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LA ALIANZA DAVIDICA

¿Qué es el Pacto?

Pacto. Esta palabra traduce el nombre heb. berith. La raíz verbal significa ya sea encadenar o comer
con, lo que significaría obligación mutua; o asignar (<091708>1 Samuel 17:8) que significaría una
disposición bondadosa. Comparemos éste con el “pacto de soberanía” hitita, en el cual un vasallo
juraba fidelidad a su rey en gratitud por favores recibidos.

En el AT, berith identifica tres diferentes tipos de relaciones legales: (1) Un pacto bilateral entre
personas que voluntariamente aceptaban los términos del convenio (de amistad, 1 Samuel 18:3, 4;
matrimonio, Malaquías 2:14; o alianza política, Josué 9:15; Abdías 7). Sin embargo, Dios nunca entra
en tal pacto de igualdad con los hombres. (2) Una disposición unilateral impuesta por una persona
superior (Ezequiel 17:13, 14). Dios el Señor ordena un berith que el hombre, el siervo, debe
obedecer (Josué 23:16). En el pacto original de obras (Oseas 6:7), Dios puso a Adán a prueba,
otorgándole vida, si probaba ser fiel (Génesis 2:17). La humanidad falló; pero Cristo, el último Adán
(1 Corintios 15:45), sí cumplió toda justicia (Mateo 3:15; Gálatas 4:4), ganando así la restauración
para todos los suyos. (3) La obligación autoimpuesta por Dios para la reconciliación de los pecadores
consigo mismo (Deuteronomio 7:6-8; Salmo 89:3, 4).

El pacto entonces constituye el corazón de toda la revelación especial de Dios; cuando se formuló
por escrito, el Libro del Pacto se convirtió en la fuente objetiva de la esperanza religiosa del hombre
(Éxodo 24:7). La Escritura consiste del AT y el NT. Porque si bien no puede haber sino un solo
testamento, correspondiente a la muerte de uno, Cristo (mi sangre del pacto, de acuerdo con Mateo
26:28), la revelación se organiza bajo el testamento más antiguo, con los símbolos que anticipan la
venida de Cristo (Jeremías 31— 32; 2 Corintios 3:14). El testamento más nuevo es conmemorativo
de su redención cumplida (Jeremías 31:31; 2 Corintios 3:6). Ruinas del Foro de Augusto en Roma,
inaugurado en 2 a. de J.C.
Las revelaciones de Dios en su pacto muestran progresión histórica (nótese el plural pactos,
Romanos 9:4): (1) el edénico (Génesis 3:15), la más antigua promesa de redención de Dios, aunque
al costo de la herida del talón de la simiente de la mujer; (2) el noéico (9:9) para la preservación de
la simiente; (3) el abrahámico (15:18), otorgando bendición a través de la familia de Abram; (4) el
sinaítico (Éxodo 19:5, 6), designando a Israel como el pueblo escogido de Dios; (5) el levítico
(Números 25:12, 13), haciendo la reconciliación a través de la expiación sacerdotal; (6) el davídico
(2 Samuel 23:5), con la salvación mesiánica prometida a través de la dinastía de David; (7) el
presente nuevo pacto en Cristo que es interno, reconciliador, directo y con expiación consumada
(Jeremías 31:33, 34; Hebreos 8:6-13); y (8) el futuro pacto de paz, cuando nuestra salvación interior
alcanzará a abrazar la naturaleza exterior (Ezequiel 34:25), cuando la comunión espiritual directa
será cara a cara (Ezequiel 20:35; 37:27), y cuando el perdón divino conquistará la meta de la paz
entre las naciones (Ezequiel 34:28). (Una “dispensación” puede definirse como un período de pacto
durante el cual la fe en Cristo se manifiesta por una forma distinta de obediencia ceremonial.)

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