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SOLO DIOS PUEDE AYUDARME

Para entender el Salmo 121 y el porqué del título de este mensaje debemos adentrarnos en el contexto en el que fue
escrito. Dicho salmo es el segundo de un grupo de quince salmos, ‘’los cánticos graduales’’, que van desde el 120 al 134;
estos fueron escritos con la intención de ser palabra de aliento, de esperanza, de confianza en Dios, para los peregrinos
que iban a Jerusalén a adorar a Dios mediante la celebración de las tres fiestas anuales que recordaban el favor de Dios
hacia Israel en el pasado, a saber: la pascua, pentecostés y los tabernáculos.

De esta manera, el Salmo 121, era la canción que entonaba el peregrino que emprendía su camino desde algún punto de
Israel o desde otra nación para llegar al templo en Jerusalén para tener un tiempo de adoración y de comunión con sus
hermanos.

Lo anterior es importante ya que al identificarnos con la figura del peregrino y de lo que este vivía en su camino hacia
Jerusalén podremos comprender como es que este Salmo nos ayuda para nuestro propio peregrinaje mientras avanzamos
hacia nuestra meta, hasta nuestra reunión celestial con Dios y con todos sus redimidos para adorarle por la eternidad.

A. El peregrino reconoce su necesidad de ayuda (vs. 1)


Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?

¿Por qué el peregrino miraba hacia los montes? Algunos estudiosos sugieren que este versículo nos da a entender que el
peregrino mira hacia los montes indicando que era consciente de los peligros que amenazaban su vida; seguramente por la
mente del peregrino pasaban posibles imágenes de fieras viniendo hacia él y hacia su grupo para devorarles o quizá de
ladrones asaltando su campamento. Es por eso que el peregrino se hace la pregunta que nos muestra el Salmo 121: ¿De
dónde vendrá mi socorro? , lo cual en palabras nuestras podría ser: ¿De dónde vendrá mi ayuda? ¿Quién podrá ayudarme?
¿Quién podrá auxiliarme?

En ese sentido, nos podemos identificar con este peregrino ya que día a día nosotros atravesamos por luchas, por
dificultades, por crisis, por experiencias y situaciones que pueden ser gran prueba para nuestra fe; la vida cristiana es
como ese peregrinaje que el pueblo de Israel hacía cada año para adorar en el templo. Nosotros somos esos peregrinos que
en un sentido figurado debemos dirigir nuestra mirada hacia los montes y percatarnos de los peligros y amenazas que hay
en nuestro camino, sabiendo que en este mundo estamos expuestos a cualquier tipo de aflicción.
B. El peregrino encuentra su ayuda en Dios (vs. 2)
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

Esto que hacía el peregrino era tan importante ya que el ser consciente de los peligros y amenazas del camino le llevaba a
reconocer dos verdades:

- su insignificancia ante dichos peligros y amenazas


- le llevaba a reconocer que su socorro, su ayuda, su auxilio no estaba en Él sino en Aquel quien le guardaba en su
camino.

Ahora el peregrino conoce que la ayuda que necesita y su garantía para poder llegar a su destino es Dios; en palabras de
nuestro señor Jesucristo, ‘’permaneced en mí, y yo en vosotros (…) porque separados de mí nada podéis hacer’’, ‘’no
ruego que los quites del mundo sino que los guardes del mal’’. ¡Solo Dios puede ayudarnos a perseverar hasta el final!
¡Solo Dios puede ser nuestro pronto auxilio en las tribulaciones! Solo Dios puede ayudarnos a luchar contra nosotros
mismos, contra nuestro pecado, contra nuestra debilidad, contra esas cosas que nos están costando, contra esas cosas que
parece que nos hacen desmayar.

¿Y por qué solo Dios puede ayudarnos?

¡Porque Dios es Yahvé, el gran YO SOY, el Alfa y el Omega, el principio y el fin, quien ‘’hizo los cielos y la tierra’’, el
creador del universo, en quien todas las cosas tienen su origen y su subsistencia, en quien fueron creadas todas las cosas,
las que se ven y aun las que no se ven, quien gobierna sobre todo, quien es soberano sobre cada situación, a quien
pertenecen todo el dominio, todo el poder y toda autoridad.

Este peregrino que iba hacia Jerusalén no se detenía al pensar en los montes y sus peligros sino que alzaba su vista más
allá y la ponía en su creador; él sabía que Dios estaba ahí en su camino, protegiéndole, guardándole, cuidándole, amándole
en cada paso que él daba. ¡Él sabía que Dios, quien le había guiado para que emprendiera ese camino le llevaría hasta el
final!

Solo Dios puede ayudarme, porque solo Dios es mi creador, porque solo Dios conoce plenamente cuales son cada uno de
los peligros y amenazas que están a la orden del día; solo Dios puede ayudarme porque el peregrinaje que estamos
haciendo no es por nuestro méritos, no es por lo bien que pensemos que trazamos nuestros planes, ¡solo Dios puede
ayudarnos porque nuestro peregrinaje se llama GRACIA!
C. La ayuda que Dios trae (vs. 3-4)
No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.

El peregrino empieza a descubrir esa ayuda que Dios le trae mediante dos ilustraciones muy significativas.

Dios no dejará que sus pies resbalen en los miles y miles de pasos que tenga que dar; he aquí una confirmación de lo que
ha venido diciendo el salmista, ¡si Dios es el creador del peregrino es también su sustentador, quien le preserva en cada
paso que da!.

Y aún, si la noche llegare y el peregrino tuviere que armar su campamento y dormir ahí, este podría estar seguro que su
Dios no pegaría el ojo en toda la noche, porque esté estaría como su guardián, cuidando que nada malo le pasara.
‘’¡En paz me acostaré porque solo tú me haces vivir confiado!’’

Que grato debe ser para nosotros saber que Dios no hace menos con Su pueblo, con Su iglesia, porque así como lo hacía
en el pasado con estos peregrinos hoy lo hace con usted y conmigo.

¡Hermano, dese cuenta que Dios no duerme para con nosotros, Él ni siquiera se adormece!

Dios está ocupado en guardarnos hasta el final, Dios está ocupado en cumplir Su obra santificadora en nosotros!
Aunque hayan problemas y dificultades en el camino Dios está ahí, vigilante, atento a nuestro caminar, dándonos lo que
necesitamos, dándonos su gracia una y otra vez, constantemente y abundantemente. ¡Porque nada ni nadie nos puede
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús! ¡Porque el que no escatimó ni a su propio hijo nos dará también todas las
cosas que necesitamos para nuestro peregrinaje!

D. La ayuda de Dios evidenciada para con Su pueblo (vs. 5-6)


Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.

Dios está a nuestro alcance, está a nuestra derecha, para ayudarnos, para socorrernos. Así como Dios hizo con
Israel en el desierto lo hacía con esos peregrinos que iban a Jerusalén y lo hace hoy también con nosotros en
cada día de nuestras vidas, en este año que estamos iniciando, en cada uno de los pasos que demos hacia la
morada que Cristo tiene preparada para nosotros.
Ni los rayos abrasadores del sol ni alguna superstición de la luz de la luna le podrían hacer daño a este
peregrino, ya que Dios estaba con él, como su sombra.

“Lo que el salmista realmente está diciendo, aunque en lenguaje figurativo, es que nada ni del día ni de la noche puede
lastimarnos si Dios está protegiendo. Dios es nuestra protección en contra de todas las calamidades. Él es nuestra
sombra en contra de todos los peligros del día al igual que de los que se ocultan por la noche.” (Boice)

D. La ayuda de Dios preserva a su pueblo (vs. 7-8)

Jehová te guardará de todo mal;


El guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.

Ya en este punto del Salmo, cuando el peregrino cantaba, podía hacerlo con plena confianza en Dios, porque ha recibido
varias razones por las cuales puede confiar en Dios como su ayuda, Dios se ha revelado a Él como su creador y como el
Dios que preservó a Israel en el pasado; de esta manera, el peregrino sabe que Dios le va a guardar y le va a preservar
hasta llegar a su destino, sin importar los peligros y las amenazas, las dificultades y el sufrimiento que tenga que atravesar.
¡El peregrino sabe que Dios está acompañándole!

Es como dijo Spurgeon: “Nuestra alma es protegida del dominio del pecado, la infección del error, el aplastamiento del
desaliento, el soplo del orgullo; guardados de este mundo, de la carne y del diablo; guardados para cosas más grandes y
santas; guardados en el amor de Dios; guardados en su eterno dominio y gloria.”

Dios guarda a Su iglesia así como lo hacía con ese peregrino que cantaba el Salmo 121 mientras caminaba hacia
Jerusalén. La promesa de Dios, de mostrarnos Su fidelidad a diario, se está cumpliendo, pues mediante Su poder nos
preserva en todas nuestras actividades (entrada y salida) y en todo tiempo (Desde ahora y para siempre).

Hermano, solo Dios puede ayudarnos en nuestro peregrinaje, en cada cosa, pequeña o grande, porque todo es por Su
gracia. Si nosotros entendemos que nuestro camino hacia la eternidad es un peregrinaje nos daremos cuenta de cuán
necesitados estamos y empezaremos a ver cómo Dios nos ayudará con Su gracia. Porque en nuestro camino de fe hay
peligros hay de todo tipo. Necesitamos que Dios nos ayude, necesitamos empezar en este año 2019 a tomar correctivos
para ver como Dios se revela a nosotros como nuestro ayudador, como nuestro socorro.

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