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García Benítez
Jefe de Servicio de Régimen Jurídico de la Dirección General de Personal
Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias
POTESTAD SANCIONADORA
PROCEDIMIENTO DISCIPLINARIO
EN EL ÁMBITO DE LA FUNCIÓN PÚBLICA DOCENTE NO
UNIVERSITARIA DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE
CANARIAS
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Jesús M. García Benítez
Jefe de Servicio de Régimen Jurídico de la Dirección General de Personal
Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias
a) Ideas Básicas
Esta potestad venía siendo entendida como algo contrario al principio de separación de
poderes, ya que la Administración no sólo sanciona sino que, además, ejecuta las sanciones que
en su caso pueda imponer.
Dispone la CE en su art.25 que “Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones
u omisiones que en el momento de producirse no constituyan delito, falta o infracción
administrativa, según la legislación vigente en aquel momento.
La regla general expuesta tendría únicamente como excepción, tal y como lo pone de
manifiesto la STS de 30.5.2000 (RJ 2000\5155) aquellos supuestos en que la condición de
funcionario público es determinante para la comisión del ilícito, es decir, en aquellos casos en
que las acciones o conductas habrían sido constitutivas de infracción penal aunque las hubieran
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El art. 25.1 CE como decíamos establece que “nadie puede ser condenado por acciones
u omisiones que en el momento de producirse no constituyan delito, falta o infracción
administrativa, según la legislación vigente en aquel momento y que “la Administración civil no
podrá imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen privación de libertad”.
Como vimos, el art. 25.1 CE se refiere al principio de legalidad en esta materia, al disponer
que “nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no
constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en aquel
momento”. Si interpretamos de modo amplio éste precepto, ello implicaría no sólo, según
PARADA, la exigencia de ley habilitante o reserva de ley, sino también trasladar a la actividad
sancionadora de la Administración otros principios como los de tipicidad, irretroactividad de la
norma sancionadora, retroactividad de la más favorable y, en general, la aplicación de los
principios condicionantes de la potestad punitiva del Estado.
Así, “la cobertura legal supone una regulación mínima en la ley de los tipos y sanciones
y en concreto de los límites máximos de éstas”
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Manual de Derecho Administrativo Sancionador (Ministerio de Justicia-Thomson Aranzadi). Pág.299 y ss.
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“Las disposiciones de este Capítulo serán extensivas al ejercicio por las Administraciones
Públicas de su potestad disciplinaria respecto del personal a su servicio, cualquiera que sea
la naturaleza jurídica de la relación de empleo”
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Entre los otros principios que se recogen en la LRJSP está el principio de responsabilidad
–art.28- y principio de proporcionalidad –art.29-.
Ello implica para que, en nuestro ámbito, sobre el docente pueda recaer el reproche de
la administración educativa, es necesario no sólo que sea el sujeto activo, directo o indirecto,
sino que además exista una imputación subjetiva ya sea a título de dolo o culpa, es decir, con
conocimiento y voluntad de saber que se está infringiendo la norma, ya sea a título de simple
imprudencia o descuido.
Siguiendo al profesor Rodríguez Devesa <<actúa dolosamente el que sabe lo que hace
y quiere hacerlo. Los dos componentes del dolo son, por consiguiente, el saber (elemento
intelectual, intencional, cognitivo) que realiza y el querer (elemento volitivo o emocional) realizar
el tipo del injusto y actúa culposamente el que omite la diligencia debida o lo que es lo mismo, la
omisión de aquel comportamiento que hubiera evitado la realización del tipo del injusto…>>
Tanto en uno como en otro caso se deberá guardar la debida adecuación entre la
gravedad del hecho constitutivo de la infracción y la sanción aplicada, considerándose
especialmente los siguientes criterios para la graduación de la sanción a aplicar:
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Bajo esta premisa, hemos de señalar que la LPACAP establece, como sabemos, un
catálogo de derechos, por un lado, de las personas –en sentido general- en sus relaciones con
las Administraciones Públicas –art.13- y un catálogo de derechos propios de los “interesados en
el procedimiento administrativo” –art.53- a los que hay que añadir unos derechos propios de los
“presuntos responsables” en los procedimientos administrativos de naturaleza sancionadora –
art.53.2-.
a) A ser notificado de los hechos que se le imputen, de las infracciones que tales hechos
puedan constituir y de las sanciones que, en su caso, se les pudieran imponer, así como
de la identidad del instructor, de la autoridad competente para imponer la sanción y de la
norma que atribuya tal competencia.
Impulso de oficio.
Imparcialidad
Agilidad y eficacia de modo que no se entorpezca la buena marcha de los servicios.
Publicidad y contradictoriedad, comprendiendo esencialmente los derechos de
información, defensa y audiencia y vista del expediente. El derecho de defensa
comprende la facultad de poder ser asistido en todo momento por un Letrado.
Economía procesal.
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Procedimiento sancionador
Dispone el art.63 de la LPACAP que: “En ningún caso se podrá imponer una sanción
sin que se haya tramitado el oportuno procedimiento”
En los mismos términos, el art.98.1 del TRLEBEP, dispone que: “No podrá imponerse
sanción por la comisión de faltas muy graves o graves sino mediante el procedimiento
previamente establecido”.
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De acuerdo con el Decreto 135/2016, de 10 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de la
Consejería de Educación y Universidades (BOC nº203, 19.10.2016), la competencia para incoar procedimientos
disciplinarios a personal docente no universitario por faltas graves y muy graves, así como su resolución cuando las
sanciones no impliquen separación del servicio corresponderá al titular de la Dirección General de Personal; en tanto
que la competencia para incoar y resolver expedientes disciplinarios por faltas leves corresponderá a la Dirección
Territorial de Educación correspondiente en atención a su ámbito de actuación, salvo en los casos de las faltas leves
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Particularmente debe prestarse atención, dado que suele ser objeto de controversia en
el ámbito educativo, la posición que a partir de entonces adopta el
<<denunciante/padres/AMPAS>>en ese procedimiento disciplinario que pudiera ser objeto de
incoación, lo que deja resuelto el art.62.5 al señalar que:
atribuidas a la Dirección de los Centros Educativos a tenor de lo previsto en el Decreto 106/2009, de 28 de julio, por
el que se regula la función directiva en los centros docentes públicos no universitarios dependientes de la Comunidad
Autónoma de Canarias (BOC nº155, 11.8.2009) modificado por el Decreto 121/2015, de 22 de mayo (BOC nº101, de
28.5.2015), que les atribuye la competencia para la sanción de faltas leves por incumplimiento injustificado del
horario de trabajo, de permanencia obligada en el centro, hasta un máximo de nueve horas al mes y la falta de
asistencia al trabajo injustificada, en un día.
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STSJ Madrid (2006\201175) “Así, no existe norma legal conforme a la cual la información reservada a que se
refiere el art. 28 del Reglamento de Régimen Disciplinario de los Funcionarios de la Administración del Estado ( RCL
1986, 148) tenga, una vez terminada, el carácter secreto que pretende darle la Administración; la información
reservada, tiene por finalidad evitar la incoación de expedientes disciplinarios por el simple rumor o la vaga sospecha
de la comisión de un hecho sancionable, por ello se faculta al órgano competente para la incoación de un
procedimiento sancionador, que pueda acordar la instrucción de una información reservada antes de decidir si incoa
ó no el procedimiento sancionador; la información tiene por lo demás sentido que sea reservada mientras se realiza,
para no perjudicar la investigación, pero una vez terminada, nada impide que en los términos establecidos en la Ley,
el recurrente, en su condición de interesado, –condición que después examinaremos– pueda tener acceso a ella.
Obsérvese que en caso de que se hubiera incoado el procedimiento sancionador el recurrente tendría derecho a tomar
vista de todo el expediente para realizar alegaciones y realizar su defensa (art.41 del RD 33/86), por lo que no se
aprecia razón para que no pueda ser conocida por el interesado cuando concluye sin incoación de expediente
sancionador, debiendo de recordarse que la Sentencia del Tribunal Supremo de 5 de mayo 1998 ( RJ 1998, 4624) –
aparte de entender que las que denomina diligencias informativas tienen una unidad formal constituyendo en su
conjunto un procedimiento accesorio, de carácter preliminar o preparatorio, respecto del procedimiento disciplinario,
cuya finalidad es depurar de manera previa, mediante las averiguaciones indispensables, si concurren indicios
suficientes para la iniciación de éste– entiende que existe un acto administrativo definitivo, a los efectos de poder ser
recurrido autónomamente en la vía Contencioso-Administrativa, cuando en las diligencias informativas se acuerda el
sobreseimiento, situación que sería equiparable a la presente ya que la información reservada concluyó en que no
existían motivos para incoar expediente disciplinario.
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“1. Con anterioridad al inicio del procedimiento, el órgano competente podrá abrir un
periodo de información o actuaciones previas con el fin de conocer las circunstancias del caso
concreto y la conveniencia o no de iniciar el procedimiento.
Las actuaciones previas serán realizadas por los órganos que tengan atribuidas
funciones de investigación, averiguación e inspección en la materia y, en defecto de éstos,
por la persona u órgano administrativo que se determine por el órgano competente para la
iniciación o resolución del procedimiento.”
Como deja expresado el art.55 las actuaciones previas se llevan a cabo antes del inicio
del procedimiento, de ahí que hay que tener en cuenta que cualquier actuación llevada a cabo
en orden a la investigación, averiguación, etc. de los hechos, no forma parte del procedimiento
administrativo sancionador que como consecuencia de las mismas pudiera llevarse a cabo, ni
se realizan en las condiciones y con las garantías que exige el procedimiento sancionador, de
ahí que, para traerse al procedimiento principal como elementos de prueba deben ser ratificadas
en el seno de la fase probatoria de éste, ya en sede de instrucción y con la debida contradicción
del inculpado o expedientado.
Este acuerdo de iniciación debe comunicarse al instructor del procedimiento, con traslado
de cuantas actuaciones existan al respecto, y se notificará a los interesados, entendiendo en
todo caso por tal al inculpado.
SÉPTIMO El recurrente es persona interesada a los efectos legal y jurisprudencialmente establecidos para tener acceso
a un expediente de información reservada en que ha figurado como denunciado.…….
……para terminar fallando que, con estimación del recurso, se declara el derecho del recurrente a tener acceso a toda
la documentación obrante en el expediente de información reservada en el que, como denunciado, se ha visto
involucrado, condenando a la Administración demandada a que ponga a su disposición el mencionado expediente
administrativo….
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“En los procedimientos iniciados de oficio, el vencimiento del plazo máximo establecido
sin que se haya dictado y notificado resolución expresa no exime a la Administración del
cumplimiento de la obligación de resolver, produciendo los siguientes efectos:
Si bien es cierto que la caducidad del procedimiento, tal y como previene el art.95.3 de la
LPACAP no producirá por sí sola la prescripción de las acciones del particular o de la
Administración, pero los procedimientos caducados no interrumpirán el plazo de prescripción.
A partir de este momento se van a suceder una serie de actos que tiene como sujeto
responsable al instructor del procedimiento, alguno de los cuales se llevarán a cabo por propia
iniciativa, en tanto que otros serán por iniciativa del inculpado o interesado.
La primera y principal laboral del instructor es tratar de acreditar los hechos, pues
corresponde a la administración desvirtuar el principio de presunción de inocencia, de tal manera
que cuando los hechos imputados no pueden acreditarse no quedara más remedio que proponer,
tal y como señala el art.89 LPACAP, la finalización del procedimiento, con archivo de las
actuaciones, sin que sea necesaria la formulación de propuesta de resolución.
Si bien ello es así, según mi opinión, parece deducirse hoy en día de la propia regulación
contenida en el art.64 de la LPACAP, que la formulación del pliego de cargos debe estar ínsita o
contenida, con carácter general, en la resolución por la que se acuerda la iniciación del
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a) Los hechos declarados probados por resoluciones judiciales penales firmes. Estos
vincularán a las Administraciones Públicas respecto de los procedimientos sancionadores
que substancien –art.77.4 LPACAP-
b) Los hechos constatados por funcionarios a los que se reconoce la condición de autoridad,
y que se formalicen en documento público observando los requisitos legales pertinentes
(lo que podría denominarse actas o denuncias según los casos). Estos tendrán valor
probatorio sin perjuicio de las pruebas que en defensa de los respectivos derechos o
intereses puedan señalar o aportar los propios administrados, lo que se traducirá en
términos generales en una presunción de veracidad iuris tantum de lo relatado en tales
documentos. –art.77.5 LPACAP-
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En consonancia con ello, señala el art.77 de la LPACAP que los hechos relevantes para
la decisión de un procedimiento podrán acreditarse por cualquier medio de prueba admisible en
Derecho, cuya valoración se realizará de acuerdo con los criterios establecidos en la Ley de
Enjuiciamiento Civil.
Cuando la Administración no tenga por ciertos los hechos alegados por los interesados o
la naturaleza del procedimiento lo exija, el instructor del mismo acordará la apertura de un
período de prueba por un plazo no superior a treinta días ni inferior a diez, a fin de que puedan
practicarse cuantas juzgue pertinentes
La intervención del Instructor en todas y cada una de las pruebas a practicar es esencial
y no puede ser suplida por el Secretario. –art.40 RDFAGE-, asimismo adoptará las medidas
necesarias para lograr el pleno respeto de los principios de contradicción y de igualdad de los
interesados en el procedimiento –art.75.4-
Medios de prueba. En cuanto a los medios de prueba, el art.77 hace una remisión a
cualquier medio de prueba admisible en Derecho, de ahí que habrá de estarse sobre este
particular, como norma supletoria, a las previsiones de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
En este sentido señala el artículo 299 de la LEC, como medios de prueba de que se podrá
hacer uso en juicio son:
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“3. Los actos de instrucción que requieran la intervención de los interesados habrán de
practicarse en la forma que resulte más conveniente para ellos y sea compatible, en la medida
de lo posible, con sus obligaciones laborales o profesionales.”
Salvo que el tribunal, de oficio o a instancia de parte, acuerde otro distinto, las pruebas
se practicarán en el juicio o vista por el orden siguiente:
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Pero esta garantía al secreto de las comunicaciones a cuyo amparo puede acudir cual-
quier ciudadano, no tiene nada que ver con la grabación de una conversación como medio de
prueba para aportarla en un juicio e intentar demostrar unos hechos.
La mayoría de las veces en las que se ha presentado una grabación de una conversa-
ción como medio de prueba, sobre todo en vía penal, para demostrar que el acusado cometió el
delito por el que se le acusa, la defensa del imputado ha alegado que se ha conseguido dicha
prueba de forma ilegal y que por tanto no sea tenida en cuenta la grabación como prueba en
contra del inculpado. Posiblemente además, el Abogado defensor alegue en defensa de sus
pretensiones que se habrá operado con engaño, y, al utilizar como prueba las manifestaciones
de aquel obtenidas de ese modo subrepticio, se vulneraría su derecho al silencio del imputado,
con vulneración del derecho a la presunción de inocencia del artículo 24.2 de la Constitución y,
evidentemente infracción del citado artículo 18.3 del mismo Texto legal.
Pues bien, al respecto es doctrina consolidada del Tribunal Supremo (valga entre otras la de
fecha reciente, 19 de abril de 2013) la que considera que aunque la grabación se haya realizado
sin autorización del interlocutor, y por tanto se grabó ocultándoselo y sin ser advertido de
ello, tiene validez como medio de prueba.
Las razones que se argumentan de forma general para considerar la grabación de una conver-
sación como medio de prueba válido y eficaz, son a modo de reseña las siguientes:
1ª.- Dicha grabación no produce ninguna afectación del derecho al secreto del art. 18.3 Constitución
Española, ya que no hay interferencia de alguna de las comunicaciones técnicamente habidas del
acusado, por parte de un tercero ajeno a las mismas.
2ª.- La grabación supone el simple registro de una conversación presencial por quien tenía acceso
legítimo a lo hablado.
3ª.- Se trataría de una conversación en la que la persona que la ha grabado ha participado, y que por
pertenecer ya al secreto, el mismo podría hablar, difundiéndolo, con idéntica legitimidad jurídica
en cualquier otro contexto. (Al respecto, en este sentido, puede verse igualmente la STS de 13 de
marzo de 2013).
4ª.- No cabe entender producida la supuesta vulneración del derecho a no “declarar contra sí mismo”
ni “a declarase culpable“, art. 24,2 Constitución , porque este solo juega en las relaciones directas
con autoridades como la judicial o la policial, donde la cautela representada por el derecho a guar-
dar silencio busca preservar, frente a la acción de aquellas, la integridad moral de quien está
siendo objeto de indagación procesal-penal.
5ª:- Será lícito como medio de prueba, siempre y cuando la conversación grabada no afecte a la es-
fera íntima de la vida de la persona grabada y además quien haya grabado la conversación sea el
interlocutor y parte en el procedimiento donde quiera hacerse valer esa prueba.
6ª.- Concluye la STS 19 abril 2013, declarando que si lo grabado fueron manifestaciones del poste-
riormente acusado, en un ámbito extra-procesal, prestadas voluntariamente y sin haber sido for-
zado ni obligado a prestarla, la grabación será tenida en cuenta como medio de prueba debiendo
ser valorada junto con el resto de pruebas por el Tribunal.
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Desde mi punto de vista tal previsión del Reglamento debe entenderse derogada
tácitamente, atendiendo a la previsión contenida en el D.D. Única de la LPACAP, al señalar que
quedan derogadas todas las normas de igual o inferior rango en lo que contradigan o se opongan
a lo dispuesto en la presente Ley, y es que el trámite de vista del expediente lo sitúa la citada
norma procedimental con ocasión de la formulación de la propuesta de resolución y con ocasión
de ella, señalándose a tal efecto que:
Por tanto, concluida la instrucción, podrán darse las siguientes dos circunstancias:
(1) El órgano instructor resolverá la finalización del procedimiento, con archivo de las
actuaciones, sin que sea necesaria la formulación de la propuesta de
resolución, cuando en la instrucción procedimiento se ponga de manifiesto que
concurre alguna de las siguientes circunstancias:
(2) Para el caso de que se formule la oportuna Propuesta de Resolución por parte del
instructor deberá ésta ser notificada al inculpado y contener:
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Transcurrido el citado plazo, habiendo hecho o no uso el inculpado del trámite de audiencia,
habrá de remitirse por el instructor con carácter inmediato el expediente completo, con
incorporación del índice numerado de todos los documentos que contenga a tenor de lo
dispuesto en el art.70.2 de la LPACAP, al órgano competente para resolver el mismo o, en su
caso, se acuerde por éste, la realización de actuaciones complementarias indispensables para
resolver –art.87 LPACAP-.
1. Incluir la valoración de las pruebas practicadas, en especial aquellas que constituyan los
fundamentos básicos de la decisión, fijarán los hechos y, en su caso, la persona o
personas responsables, la infracción o infracciones cometidas y la sanción o sanciones
que se imponen, o bien la declaración de no existencia de infracción o responsabilidad.
2. En la resolución no se podrán aceptar hechos distintos de los determinados en el curso
del procedimiento, con independencia de su diferente valoración jurídica. No obstante,
cuando el órgano competente para resolver considere que la infracción o la sanción
revisten mayor gravedad que la determinada en la propuesta de resolución, se notificará
al inculpado para que aporte cuantas alegaciones estime convenientes en el plazo de
quince días.
3. La resolución que ponga fin al procedimiento será ejecutiva cuando no quepa contra ella
ningún recurso ordinario en vía administrativa, pudiendo adoptarse en la misma las
disposiciones cautelares precisas para garantizar su eficacia en tanto no sea ejecutiva y
que podrán consistir en el mantenimiento de las medidas provisionales que en su caso
se hubieran adoptado.
4. Cuando la resolución sea ejecutiva, se podrá suspender cautelarmente, si el interesado
manifiesta a la Administración su intención de interponer recurso contencioso-
administrativo contra la resolución firme en vía administrativa.
5. Dicha suspensión cautelar finalizará cuando:
a) Haya transcurrido el plazo legalmente previsto sin que el interesado haya interpuesto
recurso contencioso administrativo.
Tras las entrada en vigor del EBEP, como ya era tónica en la legislación precedente y en
los diferentes sectores del ordenamiento jurídico administrativo, las faltas disciplinarias pueden
ser muy graves, graves y leves, ahora bien, como novedad ésta solo regula a partir de entonces
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las faltas muy graves, dejando en manos tanto del legislador estatal como autonómico o en los
convenios colectivos para el caso del personal laboral que se dicten en desarrollo del Estatuto,
la fijación del tipo de las faltas graves y las leves.
Por tanto, respecto de éstas dos últimas infracciones o faltas, habrá de estarse
necesariamente a las previsiones contenidas en la Ley 2/1987, de 30 de marzo, de la Función
Pública Canaria y, en tanto no resulte contrario al principio de reserva de ley, al Real Decreto
33/1986, de 10 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Régimen Disciplinario de los
Funcionarios de la Administración del Estado, ya que el art.27.3 de la LRJSP parece habilitar a
la posibilidad de que las disposiciones reglamentarias de desarrollo puedan introducir
especificaciones o graduaciones al cuadro de infracciones o sanciones establecidas legalmente
que, sin constituir nuevas infracciones o sanciones, ni alterar la naturaleza o límites de las que
la Ley contempla, contribuyan a la más correcta identificación de las conductas o a la más precisa
determinación de las sanciones correspondientes y una vez que el Tribunal Supremo en
sentencia de 30.3.2017, estimó que:
Centraremos este trabajo en el estudio en las faltas graves, acudiendo, en su caso a los
tipos agravados o atenuados para tratar de efectuar la correcta calificación.
Merece hacer siquiera una mínima mención a las previsiones contenidas en el Capítulo
VI del TÍTULO III del TRLEBEP, esto es, de los Deberes de los empleados públicos y Código de
Conducta, por cuanto el art.52 in fine viene a señalar que:
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Viene siendo admitido en este tipo, bien la extralimitación de las facultades propias
del cargo o función, asumiendo las que no corresponden, o ejercitando aquellas que
pudieran corresponder pero en una extensión mayor de lo establecido legalmente,
bien el uso de tales facultades para fines distintos a los contemplados en el
ordenamiento -desviación de poder-.
<<Puestas así las cosas, pese a que el interesado niega los hechos que le son
imputados, o cuando menos, los justifica en razón a la dificultad y, en ocasiones,
peligrosidad de la asignatura que imparte; el expediente académico de los alumnos
expulsados y su mal comportamiento, que extiende a los distintos grupos de alumnos;
y por último, a que su salud no era buena, con problemas de apnea, ha de concluirse
que los mismos se hallan suficientemente probados en el expediente administrativo,
no sólo a través de las manifestaciones –apreciadas en su conjunto– del director del
centro escolar, en donde presta servicios, y, alumnos y profesores interrogados, sino
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también, por el propio reconocimiento hecho por el actor, al admitir, por lo menos, la
expulsión de cuatro alumnos y las expresiones interjeccionales usadas.
Ha de partirse que tal y como exige el tipo debe darse una conducta delictiva cometida
dolosamente, esto es, no cabe el tipo por imprudencia o culposo y que además esté
relacionada con el servicio o que hubiere causado daño a la administración o a los
administrados –interesados-.
El requisito necesario es por tanto una previa declaración o condena por delito doloso
mediante sentencia firme y que derive del servicio que presta el empleado público o
que cause un daño a la administración o a los administrados.
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una actitud pasiva u omisiva, no adoptando las medidas necesarias para evitar esos
comportamientos de los inferiores o subordinados.
En este tipo parece la doctrina no entender incluidos los alumnos de los centros
educativos, en tanto no tendrían la condición de subordinados, ostentando más la
condición de administrados o interesados, siendo aplicable en este caso la grave
falta de consideración con los administrados.
La STS de 2.11.2004 (RJ 2004/6757), moduló lo que debía entenderse por grave
desconsideración al decir en su fundamento quinto que abarca <<el tono ofensivo, la
expresión insultante utilizada por el actor, que no puede considerarse amparada en
la libertad de crítica, pues ésta no cubre ni el insulto ni la descalificación y desde este
punto de vista, las indicadas expresiones eran innecesarias, evidenciándose en ellas
una evidente intención vejatoria y ofensiva para el destinatario>>.
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Artículo 263. del Código Penal, tipifica el delito de daños señalando que 1. El que causare daños en propiedad
ajena no comprendidos en otros títulos de este Código, será castigado con multa de seis a veinticuatro meses, atendidas
la condición económica de la víctima y la cuantía del daño. Si la cuantía del daño causado no excediere de 400 euros,
se impondrá una pena de multa de uno a tres meses. 2. Será castigado con la pena de prisión de uno a tres años y multa
de doce a veinticuatro meses el que causare daños expresados en el apartado anterior, si concurriere alguno de los
supuestos siguientes: 1.º Que se realicen para impedir el libre ejercicio de la autoridad o como consecuencia de
acciones ejecutadas en el ejercicio de sus funciones, bien se cometiere el delito contra funcionarios públicos, bien
contra particulares que, como testigos o de cualquier otra manera, hayan contribuido o puedan contribuir a la ejecución
o aplicación de las Leyes o disposiciones generales. 4.º Que afecten a bienes de dominio o uso público o comunal. 5.º
Que arruinen al perjudicado o se le coloque en grave situación económica. 6.º Se hayan ocasionado daños de especial
gravedad o afectado a los intereses generales.
Artículo 264. 1. El que por cualquier medio, sin autorización y de manera grave borrase, dañase, deteriorase, alterase,
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El tipo agravado del art.58.n) LFPCan habla de causar “intencionadamente”, esto es,
dolosamente, daños al patrimonio de la Comunidad Autónoma –en el caso del ámbito
educativo, por ejemplo a los centros educativos de secundaria y demás niveles de
enseñanza posobligatoria- o de otras administraciones –centros educativos de
educación infantil y primaria propiedad de los Ayuntamientos según previene la D.A.
15ª de la LOE y art.15.5. de la LCan de enseñanza no universitaria-
En consonancia con ello, el art.53.5 TRLEBEP dispone que los empleados públicos
se abstendrán en aquellos asuntos en los que tengan un interés personal, así como
de toda actividad privada o interés que pueda suponer un riesgo de plantear conflicto
de intereses con su puesto público.
Este tipo, en definitiva, una manifestación del deber de imparcialidad exigible a todo
funcionario en el ejercicio de sus funciones que no deja de ser una manifestación de
la previsión contenida en el art.103.3 de la CE, que expresa “3. La ley regulará el
estatuto de los funcionarios públicos, el acceso a la función pública de acuerdo con
los principios de mérito y capacidad, las peculiaridades del ejercicio de su derecho a
sindicación, el sistema de incompatibilidades y las garantías para la imparcialidad en
el ejercicio de sus funciones.”
Este tipo ha de ponerse en relación con el tipo agravado del art.6.d) que se refiere a
la adopción de acuerdos manifiestamente ilegales que causen perjuicio grave a la
Administración o a los ciudadanos.
suprimiese o hiciese inaccesibles datos informáticos, programas informáticos o documentos electrónicos ajenos,
cuando el resultado producido fuera grave, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años.
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agravado debe ser “grave”, en tanto que en la falta del apartado h) no se exige tal
gravedad, solo que cause “perjuicio”.
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Delito de prevaricación administrativa. La reciente sentencia del Tribunal Supremo de 10.2.2017 viene a condenar
a un profesor universitario por calificar a una alumna sin que la misma hubiere realizado examen alguno. La sentencia
en cuestión entiende que el proceso de obtención de un título universitario –extrapolable a la obtención de cualquier
otro título oficial- supone un largo y dilatado proceso de acreditación por parte del alumnado que ha adquirido el nivel
adecuado de conocimientos a través de un sistema de evaluación.
Desde la admisión de un ciudadano en una Universidad, como estudiante, hasta la expedición del título discurre pues
un proceso complejo en el que pueden desarrollarse múltiples procedimientos administrativos en lo que afecta a la
relación, de naturaleza administrativa, entre el estudiante, como titular de derechos y deberes y la Administración,
esencialmente, la Universitaria, que desarrolla sus potestades a través de diversos órganos. El acceso se resuelve tras
el procedimiento al efecto. Y al mismo sigue otro, relativo a la impartición de docencia y reconocimiento por la
Universidad de obtención de conocimientos adquiridos por el alumno en cada una de las materias en que la
Universidad ha distribuido las enseñanzas que imparte. A los que puede acompañar otro de naturaleza disciplinaria o
relativo a prestaciones de diversa índole. Y culminará con otro relativo a la expedición de títulos, en su caso
acomodado a las prescripciones administrativas referidas al sistema europeo de créditos antes citado. Cada uno de
esos procedimientos es resuelto por órganos diversos de la concreta estructura de la correspondiente Administración
Universitaria. El relativo a la evaluación, o sistema de exámenes, suele venir atribuido por las diversas Universidades
en sus específicas regulaciones al profesor con capacidad docente, con o sin complementos en eventuales previsiones
revisoras de la inicial resolución de quien califica inicialmente el resultado del examen u otro mecanismo evaluador.
La decisión del personal administrativo, en general el profesor, que fija el nivel de adquisición de
conocimientos, con destino al expediente del alumno, y que se refleja, al ser definitiva, en un acta, constituye
pues de manera indudable un acto administrativo de resolución definitiva de un procedimiento de tal
naturaleza. La regulación de tal acto y la mayor o menor amplitud de su sometimiento a la jurisdicción contencioso
administrativo, no puede excluir su naturaleza de acto de resolución final de un concreto procedimiento que comienza
en la matriculación en la asignatura y concluye con su reflejo en el acta.
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Tal y como señala el art.54 TRLEBEP, los empleados públicos, desempeñarán sus
funciones de forma “diligente” y cumplirán –art.53.10- con diligencia las tareas que
les correspondan o se les encomienden y, en su caso, resolverán dentro de los plazos
los procedimientos o expedientes de su competencia.
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a) Enseñar seleccionando las tareas y las condiciones de aprendizaje más adecuadas para
que el alumnado pueda transformarlas en capacidades y competencias.
b) Evaluar los aprendizajes adquiridos, de modo que pueda tanto el alumnado como sus
familias reconocer y valorar el progreso alcanzado y las administraciones educativas otorgar
el título o la certificación a la que el alumnado pueda tener derecho.
c) Orientar el proceso educativo del alumnado hacia un perfil educativo propio o con un
determinado perfil profesional que puedan tomar tanto el alumnado como su familia.
d) Colaborar en la prevención y detección temprana de las necesidades educativas de apoyo
específico del alumnado, así como en la prevención del absentismo y abandono escolar.
e) Contribuir al desarrollo organizativo del centro educativo para que pueda ejercer de una
forma eficaz, las competencias que tenga atribuidas y convertirse en una organización
inteligente comprometida con la mejora continua.
f) Evaluar su propia práctica para que en todos los ámbitos y niveles educativos se pueda
alcanzar el mayor nivel de calidad.
j) No guardar el debido sigilo respecto a los asuntos que se conozcan por razón
del cargo, cuando causen perjuicio a la Administración o se utilice en provecho
propio.
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Exige el art.53.11 TRLEBEP que el empleado público debe ejercer sus atribuciones
según el principio de dedicación al servicio público absteniéndose no solo de
conductas contrarias al mismo, sino también de cualesquiera otras que comprometan
la neutralidad en el ejercicio de los servicios públicos, añadiendo el art.54.6 que
deberá rechazarse cualquier regalo, favor o servicio en condiciones ventajosas que
vaya más allá de los usos habituales, sociales y de cortesía, sin perjuicio de lo
establecido en el Código Penal.
Partamos que el tipo aquí analizado deriva, por un lado, de los derechos que los
ciudadanos tienen en su relación con la administración pública, entre los que cabe
citar, según previene el art.13.e) LPACAP, a ser tratados con respeto y deferencia por
las autoridades y empleados públicos, que habrán de facilitarles el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones y, correlativamente, la obligación que
pesa sobre los empleados públicos de tratar con atención y respeto a los ciudadanos
y de facilitar el ejercicio de sus derechos.
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El tipo aquí analizado es algo más que la mera incorrección, pues, como tal habría de
calificarse como falta leve.
Requiere asimismo una actitud dolosa, pues parece que difícilmente pueda
cometerse una falta de consideración con los ciudadanos de forma culposa.
En cuanto al medio, puede ser tanto verbal, no verbal –gestos- o por escrito.
Algunas de las fases más repetidas son algunas de las siguientes, “sois unos
cabrones de mierda”; “puta asquerosa”; “tu puta madre”; “no es lo mismo una mesa
con cuatro patas que una mesa con cuatro putas”; no es lo mismo un pedazo de
cabrón que un pedazo de carbón”, entre otras.”
En efecto, existen numerosos testimonios que revelan que el señor E.M., amén del
maltrato verbal con que en ocasiones se dirigía a sus alumnos, actuaba con
arbitrariedad a la hora de calificar no siguiendo los criterios de evaluación objetivos,
incumplía la programación, no era puntual, perdía el tiempo en las clases con
divagaciones al margen de lo que debía de ser el contenido de las mismas, no hacía
frente adecuadamente a los problemas que en las mismas se planteaban y es por
todo ello, en consecuencia, por lo que tampoco es de observar irregularidad alguna,
en el actuar cuestionado, en cuanto al reproche de la última de las infracciones que
se efectúa pues, en efecto, la conjunción de todos estos hechos, que son
objetivamente incumplimientos de las obligaciones concretas que pesaban sobre el
hoy apelante en el desempeño de sus funciones, tuvo notables repercusiones en el
funcionamiento del correspondiente Centro escolar y de la asignatura que impartía el
doctor E.M. En conclusión, los hechos a que nos hemos venido refiriendo son, en
efecto, graves, y las sanciones concretas que por cada una de las infracciones
reprochadas se impuso las consideradas mínimas…..”
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Sanciones disciplinarias
El art.96 del TRLEBEP, dispone, por su parte, que por razón de las faltas cometidas
podrán imponerse las siguientes sanciones:
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La suspensión de funciones por faltas muy graves no podrá ser superior a seis años
ni inferior a tres años, en tanto que por faltas graves, no excederá de tres años.
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