, las proclamas debían
cumplir dos ines: el primero, justiicar la trayectoria personal
de Mina ante los españoles y sus correligionarios liberales
como un sacriicado héroe que daba su vida por la libertad
de los españoles y americanos del yugo absolutista del tirano
Fernando VII; y, en segundo lugar, establecer una nueva
visión de la historia española que convertía a los territorios de
ultramar, particularmente a los americanos, en piezas claves
para el desarrollo futuro de la Península.

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Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

ANEXOS

PRIMERA PROCLAMA DE XAVIER MINA


EN GALVESTON

Al separarme para siempre de la asociación política, por


cuya prosperidad he trabajado desde mis tiernos años, es un deber
sagrado el dar cuenta a mis amigos y a la nación entera de los
motivos que me han dictado esta resolución. Jamás, lo sé, jamás
podré satisfacer a los agentes del espantoso despotismo que alige
a mi desventurada patria; pero es a los españoles oprimidos, y no a
los opresores, a quienes deseo persuadir que no la venganza ni otras
bajas pasiones, sino el interés nacional, principios los más puros, y
una convicción íntima e irresistible han inluido sobre mi conducta
pública y privada.

Es bien notorio que yo me hallaba estudiando en la Universidad


de Zaragoza, cuando las disensiones domésticas de la familia real
de España y las transacciones de Bayona nos redujeron, o a ser vil
presa de una nación extraña, o a sacriicarlo todo a la defensa de
nuestros derechos. Colocados así entre la ignominia y la muerte, esta
triste alternativa indicó su deber a todos los españoles, en quienes la
tiranía de los reinados pasados no había podido relajar enteramente
el amor a su patria. Como otros muchos, yo me sentí animado de
este santo fuego, y iel a mi deber, me dediqué a la defensa común,
acompañé sucesivamente como voluntario los ejércitos de la derecha
y del centro: dispersos desgraciadamente aquellos ejércitos por
los enemigos, corrí al lugar de mi nacimiento, en donde era más
conocido; me reuní a doce hombres, que me escogieron por su caudillo,
y en breve llegué a organizar en Navarra cuerpos respetables de
voluntarios, de que la Junta Central me nombró comandante general.
Pasaré en silencio los trabajos y sacriicios de mis compañeros de
armas: baste decir que peleamos como buenos patriotas hasta que
tuve la desgracia de caer prisionero. La división que yo mandaba
tomó entonces mi nombre por divisa, y escogió, para sucederme, a
mi tío don Francisco Espoz: el gobierno nacional, que aprobó aquella
determinación, permitió también a mi tío el añadir a su nombre el
de Mina; y todos saben cuál fue el patriotismo, cuánta la gloria que
distinguió a aquella división bajo sus órdenes.

Cuando la nación española se resolvió a entrar en una


lucha tan desigual, debe suponerse que el objeto de tantos riesgos
y privaciones no era restablecer el antiguo gobierno en el pie
de corrupción y venalidad que nos había reducido a la miseria.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 153


Antonio E. de Pedro Robles

Nos acordamos que teníamos derechos imprescriptibles que nos


aseguraban nuestras leyes fundamentales, y de que habíamos
sido despojados por la fuerza. Este sólo recuerdo lo puso todo en
movimiento, y nos resolvimos a vencer o morir. Se comenzaron,
efectivamente, a destruir los antiguos abusos, revivieron nuestros
derechos y juramos solemnemente defenderlos hasta el último
punto. He aquí el principio que hizo obrar prodigios de valor al
pueblo español en la última guerra.

Al restablecer así en nuestro suelo la dignidad del hombre


y nuestras antiguas leyes, creímos que Fernando VII, que había
sido compañero nuestro y víctima de la opresión, se apresuraría a
reparar, con los beneicios de su reinado, las desdichas que habían
agobiado al estado en el de sus predecesores. Nada le debíamos: la
generosidad nacional lo había llamado gratuitamente al trono, de
donde su propia debilidad y la mala administración de su padre lo
habían derribado. Le habíamos ya perdonado las bajezas de que
se había hecho criminal en Bayona y Valençey: habíamos olvidado
que, más atento a su propia tranquilidad que al honor nacional,
había correspondido a nuestros sacriicios deseando enlazarse con
la familia de nuestro opresor; coniábamos en que él tendría siempre
presente a qué precio había sido repuesto en la posesión del cetro, y
en que, unido a sus libertadores, sanase de concierto las profundas
heridas de que, por su causa, resentía la nación.

La España logró por in reconquistarse a sí misma, y


conquistar la libertad del rey que se había elegido. La mitad de la
nación había sido devorada por la guerra; la otra mitad estaba aún
cubierta de sangre enemiga y de sangre española, y al restituirse
Fernando al seno de sus protectores, las ruinas de que por todas
partes estaba cubierto su camino debieron manifestarle sus deudas
y las obligaciones en que estaba hacia los que lo habían salvado.
¿Podía creerse que su famoso decreto, dado en Valencia a 4 de mayo
de 1814, fuese el indicio de la recompensa que el ingrato preparaba
a la nación entera? Las cortes, esa antigua egida de la libertad
española, a quien en nuestra orfandad debió la nación su dignidad y
su honor; las cortes, que acababan de triunfar de un enemigo colosal,
se vieron disueltas, y sus miembros huyendo, en todas direcciones,
de la persecución de los cortesanos. El encarcelamiento, cadenas y
presidios, fueron la recompensa de los que tuvieron bastante irmeza
para oponerse a usurpación tan escandalosa; la inquisición, el antiguo
escudo de la tiranía, la impía, la infernal inquisición, fue restablecida
en todo el furor de su primitiva institución; la constitución abolida
y la España esclavizada de nuevo por el mismo a quien ella había
rescatado con ríos de sangre y con inmensos sacriicios.

154 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

Libre yo ya, por aquella época, de las prisiones francesas, corrí


a Madrid, por si podía contribuir, con otros amigos de la libertad,
al restablecimiento de los principios que habíamos jurado sostener.
¡Cuál fue mi sorpresa al ver el nuevo orden de cosas! Los satélites
del tirano sólo se ocupaban en acabar de destruir la obra de tantos
sudores: ya no se pensaba sino en consumar la subyugación de las
provincias de ultramar, y el ministro don Manuel de Lardizábal,
equivocando los sentimientos de mi corazón, me propuso el mando
de una división contra México; como si la causa que defendían los
americanos fuese distinta de la que había exaltado la gloria del
pueblo español; como si mis principios me asemejaran a los serviles
y egoístas que, para oprobio nuestro, manda a pillar y desolar la
América; como si fuese nuevo el derecho que tiene el oprimido para
resistir al opresor, y como si estuviese calculado para verdugo de
un pueblo inocente quien sentía todo el peso de las cadenas que
abrumaban a mis conciudadanos.

Mis heridas, aún no bien cicatrizadas, me indicaron de un


modo irresistible mi deber. Me retiré, pues, para Navarra, y, de
concierto con mi tío don Francisco Espoz, determinamos apoderarnos
de Pamplona y ofrecer allí un asilo a los héroes españoles, a los
beneméritos de la patria que habían sido proscritos o tratados como
facinerosos. Por toda una noche fui dueño de la ciudad; y cuando mi
tío venía a reforzarme, para contener, en caso necesario, a una parte
de la guarnición de quien no nos prometíamos conformidad, uno de
sus regimientos rehusó obedecerle. Aquellos valientes soldados que
tantas veces habían triunfado por la independencia nacional, se
vieron atados, cuando se trataba de su libertad, por lazos vergonzosos,
por preocupaciones arraigadas, y por la ignorancia que aún no
habíamos podido vencer. Frustrada así la empresa, me fue necesario
refugiarme a países extranjeros, con algunos de mis compañeros, y,
animado siempre del amor a la libertad, pensé defender su causa en
donde mis débiles esfuerzos fuesen sostenidos por la opinión y los
esfuerzos de la comunidad: en donde ellos pudiesen ser más benéicos
a mi patria oprimida y más fatales a su tirano. De las provincias de
este lado del océano obtenía el usurpador los medios de obtener su
arbitrariedad; en ellas se combatía también por la libertad y, desde
el momento, la causa de los americanos fue la mía.

Españoles: ¿Me creeréis acaso degenerado? ¿Decidiréis que


yo he abandonado los intereses, la prosperidad de la España? ¿
De cuándo acá la felicidad de ésta consiste en la degradación de
una parte de nuestros hermanos? ¿Será ella menos feliz cuando el
rey carezca de los medios de sostener su imperio absoluto? ¿Será

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 155


Antonio E. de Pedro Robles

ella menos feliz cuando no haya monopolistas que sostengan el


despotismo? ¿Será ella menos agrícola, menos industriosa, cuando
no haya gracias exclusivas que conceder, ni empleos de Indias con
que cebar y aumentar el número de bajos aduladores? ¿Será ella
menos dedicada al comercio, cuando, no reducido éste a ciertas y
determinadas personas, pase a una clase más numerosa y más
ilustrada?

La parte sana y sensata de la España está hoy bien convencida


de que es, no solamente imposible volver a conquistar la América, sino
impolítico y contrario a los intereses bien entendidos. Prescindiendo
de la justicia incuestionable que asiste a los americanos, ¿cuáles
serían las ventajas que se conseguirían en subyugarla otra vez ?
¿Quiénes serían los que ganarían con tamaña iniquidad, si ella fuese
posible?

Dos clases de personas son las que única y exclusivamente


se aprovechan allí de la esclavitud de los americanos: el rey y
los monopolistas; el primero para sostener su imperio absoluto
y oprimirnos a su arbitrio, los segundos para ganar riquezas con
que apoyar el despotismo y mantener al pueblo en la mendicidad.
He aquí los agentes más activos de Fernando y los enemigos más
encarnizados de la América. Los cortesanos y los monopolistas
quisieran eternizar el pupilaje en que han puesto a la nación, para
elevar sobre sus ruinas su fortuna y la de sus descendientes.

La España, dicen ellos, no puede existir sin nuestras Américas.


Claro está que por España entienden estos señores el corto número
de sus personas, parientes y allegados. Porque, emancipada la
América, no habrá más gracias exclusivas, ni ventas de gobiernos,
intendencias y demás empleos de Indias para sus criaturas. Porque,
abiertos los puertos americanos a las naciones extranjeras, el
comercio español pasará a una clase más numerosa e ilustrada.
Porque, en in, libre la América, revivirá indubitablemente la
industria nacional, sacriicada en el día a los intereses rastreros de
unos pocos hombres.

Si bajo este punto de vista, la emancipación de los americanos


es útil y conveniente a la mayoría del pueblo español, lo es mucho
más por su tendencia infalible a establecer deinitivamente gobiernos
liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar
por tierra en todas partes el coloso del despotismo, sostenido por
los fanáticos y monopolistas, jamás podremos recuperar nuestra
dignidad. Para esa empresa es indispensable que todos los pueblos

156 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

donde se habla el castellano aprendan a ser libres, a conocer y


practicar sus derechos. En el momento en que una sola sección de
la América haya aianzado su independencia, podemos lisonjearnos
de que los principios liberales, tarde o temprano, extenderán sus
bendiciones al resto. Esta es la época terrible que los agentes y
partidarios de la tiranía temen sin cesar. Ven ellos, en el exceso de
su desesperación, desplomarse su imperio, y quisieran sacriicarlo
todo a su rabia impotente.

En tales circunstancias, consultad, españoles, la experiencia


de lo pasado y en ella encontraréis lecciones bastante instructivas con
que pautar vuestra conducta futura. La causa de los hombres libres
es la de los españoles no degenerados. La patria no está circunscripta
al lugar en que hemos nacido, sino, más propiamente, al que pone a
cubierto nuestros derechos personales. Vuestros opresores calculan
que, para restablecer sobre vosotros y sobre vuestros hijos su
bárbara dominación, es indispensable esclavizar al todo. Justamente
temía el célebre Pitt semejantes consecuencias, cuando justiicaba,
a presencia del parlamento británico, la resistencia de los anglo-
americanos. “Nos dicen que la América está obstinada (decía él),
que la América está en rebelión abierta. Me glorío, señor, de que
la América resista. Tres millones de habitantes, que, indiferentes a
los impulsos de la libertad, se sometiesen voluntariamente, serían
después los instrumentos más adecuados para imponer cadenas a
todo el resto”.

Americanos: he aquí los principios que me han decidido


a unirme con vosotros; si ellos son rectos, os responderán
satisfactoriamente de mi sinceridad. Por ella sola he empuñado
las armas hasta ahora; sólo en su defensa las tomaré de aquí en
adelante. Permitidme, amigos, permitidme participar de vuestras
gloriosas tareas, aceptad la cooperación de mis pequeños esfuerzos
en favor de vuestra noble empresa... Contadme entre vuestros
compatriotas. Ojalá que yo pudiese merecer este título, haciendo que
vuestra libertad se enseñorease, sacriicando mi propia existencia.
Entonces, decid, a lo menos, a vuestros hijos en recompensa: esta
tierra feliz fue dos veces inundada en sangre por españoles serviles,
esclavos abyectos de un rey; pero hubo también españoles amigos de
la libertad, que sacriicaron su reposo y su vida por nuestro bien”.

Galveston, 22 de febrero 1817.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 157


Antonio E. de Pedro Robles

PROCLAMA DE SOTO LA MARINA


A LOS ESPAÑOLES Y AMERICANOS

Al separarme de la asociación política por cuya prosperidad he


trabajado desde mis tiernos años y adherirme a otra en disensión con
ella para ayudarla, creo un deber mío exponer a aquellos a quienes
toca los motivos que me han dictado esta resolución.

Yo me hallaba estudiando en la Universidad de Zaragoza


cuando los desórdenes de la Corte de España y la ambición de
Napoleón, redujeron a los españoles a ser la presa de una nación
extraña o a sacriicarse a la defensa de sus derechos. Colocados entre
la ignominia y la muerte, esta triste alternativa indicó su deber a
todos aquellos en quienes la tiranía de los reinados pasados no había
podido relajar enteramente el amor a la patria. Yo me sentí, como
otros, animado de este santo fuego y me dedique a la destrucción
del enemigo. Acompañe como voluntario los ejércitos de la derecha
y del centro, y dispersos desgraciadamente, corrí al lugar de mi
nacimiento, donde era más desconocido. Me reuní a doce hombres
que me escogieron por su caudillo y en breve llegué a organizar en
Navarra cuerpos respetables de voluntarios de que la Junta Central
me nombró jefe.

Pasaré en silencio los trabajos y sacriicios míos y de mis


compañeros de armas. Baste decir que peleamos como buenos
patriotas. Yo fui hecho prisionero y entonces la división que mandaba
tomó mi nombre por divisa y por mi sucesor a don Francisco Espoz,
mi tío. El gobierno nacional que aprobó esta determinación, permitió
también a mi do añadir a su nombre el de Mina; y todos saben cuál
fue el patriotismo, cuánta la gloria con que se me distinguió aquella
división bajo sus órdenes.

Al restablecerse en nuestro suelo la dignidad del hombre y


nuestras antiguas leyes, creímos que Fernando VII, que había
sido compañero nuestro y víctima de la opresión, se apresuraría a
reparar con los beneicios de su reinado las desdichadas que habían
agobiado al Estado durante sus predecesores. Nada le debíamos. La
generosidad nacional lo había librado de la tiranía doméstica. La
generosidad nacional lo había llamado gratuitamente al trono, de
donde su debilidad y la mala administración de su padre lo habían
derribado. Le habíamos perdonado las bajezas de que se había hecho
reo en Aranjuez, en Bayona y en Valencey. Habíamos olvidado que,
más atento a su propia seguridad que al honor nacional, correspondió
a nuestros sacriicios con pretender enlazarse con la familia de
nuestro agresor.

158 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

Coniábamos, no obstante, en que tendría siempre presente


a qué precio se le había repuesto al trono y en que, unido a sus
libertadores, haría cicatrizar las profundas llagas de que por su
causa se resentía aún la Nación.

La España, logrando reconquistarse a sí misma, es visto que


reconquistó también al rey que se eligió. La mitad de la Nación había
sido devorada por la guerra y la otra mitad estaba aún empapada
en sangre enemiga y en Sangre española al restituirse Fernando al
seno de sus protectores.

Las ruinas de que por todas partes estaba cubierto el camino


debieron manifestarle sus deudas y las obligaciones en que estaba
había los que lo habían salvado. ¿Podía creerse que el decreto dado
en Valencia a 4 de mayo de 1814, fuese indicio del tratamiento que
el ingrato preparaba a la nación entera? Las Cortes, esa antigua
égida de la libertad española y a la que en nuestra orfandad debió
la Nación su dignidad y honor, las Cortes, que acababan de triunfar
de un enemigo colosal, se vieron disueltas en sus miembros huyendo
en todas direcciones de la persecución de los aduladores y serviles.

Cadenas y presidios fueron la recompensa de los que tuvieron


bastante irmeza para oponerse a la más escandalosa usurpación. La
Constitución fue abolida y el mismo a quien España había rescatado
con ríos de sangre y con inmensos sacriicios, la hizo recaer bajo la
tiranía y el fanatismo de que la había sacado los españoles ilustrados.

Fuera ya de las prisiones francesas, corrí a Madrid a in


de contribuir con otros amigos de la libertad al sostén de los
principios que habíamos jurado. Pero, ¡cual fue mi sorpresa al ver
la reproducción de los antiguos desordenes! Los satélites del tirano
solo se ocupaban en acabar de destruir la obra de tantos sudores.

Ya no se pensaba sino en consumar la subyugación de las


provincias de ultramar, y el ministro don Manuel de Lardizábal,
no conociendo los sentimientos de mi corazón me propuso el mando
de una división contra México, como si la causa que deienden los
americanos fuera distinta de la que exalto a la gloria del pueblo
español; como si mis principios se asemejaran a los egoístas que
para oprobio nuestro son enviados a desolar la América; como si
fuera nulo el derecho que tiene el oprimido para resistir al opresor,
y como si estuviese calculado para verdugo de un pueblo inocente
quien lamenta las cadenas que abruman a sus conciudadanos.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 159


Antonio E. de Pedro Robles

En consecuencia, me iré a Navarra, y de concierto con mi tío,


don Francisco Espoz, determine apoderarme de Pamplona para
ofrecer allí un asilo a los héroes españoles, a los beneméritos de la
patria que hayan sido proscritos o tratados como facinerosos. Por toda
una noche fui dueño de la ciudad, y cuando mi do venía a reforzarme
para contener en caso necesario a una parte de la guarnición de
quien no iábamos, uno de sus regimientos rehusó obedecerle.

Soldados valerosos que tantas veces habían triunfado por la


independencia nacional, al tratar de su libertad se vieron atados con
lazos vergonzosos por preocupaciones arraigadas y pro la ignorancia
que aún no habían podido vencer. Frustrada así la empresa, me
fue necesario refugiarme en países extranjeros con algunos de
mis compañeros; y animado siempre del amor a la libertad, pensé
defender su causa en donde mis esfuerzos fuesen sostenidos por la
opinión y en donde pudiesen ser más benéicos a mi patria oprimida
y más fatal a su tirano.

De las provincias de este lado del Océano saca los medios


de su dominación; en ellas se combate por la libertad: así, desde el
momento, la causa de los americanos fue la mía.

Solo el rey, los empleados y los monopolistas son los que


se aprovechan de la sujeción de la América en perjuicio de los
americanos. Ellos, pues, son sus unidos enemigos y los que quieren
eternizar el eterno pupilaje en que los tienen, a in de elevar su
fortuna y la de sus descendientes sobre las ruinas de este infeliz
pueblo.
Ellos dicen que la España no puede existir sin la América; y
esto es cierto por España se entienden ellos, sus parientes, amigos y
favoritos. Porque emancipada la América no habrá gracias exclusivas,
ni ventas de gobiernos, de intendencias y demás empleos de Indias;
porque abiertos los puertos americanos a las naciones extranjeras,
el comercio pasara a una clase más numerosa e ilustrada; y porque
libre la América, revivirá indubitablemente la industria española,
sacriicada en el día a los intereses rastreros de unos pocos hombres.

Si bajo este punto de vista la emancipación de América es


útil y conveniente a la mayoría del pueblo español, lo es mucho más
por su tendencia infalible al establecimiento deinitivo de gobiernos
liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar
por tierra en todas panes el coloso del despotismo sostenido por los
fanáticos monopolistas y cortesanos, jamás podremos recuperar
nuestra antigua dignidad.

160 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164


Las dos proclamas de Francisco Xavier Mina: de héroes y villanos

Para esto es indispensable que todos los pueblos donde se


habla el castellano, aprendan a ser libres y a conocer y hacer valer
sus derechos. En el momento en que una sola sección de la América
haya aianzado su independencia, podemos lisonjeamos de que los
principios liberales tarde o temprano expenderán sus bendiciones
a los demás países. Esta época terrible es la que los agentes y
partidarios de la tiranía temen sin cesar. Ellos ven, en el exceso de
su desesperación, desplomarse su imperio y quisieran sacriicarlo
todo a su rabia impotente.

En tales circunstancias, consultad, españoles, lo pasado para


sacar lecciones capaces de hacer arreglar vuestra conducta futura.
La causa de los americanos es justa, es la causa de los hombres libres,
es la de los españoles no degenerados. La patria no está circunscrita
al lugar en que hemos nacido, sino más propiamente al que pone a
cubierto nuestros derechos individuales.

Vuestros opresores calculan que para restablecer su bárbara


dominación sobre vosotros y sobre vuestros hijos, es preciso esclavizar
el todo. Con razón temía el célebre Pitt esas consecuencias cuando
justiicaba a presencia del Parlamento británico la resistencia de los
angloamericanos.

Nos aseguran que la América esta obstinada - decía el-, que


está en maniiesta rebelión. Me glorío, señor, de que resista. Tres
millones de habitantes que indiferentes a los impulsos de la libertad
se sometieran voluntariamente, serían después los instrumentos
más adecuados para imponer cadenas a todo el resto.

Tales son los principios que me han decidido a separarme


de la España y adherirme a la América a in de cooperar a su
emancipación. Si son rectos, ellos responderán satisfactoriamente
de mi sinceridad. Por la causa de la libertad e independencia he
empuñado las armas hasta ahora; solo en su defensa las tomaré de
aquí en adelante.

Mexicanos: permitidme participar de vuestras gloriosas


tareas, aceptad los servicios que os ofrezco en favor de vuestra
sublime empresa y contadme entre vuestros compatriotas. ¡Ojalá
acierte yo a merecer este título, haciendo que vuestra libertad se enseñoree o
sacriicándole mi propia existencia!

Entonces, en recompensa, decid a vuestros hijos: “Esta tierra


fue dos veces inundada en sangre por españoles serviles, vasallos

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 161


Antonio E. de Pedro Robles

abyectos de un rey; pero hubo también españoles liberales y patriotas


que sacriicaron su reposo y su vida por nuestro bien.

Soto la Marina, 25 de abril de 1817. Xavier Mina. Cuartel


General de Soto la Marina, a 26 de abril, 1817.
El Jefe del Estado Mayor, Noboa.

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hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 129-164 163


Citar este artículo:
Antonio E. de Pedro, “Las dos proclamas de Francisco Xavier
Mina: de héroes y villanos”, Historia y Memoria N°10 (enero-
junio, 2015), 129-164.
Entre la histeria anticomunista y el rencor
antiyanqui: Salvador Abascal y los
escenarios de la guerra fría en México*

Francisco Alejandro García Naranjo1


Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo-México

Recepción: 15/02/2014
Evaluación: 28/02/2014
Aceptación: 19/05/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El objetivo de este artículo es analizar el posicionamiento


doctrinal de un exponente de la derecha mexicana del siglo
XX respecto a la bipolaridad de la Guerra fría. Ese fue el
caso del intelectual reaccionario Salvador Abascal Infante
(1910-2000), quien en sendas obras analizó el siglo XX
mexicano, al que juzgó una era de decadencia moral por
inlujo del descreimiento y el combate al catolicismo que,
a su parecer, llevaron a cabo la Revolución mexicana y los
gobiernos de la posrevolución, particularmente la Presidencia
de Lázaro Cárdenas (1934-1940). En ese sentido, Abascal
Infante caracterizó al gobierno de Cárdenas como parte de la
avanzada del “comunismo internacional”, a la vez que execró

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: La derecha


católica, la histeria anticomunista y el rencor antiyanqui. El caso de Salvador Abascal
en el México del siglo XX, inanciado por la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo.
1 Doctor en Historia, Universidad Pablo de Olavide, España. Profesor-investigador,
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo, México. Grupo de investigación: Cuerpo académico, economía, cultura
y pensamiento en México y América Latina. Líneas de investigación: Historia del
Estado, las ideas y las instituciones en México y América Latina. pacognaranjo@
gmail.com

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 165


Francisco Alejandro García Naranjo

la inluencia en México y en el mundo de los Estados Unidos


como nación judía y protestante. Frente a los escenarios de la
Guerra fría, dicho personaje descaliicó tanto al comunismo
como a los Estados Unidos por “atentar” por distintas vías
contra la integridad católica en el país.

Palabras clave: guerra fría, derecha mexicana,


anticomunismo, judaísmo internacional, catolicismo.

Between anti-communist hysteria and anti-yankee


resentment. Salvador
Abascal and cold war scenarios in Mexico

Abstract

The goal of this article consists in analyzing the doctrinal


position of a twentieth century Mexican right wing
representative regarding the bipolarity of the Cold War.
This was the case of Salvador Abascal Infante (1910 – 2000),
intellectual and reactionary, who analyzed the Mexican
twentieth century in each of his works, and judged it as an
era of moral decadence due to the inluence of unbelief and
the battle against Catholicism that, in his opinion, were
carried out by the Mexican Revolution and the governments
of the post revolution, particularly the Presidency of Lázaro
Cárdenas (1934 – 1940). In this sense, Abascal Infante typiied
the government of Cárdenas as part of the expansion of
“international communism”, and, at the same time, execrated
the inluence of the United States, as a Jewish and protestant
nation, over Mexico and the world. Confronted with Cold War
scenarios, this public leader discredited both communism and
the United States for “threatening”, the catholic integrity of
the country, in several ways.

Keywords: Cold War, Mexican right wing, anticommunism,


international Judaism, Catholicism.

166 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

Entre l’hystérie anticommuniste et la rancœur anti-


yankee. Salvador Abascal et les décors de la guerre
froide au Mexique

Résumé

L’objectif de cet article est d’analyser le positionnement


doctrinal de Salvador Abascal Infante (1910-2000), membre
éminent de la droite mexicaine du XXe siècle en ce qui
concerne la bipolarité de la Guerre froide. Cet intellectuel
réactionnaire, analyse dans deux de ses œuvres le XXe siècle
mexicain, jugeant celui-ci comme une ère de décadence
morale qui s’explique par la perte de la foi et les combats
contre le catholicisme. A son avis, telle a été l’œuvre qu’ont
mené à bien la Révolution mexicaine et les gouvernements
de la post-révolution, particulièrement la Présidence de
Lázaro Cárdenas (1934-1940). En ce sens, Abascal Infante
caractérise le gouvernement de Cárdenas comme une partie
de l’avant-garde du “communisme international”, en même
temps qu’il répudie l’inluence au Mexique et dans le monde
des Etats-Unis, pays qu’il considérait comme une nation juive
et protestante. Face aux enjeux de la Guerre froide, Abascal a
responsabilisé aussi bien le communisme que les Etats-Unis
de “menacer” par de différentes voies l’intégrité catholique de
son pays.

Mots clés: Guerre froide, droite mexicaine, anticommunisme,


judaïsme international, catholicisme.

1. Introducción

En la mirada de las derechas mexicanas, la primera mitad del


siglo XX ha sido (y sigue siendo) una época aciaga, cargada
de enormes amenazas y verdaderos cataclismos sociales, tales
como la revolución mexicana y el gobierno de Lázaro Cárdenas.
Primero la revolución y luego el cardenismo generaron, como
procesos de cambio, no sólo resistencias sino combates, que
movilizaron a aquellos que tenían mucho qué perder, tanto
real como simbólicamente. Las respuestas ante esto también

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 167


Francisco Alejandro García Naranjo

fueron muchas: desde el catolicismo organizado, el mundo


intelectual, la arena política y la violencia.

Es en este contexto que se ubican el Partido Católico


Nacional (1911), los “reaccionarios” durante la etapa
revolucionaria, la cristiada (1926-1929), el Sinarquismo
(1937), y el Partido de Acción Nacional, PAN (1939). Todos
constituyeron los rostros del catolicismo y del conservadurismo
que se opusieron al régimen de la revolución mexicana2.
Asimismo, las posturas de la derecha durante la presidencia de
Cárdenas (1934-1940) estuvieron representadas en la Iglesia,
en el tradicionalismo del laicado militante y organizado,
en la lucha de católicos contra el comunismo. También en
las posturas conservadoras y reaccionarias que vincularon
a hispanistas y a simpatizantes del fascismo y del nazismo
(racismo, antisemitismo), como otras formas de responder al
reto cardenista3. Asimismo, como una vertiente permanente
(minoritaria pero vigente hoy día), estuvo presente la idea de
la conspiración judeo-masónica-marxista entre escritores de
libros y libelos, que con ella explicaban (y explican todavía), el
“catastróico” devenir histórico de México y el mundo4. Todas
ellas fueron posturas y reacciones frente a un gobierno de
marcado sentido popular, con una discursiva socializante y
una enseñanza de tipo socialista. En suma, son las derechas
que desde el tradicionalismo, el catolicismo y el rechazo a las
mayorías sociales, se opusieron a la modernidad y el cambio.

2 Véase: Manuel Buendía, La ultraderecha en México (México: Editorial Océano/


Excélsior, 1984); Hugh G. Campbell, La derecha radical en México, 1929-1949
(México: Sepsetentas, 1976); Octavio Rodríguez Araújo, Derechas y ultraderechas en
el mundo (México: Siglo XXI Editores, 2004); Reneé De La Torre, Martha Eugenia
Ugarte y Juan Manuel Ramírez Saiz (compiladores), Los rostros del conservadurismo
mexicano (México: Publicaciones de la Casa Chata, 2005); Roger Bartra, Fango
sobre la democracia (México: Editorial Planeta, 2007); Erika Pani, (coordinadora),
Conservadurismos y derechas en México (México: FCE/CA, 2 tomos, 2009).
3 Véase: Ricardo Pérez Monfort, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de
la derecha española (México: FCE, 1992) y Ricardo Pérez Monfort, Por la patria y por
la raza. La derecha secular en el sexenio de Lázaro Cárdenas (México: UNAM, 1993).
4 Véase: Salvador Abascal, Mis recuerdos. Sinarquismo y colonia María Auxiliadora
(México: Tradición, 1980), y Salvador Abascal, Juárez marxista, 1848-1872 (México:
Tradición, 1999). Hay otros autores que siguen esta línea de explicación del devenir
histórico de México, tales como: Salvador Borrego, Siglo XXI. Revolución en marcha
(México: s/e, 2009), y Rogelio González O., La conspiración contra Iberoamérica
(México: s/e, 2008).

168 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

Las distintas vertientes mexicanas de la derecha política,


lo mismo que la mentalidad conservadora, tradicionalista y
católica del periodo, expresada esta última en el asociacionismo
laico, en periódicos, revistas y libros, estuvieron marcadas
no sólo por el escenario local sino también por el contexto
internacional. De hecho, ambos entornos se concatenaron en
una dialéctica cuyo resultado era el “contagio revolucionario”.
Así, la revolución mexicana no se explicaba por sus causas
nacionales sino que, cada vez más, conforme avanzaba el
proceso, se la veía como resultado de una inluencia externa,
ajena y exógena. En efecto, desde principios del siglo XX la
Iglesia y los católicos estuvieron atentos al mundo occidental
y sobre todo, preocupados por la expansión del “comunismo
internacional” y cómo éste, se “iniltraba” en sindicatos,
partidos y universidades. Así que la gran amenaza para este
mundo tradicional que se oponía al presente tenía una doble
cara: por un lado estaba la revolución mexicana y por el otro
estaba el comunismo soviético.

Pero la coyuntura internacional tenía su propia lógica,


misma que muchas veces las derechas mexicanas subordinaron
a los factores locales (los “monstruos” posrevolucionarios y los
“demonios” cardenistas), o se convirtieron en una extensión
perversa de una categorización confusa, producto de una
“conjura internacional”. La revolución rusa (1917) y el Estado
socialista en la Unión Soviética, el ascenso del fascismo en
Italia en 1923, el establecimiento del nazismo en Alemania
en 1933, la guerra civil española en 1936 y la dictadura
fascista de Franco en España a partir de 1939, fueron los
principales sucesos europeos que marcaron el periodo de
entreguerras (1919-1939), generando la división del mundo
entre democracias y totalitarismos. Por su parte, la crisis de
las democracias liberales en Occidente debida a la debacle
económica y el ascenso de los totalitarismos, trajo el temor
creciente de que los movimientos anarquistas, socialistas y
comunistas desembocaran en revoluciones. Sin embargo, la
alarma por el “contagio revolucionario” que representaban
estos grupos, lo mismo que el movimiento de ideas y su
beligerancia retórica, sustentada en el in del pluripartidismo
y la hegemonía de partido único, fueron entendidos por la

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 169


Francisco Alejandro García Naranjo

mentalidad católica y conservadora en México (y el mundo)


como una usurpación del modo tradicional de vida.

Pero no todos los totalitarismos de las primeras décadas


del siglo XX trajeron la histeria, como sí lo convocaba “el
peligro rojo”. En México el fascismo italiano, el nazismo
alemán y la España franquista se convirtieron precisamente
en alternativas que bien podían agregarse a valores
imperecederos como la fe católica, para tratar de “revertir”
la creciente “degradación moral” de la nación mexicana que
la Revolución Mexicana estaba “provocando” a través de la
Constitución de 1917, de la retórica jacobina y la acción de
los gobiernos de la posrevolución en la cuestión agraria, en el
sector educativo, en materia religiosa y, en la organización y
beligerancia de los sectores populares.

De esa manera los fascismos fueron abrazados o al menos,


fueron bien vistos. Fueron considerados como opciones posibles
y válidas frente a la “amenaza” del colectivismo socialista, a
la “estandarización” del comunismo y, fundamentalmente, a
la “descatolización” de la sociedad mexicana que la revolución
mexicana y el “comunismo internacional” estaban promoviendo
en la nación5. Rasgos que se veían expresados en la aplicación
de los preceptos de la Constitución de 1917, en las medidas
anticlericales del presidente Calles, en la promoción de la
enseñanza laica, en la educación sexual, en la aplicación de la
educación socialista del régimen cardenista.

Para la mentalidad católica y conservadora de la primera


mitad del siglo XX, el gobierno del presidente Cárdenas
constituía la cima de un largo proceso de “degradación” que
empezará con la revolución de 1910 (o antes, si se piensa en
el avance del comunismo y el marxismo a ines del siglo XIX).
Por eso el franquismo, el fascismo y el nazismo en su guerra
a comunistas, masones y judíos atrajeron la atención de la
derecha mexicana, pues combatían a los mismos demonios.

5 Beatriz Urías Horcasitas, “una pasión antirrevolucionaria: el conservadurismo


hispanóilo mexicano (1920-1960)”, Revista Mexicana de Sociología, N° 4, (octubre-
diciembre de 2010): 599-628.

170 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

Justamente la construcción simbólica de los “monstruos”


posrevolucionarios y los “demonios” cardenistas, lo mismo que
la percepción de “degradación moral” de la nación mexicana
y la “descatolización” del país, al igual que el combate
contra la “amenaza comunista” y el “judaísmo internacional”
representado por los Estados Unidos, conformaron a grandes
rasgos la mentalidad de un testigo del siglo XX mexicano
que navegó en contrasentido de la modernidad, el cambio
y la transformación del país. Ese es el caso de Salvador
Abascal Infante (1910-2000), intelectual conservador que
desde el extremismo católico condenó por igual el tiempo de
la posrevolución y el México de la modernidad que se fue
conformando en la segunda mitad del siglo XX.

Tales son los referentes del presente ensayo, teniendo


como objetivo reconstruir este posicionamiento doctrinal en
Abascal, que lo mismo le hizo combatir social y retóricamente
al gobierno de Lázaro Cárdenas como avanzada del
“comunismo internacional”, que execrar la inluencia en
México y en el mundo de los Estados Unidos como nación
judía y protestante. Así, para la consecución de las metas
planteadas, en primer término se presenta un panorama de
México en la guerra fría, para enseguida establecer el peril
ideológico y la trayectoria de Salvador Abascal. En la tercera
sección se caracteriza el discurso histórico del personaje. Ello
luego da paso al análisis del pensamiento de Abascal en los
siguientes apartados: El “rojo Lázaro Cárdenas”, y “La judería
Yanqui” o el antiimperialismo de Abascal, que dan cuenta de
su perspectiva tanto del pasado recordado –el de su juventud–,
como el presente que acontece frente a sus ojos. Pero, sobre
todo, muestran cómo se posicionó este intelectual reaccionario
frente a los escenarios de la guerra fría, descaliicando tanto
al comunismo como a los Estados Unidos por atentar por
distintas vías contra la integridad católica en el país. Al inal,
se presentan las conclusiones.

2. México y la guerra fría

Como se sabe, al término de la segunda guerra mundial (1939-


1945) emergen dos potencias hegemónicas con amplias esferas

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 171


Francisco Alejandro García Naranjo

de inluencia que se disputarán el mundo, representando dos


sistemas opuestos, el capitalista y el socialista. Este mundo
bipolar que los Estados Unidos y la Unión Soviética moldearon
a través de la guerra fría, fue visto con gran desconianza y con
creciente odio por la derecha mexicana y sus distintas versiones.
Ya se ha hablado del temor por el avance del comunismo
soviético en la primera mitad del siglo XX, sobre todo a partir
del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas y sus medidas
en el medio obrero (sindicalismo) y campesino (agrarismo)
y en el campo de la enseñanza (educación socialista). Esta
perspectiva del avance del “comunismo internacional” seguirá
siendo motivo de honda preocupación después de la segunda
guerra mundial y en el contexto de la guerra fría.

El reformismo cardenista fue visto como terrible amenaza


por las clases medias y altas del país, lo que provocó numerosos
esfuerzos oposicionistas entre políticos contrarios o desafectos
a la revolución mexicana, en el sector empresarial y en el
campo de lo social6. Lo que daría lugar a partidos políticos (de
corta vida), a la conformación de organismos empresariales,
a la integración de organizaciones civiles irritadas por las
decisiones gubernamentales en materias como la enseñanza,
la salud reproductiva y la religión7 y, al surgimiento de
agrupaciones “ferozmente anticomunistas”8 (grupos de
presión). Asimismo, para muchos católicos y conservadores en
México, o estas derechas de la época (partidos, movimientos,
asociacionismos, periódicos, revistas, intelectuales), tanto el
obrerismo como el agrarismo en tanto antagonismo de clase,
así como la colectivización de la tierra, el anticlericalismo
estatal, la lucha contra el fanatismo religioso a través de
la enseñanza laica y socialista, eran en conjunto muestras
evidentes de esas señas de identidad compartidas por el
socialismo de inspiración soviética y la revolución mexicana.
Por eso las voces de la tradición y del integrismo católico en

6 Javier Garciadiego, “La oposición conservadora y de las clases medias al


cardenismo”, Istor, Año VI, N° 25 (verano de 2006): 30-49.
7 Martha B. Loyo, “Las oposiciones al cardenismo”, en: El cardenismo, 1932-1940
(México: FCE, 2010, 436-494.
8 Soledad Loaeza, “Conservar es hacer patria. La derecha y el conservadurismo
mexicano en el siglo XX”, Nexos, Año VI, Vol. 6, N° 64 (abril de 1983): 29-39.

172 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

México acusaban a los hombres de la revolución mexicana de


ser avatares del “comunismo internacional”.

En nombre de la defensa de la libertad, los siguientes


gobiernos a la administración de Lázaro Cárdenas practicaron
un “anticomunismo discreto”, a decir de Lorenzo Meyer,
basado en la contención de los movimientos populares, la
persecución de los radicalismos de izquierda, la moderación
de las políticas sociales del Estado. Sin embargo, la retórica
revolucionaria y la preservación de las medidas anticlericales
de los gobiernos de la revolución continuaron, tales como el
laicismo autoritario. Además, será justamente la bandera del
anticomunismo, compartida por la Iglesia y el Estado, la que
producirá una política de cooperación entre ambos poderes a
partir de los tiempos del gobierno de Ávila Camacho (1940-
1946) y en un buen trecho de la segunda mitad del siglo XX9.

La Iglesia entonces, al amparo de gobiernos ya no


anticlericales, fortalecerá su presencia entre los mexicanos
y profundizará su involucramiento en la enseñanza a todos
los niveles; entre la sociedad civil y el laicado organizado,
vigilantes de los contenidos de la educación pública; de la
salud reproductiva y, por supuesto, de la vigencia de los
ritos del culto y la vida parroquial. Asimismo, La Iglesia
mexicana combatirá los acercamientos que algunos sectores
eclesiales tendrán con los movimientos sociales progresistas,
principalmente por juzgar que a través de la teología de la
liberación se estaba produciendo una “iniltración comunista”.
Así, como explica María Martha Pacheco10, la Iglesia católica
en México impulsará una campaña anticomunista de alcance
nacional a mediados del siglo XX, misma que se extenderá
hasta los años ochenta, teniendo como objetivo el “comunismo
internacional” al que se entendía como una amenaza a la

9 Lorenzo Meyer, “La guerra fría en el mundo periférico: el caso del régimen
autoritario mexicano. La utilidad del anticomunismo discreto”, en: Espejos de la
guerra fría: México, América Central y el Caribe (México: CIESAS/SER/MIGUEL
ÁNGEL PORRÚA, 2004), 99.
10 María Martha Pacheco, “¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo
eclesiástico en México”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México
Vol. 24: (2002): 143-170.

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Francisco Alejandro García Naranjo

estabilidad de México y a los valores sociales y religiosos del


país11.

Como se dijo, esta tarea del combate al comunismo fue


compartido por el Estado mexicano y la Iglesia mexicana. Y es
que después del cardenismo se dio un viraje hacia la derecha
por parte de los siguientes presidentes, adhiriéndose a los
postulados ideológicos del anticomunismo promovidos por
Estados Unidos, como lo eran la defensa –retórica–, de las
libertades democráticas y el desarrollo capitalista y, sobre todo,
la defensa de la libertad como valor fundamental. Asimismo,
rompiendo cualquier vínculo anterior con la Unión Soviética,
creando unos nuevos sólo a nivel diplomático. El discurso
anticomunista de la guerra fría fue parte del discurso oicial de
los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel
Alemán Valdés (1946-1952), Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958),
Adolfo López Mateos (1958-1964), Gustavo Díaz Ordaz (1964-
1970). Siendo sus principales características el autoritarismo
gubernamental y la represión al sindicalismo independiente
y a las movilizaciones populares, contrapesadas apenas por
el nacionalismo revolucionario retórico, que permitiría a los
presidentes salidos de las ilas del partido gobernante (PRI),
aparecer menos anticomunistas y menos pronorteamericanos
de lo que en realidad habían sido, a decir de Meyer12.

Esta percepción de “caída” en el abismo de la revolución


(el “peligro rojo”), fue maximizada por los sucesos del acontecer
en el entorno inmediato. Y es que el contexto latinoamericano
al promediar el siglo XX mostraba un creciente mapa de
movimientos antiimperialistas, progresistas, populares,
socialistas, nacionalistas, comunistas y marxistas que estaban
vinculados a distintas esferas y estratos de la sociedad, en
donde universitarios, obreros, campesinos y políticos de
izquierda eran actores críticos de la sociedad capitalista y
burguesa y de las clases gobernantes. Siendo las crecientes

11 Valentina Torres Septién Torres, “El miedo de los católicos mexicanos a un


demonio con cola y cuernos: el comunismo entre 1950-1980”, en: Una historia de los
usos del miedo (México: El Colegio de México/Universidad Iberoamericana, 2009),
312-327.
12 Lorenzo Meyer, “La utilidad del anticomunismo discreto”, 115.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

desigualdades sociales y económicas el centro de su combate


ideológico y de una gran agitación social, que convirtió en
verdaderos a los monstruos que la “iebre anticomunista”
vociferaba como reales.

Por eso la primavera guatemalteca (1954), la revolución


cubana (1959), las rebeliones estudiantiles (1968), la vía
chilena al socialismo (1970), así como la proliferación de
la idea de la lucha armada revolucionaria a través de los
movimientos guerrilleros en Bolivia, Chile, Perú, Argentina,
Colombia, Uruguay, Guatemala, El Salvador, Nicaragua
y México en buena parte de la segunda mitad del siglo
XX en América Latina, y la revolución sandinista (1979),
materializaron día a día la sospecha de la existencia de las
“rebeliones comunistas” en el continente, como parte de la
expansión del “comunismo internacional”. Estos, también
fueron otros escenarios de la guerra fría latinoamericana, en
donde el marxismo y la revolución armada se convirtieron en
referentes del cambio para las izquierdas y los jóvenes; en
tanto los sistemas políticos, las burguesías, las derechas y
los partidos de centro apostaron por la libertad, la pluralidad
y la democracia. Dicha polarización trajo ese antagonismo
ideológico y de clase que reprodujo en cada uno de los países
de América Latina las disputas reales, icticias o simbólicas
entre el “peligro bolchevique” y la defensa de la libertad y la
democracia capitalistas.

En el campo de las ideas también la guerra fría tuvo


grandes batallas, siendo la vida política y cultural sus
principales escenarios. Aquí la bipolaridad mundial se
expresó, enfrentando al anticomunismo militante con el
comunismo ateo, a partir no sólo de las condiciones de la
geopolítica internacional sino de las lógicas locales. Es decir,
el anticomunismo mexicano no se vio a sí mismo como tal,
sino como defensor de la libertad y de la religión católica y en
ese sentido podía coincidir con el anticomunismo promovido
por los Estado Unidos, menos en la defensa de la democracia
liberal (la puerta de todos los males que asolaban a Occidente),
y mucho menos en la hegemonía continental y mundial de una
nación protestante.

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Francisco Alejandro García Naranjo

Mientras que la izquierda mexicana (socialistas,


comunistas, progresistas), no representó particularmente
la avanzada de las huestes rojas soviéticas que en algún
momento “asaltarían” los hogares mexicanos para llevarse
niños y mujeres, pero sí reprochaba el oscurantismo y el
fanatismo que la religión católica sembraba, a su parecer, en
la sociedad. Por supuesto, marxistas, comunistas, socialistas y
cardenistas promovían la participación social del Estado y su
papel rector de la economía, la igualdad social, y criticaban la
propiedad privada y amparaban formas sociales de la misma.
Todo esto se acercaba bastante a la utopía del “comunismo
internacional”: abolición de la propiedad privada, nivelación
social y economía planiicada por el Estado.

La enunciación de las ideas, así como el debate y


combate frontal de “ideologías peligrosas” buscando “alertar”
a la opinión pública se llevó a cabo también a través de la
prensa y mediante una campaña anticomunista13. Fue así en
la prensa mexicana de mediados del siglo XX que, como explica
Elisa Servín, revistas como diarios nacionales se adscribieron
tanto a “los nuevos principios surgidos de la hegemonía
estadounidense de posguerra” como a la “doctrina de contención
del comunismo”. Como señala la autora, la prensa mexicana
en su línea anticomunista encontró coincidencias con la
Iglesia católica y las cúpulas empresariales y colaboró con el
autoritarismo gubernamental que golpeó a la izquierda. Fue
así en el cardenismo con diarios nacionales como El Universal
y Excélsior, que exhibieron posiciones anticomunistas, lo
mismo que periódicos como El Hombre Libre con actitudes
nazifascistas, Novedades, contrario al obrerismo y agrarismo,
entre otros14.

La producción de libros, revistas y hasta de hojas volantes,


fue una tarea también asumida por intelectuales católicos
mexicanos, que llevaron a cabo una cruzada anticomunista

13 Elisa Servín, “Propaganda y guerra fría: la campaña anticomunista en la prensa


mexicana del medio siglo”, Signos Históricos N° 11 (enero- junio de 2004): 9-39.
14 Silvia González Marín, Prensa y poder político. La elección presidencial de 1940
en la prensa mexicana, (México: UNAM/Siglo XXI editores, 2006), 21-37.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

contra el igualitarismo social, contra las amenazas a la


propiedad privada, contra el ensanchamiento del Estado
y, contra el “comunismo ateo”. El combate era contra el
“bolchevismo internacional”, el cual estaba representado en
los postulados de la revolución mexicana, otras formas de la
“penetración comunista”15.

3. El caso de Salvador Abascal

Ese fue el caso del mexicano Salvador Abascal, quien


desde el extremismo católico combatió el anticlericalismo
revolucionario, el de la revolución mexicana, como parte de
una revolución comunista internacional. Salvador Abascal
Infante (1910-2000) hizo estudios en el Seminario de Morelia,
y para 1926 ingresó a la Escuela Libre de Derecho para cursar
la Licenciatura en Derecho, graduándose en 193116. Él tuvo
dos facetas especíicas en su vida pública, una militante la
otra intelectual. Así, se distinguió por ser parte de distintos
movimientos político-católicos públicos y clandestinos, tales
como La Base y La Legión, venidos de los fuegos de la Cristiada
y, la Unión Nacional Sinarquista (1937)17, fundada para
construir un orden nacional opuesto al gobierno de Lázaro
Cárdenas. También encabezó en 1942 un intento de creación
en Baja California de una sociedad utópica basada en el ideal
católico18.

Abascal tuvo una importante trayectoria como editor,


pues de 1945 a 1972 dirigió la Editorial Jus19 y en 1973

15 Como fueron los casos del tradicionalista y reaccionario Jesús Guisa y Acevedo
(1899-1986), y del conservador y porirista Alberto María Carreño (1875-1962). Véase:
Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha hispanoamericana:
Alberto María Carreño, Nemesio García Naranjo y Jesús Guisa y Acevedo (Morelia:
UMSNH/UNAM, 2012).
16 James W. Wilkie y Edna Monzón Wilkie, Frente a la Revolución mexicana. 17
protagonistas de la etapa constructiva. Entrevistas de historia oral (México: UAM, 4
tomos, Vol., 3, 26.
17 Mónica Uribe, “La ultraderecha en México: el conservadurismo moderno”, El
Cotidiano, Año 23, Vol. 149 (mayo-junio de 2008): 44.
18 Véase: Salvador Abascal, Mis recuerdos...
19 Hugo Vargas, “Nuevas vidas ejemplares: De Salvador Abascal a Luis Pazos:
estampitas de la derecha mexicana”, Nexos, N° 64 (abril de 1983).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 177


Francisco Alejandro García Naranjo

fundó la Editorial Tradición. Asimismo, desde 1972 (y


hasta su muerte), editó la Hoja de Combate, mensuario en
el que se dedicó a juzgar el diario acontecer de su tiempo
desde una perspectiva antirrevolucionaria. En su faceta
intelectual Abascal fue un prolíico escritor e interesado en
la historia mexicana, a la que juzgó desde una óptica católica,
antirrevolucionaria, antimasón, anticomunista y antiliberal,
dedicando obras a Hidalgo, la guerra de reforma, a Juárez, a
la revolución mexicana, a la Constitución de 1917, al gobierno
de Lázaro Cárdenas entre otras.

Salvador Abascal fue un ideólogo conservador20 que


representó la histeria anticomunista de los sectores más
extremos del catolicismo mexicano que desde siempre ha visto
en peligro a la familia, la sociedad, el Estado, y el devenir
histórico del país con los procesos de cambio. Desde la cultura
católica radical construyó una mirada del pasado y presente
de México en la que el liberalismo y la “amenaza comunista”
eran procesos e ideologías que había trastocado la civilización
cristiana, siendo aquel la puerta de entrada para el segundo,
en un creciente proceso de “degradación” de la sociedad,
con sus ideas de libertad, secularización, nivelación social y
abolición de la propiedad, respectivamente. Ya en el período
de entreguerras y luego en el contexto de la guerra fría, la
“amenaza roja” que representó el comunismo soviético se agregó
a la idea del “judaísmo yanqui” que personiicaron los Estados
Unidos, como la parte última de una conspiración ancestral de
liberales, revolucionarios, socialistas, comunistas, marxistas y
judíos que buscan la descristianización de Occidente. Es decir,
para él, el comunismo ruso era un peligro verdadero pero no la
fuente del mal, la cual estaba constituida por el “gran imperio
del Judaísmo Internacional” de los Estados Unidos.

4. El discurso histórico de Abascal

A mediados de 1988 Salvador Abascal publicó Lázaro Cárdenas,


Presidente comunista, en dos tomos. Esta obra formaba parte

20 Véase: Edgar González Ruiz, Los Abascal. Conservadores a ultranza (México:


Grijalbo, 2003).

178 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

de su visión del pasado, en un intento por encontrar las claves


del estropicio del presente, que él establecía en los inicios del
México independiente. La fractura mexicana era el sentido
que Abascal le daba al relato nacional que había realizado
con obras como El cura Hidalgo de Rodillas (1996), Juárez
Marxista (1984), La revolución de la Reforma de 1883 a 1884,
(1983) Madero, dictador infortunado (1983), La Constitución
de 1917, destructora de la nación (1982) y los tomos que
dedicó a Lázaro Cárdenas. Su revisión del pasado estuvo
determinada por ese presente aciago que sus convicciones
religiosas lamentaban absolutamente. La degradación moral
de México era el sentido de la historia nacional para Abascal,
culpando a la añeja “conspiración” de masones, liberales,
judíos y marxistas de ser los causantes de la tragedia nacional,
propagadores –en la mirada del autor–, del odio a Dios.

La forma de escribir la historia de Abascal estuvo


marcada por los hechos del presente: la tragedia de la
patria católica ultrajada por los “rojos” de todos los tiempos
y por los Estados Unidos y su “oculto super-gobierno, el
Judaísmo”21. Por eso su visión del porvenir no podía ser sino
fatalista, pensando dicotómicamente la realidad: por un lado
los “enemigos” de Dios y por el otro aquellos pocos que en la
sociedad practicaban la fe católica y que eran inconmovibles a
“perversas” inluencias.

Ese pesimismo por el presente fue compartido por otros


autores en México, que al igual que Abascal escribieron lo que
juzgaban era “la verdadera” historia de México, distinta a la
generada por la visión progresista o por la versión “oicial”.
De esa manera, como explican Nora Pérez-Rayón E. y Mario
Alejandro Carrillo, “La visión del pasado mexicano asume
una perspectiva hispanista y anti-indigenista, católica y
antiliberal, que se nutre de fuentes conservadoras (L. Alamán,
J. Vasconcelos, M. Cuevas…). Desde luego, tal versión ensalza
al catolicismo como forjador y esencia de la nación”22.

21 Salvador Abascal, Juárez marxista… 323.


22 Nora Pérez-Rayón E., Carrillo, “De la derecha radical a la ultraderecha en el
pensamiento social católico”, en: El pensamiento social de los católicos mexicanos

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 179


Francisco Alejandro García Naranjo

Desde luego, Salvador Abascal cumple claramente con


la vocación por la historia que le es atribuida a intelectuales
del conservadurismo y de la derecha de Occidente de los
siglos XIX y XX en Europa, Estados Unidos y América
Latina23. Y es que desde Edmundo Burke en Inglaterra
hasta Lucas Alamán en México, la mentalidad conservadora
ha buscado en el pasado la fortaleza histórica que impida
el “resquebrajamiento” de la sociedad que las ideologías del
cambio han provocado. Asimismo, cuando el liberalismo, el
socialismo, el comunismo o la revolución ya se han entronizado
y se han vuelto instituciones normativas de la realidad, esa
misma mentalidad conservadora buscará en el pasado las
claves del “desorden” del presente, tratando de establecer el
momento en el que el rumbo se “perdió”. Fue así como Abascal
se dedicó a la crítica antirrevolucionaria y al estudio de la
historia mexicana, buscando explicaciones al desorden, la
anarquía y la degradación moral de su tiempo, culpando a las
ideologías de la descatolización de México. En este caso, como
católico intransigente vivió la histeria anticomunista y el
rencor antiyanqui en el contexto de la guerra fría, señalando
al comunismo y al capitalismo como los responsables del
debilitamiento de los valores espirituales, de la corrupción de
las costumbres y de la mujer.

5. El “rojo Lázaro Cárdenas”

Para Abascal, sencillamente, el presidente Cárdenas era


representante del “comunismo internacional”. Esa es la
sentencia que cruza los dos libros que escribiera sobre
Cárdenas. En un recorrido por la personalidad de los hombres
de la revolución, como Plutarco Elías Calles, Emilio Portes
Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abascal se expresa así de Cárdenas:

[…]el caso de Lázaro Cárdenas conirma la regla, pues


siendo por naturaleza falso y tortuoso[…]y siendo también

(México: FCE, 2012), 127.


23 Para una caracterización de los historiadores conservadores en México, véase:
Jaime Del Arenal Fenochio, “La otra historia: la historiografía conservadora”, en:
Tendencias y corrientes de la historiografía mexicana del siglo XX, (México: El Colegio
de Michoacán/UNAM, 2003), 63-90.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

inteligente, en realidad fue torpe, por lo cual será un


instrumento de inteligencias más lúcidas: sobre todo de
[el embajador norteamericano] Daniels y de [el Presidente
norteamericano] Roosevelt. En cuanto a su posición personal,
sabrá encumbrarse como un semidiós de la Revolución; pero
en cuanto a su tarea nacional, que deseaba fuera en beneicio
material de obreros y campesinos, sólo será “el ciclón” ciego
y desatado que no sabrá más que destruir. Sus panegiristas
tienen que confesar sus tremendos fracasos en materia social,
sin un solo acierto, en exclusivo beneicio, aclaro yo, de los
EU, que nos quieren apóstatas y en la miseria. Su socialismo
no ha sido ni podía ser sino para la mayor ruina material y
moral de los de abajo y provecho de la Revolución Mundial,
cuyo cerebro no está en Rusia sino en los EU, nuestros
peores enemigos. Creyendo él ser anti-imperialista, siendo
realmente comunista pro-soviético –aunque esto nunca
quiso confesarlo- ¡resultó ser un dócil robot del imperialismo
yanqui!24

Singular es la acusación que Abascal dirige a Cárdenas,


porque no sólo aparece en su imaginario como un fracasado
“peón del comunismo”, que perjudica a aquellos que desea
beneiciar, como obreros y campesinos, sino que también es
una simple herramienta del imperialismo norteamericano.
Su interpretación de la realidad política estuvo determinada
por esa mentalidad conspirativa que le fue tan característica.
En efecto, para este representante del tradicionalismo
sin concesiones, Estados Unidos manejaba al socialismo
internacional cual títere, en su tarea por descatolizar
occidente. Y en ese sentido, la revolución mexicana y los
revolucionarios no eran sino otras herramientas –menores–,
de la misma misión. Aquí, aparece la conexión con esa añeja
conspiración que ve la confabulación de masones, liberales,
jacobinos y marxistas para combatir a Dios y al catolicismo en
América y en Europa. Así lo expresó:

[…] el propósito de la Revolución siempre ha sido arrebatarle


a Dios, a Cristo, el dominio de las almas. El mismo socialismo
no pretende sino eso, pero echando mano de mayores recursos
que el simple ateísmo militante. Éste, lo mismo que el clásico
laicismo liberal, cree lograr su designio sin suprimir ciertas

24 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas Presidente comunista (México: Tradición,


1991, 2 Tomos, Vol., I), 55.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 181


Francisco Alejandro García Naranjo

libertades: la de propiedad, la de expresión –hasta cierto


límite–, la de asociación en Partidos Políticos. El socialismo,
en cambio, para asegurar, en substitución de Dios, el imperio
de las conciencias, suprime la propiedad privada al máximo
posible, por ser la mayor garantía de la libertad individual,
familiar y social, y por lo mismo de independencia en lo
espiritual respecto del Estado revolucionario.25

La “conspiración judeomasónica” como tesis conservadora


del siglo XIX está presente en la discursiva de Abascal y,
en muchos sentidos, la usa en sus obras de corte histórico.
Asimismo, tal idea, la de la conspiración decimonónica de las
ideologías radicales, fue reactualizada en los años setentas del
siglo XX por el propio Abascal, ahora caliicándola de revolución
mundial, que busca exactamente lo mismo, expulsar a Dios de
la sociedad, siendo el comunismo y el capitalismo, dos enormes
fuerzas que también buscan el in del catolicismo26.

Por otra parte, es conocida la tesis del miedo a la


“amenaza comunista” que desde inales del siglo XIX
apareciera en México (y América Latina) venida desde
Europa, al fragor del anticlericalismo revolucionario en
Francia, y que en nuestro país fuese esgrimida en la pugna
ideológica entre liberales y conservadores. Asimismo la propia
Iglesia se encargó de difundir esta misma percepción de
inminencia, y que luego prolongó en el siglo XX en el contexto
de la revolución mexicana, la presidencia de Cárdenas, y
frente al eco del ejemplo de la revolución cubana de 1959. Es
decir, la histeria anticomunista se propagó entre los sectores
más radicales del catolicismo mexicano organizado. Salvador
Abascal, sin embargo, surgido de esos sectores intransigentes
no padeció ese miedo al comunismo sino todo lo contrario,
ejerció un poderoso odio anticomunista a “la amenaza roja”.
Y, particularmente en este caso, Cárdenas convocaba todas
las furias del ex líder sinarquista (tan solo opacado por su odio
a Juárez), y no solo en su faceta de presidente sino desde su

25 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…120.


26 Véase: Salvador Abascal, La revolución antimexicana (México: Tradición, 1978),
y Salvador Abascal, La revolución mundial. De Herodes a Bush (México: Tradición,
1991).

182 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

tiempo como gobernador. Revisando su trayectoria, Abascal


encuentra “pruebas” de esa fe masónica y comunista.

Para Abascal, Cárdenas como gobernante de


Michoacán (1928-1932) se dedicó a “controlar” la totalidad
de los sindicatos y comunidades agrarias, a “manejar”
absolutamente los ayuntamientos, para abrir escuelas
“todas laicas” y “todas mixtas”, para “radicalizar al rojo vivo
anticlerical la Universidad de San Nicolás y despojarla de
lo que pudiera quedarle de educación humanista”, “repartir
precipitadamente varias haciendas”, para promover la
masonería en “todos los municipios” como una especie de
“contra-Iglesia”(sic), “aniquilar” la “semi-independencia” de
los poderes judicial y legislativo, y “formar líderes agraristas
de hueso colorado, de bandera rojinegra con la hoz y el martillo
y ‘desfanatizadores’”27.

Como candidato presidencial del PNR, Cárdenas recorrió


Michoacán, y “en todas partes discursea enmarcado por
pabellones rojinegros. No tiene por qué ocultar ni disimular su
credo bolchevique”28, aseguraba Abascal. Esas eran sus señas
de identidad, a juzgar por el antiguo líder del sinarquismo. Y
en contraposición a este mundo inefable que Cárdenas forjaba
y que el propio Abascal veía los efectos o los productos de
los cambios introducidos a la sociedad a inales de los años
ochenta en que escribió en contra del general, recordó la era
colonial en México, frente al trastorno del presente traído por
el comunismo:

[…] durante más de 3 siglos hubo paz social gracias a la


Iglesia, a la justicia y a la caridad practicada por los ricos,
de verdad católicos, y a la organización de los gremios, que
era corporativa, de mutua ayuda orgánica, que la Revolución
destruyó para implantar primero el injusto capitalismo
liberal y luego el socialismo con su lucha de clases, que es
antinatural y suicida.29

27 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…152.


28 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…167.
29 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…175.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 183


Francisco Alejandro García Naranjo

El autor de La hoja de combate aseguraba que los


“enemigos de Cristo” esto es, liberales, masones, judíos,
revolucionarios y comunistas, no sólo habían destruido la
estructura social católica, sino que además habían trabajado
juntos para primero instaurar el capitalismo y luego socialismo.
Y es que en su percepción existía una línea de continuidad
entre el laicismo promovido por el liberalismo y el ateísmo
planteado por el socialismo, pues para él ambos en la práctica
profundizaban el descreimiento y el odio a la “fe verdadera”.
Esa era la percepción de Abascal, una crítica irrelexiva a
la instauración de la modernidad y todas sus instituciones,
señalada como la causante de la pérdida de sentido en México
y en el orbe católico.

La anunciada intención del Cárdenas candidato,


de que el Estado interviniera a favor de los trabajadores,
organizándolos a través del movimiento sindical, representaba
para Abascal más pruebas del “peligro bolchevique”: “Todo en
manos del Estado, esto es del Gobierno, o sea del pulpo de la
burocracia convertido en patrón omnipotente e impersonal del
trabajador, exactamente como en Rusia: dueño de vidas, votos
y conciencias y del producto mismo del trabajo”30. Además,
aseguraba Abascal, no habrá “nada de sindicatos que no sean
rojos”, con sus “líderes bolcheviques” y todos, “manejados por
el Estado rojo”31.

Y no únicamente eso, airmaba que Cárdenas “estaba


decidido a implantar el totalitarismo comunista de Estado
no sólo en economía sino también en la educación y en todos
los órdenes de la vida social”32. En efecto, para demostrar la
“iniltración bolchevique”, Abascal recurrió en su libro al uso
de los Apuntes del propio Cárdenas. Así lo hizo en relación con
el tema de la educación, retomando la airmación de Lázaro
respecto a que a la niñez se le debía educar en la ideología de
la revolución mexicana. Para Abascal ello se traducía en el uso
del “criterio dogmático materialista ateo del comunismo” (sic).

30 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…175.


31 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…180.
32 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…180.

184 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

Y enseguida agregaba:

Y con razón se ha convertido a Cárdenas en el ídolo máximo


de la Revolución -quizá más que a Juárez o al lado de
éste-: en 1934 una mujer atea era una rarísima excepción;
actualmente son millares las que han perdido la Fe, sin
extrañarla. ¿Y el resultado cuál es? La disolución del hogar,
y por lo tanto de la Patria misma, y la esclavitud del pueblo
en beneicio del Gobierno Revolucionario y la esclavitud de
éste en beneicio de los Estados Unidos, modelo de barbarie
motorizada.33

Este representante de la ultraderecha mexicana


execraba el México de sus tiempos, al que percibía como una
era de decadencia moral por la “expulsión” de la religión de
la enseñanza y de la vida de las personas a través del proceso
secularizador y su profundización en el siglo XX, el cual para
él había trastocado a la patria, a la sociedad y a la familia al
“arrojar” a la mujer a la vida pública, a la incorporación de
la mujer en nuevos ámbitos, antes vedados por su condición
de “servidumbre” y de “inferioridad”. Maniiesto es su repudio
por la sociedad secularizada que ha sustituido el orden social
basado en los valores cristianos. Y Abascal encuentra que la
era cardenista fue un punto de inlexión en esta “decadencia”
del orden social por su impulso de la educación socialista.

Más adelante, en su obra sobre Cárdenas continúa


mostrando evidencias de esa conspiración orquestada desde
los Estados Unidos para “descatolizar” México a través,
en este caso, de la enseñanza. En septiembre de 1934, las
declaraciones del presidente electo a favor de la educación
socialista y señalando la agitación de clericales y reaccionarios
cuyos intentos subversivos fueron menores, Abascal airmaba
que ello era así porque

[…] está desarmado el pueblo frente al Gobierno revolucionario


sostenido por la negra Casa Blanca; pero demostrará su
justa aversión a la escuela socialista con el boycot (sic) y
con el desorejamiento de muchos maestrillos, debiendo ser
Cárdenas el desorejado, hasta por razones estéticas. Y a pesar

33 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas, Presidente comunista, Vol., I, 185.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 185


Francisco Alejandro García Naranjo

del engaño que sufrirá la Nación, felizmente por poco tiempo,


con motivo de la expropiación petrolera, la condenación de
toda su política y de su escuela será cada día más evidente y
violenta, hasta obligarlo a dejar que Ávila Camacho cambie
el rumbo, aunque sólo sea verbalmente, pues el mal hecho
por el cardenismo habrá sido demasiado profundo al cabo de
su sexenio y perdurará produciendo al cabo de 40 años la
apostasía social que estamos presenciado.34

Como se sabe, históricamente el tema de la enseñanza


y la formación de nuevos ciudadanos ha sido una cuestión
capital para la mentalidad católica conservadora en México
en el siglo XIX y por supuesto en el siglo XX frente al reto
cardenista. Obviamente Abascal juzga desde su presente los
años ochenta del siglo XX, cuando México ha entrado a la
modernidad cultural, a la masiicación de la educación y el
sistema estatal de educación rinde frutos, en ciudadanos laicos
y menos crédulos. Con la masiicación de las universidades
públicas y laicas, con la incorporación de las mujeres de modo
creciente a la universidad y al ejercicio profesional, agregando
nuevas formas de entender la realidad y la vida más allá del
“deber ser”.

La condena a la educación pública y el rechazo a la


modernidad y la defensa de la tradición católica, muestran
la pervivencia del viejo conlicto entre el catolicismo y la
modernidad en personajes como Abascal y, que de cierta
forma, se convirtieron en representantes de una opinión
que tomó fuerza a lo largo de la primera mitad del siglo
XX mexicano cruzando la escala social, entre las clases
medias, sectores populares y las clases altas, gracias a una
combinación desigual, incompleta y contradictoria de valores
como un fuerte catolicismo, un acendrado conservadurismo
e ignorancia. La educación socialista fue vista entonces
como una amenaza a las creencias, los valores y formas de
vivir35. Lo singular es que en el México de los años ochenta,

34 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas, Presidente comunista, Vol., I, 189.


35 Engracia Loyo, “Los años que vivimos bajo amenaza. Miedo y violencia durante
la etapa de la educación socialista (1924-1940)”, en Una historia de los usos del miedo
(México: El Colegio de México/Universidad Iberoamericana), 309.

186 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

con el traspaso de la sociedad rural a una sociedad urbana


y la creciente modernización, existiesen aún personajes con
la mentalidad de Abascal, deudores de un tiempo pretérito y
añorantes de una sociedad que ya no existía.

Ese malestar por el tiempo presente encuentra su origen,


o al menos su profundización durante el gobierno presidencial
cardenista. En su libro Abascal señala, además, que el
presidente Cárdenas “Claramente quiere la suplantación de la
Religión Católica por la Religión Comunista”36. Así lo expresó:

Con sus leyes Cárdenas le ponía camisa de fuerza a la


mente del niño, del adolescente, del obrero, del campesino,
del maestro y de las autoridades, y mediante todos ellos
quería aherrojar a la Nación entera. Todo el mundo tenía
que aceptar su Credo materialista, marxista, anticristiano,
siendo la Nación todavía entonces profundamente católica.37

Lo que para una mentalidad liberal, secular, progresista


o incluso socialista, constituye un avance en la construcción de
una sociedad equitativa, o la conformación de un Estado con
responsabilidad por las mayorías sociales, para Abascal eso
mismo era un retroceso y una auténtica catástrofe, y la evidencia
palpable de la muerte espiritual de la sociedad cristiana por
la secularización y la visión racionalista impulsada por el
Estado posrevolucionario. Para este conservador a ultranza el
in de la sociedad estaba expresado en la “descristianización
de la nación” que las ideologías estaban promoviendo,
particularmente el “comunismo internacional”.

6. La “judería yanqui” o el antiimperialismo de Abascal

En el imaginario de Abascal existe una sociedad entre el


comunismo y los “judaizantes” Estados Unidos, donde el
primero es un instrumento del segundo, y ambos son para él dos
“enemigos” del orbe católico, uno por promover el ateísmo y los
otros por ser una nación protestante que busca resquebrajar
la integridad católica de México. Y, aunque los elementos

36 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…23.


37 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…28.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 187


Francisco Alejandro García Naranjo

que conforman este posicionamiento doctrinario siempre


aparecen unidos en el discurso de Abascal, en este apartado
se verán por separados para enfatizar precisamente las raíces
del nacionalismo del personaje y su crítica al imperialismo
norteamericano. Siendo así que laicismo, masonería y
judaísmo constituyen nociones deinitorias de la naturaleza
de los Estados Unidos. Singular es, sin embargo, que jamás se
expresa en contra del capitalismo como tal, aunque deienda
el principio de la propiedad privada como pilar fundamental
de la sociedad católica. Asimismo, condenará acremente la
imitación del modo de vida burgués en México que, a su juicio,
aleja a la sociedad de su religiosidad pero, no se pronunciará
en contra del capitalismo.

De esa manera, buscando establecer la inluencia


perniciosa de los Estados Unidos en México desde siempre,
Abascal recordó en su obra sobre Cárdenas las postrimerías
del Poririato, donde a su parecer se extiende el laicismo a
las escuelas particulares, y para ello destacó los casos de
Yucatán y Sonora y, agregó en seguida: “Pero la Casa Blanca
y su instrumento, la Masonería Mexicana, quieren más de
lo ya logrado con la escuela oicial laica”38. La decadencia
mexicana era resultado de la inluencia de una potencia
extranjera. Asimismo, en sus ataques dirigidos a Cárdenas
busca descaliicar al gran hombre de la revolución al tildarlo
de simple herramienta de los Estados Unidos en su misión
de “descatolizar” a México. Por ello, asegura, que cuando
Cárdenas fue gobernador, se dedicó a “mazonizar todo el
Estado”39. Así, en esta perspectiva, el Cárdenas comunista
aparece como parte de un plan orquestado por el gobierno de
los Estados Unidos y la masonería:

[…] por exacto oportunismo y obediencia masónica


interviene en el asesinato a traición del ‘reaccionario’
Carranza…por oportunismo sectario persigue a la Iglesia
en Michoacán; por analfabeto oportunista se hace socialista;
oportunísimamente provocará con toda aviesa intención a su
antiguo protector y casi padre Plutarco Elías Calles, para

38 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…12.


39 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…194.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

deshacerse de él y comunizar, sin estorbos, a la Nación, con


la prevista y oportuna protección de Roosevelt, a quien le
rendirá culto ferviente como a Redentor…Desde el 1º de
diciembre de 1934 su fuerza no está realmente en el Ejército
sino en la masonería, en los líderes sindicalistas y agraristas
y en el respaldo decisivo de Roosevelt. Los más de los jefes
militares, casi todos, son anticomunistas; pero saben que
nada pueden ya hacer contra la voluntad de los Estados
Unidos…siendo ya ex-presidente –teniendo que respetar en
este punto la nueva táctica de la revolución-, se hace amigo
de varios sacerdotes y de Méndez Arceo. Sí, muy cierto, se
hace muy amigo de clérigos anticlericales y comunistas,
anticristianos, sobre todo del Obispo hereje y marxista de
Cuernavaca.40

Repasando los Apuntes de Cárdenas, Abascal encuentra


nuevas pruebas de su fe comunista. En efecto, cita la entrada
del 17 de junio de 1946, referida a la explicación que el
propio Cárdenas hace de la existencia del comunismo como
consecuencia de la explotación del pueblo por las oligarquías.
Y no sólo eso, luego de dicha constatación este representante
de la extrema derecha establece que su presidencia comunista
fue una pieza más de la gran maquinaria que ha construido la
conspiración de marxistas y masones. Abascal señala:

Mucho peor es el remedio del comunismo que la enfermedad.


Pero mientras más palpable sea aun para el mismo
Cárdenas, el progreso de la miseria y de la ignorancia, él
dirá siempre que eso se debe a que se necesita todavía más
comunismo, más estatismo marxista. Por su total incultura
era fácilmente manejable por las fuerzas masónico-marxistas
internacionales.41

En un pasaje de sus Memorias, Abascal recuerda sus


pasos como propagandista del catolicismo clandestino en los
años treinta. En dicho libro, publicado en 1980, evocó a su paso
por Querétaro las batallas del catolicismo del siglo XIX contra
las formas de la dominación venidas de afuera. Otra alusión
a la conspiración judeo-masónica de los Estados Unidos como
responsable de todos los males de México:

40 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…200.


41 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…243.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198 189


Francisco Alejandro García Naranjo

El pequeño Querétaro de entonces, de sólidos y altos palacios


y estrechos e innumerables meandros propios de una gran
fortaleza, conservaba –en mi ánimo– el aire de la ciudadela
sitiada y defendida por las fuerzas católicas de Miramón,
Mejía, Maximiliano y Méndez –las 4 Emes– contra los
liberales traidores al servicio de la Masonería yanqui y de la
Judería Internacional.42

Con esa misma visión explicaba Abascal los inicios de


la revolución mexicana, no como una gesta cívica encabezada
por Madero, sino el maderismo como un engranaje del
imperialismo norteamericano. Y es que a decir de Abascal, los
jefes nacionales de las Legiones (fundadas en 1932), insistían
en 1936 en la fundación de consejos de la organización
clandestina de católicos en la frontera norte de México con la
idea de un “segundo maderismo”, lo cual juzgaba como una
equivocación:

Las más claras inteligencias suelen caer en el error de juzgar


del presente político con la misma regla de la apariencia
del pasado, sin descubrir en éste el mecanismo profundo
de las revoluciones. Había ininitamente más motivos de
descontento en 1936 que en 1910; pero no había sido el pueblo
de México quien diera al traste con el porirismo –para pasar
del liberalismo al socialismo- sino el norte bárbaro lanzado
por la masonería y el Gobierno de los Estados Unidos, que no
dejarán de proteger al Régimen revolucionario precisamente
por su eicacia destructora.43

El comunismo como instrumento del imperialismo –como


se ha dicho–, era otra de las premisas centrales de la retórica
de Abascal. Para él, en Estados Unidos estaba el origen y sede
de la Revolución, pero no de signo socialista o cardenista, sino
una Revolución Mundial, que en su demonología signiicaba
descatolización:

Era necesario enderezar ya la Revolución contra la propiedad


privada, empezando por un reparto precipitado y casi total
de la tierra y por la estatización de importantes industrias,
como base y principio de la comunicación de México, dentro

42 Salvador Abascal, Mis recuerdos…127.


43 Salvador Abascal, Mis recuerdos…136.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

de los planes de la Revolución Mundial, cuya sede no ha


estado jamás en Moscú sino, desde hace muchos años, en los
Estados Unidos.44

En este esquema de la realidad, el “campeón” de las


democracias libres, los Estados Unidos, será visto con rencor
por este representante de la derecha mexicana, que se
deinirá como nacionalista y antiyanqui. La razón reside, más
allá de pulsiones nacionalistas, en el hecho de que católicos,
conservadores, hispanistas, derechistas, sinarquistas y
panistas veían en la beligerancia y hegemonía del vecino del
norte una seria amenaza para la integridad católica del país,
dado que aquella era una nación protestante. Y es que desde
ines del siglo XIX se veían a las inmigraciones protestantes
como verdaderos peligros, cuyo “contagio” alejaría cada vez
más a sectores sociales de la Iglesia católica, la cual se mostró
preocupada por la presencia de misioneros norteamericanos
que durante el Poririato se adentraron al norte y en algunas
regiones del centro del país45.

Ya durante el periodo entre guerras así como en el


contexto de la guerra fría, habrá voces como la de Abascal
que desde el mundo intelectual juzgaran con virulencia la
hegemonía y el intervencionismo de los Estados Unidos, como
otro gran enemigo de la Iglesia católica que busca descatolizar
a México46. Asimismo, durante los gobiernos posteriores a
Cárdenas, la derecha clerical, como la llama Carlos Monsiváis47,
será intolerante con la disidencia religiosa, especialmente la
protestante.

Por eso, el contexto de la guerra fría para la mentalidad


reaccionaria de Abascal fue un escenario mayormente complejo,

44 Salvador Abascal, Lázaro Cárdenas…302.


45 Cfr.: Jean Pierre-Bastian, Los disidentes: sociedades protestantes y revolución en
México 1872-1811 (México: FCE, 1991).
46 Ese es el caso del intelectual Jesús Guisa y Acevedo quien siempre se pronunció
en contra de la presencia de colonos norteamericanos en México, debido a su religión
(protestantismo). Véase: Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la
derecha hispanoamericana.
47 Carlos Monsiváis, “la ofensiva ideológica de la derecha”, en: México hoy (México:
Siglo XXI editores, 1979), 315.

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Francisco Alejandro García Naranjo

no sólo por las alineaciones que la polarización ideológica


suponía en occidente, sino porque ambos contendientes del
conlicto se constituían en enemigos y en potenciales peligros
para la catolicidad nacional: el imperialismo protestante que
podía afectar el viejo proyecto de recristianización de México
y, la “amenaza comunista” que ya “operaba” la descatolización
del país a través de los gobiernos de la posrevolución.

Pero Abascal no estuvo solo en su fe anticomunista ni en


su crítica a la república secular, ni su cuestionamiento al modo
liberal en que estaba organizado el sistema político. Y es que
para la Iglesia católica la revolución mexicana y el comunismo
y el socialismo eran lo mismo48. Del mismo modo, luego del
tiempo de la beligerancia cardenista, entre las décadas de los
años cuarenta y ochentas, esta derecha católica representada
en las cúpulas eclesiales y patronales, en movimientos sociales
y universidades, combatirá la inluencia perniciosa del
capitalismo en el país, por juzgar que dicho sistema promueve
valores que alejan a la sociedad del celo católico. Será una
reacción extrema, no a la modernización capitalista sino a las
consecuencias de la imposición del modo burgués de vida49.

7. Conclusiones

Salvador Abascal fue actor y testigo del siglo XX mexicano,


de manera que, como recuerda en sus Memorias, desde niño
presenció los vaivenes y la crueldad de la revolución y la
inestabilidad de las pugnas revolucionarias. Asimismo vivió en
la lejanía la guerra cristera, pero peleó contra el anticlericalismo
y la educación socialista de la posrevolución encabezando al
sinarquismo, para luego volcarse a la trinchera intelectual
de la que ya no se alejó, combatiendo discursivamente desde
libros y revistas contra aquellos que a su juicio promovían la
descatolización de México, o le abrían la puerta a la impiedad,

48 Véase: Roberto Blancarte, Historia de la Iglesia católica en México (México:


FCE/El Colegio Mexiquense, 1992), en particular el capítulo “El nacionalismo
anticomunista”, 63-116.
49 Enrique Guerra Manzo, “La salvación de las almas. Estado e Iglesia en pugna
por las masas, 1920-1949”, Argumentos, Nueva época, Año 20, N° 55 (septiembre-
diciembre de 2007): 150.

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Entre las histeria anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal...

ya sea “fraternizando” con los enemigos de la verdad religiosa


o, asimilando nuevas costumbres o modas que alejaban a los
mexicanos y mexicanas de la fe.

De esa manera fue crítico de las ideologías del cambio y


sus impulsores, del comunismo en particular, que veía surgir
en cualquier parte. Fue crítico del acercamiento que algunos
de los hombres de la Iglesia llevaron a cabo con las ideas que
combatían las desigualdades sociales, como su censura a los
impulsores de la Teología de la Liberación en México. También
acusó a Estados Unidos de buscar la descristianización del
país, no sólo por ser una nación protestante, sino porque
como defensor del capitalismo estaba dañando a la sociedad
mexicana al promover el hedonismo, que alejaba a las personas
de la religión. De igual forma culpó a los gobernantes del siglo
priísta de ser títeres del comunismo internacional y de los
judaizantes Estados Unidos, y en esa misma dicotomía colocó
a miembros de la jerarquía eclesiástica, a quienes señaló de
ser “aliados” de aquellos grandes enemigos de México que
buscaban intencionalmente el in de la civilización católica.

Por eso los grandes cambios que vivió el México de la


segunda mitad del siglo XX en lo cultural, en el ser social a
través del inlujo de las modas, la industria del espectáculo
y la música, fueron para él culpa de la bolchevización de la
política y del hedonismo de la vida social que el capitalismo
norteamericano quería. Y es que para Abascal, ambos
enemigos estaban buscando el crecimiento de la impiedad y la
descatolización de México.

La cultura hispánica como respuesta a la expansión


yanqui50 era precisamente lo que Abascal planteaba frente
al desolador panorama del México de los años ochenta. Esa
que para él había traído la civilización a México desde Cortés,
introduciendo la fe católica y organizando la nación. Por
tanto, la suya era una defensa de la civilización cristiana y las
tradiciones nacionales, y en contra de la institucionalización

50 James W. Wilkie, Edna Monzón Wilkie, Frente a la Revolución mexicana, 4


Tomos, Vol., 3, 68.

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Francisco Alejandro García Naranjo

de la cultura laica, liberal e individualista a la que veía como


resultado de la avanzada del “comunismo ateo” y luego de la
expansión de la “judería yanqui”.

La sociedad mexicana cambió por diversas causas: con


la industrialización y la urbanización al promediar el siglo
XX que trajeron otras formas de vivir, mismas que eran
llevadas al medio rural en un intercambio acelerado; con la
educación laica y la secularización que generaron una nueva
mentalidad y construyó nuevos ciudadanos menos crédulos51;
con las formas de la cultura que mediante la literatura, el
teatro, el cine y el arte cuestionaron atavismos, costumbres y
tradiciones; con la masiicación de los medios de comunicación
que a través de la televisión, la radio y la prensa promovían
nuevos patrones de consumo y de entretenimiento (las modas,
los bailes y la música), y un tipo de ser social basado en el
culto a las formas del cuerpo y a los modos del confort y el
placer, cuya inmediatez como recompensa se volvía válida y
éticamente aceptable.

Todo eso fue real, y no culpa de las ideologías. Tampoco


de la iniltración soviética. Como tampoco lo fue del comunismo
o el judaísmo. Pero sí fue resultado de la hegemonía de las
maneras de la vida burguesa y del triunfo del capitalismo.
Algo en lo que sí acertó Abascal. La suya, entonces, fue una
acre desaprobación a la modernidad liberal y burguesa, contra
la sociedad libre, plural y diversa moralmente hablando que
ya se asomaba, dejando hábitos o rompiendo cánones sociales.
La suya, fue una defensa del México viejo contra las nuevas
costumbres de la modernidad.

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Citar este artículo:


Francisco Alejandro García Naranjo, “Entre la histeria
anticomunista y el rencor antiyanqui: Salvador Abascal y los
escenarios de la guerra fría en México”, Historia y Memoria
N°10 (enero-junio, 2015), 165-198.

198 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 165-198


Colombia y su participación en la
Guerra de Corea:
Una relexión tras 64 años de
iniciado el conlicto*

Juan David Meléndez Camargo1


Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

Recepción: 20/07/2014
Evaluación: 12/08/2014
Aceptación: 27/11/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El texto hace una relexión sobre la participación de Colombia


en la Guerra de Corea y las implicaciones políticas que tuvo
para el país. Dicha participación generó mucha polémica
porque Colombia fue el único país latinoamericano que colaboró
con la causa norteamericana para derrotar la expansión del
comunismo. En este contexto geopolítico de la Guerra Fría
se iniciaron las llamadas “guerras satélite” patrocinadas
por los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. Para
este estudio, la prensa de circulación colombiana es de gran
relevancia porque permite hacer seguimiento al desarrollo de
esa confrontación armada, desde la perspectiva de los soldados
colombianos y lo que esta intervención le dejó al Ejército y
al país. En términos generales la competencia ideológica de
Estados Unidos y la URSS, que inició tras la Segunda Guerra
Mundial, vinculó a muchas naciones tercermundistas en la

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: La prensa y la


participación de Colombia en la guerra de Corea.
1 Historiador, Pontiicia Universidad Javeriana. Candidato a Magíster en
Historia, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Grupo de Investigación:
Conlictos sociales siglo XX. jd_mmcc@hotmail.com

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 199


Juan David Meléndez Camargo

coyuntura del agitado orden político mundial y polarizó sus


relaciones políticas.

Palabras clave: Guerra de Corea, Guerra Fría, Colombia,


Batallón Colombia, Comunismo.

Colombia and its participation in the war of Korea:


A relection 64 years after the conlict started.

Abstract

The document is a relection on the participation of Colombia


in the war of Korea and the political implications it brought to
the country. Such participation generated much controversy
in Colombia because this decision turned the nation into the
only Latin American country that cooperated with the North
American cause to defeat the expansion of communism.
In this geopolitical context of the Cold War, the so called
“satellite wars” began, sponsored by the United States and
the former Soviet Union. The Colombian circulating press was
widely relevant for this study in political history. It allowed
to monitor the development of this armed confrontation from
the perspective of Colombian soldiers in Korea, and to relect
about what this intervention achieved for the army and the
country. In general terms, the ideological race of the United
States and the USSR that began after World War Second,
involved many third world nations into the agitated political
world order, polarizing their political relationships.

Keywords: War of Korea, Cold War, Colombia, Colombian


army, communism.

La Colombie et sa participation dans la Guerre de


Corée: une rélexion 64 ans après les débuts du conlit

Résumé

Ce texte propose une rélexion à propos de la participation de la


Colombie dans la Guerre de Corée et des implications politiques

200 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

qu’elle a eues pour le pays. Cette participation a suscité de


vives polémiques parce que la Colombie a été le seul pays
latino-américain à s’engager dans la cause nord-américaine
dont le but était de stopper l’expansion du communisme. C’est
dans le contexte géopolitique de la Guerre Froide qu’ont débuté
certaines guerres dites “satellites”, parrainées par les Etats-
Unis et la disparue Union Soviétique. Pour cette étude, est
d’une grande importance la presse colombienne qui permet de
suivre au pas le développement de cette confrontation du point
de vue des soldats colombiens, et d’analyser les conséquences
de cette intervention tant pour l’Armée que pour la Colombie.
En somme, la dispute idéologique des Etats-Unis et de
l’Union Soviétique, entamée dès la in de la Deuxième Guerre
Mondiale a entraîné beaucoup de nations du Tiers-monde
dans la conjoncture mondial d’un ordre politique trouble, en
polarisant leurs relations politiques.

Mots clés: Guerre de Corée, Guerre Froide, Colombie,


Bataillon Colombie, Communisme.

1. Introducción

A más de sesenta años del alto al fuego establecido alrededor del


paralelo 38 que dio in a la guerra entre las dos Coreas, y por la
persistencia de profundas diferencias políticas y diplomáticas
en esa zona, resulta apropiado hacer una retrospectiva
que pueda dar un plano general de este acontecimiento.
Aprovechando la vasta producción historiográica al respecto,
también es importante revisar las implicaciones que en el
marco de la Guerra Fría tuvo la noticia de la participación del
país en el conlicto asiático.

Dicha guerra que vio acción entre 1950 y 1953 en tierras


de Corea del Sur y del Norte, fue uno de los conlictos con
más participación de países extranjeros en un solo territorio
y, evidentemente, fue una confrontación casi directa entre
los Estados Unidos y la Unión Soviética en un periodo que
se caracterizó por presenciar la más grande tensión política
internacional del siglo XX. Y es que para 1950 el orden

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 201


Juan David Meléndez Camargo

político mundial era bastante complejo, ya que las estrategias


expansionistas y de contención de los bloques de poder
moldearon el devenir diplomático en el planeta, y la lucha
contra el comunismo se generalizó en algunas regiones.

Puede resultar sorprendente que para Colombia este


conlicto en tierras lejanas tuviera efectos y, más aún si se
habla de soldados colombianos víctimas mortales en Corea
o de veteranos que hoy cuentan su historia. Esto por una
discutida decisión que convirtió a Colombia en el único país
latinoamericano que colaboró real y materialmente con la causa
norteamericana, para derrotar la expansión del comunismo
en Corea, un gran contingente de nacionales combatió contra
norcoreanos y chinos en la península.

Esa vinculación activa de Colombia al conlicto signiicó


el inicio de una fuerte polémica que hoy aún se discute cuando
se recuerdan las condiciones que el país vivía en lo social, en
una época marcada por la violencia y que se considera clave
para poder entender algunos procesos que hoy siguen vigentes.
Ese apoyo a la defensa de Sur Corea, que no era más que
otra batalla de la política anticomunista de Estados Unidos
en el Pacíico, fue amparado por la mayoría conservadora
en Colombia, grupo político que relejaba el pensamiento
occidental que reinaba para la época en el país; pero por otro
lado, ese respaldo fue visto como un desacierto que ignoraba la
realidad nacional de guerra partidista que se vivía y que ponía
en riesgo la soberanía de un país sin experiencia notable en
guerra de guerrillas a nivel internacional2.

La noticia tomó por sorpresa a los ciudadanos, pero con


el pasar del tiempo se fue convirtiendo en una realidad que, en
la prensa por ejemplo, se iba conirmando a través de titulares
como: “Ayuda efectiva de Colombia en Corea anuncian”3

2 Es importante resaltar que no todos los conservadores estaban de acuerdo con la


decisión de Laureano Gómez, muchos sectores del partido de gobierno coincidieron con
la oposición, airmando que el ofrecimiento buscaba responder a presiones externas
contra el régimen y se opusieron al envío de tropa.
3 El Espectador, julio 15, 1950.

202 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

o “La oferta colombiana a Corea no es platónica, declara el


Canciller”4.

Bajo el contexto de Guerra Fría y de la Violencia


en Colombia, se desarrolló la cruenta confrontación en la
península coreana por tres años, dejando más de medio
millón de pérdidas humanas, con una polémica decisión
de participación nacional, pero también a un contingente
colombiano reconocido por los mismos norteamericanos por su
desempeño5. En palabras del recientemente fallecido General
y capitán del Batallón Colombia, Álvaro Valencia Tovar, se
puede airmar que: “Más tinta se ha gastado en las rotativas
de periódicos y revistas colombianos en discutir la presencia
militar del país en Corea que en elogiar sus proezas en el
campo de batalla”6.

Para hacer esa revisión es fundamental tener presentes


los siguientes interrogantes: ¿El supuesto de un comunismo
enemigo del orden, hizo entender a los colombianos que la
participación del país en la Guerra de Corea era una obligación
diplomática?, ¿La participación de Colombia en la Guerra
de Corea fue el resultado de una necesidad particular que
se sobrepuso a la difícil situación local?, ¿El desempeño del
Batallón Colombia en la confrontación en Oriente sirvió para
algo más que la satisfacción de un interés gubernamental? O,
¿Cuáles fueron inalmente las utilidades de participar en la
Guerra de Corea?

Este trabajo está dividido en tres partes. La primera


contextualiza la dinámica de la política internacional que
vio el surgimiento de la Guerra Fría y la Guerra de Corea.
La segunda aborda la problemática local, cuando Laureano
Gómez responde airmativamente el llamado de la ONU en

4 El Espectador, septiembre 19, 1950.


5 Como se habló al interior de las ilas de las Fuerzas Militares tras el in de la
Guerra, para los generales estadounidenses el Batallón Colombia no fue un ejército
de exhibición, los colombianos ganaron una reputación de buenos combatientes,
superada solo por la actitud y el desempeño de los turcos.
6 Álvaro Valencia y Jairo Sandoval, Colombia en la Guerra de Corea: la historia
secreta (Bogotá: Planeta, 2001), 320.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 203


Juan David Meléndez Camargo

pleno periodo de “la Violencia”. Finalmente la tercera parte se


ocupa del desarrollo de la Guerra y de la entrada en acción del
Batallón Colombia y lo que esto dejó para Colombia.

2. Expansión o contención: Se vislumbra lo que sería


una guerra no tan fría

En válidas e innumerables investigaciones y publicaciones


hechas en torno al enfrentamiento ideológico que ocupó
medio siglo XX, entre las dos potencias que emergieron tras
la Segunda Guerra Mundial, desde la orilla en la que se
mire, la concepción cambia radicalmente, por eso es clave
ver esta estructura de transformaciones sociales y políticas
siendo conscientes del ideario occidental que imperaba para
Colombia y la región7.

Los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas


Soviéticas, aquellas dos potencias que se repartieron el
poder mundial desde el viejo continente, tiñeron el periodo
de posguerra de desconianza y la tensión política dejaba
ver el nacimiento de la amenazante Guerra Fría. La división
política y económica del mundo estaba claramente marcada
con los acuerdos de Yalta y Potsdam, y los intereses eran lo
suicientemente opuestos como para pensar que las relaciones
diplomáticas se normalizarían después de la gran guerra.

El gobierno de Estados Unidos, además de estar


concentrado en la reconstrucción de Europa, por su posición
geográica y por sus intereses económicos en regiones como
la del Pacíico y Medio Oriente, en donde por ejemplo el
petróleo jugaba un papel muy importante, se convertiría
en patrocinador de confrontaciones tanto internas como de
carácter internacional para apoyar grupos de terceros, que a

7 Un trabajo que puede ser un referente de lo que fue políticamente la Guerra


Fría y más especíicamente la Guerra de Corea a los ojos de los colombianos, es el
de Bárbara Skladowska, Los nombres de la patria en la Guerra de Corea (Bogotá:
Universidad de Los Andes, 2007), investigación que se ocupa de la guerra desde los
protagonistas nacionales, pero que no desconoce el contexto ni los complejos discursos
que se manejaron tanto a nivel local como internacional en el desarrollo del conlicto,
elementos que trabaja vistos como “agentes y espejos sociales”.

204 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

la postre se convertirían en militantes de todo tipo en zonas


tan apartadas como estratégicamente apetecidas.

Por tal motivo, dentro de la nueva política exterior de los


Estados Unidos adoptada desde 1947, los territorios asiáticos
tendrían suma importancia, tanta como la misma Europa
occidental, y se buscaría detener el avance comunista desde
allí. Para 1950 con Harry S. Truman en su segundo mandato
al frente de los Estados Unidos, dicha política exterior se
basó en la contención y el espionaje. Los norteamericanos se
encontraban en pleno rearme de sus fuerzas y la reconstrucción
de Europa, respaldada por el capitalismo marchaba, pero
las críticas a algunas decisiones del mandatario iban en
aumento. En abril de ese mismo año, el Consejo Nacional de
Seguridad de Estados Unidos decide abandonar su política de
no intervención, que permitió el avance comunista de China,
y pasa a reconstruirse como una potencia militar capaz de
responder a cualquier desafío8.

Del otro lado, el comunismo soviético en cabeza de Stalin


comenzaba a verse como una fuerza de riesgo desde 1946
cuando, en un discurso con un evidente contenido ideológico,
el máximo líder soviético anunciaba el rumbo de posguerra
que su país iba a seguir. Para los estadounidenses, aquello
signiicaba la “ruptura deinitiva con el espíritu de la Gran
Alianza; el discurso no contenía ni una sola palabra amistosa
hacia las potencias occidentales”9. Poco a poco se creaba un
ambiente de rechazo y hostilidad hacia los norteamericanos
y el comunismo era una opción para una parte de la
devastada Europa, “la revitalización del chauvinismo y el
nacionalismo y la creencia ideológica en la hostilidad agresiva
del ‘imperialismo occidental’ hacia la Unión Soviética fueron
factores que contribuyeron a crear la poderosa amalgama,
que hizo que millones de ciudadanos soviéticos suscribieran
de buena fe los planes de posguerra de Stalin”10.

8 André Fontaine, Historia de la Guerra Fría (Barcelona: Caralt, 1970), 13.


9 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido: La Unión Soviética durante la Guerra
Fría (Barcelona: Crítica, 2008), 93.
10 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido…104.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 205


Juan David Meléndez Camargo

La Guerra Fría se desarrollaría entonces con dos líderes


que, sin llegar a una confrontación agresiva directa, tenían
bajo su control a varias naciones que actuarían a nombre de
ellos, o peor aún, deinirían sus problemáticas locales en sus
tierras y con su gente, pero con el respaldo bélico condicionado
e interesado de las potencias. La naturaleza del conlicto
cobraba un carácter global y se situaba en el marco de una
“lucha universal entre el bien y el mal”11.

La llamada teoría de la contención promovida por los


Estados Unidos buscaba únicamente una cosa: mantener el
comunismo lejos de la zona occidental y controlarlo en los
lugares en donde ya tuviera inluencia. La idea era bloquear
cualquier posibilidad de avance expansionista de la teoría
soviética, más allá de lo que se conocería como la “cortina de
hierro”. La labor era monumental y se buscó por todos los
medios hacer ver a los países que estaban bajo inluencia de
los Estados Unidos, que el enemigo era el comunismo y la
erradicación de cualquiera de sus formas de introducción era
fundamental para que los gobernantes la aplicaran y así, no
arriesgar su estabilidad política y económica.

En el caso de Latinoamérica, el surgimiento de la Guerra


Fría fue de gran impacto, transformó la política regional
totalmente y llevó esta mentalidad anticomunista hasta los
niveles más recónditos de la sociedad. Bárbara Skladowska
deine muy bien lo que fue una guerra extranjera para el
continente y sobre todo para Colombia, en donde se apropiaron
de varias situaciones del contexto mundial a nivel local, para
ella es interesante ver “cómo el continente latinoamericano
traduce las coyunturas externas, cómo se apropia de ellas.
Cómo conigura sus representaciones, tratando de encontrar
un lugar de signiicación en la compleja geopolítica de la
Guerra Fría”12.

11 Josep Fontana, Por el bien del imperio: Una historia del mundo desde 1945
(Barcelona: Ediciones de Pasado y Presente, 2011), 16.
12 Bárbara Skladowska, Los nombres de la patria en la Guerra de Corea (Bogotá:
Uniandes, 2003), 22.

206 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

Esa visión de la ideología oriental como la amenaza


que debía ser erradicada a nivel global, llevó a considerar
ciegamente que aliarse con los Estados Unidos en esta misión
sería un buen camino para darle una imagen de irmeza
al gobierno ante los focos comunistas que existían ya en
Colombia13. La contención en Colombia se aplicaría entonces
como se hacía a nivel mundial, desvirtuando los discursos
comunistas y atacando las corrientes o los movimientos que
apoyaran las políticas de la URSS en la región14.

Un ejemplo de los reiterados intentos que el partido


Conservador hizo para combatir la presunta alianza entre
liberales y el partido Comunista, lo podemos ver en la invitación
que en 1949 hizo el Directorio Nacional Conservador para la
creación de un Frente Nacional Anticomunista, argumentando
los supuestos peligros y los daños que traían a la patria esas
nuevas ideas totalitarias.

Colombia para la época, tenía buenas relaciones con


el gobierno norteamericano y en lo diplomático se pueden
destacar los siguientes puntos que al inalizar la Segunda
Guerra Mundial sirvieron como elementos cohesionadores
en las políticas internacionales de los dos países: primero
la “subordinación activa” aplicada por el gobierno liberal;
segundo el nombramiento de Alberto Lleras Camargo como
líder continental del sistema panamericano; tercero el ingreso
a la ONU en 1945; cuarto la creación del Tratado Internacional
de Asistencia Recíproca con Estados Unidos; y quinto la
creación de la OEA con Colombia como pieza fundamental del
proceso15.

13 Una visión radical, pero que es relejo absoluto del pensamiento de esa época la
de José M. Nieto, quien airma que “el comunismo colombiano no actuaba como una
rueda suelta sino como un engranaje de la gran maquinaria dirigida desde Moscú,
interesada en fomentar un extenso movimiento social comunista en todos los países
de América”. José M. Nieto R., La batalla contra el Comunismo (Bogotá: Empresa
Nacional de Publicaciones, 1956), 20.
14 Para el caso particular colombiano de la persecución a esta ideología, ver: Diego
Jaramillo, La Satanización del Socialismo y del Comunismo en Colombia 1930 – 1953
(Universidad del Cauca, 2007).
15 Adolfo León Atehortúa, “Colombia en la Guerra de Corea”, Revista Folios N° 27
(primer semestre 2008): 73.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 207


Juan David Meléndez Camargo

Para un gobierno que se reconocía anticomunista, como


la gran mayoría de las naciones americanas a mitad del siglo
XX, respaldar a los Estados Unidos en una causa como frenar
la expansión del comunismo chino en Asia, representaría un
reconocimiento a futuro por los norteamericanos, pero también
podría signiicar un fracaso en lo militar y en lo económico
para el país. Para los Estados Unidos, la posible ayuda de
un país latinoamericano no dejaba de ser algo menor, ya
que no era mucho lo que los norteamericanos podrían recibir
materialmente de naciones del tercer mundo, pero, como
se evidenciaba de voz de los principales líderes y desde las
Naciones Unidas16, la necesidad era grande y había urgencia
de recibir cualquier tipo de apoyo y esta acción se esperaba
prontamente sin importar la nación17. Tal vez, el factor
humano sí representaba un aporte signiicativo a las tropas
que se dispondrían en Corea, pero políticamente los países de
la región seguían en una relación de sumisión ante el país del
norte, lo que prácticamente obligaba a hacerse notar con un
contingente. Tal fue el caso de Colombia.

Pero todo comenzó al otro lado del Pacíico, cuando el


escenario de hostilidad se formaba y la tensión de la naciente
Guerra Fría se intensiicaba con la victoria de la revolución
comunista en China en 1949, fue entonces cuando la URSS
entendió la importancia de completar el dominio en la región18.
El control de la península coreana, que desde 1945 había

16 En una noticia titulada: “La ONU pide envío de tropas hacia Corea”, se informó
cómo el secretario de las Naciones Unidas, Trygue Lie, pide a 52 naciones del mundo,
excluidas Rusia y sus satélites, urgente apoyo efectivo y en especial de infantería. El
Espectador, julio 14, 1950.
17 El diario El Espectador titulaba: “La lucha contra el Comunismo apenas está
comenzando, dijo Marshall” e informaba cómo el Secretario de Defensa de Estados
Unidos pedía a las doce naciones del pacto del Atlántico “levantar sus defensas
conjuntas” y cumplir promesar de rearme ante la amenaza comunista, esperando
también que las naciones del pacto actúen “más por sí mismas” y que no esperen sólo
la ayuda de los americanos. El Espectador, octubre 28, 1950.
18 Stalin ideó un acuerdo de cooperación económica en el nordeste de China que no
incluía a los americanos. Su objetivo era “conseguir un control completo de Manchuria,
y la forma más cómoda de lograrlo era mediante una ocupación militar soviética y,
tras la retirada de las tropas, utilizando las fuerzas del PCCh como contrapeso frente
al gobierno nacionalista del Guomindang y los norteamericanos”. Vladislav M. Zubok,
Un imperio fallido…69.

208 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

sido arrebatado a Japón y repartido a conveniencia con un


paralelo como referente, estaba en manos de lo que se empezó
a reconocer como Corea capitalista y Corea comunista. Desde
ese momento el sector adquirió un trasfondo político global con
los dos bloques de poder como actores principales, pero con la
problemática particular y los intereses de los gobernantes de
la zona como detonantes.

Las tropas del ejército norcoreano de Kim II-Sung, con


un Mao manejando los hilos militares desde la China Popular
continental, atraviesan el paralelo 38 el 25 de junio de 1950
llegando a las afueras de Seúl con gran facilidad y dando
así inicio a la Guerra de Corea. Este estallido de la guerra
“militarizó radicalmente la Guerra Fría y redujo prácticamente
a cero el espacio para las conversaciones de paz y los acuerdos
en Europa”19. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética
ese mismo año acababan de retirar el grueso de sus tropas
de la península coreana, establecidas allí como garantes del
desarme japonés tras la Segunda Guerra Mundial, y el rearme
parecía ahora inminente.

Luego de conocer la noticia del avance del ejército


norcoreano hacia el sur, Truman decide usar la fuerza para
responder a la invasión y, sin consultárselo al Congreso,
aprueba una defensa militar de la zona enviando buques y
regimientos e inmediatamente solicitó el apoyo de las Naciones
Unidas, que sin muchas demoras aprobaron la intervención.
Quienes se reunieron alrededor del presidente en Washington
creían que la invasión se había decidido en Moscú y que el
gobierno norcoreano no hacía más que obedecer órdenes, lo que
no era cierto; “años después, cuando se abrieron los archivos
de Moscú, quedó claro que había sido decidida por el joven
e impulsivo Kim II-Sung y que Stalin, siempre prudente, se
había plegado a sus deseos de mala gana”20.

19 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido…133.


20 David Halberstam, La Guerra de Truman el día que Estados Unidos decidió
invadir Corea [online]. La Razón febrero 14, 2011. 18:05h. http://www.larazon.es/
detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_59042/la-guerra-de-truman-el-dia-que-
eeuu-decidio-invadir-corea#.Udwbbb4o7mJ (noviembre 17, 2013. 10.00h).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 209


Juan David Meléndez Camargo

Pese a no ser el resultado de una orden directa de


Stalin, la incursión norcoreana contaría con el respaldo del
líder soviético y del triunfante ejército popular de China. La
Guerra de Corea nacía entonces como una guerra subsidiaria,
es decir, en tierra de las emergentes naciones coreanas,
medirían fuerzas las dos potencias más poderosas del mundo,
controlando a distancia las acciones y dándoles el respaldo
económico y material a unos actores de reparto que, por la
coyuntura, se sumergían en un enfrentamiento que era
inevitable.

Pero no se trataba sólo de Estados Unidos y la URSS,


porque detrás de ellos se encontraban otros importantes
elementos como lo eran las Naciones Unidas y el comunismo
chino, solo por mencionar algunos. De tal manera que ante
esta situación los países aliados de las potencias sabían
que su posición de respaldo era fundamental y se dieron las
declaraciones de ayuda en lo político y en lo militar a todo el
mundo. Es importante tener claro que dicha colaboración en
muchos casos no fue tan voluntaria como se creería, ya que
los norteamericanos no hablaban de ayuda directamente con
los gobiernos, pero sí sugerían el involucramiento de tropas
y en ocasiones presionaron económicamente a los países
que estaban bajo su egida y hasta a los mismos ciudadanos
foráneos que en la unión americana se encontraban.

Cuando el recién creado Consejo de Seguridad de las


Naciones Unidas rápidamente reprobó el hecho y ordenó la
asistencia necesaria para repeler el ataque y restaurar la
seguridad en la región, el presidente estadounidense Harry
S. Truman, ordenó la puesta en acción de sus fuerzas y junto
con el contingente convocado por las Naciones Unidas, se
reunieron tropas que sumaron cerca de 50.000 hombres. Bajo
el mando de las Naciones Unidas hicieron parte también
tropas de Australia, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Etiopía,
Francia, Gran Bretaña, Grecia, Países Bajos, Nueva Zelanda,
Filipinas, Sudáfrica, Dinamarca, India, Suecia, Tailandia,
Turquía y Colombia.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

Visto desde una orilla del análisis político de la época,


más allá de la defensa de la integridad de una nación, se
trataba de compromisos y deberes que coordinaban los Estados
Unidos, “más que el espíritu de cruzada lo que inspiraba a
los responsables de Washington era una generalización de
la doctrina de la contención del comunismo”21. La Guerra de
Corea era una confrontación política por sobre todas las cosas
y, como lo diría Hobsbawm, desde la otra orilla, “el carácter
general de la guerra es un problema más importante que las
razones especíicas que la determinan. Por ejemplo, es más
importante que preguntarse si se ha tratado o no de una
guerra justa”.22

El estallido de la Guerra de Corea signiicó entonces lo


que se puede llamar una materialización o militarización de
la Guerra Fría, hija de la posguerra, denominación que para
el caso coreano resultaría paradójica por la intensidad de los
enfrentamientos. Todo el mundo estaba esperando un estallido
bélico de esa tensión, tal vez a una escala nuclear, pero esta
confrontación política e ideológica, como lo ha demostrado la
historia, no fue más que de tipo político, que generó un avance
extremo en el desarrollo tecnológico militar armamentista
y, obviamente, un temor generalizado en cada rincón del
planeta, mientras que la guerra de los coreanos fue todo lo
que las potencias no querían enfrentar a nombre propio y en
sus territorios.

3. La polémica decisión de ir a Corea en medio de la


Violencia

La sociedad de mediados del siglo XX en Colombia se


caracterizó por ser testigo de cambios en muchos aspectos y
de diicultades en coyunturas internas que históricamente
inluyeron en el desarrollo del país como una democracia. El
inicio de la década de los cincuenta puede entenderse como

21 Raymond Aron, La República Imperial (Madrid: Alianza Editorial, 1973), 182-


187.
22 Eric J. Hobsbawm, Entrevista sobre el siglo XXI. Al cuidado de Antonio Polito
(Barcelona: Crítica, 2000), 22-25.

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Juan David Meléndez Camargo

un momento trascendental en lo social, político, diplomático e


incluso militar, esto por dos reconocidos acontecimientos que
hacen parte de esa historia nacional: primero, la sorpresiva y
polémica participación del Batallón Colombia en la Guerra de
Corea; segundo, el incremento de la violencia partidista23 tras
el estallido de los hechos de abril del 48.

Al inalizar la República Liberal (1930-1946) en Colombia,


los conservadores obtuvieron el poder, pero acompañado de
una etapa de tensiones políticas y sociales entre simpatizantes
de los partidos que mantenían una confrontación sangrienta,
mientras que los directorios liberales y conservadores
experimentaban fuertes divisiones internas. Esta fase de la
Violencia iniciada en 1946, se sentía con fuerza y las zonas
rurales básicamente estaban en plena lucha con el surgimiento
de las guerrillas liberales en 1948, que tardíamente
respondieron a los crímenes y abusos de grupos oiciales como
la policía “chulavita”24. La inluencia norteamericana se sentía
en nuevos movimientos anticomunistas en la política nacional
y, por otro lado, la situación era de tensión entre el gobierno y
los nacientes grupos rebeldes de tendencia liberal25. Años atrás,
en el Bogotazo (9 de abril de 1948), se acusó, por un lado, a
la entrada de políticas comunistas internacionales, relejadas
en ese liberalismo radical y, por el otro, a la inluencia y al
apoyo deinitivo de la CIA en grupos con pensamiento radical
de derecha, de ser autores intelectuales del asesinato del líder
liberal Jorge Eliécer Gaitán, relejando así una polarización
que impregnaba todos los ámbitos de la política nacional,
en muchos casos con acusaciones y enfrentamientos poco
fundamentados. La discusión sobre el por qué de la muerte de

23 Antes del Bogotazo, a inales de 1947, se hablaba ya de 14.000 muertos por la


violencia política. James D. Henderson, La modernización en Colombia. Los años de
Laureano Gómez, 1889-1965 (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2006),
443.
24 Un texto obligado si se quiere abordar este periodo en Colombia es el trabajo de
Guzmán, Fals Borda y Umaña Luna, que aún hoy continua vigente. Germán Guzmán
Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La Violencia en Colombia:
estudio de un proceso social (Bogotá: Editorial Iqueima, 1962).
25 Para esta época se ve el nacimiento de las guerrillas de izquierda de oposición
a los gobiernos conservadores que dominarían el panorama de la resistencia armada
en Colombia en toda la segunda mitad del siglo XX, un claro ejemplo de ello son las
guerrillas de los llanos o la del Sumapaz.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

Gaitán, detonante de la rebeldía y de esos violentos hechos,


es una pieza clave para entender y contextualizar el periodo
y muchas de las actuaciones posteriores tanto de gobernantes
como de la sociedad26.

Las diferencias entre partidos se hicieron abismales


y serían características de la política colombiana de ahí en
adelante, por lo que no es extraño ver una realidad que en la
actualidad persiste; así como airma Daniel Pecaut, hay dilemas
tan fuertes que aún hoy existen con diferentes personajes, “en
el plano político, primero, nos encontramos ciertamente con
actores distintos pero nos estaríamos aproximando a dilemas
similares: el país de los años cuarenta, en los límites de la
insurrección popular y el compromiso partidista, el de hoy,
debatiéndose entre la guerra y la paz negociada”27.

Visto de esta manera, el partidismo históricamente ha


sido un factor determinante en nuestra nación, tanto en la
guerra como en la búsqueda de la paz e incluso en aspectos
temporalmente alejados de los diferentes conlictos, pero
que aún hoy, en menor medida, conserva ese tinte y se ha
relejado en la evolución socio-política de Colombia. Como es
de suponer, para la década de los 50, ese lagelo de la violencia
partidista se apropió de la esfera social y política local, por
lo que adherirle la polémica participación nacional en un
conlicto internacional pudo haber signiicado esa peligrosa
chispa que hacía falta en el complejo panorama colombiano.
Basta con una mirada atenta al periodo, para determinar que
este acontecimiento sería de suma importancia para bien o
para mal y que pesaría en la imagen del gobierno de turno28.

26 La historiografía ha abordado el tema del bogotazo con el contexto internacional


como eje central. Gonzalo Sánchez airma que: “el episodio de los supuestos nexos
entre la Unión Soviética y los eventos del 9 de abril no tiene importancia material hoy,
pero sí dice mucho de la conducta diplomática en asuntos cruciales, y sobre todo dice
mucho de los recursos utilizados en la rivalidad entre potencias, y de la manera cómo,
siguiendo la Doctrina Truman enunciada el 12 de marzo de 1947 y que inspiraba
los años de posguerra, se producían los alinderamientos en la arena internacional”.
Gonzalo Sánchez, Grandes potencias, el 9 de abril y la Violencia (Bogotá: Planeta,
2000), 182.
27 Daniel Pecaut, Orden y Violencia (Bogotá: CEREC y Siglo XXI Editores, 1987), 3.
28 Daniel Pecaut, Orden y Violencia…19.

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Juan David Meléndez Camargo

No es difícil airmar entonces que Colombia tenía sus


propios problemas internos y responsabilidades sociales
y políticas en la época, como para haber intervenido en un
proyecto que podría representarle más inconvenientes y
pérdidas que beneicios. Pese a un leve incremento en el
aspecto económico que el país tuvo para la fecha29, un país
latinoamericano no estaba en capacidad de sobrellevar una
intervención militar duradera en el extranjero, ya que había
prioridades sociales como la urbanización que para la época
comenzaba30. Sin embargo, con Laureano Gómez se fortaleció
a la clase dominante y se consolidó la dependencia económica
frente a los Estados Unidos. Pese a que fue Gómez quien
oicializó la oferta de participación activa de Colombia en la
Guerra de Corea, ésta era una decisión que se había estudiado
en los últimos días del gobierno de Mariano Ospina Pérez
cuando los Estados Unidos y las Naciones Unidas buscaban
apoyo latinoamericano en la contienda para así demostrar
que occidente en su totalidad estaba en contra de la expansión
comunista31. Durante un año se discutió el tema y se negoció
la forma en que se prestaría apoyo al ejército norteamericano,
ya que pese al interés del gobernante conservador, el país
era consciente de que su apoyo no podía ir más allá de lo
diplomático y los Estados Unidos aceptaban un apoyo de ese
tipo, pero era lógico que el interés estadounidense iba enfocado
en algo tangible, tal como inalmente se dio con Gómez.

El polémico presidente conservador, Laureano Gómez,


desde sus inicios mostró sus inclinaciones hacia las tendencias
de derecha, estructuradas desde una visión católica muy
deinida. Con gran experiencia en el ámbito de las relaciones
internacionales por sus múltiples cargos en el extranjero en

29 No se puede desconocer que en la década de 1945 a 1955 se vio un crecimiento en


la economía con un aumento de 5% del PIB, aunque evidentemente esto no justiica
ni respalda las acciones militares y el Presidente tampoco lo hizo ver así. Ver: David
Bushnell, Colombia una nación a pesar de sí misma: De los tiempos precolombinos a
nuestros días (Bogotá: Editorial Planeta, 1994), 282-285.
30 Eduardo Sáenz, Colombia años 50. Industriales, política y diplomacia (Bogotá:
Universidad Nacional, 2002), 79-111.
31 Atehortúa sugiere que: “Estados Unidos buscaba la más amplia participación
latinoamericana, en tanto ello mostraría el interés de Occidente y del mundo libre
para enfrentar al comunismo”. Adolfo Atehortúa, “Colombia en la Guerra… 64.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

representación del gobierno colombiano, Gómez comenzó su


carrera por la presidencia escalando posiciones en importantes
cargos públicos, pero también fue transformando su visión
política a tal punto de apoyar la falange española con discursos
cargados de odio al comunismo y a la república, y haciendo
apología de la violencia para justiicar la legítima defensa32.

El partido Liberal fue blanco de las más férreas críticas


del mandatario cuando éste se refería a los peligros del
comunismo y la relación del partido con esa ideología. Para
Bárbara Skladowska: “(…) el imaginario anticomunista
alcanzó un matiz particular, claramente antiliberal que
separará el nosotros, es decir colombianos, católicos y
conservadores, del perverso ellos, los comunistas, los
bandoleros, los ateos y además liberales”33. Pero también, el
partido Liberal fue el constante antagonista de las políticas
de Gómez y de su gobierno desde el momento mismo de la
posesión del conservador34.

Además de los cuestionamientos sobre la magnitud de


la idea, todas las críticas “(…) preguntaban por qué razón
este hombre, al parecer tan opuesto a los Estados Unidos
durante la Segunda Guerra Mundial, habría de movilizar
fuerzas para luchar junto con aquel país en Corea”35. Teniendo
en cuenta esa posición de Gómez en la mitad del siglo XX,
cuando apoyó al fascismo europeo36, puede decirse que el

32 Tras el triunfo de Laureano Gómez, “la política colombiana adquirió un peril


claramente deinido, caracterizado por el monopolio conservador de todas las esferas
públicas. En este sentido, la acción política perdió toda la dinámica del periodo
1946-1949, en la medida en que el debilitado partido liberal fue desplazado de los
principales escenarios políticos.” Gonzalo Sánchez, “Grandes potencias… 276.
33 Bárbara Skladowska, “Los nombres de...65.
34 Sáenz anota que: “El Partido Liberal anunció que asumiría “una actitud radical
oposicionista”, y con excepción de un periódico de Cali, la prensa liberal no circuló
los días 7 y 8 en señal de protesta contra Gómez”. Eduardo Sáenz, “Colombia años
50…45.
35 David Bushnell, “Colombia una nación…288.
36 Es importante separar esta corriente europea de ideas totalitarias, que Gómez
no llegó a practicar en Colombia, como sí lo hizo con su marcado autoritarismo basado
en un nacionalismo católico, que no debe confundirse con ese apoyo a los regímenes
del viejo continente en período de la Segunda Guerra Mundial (fascismo y nazismo),
que lo llevó a mostrarse totalmente en contra de las políticas de los Estados Unidos.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 215


Juan David Meléndez Camargo

mandatario conservador estaba urgido de borrar esa imagen


ante Estados Unidos para así lograr sus propósitos políticos
más inmediatos. Evidentemente “al surgir los Estados Unidos
como el mayor poder anticomunista en el mundo, se produjo
un cambio radical en la relación entre el líder conservador y la
nación que había caliicado en el pasado como la peor enemiga
de Colombia”37.

Laureano Gómez fue uno de los líderes conservadores


a quien poco le importó ocultar esa simpatía por la falange,
pero tal vez, a dicha característica se le ha dado mucha
trascendencia, más que al resto de expresiones políticas que
el mandatario pudiera haber tenido en sus manifestaciones
públicas, como por ejemplo, ese gran resentimiento que le
guardaba de tiempo atrás a los Estados Unidos con la pérdida
de Panamá38. Su actuación puede verse como un movimiento
oportuno para congraciarse con ellos y conseguir beneicios
militares para el ejército colombiano. Para el investigador
César Torres del Río, Laureano con su actitud incondicional
hacia los Estados Unidos, perseguía mejoras especíicas
de armamento para su ejército, a diferencia de lo que otros
gobiernos hacían, con intereses más planiicados39.

Aprovechando su posición de enemigo reconocido del


comunismo en la región, porque su discurso siempre dejaba
ver su interés de lucha contra la expansión de esta ideología
por el mundo y por Colombia, Gómez buscó acercarse a los
norteamericanos. El diario El Siglo deja ver muchas de las
apariciones de Laureano Gómez y su nueva posición ante los
estadounidenses, aquí una muestra:

Ver: Hésper Eduardo Pérez Rivera, “Acerca del Nacionalismo Católico de Laureano
Gómez. 1930-1946”, Revista Colombiana de Sociología N° 20 (2003): 31-40.
37 James D. Henderson, Las Ideas de Laureano Gómez (Bogotá: Tercer Mundo,
1985), 255.
38 Stephen J. Randall, Alfonso López Michelsen: Su vida, su época (Bogotá: Villegas
Editores, 2007), 121.
39 “(…) mientras que el gobierno brasileño convertía su cooperación en herramienta
política estratégica para obtener recursos para el desarrollo y la industrialización,
el gobierno de Laureano Gómez utilizaba la participación militar colombiana en
Corea para solicitar mayor armamento a los norteamericanos”. César Torres del Río,
Colombia siglo XX: Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe
(Bogotá: Norma. 2010), 215.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

La prosperidad de los Estados Unidos y la de toda la tierra


está amenazada de muerte por el morbo comunista que
detesta el bienestar de los pueblos y no busca sino la ruina
y desesperación para estímulo del resentimiento que es la
base fundamental de su sistema y del odio de unos hombres
contra otros, fuerza animadora y única de sus métodos. Los
Estados Unidos han comprendido el evidente peligro y se
están defendiendo contra él con decisión irrevocable.40

El mandatario podría considerarse, a los ojos de la


política anticomunista de Truman, como un aliado importante
para los intereses de los norteamericanos en la zona. Esta
posibilidad era clave para el presidente colombiano, más
cuando estaba interesado en borrar su pasado anti-americano.
La política nacional también estaba enfocada en esa visión
occidental y la posición estatal era, tal vez, la más evidente
muestra de ello41. Declaraciones oiciales a favor de la
erradicación y de la guerra contra la ideología comunista y su
expansión, dejaban ver poco a poco ese interés del gobierno, de
convencer a la opinión pública que una intervención en Corea
debía ser aceptada y respaldada. De tal manera que para la
época, el estallido de la Guerra de Corea fue para Gómez una
oportunidad de sacar ventaja en ciertos aspectos, y quizá, de
tener aprobación de una sociedad que no lo apoyaba del todo
en su mandato. Tal como lo airma Álvaro Valencia Tovar, la
oposición veía la acción de Gómez como una forma de ganar
aceptación política y neutralizar las presiones42. Pero este era
un proyecto que se enmarcaba perfectamente en el contexto
que se vivía y la decisión estaba acorde con la coyuntura
política de la región, el interés en la inversión extranjera y el
creciente pensamiento anticomunista serían elementos clave
en la decisión, y el presidente sabía muy bien cuáles eran las
ganancias que esto le traería a él, a su gobierno y a su ejército.

También se puede pensar que, el aspecto partidista tuvo


mucho que ver por ejemplo, en el envío de oiciales liberales

40 El Siglo, octubre 22, 1949.


41 En reunión oicial en Estados Unidos, con la ayuda ya aceptada, el embajador
colombiano Restrepo Jaramillo dijo: “Colombia no ahorrará esfuerzo en la lucha
contra el Comunismo internacional”, El Siglo, mayo 27, 1951.
42 Álvaro Valencia, “Colombia en la Guerra…225.

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Juan David Meléndez Camargo

a Corea que, por una u otra razón (política), no eran de los


afectos del Presidente y éste se libraría de dos pesos en un solo
acto, pero esta posibilidad se desechó fácilmente porque, como
airma Bushnell: “(…) esta idea, aparte de carecer de evidencias
concretas, es en cierto modo improbable. Los oiciales liberales
podrían cubrirse de gloria en campos de batalla extranjeros y
luego regresar al país para intentar derrocar a Gómez”43. Lo
anterior, sin duda, podría resultar en extremo conlictivo para
los intereses del mandatario, al ver transformados y recibidos
como héroes a militantes del partido opositor.

En oposición a explicaciones como las de Henderson, está


la teoría que Eduardo Sáenz expone al airmar que lejos de
ideas o de partidismo, la apertura de Gómez hacia los Estados
Unidos en lo diplomático, político y militar, “obedeció a una
estrategia de pragmatismo, casi de supervivencia política, y
no a simples motivaciones ideológicas”44.

Los dos grandes puntos de crítica o de discusión en


cuanto a los motivos que tuvo el Presidente para apoyar la
causa norteamericana estaban: el comunismo como enemigo
de Gómez y no como enemigo de una nación y, la guerra como
una herramienta política y económica para cumplir con los
intereses y necesidades de la nación, su Ejército y del propio
mandatario. Es fundamental analizar las justiicaciones que
se dieron en su momento y verlas desde la perspectiva del
poder, un trascendental elemento de las relaciones entre lo
que era el Estado y la ciudadanía de la época, con un discurso
transmitido a través de la prensa, la infalible herramienta
de los gobernantes a través de los años en nuestro país.
Remitiéndonos a Philip Abrams, el Estado entendido no como
algo oculto en la práctica política, sino como un conjunto de
relaciones y prácticas de poder no supericiales, o mejor dicho,
“esa máscara que nos impide observar la práctica política tal
cual es”45.

43 David Bushnell, “Colombia una nación…289.


44 Eduardo Sáenz, “Colombia años 50…47.
45 Philip Abrams, “Notas sobre la diicultad de estudiar el Estado”, Journal of
Historical Sociology Vol. 1, N° 1 (marzo, 1988): 59.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

La importancia en ver cómo el gobierno moldea la opinión


pública o determina lo que se informa o no se informa, radica
en las implicaciones que dicha práctica tuvo en determinada
época. Para el caso de los gobiernos conservadores habría que
decir que el manejo que se le dio a la noticia a través de la
prensa no tuvo que ser tan complejizado, ya que en muchos
niveles de la política y la sociedad se podía percibir el temor
a la expansión comunista y esa visión occidental tan sólo era
resistida por algunos sectores liberales. Posiblemente había
un interés de legitimación del propio Laureano Gómez, no
simplemente con la participación en una guerra internacional,
que muy seguramente sus motivos de peso giraban en torno
a intereses políticos o ideologías, sino por el contexto local
que se podía ver en la censura a la prensa (1949-1957). De tal
forma que la información que recibían los ciudadanos venía
seguramente modiicada, alejada de la realidad, o sesgada por
editoriales oicialistas.

La misma esencia de la época marcó el camino de


la concepción que la sociedad pudo tener de esa noticia y,
posiblemente lo que se transmitía respondía a una tendencia
política del momento y no se permitió hacer crítica de la
situación, de tal manera que la ciudadanía se acomodó a
una visión particular de los acontecimientos. La búsqueda
de legitimación propia o de los actos y determinaciones
de su gobierno, llevó a Gómez a manipular, hasta donde le
fuera posible, la información o el acceso a la misma, para así
controlar eso tan importante que giraba en torno al pueblo
visto como una masa popular que aprobaba o desaprobaba su
gestión. El objetivo era dominar mediante un discurso a ese
grupo fundamental, y, para el caso que tratamos, los medios
impresos fueron entonces un puente entre la autoridad y esa
sociedad que presenciaba los hechos noticiosos que llegaban
del extranjero.

Desde la prensa, para Laureano Gómez las críticas


venían desde diarios de la oposición liberal como El Tiempo,
que como lo anota Adolfo León Atehortúa, airmaba el 22 de
agosto de 1950 que, “lo mejor sería enviar a diez mil ieras
chulavitas para luchar contra las ieras comunistas y al mismo

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Juan David Meléndez Camargo

tiempo paciicar al país”46. Este no es el único ejemplo de la


gran cantidad de voces que salieron a oponerse a los planes de
Gómez, pero sí es el relejo de una inconformidad de un pueblo
que sumido en la violencia pedía más sensatez por parte de su
Presidente.

En cambio, el diario oicialista El Siglo, de propiedad


de Laureano Gómez, defendía la decisión y explicaba cada
punto que justiicara el acercamiento a los Estados Unidos por
medio del apoyo militar. En este diario se hacía énfasis en una
urgente necesidad de suministro de armas para luchar contra
el comunismo47.

Un punto en el que coinciden estos dos representantes


de la prensa para el periodo de guerra es en el que ven la
unidad de Colombia con Estados Unidos como una estrategia
de poder, que al inal de cuentas va a beneiciar a las dos
naciones, a una de manera inmediata y a otra en el futuro.

Un enfoque teórico de gran utilidad para hablar del papel


del poder en ese complejo periodo de la historia colombiana e
internacional, podemos remitirnos a Max Weber, autor que
habla de un poder netamente estructurado que se da en las
relaciones de las “comunidades políticas” y que es relejo de
una lucha de clases que busca posiciones. Por medio de la
metodología estructuralista de Weber, podemos ver un poder
en dos vías, primero como el eje del desarrollo de una lucha al
interior del mundo de la política y segundo, como el in único
de los personajes que hacen parte de esa estructura que se
basa en lo social, pero que tiene intereses personales en su
trasfondo48.

Los intereses globales, entendidos como la búsqueda de


la mayor utilidad en el escenario de la política mundial en este
caso, se pueden ver como el centro de una relación entre unos
y otros que se caracteriza por alinearse con una causa (la que

46 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…65.


47 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…65.
48 Max Weber, Estructuras de Poder (México D.F: Ediciones Coyoacán, 2004), 8.

220 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

resulte más conveniente) y esto se deine sabiendo quien es


el que tiene el prestigio y el poder49. La ayuda colombiana a
los Estados Unidos sería entonces vista como una estrategia
personal con diferentes objetivos que se alcanzarían si se
encajaba adecuadamente en el mapa internacional con la
decisión. Indudablemente no se puede recargar todo el peso
del asunto a un mero afán personal, ya que había mucho
más en el contexto, pero esto fue clave en esa determinación
soberana con ines diplomáticos, políticos y económicos si se
quiere. Para el caso del contexto político colombiano de 1950
a 1953 se puede hablar de un pensamiento generalizado a
escala internacional, que permeó el ámbito local y que fue la
base para la organización de gobierno de los líderes locales
que aprovecharon las circunstancias para arremeter contra
sus rivales políticos, congraciarse con diferentes sectores
y satanizar lo que desde el norte se veía como una posible
amenaza50. Esto es evidente cuando Gómez en su discurso de
posesión en agosto de 1950 enfatiza en el papel fundamental
de Estados Unidos en la lucha contra el comunismo y en la
importancia de respaldar esa causa:

El 7 de Agosto de 1950, en la ceremonia de posesión como


presidente, Gómez dio su respaldo incondicional a la política
exterior del gobierno norteamericano y a su papel en Corea
por su “heroico esfuerzo para salvar la civilización”; caliicó a
los Estados Unidos como “el [país] defensor de la soberanía e
independencia del pueblo y de la libertad y la dignidad de los
hombres que la tiranía comunista quiere destruir”.51

Poco tiempo después hace el ofrecimiento especíico de


un batallón completo y creado para el conlicto en Asia y de
una embarcación que prestaría apoyo logístico y de vigilancia
en las costas surcoreanas. Aquí un aparte de la carta oicial
que el gobierno colombiano envió a Estados Unidos:

[…] el gobierno de Colombia coloca a disposición del


Comando Unido un batallón de infantería, compuesto de

49 Max Weber, Estructuras de Poder…17.


50 James Henderson, Las ideas de…187.
51 Eduardo Sáenz, Colombia años 50…44.

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Juan David Meléndez Camargo

aproximadamente 1.080 efectivos bien entrenados, sin


apoyo de artillería, componente de las fuerzas regulares.
Dicho batallón en la actualidad está equipado con una
variedad irregular de armamento de infantería europeo y
estadounidense. Sería necesario, entonces, que, antes de
su partida hacia Corea, fuera dotado de las armas de la
infantería de los Estados Unidos y entrenado en su uso. El
gobierno de Colombia reconoce que contraerá la obligación
de reembolsar al gobierno de los Estados Unidos el valor del
entrenamiento, el apoyo logístico y cualquier otra prestación
que el batallón deba recibir […]52

La ONU acepta esta opción y la noticia es dada a conocer


por los medios de comunicación en Colombia, y la polémica
inevitablemente surge en la opinión pública colombiana. La
acción se oicializa con el viaje que hizo el ministro de Guerra
a Washington para concretar las condiciones de la ayuda53,
que pese a ser pequeña era importante, ya que ningún otro
país de la región había enviado tropas a la zona de conlicto
(cabe recordar que la OEA no logró concretar una contribución
masiva de la región al conlicto, tan solo Costa Rica y Colombia
de manera no simbólica).

Esa lucha anticomunista que lideraba Estados Unidos


y que Laureano Gómez reivindicaba desde su gobierno,
sirvió para que indudablemente el mandatario conservador
se acercara a los norteamericanos y es por esto que desde el
punto de vista diplomático, no sería de extrañar esa actuación
en el contexto mencionado54. Pero pese a las diferentes
circunstancias y el trasfondo de la decisión tomada por el
gobierno, la Guerra de Corea haría parte de la historia militar
del país a partir de ese momento.

52 “Carta del ofrecimiento colombiano de un batallón de infantería. Del embajador


colombiano en EE.UU, Eduardo Zuleta Ángel, al Secretario de Estado estadounidense
Dean Acheson”, noviembre 14, 1950.
53 Con el titular “Colombia recibe la bandera de la ONU”, El Espectador informa
en su primera plana de un acto simbólico en Nueva York en donde se le entregó la
bandera de las Naciones Unidas a cargo del Secretario General Trygve Lie al ministro
de guerra colombiano Roberto Urdaneta para ser entregada al Batallón Colombia,
conirmando así la aceptación oicial del ofrecimiento. El Espectador, mayo 21, 1951.
54 Rafael Martínez Pereira, Los tres regímenes: fuego, arrasamiento, desolación
y lágrimas: doctor Mariano Ospina P., Doctor Laureano Gómez C., Doctor Gustavo
Rojas P. (Barranquilla: Clavería, 1974).

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

Y es que desde años atrás, Gómez venía manejando


un discurso de patriotismo que encajó perfectamente en esa
coyuntura cuando él fue mandatario. Siempre buscó hablar
de orden y de la importancia de defender a la nación por sobre
todas las cosas, con la fe religiosa que lo caracterizó; ahora una
guerra en el exterior que buscará acabar con una “amenaza”
para la patria sería plenamente respaldada, todo con el in de
luchar contra el caos y el mal55.

Sin tener mayor opción, los soldados que conformaron


el Batallón Colombia, debían defender las banderas de un
conjunto de naciones que luchaba contra algo más que un
simple ejército agresor, sin pensar en las motivaciones y
en la utilidad real de esta participación en una guerra de
magnitudes globales.

A los ojos del presidente, esta era la oportunidad


de mejorar la situación para asegurar un futuro que era
prometedor con el aliado del norte, sin importar el esfuerzo
político y económico que le representara a él. No hay que olvidar
que los Estados Unidos además del discurso anti comunista
siempre promovieron una unidad panamericana para ganar
aliados en la región, entonces para Gómez no había nada
que perder en cuanto a los motivos que internacionalmente
se defendían, ya que él denunciaba una posible penetración
del comunismo extranjero por medio del liberalismo. Por su
lado, el partido Liberal en Colombia hacía fuertes críticas a la
compra de armamento por parte del gobierno conservador, que
inalmente se irmó en 1952. Otra crítica no menos sonada fue
la del envío de soldados a luchar y, muy posiblemente, morir
en Corea como si estuvieran pagando una pena de muerte56.

El reto para Laureano Gómez era conformar el


contingente y concretar el armamento con el que se contaría

55 “(…) la solución siempre era la misma: si los colombianos querían salvar a su


nación del caos debían permanecer ieles a la philosophia perennis del catolicismo y
luchar contra los males que el orador señalaba con celo evangélico.” James Henderson,
Las ideas de…130.
56 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…69.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 223


Juan David Meléndez Camargo

en combate y que, muy seguramente, retornaría al país para


hacer parte del Ejército Nacional. El proceso no era nada
sencillo, ya que al hacer parte de los países que aceptaban
el llamado a colaborar con las Naciones Unidas, Colombia
debía responder con su propio armamento o de lo contrario,
pagar para que éste le fuera proporcionado por los Estados
Unidos, y ésta era la opción a tomar por el gobierno de Gómez,
aunque, antes de irmar el acuerdo, se tuvieron que negociar
aspectos económicos y peticiones de parte y parte, pero que
al inal serían aceptadas porque el país norteamericano –por
la intensidad de la guerra que se avecinaba– obviamente
recibiría con brazos abiertos el aporte colombiano, así fuera
inferior al ofrecido por otras naciones.

No pasó mucho tiempo de haber acordado la ayuda


militar cuando el gobierno de Gómez solicitó a Estados Unidos
armamento para el batallón y así generar una buena imagen
del país y tener una actuación aceptable en la península
coreana. También en 1951 el ministro de guerra colombiano
consultó la posibilidad de la obtención de armamento para
el mejoramiento de las Fuerzas Militares en el país. Esta
situación evidentemente era muy inoportuna para la causa
norteamericana que se encontraba necesitada, pero no estaba
en capacidad de prestar ayuda y Colombia no estaba en plena
condición de pagar.

4. La Guerra y lo que trajo el Batallón Colombia

Los estadounidenses en varias ocasiones estuvieron


presionando para que Colombia pagara por los mejoramientos
de la tropa y los equipos en Corea, pero no fueron más allá
porque conocían la situación y eran conscientes que cualquier
sanción o acción causaría la retirada del batallón y otros
aliados ya no querrían ayudar. Un estudio realizado por
las fuerzas armadas de ese país, concluyó que era necesario
reacondicionar en su gran mayoría al batallón Colombia y era
poco viable hacerlo, pero inalmente se hizo.

Sobre el enfrentamiento en la península coreana,


muchas investigaciones nos han ilustrado el cómo de esta

224 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

guerra, resaltando la estrategia militar a cargo del General


Mac Arthur al frente de las tropas defensoras de la ONU, o la
eicacia de los ejércitos comunistas por el bando norcoreano57.
Para el caso colombiano, el libro de Valencia Tovar es un
referente que describe paso a paso la labor de los soldados
colombianos en Oriente58. Si se quiere estudiar detenidamente
la participación del Batallón Colombia en Corea, también es
fundamental examinar el trabajo del brigadier General Gabriel
Puyana García Por la libertad... en tierra extraña. Crónicas y
reminiscencias de la guerra de Corea59, texto en el que revive
el día a día de los soldados colombianos en la península y
muestra su perspectiva del conlicto cuando se desempeñó
como teniente del Batallón Colombia. Por último, es de gran
aporte la investigación realizada en conjunto por estos dos
importantes militares colombianos llamado En Corea por la
libertad y por la gloria: participación colombiana en la guerra
1951-195360, en este trabajo con enfoque netamente militar se
encuentra un análisis del accionar del militar colombiano en
la sangrienta guerra contra los comunistas.

La participación activa colombiana comenzó con el


decreto 3230 de 1950 en el que se disponía del envío de la
fragata “Almirante Padilla” y con el decreto 3927 de diciembre
de 1950 se creó el Batallón de infantería N°1 Colombia, que
sería entrenado en Bogotá y los Estados Unidos y después se
uniría a una de las compañías norteamericanas en la zona de
combate61; 1050 hombres conformaban el contingente enviado

57 Ver: David Halberstam, La guerra olvidada: historia de la guerra de Corea


(Barcelona: Crítica, 2009).
58 Para una completa reconstrucción de lo que fue la participación del Batallón
Colombia en Corea y las batallas más signiicativas, ver: Álvaro Valencia Tovar y
Jairo Sandoval, Colombia en la Guerra de Corea: la historia secreta (Bogotá: Planeta,
2001).
59 Gabriel Puyana G., Por la libertad... en tierra extraña! Crónicas y reminiscencias
de la guerra de Corea (Bogotá: Banco de la República, 1993).
60 Gabriel Puyana y Álvaro Valencia Tovar, En Corea por la libertad y por la gloria:
participación colombiana en la guerra 1951-1953 (Bogotá: Imprenta y Publicaciones
de las Fuerzas Militares, 2003).
61 El Batallón Colombia inmediatamente arribó a territorio coreano se puso a
órdenes del Ejército de Estados Unidos, más precisamente al 21 Regimiento de la 24
División de Infantería.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 225


Juan David Meléndez Camargo

a Corea, el cual arribó a Pusan el 16 de junio de 1951 y fue


recibido por el presidente de Corea del Sur, Sygman Rhee.
Como comandante del batallón Colombia fue designado el
teniente coronel de infantería Jaime Polanía Puyo y como
ejecutivo y segundo comandante, el mayor Alfonso Novoa
Morales. Los refuerzos se unieron a la 24 división americana
y vieron combate por primera vez el 7 de agosto. Sobre esta
fecha, encontramos un relato detallado del capitán Álvaro
Valencia en El Espectador, aquí un aparte del texto que
describe el ingreso a la “zona de fuego” del Batallón Colombia:

La mañana del 7 de Agosto llegó a la línea delantera del


Tercer Batallón después de una noche de vigilia en que cinco
violentos ataques chinos se estrellaron en su furia suicida
contra las posiciones tenazmente defendidas […] a las siete
y quince, los patrulleros avanzaban por entre los matorros
y lentamente se iban aproximando hacia la altura. Miré
el reloj: las siete y treinta…Una igura se diseñó tras los
quemados troncos que coronaban la cumbre, y una explosión
sacudió el aire […]62

Los militares colombianos montaron una recordada


defensa de Kumsong del 13 al 23 de octubre, a comienzos de
1952 fueron transferidos con la división 31 de infantería de
Estados Unidos y pelearon notablemente en el “Old Baldy”
antes de ser relevados por el 2do. batallón americano el 4 de
julio. Para la fecha que el batallón abandonó Corea en octubre
de 1954, 131 colombianos habían muerto en combate63.

El grupo especialmente conformado para la Guerra de


Corea se caracterizaba por la gran cantidad de voluntarios que,
además de las variadas y diferentes realidades personales,
probablemente decidieron ir a una confrontación fuera de
su país por motivaciones particulares. Un ejemplo de esto lo
relata el veterano Raúl Tibaduiza:

[…] yo tenía 21 años y se me dio por meterme a prestar el


servicio, porque uno no podía salir tranquilo a ningún lado,

62 El Espectador, septiembre 2, 1951.


63 Esta cifra es tan variable que no hay certeza del número inal de bajas, se ha
llegado a hablar de casi 700.

226 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

cuando llegaban los del Ejército y pedían papeles, eso me


cansó y me regalé, (risas). Llevaba 3 meses y un día a mi
compañía de 30 soldados nos dijeron que teníamos que ir a
luchar en una guerra en Corea. Nosotros con la ilusión de
viajar y de conocer, pues no pensábamos más allá […]64

Estos hombres combatientes en Oriente sabían por


lo menos que luchaban a favor de la causa de los Estados
Unidos y, sabían que su enemigo era el comunismo, pero
escasamente entendían el contexto amplio de la situación,
ellos estaban allí por una causa mayor e invisible desde las
trincheras, batallando por la “Patria grande” que los había
enviado, desde esa “Patria chica”65 que no era más que el
campo de guerra donde no tenían más opción que juntarse con
sus similares y defender no una causa sino su integridad. En
pocas palabras, se puede decir que iban sin motivación, por
lo menos general, y también, sin un conocimiento de lo que
iban a hacer especíicamente y en algunos casos, no sabían ni
dónde lo harían66.

Muchos de estos soldados, en especial los más jóvenes, se


enlistaron fue para conocer una guerra desde su interior y para
lograr reconocimiento, muchas veces sin saber si regresarían
o no a Colombia. Otros casos eran los de los civiles voluntarios
reservistas que por motivos legales o por simple desempleo
vieron en Corea una nueva oportunidad y el gobierno consciente
de su situación los enlistaba sabiendo que no tenía nada qué
perder. Por último estaban los oiciales y suboiciales que por
su comportamiento o por sus inconvenientes en las fuerzas
fueron prácticamente obligados a ir al combate, en este caso lo
de voluntarios “no correspondía a la realidad”, también se dice
que la iliación política de muchos de éstos tuvo que ver. Se
dice que la moral de muchos miembros del recién conformado
batallón no era la adecuada y que no estaban ahí precisamente

64 Tomado de entrevista del texto inédito: “Viaje sin itinerario” de Carolina Alfonso
Álvarez. Estudiante de Comunicación Social. Universidad de Boyacá. 2014.
65 Bárbara Skladowska, “Los nombres de...100.
66 El veterano José Álvarez airma: “(…) muchos no sabíamos ni dónde quedaba
Corea ni por qué íbamos a pelear, pero lo hicimos y allá llegamos, con el Batallón de
Infantería Número 1 Colombia”, Carolina Alfonso, “Viaje sin itinerario”, 1.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 227


Juan David Meléndez Camargo

por buena conducta o porque generaran mucha conianza en


sus comandantes67.

Pero esa oposición a los testimonios de los soldados venía


desde los altos mandos de las Fuerzas Militares que años
después de la Guerra airmaban que el tema del voluntariado
no era cierto, o por lo menos el único factor determinante,
y que el aspecto político partidista fue fundamental en la
conformación del grupo inicial. El mismo Valencia Tovar alega
que: “Graves fallas se evidenciaron en el proceso selectivo. Lo
de “voluntarios” no correspondía a la realidad. El malestar que
se evidenciaba entre los suboiciales ponía al descubierto hasta
dónde el morbo de la política partidista venía invadiendo al
Ejército profesional y apolítico (…)”68. También encontramos
el testimonio de Gabriel Puyana, quien airma que: “(…)
escogieron precisamente a aquellos que por su mala conducta
o antecedentes les pareció conveniente liberar a su unidad”69.

En cuanto a los objetivos y las instrucciones que se


les dictaron a los militares colombianos al momento de
partir, se puede decir que el contingente nacional estaba
destinado a obedecer y colaborar en las exigencias del ejército
estadounidense y sumarse a sus fuerzas, un claro ejemplo de
esto es que, combatieron con uniformes de los americanos.
Los comandantes locales encargados del entrenamiento en
el Cantón Norte en Colombia no tenían puntos especíicos
a desarrollar en la confrontación, más que enviar a un
contingente que sirviera de refuerzo, entonces, cualquier
acto heroico o victoria medianamente importante sería una
ganancia para los altos mandos que a la distancia cumplieron
con hacer posible esa colaboración.

67 Álvaro Valencia, “Colombia en la Guerra...228.


68 Álvaro Valencia, “Colombia en la Guerra...228.
69 “Algunos de los oiciales y la mayoría de los suboiciales y soldados fueron
destinados a Corea por razones partidistas, por región de origen o simplemente, como
lo señala Gabriel Puyana, por salir de diversos problemas. Todo esto permite pensar
que la situación interna del país y del Ejército tuvo que ver con la decisión del envío
y con el proceso mismo de reclutamiento”. Bárbara Skladowska, Los nombres de...54.

228 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

El mismo ejército colombiano relejaba la situación de


su gobernante de turno, es decir, apoyaban directamente una
guerra, pero con una convicción personal más que un motivo
social o nacional verdaderamente deinido, en otras palabras,
con más voluntad que razón. Los soldados al interior de las
ilas reconocían a un enemigo del gobierno pero no un ideal
de la patria, ya que las órdenes fueron claras y se cumplieron,
pero muchos fueron con objetivos o situaciones personales que
complementaban ese impulso70.

En el plano estrictamente militar, la Guerra de Corea


para Colombia signiicó el despliegue de poco más de cuatro
mil hombres entre infantería y marina a tierras totalmente
desconocidas y a una zona en la que la guerra estaba en su
punto máximo y no había lugar para reconocer el lugar ni
mucho menos para cometer errores, aunque como eran tantas
las fuerzas aliadas, el entrenamiento y el descanso fueron
fundamentales cuando pudieron darse71. Evidentemente
los soldados del Batallón Colombia no combatieron solos y
sin ningún tipo de guía, ya que, las tropas estadounidenses
constantemente estaban reforzando y colaborando en la
logística de operaciones de los suramericanos o viceversa,
un ejemplo es la entrada en acción de la Fragata Almirante
Padilla en aguas coreanas, noticia que fue transmitida con
gran detalle:

Desde Tokio informan que la Fragata “Almirante Padilla”,


con tripulación colombiana y a las órdenes de las Naciones
Unidas y los norteamericanos, ha entrado en acción en
aguas coreanas al apoyar un desembarco británico en las
costas cercanas a la capital norcoreana, según informó el
cuartel general de las fuerzas navales en Extremo Oriente.
La operación se desarrolló con precisión de reloj, barcos de
cuatro naciones apoyaron a los comandos.72

70 Celmira Figueroa (entrevistadora), Me fui para la Guerra de Corea sin permiso


de mis padres [online]. Diario La Opinión, julio 03, 2010. http//:www.laopinion.com.
co (21 Noviembre 2013. 09.30h).
71 Algunos datos de Bárbara Skladowska: 4.314 hombres. Cuatro batallones
(relevos). 428 heridos. 69 desaparecidos. 28 prisioneros canjeados. 139 muertos.
Fuente: www.fac.mil.co/2001/marzo/batacolom.htm
72 Noticia titulada: “La Fragata ‘Almirante Padilla’ participó en una audaz

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 229


Juan David Meléndez Camargo

Desde 1951 los combates más cruentos y los más


importantes se dieron contra los ejércitos comunistas chinos
que sufrieron cientos de bajas, y durante aproximadamente
dos años se enfrentaron al Ejército Rojo en luchas por cerros
y puntos estratégicos que eran vitales a la hora de ganar
terreno73. Entre las operaciones o batallas que más impacto y
reconocimiento tuvieron los soldados colombianos están la de
Climber y Old Baldy, ya que consiguieron victorias en lugares
estratégicos y con actuaciones sobresalientes, mostrando así
resultados, que de alguna manera no eran esperados por las
potencias mundiales que estaban presentes en el conlicto74.

La Guerra de Corea avanzaba y en la política mundial


parecía que se esperaba un derrotado militarmente para así
proceder con un diálogo que diera in a las hostilidades75. En
la llamada “ofensiva Nómada”, que representó el último gran
avance de los aliados, los efectivos miembros del Batallón
Colombia se destacaron ante los comandantes americanos
de diferentes divisiones. Al interior del grupo, las historias
iban surgiendo y en la actualidad esos recuerdos permanecen
intactos:

Cuando no nos encontrábamos una mina, era una patrulla,


o si no un agente, yo tenía mucho miedo de morir, pues la
gente allí extendida en la calle, o los heridos que pasaban sin
una pierna o sin un brazo, ayudados por sus compañeros, no
me daban esperanza de que me devolviera con vida, muchos
compañeros llegaron a volverse locos debido a ese caos.76

operación de desembarco en Corea Comunista”. El Espectador, junio 12, 1951.


73 Ver: Carter Malkasian, Essential Histories: The Korean War 1950-1953 (Osprey
Publishing, 2001).
74 Nigel Thomas, Peter Abbott y Mike Chappell, Men at Arms series n° 174. The
Korean War 1950 – 53 (Osprey Publishing, 1986).
75 En pleno desarrollo de la Guerra, el mundo se preguntaba por el cese de
hostilidades y la búsqueda de la paz. El corresponsal de la United Press, Leroy Pope,
en una nota de El Espectador titulada: “El mundo pendiente de saber cuándo y cómo
se logrará la Paz en Corea”, hacía un análisis del conlicto en Corea y cuestionaba
la continuidad del mismo por parte de las Naciones Unidas. Haciendo una analogía,
el periodista comparaba la Guerra de Corea con un caso judicial en el que el jurado
deiniría el futuro del conlicto de acuerdo a su visión de cada uno de los principales
hechos y de las implicaciones de la permanencia para Europa, por ejemplo. El
Espectador, mayo 18, 1951.
76 Testimonio de lo que vio Raúl Tibaduiza. Carolina Alfonso, “Viaje sin itinerario”,1.

230 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

Este es sólo un ejemplo de lo que fue la participación


de estos hombres en la península, porque son muchas
las experiencias y los relatos que de este grupo salieron
posteriormente, y que recrean lo que es vivir una guerra
desde adentro con todas las características de las estructuras
castrenses y las exigencias militares, armamentistas y
humanas de un conlicto de corte mundial.

Hacia 1953 antes de la inalización del conlicto, el


Ministerio de Guerra dejó ver su intención de retirar el
Batallón de la zona de conlicto por razones de sostenibilidad
y por las pérdidas humanas que aumentaban; la decisión se
tomó en el gobierno de Rojas Pinilla, no sin antes discutir la
posibilidad de adquirir más armamento de parte de los Estados
Unidos. Sin embargo, el Batallón Colombia se quedaría en
la península coreana cumpliendo labores de vigilancia en la
zona de desarme que se creó tras la inalización del conlicto
permaneciendo hasta agosto de 1954.

Los resultados de las operaciones en las que


participaron los colombianos y algunas distinciones que se
hicieron al terminar la guerra mostrarían que, lejos de ser
un acontecimiento positivo para la dinámica del país en esa
época, la participación del Batallón Colombia cumplió con
el objetivo primario de prestar una ayuda real a las tropas
norteamericanas y surcoreanas en la Guerra. En cuanto a los
beneicios obtenidos con el envío del contingente a Corea se
puede airmar que también fue útil, ya que gran cantidad de
armamento regresó a Colombia y, sobre todo, la experiencia
adquirida por los soldados signiicó un avance de años para
las ilas de militares colombianos en el país, el cual, después,
fue de gran servicio. Y es que lo más importante fue lo ganado
posteriormente por las Fuerzas Militares de Colombia ya que,
se percibieron avances notables en aspectos como la logística,
el armamento y el entrenamiento77. Sobre el particular,

77 Así lo airma un veterano de guerra al hablar de lo que dejó la participación del


Batallón Colombia en la Guerra. Celmira Figueroa (entrevistadora), “Me fui para la
Guerra de Corea sin permiso de mis padres” [online], Diario La Opinión, julio 03,
2010. http//:www.laopinion.com.co (noviembre 21, 2013. 09.30h).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 231


Juan David Meléndez Camargo

según documentos oiciales, llegó a airmarse en su momento,


que la participación del país buscaba una contraprestación
norteamericana exclusiva para el Ejército Nacional, la cual
incluía: “crear trece batallones de infantería, adquirir dos
fragatas, algunos aviones de guerra y vehículos de transporte,
para combatir las guerrillas de los Llanos”78.

Se cumplía así con dos propósitos: apoyar de manera


real a un país que en el futuro iba a reconocer el esfuerzo
hecho y, también, se lograron beneicios en el plano militar
local que se verían relejados más adelante en el desarrollo
de su Ejército. Dos claros ejemplos de estos logros son: A) En
los años siguientes el apoyo militar de los Estados Unidos se
incrementó notablemente. B) Muchos de los combatientes
que regresaron al país fueron enviados a combatir guerrillas
campesinas, para que aplicaran las técnicas de operación
aprendidas en tierras extranjeras79.

Para Valencia Tovar, las enseñanzas de la Guerra de


Corea pueden resumirse en lo que se conoce como la ‘tercera
reforma militar del siglo XX’ que incluyó: La introducción de
la Plana Mayor, el perfeccionamiento de la táctica de fuego y
movimiento, y la técnica, la doctrina defensiva, la introducción
de la inteligencia y la contrainteligencia, el orden para el
funcionamiento logístico de las tropas tal como transporte,
raciones, uniformes, etc., mejoras técnicas en comunicaciones,
instrucción mediante visitas, manuales y textos a los miembros
del Ejército, avance en la ciencia naval, entre otros. Valencia
Tovar hace un reconocimiento a la capacidad de adaptación
del Batallón Colombia a las órdenes de los norteamericanos
y al desempeño que tuvieron estos hombres en una guerra
que tuvo las exigencias en lo que a las relaciones de mando se
reiere80. Esta visión, pese a ser la de un militar protagonista
para nuestro país en ese acontecimiento, sirve como referente
para interpretar lo que el conlicto le signiicó a esos hombres

78 Gabriel Puyana García, Vivencias de un ideal: Relatos que pueden ser historia
(Bogotá: Editorial Guadalupe, 2001), 122.
79 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…71.
80 Álvaro Valencia, Colombia en la Guerra...312.

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Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

que dieron sus vidas por Colombia, más allá del contexto
político que los rodeaba.

5. Conclusiones

La competencia ideológica de Estados Unidos y la URSS que


inició tras la Segunda Guerra Mundial, vinculó a muchas
naciones terciarias en la coyuntura del agitado orden político
mundial. Países latinoamericanos, asiáticos y de Europa
oriental se verían involucrados en esta rivalidad de postguerra,
con episodios como la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam,
las guerras de liberación centroamericanas o las Guerras del
Golfo.

La de Corea no fue una simple guerra subsidiaria como


las que se verían en la segunda mitad del siglo XX, ya que
fue uno de los episodios donde más cerca de la confrontación
directa estuvo Estados Unidos y la Unión Soviética. Los
resultados de la guerra en la que participaron cerca de 20
naciones y que se cerró con la declaración de un cese al fuego y
un pacto divisorio en el paralelo 38 en julio de 1953, muestran
un conlicto con tintes extremadamente políticos de orden
mundial, que no se solucionó con el in de dicha confrontación.

El hecho de que Colombia, en el gobierno de Laureano


Gómez, contestara airmativamente al llamado de ayuda
de Naciones Unidas y los Estados Unidos en la defensa del
territorio surcoreano, fue motivo de discusiones en torno a
las razones que este mandatario tuvo para enviar tropa al
extranjero. Muchas fueron las teorías que trataron de explicar
la decisión que tomó el Presidente, ya que fue un movimiento
que representó amplia actividad política y diplomática y se
suponía que no estaba impulsado por una simple generosidad
del mandatario colombiano en un momento crucial para el
país y para su gobierno.

Su formación, su ideología, sus intereses personales,


sus necesidades políticas, sus proyectos militares, entre otros,
fueron elementos que sirvieron para interpretar la decisión del
mandatario en su momento. Pero en algo se coincidía, en que

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239 233


Juan David Meléndez Camargo

el país no se encontraba en capacidad ni era un buen momento


para prestarse a una intervención de tal magnitud, y que las
motivaciones no giraban en torno a una nación unida. Y es
que el periodo de la Violencia, por sus complejos desarrollos
políticos y sociales, signiicó un obstáculo para el avance del
país en muchos aspectos.

La decisión de ir a la Guerra de Corea no sólo generó


insatisfacción en la oposición liberal. La ciudadanía que a
través de los diferentes medios de comunicación iba conociendo
el desarrollo de las negociaciones y posteriormente el accionar
de las tropas colombianas en el lejano oriente, veía cómo un
ideal de patria se le transmitía, tal vez sin darse cuenta, por
medio de la constante información de los soldados colombianos
en la Guerra.

En cuanto a la parte militar, lo que el Batallón Colombia


aportó fue signiicativo por la actuación de sus hombres en
importantes batallas al lado de las tropas de las Naciones
Unidas, mostrando así la otra cara de la situación, porque pese
a las discusiones y a la realidad interna de Colombia, este era
un grupo que estaba representando la nación en el exterior e
incluso llegaron a ser recibidos como héroes en su momento.

Sesenta años después del cese al fuego se puede decir


que esta guerra, obviamente sin desconocer las lamentables
pérdidas humanas, dejó para Colombia ciertos aspectos
positivos en lo estrictamente militar, ya que el Ejército
Nacional fue la institución que en realidad se vio beneiciada
de este episodio, sin mencionar lo aprendido por los hombres
que conformaron el contingente colombiano y la reputación que
de esta participación se comenzó a ganar el militar nacional.

Como toda guerra, la de Corea dejó muerte, destrucción


y odios en las sociedades de los protagonistas y, como se puede
comprobar en la actualidad, las diferencias persisten en esa
región oriental, haciendo pensar que el sacriicio de muchos
extranjeros no fue suiciente para llegar a acuerdos de fondo.

234 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 199-239


Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una relexión tras...

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Citar este artículo:


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Elecciones y prácticas electorales en
Tucumán-Argentina 1870-1880*

María Celia Bravo1


Universidad Nacional de Tucumán-Argentina

Recepción: 30/01/2014
Evaluación: 02/02/2014
Aceptación: 21/07/2014
Artículo de Investigación e Innovación.

Resumen

El objetivo de este artículo es analizar la normativa


institucional y la dinámica política de la provincia de
Tucumán (Argentina) durante la década de 1870, en el marco
de las tensiones derivadas de la conformación del Estado
argentino. El artículo está centrado en el análisis de las
prácticas electorales de los clubes y comités de la provincia
de Tucumán y sus relaciones “hacia abajo” con los sectores
populares, lo que no implica desconocer el rol central que
desempeñó el Estado provincial y nacional, no sólo como
productor de la normativa electoral, sino también como actor
que participaba activamente en las elecciones. Otro aspecto
del trabajo explora el funcionamiento de los clubes y comités y
sus relaciones con los sectores populares, que generalmente se
veriicaron de arriba hacia abajo, a través de intermediarios
(capataces, jueces y comisarios de campaña), en una relación
que la historiografía política ha caliicado como pasiva y

* Una versión preliminar de este trabajo se presentó en las VI Jornadas


Interescuelas/Departamentos de Historia en la Universidad Nacional de La Pampa,
1997. Esa versión se realizó en coautoría con María José Navajas.
1 Doctora en Historia, Universidad Nacional de Tucumán. Profesora de Historia
Argentina de la Facultad de la UNT. Investigadora independiente del CONICET.
Líneas de investigación: historia política en clave regional y social con énfasis en
la historia agraria, especíicamente de la agroindustria azucarera argentina.
mceliabravo@hotmail.com

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 241


María Celia Bravo

cuyo principal propósito era mejorar la eicacia de las redes


clientelares construidas. Estos aspectos nos permiten apreciar
cómo en 1870 la incorporación de la dirigencia de la provincia
de Tucumán a un orden político nacional permitió conigurar
una dinámica de estabilidad institucional, fundada en el
respeto de las normas constitucionales que constituyeron la
fuente principal de legitimidad del sistema.

Palabras clave: Elecciones, prácticas electorales, Estado,


élites políticas, redes familiares, Provincia de Tucumán.

Elections and electoral practices in


Tucumán-Argentina 1870-1880

Abstract

The objective of this study is to analyze the institutional


normativity and political dynamics of the province of Tucumán
(Argentina) during the decade of 1870, in the context of the
tensions derived from the conformation of the Argentine State.
This study in the ield of political history is centered in the
analysis of the electoral practices of clubs and committees in
the province of Tucumán and their “condescending” relations
with working class sectors; without ignoring the central role
achieved by the provincial and national State as producer
of electoral normativity, as well as a principal actor in the
elections. Another aspect of the work involves exploring the
functioning of the clubs and committees and their relation
with working class sectors, which were generally veriied
from a “top to bottom” perspective, through intermediaries
(overseers, judges and campaign managers) in a relationship
that political historiography has identiied as passive, and
whose principal goal was improving the eficacy of previously
constructed networks of patronage. These elements allow an
appreciation of the way in which in 1870, the incoporation of
the leadership of the province of Tucuman into the national
political order allowed for the coniguration of a dynamic of
institutional stability, founded on respect for constitutional
norms that constituted the system´s main source of legitimacy.
Key words: elections, electoral practices, State, elite politics,

242 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

family networks, Province of Tucumán.

Elections et pratiques électorales à


Tucumán – Argentina 1870-1880

Résumé

L’objectif de cet article est d’analyser les normes et les


processus politiques de la province de Tucumán (Argentine)
pendant la décennie 1870, dans le cadre des tensions
découlant de la conformation de l’État argentin. L’article est
axé sur l’analyse des pratiques électorales des clubs et des
comités de la province de Tucumán, ainsi que sur les relations
que ceux-ci entretenaient avec les secteurs populaires, ce
qui n’implique pas la méconnaissance du rôle central qui a
joué l’État provincial et national, non seulement comme
producteur des règlements électoraux, mais aussi comme
acteur dynamique des élections. Un autre aspect du travail
consiste à explorer le fonctionnement des clubs et des comités
et leurs relations avec les secteurs populaires à travers des
intermédiaires (contremaîtres, juges et commissaires de
campagne), dans une relation qualiié par l’historiographie
politique comme passive et dont le principal objectif était
d’améliorer l’eficacité des réseaux clientélaires. Ces aspects
nous permettent d’apprécier comment l’intégration des
dirigeants de la province de Tucumán à l’ordre politique
national en 1870, a permis un équilibre institutionnel, fondé
sur le respect des normes constitutionnelles qui constituaient
la principale source de légitimité du système.

Mots clés: élections, pratiques électorales, Etat, élites


politiques, réseaux familiaux, province de Tucumán.

1. Introducción

Este trabajo se propone analizar la normativa institucional y


la dinámica política de la provincia de Tucumán (Argentina)
durante la década de 1870, en el marco de las tensiones

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 243


María Celia Bravo

derivadas de la conformación del Estado argentino. Este


proceso modiicó las atribuciones de carácter nacional que las
provincias ejercieron durante las primeras décadas del siglo
XIX ante la ausencia de un Estado central2. Su fundación en
1853 implicó la reformulación de las bases del poder de las
élites provinciales, cuyas órbitas de incumbencia se acotaron
con la presencia del gobierno nacional. No obstante, este
reacomodamiento no fue progresivo ni lineal, estuvo signado
por revoluciones y enfrentamientos armados que amenazaron
con la disgregación de la comunidad política en formación.
Así, la organización nacional constituyó una tarea compleja y
progresiva que se proponía la unidad de un dilatado territorio,
con instituciones nacionales embrionarias, pero vinculado con
lujos mercantiles que se reforzaron con el desarrollo de la
red ferroviaria que contribuyó a la formación de un mercado
uniicado3.

Esta empresa desarrollada en varios frentes (político,


militar y económico) tuvo como instancia preliminar y decisiva
la sanción de la Constitución Nacional de 1853, que proporcionó
la clave para resolver el dilema de la gobernabilidad al adoptar
un sistema mixto que conciliaba el principio federal expresado
en el Senado –que integraba en igualdad a las provincias en
tanto cuerpos políticos4– con el principio unitario, representado
sustancialmente por el Poder Ejecutivo Nacional, dotado

2 Podían organizar y conducir ejércitos, ejercer el patronato, imponer derechos


de tránsito a las mercancías, entre otras facultades. Respecto de los poderes de
las provincias durante la etapa preconstitucional, ver José Carlos Chiaramonte,
Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (Buenos Aires: Ariel
Historia, 1997).
3 En 1876 el ferrocarril Central Córdoba unió el norte argentino con el litoral
argentino y la ciudad de Buenos Aires, principal mercado de consumo de su producción
azucarera.
4 Juan Álvarez, en su clásico estudio sobre las guerras civiles destacó el papel del
Senado al considerarlo “llave maestra del sistema”, en tanto la composición de dos
representantes por provincia –ajena a las luctuaciones demográicas y económicas–
aseguraba a las élites del interior una inluencia signiicativa en el nuevo Estado.
Juan Álvarez, Estudio sobre las guerras civiles argentinas (Buenos Aires, 1914), 62.
Esta perspectiva ha sido retomada por Natalio Botana, quien atribuye al Senado el
rol de nexo entre el gobierno federal y las provincias. Natalio Botana “El federalismo
liberal en la Argentina, 1852-1930”, en Marcelo Carmagnani, Federalismos
latinoamericanos: México, Brasil, Argentina (México: FCE-El Colegio de México,
1993).

244 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

en la letra constitucional de fuerza militar, procedimientos


institucionales y recursos económicos para asegurar el
orden constitucional, el funcionamiento de las instituciones
y el desarrollo de emprendimientos económicos de carácter
nacional5. Sin embargo, hacia 1870 el poder del presidente no
era todavía efectivo al carecer de una base territorial propia6
y, aunque se le confería el mando del ejército y la armada,
los gobernadores mantenían el control de las milicias de las
provincias, atributo que afectaba el pretendido monopolio
de la facultad coactiva. Simultáneamente, el progresivo
robustecimiento de la estructura del Estado central con la
expansión de la administración, del telégrafo y el ferrocarril
proporcionaron al presidente un poder más eicaz para
intervenir como árbitro en los conlictos locales en un contexto
de creciente entrelazamiento de la política provincial con la
nacional.

En ese sentido, el trabajo se centra en el análisis de las


prácticas electorales de los clubes y comités de la provincia
de Tucumán y sus relaciones “hacia abajo” con los sectores
populares. Esto no implica desconocer el rol central que
desempeñó el Estado provincial y nacional no sólo como
productor de la normativa electoral, sino como un actor más
que participaba activamente en las elecciones. A pesar de las
frecuentes impugnaciones a los procedimientos utilizados por
los que disfrutaban de la “situación oicial” y por los opositores,
las elecciones constituían la vía ineludible para acceder al poder
político, puesto que de su sustanciación dependía la legalidad
del sistema republicano. A lo largo de esta década se observa
una discrepancia entre la animación y disputa que se releja
en la prensa política y en la correspondencia privada, con la
imagen tranquila y rutinaria del acto electoral que transmiten
las actas. Podría pensarse que esta modalidad había logrado
suprimir todo margen de incertidumbre y conlictividad cuando
se constata que una de las particularidades del sufragio en la

5 Sobre este punto ver Natalio Botana, La tradición republicana y el Orden


Conservador, (Argentina, Editorial Sudamericana 1984).
6 En 1880 luego de una cruenta civil se logró federalizar la ciudad de Buenos
Aires.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 245


María Celia Bravo

provincia de Tucumán durante la década 1870 fue la ausencia


de la competencia electoral. Por lo general, se arribaba al acto
eleccionario postulando el número exacto de candidatos para
los cargos vacantes.

Sin embargo, el control de la situación electoral no


mitigaba la dura pugna por los cargos electivos, ni evitaba los
desmembramientos en la constelación oicialista que afectaban
la solidez del gobierno. Por el contrario, las situaciones de
competencia electoral que se introdujeron en la provincia
con la política de “conciliación” impulsada por el presidente
Avellaneda no atenuaron la conlictividad del sistema político
que se proyectó a la gobernabilidad y al funcionamiento
armónico de los poderes del Estado.

La lucha por las candidaturas involucraban a los


clubes y comités, a la prensa política, a las redes parentales
cuyos trabajos se relejan en el ámbito privado de la
correspondencia, al gobierno nacional y provincial a través
de funcionarios prominentes y subalternos y, hacia inales de
esta década, se formalizó un ámbito de participación para un
segmento de los sectores populares. La diversidad de actores
delineaba los distintos escenarios que contribuían a dirimir
las potenciales candidaturas. La caja de resonancia de este
inestable sistema electoral era la Legislatura provincial,
donde se veriicaba la disgregación de los grupos actuantes
que relejaban los cimbronazos generados por las pujas de
candidaturas, como así también los “equilibrios” efímeros
alcanzados por las distintas redes parentales que animaban
los clubes y comités. El factor que permitió la viabilidad de
un sistema político caracterizado por la conlictividad fue el
consenso de los grupos políticos provinciales de mantener una
dosis aceptable de funcionamiento institucional para evitar
las intervenciones nacionales, atribución que podía adoptar
el presidente o el congreso nacional –y se esgrimía como
amenaza– ante la distorsión del sistema republicano, que se
expresaba frecuentemente en el enfrentamiento abierto de la
legislatura provincial con el gobernador.

Otro aspecto del trabajo consiste en explorar el

246 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

funcionamiento de los clubes y comités y sus relaciones con los


sectores populares, que generalmente se veriicaron de arriba
hacia abajo, a través de intermediarios (capataces, jueces y
comisarios de campaña), en una relación que la historiografía
política ha caliicado como pasiva y cuyo principal propósito era
mejorar la eicacia de las redes clientelares construidas. Hacia
1878, en el ámbito urbano se formaron clubes de artesanos
–adscriptos a los clubes políticos– que no necesariamente
acataron con docilidad los dictados de la élite. Si bien ésta
había estimulado la creación de esos espacios de tutela política;
a través de los mismos, la “gente de chiripa”7 comenzaba a
involucrarse en la lógica de la política facciosa aprovechando
las coyunturas favorables para obtener cierta participación y
mayor margen de negociación.

2. El sistema político en Tucumán: redes parentales,


gobierno y elecciones

A diferencia de la constitución nacional que impulsaba el


presidencialismo como garantía de estabilidad y solidez
institucional, la constitución de Tucumán de 1856 –al igual
que la de otras provincias del noroeste argentino– otorgaba
amplias potestades a la Sala de Representantes o Legislatura
provincial. Estaba integrada por una sola cámara de 22
diputados cuyos mandatos duraban dos años y se renovaban por
mitad cada año. Además de sus funciones legislativas elegían
al gobernador de la provincia, conjuntamente con un Colegio
Electoral constituido por un número igual de electores. La
Sala elegía además a los senadores nacionales, al gobernador
interino, presentaba al Ejecutivo una terna para designar
a los miembros del Tribunal de Justicia que encarnaban el
Poder Judicial y, conjuntamente con el gobernador, nombraba
a los coroneles de las milicias provinciales. El Poder Ejecutivo
estaba integrado por el gobernador y el ministro general de
despacho. El mandato del primer funcionario duraba dos años
y se explicitaba que no podía ser reelegido sino después de
dos períodos legales. Promulgaba y reglamentaba las leyes,

7 Expresión peyorativa que alude a la indumentaria rústica y campesina utilizada


por los hombres de los sectores populares.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 247


María Celia Bravo

convocaba a la legislatura, se desempeñaba como jefe de la


administración y de las milicias provinciales nombrando a los
oiciales hasta el grado de teniente coronel inclusive. Podía
nombrar y remover al ministro de Gobierno.

El sistema político otorgaba preeminencia a la Sala


de Representantes que elegía a los integrantes de los otros
poderes de la provincia. Mientras los legisladores eran elegidos
por voto directo y podían ser reelegidos indeinidamente, el
gobernador se votaba de manera indirecta a través del Colegio
Electoral, su mandato tenía una duración semejante a la de
los diputados, pero no podía ser reelecto inmediatamente.
Esta normativa otorgaba centralidad y continuidad al ámbito
legislativo, considerado como el ámbito en el que se expresaba
la voluntad popular. Este recaudo motivado por los amplios
poderes que ostentaron los gobernadores durante la etapa de
la Confederación rosista, procuraba limitar el poder de los
ejecutivos provinciales y diseñaba así un sistema notabiliar
que diicultaba la construcción de liderazgos e imponía una
compleja y constante negociación a los distintos grupos que
componían la élite local, cuya inclinación por la política
facciosa era una fuente de inestabilidad. Los cargos electivos
se circunscribían a aquellos que reunían los requisitos de
posesión de “fortuna, profesión o industria”, de esta forma
se aseguraba el ejercicio del gobierno al segmento más
concentrado de los sectores propietarios.

La legitimidad del sistema político se sustentaba en


las diferentes modalidades de elecciones, reguladas según la
fórmula alberdiana que celebraba la soberanía de la razón
en oposición a la del número, convicción arraigada en la élite
provincial en lo relativo a la naturaleza “bárbara” de los
sectores populares. En esa dirección se avanzó para despojar
al sufragio de sus características competitivas sin que se
alterara su función primordial de “fuente de legalidad” de la
estructura institucional. Alberdi había expuesto claramente
este propósito: “el sistema electoral es la llave del gobierno
representativo. Elegir es discernir y deliberar. La ignorancia
no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria
no delibera, se vende. Alejar el sufragio de manos de la

248 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

ignorancia y de la indigencia es asegurar la pureza y el acierto


de su ejercicio”8. Bajo estos fundamentos emergió un sistema
electoral abierto normativamente, pero que en la práctica
estaba limitado a un activo de agentes electorales. De esta
forma se disociaba al sufragio del factor de incertidumbre,
puesto que su ejercicio fue tutelado por las comisiones
directivas de los clubes que designaban a los responsables de
organizar la asistencia a los comicios9.

El nivel de participación electoral de Tucumán


concordaba con los niveles nacionales que oscilaban entre un
10 y 15 % de la población con derecho al sufragio10. Entre 1870-
1878 el promedio anual de votos emitidos en las elecciones
de diputados y electores provinciales fue de 2.293, cifra que
representaba el 11,3 % de los varones habilitados para votar.
Sin embargo, el caudal electoral fue sumamente luctuante. En
las elecciones de 1870 para diputados provinciales y electores
votaron 4.025 personas, mientras que al año siguiente sólo
lo hicieron 1.971, aproximadamente el 9,7 % de la población
en condiciones de sufragar. Cuando se analiza la cantidad
de votantes por departamento, las oscilaciones fueron más
pronunciadas: en 1870, en el departamento de Capital,
sufragaron 1.061 personas; pero, en las elecciones del año

8 Citado en Natalio Botana, La tradición republicana…345.


9 A diferencia de otras regiones del país donde existía una tradición de la ciudadanía
que se extendía a todos los hombres libres, naturales del lugar o avecindados; en
Tucumán, el reglamento electoral de 1826 que rigió hasta entrada la década de
1880, delimitaba la condición de elector a todo hombre libre nacido o arraigado en la
provincia, de 20 años de edad, con propiedad conocida o con empleo y oicio lucrativo.
Estas cláusulas habían sido ratiicadas en el proyecto constitucional de 1835 que
establecía que los derechos de ciudadanía se suspendían por el estado de deudor a
particulares y al estado, por la condición de criado a sueldo, peón, jornalero, simple
soldado de línea o notoriamente vago. El borrador preliminar de la Constitución
provincial de 1856 introdujo una restricción similar al establecer que los jornaleros
e hijos de familia estaban excluidos de la condición de elector. El Congreso nacional
cuestionó este artículo que debió retirarse del texto provincial para adecuarse a lo
establecido por la Constitución nacional. Sin embargo, la constitución tucumana
conservó la distinción entre electorado pasivo y activo condicionando el acceso a los
cargos electivos al ejercicio de una profesión u oicio o a la posesión de propiedades
que le aseguren una existencia independiente. Lizondo Borda, Historia de Tucumán.
Siglo XIX (Tucumán, 1948), 63, 181,183.
10 E. Gallo, “Política y Sociedad en Argentina, 1870-1916”, en Leslie Bethell,
Historia de América Latina, T. X (Barcelona: Ed. Crítica, 1992), 56.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 249


María Celia Bravo

siguiente sólo se registraron 38 votos, mientras que durante


el resto de la década la aluencia de votantes rondó entre 100 y
200 personas por vez. En algunos departamentos era común la
reiteración de la convocatoria a elecciones por la inasistencia
de las autoridades de mesa o la ausencia de sufragantes.

Uno de los efectos del sistema residía en la escasa


movilización de los votantes, cuestión que la élite política no
estimaba necesario resolver, puesto que la representación o
la fuerza de una facción política no se asociaba con el criterio
numérico. Se consideraba que la limitada inscripción en los
registros cívicos contribuía a mitigar la variable de la violencia
en las contiendas electorales, sólo ocasionalmente, las facciones
excluidas denunciaban este rasgo como “vicio” del sistema11. En
consecuencia, la legitimidad de los candidatos no se afectaba
por el factor numérico, en ningún caso se cuestionó la validez
de una elección aduciendo el escaso número de votantes; las
controversias más serias al sistema eran las derivadas de la
conlictividad inter o intra-facciosa que se suscitaba en los
“ámbitos privilegiados” de la acción política, los “comités” o
clubes, donde se debatían largamente las candidaturas.

Tampoco hubo iniciativas por modiicar el reglamento


electoral de 1826 que se mantuvo prácticamente sin variaciones
sustanciales hasta 1884. No se establecía el procedimiento
del padrón previo; por lo tanto, la mesa receptora de votos,
compuesta por un presidente y 4 escrutadores, tenía la
facultad de excluir, sobre la base de una lista confeccionada
por los alcaldes de barrio, a quienes no estaban habilitados
para sufragar en la sección y de anular los votos a candidatos
que no reunían las condiciones requeridas12.

11 En 1873 Nicolás Avellaneda al describir la situación electoral de Buenos Aires


puntualizaba lo siguiente: “Por aquí nada nuevo, afectación en algunos círculos
electorales, pero continúa la calma en general, como lo muestra el escaso número de
la inscripción en el Registro Cívico”. “Carta de Nicolás Avellaneda al gobernador de
Tucumán Federico Helguera”, Archivo Privado Federico Helguera, APFH, Carpeta I,
Carta 73).
12 A su vez, la mesa electoral surgía de lista de 15 candidatos confeccionada por
el juez que se ponía a consideración de una asamblea electoral que se realizaba en
el momento previo al comicio; de estos candidatos eran elegidos 4 ciudadanos como
escrutadores que integraban la mesa electoral presidida por el juez de primera

250 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

Por lo tanto, la legalidad de una elección no estaba


vinculada necesariamente al respaldo popular, para la élite
el triunfo en el sufragio se asociaba con el peso y eicacia del
gobierno y de las redes clientelares dependientes de los grupos
políticos13. Así, la variable principal de acceso al poder político
era la cercanía al gobierno y la pertenencia a una red familiar
cuya preeminencia social y económica que a su vez dependía
de una trama de inluencias donde el control del aparato
estatal y el ejercicio de la política eran requisitos ineludibles.
Al evocar el estilo de vida de la élite tucumana de la década
de 1870 Vicente Gallo recordaba: “para la sociedad culta y
representativa la política era la pasión dominante; era el tema
de las conversaciones en las reuniones sociales, en las visitas
familiares, era en suma la gran pasión”14.

La centralidad de la Sala de Representantes en el


sistema político se adecuaba con el ideal de esta “sociedad
culta y representativa” que reclamaba una representación
acorde al poderío económico y social que cada linaje exhibía.
El sistema indirecto de elección previsto para cargos claves
como senadores nacionales y gobernador se ajustaba a este
esquema que valoraba la honorabilidad y la distinción de los
notables, en tanto se deploraba la manipulación y la coacción
inherente a las prácticas vigentes en las elecciones directas.

Esta percepción estaba extendida en la dirigencia política


de la provincia durante la década del 1870. Se había dejado
atrás el exclusivismo político que ostentó la poderosa familia
Posse en los años 60’ cuando a comienzos de 1870 comenzó a
ser desaiada por otros linajes desplazados por su condición
de “federales” que habían delegado en ese clan el manejo del

instancia o juez de paz de cada parroquia. Este procedimiento era el estipulado


para la ciudad; en la campaña el juez de cada vice-parroquia elegía 4 escrutadores,
seleccionando a ciudadanos cuya residencia fuera cercana al lugar donde debía
veriicarse la elección.
13 En 1872 un notable político provincial escribía al gobernador Federico Helguera
su opinión sobre las elecciones legislativas: “yo siempre he pensado que es una utopía
pensar en elecciones completamente libres en Tucumán, porque una elección libre
supone un pueblo apto para elegir que entre nosotros no existe”. APFH, Carpeta I,
Carta 23.
14 Vicente Gallo, De la vida cívica argentina (Buenos Aires, 19419, 10.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 251


María Celia Bravo

gobierno y la dirección de las guerras interprovinciales15.


Indudablemente, el dinamismo económico de la provincia,
motorizado por un conjunto de comerciantes exportadores y
acopiadores que expandieron los circuitos comerciales para la
producción local, las manufacturas de cuero y la reconversión
tecnológica de los antiguos trapiches de azúcar por modernos de
hierro accionados a vapor, debía necesariamente manifestarse
en la esfera política. Estas transformaciones generaron
desplazamientos y promociones en el interior de la élite y
otras familias como los Méndez, los López, los García, los
Colombres, Terán, Alurralde, Avellaneda, Nougués, Padilla,
Gramajo, Paz comenzaron a disputar a los Posse el ejercicio
exclusivo del poder político16.

Los movimientos y promociones en la composición


de la élite política revelaban una nueva jerarquización y
ampliación del campo de la disputa política, en la medida que
se incorporaron nuevas redes familiares como los Colombres,
cuyas vinculaciones con el régimen rosista había generado su
exclusión en la década de 1860; otras de tradición antirrosista

15 El mote de federal se asociaba con vinculación con el rosismo, régimen dirigido


por el gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas durante 1835-1852.
16 En 1873 cuando la autoridad de esta vasta red familiar comenzaba a eclipsarse,
José Posse, ex-gobernador y periodista, realizó una minuciosa descripción y defensa
de su red parental y política: “la familia Posse es en Tucumán una de las más
antiguas y respetada que tiene el país y, en la actualidad la que cuenta mayor suma
de riqueza acumulada. Entre los miembros de esta familia se cuentan los primeros
industriales de Tucumán. Además de estos grandes industriales tiene la familia
Posse y sus aliados en política un considerable número de cañeros de segundo orden
[....] que representan unidos un capital formidable. En el comercio tienen también
comerciantes de primer orden y fuertes capitalistas. Si desapareciesen estas fortunas,
los hombres que componen la familia y partido Posse, Tucumán quedaría en ruinas.
Siempre a la vanguardia del progreso como industriales, son ellos quienes han
levantado la agricultura [...] han sido los primeros en importar máquinas y adoptar
procedimientos nuevos para la elaboración del azúcar y aguardiente [...] Los Posse y
sus aliados dan ocupación lucrativa a millares de personas en la industria cañera y
fomentan el desarrollo de otras, como la curtiduria y la fabrica de pellones comprando
anualmente fuertes cantidades de estos para enviar al Litoral...Cuentan además con
literatos, abogados, médicos, hombres de Estado que han igurado en la prensa, en el
gobierno y en los Parlamentos. He aquí lo que es y lo que representa el partido Posse”.
Sus oponentes contestaban tal alegato en estos términos: “Se trata de presentar a
los Posse y sus adeptos como los únicos industriales, hacendados y comerciantes que
tiene la provincia, desapareciendo los cuales, desaparecería la industria y comercio
de Tucumán [...]¿y los señores Méndez, Zavalía, Colombres, Frías, Gallo, Molina,
Nougués, Etchecopar, Padilla, López y tantos otros?. La Razón, octubre 7, 1873.

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Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

como los Avellaneda, fueron marginados por las bajas


familiares acaecidas en las guerras civiles de los años 40’, en
1870 lograron contar con actores aptos para reintegrarse a la
política hacia 1870; nuevas redes familiares como los Nougués,
de inmigración reciente, se incorporaron a la disputa electoral
a medida que crecieron su situación económica y sistema de
inluencias.

Tales transformaciones gestaron una doble retórica en


torno a la relación entre gobierno e instancias electorales. En
1873, el diario La Razón, alineado con el presidente Avellaneda,
sostenía que “la libertad electoral es patrimonio exclusivo
del pueblo y el gobierno ha declarado con franqueza la más
absoluta prescindencia en las elecciones”17. Sin embargo, este
principio no era sustentado en la correspondencia privada.
Un año antes Eudoro Avellaneda, hermano del candidato a
presidente, aconsejaba al gobernador Helguera lo siguiente:
“el gobierno no puede manifestarse prescindente en estas
elecciones (…) Creo que sería conveniente que Ud. ordene a los
comandantes, que hagan inscribir a sus amigos en el Registro
Cívico, para que en el caso de una lucha no se encuentre
desarmado el gobierno y sin medios de acción”18. Este doble
discurso indicaba que el gobierno debía precaverse frente
a instancias electorales que podían resultar competitivas,
aunque por lo general, la facción derrotada en la formación de
candidaturas tomaba el camino de la abstención, práctica que
tendió a consolidarse durante las presidencias de Sarmiento
y Avellaneda cuando la provincia se integró activamente en
la política nacional. La mayor presencia del Estado central
permitió al presidente operar sobre las relaciones conlictivas
de las élites provinciales y posicionarse como árbitro de las
luchas facciosas19.

17 La Razón, septiembre 21, 1873.


18 Archivo Federico Helguera, (AFH) Carpeta I, Carta 19.
19 Este proceso de centralización del funcionamiento político se logró mediante
una combinación de consenso y coerción. La generosa utilización del aparato militar
súbitamente desarrollado por la Guerra del Paraguay, de la intervención provincial
como recurso extremo y del establecimiento del estado de sitio fueron instrumentos
eicazmente utilizados por el presidente. Cf Oscar Oszlak, La Formación del Estado
Argentino (Buenos Aires: Ed. Belgrano, 1985).

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 253


María Celia Bravo

Tucumán fue una provincia donde este objetivo se cumplió


acabadamente. La integración al esquema de poder nacional
tenía como objetivo la consolidación del Estado central y el
fortalecimiento de la autoridad presidencial. En este marco
el control de las situaciones provinciales revestía particular
importancia, en tanto se garantizaba al círculo gobernante
nacional y provincial, la continuidad en el ejercicio del poder.
En 1873, Nicolás Avellaneda, en ese entonces candidato a
la presidencia, escribió al gobernador de Tucumán saliente,
Federico Helguera, lo siguiente: “acaba de llegarnos la noticia
del nombramiento de López para el gobierno. Su administración
ha sido útil porque ha hecho posible el nombramiento de un
gobernante amigo para sucederle”20.

El contexto regional también contribuyó a enrolar


decididamente al conjunto de la élite tucumana detrás de la
divisa presidencial. La amenaza que suponía el poder militar
del clan Taboada en la vecina provincia de Santiago del
Estero, red parental que se identiicaba con la facción mitrista
en la órbita nacional y procuraba ediicar su hegemonía en
la región mediante incursiones armadas a las provincias del
norte (Tucumán, Catamarca, Salta y La Rioja) constituyó un
aliciente para incursionar con irmeza en la órbita nacional21.

El acceso de Nicolás Avellaneda a la presidencia marcó


el eclipse de los Posse como facción dominante en la provincia
de Tucumán, puesto que los compromisos con la candidatura
de Alsina –sellados a través de Wenceslao Posse, integrante
poderoso del clan– acarreó la ruptura de esta red parental
con gran parte de la élite, inclinada por la postulación del
comprovinciano Avellaneda, situación que acarreó a los Posse

20 AFH, Carpeta I, Carta 55.


21 En una carta dirigida al presidente Sarmiento, José Posse aconsejaba: “un medio
legal y fácil habría para acabar con el poder de los Taboada desarmándolo de una
plumada, y sería el de nombrar a Arredondo gefe de la frontera del Chaco y de la
circunscripción militar del norte. Me parece que estaría en su derecho el gobierno
nacional al entregar a un general de su conianza el mando de las fuerzas que deben
servir útilmente a los ines de su gobierno”. “Epistolario entre Sarmiento y Posse”
Archivo del Museo Histórico Sarmiento, Museo Histórico Sarmiento, T. I, Bs As,
1946, 491.

254 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

represalias económicas22. Otro factor que consolidó el nuevo


sistema de inluencias nacionales de la élite tucumana fue
el fracaso de la revolución mitrista de 1874, que aceleró la
intervención de Santiago del Estero, con la consiguiente caída
de los Taboada y marcó el ingreso de la provincia en la órbita del
poder presidencial, bajo la dirección de un nuevo gobernador,
Absalón Rojas. Para ese entonces, el arribo del ferrocarril
a Tucumán, el desarrollo de la industria de aguardientes y
azúcares, y el predominio comercial que ostentaba la provincia
en la región norte potenciaron la inluencia política de la élite
tucumana a escala nacional.

La industrialización azucarera promovió nuevas


cuestiones como la articulación ferroviaria, el acceso al
crédito, la protección tarifaria y la realización de ciertas
obras de infraestructura, cuya concreción se identiicaban
con el progreso provincial. Tales demandas acentuaron la
necesidad de sintonizar la situación provincial con la política
nacional23. A su vez, el gobierno central contribuyó –a través
de operadores hábiles como Avellaneda– a disciplinar a la
élite tucumana operando como moderador en las recurrentes
disputas facciosas. En 1872 Avellaneda aconsejaba al
gobernador Federico Helguera “tenga calma, una y prodigue
la concordia a los amigos. Es necesario paciencia y perdonar

22 Los Posse denunciaron en 1873 la complicidad del gobierno con un sabotaje


perpetrado al ingenio la Esperanza, perteneciente a W. Posse: “una partida armada
se introdujo furtivamente en el canchón y produjo un conlicto sangriento que ha dado
por resultado la muerte de algunos individuos, la prisión del mayordomo y capataces
de hacienda, la dispersión de los peones a quienes se les amenaza enviarlos en el
contingente y la pérdida de gran parte de la cosecha, objeto único que se busca. Lo
ocurrido en la Cruz Alta, no es sino una manifestación de la rabia que devora al
aspirante a la presidencia, Dr. Avellaneda, por ver igurar en el comité alsinista de
Buenos Aires a don W. Posse, dueño de esa inca” La Razón, octubre 7, 1873.
23 El diario La Razón atribuía a la candidatura de Avellaneda el siguiente sentido:
“Las provincias ven en el Dr. Avellaneda la personiicación de los verdaderos
intereses nacionales, el continuador de los grandes adelantos realizados y el
distinguido educacionista encargado de combatir la ignorancia y el atraso en toda la
República. No porque el general Mitre o el dr. Alsina estén ailiados en los partidos
políticos de Buenos Aires y levanten estos sus respectivas candidaturas deben las
provincias aceptarlas, si el triunfo de una u otra puede ser funesto para el país [...]
Al mismo tiempo combatimos el mezquino espíritu de localismo, para dar expansión
al sentimiento nacional, que únicamente debe hallar cabida en el corazón de los
argentinos, también queremos que las provincias tengan la dignidad de su propia
autonomía. La Razón, Año II, Nº 121, junio 15, 1873.

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María Celia Bravo

los defectos que no pueden suprimirse”24. A comienzos de 1873,


ante la profundización del conlicto entre grupos parentales
reiteraba:

El fraccionamiento del partido liberal no puede menos


que traer desgraciadas consecuencias [...] Lo siento por su
gobierno que necesitaba el concurso de todos para realizar
un programa, por la esterilidad en la administración que
estas divisiones traen [...] Posse y Frías son hombres muy
importantes. Aunados habrían podido hacer mucho y van
hoy a hostilizarse [...]He escrito a Posse en el mismo sentido
y Ud no debe omitir trabajo para ver si es posible una
conciliación.25

Sobre el mismo conlicto, JosÉ Posse, justiicaba su


posición al presidente Sarmiento:

Se que estás mal impresionado por mi desavenencia con


Frías y quiero darte una explicación para que no me des en
ello la peor parte. Sabes toda la estimación que he tenido por
Frías [...] Miembros de su familia han ido al Congreso por mi
voluntad y sosteniéndose en empleos provinciales por que yo
lo he querido: todo ello sin reciprocidad[...]lejos de eso, me
han hecho guerra cruda toda su vida[...] Desgraciadamente,
para que la rotura no pudiera soldarse, ocurre en estos días
la elección de diputados nacionales al Congreso, presentando
Frías su candidatura. Mis amigos y mis parientes salimos al
encuentro de ella [...] ¿Qué debía hacer yo? Me puse de parte
de los míos, como Frías se había puesto de parte de los suyos.
La derrota debía traer encono y así han quedado las cosas
[...] Pero te diré en conclusión, que este accidente no inluye
en nada en la política, ni en el rumbo que llevamos.26

La dinámica facciosa recrudecía cuando una red parental


consideraba vulnerado el “criterio de reciprocidad” que
regía los intercambios políticos y los tráicos de inluencias.
Los detonantes eran múltiples puesto que no siempre se
reducían a la disputa por puestos y posiciones; la injuria, las
provocaciones verbales o aquellas lanzadas a través de la

24 APFH, Carpeta I, carta 50.


25 APFH, Carpeta I, carta 52.
26 Museo Histórico Sarmiento, Epistolario entre Sarmiento y Posse, T. II, (Buenos
Aires, 1947), 352 (las palabras en cursiva están en el texto original).

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Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

prensa, generaban enconos y enemistades difíciles de superar.


Estas divisiones abrían intersticios a para que se ingresaran
otras candidaturas. El desenlace del conlicto mencionado
fue permitió el acceso al Congreso Nacional de Delfín Gallo,
postulado por un conjunto de jóvenes de la élite que buscaban
evadir las posiciones subordinadas que les reservaban los
círculos dominantes. Esta victoria imprevista impactó, según
Groussac, como “un pistoletazo en una iglesia”; el ministro
general, Sixto Terán, primo de Gallo, tuvo que abandonar
la cartera y Groussac su puesto en la dirección del periódico
oicial27. Este tipo de episodios fue superado por el rol que le
cupo al gobernador de armonizar la representación política de
cada red parental en función de sus respectivos caudales de
inluencia y por la presión constante del gobierno nacional que
accedió globalmente a las demandas de la élite a cambio de
una resolución pacíica de los conlictos facciosos28.

Si se analiza la composición de la Legislatura en


la década del 1870 se observa que miembros de familias
inluyentes ocuparon sistemáticamente escaños en la Sala
de Representantes y actuaron además como electores de
gobernador. Los tres hermanos Padilla (Ángel, Tiburcio y
José) –decididos partidarios de los presidentes Sarmiento,
Avellaneda y Roca– ocuparon simultáneamente una banca en
la Legislatura Provincial. Uno de ellos, Tiburcio fue gobernador
durante el período 1875-1877. El caso de los López es similar:

27 P. Groussac, Los que pasaban, (Buenos Aires: CEAL, 1980), 76-77.


Sobre este episodio Marco Avellaneda escribía a Helguera: “Siento por dos razones este
resultado. 1º Porque a mi juicio el triunfo del Dr. Gallo es debido casi exclusivamente
a pequeñas pasiones, odios mezquinos de círculos y no al apoyo de la opinión pública.
¿No es verdad que sin la pelea de los hombres más inluyentes del partido, muy pocos
habían pensado en la candidatura de Gallo?; 2º porque aunque tengo formada buena
opinión de Gallo, no creo que pueda admitir discusión su candidatura en presencia de
la del Dr. Frías, que es uno de los hombres más respetables de nuestro pays por sus
largos servicios”. APFH, Carpeta I, Carta 20.
28 N. Avellaneda informaba a Helguera lo siguiente: “he habilitado por un
decreto la oicina telegráica de Monteros y acordado por otro 1.000 pesos fuertes
a la Municipalidad para la obra de su acequia. Gramajo recibirá ese dinero. Frías
[nombrado por Sarmiento ministro del Interior en resarcimiento a su derrota en las
elecciones] despachará inmediatamente las propuestas sobre el Puente...Presentaré
pronto un Proyecto de ley sobre la construcción de la Escuela Normal. Tendrá así
nuestro Tucumán otro gran establecimiento de educación”. APFH, Carpeta I, Carta
49.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 257


María Celia Bravo

Tiburcio, Rudecindo y Belisario fueron diputados provinciales


y electores, ocupando el último la gobernación entre 1874-
1875. Los hermanos Frías, Uladislao y Justiniano ocuparon
posiciones destacadas: el primero fue gobernador entre 1870-
1871, mientras que el segundo fue diputado provincial desde
1871 hasta 1875, desempeñándose en el lustro siguiente como
elector de gobernador. Patrones similares se repiten en el caso
de la familia Terán, Colombres, Alurralde y Nougués29.

Recapitulando, la clave de la gobernabilidad consistía


en incorporar las distintas redes familiares, según la cercanía
con el gobierno y en función de su inluencia. Esta modalidad
requería del consenso en la postulación de las candidaturas.
Superada la fase en la que se dirimía la lucha de inluencias
entre las distintas redes parentales, se acordaba el número
exacto de postulantes para los cargos electivos vacantes.
Durante 1870-1880 las actas de elecciones nacionales y
provinciales demuestran que generalmente se presentó un
único candidato. En los departamentos de Capital, Monteros
y Río Chico hubo sólo dos elecciones de diputados provinciales
disputadas en un lapso de 10 años; en otros departamentos
como Trancas no hubo pluralidad de candidatos; un caso
atípico fue el departamento de Famaillá con 6 elecciones
donde se presentó más de un candidato; sin embargo, sólo en
1878 hubo una verdadera competencia al lograr los distintos
candidatos un porcentaje parejo de votos. En esa oportunidad,
la elección tuvo por protagonistas a integrantes de la misma
línea política, el unionismo.

En la década de 1870 el alineamiento con los poderes


nacionales, combinado con el debilitamiento del mitrismo en
la élite local y con el declive de los Posse como red política
y clientelar dominante, permitió la incorporación de nuevas
facciones familiares que exhibieron en la esfera local una
rivalidad política indeclinable, pero ésta no transgredió –como
en el pasado– los límites de la legalidad formal al respetar los

29 Sobre este tema ver María José Navajas, “Actores, representaciones, discursos y
prácticas: la política en Tucumán, Argentina, 1852-1887”, (Tesis Doctoral inédita, El
Colegio de México, 2008).

258 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

resultados de las elecciones como forma exclusiva de acceso


al poder político. Este acuerdo básico de gobernabilidad
constituyó una demanda del poder nacional que utilizó una
variedad de recursos posibles –obras, subsidios, advertencias–
para disciplinar al conjunto de la élite provincial y desactivar
las situaciones conlictivas.

La consistencia de este esquema de funcionamiento


se puso a prueba con la conciliación de 1877 propuesta por
el presidente Avellaneda que introdujo un nuevo factor de
conlictividad al incorporar a sectores adscriptos al mitrismo
al poder provincial30. A partir de entonces la dinámica política
se intensiicó en la esfera de los clubes y comités.

3. Clubes, prácticas y participación de los sectores


populares

Luego de Pavón, la élite victoriosa se nucleó en torno al Club


Libertad. Se trataba de una facción altamente personalizada,
articulada en torno a la familia Posse que fundaba su
liderazgo en la identiicación con la “causa liberal” y en el
asedio a los grupos que se habían identiicado con la política
urquicista. Su accionar estuvo guiado por una vocación de
exclusividad, en tanto procuró ocupar la mayor cantidad de
posiciones oiciales en función de sus intereses e inclinaciones.
La elección presidencial de 1868 y la incursión armada de los
Taboada en Tucumán para imponer la candidatura mitrista
de Elizalde provocó el destierro momentáneo de los Posse que
retornaron a la provincia durante la gobernación de Belisario
López, quien reubicó la provincia en la órbita presidencial.

Para entonces, el Club Libertad se había disuelto y la élite


de la provincia se identiicó con una nueva organización, el club
Sarmiento, de contornos difusos, pero que integraba a sectores
mayoritarios de la élite no identiicados con el mitrismo. El

30 En la mayoría de las situaciones provinciales la propuesta conciliadora fue un


factor de conlictividad del sistema político en tanto amenazaba la estabilidad y
continuidad de los núcleos políticos dirigentes. Alberto Lettieri, La conciliación de
partidos de 1877. La dinámica política facciosa y sus límites (Mimmeo, 1989).

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María Celia Bravo

órgano de prensa oicial, el periódico La Razón, fue el nombre


con el cual se identiicaron las familias avellanedistas a partir
de 1872. Este nuevo club político funcionó atendiendo a ciertas
premisas políticas que se consideraban indispensables para
fundar una década de estabilidad institucional: alternancia
de las principales redes políticas en la dirección del Estado
provincial, respeto de las vías legales, utilización del aparato
del Estado para que la elección se desarrollara sin mayores
sobresaltos31.

La conciliación de 1877 decidida por el presidente


Avellaneda para mitigar la amenaza del mitrismo en la
provincia de Buenos Aires animó el panorama político
provincial al incorporar a sectores aines al mitrismo a la
dinámica electoral. A partir de entonces, se delinearon dos
clubes políticos: el club “Unión” de signo oicialista que terminó
aceptando –con reservas– la conciliación de Avellaneda y el
club “Nacionalista” identiicado con Mitre; posteriormente
se formalizó una tercera organización, el club Monteagudo,
integrado por sectores de la juventud aines al nacionalismo.

Estas organizaciones de corte electoral estaban dirigidos


por un Comité Directivo, compuesto por un presidente, dos
vicepresidentes, dos secretarios, un tesorero y vocales, que
conformaba un cuerpo de 50 miembros aproximadamente;
naturalmente, lo integraban las personas más inluyentes de
cada facción: cada uno de los nombres exhibía la fortaleza e
importancia del “partido”. Según la prensa, las comisiones
directivas de los clubes debían elegirse cuidadosamente, porque
“hay que buscar en esas comisiones directivas de los clubs que
los partidos eligen entre los más poderosos de sus miembros
para esponerlos (sic) ante los ojos de sus conciudadanos como
la encarnación, como el símbolo, como la manifestación más
jenuina (sic) de su poder”32. ¿Cuál era la variable que medía
tales exhibiciones de poder? La capacidad clientelar medida
en términos de dependencia laboral. Al respecto, el artículo

31 Una de las excepciones fueron las elecciones para diputado nacional en las que
triunfó Delfín Gallo.
32 La Razón, noviembre 7, 1877.

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Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

comentaba “calcularemos los cientos de ciudadanos que


trabajan en los establecimientos de estos señores y que son los
que en nuestro país se llaman ‘elementos’ para una elección”33.

Sin embargo, la presencia de una oposición constituida


revitalizó la dinámica política cada vez más articulada con las
tendencias nacionales y delineó la formación de un discurso
político de tinte “partidario” que procuraba identiicar las
organizaciones con principios y presentaba sus diferencias
como asuntos disociados de los intereses de las redes
familiares, aunque la práctica política seguía fundándose en
las posiciones que debían ocupar los notables en función de los
acuerdos e inluencia del linaje.

A través de la prensa se delimitaron los principios y valores


sustentados por cada club. Los “unionistas” se presentaban
como celosos custodios de la legalidad –amenazada por los
mitristas con la revolución de 1874 que había alterado la
paz y las instituciones republicanas– del “gobierno nacional,
de la ley, las instituciones y del respeto y estimación de los
gobiernos vecinos”34. A su vez, los nacionalistas respondían
censurando una legalidad asentada en “gobiernos electores”
y consideraban que “el derecho a la revolución, era anterior y
superior a toda ley para combatir y dar en tierra a los tiranos
(...) dígase lo que se quiera, las conspiraciones tienen su razón
de ser bajo la presión de un régimen despótico”35.

Con la incorporación del nacionalismo al sistema


político aloró la diicultad para concretar un acuerdo en
todos los departamentos y marcó el comienzo de una etapa
de competencia electoral. La conciliación consistía en el
compromiso de elaborar listas mixtas. Así, correspondía
a cada club –Nacionalista y Unión– la mitad de los cargos;
cada organización elegiría con absoluta autonomía sus
candidatos; respecto de los cargos impares se formaba una
comisión compuesta por tres miembros por club para designar

33 La Razón, noviembre 7, 1877.


34 El Independiente, enero 27, 1878.
35 El Argentino, junio 27, 1878.

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María Celia Bravo

el candidato restante y, en caso de no arribar a un acuerdo,


se determinaría por la suerte al “partido” que le correspondía
ocupar el espacio vacante. Se resolvió además la integración
de una comisión compuesta de cinco miembros por club para
dirigir los trabajos electorales36. Sin embargo, no se logró
confeccionar una lista única en todos los departamentos, en
Monteros y Río Chico las elecciones para diputados provinciales
fueron disputadas; situación que agitó los trabajos electorales
marcando el inicio de la política competitiva en clave electoral.

El acuerdo consolidó la igura de los clubes como


ámbito privilegiado de la acción política. Su función principal
consistía en articular los intereses de las distintas fracciones
de la élite, regular las relaciones con el gobierno nacional
y provincial, y mantener canales de comunicación con los
sectores subordinados. En ese ámbito se discutían los posibles
candidatos hasta que se llegaba al consenso sobre una
nominación única; se supervisaban los trabajos electorales
y se designaban a los responsables de activarlos en los
distintos departamentos; se negociaba con la facción contraria
designando comisiones de enlace especiales37.

La competencia electoral obligó a los distintos clubes a


ensanchar su base militante extendiendo sus relaciones “hacia
abajo”, con los sectores populares. En la campaña estas acciones
se veriicaron mediante intermediarios, comisarios, jueces de
paz, comandantes de campaña que volcaron su inluencia en
favor de la situación oicial. En ese sentido, es interesante
destacar que el clientelismo derivado de la dependencia laboral
no siempre se transfería al plano político puesto que, hasta
el surgimiento de la moderna industria azucarera, las redes

36 El Independiente, noviembre 28, 1877.


37 La formación de candidaturas dio lugar a las inevitables fricciones en los clubes,
puesto que los marginados no siempre estaban dispuestos a aceptar dócilmente las
decisiones del conjunto. Unionistas y nacionalistas tuvieron deserciones, algunas de
ellas llegaron a cristalizarse en nuevas organizaciones como el Club Monteagudo,
que agrupó a elementos jóvenes escindidos del nacionalismo; otros se mantuvieron
como fracciones internas dentro del unionismo, por ejemplo, el grupo “liberal” que
respondía a la jefatura de Lídoro Quinteros. Hubo ocasiones en que candidatos de la
misma corriente política llegaron a competir en el acto eleccionario porque no se arribó
a un consenso deinitivo respecto de los nominados para diputados provinciales.

262 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

clientelares que concentraban mayor cantidad de dependientes


se nucleaban en torno al nacionalismo. Sin embargo, durante
el período analizado los unionistas controlaron la situación
oicial designando invariablemente a los gobernadores38.

En los sectores de la élite estaba arraigada una imagen


de los sectores populares como “instrumentos pasivos que
votan sin saber por qué ni para qué, y decimos instrumentos
pasivos cualesquiera que sea el partido que triunfe”39. Sin
embargo, existían indicios claros sobre comportamientos
populares guiados por una percepción de sus intereses frente
a cuestiones puntuales como los impuestos. Al respecto, desde
la prensa se atacaba severamente a aquellos que “han buscado
seducir a artesanos predicando la abolición de los impuestos,
como medio eicaz para ganar alquilones”40, también censuraba
a los que “sublevaban artesanos con el incentivo de colgarles
un sable para humillar a la gente culta”41. Hacia ines de la
década, en 1879 Domingo Martínez Muñecas, gobernador
de Tucumán, escribía: “los partidos locales continúan con su
propaganda anarquista, los medios que han tocado son los
siguientes: 1º que los impuestos eran obra del gobierno para
arruinar a los artesanos, 2º que el gobierno se entregaba a los
Posse. Tales fueron los móviles que emplearon para buscar
prosélitos”42.

De la correspondencia privada se desprendía el


temor de la élite a la movilización de la gente común, que
aunque tutelada, podía ponerse en movimiento guiada por
demandas sociales. Aunque se habían instituido mecanismos
de democracia indirecta y voto pasivo para corregir las

38 Sobre el particular es revelador un artículo publicado en el diario La Razón


donde se analizaba la capacidad de contratación de mano de obra que ostentaban
los integrantes de la comisión directiva de los respectivos clubes. Al observar esta
aparente paradoja -el triunfo de los unionistas en las elecciones- la prensa preguntaba:
“¿Cómo se explica que los más poderosos, los más fuertes, los que cuentan con mayores
elementos sean una sumisa minoría?” La Razón, noviembre 7, 1877.
39 El Liberal, julio 19, 1866.
40 El Eco del Norte, enero 17, 1860.
41 El Eco del Norte, diciembre 30, 1860
42 APFH, Carpeta II, Carta 784, 14.1.1879.

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María Celia Bravo

desviaciones de la participación popular, se sabía que los


elementos populares constituían un factor clave para ganar
las elecciones en la instancia directa. En 1878 Emilio Carmona
escribía al ex-gobernador Federico Helguera “no creo que el
club Monteagudo tenga elementos suicientes para pretender
oponerse solo a la conciliación. Si el club de artesanos lo
secunda entonces sí habrá verdadero peligro”43.

Estos indicios revelaban el temor de la élite a la acción


no controlada por su grupo de los sectores populares. La
amenaza de la “chusma” abarcaba una variedad de aspectos
que no se limitaban al plano político sino que involucraba una
censura a su comportamiento social. Durante esta década el
gobierno sancionó un conjunto de reglamentaciones tendientes
a imponer distintos tipos de restricciones44: se suprimieron
las iestas en todo el territorio provincial, salvo las de Pascua
y las fechas patrias; se prohibió a los asistentes a la Misa
permanecer en el atrio de las iglesias una vez inalizada
la ceremonia religiosa; se prohibieron las riñas de gallo; se
expulsó del territorio provincial a los músicos organistas
imponiéndoles elevadas patentes.

Tales restricciones nos permiten advertir las


percepciones de los sectores propietarios, de la élite política y
del gobierno respecto de la peligrosidad que se atribuía a los
espacios de sociabilidad de los sectores populares. En todos los
aspectos y naturalmente, también en el político, se temía los
excesos de la multitud y la potencial incapacidad de la élite
para controlarla. En materia electoral, el gobierno estaba
puntualmente atento al agrupamiento no tutelado de estos
sectores populares; mensajes de este tenor son recurrentes:
“he tenido conocimiento que viene jente (sic) de la Banda a las
elecciones, por esto, creo que sería conveniente que la policía
prohibiese los grupos a caballo, porque Ud. no ignorara lo que
es el guacho cuando va montado”45.

43 APFH, Carpeta II, Carta 495, 15.2.1878.


44 Naturalmente debe computarse los reglamentos y edictos de policía que obligaban
a los pobres a trabajar al servicio de un patrón.
45 APFH, Carpeta II, f.461.

264 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

Sin embargo, la lógica del sistema al exigir la ampliación


del caudal electoral contribuyó a la incorporación controlada
de los sectores populares. En el ámbito urbano se organizaron
clubes de artesanos adscritos a las diferentes facciones, que
incorporaban a individuos con oicio o “profesión”, capaz de
asegurarles una existencia independiente46. El discurso
adoptado exaltaba la función económica, social y política de su
“profesión”, la honorabilidad de sus integrantes y los efectos
perniciosos de su exclusión de la práctica política: “el artesano
tucumano ha sido el soldado armado de la constitución en
casi todos los campos de batalla; los primeros en el sacriicio,
eran los últimos en la libertad. Siempre oprimidos, abatidos,
perseguidos, llegaron de abatimiento en abatimiento al
desencanto y huyeron espantados de la vida pública. De
ahí esa indiferencia abrumadora. Las urnas electorales
no repetían su voz, los comicios estaban desiertos. Hemos
ganado un espacio, llenando ese inmenso vacío que dejaba la
falta del ciudadano en el momento de una elección, cuando se
trataba de renovar los mandatarios del pueblo. Estas no son
meras esperanzas, más de 800 artesanos de lo mejor, de los
más respetables se han reunido para venir a colaborar en la
obra común de nuestro progreso”47. Este relato reivindicaba
la condición ciudadana del artesano adquirida en el terreno
de las armas en el pasado y exigía la participación pacíica y
diferenciada del artesano en los comicios.

Los clubes de artesanos elegían delegados que se


integraban a los comités directivos cuando se trataba
de elegir candidatos a los cargos electivos. En 1878 el
unionismo postuló con la participación del delegado del club
de artesanos, Nicanor Agüero, a Juan Bautista Alberdi y
Lídoro Quinteros como diputados nacionales. De modo que,
la competencia electoral exigió la ampliación del número
de votantes y la incorporación del segmento más respetable

46 En 1869, en San Miguel de Tucumán había 419 carpinteros, 246 albañiles, 126
curtidores, 79 herreros, 231 panaderos y 215 sastres. Un importante porcentaje
de estos artesanos no trabajaban como dependientes en las 50 carpinterías, 11
curtiembres, 19 herrerías y 9 sastrerías que funcionaban en la ciudad. I Censo de la
República Argentina, 1869 (Buenos Aires: Imprenta El Porvenir, 1872), 506-512.
47 “Maniiesto del Club Unión de Artesanos”, El Independiente, enero 6, 1878.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 265


María Celia Bravo

del elemento popular, los artesanos, que se incorporaron a


la política organizando un club separado, cuya designación
estaba determinada la característica de su trabajo. Esta
modalidad de integración diferenciada, suponía una mecánica
de participación controlada, expresada en una relación
subordinada con la élite, segmento que había estimulado la
creación de esos espacios de tutela política. Hasta entonces,
la subordinación del elemento popular se manifestaba en la
elección de candidatos ajenos a su grupo en la medida que
los candidatos apoyados pertenecían a sectores de la élite
provincial.

Sin embargo, a través de este intersticio que les otorgaba


un espacio en la discusión de candidaturas, los artesanos
demostraron que no necesariamente acataron con docilidad
los dictados de la dirigencia política, al servirse del conlicto en
el interior de la élite para nominar un candidato de su club en
el Colegio Electoral. En 1878 en las elecciones de elector por
la Capital no se arribó a un acuerdo para presentar una lista
mixta. En esa oportunidad, vencieron los nacionalistas que
impulsaron al artesano Esteban Flores, cuya lista se impuso
a la del doctor Viaña, un notable de los círculos oiciales
sostenido por el unionismo. La crónica periodística relataba
del siguiente modo la proeza electoral: “en la parroquia La
Matriz hubo 300 y pico de votos, obteniendo estos 250 más o
menos. Fue en vano que algunos miembros del club Unión se
pusieran en campaña para combatir al nuevo elemento que
aparecía en la oposición”48. El relato concluía con el festejo
de Flores, quien celebró la victoria acompañado por un gran
número de artesanos que realizaron una manifestación
espontánea y ruidosa.

Este episodio podía ser interpretado como una evidencia


de la inserción del nacionalismo entre los artesanos urbanos
de San Miguel de Tucumán; sin embargo, también era un
indicio de la solidaridad del sector, puesto que, como relataban
las crónicas del suceso “los artesanos se propusieron dar una
muestra de su poder y desde los primeros momentos de la

48 La Razón, enero 30, 1878.

266 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

lucha, fue fácil comprender que conseguirían una espléndida


victoria”49.

Desde un año atrás, los artesanos del municipio habían


conformado una asociación de socorros mutuos que favoreció
la cohesión del grupo y neutralizó los efectos de la división
política del sector50. Esta participación, aunque constreñida a
los parámetros de la hegemonía de la élite abrió un intersticio
para acciones autónomas. Estos episodios proporcionan
un panorama más variopinto que no se corresponde con
la “pasividad” excluyente que los sectores de la élite y la
historiografía política tradicional asignaron a los sectores
populares.

4. Conclusiones

Durante la década 1870 la incorporación de la dirigencia de la


provincia de Tucumán a un orden político nacional permitió
conigurar una dinámica de estabilidad institucional, fundada
en el respeto de las normas constitucionales que constituyeron
la fuente principal de legitimidad del sistema. El orden político
que emergió de este consenso tuvo como condición la inclusión
y promoción de redes familiares poderosas que se incorporaron
a la política sobre la base de acuerdos avalados por los poderes
nacionales y por la insistencia del gobierno nacional. Desde
esta perspectiva, el voto podía entenderse como una instancia
que legalizaba una elección convenida en otros ámbitos
donde se dirimían las inluencias de los linajes. Así, el peril
notabiliar de funcionamiento político provincial no se fundaba
en la noción aritmética de la voluntad popular relejada por
el caudal de votos obtenidos; por el contrario, privilegiaba la
prosapia y valores de honorabilidad, que se contraponía a la
opción electoral, práctica que a los ojos de los notables estaba
impregnada de coacción y manejos clientelares.

Esta percepción no mitigó la conlictividad por la puja


de las candidaturas y las posiciones políticas expectables

49 La Razón...
50 La Razón, diciembre 23, 1877.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 267


María Celia Bravo

entre los clanes parentales poderosos. Por lo general, tanto


el gobernador como el presidente funcionaban como árbitros
que procuraban restaurar la armonía perdida por las luchas
facciosas. La caja de resonancia de estos combates era la
legislatura provincial que elegía senadores y al gobernador,
y los clubes electorales cuyo núcleo principal lo constituían
clanes familiares. En la formación de las candidaturas se
movía un complejo sistema de inluencias que incluía los
conciliábulos entre notables, las presiones del gobierno
nacional y las decisiones adoptadas por el gobernador y su
grupo. En la instancia electoral, el gobernador hacía uso de
los recursos gubernamentales y utilizaba a los jueces de paz
y a los comandantes de milicias para garantizar el triunfo de
sus candidatos.

La conciliación implementada por el presidente


Avellaneda en 1877 no logró conseguir la paciicación esperada.
Por el contrario, en la provincia revitalizó la competencia
política y erigió a los clubes como actores claves de la contienda
electoral. A su vez, la reincorporación del mitrismo al sistema
político otorgó mayor dinamismo a los comicios al sustanciarse
con mayor frecuencia elecciones disputadas. Esta nueva
situación remitía a la premisa de que la simple mayoría de
sufragios y no los acuerdos previos entre la élite constituía la
vía que reproducía y legalizaba el sistema político. Este nuevo
principio exigió la expansión del voto y la incorporación de
los sectores populares a la práctica política. Al inlujo de esta
dinámica, la élite modiicó parcialmente su arraigada creencia
acerca de la fatal incapacidad de la “gente de chiripa” para
discernir razonablemente en el campo electoral y morigeró
los temores acerca del comportamiento político de los sectores
populares, movidos por consideraciones de índole social como
los impuestos.

Los clubes de artesanos se organizaron como espacios


diferenciados y se articularon de manera subordinada a los
clubes políticos. Estas organizaciones adoptaron una retórica
que procuraba reparar la estigmatizada imagen de los
artesanos forjada por la élite provincial. Por lo general, estos
clubes fueron tutelados por la élite y votaron a los conspicuos

268 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Elecciones y prácticas electorales en Tucumán-Argentina 1970-1880

candidatos designados por la dirigencia política, aunque no


siempre se comportaron como una clientela pasiva, carente de
iniciativa y participación. Hubo instancias en las que el sector
logró resonantes triunfos, cuando pudo utilizar en su favor
el espacio dejado por las disputas facciosas en el interior de
la élite. En este caso se logró imponer un candidato artesano
apelando a criterios de solidaridad de clase. Esta nueva forma
de participación electoral revela un nuevo ángulo que otorga
mayor densidad y complejidad a las prácticas políticas en la
Argentina decimonónica.

Fuentes documentales

Archivo Federico Helguera. (AFH). Carpeta I, Carta 19; Carpeta I,


Carta 20; Carpeta I, Carta 23; Carpeta I, Carta 49; Carpeta I,
carta 50; Carpeta I, carta 52; Carpeta I, Carta 55; Carpeta II,
Carta 495, febrero 15, 1878; Carpeta II, Carta 784, enero 14,
1879; Carpeta II, f.461.

I Censo de la República Argentina, 1869. Buenos Aires: Imprenta El


Porvenir, 1872.

“Carta de Nicolás Avellaneda al gobernador de Tucumán Federico


Helguera”. Archivo Privado Federico Helguera (APFH),
Carpeta I, Carta 73.

El Eco del Norte, enero 17, 1860; diciembre 30, 1860.

El Liberal, julio 19, 1866.

“Epistolario entre Sarmiento y Posse”. Archivo del Museo Histórico


Sarmiento, Museo Histórico Sarmiento, T. I, Buenos Aires,
1946.

La Razón, enero 30, 1878; noviembre 7, 1877; octubre 7, 1873; Año


II, Nº 121; junio 15,1873; septiembre 21, 1873.

“Maniiesto del Club Unión de Artesanos”, El Independiente, enero


6, 1878.

Museo Histórico Sarmiento, Epistolario entre Sarmiento y Posse, T.


II. Buenos Aires, 1947.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270 269


María Celia Bravo

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política facciosa y sus límites. Mimmeo, 1989.

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prácticas: la política en Tucumán, Argentina, 1852-1887”,
(Tesis Doctoral inédita, El Colegio de México, 2008).

Oszlak, Oscar. La Formación del Estado Argentino. Buenos Aires:


Ed. Belgrano, 1985.

Citar este artículo:


María Celia Bravo, “Elecciones y prácticas electorales en
Tucumán-Argentina 1870-1880”, Historia y Memoria N°10
(enero-junio, 2015), 241-270.

270 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 241-270


Reseñas de Libros
Felícitas López Portillo Tostado,
Tres intelectuales de la derecha
hispanoamericana: Alberto María Carreño,
Nemesio García Naranjo,
Jesús Guisa y Azevedo
(México, UMSNH/UNAM, 2012), 179 pp.

Francisco Alejandro García Naranjo


Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-México

El libro Tres intelectuales de la derecha hispanoamericana:


Alberto María Carreño, Nemesio García Naranjo, Jesús
Guisa y Azevedo, de la Dra. Felícitas viene a acrecentar la
historiografía sobre los conservadurismos y las derechas en
México, misma que recientemente ha sido renovada por un
conjunto nuevo de certezas y miradas. Esta historiografía
padeció por décadas, como se sabe, el desprecio de las verdades
sacralizadas de la historiografía mexicana en general y el
agravio del discurso oicial de los gobiernos del siglo XX priísta.
Y es que la historiografía en México estuvo determinada
grandemente por la idea progresista de la historia, que en el
caso mexicano tuvo en la Independencia (1810), la Reforma
(1857), la Revolución mexicana (1810) y el gobierno de Lázaro
Cárdenas (1934-1940) cuatro hitos fundacionales, mismo que
determinaron el desdén y desinterés por los perdedores de la
historia: realistas, conservadores, monarquistas, poriristas,
reaccionarios, católicos, hispanistas, fascistas, sinarquistas,
anticomunistas, y los panistas (como “herederos” del
pensamiento de todos los anteriores). No fue sino después del
triunfo presidencial del PAN en el año 2000 que se detonó
una nueva ola de ensayos, libros de historia y de literatura
que se interesaron por el estudio del PAN y de las derechas
mexicanas en general, buscando conocer y entender a esta
ideología que llegaba al poder enarbolando paradójicamente
la bandera del cambio.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283 273


Francisco Alejandro García Naranjo

Por su parte, el discurso oicial de la era de los gobiernos


emanados de la Revolución mexicana (PNR, PRM, PRI),
privilegió a lo largo de las décadas del siglo XX una visión en
donde el jacobinismo como retórica –en palabras de Soledad
Loaeza–1, articuló una idea de nación en la que quedaban
excluidos precisamente aquellos derrotados ya señalados.
Generando así un consenso en el que los Iturbide, Alamán,
Santa Anna, Miramón, Maximiliano de Habsburgo, Poririo
Díaz, el Partido Católico, Huerta, García Naranjo, Abascal y
la propia Iglesia católica (por nombrar algunos), no sólo no
habían contribuido a la ediicación nacional sino eran los
traidores de la patria.

De esa manera, con el nuevo impulso, se cuenta hoy en día


con recientes miradas que conceptualizan a los conservadores
decimonónicos como parte del ciclo liberal, no nada más como
defensores de un mundo tradicional y destinado a fenecer.
Asimismo, se ha avanzado de modo considerable en escudriñar
a las derechas del siglo XX no únicamente como entes perversos
opuestos al cambio, sino también se les ha estudiado de cerca,
con nuevas interpretaciones que superan el determinismo del
liberalismo, el marxismo y la izquierda. Estableciéndose así,
con nuevos enfoques, sus fuentes doctrinarias y su papel en la
construcción de la nación o su relación con la democracia.

Aunque, ciertamente, siguen siendo en determinados


casos los conservadurismos sociales y políticos y las derechas
liberales o neoliberales de hoy, expresiones que en la vida
pública continúan desconiando del pueblo y de las izquierdas,
o temiendo por el poder arrasador de las masas. Asimismo,
han sido críticas intolerantes de los nuevos patrones culturales
que la democracia liberal de hoy en día ha reconocido en
nombre de la pluralidad, la tolerancia y el respeto por la
otredad. Mientras que otras manifestaciones por su parte, en
el campo de la política, han podido avenirse de modo desigual
y contradictorio con las instituciones de la democracia liberal
y la república. Son éstas, a decir de algunos, las derechas

1 Véase: Soledad Loaeza, Acción Nacional. El apetito y las responsabilidades del


triunfo (México: El Colegio de México, 2010).

274 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283


Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha ...

que tienen futuro, a condición de que se modernicen. Que en


el lenguaje de hoy, acorde a la nueva civilidad, quiere decir
que se vuelvan democráticas, republicanas y tolerantes (y
las izquierdas en México tienen el mismo reto). Sin embargo,
hace unos pocos días hemos podido enterarnos a través de
la prensa y la televisión cómo la derecha política practicaba
el canibalismo y su división en tribus, señales todas de su
distorsión dentro y fuera del poder político.

Es en este contexto historiográico en que se inserta la


obra de la Dra. Felícitas López Portillo y de ahí su oportunidad
y pertinencia. La profesora Felícitas López Portillo Tostado es
Licenciada, Maestra y Doctora en Estudios Latinoamericanos
por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Y actualmente
es Investigadora del Centro de Investigaciones sobre América
Latina y el Caribe de la UNAM. Impartiendo cursos sobre
Caudillismo y dictaduras en América Latina e Historia e
Historiografía en América Latina. Su línea de investigación
está centrada en la Historia contemporánea de América
Latina, con publicaciones referidas a Cuba en la mirada
diplomática de México entre 1933 y 1953; a las relaciones
México-Venezuela entre 1910 y 1960 y El perezjimenismo:
génesis de las dictaduras desarrollistas.

La obra se compone de tres capítulos (uno por cada


personaje estudiado), una introducción y un epílogo. En el
apartado introductorio se explica que los tres intelectuales
elegidos lo fueron por sus posturas ante la historia mexicana
e hispanoamericana, y por ser representativos cada cual de
las diversas facciones en que se dividía el bando conservador
opositor y crítico a la Revolución mexicana y a los gobiernos
emanados de la misma. La “reacción” como se le llamaba en
los tiempos posrevolucionarios, como acota la autora. Otro
criterio de selección se basó en que “mantuvieron congruencia
entre su vida y su obra, además de demostrar capacidad de
trabajo y una vastísima erudición”2.

2 Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha


hispanoamericana: Alberto María Carreño, Nemesio García Naranjo, Jesús Guisa y
Azevedo. (México: UMSNH/UNAM, 2012), 13.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283 275


Francisco Alejandro García Naranjo

De esa manera se nos explica que Alberto María


Carreño (1875-1962) y Nemesio García Naranjo (1883-1962)
nacieron en el último tercio del siglo XIX y Jesús Guisa y
Azevedo (1900-1986) lo hizo al inicio de la última década del
Poririato. Así, Carreño se distinguió por ser un destacado
miembro de las Academias de la Lengua y de la Historia y por
poseer una pluma prolíica. Mientras García Naranjo fue un
importante miembro del Gabinete del gobierno de Victoriano
Huerta y un periodista inluyente en la opinión pública de la
época, que lo arrojaron al exilio y el ostracismo político pero,
como escribe la autora “nunca abdicó de sus posturas críticas
y de un liberalismo cuyo tronco provenía del siglo que lo vio
nacer”3. Tanto García como Carreño padecieron la nostalgia
del pasado porirista. Guisa y Azevedo por su parte fue deudor
de ideas provenientes de la escolástica, el integrismo católico
y los postulados de la derecha francesa. Desde la revista que
impulsó, se dedicó a lamentar la decadencia moral del país, a
la par que ejerció un “atento escrutinio” del rumbo que México
seguía en manos de los gobiernos posrevolucionarios.

El capítulo I lleva por nombre “Alberto María Carreño, el


académico”, quien nació en la ciudad de México 1875 y falleciera
en 1963. Hizo estudios en el Seminario Conciliar de México y
en la Escuela Superior de Comercio. Tuvo cargos diplomáticos
a ines del poririato y como Secretario del Arzobispado fue
intermediario entre la Iglesia y el estado para negociar el
in del conlicto cristero. Fue profesor de la Escuela Nacional
Preparatoria y La UNAM le otorgó el Doctorado Honoris
Causa en 1953. Carreño fue encargado de la clasiicación
y publicación del archivo y memorias de Poririo Díaz. Fue
miembro de numerosas instituciones cientíicas y culturales
de México y del extranjero, dirigió la Academia Mexicana de
la Historia, fue Secretario de la Academia Mexicana de la
Lengua y Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía
y Estadística. En 1949 descubrió los restos de Hernán Cortés
que generó enormes polémicas entre hispanistas e indigenistas
y, sin embargo, él reivindicaba su grandeza. Y es que Carreño
profesó una profunda admiración por España.

3 Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha


hispanoamericana... 49.

276 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283


Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha ...

Como hispanista y conservador, Carreño reivindicaba el


pasado colonial y los tiempos poriristas frente a la violencia, el
trastocamiento del orden público, la demagogia y la “plebeyez”
de la Revolución. Por eso dedicó su tiempo a la historia de
los siglos coloniales y a la historia diplomática entre México
y Estados Unidos en el siglo XIX. Reivindicaba el papel de
Iturbide y reverenciaba a Poririo Díaz como el gobernante
más grande de México. Aseguraba que el Estado no debía
hacerse cargo de la educación pues ese era un derecho de
los padres y vio la promulgación de la educación socialista
de Cárdenas como un atentado contra la religión. Criticó la
persecución religiosa ejercida en México en el siglo XIX y por
la Revolución.

El capítulo II denominado “Nemesio García Naranjo,


el porirista” comienza caracterizando al personaje como un
liberal conservador y diputado porirista en 1910 y 1912,
nacido en Lampazos, Nuevo León. Fue participante en la
fundación del Ateneo de la Juventud y Ministro de Instrucción
Pública y Bellas Artes en tiempos de Victoriano Huerta. Su
vinculación a Huerta y su fuerte adhesión al porirismo le
trajo expulsiones del país en 1914 y 1926 y con ello un largo
peregrinaje por Estados Unidos, Europa y América Latina,
sitios desde los que no dejó de hacer la crítica a los gobiernos
posrevolucionarios a partir de la grandeza del poririato, a
través de los distintos periódicos y revistas en los que colaboró
y los muchos libros que escribió a lo largo de la primera mitad
del siglo XX.

A decir de la autora, García Naranjo en su quehacer


intelectual se situó entre el hispanoamericanismo y la historia
patria. De esa manera, hizo la defensa del idioma español como
el lazo de unión entre todas las repúblicas hispanoamericanas
con España, en oposición al panamericanismo que impulsaban
los Estados Unidos. En ese sentido, en diversos discursos
pronunciados en España, Estados Unidos tuvo ocasión de
mostrar el talante de su hispanoamericanismo, buscando
reconocer por igual la grandeza de España como del pasado
indígena, exaltando a Cortés y a Cuauhtémoc por igual.
Respecto a la historia patria, para Nemesio ocupaban un lugar

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283 277


Francisco Alejandro García Naranjo

especial Cuauhtémoc, Vicente Guerrero, Hidalgo, Morelos,


Zaragoza. Y conocida fue su admiración por Simón Bolívar y
José Martí.

“Jesús Guisa y Azevedo, el cruzado” es el título del


Capítulo III. En él, se nos explica que Jesús Guisa nació en
Salvatierra Guanajuato, que hizo estudios en el Seminario
de Morelia y se doctoró en Filosofía en la Universidad de
Lovaína en Bélgica. Profesor de la UNAM, fundador y alma
de la revista Lectura y la Editorial Polis, colaborador de
los periódicos Excélsior y Novedades y autor de numerosos
libros entre los que destacan aquellos dedicados a la doctrina
política de la reacción, a la hispanidad y el germanismo, al
partido del PAN, a Vasconcelos y el catolicismo. A través de
los distintos tópicos abordados por la revista Lectura, que tuvo
una vigencia entre 1937 y 1973, la Dra. López Portillo nos lleva
a conocer la mentalidad de este tradicionalista y reaccionario
que le imprimió este sello a su publicación, que se declaraba
“verdaderamente antirrevolucionaria (sic)”4. También nos
explica que la revista fue la expresión de un sector de la clase
media ilustrada que estaba en oposición con los gobiernos
posrevolucionarios, a los que se acusaba de ser los causantes de
la pérdida de los valores espirituales. Fue una revista basada
también en el antiyanquismo y el anticomunismo, dedicada
al rescate del pasado hispánico de México y del “sentido de
comunidad cristiana que alguna vez se le imprimió a su vida
política”5.

Un capítulo importante en esta lucha fue en tiempos del


gobierno de Lázaro Cárdenas, pues la revista Lectura, de la
mano de su principal impulsor, entró en polémicas a propósito
del indigenismo oicial, de la educación socialista en 1935, el
reforzamiento del ejido y la hegemonía del Estado en la vida
social y en la economía. Sus armas fueron el hispanismo y el
anticomunismo, conceptualizando al indigenismo cardenista

4 Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha


hispanoamericana.. 100.
5 Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha
hispanoamericana... 111.

278 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283


Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha ...

como herramienta yanqui para erradicar de México a la


civilización, que estaba constituida por la tradición española
y el catolicismo. Esta mirada de extrema derecha de Guisa
y Azevedo encontró que la Independencia y la Revolución
mexicana fueron verdaderas catástrofes para el país, debido
a una poderosa conspiración de judíos, masones, marxistas,
liberales y comunistas. Teniendo un importante lugar en
esta teoría, Estados Unidos como “una potencia diabólica”
empeñada en destruir el catolicismo.

En el epílogo, como es menester, la profesora López


Portillo hace el recuento de los objetivos planteados y veriica
su cumplimiento. Relexiona también sobre la importancia
cultural de los exponentes de la derecha mexicana estudiados
a lo largo del texto y valora su actividad pública en tanto
escritores, periodistas e impulsores de empresas editoriales,
destacando la trascendencia de conocer sus planteamientos
como una manera de completar el panorama del imaginario
político e ideológico de la época en que vivieron. En este
recuento nos recuerda sus batallas retóricas en defensa del
pasado colonial, la importancia del catolicismo, su ardiente
hispanoamericanismo y su desconianza por la educación
pública, el agrarismo, el sindicalismo y el intervencionismo
estatal. Una constatación que se hace en este apartado es
el hecho de que los tres personajes con sus distintos bagajes
acertaron en sus críticas relativas a la corrupción y la
impunidad imperante en el escenario político y económico
del país. Esto da pie para que la autora dedique las últimas
páginas del libro a trazar ese panorama de la segunda mitad
del siglo XX mexicano de la “monarquía sexenal”, el peso de
los mitos fundacionales, la creciente desigualdad social y la
crisis económica.

Este recorrido por las páginas del libro no ha tenido la


intención de ser exhaustivo, sino sólo el objetivo de mostrar un
panorama muy general de algunos de los temas presentes en
cada uno de los personajes abordados por la Profesora Felícitas.
La obra en cuestión tiene en su haber evidentes aciertos.
Comenzando con los personajes elegidos quienes reclaman
más investigaciones. La prosa de la autora es respetuosa del

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283 279


Francisco Alejandro García Naranjo

lector, quien es llevado con acierto por el itinerario planteado,


sin odios doctrinales, sin oscuridades conceptuales o llaneza
parroquial. Asimismo, es evidente el enorme conocimiento y
dominio del periodo de estudio, al igual que de las trayectorias
y los alrededores de los sujetos históricos estudiados.

¿Cómo y de qué manera el libro aporta a la historiografía


de la derecha en México? En primer lugar entrega una
válida reconstrucción histórica de cada uno de los itinerarios
intelectuales de los personajes, mostrando sus percepciones
del México que les tocó vivir y, cómo desde el hispanismo, el
catolicismo integrista y la añoranza del pasado porirista se
hizo la crítica del tiempo presente, entendido como creciente
decadencia. También se pueden percibir la ira y el pesar de
estos hombres de la derecha –unos más, otro menos–, por
los modos y las formas de los conductores del Estado, sobre
todo por el intervencionismo estatal y el autoritarismo de los
gobiernos revolucionarios. Lo mismo que la indignación moral
porque los valores revolucionarios, populares, seculares y
socializantes estaban moldeando a la sociedad, degradándola
a su juicio.

Con el tratamiento de estos personajes en particular


como objetos de estudio, rehuyendo los grandes temas como
un todo, tales como el hispanismo, el integrismo católico,
la Iglesia, la cristiada, el asociacionismo católico laico o
clandestino y conspirativo, el sinarquismo o el panismo, la
profesora Felícitas consigue mostrarnos a los hombres, sus
ideas y sus pulsiones más básicas. Ésta, sin duda, es una forma
válida de comprobar la conocida hipótesis de que la derecha
–en México y en el orbe occidental–, siempre ha intentado
oponerse o “encauzar” los cambios sociopolíticos.

Cabe señalar que la mentalidad de estos personajes,


Carreño y Guisa, con todo y sus obsesiones y demonios, está
dominada por un rechazo por el presente que los coloca de
espaldas a su tiempo, aunque lo conozcan de sobra, porque
fueron defensores del orden, la jerarquía, la tradición, la
propiedad privada y la religión católica que veían menguar
por obra de las ideologías. Esta actitud los vuelve sin

280 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283


Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha ...

duda reaccionarios, ya que no aceptan el cambio o las


transformaciones en marcha, incluso aunque ellas se hayan
vuelto ya instituciones normativas de la sociedad. Pero, no se
percibe en ellos, una vocación por la violencia como vía para
romper con el sistema político vigente y con el nuevo statu quo
y recuperar así esa edad dorada perdida.

García Naranjo en cambio, supo transigir con su


tiempo y aceptó el cambio gracias a ese liberalismo que
normó su pensamiento y, a su alejamiento de esa vertiente
del catolicismo como principio y in de la vida pública, sin
distingos de la esfera de lo privado, que veía la impiedad y
la anarquía por doquier. Cierto es que tampoco se vinculó al
hispanismo trasnochado como Guisa y Carreño, ese que como
anteojeras impedía reconocer la realidad en su totalidad. Y
es que Nemesio pudo hacer el tránsito a la cultura política
moderna del siglo XX gracias a su talante liberal, que lo situó
cerca de la democracia como norma, pese a la mezquindad y
el dogma doctrinal de la familia revolucionaria. Pero también
fue un conservador porque vivió en la nostalgia del pasado
porirista, pese a que aceptaba la nueva realidad. Aunque
deploraba la mediocridad de los tiempos posrevolucionarios y
sus hacedores, frente a la “grandiosidad” de la era poririana,
basada en la paz, el orden y el progreso6.

Tampoco quiso la restauración del antiguo régimen


idealizado. La discursiva de Nemesio García Naranjo era una
querella entre la civilización representada por el Poririato
y la “barbarie” traída por los ciclos revolucionarios. Pero
tampoco se puede decir que él era un anti moderno como
muchas expresiones que en los siglos XIX y XX combatieron la
modernidad política y los cambios sociales. El suyo no era un
alegato contra la modernidad y lo que por sí misma implicaba.
Y tampoco es que debatiera desde la tradición como sí hicieron
otros contra la modernidad, a partir de las concepciones del

6 Véase: Francisco García Naranjo, “Derechas y discurso antirrevolucionario en


México. El caso de Nemesio García Naranjo”, en: García Ávila, Sergio, Francisco
A. García Naranjo, Eduardo Miranda Arrieta (coordinadores), Discurso y poder en
la historia de México, siglos XVIII-XX (Morelia, Universidad Michoacana, 2013) en
prensa.

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Francisco Alejandro García Naranjo

catolicismo. García Naranjo impugnaba, sencillamente, que el


cambio radical sustituía el orden por la anarquía. Es decir, él
juzgaba desde la modernidad liberal el cambio traído por la
Revolución7.

Se echa de menos en la obra de la Dra. Felícitas, sin


embargo, una necesaria justiicación historiográica de cada
uno de los personajes, para dar cuenta justamente del estado de
conocimiento de la vida, obra y pensamiento de García Naranjo,
Guisa Azevedo y Carreño (ya fuese escaso o abundante). El
cómo, cuándo, quiénes y de qué manera los estudiosos se
han acercado a estos representantes de la derecha mexicana
y cuáles son sus recurrencias: el estilo biográico basado en
la vida pública y el retrato íntimo; la reconstrucción de los
itinerarios intelectuales a través del análisis de la obra escrita;
la historia pasada por el tamiz del odio ideológico o el fervor
del acólito. Todo ello habría dado mayor fortaleza a la obra.
Igualmente habría sido enriquecedor recurrir a las nociones
del método comparativo, pues ellas arrojarían mayores luces
sobre la mentalidad de estos intelectuales, mostrando la
conluencia o no de sus estrategias discursivas, de los demonios
que combatían y las bondades del mundo que defendían.
Estableciendo cuánto de antiliberales, antiindividulistas,
antimodernos, anticomunistas, antiyanquis, antifascistas
eran, cuánto de franquistas, tradicionalistas, organicistas,
elitistas, jerarquizantes y católicos eran y en qué grado.
Cuáles eran las conluencias y cuáles eran las diferencias del
mundo que querían recuperar, ese que a sus ojos la vorágine
revolucionaria había condenado a desaparecer, a través de lo
que llamaban el deterioro moral de la sociedad mexicana. Pero
no se malentienda. Muchas de estas percepciones aparecen
a lo largo del libro, sugeridas como contrapunto entre los
personajes. Están presentes los contornos de su hispanismo y
su crítica al indigenismo oicial de la época, lo mismo que sus
ataques al poder estatal en constante crecimiento “invadiendo”
esferas de la vida pública y el dedo acusador por la erosión
moral que la Revolución y los gobiernos de la Revolución
habían traído. Es solo que quizá reunidas y desarrolladas en

7 Francisco García Naranjo, “Derechas y discurso antirrevolucionario…

282 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283


Felícitas López Portillo Tostado, Tres intelectuales de la derecha ...

un apartado especíico de la obra habría sido posible mirar


a los personajes bajo una luz más potente o una lente más
precisa.

Por último, es necesario señalar que en algunos


momentos de la obra no se distingue con facilidad el discurso
de los personajes del discurso de la autora, quedando un tanto
perplejo el lector en esas pocas ocasiones que ocurría. Esto,
con seguridad, puede ser atribuible al profundo conocimiento
que la autora exhibe en su libro sobre sus personajes y el
tiempo que habitaron. Quizá también a una identiicación con
los personajes y su tiempo. Una vez dicho todo esto, no resta
sino felicitar nuevamente a la Dra. Felícitas López Portillo
Tostado por esta nueva apuesta historiográica, siendo su
obra novedosa, propositiva y verosímil.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 273-283 283


Normas para Publicar
Historia Y MEMORIA es
la revista de Historia de la
Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia,
que se presenta a
investigadores, docentes
y lectores como medio de
relexión y socialización de
experiencias investigativas
en el campo de la Historia.
También se busca que sus
páginas sean un espacio
de diálogo permanente, de
intercambio de opiniones, de
relexiones historiográicas,
epistemológicas y críticas
que consoliden y fortalezcan
una comunidad académica.

La Historia se reiere al diálogo permanente entre pasado y


presente, cambio y permanencia, duración y acontecimiento, lo
lineal y lo cíclico, lo diacrónico y lo sincrónico, al pensamiento
que da cuenta de la sociedad en el tiempo. Por su parte, la
memoria es uno de los campos que coniguran nuestro pasado
próximo en el que convergen prácticas, representaciones
sociales, imaginarios colectivos y las formas como la población
se identiica en un contexto.

Historia Y MEMORIA se propone divulgar ensayos y


artículos inéditos de resultados de investigación en cualquier
campo historiográico.

Tipo de artículos

De acuerdo a la Guía para el Servicio permanente de


indexación de revistas de Publindex, los artículos aceptados

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293 285


Historia Y MEMORIA

para ser sometidos al proceso de evaluación por parte de


dos evaluadores ciegos, deben corresponder a la tipología:
“Artículo de Investigación e Innovación”, el cual
presenta la siguiente descripción: documento que presenta
la producción original e inédita, resultado de proceso de
investigación, relexión o revisión.

• Si corresponde a un artículo de relexión producto de


un proceso de investigación, además deberá presentar
resultados de investigación desde una perspectiva analítica,
interpretativa o crítica del autor, sobre un tema especíico,
su desarrollo debe basarse en fuentes originales.
• Si corresponde a un artículo de revisión, deberá
sistematizar e integrar los resultados de investigaciones
publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o
tecnología, con el in de dar cuenta de los avances y de las
tendencias historiográicas. Se caracteriza por presentar
una cuidadosa revisión bibliográica de por lo menos 52
referencias.

2. Estructura y contenidos del artículo

El artículo debe estar estructurado así: Resumen Analítico,


Palabras clave, Introducción (Metodología), cuerpo del trabajo,
conclusiones y bibliografía.

Resumen Analítico: En este texto se deben presentar los


objetivos del artículo, su contenido y sus resultados, cuya
extensión máxima será de 200 palabras, en español y en
otros idiomas que pueden ser inglés, francés y portugués. La
revista introducirá un resumen en inglés a todos los artículos
presentados.

Palabras clave: Son las palabras que describen el contenido


del documento, se colocarán entre 4 y 6; deben presentarse en
español y en los idiomas aceptados por la revista. La revista
introducirá las palabras clave en inglés.

Introducción: Se debe incluir la metodología utilizada en el


desarrollo de la investigación.

286 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293


Normas para Publicar

Cuerpo del trabajo: Los artículos no deben superar las 18


páginas en formato carta, a espacio sencillo y letra Century
Schoolbook N. 12. Las notas a pie de página en el mismo
tipo de letra tamaño 10. Las citas textuales que sobrepasen
cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a
espacio sencillo, tamaño de letra 11 y sangría con márgenes
1-1. NO DEBEN NUNCA PONERSE EN LETRA CURSIVA,
SOLAMENTE SI APARECE EN EL TEXTO ORIGINAL O EL
AUTOR ASÍ LO SEÑALE EN LA NOTA DE PIE DE PÁGINA.
Las citas de tipo largo (separadas del texto cuando son más
de tres líneas) deben aparecer sin comillas al inicio y inal,
si la cita arranca en el medio de una frase deben colocarse al
principio: […], lo mismo al inal; y entre la frase, paréntesis si
la frase está cortada. Ejemplo:

[...] estos hombres -decía- son los más tenaces, más obstinados
(…) la voluntad del pueblo está contra nosotros, pues
habiéndoles leído aquí mi terrible intimación, exclamaban
que primero pasarían sobre sus cadáveres, que los españoles
los vendían y que preferían morir a ceder […]

Los cuadros, gráicas, ilustraciones, fotografías y mapas


deben aparecer referenciados y explicados en el texto. Deben
estar, así mismo, titulados, numerados secuencialmente y
acompañados por sus respectivos pies de imagen y fuente(s).
Se ubican enseguida del párrafo donde se anuncian. Las
imágenes se entregarán en formato digital de buena calidad.
Es responsabilidad del autor conseguir y entregar a la revista
el permiso para la publicación de iguras que lo requieran. Las
notas de pie de página deberán aparecer en números arábigos.

Conclusiones y Bibliografía: Al inal del artículo deberá


ubicarse la bibliografía citada en el texto, escrita en letra
Century Schoolbook tamaño 11.

3. Proceso de evaluación de los artículos

3.1 Una vez recepcionado el artículo, el Comité Editorial


evalúa, en un primer momento, si cumple con los requisitos
básicos exigidos por la revista (estructura, contenido y

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293 287


Historia Y MEMORIA

normas editoriales), así como su pertinencia temática


para igurar en una publicación de carácter histórico.

3.2 De cumplir con los requisitos básicos, los artículos serán


sometidos a evaluación por parte de dos asesores, al modo
de pares ciegos, quienes remitirán el concepto evaluador al
Comité Editorial. En caso de ser aprobado por un asesor y
rechazado por el otro, se recurrirá al concepto de un tercer
asesor. El resultado de las evaluaciones será comunicado
al autor, tanto si es aprobado sin modiicaciones, con
modiicaciones o denegado.

3.3 Las observaciones de los asesores, así como las del Comité
Editorial, deberán ser tomadas en cuenta por el autor,
quien hará los ajustes solicitados. Estas modiicaciones y
correcciones al manuscrito deberán ser realizadas por el
autor en el plazo que determine el Comité Editorial.

3.4 Luego de recibir el artículo modiicado, se le informará al


autor acerca del concepto deinitivo (publicación aprobada
o rechazada).

4. Envío de artículos

La revista tiene una periodicidad semestral. Los artículos se


publicarán en dos secciones de la revista: la “Sección Especial”,
de acuerdo al tema central dispuesto para cada convocatoria;
y la “Zona Libre” en la que se recibirán artículos de diversos
temas durante todo el año.

El artículo debe entregarse en un archivo digital sin el nombre


del autor preferiblemente, con carta remisoria y en formato
Word. Las imágenes y cuadros deben estar en JPG.

En un archivo anexo debe registrarse resumen del currículum


y datos domiciliarios. En el resumen del currículo especiicar
estudios realizados, ailiación institucional, cargo actual,
últimas publicaciones y líneas de investigación en las que
trabaja el autor. En datos domiciliarios señalar dirección clara
del lugar de residencia o laboral.

288 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293


Normas para Publicar

Toda la documentación requerida


debe enviarse al correo:
historiaymemoria@uptc.edu.co

Una vez aprobado el texto para su publicación, el o los autores


del texto autorizan, mediante la irma del ‘Documento de
autorización de uso de derechos de propiedad intelectual’,
la utilización de los derechos patrimoniales de autor
(reproducción, comunicación pública, transformación y
distribución) a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia, para incluir el texto en la revista.

5. Forma de citación

Historia Y MEMORIA utiliza una adaptación del Chicago


Manual of Style en su edición N. 15. A continuación se
utilizarán dos abreviaturas que permiten ver las diferencias
entre la forma de citar en las notas a pie de página y la
bibliografía.

Libros

Nota a pie de página:


Nombre y apellido, título (ciudad: editorial, fecha), pp.

Ejemplo: Francois Javier Guerra, Las revoluciones hispánicas.


Independencia americana y liberalismo español (Madrid:
Complutense, 1995), 219-222.

Bibliografía
Apellidos, Nombre. Título completo. Ciudad: Editorial, año.

Ejemplo: Guerra, Francois Xavier. Las Revoluciones


hispánicas. Independencia americana y liberalismo español.
Madrid: Editorial Complutense, 1995.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293 289


Historia Y MEMORIA

Dos Autores

Nota a pie de página:


Nombre y Apellido y nombre y apellido, Título (ciudad:
editorial, año), pp.

Ejemplo: Alain Rouquié y Guy Hermet, Para qué sirven las


elecciones? ( México: Fondo de cultura económica, 1982), 210.

Bibliografía:
Apellido, nombre y apellido, nombre. Título. Ciudad: editorial,
año.

Ejemplo: Rouquié Alain y Hermet Guy. Para qué sirven las


elecciones?. México: Fondo de cultura económica, 1982.

Cuatro o más autores

Nota a pie de página:


Las notas al pie de página deben incluir el nombre del primer
autor seguido por “et al.” o “y otros”. Cualquiera de las dos
opciones. En la Bibliografía, usualmente se ponen todos los
autores, sin embargo también es válido utilizar “et al.” o “y
otros.

Ejemplo: Antonio Annino y otros, Inventando la Nación:


Iberoamérica en el siglo XIX (México: FCE, 2003), 232.

Bibliografía:
Apellidos, Nombre y otros. Título completo. Ciudad: Editorial,
año.

Ejemplo: Annino, Antonio; Von, Dusek y Guerra, Francois.


Inventando la Nación: Iberoamérica en el siglo XIX. México:
FCE, 2003. O: Annino Antonio y otros. Inventando la Nación:
Iberoamérica en el siglo XIX. México: FCE, 2003.

290 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293


Normas para Publicar

Capítulo de libro

Nota a pie de página:


Nombre completo, “Título”, en nombre libro (ciudad: editorial,
año), pp.

Ejemplo: Manuel Rojas Bolaños, “Las relaciones gobierno-


partido en Costa Rica”, en Gobiernos y partidos en América
Latina: un estudio comparado (reimpr., México: CEPCOM,
2001), 185-222.

Bibliografía:
Apellido, Nombre. “Título” (capítulo). En nombre libro.
Ciudad: editorial, año.

Ejemplo: Rojas Bolaños, Manuel. “Las relaciones gobierno-


partido en Costa Rica” (capítulo IV). En Gobiernos y partidos
en América Latina: un estudio comparado. Reimpr., México:
CEPCOM, 2001.

Artículo de revista

Nota a pie de página:


Nombre apellidos, “Título artículo”, título revista vol.: No.
(mes y año): pp.

Ejemplo: Gabriel Zaid, “La fe en el progreso”, Letras Libres 6:


No.71 (noviembre 2004): 20.

Bibliografía:
Apellido, Nombre. “Título artículo”. Título revista vol.: No.
(mes y año): páginas.

Ejemplo: Zaid, Gabriel. “La fe en el progreso” Letras Libres 6,


núm.71 (noviembre 2004): 20-32.

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293 291


Historia Y MEMORIA

Artículo de prensa

Nota a pie de página:


Nombres apellidos, “Título artículo”, título periódico, ciudad,
día y mes, año, pp.

Bibliografía:
Apellido, nombre, “Título del artículo”, Título del periódico,
ciudad, día y mes, año.

Tesis

Nota a pie de página:


Nombre apellidos, “título de tesis” (tesis pregrado/ Ph.D./
Maestría, Univ.; año), pp.

Ejemplo: José Orlando Ávila Rodríguez, y Carlos Eduardo


Torres Cortés, “La violencia en el occidente de Boyacá
durante el gobierno de la concentración nacional”. (Trabajo
de grado para optar el título de Licenciatura en Ciencias
Sociales, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Chiquinquirá, 1986). 45, 50, 102.

Bibliografía:
Apellido, Nombre. “Título tesis”. ( tesis pregrado/ Ph.D/
Maestría, Univ; año).

Fuentes de archivo

Nota a pie de página:


“Título del documento” (lugar y fecha si se aplica), en siglas
del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., año. La primera vez se
cita con el nombre completo del archivo y la abreviatura entre
paréntesis.

Bibliografía:
Nombre completo del archivo (sigla). Ciudad-país. Sección
(es), Fondo (s).

292 hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293


Normas para Publicar

Ejemplo: Archivo General de la Nación AGN. Bogotá-Colombia.


Sección República, Fondo Ministerio de Gobierno.

Entrevistas

Entrevista a Apellido(s), Nombre, Ciudad, fecha completa.

Ejemplo: Entrevista a Mejía, María Emma, Ministra de


Educación Nacional de Colombia. Bogotá, D.C., 5 de febrero
de 2005.

Publicaciones en Internet

Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s), eds., Título completo


(Ciudad: Editorial, año), http://press-pubsuchicago.edu/founders
(fecha de consulta).

Ejemplo: Revista de las Indias [online]. Universidad de


Salamanca, Available from internet: <htpp://us.es (15 enero
2005).

Nota: Luego de la primera citación se procede así: Nombre


Apellido, dos o tres palabras del título,… 45-90. No se utiliza
ni Ibíd. o ibidem, ni op. cit.

OLGA YANET ACUÑA RODRIGUEZ


Editora

hist.mem., Nº. 10. Año 2015, pp. 285-293 293


Cesión de los derechos de autor
Revista Historia Y MEMORIA
ISSN: 2027-5137

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Educación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
La Revista Historia Y MEMORIA tiene como inalidad poner a su
disposición el trabajo en toda su extensión, tanto directamente como
a través de intermediarios, ya sea de forma impresa o electrónica. En
virtud de lo previsto en los artículos 76 y 77 de la Ley 23 de 1982 de la
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de Autor.
Se publicará en el No. ____ de la Revista Historia Y MEMORIA,
maniiesto (amos) que cedo (emos) a título gratuito la totalidad de los
derechos patrimoniales de autor derivados del artículo en mención, a
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