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1.1 El Estado.
Origen, elementos y fines.
De forma general definimos al Estado como la sociedad políticamente organizada, orientada
al bienestar general (definición finalista). El origen del Estado como modernamente lo concebimos
surge a fines de la Edad Media, al culminar un proceso iniciado en las ciudades italianas alrededor
del siglo XV (surge “lo stato”), y se consolida con la consagración de la ideología iluminista del
siglo XVII, siglo en que también se delimitan territorial mente los Estados europeos. Todo esto sin
desconocer que ya en Grecia y Roma había organización política de la sociedad (las polis o civitas).
Los elementos del Estado son:
1. Poder: lo conforman el conjunto de órganos que componen las autoridades de la
Nación (Gobierno) y la coerción que implica el uso legítimo de la fuerza. Algunos
autores desdoblan este elemento en dos, distinguiendo poder y Gobierno. Nosotros
entendemos al segundo dentro del primero.
2. Territorio: ámbito geográfico dentro del cual se aplica la jurisdicción del Estado (o sea
el poder nombrado). Comprende tierra, agua, aire y subsuelo. Sus límites pueden ser
líneas naturales o imaginarias. A ese territorio se agregan: buques y aeronaves de
bandera nacional, Embajadas y Consulados.
3. Población: personas que están en el territorio ya dicho, en un momento dado. Se
diferencia del pueblo, que es la porción de esa población que es considerada nacional
de ese territorio.
En cuanto a los fines del Estado, ya en la definición vemos que éste es el bien común, un
concepto de fácil manipulación. Pero en definitiva refiere a intentar asegurar la plenitud (material y
espiritual) de la vida de las personas, y diferenciándose de los intereses particulares que mueven a
otras instituciones distintas del Estado. Se pone así por encima del individualismo ciego y del
estatismo que concibe al Estado como único sujeto de derechos.
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institución: un conjunto de humanos poniendo esfuerzos comunes para construir una empresa común
en la que se comparten sobre todo los fines, y también los medios para alcanzarlos, empresa que los
excede en poder y que dura más que sus vidas. Esas empresas comunes se dan por la forma de ser
social del hombre, y el ordenamiento jurídico no puede negarlas: al contrario, debe regularlas.
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legal será jurisdiccional (género) y ésta será propiamente judicial (especie) cuando la ejerza el PJ
como órgano independiente que es.
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sea, control interno); y además, la nota característica es el reconocimiento de un conjunto de
prerrogativas a la Administración, derivadas de la consagración jurídica de la Administración, lo que
implicó, a la vez que el reconocimiento de “poder público” de ésta, un correlativo aumento de las
garantías de los administrados (y de la posibilidad de éstos de exigir a aquélla). Cassagne asigna más
importancia a esta característica que a la existencia de tribunales independientes, al hablar de Estado
de Derecho.
Ante todo lo dicho cabe mencionar que en los países anglosajones, el rule of law determinaba
entes locales casi autónomos, cuyas actividades se sometían a las mismas reglas que los particulares
(no existía el llamado poder público) y se juzgaban por tribunales independientes.
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4. Reglada o discrecional: toda la actividad de la Administración es "sublegal" (en el sentido
de ley formal), y toda ejecuta la ley, pero en "grados" y formas diferentes. En la actividad reglada, la
Administración se vincula fuertemente a la ley. En la discrecional, ella actúa con mayor libertad: está
más bien determinada por la "finalidad" a cumplir. En el primer caso se siguen normas jurídicas; en
el segundo criterios técnicos o políticos. Pero así como en la actividad "discrecional" la
Administración no es enteramente libre, en la reglada tampoco se convierte en ciega ejecutora de la
ley. Cualquiera de los dos tipos de actividad puede hacer nacer para el administrado un derecho
subjetivo, que será de idéntica substancia.
5. De contralor: es la que se ejerce sobre los actos de la Administración activa. Si bien el
control puede ser jerárquico, jerarquía difiere de control y no lo presupone (ej.: la Contaduría
General de la Nación no es superior jerárquico de un Ministerio). El contralor más frecuente es de
tipo financiero, pero puede darse en general. La naturaleza jurídica del acto de contralor depende de
si es interno (acto de administración) o externo (acto administrativo). Un tipo común de contralor son
las llamadas "instrucciones" (generales o individuales), obligatorias para el agente público.
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UNIDAD II
2.1 Derecho Administrativo.
Concepto.
Parte del Derecho Público interno que regula la organización y las funciones de sustancia
administrativa, legislativa y jurisdiccional del Órgano Ejecutor y de las entidades jurídicamente
descentralizadas, las funciones administrativas de los restantes órganos que ejercen el poder del
Estado (Legislativo y Judicial) y, en general, todas aquellas actividades realizadas por personas
públicas o privadas a quienes el ordenamiento les atribuye potestades de poder público derogatorias
o exorbitantes del Derecho Privado (aun cuando no sean personas administrativas).
En el aspecto académico, puede definírselo como la rama del derecho que estudia
primordialmente la organización y la actuación del Estado en sus relaciones con los particulares.
Como vemos, la definición del cuerpo normativo que forma el Derecho Administrativo tiene
en cuenta sustancialmente el aspecto objetivo de la actividad administrativa; y agrega además las
actividades no administrativas del Órgano Ejecutivo, como sujeto central de esta rama del Derecho.
Caracteres.
1. De Derecho Público: por cuanto su fin es siempre el bien común o satisfacer intereses
colectivos.
2. Dinámico: sus normas deben adaptarse a los constantes cambios sociales, entre los cuales se
contemplan también situación de emergencia, que la Administración debe intentar superar lo
más rápidamente posible.
3. Organizacional: pues organiza los entes administrativos que ejecutan estas funciones (Nación,
Provincia, Municipio, etcétera).
4. Exorbitante: tiene poderes que exceden la órbita del Derecho Privado.
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Lenguaje, método y Derecho Administrativo.
Al tratar este tema, Gordillo ahonda en muchas de las cuestiones filosóficas del lenguaje.
Trata el tema del “significado” y el “significante”, critica los intentos de construir un definición
perfecta pues los conceptos usados para definir son tan vagos como los definidos; y derrumba
también la teoría aún sostenida en ocasiones, que considera que las cosas “son realmente” algo, algo
que es su “esencia” o “naturaleza” y que el hombre sólo puede acercarse a conocer cada vez más.
Explica el autor que en pocos lugares del Derecho es tan intensa esta lucha por el lenguaje
como lo es en el Der Adm, por su cercanía a la Política y a los intereses colectivos, en los que las
cuestiones de poder son más claras. Sin embargo, es de notar que Gordillo prefiere evitar “la guerra
de las palabras”, definiendo los conceptos cuando es necesario hacerlo, por usárselos en un sentido
técnico, diferente al “uso común”, que es por definición más vago que el académico o científico. Así,
no debemos excedernos en la “reglamentación lingüística”, corriéndonos demasiado del lenguaje
vulgar, pero tampoco debemos pasar por el alto cuando lo hacemos, definiendo debidamente la
palabra en cuestión, a fin de buscar consensos a su respecto. Es también criticable que Gordillo se
refiera a “un” lenguaje común; mejor sería hablar de “usos comunes”, pues la cultura no es
homogénea (sino hegemónica, en todo caso) y por ello tampoco lo es el lenguaje.
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de la Teoría General del Derecho, pero lo cierto es que mayormente tomaban lógicas privatistas, por
ser el Derecho Civil la rama madre. También se ha dicho que este método pretende que existan
“soluciones universales” a problemas concretos en diversos países y en diversos tiempos.
Ante todo lo dicho, creemos que el Derecho no puede prescindir de la lógica, para formar una
disciplina propia y no ser una mera resultante de coyunturas económicas y políticas; pero menos aún
puede prescindirse de la realidad social a la hora de hablar del Derecho, de lo contrario éste sería
totalmente obsoleto a sus fines, como herramienta al servicio del hombre y su mejor vida.
El método científico.
Definirlo aquí se haría totalmente imposible. Podemos decir que es el método por excelencia
adoptado por las disciplinas modernas, y consiste básicamente en la posibilidad de repetir un
experimento para obtener de sus resultados principios generales. Para ello, se suele mantener una
variable constante y analizar los cambios de otras. Su aplicación es “plena” en las llamadas ciencias
duras, siendo más discutible en las disciplinas sociales.
2.3 Relaciones del Derecho Administrativo con otras ramas del Derecho.
Derecho Público: Constitucional, Político, Internacional, Penal, Financiero, Procesal,
Ambiental.
Derecho Constitucional: la relación es muy fuerte, y es de jerarquía: el Derecho
Administrativo está subordinado al Derecho Constitucional, siendo la Constitución la primera y más
importante fuente de la Administración, al regular sus fines, instituciones, órganos y principios.
Derecho Político: sus relaciones son íntimas por cuanto comparten el objeto de estudio (el
Estado), pero sus enfoques son diferentes: el Derecho Político teoriza filosóficamente sobre el
surgimiento del Estado y sus diferentes formas políticas de organización (centralismo o federalismo,
democracia o monarquía, República o Dictadura, etcétera) en tanto el Derecho Administrativo
estudia sobre todo el funcionamiento del Estado actual, y sus diferentes formas de organización “no
política”, o sea funcionales, aunque claro está que estas categorías no pueden diferenciarse
tajantemente.
Derecho Internacional: aquí la relación se da sobre todo a raíz del crecimiento de la
legislación internacional desde fines del siglo XX. El Derecho Internacional no se relaciona “en sí
mismo” con el Administrativo, sino en función de sus ramas. Así, el Der Adm está subordinado a este
en materia de TTII con jerarquía constitucional (Derecho Internacional Constitucional), y se
relaciona de diversas formas con la creciente legislación internacional en materia ambiental, y
también en materia penal (sobre todo en lo que hace a crímenes de lesa humanidad).
Derecho Penal: tienen también una íntima relación, por cuanto la Administración depende de
la existencia del poder punitivo para funcionar, y además éste no es más que poder estatal en su
máxima y más directa expresión. El C.P. trae una serie de conceptos aplicables a nuestra rama de
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estudio (servicio público, cargo público, autoridad competente, empresas públicas de transporte, uso
público; no así con la expresión “funcionario público” que el Código expresa e intencionalmente
amplía más de lo normal).
En la realidad, estas dos ramas tienen 4 puntos de contacto. Primero, en el llamado Derecho
Administrativo disciplinario, que abarca las sanciones que la Administración puede imponer a sus
miembros, y se fundamenta en una relación laboral y en la preservación del orden dentro de ella.
Otro punto de contacto es el Derecho Penal de Ejecución, que refiere a la ejecución de la pena
en establecimientos al efecto (cárceles, y por qué no Comisarías) y si bien su carácter penal es
innegable, el hecho de que la Administración sea responsable de dichos establecimientos determina
que esta rama sea un Derecho Administrativo Especial.
El tercer ejemplo es el Derecho Penal Administrativo, que abarca los delitos previstos en el
Código Penal y en leyes especiales, que afectan al bien jurídico “Administración Pública”.
Finalmente, el Derecho Administrativo Penal (o correctivo), que contiene a las faltas y
contravenciones, que constituye un Derecho especial, nutrido de principios de ambas ramas. A esta
conclusión llegamos pues no es regulado en el C.P., y además es eminentemente local, decidiéndose
sus controversias en sedes administrativas.
Derecho Financiero: las relaciones entre estas ramas han sido conflictivas, pues el Derecho
Financiero (considerado autónomamente a partir de la importancia que tomaron las finanzas públicas
tras la Gran Guerra) es una escisión del Administrativo, por lo que los administrativistas han negado
su autonomía. Si bien Cassagne niega que sea esta sea plena (sólo le asigna autonomía didáctica) y sí
se la otorga al Derecho Tributario, considero que ambos son plenamente autónomos (por cuanto
ambos tienen normas y principios propios), siendo el 1ero. una escisión del Derecho Administrativo,
y el 2do. una escisión del 1ero.
Derecho Procesal: se relacionan en 2 órdenes: 1) respecto del procedimiento administrativo
(la Adm como Tribunal); 2) en el proceso contencioso-administrativo, parte del Derecho Procesal
que regula la actuación de la Adm en el proceso (la Adm como parte).
La aplicación de normas del Der Procesal al Der Adm se realiza generalmente por analogía.
Derecho Ambiental: existe una relación directa, por cuanto esta rama regula todo lo atinente
al derecho a un medio ambiente sano (consagrado para todas las personas en nuestra CN, por lo que
el contacto se da claramente también con el Derecho Constitucional) y también a la administración
de los recursos naturales de un país. Es decir que el punto de contacto se da tanto en las obligaciones
del Estado de proveer a sus ciudadanos de un medio ambiente sano, como en las potestades con que
dicho Estado cuenta sobre sus recursos.
Respecto del recurso de las tierras, el Der Adm regula la creación y regulación de Parques
Nacionales, las tierras del dominio público, la afectación de tierras a comunidades nativas argentina,
entre otros asuntos. En cuanto al recurso del agua, es quizá donde más fuerza tenga nuestra rama, por
cuanto estas siempre fueron consideradas de dominio público del Estado Federal (las lluvias, los
lagos, ríos, y hasta el Mar Argentino), independientemente de los Códigos Provinciales que regulan
la materia, generalmente también con criterios públicos y no de Der Privado. La cuestión se torna
especialmente importante de cara al siglo XXI, en que el agua se perfila (según algunos) como el
recurso más importante de cara al futuro. El aire como recurso también interesa al Der Adm, tanto en
lo relativo a la aeronavegación (uso del espacio aéreo argentino por aeronaves, sistema de radares,
etc.) como en las regulaciones municipales de la publicidad en lo alto de edificios, o en cómo colocar
el cableado de algunos servicios, por ejemplo.
La administración de estos 3 recursos (aire, agua, tierra) se conjuga en una rama del Der Adm
llamada Derecho Urbanístico, y que compete principalmente a los municipios. En cuanto a los
recursos del subsuelo (minerales extraídos a través de la minería), se tratan en el siguiente punto.
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Derecho Civil: las diferencias con este Derecho no se dan en el ámbito de aplicación, sino en
los diferentes principios que cada uno tiene y en los intereses que mueven. A pesar de esto, estas
ramas se relacionan porque: a) el C.C. contiene normas que no son de Derecho Civil, sino que
corresponden a la Parte General del Derecho (como los Títulos preliminares); b) el C.C. contiene
normas de Der Adm (v.gr. las prescripciones sobre bienes del dominio público); c) el C.C. contiene
normas que deben pasarse al Der Adm por el procedimiento de analogía (es decir, adaptándolas a sus
principios y normas propios, para no romper su sistema): la capacidad de las personas físicas;
personas jurídicas; locación de cosas; dominio privado; instrumentos públicos; prescripción; etcétera.
Derecho Comercial: se da una relación similar con el Derecho Civil, mostrándose más
vinculación desde la segunda parte del siglo XX en adelante (ej.: la creación de sociedades de
participación estatal mayoritaria implica un avance del Der Adm sobre el Comercial; y la sociedades
anónimas estatales muestran un uso de figuras propias del Der Com. en el Der Adm).
Derecho Marítimo: vimos que este Derecho tiene una importante faz de Derecho Público. Sin
embargo, se considera Derecho Privado en lo que hace a la libre navegación de los particulares por
las aguas del dominio público estatal. Este es un derecho constitucional que debe ser reglamentado
por la Administración. Dependiendo de a quien pertenezca el dominio de dicha masa de agua y sus
costas, la reglamentación podrá ser nacional, provincial y/o municipal. Un importante ejemplo es la
ley nacional de navegación 20094.
Derecho Aeronáutico: al igual que el anterior, creemos que es una rama eminentemente
pública. Sin embargo, existe el derecho de los particulares a la libre navegación del espacio aéreo
público, derecho que también reglamenta la Administración, sobre todo en el Código Aeronáutico
(ley 17285), el que consagra la existencia de aeródromos públicos y privados.
Derecho Industrial: no cuenta con autonomía, por lo que es mejor hablar de legislación
industrial. La vinculación con la Administración se da a través del control que ella ejerce sobre la
actividad (poder de policía en cuanto a seguridad, higiene, etc.; y que en buena medida suele ser
potestad municipal). También existe relación a través de la protección de orden público que la
Administración brinda a los obreros de las industrias, junto al Derecho Laboral. Como vemos, si bien
el Derecho Industrial es de índole privada, no escapa al sometimiento a criterios de interés público,
donde ordena el Der Adm.
Derecho de la Minería: el Código de Minería da un criticable enfoque privatista de estos
recursos, regulando sobre todo las reglas de su adquisición, explotación y aprovechamiento. En el
mismo tono se encuentra la ley 24196 de inversiones mineras, dictada durante la década del ’90.
Creemos que sería positivo enfatizar la relación del Der Adm con esta rama, proponiendo una
profunda modificación de la legislación vigente, y encaminándola hacia los rumbos tomados por la
mayoría de los países latinoamericanos (y nuestra CN), que tienden a la estatización de estos
recursos más que a su privatización.
Derecho Agrario: al regular este mayormente las tierras, la relación se da a través de lo
explicado en el Derecho Ambiental. Al respecto, es discutible colocar al Derecho Agrario como una
rama del Derecho Privado, antes que del Derecho Público. Podemos decir que el Derecho Agrario,
tan importante en nuestro país, ha sido históricamente reacio a someterse al control del Derecho
Administrativo, no obstante lo cual ello se dio en ciertas épocas de nuestro país, especialmente
durante los dos primeros gobiernos de Juan Perón, en que se dictaron numerosas medidas tendientes
a controlar la actividad agrícola, acompañadas de la creación de organismos al efecto.
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fenómeno, el segundo desde el punto de vista jurídico y la primera desde el no jurídico. Decir esto
implica salir de la pregunta acerca de la autonomía de estas disciplinas: ambas existen
autónomamente, pero se necesitan. Así, el Der Adm debe nutrirse de esta disciplina, por cuanto no
puede desatender el estudio de la realidad, el que debe ir incorporándose en forma progresiva, sin
olvidar por ello el enfoque jurídico o del deber ser. La armonía entre criterios de legalidad y justicia
con criterios de eficacia sigue siendo la gran preocupación de la Administración Pública, si, bien
entendidos estos criterios, vemos que uno no es posible sin el otro. Justo es decir que esta búsqueda
de eficacia siempre fue de algún modo (más o menos presente y más o menos consciente)
preocupación de los juristas.
Moral: se relacionan desde dos puntos de vista: 1) por cuanto toda actuación administrativa
ha de estar sujeta a la Moral (encontramos la Ley de Ética Pública para algunos funcionarios) y
buenas costumbres, so riesgo de ser declarado nulo; 2) por cuanto la Administración (mayormente la
municipal) reglamenta cuestiones de Moral, sobre todo en cuanto al comportamiento en la vía
pública (ejercicio de la prostitución, consumo de alcohol y otras drogas, participación en juegos de
azar, etc.). Respecto del primer punto, destacamos que no existe una buena fe civil y otra
administrativa: ella es una sola en todo el régimen jurídico, y consiste en la pureza y sinceridad de
las intenciones y actuaciones. Respecto del segundo punto de contacto, esa forma de reglamentación
ha sido típica del siglo XX, pero entró en franca decadencia a fines de este y principios del XXI: sea
por cambios legislativos o por mera política, se ha reducido la persecución de la mendicidad, el
vagabundeo o el alcoholismo, lo cual consideramos acorde al tinte liberal de nuestra Constitución.
Sociología: se relacionan por cuanto las normas administrativas deben adaptarse a la sociedad
que las aplica, y para ello es necesario conocer esa sociedad, a lo que ayuda la Sociología. Pero a esta
relación “de ida” se suma una “de vuelta”: la Sociología de la Administración sirve para estudiar los
comportamientos de los funcionarios públicos, su efectividad, su apego a las normas que regulan su
propia actividad, su interés o desinterés por el trabajo que realizan, y cómo todo ello impacta en los
administrados. Vemos que la relación entre estas disciplinas se da en dos sentidos.
Economía: la relación es casi obvia, sobre todo tras ver la relación con el Derecho Financiero.
Es que el Estado es un sujeto económico fundamental en toda sociedad, aunque generalmente no el
único y en ocasiones tampoco el más importante. Como puntos de relación, encontramos: la
inserción de un país en el orden económico mundial, las decisiones en torno a la integración
económica y las barreras aduaneras, los tratados económicos bilaterales o multilaterales entre países,
el rol del Estado en la Economía nacional, y particularmente en ciertas ramas como los servicios
públicos.
Estadística: es una disciplina que, utilizada por la propia Administración, sirve de herramienta
al Derecho Administrativo: por ejemplo al analizar qué porcentaje de la población goza
efectivamente de un servicio, y determinar así si éste llega a todos los que debería llegar. Sirve
fundamentalmente para conocer las necesidades del pueblo, y saber en qué medida se están
atendiendo. Además, aplicada por el abogado, la estadística puede ayudar a estos profesionales a
actuar con más efectividad ante la Administración, a la hora de representar a un particular por un
reclamo frente a ésta.
Informática: dos motivos de relación: 1) la informática es un campo esquivo a la
Administración, por su carácter de comunicación transnacional que no se somete a normas
nacionales; 2) la Administración debe nutrirse de la Informática, en cuanto esta debe ser utilizada en
las oficinas a fin de lograr una más efectiva atención de los administrados.
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UNIDAD III
3.1 Fuentes del Derecho Administrativo.
Noción de fuente.
El concepto de fuente pertenece al campo de la Teoría General del Derecho, y se entiende por
tal “los medios o formas que dan origen al ordenamiento jurídico”.
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Los TTII son fuente de Derecho Administrativo en dos casos: a) cuando obligan a los órganos
administrativos a realizar determinada actividad; b) cuando contienen disposiciones específicas de
Derecho Administrativo para ser aplicadas en el país. Tras la reforma constitucional del ’94 uno de
los grandes cambios fue la revaloración de los TTII. Encontramos actualmente diferentes grupos con
diversa jerarquía:
a) Los 11 Tratados mencionados expresamente en el art. 75 inc. 22 que poseen jerarquía
constitucional (integran el bloque constitucional, no derogan parte alguna de la CN y se
entienden complementarios a ésta). Otros TTII podrán agregarse a estos, en el futuro, si se
sigue el procedimiento adecuado.
b) TTII con jerarquía “superior a las leyes” pero por debajo del bloque constitucional: 1)
tratados concluidos con demás Naciones, con organizaciones internacionales, y concordatos
con la Santa Sede (inc. 22); 2) normas dictadas en consecuencia de los Tratados de
Integración que deleguen competencias a organizaciones supranacionales (inc. 24); 3) los
acuerdos ejecutivos que el PE, como encargado de las RRII, realice con organizaciones
internacionales y Naciones extranjeras (son las “otras negociaciones” del art. 99 inc. 11),
siempre que no sean de sus competencias propias, sino delegados por el Congreso o por un
TTII aprobado anteriormente por el Congreso (de lo contrario se estaría dando al PE la
potestad de derogar leyes).
c) Los restantes casos del art. 99 inc. 11, es decir las “otras negociaciones” que el PE realice
como exclusiva competencia propia.
En cuanto a los TTII que ceden potestades a entidades supraestatales, ellos deben cumplir con
ciertos requisitos: a) reciprocidad e igualdad de la cesión de todos los países firmantes, para que no
sea una artimaña que reste soberanía a unos sobre otros: la igualdad se refiere a la posición de los
Estados dentro de la entidad supraestatal, y la reciprocidad a que las normas de dicho órgano
supraestatal sean eficazmente aplicadas en todos los países miembros; b) respeto al orden
democrático y los DDHH. Estas dos condiciones son exigibles tanto respecto del TTII en sí mismo,
como de sus consecuencias (relaciones de Derecho Privado entre los Estados parte, normas de los
mismos para hacer operativo dicho Tratado, etcétera).
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3. Leyes provinciales, sancionadas por las correspondientes legislaturas.
4. Leyes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Cuando se habla de “la zona de reserva de la ley en la CN” nos referimos a un sector del
ordenamiento normativo que está reservado (por la Constitución) a la ley y sólo a ella (no puede ser
invadido por otro poder). Esta zona de reserva fue fortalecida con la reforma del ’94 por varios
motivos: primero, se estableció el rango constitucional de la prohibición genérica hacia el PE de
dictar disposiciones legislativas (art. 99 inc. 3), la cual hasta entonces era discutida en doctrina y
jurisprudencia; segundo, se prohibió la delegación legislativa en el Ejecutivo, salvo que se cumplan
los requisitos constitucionales (art. 76), cuestión también debatida hasta entonces; finalmente, se
establecieron materias absolutamente prohibidas al PE (ni siquiera puede legislar sobre ellas a través
de DNU): penal, tributaria, electoral y régimen de partidos políticos. Todo esto sin dudas fortaleció el
rol del Congreso y la ley en el armado de nuestro sistema legal.
En cuanto al rol de la Administración ante la ley, sabemos que el procedimiento legal tiene 5
etapas: iniciativa, discusión, sanción, promulgación y publicación. A la Administración le interesan
sólo las dos últimas, pues están a su cargo. La promulgación puede ser expresa o tácita, y hasta que
la ley no se promulgue, el PE no puede ejercer su derecho de veto total o parcial. La publicidad
queda determinada por el art. 2 del CC.
Según Marienhoff, las llamadas leyes administrativas no difieren en su naturaleza de una ley:
el procedimiento para su sanción es el mismo y su naturaleza también. Tampoco son distintas la
forma de interpretar estas leyes es igual a la del resto, o la aplicación o no de la retroactividad. La
única leve diferencia se da porque estas leyes suelen ser de orden público, pero esto tampoco se
verifica necesariamente en todos los casos. Respecto de la pérdida de vigencia, ella puede darse
como siempre por derogación expresa, o por derogación tácita; y a estos modos algunos
administrativistas (los chilenos, sobre todo) agregan la derogación orgánica: caso de una ley que no
derogue expresamente a la anterior, ni sea totalmente incompatible con ella, pero regle de modo
completo una institución en ella contenida. Esta diferencia en rigor tampoco es tal, pues sería un caso
más de derogación tácita. Vemos que las leyes administrativas no difieren en nada del resto de las
leyes.
En cuanto a la ley de presupuesto, ella constituye un caso particular porque está expresamente
nombrada en la Constitución, la que dice que el presupuesto se fijará anualmente por ley (art. 75 inc.
8). Inicialmente decimos que, si bien un grupo de tratadistas consideran que esta norma “no
constituye Derecho” por cuanto es un acto de auto organización de la Administración, que no crea
derechos para los administrados, y porque “nadie puede obligarse jurídicamente consigo mismo” (en
referencia al Estado) esto resulta insostenible pues el Derecho limita a los administrados y también al
propio Estado, y es una garantía de los particulares que serán beneficiados con los gastos del Estado
que dichos gastos estén contenidos en el Presupuesto de ese año. Aclarado esto, señalamos que el
presupuesto no “dura” un año, sino que, por mandato constitucional, se lo fija anualmente. Pero si
ello no ocurre (como en el caso del año 2011 en que la oposición bloqueó el presupuesto del
Ejecutivo), continúa vigente el presupuesto anterior. Ello así pues la Constitución no determina un
plazo luego del cual el presupuesto caduca o la ley queda automáticamente derogada, sino que
impone la obligación de que la Administración cuente cada año con la aprobación del Congreso para
ejecutar sus gastos de dicho período. Finalmente, cabe agregar que muchas veces en la ley anual de
presupuesto, se pretenden “deslizar” normas ajenas al mismo, que modifican el Derecho vigente. Si
bien esto no es ni técnica ni moralmente correcto, cuando ocurre no genera mayores inconvenientes.
A este tipo de norma se aplican las mismas reglas que a las que sí son presupuestarias: si una ley
posterior las deroga (expresa o tácitamente), quedan derogadas; sino, mantienen su vigencia.
d) El decreto-ley.
Es una fuente que ha aparecido en épocas de ruptura del orden constitucional. Se dictaban
con el fin de preservar la vida del Estado y continuar la actualización normativa. Si bien eran normas
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en sentido general, como los Golpes de Estado clausuraban el Congreso, eran dictadas por el
Ejecutivo que detentaba de hecho el poder (de allí su nombre). Han sido reconocidas por la
jurisprudencia de la CSJN, y se ha continuado su vigencia reinstalado el régimen de jure (por
ratificación expresa del PL e incluso tácito, al no derogarlos). Desde el Golpe de Estado que dio
Onganía en 1966, estos instrumentos han sido (mal) llamados directamente “leyes”. Justo es decir
que si bien todos ellos cuentan con una ilegalidad de origen, muchos han contribuido a mejorar el
régimen legal del país: esa evaluación depende entre otros factores del Golpe que los dictó, y los
motivos que lo impulsaron a hacerlo.
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materias, la primera requiere que se respete la zona de reserva del PL (no pueden delegarse el
poder impositivo, o los Códigos de legislación común, por ejemplo), en tanto la segunda
(emergencia pública) es un concepto bastante indefinido (que como tal debe entenderse
siempre en sentido restringido) en que la reserva legal podría quebrarse, y abarca casos de
guerras, desastres naturales o agudas crisis económicas que atenten contra la existencia
misma del Estado.
4. De necesidad y urgencia (art. 99 inc. 3): también fueron muy debatidos en doctrina y
jurisprudencia. La reforma del ’94 los consagró “cuando circunstancias excepcionales
hicieran imposible seguir los trámites previstos por esta Constitución para la sanción de las
leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de
los partidos políticos”. Requisitos que lo justifican: a) una grave crisis o emergencia social
que ponga en riesgo la subsistencia del Estado; b) la emisión del acto debe ser imprescindible
y su no dictado generar consecuencias de difícil o imposible reparación; c) proporcionalidad
entre fines perseguidos y normativa dictada; d) premura. Como requisitos de validez previos
al acto en sí, la Constitución exige que la decisión se tome en “acuerdo general de Ministros”,
todos los cuales deberán refrendar el DNU junto con el Jefe de Gabinete. Finalmente, a
posteriori se requiere que dentro de los 10 días posteriores se someta la medida a la Comisión
Bicameral Permanente, y ésta a su vez tiene otros 10 días para que lo traten ambas Cámaras.
El mecanismo aún no ha sido debidamente normado. Si el Congreso no ratifica expresamente
el DNU, este subsiste hasta que una ley posterior lo derogue o una sentencia del PJ lo declare
inconstitucional (pues sino sería imposible determinar la fecha de cesación de efectos). Es
importante destacar que el poder de revisión del PJ sobre estas medidas (y sus causas y
requisitos formales) es amplísimo, atento a su carácter excepcional.
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genera derecho a reparación que puede hacerse valer en sede judicial) y hacen al orden público. En
nuestra rama en particular, su auge se debe a la falta de Código en particular, y de ley escrita en
general.
Podemos distinguir dos clases, según estén o no expresamente consagrados en el
ordenamiento escrito. Los que lo están, se encuentran mayormente en la Constitución. El CC los
consagra en su art. 16, ciertamente aplicable al Derecho Administrativo. Otros nacen de TTII (con o
sin rango constitucional), del Derecho Privado en general, o incluso del Derecho Penal: nullum
crimen nullum poena sine lege praevia, o ne bis in ídem, también aplicables a nuestra rama en
particular. Esto nos lleva al otro criterio de distinción: según sean parte de la Teoría General del
Derecho y por ende aplicables a todas las ramas, o de aplicación exclusiva en una rama. Dentro de
los principios generales del Derecho Administrativo, encontramos: 1) continuidad de los servicios
públicos; 2) la presunción de legitimidad de los actos administrativos; 3) el principio de
ejecutoriedad de dichos actos; 4) la irrevocabilidad de los actos administrativos creadores de
derechos subjetivos; etcétera.
Doctrina.
No constituye fuente de producción, pero sí fuente de conocimiento. En el Der Adm, con
vacíos de Derecho escrito, su papel es más importante que en otras ramas.
Instrucciones. Circulares.
Algunos autores las llaman “reglamentos internos de la Administración”. Son órdenes que los
órganos superiores dan a los inferiores para dirigir su actividad, por lo que sus efectos, si bien
afectan mediatamente a particulares, se dirigen en principio a la propia Administración (por esto
mismo no requieren publicación). Se distinguen porque las instrucciones (“instrucciones de
servicio”, según Cassagne) se dirigen a un solo órgano subordinado, en tanto las circulares son para
todos los órganos subordinados al órgano que la emite (o sea, de carácter general) o para varios de
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ellos. Su cumplimiento es obligatorio para los órganos subordinados, constituyendo su violación una
falta de disciplina.
Práctica administrativa.
Ya explicamos que para Cassagne no se diferencia del precedente administrativo.
UNIDAD IV
4.1 La Organización Administrativa
Noción conceptual.
Según Dromi, es el conjunto de normas jurídicas que regulan la competencia, relaciones
jerárquicas, situación jurídica, normas de actuación y control de los órganos y entes de la función
administrativa.
Cassagne agrega que la organización es una consecuencia lógica de cualquiera sistema que
pretenda instaurar un orden estatal.
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creado para administrar los deshechos de una ciudad, cuya competencia no puede cubrir otro creado
para organizar su transporte); b) en razón del grado o jerarquía, vinculada justamente a este otro gran
principio jurídico de la organización jurídica, y que permite distinguir a los órganos en superiores e
inferiores (ej.: Ministerios y Secretarías); c) en razón del lugar o territorio, dividiéndolo en
circunscripciones geográficas de actuación (es el obvio caso de las competencias federales,
provinciales y municipales); d) en razón del tiempo, relacionada al período de duración establecido
para el cargo (ej.: el caso del Presidente, que tiene duración en su mandato).
En cuanto a los caracteres, también son 4, pues la competencia es: a) objetiva, pues surge de
una norma; b) obligatoria, por cuanto las potestades que otorga la norma al órgano creado son a su
vez obligaciones del mismo; c) improrrogable, pues se funda en el interés público; d) irrenunciable,
perteneciendo al órgano y no a la persona que lo ejerce. Los principios b) y c) están expresamente
mencionados en la LNPA.
Delegación de firma.
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No importa una verdadera delegación en sentido jurídico, pues no hay transferencia alguna de
competencia: tan sólo se descarga una porción de la tarea material de un órgano en otro, pero éste no
tiene atribuciones para dictar actos administrativos por sí, limitándose su facultad a la firma de los
actos que le ordene el delegante, que en definitiva asume la total responsabilidad por su contenido.
Es un instituto de excepción y requiere dos condiciones: que sean actos producidos en serie (o
cantidades considerables), y cuyo objeto esté predominantemente reglado.
b) Jerarquía: concepto.
Implica una relación entre órganos de una misma persona jurídica. Esta relación se compone
por otros dos conceptos: la línea y el grado. El grado es la posición que cada órgano ocupa en la
estructura vertical total de la persona jurídica pública en cuestión, y la línea es la relación vertical
que une a los órganos de diferentes grados. Los efectos de la jerarquía son una serie de potestades
que el órgano superior cuenta sobre el inferior, como ser: dirigir e impulsar su actuación, a través de
normas generales de organización interno, o de órdenes particulares hacia el mismo; vigilar y
controlar su actuación (ej.: a través de pedidos de informes, rendición de cuentas, inventarios,
etcétera); avocarse a tareas propias de dicho órgano inferior, o delegar en él tareas que le son propias
(avocación y delegación); resolver conflictos interorgánicos de competencia; y designar a los
funcionarios que ejerzan la titularidad de dichos órganos.
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Podemos reconocer tipos de descentralización: la descentralización político-territorial (caso
federalismo) y la funcional (descentralización propiamente dicha). Cassagne no distingue entre
descentralización burocrática o autárquica, como otros autores.
Concentración y desconcentración.
También son técnicas de asignación permanente de competencias. Pero en este caso no hay
creación de una nueva personalidad jurídica, sino una diversificación interorgánica de competencias
dentro de la misma entidad estatal. La concentración se da cuando las facultades decisorias estén
concentradas en los órganos superiores, en caso contrario habrá desconcentración.
UNIDAD V
5.1 Las Personas Públicas
Concepto.
El concepto de persona lo extraemos de la normativa general de Derecho contenida en el CC,
en el caso en el art. 30: todo ente susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones. Dentro de
esta categoría encontramos la primera gran división: personas de existencia visible (los hombres) y
las de existencia ideal o personas jurídicas (todas las que no son de existencia visible, según el art. 32
CC). Esas personas jurídicas pueden ser públicas o privadas. La técnica usada por el CC para
distinguirlas es la enumeración. Así, el art. 33 determina que son públicas: 1) el Estado Nacional; 2)
las Provincias; 3) los Municipios; 4) las entidades autárquicas; 5) la Iglesia Católica. El mismo
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artículo dice que son privadas: 1) las asociaciones; 2) las fundaciones; 3) las sociedades civiles; 4)
las sociedades comerciales; 5) otras entidades que no requieran autorización estatal.
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Las personas públicas no estatales pueden o no tener participación estatal en su capital. Entre
las primeras, encontramos las Sociedades de Economía Mixta, las Sociedades Anónimas con
Participación Estatal Mayoritaria, y algunos entes reguladores que tienen participación privada (ej.:
el EN.A.P.RO. de Rosario). Este tipo de entes con ambos tipos de participaciones se hicieron
frecuentes en la década del ’90, con la ola de privatizaciones, y dieron mayor injerencia a los entes
no estatales en la función administrativa.
Presidente: atribuciones.
Según el art. 87, el Presidentes de la Nación Argentina es el ciudadano que desempeña el
PEN. Es el núcleo originario estatal, del cual fueron desprendiéndose (en virtud de la Teoría de la
Separación de Poderes) el resto de las funciones hacia los órganos especializados (PL y PJ), por lo
que suele ser el órgano con más potestades y responsabilidades, entre las cuales contamos con tener a
su cargo el impulso de la actividad estatal, y ser el responsable político de la administración general
del país (art. 99 inc. 1). Respecto de su figura, nuestra CN y nuestra Historia se han apartado en
cierta medida del modelo constitucional norteamericano, pues en la Argentina ha sido necesario dotar
a esta figura de fuertes prerrogativas, teniendo en cuenta en cierta forma nuestro pasado, en que la
figura del Virrey concentraba todo el poder, y en base a la cual en cierta forma la mentalidad
nacional se configuró.
Este poder se acentuó en diversas épocas, especialmente en aquellas en que el Estado
intervino en actividades otrora llevadas adelante por los particulares, como sucedió en la época del
Estado de Bienestar justicialista. Ello se debe a varias razones: a) el PE es siempre el poder más
dinámico, y con mayor capacidad de llevar adelante las decisiones requeridas para participar en
actividades económicas; b) al ser un órgano unipersonal, la relación con la población es más fuerte y
más directa, lo que suele acrecentar su liderazgo.
La doctrina ha debatido fuertemente dos aspectos del PEN. En primer término, se debatió si
debe considerarse el Poder más fuerte, o si se encuentra en igualdad respecto del PE y PJ. A favor de
la primera postura, se arguye que la CN determina que es el “Jefe Supremo de la Nación”, que ejerce
la representación nacional ante los Estados extranjeros, que es Comandante en Jefe de las FFAA, y
que permite la conformación de los otros dos poderes, sea mediante el llamado a elecciones o
mediante el nombramiento de cargos. En contra, se dice que todas esas potestades son otras entre
tantas que tienen cada uno de los poderes, y que en virtud de respetar la Teoría de la Separación de
Poderes originaria, ninguno puede primar sobre los otros.
La segunda cuestión debatida gira en torno a si el Ejecutivo es un órgano unipersonal o
colegiado. La primera postura encuentra fundamento en el art. 87 CN (“El Poder Ejecutivo será
desempeñado por un ciudadano”) y de hecho, en la práctica política de nuestro país; en tanto que la
segunda posición da preeminencia al rol del Jefe de Gabinete y los Ministros, sin cuyos refrendos los
actos del Presidente carecen de valor. De todas formas, dada la jerarquía entre el Presidente y el resto
de estos funcionarios, nos inclinamos por la primera postura.
En cuanto a sus potestades, se encuentran mayormente en los incisos del art. 99 CN, pero las
encontramos en general en el texto constitucional. Por ser el núcleo originario estatal, las potestades
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estatal no asignadas a otros poderes se consideran asignas a éste. Cassagne clasifica así sus
potestades:
1. De gobierno o políticas: incs. 1; 4 (nombramiento de miembros del PJ, con acuerdos del PL);
11 (conclusión de TTII) y 15 (declaración de guerra y firma de paz) del art. 99: se ejercen
discrecionalmente, siempre en el marco de la Constitución.
2. Normativas: es la facultad de expedir instrucciones y reglamentos, según el inc. 2 del art. 99.
También se las otorga el art. 76 (reglamentos delegados).
3. Colegislativas: participar en el proceso de formación de las leyes, promulgándolas,
publicándolas (art. 99 inc. 3), vetándolas en su caso (art. 83); realizar la apertura de las
sesiones ordinarias del Congreso (art. 99 inc. 8); y prorrogarlas o convocar a extraordinarias,
en casos pertinentes (art. 99 inc. 9).
4. Administrativas: las hemos visto a lo largo de toda la materia. Podemos diferenciarlas entre
aquellas ejercidas con arreglo a leyes (conceder jubilaciones, hacer recaudar las rentas de la
Nación) o directamente (nombrar empleados y funcionarios, impartirles órdenes,
removerlos). Existen actos que requieren también la voluntad del órgano legislativo, como el
nombrar jueces, lo que no le quita su carácter de acto administrativo.
5. Jurisdiccionales: el tema fue tratado al clasificar la actividad administrativa.
Al margen de estas atribuciones, señalamos que el Presidente ejerce a la vez 3 Jefaturas: de
Estado (lo representa internacionalmente), de Gobierno (representante político de la administración)
y de todas las FFAA del país.
Finalmente, Cassagne señala algunas “facultades excepcionales” fuera de las ya clasificadas,
como el indulto y la conmutación de penas (art. 99 inc. 5), que no pueden considerarse actos
jurisdiccionales (pues no se resuelve controversia alguna) sino directamente actos políticos, o bien
administrativos.
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con que el Jefe de Gabinete cuenta, y el hecho de que ello surge directamente de su nombre “Jefe de
Gabinete de Ministros”.
Entre las atribuciones fundamentales de esta figura, nucleadas en el art. 100 CN,
encontramos: a) la genérica de “ejercer la Administración general del país” (inc. 1); b) nombrar los
empleados de la Administración que no corresponden al Presidente (inc. 3); c) ejercer las potestades
que el delegue el PE (inc. 4); d) coordinar las reuniones de Ministros, y presidirlas si se ausente el
Presidente (inc. 5); e) enviar al Congreso el proyecto de ley del presupuesto, y en base a él recaudar
las rentas de la Nación y ejecutarlo (incs. 6 y 7); y f) refrendar los decretos de legislación delegada
por el Congreso y los DNU, estos con el resto de los Ministros (incs. 12 y 13 respectivamente). Esta
última atribución es exclusiva de la figura, y por ende no puede ser suplida por el Presidente.
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Subsecretarios y titulares de entidades autárquicas; 2) representar al Estado en juicio, cuando así lo
disponga el Ejecutivo; 3) controlar todos los juicios en que el Estado es parte, e impartir
instrucciones a los Procuradores Fiscales y abogados del Estado; 4) resolver conflictos patrimoniales
entre órganos o entes, siempre que no excedan de un monto luego del cual las decide directamente el
Ejecutivo (ley 19983); 5) dirigir el Cuerpo de Abogados del Estado, que integran todos los servicios
de consulta legal, quienes están obligados a seguir los dictámenes de la Procuración (que son actos
internos de la Administración, y nunca pueden ser impugnados por los particulares, quienes sí
pueden impugnar la actuación del órgano que los siguió).
Debemos decir que en la práctica la Procuración del Tesoro ha perdido importancia.
Control del sector público nacional: Auditoría General de la Nación, Sindicatura General de la
Nación y Unidades de Auditoría Internas.
Toda hacienda pública requiere la existencia de una organización administrativa-contable, y
ella debe estar bajo un régimen de control administrativo. Si bien el estudio jurídico de la hacienda
pública y la actividad financiera del Estado corresponde al Derecho Financiero, la organización
administrativa contable como tal no puede escapar al Derecho Administrativo. Las normas jurídicas
que rigen el tema se hallan en la Constitución, en la Ley de Ministerios, y en la Ley 24156 de
Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional (LAF). Esta
última ley vino de la mano con las leyes de reforma del Estado 23696 y 23697, y si bien se encuentra
en consonancia con los principios neoliberales de la década del ’90, subsiste en buena medida por
haber contribuido a un Estado más ordenado y eficaz, lo cual en ninguna medida implica
necesariamente un Estado achicado ni mucho menos ausente. En particular, la ley introduce el
enfoque sistémico de la Administración, la cual se compone de 4 sistemas: presupuestario, de crédito
público, de tesorería (moneda) y de contabilidad, los que deben actuar en forma coordinada,
persiguiendo las finalidades de economía (menor cantidad de recursos), eficacia (mayor logro de
resultado) y eficiencia (mejor relación inversión-resultado), las llamadas 3E de las finanzas públicas.
A grandes rasgos, el control de la Administración se divide en dos: el control externo que
realiza el Congreso, sea directamente o a través de otras e la Auditoría General de la Nación (AGN;
desde 1994 con rango constitucional, art. 85 de dicho texto); y el control interno que la propia
Administración se ejerce para cumplir debidamente con sus cometidos.
El órgano rector del control interno es la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). Bajo ella
se encuentran las Unidades de Auditoría Internas, en cada jurisdicción y cada entidad dependiente
del PEN. Ellas tienen dependencia jerárquica respecto del organismo en que se encuentran, y a su
vez deben coordinar técnicamente con la SIGEN, por lo que las autoridades que las dirijan son
responsables de mantener un adecuado sistema de control, tanto previo como posterior.
El control interno que realizan la SIGEN y estas unidades inferior se da en los aspectos:
legales (contables y financieros), como de mérito o conveniencia, e incluye la evaluación de
proyectos a ejecutar. Vemos que es un control integral, pues la legalidad no es el único eje (como
ocurre en el control externo), sino también las mentadas 3 E.
La SIGEN se encuentra a cargo del Síndico General de la Nación, que es nombrado
directamente por el Ejecutivo Nacional.
En cuanto al control externo, es realizado por el Congreso. La AGN es un órgano de
asistencia técnica del mismo, y se halla bajo su “dependencia orgánica”, lo cual no implica
vinculación jerárquica, pues es un organismo con personería jurídica propia e independencia
funcional y financiera. El control se realiza sobre los mismos actos que el control interno (aspectos
presupuestarios, patrimoniales, económicos, financieros, legales y de gestión), pero dichos actos sólo
pueden evaluarse a la luz de su legalidad, pues la AGN no puede evaluar cuestiones de mérito o
conveniencia, pues esto atenta contra la marcha de la Administración y vulnera su zona de reserva.
Es de destacar que el control de la AGN es siempre posterior al acto realizado, lo que ha sido
criticado por cierta doctrina; pero consideramos que de ser de otro modo, el control podría
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transformarse en una herramienta de entorpecimiento de la Administración (incluso con mala
intencionalidad política). Cassagne considera oportuno que se permita a la AGN realizar
observaciones durante la marcha de los hechos, que se harían con efecto suspensivo.
Entre las atribuciones de la AGN, encontramos la de revisar que se cumpla la normativa
vigente; y la de auditar a los órganos y entes estatales. La ley preveía control sobre entes privados
adjudicatarios de concesiones de servicios privados, pero la CN limitó su ámbito de actuación a “la
Administración Pública, centralizada o descentralizada”. El Presidente de este órgano, que lo dirige y
representa, es nombrado a propuesta del partido político de oposición con mayor número de
legisladores en el Congreso.
El Congreso realizará dictámenes de control, los que se basarán en los datos proveídos por la
AGN. En particular, la Comisión Mixta Revisora de Cuentas (compuesta por 6 Senadores y 6
Diputados) actúa de forma coordinada con la AGN.
La Oficina Anticorrupción.
Llamada Oficina Anticorrupción y de Ética Pública, depende directamente del PEN, y sus
funciones son: a) crear un Reglamento Nacional de Ética Pública, promoviendo para ello la
colaboración del Estado con ONG, sindicatos y organizaciones sociales; b) controlar el estado
patrimonial y financiero de los agentes públicos; y c) crear programas de educación sobre ética
pública.
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responsabilidad por los actos que autoricen (art. 77), y para ser Ministro se requiere lo que para ser
Diputado Provincial (y también le caben las mismas incompatibilidades).
Fiscalías de Estado.
Lo regula el art. 82 CP. El Fiscal de Estado es el asesor legal del PE provincial, y defiende los
intereses de la Provincia en juicio. Lo designa el Gobernador con acuerdo de la Asamblea Legislativa
y se requiere lo mismo que para ser miembro de la CSJP. Dura lo que dura el Gobernador, pudiendo
ser renombrado, y sólo se lo puede remover por juicio político.
Tribunal de Cuentas.
Normado por el art. 81 CP. Le compete aprobar o desaprobar la percepción e inversión de
caudales públicos y declarar las responsabilidades que resulten. El nombramiento y remoción de sus
miembros son iguales a los del Fiscal de Estado, sólo que duran 6 años en su cargo.
Los fallos que este órgano emitan respecto de las cuentas públicas, serán apelables (por
recurso establecido por ley) ante la CSJP.
La autonomía municipal
Está consagrada en el art. 123 CN, desde la reforma del ’94. Como sabemos, Santa Fe es de
las Provincias más atrasadas en la materia, debido principalmente al problema político económico de
la ciudad de Rosario, la cual contribuye en buena medida a sostener otras zonas de la Provincia, y si
se decretara su autonomía esto podría traer problemas financieros para estas otras zonas. El tema es
por ende complicado: la autonomía debería ser bien organizada, estableciendo un régimen de
coparticipación municipal que no permita grandes desbalances, teniendo en cuenta principios de
unidad provincial y solidaridad.
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Congreso dictar leyes que aseguren el igual desarrollo de dichas regiones. Como ejemplos de
regiones, encontramos la Región Patagonia, la Región NOA, la Región Cuyo, etcétera.
b) Empresas del Estado, Sociedades del Estado y Sociedades de Economía Mixta con Fines
Públicos: régimen legal, naturaleza y régimen de sus actos y contratos. Control de sus
actividades.
En cuanto a las Empresas del Estado, las creó la ley 13653. Son personas jurídicas estatales
con capacidad de autoadministración, cuyos fines son: industriales, comerciales o prestación de
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servicios públicos. Su creación es potestad del Ejecutivo. Sus actos y contratos se rigen por el
régimen mixto (público y privado). El personal jerárquico (directores) es empleado público, en tanto
el resto se rige por el Derecho Laboral. La forma de control es igual a la prevista para los entes
autárquicos.
En cuanto a las Sociedades del Estado, su régimen legal es la ley 20705, que en su art. 1
determina que “son aquellas que con exclusión de toda participación de capital privado constituye el
Estado Nacional, las provincias, los municipios y los organismos estatales legalmente autorizados”.
Su art. 2 determina que se les aplican las normas que rigen las SA (aplicación del Derecho Privado).
Como particularidad, pueden ser de carácter unipersonal (a diferencia de las otras Sociedades). En su
creación debe participar el órgano legislativo correspondiente. Su personal se rige por los mismos
parámetros que el de las Empresas del Estado.
Las últimas de estas sociedades se diferencian de las recién explicadas, porque cuentan con
aportes privados dentro de su capital.
Audiencias públicas.
Son una de las formas de participación pública en el control de los servicios públicos. Si bien
no es exigida constitucionalmente, es acorde con los principios de publicidad, transparencia y
participación que rigen la materia. Requiere la oralidad, la inmediación y el informalismo. También
la posibilidad de contradicción y real participación de los usuarios del servicio público controlado.
Cuándo y cómo deben darse depende de cada normativa particular. Si un acto que requería
audiencia pública previa se realizó sin ésta, o sin atender a sus resultados, el acto será nulo de
nulidad absoluta, por faltar al elemento “forma” del acto administrativo (cumplimiento de los
procedimientos esenciales previstos para la realización del mismo).
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error o gruesa violación de derecho), y suspende el curso de los plazos establecidos para la
impugnación judicial por la misma ley.
La vía judicial, en cambio, se intensifica con las privatizaciones. En este caso, se trata de una
vía judicial plena, con amplitud de debate y prueba, según lo tradicionalmente dicho por la CSJN.
Habrá que estar a la normativa de cada ente en particular, y si no la hubiera, a la general respecto de
impugnaciones judiciales de actos administrativos.
Resaltamos que el caso “Monges” de la CSJN ha dicho que pueden declararse como erga
omnes los efectos de una sentencia que declare la invalidez de un acto administrativo para el caso
particular, si dicho acto afectó a varias personas que se encuentran (por él) en igualdad de
condiciones.
UNIDAD VI
6.1. Servicios Públicos.
Concepto.
El servicio público consiste en la prestación que efectúa la Administración, en forma directa (por sí
misma) o en forma indirecta (por 3eros., mediando concesión, licencia, permiso, autorización o habilitación),
para la satisfacción de necesidades públicas o de interés general o colectivo; prestación que se rige por el
Derecho Público, sin perjuicio de que las relaciones entre usuarios y concesionarios lo hagan por las normas
del Derecho Privado. Esta definición da los elementos esenciales del concepto.
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Caracteres.
1) Continuidad: apunta a que el servicio público debe prestarse de manera ininterrumpida, sin
suspensiones o paralizaciones que afecten los derechos de los usuarios. Puede ser absoluta o relativa: la 1era.
tiene el servicio público que por la necesidad colectiva que satisface no puede ser interrumpido, tal como la
provisión de agua potable, electricidad o de gas; la 2da. tiene el servicio que se presta ininterrumpidamente
sólo en determinados momentos en que surge la necesidad colectiva que satisface, como el servicio de
bomberos. La legislación prevé una serie de institutos tendientes a asegurar la continuidad: 1) la restricción del
lock-out patronal y la reglamentación del derecho de huelga para impedir la paralización de los servicios
públicos esenciales; 2) la aplicación de la imprevisión para que en caso de dificultades económicas no se
paralice el servicio; 3) la prohibición de ejecución forzosa de los bienes afectados a un servicio público; 4) la
ejecución directa por parte del Estado en caso de rescate de servicios públicos concedidos; 5) la continuidad
de la prestación del servicio público imprescindible en caso de quiebra del concesionario.
2) Regularidad: busca que la prestación del servicio se ajuste a reglas preestablecidas, como el horario
en los transportes. Al respecto, el art. 42 CN establece que la legislación establecerá los marcos regulatorios de
los servicios públicos de competencia nacional.
3) Uniformidad: busca la igualdad de trato en la prestación, el derecho de exigir y de recibir el servicio
en igualdad de condiciones, sin discriminaciones y sin privilegios. Se desprende de los arts. 16 y 42 CN: el
primero consagra el principio de igualdad ante la ley; y el segundo establece que los consumidores y usuarios
de bienes y servicios tienen derecho a condiciones de trato equitativo y digno. Este carácter determina que se
trate igual a los iguales y desigual a los desiguales. Por ello, no resulta violatoria la categorización de los
usuarios de determinados servicios públicos, como el caso de dividir a los usuarios telefónicos en familiares,
comerciales o industriales, siempre y cuando en cada categoría se mantenga el trato igualitario, y no se busque
una discriminación favores encubiertos para casos particulares.
4) Generalidad: apunta a que el servicio público pueda ser exigido y usado por todos los habitantes,
sin exclusión alguna.
5) Obligatoriedad: es la contracara de la generalidad, busca que el servicio público sea ofrecido a
todos los habitantes, sin exclusión alguna, sin perjuicio de que el usuario no está obligado a usar el servicio,
salvo en algunos casos excepcionales en los que el servicio público es el único medio idóneo que tiene el
Estado para alcanzar sus fines, tal como sucede con la instrucción primaria, o con la provisión de agua potable
y conexiones cloacales, que persiguen fines de salud pública e higiene.
6) Calidad y eficiencia: se desprenden del art. 42 CN, que, establece que “las autoridades deben
proveer a la calidad y a la eficiencia de los servicios públicos”.
7) Subsidiariedad: busca que el usuario, tenga derecho a que el Estado actúe en forma
complementaria y subsidiaria, para que el servicio sea prestado (sin importar el medio legal usado para ello)
cuando la necesidad pública no es satisfecha como debería serlo.
8) Accesibilidad: agregado por el Dr. Lombardero. Apunta a que todos los miembros de la comunidad
deben poder acceder (real y efectivamente) al servicio público.
Clases.
Existen diferentes formas de clasificar a los servicios públicos:
A) De gestión pública o gestión privada, según cuál sea el sujeto titular de la prestación.
B) Uti singuli, si tienen por destinatarios a administrados concretos, es el caso del servicio público de
agua potable; o uti universi, si tienen por destinatarios a administrados no identificados individualmente, es
decir, a la comunidad en general, tal como sucede con el servicio de salud.
C) Obligatorios, si el Estado está obligado legalmente a prestarlos, como el caso de la instrucción
primaria pública; o facultativos, si el usuario está facultado a utilizarlos, tal como sucede con el servicio
telefónico. En los primeros casos, la relación que une a usuario y prestador de servicio es reglamentaria o
estatutaria (se rige por el Derecho Público); y el usuario debe pagar una tasa sin importar si se presta o no el
servicio. En el 2do. caso, la relación es contractual (la rige el Derecho Privado), y el usuario paga en tanto se
preste el servicio público.
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D) Gratuitos u onerosos: los primeros no son retribuidos directamente por el usuario, sino pagados por
toda la comunidad a través de impuestos (caso de la instrucción primaria, o la Policía). Los segundos son
aquellos que pagados por el usuario en oportunidad de su uso (ej.: transporte, correo, electricidad).
E) Propios, si los presta el Estado directamente por sí, o indirectamente a través de una delegación
estatal; o impropios, sólo reglamentados por el Estado, pero no son prestados por él, ni directa ni
indirectamente. Como ejemplos tenemos las farmacias, que se someten a la normativa de cumplimiento de
turnos y demás, en virtud del interés social en que se encuentren disponibles a toda hora). Como caracter
saliente, la tarifa de estos servicios públicos impropios suele estar fijada o controlada por el Estado (como
sucede con el servicio prestado por los taxis).
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En el primer caso el servicio es gestionado por el Estado directamente, sin intermediarios, y con las
prerrogativas de poder inherentes a la actuación del Estado en el campo del Derecho Público. En el segundo
caso, al servicio lo gestiona una persona privada (o pública no estatal) a título propio, con autorización o
habilitación del Estado. El tercer caso no existe en el país.
Participación privada.
Es una actividad netamente privada realizada por personas privadas de acuerdo a disposiciones
reglamentarias, establecidas por la Administración pública, quien las controla para evitar abusos que
perjudiquen a los usuarios.
6.5 El Usuario.
Concepto.
El usuario, también denominado cliente, es el particular que utiliza el servicio público.
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Interés legítimo: se otorga a personas determinadas o a grupos determinados de personas. Otorga la
facultad de acudir a sede administrativa a través de un recurso administrativo, y la de acudir a la Justicia sólo
en los casos expresamente previstos. No genera la posibilidad de reclamar DyP.
Interés simple: es el interés de cualquier persona en que se cumpla la ley. Nunca otorga la posibilidad
de acudir a la Justicia, pero sí a la Administración o al Defensor del Pueblo, mas no a través de un recurso
administrativo sino a través de una mera denuncia. Obviamente, no implica el derecho de reclamar DyP.
Derechos de incidencia colectiva: también llamado interés difuso. Es el derecho que tienen todos los
afectados (directa o indirectamente, y material o moralmente) por un acto, hecho u omisión de la
Administración Pública (o incluso de particulares) de pedir que se corrija tal situación. Según el art. 43 CN,
quien esté comprendido en estos derechos colectivos, puede iniciar acción de amparo ante el hecho, y pedir
como mínimo la intervención del Defensor del Pueblo, o incluso agregarlo como parte actora. Del hecho de
que pueda interponer amparo, se desprende necesariamente que también puede utilizar la vía ordinaria. El
caso típico de estos derechos se da ante hechos que atenten contra el medio ambiente.
Es importante destacar que mientras los derechos de incidencia colectiva se fortalecen, las diferencias
entre las otras 3 categorías se desdibujan.
6.6. La tarifa
Precios públicos y tasas.
La retribución es el pago que hace el usuario por el servicio oneroso que se le presta. A ese pago se lo
llama tarifa, la cual debe ser aprobada por la Administración y debe cubrir en general los costos de
explotación, amortización de activos, rentabilidad de la inversión, y los impuestos, tasas y gravámenes de
dicho servicio. La tarifa puede ser de 2 formas: 1) precio: se paga por el servicio no obligatorio, se paga por lo
que se usa (ej.: teléfono), y aquí la relación es contractual; 2) tasa: se paga por los servicios obligatorios, se
usen o no. El gasto se divide por los habitantes que se benefician con ellos (ej.: ABL), y aquí la relación es
reglamentaria.
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La retribución tiene las siguientes características: a) proporcionalidad o equivalencia entre la
prestación del servicio público y la tasa o tarifa que abona el usuario; b) irretroactividad: la retribución, en
principio, no puede ser retroactiva; excepcionalmente, la CSJN aceptó la retroactividad cuando el pago no se
efectuó en forma definitiva; c) legalidad: la retribución debe ser fijada o al menos aprobada por el Estado; d)
efectividad: el cobro de las tarifas exige la efectiva prestación del servicio, que es de hecho la causa para
demandar dicho cobro.
UNIDAD VII
7.1 El Acto Administrativo.
Noción conceptual. Distintas concepciones.
MARIENHOFF: toda declaración, disposición o decisión de una autoridad estatal en ejercicio
de la función administrativa, productora de efectos jurídicos.
GORDILLO: toda declaración unilateral emanada en ejercicio de la función administrativa y
que produce efectos jurídicos particulares y directos.
Lo distintivo es que a la noción clásica de Marienhoff le es indistinto que el acto sea
unilateral o bilateral, por lo que abarca entonces a los contratos administrativos; y también que los
efectos sean particulares o generales, lo que deja dentro de la categoría a los reglamentos. Si bien por
estos motivos a la 2da. noción se la conoce como “restringida”, es más amplia en un sentido: no dice
“autoridad estatal” sino persona “en ejercicio de la función administrativa”.
Podemos decir que el acto administrativo constituye una “declaración”, que exterioriza un
proceso de tipo intelectual, por oposición a los meros hechos administrativos, los cuales consisten en
comportamientos materiales que traducen una “actividad” de personas en función administrativa.
Pero no debemos ir más allá: no es conveniente ni serio intentar transpolar al Derecho
Administrativo categorías del CC.
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encuentren luego recepción en la parte dispositiva. La diferencia es que la causa “es” los
antecedentes de hecho y derecho, mientras que la motivación debe explicar por qué esa causa,
motiva el acto.
La motivación debe ser concomitante o anterior, pudiendo excepcionalmente darse de forma
posterior al acto.
La motivación es muy importante en actos discrecionales, pues es la vía para determinar su
razonabilidad y excluir los arbitrarios.
f) Finalidad: habrá de cumplirse con la finalidad que resulte de las normas que otorgan las facultades
pertinentes del órgano emisor, sin poder perseguir encubiertamente otros fines, públicos o privados,
distintos de los que justifican el acto, su causa y objeto. Las medidas que el acto involucre deben ser
proporcionalmente adecuadas a aquella finalidad. Los contratos que celebre el Estado, los permisos y las
concesiones administrativas se regirán por sus respectivas leyes especiales, sin perjuicio de la aplicación
analógica de las normas del presente Título, si ello fuere procedente. La causa responde a “¿Por qué se dicta
el acto?” y la finalidad a “¿Para qué?”. El fin es el bien jurídico perseguido con el dictado del acto, el resultado
previsto como correspondiente a la medida tomada.
Como en todo acto administrativo la finalidad es el bienestar general, no puede perseguirse otro fin
encubierto, sea éste público o privado. La organización administrativa que determina la competencia de cada
órgano (muchas veces determinada en la norma que lo crea), dice qué fines persigue cada uno de ellos, y a
su luz debe evaluarse este elemento.
g) Forma (art. 8): el acto administrativo se manifestará expresamente y por escrito; indicará el
lugar y fecha en que se lo dicta y contendrá la firma de la autoridad que lo emite; sólo por excepción
y si las circunstancias lo permitieren podrá utilizarse una forma distinta. La forma es el modo o
manera de producirse la exteriorización de voluntad de la Administración, esencial para que exista en
el mundo jurídico. Se distingue de los procedimientos previos (art. 7 inc. d) y de la notificación o
publicación (art. 11).
Respecto de la posibilidad de formas distintas, mencionamos que la forma verbal es muy
usual en la Administración interna (ej.: órdenes de un superior a un inferior, siempre que sean de
escasa importancia o de la marcha usual de la actividad), en actos que en general se extinguen en su
propio cumplimiento.
La forma en Derecho Administrativo es mucho más importante que en el Derecho Privado,
pues cumple una función de garantía de los administrados.
ELEMENTOS ACCIDENTALES: a diferencia de los esenciales, no afectan la existencia del
acto administrativo (pueden o no estar presentes); simplemente hacen al cómo y al cuándo del acto.
Son: 1) Condición: acontecimiento futuro e incierto, que tiene por efecto subordinar el nacimiento o
la extinción del acto administrativo a que se cumpla dicha condición. Marienhoff admite sólo las
resolutorias, Diez ambas. 2) Plazo: determina el período en que el acto empieza o termina de
producir efectos jurídicos. En algunos casos, el plazo pasa a ser elemento esencial (ej.: en la
concesión de privilegios, por mandato del art. 75 inc. 18 CN). 3) Modo: es la obligación o carga que
debe cumplir el administrado a cuyo favor se dictó el acto.
En cuanto a la voluntad de la Administración (nombrada en el art. 14 de la ley), la doctrina
entiende que no es un elemento, sino un presupuesto para su validez.
37
éste ante la Administración. Plazo máximo para notificar: 10 días desde el acto (art. 40 RLNPA).
Forma: cualquier medio que permita constancia de recepción (cédula, telegrama, carta certificada,
etcétera). Un acto de alcance particular puede publicarse, mas ello no suple la notificación.
La publicación se da a través del Boletín Oficial (la ficción de “el Derecho conocido por
todos” ante la imposibilidad de hacer llegar a cada persona una notificación particular); o en su
defecto, mediante la colocación del acto administrativo en lugares visibles y de acceso al público. El
acto entra en vigencia tras 8 días de su completa publicación en el BO, salvo que expresamente se
disponga otra cosa
El régimen nacional lo da el decreto-ley 19549. Los otros serán tratados en la segunda parte
de la materia.
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Estas conductas que generan hechos administrativos, pueden realizarse en cumplimiento de
un acto administrativo anterior; o de forma autónoma, dando lugar a discernir la voluntad tácita de la
Administración.
Vías de hecho: comportamientos materiales que, sin alcanzar a configurar una declaración,
implican una violación de derechos o garantías constitucionales. Se oponen a las “vías de derecho”
que son el mecanismo legal para hacer valer pretensiones, siendo entonces el “mecanismo ilegal”. La
LNPA señala 2 supuestos: a) el comportamiento material lesivo de un derecho o garantía
constitucional; b) la ejecución de un acto, habiendo a su respecto abierto algún recurso
administrativo de los que (en virtud de norma expresa) importan la suspensión de sus efectos
ejecutorios, sea porque éste recurso esté pendiente de resolución, o porque resuelto no fue notificado.
La lesión que configura la vía de hecho debe implicar un ataque efectivo (un comportamiento
material), no bastando la lesión potencial o mera amenaza de perjuicio. El típico ejemplo de una vía
de hecho es un hecho administrativo, realizado creyendo que se está cumpliendo un acto
administrativo, pero del que luego se comprueba que no era un acto perfecto: las máquinas inician la
demolición que estaba autorizada por la Administración, pero no se había comunicado la decisión al
titular del inmueble.
Son requisitos de la vía de hecho: 1) intervención de un funcionario o empleado público, o
agente del Estado; 2) comportamiento material que viole manifiestamente un derecho; 3) violación a
la legalidad.
Si se da una vía de hecho, se debe accionar por vía ordinaria, y no contencioso-
administrativa. Si la violación al derecho se da por un hecho administrativo, se cuenta con un
reclamo administrativo; y si se da por un acto administrativo, con un recurso.
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para la construcción de una teoría autónoma de las nulidades del acto administrativo (si bien existen
diversas interpretaciones sobre el fallo, nos inclinamos por la más armónica con la evolución
posterior en Pustelnik). Para ello, la técnica utilizada se apoyó en la analogía, adaptando los
conceptos y criterios generales del CC, a la naturaleza y modalidades del Derecho Administrativo,
como Derecho Público que es.
En “Los Lagos” se planteó la nulidad de un decreto del PEN, que en 1917 había declarado
caducas las ventas efectuadas por el Estado a los antecesores del actor en el dominio, ordenando que
el Registro de la Propiedad tomase razón de ello. A raíz de que el Procurador Fiscal opuso la
excepción de prescripción, fundado en arts. 4023 y 4030 CC, previo fallo de la Cámara que acogió la
defensa opuesta, la Corte consideró que el punto esencial sobre el que versaba la litis consistía en
determinar cuál era el tipo de invalidez que afectaba el acto administrativo que disponía la caducidad
de las ventas.
Efectos de la declaración de invalidez: HUTCHINSON considera que son retroactivos en los
actos nulos, y para el futuro en los anulables. En el 1er. Caso, generan derechos para la parte
perjudicada por los efectos que el acto produjo hasta ese momento (v.gr. restituciones patrimoniales).
Esa retroactividad no puede afectar a 3eros. de buena fe que adquirieron derechos respecto del acto
declarado inválido a posteriori (si el acto adolece de una nulidad manifiesta, se excluye esa buena
fe).
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(único caso que generalmente puede subsanarse, al darle certeza); o se dicta violando facultades
regladas; o cuando, haciendo uso de facultades discrecionales, es arbitrario (contradictorio en sí
mismo, desproporcional, absurdo); o se aplica una ley que no es la debida (ej.: una derogada por otra
posterior). 4) Violación de las formas esenciales (ej.: un órgano colegiado que dictamina sin tener
quorum; un acto que debía ser escrito y no lo es; un acto en que no se puede determinar el órgano
emisor). 5) Violación de la finalidad: no hay adecuación entre los móviles que inspiraron la actuación
administrativa, y los que tuvo en miras la ley al dotar de competencia al órgano.
C) VICIOS EN LAS CLÁUSULAS ACCESORIAS: son cláusulas que amplían o restringen
el contenido normal del acto. Son de diversa índole, siendo las más populares la condición, el plazo y
el modo, ya estudiadas. Para que se dé la invalidez parcial de la cláusula accesoria y no de todo el
acto, estos deben ser separables, y la cláusula accesoria no debe ser la razón principal de la
Administración para dicho acto.
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sería insoportable y hasta imposible la actividad administrativa, pues podría cuestionarse (y así
frenarse) constantemente.
GORDILLO marca lo que la norma omite: que el carácter se aplica a los actos válidos, y aún
a los anulables, no así a los nulos de nulidad absoluta, por cuanto un acto “manifiestamente nulo” no
puede gozar (por mera lógica) de presunción de legitimidad. Así, en Pustelnik (1975), la Corte
diferenció los actos “regulares” (aquellos que gozan de todos sus efectos, aunque puedan ser
anulables), categoría que incluye a los “válidos”, que son los regulares que no presentan defectos que
los hagan pasibles de sanción de anulabilidad. La presunción de legitimidad es así una “tolerancia” al
acto anulable, fundada en la posibilidad de su posterior saneamiento.
La presunción de legitimidad produce ciertas consecuencias: 1) La igualación del acto
anulable al acto válido, es decir, que puede serles exigido su cumplimiento a los particulares, hasta
tanto no se declare al acto como nulo. 2) La prohibición de que los jueces decreten de oficio la
invalidez del acto administrativo. 3) La necesidad de que quien dice que un acto es ilegítimo, lo
pruebe: pero tanto GORDILLO como HUTCHINSON admiten que no hay inversión total de la carga
de la prueba, pues el principio por sí solo no puede “formar opinión” del Juez, ni liberar al
administrador de aportar pruebas.
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Es importante destacar que la ejecutividad implica que la interposición de recursos contra el
acto no lo suspende, salvo los casos mencionados en la norma. Esto es de importancia para la Dra.
Taller.
En cuanto a las “clases” de ejecutoriedad, ello proviene de la división francesa entre
ejecutoriedad propia (cuando la Administración tiene los medios para hacerla valer) e impropia
(cuando debe acudir a la Justicia), pero vemos así que la ejecutoriedad propia no es en verdad
ejecutoriedad, pierde todo su carácter.
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La estabilidad alcanza a toda la Administración, en 2 sentidos: 1) cualquier acto de cualquier
órgano o ente goza de ella; 2) toda la Administración restante debe respetarla.
En cuanto a la denominación “cosa juzgada administrativa”, la doctrina moderna prefiere
evitarla, pues presta confusión con la “cosa juzgada judicial”. Está erróneamente tomada del Derecho
alemán y francés. También son equívocas las expresiones “irrevocabilidad” o “inmutabilidad” (pues
el acto puede revocarse o mutar, si se beneficia al particular). “Estabilidad” surge como el único
concepto unívoco.
Extinción del acto administrativo. Distintas especies: a) por voluntad del administrado; b) por
voluntad de la Administración: b.1) revocación por razones de ilegitimidad; b.2) revocación
por razones de oportunidad, mérito o conveniencia; b.3) revocación por razones de
ilegitimidad sobreviniente. Efectos del acto de revocación; b.4) por caducidad.
La extinción del acto es la supresión de sus efectos jurídicos, que puede darse por diversas
causas. Entre éstas, la forma normal de extinción es el cumplimiento de los efectos deseados. Otras
pueden ser:
A) POR VOLUNTAD DEL ADMINISTRADO: bien a través de la renuncia, bien cuando la
conformidad del particular fuere presupuesto esencial para la configuración del acto, y éste no la
prestara (no aceptación, como en el otorgamiento de una beca), en cuyo caso el rechazo del
administrado tiene efectos retroactivos.
B) POR VOLUNTAD DE LA ADMINISTRACIÓN:
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1) Revocación por razones de ilegitimidad:
Art. 17 (Revocación del acto nulo).- El acto administrativo afectado de nulidad absoluta se considera irregular
y debe ser revocado o sustituido por razones de ilegitimidad aun en sede administrativa. No obstante, si el
acto estuviere firme y consentido y hubiere generado derechos subjetivos que se estén cumpliendo, sólo se
podrá impedir su subsistencia y la de los efectos aún pendientes mediante declaración judicial de nulidad.
Revocar es extinguir un acto en sede administrativa; anularlo es extinguirlo en sede judicial.
Revocar un acto de estas características no es facultativo, sino obligatorio. Al acto lo revoca
el mismo órgano que lo dictó. Para que ello pueda ocurrir, debe encontrarse firme (es decir,
notificado el acto, venció el plazo legal para impugnarlo en sede administrativa o judicial). El
principio lo da la primera parte del art.; las excepciones están en la 2da. parte.
Si no pudiera ser revocado, la Administración está obligada a pedir su anulación en sede
judicial. El acto que no puede ser revocado, obviamente no puede ser suspendido en sus efectos
(salvo lo dicho sobre medida cautelar dada en sede judicial).
En los casos de actos que creen a su vez derechos y obligaciones, cabe su revocación parcial.
2) Revocación por razones de oportunidad, mérito o conveniencia:
Art. 18 (Revocación del acto regular).- El acto administrativo regular, del que hubieren
nacido derechos subjetivos a favor de los administrados, no puede ser revocado, modificado o
sustituido en sede administrativa una vez notificado. Sin embargo, podrá ser revocado, modificado o
sustituido de oficio en sede administrativa si el interesado hubiere conocido el vicio, si la revocación,
modificación o sustitución del acto lo favorece sin causar perjuicio a terceros y si el derecho se
hubiere otorgado expresa y válidamente a título precario. También podrá ser revocado, modificado o
sustituido por razones de oportunidad, mérito o conveniencia, indemnizando los perjuicios que
causare a los administrados.
La justificación de esta revocación se da porque la circunstancias tenidas en cuenta a la hora
de dictar el acto han variado, lo que no implica obviamente que se permita la arbitrariedad en la
revocación, ni que los derechos no se indemnicen, como marca la norma. En el caso de vicio
conocido por el administrado, la revocación funciona como sanción a su mala fe.
3) Revocación por razones de ilegitimidad sobreviniente: la solución es idéntica a la
ilegitimidad inicial: el acto debe revocarse hacerse, en atención al deber de la Administración de
guardar la legalidad objetiva; salvo que cree derechos subjetivos.
4) Caducidad:
Art. 21 (Caducidad).- La Administración podrá declarar unilateralmente la caducidad de un acto
administrativo cuando el interesado no cumpliere las condiciones fijadas en el mismo, pero deberá mediar
previa constitución en mora y concesión de un plazo suplementario razonable al efecto.
Es un medio de extinción del acto distinto de la revocación, constituyendo una sanción al
incumplimiento del administrado, que iba a ser beneficiado con el acto, pero que no cumplió las
cargas al efecto.
De la redacción del art. surge que no es posible la mora automática, pues tras la constitución
debe pasar un “plazo razonable”. La caducidad no se produce ope legis, debe ser declarada, siendo
facultativo de la Administración hacerlo.
Efectos de la revocación: debe indemnizarse siempre DyP cuando sea por razones de
oportunidad, mérito o conveniencia; no así cuando sea por legitimidad.
UNIDAD VIII
8.1 Contratos de la Administración Pública. Los contratos que celebra la
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Administración Pública.
Diferentes especies, criterios de diferenciación.
Como primera distinción, los contratos de Derecho Público no equivalen a los contratos de la
Administración Pública, pues entre los primeros se cuentan además los contratos de Derecho Público
Internacional (Tratados-contratos).
Marienhoff distingue entre contratos administrativos propiamente dichos, y de Derecho Común
practicado por la Administración (Civil o Comercial); ambos integran el género “contratos de la
Administración Pública”. La diferencia radica en la calidad en la que la Administración contrata: si lo hace
como Administración –con subordinación del particular, y cláusulas exorbitantes- (contrato administrativo) o
contrata como privado.
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Dromi lo define de forma más simple, como “toda declaración bilateral o de voluntad común,
productora de efectos jurídicos entre 2 personas, de las cuales una de ellas se encuentra en ejercicio de la
función administrativa”. Lo fundamental es que sus efectos jurídicos se dan entre partes, y no de manera
general como el caso de los reglamentos. Además, Dromi no menciona “órgano del Estado”, sino cualquier
persona “en ejercicio de la función administrativa”, lo que es consecuente con la época en que definió al
contrato, en la cual las personas privadas se hacían cargo de funciones estatales.
Caracteres del contrato administrativo:
1. Formalismo: es imprescindible cumplir con las formalidades del contrato previstas por la ley, tanto
antes de su confección (pliego de condiciones), para perfeccionarlo (la manifestación recíproca de las
voluntades, las notificaciones de la aceptación, de la adjudicación, la escritura, etc.); durante el
contrato (el acto de adjudicación); y con posterioridad al mismo (su aprobación).
2. Cláusulas exorbitantes del Derecho Privado: se definen más adelante.
3. Efectos: se extienden a 3eros. que no son partes, tanto para serles opuesto (ej.: en la concesión de
servicios públicos los usuarios deben sujetarse a lo convenido entre la Administración y el co-
contratante); como para ser invocado por ellos.
4. Intuitu personae: en consecuencia, el contratista debe ejecutarlo personal y directamente. Salvo que
medie autorización expresa y previa de la Administración o pacto expreso, no puede ceder o
transferir el contrato a un 3ero., ni subcontratar para que éste lo ejecute por su cuenta y orden.
Por descarte, son “de Derecho común” de la Administración todos aquellos contratos donde la
actividad o la prestación del co-contratante no se relacionen, en forma directa e inmediata a alguna de las
funciones esenciales o especificas del Estado, a los fines públicos propios de éste, salvo que dicho contrato
contuviese cláusulas exorbitantes del Derecho Privado, en cuyo caso, sería administrativo por esa sola razón.
Elementos.
Distinguimos: a) los 5 elementos esenciales (sujeto, objeto, forma, causa y finalidad), que
necesariamente deben estar presentes para que un contrato administrativo se configure como tal; b) los
naturales a cada contrato que las partes pueden expresamente dejar de lado; c) los accidentales, que
normalmente no corresponden a un contrato pero que las partes expresamente pueden agregar. A
continuación describimos los esenciales (algunos autores agregan la voluntad):
1.- Sujetos: se analiza capacidad del contratista; y competencia del órgano o ente estatal.
El contratista debe ser persona física o jurídica que cuente con plena capacidad de hecho y de
derecho, la que se rige por el CC y por el Reglamento para las Contrataciones del Estado Nacional: a) el art.
1160 CC establece expresamente quiénes no pueden contratar: incapaces absolutos de hecho, incapaces
relativos de hecho, incapaces de derecho excluidos de poder contratar con personas determinadas (por sí
mismas o por ser titulares de cosas determinadas), y personas expresamente prohibidas en contrato en
particular; b) el Reglamento para las Contrataciones del Estado Nacional establece como regla general que
pueden contratar con el Estado Nacional todas las personas físicas o jurídicas con capacidad para obligarse.
Luego enumera excepciones: a) agentes y funcionarios del propio Estado Nacional y de empresas en que los
mismos tengan una participación suficiente para formar la voluntad social; b) suspendidos, inhabilitados
fallidos, interdictos y concursados (estos últimos pueden presentar autorización judicial para salvar el
obstáculo, siempre que la solvencia no sea trascendente para el contrato); c) condenados por delitos dolosos;
d) procesados por delitos contra la propiedad, contra la Administración Pública Nacional o contra la Fe
Pública, o previstos en la Convención Interamericana contra la Corrupción; e) los que no cumplieron con
obligaciones impositivas o previsionales; f) los que recibieron subsidios y no cumplieron con la obligación de
rendir cuentas en tiempo oportuno.
El órgano o ente que ejerza la función administrativa debe tener competencia para realizar el
contrato, rigiéndose esta por el Derecho Público: a) cuando es un órgano, la encontramos en la Ley de
Ministerios, la LAF o la LNPA; b) si es un ente autárquico o una empresa del Estado, hayamos la competencia
en sus respectivas normas estatutarias.
2.- Objeto: es la materia o contenido del contrato, las obligaciones que nacen del mismo, cuyo
contenido es una prestación de dar, hacer o no hacer, tendiente a satisfacer un interés público.
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Particularidades: a) los contratos administrativos sí pueden tener por objeto cosas que no están en el
comercio (ej.: la concesión de uso especial de un bien del dominio público); b) la Administración, durante la
ejecución del contrato administrativo, puede variar unilateralmente el objeto del contrato, dentro de ciertos
límites, y siempre fundándose en razones de interés público; c) fuera de lo dicho, el objeto de estos contratos
se rige por el art. 953 CC, y en consecuencia debe ser: 1) posible física y jurídicamente; 2) lícito (incluye que
no sea contrario a las buenas costumbres, ni que se oponga a la libertad ni perjudique a 3eros.); 3) cierto; 4)
determinado o determinable.
3.- Forma: modo en que se exterioriza la voluntad de las partes contratantes. Particularidades: a) el
contrato administrativo generalmente exige la forma escrita (ej.: contrato de obra pública); b) además,
formalidades que pueden ser: 1) anteriores al consentimiento (pliego de bases y condiciones); 2)
concomitantes a éste (acto de adjudicación); y 3) posteriores (la aprobación).
4.- Causa (fuente): abarca causas fácticas (antecedentes de hecho que motivaron la celebración del
contrato) y jurídicas (normas de Derecho que lo sustentan).
5.- Finalidad: siempre será la satisfacción directa o indirecta de un interés público.
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exorbitantes expresas, son las incluidas concretamente en contratos que no son administrativos por su
objeto, pero que se convierten en tales a raíz de dicha cláusula.
Finalmente, es necesario apuntar que por más exorbitante del Derecho Privado que sea una cláusula,
no lo es del ordenamiento jurídico en su conjunto: el límite hasta el que puede llegar una cláusula
exorbitante sin violar la juridicidad, coincide con el límite posible de las potestades públicas del Estado, en
definitiva: respeto irrestricto a la Constitución.
Diferentes procedimientos: libre elección; licitación: especies; contratación directa; remate público;
concurso; otros.
La doctrina de los administrativistas menciona los siguientes medios o sistemas como idóneos para la
selección del co-contratante de la Administración Pública: a) libre elección; b) licitación, en sus dos especies;
c) trato directo o privado; d) remate público; e) concurso.
A grandes rasgos, los procedimientos de selección se dividen en 2: 1) Libre elección, que se da cuando la
Administración elige directamente a la persona con la que va a contratar, en forma discrecional y sólo cumpliendo con 2
requisitos: publicidad de la elección y motivación suficiente de porqué se eligió a esa persona. No se aplica un
procedimiento de competencia de antecedentes y precios, ni hay pujas de oferentes ni hay formas previas. El sistema se
usa para negocios de poco monto (que no excedan los $75.000, según el decreto reglamentario del Régimen para las
Contrataciones del Estado Nacional -RCEN-) o concesión de servicios en donde el carácter personal del co-contratante
es muy importante. 2) Sistema de restricción: se subdivide en licitaciones públicas o privadas, remate, concurso público
y contrataciones directas; usándose cada sistema según: características de los bienes/servicios a contratar, monto
estimado del contrato, razones de urgencia o emergencia, etc.
1) Licitación pública: procedimiento de selección del contratista en virtud del cual la Administración invita a una
cantidad indeterminada de posibles interesados a que, sujetándose a las bases fijadas en los pliegos de bases y
condiciones, formulen propuestas, de las cuales se seleccionará y aceptará la más ventajosa o conveniente.
Es viable en los contratos de obra pública, y en general en negocios que superen los $300.000 según el RCEN.
Configura la regla general en el ordenamiento jurídico positivo argentino: así lo establece el art. 9 de la LNOP, pautando
como excepción indistintamente a la licitación privada o a la contratación directa, cuando se dé alguno de los siguientes
casos: 1) el costo de la obra no exceda del monto que establezca el PEN; 2) se trate de trabajos complementarios de una
obra pública principal ya iniciada y no concluida, indispensables para continuar la misma, y que no hayan sido previstos
en el proyecto, ni puedan incluirse en el contrato (por circunstancias fácticas o jurídicas), siempre que su importe no
exceda el monto que establezca el PEN; 3) medien razones de urgencia; 4) la seguridad del Estado exija garantía especial
o gran reserva; 5) el ejecutor del trabajo deba tener determinada capacidad artística, técnica o científica, habilidad o
experiencia particular (ej.: obra de arte); 6) o se encuentre amparado por patente o privilegio, caso en que es imposible
la licitación pública, pues sólo a esta persona le asiste el derecho de reproducir lo patentado; 7) haya habido licitación
pública desierta o fracasada por inadmisibilidad de ofertas.
El gasto del contrato administrativo debe estar autorizado por la ley de presupuesto o por una ley especial
(“autorización legislativa para gastar”, o “crédito legal suficiente”). Esto debe ocurrir cuanto mucho al momento del
llamado a licitación. Excepcionalmente, en los términos de la LNOP, puede ser solicitado después de este, por razones
de urgencia (aquí el silencio del PL se entiende como otorgamiento del crédito legal suficiente solicitado).
La licitación pública como tal, consta de 3 fases: A) Preparatoria: decisión de contratar, autorización legislativa
para gastar, y preparación del pliego. B) Esencial (licitación propiamente dicha): llamado a licitación y publicación del
mismo, actos de la oferta (presentación, recepción, apertura, admisión o rechazo y aclaraciones), estudio de las
propuestas, pre-adjudicación y adjudicación. C) Integrativa: perfeccionamiento del contrato (ej.: la obra pública opera
por instrumentación escrita); aprobación de la adjudicación por el superior jerárquico; notificación de la adjudicación; o
notificación de la orden de compra.
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El llamado a licitación es un acto administrativo que se traduce en una convocatoria e implica un pedido de
ofertas. Es el primero de los actos del proceso de selección, y lo realiza el licitante por medio de sus órganos
competentes.
La publicación de este llamado es un hecho administrativo, instrumentado a través de diversos medios de
prensa y publicidad, que pretende dar a conocer el llamado a licitación para motivar la concurrencia. La LNOP, establece
que obligatoriamente, los anuncios de licitación deben publicarse en el boletín oficial, y facultativamente en otros
medios de difusión que contribuyan a facilitar la concurrencia de los oferentes (ej.: radio, televisión, periódicos,
carteles). En cuanto al contenido del llamado, debe expresarse: 1) el licitante; 2) la obra que se licita; 3) el sitio en que se
ejecutará; 4) el lugar donde pueden consultarse o retirarse las bases de la licitación; 5) las condiciones a las que debe
ajustarse la propuesta; 6) el funcionario al que deben dirigirse o entregarse las mismas; 7) el lugar, día y hora en que va a
celebrarse la licitación; 8) el importe de la garantía precontractual o provisional. Respecto de los plazos, varían en
función del monto del presupuesto, y que pueden ser ampliados cuando ello sea conveniente para el éxito de la
licitación, o reducidos cuando medien razones de urgencia. El licitante, durante el término del llamado a licitación, debe
poner a disposición de los eventuales licitadores los planos, proyectos, presupuestos y demás documentos que sean
necesarios para su información. En cada contrato en particular, los medios de publicación, su contenido y términos, se
encuentran establecidos por las normas.
Vemos que la licitación pública es compleja, por lo que en definitiva no es ni un contrato ni un acto, sino un
conjunto de actos autónomos, un procedimiento conformado por formas jurídicas públicas y privadas: las 1eras. son los
actos y hechos administrativos, simples actos de la Administración y reglamentos administrativos ejecutados por el
licitante; las 2das. son los actos y hechos jurídicos ejecutados por el licitador. Cada uno de estos actos es impugnable
(independientemente del contrato) por el licitante y por todos los oferentes.
Los sujetos de la licitación son el licitante; y el proponente, oferente o licitador. El licitante es la persona que, en
ejercicio de la función administrativa, utiliza el procedimiento de licitación pública, efectuando el llamado, receptando
las ofertas y adjudicando en su consecuencia. El proponente, oferente o licitador, es quien formula una oferta en
respuesta al llamado a licitación. En el caso de la LNOP, debe estar inscripto en el Registro Nacional de Constructores de
Obras Públicas, para lo cual debe demostrar suficiente idoneidad, capacidad y responsabilidad para desempeñarse
como contratista del Estado. Además, debe haber adquirido el pliego de bases y condiciones, y finalmente debe haber
constituido la garantía precontractual o provisional (exigiéndose de ambos el comprobante correspondiente), al tiempo
de la presentación de la oferta (que debe ser escrita, firmada y en un sobre cerrado).
Los principios que rigen la licitación pública son:
a) Libre concurrencia: apunta a que la Administración no imponga condiciones restrictivas para el acceso al
concurso, sin perjuicio de que: 1) la normativa jurídica puede establecer restricciones a la capacidad genérica; 2) la
Administración puede establecer en los pliegos recaudos relativos a la capacidad técnica y a la solvencia económico-
financiera del oferente.
b) Igualdad entre los oferentes: igualdad de posibilidades en la adjudicación del contrato.
c) Publicidad: por un lado, apunta a que el llamado a la licitación pueda ser conocido por el mayor número de
interesados posible (presupuesto además para la libre concurrencia); por otro lado, apunta que el procedimiento de la
licitación en general debe desarrollarse en forma pública (al menos gran parte de los actos y hechos que lo componen),
lo cual permite el control procedimental de la actividad de la Administración por la sociedad, por los oferentes y por los
órganos de control, siguiendo así las disposiciones establecidas por la Convención Interamericana contra la Corrupción.
d) Transparencia: en el manejo de fondos públicos usados en la contratación administrativa.
e) Equidad y eficiencia: se encuentran expresamente en la Convención Interamericana contra la Corrupción; la
1era. apunta a la moderación en el precio de las cosas que se compran y en las condiciones que se estipulan para los
contratos, la 2da. a la selección del mejor contratista posible a los fines de asegurar el bien común.
Dentro de la modalidad, no podemos no hacer referencia al pliego de bases y condiciones, que es un conjunto
de cláusulas formuladas unilateralmente por el licitante, destinadas a regular el contrato en su formación y posterior
ejecución. Fundamentalmente, especifica: a) el objeto de la licitación o del contrato; b) los derechos y las obligaciones
del licitante, de los oferentes y del adjudicatario; c) el procedimiento a seguir en la preparación y en la ejecución del
contrato. Estos pliegos pueden ser: a) de bases y condiciones generales, que es aquél que contiene cláusulas aplicables
a todos los contratos de una misma categoría o tipo (ej.: a todos los contratos de obras públicas); b) de bases y
condiciones especiales o particulares, que contiene reglas complementarias del pliego general, exigidas por las
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peculiaridades del objeto de un contrato determinado; c) de bases y condiciones técnicas (con gran relevancia en los
contratos de obras públicas y de suministro), que contiene normas sobre las características técnicas del objeto licitado.
2) Licitación privada: también hay un grupo de interesados, pero son sólo las personas expresamente invitadas
por la Administración. El RCEN establece: a) que solamente procede en los supuestos en que el monto estimado para la
contratación no excede de $ 300.000; b) que la Administración, al menos, debe invitar a 5 posibles oferentes; c) que
además está obligada a considerar las ofertas presentadas por quienes no fueron convocados.
3) Contratación o adjudicación directa: la Administración elige directamente al contratista, sin concurrencia,
puja u oposición de oferentes. Es un procedimiento de selección facultativo en 2 sentidos: 1) la Administración puede o
no apelar a la misma en los supuestos en los cuales se permite; 2) la Administración puede solicitar ofertas a quien
juzgue conveniente, y puede rechazar las ofertas que juzgue inconvenientes.
El RCEN establece: 1) que procede por razón del monto, por urgencia, por licitación pública desierta o con
ofertas inadmisibles; 2) que la Administración, al menos, debe solicitar 3 ofertas; 3) que la adjudicación se rige por el
criterio de la oferta más conveniente.
La oferta inadmisible (que autoriza a la licitación privada o a la contratación directa) es aquella que no se ajusta
a los requisitos exigidos por la normativa y por los pliegos. La oferta inconveniente, en cambio, es la que, ajustándose a
estos requisitos, es rechazada por la Administración; esta no autoriza licitación privada ni contratación directa.
4) Remate público (o subasta pública): la adjudicación se efectúa en el mismo acto y en público, previa
publicidad del llamado, ante una concurrencia indiscriminada, con base estimada o sin ella, y al mejor postor.
5) Concurso de proyectos integrales: por iniciativa de la Administración o por iniciativa de los contratistas, se
presentan propuestas integrales, que deben detallar los antecedentes completos del oferente y todas las condiciones
contractuales, técnicas y económicas, incluyendo la estructura económico-financiera y los proyectos constructivos,
siempre y cuando sea necesario, puesto que, en este procedimiento de selección del contratista, no existe pliego de
bases y condiciones. Surgió durante la década del ’90, con la llamada Reforma del Estado.
Análisis del régimen jurídico vigente a nivel nacional, provincial y municipal. Derecho Comparado.
Por la cantidad de excepciones a la regla de la licitación pública, vemos que la LNOP adopta un criterio muy
amplio. La ley orgánica de municipios, en cambio, tiene uno más estricto, pues determina que la contratación directa
procede ante el fracaso de 2 licitaciones anteriores y con una base igual a la establecida en las licitaciones fracasadas. La
ley santafesina 5188 de Obra Pública, es similar al régimen nacional.
Derecho comparado: no se ha encontrado el punto en ninguno de los autores.
51
dicho incumplimiento impida razonablemente el cumplimiento del contratista, y sea además imputable a la
Administración.
Problemas especiales: las teorías de la imprevisión, del “hecho del Príncipe” y de las dificultades
materiales imprevistas.
Teoría de la imprevisión: se aplica cuando la ecuación económica financiera se ve alterada por una causa no
imputable a la Administración ni al Estado. Si bien en los contratos de Derecho Privado puede ser invocada por
cualquiera de las partes (art. 1198 CC), en los administrativos sólo puede serlo por el contratista, quien puede solicitar la
rescisión, o el reajuste del contrato (si solicita la rescisión, la Administración puede ofrecer el reajuste). Los hechos que
dan lugar a la imprevisión se distinguen de los que generan FM o CF, pues éstos últimos impiden absolutamente el
cumplimiento de la obligación; en cambio los 1eros. no, pero la hacen excesivamente onerosa para el contratista al
alterar la ecuación económico-financiera o al acrecer sus cargas. Así, los requisitos para que se configure la imprevisión
son: 1) que el contrato se prolongue en el tiempo; 2) que haya ocurrido un hecho que reúna los caracteres de CF o FM
(o sea, imprevisible, inevitable, exterior, sobreviniente a la constitución de la obligación y actual); 3) que ese hecho
provoque una excesiva onerosidad en el cumplimiento de la prestación debida por parte del co-contratante (ej.:
inflación no prevista). El fundamento de la imprevisión es la equidad, la buena fe y el enriquecimiento sin causa; y por
otro lado los arts. 16 y 17 CN, que establecen que la igualdad es la base de las cargas públicas y la inviolabilidad de la
propiedad, respectivamente.
Hecho del Príncipe: acto de alcance general de la autoridad pública que imposibilita al contratista el
cumplimiento del contrato (totalmente o en término), o que altera la ecuación económico-financiera. Cuando
imposibilita el cumplimiento, autoriza su rescisión (efectos definitivos). Cuando imposibilita el cumplimiento en
término, autoriza la suspensión (efectos provisionales o dilatorios). Finalmente, cuando altera la ecuación económico-
financiera, el contratista no tiene derecho a la rescisión, pero sí a la indemnización de DyP.
El hecho del príncipe debe ser diferenciado del hecho de la administración: éste es un acto de alcance
individual que proviene de la autoridad pública que celebró el contrato y que se vincula con un contrato determinado
(ej.: la Administración no suministra al contratista los materiales que se había comprometido a suministrar). En cambio,
el hecho del Príncipe es un acto de alcance general de una autoridad pública (no requiere que sea la que celebró el
contrato, pero sí que las esferas de competencia de ambas sean la misma -ej.: dos autoridades provinciales-, pues sino
procede la imprevisión) y afecta el desarrollo del contrato (ej.: una ordenanza municipal prohíbe la circulación vehicular
por determinados lugares, y en consecuencia un contrato de obra pública que procuraba la construcción de una playa
de estacionamiento en la zona).
52
Dificultades materiales imprevistas: al comenzar el cumplimiento o la ejecución del contrato, o ya en curso
éste, puede que el co-contratante se encuentre ante circunstancias materiales de carácter anormal, que
razonablemente pudieron no ser previstas al contratar, las cuales dificultan o encarecen el cumplimiento de lo
convenido. Es lo que ocurriría si, al excavar para construir en el subsuelo, aparece una insospechada corriente de agua
subterránea que obstaculice los trabajos. Lo distintivo es que estas dificultades son de origen natural, y constituyen
fenómenos ocultos en el seno terrestre; las dificultades humanas no integran el concepto. No deben confundirse con
los errores derivados del proyecto (LOP arts. 4, 30, 37 y 38), pues el error reposa en hechos conocidos, o que
razonablemente debieron conocerse; pero que fueron equivocadamente valorados.
Tampoco es posible confundir trabajo imprevisto con dificultad material imprevista (que generan un trabajo no
sólo imprevisto sino además “imprevisible”): el 1ero. implica un trabajo excedente del proyectado, pero dentro de lo
absolutamente normal; el 2do. es un trabajo requerido por circunstancias anormales e imprevistas. La anormalidad es
relativa a la zona, puesto que se concreta en la no frecuencia de la aparición del fenómeno natural en ella.
La aparición de estas dificultades materiales determina 2 posibles efectos: 1) Si a raíz de ellas la ejecución de la
obra requiriese conocimientos o técnicas especiales que el co-contratante no posee, éste puede solicitar la rescisión del
contrato (supuesto análogo a la FM). 2) Si el co-contratante está en condiciones técnicas de llevar adelante la obra a
pesar de las dificultades, la Administración tiene el deber de resarcirlo. El fundamento es que a pesar de no ser ni el co-
contratante ni el Estado responsable de las dificultades, es éste quien en definitiva se beneficiará con el trabajo, siendo
que aquí se está en el ámbito contractual y no en el de las cargas públicas.
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4) Muerte o quiebra del contratista: pues el contrato administrativo es intuitu personae, salvo que el
propio contrato o la normativa aplicable establezcan lo contrario.
5) Renuncia: solamente procede respecto a determinados contratos administrativos: 1) la concesión
del dominio público puede extinguirse por renuncia del contratista que no requiere aceptación del Estado; 2)
el contrato de empleo público, pero éste sí requiere aceptación del Estado.
6) Revisión: comprende la renegociación y la reconversión. Consiste en un procedimiento en virtud
del cual se re-equilibran los elementos del contrato, a los fines de poder alcanzar el objetivo perseguido
originariamente, frustrado por circunstancias sobrevinientes no previstas en la celebración. Renegociar
significa re-equilibrar los elementos del contrato administrativo sin variar sustancialmente la prestación;
reconvertir, en cambio, significa cambiar los elementos esenciales del contrato administrativo (sujetos, objeto
o prestaciones asumidas).
UNIDAD IX
9.1 Contrato de Obra Pública
Noción de obra pública.
Según la Ley de obra pública 13.064, es “todo bien mueble, inmueble u objeto inmaterial realizado
por el Estado mismo o por cuenta de él con el fin de obtener (directa o indirectamente) la satisfacción de un
interés público”.
Puede ser realizada directamente, por la propia Administración; o indirectamente a través de: a) el
contrato de obra pública; b) la concesión de obra pública.
Así, puede haber obra pública y no contrato de obra pública, en los casos de ejecución indirecta; y
puede haber contrato de obra pública y no haber obra pública, si el mismo se celebra para realizar una obra
que no tenga por finalidad satisfacer un interés colectivo o general.
La ley 13064 define la obra pública nacional: “toda construcción o trabajo o servicio de industria, que
se ejecuta con fondos del Tesoro de la Nación, con excepción de los ejecutados con subsidios y de las
construcciones militares, que se encuentran regidos por leyes especiales”.
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Formalización y perfeccionamiento.
Caracteres: A) Bilateral: las partes contratantes están recíprocamente obligadas: una a pagar el precio
pactado y la otra a realizar la obra. B) Oneroso y conmutativo: porque las prestaciones de las partes son
recíprocas y equivalentes. C) Formal: pues exige para su perfeccionamiento, no sólo el consentimiento de los
sujetos, sino también que se suscriba el instrumento pertinente. D) Intuitu personae: ya que el contratista debe
ejecutarlo personal y directamente. Sólo puede ceder o transferir el contrato a un 3ero. o asociarse con éste o
subcontratarlo, mediando autorización expresa y previa de la Administración. E) Requisitos previo: la ley
13.604 establece que, antes de efectuar el llamado a licitación o antes de contratar directamente, además del
pliego de bases y condiciones, y, en caso de contratación directa, del proyecto de contrato, se requiere la
aprobación del proyecto y del presupuesto, sin perjuicio de que, en casos excepcionales y cuando las
circunstancias especiales así lo requieran, el poder ejecutivo puede autorizar la adjudicación sobre la base de
proyectos y presupuestos globales, que serán provisionales por el tiempo que sea necesario para la preparación
y la aprobación de los documentos definitivos.
En el ámbito nacional, el contrato de obra pública queda perfeccionado una vez que las partes hayan
firmado el instrumento respectivo (arts. 21 a 24 ley 13064).
Como regla general puede afirmarse que el contrato queda perfeccionado cuando se produce el
acuerdo o fusión de voluntades de las partes. Ha de tenerse presente que el contrato tanto pude celebrarse
por discusión directa que de sus cláusulas realicen las partes, como por “adhesión” del particular a la
voluntad expresada de antemano por la Administración. Otras veces la celebración de un contrato
administrativo se halla supeditada a cierto control preventivo, sea éste a priori o a posteriori, vale decir está
supeditado a una “autorización” o a una “aprobación”.
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integral de la obra, sin perjuicio de que, por tratarse de un contrato administrativo, la Administración haga
valer sus prerrogativas, modificando la obra. Existe el ajuste alzado relativo que se produce cuando se ha
fijado un precio global previo para la realización total de una obra determinada, pero se establece o existe la
posibilidad de un aumento o rebaja proporcional, según sea inferior o superior la cantidad de obra ejecutada.
3) Coste y costas: el dueño paga el valor de materiales y mano de obra utilizados por el co-
contratante (coste); más un porcentaje determinado sobre el valor de los trabajos, lo cual concreta el
beneficio del co-contratante por su labor (costas).
La ley de Obra Pública sólo admite el sistema de coste y costas en casos de urgencia o conveniencia
comprobada; a su vez admite combinaciones entre los sistemas.
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montos de la contractual.
Fondo de reparo: es un descuento (habitualmente del 10%) que los pliegos de bases y condiciones
autorizan a retener de cada certificado de obra pública (se explica qué son en el siguiente punto del
programa), a los fines de garantizar la responsabilidad del contratista por el eventual incumplimiento.
Pueden ser remplazados total o parcialmente por otra garantía, que garantice previamente de forma total o
casi total el 10% del valor de la obra; en ese caso no se realizan los descuentos.
Sanciones: la aplicación de las sanciones debe ejercerse dentro de la legalidad y razonabilidad, sin
perjuicio del debido proceso a favor del interesado, que permita aportar las pruebas correspondientes. Las
sanciones tienen entonces 2 límites: deben ser razonables; y deben estar previstas, sea en el contrato o el
ordenamiento administrativo.
Antes de sancionar debe constituirse en mora al contratista, salvo que se haya dispensado la mora, o
que las circunstancias del caso concreto la tornen innecesaria. El contratista, tras haber agotado la vía
administrativa puede impugnar las sanciones impuestas por la administración en sede judicial.
Las sanciones pueden ser: a) pecuniarias; b) coercitivas/sustitutivas: sustitución transitoria del
contratista; c) rescisorias: extinción del contrato, ante faltas muy graves.
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contrato, devengan intereses luego de la constitución en mora. En todos los casos el contratista debe hacer
reserva de intereses al cobrar el crédito, si estos no le fueron pagados.
58
9.2 Concesión de Obra Pública
Noción conceptual y diferencia con el contrato de obra pública. Régimen jurídico.
El contrato de concesión de obra pública es aquel modo de ejecución de la obra pública, por el que la
Administración contrata una empresa para la realización del trabajo, y no paga luego un precio por ella, sino
que la remunera otorgándole la explotación de la nueva obra construida, durante el plazo determinado. El
art. 58 de la ley 23696 amplia el concepto, incluyendo la explotación, administración, reparación, ampliación,
conservación o mantenimiento de obras ya existentes.
Este contrato participa de los mismos caracteres que el contrato de obra pública, pero la diferencia
fundamental es que es aleatorio para el concesionario, pues los beneficios dependen de un hecho incierto:
los ingresos durante el plazo de la concesión.
En cuanto a su régimen jurídico, a nivel nacional lo rige la ley 17520, con las modificaciones
introducidas por la 23696.
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Como la explotación del servicio público la hace el concesionario a su propia costa y riesgo, la
responsabilidad que derive de hechos que concreten el ejercicio de la concesión, corresponde al
concesionario (caso “Breitman, Pedro c/ Matadero Frigorífico Mendoza S.A.”, Cámara Federal, año 1943).
La concesión de servicios públicos se otorga en interés público, por eso no puede ser renunciada
unilateralmente por el concesionario, y el control del Estado sobre la actividad del concesionario es mayor y
más intenso que en otros contratos administrativos. Obviamente, a pesar de la concesión, la actividad sigue
siendo “servicio público”, por lo cual los principios esenciales de éste (tratados en la Unidad 6) tienen plena
vigencia.
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en el interés de los usuarios, y del público en general. Dicha subvención puede ser fija, periódica o no, o una
garantía del Estado, asegurando al concesionario un beneficio mínimo por la explotación del servicio. 3)
Privilegios: un privilegio es una ventaja atribuida a una persona, que supone una excepción de Derecho
Común. En el tema servicios públicos, los mismos pueden ser el monopolio, o la exclusividad. Cualquiera de
los 2 debe ajustarse a determinados principios: a- competencia legislativa (art. 75 inc. 18); b- temporalidad;
c- propiedad: constituyen un derecho de propiedad en los términos de la CN, e integran la ecuación
económico-financiera del contrato; d- de jurisdicción nacional y provincial: cualquier esfera puede darlos; e-
interpretación restrictiva: de lo que deriva que no hay privilegios implícitos.
En cuanto a los bienes del Estado que el concesionario utiliza para la prestación del servicio público,
en principio pertenecen al dominio público. Los bienes propios del concesionario, que éste afecte al servicio
público, son propiedad privada de él, pero sujetos a un régimen jurídico especial (según la CSJN, en el caso
“Compañía Sud Americana de Servicios Públicos c/ Comisión de Fomento de Gálvez”). Al extinguirse el
contrato, los bienes estatales deber ser restituidos al Estado, y los particulares seguirán perteneciendo al
concesionario, salvo disposición en contrario: generalmente se pacta que pasarán al dominio del Estado, con
o sin indemnización para el concesionario; la transferencia sin indemnización se da cuando el valor de los
bienes está totalmente amortizado al vencer el plazo de la concesión. Además, en los supuestos de
caducidad, dicha transferencia actúa como sanción por el incumplimiento imputable en que incurrió el
concesionario.
Extinción. El rescate.
Los modos de extinción son los de los contratos administrativos en general.
En cuanto al rescate, hemos visto el concepto en la Unidad 8. Aclaramos que el rescate puede exigir
la incautación de bienes particulares del concesionario utilizados en la prestación del servicio público. Al
concesionario hay que indemnizarlo por el lucro cesante, porque el derecho concedido se ha incorporado a
su patrimonio (art. 17 CN).
Además, el concesionario podrá ser privado temporalmente de la ejecución del contrato, por su
culpa, o por razones de interés público; y en este caso, será resarcido.
61
La provisión de cosas muebles puede ser fungible o no, consumible o no. No es necesario que la cosa
se encuentre en poder del contratista, bastando que le sea entregada a la Administración el día establecido
en el contrato. La prestación puede ser por entrega única o por entregas sucesivas o continuadas.
El Reglamento de Contrataciones del Estado establece como criterio de selección: 1) la calidad; 2) el
precio; 3) la idoneidad del oferente; 4) demás condiciones.
Sobre su régimen jurídico, este contrato se rige, con excepción de los contratos de celebrados
por las FFAA, por los Reglamentos de Contrataciones del Estado (decreto-ley 13354/46; LAF 24156
y RCE; decreto 5720/72).
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la concesión de bienes del dominio privado.
Compraventa, locaciones.
Locación de servicios: descartamos la relación de empleo público que configura un contrato
administrativo autónomo. Se trata aquí de la locación de servicios especiales o “contratados”, ej.: el
“enganche militar”, el contrato celebrado entre el Estado y una persona para que ésta se encargue del
traslado de residuos, etcétera. Tal locación puede presentarse en sentido inverso al señalado, o sea que los
respectivos servicios los preste la Administración a través de 3eros. al administrado, ej.: los “contratos de
mano de obra penitenciaria”, por la que los reclusos prestan servicios a 3eros.
Locación de cosas: pueden presentarse 2 supuestos: locación hecha por la Administración (Estado
locador) y locaciones hechas a la Administración (Estado locatario). Respecto de las primeras el art. 1052 CC
establece: “Los arrendamientos de bienes nacionales, provinciales o municipales o bienes de corporaciones o
de establecimientos de utilidad pública, serán juzgados por las disposiciones del Derecho Administrativo o
por las que les sean peculiares. Sólo en subsidio lo serán por las disposiciones de este Código”. Va de suyo
que al hablar de locación de bienes del Estado, nos referimos a los bienes del dominio privado del Estado,
pues la locación se aplica a los bienes del dominio público.
La locación de bienes del Estado lleva siempre un régimen especial de exorbitancia. Como ejemplo de
un contrato en que el Estado sea locador, podemos citar el arriendo de tierras fiscales. En cambio, cuando la
Administración es locataria, en nuestro Derecho se rige por el art. 61 incs. 129 y ss., del decreto
reglamentario del RCEN; las leyes de alquileres y el CC.
Compraventa: El Estado puede vender los bienes que forman parte de su dominio privado. En cuanto
a la venta de bienes muebles, se aplican las disposiciones del Derecho Común, y el art. 61, incs. 137 a 146 del
reglamento del RCEN. La pre-adjudicación deberá recaer en la propuesta de mayor precio; el precio deberá
abonarse previamente al retiro de los elementos, sin perjuicio de que las cláusulas particulares prevean
pagos y retiros parciales. De no efectuarse el pago en el plazo estipulado, el contrato quedará rescindido.
Respecto de la venta de inmuebles, se aplican las disposiciones del Derecho Civil y la ley 22423 de venta de
inmuebles del Estado nacional, sus complementarias y modificatorias. Cuando se realiza la compra de bienes
muebles se configura el contrato de suministros. Tratándose de CV de inmueble, se rigen
predominantemente por el Derecho Civil.
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subordinación del agente. Además, los empleados están vinculados a la Administración como integrantes de
los respectivos “órganos-institución”, de los que pasan a ser “órganos-personas”, lo cual no se da ni en la
locación ni en el mandato.
Teorías que se basan en el Derecho Público (acto unilateral de Estado): el consentimiento del
administrado vale sólo como condición de perfección del acto de nombramiento. La situación jurídica del
agente público es sólo legal o reglamentaria.
Teoría del acto jurídico bilateral: distingue entre la formación del vínculo; y el desarrollo, ejecución o
cumplimiento de la relación de servicio. El primer aspecto se trata de un acto jurídico bilateral, puesto que se
perfecciona con el acto de nombramiento por parte del Estado, y la aceptación por parte del agente. El
segundo aspecto se trata de una situación legal reglamentaria, susceptible de ser modificada por la
Administración Pública, quien entonces puede variar las normas reguladores del empleo.
Teoría del contrato de Derecho Público: lo encuadran en un contrato administrativo, y dentro de
éstos, se trataría de un contrato de colaboración. La diferencia entre acto jurídico bilateral y contrato consiste
en que el primero es instantáneo, agota su efecto en el momento de su emisión; mientras que el contrato
tiene efectos que duran en el tiempo.
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Derechos y deberes de los funcionarios y empleados públicos: régimen nacional, provincial y
municipal. Negociación colectiva.
A nivel nacional, los DERECHOS los consagra el art. 14 de la ley 22140:
1) Retribución: derecho al cual se hace acreedor aquél que presta efectivamente el servicio. El sueldo
a pagar es una obligación del Estado, que nace del carácter contractual de la relación de empleo público. Este
sueldo no puede ser disminuido ni suprimido, pero sí puede ser aumentado, o reajustado en más.
En cuanto a los abogados del Estado, por la especificidad de su ejercicio profesional, están sometidos
a una ley y un régimen estatutario que tienen carácter especial respecto de las normas de aranceles que se
fijen en general. La Procuración del Tesoro ha dictaminado que de esa situación diferenciada se extrae la
conclusión de la improcedencia jurídica de que los abogados que trabajan para el Estado a cambio de una
remuneración, puedan percibir del mismo Estado los honorarios que se les regulen judicialmente.
2) Estabilidad: según MARIENHOFF, es el derecho a no ser privado del cargo. Estabilidad no es igual a
inamovilidad, pues está refiere al lugar donde la función o empleo son ejercidos, y los agentes públicos no
son inamovibles.
La estabilidad tiene 2 especies: la propia o absoluta, que no puede ser remplazada por
indemnización; y la relativa, que sí puede serlo. En el caso de la absoluta, correspondería solamente la
pérdida de la estabilidad mediando una legítima y justa causa que así lo autorice, y respetándose el debido
proceso que garantiza la CN. Ello así pues en nuestro sistema jurídico no hay “derechos absolutos”, y como
expresó en alguna oportunidad la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital en un fallo de 1966 “La CN no
puede asegurar la estabilidad de aquellos agentes que hayan dado motivo para decretar su separación del
servicio”. En igual sentido, la CSJN ha declarado que “la estabilidad es un derecho relativo, cuya tutela por la
Justicia no requiere necesariamente la preservación de las situaciones existentes, por lo que la garantía del
art. 14, se satisface por el reconocimiento del derecho a la indemnización por los eventuales perjuicios
derivados de una cesantía discrecional”.
Por regla general, los agentes gozan de estabilidad absoluta, salvo algunos casos: agentes en período
de prueba, personal de gabinete, personal suplente, personal cuyo nombramiento requiere el acuerdo del
Senado, personal contratado.
La estabilidad puede cesar por causas imputables al agente, que habilita a la separación del cargo,
previo procedimiento sumarial que asegure el debido proceso y resguarde la garantía de defensa. Claro está
que además el cese debe ser indemnizado, pues se asimila a la expropiación.
Además, puede cesar la actividad por reformas estatales, que pongan fin a entes u órganos públicos,
de manera particular o generalizada, como ocurrió con las Leyes de Reforma del Estado en la Argentina a
comienzo de los ’90. En ese sentido, la ley 23697 facultó al PE a disponer la baja del personal en el ámbito de
la Administración Pública centralizada y descentralizada, bastando la invocación de razones de servicio, y
sentó las bases para las indemnizaciones correspondientes (en el mismo sentido los decretos 1757/90 y
2476/90). La ley 24629, de reorganización administrativa dispuso la creación de un Fondo de Reconversión
Laboral del Sector Público Nacional, con la finalidad de capacitar y brindar asistencia técnica para programas
de autoempleo a los agentes cuyos cargos quedaren suprimidos en función de las medidas que la misma ley
establece.
También finaliza la estabilidad cuando se ha cumplido el “término legal” para acogerse a la jubilación;
o cuando una imposibilidad física impide cumplir con las funciones, correspondiendo el otorgamiento de una
pensión.
3) Derecho a la carrera: implica el derecho de ascender dentro de las clases, grupos y categorías.
Dicho ascenso obedece a 2 requisitos: antigüedad y mérito. La facultad de designar agentes de la
Administración compete al Jefe de Gabinete, excepto que correspondan al Presidente.
4) Descanso: comprende vacaciones y licencias. Las vacaciones son de carácter general y se otorgan
anualmente; mientras que las licencias son de carácter personal y se otorgan intuitu personae, a solicitud del
interesado, en los casos legalmente establecidos.
5) Renuncia: se trata de un derecho reglamentado en cuanto a sus aspectos formales y temporales. El
decreto reglamentario 1797/80 dispone en su art. 24 que: 1) la renuncia debe ser presentada por escrito ante
el superior del cual dependa el agente; 2) se debe verificar la inexistencia de sumarios que impliquen la
65
aplicación de sanciones disciplinarias; 3) puede mantenerse la aceptación de la renuncia en suspenso
durante 180 días desde su presentación; y 4) mientras no sea notificada su aceptación puede ser retirada. Por
su parte el art. 24 de la LEP establece que la renuncia se considerará aceptada, si la autoridad competente no
se pronuncia dentro de los 30 días corridos de su presentación.
6) Propiedad social y participación en las ganancias: la norma programática del art. 14 bis adquiere
vigencia con la institución del Programa de Propiedad Participada (PPP) que determina la ley 23696. Serán
sujetos del PPP los empleados de cualquier jerarquía con relación de dependencia. Cada adquirente participa
individualmente en la propiedad del ente privatizado con una proporción accionaria en la que se toman en
cuenta la antigüedad, las cargas de familia, el nivel jerárquico o categoría, y el ingreso total anual (art. 26 y
27).
En la adquisición de un ente a privatizar pueden concurrir los empleados comprendidos en un PPP con otro
tipo de inversores privados.
7) Derecho a integrar asociaciones profesionales: a asociarse con fines útiles; perfeccionar sus
respectivos conocimientos; defender el decoro o dignidad de los asociados; obtener beneficios económicos
derivados de la reducción de precios, constituyendo mutualidades, cooperativas, etc.; asociarse para
defender sus intereses profesionales, o sea para defender su condición y su estado de funcionarios.
8) Derecho a huelga: la doctrina administrativa clásica no otorgaba este derecho a los funcionarios y
empleados públicos, basados sobre todo en que ello afectaría la continuidad de los servicios públicos. La
CSJN declaró que, “siguiendo los parámetros dados por la OIT, el agente que tiene facultades decisorias no
tiene derecho a huelga, mientras que aquél que no tenga dichas facultades, sí cuenta con el derecho a
huelga”.
Son DEBERES del funcionario público (consagrados en las leyes 25164 y 25188, entre otras):
1) Cumplir con la función o empleo que se le ha encomendado: no está fijada la “cantidad” de trabajo
que ha de suministrar el funcionario, pero es regla general que el agente concurra a la oficina en que presta
servicios durante las horas establecidas. Su rendimiento será evaluado caso por caso, para establecer si ha
cumplido o no su función.
2) Prestar los servicios respectivos en el mismo lugar para el cual se hizo su nombramiento: el
funcionario puede residir donde lo considere pertinente en tanto la residencia elegida no obste al debido
cumplimiento de las funciones; todo lo cual se relaciona con los traslados, es decir al cambio de lugar donde
debe prestar los servicios el agente público. La Administración Pública puede trasladar sus funcionarios de un
lugar a otro, siempre y cuando tal actitud no sea antijurídica.
3) Estarse de acuerdo a las jerarquías respectivas: no obstante la variada colocación en la escala
jerárquica, entre los funcionarios y empleados públicos existe comunicación o trato personal, máxime por
razones de servicio. Estas relaciones deben ser de respeto hacia el superior, y consideración hacia iguales e
inferiores.
¿Cómo se hace efectivo el poder jerárquico? El superior no debe dirigirse directamente a cualquier
inferior suyo, sino al inferior inmediato a él, a fin de que éste, a su vez por la vía que corresponda, imparta la
orden o requiera el informe respectivo.
4) Obediencia: obligación del agente público de cumplir las órdenes de sus superiores. La jerarquía se
expresa a través del poder de mando. Las órdenes dadas por un superior deben ser cumplidas por el inferior.
El agente que, sin excusa válida, no cumpla con el deber de obediencia, incurre en responsabilidad.
Aunque por principio, el inferior debe obedecer al superior, ello no siempre es así, naciendo entonces
el derecho de la desobediencia. Los límites al deber de obediencia presentan diversas teorías: 1) Obediencia
absoluta: la voluntad del agente aparece prácticamente aniquilada por la del superior, resultando el primero
un instrumento del 2do. En consecuencia, la ejecución de órdenes ilegítimas lleva a la total irresponsabilidad
del inferior. 2) Teoría de la reiteración: el funcionario que considera que la orden es contraria a la Ley, debe
hacerlo notar al superior que la impartió; y si éste la reitera, el inferior debe cumplirla, quedando cubierta su
responsabilidad con la insistencia. No tiene consistencia jurídica: una orden ilegal no pierde este carácter por
el hecho de que se la dé 2 veces. Tiene, en cambio, valor práctico, pues llama la atención del superior sobre
el carácter ilegal de la orden. 3) Teoría de la legalidad formal: el funcionario únicamente está habilitado para
examinar: a) si la orden procede de autoridad competente, b) si él a su vez es competente para cumplir dicha
66
orden, y c) si ésta fue emitida observando la forma correspondiente. 4) Teoría de la legalidad formal y
material: extiende el derecho de examen al contenido mismo de la orden. Si de dicho examen resulta
manifiesta la ilegalidad de la orden, el inferior tiene el derecho/deber de desobediencia. Esta es la posición
doctrinaria que prevalece actualmente.
Vemos que las teorías se dividen tajantemente en la obediencia absoluta, por un lado, y las que
permiten el derecho de examen de la orden, por el otro, en sus diversas vertientes. ¿Cuál es el fundamento
del derecho de examen? Deriva de la obligación genérica de todo ciudadano de obrar en consciencia del
valor de las propias acciones.
5) Dignidad de conducta: el funcionario debe observar buena conducta y no dañar su reputación,
pues ello puede repercutir en el prestigio y la eficacia de la función pública. La subordinación del funcionario
no puede ir más allá que el interés de la función pública.
6) Urbanidad y eficiencia en el trato con el público: urbanidad significa buenos modos, cortesía;
eficiencia traduce la idea de exactitud en la información. Quienes carezcan de urbanidad, son ineptos para el
trato con el público; quienes carezcan de eficiencia carecen de idoneidad técnica para el desempeño de la
función.
7) Fidelidad y observancia del secreto: los deberes de fidelidad, lealtad y de guardar secreto son
interdependientes, conexos entre sí, inseparables. Proceden se haya o no prestado juramento al asumir el
cargo. El quebrantamiento de esta obligación puede implicar una falta disciplinaria, o incluso un delito.
8) Obligación de querellar y denunciar criminalmente: el agente público a quien se le imputare un
delito, tiene el deber de promover la acción judicial pertinente (querellar al autor de la imputación), para
mantener insospechada su dignidad de conducta.
9) No ejercer actividades incompatibles con la función: incompatibilidad implica por un lado el deber
de no acumular un mismo agente 2 ó más empleos; y por otro lado, el deber de no ejercer coetáneamente
con el empleo, alguna actividad o profesión considerados inconciliables con éste. En el 1er. aspecto la
incompatibilidad se funda en logar mayor eficiencia en la prestación de los servicios, evitando que el agente
diversifique o divida su actividad; en el segundo de los aspectos, el fundamento es de orden ético.
Justificativos de las incompatibilidades: 1. Establecer un medio jurídico que permita evitar los
evidentes abusos que, en todos los países, se han cometido en la provisión de cargos en la Administración
Pública (ej.: atribuirle el ejercicio de varios empleos a una misma persona). 2. Lograr que el agente público
dedique su actividad con carácter exclusivo al desempeño de la función (máxima eficiencia). 3. Obtener una
ordenación y democratización del mercado de trabajo. 4. Impedir que el agente público ejerza actividades
cuya índole no condiga con la función pública (ej.: prestamista de dinero).
Las incompatibilidades se clasifican en relativas y absolutas; expresas y virtuales. Son absolutas las
que denotan oposición material entre un cargo y otro, y las que lo hacen entre una actividad particular y la
función pública; son relativas las que no resultan antagónicas con el contenido del empleo, pero cuyo
desempeño puede llegar a perjudicar el cumplimiento de la función administrativa, y pueden ser dispensadas
salvo ley en contrario. Son expresas aquellas establecidas por la norma respectiva; y virtuales las que
requieren un examen de la situación, el cual determinará su existencia o inexistencia.
La doctrina considera que las normas de incompatibilidad deben interpretarse extensivamente. Pero
dicha interpretación sólo es procedente en los supuestos que aparejen una duda razonable.
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austeridad republicana. 3) Velar en todos sus actos por los intereses del Estado, privilegiando el interés
público sobre el particular. 4) No recibir ningún beneficio indebido para hacer, retardar o no hacer un hecho
relativo a sus funciones. 5) Fundamentar sus actos y actuar con transparencia. 6) Proteger y conservar la
propiedad del Estado. 7) Abstenerse de utilizar información adquirida en cumplimiento de sus funciones para
realizar actividades no relacionadas con sus tareas oficiales, o permitir su uso en beneficio de intereses
privados. 8) Observar en los procedimientos de contrataciones públicas en los que intervengan, los principios
de publicidad, igualdad, concurrencia y razonabilidad.
El incumplimiento de estos deberes o prohibiciones, según su gravedad, da lugar a sanción o a
remoción.
Para garantizar el cumplimiento de la ley, se creó la Comisión Nacional de Ética Pública en el ámbito
del PL, como órgano independiente con autonomía funcional, integrada por 11 miembros: 1 por el PEN, 1 por
la CSJN, 1 por el Procurador General de la Nación, y 8 por ambas cámaras con los 2/3 votos de los presentes.
Son sus funciones: a) investigar supuestos de enriquecimiento ilícito y de violaciones a los deberes
funcionales y al régimen de declaración jurada; b) poner el caso en conocimiento del Juez o Fiscal
competente; c) recibir denuncias y remitirlas al organismo competente según la naturaleza del caso,
pudiendo recomendar (si hay gravedad) la suspensión preventiva en la función; d) recibir quejas por falta de
actuación de organismos de aplicación frente a denuncias interpuestas ante ellos; e) redactar el reglamento
de Ética Pública del Congreso de la Nación; f) recibir y exigir copias de las declaraciones juradas de todos los
funcionarios obligados a presentarlas, y conservarlas hasta 10 años después del cese de la función.
68
enriquecimiento ilícito, a pesar de estar incluido en la CN desde 1994 y contar con la inversión de la carga de
la prueba; c) la civil, porque los damnificados suelen demandar sólo al Estado, y éste no suele ejercer la
acción in rem verso contra sus funcionarios. Por lo dicho, el autor propone agregar a estas responsabilidades
ineficaces, la responsabilidad penal internacional por actos o hechos de corrupción, regulada en la
Convención Interamericana contra la Corrupción, y la Convención Internacional contra el Soborno
Transnacional y el Lavado de Dinero.
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En cuanto al procedimiento administrativo para determinar la existencia de falta, y la sanción si
correspondiera, éste es obligatorio (todas las leyes, nacionales y provinciales, así lo establecen). La sanción
debe ser proporcional a la gravedad de la falta, y acorde a los antecedentes del agente. La ley 25164 agrega
que el procedimiento debe iniciarlo el superior jerárquico del agente, y se debe respetar el debido proceso y
la garantía de defensa.
El procedimiento consta de 3 etapas: A) Sumario: aquí se reúnen los elementos de prueba. La etapa
siempre está presente salvo cuando la sanción es el apercibimiento. No puede durar más de 6 meses desde la
fecha de la supuesta falta. B) Notificación y defensa del imputado: aquí el agente puede hacer su descargo,
ofreciendo las pruebas que estime. C) Apreciación de hechos y pruebas, y decisión: si hay sanción, debe
avisarse al agente.
Finalmente, sobre los recursos contra la decisión que dispone la sanción disciplinaria, la ley nacional
25164 establece que el agente puede optar entre recurrirla administrativamente y una vez agotada esta vía
acudir a la judicial, o recurrirla directamente ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo contencioso-
administrativo Federal, o ante las Cámaras Federales con asiento en las Provincias, según corresponda. El
recurso judicial directo solamente puede fundarse en la ilegitimidad de la sanción, con expresa indicación de
las normas presuntamente violadas o de los vicios que se atribuyen al sumario instruido. Si el trámite se
ejerce vía judicial, y se falla en favor del agente, éste puede optar por renunciar al derecho de
reincorporación y recibir en su lugar la indemnización.
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Administración. E) Incurrimiento en una causal de incompatibilidad por parte del agente, que genera la
reacción de la Administración. F) Vencimiento del período de disponibilidad del agente, sin que la
Administración lo reubique, o sin que él acepte las reubicaciones propuestas por ésta.
4) Extinción por un acto del órgano legislativo: A) El órgano legislativo suprime el cargo ocupado por
el agente. B) El órgano legislativo retira la personería jurídica del ente en el cual el agente presta sus
servicios.
5) Extinción por un acto del órgano judicial: se produce cuando se notifica al agente la sentencia que
impone como pena la inhabilitación para el ejercicio del cargo público, sea ésta impuesta de forma principal,
conjunta o accesoria; de manera perpetua o temporal; y en carácter absoluto, o especial (para un cargo
determinado o del mismo género que el privado).
UNIDAD X
10.1 Poder de Policía.
Origen y Evolución.
La voz “policía” proviene del latín “politia”, y su equivalente griego “politeia”, donde
significaba Gobierno o Administración de la ciudad, era un concepto amplio, equivalente a actividad
total del Estado, que refería a todas las formas diferentes de Gobierno.
En la Edad Media, las restricciones a las potestades individuales aparecen dispersas (como el
poder en general), y subordinadas en buena medida a la llamada Justicia Natural. Pero estas
restricciones se intensifican en el proceso de conformación de los Estados-Nación, a medida que se
da el proceso de confiscación de “los poderes” y concentración en “el poder” del Estado. Es así que
la noción toma vigor en Francia, a principios del siglo XV (se refieren a ella unas ordenanzas reales
del año 1415, que hablan de prosperidad pública y bienestar colectivo), pasando a fines de dicho
siglo a Alemania.
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En el siglo XVI, se separa del concepto de policía todo lo relativo a las RRII, y en el siglo
XVII se desprenden las Finanzas, y la función de Justicia.
La Revolución Francesa no significó per se un retroceso del poder estatal limitativo de las
potestades individuales, y no fue sino hasta el surgimiento del Estado de Derecho (proceso que
hemos ya identificado dentro del siglo XIX) que el poder de policía comienza a retroceder, frente a
las garantías individuales (limitaciones a la limitación). Entre esos momentos, la policía fue, en el
siglo XVIII la “suprema potestad que se ejerce para evitar los males futuros en el estado de la cosa
pública”, entendiéndose como la conservación de la famosa tríada “seguridad, salubridad y
moralidad públicas”: se han reducido los fines, de todo lo que el Estado quería, a estos conceptos; se
conserva, sin embargo, la discrecionalidad en los medios a usar.
Vemos entonces que la policía (o restricciones estatales a las potestades individuales) fue en
la Edad Antigua el equivalente a Estado, para ser luego limitada a actividad de la Administración, y
actualmente sólo a una parte de ésta.
A su turno, la locución “poder de policía” es relativamente reciente. Aparece en el año 1827
en la jurisprudencia de la Suprema Corte Federal de EE.UU., a través de una sentencia de John
Marshall, quien en su voto se refirió al “police power”.
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comercio o industria. En el caso “Ercolano A. c/ Lanteri de Renshaw, Julieta”, la Corte se pronunció
a favor de dicha ley, expresando: “para extender el ámbito del poder de policía al bienestar general…
Cuanto mayor sea el interés público por aquello que constituye el objeto del monopolio, más fuerte
puede ser la opresión económica y más sensibles y perniciosos sus efectos, pudiendo llegar el caso
de que la prosperidad y bienestar de un país o de una región se encuentren a merced de la avidez o
del capricho de los que detentan los factores de un servicio de vital necesidad”. Vemos que la
cuestión excede de la “seguridad, salubridad y moralidad”, para entrar en el terreno de la vivienda. El
caso “Avico c/ de la Presa” extiende el criterio a otras contrataciones, y abre la puerta para el llamado
“poder de policía de emergencia” en el Derecho local, que autoriza a restringir los derechos con
intensidad particularmente extrema.
3. Intervención en materia económico-social. Imposición de cargas sociales (1934-1944):
hasta esta etapa, los precedentes jurisprudenciales se referían a relaciones privadas. Ahora el Estado
interviene en consideración a su necesaria actuación en materias de relevante interés público de
orden económico-social. Los fallos que marcan el período son “Compañía Swift de La Plata SA y
otras c/ Gobierno de la Nación” y “Frigorífico Anglo SA c/ Gobierno de la Nación”, girando ambos
en torno a la validez de la ley del control de comercio de carnes. En el 1er. caso, se discutió la
facultad del PEN de requerir informes y examinar la contabilidad y correspondencia de las empresas,
determinando la Corte que la facultad correspondía, toda vez que sino “El Estado quedaría inerme
frente a una combinación de empresas y una táctica comercial que dejara a merced de éstas el
legítimo y necesario desarrollo de la industria ganadera (…) por un exagerado concepto de libertad
industrial, las empresas podría realizar lo que al Estado le niegan: el control y la regulación de la
fuente principal de la vida económica de la Nación”.
En el caso del Frigorífico Anglo, la empresa impugnaba la obligación de los frigoríficos de
clasificar el ganado antes de la compra y comunicar las operaciones al Ministerio, así como las
sanciones penales en caso de infracción. Al reclamo, la CSJN respondió que “el interés público exige
la intervención de la autoridad estadual para suplir la acción defensiva del productor, en resguardo de
la economía nacional, íntimamente ligada a una industria que es, con la agrícola, la fuente principal
de la prosperidad”.
A partir de estas 2 sentencias, quedó definitivamente aceptada la regulación estatal de la
Economía, limitando los derechos individuales de contenido económico. Ningún fallo posterior
contradice este criterio.
4. Intervención en materia económico-social. Imposición de cargas económicas (1944-1960):
en 1994 el fallo “Inchauspe Hnos. c/ Junta Nacional de Carnes” sienta una línea jurisprudencial de
intervención en materia económica. La actora impugnaba una norma de la ley 11747 (que creaba la
mencionada Junta) por la cual se obligaba a los ganaderos a aportar un 1,5% de sus ventas, del cual
el 80% se destinaba a la creación de establecimientos de faena, industrialización, ventas, transporte,
exportación y mercado; y sobre los que los ganaderos aportantes se transformaban automáticamente
en accionistas de dichas entidades. La Corte deja en claro que ello “no es impuesto, sino un aporte”
por “la circunstancia de conservar, en cierto modo, la propiedad”, considerando además a dicho
aporte como “un medio razonable de realizar el fin de orden común perseguido por la ley”. En el
mismo período y en igual sentido, en el fallo “Cine Callao” el Máximo Tribunal se pronuncia a favor
de una norma que imponía a los cines la obligación de prestar sus instalaciones para, antes de las
funciones, realizarse en ellas “números vivos de variedades”, atendiendo a la carencia de teatros, y
en miras al fomento de la actividad y la creación de empleo en el rubro. En el fallo la Corte
expresamente dice que ha “abandonado la circunscripta concepción del poder de policía expuesta en
antiguos pronunciamientos (…), para acoger la tesis amplia y plena, aceptada desde el siglo pasado
por la jurisprudencia de la Suprema Corte de los Estado Unidos”, lo cual incluye “la defensa y la
promoción de los intereses económicos de la colectividad”.
5. Intervención estatal sustitutiva por razones de emergencia económica y de seguridad
nacional (1960-1989): la policía y el poder de policía continúan in crescendo. En esta etapa, se
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legitima la limitación especialmente fuerte y excepcional de derechos, bajo la fórmula de
temporalidad y emergencia. El Alto Tribunal legitima decisiones como: a) la clausura de periódicos
por decreto, por razones ideológicas (1974); b) la confiscación de bienes privados por la
CONAREPA (Comisión Nacional de Recuperación Patrimonial, 1977); la ejecución concursal de las
empresas intervenidas por la sola voluntad estatal (1980); d) la instalación del llamado “ahorro
forzoso” por ley 23256 de 1985, fundada en la emergencia económica, y reinstalada por ley 23549 de
1988, que rigió hasta 1989; e) la declaración del estado de emergencia previsional por razones
económicas, en 1986, por el cual se paralizaron todos los juicios en curso y ejecuciones de sentencias
y reclamos administrativos con las Cajas Nacionales de Previsión, y se suspendió el inicio de nuevos
juicios o reclamos; f) la declaración de la emergencia energética por decreto, en 1989.
6. Intervención estatal por razones de emergencia económica y reforma del Estado (1989-
1993): las leyes 23696 de Reforma del Estado y 23697 de emergencia económica de agosto de 1989
implicaron un gran quiebre en la historia legal nacional. Por ellas, el Congreso de la Nación asumió
el ejercicio del poder de policía de emergencia del Estado. A la par de que tenían normativa temporal
y coyuntural, modificaban profundamente las estructuras de la Administración Pública Nacional,
centralizada y descentralizada.
La CSJN declaró la constitucionalidad de la ley 23696 en el caso “Videla Cuello c/ Pcia. de
La Rioja” y los casos “Peralta” y “Cocchia”, sobre intangibilidad de los depósitos.
7. Intervención por razones de solidaridad y subsidiariedad social (1994-1998): el comienzo
del período coincide con la reforma constitucional de 1994, que consagra según DROMI el principio
de solidaridad social, que es, según el autor “el nuevo nombre de la igualdad”. Al respecto, DROMI
afirma: “en tanto esta sociedad reivindica para sí el derecho de la iniciativa privada con una
intervención estatal restringida; recién después que el individuo no pueda llevar a cabo estos fines, el
Estado asumirá en forma subsidiaria las competencias que permitan el sostenimiento del principio de
solidaridad”. Los casos resonantes de la etapa son “Iachemet” de 1993, y “Pereyra”, de 1994.
8. Intervención debido a desastres por razones de la naturaleza (1998): la etapa se dio a partir
de las inundaciones causadas por el fenómeno meteorológico “El Niño”, que asolaron las Provincias
de Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe. A raíz de ello, el Estado Nacional
ejerció su poder de policía interviniendo tanto para limitar algunos derechos, como para reconocer
beneficios a los sujetos afectados, lo cual se hizo desde diversas órbitas administrativas (ANSeS,
AFIP, Ministerios); a través de la creación del Fondo Solidario de Redistribución (por decreto) y del
Consejo Nacional de Recuperación de Zonas Afectadas por Emergencias Climáticas (CONAREC); y
desde el PL, al declarar “zona de desastre” por 12 meses a las Provincias afectadas por ley 24955.
9. Intervención por razones de emergencia económico-financiera del Estado Nacional (2000-
2002): la emergencia se declaró por 1 año en octubre de 2000, por ley 25344; siendo prorrogada por
1 año más por decreto 1602/01. Sin embargo, la norma tiene disposiciones de carácter común y
permanente, que no caducaron en esos plazos (entre otras cosas, modificó la LNPA).
10. Intervención por razones de emergencia pública (2002 en adelante): luego de la intensa
inestabilidad económica de fines de 2001, la emergencia se amplió a toda la esfera pública, al
sancionarse en enero de 2002 la ley 25561 de Emergencia Pública y Reforma del Régimen
Cambiario, por la que se declaró la “emergencia social, económica, administrativa, financiera y
cambiaria”, y por la cual se delegaron en el PEN diversas facultades para reordenar el sistema
financiero, bancario y cambiario; reactivar la Economía, mejorar el empleo, la distribución de
ingresos y las economías regionales; y restructurar la deuda pública. En esta etapa, la Corte falló
contra el Estado Nacional en el caso “Provincia de San Luis c/ Poder Ejecutivo Nacional y Otros s/
Amparo”, declarando “excesivas” las atribuciones tomadas por el PEN al dictar la “pesificación
asimétrica” y obligando al Estado Nacional a devolver a la Provincia los depósitos en dólares.
Además, en esta etapas se declararon emergencias de todo tipo, por decretos y por leyes
(productiva y crediticia, alimentaria, ocupacional, sanitaria, energética, etcétera).
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Límites a la Policía y al Poder de Policía
Mientras GORDILLO, conforme a su postura crítica del tema, considera inútil hablar de
límites al poder de policía, pues justamente la regla son los derechos, y la excepción los límites,
CASSAGNE da tratamiento al tema, y así considera básicamente 3 tipos de conductas prohibidas al
limitar derechos (sea en forma normativa, sea administrativa): a) fines irracionales; b) medios
desmedidos para alcanzar los fines; c) violación de la igualdad, al darse ventajas o desventajas a
personas por discriminaciones (se permite siempre “tratar desigualmente a desiguales”).
También los Principios Generales del Derecho juegan como un límite al poder de policía,
pero es sobre todo la finalidad (búsqueda del bienestar general) la que actúa en este sentido. Por su
parte, si fueran varios los medios que permitieran obtener el fin deseado, la Administración está
obligada a utilizar el menos restrictivo, dándose además la regla por la cual en caso de duda sobre la
existencia o alcance de la medida limitativa, debe resolverse siempre en favor de la libertad, o sea,
del derecho individual.
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Hemos visto en el desarrollo jurisprudencial que muchas veces se ha “echado mano” al concepto de
emergencia, para ampliar el poder de policía estatal. Así, hay leyes que declaran la emergencia nacional o
regional en varios sentidos: sanitaria, agropecuaria, climática, económica, social, previsional, financiera,
etcétera.
Asimismo, hemos visto que la emergencia (período breve cuya nota distintiva es la aguda situación
que se vive) permite al poder estatal una intervención particularmente fuerte en la esfera de derechos
individuales. Es por este mismo motivo que en estos períodos se debe estar aún más alerta a los posibles
excesos del poder estatal, pues aunque el período sea inusual, las medidas que en él se tomen no están
exentas de tener que respetar la Constitución, teniendo por esto que ser razonables. Además, la declaración
de una determinada emergencia, debe asimismo ser razonable y criteriosa. Para evaluar estas 2 cuestiones,
no hay otra forma de control que el PJ.
Infortunadamente, desde que la Corte reconoció en “Avico c/ de la Presa” el poder de policía de
emergencia, han sido pocas las veces que ha fallado en su contra. Como pilar de este hecho, tenemos el
resonante caso Peralta de 1989, en que la Corte de la “mayoría automática” falló a favor del decreto del PEN
que retenía los ahorros, con un débil sustento jurídico, y dando amplias potestades al Ejecutivo para actuar
en emergencia.
Afortunadamente, la reforma constitucional de 1994 impuso varios requisitos a esta cuestión, los que
de todas formas suelen no cumplirse.
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Reglamentación: forma usual de exteriorización de la policía, a través de la delimitación de
derechos con los cuales los particulares ya cuentan, pero que deben ser ordenados para mantener el
orden público que busca la actividad administrativa en general, y la policía en particular. Se da a
través de reglamentos, que normas situaciones generales.
Autorización: es un acto administrativo que reconoce un derecho (prexistente) a realizar una
conducta que no se halla genéricamente prohibida, pero sobre la cual pesa una condición de
ejercicio, impuesta por normas de policía, que la autorización se encarga de levantar, para que el
particular realice el acto dispensado de cumplir la misma. CASSAGNE las clasifica en: a) reglada o
discrecional, según que la Administración esté obligada a otorgarla si el particular cumple con los
requisitos impuestos, o pueda aún decidir discrecionalmente al respecto; b) por operación concreta
(v.gr.: permiso para importar un determinado cargamento) o por funcionamiento, la cual se extiende
en el tiempo (ej.: permiso para abrir un bar); c) personales o reales, según se den en torno a requisitos
cumplidos por una persona, o en relación a un bien determinado (la 1era. es intransmisible y tiene
plazo de duración, la segunda lo contrario).
Orden: es un acto administrativo particular en ejercicio de funciones administrativas
policiales, la concreción de una situación ya establecida de forma general en una ley o reglamento,
pero ahora en el caso particular. Condiciones de validez de la orden: 1) debe ser comunicada al
particular afectado; 2) debe expresarse en forma clara, objetiva e inconfundible el objeto dispuesto, y
las consecuencias de su incumplimiento; 3) debe ser motivada: decir “qué”, “por qué”, “cuándo”,
“cómo”, “quién” y “a quién”; 4) sus efectos no deben prolongarse inútilmente, pues el acto dejaría de
ser razonable.
Permiso: es también, como la autorización, un acto administrativo que levanta una condición
que pesaba sobre la realización de determinados actos por un particular. Pero aquí el acto estaba
enteramente prohibido, naciendo entonces un derecho nuevo del particular, como excepción a una
prohibición genérica establecida por una norma de policía impuesta en forma preventiva. Además, a
diferencia de la autorización, en el permiso la Administración conserva el poder de contralor sobre la
actividad permitida, a fin de que ella no afecte el interés general.
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reservadas para los delitos, que reportan mayor gravedad. C) Decomiso: será tratado en la unidad XI. D)
Inhabilitación: incapacidad para ejercer determinados derechos, puede ser exclusiva o accesoria, temporal o
perpetua. E) Clausura: implica la cesación (perpetua) o suspensión (temporal) de una actividad, sea
comercial, industrial, etcétera; recayendo sobre el local o establecimiento donde ella se practica. F)
Amonestación: se da para faltas leves. G) Caducidad: si el contraventor contaba con un permiso que debe
serle retirado, éste caduca. H) Retiro de la personería jurídica: se da en los supuestos de una inhabilitación
definitiva que recae sobre una persona autorizada como tal por el Estado.
Todas las sanciones administrativas pueden ser sometidas a revisión judicial, en un proceso
pleno y con amplitud probatoria.
De las contiendas en materia de policía. Medios. Posibles controversias entre la Autoridad y los
particulares. Medios jurídicos de impugnación.
Los habitantes o administrados pueden considerarse ilegalmente afectados por el ejercicio del poder
de policía por parte del Estado: pueden considerar que la norma de policía es ilegítima o que, siendo
legítima, en su aplicación irregular el Estado les causó un daño. ¿De qué medios pueden valerse los
administrados para defender su derecho?
A) Ante todo, tienen a su alcance un recurso administrativo, reglado o no reglado, según lo establezca
el régimen jurídico del lugar.
B) Si el recurso administrativo no pusiere satisfactoriamente fin a la cuestión, el administrado tiene al
respecto una acción contencioso-administrativa. Esta última es procedente dada la esfera del Derecho en que
actúa el Estado (Derecho Público); dado el objeto y finalidad atribuidos a la norma impugnada (protección
del interés público); y dada la actividad pública en cuyo ejercicio el Estado habría causado los eventuales
daños. La acción para impugnar los actos (y sus consecuencias) así emitidos por el Estado es una acción
pública, que, como todas las de su índole, corresponde hacer valer en la jurisdicción
contencioso-administrativa.
C) Eventualmente, el administrado tendrá a su disposición el recurso extraordinario de
inconstitucionalidad, si la decisión final dictada con motivo del ejercicio del poder de policía mantuviese un
agravio a una garantía o a un derecho de carácter constitucional.
De prensa.
El art. 14 CN permite a los habitantes “publicar sus ideas por la prensa, sin censura previa”.
El tema es sin dudas complejo, y ha sido puesto en debate ampliamente en 2009, debate del cual
resultó la sanción de la ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, que reglamenta la
cuestión. Las aristas de análisis son varias: delitos cometidos desde la prensa, censura previa hacia la
prensa, etcétera.
De profesiones liberales.
Dentro de ésta se halla la habilitación para el ejercicio profesional mediante la inscripción en
las matrículas, hoy a cargo de los Colegios. El decreto 2293/92 de Desregulación del Ejercicio
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Profesional, otorgó validez a los actos públicos de los profesionales en todo el territorio del país, y la
libertad de ejercer la profesión sujeta sólo al requisito de contar con una única matriculación, cuando
ésta correspondiere.
De culto.
Si bien obviamente por el art. 14 CN existe en nuestro país la libertad de culto, hay normativa
en cuanto a los cultos que pueden ser inscriptos como personas jurídicas. Al respecto, la ley 24483, y
la 21745, que crea el Registro Nacional de Cultos.
De transporte.
Refiere a la fiscalización de la circulación de personas por medio del transporte público, y de
mercaderías. El transporte por vía terrestre lo regulan las leyes 22934 y 24449; el transporte de
cargas por carreteras, la ley 24653 y su decreto reglamentario; el ferroviario por 2 decretos de 1992;
el multimodal de mercaderías por la ley 24921; y el transporte público de pasajeros por el decreto
656/94, modificado por el 1387/96.
De moralidad.
De acuerdo al art. 19 CN, nadie puede ser mandado a hacer lo que la ley no manda, ni privado
de lo que ella no prohíbe. Por ello la policía de moralidad y buenas costumbres debe normar
cuestiones que buscan mejorar las relaciones sociales y la convivencia. Ocurre que esta normativa se
adecua bastante a las costumbres de cada lugar y tiempo, y así es que hoy nos suenan ridículas
normas de otras épocas. Son ejemplos las normativas provinciales o municipales sobre: no fumar en
espacios cerrados, prohibir el expendio de alcohol en ciertas franjas horarias o ciertos lugares
(estaciones de servicio), etcétera.
De industria.
Regula la producción e industrialización de determinados productos. Ejemplo de ella es la ley
14878 que asignaba al Instituto Nacional de Vitivinicultura la misión de promocionar dicha industria;
o la 19597, que reguló la producción de azúcar y derivados. Es competencia local. Así la ratifica el
caso “Bodegas Castro Hnos. y Bodegas Esmeralda SA c/ Provincia de Mendoza”, de la Suprema
Corte de esa Provincia.
La Policía del consumo público: protege al consumidor (art. 42 CN y leyes 22.262 de defensa
de la competencia y 24.240 de defensa del consumidor).
Del comercio.
Regula la circulación comercial de los productos, conductas de los comerciantes, y en general
todo lo relativo a la actividad comercial. Ej.: los decretos de desregulación económica 2284/91 y
2488/91; la ley de Abastecimiento 20680; la de Defensa de la Competencia 25156.
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Se diferencia de la policía en que ésta tiende a limitar derechos y no a ampliarlos; pero
comparten la nota común de buscar que se haga u omita algo, para satisfacer el bienestar general. Se
diferencia además del servicio público, pues ésta es una prestación plena, en todo su sentido;
mientras que el fomento es una mera ayuda, un “empujón” que viene a complementar la iniciativa
privada insuficiente, para que ésta pueda realizar sus propias finalidades (comerciales, industriales,
etcétera).
Derecho comparado.
El concepto pisa fuerte en determinados países. Así, en España se llama “Ministerio de
Fomento” al órgano del PE encargado de llevar adelante la infraestructura nacional. En Chile, el
Ministerio de Economía se ha llamado también “Ministerio de Economía, Fomento y Turismo”.
Finalmente, el BM cuenta con la Asociación Internacional de Fomento, que es la que da préstamos
sin interés y realiza donaciones a los 81 países más pobres del Mundo.
UNIDAD XI
11.1 Dominio Público y privado del Estado.
Conceptos y Diferencias.
La legislación nacional no define estos conceptos, limitándose el CC a enumerar supuestos de uno y
otro (arts. 2340 y 2342, respectivamente). DROMI define el dominio público como “un conjunto de bienes de
propiedad de una persona pública que, por los fines de utilidad común a que responden, están sujetos a un
régimen jurídico especial de Derecho Público”. Por ello, el criterio de distinción es el destino asignado al bien:
son de dominio público cuando se afectan al “uso público”, directa o indirectamente.
80
Son sus caracteres:
1. Inalienabilidad (fundamento en la combinación de los arts. 953; 2336 y 2604 CC), lo que no significa
que estén totalmente fuera del comercio, pueden ser objeto de derechos especiales de uso, pero
regulados por el Derecho Administrativo;
2. Imprescriptibilidad (art. 3951 CC) que implica que no está sometido a las reglas de usucapión;
3. Inembargabilidad: no pueden ser objeto de ejecución judicial.
Sobre el dominio privado, en cambio, el Estado tiene un verdadero derecho de propiedad privada. En
general, estos bienes son prescriptibles, embargables (salvo que estén afectados a un servicio público) y
enajenables (si se cumplen las exigencias de las leyes administrativas para ello). Estos bienes están valuados.
81
público dejan de ser tales por un hecho de la naturaleza, o porque cambia su forma externa (caso del río que
se seca).
Efectos de la desafectación: a) el bien sale pasa al dominio privado; b) cesan los derechos de uso
común sobre él; c) cesan igualmente las consecuencias derivadas del carácter de “inalienable” que revestía el
bien; d) los accesorios siguen su suerte.
Uso del dominio público: uso común y uso especial. Formas de adquirir el derecho de uso especial.
El uso que efectúe el público debe ser compatible con el motivo que determinó la inclusión del bien
en el dominio público, aunque no sea necesariamente ese motivo: éste es el punto de partida en la materia.
Determinarlo constituye una cuestión de hecho.
Los bienes dominicales pueden ser utilizados por el público en forma directa (uti singuli) o indirecta
(uti universi), pudiendo en ambos casos ser el uso individual o colectivo. La utilización directa individual se da
en los usos especiales; la directa colectiva, en los comunes. La utilización indirecta se da en los servicios
públicos, de utilización individual (tren para pasajeros), o colectiva (las fortalezas del servicio público de
defensa).
Los usos comunes y los especiales difieren no sólo por el aprovechamiento, sino también por el
contenido jurídico y naturaleza del derecho de los usuarios.
Uso común: es el que pueden realizar todos los hombres por su sola condición de tales, sin más
requisito que la observancia de las disposiciones reglamentarias generales, dictadas por la autoridad (ej.: el
tránsito por vías públicas, la contemplación de monumentos, la consulta de libros en bibliotecas públicas).
Caracteres: a) libre: puede hacerlo cualquier persona, y no está sujeto a autorización administrativa
previa; b) gratuito (como regla general), y excepcionalmente oneroso (ej.: peaje, o tarifa para acceder al
zoológico), aclarando que la onerosidad del uso común debe emanar de un texto legal; c) impersonal: el
sujeto es anónimo e indeterminado; d) ilimitado: existe mientras dure la afectación.
Existe una categoría de usuarios que tienen privilegios respecto al resto (los propietarios de
inmuebles linderos con calles públicas, o los ribereños de cursos de agua); esos privilegios no derivan de su
condición de miembros de la comunidad, sino de su calidad de propietarios de un predio específico.
Naturaleza jurídica del uso común. Se ha dicho que: a) es un derecho real de cada habitante, teoría
hoy descartada; b) es un servicio público que da el Estado, lo cual a veces es cierto (ej.: una calle
pavimentada), pero no siempre (muchas veces el uso del bien se da más allá de toda acción estatal); c) es un
derecho prexistente al Estado, y como tal parte del ámbito de libertad de la persona, teoría que no responde
a cómo tutelar sus violaciones; d) constituye un “interés simple”, teoría de MARIENHOFF.
Uso especial: es el uso privativo, que ejercen personas determinadas (sólo las que han adquirido
dicha facultad, conforme al ordenamiento jurídico). Al contrario del uso común, no tiene por objeto principal
e inmediato satisfacer necesidades físicas indispensables, ni permitir el desarrollo de la personalidad humana
con referencia al ámbito de la libertad, sino aumentar la esfera de acción y el poderío económico del
individuo. Ejemplos: a) la derivación de aguas para usos industriales; b) la instalación de kioscos de diarios o
comestibles, en dependencias del dominio público; d) la utilización de las playas con toldos o casillas; e) la
utilización de veredas por los propietarios de bares.
Caracteres: a) reglado: sólo pueden realizarlo las personas que reúnan los requisitos fijados por la
autoridad estatal; b) oneroso: el usuario debe pagar un canon como contraprestación; c) personal: el sujeto
es específico e individualizado; d) limitado por un período determinado de tiempo.
Los usos especiales se adquieren a través de un acto expreso del Estado. Los medios son los que al
efecto establezca el ordenamiento jurídico. Doctrinariamente, son:
A) PERMISO: es la forma más simple de obtener uso especial. Es un acto administrativo bilateral en
su formación (la voluntad del administrado es esencial para la existencia del acto) y unilateral en sus efectos,
pues sólo otorga derechos al administrado (aunque puede ocurrir que éste deba abonarle al Estado un
canon, en cuyo caso es un bilateral). De cualquier forma, nunca constituye un contrato, dada la precariedad
del derecho que otorga, como veremos.
Encuentra su antecedente en el precario romano, figura del Derecho Privado, referida también al uso
de cosa ajena, y que otorgaba un derecho signado por la gracia, la piedad y la bondad. El permiso de uso es
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así una mera tolerancia que el Estado concede a los particulares, la que hace nacer un derecho imperfecto,
que permite a la Administración extinguir el permiso cuando lo juzgue pertinente, siempre que ello se haga
de forma legítima (no antijurídica), invocándose una causa justa que en ocasiones deberá probarse.
Esta precariedad (basada en la mera “tolerancia” estatal) implica que el derecho nacido no constituye
para el permisionario un derecho subjetivo, ni una propiedad, en el sentido constitucional del término. Así lo
confirma la CSJN, al decir que es condición de la propiedad “que su titular disponga de una acción contra
cualquiera que intente interrumpirlo en su goce, así sea el Estado mismo”, lo cual no ocurre en el caso, pues
la Administración puede revocar el acto en cualquier momento, sin derecho a resarcimiento en favor del
titular del permiso. Además, sobre el permiso no puede caer un acto de disposición (salvo de manera
excepcional, cuando se otorga a un comercio, integrando su “valor llave”, por ejemplo); no se le puede
enajenar; ni figura en la sucesión.
Por principio, los permisos deben otorgarse sin plazo de duración, dado su carácter precario. Cuando
la Administración otorga permisos con plazo, ellos deben entenderse sólo como plazo máximo de vigencia (el
permisionario sabe ab initio del vencimiento de su derecho precario; al darse éste, sólo le queda renovarlo, u
obtener uno nuevo). Por ello, los permisos podrán ser igualmente extinguidos incluso durante la vigencia del
plazo, sin indemnización alguna. Ello siempre que se respete la mencionada regla de razonabilidad: si la
extinción fuera contraria a derecho, podrá ser impugnada por el recurso jerárquico en lo administrativo, y por
la acción contencioso-administrativa de nulidad en lo judicial.
B) CONCESIÓN: aquí la palabra implica concesión de uso (forma de transmitir el uso especial del
dominio público), y no transferencia de facultades de la Administración Pública, lo que sí se da en las
concesiones de servicios públicos, o de obras públicas.
Respecto de sus diferencias con el permiso, la concesión: 1) se da en actividades de mayor
importancia económica (gran capital a invertir por el beneficiado) o social (como las concesiones de
sepultura), dada la seguridad jurídica necesaria en estos casos: éste es el llamado “antecedente exterior al
acto”, para determinar si es un permiso o concesión; 2) otorga a su titular un derecho público subjetivo (no
tiene carácter precario); 3) tiene plazo de vigencia; 4) es, en principio, onerosa; 5) su otorgamiento implica el
ejercicio de una actividad reglada de la Administración (y el de permisos es, en principio, discrecional.
En cuanto a su naturaleza jurídica, la concesión es un acto jurídico bilateral (puede ser un contrato
administrativo), tanto en su formación como en sus efectos: el concesionario está obligado a contribuir al
acrecentamiento de la riqueza pública, mediante la adecuada utilización del bien; y generalmente pagar un
canon. En cuanto a éste, puede ser en dinero o en especie (ej.: productos del bien concesionado). Su
naturaleza jurídica es un “cargo” (una modalidad) presente en el contrato.
De la concesión de uso nace para su titular un derecho: a) perfecto; b) patrimonial integrante del
concepto constitucional de propiedad); c) real de uso; y d) público, dado que el régimen jurídico de la
concesión de uso es exorbitante del Derecho Privado. Algunos han querido afirmar la precariedad, diciendo:
a) que la concesión puede ser revocada: a esto se contestó que incluso la propiedad privada puede revocarse;
b) que se otorga temporalmente: a esto se ha dicho que son varios los derechos subjetivos que así se
otorgan; c) la posibilidad de ejercer el rescate: ídem justificación anterior.
Las concesiones pueden ser temporarias o perpetuas: aceptar uno u otro sistema no es una cuestión
de principios jurídicos, sino de política legislativa. La perpetuidad generalmente resulta de términos expresos
de la ley, pero ello no es indispensable. No todos los autores aprueban la perpetuidad, pues la equiparan a
enajenación; pero olvidan que ella no impide la revocación de la concesión, cuando razones de interés
público así lo requieran.
Reglas para interpretar los actos jurídicos que otorgan concesiones: 1) Como la concesión debe
resultar de una manifestación de voluntad expresa y clara del Estado, en caso de duda, no hay concesión. 2)
En caso de duda, la interpretación es en contra del concesionario, porque la presunción es que el Estado ha
acordado sólo lo que en términos expresos resulte. 3) En esta materia, no existen derechos implícitos.
C) PRESCRIPCIÓN: el medio es discutido en doctrina. Desde el punto de vista dogmático, nada lo
impide; la discusión gira entonces en torno a su conveniencia. Recordemos que aquí sería usucapión de uso,
nunca de propiedad (que es imprescriptible).
Requisitos: a) El uso prescripto debe ser compatible con el destino del bien. b) Como el uso especial
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sólo puede adquirirse por los medios y formas que el Estado autorice, resulta indispensable que tal
prescripción esté expresamente autorizada por ley (al respecto, existen numerosas leyes sobre aguas
públicas).
La facultad de uso del dominio público adquirida por prescripción, es similar a la que otorga la
concesión: constituye un derecho subjetivo para su titular.
Si bien a quien adquirió el derecho de uso no podrá exigírsele el pago de canon alguno por el período
anterior al reconocimiento de tal derecho, para el período posterior a dicho reconocimiento, sí puede
corresponder (ello porque su situación no puede ser más favorable que la del usuario de derecho).
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III- Por vías de hecho sin violencia. El concesionario tiene: 1) Acción posesoria (contra actos
notoriamente ilegales, ante Tribunales ordinarios). 2) ídem apartado anterior.
b) Actos o hechos 3eros. (incluidas entidades administrativas distintas a la que custodia el bien, u
otorga la concesión). El permisionario tiene: 1) ídem uso común y permiso. 2) ídem uso común y permiso. 3)
ídem permiso, pero con fundamento en ser un derecho subjetivo. 4) Acciones petitorias, también con base
en su derecho subjetivo, siendo ésta la gran diferencia con el permiso.
Fundamento de las acciones posesorias (tanto contra el Estado como contra 3eros.) en el caso de la
concesión: es el hecho de que ésta constituya un derecho subjetivo para su titular. El fundamento inmediato
es la quasi possessio iuris (posesión sobre derechos), instituto del Derecho romano, hoy adaptado al Derecho
Administrativo; y que existe siempre que como presupuesto (fundamento mediato) tenga un “derecho real
administrativo” (teoría de Mayer, Hauriou, Rigaud), entre los cuales está la concesión.
Es importante marcar que la categoría “derecho real” pertenece a la Teoría General del Derecho y no
al Derecho Civil (por más que ahí encuentre su principal empleo), por lo que los derechos reales
administrativos no figuran en el CC, pues el legislador nacional carece de atribuciones para crearlos, salvo en
jurisdicción nacional. El derecho real administrativo está sometido al Derecho Administrativo, por lo que no
puede serle opuesto a la Administración cuando ésta válidamente extinga la concesión, o desafecte la cosa
del dominio público (tal conclusión no se concibe en el Derecho Privado). Pero si se desconociera la
posibilidad de que el concesionario promueva acciones posesorias contra el Estado concedente, el derecho
de aquél prácticamente quedaría sin sentido.
Para que haya quasi possessio iuris, es necesaria tanto la existencia de un derecho real
administrativo, como una situación de hecho (derecho efectivamente ejercido, que hace justamente a la
quasi possessio).
3) Prescripción: se aplica todo lo dicho respecto de la concesión, pues los derechos que ambas hacen
nacer son análogos.
4) Sujetos sin derecho/título alguno: al hacer uso sin consentimiento del Estado, no poseen acciones
de ningún tipo.
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de limitaciones administrativas (art. 121 CN), además de la competencia del órgano legislativo nacional en los
territorios sometidos a jurisdicción federal (arts. 3 y 75 inc. 30 CN).
Las limitaciones impuestas en interés público inciden directamente sobre: a) lo absoluto, generando
un debilitamiento inherente a la propiedad de manera general (restricción administrativa y secuestro); b) lo
exclusivo, desmembrando de la propiedad (servidumbre administrativa, expropiación y requisición); y c) lo
perpetuo: privan de la propiedad (expropiación, decomiso, confiscación y requisición de propiedad).
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oponerse al paso de una aeronave por el suelo su propiedad, pero si ello le causa un daño, puede pedir
indemnización.
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entidades delegación de éste: a)
autárquicas/empresas, Municipios y Comunas; b)
facultadas en sus estatutos; c) entidades autárquicas; c)
particulares habilitados por ley particulares, en las condiciones
o acto administrativo fundado fijadas por la ley.
en ley.
2) SUJETO EXPROPIADO Cualquier persona, pública o Ídem.
privada.
3) OBJETO Todo tipo de bien, (cosas y Ídem.
derechos, salvo los
personalísimos).
4) EXPROPIACIÓN PARCIAL Si la parte no expropiada no Ídem. En zonas rurales, la
fuera adecuada para su parte inutilizada se evaluará
explotación o uso racional, su considerando la explotación
dueño puede pedir que se realizada el año anterior a la
expropie la totalidad. expropiación.
5) OCUPACIÓN TEMPORÁNEA Normal: previa declaración de Normal: se permite para
utilidad pública; por construcción o reparación de
avenimiento o resolución una obra o prestación de un
judicial; indemnización; dura servicio público.
hasta 2 años. El resto es similar.
Anormal: directamente por el
PEN; se debe a una
emergencia; no da lugar a
indemnización; dura lo
estrictamente necesario.
6) ABANDONO Se tendrá por abandonada la Ídem.
expropiación si el expropiante
no promueve el juicio dentro
de: a) 2 años desde la ley que
la autorice, para bienes
determinados; b) 5 años, para
bienes en zona determinada;
c) 10 años, para bienes
contenidos en una
enumeración genérica.
7) RETROCESIÓN Se explica más abajo. El cambio de destino puede
hacerse, mientras sea por ley y
para “lograr la satisfacción de
la colectividad”.
8) PROCEDIMIENTO Juicio sumario. No sometido al El avenimiento es más
fuero de atracción de los importante. Juicio sumario. No
juicios universales. se admite la prueba de peritos
para el valor del bien, sí para
determinar las mejoras y los
perjuicios directos de la
expropiación.
9) SANCIÓN El que de hecho resistiera la La multa puede llegar a los 100
expropiación (por cualquier días multa.
título), podrá ser multado.
88
Procedimiento expropiatorio. Juicio de expropiación.
NACIONAL: se regula en el Título V de la LNE (arts. 18 a 32). Si no hay avenimiento (por discrepar
sobre la calificación de utilidad pública, la indemnización, el alcance de la expropiación, etcétera), el
expropiante debe promover proceso en sede judicial. Ya se señaló que tramita por juicio sumario, y no está
sujeto al fuero de atracción.
Pasos del proceso: 1) Traslado por 15 días al demandado, o publicación de edictos por 5 días, si se
ignora su domicilio. 2) Si existen hechos controvertidos, se abre la causa a prueba por el plazo que el Juez
estime. 3) Las partes alegan por escrito sobre la prueba; plazo común de 10 días desde que ésta se produce.
4) Presentados los alegatos o vencido el plazo, autos para sentencia. 5) Sentencia: en los 30 días posteriores
al llamamiento.
Inmuebles: es competente el Juez Federal contencioso-administrativo del lugar donde se encuentre
éste. El expropiante debe consignar ante el Juez el importe de la valuación del Tribunal de Tasaciones de la
Nación, para que el Juez le otorgue la posesión. El expropiado podrá retirar la suma depositada,
demostrando: a) su dominio; b) que el bien no reconoce hipoteca u otro derecho real; c) que no está
embargado ni pesan sobre él restricciones a la libre disposición. La litis se anotará en el Registro de la
Propiedad, siendo desde ese momento indisponible e inembargable el bien.
Muebles o derechos: el actor elije entre el Juez del lugar en que se encuentren, o el del domicilio del
demandado; y el expropiante obtendrá la posesión inmediata de ellos, previa consignación judicial del valor
que se determine por las oficinas.
Otorgada la posesión judicial del bien, los arrendamientos sobre éste quedarán resueltos, dando a los
ocupantes 30 días para su desalojo (el expropiante podrá prorrogar el plazo). La acción por perjuicios a 3eros.
relacionados con el propietario por contratos de locación u otros, se ventilará en juicio por separado.
Además, por el interés público de la figura, ninguna acción de 3eros. podrá impedir la expropiación. Los
derechos de éstos quedan transferidos de la cosa a la indemnización, quedando la cosa libre de gravámenes.
Para la transferencia del dominio de inmuebles al expropiante, no se requiere escritura pública,
siendo suficiente que se inscriba en el Registro de la Propiedad, el decreto que apruebe el avenimiento o la
sentencia judicial que haga lugar a la expropiación.
Las costas del proceso deben ser a cargo del expropiante, pues sino el expropiado no estaría
recibiendo lo justo por su bien.
PROVINCIAL: se prevé ampliamente la etapa extrajudicial de avenimiento (procede sólo ante dueño y
domicilio conocidos): 1) Declarado el interés general del bien, se procede a la tasación. Tratándose de
inmuebles, ésta se establece con intervención de la Junta Central de Valuación, tomándose como base los
avalúos fiscales actualizados. Los inmuebles necesarios para la construcción de obras viales, los tasa
directamente el PE. 2) Se notifica al interesado que el bien será expropiado, ofreciéndose la indemnización, y
se lo intima para que en 15 días hábiles administrativos, manifieste su conformidad, o diga fundadamente el
monto que considera; y constituya domicilio especial a los efectos del trámite administrativo. 3)
Consideración y estudio de la contrapropuesta por las oficinas técnicas, que elevarán su informe en 20 días
hábiles administrativos. 4) Conclusión del trámite por aceptación: resultando la estimación hecha por el
expropiado, o aceptando éste la ofrecida, se dictará el acto administrativo ordenando la transferencia del
bien. 5) Pago del importe acordado: dentro de los 30 días hábiles administrativos.
En caso de rechazarse la contrapropuesta, se notificará la decisión de mantener el monto originario.
El interesado deberá manifestar, dentro de 3 días hábiles administrativos, sólo su conformidad o
disconformidad. El silencio será interpretado como disconformidad.
Habiendo fallado el avenimiento, queda iniciado el trámite judicial (por juicio sumario): 1)
Consignación del importe por el expropiante, para obtener la posesión del bien, y que éste se anote como
litigioso e indisponible en los Registros. 2) Desde la contestación de la demanda y hasta 10 días después de la
apertura a prueba, el expropiado podrá designar un representante para que integre la Comisión de
Tasaciones. 3) Clausurado el término de prueba, la Comisión de Tasaciones tiene 30 días para expedirse sobre
el valor (este plazo podrá ser ampliado por otro igual, a pedido de la Comisión). 4) La sentencia que declare
transferido el bien, junto al pago de la indemnización, constituirán el título traslativo del dominio a favor del
expropiante.
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En el resto de los aspectos, el proceso provincial es similar al nacional, salvo en las costas, que se
estipula en algunos casos sean por orden causado, e incluso por el expropiado (ej.: cuando la indemnización
fijada coincida con la suma ofrecida por el expropiante).
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hecho. Además, si bien son competencia de la Administración, los vecinos pueden exigir que otro
administrado las cumpla. Por excepción, las impone el PJ (ej.: la destrucción de una edificación que excede la
altura reglamentaria, por lógica no puede ser ordenada por el Ejecutivo).
Requisición.
Es la adquisición u ocupación coactiva de un bien por el Estado, quien lo dispone por situación de
generalidad, y a efectos de satisfacer exigencias de utilidad públicas reconocidas por ley. Genera
indemnización.
Puede abarcar: 1) prestación de servicios; 2) adquisición de cosas muebles; 3) utilización de
inmuebles y/o semovientes.
Para que proceda se requiere: 1) utilidad pública; 2) indemnización; 3) procedimiento escrito: la
llamada “orden de requisa”.
Comprende 2 especies: a) Requisición en propiedad: recae sobre cosas muebles fungibles, o
derechos. En cualquier caso, se decreta de forma general y no sobre bienes determinados, esto la diferencia
de la expropiación, que recae sobre un bien determinado, del cual incluso se individualiza su propietario. b)
Requisición de uso: se diferencia de la ocupación temporánea porque ésta constituye un derecho real,
mientras que la requisición constituye para quienes tengan los bienes/derechos requisados general, sólo una
obligación de tenerlos a disposición del requisador: sólo cuando éste los tome efectivamente, nace el
derecho real como tal.
Decomiso
Consiste en limitar la propiedad privada en forma coactiva por razones de interés público. Las cosas
no se toman para uso público, ni cambia en principio su status jurídico (la cosa no deja de ser de propiedad
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privada). El decomiso no da lugar a indemnización.
El decomiso puede aplicarse como:
Sanción penal (art. 23 CP): la norma indica que la sentencia condenatoria marcará la toma de los
instrumentos que han sido utilizados para cometer el delito, o que son su producto. Ellos pueden ser
destruidos o aprovechados por el Estado (según si son peligrosos, tienen o no valor, etcétera). Ello no podrá
hacerse si los objetos pertenecen a 3eros. de buena fe y a título oneroso; o en caso de delito culposo,
respecto de materiales no peligrosos usados para cometerlo.
Sanción aduanera: se toma lo capturado por contrabando, por Ley 21898.
Sanción económica: cuando un local viola la “Ley 20680 de Producción, Distribución y Consumo”, ley
que implica poder de policía federal sobre la actividad económica de particulares.
Sanción de policía: se decomisan y destruyen las cosas que afectan (actual o potencialmente) la
salubridad, seguridad e higiene de la sociedad (ej.: mercadería en mal estado, un muro al borde de
desplomarse, droga, etc.).
Confiscación
Implica el desapoderamiento de bienes de una persona, que pasan al Estado sin compensación. El
art. 17 CN la borra “para siempre del Código Penal”, lo que debe interpretarse como eliminación en general
del sistema jurídico argentino (DROMI).
La figura podía resultar de normas penales, civiles o administrativas; disponiéndose de forma
particular o general; y ejerciéndose por autoridades civiles o militares.
La confiscación civil o administrativa (implícitamente prohibidas) refieren a las medidas que absorben
un porcentaje significativo del patrimonio de una persona, las que entonces se consideran “confiscatorias”.
Secuestro
Custodia temporaria de bienes ajenos, a causa de una medida procesal ordenada por un Juez (en
causa civil o penal), y que no supone prejuzgamiento respecto de la propiedad de dicho bien. A través del
secuestro de un bien se le impide a su dueño que disponga de él, temporariamente. Se distingue del
decomiso porque: a) recae sólo sobre muebles; b) es temporal; c) no constituye sanción. La figura tampoco
da lugar a indemnización.
UNIDAD XII
12.1 Derecho Urbanístico.
Concepto.
Es el conjunto de normas reguladoras de los procesos de ordenación del territorio y su
transformación física a través de la urbanización y la edificación. Implica la intervención del Estado en el ius
edificandi de los particulares, o sea su derecho a transformar el propio fundo mediante la construcción de
edificaciones, con el fin que sea.
Entre la planificación del territorio urbano como primer paso, y su edificación como punto máximo
de transformación posible de éste, se da el proceso intermedio de urbanización, que es la “creación o
modificación de espacios comunes de comunicación (plazas, calles, autopistas, etcétera) para la posterior
erección de núcleo habitados”. Esa urbanización, es el objeto fáctico esencial del Derecho Urbanístico (la
“porción” de realidad que éste regula).
Ordenamiento del territorio, urbanización y edificación, como objeto de diferentes potestades y derechos.
Si bien el fenómeno de la urbanización es antiquísimo, el Derecho Urbanístico es una realidad jurídica
relativamente reciente. Aparece en nuestra época como limitador del derecho a urbanizar, con el fin de
impedir que desde una concepción todopoderosa del derecho de propiedad, los particulares intenten fundar
nuevas ciudades, edificar sin límites.
En este orden de ideas recalcamos que en principio el derecho de fundar, poblar y construir nuevas
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Ciudades es una potestad pública indiscutida, aunque a veces se realice por acción de los particulares. El
ordenamiento de ese territorio (fundado por actores públicos o privados) y su urbanización son
competencias exclusivas de la Administración Pública; en tanto la edificación es una potestad de los
particulares, pero siempre en el marco de regulaciones y limitaciones. Aclarado esto, distinguimos los 3
conceptos arriba mencionados.
Ordenamiento del territorio: formulación de planes sobre emplazamiento de centros de residencia,
trazado de vías públicas, espacios libres para parques y plazas, centros y servicios de interés público y social
(v.gr.: escuelas, hospitales, aeropuertos, etc.); todo ello realizado del modo más conveniente para la
distribución y comunicación de la población.
Urbanización (derecho a urbanizar): facultad de dotar a un terreno de los servicios e infraestructuras
fijados por el planeamiento (o por la legislación urbanística vigente), para que dicho terreno adquiera la
condición de solar edificable.
Edificación (derecho a edificar): nace con el otorgamiento de la licencia o permiso a esos fines,
siempre que el proyecto sea presentado conforme a la legislación vigente.
Instrumentos urbanísticos.
1. Planes urbanísticos (reguladores o directores): conjunto de documentos de carácter técnico en el
cual se especifican una serie de recomendaciones para el mejoramiento de la red de circulación, el
control de usos de la tierra, la densidad de la población, etcétera. Estos planes si bien son para la
Ciudad en sí, deben adaptarse al cumplimiento de una serie de funciones urbanas que trascienden
los límites locales, integrándose la planificación local con la regional.
2. Reglamentaciones municipales: son instrumentos que no deben concebirse como fines en sí mismos
(pues pueden volverse estériles y hasta contraproducentes para el desarrollo urbano), sino como
parte de una Política expresa de desarrollo urbano. Entre ellos solemos encontrar los Códigos
Urbanos o Reglamentos de Edificación.
3. Convenios: pueden ser público-público o público-privado. Tienden a optimizar el desarrollo de las
Ciudades.
Existen por otro lado las llamadas técnicas urbanísticas, que son las siguientes:
1. Alineación: fijación de líneas divisorias del espacio edificable y no edificable; y público y privado.
2. Ensanche: adición de nuevos barrios al casco antiguo, generalmente por cuadrículas regulares.
3. Zonificación: reserva de determinadas zonas para usos específicos o con usos específicamente
prohibidos, desde una perspectiva de funcionalismo general de la Ciudad.
4. Reforma interior: derribo de barrios antiguos y/o antihigiénicos, abriendo en ellos nuevas calles y
ordenación general que permitan edificaciones de calidad superior. Es una técnica compleja, que
puede implicar expropiaciones, reordenación de propiedades, medios económicos de financiación,
etcétera.
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Las Provincias tienen competencia constitucional para establecer por vía legislativa normas de
ordenamiento de su territorio, y fijar además pautas a sus Municipios.
Las leyes santafesinas dividen nuestro territorio en áreas: urbanas, suburbanas y rurales, cada una
con funciones específicas. Destacamos también la Ley 11717, de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable.
Contamos además con la Dirección Provincial de Viviendo y Urbanismo, que se encarga de la
construcción y adjudicación de viviendas en toda la Provincia. Las demás cuestiones de ordenación territorial
han sido delegadas a los Municipios y Comunas.
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4. Instrumento que haga viable la no-ocupación:
Transferencia de potencial constructivo. Objetivo: compensar a los propietarios de inmuebles que
debe preservarse. Descripción: el propietario del inmueble que debe preservarse por interés público,
participa en un programa creado al efecto por la Administración: este particular adquirirá un nuevo inmueble
asignado. Requisitos básicos para su implementación: formulación de planes caso por caso. Estrategias y
mecanismos de implementación: surgen problemas cuando no hay posibilidad de transferencia, en zonas con
mayoría de edificios en preservación.
5. Estímulo a la producción de viviendas de interés social en la Ciudad y de regularización de parcelamientos
irregulares:
Creación de Zonas Especiales de Interés Social (ZEIS). Objetivo: incrementar la vivienda de interés
social. Descripción: las ZEIS son delimitaciones en perímetros vacíos en áreas aptas para urbanizar, o bien
donde existe ocupación irregular (que deben ser previamente estudiadas, intervenidas y reglamentadas).
Requisitos básicos para su implementación: delimitar las ZEIS y crear los planes de intervención con
participación de la población afectada. Estrategias y mecanismos de implementación: relacionar una Política
más amplia de financiación de viviendas.
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se da un “Plan de Obras y Servicios” para cada distrito con participación de la población para un mediano
plazo (2000-2001); 4) Nuevo modelo de gestión, en torno a 2 cuestiones básicas: mecanismos de información
pública, y canales de participación Ciudadana en la proposición, toma de decisión, evaluación y control.
2. Planificación estratégica: a través de la participación en el Centro Iberoamericano de Desarrollo
Estratégico Urbano (CIDEU), se desarrolló el Plan Estratégico Rosario (PER) con el apoyo de investigadores,
universitarios y técnicos municipales, que delineaba 5 líneas estratégicas: “la Ciudad del Trabajo”, “la Ciudad
de las Oportunidades”, “la Ciudad de la Integración”, “la Ciudad del Río” y “la Ciudad de la Creación”. A
principios de 2004, este plan es remplazado por el superador Plan Estratégico Metropolitano (PEM),
integrando a otras Ciudades y Comunas que requieren de una gestión integral, para mejorar la productividad
y competitividad de la Región, y por ende mejorar la calidad de vida.
3. Planificación Urbana: entre 1996 y 1999 se da el Plan Director de la Ciudad, que depende de la
Secretaría de Planeamiento Municipal, y se define como “una guía del proceso de cambio y urbano, más que
como un sistema de control regido por un modelo de ciudad predeterminado”.
El Plan involucra 4 grandes proyectos: 1) Sistema Ciudad-Río: con el traslado del Puerto Rosario al Sur
de la Ciudad, se recupera la ribera. Ella se aborda desde 3 principios: a) dividirla estimulando el desarrollo
turístico de las islas al Norte, la creación de espacios públicos de recreación en el Centro (a partir de la
recuperación de las ex tierras ferroviarias y portuarias) hasta la zona de la Ciudad Universitaria, y zona de
parques al Sur; b) el principal principio es el carácter público de la ribera; c) la puesta en valor de las zonas
ribereñas. 2) Nuevo frente territorial: transformación de la zona que se extiende al Oeste de la Av.
Circunvalación y otras zonas. 3) Sistema Ciudad-Aeropuerto: potenciar el rol del mismo a escala
metropolitana y regional y mejorar la conexión vial de éste con la Ciudad. 4) Nuevo eje metropolitano:
reemplazo de ferrocarriles por un tranvía metropolitano y rehabilitación de barrios marginados ubicados en
torno a ciertas Avenidas; plan para la recuperación del Área Central y la introducción de programas de
urbanización diferenciados por zonas.
4. Programa Integral de Recuperación de Asentamientos “Rosario Hábitat”: a cargo del Servicio
Público de la Vivienda (SPV) de la Municipalidad, que plantea encausar la ocupación informal y mejorar la
calidad de vida de las personas a través de la regeneración del tejido urbano para integrar física y
socialmente a la Ciudad. Entre otras medidas interesantes, se proponen la relocalización de familias y la
regularización dominial. Se priorizan los asentamientos de Villa Banana, Bella Vista, Las Flores Sur, La
Tablada, Sector Travesía y Sorrento, y Sector Circunvalación y Estudiante Aguilar. El impacto más alto quizá se
haya dado hasta el día de hoy en la zona de Villa Banana, con la apertura del Boulevard 27 de Febrero y la
creación del CMD Oeste.
UNIDAD XIII
13.1 Control de la actividad administrativa.
Clases y formas jurídicas de control.
Como toda actividad estatal, la actividad administrativa debe ser controlada. Esto se da con particular
intensidad en el caso, por las características de dicha actividad y por la importancia de sus fines. Las formas
de control son variadas, pudiendo en principio distinguirse a grandes rasgos entre controles externos que se
realizan a la Administración, y controles internos que ésta se realiza a sí misma, con el objetivo de ser
eficiente en su labor.
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sido los golpes cívico-militares, muchas veces intentadas legitimar en la teoría del “vacío de poder”: así los
casos de los Gobiernos truncados de Illia, Martínez de Perón y De la Rúa.
Claro ejemplos de este control político son: la periodicidad de los cargos públicos, muchos de los
cuales se encuentran sometidos a elección popular a través de sufragio universal y obligatorio; la moción de
censura sobre el Jefe de Gabinete; la renovación bianual de Diputados y Senadores, que suelen actuar como
“elección termómetro”, marcando la sensación de la población respecto del Ejecutivo, que dura 4 años; y la
privación de someter el régimen electoral y de partidos políticos a los DNU.
Control judicial.
Fue tratado al hablar del control legislativo.
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Ello no excluye la existencia de pasos a seguir para obtener productos legislativos o administrativos,
ni impide asimismo que en ocasiones los principios del proceso judicial se apliquen analógicamente a
aquellos. Pero la noción de proceso se separa así del esquema administrativo (lo cual es positivo, sino podría
sugerirse, por ejemplo, que no se viola el derecho de defensa por existir un procedimiento administrativo,
siendo el particular oído por una autoridad, pero que no sería imparcial, impartial ni independiente).
Así, se reserva a la actividad administrativa la voz “procedimiento administrativo”, que debe
entenderse como “la parte del Derecho Administrativo que estudia las reglas y principios que rigen la
intervención de los interesados en la preparación e impugnación de la voluntad administrativa”; es decir, la
defensa de los particulares ante actuaciones administrativa, defensa que obviamente incluye tanto participar
en sus actos, como impugnarlos una vez que éstos ya existen.
Si bien existe un “procedimiento administrativo” toda vez que se ejerce la actividad administrativa
(pues todo acto es resultado de una serie de pasos previos, conscientes o no), el concepto, técnicamente
hablando, se reserva a lo arriba expuesto.
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Una consecuencia importante de la imparcialidad es el deber de excusación del funcionario
administrativo, en los casos en que no pueda (por algún motivo) actuar de forma ecuánime. Si así no lo
hiciera, incurriría en una falta administrativa.
5) Legalidad: surge como principio obvio, rector de toda actividad estatal en un Estado de Derecho.
OTROS PRINCIPIOS: son “menores” en relación a los principios formadores.
1) Carácter oficial e instructorio: deriva del principio de legalidad objetiva, y está consagrado en el
art. 1 inc. a) del decreto-ley 19549. Si bien el procedimiento puede iniciarlo tanto la Administración como el
particular, corresponde a la primera impulsarlo, pues en el procedimiento se satisface no sólo el interés
particular, sino el colectivo en general y el administrativo, específicamente. Por ello no corresponde que el
particular pueda, con su inacción, generar la paralización del mismo. Se erige así el sistema oficioso-
inquisitivo, que se opone al proceso judicial, en que prima el sistema dispositivo o acusatorio.
Como consecuencia de esto, se da el carácter instructorio y la consagración de la verdad formal: el
primero implica que las pruebas deben ser recabadas por la Administración, colaborando a ello y siendo
además por ello responsable; el segundo, determina que la Administración debe resolver de acuerdo a los
hechos materialmente producidos, independientemente de todo intento de acuerdo de partes al respecto.
2) Ausencia de costas y gratuidad: en oposición al proceso judicial. Esto no excluye que en ocasiones
deban cubrirse sellados u otros gastos administrativos, los que no suelen ser costos, pero lo que obviamente
depende de la situación económica de cada persona.
3) No obligación de patrocinio letrado: otra diferencia con el proceso judicial.
4) Carácter escrito: la oralidad existe sin embargo, por ejemplo en casos de intereses difusos, o ante
reclamos determinados. La ventaja de la escritura es el asentamiento de lo actuado, y la imposibilidad de que
se ejerzan presiones morales sobre el agente público. Favorece sin embargo, a la corrupción interna
administrativa, el formalismo y la lentitud.
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y cada uno de los casos, frente a la Administración.
Los recursos administrativos en particular: reconsideración, jerárquico, alzada, revisión, queja, reclamo,
rectificación y aclaratoria. Régimen jurídico nacional.
Reconsideración (arts. 84 a 88, siempre del RLNPA): Es el medio impugnatorio tendiente a que el
mismo órgano que dictó el acto lo revoque, sustituya o modifique por contrario imperio. El acto impugnado
debe ser definitivo (que resuelve la cuestión de fondo), asimilable a definitivo (no resuelve el fondo, pero
impide llegar a él), o de mero trámite, mientras cause perjuicio (como siempre) a un derecho subjetivo o
interés legítimo. Se presenta ante (y lo resuelve) el mismo órgano que dictó el acto impugnado.
Su ámbito de aplicación es amplísimo, su plazo breve (el particular tiene 10 días, desde el siguiente al
que se le notifica el acto a impugnar) y su tramitación rápida. Es muy útil para hacer notar a la autoridad su
equivocación, e inútil cuando esta está segura de lo dictado.
Hacer uso de la figura es opcional (no es requisito para interponer el jerárquico), y debe notarse que
no procede la reconsideración de un recurso de reconsideración. No cabe la avocación del superior, pues el
particular perdería una instancia, ni aún en caso que el acto hubiera sido dictado por delegación (pero si ésta
luego cesó, sí resolverá el delegante).
Interpuesto el recurso, el órgano debe resolver en 30 días, contados desde el día siguiente a su
interposición, sino se produjo prueba; o desde el día siguiente a los alegatos o vencimiento de plazo para
éstos, si se produjo. Si en dicho plazo no se resuelve, el particular puede tenerlo como denegado: es una
facultad de él, quien puede también esperar a que la Administración cumpla (o interponer amparo por
mora), pues su deber no cesa por vencimiento del plazo. Cuando se resuelve, puede acogerse lo impugnado
total o parcialmente, o no.
La reconsideración lleva implícito el recurso jerárquico en subsidio. Cuando expresamente se la
rechaza, el órgano debe elevar actuaciones en 5 días al superior que resolverá éste. Recibidas éstas, el
particular cuenta con 5 días para mejorar o ampliar el reclamo. Cuando se rechaza tácitamente, el órgano no
debería elevarlas, pues vimos que es facultativo del particular aceptar la demora o no.
Jerárquico (arts. 89 a 93): procede contra todo acto administrativo definitivo o que impida
totalmente la tramitación del reclamo del administrado. Es una manifestación del poder jerárquico en la
Administración, en este caso a través de un control posterior.
Es el recurso administrativo por antonomasia. Con él se agota la vía administrativa, por lo que suele
ser necesario para concurrir a la vía judicial. Se dirige a los niveles superiores de la Administración (Ministros,
Secretarios de la Presidencia, y eventualmente el propio Presidente). Procede incluso contra entes
descentralizados (si es su órgano máximo el que realiza el acto, procede también la alzada, como veremos).
Debe presentarse ante la autoridad que dictó el acto impugnado dentro de los 15 días de notificado
éste, y dicha autoridad lo eleva en los 5 días siguientes al Ministerio o Secretaría de la Presidencia en cuya
jurisdicción el órgano/ente actúa. Si el acto impugnado emana de un Ministro o Secretario de la Presidencia,
resuelve el Presidente directamente. En cualquier caso, la resolución es definitiva. Obviamente, el plazo juega
sólo para la interposición directa, y no la que se da en subsidio de la reconsideración.
El plazo de resolución es de 30 días desde que se reciben las actuaciones, se presentan los alegatos o
vence el plazo para esto. Si en ese plazo hay silencio, considérese denegado (nuevamente, facultativo del
particular). El trámite se da íntegro ante el Ministerio o Secretaría de Presidencia correspondiente, inclusive
si fue un acto propio de ellos, el atacado. Es obligatorio el dictamen del servicio jurídico permanente. Dicho
dictamen será de la Procuración del Tesoro (máximo órgano consultivo) si: 1) el recurso procede contra
Ministro o Secretario de Estado; 2) es necesario uniformar jurisprudencia; 3) la índole del interés económico
así lo requiera; 4) el Presidente lo estime conveniente.
Alzada (arts. 94 a 98): procede contra los actos administrativos definitivos o equiparables, emanados
del órgano superior de un ente autárquico (incluidas las Universidades Nacionales), a opción del interesado:
si prefiere, puede recurrir directo a la vía judicial. La elección de la vía judicial cierra la administrativa, pero
no a la inversa. HUTCHINSON considera que el particular debería esperar a que el camino administrativo esté
cerrado para abrir el judicial, para no poner en marcha el aparato estatal en vano.
Al recurso lo resuelve el Ministro o Secretario de Estado en cuya órbita se haya creado el ente
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descentralizado. La resolución que acoge el recurso, no puede más que revocar el acto impugnado.
Excepcionalmente, por “fundadas razones de interés público”, podrá modificarlo o sustituirlo. Los plazos y
trámites son iguales al jerárquico.
Si el ente descentralizado es de los creados por el Congreso en ejercicio de sus competencias
constitucionales (Bancos Oficiales, Universidades Nacionales, Aduanas, Correos, etcétera), el recurso será
sólo procedente por razones de legitimidad, salvo que la ley de creación de dicho ente autorice un control
más amplio. HUTCHINSON considera que en verdad no cabría el control, que el PE se extralimitó en esta
parte del reglamento. Respecto de las Universidades, se excluyen del control: pronunciamientos internos
disciplinarios, administrativos o docentes, salvo una manifiesta arbitrariedad.
Revisión (art. 22 LNPA): es un recurso extraordinario, pues procede contra actos definitivos (aunque
no lo diga expresamente la norma) y firmes, a diferencia de los otros. Aquí la cosa juzgada administrativa
cede, por la gravedad de los hechos que habilitan el recurso. Estos son: a) parte dispositiva contradictoria (se
haya pedido o no la aclaratoria); b) cuando después de dictado el acto, se recobraren o descubrieren
documentos decisivos cuya existencia se ignoraba, o que no se pudieron presentar como prueba por FM u
obra de un 3ero. (todo mientras a ello no haya contribuido el interesado); c) cuando el acto se resolvió
basándose en documentos cuya declaración de falsedad se desconocía o se hubiere hecho después; d)
cuando se lo dictó mediando cohecho, prevaricato, violencia o cualquier otra maquinación fraudulenta o
grave irregularidad comprobada.
El pedido de revisión se interpone ante el propio órgano que dictó el acto, diciendo la causal
invocada y presentando en su caso los documentos o el testimonio de la sentencia firme que declara alguno
de los supuestos. Los plazos para interponer el recurso son: inc. a) 10 días de notificado el acto; otros inc.) 30
días de recobrarse o hallarse los documentos, o cesar la FM u obra del 3ero., o de comprobarse en legal
forma los hechos de los incs. c o d. la decisión tomada será confirmatoria o revocatoria del acto. La
revocatoria producirá todos sus efectos, salvo sobre derechos adquiridos por 3eros. de buena fe.
Dado el carácter excepcional y extraordinario de este recurso, su procedencia no puede ampliarse a
casos no previstos por la ley, y los previstos se interpretan siempre de forma restrictiva.
Queja (arts. 71 y 72): no es un recurso, sino un reclamo (pues abarca hechos u omisiones
administrativas, no tiene plazo como los recursos, y está regulada por separado), que la parte interesada en
un procedimiento administrativo puede interponer ante el inmediato superior jerárquico del órgano que lo
lleva adelante, contra defectos de tramitación, o incumplimiento de sus plazos en que se incurriere durante
el mismo, y siempre que tales plazos no refieran a la resolución de un recurso (pues esto tiene una solución
específica en cada caso). No hay plazo de interposición; el de resolución es de 5 días desde que el órgano
recibe las actuaciones. La resolución de la queja es irrecurrible (siempre procede igual la reconsideración), y
su tramitación no suspende el principal.
Reclamo: será tratado en el siguiente punto del programa.
Rectificación (art. 101): no es un recurso, pues lo puede hacer el propio órgano sin intervención del
particular, y porque no corrige defectos de volición, sino de mera expresión. Se da para rectificar, en
cualquier momento, errores materiales o de hecho y los aritméticos, siempre que no se altere lo sustancial
del acto. Si bien en teoría sólo el órgano que hizo el acto puede rectificarlo, en casos de error obvio puede
hacerlo el superior. La aplicación de la rectificación es de carácter restrictivo. Sus efectos son retroactivos (se
considera al acto como si desde su nacimiento hubiera sido correcto). Dada su particular naturaleza, no tiene
plazo de interposición. Sobre la resolución, interpuesto por el particular, el órgano tiene 3 días o podría darse
la denegación tácita (art. 10 LNPA). La interposición de la figura no interrumpe plazos pues no es un recurso,
pero los suspende.
Aclaratoria (art. 102): al igual que la rectificación, no es un recurso. Se suma a los motivos ya
expuestos, que el particular no tiene una indubitable intención de impugnar lo actuado por la
Administración, sino que sencillamente pide que ésta aclare, despeje dudas. Procede dentro de los 5 días de
notificado el acto definitivo, cuando: 1) éste presente contradicción en la parte dispositiva; o 2) de ésta con la
motivación; o 3) cuando se deba suplir una omisión sobre alguna de las peticiones planteadas por el
particular. En el segundo supuesto, el silencio se interpreta como prevalencia de lo dispositivo, y se podrá
impugnar esto por la vía correspondiente. En el 3er. supuesto, el particular puede optar entre la aclaratoria, o
101
el recurso correspondiente. Si opta por la aclaratoria deberá estar atento a sus posibles recursos, porque el
plazo no se interrumpe (pero sí se suspende).
Se interpone ante, y la resuelve, el mismo órgano que dictó el acto, que cuenta para esto con 5 días.
Sus efectos son retroactivos (ídem rectificación). Procede incluso contra el Presidente de la Nación. Cuando
la imprecisión es tan grande que vicia el acto, obviamente procede su nulidad, y no la aclaratoria.
102
apelación; ante el PEP (por vía del Ministerio que corresponda); por escrito. Su finalidad es la del recurso de apelación
denegado.
El Gobernador debe resolverlo en el mismo día. Si no lo hace, cabe el pronto despacho, y si continúa sin
expedirse, amparo por mora, o contencioso-administrativo. Si se admite, tramita el recurso de apelación. Sino, se
habilita el contencioso-administrativo.
5) Recurso de aclaratoria: puede interponerlo quien invoque un derecho subjetivo o un interés legítimo
afectado; ante la misma autoridad que dictó el acto que se impugna; por escrito; fundado. El plazo es de 3 días,
contados desde el siguiente al de notificación del acto impugnado. Su fin es aclarar conceptos oscuros, suplir omisiones
o corregir errores materiales. Su interposición no suspende el curso de los plazos de interposición de otros recursos que
puedan estar corriendo.
103
administrativa de la cual se pretende obtener el pronunciamiento correspondiente a través de un acto administrativo;
por escrito; expresando las razones de hecho y de derecho en que se funda la petición, y eventualmente ofreciendo
prueba.
Si la autoridad no resuelve el reclamo dentro de 30 días hábiles administrativos (contados a partir del siguiente
al de interposición), cabe el pronto despacho; y si continúa sin resolver, proceden el amparo por mora, o el recurso
jerárquico. Si admitido el reclamo, rechaza la pretensión, cabe el recurso de revocatoria, y, eventualmente, el recurso de
apelación en subsidio
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Adherimos a HUTCHINSON, quien critica fuertemente la solución, pues siendo potestativo del
particular decidir el valor del silencio (considerar una denegatoria tácita o esperar el cumplimiento tardío), y
no eximiendo esto a la Administración de su deber de cumplir, las actuaciones ciertamente no quedan
cerradas. Si se admitiera esto, se daría a la Administración la potestad de cerrar procedimientos por su propio
incumplimiento.
UNIDAD XIV
14.1 El control jurisdiccional de la actividad administrativa.
Distintos sistemas en el Derecho argentino y comparado.
Existen 3 sistemas clásicos para fiscalizar la actividad administrativa:
1) Tribunales administrativos: la jurisdicción está dentro de la Administración. Los órganos que
ejercen la función jurisdiccional en materia procesal administrativa, reúne los siguientes requisitos: a) no
forman parte del PJ, sino de la Administración; b) sus decisiones no son revisables por el PJ; c) actúan
separados de los órganos que cumplen la función administrativa activa; y d) son verdaderos tribunales de
Derecho Administrativo.
2) Tribunales judiciales: la revisión del obrar administrativo se confía a un órgano imparcial e
independiente que integra el PJ. Dentro de este tipo de sistema puede haber: A) Jurisdicción común o única:
competencia administrativa, atribuida al fuero general, dentro del PJ (caso EE.UU. o Inglaterra). B) Una doble
jurisdicción (o jurisdicción especial): b1) atribución de competencia basada en la materia, ej.: si la actividad
estatal cuestionada es el servicio público, interviene la jurisdicción administrativa; si trata las demás causas
en que la Administración es parte, el PJ (caso Francia); b.2) atribución de competencia basada en la situación
jurídica invocada por el actor: si se invoca un interés legítimo, jurisdicción administrativa; si se invoca un
derecho subjetivo, PJ (caso Italia).
3) Tribunales mixtos: divide los asuntos entre los tribunales ordinarios del PJ, y órganos
jurisdiccionales administrativos: es de doble jurisdicción, diferenciada según derechos subjetivos, intereses
legítimos, y derechos debilitados (caso Bélgica).
Nuestro sistema es judicialista, la revisión del obrar de la Administración Pública está a cargo del PJ, lo
que surge de los arts. 18, 23, 29, 109, 116, 117 y concordantes CN.
105
El proceso administrativo federal tiene origen legal; el provincial, origen constitucional.
Así, en nuestra Provincia, el contencioso-administrativo está a cargo de Tribunales con competencia
específica en la materia, sin perjuicio de las excepciones que permiten a los tribunales ordinarios avocarse al
tema.
106
de alcance particular que afectan a administrados. Pero es fundamental que el vicio se encuentre en el acto
de alcance general. Requisitos: 1) acto definitivo; 2) agotamiento de instancia: se da mediante recursos.
A su vez, ambos tipos de impugnaciones cuentan con el plazo perentorio de interposición de 90 días,
(dispuestos en el art. 25, y computados desde cierto día dependiendo el caso) vencido el cual, no pueden
hacerse ya las presentaciones judiciales.
107
Nación es parte demandante. En los casos “Domingo Mendoza” (CSJN, 1865) y “Juan Carlos
Gómez”, se reafirma la falta de jurisdicción de los Tribunales respecto de la Nación, diciendo que el
Congreso debe decidir sobre esas reclamaciones, facultado como está por la Constitución para
arreglar el pago de la deuda pública.
Esa resolución del Congreso no era la “venia legislativa” que posteriormente vendrá. Durante
esta etapa, se sancionaron las leyes 162; 225; 513 y 639, reconociendo sueldos y pensiones a
militares que habían actuado en la guerra de Independencia y otras acciones militares.
b) Venia legislativa previa (1872-1900). Se advierte en el fallo “Don Anselmo Núñez” (1872),
donde la Corte afirmó expresamente que para demandar al Estado se requiere su consentimiento
expreso. En el año 1871 por ley 475 y en el año 1874 por ley 675 se autoriza a los reclamantes para
que hagan valer ante la Justicia la reclamación promovida. De esta forma es el PL (no la
jurisprudencia), quien plantea originalmente la venia legislativa para entablar demanda, que es luego
aceptada por la Corte en “Aguirre Carranza y Cía.” (1880).
c) Venia legislativa y reclamación administrativa (1900-1932). A la doctrina de la
indemandabilidad, se agregó la doctrina de la doble personalidad del Estado. Ella permitió sostener,
entonces, que cuando la Nación había actuado como persona de Derecho Privado, no era necesaria la
venia legislativa previa, sino la reclamación administrativa. Esta conclusión se plasmó en 1900 en la
ley de Demandas contra el Estado (LDE) 3952.
d) Reclamación administrativa previa (1932-1972). En 1932 se modificó la LDE por la ley
11634. Se suprimió en todos los casos el requisito de la venia, dejando subsistente el de la
reclamación administrativa previa. En este lapso, la jurisprudencia pretoriana empieza a acoger
excepciones a la reclamación previa, admitiendo la demandabilidad directa.
e) El ocaso de la reclamación previa y la demandabilidad directa (1972 en adelante). La
sanción de la LNPA 19549 marca el ocaso de la reclamación administrativa previa a la demanda
judicial, elevando a categoría legislativa las numerosas excepciones a dicha reclamación que ya la
jurisprudencia venía reconociendo (cfr. arts. 30 a 32 LNPA). No obstante, el demandante siempre
tendrá opción para elegir directamente la vía judicial, o intentar previamente la reclamación.
108
juzgar la oportunidad de las decisiones administrativas (convirtiéndose en legislador o
administrador), sino sólo su legitimidad.
En virtud del principio de congruencia, la sentencia debe limitarse a lo reclamado ante la
Administración y a lo pretendido ante la jurisdicción.
Cuando la sentencia acoja favorablemente la acción, deberá (de acuerdo con la pretensión procesal
formulada) disponer: 1) anular total o parcialmente el acto impugnado; 2) reconocer el derecho subjetivo o
situación jurídica individualizada y adoptar las medidas necesarias para su restablecimiento, cumplimiento o
ejercicio; 3) pronunciarse sobre los DyP reclamados; 4) formular la interpretación adecuada de la norma; 5)
ordenar la ejecución de actos administrativos y disponer las medidas necesarias para el ejercicio de las
prerrogativas y competencias públicas.
Finalmente, las sentencias se clasifican en:
A) DE MÉRITO. Acto jurisdiccional autónomo y típico (sentencia definitiva propiamente
dicha) que pone fin al proceso, por el que se declara el derecho con fuerza de verdad legal, y
posibilita constitutivamente su ejecución. En cuanto a sus efectos, será:
1) Declarativa: consolida o fija una situación jurídica ya existente (ej.: sentencia que rechaza
la acción, confirmando el acto administrativo, dejando inalterable el estado de hecho o derecho
generado por la decisión administrativa impugnada).
2) Constitutiva: cambia un estado prexistente y constituye precisamente otro nuevo; ej.: la
que acoge las pretensiones del demandante. Estas sentencias pueden ser de anulación (privan de
eficacia jurídica al acto impugnado) o de condenación (caso del reconocimiento de DyP). A su vez,
pueden anular el acto, y disponer todas las medidas necesarias para el restablecimiento de la
situación jurídica reconocida en ella, condenando a la Administración a: 1) dar alguna cosa; 2) hacer
algo o a emitir un acto administrativo; 3) no hacer algo; 4) declarar desobligado al administrado de
cumplir el acto impugnado.
B) HOMOLOGATORIA. Acto jurisdiccional derivado y sustancial que pone fin al proceso,
ratificando la actividad de las partes: desistimiento, allanamiento y transacción. Es “sustancial” pues
la extinción del proceso depende en última instancia del juez.
C) INTERLOCUTORIA. Acto jurisdiccional derivado y formal que pone fin al proceso,
declarando la operación de hechos impidientes (ej.: muerte del demandante). Es “derivado” porque
presupone un acto o hecho de 3ero. distinto al órgano jurisdiccional. Es “formal” porque se conforma
a aquél, no le agrega ni quita nada, sólo constata y declara.
El arbitraje.
Como principio general, el arbitraje debe aceptarse para la resolución de cuestiones de carácter
109
puramente patrimonial, como son las sobrevinientes en la ejecución de contratos. Algunas leyes lo imponen
expresamente, como la 13064 al disponer que el contratista podrá convenir con la autoridad administrativa la
constitución de un Tribunal Arbitral que decida en última instancia cuestiones de carácter patrimonial (art. 55
in fine).
El art. 116 CN se limita a establecer un deslinde de jurisdicciones pero no excluye la aplicación de
instituciones tradicionales del Derecho, ni el ejercicio de derechos inherentes a toda persona jurídica capaz
de obligarse legalmente por contrato, como es el arbitraje. Por ello, la Nación, las Provincias y sus entes,
pueden someter a decisión arbitral la solución de cuestiones de carácter patrimonial. El arbitraje implica un
contrato y el Estado no puede estar en inferioridad de condiciones respecto de los particulares.
Pero desde ya que no puede someterse a arbitraje las prerrogativas de la Administración (ej.:
organización de los servicios públicos, poder de policía, etcétera).
110
Sujeto activo: aquel que sea parte en el expediente administrativo o tenga interés en él, por tener
involucrado un derecho subjetivo o interés legítimo. Debe demostrar que la Administración no contestó
dentro de los plazos fijados. Sujeto pasivo: órganos o entes públicos estatales.
El Juez no se pronuncia sobre el fondo de la cuestión, sólo decide (luego de estudiar la situación y
pedirle informes al sujeto pasivo, para que fundamente su silencio) sobre la procedencia o no del amparo por
mora. El interesado puede apelar la decisión denegatoria.
C) Requisitos previos:
1) Agotamiento de la vía administrativa: sea porque lo dictó el Gobernador, los Intendentes o
Concejos Deliberantes, o las Comisiones Comunales; o porque lo dictó una autoridad inferior a éstas, pero
fue revisado por ella, por vía recursiva. Sólo se podrán juzgar y resolver las pretensiones propuestas expresa
o presuntamente en la reclamación administrativa previa.
En el caso de, actos impugnables por Municipios y Comunas, el Municipio o Comuna afectado debe
también presentar reclamación previa, la que debe resolver el PEP en 30 días (con dictamen del Fiscal de
Estado). Si ello no ocurre, el ente territorial puede recurrir directo a la Corte.
2) Pago impositivo: cuando la resolución administrativa que origine el recurso ordene el pago de
contribuciones fiscales, debe satisfacérselas previamente.
D) Fundamento y finalidad: el 1ero. un vicio de ilegitimidad del acto administrativo impugnado; la
2da. la reparación de sus FX, mediante la anulación total o parcial del acto administrativo impugnado, y en su
caso, la adopción de las medidas pertinentes para el restablecimiento de la situación jurídica vulnerada.
E) Plazo del recurso: debe interponerse dentro de los 30 días, desde que el interesado supiera de la
resolución denegatoria del derecho o interés legítimo postulado, por notificación o publicación.
Se entiende que existe denegación presunta, si la autoridad administrativa no se expide dentro de los
60 días de hallarse “en condiciones de resolver”, o si ésta paralizase injustificadamente el trámite durante
111
más de 30 días, agotados todos los recursos que la dilación acordase . Se entiende que la autoridad está “en
condiciones de resolver”, cuando se produjo el dictamen del Fiscal de Estado (o Asesor Letrado), sin
solicitarse nuevas diligencias (art. 53 decreto 10204 reglamentario de la ley 11330).
F) Trámite:
1) PRESENTACIÓN: por escrito, que debe contener: 1- los hechos; 2- el derecho en que se funda; 3-
las pretensiones, en términos claros y precisos; 4- mención expresa del/los expedientes administrativos que
correspondan; 5- demás requisitos de admisibilidad que dé la ley; 6- testimonio del acto impugnado; 7- todos
los documentos que se vinculan directamente con la cuestión (o se dirá el lugar donde se encuentren).
2) Resolución sobre admisibilidad: por el Presidente de la CSJP o de la Cámara, oyendo previamente
al Procurador General o Fiscal de Cámara, según corresponda. Si no es admisible, el recurrente puede pedir
revocatoria ante el Tribunal dentro de los 5 días (en ese plazo también puede subsanar defectos u
omisiones).
3) EMPLAZAMIENTOS: de la autoridad administrativa, para que ésta comparezca en el término de 10
días. Si no lo hace y el recurrente lo pide, se la declara rebelde (lo que se le notifica), y se prosigue el juicio
sin darle representación.
También emplazamiento de 3eros. coadyuvantes, interesados en que se mantenga el acto
impugnado, que cuentan con un plazo fijado por el Tribunal, y vencido éste pueden aparecer en cualquier
estado de la causa, pero sin retrotraerla ni interrumpirla.
4) CONTESTACIÓN: comparecida la autoridad o notificada su rebeldía, se le corre traslado por 20 días
para que conteste el recurso. A los coadyuvantes que comparecidos, sucesivamente y por 5 días. La
contestación tiene los requisitos del escrito de interposición, oponiendo además todas las defensas no
opuestas como previas.
Las defensas previas, referidas a la inadmisibilidad del planteo, deben hacerse en los 1eros. 5 días del
traslado, suspendiendo el principal y haciendo correr un trámite que consta de 5 días de aviso al recurrente,
opcionalmente 10 días de prueba y 10 de evaluación de mérito de ésta, y 5 de resolución -10 si hubo prueba-
. Resueltas a favor, se termina el proceso. En contra, se retoma el principal con los 15 días restantes para la
contestación.
Durante el plazo de la contestación, la Administración debe además hacer saber de los 3eros.
individualizables que puedan tener interés directo en la conservación del acto, para que éstos sean
notificados del proceso.
5) PRUEBA: contestado el recurso o vencido el plazo, se abre la etapa que dura 30 días (puede no
hacerse si las partes concuerdan). La prueba se ofrece en los 1eros. 10 días, y se produce en los otros 20. El
Tribunal, para mejor proveer, puede disponer la práctica de cuantas diligencias considere, o la ampliación de
las ya producidas.
6) ALEGATOS: cada parte tiene 10 días, por su orden.
7) SENTENCIA: evacuados los alegatos o vencido el término, se llama autos para resolver. Cada
miembro del Tribunal estudia el caso por 10 días. Concluido el estudio, se señala fecha para la resolución, en
plazo no mayor a 15 días. El fallo se pronunciará sobre: A) Admisibilidad o no del recurso. B) Su procedencia o
no: 1) anulará en su caso (total o parcialmente) el acto impugnado; 2) reconociendo la situación jurídica
individualizada, adoptará las medidas conducentes al pleno restablecimiento de la misma. C) Las costas.
La sentencia tiene, en principio, FX inter partes; pero serán erga omnes cuando verse sobre “un vicio
de ilegitimidad que por su naturaleza objetiva puede aprovechar o perjudicar a 3eros. interesados”.
8) EJECUCIÓN (PASO OPCIONAL): notificada la sentencia que condena a la Administración, ésta debe
cumplirla en máximo 30 días (salvo que la sentencia señale un plazo distinto). Incumplida, se procederá a su
ejecución. El Tribunal, a petición de parte, adoptará las medidas al efecto, inclusive sanciones pecuniarias
previstas en el art. 263 CPCCSF (con salvedades, como que no puede trabarse embargo sobre bienes
afectados al uso público o a un servicio público).
A su turno, la autoridad administrativa, dentro de los 10 días de serle notificada la condena, puede
solicitar al Tribunal la suspensión temporaria; la modificación del modo de cumplimiento; o la dispensa
absoluta de su ejecución, ésta por graves motivos de interés u orden público, ofreciendo satisfacer la DyP
que ocasionare. Estas pueden disponerse por varios motivos; la ley expresamente menciona si la sentencia:
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a) crea peligro de trastorno grave del orden público; b) determina la supresión o suspensión de un servicio
público; c) causa la privación del uso colectivo de un bien a él afectado; d) traba la percepción de
contribuciones fiscales; e) provoca grave detrimento al Tesoro Público, por su magnitud económica.
Cuando se disponga alguna medida del estilo, el Tribunal determinará la indemnización
correspondiente y la forma y oportunidad del pago, cuya omisión determina la caducidad de la modalidad de
cumplimiento acordada, y la vuelta a la condena plena.
Vale la pena mencionar que el proceso puede no darse completo, porque: a) la Administración se
allane al recurso; b) interpuesto el recurso, la Administración reconozca totalmente en sede administrativa la
pretensión del administrado; c) el recurrente desista de él, o porque haya transacción a su respecto; d)
cuando la instancia caduca, porque el proceso se paraliza por más de 3 meses sin que el administrado
(pudiendo hacerlo) inste su prosecución, salvo que los autos pendan de resolución (en ese caso está
paralizado por el Tribunal).
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decisión que en ello se dicte, agota las instancias jurisdiccionales en el ámbito provincial.
4) ACLARATORIA: en los términos previstos por el CPCCSF (lo que suspende el plazo para deducir
recursos contra la sentencia).
H) Avocación de la Corte Suprema: dentro de los 5 días de notificado el llamamiento de autos por la
Cámara para sentencia definitiva, cualquiera de las partes puede solicitar a la Corte que se avoque, por existir
“interés institucional suficiente o trascendente”. La pretensión es por escrito; fundada; ante la Cámara que
entiende; con copia de las actuaciones que se consideren relevantes.
Presentado el escrito, la Cámara no podrá dictar sentencia hasta que la Corte se pronuncie. Para ello,
aquella eleva a ésta el escrito y las copias indicadas, de inmediato y sin otro trámite. Ésta debe pronunciarse
dentro de los 30 días. Como único trámite, se correrá vista al Procurador General por 5 días, para que diga si
existe o no el interés invocado. Si la Corte se avoca, debe requerir de inmediato y sin otro trámite la
elevación de las actuaciones para su resolución definitiva. Tiene, para resolver los mismos plazos que
aquellos con los que contaba la Cámara.
9) Competencia originaria, exclusiva e improrrogable:
A) De la Corte, cuando el recurso lo interpone un Municipio o Comuna; o para resolver cuestiones de
competencia entre ella y las Cámaras, entre éstas entre sí, o de una de ellas con un Tribunal Ordinario.
B) De las Cámaras contencioso-administrativas (no se prorroga ni entre ellas), que son:
1) La Cámara 1, en Santa Fe, con competencia territorial en las circunscripciones 1; 4 y 5 (Santa Fe,
Reconquista y Rafaela); y material contra: a) actos de la Provincia, en todo litigio no expresamente atribuido
por LOPJ a la Cámara 2 (expresamente, cuenta con la competencia improrrogable sobre contrataciones
administrativas, y régimen tributario); b) actos de los Municipios y Comunas comprendidos en las
Circunscripciones en que actúa.
2) La Cámara 2, en Rosario, con competencia territorial en las circunscripciones 2 y 3 (Rosario y
Venado Tuerto); y material contra: a) actos de la Provincia, cuando el recurrente se domicilia en las
Circunscripciones en que actúa, y el litigio versa sobre empleo público, previsión social y sanciones
administrativas aplicadas en ejercicio de la potestad de policía (ambos requisitos a la vez); b) actos de los
Municipios y Comunas comprendidos en las Circunscripciones en que actúa.
UNIDAD XV
15.1 Responsabilidad del Estado.
Evolución de la teoría sobre la responsabilidad del Estado en el ámbito del Derecho Público.
Para introducirnos diremos que la responsabilidad estatal por su actuación en el Derecho Público
concierne a la Parte General del Derecho Administrativo como teoría, y a la normativa administrativa, que en
principio es local (art. 121 CN). Lo dicho no excluye la aplicación del CC, sea por analogía porque algunas de
sus normas son de aplicación directa en nuestra rama. Al mismo tiempo, este cuerpo legal norma los actos
del Estado en el campo del Derecho Privado (ej.: gestión de bienes del dominio privado del Estado).
Pasando a la parte histórica, en su nacimiento, el Estado (durante el siglo XVI) fue uno absoluto,
como sabemos. Se sostenía aquí que el Rey no podía causar perjuicios, con base en la noción de Soberanía.
Ese estado de cosas perduró incluso durante la Revolución Francesa, que sólo traspasó la Soberanía del Rey al
Pueblo.
A comienzos del siglo XIX, siguiendo la teoría del Fisco, se admite la responsabilidad del Estado
cuando éste realiza actos de gestión de naturaleza civil, mas no por sus actos de poder público.
Pero los particulares comenzaron a renegar de esta idea, quejándose primero ante la propia
Administración y luego directamente ante los Tribunales, que se reconocieron competentes para entender en
los casos, condenando al Estado por las normas del CC. Ante esto, el Consejo de Estado reaccionó diciendo
que esa normativa no era aplicable.
Ya habiendo transcurrido buena parte del siglo XIX, el propio Consejo de Estado comienza por
reconocer la responsabilidad estatal, primero por: 1) faltas objetivas en los servicios públicos, o 2)
funcionamiento irregular de los mismos (a partir del caso Blanco de 1873); llegándose luego a la aceptación
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de resarcimiento por actos legislativos y judiciales. El llamado caso Blanco implicó el desprendimiento de la
noción de culpa como presupuesto para la responsabilidad estatal, esbozándose una noción de
responsabilidad extracontractual objetiva, que predominará el campo de la responsabilidad pública (a
diferencia de la responsabilidad civil, eminentemente subjetiva y sólo excepcionalmente objetiva, en los
casos especialmente previstos por la ley).
Destacamos que la noción “servicio público” no es tomada en su sentido técnico, sino como “toda la
actividad jurídica o material emanada de los poderes públicos que constituye la función administrativa”, es
decir, Administración en sentido objetivo (como actividad).
Al desplazarse la noción de culpa personal (que sólo era tenida en cuenta paralelamente en los casos
en que el agente público además hubiera actuado con culpa o dolo, y configurando en el caso
responsabilidad exclusivamente personal), se abrió camino al sentido publicista que fue ampliando la
responsabilidad estatal, abarcando nuevos ámbitos como la expropiación, la protección de los derechos
adquiridos, la prohibición de enriquecimiento sin causa estatal, etcétera.
115
Pública.
Fundamento. Principios generales. Soluciones legales y jurisprudenciales.
En primer lugar repetimos que la responsabilidad que aquí vemos es aquella en la que incurre el
Estado por sus actos de administración, y no aquella producto de sus actos como persona jurídica privada
(que la regula el Derecho Privado y en particular el CC). Dentro de esta responsabilidad por actos públicos,
distinguimos, como en la privada, una de índole contractual (violación de contratos administrativos) y otra
extracontractual, que es la que aquí estudiamos. Y finalmente, esta se subdivide a su vez en responsabilidad
por actividad lícita, y por actividad ilícita: la distinción obviamente no se da en torno al concepto de culpa,
sino a una idea similar a la faute de service (falta de servicio) francesa, que se evalúa en relación a leyes y
reglamentos administrativos.
Pero estas dos categorías tienen los mismos fundamentos, que son Principios Generales de nuestro
Derecho Público nacional: la corrección del desequilibrio causado por el daño al administrad, que por ello
merece restitución (basado en la igualdad de las cargas públicas del art. 16 CN) y la inviolabilidad de la
propiedad (art. 17 CN).
Lo dicho encuentra base jurisprudencial en los fallos “Laplacette” (combinó los arts. 17 y 18 CN);
“Cantón” y “García, Ricardo Mario” (arts. 16 y 17 CN), de la CSJN.
Como teorías opuestas a esta, vemos la “Teoría de la indemnización” alemana, que divide la
responsabilidad en la que surge del factor culpa y la objetiva; y la “Teoría de la lesión antijurídica resarcible”
española, que si bien ubica un fundamento unitario de toda responsabilidad estatal, pretende hacerlo sobre
la base de normativa positiva y no sobre Principios Generales del Derecho Público.
Presupuestos de responsabilidad.
1. Imputabilidad material del acto o hecho a un órgano del estado en ejercicio u ocasión de sus
funciones: la imputabilidad es puramente objetiva, prescindiéndose por completo del requisito de la
voluntariedad. Consecuencia: la Administración será responsable por los hechos ejecutados por un
funcionario público demente, y también cuando no pueda individualizarse al responsable.
2. Daño en el patrimonio del administrado: a) puede ser actual o futuro (ej.: imposibilidad de futuras
cosechas que se hubieran producido de no mediar el acto o hecho estatal), pero debe ser cierto, lo
que excluye el daño puramente eventual, y basta al respecto “la suficiente probabilidad de que
acontezca según el curso ordinario y natural de las cosas” (según la CSJN en “Godoy”); b) debe estar
individualizado; c) debe ser apreciable en dinero (aunque sea daño moral); d) el daño puede darse
sobre un derecho subjetivo o un interés legítimo.
3. Relación de causalidad entre el hecho o acto administrativo y el daño causado, que como dijimos
puede darse aunque no esté individualizado su autor.
4. Factor de atribución, que siempre es objetivo (salvo el caso del Estado respondiendo subjetivamente
por entes autárquicos -Dromi-), lo que se consagró en “Vadell”.
5. Falta de servicio, por cumplimiento irregular de las obligaciones impuestas por la CN, la ley o un
reglamento (caso responsabilidad por actos ilegítimos); o legitimidad del acto por observancia de
todas las formas legales establecidas, sumada a particular sacrificio del administrado por el accionar
estatal, y ausencia del deber de soportar el daño (caso responsabilidad por actos legítimos; estos
últimos agregados en el caso “Columbia” que completó la materia).
La Corte tomó los 3 primeros presupuestos en el caso “Tejedurías Magallanes”.
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actividades lícitas del Estado deben ser soportadas por los administrados, en la medida en que al ser ellas
realizadas en miras al interés general, principios de solidaridad social así lo justifican.
Respecto de esta problemática, la CSJN, en “Laplacette” optó por su no inclusión, de acuerdo al art.
10 de la Ley Nacional de Expropiación. Esta doctrina fue seguida en “Los Pinos”, “Cantón”, “Winkler” y
“Motor Once”. Pero en “Sánchez Granel”, anterior a “Motor Once”, el lucro cesante fue otorgado. La
tendencia actual es a cubrir todo el daño realizado, sea que en el caso concreto él esté representado por el
daño emergente, o sobre el lucro cesante. Sin embargo, legalmente se han visto limitaciones a la aceptación
del resarcimiento de esta categoría (decretos 436/00 y 1023/01; leyes 25344, 25414 y 25453).
Finalmente, cuando se comprueba que el daño se realizó con dolo del funcionario judicial, la
responsabilidad será meramente personal de éste, pues no resulta justo que toda la comunidad soporte el
resarcimiento por la actitud que ha tomado dicho funcionario (lo que ocurriría si el Estado indemnizara con
sus arcas, provenientes del aporte de todos los ciudadanos).
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no de la actuación estatal. Resalta sin embargo que se ha admitido sin vacilaciones (tanto en doctrina como
en jurisprudencia de la Corte) la indemnización por actos legislativos declarados ilegítimos por sentencia
judicial firme: el Alto Tribunal así lo determinó en casos en que la lesión provenía de leyes, decretos-leyes y
reglamentos del Ejecutivo que son materialmente legislativos.
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