Sie sind auf Seite 1von 2

EL PARTIDO POLÍTICO Y LOS DESAFÍOS EN LA CONSTRUCCIÓN

ORGANIZACIONAL

Luis F. Vilcatoma Salas

El problema de la construcción del partido político entendida como la activación cotidiana


y ordenada de sus agentes políticos así como la ampliación física y territorial de sus
militantes, se ha convertido en el problema cardinal, en estos momentos, a superar desde
el corto plazo como una forma de no sólo sobrevivencia del colectivo político sino también
de conquistar y reconquistar espacios significativos en la subjetividad y praxis social, y la
construcción de una hegemonía alternativa en el país.

Este proceso implica necesariamente la adopción de un concepto de partido político


operativo y funcional que permita la discusión, el análisis y la configuración de alternativas
operativas concretas para superar la crisis de construcción partidaria; más allá de un
concepto solamente ideológico y político del colectivo político. Un concepto orientado en
este sentido podría ser el de enfocar al partido como una totalidad relacional compleja
constituida por una estructura y subestructuras, subjetividades y praxis de los militantes,
amigos y simpatizantes, conformada a lo largo de un proceso histórico no homogéneo
como el que se ha dado a lo largo del Siglo XX en el Perú. La estructura del partido, en
otros términos, está dada en el conjunto de relaciones humanas intersubjetivas
construidas por obra de la teoría y la experiencia política de los dirigentes y militantes, y la
subjetividad que concierne a los códigos, sentidos y significados que adoptan los
militantes del partido en el proceso de su militancia y engranaje con la construcción de lo
social y un nuevo poder, y los movimientos populares en las diferentes franjas sociales
donde se disputa el poder y las formas de hegemonía. Hay que entender que la
subjetividad colectiva del partido no es homogénea sino plural y dinámica, consecuencia
de los diferentes espacios de experiencia que los militantes tienen en la formación social.
Subjetividades que muchas veces se contraponen y conflictúan en el marco de la
subjetividad dominante alimentadas por razones teóricas e ideológicas o por razones
personales y grupales que tienen otra fuente de interés que linda muchas veces con la
corrupción, particularmente cuando el partido político ha accedido a determinadas cuotas
de poder institucional en el Estado burgués como pueden ser, por ejemplo, alcaldías,
gobiernos regionales, instituciones de la sociedad civil, diputaciones o representaciones
parlamentarias, empresas, etc. En este caso la subjetividad del militante no ha sido
reordenada con los códigos y sentido dominantes en la ideación y praxis del partido, sino
en los códigos culturales centrales de la sociedad burguesa que tienen que ver con un
sentido de vida dominado por la materialidad, el corto plazo existencial, el hedonismo y el
oportunismo entre otros valores que se desbocan cuando el partido logra presencia en
entidades donde es factible el manejo de recursos públicos materiales y financierios. No
obstante, el enfrentamiento partidario de este problema y su superación no reside
únicamente en variables administrativas, coactivas y disciplinarias sino básicamente en la
manera como se forma la subjetividad de la militancia y en inteligentes mecanismos de
prevención que muchas veces el partido político no los tiene y que se hacen de mayor
necesidad cuanto se intenta transitar de un partido de cuadros hacia un partido de masas.
El tercer componente de la totalidad partidaria es, como se ha señalado más arriba, la
praxis política que tiene un sentido más amplio que la práctica política, porque la praxis
política compromete profundamente la subjetividad del militante y su compromiso con el
sentido esencial de la política desde el punto de vista ético: el “servicio a los demás”. La
praxis política intermedia la estructura del partido con la subjetividad de sus militantes y
abre espacios a intervenciones transformadoras y resistenciales en la militancia partidaria.
La praxis transforma al militante de simple sujeto político en agente político en un proceso
activo y dinámico mediante la cual se configuran y reconfiguran las estructuras partidaria.
Lo que quiere decir entonces que la estructura partidaria no existe independientemente de
la subjetividad. Por el contrario es resultado de la subjetividad aunque una vez
configurada se convierte en un marco de constreñimiento y condición de posibilidad
“habilitadora” de la praxis política. En este sentido también la estructura partidaria es
edificada y modificada por la subjetividad y praxis de sus militantes en cuyo proceso los
mismos militantes se modifican subjetivamente y cambian su praxis. La relación es pues
dialéctica en espacios abiertos o semiabiertos donde pueden germinar contradicciones y
confrontaciones que, de ser inadecuadamente manejadas, muchas veces, como vemos
en el curso de la historia del partido, han dado pié a la división del partido y la creación de
pequeñas capillas ideológicas de menuda existencia.

La praxis política organizacional, a tenor de lo señalado, en las complejas circunstancias


actuales, no puede tener una orientación deductivista sino inductiva. En otras palabras, ya
no es posible construir organización por afiliación de militantes introduciendo primero la
teoría para explicar después, con esta teoría, los acontecimientos de la vida real; sino al
revés partiendo de los acontecimientos para, en su procesamiento intelectivo, hacer uso
progresivo del discurso teórico con la finalidad de comprenderlos, explicarlos e
intervenirlos mediante la praxis. Sólo mediante este proceso cognoscitivo es factible dos
cosas importantes relacionadas con la construcción partidaria: primero, el acercamiento
directo, geográfico y orgánico con la población social diversa, sus problemas, dificultades,
necesidades y propuestas que han de surgir de los propios involucrados para, luego,
sistematizarse todo esto por el colectivo político; y segundo, la construcción orgánica del
partido enraizada en los sectores populares con una importante garantía de sostenibilidad
y proyección futurista estratégica.

El enfoque deductivista para la construcción partidaria funciona muy bien con resultados
destacables cuando el grupo humano está dispuesto subjetivamente a la recepción
directa e inmediata de la teoría, como sucedió en el Perú, durante los años 70 y 80 del
siglo anterior, pero no cuando el ánimo de los sujetos sociales discurre por vías
individualizadas, de resultados materiales inmediatos y debilidad de las utopías
trascendentes.

Puno, 28/04/2019

Das könnte Ihnen auch gefallen