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El Arte de Mirar

CAJA DE PERSPECTIVAS
Samuel van Hoogstraten
(National Gallery de Londres, 1655-1660)
El silencioso y diminuto mundo capturado en las cajas de perspectivas replicaba los
cuadros de interior que se difundían en los países bajos a mediados del Siglo XVII como
un nuevo género pictórico, en contraposición a las pinturas de paisajes y a los mapas, que
ponían frente a los ojos de los espectadores vastos territorios, lejanos y desconocidos.

POR SANDRA ACCATINO

E
N UNA DE LAS SALAS DE LA
National Gallery de Londres se puede ver
la pequeña caja de madera que Samuel van
Hoogstraten (1627-1678) construyó y pin-
tó hace casi cuatrocientos años. La caja está cerrada Aunque hoy se conservan sólo seis cajas de perspectivas del siglo XVII, su
en su parte inferior y superior y en tres de sus caras presencia era habitual en los gabinetes de los aficionados europeos a las
laterales, cada una pintada con una imagen que mues- artes. En medio de los debates que el siglo XX reabrió sobre los formatos y
tra a un pintor junto a un Amor alado acompañado soportes de la pintura, muchas veces olvidamos que esta discusión tiene en los
alternativamente por una cornucopia, una corona de sorprendentes artificios del Barroco su más importante antecedente.
laurel y una mujer, para aludir a las tres dimensiones
que mueven nuestra relación
con el arte: el dinero, la fama,
el amor. En la cara superior
de la caja, la imagen de una
Venus desnuda junto a Cupi-
do aparece, a primera vista,
distorsionada, al igual que las
distintas habitaciones vistas
desde el lado de la caja que
permanece abierto.
Tal como ocurre con la imagen de Venus y Cupido, Las pinturas
que puede ser vista correctamente sólo desde uno de del interior
los ángulos de la caja, también las imágenes pintadas en de la caja.
su interior han sido hechas para ser observadas des-
de las mirillas abiertas en los lados más estrechos del
arca. Desde cualquiera de esos dos puntos de vista, la Las imágenes
sucesión de habitaciones pintadas se vuelve coherente, percibidas a través
como si el artificio de la caja de perspectiva consistiera de las mirillas.
en remedar a través de la alteración de las imágenes,
y bajo ciertas condiciones excepcionales, nuestra per-
cepción, para descubrirnos no sólo su condición sen-
sual y engañosa, sino también, y sobre todo, la radical
diferencia entre la imagen producida por el arte y el
mundo que percibimos.
Visto desde las mirillas, el piso de la habitación y los
muros de los recintos se vuelven prodigiosamente con-
tinuos a pesar de repartirse entre los bordes y los lados
de la caja, al igual que las sillas rojas que parecen dupli-
carse una y otra vez y el perro que nos observa mien-
tras vemos la luz que ilumina las habitaciones, el espejo
que refleja una silla roja, las ropas colgadas y la cama, los
cuadros religiosos, paganos y de paisaje que decoran las
salas, las puertas entreabiertas, la ventana a través de
la cual se dibujan las calles y edificios de la ciudad y la
mujer que, sentada, quizás lee una carta mientras, tras
el vidrio, un hombre observa, como nosotros, la escena
que se despliega en el interior.

SANDRA ACCATINO es académica del departamento de Arte de


la Universidad Alberto Hurtado. Ha publicado diversos capítulos
de libros, artículos y ensayos sobre pintura europea, arte de la
memoria, coleccionismo y artistas chilenos contemporáneos. Caja de perspectivas, madera y óleo, 58 x 88 x 60, 5 cm., National Gallery, Londres.

“Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que triunfa”, Mark Twain (1835-1910), escritor estadounidense. La Panera I 15

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