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l. ANTECEDENTES
En dicha exposición se indicó que se había comprobado “que había una gran difusión de la
sociedad anónima; sin embargo, ciertas investigaciones e indagaciones, sobre todo a nivel de
provincias, arrojaron, por ejemplo, en el caso de Arequipa, que actualmente existen once
sociedades en comanditas vigentes y 21 sociedades colectivas frente a varios miles de
sociedades anónimas y, lo que es más, que desde 1972 a la fecha solo se ha constituido dos
sociedades colectivas, y dos sociedades en comanditas, de las cuales una ya dejó de funcionar.
Esta realidad determinó que la Comisión tuviera que respetarla y acatarla. No se podía privar al
comerciante o al empresario de la posibilidad, sí así lo quería en determinado momento o si las
circunstancias así lo reclamaban, de poder acudir a estas otras formas societarias. A su vez tal
comprobación brindó también una orientación a la necesidad de poner más énfasis, más
cuidado, más detalle en las sociedades anónimas, pero sin eliminar las otras formas societarias.
Así se hizo, solo se eliminó la sociedad comercial de responsabilidad limitada, al estimarse que
la función que ésta cumple es, desde un punto de vista doctrinario, una sociedad de capitales
con fuertes notas personales !as se podía lograr con la nueva forma que ;ntroduc’a el proye
que es la sociedad anónima cerrada.
El concepto de sociedad anónima cerrada que contiene el proyecto, recoge las notas más
características de la sociedad comercial de responsabilidad limitada. Entre ellas tenemos que
contiene limitaciones a la transferencia de las participaciones; una organización administrativa
simple en cuanto puede prescindirse del directorio, admite la posibilidad que la sociedad
termine con la muerte del socio, aun cuando quepa pacto en contrario; y se ha limitado el
número de socios a veinte. Estos elementos hacen de la sociedad anónima cerrada una
sociedad pequeña.
De esta manera ambos tipos societarios, la sociedad anónima cerrada y la sociedad comercial
de responsabilidad limitada, con características muy similares, pero de origen distinto, se
encuentran reguladas en nuestro ordenamiento legal.
Como expresa el profesor colombiano Iván Jaramillo Tejada “los comerciantes, ante el tráfico
mercantil han pretendido limitar su responsabilidad con el fin de reducir ese riesgo, por esto, la
tendencia del Derecho comercial se ha orientado hacia una objetividad del principio de
responsabilidad, reduciéndolo, en su aplicación, a los bienes individualizados que se afectan
para la realización de operaciones empresariales.
II. CARACTERíSTICAS
La sociedad anónima cerrada constituye una de las modalidades especiales de la sociedad
anónima. Puede nacer como talo teniendo la personería jurídica de sociedad anónima,
adaptarse a esta modalidad, mediante la modificación de su Pacto Social y Estatuto, conforme
lo establece el artículo 263 de la Ley General de Sociedades. Tratándose de la adaptación a una
modalidad, dentro de la misma forma societaria de sociedad anónima, no existe proceso de
transformación alguno, pues este ocurre cuando se pretende adoptar otra clase de sociedad o
nueva forma societaria, de acuerdo con las disposiéiones del artículo 263 de la Ley General de
Sociedades.
1. Carácter cerrado
Creada por un reducido número de personas -hasta veinte (20) socios-. naturales o jurídicas,
que tienen el ánimo de constituir una sociedad -affectio societatis- y participar en forma activa
y directa en la administración, gestión y representación social.
Debe tenerse presente, que “sin embargo, en ciertos casos, como explican Garrigues y Uría, un
grupo de inversionistas, si bien escoge por comodidad la forma de sociedad anónima, quiere
que los socios conserven una relación personal entre sí, pensada en la amistad, en la
competencia técnica, en lazos familiares, en evitar que la competencia pueda sabotear el
negocio desde dentro, en la confianza recíproca, etc. En tal situación la sociedad anónima se
constituye también intuitu personae, es decir, teniendo en consideración a las personas. Esto
significa que la affectio societatis o intención de las partes de formar una sociedad y trabajar
juntos dentro de ella, tiene un elemento personal basado en el conocimiento y la confianza
recíprocos”.
Sin duda, el legislador para plasmar esta modalidad societaria en la Ley General de Sociedades,
ha tomado en consideración, tanto lo anteriormente expuesto como la situación empresarial
de nuestro país, donde un gran porcentaje de las sociedades anónimas son de modesta
envergadura, priman las relaciones familiares y de confianza y a través de su propia actividad se
puede identificar a los socios.
Opera en el caso que un accionista desee transferir sus acciones a otros accionistas o terceros
Atendiendo al carácter cerrado, así como a la importancia del elemento persona, la Ley General
de Sociedades ha regulado para esta modalidad pues no se ha contemplado en el caso de la
sociedad anónima regular el Derecho de Adquisición Preferente, que más adelante
analizaremos, como una medida de conservación del carácter intuitu personae que está en el
animus societatis. Incluso se ha establecido la posibilidad de que el estatuto contemple un
derecho de preferencia a favor de la sociedad.
En realidad, la norma pretende otorgar una adecuada protección al socio, pero si éste
considera conveniente a sus intereses no hacer uso de este derecho puede dejarlo de lado.
Ello, definitivamente contribuye al desarrollo de la sociedad, pues cada sociedad tiene sus
propias notas caractetísficas~y-muchas veces estas instituciones, en lugar de coadyuvar el
desarrollo social, podrían entorpecerlo. Más adelante nos ocuparemos de las implicancias que
el ejercicio de este derecho puede generar.
3. Ausencia de directorio
Siguiendo la línea, que la sociedad debe ajustar su organización a sus propias necesidades, es
que la Ley General de Sociedades ha considerado la posibilidad de incorporar o no al directorio
en la estructura de la sociedad anónima cerrada.
En este sentido y si el pacto social o estatuto establecen que la sociedad anónima cerrada,
funcionará sin directorio, las funciones establecidas en la Ley General de Sociedades para este
órgano, serán ejercidas por el gerente general. De allí la necesidad de evaluar la conveniencia o
no de la existencia de este órgano, pues la centralización de la gestión y representación social
solo será eficiente en la medida que se logren los objetivos sociales y que Ia dimensión de la
empresa lo permita.
4. Representación del socio en la junta general
Esta norma, podrá tener sus ventajas, desde el punto de vista del carácter cerrado y privado de
esta modalidad de sociedad anónima, en la que se desea que las decisiones de los accionistas
sean discutidas entre ellos, en el seno de la sociedad, con participación directa y sin
intervención de personas ajenas a su esfera y si no es el caso, que éstos, puedan estar
representados por personas de su entorno; pero es posible que en la práctica su aplicación
pueda causar más de un inconveniente. Por ejemplo, que pasaría si en una sociedad anónima
cerrada existen únicamente dos accionistas, A 1 (55%) Y 81 (45%) que se encuentran en
conflicto y la gerencia general ha convocado a junta de accionistas. El accionista 81, por razones
particulares se encuentra imposibilitado de asistir a la reunión y el estatuto no ha establecido
norma alguna sobre el tema, con lo cual debemos aplicar las disposiciones de la Ley General de
Sociedades. Resulta que el accionista A 1 no lo puede representar, porque existe un conflicto
entre ellos y por lo tanto el accionista 81 no le solicitaría que actúe como su representante,
pues no confía en A 1; la cónyuge de 81, no se encuentra en el país; no posee ascendientes y su
descendiente en primer grado tiene dos años de edad. En puridad el accionista no puede
hacerse representar en la Junta, porque ninguna de las personas autorizadas por la Ley General
de Sociedades, se encuentran en capacidad de hacerlo.
Por lo tanto el accionista 81 podría perjudicarse con las decisiones que se adopten en la junta,
por el solo hecho de encontrarse limitado en su derecho de designar a su representante.
En este aspecto el accionista de una sociedad anónima cerrada deberá ser diligente en el
momento de establecer las normas del estatuto, a efecto de evaluar los posibles
inconvenientes que pueden surgir, si es que opta por la aplicación de la Ley, ya sea porque es
consciente de ello y no ve el futuro o porque simplemente, no fue materia de discusión ni
preocupación, cuando lo elaboró. De manera previsora y considerando el plazo de duración de
la sociedad anónima. que por lo general, es indeterminado, se recomienda se considere en la
norma estatutaria la posibilidad de que otras personas, en forma amplia, puedan actuar como
su representante ante la junta general de accionistas, como lo es en el caso de la sociedad
anónima regular.
5. Convocatoria a juntas
Enrique Elías Laroza cuando se refiere a la convocatoria a la junta general, indica que “La
necesidad de convocar a la junta general de accionistas deriva de uno de los caracteres
esenciales de ese órgano social la junta no es un órgano permanente de la sociedad. Por ello, al
no tener un funcionamiento estable, para que pueda reunirse es necesario e indispensable que
sea debidamente convocado” “Otro de los factores que determinan la convocatoria es la
obligación de dar debido cumplimiento a uno de los derechos fundamentales del accionista,
contenido en el inc. 2 del artículo 95 de la Ley: intervenir y votar en las juntas. Si el mecanismo
de la convocatoria no permite la posibilidad de que todos los accionistas, o sus representantes,
puedan conocerla, se estaría burlando este derecho”. “… la junta no puede reunirse por
decisión espontánea y de nada sirve que se cumpla con el quórum y con las mayorías
necesarias para los acuerdos si todos los accionistas no tuvieron oportunidad para concurrir a
ella”(5).
En relación con el plazo que se debe considerar para realizar la convocatoria a junta de
accionistas, resulta de aplicación el establecido en el artículo 116 de la Ley para la sociedad
anónima regular, esto es, no menor de diez días al de la fecha de su celebración para la Junta
Obligatoria Anual y las demás juntas previstas en el Estatuto y no menor de tres días para los
demás casos, salvo que el Estatuto fije plazos mayores.
Muchas veces el cumplimiento de los requisitos para la convocatoria, cuando estos son rígidos
y con plazos extensos, puede obstruir la marcha de la sociedad, razón por la cual representa
una ventaja, la forma como la Ley General de Sociedades ha regulado esta figura.
6. Juntas no presenciales
Dado el número reducido de accionistas así como las relaciones personales que los une,
resulta, por lo general, muy fácil ponerse de acuerdo sin necesidad de cumplir con la
formalidad de asistir a la Junta. Únicamente la Ley General de Sociedades exige como requisito
para las juntas no presenciales, que se determine un medio que pueda garantizar la
autenticidad de los acuerdos. Cabe hacer la salvedad que el hecho que el acuerdo sea
adoptado en Junta no presencial no elimina la obligación de llevar un libro de juntas donde se
puedan plasmar dichos acuerdos, pues ello representa una garantía de su veracidad y
existencia.
El artículo 234 de la Ley General de Sociedades señala expresamente que la sociedad anónima
cerrada no tiene acciones inscritas en el Registro Público del Mercado de Valores y que no se
puede solicitar la inscñpción en dicho Registro de las Acciones de esta modalidad de sociedad
anónima.
Es evidente que la prohibición se fundamenta en la naturaleza de este tipo de sociedad, donde
los socios no pueden ser más de veinte y están sujetos a diversas obligaciones y limitaciones en
cuanto a sus derechos de socio, pues la inscripción de esta modalidad de sociedad anónima en
el Registro del Mercado de Valores, implicaría, entre otras cosas, abrir el accionariado a
terceros y controles de entidades externas, situación que atenta contra la estructura de este
tipo de sociedad, máxime si los socios pugnan por darle permanencia a la estructura originaria.