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El poder del miedo

La periodista colombiana Gloria Ortega entrevista a Manuel


Antonio Velandia Mora sobre el miedo. Velandia es víctima del
conflicto armado colombiano, fue objeto de un atentado con
granada de fragmentación en contra de su vida. Ha sido el primer
homosexual en ser reconocido como víctima al haber sido inscrito
en el Registro Único de Víctimas (RUV) de Colombia. Vive en
España, país que le dio asilo, como refugiado político y por
orientación sexual.

¿Cómo crees que se ha expresado el Poder del Miedo en la


población homosexual en el mundo y en Colombia?

Desde tres estamentos diferentes se ha expresado el


poder del miedo a las minorías sexuales en Colombia,
estos son la salud, las iglesias y la norma legal.

Desde la salud se les ha hecho sentir a las personas


enfermas, anormales, raras, incluso se les ha dicho que
lo suyo es una aberración, una parafilia o una
desviación. Aun cuando ya hay un reconocimiento
científico de que no es enfermedad, la sociedad sigue
usando este criterio para diferenciar, para excluir,
para separar socialmente. Las iglesias han hecho sentir
a las personas pecadoras, sucias, inmorales e incluso
poseídas por un demonio, se les ha ofrecido la opción de
confesarse y recibir el perdón. Desde la ley en Colombia
se ha dejado de ser delincuente para convertirse en
sujeto de derechos, pero las personas en la práctica
siguen siendo consideradas como ciudadanos de segunda
clase, sin iguales derechos y con menores oportunidades
no solo legales sino también laborales e incluso
educativas.

Las instituciones como la familia, los medios masivos de


comunicación, los diferentes ejércitos participantes del
conflicto armado se han vuelto una extensión de las
instituciones que ejercen el poder represor y han
instaurado el miedo como su agenda y su estrategia;
miedo que se ha apoderado de las familias y que en los
ciudadanos se convierte en homofobia interiorizada, una
homofobia que se hace más real cuando se representa en
crímenes de odio que llega al desplazamiento forzado,
las amenazas de muerte, los atentados, los asesinatos y
otros crímenes de odio.
Vivimos en una sociedad sometida por el poder del miedo
¿Por qué?

El miedo es un arma excelente para ejercer el poder,


porque quien logra instaurarlo en el otro solo tiene que
atizar ese fuego interno que paraliza, que no permite
pensar y que frena el actuar; bajo el miedo la represión
no solo se ve como un hecho natural, sino que además se
aprende de tal forma que muchas veces ya no se requiere
del otro para movilizarlo, sino de sí mismo para
sentirlo. El miedo es un poder que se aprende
culturalmente, que hace parte de nuestros imaginarios;
se pasa del “coco”, con el que nos asustaba cuando
niños, al Dios castigador, al juez cuya balanza siempre
se inclinará hacia el lado de los anormales, de los
monstruos, de los enfermos y antisociales; las minorías
sexuales son explicadas como todo ello, pero sobre todo
sus vivencias sexuales son entendidas y emocionadas por
quienes pertenecen a estas desde tales parámetros de
normalidad, sanidad y moralidad.

Las personas al construir su identidad se ven obligadas


a transgredir tales parámetros, a romper con el deber
ser socialmente establecido para vivir su querer ser, o
cuando mucho para estar siendo en aquellos momentos en
que se atreven a hacer su coming out ya sea rompiendo su
closet o ampliándolo para sentirse más cómodos en ese
espacio de autorepresión, el closet es el máximo logro
del miedo que se interioriza en la cárcel del cuerpo y
de la mente.

¿Qué podría hacerse contra ese Poder del Miedo que se


ejerce contra esta población?

El cambio es integral: es físico, es emocional y es


conceptual; el miedo se instaura en estos tres ámbitos y
liberarse de él implica atacarlo por estos tres flancos.

Las personas que sufren de miedo debieran recibir apoyo


emocional, especialmente en un país como Colombia en que
las amenazas son reales y se vive en una constante
guerra. Quienes han logrado romper sus ataduras deberían
apoyar a otros en sus propias rupturas.

Por otra parte, es necesario deconstruir los discursos


del poder y de las instituciones que los instauran, es
prioritario matar, lo digo en sentido figurado, al
padre, la madre, al pastor, al sacerdote, la monja, al
pope, al educador, al hermano mayor, al periodista, a
esos conciudadanos que se convierten en extensiones de
quienes ejercen el poder y de sus imaginarios e incluso
se autoerigen en guardianes del orden y de la moral. Las
personas deben comprender, asumir y experienciar que los
límites del poder no los pone el otro sino uno mismo y
que los límites impuestos desde el miedo son tan móviles
y maleables como es nuestro propio deseo y necesidad de
libertad.

Como el miedo también tiene manifestaciones físicas,


entonces también aquí se requiere combatirlo. El miedo
corta la respiración, acelera el ritmo cardiaco, produce
diarrea, tensiona los músculos; cuando hay miedo, aun
cuando parezca tontería, la persona debe intentar
calmarse, lo más importante es respirar profundo, llevar
el aire al estómago, tomarlo y dejarlo salir lentamente.
Es conveniente aplicar técnicas de yoga al respirar y
distraerse en el conteo de los tiempos al inhalar,
sostener el aire, dejarlo salir e intentar periodos de
igual duración en que no se tome el aire. Para quien es
dueño de su cuerpo y sus funciones es más fácil
empoderarse de su mente y sus emociones.

¿Cómo define el miedo?

El miedo es un cambio del ánimo ante el temor de que


algo, real o imaginario, que pueda producirnos daño nos
suceda. El miedo puede anular la toma de decisiones y
ello sucede porque nos afecta directamente el emocionar;
como no somos seres racionales sino seres emocionales
que actuamos y algunas veces pensamos. Bajo los efectos
del miedo se nos dificulta el raciocinio, de tal forma
que nuestras respuestas son instintivas, básicas,
elementales. El miedo se sustenta en el poder que damos
al otro al reconocerlo como alguien que puede dañarnos,
por ello los agentes de poder procuran mostrarnos su
fuerza con la exhibición de sus instrumentos de guerra,
con sus trajes que tienen la capacidad de reforzar
nuestros imaginarios, con el uso abusivo de la norma y
con sus alianzas con otros agentes de poder. Cuando el
miedo se convierte en terror nuestro organismo puede
llegar a sufrir grandes daños e incluso la muerte,
porque con el terror aparece la taquicardia, se cambia
el ritmo de la respiración produciendo ahogo, mareo,
opresión el en pecho, que además pueden potenciar la
taquicardia y llevarnos a un paro cardíaco e inclusive
ocasionar la muerte. A otras personas les afecta el
tracto digestivo, se les presentan retorcijones
estomacales e inclusive intestinales, acompañados de
acidez, salivación excesiva, boca reseca, diarreas,
vómitos e incontinencia urinaria.

¿Cuándo ha sentido miedo?

En mi experiencia hay dos momentos de mucho miedo, el


primero de ellos con las amenazas de muerte, el segundo
con posterioridad al atentado. Con el primero descubrí
que los amigos en vez de ayudarme lo incrementaban con
sus preguntas y comentarios “bien intencionados”.
Descubrí que el miedo me dejaba mudo, que aun cuando
muchas ideas fluían en mi mente, no podía hablar. Así
que apliqué la técnica que había aprendido en la escuela
de teatro (la describo más adelante), cuando logré
centrarme en mí inmediatamente cambió mi relación con
quienes me amenazaban. Empecé a responder, pero no lo
hice de forma agresiva, sino con reflexiones sobre qué
pasaría si quien le contrataba no le pagaba por
asesinarme, que si era detenido e iba a la cárcel su
mujer y su familia probablemente le visitarían los
primeros meses y luego le abandonarían, la mujer se
conseguiría un amante y si tenía hijos podría hasta
perderlos… se me ocurrieron cada vez cosas más
ingeniosas e incluso descubrí que cambiaron mis propios
relatos sobre las amenazas porque ya mi conversación con
quienes me preguntaban sobre mi emoción con relación a
las amenazas no se centraba en relatarla sino en referir
las ideas descabelladas que se me ocurrían cuando las
recibía; lo más interesante es que quienes me amenazaban
se quedaban callados e incluso escuchaban todo lo que yo
quería decirles.

El pánico apareció con posterioridad a cuando lanzaron


la granada a mi vivienda, descubrí que lo tenía con
ocasión del atentado al Club El Nogal, aparecía cada vez
que escuchaba un ruido fuerte, incluso me afectó hasta
casi ocho años después. La ventaja fue que al venir como
exiliado a España y trasladarme a vivir en la comunidad
valenciana, donde las fiestas se celebran con muchos
petardos con un sonido ensordecedor que hace temblar la
tierra, fui relacionando el ruido con la fiesta.
Descubrí que ya no me producía daño cuando estando en la
Universidad del País Vasco, en San Sebastián, escuché un
petardo y pensé en fiesta y si siquiera en lo que
realmente era, una manifestación estudiantil.

¿Puede manejarse el miedo?

Las personas que sufren de miedo debieran recibir apoyo


emocional, especialmente en un país como Colombia en que
las amenazas son reales y se vive en una constante
guerra.

Cuando hay miedo, aun cuando parezca tontería, la


persona debe intentar calmarse, lo más importante es
respirar profundo, llevar el aire al estómago, tomarlo y
dejarlo salir lentamente. Es conveniente aplicar
técnicas de yoga al respirar y distraerse en el conteo
de los tiempos al inhalar, sostener el aire, dejarlo
salir e intentar periodos de igual duración en que no se
tome el aire. El conteo debe ser de periodos iniciales
de cuatro segundos que se van incrementando cuando ya se
tiene controlado el proceso, se recomienda iniciar con
periodos de cuatro segundos para cada uno de los cuatro
momentos del proceso. Luego aumentar a seis segundos,
ocho e inclusive 10 segundos. Cuando nuestro cerebro se
distrae se recupera el ritmo cardiaco, cambia nuestro
emocionar y se nos facilita razonar.

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