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CAPITULO XVI EL CAPITAL–COMERCIAL

Dos formas o categorías: el capita–comercial y el capital–financiero la moderna economía, aun


en sus mejores representantes, confunde directamente el capital comercial con el capital
industrial.

Capital total de la sociedad se halla siempre en el mercado como mercancía dispuesta a


convertirse en dinero se plasma como función asignada por la división del trabajo a una
determinada categoría de capitalistas, el capital–mercancías se convierte en capital comercial.

Estos episodios de la circulación del capital–mercancías se confunden en parte con las funciones
peculiares del capital comercial o mercantil; otras veces se encuentran en la práctica ligados a
las funciones propias y específicas de este último Siendo nuestro objeto definir lo que hay de
específicamente diferente en esta forma particular del capital, haremos pues abstracción de
esas otras funciones

La existencia del capital en tanto que capital–mercancías y la metamorfosis. Constituye una fase
del proceso de reproducción; pero, al mismo tiempo, en su función de capital de circulación, se
diferencia de él mismo como capital productivo. Se trata aquí de dos formas de existencia
separada, diferente, del mismo capital. Una parte del conjunto del capital social se halla
continuamente en el mercado bajo esta forma de capital de circulación en proceso de
metamorfosearse. Los elementos del capital–mercancías en el mercado, cambian pues
continuamente con su retirada constante del mercado de mercancías y su restitución también
regular a ese mercado bajo la forma de nuevo producto del proceso de producción.

El capital comercial no es otra cosa que la forma modificada de una parte del capital de
circulación,

El comerciante, en tanto que capitalista, aparece ante todo en el mercado como representante
de una cierta suma de dinero que adelanta en calidad de capitalista; es decir que pretende
convertir de x (valor primitivo de la suma) en x + ∆ x (la misma suma más la ganancia
correspondiente). Pero si no lo consideramos simplemente como capitalista, sino
específicamente como comerciante, es evidente que su capital debe aparecer ante todo en el
mercado bajo la forma de capital–dinero, ya que él no produce mercancías, sino que se limita a
comerciar con ellas, a servir de mediador de su movimiento, y para poder comerciar con ellas lo
primero que tiene que hacer es comprarlas, es decir, hallarse en posesión de un capital– dinero

Las 3,000 libras esterlinas en 3,300. Cómo obtiene esta ganancia es un problema del que nos
ocuparemos más adelante. Aquí nos proponemos examinar ante todo la mera forma del
movimiento de su capital.

¿cuál es entonces la relación entre el capital comercial y el capital–mercancías como simple


modalidad del capital industrial? Por lo que se refiere al fabricante de lienzo puede, pues, si
prescindimos del consumo de la renta, proseguir su proceso de reproducción.

El lienzo sigue figurando en el mercado como capital–mercancías, destinado a sufrir su primera


metamorfosis, a ser vendido. Lo único que se ha producido en lo tocante al lienzo es un cambio
en la persona de su poseedor. La función de venderlo, de servir de mediador en la primera fase
de su metamorfosis, ha sido transferida del productor al comerciante para convertirse en la
incumbencia específica de éste, mientras que antes era una función que el productor mismo
debía desempeñar, después de llenar la función de producirlo.
Supongamos que el comerciante no consiga vender las 30,000 varas de lienzo durante el
intervalo que el productor de él necesite para lanzar de nuevo al mercado otras 30,000 varas
por un valor de 3,000 libras. Se producirá un estancamiento, una interrupción de la
reproducción. . Vemos, pues, palmariamente que las operaciones del comerciante no son otra
cosa que operaciones que deben realizarse para convertir en dinero el capital–mercancías del
productor, las operaciones que sirven de mediadoras a las funciones del capital– mercancías en
el proceso de circulación y de reproducción.

. Vemos, pues, palmariamente que las operaciones del comerciante no son otra cosa que
operaciones que deben realizarse para convertir en dinero el capital–mercancías del productor,
las operaciones que sirven de mediadoras a las funciones del capital– mercancías en el proceso
de circulación y de reproducción.

El comerciante compra la mercancía y luego la vende: D–M–D’. El productor de lienzo vende su


mercancía, con lo que el lienzo se convierte en dinero; el dinero del comprador pasa a manos
del productor de lienzo. Con este dinero, el productor compra hilado, carbón, trabajo, etcétera,
vuelve a invertir el mismo dinero para hacer revertir el valor del lienzo a las mercancías que
constituyen los elementos de producción de esta mercancía. Lo que vende son productos; lo
que compra, medios de producción. Pero con el movimiento del capital comercial ocurre de otro
modo.

Por tanto, aquí no son las mismas monedas, sino que es la misma mercancía la que cambia dos
veces de mano; pasa de manos del vendedor a manos del comprador y de manos de éste,
convertido ahora en vendedor, a manos de otro comprador, se vende dos veces y puede
venderse aún más veces si se interpone toda una serie de comerciantes; y es precisamente esta
venta repetida, el doble cambio de lugar de la misma mercancía, lo que permite que el primer
comprador se reintegre del dinero desembolsado para comprarla, lo que hace posible el reflujo
de este dinero a manos de él.

Esto revela precisamente que la mercancía no se ha vendido aún definitivamente al pasar de


manos del productor a manos del comerciante, que éste no hace más que proseguir la operación
de venta, o servir de mediador de la función del capital– mercancías. Y revela, al mismo tiempo,
que lo que para el capitalista productivo M–D es simple función de su capital en su forma
transitoria de capital–mercancías es para el comerciante D–M–D’ una valorización especial del
capital–dinero por él desembolsado. Una fase de la metamorfosis de la mercancía aparece aquí,
con referencia al comerciante, como D–M–D’, es decir, como evolución de una clase específica
de capital.

¿Qué es, pues, lo que confiere al capital–comercial el carácter de un capital con funciones
independientes, mientras que en manos del productor que vende por su cuenta sus propios
productos sólo aparece, visiblemente, como una forma específica de su capital en una fase
especial de su proceso de reproducción, durante su estancia en la órbita de la circulación?

Primero: el hecho de que el capital-mercancías en manos de un agente distinto de su productor


efectúa en el mercado su definitiva transformación en dinero, es decir, su primera
metamorfosis, Es una forma especial de la división social del trabajo, por virtud de la cual una
parte de la función, que por lo demás se realiza como fase especial del proceso de reproducción
del capital, aquí de la circulación, aparece ahora como función reservada exclusivamente a un
agente especial de circulación, distinto del productor.
Segundo: que el agente independiente de la circulación, el comerciante, desembolsa en esta su
posición capital–dinero (propio o ajeno). Es siempre M–D, la transformación del capital–
mercancías en capital–dinero, que para el comerciante se presenta como D–M–D, como D– M,
reversión del dinero a mercancías (medios de producción) o como segunda fase de la
metamorfosis. Para el productor de lienzo, M–D constituía la primera metamorfosis,
transformación del capital–mercancías en capital–dinero. Este acto se presenta para el
comerciante como D–M, transformación de su capital–dinero en capital–mercancías.

Pero en realidad hasta ahora no se habrá vendido definitivamente el capital–mercancías


fabricado por el producto de lienzo, pues el D–M–D del comerciante no es sino un proceso
intermedio para el M–D entre dos productores.

será simplemente su venta definitiva, mediante la cual pasa de la órbita de la circulación a la


órbita del consumo; M–D representa la coronación definitiva de su primera metamorfosis. Por
consiguiente, lo mismo si el comerciante compra algo al capital industrial que si se lo vende, su
D–M–D, el ciclo del capital comercial, expresa siempre pura y simplemente lo que con relación
al mismo capital–mercancías, como forma de transición del capital industrial que se reproduce,
es solamente M–D, es decir, la consumación de su primera metamorfosis

D–M–D no son sino dos M–D del mismo capital–mercancías, dos ventas sucesivas de este
capital, que sirven simplemente como mediadoras a su venta definitiva. Por consiguiente, si en
el interior del capital–comercial, el capital–mercancías toma la forma de una clase sustantiva e
independiente de capital, por el hecho de que el comerciante desembolsa capital–dinero que
sólo se valoriza como capital, sólo funciona como capital por dedicarse exclusivamente a servir
de mediador de la metamorfosis del capital–mercancías, de su función como capital–
mercancías, es decir, de su transformación en dinero, lo que realiza mediante la compra y venta
constante de mercancías.

a través de este proceso convierte el capital– mercancías en capital–comercial. El capital–


comercial, en tanto y durante el tiempo que exista bajo la forma de capital–mercancías –
fijándonos en el proceso de reproducción del capital total de la sociedad– no es, evidentemente,
otra cosa que la parte del capital industrial que se halla todavía en el mercado sujeta al proceso
de su metamorfosis y que ahora existe y funciona como capital–mercancías.

Tan pronto como el productor, el fabricante de lienzo, ha vendido al comerciante sus 30,000
varas por 3,000 libras esterlinas destina el dinero así obtenido a comprar los medios de
producción necesarios y su capital vuelve a entrar en el proceso de producción que prosigue
ininterrumpidamente.

El comerciante en lienzo representa ahora en el mercado el mismo capital–mercancías que el


productor de lienzo representaba en él primitivamente.

Esta división de su capital no se elimina por la interposición del comerciante. Lo que ocurre es
que, a no ser por ésta, la parte del capital de circulación existente bajo la forma de reserva en
dinero tendría que ser siempre mayor en proporción a la parte existente en forma de capital
productivo, con lo cual se limitaría la escala de la reproducción. Gracias a la mediación del
comerciante, el productor puede invertir constantemente una parte mayor de su capital en el
verdadero proceso de producción, destinando una parte menor a servir de reserva en dinero.
Por el contrario, otra parte del capital social figura constantemente dentro del proceso de
circulación en forma de capital comercial. Está siempre y únicamente destinada a comprar y
vender mercancías. Parece operarse, pues, un cambio de las personas en cuyas manos se halla
este capital.

En el caso de que el capital comercial no rebase sus proporciones necesarias, deberá suponerse:

1º Que, a consecuencia de la división del trabajo, el capital destinado exclusivamente a comprar


y vender es menor de lo que sería si el capitalista industrial tuviese que explotar directamente
toda la parte mercantil de su industria.

2º Que, al ocuparse el comerciante exclusivamente de este negocio, no sólo se convierte antes


en dinero la mercancía para el productor, sino que el mismo capital–mercancías cumple su
metamorfosis más rápidamente que lo haría en manos del productor.

3º Que, considerando el capital comercial como un todo en relación con el capital industrial, una
rotación del capital comercial puede representar no sólo las rotaciones de muchos capitales en
una rama de producción, sino las rotaciones de una serie de capitales en distintas ramas de
producción.

Lo segundo, cuando el comerciante, una vez vendido el lienzo, compra, v. gr., seda, con lo que
sirve de vehículo para la rotación de un capital en otra rama de producción. En términos
generales debe observarse que la rotación del capital industrial se halla circunscrita no sólo por
el tiempo de circulación, sino también por el período de producción.

La rotación del capital comercial en una rama de producción se halla circunscrita, naturalmente,
por los límites de su producción total. Pero no se halla circunscrita por los límites de la
producción o por el tiempo de rotación de un determinado capital dentro de la misma rama,
siempre y cuando que este tiempo de rotación esté determinado por el tiempo de producción.

La rotación de su capital se halla limitada por la masa de trigo que pueda comprar y vender
sucesivamente en un determinado período de tiempo, digamos de un año, mientras que la
rotación del capital del arrendatario de la tierra productora del trigo, si prescindimos del período
de circulación, se halla limitada por el tiempo de producción, que es de un año. Pero la rotación
del mismo capital comercial puede también servir de vehículo a las rotaciones de capitales en
distintas ramas de producción.

La rotación del capital comercial no es idéntica a la rotación o reproducción por una sola vez de
un capital industrial de la misma magnitud; es más bien igual a la suma de las rotaciones de una
serie de capitales de este tipo, ya sea en la misma rama de producción o en ramas de producción
distintas. Cuanto más rápida sea la rotación del capital comercial, menor será, y cuanto más
lenta, mayor la parte del capital–dinero total que figura como capital comercial. Cuanto menor
desarrollada se halle la producción, mayor será la suma del capital comercial en proporción a la
suma de todas las mercancías lanzadas a la circulación; menor será, en cambio, en términos
absolutos o comparada con un nivel de producción más alto. Y a la inversa, cuando los términos
del problema se inviertan. Por consiguiente, en un régimen de producción poco desarrollada la
mayor parte del verdadero capital–dinero se hallará en manos de los comerciantes, cuyo
patrimonio constituirá, frente al de los otros, la riqueza en dinero.

No es necesario que el capital comercial se limite a describir la rotación arriba examinada para
poder primero comprar y luego vender mercancías por todo su valor. El comerciante realiza
simultáneamente ambas operaciones. Su capital se divide luego en dos partes. Una está formada
por capital–mercancias, la otra por capital–dinero. En un caso compra, convirtiendo así su dinero
en mercancías. En otro caso vende, con lo que convierte otra parte del capital–mercancías en
dinero.

. Cuanto mayor sea la parte que existe bajo una de estas dos formas, menor será la que se
presenta bajo la otra.

En este caso, es también caro como la luz del día que el capital–dinero que aquí figura como
capital comercial no es absolutamente más que el mismo capital industrial bajo su forma de
capital–dinero, al refluir a sí mismo bajo la forma de dinero.

El comerciante en lienzo compra al fabricante lienzo por 3,000 libras esterlinas; el fabricante
destina 2,000 libras de las 3,000 a comprar hilado al comerciante que vende este producto. El
dinero con que el fabricante paga al comerciante que le vende el hilado no es el dinero del
comerciante en lienzo, pues éste ha recibido a cambio mercancía hasta cubrir la suma
correspondiente. Es la forma–dinero de su propio capital.

El capital–comercial, siempre y cuando que no sea, por tanto, una mera forma del capital
industrial que se halla en manos del comerciante como capital–mercancías o capital–dinero, no
es otra cosa que la parte del capital–dinero que pertenece al mismo comerciante y circula en la
compra y venta de mercancías.

Es la parte del capital total que, prescindiendo de lo invertido como renta, tiene que circular
constantemente en el mercado como medio de compra para mantener en marcha la
continuidad del proceso de reproducción. Y esta parte será tanto menor en proporción al capital
total cuanto más rápido sea el proceso de reproducción y más desarrollada se halle la función
del dinero como medio de pago, es decir, cuanto más desarrollado se halle el sistema de
crédito.1

El capital comercial no es sino el capital en funciones dentro de la órbita de circulación. El


proceso de circulación es una fase del proceso total de reproducción. Pero en el proceso de
circulación no se produce ningún valor ni, por tanto, ninguna plusvalía.

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