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El continente asiático tiene una población actual de 4.436 millones de personas, con una
densidad poblacional de 140 hab./km2 que se encuentra repartida de manera desigual, por
lo que se pueden encontrar zonas prácticamente deshabitadas mientras que existen otras
altamente pobladas.
Casi todos los países asiáticos presentan altas tasas de natalidad, mientras que los índices
de mortalidad son muy bajos. Este crecimiento poblacional se explica porque las labores
agropecuarias, que eran la actividad más común, requerían mayor cantidad de personas.
Este factor ocasionó un descontrol poblacional que ha sido nefasto para los países asiáticos,
pues necesitan mayores recursos para mantener a una población cada vez más numerosa.
Por esta razón, los gobiernos de diferentes países han aplicado políticas de planificación
familiar para mantener un control poblacional y garantizar un mejor estilo de vida, así como
una mejor distribución de los recursos. Tras las transformaciones demográficas, países como
China, India y Corea del Sur han implementado diferentes tipos de políticas.
En 1947, tras su independencia del Reino Unido, India tenía 360 millones de habitantes.
Para controlar el crecimiento poblacional, el nuevo gobierno estableció medidas que
consistían en proporcionar métodos anticonceptivos, realizar operaciones de esterilización y
aborto, e incentivar económicamente a las familias que se acogieran a estos métodos. No
obstante, esta política fue insuficiente y, tras contabilizar más de 600 millones de habitantes
en 1975, el gobierno proclamó el estado de emergencia e inició un programa de
esterilización a gran escala.
Desde entonces, el número de hijos por mujer en la India se ha reducido de 6,3 hijos en la
década del setenta a 2,4 en el 2015. No obstante, el aumento de la esperanza de vida y la
reducción de la mortalidad infantil han contribuido a que este país siga teniendo un
crecimiento poblacional, del 1,6% anual.
Desde 1979, China estableció una política del hijo único con el objetivo de controlar el
crecimiento poblacional, esta iniciativa dictaba que cada pareja podía tener máximo un solo
hijo, con excepción de las parejas de las zonas rurales a las que se les permitía tener dos
hijos para ayudar con los trabajos agropecuarios. A las familias de las ciudades, el Estado
les ayudaba con programas de planificación familiar y el incentivo en el uso de métodos
anticonceptivos.
Esta ley fue defendida por el gobierno chino argumentando que era fundamental para
mejorar el estilo de vida de las personas y distribuir de mejor manera los recursos. No
obstante, esta política fue fuertemente criticada porque evitó el nacimiento de más de 400
millones de personas, generó miles de indocumentados y el envejecimiento de la población.
Sin embargo, la tasa de crecimiento natural pasó del 2,3% en 1970, al 0,5% en la
actualidad. Desde 2013, el país flexibilizó su política demográfica ya que las parejas podían
tener dos hijos y, en octubre de 2015, la política del hijo único fue abandonada. A pesar de
las medidas, China es el país más poblado del mundo, con 1.389 millones de habitantes.
Al igual que China e India, en 1960 Corea del Sur implementó una fuerte política de control
de la natalidad y programas de planificación familiar. Dichas iniciativas comprendieron la
instalación de una red de centros urbanos y rurales con equipamiento médico y científico,
con el objetivo de promover el uso de anticonceptivos para reducir la natalidad. Como
medidas complementarias se establecieron fuertes multas económicas.
Tras varias décadas, el programa de planificación logró que las tasas de fecundidad pasaran
de 4 hijos en 1970 a 2 en 1990, y la tasa de fertilidad que pasó de 6,0 en 1960 a 1,24 en
2014. Pese a este éxito, gran parte de la población surcoreana se ha envejecido y casi 6,7
millones de personas (14% de la población) superan los 65 años de edad. Ante ello, el
gobierno surcoreano empezó a dar incentivos económicos a las parejas para que tengan
más hijos.
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