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“Experiencia en la

Como práctica de sistemas


integrados de
semillas producción sostenible
en los municipios de

que se Guaymango y Jujutla,


en el marco de la

esparcen Agricultura Sostenible y


Organización
Comunitaria”
Como semillas que se esparcen

“Experiencia en la práctica de sistemas integrados de producción sostenible


en los municipios de Guaymango y Jujutla, en el marco de la Agricultura
Sostenible y Organización Comunitaria”

Autor:

Erick Barrera Tomasino

Revisión y aportes:

Claudia Hernández
Rigoberto Bonilla
Gerardo Morales

Apoyo en campo:

Luis Borja

Fotos:

Luis Borja y SJD

Fundación Servicio Jesuita Para el Desarrollo


Av. Río Lempa, N°. 8, Jardines de Guadalupe, Antiguo Cuscatlán, La
Libertad, El Salvador, C. A.
Teléfono (503) 2243-0609

San Salvador, El Salvador


Agosto de 2012
GLOSARIO DE SIGLAS

AS: Agricultura Sostenible

ARENA: Alianza Republicana Nacionalista

BVC: Bancos Vivos Comunitarios

CAC: Campesino a Campesino

CENTA: Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y


Forestal

FAES: Fuerzas Armadas de El Salvador

FAO: Organización de las Naciones Unidas para la


Agricultura y Alimentación.

FINATA: Financiera Nacional de Tierras Agrícolas

FMLN: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional

ISTA: Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria

MAG: Ministerio de Agricultura y Ganadería

PAF: Programa de Agricultura Familiar

PTT: Programa de Transferencia de Tierras

SJD: Fundación Servicio Jesuita para el Desarrollo


I. PRESENTACIÓN

Este trabajo relata la experiencia de promoción en agricultura sostenible en los


municipios de Guaymango y Jujutla al sur del departamento de Ahuachapán;
de cómo un grupo de campesinas y campesinos de la zona trabajan un modelo
de agricultura que en lo pequeño pretende extenderse a otras comunidades
campesinas de la zona y del resto del país y de cómo, a pesar de un entorno en
apariencia desfavorable, subsisten para hacer posible lo que desde sus parcelas
impulsan: transformar la agricultura campesina sostenible en una alternativa
viable frente al modelo convencional de producción capitalista.

Se muestra aquí la mirada desde los sujetos protagónicos de la experiencia,


personas que aunque cada una con sus particularidades comparten una identidad
semejante: son campesinos y campesinas que conviven en una localidad común,
el espacio rural de Guaymango y Jujutla con una actividad que les da esa
identidad compartida, el trabajo agrícola de “subsistencia”, pero también de
cómo el equipo facilitador del Servicio Jesuita para el Desarrollo (SJD) percibe
este proceso.

Tratamos de mostrar experiencias significativas, más allá de lo que podría


entenderse como “exitosas”; puesto que lo que aquí se busca es relatar cómo
se han dado, con sus aciertos y desaciertos. Experiencias que se bifurcan y se
encuentran, que conviven en un espacio y un tiempo particular.

Pretendemos que lo narrado posibilite al lector o lectora encontrarse en su


propia vivencia, particularmente está dirigido a campesinos y campesinas que,
en las semejanzas y diferencias, les remita a su propia historia y al hacerlo sea
una oportunidad de aprender junto con ellas.

La agricultura sostenible además de ser un instrumento de transformación


tecnológica, es un instrumento de transformación de la persona, la familia y la
sociedad. Por lo tanto, es un proceso que busca facilitar condiciones para que los
hombres y las mujeres fortalezcan sus conocimientos y capacidades personales,
se organicen y valoren la fuerza del trabajo colectivo y asuman retos para la
construcción más equitativa y justa de sus familias y comunidades. Es por ello
que este documento es además una herramienta para la formación.

¿Como se cosechó este libro?

El SJD tomó a bien realizar una “Investigación sobre la práctica de sistemas


integrados de producción sostenible en los municipios de Guaymango y Jujutla,
en el marco del proyecto institucional de Agricultura Sostenible y Organización
Comunitaria”. Para lo cual se definieron los objetivos que guiarían este trabajo:
4
Objetivos

a) Objetivo general: generar información sistematizada de las prácticas


que se están promoviendo como SJD en las comunidades de Guaymango y
Jujutla, que nos permita evaluar qué efecto están teniendo estas en la vida de
las familias involucradas y revisar la práctica institucional que se está teniendo.

b) Objetivos específicos:

• Rescatar la experiencia de transformación de parcelas en sistemas


integrados de producción sostenible, realizada por 15 familias participantes de
los proyectos impulsados por el SJD, identificando y analizando las condiciones
que han intervenido para que asumieran dicha transformación y cuál ha sido el
impacto en la vida de las familias.

• Reflejar de manera particular el impacto que estas prácticas han tenido en


la vida de las mujeres de las familias participantes, señalando además el papel
que ellas han desempeñado.

• Identificar y señalar algunos aprendizajes importantes que el SJD debiera


tomar en cuenta para la continuidad de su trabajo con familias campesinas a
través de la agricultura sostenible.

Ante ello, se realizó primero una visita a la zona para conversar con algunas de
las familias que han participado de la experiencia, esto permitió primero ubicar
en el terreno las condiciones en las que ésta se desarrolla. En ese momento se
establecieron algunas ideas para organizar una guía de entrevistas a desarrollar
con el resto de personas que compartirían sus testimonios, y es de esta serie de
conversaciones que surge el énfasis a describir en este documento.

A la vez que se sistematizaba la información recabada, se hizo revisión de una


serie de documentos, tanto de la institución como de otras experiencias que
permitieran tener un mayor panorama de la propuesta de soberanía alimentaria
y de agricultura sostenible, bajo el entendido que este trabajo sea, por sobre
todo, una herramienta de formación para el sector campesino.

Luego de un momento de intercambio con personal de SJD, para afinar el


documento, entregamos este texto que como cualquier proceso, no es algo acabado
ni es la última palabra, pero sí es un aporte para seguir construyendo caminos
que dignifiquen al movimiento campesino y en particular a las poblaciones de
Guaymango y Jujutla.

5
TERRITORIOS DONDE SE UBICA LA EXPERIENCIA

Cuadro Nº 1

Cuadro Nº 2

1
Para ambos municipios hemos tomado de referencia a Lardé y Larín (2000) y; PNUD (2009)

6
II. AGRICULTURA EN EL SALVADOR: TENENCIA DE TIERRA Y
FORMAS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLAS

“Desde que nací me he relacionado con la agricultura, ese ha sido mi pasar, eso
me enseñó mi papá. Entonces me inicié como el año de 1985, como con 10 años
empecé a trabajar. En ese tiempo nos infundían con la agricultura convencional,
que es a la que hay aplicarle su dosificación (de químicos) para todo, para que
pueda rendir; me acuerdo que como en el (año de mil novecientos) 87 mi papá
se metió a un crédito que todavía funcionaba el IRA (Instituto Regulador de
Abastecimientos). En el crédito le dieron todo el implemento para que él pudiera
cultivar, desde semilla, fertilizante, insecticida y pesticida, y yo me acuerdo
que todo eso él no lo aprovechó. De allí para acá me empecé a involucrar con
todo lo que tiene que ver con la agricultura” –Fidel Ramos-.

Testimonios como el anterior son muy comunes en el campo salvadoreño, son


voces que sintetizan el sistema de producción agrícola de las décadas recientes.
Pero, ¿ha sido siempre así? ¿Han variado los modelos de producción agrícola
en el país? ¿Qué pasa actualmente? En este capítulo revisaremos brevemente la
historia de la agricultura en El Salvador, principalmente en cuanto a la tenencia
de la tierra y las formas de producción agrícola, para tener un breve panorama
de cómo ha funcionado desde que El Salvador se constituye como república;
así como de las tendencias actuales que tienen que ver con el contexto de la
agricultura.

1821 – 1930. Los años de la República Liberal

El Salvador, desde su origen, se configuró como un país eminentemente agrícola;


su población ha sido en su mayoría campesina, productora principalmente de
granos básicos. Heredera de una población indígena que pobló casi todo el
territorio, los pueblos originarios desarrollaron la agricultura de tal forma que
les permitiera sostener prácticas que garantizaran su alimentación de manera
saludable, nutritiva y de respeto con la naturaleza. Las formas de producción
diversificada bajo el concepto milpa se han perpetuado por mucho tiempo, sobre
todo en productores de pequeña escala, es decir, de agricultura campesina de
subsistencia. Utilizando mano de obra familiar, en la que la familia se constituye
al mismo tiempo como unidad de producción y de consumo. El monocultivo no
existía entre sus prácticas. La propiedad de la tierra era colectiva con lo cual la
producción satisfacía la demanda local.

Con la creación de la República Liberal en El Salvador, se inicia una lenta pero


constante desaparición de las comunidades originarias a causa de la integración
del país a la economía mundial; se desvincula progresivamente a los campesinos
de la tierra, a través de la expulsión por la fuerza, por endeudamiento o por
7
presión excesiva de la población sobre el campo. En este sentido, en El Salvador
en el año de 1881, se aprueba una ley que prohíbe las propiedades comunales (de
campesinos e indígenas) y los ejidos. La ley de 1881 decía: “La existencia de tierras
bajo la propiedad de las comunidades impide el desarrollo agrícola, estorba la
circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la independencia del
individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales que la
República ha adoptado”. Dichas presiones obligaron a los campesinos a optar
por quedarse como obreros rurales, vivir como colonos en las haciendas y a
trabajar por salarios miserables –cuando los hubo- o a dejar el campo y emigrar
a las ciudades para tratar de integrarse y convertirse en “jornaleros” urbanos.

Expropiadas de sus tierras, las comunidades originarias fueron despojadas con


trampas jurídicas y brutal violencia de su herencia ancestral, para pasarla a
manos de los terratenientes. La reforma liberal de esos años expropió las tierras
comunales y ejidales de campesinos e indígenas, dando paso a la consolidación
de un sector rural terrateniente para la explotación agrícola de monocultivos
destinados a la exportación. El café fue el rubro que originó mayores niveles
de concentración de tierra, desplazando a los campesinos a laderas casi
improductivas.

Sin embargo, como consecuencia de la crisis económica mundial de 1929, el café


se quedó sin mercado y miles de campesinos que trabajaban en las haciendas
pasaron a engrosar las filas de desempleo y a sufrir hambre. La crisis se hizo
sentir en el país por ser altamente dependiente de los precios del café, lo que
profundizó la miseria en las poblaciones rurales, obligando a muchos campesinos
a levantarse contra la alta concentración de la tierra, contra la sobreexplotación,
por mejoras laborales y políticas que les beneficiaran.

1930 – 1960: Dictadura agroexportadora

El levantamiento indígena y campesino fue aplastado en 1932. Las demandas


de estos obtuvieron como respuesta una represión que duraría décadas. Este
período es marcado por un continuo dominio de una oligarquía terrateniente
sobre una gran mayoría de trabajadores sin tierra. Grandes extensiones de tierra
se orientaron a una economía agroexportadora.

En todo este período, El Salvador fue gobernado por “una élite que expropiaba
y concentraba las tierras y coaccionaba a los trabajadores, y dominado por
regímenes autoritarios normalmente insensibles a las presiones o a las
necesidades populares que funcionaban dentro de un ‘cascarón’ de liberalismo
constitucional”. (Lauria-Santiago, 2003, p. 35). Son los tiempos de dominio de la
oligarquía agroexportadora de la mano con dictaduras militares que se sucedían
por golpes o por elecciones fraudulentas. Esto fue consolidando una clase
8
terrateniente basada en la concentración de tierras dedicadas a la producción
dirigida a satisfacer la demanda externa en detrimento de la producción para
el consumo local. Garantizándolo a través de la férrea mano de las dictaduras
militares que si inician en 1930 y que se extendería hasta finales de los años
setenta y que perduraría en los años ochenta marcado por el período de guerra.

Las principales tierras, las de mayor vocación agrícola quedaron en manos de los
sectores dominantes; mientras que las laderas o tierras marginales se apartaron
para la pequeña producción campesina. Sin embargo, para lograr esto, las grandes
extensiones agrícolas, habrían de necesitar ciertos métodos para “modernizar” la
agricultura y así satisfacer las demandas del mercado mundial como una manera
de desarrollar un tipo de agricultura acorde al modelo capitalista de producción.

1960 – 1979: Desarrollismo y revoluciones verdes

A lo largo de todo ese siglo, algunos cambios se van generando, más por obligación
que por necesidad. Son los tiempos de las revoluciones verdes, que entran de
lleno en la periferia para hacer uso de las sobras de la Segunda Guerra Mundial,
principalmente, el uso intensivo de maquinaria y de agrotóxicos; los equipos
utilizados para la guerra fueron reorientados para la producción de alimentos.
Cambian así, de manera radical, las formas de producción eminentemente
campesinas por un sistema de producción capitalista en la agricultura.

En El Salvador, es a partir de los años cincuenta y sesenta que se implementa


de manera agresiva el modelo de “revolución verde” lo cual significó la
“modernización” de la agricultura; es decir, de una que todavía guardaba vestigios
de la agricultura tradicional a formas eminentemente capitalistas: mayor eficiencia
económica –competitividad-, producción barata, rápida, de mayor volumen;
uso de maquinaria y agrotóxicos; rechazo a los conocimientos tradicionales de
los pueblos -considerados ineficientes-; introducción de la semilla híbrida y con
ello la dependencia del campesino a las empresas; se uniformizan las técnicas,
especies y aumento de monocultivo. Todo supuestamente para acabar con el
hambre. Un modelo que en la práctica ha demostrado que no funciona.

“Yo recuerdo que cuando empezaron a traer una semilla H501, solo los
agricultores que tenían más posibilidad de dinero lo hicieron (de empezar a
usarla). Los que no tenían posibilidades económicas de comprar el fertilizante
fueron a pedir créditos en el banco; pero cada año iba más cara la semilla y el

2
Para no recargar mucho el texto, en adelante, cuando citemos algún testimonio brindado por
los participantes en el Taller de Reflexión crítica, solo colocaremos entre paréntesis la palabra
“Testimonio”, el cual hará referencia a dicho taller. N de A

9
abono, pero la gente estaba aficionada a lo que producía y no hacia números
de lo que gastaba y entonces ya estábamos metidos en la agricultura química”.
(Testimonio en taller de reflexión ).

Paradójicamente en este mismo período se implementa el modelo de “sustitución


de importaciones”, abandonando el anterior modelo agroexportador, lo cual
genera que muchas de las políticas de Estado se orienten al cambio de modelo y
consecuentemente se abandone el campo. Se instalan fábricas en las periferias
urbanas y por la poca rentabilidad del campo, la población es despojada y forzada
a trabajar en la naciente industria. Son las campesinas y los campesinos quienes
abandonan el campo, pero son los sectores dominantes quienes conservan la
tierra, aunque reorientándola de tal manera que desechan su vocación agrícola
para instalar ahí lo que de industria (fábricas) podría crearse.

Esta “industrialización” profundiza las migraciones y obliga a una mayor


concentración de la población en las zonas urbanas, lo cual funciona como otra
estrategia para despojar a los campesinos de la tierra. Esta nueva forma de
concentración de la tierra generó que muchos campesinos se organizaran para
poder impulsar una distribución equitativa de ella, demanda que fue apoyada
por amplios sectores de la población e integrada en las banderas de lucha de los
movimientos populares que se organizarían en aquel momento.

1980: Redistribución de las tierras: La Reforma Agraria

A finales de la década de los setenta las contradicciones entre la clase dominante y


los sectores populares son más evidentes, lo que generó un auge en la disputa entre
los sectores de mayor oposición de la sociedad salvadoreña. La concentración de
la tierra y las desigualdades sociales y económicas del modelo agroexportador
crearon un contexto de inestabilidad social que derivó en la guerra. Para frenar
un poco la situación de confrontación que se avecinaba, el gobierno de esa época
inició un proceso de reforma agraria.

“La concentración en la tenencia de la tierra fue uno de los detonantes de la


guerra civil que vivió el país, tanto así que la junta revolucionaria de gobierno
que toma el poder luego del golpe de estado de 1979 declara que la reforma
agraria es la única fórmula capaz de evitar la guerra en el país. Por lo mismo
en marzo de 1980 se decreta la Ley de la Reforma Agraria, al mismo tiempo
que el ejército del país ocupa militarmente mas de 250 propiedades con una
superficie mayor de quinientas hectáreas.” (Vega, 2011, p. 15).

La reforma agraria de 1980 fungió más como una estrategia de contrainsurgencia,


puesto que una de las demandas del movimiento campesino más beligerante
era la distribución de las tierras para las campesinas y los campesinos que las
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trabajaban.

La Fase I de la Reforma Agraria afectó 480 propiedades con extensiones


mayores de 500 hectáreas, equivalentes al 15% de la superficie agropecuaria
del país, promoviéndose la formación de cooperativas agropecuarias. Con la
Fase II se afectaron 55 propiedades con un área de 7,385 hectáreas, superficie
comparativamente menor que la afectada por la Fase I. Con el Decreto 207 (Fase
III) se afectaron 4,560 propiedades y una superficie de 209,733.9 hectáreas
(FUNDE, 2010, p. 8).

Si bien un porcentaje de la tierra del país se redistribuyó a manos de campesinos


y cooperativas agropecuarias, las formas de producción no variaron. Hubo una
incapacidad de cambiar la estructura agraria. Los campesinos son presionados
para producir solamente productos comerciales destinados al mercado mundial,
lo que puso en peligro la producción para el mercado interno y para el propio
consumo de las familias campesinas.

1989- PTT y liberalización de los mercados

En los años noventa, los programas de ajuste neoliberales, reorientan la dinámica


económica hacia el sector financiero y de servicios, con lo cual el sector agrícola
dejó de tener importancia en las políticas del Estado. La producción agrícola
queda aún más dependiente de las variaciones de precios a nivel internacional.
El sector agropecuario va teniendo poco peso en la economía nacional.

En cuanto a la tenencia de la tierra, en 1992, como consecuencia de la aplicación


de los Acuerdos de Paz se impulsa el Programa de Transferencia de Tierras
(PTT) se amplió la redistribución de la tierra. 40,178 personas se beneficiaron
con 148,083.4 hectáreas. (FUNDE, 2010, p. 8)

No obstante, casi inmediatamente, terminado el proceso de medición y


escrituración, por falta de apoyo técnico y financiamiento para la producción,
muchas de estas personas vendieron las tierras recién asignadas, lo cual generó
condiciones para una nueva concentración de tierras; es decir que con el PTT se
pasó de un programa para la distribución de tierras a una forma que facilitó la
concentración de ellas en manos de empresarios capitalistas .

A lo anterior, se suman las reformas neoliberales que abrieron los mercados,


afectando de manera considerable la importancia de la producción agropecuaria
del país. Antes de estas reformas el Estado tenía injerencia en la economía,
controlaba las exportaciones de café y azúcar, fijaba precios, protegía la

3
Un mayor análisis de este proceso, puede verse en FUNPROCOOP, 2002.

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producción nacional con impuestos a las importaciones, pero luego de esto la
agricultura quedó en manos de poderosas empresas del agronegocio. Se abrieron
las aduanas, lo que llevó a una mayor importación de alimentos que colocó los
productos importados a precios más favorables de los que se producían en el
país. Lo cual dejó de hacer rentable a la agricultura.

Puesto que para los sectores dominantes se volvía más rentable importar que
producir; la producción local fue cediendo a la entrada de insumos y alimentos
provenientes del exterior. Derivado de ello, las políticas impulsadas por los
consecuentes gobiernos del partido ARENA posibilitaron un desajuste en la
economía; muestra de ello es que entre los años de 1990 al 2002, las exportaciones
agrícolas disminuyeron de $349 millones a $188 millones, mientras que las
importaciones aumentaron de $215 millones a $407 millones, es decir que solo
en los primeros doce años de gobierno neoliberal las exportaciones agrícolas se
redujeron en un 46%, mientras que las importaciones en ese sector aumentaron
en un 89%. Esto antes de que se firmara el TLC con Estados Unidos, que agudizó
esta situación.

Pese a todos los intentos, tanto de la Reforma Agraria en los años ochenta y
el PTT luego de los Acuerdos de Paz, y a que hubo un porcentaje considerable
de descentralización en la propiedad de la tierra, esto no significó un cambio
en las formas de producción agrícola, puesto que se continuó con la lógica de
producción de monocultivos. La utilización de químicos, semillas mejoradas y
mecanización, seguirían siendo los métodos principales para producir, además
de que seguiría siendo orientada a la satisfacción de la demanda externa y no a la
satisfacción de las necesidades internas. La Reforma Agraria por su ineficiente
implementación, llevó a un proceso gradual de reversión que conllevó al antiguo
sistema de propiedad de la tierra.

Aunado a esta situación, durante toda la década de los años noventa, periodo de
gobiernos del partido ARENA, se redujeron los gastos del gobierno destinados
a las instituciones que apoyan al sector agropecuario; solo del año 1990 en que
se destinaba un 5.2% del gasto total, al 2002, este gasto se redujo al 1.2%. La
agricultura tendría cada vez menos importancia a menos que se volviera rentable
en el marco internacional.

Tendencias en la agricultura

Desde 1995 se viene impulsando el desarrollo de la “biotecnología” como una


respuesta a la supuesta escasez de alimentos. Principalmente se promueve el uso
de semillas transgénicas, producidas en laboratorios por grandes empresas del
agronegocio. Idea que se ha venido justificando con mayor profundidad desde el
2007, año en que se presentó una “crisis de alimentos” a nivel mundial.
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Este fenómeno dio pautas para que en el país se discutiera la introducción
de insumos transgénicos para aumentar la producción. Esto ha tenido como
propósito la obtención de ganancias para las empresas, más que la solución
de las necesidades de las comunidades pobres. Sin embargo, ese discurso de
escasez sirvió de argumento para que en El Salvador se modificara el artículo
30 de la Ley de Semillas: El decreto legislativo No. 616 con fecha 30 de abril del
2008 afirma que: “Las semillas genéticamente modificadas aseguran una mejor
producción, ya que tienen mayor resistencia a las plagas, sequías, hace uso de
la labranza mínima, menos usos de pesticidas y aseguran mayor tamaño y
calidad en los alimentos”. Este tipo de semillas lo que vendría a generar es una
mayor dependencia de las grandes empresas dueñas de las semillas, dejando a
un lado el uso de la semilla criolla afectando también la salud de las personas
consumidoras.

Propuestas como la anterior siguen siendo dirigidas a aumentar la producción


de alimentos sin cuestionar la racionalidad en la producción y distribución de
los mismos. Lo cual consolida la producción de alimentos como un negocio y no
como un derecho.

Control de la agricultura por el capital financiero

La “crisis alimentaria” es una expresión de la crisis del modelo económico, lo


cual genera una dinámica económica a nivel mundial, cuyas tendencias en el
agro no son ajenas a ello, por lo que la producción agrícola pasa a ser controlada
por el capital financiero; lo cual se expresa, según Stédile (2008) a través de:

a) Los bancos adquieren acciones de empresas que actúan en diferentes


sectores relacionados a la agricultura.
b) Dolarización de la economía. Lo que favorece a la importación de alimentos
a precios más favorables que vienen a competir con la producción nacional.
c) Los organismos internacionales normalizan el comercio de productos
agrícolas, lo cual obliga a los gobiernos a liberalizar el comercio de estos
productos.
d) Crédito bancario por la dependencia de insumos industrializados, se
requiere cada vez de más créditos para financiar la producción.
e) Abandono de políticas públicas de protección al mercado agrícola y de la
economía campesina.

Esto favorece el control de las transnacionales en la producción y el comercio


agrícola. Una sola empresa puede controlar toda la cadena productiva de insumos
y maquinarias por la agricultura. También controlan el comercio y los precios de
alimentos. Como promueven una agricultura favorable a sus empresas, obligan
a los campesinos a una mayor dependencia al uso de los insumos químicos y a
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un mayor endeudamiento en la banca para poder comprar estos insumos.

Sumado a lo anterior, la especulación en el mercado de tierras va en aumento, los


proyectos de venta de lotes con fines de urbanización y las inversiones extranjeras
en adquisición de inmuebles para ubicación de maquilas, bodegas, comercios,
y para la producción de nuevos monocultivos están generando un nuevo
panorama en la disputa por la tierra. Actualmente se invierte en la construcción
de infraestructura para zonas industriales donde los antes campesinos/as ahora
se ven obligados a trabajar por salarios de miseria “las formas cambian, pero la
explotación no”.

Los impactos de la agricultura convencional son: el control financiero en la


agricultura; la centralización de activos fijos como tierra, agua y biodiversidad
por parte de las empresas; la oligopolización de la economía (una misma empresa
controla desde la producción de insumos, materias primas y la producción
de alimentos, hasta la comercialización de los mismos); la dependencia al
agronegocio por la utilización de estos insumos y del crédito en los bancos.
En términos ambientales, la desertificación del suelo. Y en cuanto a la salud y
socialmente, profundiza las migraciones y abandono del campo.

Programa de Agricultura Familiar: la apuesta gubernamental

En 2009 asumió el gobierno Funes quien en 2010 lanzó la propuesta de Programa


de Agricultura Familiar (PAF) , como sustituto del programa de entrega de
insumos agrícolas a pequeños productores que realizaban los gobiernos de
ARENA.

La idea de este plan es atender a 395 mil familias en condiciones de pobreza de


los territorios rurales del país. Entre otras medidas, este plan pretende “dotar de
insumos agrícolas, asistencia técnica y apoyo crediticio y seguro agropecuario.
Y de manera más ambiciosa pretende fomentar el ‘negocio’ entre grandes
empresas y pequeñas y medianas asociaciones de agricultores familiares; así
como la de aumentar y sostener (sic) la competitividad en el mercado” (FAO,
2011). En esencia este programa representa la sustitución del antiguo programa
de entrega de paquetes agrícolas a uno que ofrece una “oportunidad” de vincular
a los campesinos al mercado de alimentos, pero que no necesariamente debate la
cuestión agraria y la política agropecuaria. A pesar de las buenas intenciones, en
programas como este no caben los sin tierra, porque no se discute la exclusión.

Este programa pretende aumentar la producción local y disminuir el volumen


de importación de alimentos, puesto que la balanza comercial es desfavorable
para el país. Así lo demuestran datos del BCR, que en el mes de mayo: “Las
exportaciones totales registran un decrecimiento de 1.2% anual, donde las
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exportaciones de tradicionales presentaron una disminución de 27.8% anual.
Las importaciones cerraron con un incremento de 6.2% anual, donde sobresale
el aumento en la demanda de bienes intermedios y de consumo” y continúa el
informe “A mayo de este año el saldo de la balanza comercial fue deficitario
en US$ 2,147.9 millones, cifra que representó un incremento del 15.4% con
respecto al mismo período del año anterior”. (BCR, 2012, p. 9) Es decir que se
importa más de lo que se exporta, por cual existe la tentación de acelerar la
producción para cambiar esta situación.

Ésta necesidad por salir del déficit comercial, lo que se presenta es una situación
contradictoria. Como aquí no se producen la mayoría de insumos, mucho menos
las maquinarias, requiere de mayores niveles de importación. Entonces la
balanza comercial seguiría siendo desfavorable para el país.

En ese plano, las organizaciones campesinas vienen cuestionando al modelo


basado en la profundización de la pobreza con fines de acumulación capitalista,
que favorece una mayor concentración de riqueza para las grandes corporaciones
transnacionales que, en el campo de la agricultura, tienen la forma de agronegocios
y se caracterizan por la producción de monocultivos para la exportación,
utilización de grandes extensiones de tierra, producción de forma mecanizada y
con poca mano de obra.

La actual crisis alimentaria no es una crisis de nuestra capacidad productiva.


Se debe más a factores como la especulación y acaparamiento de alimentos,
fomentadas por las empresas transnacionales de alimentación y los fondos de
inversión que provocan injusticias globales, lo que significa que algunas personas
comen demasiado, mientras que otras no tienen dinero para adquirir los
alimentos adecuados, y/o carecen de tierras donde producirlos. (Vía Campesina,
2010, p. 1)

Es por ello que dentro de los movimientos campesinos acompañados de


algunas ONG, se vienen proponiendo formas que favorezcan la producción de
alimentos saludables, retomando los principios de la agricultura tradicional y
campesina. Dentro de estas propuestas se encuentran la Soberanía Alimentaria
y la Agroecología.

15
III. SOBERANÍA ALIMENTARIA Y AGRICULTURA SOSTENIBLE

La soberanía alimentaria para alimentar al mundo

La soberanía alimentaria fue planteada por la organización internacional La


Vía Campesina durante el Foro Mundial por la Seguridad Alimentaria, evento
paralelo a la Cumbre Mundial de la Alimentación de la FAO, en 1996.
Peter Rosset, experto en agroecología y asesor de La Vía Campesina Internacional
define: “la soberanía alimentaria es el derecho de todos los pueblos a poder
definir su propio sistema de producción, distribución y consumo de alimento.
Es el derecho de los pueblos rurales a tener acceso a la tierra, a poder producir
para sus propios mercados locales y nacionales, a no ser excluidos de esos
mercados por la importación hecha por las empresas transnacionales. Es
también el derecho de los consumidores a tener acceso a alimentos sanos,
accesibles, culturalmente apropiados. Si un país no es capaz de alimentar a
su propia gente, si depende del mercado mundial para la próxima comida,
estamos ante una situación profundamente vulnerable. Vulnerabilidad frente
a la ‘buena voluntad’ de las superpotencias o las fluctuaciones del mercado.
Por eso hablamos de soberanía”.

Lo anterior implica que la agricultura campesina está en contra del agronegocio.


La primera procura la subsistencia de las familias; la segunda, una renta
capitalista realizada a partir de la explotación del trabajo asalariado y el control
político del mercado. La agricultura campesina no es movida por el lucro, sino
por la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la familia campesina y
de su soberanía en el propio campo.

Solar familiar en
Jujutla, Ahuachapán.

16
Cuadro Nº 3

¿Seguridad o Soberanía Alimentaria?

Existe cierta confusión en ambos términos, algunas veces se utilizan como


sinónimos, es decir se les da el mismo significado o, en otras ocasiones se cree
que la seguridad alimentaria es el primer paso para alcanzar la soberanía, como
si fuese un estado previo. Sin embargo frente a ello, creemos que es importante
aclarar ambos conceptos:

La Seguridad Alimentaria es cuando la población tiene comida solo para satisfacer


necesidades inmediatas, sin importar la calidad, el nivel nutricional, su origen o
forma de preparación. Lo que se come es impuesto por el mercado, sin ninguna
participación de la población. Por ejemplo los paquetes alimentarios que a veces
se entregan en las escuelas son solo para quitar temporalmente la sensación
de hambre, pero que muchas veces no sabemos quién, cómo ni con qué fueron
producidos.

Mientras que la Soberanía Alimentaria como ya lo hemos mencionado, es el


derecho a consumir y producir los alimentos saludables y nutritivos, a organizar
la distribución de ellos tomando en cuenta el ambiente. Es la definición de
políticas alimentarias propias y consecuentes con el pueblo. Esto implica ser
independiente, estar en armonía con la naturaleza y cuidar la calidad de lo que
se consume. La identidad cultural se resguarda.

Por lo tanto, no puede haber una verdadera seguridad alimentaria si no existen


las condiciones para una soberanía alimentaria.

Fuente: elaboración propia en base a los documentos de la Vía Campesina

Las familias campesinas producen alimentos saludables para su autoconsumo y


para el alimento de la comunidad y del país de forma diversificada en armonía
y respeto con el medio ambiente. La familia produce su propio alimento sin
veneno, acorde a sus necesidades y costumbres.

El campesinado y las y los agricultores familiares, tienen raíces en la zona que


tanto ellos como sus ancestros han cultivado durante generaciones y donde sus
hijos y nietos seguirán ejerciendo la agricultura en el futuro. Es su razón para
cuidar la capacidad productiva del suelo y el entorno. Y es precisamente en
estas comunidades donde encontramos las prácticas tradicionales sostenibles
y el rápido desarrollo de la agroecología. (Vía Campesina, 2010, p. 7). Es por
ello que la tierra y el territorio son de relevante importancia para la producción
campesina de alimentos, lo cual además de una política que favorezca esta lógica,
17
requiere también una serie de principios en las formas de producción agrícola.

Producción agroecológica

Si la soberanía alimentaria es una política, una forma de organizar la producción


y distribución de alimentos, la agroecología es la expresión material en la
parcela campesina de los principios de esta propuesta. Para autores como Silva
(2009) los tres pilares que sustentan la agroecología son: 1) socialmente justo;
2) ecológicamente sustentable; 3) económicamente viable.

Veamos en el siguiente cuadro, cuales deberían ser los principios que orientan
la agricultura sostenible.
Cuadro Nº 4

Principios de la agricultura campesina sostenible

Se pueden encontrar ejemplos de agricultura campesina y familiar sustentables en todo


el planeta, por lo que existe una amplia terminología para referirse a ésta. Dependiendo
de los sitios donde se realice, se emplean los términos agroecología, agricultura
orgánica, agricultura natural, agricultura sostenible de bajos insumos, y otros. En La Vía
Campesina, no queremos decir que un nombre es mejor que otro. Preferimos especificar
los principios que defendemos.

En realidad, la agricultura campesina sostenible viene de la combinación del


descubrimiento y revalorización de los métodos campesinos tradicionales y de la
innovación de nuevas prácticas agrícolas.

Entre los principios clave, se encuentran los de la agroecología:


1) Fomentar el reciclado de la biomasa y optimizar la disponibilidad de nutrientes y
el balance de flujos de nutrientes.
2) Asegurar unas condiciones de suelo favorables para el crecimiento de
las plantas, realizando un buen manejo de la materia orgánica, las cubiertas
vegetales y la actividad biótica del suelo.
3) Minimizar las pérdidas de energía solar, de aire y de agua, adecuando el
manejo al microclima local, e incrementando las coberturas para favorecer la
recogida de agua y el manejo del suelo.
4) Diversificación del agroecosistema, en el tiempo y el espacio, de especies y
genéticamente.
5) Fomentar las interacciones y sinergias biológicas benéficas entre los
componentes de la agrobiodiversidad, para promover los procesos y servicios
ecológicos clave.
Fuente: La Vía Campesina, 2010, p. 2

18
Desde el punto de vista de las familias, la agricultura sostenible es entendida
como una forma de producir la tierra de manera respetuosa. Es un compromiso
por cuidar la naturaleza, la vida toda. Una agricultura que posibilita perpetuar y
sostener la vida, no solo de la familia que produce sino de la comunidad entera.
Además de que producir de esta manera, es una experiencia económicamente
viable, si se coloca en contraposición de la agricultura convencional (química)
la Agricultura Sostenible permite garantizar el sustento diario con alimentos
sanos.

Coherente con lo anteriormente planteado, para el SJD, la diversificación


agrícola es eje fundamental para la agricultura sostenible, tal y como lo definen:
“en la misma parcela se debe producir el abono necesario para fertilizar el
suelo, alimentar las plantas y animales. Todo esto se va ordenando, de manera
que un cultivo no afecte al otro, sino que al contrario, se ayuden. Se trata de
combinar plantas anuales con plantas perennes, plantas de raíces superficiales
con plantas de raíces intermedias y profundas, plantas de sol con plantas de
sombra, plantas que botan sus hojas y otras que no” (SJD, 2010, p. 12).

Sin embargo, esta propuesta también requiere de un nivel de organización


que garantice hacer sostenible en el tiempo propuestas como las de Soberanía
Alimentaria y Agricultura Sostenible; como lo anota La Vía Campesina en el
texto citado:
Las organizaciones campesinas avanzan a contracorriente cuando no pueden
contar con políticas públicas adecuadas. Estas políticas deben incluir auténticas
reformas agrarias para dejar las tierras en manos del campesinado y acabar
con las subvenciones abiertas y ocultas a las prácticas de manejo industriales,
incluyendo los insumos químicos y transgénicos, la modificación de las políticas
de libre mercado (…), la sustitución de las políticas sesgadas contra la agricultura
campesina y sus organizaciones por otras que apoyen nuestros esfuerzos para
innovar y desarrollar métodos agroecológicos y compartirlos horizontalmente.
(Vía Campesina, 2010, p. 14).

Es decir que aunado a una política de Soberanía Alimentaria con formas


de producción agroecológicas, debe tomarse en cuenta el desarrollo de una
verdadera reforma agraria, que posibilite el acceso de campesinos/as a la tierra.
Pero que involucre además, formas organizativas en lo productivo y lo social,
que tome en cuenta las verdaderas necesidades de la población del campo y de
la relación entre el campo y la ciudad.

Durante la etapa de aplicación de la doctrina neoliberal, el campo sufrió de


abandono en detrimento de los sectores de servicios y financiero; obligando a
mucha de la población rural a emigrar a las ciudades o al exterior. Algunas familias
optaron por adaptarse a esta nueva configuración del modelo socioeconómico y
19
otras buscaron alternativas para extender su sobrevivencia en el campo. Veamos
en el siguiente apartado, la experiencia de agricultura sostenible y organización
comunitaria que se promueve desde el SJD, en los municipios de Guaymango y
de Jujutla.

Parcela familiar
con prácticas de
conservación y
diversificación en
Jujutla, Ahuachapán.

20
IV. COMO UNA SEMILLA QUE SE ESPARCE

La experiencia desde el punto de vista de sus protagonistas

“Cuando yo me crié, fíjese que mis abuelos me contaban que ellos no usaban
químicos, sino que sólo sembraban y lo que hacían era solo mantenerlo
limpio, solo con cuma” –Cándido Hernández-.

Las experiencias de agroecología han trascendido los diferentes modos


de producción a lo largo de la historia de las sociedades, aunque no con ese
nombre, los principios y los métodos para producir alimentos para el pueblo
se han trasladado por generaciones y se han intercambiado entre miembros de
diferentes comunidades y pueblos. En este apartado revisaremos la experiencia
en agricultura sostenible en comunidades de Guaymango y Jujutla que son
acompañados por el SJD.

El SJD, y las primeras semillas en agricultura sostenible

“Cuando empezamos a trabajar con el SJD, se hizo como un análisis en las


comunidades de porqué Guaymango se dice que está en extrema pobreza,
claro, Guaymango solo depende de maíz y maicillo y frijoles casi nunca se ha
sembrado, se ha caracterizado solo por esos dos cultivos. Se dijo que la pobreza
vino desde los ochenta, cuando el gobierno empezó a meter semilla mejorada y
la gente cada día iba siendo más pobre. Yo recuerdo que mi papá por pagar ese
crédito, nos tocó que comer la “mutisha” es decir, la punta de la mazorca porque
querían solo maíz de selección. Reconociendo todas esas cosas que me habían
pasado, en un análisis personal yo me di cuenta que yo no ganaba, no sabía
para quién trabajaba. Incluso uno no podía ni decirle a un amigo ‘mirá te voy
a convidar a un par de libras de maíz’ porque no teníamos. Entonces haciendo
esos análisis decidí ver como entrarle a esto de la agricultura sostenible, que
es un tema muy amplio que eso implica muchas maneras de cómo hacerlo”
(Fidel Ramos).

Viajar a la zona suroccidente del país desde San Salvador es bastante ilustrativo,
por el camino se pueden apreciar las aún extensas plantaciones de caña a lo
largo de toda la carretera y uno que otro “ingenio” para la producción de azúcar,
evidencia del modelo de producción predominante en el país; no obstante, al
llegar al municipio de Guaymango llama la atención las pequeñas parcelas con
producción de maíz y frijol en las laderas que estampan en el paisaje, es en ese
tipo de terrenos donde muchos campesinos producen sus alimentos, con los que
sobreviven la mayor parte del año.

Originario de Apaneca, Don Rodrigo se vio forzado a emigrar a un cantón de


21
Guaymango, en el mismo departamento de Ahuachapán. Las razones que lo
llevaron a mudarse a esta zona, las explica tajante: “allá (en Apaneca) sólo
trabajaba en los cafetales propiedad de los ricos; cuando uno no es propietario
de su propia tierra se ve obligado a trabajar lo que ellos deciden, ni siquiera
puede uno sembrar su propio alimento”. Como él, otros campesinos de la zona
han trabajado como jornaleros, vendiendo su fuerza de trabajo en las fincas o
plantaciones para que todo el esfuerzo fuera apropiado por los dueños de la
tierra; además de depender del poco trabajo que se les ofrecía, tenían que aceptar
las precarias condiciones que se les imponía. Si bien la tierra no es la ideal, ellos
han aprendido a hacerla producir.

El sur del departamento de Ahuachapán es una región vulnerable a los fenómenos


climáticos, frecuentes inundaciones en las épocas de lluvia y asfixiantes sequías
el resto del año son causas de constantes riesgos para los pobladores de la zona.
Fue producto de esta situación que en el año 2002 inició el trabajo del SJD en
la zona de Guaymango; en ese entonces el trabajo se orientó a la gestión de
riesgos con la población; además por los daños y la escasa inversión social del
Estado, se desarrollaron proyectos de infraestructura e iniciativas productivas
(procesamiento de lácteos, creación de panadería, construcción de granjas para
gallinas de “engorde”, etc.).

Si bien todo esto fue de suma importancia, trabajar de esta manera generó cierta
dependencia en los “beneficiarios” por la ayuda material, tal como lo describe
Alfredo Umaña, uno de los facilitadores de la institución que trabajan en la zona
desde aquella época: “trabajar de esa manera se consideró una etapa de mucha
inversión pero con pocos resultados”. Los proyectos funcionaban sólo si había
inversión de parte de la institución, pero con poco o nulo empoderamiento de
las familias “beneficiarias”.

Es así, como en el año 2008 el SJD hace una evaluación institucional y se


reflexiona que había que cambiar la lógica de acompañamiento, dejar de ser
una organización que “asistiera” a una población considerada “pobre”, por una
modalidad de trabajo que considera a la población como sujetos de su propio
desarrollo; por lo cual considerando las condiciones de la zona y las características
de la población con la que se trabaja se definió una apuesta por la Agricultura
Sostenible como una alternativa para el desarrollo rural a largo plazo, trabajo
que inicia en 2009, primero en el municipio de Guaymango y posteriormente,
en septiembre de ese año, en el municipio de Jujutla.

Para el SJD la agricultura sostenible se aborda como: “un sistema integral,


no únicamente en su parte técnica y/o productiva, sino como un todo, en sus
dimensiones social, medioambiental, política y cultural. La apuesta primera
es por la transformación de la parcela humana, al irse dando esta,
22
la transformación de la parcela agrícola resulta un proceso natural”. (SJD, 2010,
p. 1)

En 2009 el cambio de apuesta conlleva un cambio en la metodología de trabajo,


enfocando el punto de partida en la persona para luego extenderlo a la familia y a
la comunidad. Se inicia con un grupo aproximado de 150 familias en 13 cantones,
y en el lapso de 2009 a 2010 se crean los equipos de animación comunitaria y
animadores zonales, estos últimos son quienes visitan y dan seguimiento a los
equipos comunitarios. Veamos a continuación algunos elementos significativos
en este período de trabajo entre el SJD y las comunidades de Guaymango y
Jujutla.

Una metodología para el intercambio de ideas

Uno de los principales esfuerzos ha sido la preparación de la “parcela humana”


que implica un cambio consiente en la lógica de producción, en las relaciones que
se establecen entre pares y en la apuesta por procedimientos reivindicativos del
ser campesino/a, cuya visión se confronta abiertamente a la lógica de producción
capitalista. A través de una metodología que se contrapone al extensionismo
clásico, del técnico hacia el campesino.

Como lo mencionamos, el inicio del trabajo con cada participante pasa por la
transformación de la “parcela humana”. Respecto a esto, Luis Funes, responsable
del área de formación nos aclara que la “parcela o finca humana”, es una figura que
“lo trabajó don Elías Sánchez, agricultor y promotor de la Agricultura Sostenible
en Honduras, y él plantea claramente que cuando la gente logra transformar
su pensamiento y visión en ese momento genera nuevos sentimientos, y eso
te lleva a una acción. Creemos –continúa- que el principal cambio debe de
hacerse cognoscitivo, pero también emocional, pero quizá más en el campo de
la promoción humana (…) y allí la emoción ocupa el primer lugar, porque eso te
lleva a una nueva práctica, como en la educación popular que revisas tu práctica
para recrear tu futuro”.

Si bien, es una propuesta con énfasis en la persona individual, donde se parte


de este singular, para –posteriormente- irradiarlo a los grupos de pertenencia,
el abordaje y la construcción son colectivos. En este caso es asumido por los
equipos de animación comunitaria y zonal.

23
Cuadro Nº 5

Equipos de Animación Comunitaria (EAC) y Zonal

Los EAC son un grupo de personas voluntarias, por comunidad, elegidas por los
grupos de productores y productoras, para que se conviertan en el enlace directo
entre el SJD y la comunidad y, de alguna manera sean el equipo facilitador y
animador –como su nombre lo dice- del proceso en sus comunidades y caseríos.

Los diferentes EAC de un grupo de comunidades de una misma zona de trabajo,


conforman lo que se denomina Equipos de Animación Zonal (EAZ); es un grupo
consultivo para la planificación y evaluación del proceso que se impulsa.
Fuente: SJD, 2010, p. 15 y 16

¿Por qué equipos de animación? en voz de Funes nos responde de la siguiente


manera:

“Los hombres y las mujeres necesitamos sentir el corazón del otro en nuestro
corazón, y la gente para sentirse motivada necesita mucho ánimo. Los
campesinos ya no necesitan lástima, sino inspiración. Los problemas del campo,
no se resuelven con paquetes agrícolas, necesitan darse cuenta de cómo en este
mundo tiene posibilidades, destrezas y habilidades. Entonces inspirados en eso,
hemos planteado que no les llamamos promotor, sino más bien necesitamos
que la gente se anime entre ella. Entonces estos equipos de animadores están
compuestos por hombres y mujeres que sienten con las ganas de animar a
los demás desde su experiencia y desde su propia práctica. En estos equipos
todos/as tienen la categoría de animador/a. Se forma un grupo, unos van
despuntando, pero eso no nos corresponde a nosotros (como SJD), pero ellos
deciden quienes son los referentes de la comunidad. Lo único que necesita ese
animador/a es creer en sí mismo, no importa si puede leer, escribir o su género
o su edad. Nosotros no queremos hacer lo que el CENTA, u otras ONG hacen.
Ellos hacen cosas agrícolas y tienen gente buena en el tema técnico y trabajan
en el campo, pero no trabajan el crecimiento personal ni la formación política,
eso hace que no motiven o animen a los demás vecinos”.

En base a estos principios acá descritos, el SJD profundiza su trabajo de


acompañamiento, impulsando un proceso de formación desde una visión que
asume “las relaciones fundamentales de las personas”. Más adelante veremos
con más detalle esta metodología de trabajo adoptada por los actores de esta
experiencia.

24
En la memoria de algunos de los ahora animadores se puede describir mejor
el acercamiento inicial entre la institución y la población que sustentan esta
reconversión de la metodología, de una transferencista a una con mayor
participación de la comunidad: “llegaron los del SJD y empiezan a reflexionar con
nosotros sobre cómo recuperar la producción campesina y proponer algunas
técnicas para la recuperación del suelo, de la semilla y de la biodiversidad”
(Testimonio).

Evidentemente las formas de acercamiento han sido diversas, muchas de ellas


tocaron las necesidades inmediatas de las personas en ese momento, a tal
punto que poco a poco se han ido involucrando más personas; sin embargo, el
elemento de reflexión a partir de las propias experiencias ha sido fundamental.
Aquí otros testimonios de cómo algunos participantes recuerdan se interesaron
por la propuesta del SJD:

“Yo empecé en una reunión en la unidad de salud, ahí nos capacitaban (en
Agricultura Sostenible), pero no decían cómo hacerlo; luego vino un técnico y
me invitaron ir a escuchar las reuniones; como sembrar hortalizas utilizando
abono orgánico, como preparar la tierra para la siembra, así comencé a
sembrar en guacales matas de chile, tomate, cilantro y pepino debajo de los
árboles y seguí reuniéndome. Sentí más ánimo por que también venían con
la siembra de hortalizas y eso me gusta a mí, por que uno ya no gasta en
comprar esas cosas y lo que nosotros cosechamos es orgánico sin químicos”
-Ángela Aguirre-.

Otro de los participantes de la experiencia recuerda:

“Ya tenemos 2 años, mi hermano me dijo que una organización jesuita estaba
organizando gente y así comencé con ellos. Y ellos venían con el mejoramiento
de la tierra, como ponerle barreras vivas, maíz criollo, frijol, pepino y todo eso
y nos decían que no tiráramos casi químicos. Ellos nos daban demostraciones
y eso nos pareció. Nos demostraban como cultivar con lo orgánico. Como
a nosotros nos gusta eso, allí nos empezamos a involucrar”. –José Antonio
Chávez-.

Complementario a esto, en el mismo período podemos sintetizar que en 2009


se hicieron reuniones comunitarias con acompañamiento técnico. Entre las
principales actividades que se impulsaron fueron los intercambios de semillas
criollas; la implementación de huertos caseros, intercambios de experiencias,
establecimiento de bancos de semillas criollas o Bancos Vivos Comunitarios
(BVC) como aquí se les llama.

En el mismo año 2009, unos meses después se inicia el trabajo en el municipio


25
de Jujutla, específicamente en el mes de septiembre, las personas de este
municipio inician con pequeñas giras al municipio de Guaymango donde el
trabajo ya está avanzado, con visitas a huertos caseros; posteriormente se llevan
a cabo capacitaciones sobre conservación de suelos y se empieza a proponer el
trabajo en AS y aprovechar el uso de semillas criollas. En ambos municipios los
intercambios de semillas y la producción de tilapias fueron las acciones más
llamativas para quienes se vincularían en el proceso.

“En Jujutla eran comunidades nuevas (con las cuales no se había trabajado
antes), se tuvo que hacer un trabajo de hormiga porque teníamos dificultades,
porque había intervención de otras instituciones como el CENTA, que promueve
siempre la agricultura pero muy distinto a nuestro proyecto. Entonces costó
entrar, pero se inició con asambleas de promoción con grupos comunitarios y
los trabajos de intercambio con otras comunidades de Guaymango para que
se motivaran, también se hicieron visitas familiares para ganar confianza”
expresa Beatriz Vicente, facilitadora asignada en la zona de Jujutla.

Taller animadoras y animadores comunales

26
Diferencias entre el trabajo del SJD con otras organizaciones

Tal como lo reconoce el SJD, el cambio en el método de trabajo ha sido


muy bien acogido por las familias campesinas. La diferencia entre ser una
organización meramente asistencialista, que lleva o “regala” cosas materiales
a las comunidades, a ser una institución que acompaña el empoderamiento de
los sujetos comunitarios es el camino por el cual se ha optado. La participación
construida desde la concepción de los propios ejecutores es la principal diferencia
en el modo de trabajar en el medio rural comunitario. Veamos en el siguiente
cuadro el aporte formativo de la propuesta desde el SJD:

Escuela Campesina “La Milpa”

Elemento complementario a los procesos de intercambio técnico y productivo es


el de la Escuela Campesina, el cual es en sí un espacio que desarrolla un proceso
de formación, que conlleva capacitaciones técnicas, procesos reflexivos, análisis
de realidad, política y económica.

Se llama “La Milpa”, porque como la milpa (el cual es todo un sistema de
producción que integra diversos cultivos y técnicas en el mismo espacio), la
escuela campesina le apuesta a que se vaya desarrollando un proceso de formación
desde la Agricultura Sostenible (integrando distintas experiencias de agricultura
campesina en un mismo espacio); porque más que ser un instrumento para
la transferencia de tecnología es un espacio donde se generan una práctica de
reflexión desde la gente, con la gente y para la gente.

En esa área se han delineado unas temáticas concretas: formación humana en el


tema de “crecimiento personal”, puesto que la sociedad necesita de los colectivos
estructurados en organizaciones políticas para lograr transformaciones,
esos movimientos o colectivos están formados siempre por individuos y esos
individuos deben tener claro conocimiento del proceso de lucha y transformación
que desean, ellos y ellas son los que transforman las relaciones de dominación,
de explotación y opresión; son quienes hacen posible que estas cosas se pueden
cambiar.

El punto de partida son las “relaciones fundamentales para la vida” (su relación
consigo mismo y con los demás, desde su manera de entender la realidad dentro
de un contexto condicionado), para que las personas tengan la capacidad de
mirarse a sí mismas y transformarse, y cambiar sus actitudes bajo el presupuesto
que esto no es estático sino que es dialéctico.

Tres elementos configuran los contenidos de los procesos formativos: el del


Crecimiento Personal, la Organización Comunitaria, y la Capacitación
Técnica, en todo eso también entra el enfoque de género.

27
Es de notar, que el proceso de formación y acompañamiento, presenta principios
claros en base a una apuesta concreta en el campo de la producción; sin embargo
cada productor, cada familia, cada proceso tiene su propia particularidad,
motivación, dinámica; es así que el intercambio, el diálogo, es el método mas
acertado en esta experiencia, porque se van compartiendo saberes, experiencias
y “cada quien agarra lo que le sirve”.

De cierta manera la metodología de trabajo, busca transformar las relaciones de


poder dominantes por relaciones emancipadoras en todos los ámbitos de la vida,
como las del equipo facilitador a las comunidades campesinas y entre ellas las
relaciones de género, las cuales son fundamentales en el cambio de paradigma
de producción agrícola.

escuela_campesina-3.JPG

28
Mujeres productoras de Vida: transformación en las relaciones de
género

Para el SJD, buscar avanzar en la soberanía alimentaria pasa decididamente por


realizar un trabajo con enfoque de género que contribuya a reducir la brecha de
desigualdad entre hombres y mujeres y a eliminar cada vez más las distancias
entre el trabajo productivo, que se hace fuera del hogar principalmente por
hombres, y del trabajo reproductivo que se confina dentro de éste y es elaborado
casi exclusivamente por mujeres.

Tradicionalmente y por lo general, las mujeres no son consideradas en el trabajo


agrícola, como el trabajo productivo, pareciera que ellas están destinadas al
trabajo doméstico dentro del hogar, el cual es invisibilizado y desvalorizado; sin
embargo, dando una mirada con más profundidad, es notorio destacar cómo
las mujeres se involucran en todas las tareas que se desarrollan en la vida en
el campo: “por ejemplo en lo que me involucro es en preparar alimentos, en
ir a dejarlos, en abonar, chapodar la milpa y control de plagas en la milpa”
(Ángela Aguirre). En el campo, las mujeres están siempre inmersas en el trabajo
agrícola, aunque eso no siempre es considerado.

Es por ello que en 2011 se abrió una mayor participación de las mujeres en los
procesos de agricultura sostenible, además de esto, en 2012 se desarrollan –con
mayor énfasis- las capacitaciones de género, lo cual posibilita que más mujeres
se organicen en los grupos de ahorro y préstamo, “los grupos de mujeres trabajan
en ahorro y crédito, huertos caseros y elaboración de productos como jabón”;
además que se involucran en el trabajo de conservación de suelos, recuperación
e intercambios de semillas criollas, estanques de tilapias. En cualquier aspecto
de la experiencia, las mujeres están presentes participando.

29
Cómo viven la experiencia algunas de las mujeres participantes

“Antes yo no lo hacía (involucrarme en la agricultura) y hoy ya tengo 2 años


de trabajar, apoyando a mi hermano, pero la que participa en estos procesos
soy yo y lo que aprendo en los talleres lo comparto con los de mi casa y esto a
mejorado nuestra comunicación, ya que esto nos ayuda a mejorar la tierra y
nuestra alimentación. Nos involucramos todos” –María Lucía Santos-.

“La tarea de nosotras es tener aves de corral, también nos enseñan a que
tengamos huertos, en ellos tenemos ayote, tomate, chile. Nosotros estamos en
cosas del hogar y los hombres van a la parcela. También el SJD nos enseñó a
vacunar por grupitos, nos daban la vacuna para las aves de corral, pero íbamos
por grupito casa por casa vacunando los animales. También trajeron vacunas
para los tuncos también” –Concepción Vásquez-.

“Yo también siembro y siembro cualquier cosa, siembro frijol de milpa, de vara
de matocho, cuando a él no le queda tiempo, yo ando buscando allí semillas de
cualquier cosa, porque me gusta tener de cualquier cosa porque a mí no me gusta
andar comprando mis cosas, teniendo donde tenerlas uno es mejor sembrarlas”
–María Iris Ramírez-.

“Si creo que hay espacio para nosotras, para participar; una da su opinión
pero en algunos casos quizás por el machismo no la aceptan, hasta que ellos se
equivocan lo aceptan y el hecho que uno sea mujer no significa que no tengamos
nuestro conocimiento, si es posible un poquito mas avanzado que el hombre y
además yo me siento capaz de trabajar y tener la alimentación de mis hijos, no
depender de un hombre, en el grupo participan más mujeres que hombres por
que ellos trabajan pero esto avanzaría si los 2 participaran y así estar consientes
del trabajo que hay que hacer; así tuviera mas impacto” -María Santos-.

Sin embargo, es de notar que impulsar la participación de las mujeres no ha sido


fácil, por la concepción androcéntrica del trabajo agrícola; así lo afirma Beatriz
Vicente, facilitadora del SJD: “Está costando un poco, en un inicio mujeres
llegaron a todos los grupos, pero cuando solo hablábamos de agricultura ellas
se fueron excluyendo. Pero también en una comunidad los hombres empezaron
a excluirlas”.

Pero poco a poco esta separación se ha ido reduciendo a través de la comprensión


de los valores de la agricultura sostenible, así prosigue Beatriz: “Cuando se
empieza a hablar de valores y de agricultura sostenible y con esa sensibilización
se involucran más, también con la escuela de género ayudó a que también
ellas entiendan que tienen su espacio de participación. Hay zonas en las que la
30
participación de mujeres es mayor, ellas cultivan porque sus esposos trabajan
fuera. A partir del año pasado (2011) se incorporó el programa de ahorro y
préstamo para las mujeres, eso ayuda a que ellas se incluyan”.

Hay que tomar en cuenta que sumado a las relaciones predominantemente


machistas en la sociedad, el patriarcado es una gran dificultad para que las
mujeres se involucren en la toma de decisiones en las tareas productivas, puesto
que en general el propietario de la tierra es el hombre y muy raras veces las
mujeres tiene participación en ella. Si la tierra no está en manos de las mujeres
siguen siendo dependientes de lo que el hombre decida. Debemos aclarar, que
la propuesta de la AS no pretende desapropiar a los hombres de la tierra, sino
de transformar las relaciones que sustentan la desigualdad y la exclusión de las
mujeres al mismo derecho de decidir qué y cómo producir y que hacer con los
frutos cosechados. Es de reafirmar una agricultura campesina donde toda la
familia participa.
En la agricultura sostenible la familia se involucra

Algunos de los productores ya logran percibir la participación de la familia


en el trabajo de agricultura sostenible, tal como lo afirman los testimonios a
continuación:

“Todos los de la familia estamos vinculados. Cuando yo ando sembrando pepino


ellos (los hijos) traen la vara, siempre se involucran en todo, mi compañera se
desempeña en el hogar y en la parcela también, ella me ayuda a abonar, tejer
con hilo, levantar guía, también me ayuda con el frijol de castilla y Japón, en eso
ella me ayuda. Ya sembrar plátano y guineo es más pesado, fumigar foliar, eso lo
hago yo”. –José Antonio Anaya-.
"Nosotros hemos trabajado con barreras vivas, ahí se involucran no solo los
mayores, sino que también los jóvenes, trabajamos con zacate vetiver en
conservación de suelo, ahí se involucran las mujeres, ellas siembran el zacate,
también participan en la abonada y ahora en día hay mas mujeres en el grupo.
Son 8 mujeres activas, ellas a partir de comenzar el trabajo de agricultura
sostenible, ellas han recibido alverjas para que siembren barrera vivas, plátano.
Con mis hijos que vivo trabajamos igual, hasta los que viven fuera trabajan en la
agricultura”. –Carlos León-.

“Esa es una de las ganancias que tenemos como familia, este trabajo ella lo
promueve también en la parte organizativa de mujeres y ella también sabe lo de
la agricultura sostenible, si yo me voy para la parcela ella se queda en el huerto,
vienen los niños ellos también siembran sus plantas, por ejemplo la niña mía
vendió 150 bolsas de pilones para hacer el huerto, ella se benefició por el trabajo,
en la granja de los cerdos ellos también se meten a darles de comer.” –Fidel
Ramos-.
31
“Labrar la tierra para sustentarnos” Agricultura Sostenible en la
propia parcela

“Tengo caña, plátano, guineo, piña, milpa y le siembro frijol de castilla, tilapias
y loroco, en el huerto casero tengo tomate, chile verde, ejote, rábano y repollo y
para cultivar todo esto utilizamos abono bocachi; que va revuelto con gallinaza
y estiércol de vaca; es buenísimo porque hasta en la milpa lo utilizamos” –José
Antonio Anaya-.

La integración familiar al trabajo productivo de manera más consiente,


intercambios de ideas y semillas criollas, formación de grupos de mujeres,
formación de BVC, así como la diversificación de cultivos y especies menores,
son las acciones más valoradas por las personas que han participado del proceso,
todo esto es parte del trabajo de agricultura sostenible que se propone.

La expresión de la agricultura sostenible en las parcelas de los productores en


la zona se percibe en los productos que cultivan y en la forma de producirlos;
por ejemplo, de las experiencias observadas se puede notar el uso de compostas
naturales u organizadas, asocio y rotación de cultivos, protección y alimentación
de microorganismos de la tierra, curvas a nivel, barreras vivas, reutilización
de rastrojos así como de la aplicación de huertos caseros y rescate de especies
menores (gallinas, cerdos, etc.)

El sistema de vida campesina integra la producción de cereales, verduras, frutas,


la crianza de animales, particularmente de especies menores. En la parcela se
integra la producción de alimentos con plantas medicinales.
“La tierra que yo siembro es mía, la parcela es mía. Yo siembro maíz en un
área, al centro del maíz lleva uno de frijol, cuando la milpa esta jiloteando, el
frijol ya está de arrancarlo. Y allí siembro chilipucas, frijol de milpa y ayote,
acá donde vivo trabajo con lo huertos, tengo yuca, ñame, malanga, cocos,
jocote, anonas, en la parte de mi terreno tengo un vertiente que lo protejo con
huiscoyol para la sombra” –Florentino Barrientos-.

Don Cándido nos ilustra su concepción de AS: “La agricultura sostenible uno va
poniendo de su parte, de su propio interés. En la convencional allí es de invertir
gastos que al final uno trabaja solo para el que le da el crédito. En cambio, con
el maíz criollo es más sostenible, nos reduce más gastos. Aunque no tengo un
cálculo de cuanto gasto, pero sí creo que nos reduce gastos como en un 50%,
porque la semilla criolla es mas agradecida, aunque siempre hay que terciarle
el químico, pero se le reduce una gran cantidad, porque en un tiempo tuvimos
que comprar gallinaza, le revolvimos dos arrobas a un quintal de gallinaza
o una arroba, solo compramos un saco de sulfato. A eso súmele que la tierra
ahora ya es mía, aunque no la alquilaba, pero no tenía un documento que me
32
dijera que fuera mía, pero hoy sí”.

Las formas de producción en pequeña escala, diversificada o en asocio, son las


que se van desarrollando, en algunos casos aún se utilizan insumos químicos
pero se va reduciendo gradualmente su uso. Si aun falta por hacer, se asume que
por algo ya se ha comenzado.

En ese mismo sentido, don Manuel García aún mas categórico se expresa así:
“yo entiendo que la AS es para ir sobreviviendo, que con esto no vamos a tener
un gran negocio, es para ir mejorando la vida de uno; es decir para tener que
comer pues”.

La agricultura que sostiene a la familia

Para mi AS es empezar a cultivar la sostenibilidad de la familia, desde el campo,


la misma palabra lo dice: sostén familiar. Es tener qué comer. Pues si es que
antes de que estos inventos se dieran (de agricultura convencional), por lo menos
maíz de ese negrito había, la gente tenía una mejor calidad de vida. Y cuando
volvemos a la práctica de la AS vemos la manera de apostarle a otras cosas. Acá
descubrimos que en el campo hay toda semilla que produce la tierra sin que el
hombre la vitamine con químicos, sino que sea orgánica.

La AS le apuesta también a la reducción de costos. Esto se logra haciendo un


análisis en la familia: ¿qué tanto nos está molestando la agricultura convencional?
¿Y qué tanto le podemos apostar a la Agricultura Sostenible? Bueno, los que ya
vamos en este rollo y hemos salido adelante sí creemos que se pueden hacer las
cosas. Nosotros tenemos más facilidad de poder decir “mire soy independiente
del agroservicio”, no estoy con un crédito, yo trabajo libre.

Mi propia semilla no me exige lo que debo de ponerle. El mismo suelo se garantiza


en fertilizarla y para eso nos han enseñado medidas para fertilizarla, como hacer
abonos orgánicos, usar estiércol de los cerdos. Claro, nuestros suelos ahorita
están bien acabados, pero hemos reducido como un 50% el uso de químicos, eso
en las familias que vamos en este rollo. Si como les digo con el maíz químico yo
una vez tuve que comprar para producir 24 tareas, 13 sacos de abono químico
¡para 24 tareas! porque nos habían dicho que había que ponerle tres abonadas,
esa era una tal semilla Hb83. Entonces las cosas en volumen se veían bastantes
pero en dinero era poco cuando se vendía.
–Fidel Ramos- .

Como se ha dicho a lo largo de este texto, la agricultura sostenible retoma


los valores de las formas tradicionales de producción y se confronta con los
fracasados modelos de agricultura convencional que solo generan dependencia
33
de los campesinos al agronegocio. “En la (agricultura) convencional solo va
a traer al agro y ya estuvo; en la sostenible es un proceso el que se lleva, por
ejemplo cuando sembramos el huerto primero lo arreglamos, les hacemos
terrazas y barreras y con eso ya tengo plano mi terreno para las hortalizas
y hay beneficios por que si uno prepara bien el huerto uno ahorra, ya no se
va a gastar al mercado y ya se ocupan para gastos de la casa y cuando hay
en abundancia de tomate lo vendemos en la comunidad y el maíz en caso de
emergencia lo vendemos en la agencia” menciona Ángela Aguirre bastante
convencida.

Toda esta confianza por los beneficios que les genera la experiencia no significa
que sea vista de manera ideal. Frente a las ventajas de producir de manera sana
y cada vez más sostenible, aún existen algunas dificultades, principalmente
en cuanto a la utilización de algunos insumos y más aún en cuanto a las
necesidades de comercialización de ciertos excedentes. “Cuando hay excedentes,
se comercializan entre los miembros de la comunidad o en caso de necesidades
mayores se lo venden a agencias, pero ellos ponen el precio porque dicen que
dependen de cómo esté en la capital” declara Anum Martínez; en tanto que
María Ramírez matiza un poco: “Vendemos el maíz, maicillo, frijol, cuando
sembramos bastante lo vendemos y de allí compramos las demás cosas que
faltan, y se las vendemos a la gente de la comunidad, a la agencia no, solo
vendemos el frijol, maíz, maicillo”.

“Yo siempre he analizado eso (de Agricultura Sostenible), y digo que


prácticamente es algo que de ahí mismo me voy ir sosteniendo yo y pienso que
si hago un esfuerzo desde afuera no seria sostenible, algunas veces vendo unos
animales y el dinero que hago ahí mismo lo voy poniendo en el trabajo.
-María Lucía Santos-.

A pesar de que comúnmente existan apreciaciones de que la agricultura


convencional a gran escala es la solución para alimentar a la población y que la
agricultura campesina es sencillamente para la subsistencia de las familias que
producen a pequeña escala, es necesario afirmar que la agricultura campesina
sostenible es la que alimenta a la población.

Sin embargo paralelo a la gran producción de monocultivos, una parte de producción


agrícola se ha orientado al consumo local, que se consume en el propio país. La
pequeña economía campesina es la que ha sostenido la alimentación nacional.
Al menos la pequeña producción campesina –no necesariamente agroecológica-
es reconocida por las autoridades en materia agrícola. Datos oficiales sostienen
que del total de las unidades productivas registradas en el censo agropecuario
del 2008, 325,044 se encuentran en la categoría de Agricultura de Subsistencia
y representan el 82% del total de productores y productoras del país -de este
34
porcentaje el 14% son mujeres-. Este grupo de familias rurales contribuye con
más del 70% en la producción nacional de granos básicos y otros rubros, y esto
se encuentra ligado fuertemente a la seguridad alimentaria del país; las restantes
70,544 unidades productivas se clasifican dentro de la categoría de Agricultura
Familiar Comercial, debido a su vinculación al mercado.

Tabla 1

Categoría Unidades productivas Contribución a la


producción nacional de
granos básicos
Agricultura de 325,044 70%
Subsistencia
Agricultura familiar 70,544 30%
comercial
Fuente: MINEC, 2009.

Valga aclarar que el gobierno utiliza criterios a partir del aporte de la producción
al mercado (agronegocios) para definir al campesino. Una de esas categorías es la
de campesino pobre, (325,000) que subsiste pero suple el 70% de los granos del
mercado, quienes además alimentan al sector urbano (empleados, subempleados
y “ejército de reserva”). Una producción que por su situación desfavorable
frente a los productos importados de países que subsidian su producción (por lo
que ingresan a precios más bajos) y frente a un estado de abandono a políticas
públicas genera un círculo de exclusión y pobreza de estos sectores.

Argumento éste último que se utiliza para que sean estos campesinos objeto de
incentivos a través de los paquetes agrícolas, que en esencia lo que provocan
es perpetuar la dependencia a los insumos químicos, ya sea a través de
financiamientos, créditos, regalías y para seguirlos expoliando a través de la
subordinación de estos al agronegocio.

Sin embargo, aunque los campesinos posean menos tierra, producen mayor
cantidad de alimentos, pues es esa su vocación, frente a la gran industria agrícola
cuya vocación es producir materias primas exportables para obtener ganancias
sobre el hambre de la población. Por tanto, son dos modelos totalmente
opuestos, pese a todos los intentos que pretenden optar por una vía intermedia.
La producción campesina es la que conserva y sustenta la vida.

35
Los BVC: centros para conservar la semilla

Toda experiencia es desarrollada por grupos de personas, mejor aún si estas se


organizan de una u otra manera. Es así como en este proceso, la conformación de
los equipos de animadoras y animadores se ha vuelto germen para la organización
comunitaria; la construcción de Bancos Vivos Comunitarios (BVC) ha sido de
trascendental importancia para la articulación en materia de apoyo mutuo entre
campesinas y campesinos de la zona.

Para el SJD (2010, p. 20), los BVC son: “una estrategia de participación
comunitaria que busca ir generando expresiones reales de soberanía y
seguridad alimentaria, y participación democrática sobre los recursos para la
producción, la alimentación y generación de ingresos económicos”.

Estos BVC tienen su propia dinámica dependiendo de las particulares


circunstancias en las que se desenvuelven. En base a ello, es de notar que cada
uno de los BVC tiene su propio desempeño y acuerdos, por ejemplo, como la
aclaran los mismos administradores campesinos, cada BVC presta semillas
a otros agricultores y con ellos se acuerda el porcentaje de devolución, entre
50% al 100%. Veamos: “si prestamos 10 libras de maíz criollo, quien recibe el
prestamos define si devuelve luego de la cosecha, 5 ó 10 libras, que pasan al
BVC y eso sirve para otros agricultores que quieren iniciar el proceso”.

“Con el SJD establecimos un Banco Vivo de Semilla Criolla, es decir concentrar


la mayor parte de semilla criolla en los bancos. Ese banco lo administra una
junta de los socios, de 28 socios sacamos unas 5 familias que se encargan de
eso. Ellos tienen el control de la semilla, no del dinero, allí creamos también
unas técnicas de cómo meter a otras familias, se les ingresa y en lugar de que
la cancele (con dinero) que la devuelva la próxima cosecha de su producción,
si le damos 30 libras que nos de 35. También se le dice que guarde para su
próxima siembra y lo demás entréguelo al banco. Ya él no necesita que el banco
le dé para la próxima cosecha”
–Fidel Ramos-.

Este tipo de estrategias posibilita que cada vez más agricultores tengan
posibilidades de iniciar con la siembra de semilla criolla, e ir independizándose
del uso de semillas híbridas. Pero también, es una oportunidad para establecer
relaciones de intercambio entre los mismos miembros de la comunidad, bajo
sus propios acuerdos y establecer un vínculo de confianza entre ellos y acercarse
a un proceso inicial de organización campesina.

36
El buen maíz

En mi parcela con maíz criollo, se ven las grandes mazorcas; aunque este maíz
también es bien delicado, porque me pasó como dos años que me lo tiraban al
suelo, (el viento) todo me lo botaba y la gente me decía: ‘mire si ese maíz lo bota
siempre’. (Pero) fíjese que una vez fuimos a una capacitación a la Majada, y se
vino una “gran culebrina”, la milpa de mi hijo era del maíz santa rosa y estaba
empezando a engrosar el “jilote”, el mío estaba entrando en elote, entonces se
lo dejó tendidito todo, y él me dijo: ‘mire fíjese que perdí la manzana’. No la
ha perdido-le dije yo-. Entonces cuando llegó el tiempo de la dobla, le dije que
pelara el elote para que viera, y mire el maíz como que no lo había botado. Esta
es una ventaja del maíz criollo y no como ese maíz pintado que dan. Y sabe que
este maíz criollo si se cae se va con tierra y el otro (el maíz híbrido) si se cae se
va quebrado.

Y así una sobrina que quería maíz y yo le di, como acá viene la gente a traer a
veces. Pero lo que afecta es el maíz químico, si la gente tiene eso cuesta que lo
dejen. Mire ese maíz pintado quebrado se va todo y allí se pierde la cosecha.
-Manuel García-

La experiencia como una oportunidad de aprendizaje: capacidades desarrolladas


A lo largo de la experiencia, los participantes perciben la adopción de ciertas
capacidades, que han hecho posible la continuidad y sostenibilidad de la misma.
Estas capacidades van desde la apropiación de técnicas agroecológicas, como
de transformación de las relaciones entre personas; desarrollo de habilidades
personales como la comunicación verbal, el trabajo en grupos, y el trabajo en lo
organizativo.

“Antes, teníamos la costumbre de que nos dieran todo, esperamos a que nos
regalen paquetes y nos cuesta un poco salir de esa dinámica” afirma uno de
los protagonistas. Esta afirmación rescata la necesidad del trabajo organizativo.
Cuando la gente siente que es un regalo, no logra apreciar la importancia del
trabajo en la organización.

En cuanto a los procesos de formación y comunicación campesina, es un hecho


que la disminución de personal técnico ha obligado a que sean los miembros de
la comunidad quienes se desenvuelvan de manera más activa en el proceso: “La
falta de técnicos del SJD, nos animó a ser animadores, a reconocer nuestras
propias capacidades, de compartir saberes con los vecinos en las comunidades”
(Testimonio). A partir de una reducción en el personal del SJD asignado a la
zona, han sido los propios animadores y animadoras quienes se han visto en la
necesidad de ejercer un rol más protagónico en la promoción de la AS. Es por ello
que en la actualidad se logra hacer reuniones comunitarias sin la dependencia

37
de que participe un técnico de la institución, son los mismos animadores y
animadoras comunitarias quienes promueven la agricultura sostenible con los
demás miembros de las comunidades.

Desde las personas que compartieron su punto de vista, se asume la experiencia


como una oportunidad de aprendizaje, puesto que perciben que ahora cuentan
con mayores elementos de la realidad para tomar decisiones más conscientes en
relación a etapas anteriores, o de otras propuestas donde solo se les ha tomado
como “beneficiarios de ayuda contra la pobreza”. Tal como lo confiesa Alfredo
Umaña, facilitador del SJD: “cuando llegamos había solo gente que se ponía a
escucharlo a uno y a todo decía ‘SI’, pero ahora la gente misma propone”.

En cuanto a lo propiamente productivo, si hablamos de una experiencia


de sistemas integrados de producción, es necesario evidenciar los avances
en términos productivos. Una de ellas está relacionada a la capacidad de las
familias de producir sus propios alimentos, que aunque no logra ser suficiente ha
mejorado satisfactoriamente . “Antes casi la mayoría de las cosas las teníamos
que comprar, por que era bien mínimo lo que se trabajaba, ahora con la
agricultura sostenible que poco a poco la hemos ido trabajando, por que antes
solo sembrábamos maíz, ahora sembramos frijol y ahora hay diversificación
de cultivos” apunta María Santos, refiriéndose a las mejoras en la diversificación
agrícola y complementación de la dieta familiar.

La organización, aunque incipiente y de alguna manera sin estar del todo


estructurada, también es uno de los aspectos que se perfila como una capacidad
“en desarrollo”, desde una mayor integración de la familia, así como los BVC, los
equipos de animación y recientemente las tiendas comunitarias, es la base para
ir consolidando niveles cada vez mayores de organización campesina. Elemento
que prevén los miembros del equipo del SJD:

“La organización a nivel local sí ha sido buena, aunque no se tenga una


estructura definida. La gente está empezando a asumir la conducción de sus
procesos, lo cual nosotros prevemos de dos a tres años todavía, mientras ellos
(campesinos de la zona) ya están pensando en si nosotros nos vamos, ya están
pensando cuales son los valores, principios, fundamentos, el por qué de su
organización, etc.”

Y sumado a todo esto, uno de los principales aprendizajes de la experiencia es


notar que dentro de un mismo proceso, las dinámicas de integración, de traspaso
de la agricultura convencional a la sostenible, tienen ritmos también individuales,
es decir, que las personas se van integrando por diversos motivos y caminando
con sus propios pasos, por ello no se puede hablar acá de “experiencias exitosas”,
pues habría que asumir que entonces existen “experiencias fracasadas”, lo cual
38
no daría pauta a que las cosas pueden seguir avanzando.

Obstáculos

Toda esta experiencia, si bien denota avances sustanciales y de suma importancia


para ser compartidos, es necesario vincularlos a los elementos que la han
obstaculizado, para que no sea del todo satisfactoria, puesto que como toda
experiencia, esta no se da aislada del resto de la realidad, sino más bien convive
dentro de ella.

Algunos de los elementos del contexto que obstaculizan la apropiación de la


propuesta de agricultura sostenible es la tradición asistencialista de la cual son
objeto los campesinos, particularmente en cierta lógica paternalista que los ve
como personas que requieren ser depositarios de ayuda material puramente
asistencialista, sin ningún tipo de empoderamiento de las familias campesinas.
Los continuos gobiernos, nacionales y municipales así como de ONG han seguido
la rutina de entregarles paquetes agrícolas con semilla mejorada, insumos
químicos, etc.

“Las dificultades que yo veo es que hay muchos programas que involucran
las semillas mejoradas, entonces la gente cuesta que se involucre en estos de
semilla criolla” –Concepción Vásquez-

De esta manera lo que se promueve es que las personas sigan usando insumos
químicos; sigan utilizando sus pocos recursos para la obtención de préstamos
cada vez más difíciles de pagar, lo cual hace insostenible la experiencia puesto
que terminan cediendo sus parcelas o emigrando a las ciudades.
5
Aunque este elemento es importante, una de las limitantes de este trabajo ha sido la imposibilidad
de sustentar con datos, las mejorías en términos de nutrición y autosuficiencia en las familias
involucradas en la experiencia. N de A.

Otro factor es la emigración, ya que desarticula la organización comunitaria


y esto impide que se hagan valer las necesidades de la población en la zona,
forjando un círculo vicioso de dependencia y exclusión.

“Nos está costando trabajar en grupos y nuestra visión es que en el tiempo de


la cosecha la mayoría de personas lo venden y nosotros queremos comprar ese
producto, se cultiva poco y hay personas que lo venden en las agencias y cuando
estas personas se quedan sin nada lo van a comprar de nuevo y más caro, pero
el trabajo en grupo es dificultoso por que no todos pensamos igual aunque nos
ayuda a reconocer nuestros errores y a superarlos” –María Santos-.

39
El otro elemento que obstaculiza el trabajo es el hecho que Guaymango
particularmente es uno de los municipios considerados en pobreza extrema
severa, situación que hace que muchas ONG establecieran su trabajo en este
sitio; sin embargo, la dificultad estriba en que a una misma persona le llegan 10 ó
15 mensajes diferentes y por lo tanto intenta experimentar con cada uno de ellos;
así se reduce las posibilidades de participación, puesto que una misma persona
pueda estar participando de tres o cinco procesos totalmente distintos, gente
que está en todo pero concretizando poco. La gran cantidad de ONG dificulta
la participación, pues algunas personas participan de varios procesos a la vez,
además de limitar su tiempo, genera confusiones en la perspectiva que se busca.

Esto también es producto de que las agencias de cooperación al desarrollo


realicen esfuerzos poco efectivos, contradictorios y sobre todo desarticulados.
La inversión de recursos financieros es poco aprovechada, pues estos no son
coordinados y peor aún debilitan los esfuerzos que se realizan y terminan
confundiendo a la población.

Como existe la noción que el trabajo campesino es una apuesta a población


adulta, falta de experimentar con una propuesta que atraiga la participación
de la población más joven, que es la que podría garantizar la promoción de la
AS a largo plazo. La emigración hacia la ciudad o hacia el exterior sigue siendo
una opción en los jóvenes, quienes no quieren continuar con el trabajo agrícola,
además de no percibir más opciones que les motive seguir viviendo en las
comunidades.

Los impactos en el clima, por la variabilidad de las lluvias, sequías, tormentas


también hacen difícil sostener un proceso continuo de promoción de una
agricultura alternativa a los modelos convencionales, puesto que con cada
fenómeno climático los daños posteriores hacen que mucha de la ayuda se
oriente a reactivar lo más pronto posible la economía del lugar, generando un
círculo vicioso entre pobreza-vulnerabilidad-ayudas-paquetes agrícolas.

40
V. LOS APRENDIZAJES DE LA EXPERIENCIA

“Esto lo hemos hecho para beneficio propio y para enseñar a otras personas,
para economizar, para alimentar a nuestras familias. Hemos aprendido a
hacer huertos caseros, sembrar maíz criollo, sembrar estanques de tilapias,
frijol abono, hacer abono orgánico, abono foliar, herbicida orgánico”
(Testimonio).

La cita anterior sintetiza de alguna manera los principales aprendizajes que


desde sus protagonistas se van obteniendo; si bien en la mayoría de testimonios
hay un énfasis en lo productivo y en la diversificación agrícola, existen algunos
aprendizajes que no son tangibles, pero que expresan –y confirman- que la
agricultura sostenible se fundamenta en sus principios más que en una serie de
recetas y acciones homogeneizadoras:

Como lo hemos visto en este trabajo, la lógica predominante de producción está


subordinada a intereses de las grandes corporaciones empresariales, en el campo
agrícola esta tiene forma de agronegocio, que promueve e impone un sistema
de producción basado en la mecanización extensiva, el uso de agrotóxicos y se
basa en la alta concentración de la tierra para la producción de monocultivos.
La pequeña producción campesina coexiste con la gran producción capitalista,
aunque de forma subordinada, la prevalencia de esto ha posibilitado la existencia
de formas tradicionales de producción campesina, producto de la sobrevivencia
del sector campesino tradicional.

La tenencia de la tierra ha generado fuertes conflictos en la historia, la lucha por


ella ha sido una de las principales reivindicaciones del movimiento campesino
en varios periodos, provocando agudos enfrentamientos entre las poblaciones de
campesinos y latifundistas terratenientes. Propuestas como la reforma agraria
de los años ochenta y el PTT luego de los Acuerdos de Paz, elevaron el nivel de
importancia sobre la cuestión agraria, aunque hasta hoy no ha sido del todo
favorable para el sector campesino.

Frente a ello, la soberanía alimentaria y la agricultura sostenible son propuestas


impulsadas desde las organizaciones campesinas para revertir el modelo de
explotación y expoliación capitalista, por un modelo basado en la producción
sana de alimentos para el pueblo. La soberanía alimentaria es una propuesta
construida desde el movimiento campesino internacional, por tanto son estos
sectores organizados quienes la promueven y garantizan su aplicación en todas
las regiones donde se va asumiendo.

La experiencia de promoción en AS ha tenido que enfrentarse a un entorno


desfavorable, marcado por una fuerte imposición de la agricultura convencional
41
desde hace varios años e impulsada no solo por gobiernos sino reforzada por
instituciones y ONG. La situación actual requiere de un modelo agrícola cada
vez menos dependiente de insumos externos.

El alcance de la AS se ve limitada si no es acompañada de políticas que la


promuevan y sin una verdadera distribución de tierras que proteja la producción
nacional. Es necesario generar una política agropecuaria que devuelva el papel
del campesinado como sujeto emancipador; por ello la no propiedad de la tierra
en manos de campesinas y campesinos limita los avances en la aplicación de la
AS.

Muchos de los cambios conseguidos a favor del sector campesino se deben a


la organización y movilización de este, que en distintos periodos ha obtenido
resultados favorables; contrario a esto, la desmovilización ha devenido en
perder esas conquistas. Esta desmovilización es producto no solo de de la
desmotivación o aversión a la organización, que es reforzada por políticas
nacionales e internacionales, por presión, por represión y también de acciones
como la lógica asistencialista que inmoviliza a los sujetos de cambio.

El SJD ha tenido que cambiar de metodología para hacer mas efectivo su aporte
a las comunidades, la recreación de ella ha abierto un mayor protagonismo de
las comunidades donde realizan su trabajo.

“Hemos aprendido como organizarnos, a ser solidarios, a enseñar a los demás


la AS, a valorar lo nuestro y a solidarizarnos con los demás agricultores; hemos
recuperado los valores de la memoria ancestral para mejorar la sustentabilidad
alimentaria y para cuidar de nuestra salud”
(Testimonio).

Dentro de la participación organizada se han desarrollado los valores de


solidaridad, cooperación y compañerismo, lo que evidencia que la propuesta de
agricultura sostenible, es una forma también de superar las visiones individualistas
que permean en un modelo económico que presupone la competencia como uno
de sus principios. Por lo tanto, la experiencia de intercambiar ideas y propuestas
desde los mismos agricultores es sustento para una vida comunitaria de ayuda
mutua.

No obstante que en un principio las personas se organizan porque cree que va


ganar algo o por el miedo a perder lo que ya tienen, debemos decir que la apuesta
organizativa debe evidenciar algunos beneficios materiales para mantener la
motivación en la participación.

42
Ahí me decidí hacerlo

“Que no se va a gastar la plata en otros lados, sino que uno ya puede hacer los
venenos aunque no son iguales que el químico, porque el natural es más despacio
que mata y a veces se vuelve a aparecer. Pero hay que acostumbrarse.

“También aprender a cuidar la semilla criolla, la cultivo, la selecciono, la guardo


y en un barril la mantenemos; además que tenemos un banco vivo comunitario,
que administro yo y otro compañero. A veces les damos a las personas que no
pueden comprarla, sino a veces se las intercambiamos para que ellos no gasten.

“Otro beneficio ha sido eso de la seguridad alimentaria, porque yo allí tengo


mi pila de tilapias, yo antes desconocía eso, recuerdo que una vez nos dijeron:
¿quieren pescar en el patio de su casa? A todos nos dio risa, y nos quedamos
pensando que nos querían decir. Hasta que nos llevaron a un intercambio en
otras comunidades, y allí me decidí a hacer eso en el patio de la casa”. -Cándido
Hernández-

Otro elemento a recalcar, del que hemos hablado anteriormente, es la metodología


de trabajo del SJD, en la cual campesinos y campesinas son los protagonistas
activos de la experiencia, y el personal del SJD son facilitadores para que las
diferentes propuestas se encuentren y se compartan.

La práctica mas valorizada es la de las giras de campo, pues es una modalidad


que como los mismos agricultores dicen les permite “ver para creer”: “yo me
convencí cuando veía otras parcelas en las partes donde hay mucha ladera,
veía surcos de (zacate) vetiver, y yo me preguntaba cuándo tendría yo mi
parcela en ese estilo; pero gracias a la técnica del SJD y el propósito y trabajo
de nosotros mismos nos ha servido. No es que uno iguale al otro, pero yo hago
lo que puedo” (Cándido Hernández).

Es decir, que en la medida que los agricultores perciben y atestiguan los


beneficios de la agricultura sostenible, más se convencen en aplicarla. Es una
manera de afirmar que da resultados concretos, esto sin desmerecer la teoría
que sistematiza estas propuestas.

Aun hay mucho que trabajar en términos económicos, pues es notorio que aun
valorizando la práctica y los resultados visibles en las parcelas, sigue siendo
deficiente el manejo de una estructura de costos que demuestre cuantitativamente
los avances en esta experiencia. Se siguen contabilizando los costos solo por el
dinero gastado en insumos y no por los costos reales de producción, que incluyen
entre otras cosas, la fuerza de trabajo familiar. Algunos lo intentan como es
el caso de Fidel Ramos: “Yo he aprendido a hacer mis análisis de costos de
43
producción, porque yo ahora ya puedo hacer mis análisis y como enseñárselos
a las demás familias, yo por ejemplo yo trabajo con 28 familias, yo les digo
que apunten todo lo que se ocupa en la parcela, investigamos los precios, si la
familia consume 6 sacos de fórmula, le decimos que compre solo 3 que con eso
saca 2 manzanas de maíz criollo. Le hacemos dos cuadros de los gastos de las
dos agriculturas y allí que vea él con que se queda”.

Otro elemento aclaratorio se orienta en el sentido que recuperar la agricultura


campesina no significa hacerlo exactamente como se hacía antes (como una
aspiración romántica de la agricultura tradicional), puesto que no pueden
desecharse del todo y para siempre los aportes técnicos de otras propuestas. Es,
en todo caso, volver a la lógica de producir para comer y comer sanamente.

Por lo tanto, el hecho de que no toda la gente lo haga igual, no significa que las
personas no se estén apropiando de la propuesta, a veces se repite una técnica,
otras veces se experimenta, pero se van adaptando a las condiciones propias,
así hasta que se van encontrando los beneficios, materiales y simbólicos, a
las familias y a la comunidad. La agroecología y la agricultura sostenible son
principios y prácticas contra la homogeneización de la agricultura. No hay un
solo método, un solo camino, una misma fotografía para todas las parcelas.
Cada una es singular, lo que se comparten son –reiteramos- los principios y no
las recetas.

Existen personas que en el proceso se han ido alejando de esta experiencia,


quienes así lo deciden es porque dejan de percibir beneficios materiales
inmediatos, frente a ello hay que relacionarse permanentemente. La concepción
y metodología de trabajo deben ir construyendo una visión de procesos y no de
resultados.

Algo que llama la atención es el método empleado en la formación por parte de


la institución, lo de “primero pasa por transformar a la persona para que luego
vaya transformando a la familia y de ahí a la comunidad” es un enunciado teórico,
puesto que en la práctica este proceso no es mecánico, es a través de las mismas
relaciones entre individuos y estos con el contexto que se van transformando al
mismo tiempo.

Los métodos de extensionismo rural siguen impregnados, en tanto que aún


se espera que el técnico agrícola -quien sabe e impone modelos aprendidos
también de manera verticalista- transfiera datos e informaciones. Frente a ello
el trabajo de comunicación en el medio rural, entre protagonistas de un mismo
proceso se base en el intercambio dialógico de prácticas y experiencias basadas
en principios y también en una opción política, en este caso, favorable al sector
campesino.
44
Por lo que se puede apreciar, la historia de la zona genera cierta aversión por una
organización que logre incidir en las políticas públicas, esto es desde que han
sido objeto de innumerables intervenciones por instituciones asistencialistas
hasta por la otrora participación de algunos miembros de las comunidades en el
conflicto armado como miembros de las FAES.

45
VI. RETOS Y RECOMENDACIONES
“Mucha gente se convenció cuando vio mi producción”

A partir de los resultados de este trabajo, del intercambio de experiencias,


de vivencias y de apuestas por transformar la agricultura en una propuesta
sostenible, expresamos aquí algunas recomendaciones, con el ánimo de que estas
sean elementos a ser considerados tanto para el seguimiento de esta experiencia
como para otros procesos que así lo decidan.

“Uno, es espejo en la comunidad; tenemos que ser ejemplos, así de fácil, si


comenzamos a hacer en nuestras parcelas el trabajo otra gente se interesa,
por que solo con palabras no se convence a la gente; si no que con el trabajo”
(Carlos León)

Desde nuestro punto de vista, la promoción y aplicación de la soberanía


alimentaria y de la agricultura campesina sostenible pasa por tener claridad en la
apuesta del modelo de producción que se pretende. En ese sentido es importante
definir con mucha claridad y de manera integral una plataforma desde las propias
comunidades campesinas en cuanto a: definir lo que quieren alcanzar y para
qué lo que quieren hacer de esta manera y definir el camino de cómo pretenden
alcanzar esto. Planteamiento que sea desde las mismas comunidades rurales y
no sea en base a proyectos de cooperación.

Esto requiere de un tipo de organización que eche andar la propuesta, es por ello
que es necesario y hasta ineludible, abrir pauta para una organización campesina
de base, autónoma a las instituciones, que no sea una extensión de las ONG, sino
el justo derecho de las familias campesinas a organizarse que garantice la lucha
por sus legítimos intereses. Pues a pesar de la buena voluntad que se expresa
desde la institución, nos parece que falta una estructura orgánica con identidad
propia. Para ello nos basamos bajo el supuesto del SJD en la cual la organización
comunitaria es la base para hacer sostenible en el tiempo los procesos que se
desarrollan.

Como lo hemos mencionado, la propuesta de soberanía alimentaria y de


agricultura sostenible, si bien tienen expresiones locales, es una propuesta que
requiere de una correlación que permita hacerla avanzar, y bajo el modelo actual
que es un sistema de dominación nacional e internacional, es necesario establecer
vínculos y alianzas con otros actores en la zona, a nivel nacional e internacional,
del campo y de la ciudad. Muchas organizaciones del campo e instituciones
acompañantes e incluso algunos gobiernos se están convenciendo que la AS es
la alternativa a la agricultura convencional, por lo que intercambiar con esas
experiencias y construir un frente común alrededor de ello es una posibilidad.

46
Para reforzar una propuesta desde las comunidades es importante mantener
relaciones con instituciones que refuercen con elementos técnicos el camino a
seguir, por ello es necesario mantener una línea de investigación que demuestre
los beneficios de la agricultura sostenible en la región y su aporte a la alimentación
de la población. Así como la de impulsar una línea de estudios sobre tenencia y
propiedad de la tierra en la zona y buscar alternativas y/o políticas para que esta
pase a manos de campesinos que carecen de ella.

Como cada experiencia es una oportunidad de aprendizaje, y es en sí un proceso


educativo, la formación abordada de manera consciente e intencionada podría
retomar algunos aspectos tales como entender que la formación campesina
presenta diferentes modalidades, por ello sugerimos retomar la metodología
de CAC. Mantener la formación en cuanto a la producción y a lo técnico, pero
también en cuanto que eleve el nivel de comprensión de la realidad y de identidad
campesina.

Una propuesta formativa podría retomar la historia de las comunidades y de la


agricultura tradicional para obtener aprendizajes a la luz de esas experiencias;
tiene que ver con el estudio de los sistemas de producción dominantes y de las
propuestas alternativas a esos modelos; tiene que ver con la construcción de
organicidad, con la construcción de una estrategia y de una organización que la
eche andar. También gira en torno a las formas de relacionarse entre personas,
entre mujeres y hombres y en la relación campo-ciudad. Esta propuesta formativa
se construye conjuntamente entre todas las personas involucradas en el proceso.

Desde la misma experiencia, es notorio que las familias campesinas son más
abiertas a asumir la AS en base a “testimonios evidentes”, es por ello que las
modalidades de intercambio debería de mantenerse y ser más constantes,
por lo que los procesos formativos podrían tomar siempre en cuenta este tipo
de acciones que construyen y fortalecen la incorporación de más personas al
proceso. En relación a esto, una recomendación a los responsables de los proceso
de formación y de asistencia técnica es la de establecer espacios de intercambio
bajo la premisa fundamental que la educación es una construcción colectiva de
conocimientos y a su vez, es la aplicación práctica de los aprendizajes extraídos.

Desde los propios facilitadores de la institución, las recomendaciones se sintetizan


de la siguiente manera: “Desde la institución repensar más la estrategia de
integración a las comunidades, porque no todas son iguales otras no responden
iguales. Y es de repensar esa estrategia de intervención y también repensar el
papel de nosotros (como facilitadores) también, a veces como que nos falta
tener esa claridad. Estando ya en el campo unos concebimos de una manera
el proceso y otros de otra, entonces ver como unificamos esa concepción del
proceso y tirar el mismo lineamiento. Cuando se interviene en comunidades
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nuevas, construir lo que queremos hacer, pero desde la gente”.

Y como bien nos dice María Santos:

“El espacio siempre está, pero a veces no existe la voluntad o el interés de las
personas; si todos nos entusiasmáramos y tuviéramos un objetivo de todos
trabajar y no depender de los agroservicios sería diferente la cosa, porque
cuando a uno le cuesta algo más lo estima”

Un recrudecimiento de la crisis alimentaria conlleva a que cada vez más personas


busquen alternativas para satisfacer sus necesidades alimentarias; lo que podría
abrir un panorama de producción sostenible y de comercialización directa entre
productores y consumidores. El agotamiento del modelo agrícola convencional,
por ser altamente petrodependiente, genera un escenario favorable para que cada
vez más campesinos reorienten su lógica a la AS. Sin embargo, este escenario
también puede provocar una agudización en la imposición de la agricultura
convencional como la única vía posible.

48
DOCUMENTOS CONSULTADOS

BCR. 2012. Boletín Estadístico Mensual. Banco Central de Reserva de El


Salvador. Mayo.

BARRERA TOMASINO, Erick. 2011. Lógica de Acumulación Capitalista


en la Agricultura. Módulo formativo I: Fundamentos y dimensión
política de la soberanía alimentaria y la organización campesina.
Asociación de Trabajadores del Campo ATC. Nicaragua. Enero.

FAO. 2011. Plan de Agricultura Familiar. Plan de Capacitación para


el PAF-Seguridad Alimentaria. Organización de las Naciones Unidas para
la alimentación y la Agricultura. San Salvador, El Salvador. Octubre.

FUNDE. 2010. Tenencia de la tierra y democratización de la propiedad


en El Salvador. Fundación Nacional para el Desarrollo. Guillermo
Pérez (investigador). San Salvador, El Salvador. Junio.

FUNPROCOOP. 2002. Tierra, Lucha y Esperanza. Sistematización


Participativa del Programa de Transferencia de Tierras (PTT). Ana
Bickel (coordinadora). Fundación Promotora de Cooperativas. San Salvador, El
Salvador. Diciembre.

LA VÍA CAMPESINA. 2010. La Agricultura Sostenible puede alimentar


al mundo. Documento de posición de la vía Campesina. Jakarta.
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LARDÉ Y LARÍN, Jorge. 2000. El Salvador: Historia de sus pueblos,


Villas y Ciudades. Biblioteca de Historia Salvadoreña. Dirección de
Publicaciones e Impresos. 2ª edición. San Salvador.

LAURIA-SANTIAGO, Aldo. 2003. Una República Agraria. Los campesinos


en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX. Biblioteca
de Historia Salvadoreña. Vol. Nº 15. Dirección de Publicaciones e Impresos. San
Salvador, El Salvador.

MACHÍN SOSA, Braulio, et al. 2011. Revolución Agroecológica: el


Movimiento de Campesino a Campesino de la ANAP en Cuba.
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y La Vía Campesina.
Cuba. 2ª edición. México.

MINEC. 2009. IV Censo Agropecuario 2007-2008. Resultados Nacionales.


49
Ministerio de Economía, Gobierno de El Salvador. Diciembre.

MVEC. 2010. Identidad y Lucha Campesina. Cuaderno de formación


Nº1. Movimiento por la Vida y Equidad Campesina. El Salvador.
PNUD y FUNDAUNGO. 2009. Almanaque 262. Estado del Desarrollo
Humano en los municipios de El Salvador 2009. San Salvador, El
Salvador.

SILVA, Valter Israel da. 2009. Caminhos da Afirmaçao Camponesa.


Elementos para um plano campones. Instituto Cultural Padre Josimo.
Brasil. Maio.

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Desarrollo.

SJD. Memoria de Labores 2010. Fundación Servicio Jesuita para el


Desarrollo.

STEDILE, Joao Pedro. 2008. La ofensiva de las empresas transnacionales


sobre la agricultura. En Triple Frontera: resistencias populares a
la recolonización del continente. Centro de Investigación y Formación de
los movimientos sociales latinoamericanos. 1º Ed. Buenos Aires.

VEGA, Ana Lilian. 2011. Agricultura Sostenible. Reflexiones para el


bienestar y la transformación social. Fundación Servicio Jesuita para el
Desarrollo. San Salvador. Agosto.

VIDEO
“Cosechas Amargas”. 2005. Producción de Alba Films y Alba Sur, con guión
de Félix Zurita y Ernest Cañada. Nicaragua.

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ANEXOS

LISTA DEPERSONAS ENTREVISTADAS

Campesinas y campesinos
No. Nombre Comunidad
1. Alonso Rodrigo García Los Puentecitos
2. Ángela Aguirre Cantón Ixtapagan
3. Anum Martínez Monroy Caserío Los Martínez
4. Cándido Hernández Comunidad Los Mata
5. Carlos Alfredo Vásquez Los Puentecitos
6. Carlos León Comunidad Cashagua
7. Concepción Vásquez de García San Andrés
8. Fidel Ramos González Cantón Los Puentecitos
9. Florentino Barrientos Torres Cantón Ixtapagan
10. Gerarda Sánchez Guardado Los Méndez

11. José Antonio Anaya Chávez Cantón Escalón

12. José Méndez Cantón Ixtapagan


13. Manuel García Barrientos San Andrés

14. María Elisa Reyes


15. María Iris Ramírez Caserío Los García
16. María Lucía Santos Comunidad La Paz
17. Roberto Jaco Salguero Caserío Los Jacos
18. Victoria Méndez Ramírez San Andrés
Personal del SJD
No. Nombre Cargo/Área de trabajo
1. Alfredo Umaña Equipo facilitador de campo
2. Beatriz Vicente Equipo facilitador de campo
3. Erasmo Valiente Equipo facilitador de campo
4. Luis Funes Educación
5. Rigoberto Bonilla Coordinador de Programas
6. William Nerio Equipo facilitador de campo

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