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OCEANOS (REGULADORES DE LA TEMPERATURA)

Los océanos cubren el 71 %2 de la superficie de la Tierra, siendo el océano Pacífico el mayor


de todos.

La profundidad de los océanos es variable dependiendo de las zonas del relieve oceánico,
pero resulta escasa en comparación con su superficie. Se estima que la profundidad media es
de aproximadamente 3900 metros. La parte más profunda se encuentra en la fosa de las
Marianas alcanzando los 11 034 m de profundidad.

En los océanos hay una capa superficial de agua templada (12 °C a 30 °C) que llega hasta
una profundidad variable según las zonas, de entre unas decenas de metros hasta los 50 o
100 m. Por debajo de esta capa el agua tiene temperaturas de entre 5 °C y –1 °C. Se llama
termoclina al límite entre las dos capas. El agua está más cálida en las zonas templadas,
ecuatoriales y más fría cerca de los polos. Y, también, más cálida en verano y más fría en
invierno.

¿Por qué los océanos regulan la temperatura?

Todos conocemos el enorme papel que cumplen los océanos en nuestro planeta, entre
otras cosas, debido a que regulan la temperatura y mantienen un equilibrio vital para
nuestra existencia. La amplia influencia del océano sobre la Tierra no resulta extraña en lo
más mínimo, especialmente si tenemos en cuenta que más del 70% del planeta está
cubierto por océanos. Los expertos de la NASA se han referido a los océanos como los
grandes termostatos globales del planeta y ese Reguladores del clima

El océano, en concreto su temperatura, ejerce una influencia crucial sobre los diversos
climas del planeta. Al tener la capacidad de almacenar el calor del Sol, las diversas
corrientes oceánicas y la mayor o menor proximidad a la costa definen la meteorología de
un lugar en concreto. De ahí que la variedad climatológica de la Tierra se pueda clasificar
en dos grandes bloques: continentales u oceánicos.

Sin embargo, el cambio climático provocado por nuestras actividades está afectando a los
ecosistemas marinos, que podrían ser mucho más sensibles de lo que pensamos a este
fenómeno. Uno de los problemas es el aumento de la temperatura del océano: en el
último siglo, su temperatura media ha subido en 0,1 °C.
Los mayores perjudicados son los corales, animales que sufren blanqueamiento ante las
aguas más calientes. De hecho, dos tercios de la Gran Barrera de Coral en Australia ya
están blanqueados. Además de las consecuencias que tiene para sus habitantes, el
calentamiento también provoca la subida del nivel del mar y la mayor intensidad de los
fenómenos meteorológicos, multiplicando los daños causados por las tormentas es un
excelente mote.

Absorción y emisión de calor oceánica

De forma muy similar a como lo hacen las plantas, los océanos de nuestro planeta también absorben
parte del abundante dióxido de carbono de la atmósfera, ayudando directamente a descender los
niveles de temperatura. Por otra parte, durante la noche, los océanos también emiten el calor que
absorbieron de la luz solar durante el día, aumentando los niveles de temperatura en las zonas
circundantes. De esta manera, los ciclos de absorción y emisión de calor por parte de los océanos se
desarrolla de forma constante y, considerando el porcentaje de la superficie de la Tierra cubierta de
océanos, este ciclo regula la temperatura del planeta de forma excepcional.

Además, la formación de las nubes y el enfriamiento que éstas proporcionan a su alrededor, también
está relacionado con las emisiones oceánicas, ya que desde los océanos se emiten nubes de vapor
de agua, cumpliendo con los propios ciclos del agua. Entonces, la temperatura de los océanos
afecta considerablemente la temperatura del aire produciendo un efecto regulador del clima.

El agua de los océanos y la temperatura de la tierra

Los océanos no sólo influyen en la temperatura del aire, sino también en la de la tierra, hasta cierto
punto, incluso pueden incidir en la temperatura de lugares bastante alejados de la costa. Esto ocurre
mediante las corrientes, siendo quizás la corriente del Golfo uno de los ejemplos más indicados para
ilustrar este fenómeno.

La llamada corriente del Golfo atraviesa el océano con una corriente de aguas cálidas que,
provenientes del Golfo de México, llegan a las Islas Británicas atravesando el Estrecho de
la Florida y el océano Atlántico, siendo una de las corrientes oceánicas más conocidas.

Cuando llegan a las Islas Británicas, provocan cambios en la temperatura de Inglaterra y


Escocia, proporcionándole un clima mucho más templado de lo que por sus latitudes
deberían tener. Pero no solo eso, ya que se sabe que esta corriente también tiene que ver
con la abundante y constantes lluvias y lloviznas de estas zonas, lo que finalmente, también
termina incidiendo en las temperaturas locales.

Más allá de que éste es un claro ejemplo de cómo los océanos, o en este caso las corrientes
del océano, regulan la temperatura, en el planeta hay una gran cantidad de corrientes
similares que provocan lo mismo en todo el mundo. Algunas son de aguas cálidas y otras
de aguas gélidas, como las provenientes de los polos.
Finalmente, podríamos mencionar que otra de las razones por las que los océanos regulan la
temperatura tiene que ver con las propias características del agua en sí. Es muy simple en realidad,
el aire, la tierra y las formaciones rocosas de la Tierra se calientan muchísimo más rápido y de
forma mucho más fácil que el agua, lo mismo para enfriarse. Por ende, los océanos son unos
excelentes moderadores de la temperatura. Así es que, por ejemplo, en una misma ciudad, si esta
tiene costa o playas, mientras más se acerca uno al mar durante el día notará que el clima es más
fresco y agradable, mientras que alejándose es más caluroso. Durante la noche pasa exactamente lo
contrario y todo esto se debe a los procesos de calefacción y enfriamiento radiante.

REFLEXIÓN

El medioambiente y las ciencias marinas están ligados a través de la sostenibilidad, de forma


incluso más fuerte que al desarrollo económico y la energía. La sostenibilidad de la vida en el mar,
es una de las grandes asignaturas pendientes de la humanidad, a pesar de que en ello nos jugamos la
pervivencia de nuestro mundo tal y como hoy lo conocemos. Más allá de buscar nuevos planetas
que permitan establecer colonias fuera del nuestro, como parte de un hipotético plan B que permita
a algunos escapar ante la más que probable y asumida destrucción de la Tierra, el futuro del
conjunto de la humanidad pasa irremediablemente por salvar el mundo en el que ahora vivimos,
incluso para aquellos que piensan en el citado plan B. Las ciencias marinas deben desarrollarse al
máximo de su potencialidad con el objeto de hacer compatibles la vida en los océanos, con toda su
biodiversidad, y el desarrollo de las sociedades humanas. Sin embargo, hoy estamos muy lejos de
ambos objetivos.

En la actualidad los océanos han dado muestras más que evidentes de que se encuentran casi al
límite de su capacidad de resistencia a los embates que sufren por parte de las acciones del hombre.
Tanto es así, que a lo largo de los últimos 60 años hemos conseguido llevar hasta casi el colapso a
la gran mayoría de las poblaciones de peces y otros animales de interés pesquero, incluso de aquello
que no lo tienen. Según algunos informes científicos hoy quedarían menos del 10% de los atunes,
tiburones, peces espada y otros grandes peces, de los que estaban presentes en nuestros mares a
principios del siglo pasado. Sin embargo, y a pesar del riesgo de colapso, seguimos persiguiéndolos,
sin cuartel, hasta que se capture el último de estos grandes animales.

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