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Trabajo analítico sobre la conceptualización del trabajador sexual homosexual como personaje en la obra de Luis Zapata "El vampiro de la colonia Roma" a partir de diversos enfoques literarios analíticos postformalistas y postestructuralistas.
Originaltitel
La concepción del trabajador sexual homosexual en un México de mediados del siglo XX según la novela el vampiro de la colonia Roma
Trabajo analítico sobre la conceptualización del trabajador sexual homosexual como personaje en la obra de Luis Zapata "El vampiro de la colonia Roma" a partir de diversos enfoques literarios analíticos postformalistas y postestructuralistas.
Trabajo analítico sobre la conceptualización del trabajador sexual homosexual como personaje en la obra de Luis Zapata "El vampiro de la colonia Roma" a partir de diversos enfoques literarios analíticos postformalistas y postestructuralistas.
novela El vampiro de la colonia Roma de Luis Zapata
Universidad de Guadalajara
Alumno: Eduardo Daniel Alvarez Pinto
Teoría literaria
Mtra. Reyna Hernández Haro
En el siglo XX, donde se puede apreciar muy claramente la modernidad y el desarrollo constante en un país como es México, es posible encontrar toda clase de obras que reflejan la realidad del ambiente a partir de los mundos representados. En el caso de México, el comienzo de la segunda mitad del siglo fue caracterizada por diversos movimientos de carácter insubordinado, que luchaban por destacar y replantear el tratamiento social de muchos de los grupos dejados en la periferia. Estas luchas ocurrieron desde diversos frentes y en distintos niveles, como pudo ser, por ejemplo, la literatura. La novela de 1979 de Luis Zapata El vampiro de la colonia Roma resulta un hito para la visibilización de la identidad gay en la literatura latinoamericana, lo que a su vez permitió la apertura a un diálogo sobre la condición de esta y otras identidades no normativas en el ámbito cultural. En México, estas identidades se ven enfrentadas a un marco de desarrollo constituido por masculinidades hegemónicas muy marcadas, el machismo, la discriminación, la delincuencia, las drogas y la pobreza, en mayor o en menor medida. Dentro de todo este paradigma y aunado con la naturaleza generalmente sexual de estas identidades, el trabajo sexual resulta un tema de gran interés al que recurren los autores en el trato de estos casos, y no es la excepción la novela de Luis Zapata, pues, el protagonista, Adonis García, cuenta por sí mismo mediante una narrativa muy particular su experiencia en este ámbito. La enunciación del personaje, su visión de la situación con respecto a su persona y a otros individuos con los que convive quienes también ejercen esta actividad, o el ámbito en el que se mueve y desarrolla su trabajo, son sólo algunos de los elementos que se pueden considerar al pensar en la construcción de una concepción del trabajador sexual homosexual en un México de los años 70’s. La mayoría de los trabajos académicos que se han dedicado a la disección y análisis de esta obra (que por cierto resultan numerosos por el gran impacto de esta), tienen como principal punto de enfoque el tratamiento de la identidad del personaje o su figuración como vampiro, mientras que el aspecto del trabajo
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sexual resulta más bien uno de apoyo para estos. Los trabajos que se centran en esta cuestión no son inexistentes, por supuesto, pero se trata de artículos o escritos a los que no se obtiene acceso fácilmente. La finalidad de este trabajo es que, mediante la revisión de concepciones de los diversos conceptos importantes dentro de la novela (considérense el trabajo, el trabajador sexual, la homosexualidad misma, el género, el placer, lo prohibido, entre otros) desde perspectivas extra-textuales y su manifestación intra-textual, así como la aplicación de diversas ideas encontradas en teorías pertinentes (teoría queer, por mencionar un ejemplo), se pueda exponer una conceptualización más o menos concreta del trabajador sexual homosexual como es desarrollada en la novela, es decir, en ese ámbito específico de un México representado en el siglo XX tardío. Con este proyecto, si bien no se pretende generar un artículo de referencia unívoco y universal para todo aquel interesado en la cuestión debido a las limitaciones temporales y teóricas del trabajo, al menos se busca destacar este carácter tan importante en la construcción de personajes, del mundo representado y en general, de la novela, por supuesto sin dejar de lado el resto de los aspectos, ya que de la misma forma que estos trabajos mencionados se apoyan en este concepto para elaborar en sus aportaciones, este trabajo puede realizar una actividad análoga e inversa. De esta manera, el trabajo puede convertirse en una herramienta para reflexionar de una forma más íntegra y accesible la naturaleza de la caracterología y la construcción del mundo representado dentro de este texto Mediante este tratamiento teórico, en el trabajo se espera responder a diversas preguntas que permitan dilucidar cuestiones como qué son el trabajo sexual y el trabajador sexual según el contexto planteado por la novela, así como qué papel juega el trabajador sexual en esta sociedad y como coincide con lo que se puede observar en aspectos de la realidad tangible; cuál era la condición de la comunidad gay en México a mediados del siglo XX según lo propone Luis Zapata
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en su obra, cómo se manifestaba el trabajo sexual durante el siglo XX dentro de esta comunidad, y si acaso se consideraba un concepto de comunidad en este discurso; cómo es que la enunciación de los personajes representados expone la figura del trabajador sexual respecto a la dignidad, aceptación y percepción sobre el cuerpo, con base en cuestiones como la masculinidad hegemónica o percepciones éticas y morales características por la cultura mexicana de este México como mundo representado; cómo la representación del trabajador sexual, como hombre homosexual y sus comportamientos dentro de esta novela, se compara con la idea clásica de trabajador sexual; y también de qué manera la forma del texto apoya el discurso para construir el concepto. El trabajo sexual es una actividad con base económica, dónde la mercancía básica son los servicios sexuales de diversa índole, esto a cambio de una remuneración material, es decir, dinero, regalos u otra clase de servicios. Desde que se tiene conciencia de este oficio, se le ha atribuido de manera intrínseca a la figura femenina, es decir, la mujer es la trabajadora sexual por antonomasia, pero esto es sólo una concepción social, puesto que dentro de la industria del sexo se pueden encontrar diversas manifestaciones del trabajo en función de los participantes del servicio. Los hombres también son capaces de prestar sus servicios hacia quienes lo solicitan y según las condiciones en las que el que presta se encuentre (su voluntad sobre la actividad y en dado caso su orientación sexual) se pueden encontrar hombres prestando su servicio a mujeres, a otros hombres, etc. Resulta una actividad que se encuentra penada por la mayoría de los sistemas legales de todo el mundo, y en el caso de los años setenta, la situación resultaba aún más marcada en México como consecuencia de la ideología cristiano-católica aún predominante dentro del imaginario colectivo, y porque muchas constituciones aún lo plantean como delito dentro de las faltas contra la decencia pública. En este trabajo no se va a abordar la discusión respecto hasta qué punto es que se puede punir la actividad de ofrecer sexo, o cómo comprobar
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que dicha situación se lleva a cabo, pero se considera prudente la mención por motivos de contraste futuros. Como se comentaba desde un principio, para que la ejecución del trabajo sexual se lleve a cabo, es necesaria la participación de al menos dos agentes (cuestión que puede ser extendida en favor de cualquiera de los dos polos del suceso). Esto acontece bajo la premisa de un polo comprador, consumidor, y uno prestador. Esta relación comercial de manera convencional se puede plantear como que el consumidor es quien cuenta con el poder sobre el otro, aunque a partir de una revisión más minuciosa la situación puede complicarse un poco, ya que a raíz del trueque, es que el prestador se encuentra en la posición de aceptar o no. En un planteamiento más bien práctico, la situación no siempre se da de esta forma, y también pueden entrar a jugar las cuestiones de agresión y abuso sexual que pueden manifestarse en este contexto, pero nuevamente, es a partir de la novela que el trabajo se presenta, y el escenario que no lo considera es el más adecuado. Esta práctica, por más inmoral o ilegal que se conciba dentro de una sociedad, no deja de manifestarse, y esto se puede deber a diversas cuestiones: en primer lugar, la actividad resulta difícil de regular en todo sentido, legal, fiscal, y moral, puesto que su naturaleza (salvo algunos casos contados de países) la empuja a ser desempeñada en la clandestinidad. Por otra parte, está la cuestión de que siempre existen compradores que por una u otra razón necesitan de servicio y por lo tanto generan una demanda, misma que posteriormente es llenada por quienes buscan la remuneración de los consumidores. Las razones por las que esta demanda se manifiesta son otra cuestión, pero el hecho de que la actividad funcione como una manera de ganar dinero y pueda ser llevada a cabo en la clandestinidad es lo que nos compete. Todo este planteamiento del oficio es importante mencionarlo debido a que permite tener un panorama general de lo que se considera como trabajo sexual
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dentro de la realidad tangible, pero es a partir de ahí que se puede desarrollar el análisis textual. En primer lugar, es importante recordar que el material con el que se está trabajando es un texto, por lo tanto, la realidad que maneja es un mundo representado, una ficcionalización a partir de una imagen real, que es un México en la segunda mitad del siglo XX. Este mundo representado no tiene una manifestación material, y todo lo que permite tener noción de él es el discurso en el texto, es decir que es la enunciación la que genera la manifestación de este mundo imaginario, en su tiempo, espacio y el cronotopo. Este material es tratado a través de la forma de una novela, la cual cuenta con la particularidad de su narrativa, esta se presenta mediante un discurso en primera persona donde la voz narrativa es, en términos de Genette, homodiegética y de primer nivel, esto debido a que se exhibe como la voz de Adonis, quien está rememorando sucesos de su vida a raíz de una aparente entrevista que está siendo graba en cintas. Al tratarse de una voz de esta naturaleza en toda la novela, no hay otro individuo que interfiera en el discurso, por lo tanto, todo el mundo representado y los testimonios de la trama son considerados desde la perspectiva de Adonis, razón por la cual el imaginario construido del trabajo sexual también se presenta en función de su perspectiva. El cronotopo, según lo planteado por Bajtín, resulta la combinación indivisible de tiempo y espacio que genera una atmosfera específica en el relato, y este ambiente, este tratamiento del tiempo y el espacio es planteado también en su totalidad a partir de esta voz narrativa. Algo particular respecto al texto con base en el circuito de “narrador-narratario” es justamente la naturaleza del narratario. Queda claro que el narrador tiene una identidad específica, pero es a partir del discurso generado por la voz narrativa y la forma del texto que se puede tener una idea del narratario, quien no es por supuesto el lector mismo. En este caso, la novela se dedica a referenciar a un narratario intradiegético elidido y análogo al lector, es decir, este
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interlocutor no es lector, pero es quien recibe la información de Adonis y la perspectiva receptiva de donde comenzamos a recibir dicha información. Este narrador intradiegético no es identificado por Adonis (única fuente de información del texto), pero según la construcción del discurso se puede suponer se trata de un entrevistador, quien está constantemente, pero fuera del texto tangible, interviniendo en la sucesión de la entrevista mediante (especulados) pedidos de aclaración. Este narratario elidido desempeña también algunas funciones más: desde la perspectiva del círculo hermenéutico se puede encontrar el diálogo lector-texto, entre lo mostrado en el discurso de Adonis y el horizonte de expectativas del lector, puesto que el texto propone una idea con un momentáneo vacío de información, generando expectativa en el lector, el narratario genera una intervención elidida y entonces el texto responde a este vacío. El entrevistador-narratario juega también un papel importante en lo que se refiere a la construcción del relato y posiblemente del imaginario moral, ya que el mismo no parece mostrar juicios negativos con respecto a lo que cuenta Adonis, y de hecho, sólo parecer servir como receptáculo de la información, más como dispositivo para que Adonis le hable a la grabadora, lo cual puede indicar varias cosas pero estas no pasan de meras conjeturas por ausencia de determinación y representación del narratario. También, según lo que plantea Husserl y luego retoma Wolfgang Isser sobre las protenciones, el narratario se encarga de preguntar a Adonis lo específico para responder a lo que el lector puede llegar a preguntarse en el proceso (como se mencionaba en este diálogo lector-texto), se verá un ejemplo de esto un poco más adelante. Dentro de la novela, nos enfrentamos a esta voz narrativa, identificada como Adonis García, un personaje que se identifica como hombre homosexual (dicho de su propia voz, aunque se puede reevaluar). Esta persona recurre a su cuerpo para ejercer el oficio del trabajo sexual, o como él lo denomina, “talonear”, según unos parámetros muy similares a los encontrados en la realidad tangible
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que se planteaba antes. Partiendo de su enunciación desde zonas muy tempranas de la novela es posible ver de qué manera Adonis concibe no sólo el taloneo, sino también la identificación sexual, y como es la única perspectiva que de verdad se manifiesta en el discurso, es la mejor pista que se obtiene al momento de plantear un imaginario: “…se veía que todos eran heterosexuales es decir tenían cara de heterosexuales pus no te puedo decir cómo son las caras de los heterosexuales…” (Zapata, 1978, p. 13). Mediante esta cita es posible obtener varios datos: en primer lugar, volviendo a la cuestión de las protenciones de Husserl-Isser, podemos encontrar aquí una cadena de momentos donde se genera una protención; primero Adonis propone la idea de identificar a los heterosexuales, a partir de esta idea replantea su enunciado para tratar de explicarse mejor, pero entonces un fragmento de la cita hace la alusión a que se le formuló una pregunta que sería más o menos “¿cómo son las caras de los heterosexuales?”, a lo que Adonis responde según le es posible. Esta cadena de pensamientos puede ser seguida con facilidad y naturalidad por el lector, y la protención sería justamente el momento análogo en el que el lector se pregunta al igual que el narratario “¿cómo son las caras de los heterosexuales?”, cosa que es contestada por Adonis. Dejando de lado la cuestión del narratario y acercándose de nuevo a la percepción, Adonis resulta consciente de una particularización de la heterosexualidad, un grupo al que no parece sentir pertenencia pero que considera como diferente, y no sólo eso, sino que cuenta con algún rasgo distintivo que, de manera visceral, sensitiva, aunque planteada como desconocida, permite su diferenciación respecto a otros grupos sexuales. Es también a partir de esta diferenciación que se puede plantear la perspectiva de Adonis, quien habla a partir de su presumida homosexualidad, y aunque en algún principio habla de una confusión por no gustarle las mujeres, no se propone a sí mismo dentro del grupo heterosexual.
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La perspectiva de sexualidad es expuesta de esa forma, y es a partir de otra cita que es posible identificar también de manera temprana su visualización moral respecto a la ocupación, esto cuando narra su introducción al oficio a partir de una relación que mantuvo con un colega de la persona con la que vivía su hermano: “…me dijo la verdad de su pecaminosa vida me dijo que iba a la zona rosa y que le daban dinero por acostarse con él pero yo no lo podía creer…” (Zapata, 1978, p. 46). La frase primero maneja el término ‘pecaminoso’ que por semántica mantiene el aspecto religioso, y aunque se trata de una de las raras ocasiones en las que un ideal de tal índole es mostrado tan directamente, tiene importancia pues plantea la existencia de este en alguna medida, por lo menos desde una percepción temprana. También maneja una puntualización de este mundo representado al mencionar una “zona rosa” donde se generan estos encuentros. Además, el hecho de que Adonis comente que no lo puede creer muestra este aspecto de ignorancia con el que contaba también al principio, pero que se va desvaneciendo conforme la narración continúa. Como se ha mencionado antes, el protagonista habla a raíz de una experiencia, es decir, Adonis plantea su discurso como testimonio de lo que él ha vivido como ‘talón’ (término mencionado por él mismo para denominar a aquellas personas que ejercen el oficio de talonear). Considera el acto sexual desde su juventud como lo que le cambió la vida y el disfrute máximo, razón por la cual al enterarse de que al realizar eso podía recibir una remuneración económica no dudó en comenzar a practicar por su cuenta el oficio. Mediante esta serie de sucesos, podemos destacar varios aspectos: en primer lugar, la percepción sobre la ejecución de la sexualidad de Adonis la propone como una actividad primordialmente de disfrute debido a su identificación como homosexual, de hecho, en la novela no se hace referencia alguna al acto sexual como artefacto de la reproducción humana, lo que, por supuesto atenúa o quita del camino el discurso hegemónico heterosexual, dando lugar a otro como dominante del relato. En segundo lugar, ve la oportunidad de conseguir disfrute
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mediante una actividad que le resulta beneficiosa desde un punto de vista material, por lo que en un principio encuentra ahí solamente ventajas. En tercer lugar, de manera común se suele concebir al trabajador sexual como alguien que trabaja subordinado a otra persona, pero en este caso, Adonis se introdujo en el oficio de manera independiente, influido por haberse enterado de alguien que ya lo ejercía, pero al fin y al cabo por su propia voluntad, rebelándose contra los modelos planteados al principio. Adonis se apropia de su propio cuerpo y lo convierte entonces en su herramienta de trabajo para el desarrollo de la actividad sexual. Para Adonis, el trabajo sexual resulta una acción sencilla, sin mucha complicación, según lo que se puede leer en lo siguiente: “…además yo cumplo con ellos metiéndoles la verga o dejándomela meter según sus gustos ¿no crees? No es necesario que me esté derritiendo yo de placer prefiero guardar ese semen para cuando lo haga por deporte” (Zapata, 1978, p. 48). Adonis mediante esta enunciación pone en relieve que separa la actividad sexual remunerada (la cual aun así puede disfrutar) de una actividad sexual, como el la denomina, por ‘deporte’, es decir que dentro del acto sexual remunerado la finalidad lúdica resulta bastante menor de lo que puede ser en una actividad sexual sin paga especificada, lo suficiente como para separar las categorías. También propone la idea de que, al menos en su actividad, como él ofrece el servicio, tiene la posibilidad de desempeñar dos papeles de la relación sexual en función del cliente. Otra cosa que destacar es que, si bien puede llegar a disfrutar de la relación sexual remunerada, no se trata de una constante universal, y a partir de lo dicho, es posible encontrar que le atribuye un valor al esperma, que según propone, prefiere no desperdiciarlo a menos que de verdad se sienta con la voluntad de soltarlo. Esta divergencia entre perspectivas del acto sexual según su presencia o ausencia de remuneración económica resulta de interés para el tratamiento de su identificación con el trabajo, aunque ya se hablará de ello más adelante.
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Existen muchos discursos evaluando la legitimidad de la auto-subordinación/esclavitud, véase el ejemplo de John Locke, quien defendía la idea de que la libertad de un individuo llegaba a tal grado de poder por voluntad propia firmar un contrato con un opresor con la finalidad de volverse esclavo de este. A este discurso se opusieron, años después de su enunciación, Rousseau y Kant, quienes defendían la idea de que, si bien, este contrato de esclavitud autoimpuesta era legal, no era legítimo, puesto que la libertad resulta una característica inherente del humano. Esto es visto generalmente desde una lente moral a partir de diversos razonamientos (como se puede observar en el planteamiento de Rousseau), pero en el caso de Adonis encontramos un planteamiento especial, donde, efectivamente, el personaje se ve en una situación de carencia en la cual necesita conseguir recursos, pero él mismo es quien considera la idea de desempeñar el trabajo sexual como medio para hacerlo, y es repetida la idea de que lo disfruta, por lo que ya desde ese aspecto se separa de una concepción de trabajo sexual hegemónica, como se ejemplifica en la siguiente cita: “así pasó bastante tiempo y ya definitivamente me consagré talón ¿ves? Yo dije “no pus ahí hay lana” y ya no me preocupé por buscar trabajo…” (Zapata, 1978, p. 50). Adonis evalúa la situación y decide que se trata de una situación por demás ventajosa, por lo que decide integrarse por completo a ese mundo, e incluso genera una enunciación que puede interpretarse como que a dicha actividad no la considera como tal un trabajo. Mucho se puede discutir respecto al papel de Adonis como subordinado (oprimido) dentro de la situación, pues se puede argumentar por ejemplo que el inmiscuirse en ese ambiente lo empuja a mantenerse ahí adentro debido a la imposibilidad que tiene de salir, y de hecho, según un momento en la narración se puede hacer un análisis de este fenómeno. Llegada una parte de la historia, Adonis se encuentra con un cliente (a quien se nombra Zabaleta) que le abre la oportunidad de lo que él considera alejarse del talonear. Se va a vivir con esta persona, quien cuenta con un estatus económico alto y que le comienza a brindar
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una calidad de vida por mucho superior a la que se enfrentaba antes de esto. Este suceso resulta por demás transitorio, y según menciona el mismo personaje en la siguiente cita: “entonces te digo lo que me terminó de convencer lo que me dijo “aquí está tu onda” fue un tipo de lo más buenote y cachondo que se me acercó y me ofreció lana por ir a coger con él y yo ya te imaginarás como que nomas estaba esperando eso para regresar” (Zapata, 1978, p. 101), el consagrarse como talón es una actividad que ya formaba parte de sí mismo, es decir, que considera que él es talón y no hay manera de que pueda dejar de serlo, solamente se trató de una pausa o un momento falso, y debido a la naturaleza del disparador para llegar a esta conclusión (el hombre atractivo), se puede suponer que Adonis seguía en su postura de disfrute respecto a la actividad. Ya se ha dicho en repetidas ocasiones que Adonis mira el desempeño del trabajo sexual como una actividad que puede (aunque no siempre) ser disfrutada, y a la que incluso no considera seriamente como un trabajo, sino como una manera sencilla de ganar ingresos, pero incluso dentro de este discurso apologético, Adonis expresa descontento de algunos aspectos, véase por ejemplo el tratamiento recién dado a un momento de la novela donde Adonis mira la posibilidad de dejar el negocio, es decir, no resulta en el fondo tan perfecto o tan ventajoso como para rechazar una posible (aunque falsa al fin y al cabo) vía de escape. Un punto que mira como negativo es de las enfermedades de transmisión sexual, puesto que Adonis se ve expuesto a varias, pero incluso en esa situación le encuentra una solución a partir de la experiencia: “…es como una susceptibilidad de algunas pieles como un virus o microbio que algunas gentes les prende y otras no…” (Zapata, 1978, p. 111). Como se puede notar, verse en esta situación lo obliga a aprender de estas cuestiones, y a partir de esa solución le resta importancia a este aspecto en específico, por lo que posteriormente al saber cómo tratar con ello, deja de ser un inconveniente mayor, al grado de que se considera docto para sugerir mejores tratamientos a otros.
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Además del anterior, Adonis también se ve inmerso en una cantidad considerable de vicios, consumo de drogas y alcohol para decirlo con precisión, que se presentan con estrecha relación al desempeño del trabajo sexual según lo practican el y con quienes convive. De hecho, esta cuestión genera conflictos en diversos momentos de la historia: a la mitad, y llegando al desenlace, llevándolo incluso a la necesidad de asistir a un centro de rehabilitación para tratar su adicción y su depresión. Pero de manera similar a con las enfermedades, Adonis mira características positivas de estas situaciones para restarles importancia, véase el ejemplo siguiente donde se refiere al alcohol: “todas las mañanas me levantaba crudo lo único que me gustaba de las crudas era que la cruda te da una fuerza sexual maravillosa” (Zapata, 1978, p. 145). Debido a la cotidianidad con la que esto sucede, Adonis se refiere al potencial sexual que le brinda esto para matizar la incomodidad que le causa, y con respecto al resto de las drogas hace algo similar, pues destaca los efectos alucinógenos o relajantes por sobre lo negativo. Se trata de un problema menor por debajo de lo positivo, y por lo cotidiano dentro del ámbito social, no se puede evitar, aunque aparentemente vale la pena intentarlo. Resulta constante dentro del mundo tangible que se tenga una perspectiva social muy concreta respecto al trabajo sexual según un sistema de creencias político, moral y religioso, pero este no es el caso concreto al interior de la novela, puesto que la sociedad que enuncia Adonis no presenta una exclusión muy marcada hacia los “talones” (en contraste a lo que puede verse en la imagen real del mundo que trata de representar), puesto que incluso existe una escena donde representantes del poder, policías, terminan uniéndose al acto de consumo con placer e incluso con regularidad. Dentro de este acto si se puede rastrear un aspecto de inmoralidad, ya que en el marco de la situación se implica la posibilidad de que Adonis y sus colegas sean arrestados, pero pronto pierde su potencia en favor de la diversión y el pacer, es decir, la autoridad pierde poder bajo esta lente.
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No sólo la autoridad parece subyugada a la manifestación del trabajo sexual, sino también aquellos pudientes económicamente recurren estos servicios, aunque en el caso particular de Zabaleta se presenta una situación que demuestra cierta vergüenza o tabú, más claro que con los policías, ya que en una fiesta a la que se presenta con Adonis, lo disuade para que actúe como una persona diferente, es decir, que performara una identidad no propia y alejada de la prostitución. Según estos dos casos, se puede encontrar que al menos desde la perspectiva de Adonis la exclusión no es potente, pero los sucesos, los eventos y las actitudes mantienen una repulsión respecto al oficio. Judith Butler plantea la idea de que una parte muy importante de integrarse dentro de un género (que en este caso trasladamos a una actividad y a una identidad en general) es la performatividad, es decir, el conjunto de actividades y actitudes que el individuo manifiesta según esta etiqueta, género o categoría en el que se está enmarcando (o no). Adonis resulta un personaje muy interesante respecto a cómo performa, no sólo su género, sino su trabajo y sus actitudes, además de todo en conjunto, puesto que muchas de las actividades y conductas que Adonis desempeña pueden considerarse como transgresoras y subversivas respecto a diversas instituciones; véase por ejemplo la masculinidad hegemónica, donde en ese aspecto si parece haber una planteada, a partir de una idea preconcebida de heterosexualidad predispuesta y de una masculinidad relativa respecto a una femineidad rechazada, pero a partir del discurso Adonis le resta a esto importancia y se presenta a sí mismo y a otros personajes que comparten su oficio como personas que no se ciñen a estas instrucciones. La representación del trabajador sexual homosexual, como es el caso de Adonis, es por oposición un aspecto que se sale de las normativas discursivas-sociales más comunes. Según la segunda gran dicotomía planteada por la teoría feminista que se suele imponer y reproducir en el imaginario, al género masculino se le relaciona con el raciocinio y al femenino con la sexualidad y los sentimientos, por eso, al plantear a Adonis como un individuo sexual más
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que racional se pueden identificar dos vertientes de interpretación discursiva importantes: En primer lugar, se puede considerar que se está desidentificando a Adonis como masculino, y esto se puede tomar como una rebelión contra los esquemas binarios clásicos, o bien, se le está codificando con los aspectos asignados a la femineidad para poder mantener esta estructura de control sobre el grupo oprimido (en términos foucaultianos), y no sólo con la mujer (lo femenino) como periferia, sino triplemente periférico, puesto que es femenino, homosexual y prostituto. La simple acción de ejercer el trabajo sexual con otros hombres ya resulta por si misma como una actividad agresora contra unos modelos de heterosexualidad y masculinidad hegemónicos, y también está el desafío a un sistema de gobierno democrático capitalista, puesto que la prostitución se trata de una actividad ejercida en clandestinidad, sin el pago de impuestos y por lo tanto sin un registro o regulación. Todos estos fenómenos se pueden observar a partir de lo enunciado por Adonis durante la novela, y en conjunto, se puede decir que propone que parte de la naturaleza intrínseca del prostituto, o talón, es de ser un ente transgresor de diversos modelos predispuestos, dominantes o hegemónicos. Es por varias de estas actividades impropias del modelo normativo del hombre, la economía y la sociedad, así como también del modelo de homosexual, que Ariel Wind plantea en su trabajo Mexico City and its Monsters: Queer Identity and Cultural Capitalism in Luis Zapata's "El vampiro de la colonia Roma” a Adonis más bien como un individuo queer, a pesar de lo que el protagonista manifiesta desde el principio de la novela. Es decir, que el personaje como individuo en una triple periferia tiene la particularidad de que performa de manera muy errática todos los conceptos que presume, puesto que como dije anteriormente, estas manifestaciones performativas y discursivas forman parte de su construcción identitaria como persona y como prostituto. Adonis en todo momento se ve a sí mismo como una unidad íntegra de ser, es decir, para él, él es su cuerpo y utiliza con total seguridad adjetivos y
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sustantivos para describirse y posicionarse dentro de un discurso de autoconstrucción, pero es a los demás a quienes suele ver más bien como cuerpos, o incluso, sólo como partes o como adjetivos de estos, es decir, un individuo es “cachondo” o “buenote”, pero no es un individuo con cara y con nombre. Por tratarse de una narración en primera persona, es decir, de un narrador equisciente, no es en realidad muy posible llegar a conocer a fondo a otros personajes fuera de lo que la voz narrativa llegue a exponer, razón por la cual los otros personajes apenas y tienen una definición, pero esto también habla de cómo Adonis los observa, resulta como la manifestación de ambos fenómenos. Es más bien en el desempeño del trabajo trabajo donde se encuentra principalmente la manifestación de una desidentificación. Adonis expresa constantemente que disfruta del ejercer porque disfruta del sexo, lo cual por sí mismo resulta una actitud y una actuación transgresora, pero incluso a pesar de esto, como se mencionaba en un apartado ya alejado del trabajo, separa entre el sexo por trabajo y el sexo por ‘deporte’. Adonis llegó a concretar lo que se podría considerar como un par de relaciones interpersonales más o menos significativas, donde existía sexo que realizaba sin la expectativa de una remuneración de alguna naturaleza, es a estas actividades sexuales a las que se les puede identificar como por ‘deporte’. Por otra parte, es en el sexo por trabajo donde pone el límite de placer y de ‘gasto de esperma’, puesto que genera un distanciamiento entre el trabajo, la facilidad, y el placer que puede o no obtener mediante la ejecución del este. Incluso llegan puntos donde se siente hastiado de ejercer, como ya se ha mencionado antes, aunque en estas ocasiones se pueden conjeturar varias razones, una de ellas puede ser por ejemplo los cuadros depresivos que parece padecer continuamente. Adonis separa su trabajo de su identidad en este aspecto; por un lado, cuando tiene su relación con Zabaleta, parece plantear la idea de que el ser talón se había vuelto parte intrínseca de su persona, pero en el momento en que separa el sexo de placer del sexo por trabajo, está generando un discurso de
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impropiedad, planteando la idea de que si bien es su cuerpo el que pone en juego y su persona la que está desarrollando ese trabajo, no resulta inherente de su placer. Según esta enunciación se puede proponer que Adonis mantiene distanciamiento personal de la actividad, pero el inmiscuirse en el asunto se añade como una propiedad ontológica del ser que comienza a desempeñarla (prostituto), o al menos, de su ser (Adonis). El texto de la novela dentro del que se aloja el discurso está presentado de manera cronológica y lineal según el planteamiento que se propone dentro de la diégesis (la dinámica de entrevista, testimonios y grabación), con habituales interrupciones de relatos oníricos por parte de Adonis. Estos relatos encabezan lo que podríamos considerar como la clásica dispositio por capítulos de la novela concebida a partir de su maduración en el siglo XIX, pero lo que caracteriza la forma de esta novela es su presentación como cintas grabadas. Debido a esta cuestión, el texto está dispuesto sin signos de puntuación, en su lugar, los marcadores de ritmo son espacios de diversas longitudes empleados para mimetizar los espacios de discurso oral que la voz narrativa es representada como realizando. A partir de esta disposición, junto con las elecciones de léxico y construcciones discursivas que se plantean como propias de una persona real de naturaleza similar a la representada que es Adonis, se puede considerar a esta relatoría más verosímil respecto a lo que se podría percibir en una novela con una rinda una naturalidad forma más convencional, puesto que esta dispositio b discursiva que permite familiarizarse mejor con este imaginario planteado por la voz narrativa. Por consecuente, este texto, que según las transgresiones que genera en unos cánones establecidos conforme a la concepción hegemónica de la novela, se puede clasificar como texto queer (de acuerdo con lo planteado por Judith Butler como una de las acepciones de lo queer), y este a su vez funciona como soporte a un discurso queer, expuesto desde la perspectiva de un narrador queer.
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A partir de todas las ideas tratadas anteriormente se puede entonces rescatar bastantes aspectos: En primer lugar, toda la novela es generada y gira en torno al discurso de un narrador equisciente que es Adonis García, y a partir de su experiencia y percepción según el mundo representado por el autor es que se comienza a generar este imaginario de lo que es ser un trabajador sexual homosexual, por oposición a lo que significa en el espacio tangible. En otro aspecto, Adonis se identifica claramente dentro de unas etiquetas muy específicas de ‘talón’ y ‘homosexual’ (por más que esto segundo se pueda tratar de discutir), y por lo tanto, muestra una adversatividad o cuando menos una diferenciación con respecto al colectivo heterosexual. Por eso, todo lo que Adonis expresa es a partir de una perspectiva presumidamente homosexual, incluyendo su visión del trabajo sexual. Además, los riesgos intrínsecos del trabajo sexual clásicamente heterosexual son obviados en favor de este discurso por su irrelevancia (la naturaleza reproductiva del sexo, por mencionar un ejemplo). El trabajador sexual que es Adonis como máximo exponente en este caso, y según su enunciación, también sus colegas, tiene la particularidad que puede disfrutar del sexo que realiza, y no tiene tampoco lineamientos a los que ceñirse puesto que lo hace por voluntad propia, también en contraposición a un modelo de la realidad tangible; aunque este trabajo no resulta perfecto debido a cuestiones negativas que conlleva, como un limitado estigma social que parece ser degradado por las mismas figuras de opresión, las enfermedades que mediante su tratamiento son trivializadas e incluso consideradas como signo de conocimiento, y los vicios, que son inmanentes del trabajo sexual pero que debido a los caracteres relajantes o estimulantes que representan vale la pena sobrellevar o cuando menos experimentar para su posterior intento de abandono. Además, también se propone una separación o desidentificación sobre el trabajo y la vida personal a partir del sexo, puesto que se tiene una elevación de carácter posiblemente afectivo o sentimental al sexo voluntario sin remuneración por encima de su homólogo pagado. Y por último, probablemente como aspecto
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unificador, todo el discurso de Adonis está construido según una performatividad transgresora y subversiva, queer, respecto a muchos modelos hegemónicos de distintas índoles, no sólo desde su actuación dentro de su propio discurso, pero también aparentemente desde la de los otros con los que convive, por lo tanto, la identidad del trabajador sexual es por consecuencia una identidad subversiva y queer. En sumatoria, todos estos aspectos componen una imagen más o menos íntegra de como Adonis desempeña su mono-discurso de trabajador sexual, donde él no es sólo actante, sino también el narrador del relato y el constructor del imaginario (relegado a las ideas del autor), y estas cuestiones generales, si bien resulta importante mencionar que son manifestadas en el prostituto de la novela por antonomasia, también es posible observarlas en el resto de los actantes que Adonis menciona dentro de su relato, es decir, que al menos a sus ojos, es así como un trabajador sexual actúa, se comporta, piensa, siente, es. Cabe destacar que el abordaje de este trabajo no fue tan exhaustivo como pudo haber llegado a ser, puesto que el tema da para abordarlo desde muchas perspectivas más, y las ideas propuestas en este no son más que aspectos primigenios que pueden dar pie a una investigación, desarrollo y análisis posterior, que permita enriquecer aún más el panorama que la novela tiene para presentar y que se puede dilucidar a partir de esta.
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