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EVOLUCIÓN Y
CONVERSIÓN
René Girard
En diálogo con
João Cezar de Castro Rocha
y
Pierpaolo Antonello
2
Pierpaolo Antonello2
Quizás la comparación con la forma musical de las variaciones sobre un mismo tema sea un
punto de partida adecuado para presentar este libro. En el fondo, la propia obra de René
Girard puede ser comprendida de ese modo, ya que, en más de una ocasión, el creador de la
teoría mimética ha reconocido que su reflexión gira en torno a dos conceptos clave: el
carácter mimético del deseo humano y la centralidad del sacrificio en la aparición de la
cultura y de todas sus instituciones –desde la emergencia del lenguaje a la creación de las
religiones, desde la formulación de ritos y mitos al surgimiento de estructuras políticas de
control de la violencia–. La obra de René Girard, por tanto, articula variaciones siempre
más complejas a partir de estos dos temas fundamentales.
Al mismo tiempo, esta noción describe muy bien el estilo de pensamiento del creador de la
teoría mimética, ya que el diálogo desempeña un papel relevante en el desarrollo de su
reflexión. El primer momento de una presentación completa de su pensamiento tuvo lugar
con la redacción de Las cosas ocultas desde la fundación del mundo (1978), libro que, como
se sabe, adquirió su forma final a través de una serie de conversaciones con Jean-Michel
Oughourlian y Guy Lefort3. No es casualidad, por tanto, que el último gran libro de René
Girard, Achever Clausewitz (2007)4, haya sido el fruto de un diálogo sistemático con Benoît
1 Profesor de Literatura Comparada de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), Investigador del
Conselho Nacional de Pesquisa Científica (CNPq) y Presidente de la Asociación Brasileña de Literatura
Comparada (2016-2017).
2 Profesor de Literatura Italiana, St. John’s College, Universidad de Cambridge. Chair del Departamento de
Política, guerra y apocalipsis. Conversaciones con Benoît Chantre. Trad. de Luciano Padilla López, Buenos
Aires-Madrid, Katz, 2010.
3
En esta breve presentación, por tanto, tenemos que tratar de la historia de las ediciones de
este libro, a fin de justificar su reedición en español8 con un nuevo título. Y aprovechamos
para realizar una aclaración importante en lo tocante a la organización de Evolución y
conversión: como los diálogos con René Girard tuvieron lugar en inglés, las obras citadas
hacen referencia a ediciones efectivamente consultadas, en general, en ese mismo idioma.
Por eso, las obras de autores franceses, italianos o alemanes, entre otros, se citan en
ocasiones en inglés o, lo que es lo mismo, preferimos indicar las ediciones con las que
efectivamente trabajamos.
De hecho, la trayectoria de este libro tuvo comienzo en lengua portuguesa con la edición de
Un largo argumento de principio a fin9. A lo largo de los años siguientes, comenzó a
5 Roberto Fernández Retamar, “Entrada”. En: Entrevisto. La Habana, Ediciones Unión, 1982, p. 7.
6 Véase la introducción, más adelante, especialmente p. 28-29.
7 “L’ultimo dei Porcospini. Intervista a René Girard”. Iride, Italia, v. 19, 1996, p. 573-620. Agradecemos a
Andrea Borsari la oportunidad de publicar esta primera versión de nuestros diálogos con René Girard.
8 Este es el prefacio a la segunda edición brasileña y, por tanto, lo que aquí se viene diciendo es sobre la
edición en portugués. La edición en español ha seguido un recorrido similar, y cuenta ahora, en su segunda
edición, con el asesoramiento de los coautores del texto, João Cezar de Castro Rocha y Pierpaolo Antonello.
Por eso mismo, en adelante nos referiremos a esta segunda edición en español.
9 René Girard, Um Longo Argumento do Princípio ao fim. Diálogos com João Cezar de Castro Rocha e Pierpaolo
Antonello. Rio de Janeiro, Topbooks, 2000. Edición enriquecida con una “Bibliografía de René Girard”,
“Bibliografía sobre René Girard” y, por último, con un álbum de fotos realizado por sugerencia del editor José
Mário Pereira. Aprovechamos la ocasión para reconocer su esfuerzo, así como el apoyo de Univercidade, que
4
El libro encontró una recepción muy positiva, especialmente en Francia. Además de recibir
el “Prix Aujourd’hui” en 2004, varias ediciones se agotaron y hoy se puede encontrar
disponible como edición de bolsillo, típica de aquellos títulos que son bien aceptados por el
público18. Este hecho nos animó a preparar esta nueva edición especialmente pensada para
el público latinoamericano, con el propósito de estimular reflexiones sobre los posibles
vínculos entre los presupuestos de la teoría mimética y las circunstancias peculiares de la
historia cultural de Latinoamérica19. Es decir, pretendemos estimular el futuro desarrollo
de una contribución latinoamericana radicalmente mimética a la teoría de René Girard.20
permitió invitar al autor para el lanzamiento del libro y para impartir unas conferencias. Resultado de todo
ello fue la edición de Lições de René Girard na Univercidade, Rio de Janeiro, Editora da Univercidade, 2001.
10 René Girard, Origine Della Cultura e Fine Della Storia. Dialoghi con Pierpaolo Antonello e João Cezar de Castro
15 O Puvodu Kultury: Hovory s Pierpaolem Antonellem a Joãem Cezarem de Castro Rocha. Brno, Centrum pro
Littérature, 2006.
19 Ver, de João Cezar de Castro Rocha, “Historia Cultural Latinoamericana y Teoría Mimética: ¿Por una Poética
américaines et poétique de l’émulation. Littératures des faubourgs du monde? Paris, Éditions Pétra, 2015.
5
Es importante, por lo tanto, esclarecer en qué medida Evolución y conversión no es sólo una
segunda edición revisada y ampliada en español, sino que es prácticamente un nuevo libro.
Hay que recordar que el diálogo con René Girard tuvo lugar en inglés. Sin embargo, como
hemos indicado arriba, antes de la aparición del libro en su versión “original”, se publicaron
innumerables traducciones. Y, en cada nueva versión, y de común acuerdo con el pensador
francés, se incorporaron nuevos pasajes, se esclarecieron algunas cuestiones concretas, e
incluso se realizaron ajustes y adaptaciones significativas en la estructura del libro.
Bastaría un ejemplo para que el lector aprecie las variaciones que realizamos a lo largo de
los años.
En Francia en 2003, Régis Debray, fiel a su perfil belicoso, lanzó Le Feu Sacré, que atacaba a
la teoría mimética sin más explicaciones. Léase, por ejemplo, lo que piensa Debray acerca
de la metodología girardiana y del uso constante de textos como fuente de evidencia
indirecta: “Ningún número, ninguna fecha, nombre de país, estadística. Cartografía o
cronología: inútiles. Del mismo modo, ninguna institución. Ni batallas ni contexto.” La
conclusión de la cita es todavía más elocuente: como Girard confía en las Escrituras,
entonces, en su obra son “insignificantes las fuentes, las dataciones y los métodos de
composición”21. René Girard es igualmente conocido por el tono polémico de sus escritos y
no tardó en contestar. Sin embargo, reconoció en este diálogo que “en su libro Le Feu sacré
[El fuego Sagrado], Régis Debray me ‘alaba’ en quince páginas feroces.” 22
Por lo tanto, la edición francesa de Les origines de la culture incluyen un postfacio, inédito
hasta entonces, en el que Girard responde a las críticas de Debray23. Se trata de una parte
que naturalmente no se encuentra, por ejemplo, en las publicaciones anteriores en
portugués y en italiano y que tampoco fue incluida en la edición posterior en inglés, ya que
el debate entre Debray y Girard permaneció, de alguna manera, circunscrito al entorno
Cezar de Castro Rocha. París, Éditions Desclée de Brouwer, 2004, p. 249-78. Recordamos que la respuesta a
Régis Debray fue incluida también en la primera edición en español, hecha a partir de la traducción francesa y
sin consultar a los autores: Los orígenes de la cultura. Conversaciones con Pierpaolo Antonello y João Cezar de
Castro Rocha. Madrid, Trotta, 2006, p. 187-209.
6
intelectual francés. Es por esto mismo que tampoco incluimos el dicho postfacio en la
presente edición.
La edición brasileña de 2000 contaba con seis capítulos y con nuestra introducción. La
edición que el lector tiene ahora en sus manos está compuesta por siete capítulos, nuestra
presentación e introducción y una cronología completa de la vida y obra del pensador
francés, además del prefacio de Michael Kirwan –uno de los estudiosos más reconocidos de
la teoría mimética–. Estas dos ediciones contaban con la bibliografía completa de los libros
publicados por René Girard, así como con una bibliografía seleccionada de trabajos sobre la
obra girardiana.
24 “Al contrario de lo que piensa Régis Debray, que en Le Feu Sacré intenta probar que estoy equivocado”.
Véase, en este libro, el capítulo 3, p. 141.
25 Hecho que ayuda a entender la razón de haber contado con dos traductores para traducir íntegramente del
inglés el texto al español y del portugués este prefacio y las ampliaciones y cambios presentes en la segunda
edición brasileña.
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Veamos, pues, en qué medida nuestro diálogo contribuyó a la arquitectura del pensamiento
girardiano.
En primer lugar, intentamos investigar los vínculos entre la vida y la obra de René Girard,
recuperando el método empleado por el pensador francés en el estudio de los clásicos de la
literatura occidental. En sus propias palabras: “no es con la biografía de Dostoyevski con la
que explicaremos su obra, sino que tal vez consigamos, gracias a la obra, hacer la biografía
de Dostoyevski verdaderamente inteligible” 26. Partimos del mismo principio en relación a
la vida y la obra del propio René Girard. Así, por ejemplo, el lector encontrará páginas
reveladoras sobre el encuentro del joven Girard con iconos de la pintura moderna, como
Picasso y Braque. Y todo pasa como si desde siempre la explicación del carácter mimético
del deseo formase parte de su día a día: “La única preocupación de Picasso era que Matisse
tuviese tantos cuadros como él en la exposición, unos cuadros cuya importancia en el
conjunto de la obra fuese semejante” 27. Ahora bien, no se trata de afirmar lo obvio –el
pensador reconstruye retrospectivamente su memoria a partir de la teoría que desarrolla–,
sino de dejarse sorprender por el doble vínculo de obra y vida que se modelan
recíprocamente. Ese es el sentido fuerte de su confesión: “No es por ser cristiano por lo que
pienso del modo en que pienso; es por mis investigaciones por lo que me hice cristiano.
También cuestiono la distinción entre conversión intelectual y conversión emocional”28. Es
decir, es la obra la que ilumina la vida –exactamente como en el caso de Dostoievski
estudiado por Girard–.
En segundo lugar, hemos buscado tanto esclarecer la dinámica del mecanismo mimético,
entendido en toda su complejidad, como enfrentar al pensador francés con las críticas y los
comentarios suscitados por su obra. En el tercer capítulo, por ejemplo, las hipótesis
girardianas sobre el origen de la cultura humana fueron releídas a la luz de investigaciones
recientes, muy posteriores a su formulación inicial en Des choses cachées despuis la
fondation du monde (1978).29 De modo que podemos afirmar que este libro ofrece no solo
una introducción al pensamiento girardiano, sino que también propone nuevas cuestiones
para el desarrollo futuro de la teoría mimética.
Finalmente, en ese sentido, en el capítulo 5, las discusiones acerca del estatuto de evidencia
en la teoría mimética, es decir, sobre la formulación de una epistemología adecuada a las
preocupaciones de René Girard, quizás constituyan la principal contribución de este libro.
Al final, la “angustia de la evidencia” atraviesa toda la obra girardiana; 30 en consecuencia,
este es uno de los núcleos más prometedores para desarrollos ulteriores de la teoría
mimética. En todo caso tenemos que reconocer que damos aquí apenas un primer paso, que
se ha de completar con nuevas investigaciones e intuiciones.
Ahora bien, si el proyecto de un libro como este representa también una invitación para
que el lector llegue a escribir sus propios libros, entonces el carácter inconcluso de las
cuestiones planteadas en este diálogo puede ser visto como una virtud: una virtud
pirandelliana.
Es decir, como Pirandello podría haber dicho: (algunas) cuestiones en busca de (nuevos)
autores.
29 Sobre este tema, véase, de Pierpaolo Antonello y Paul Gifford, “From Animal to Human: What Mimetic
Theory Brings to the Understanding of Cultural Evolution”. Ensayo disponible en el site de la Fundación
Imitatio: http://www.imitatio.org/uploads/tx_rtgfiles/Pre-symposium_Briefing.pdf.
30 Estamos pensando en la presentación de João Cezar de Castro Rocha al libro de René Girard, Dostoyévski:
Do Duplo à Unidade. Trad. Roberto Mallet, São Paulo, Editora É, 2011, especialmente páginas 12-14.
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Prólogo
Michael Kirwan
Algo muy extraño e inesperado ocurrió con el profesor René Girard y con la “teoría
mimética” que ha sido el trabajo de su vida. Ambos parecen haber alcanzado
respetabilidad. En noviembre de 2005 René Girard fue declarado “inmortal”, es
decir, fue elegido miembro de la Académie française: en Francia no existe honor
más alto o más importante reconocimiento a los logros intelectuales del profesor
Girard. Y, con todo, la recepción de las ideas de Girard en su país de origen no
siempre ha sido fácil.
¿Qué nos dice el erizo? Girard llama la atención hacia la naturaleza imitativa o
mimética del deseo humano, por el que sentimos a la vez atracción o repulsa unos
de otros, como si cayéramos en un campo gravitacional. Nuestro anhelo por lo que
el otro tiene o lo que el otro es nos ata a esa persona con una cadena de aversión
fascinante. Sabemos esto gracias a las principales voces de la edad moderna:
Shakespeare, Hegel, Dostoyevski, Proust tanto como a partir de los incontables
ejemplos de la vida cotidiana. A pesar de lo que los Románticos nos hagan creer
sobre la inocencia de nuestros deseos, hay dentro de nosotros un enorme potencial
1En un famoso ensayo, “El erizo y la zorra”, publicado en Russian Thinkers, Isaiah Berlin distinguía
entre dos tipos de pensadores a partir de un verso del poeta griego Arquíloco: el erizo (the
hedgehog), que “sabe una cosa importante”, y la zorra (the fox), que “sabe muchas cosas”. Las
denominaciones se hicieron populares en lengua inglesa. Girard es, siguiendo a Berlin, un “erizo”.
[En español el ensayo se publica de forma autónoma en el volumen El erizo y la zorra, trad. de
Carmen Aguilar, Barcelona, Muchnik, 1998, con un prólogo del premio nobel Mario Vargas Llosa].
10
Tenemos, por tanto, una teoría general, multidisciplinar, que trata de explorar las
relaciones entre religión, orígenes de la cultura y violencia. Durante cincuenta años
Girard se ha estado preguntando tres grandes cuestiones: ¿qué hace que las
11
Evolución y conversión pretende ser una actualización de Las cosas ocultas desde la
fundación del mundo, más de treinta años después, prestando atención a
problemas sin resolver, además de una oportunidad para responder a las críticas.
Esto es totalmente cierto, y es oportuno en gran medida que se use el mismo
formato: René Girard en una conversación a tres bandas con interlocutores en
sintonía con él. Hay mucho que volver a examinar: la cuestión de la desaparición o
declive de la religión, por ejemplo, ahora se presenta muy distinta respecto a como
lo hacía en 1978. Más importante aún, en Las cosas ocultas Girard desechaba el
“sacrificio” como una noción pagana que no debería tener lugar en la vida o el
pensamiento cristiano. Como resultado de esto, sugirió que la “Carta a los Hebreos”,
2 Hent de Vries y Laurence E. Sullivan (eds.), Political Theologies: Public Religions in a Post-secular
World, Fordham (NY), Fodham University Press, 2006, p. 7. Véase también Hent de Vries, Religion
and Violence: Philosophical Perspective from Kant to Derrida, Baltimore (MD), John Hopkins
University Press, 2002, para la afirmación: ninguna religión sin (al menos alguna) violencia, ninguna
violencia sin (al menos alguna) religión.
3 Terry Eagleton, After Theory, Oxford, Oxford University Press, 2003, pp. 72-73.
13
Esta es la “revisión” más obvia del texto de 1978: lo que Evolución y conversión
clarifica son las otras formas en las que, a lo largo de más de treinta años, la teoría
mimética ha madurado y su fertilidad se ha hecho más evidente, partiendo de los
trabajos pioneros de Girard de la década de 1970; trabajos que provocaron
entusiasmo. Podemos mencionar, por ejemplo, el interés que Girard ha mostrado
recientemente en los vedas Hindúes, particularmente en los brahmanas, como
ilustrativos del mecanismo sacrificial. Otra área en la que parece que la teoría
mimética inesperadamente va a ser relevante es en su convergencia con los
actuales desarrollos de las ciencias conductuales y en las neurociencias
(particularmente: Meltzoff y Moore sobre el desarrollo “intersubjetivo” infantil;
Rizzolati et al. sobre las “neuronas espejo”). Es oportuno señalar de paso el interés
que Girard muestra en el trabajo de Richard Dawkins sobre memética: ¿es posible
que una conversación entre esta pareja tan diferente de pensadores pueda ser una
vía más allá de la “guerra cultural” del secularismo científico contra la religión, en
la que Dawkins es un destacado representante?
Lo que nos lleva al tercer aspecto del trabajo de Girard –para él, el más
importante–. Ya tenemos un par de malas noticias: en primer lugar, el deseo es
mimético y, por tanto, potencialmente rivalitario y violento; en segundo lugar,
dependemos del mecanismo expiatorio para el establecimiento y mantenimiento
del orden social a expensas de la víctima inmolada. A estas les siguen las Buenas
Nuevas, es decir, el poder desenmascarador de las Escrituras judías y cristianas.
Cristo, al proclamar el amor del Padre y al tomar para sí el papel del Siervo
sufriente, expone la labor del mecanismo expiatorio. A través de la muerte y la
resurrección de Jesús la víctima es declarada inocente para siempre y el Padre se
muestra absolutamente libre de esta acción violenta.
llama “un largo argumento del principio al final”). Este viaje es también uno de los
más dramáticos intentos en tiempos modernos de unir la batalla intelectual por la
verdad con la aventura que es la fe en el evangelio. Como ha descrito un crítico, no
sin cierto grado de ironía: con René Girard “el Reino de Dios ha llegado a ser
científico”.
16
Muchos de mis críticos han dicho: “¡oh, es un buen observador, pero no tiene poder
de razonamiento!” No creo que esto tenga visos de verdad, puesto que El origen de
las especies es un largo argumento desde el principio hasta el final y no ha
convencido más que a unos pocos hombres capaces.
Roberto Calasso, en La rovina di Kasch (La ruina del Kasch), dice que René Girard
es uno de los últimos erizos vivos, en el sentido de la metáfora que Isaiah Berlin
deriva del verso de Arquíloco: “El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una
única gran cosa”. La “gran cosa” que Girard sabe tiene nombre: chivo expiatorio.2
La observación de Calasso es correcta pero parcial, dado que Girard sabe otra gran
cosa, y su nombre es “deseo mimético”. Durante un período de casi cincuenta años
de quehacer teórico sobre estas dos hipótesis Girard ha construido todo un campo
de trabajo intelectual, “un largo argumento” comenzando con los orígenes de la
cultura y –pasando por los mitos y rituales arcaicos hasta la tragedia griega, desde
las escrituras judías y cristianas hasta los textos medievales de persecución, de las
obras de Shakespeare a las novelas modernas– terminando en el umbral del
sentimiento apocalíptico que surge en nuestra postmoderna y globalizada
sociedad. Este libro trata de reconstruir, a través de diálogos sistemáticos, este
amplio discurso argumentativo que Girard ha entretejido a lo largo de los años,
comenzando por sus primeros pasos intelectuales en Francia, donde nació en 1923,
hasta sus más recientes teorizaciones sobre antropología, filosofía, crítica literaria
1 Charles Darwin, The Autobiography of Charles Darwin and Selected Letters, Francis Darwin (ed.),
Nueva York, Dover, 1958.
2 Roberto Calasso, La Rovina di Kasch, Milán, Adelphi, 1983, p. 205. [Existe traducción al castellano
Fue nuestro propósito volver a evaluar junto con Girard los principios
fundamentales de su teoría, comenzando por una actualización de la más
sistemática de sus obras: Las cosas ocultas desde la fundación del mundo. Quisimos
reconsiderar problemas teóricos y metodológicos que permanecieran sin resolver,
y estimular análisis más profundos sobre cuestiones sólo parcialmente exploradas
por Girard en sus libros.3 Además, le permitimos responder a las críticas que le
habían hecho a lo largo de los años, tratando de estimular una discusión que
podría reproducir, en forma de diálogo, lo persuasivo de su estilo argumentativo.
Además, convencidos como estábamos de que cualquier discurso intelectual no
puede ni debe estar separado de una implicación “existencial” (sobre todo si la
noción de conversión tiene aún un papel esencial, como lo tiene para Girard),
optamos por introducir nuestra discusión teórica con un relato autobiográfico de
la vida de Girard –y, de hecho, este libro podría ser considerado, seguramente, por
parte de Girard, como una especie de autobiografía intelectual–. Desde luego no
creemos que la vida de un pensador pueda leerse únicamente haciéndola coincidir
con su obra o con sus ideas, creando una especie de profecía autocumplida. Al fin y
al cabo, los acontecimientos son siempre contingentes. Sin embargo, relatar la
historia personal de uno mismo quiere decir que se cree que la propia vida es parte
intrínseca de este “largo argumento”. La decisión de Darwin de embarcarse en el
Beagle “como una aventura” no es razón suficiente para la elaboración y
destilamiento de su “largo argumento”, pero ciertamente constituye una razón
necesaria.
3 La primera parte de este diálogo tuvo lugar en otoño de 1995 (P. Antonello y J.C. de Castro Rocha,
“L’ultimo dei porcospini. Intervista biografico-teorica a René Girard”, Iride, 19 [1996]:9-56). El
resto de la discusión tuvo lugar durante la primavera y el verano de 1999, dando como resultado el
volumen Um Longo Argumento do Principio ao Fim. Diálogos com João Cezar de Castro Rocha e
Pierpaolo Antonello, Rio de Janeiro, Topbooks, 2000. Finalmente se amplió en 2003 para las
ediciones italiana y francesa: Les Origines de la culture: Dialogues avec Pierpaolo Antonello et João
Cezar de Castro Rocha, Paris, Desclée de Brouwer, 2004.
4 J.-P. Dupuy, “Mimésis et morphogénesè”, en M Deguy y J.-P. Dupuy (eds.), René Girard et le
5Para un análisis reciente de esta cuestión, véase S.R. Garrels, “Imitation, mirror neurons, and
mimetic desire. Convergence between the mimetic theory of René Girard and empirical research on
imitation”, en Contagion, 12-13 (2006): 47-86. Sobre todo, véase Scott R. Garrels (Org.), Mimesis and
Science: Empirical Research on Imitation and the Mimetic Theory of Culture and Religion. Michigan,
Michigan State University Press, 2011.
20
6 En su sentido etimológico la palabra “thing” [cosa] es lo que se disputa. Tiene su origen en el alto
alemán antiguo Ding, “asamblea pública para el juicio y los negocios, proceso judicial”. Lo mismo se
puede decir para las lenguas neolatinas: el francés chose, y el italiano y español cosa, derivan del
latín causa: “proceso judicial, juicio, caso”.
21
Evolución y victimización
7Michel Serres, Atlas, Paris, Juillard, 1994, pp. 219-220. [Existe trad. al español de Alicia Martorell,
Atlas, Madrid, Cátedra, 1995, p. 211].
22
Hemos creído útil retomar la cuestión una vez más, conectándola con
consideraciones adicionales etológicas y simbólico-cognitivas sobre el desarrollo
humano, en un esfuerzo por explicar en profundidad la hipótesis de Girard.
Obviamente, somos conscientes de que algo como una teoría panorámica
necesitaría un análisis más amplio y un espectro más extenso de investigación; no
obstante, este nuevo debate permite a Girard subrayar mejor el perfil realista y
científico de su investigación, la continuidad evolutiva de lo natural y lo cultural, y
proponer un nuevo paradigma antropológico. Este paradigma puede explicar
algunas de las características, en apariencia paradójicas, del desarrollo cultural y
técnico humano, como la emergencia de tabúes y prohibiciones, el nacimiento de
la agricultura, la domesticación de animales y el intercambio de dones.
8 Véase Jacques Monod, Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology
Nueva York: Alfred A. Knopf, 1971).
9 Siguiendo esta observación, la hipótesis girardiana permite reconsiderar el concepto de selección
de grupo, que, después de años de radical censura, ha sido recientemente rescatado por los teóricos
evolucionistas, en un esfuerzo por explicar la emergencia del comportamiento “altruista” en
animales, así como para justificar la persistencia de “supersticiones” religiosas en las sociedades
humanas.
24
Epistemología y conversión
10Como afirma Paisley Livingstone: “No necesito que la empresa científica de la hipótesis de Girard
se haya producido a través de la Revelación “subterránea” presente en las Sagradas Escrituras. Mi
postura ante esta cuestión es que muchas de las intuiciones originales de Girard sobre las
interacciones y motivaciones humanas están separadas de manera lógica de este tipo de
proposiciones teológicas”. P. Livingstone, Models of Desire, Baltimore [MD], John Hopkins University
Press, 1992, p. xviii.
26
Cristianismo y postmodernidad
11Véase M. S. Barbieri (ed.), La Spirale mimétique: dix-huit leçons sur René Girard, París, Declée de
Brouwer, 2001.
27
Por tanto, de acuerdo con Girard, el cristianismo podría ser visto entonces, en
relación a la historia humana, como análogo a lo que la cultura supuso en el
proceso de selección natural: el momento en el que el hombre deja de ser víctima
del ciego proceso de selección darwinista, y comienza, por medio de la cultura, a
liberarse a sí mismo de él. Del modo semejante, el cristianismo representa el
momento en que el hombre es liberado de la necesidad de usar la lógica de lo
sagrado, es decir, producir chivos expiatorios y sacrificarlos para poner fin a los
conflictos y las crisis. En su lugar, reconoce la inocencia de todas las víctimas que
han sido perseguidas con esa intención y lo injusto de su victimización. Esta
ruptura del orden sacrificial desencadena un desarrollo histórico inesperado que
12 Véase D. Dennett, Breaking the Spell: Religion as a Natural Phenomenon, Londres y Nueva York,
Viking, 2006 y R. Dawkins, The God Delusion, Londres, Bantam, 2006.
13 R. Girard, I See Satan Fall Like Lighting. Maryknoll, MD: Orbis, 2001, p. 40
28
dominados por una lógica sacrificial está siempre presente (y los atentados del 11
de septiembre lo prueban). Por supuesto, hay también una posibilidad de
redención –cualquiera que sea el nombre bajo el que el discurso contemporáneo
enmascare este potencial desarrollo (Homo reciprocus, defensa de las víctimas, no
violencia, o, en el caso de Girard, la imitatio Christi)– que puede transformar el
peligro potencial de la imitación recíproca en una imitación productiva y pacífica. Y
esto es de lo que trata la preocupación ética contemporánea.
una familia en la que había realistas de la Acción Francesa,1 mis padres fueron
Gaullistas desde un principio.
Mi madre era una buena católica, ortodoxa pero bastante liberal: un espíritu libre.
Yo dejé de ir a la iglesia más o menos con 12 o 13 años. Y después, no volví a ir
hasta que tuve 38 años. Pero sería un error decir que no hay elementos católicos
en mi formación. Como mi padre había sido educado en la escuela local jesuita de
Aviñón, nos envió a todos sus hijos al Liceo, el instituto laico de educación
secundaria del estado, aunque yo asistí a las clases optativas de catecismo. Mi
madre era una católica francesa, pero era una intelectual. Por ejemplo, le
encantaba François Mauriac.2 Sabía también un poco de italiano y acostumbraba
leernos la novela de Alessandro Manzoni, Los novios. Solíamos pedirle que nos
releyera el episodio de la peste que nos dejaba totalmente fascinados. Y durante
mucho tiempo llamamos a ese libro “La Peste de Milán”.
1 Revista de derecha fundada en 1908 y editada por el escritor Charles Maurras (1868–1952), el
historiador Jacques Bainville (1879–1936) y el periodista Léon Daudet (1868–1942).
Contemporáneo al “Caso Dreyfus”, se fundó un comité nacionalista y anti-Dreyfus que luego se
convertiría en la ‘Liga de Acción Francesa’. Influido por Maurras, este movimiento apoyó el
‘nacionalismo radical’ y la monarquía anti-parlamentaria, con la Iglesia católica como guardián del
orden tradicional.
2 François Mauriac (1885–1970) fue un escritor cristiano. Es autor de diversas novelas, como La
Robe prétexte (1914); La Chair et le sang (1920); Thérèse Desqueyroux (1927), o La Fin de la nuit
(1935). Escribió también ensayos sobre Racine y Pascal y la famosa Vie de Jésus (1936). Recibió el
Premio Nobel en 1952.
32
capital fue difícil para mí: ¡era diez veces peor que Lyon! Habría vuelto a Aviñón,
pero era por completo imposible. Debido a la partición alemana de Francia (que se
mantuvo incluso después de que la zona de Vichy fuera ocupada), los estudiantes
del sur no podíamos regresar a casa, excepto durante las vacaciones de verano.
¡Así que fue gracias a los alemanes que me quedé en París y terminé mis estudios
en archivística y paleografía!
En todo caso, no estaba contento con mi escuela. Era muy positivista en sus
métodos. Esperaban de nosotros que llevarámos a cabo investigaciones en
archivos, que editáramos manuscritos y cosas así. Y las condiciones de vida eran
realmente malas para alguien sin familia y sin conexiones en la campiña.
Resumiendo, fue un tiempo duro, especialmente durante los últimos dos años de la
guerra. Además, no pude ‘encontrarme a mí mismo’ porque no me daba realmente
cuenta de que no me gustaba la Ecole des Chartes, ya que no podía compararla con
ninguna otra experiencia. La mayoría de los cursos eran extremadamente fácticos
y secos.
3 René Char (1907–88), poeta francés, vivió su juventud en La Provenza. En sus primeros libros,
Artine (1930) y Le Marteau sans maître (1934), se acercó a la experiencia surrealista. Durante la
Segunda Guerra Mundial se convirtió en una figura legendaria de la resistencia contra los alemanes.
Su libro Feuillets d’hypnos (1946) fue inspirado por la experiencia de la guerra. Entre sus trabajos se
encuentran Recherche de la base et du sommet (1955) y Commune présence (1964).
4 En septiembre de 1966, por recomendación de Jean Beaufret - filósofo francés y traductor de
Heidegger - Char invitó a Heidegger a una serie de seminarios anuales en Le Thor, La Provenza. Los
seminarios (que tuvieron lugar en 1966, 1968 y 1969) se centraron en Heráclito y Parménides, y
están publicados en Seminare, Gesamtausgabe, Vol. 15, Frankfurt a.M., Klostermann, 1986, y la
traducción francesa en Questiones IV, París, Gallimard, 1958, pp. 197–306. Sobre la relación de
Heidegger con Char, ver Rü diger Safranski, Martin Heidegger. Between Good and Evil, trans. Edwald
Osers, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1998, pp. 303–4. [Existe trad. española de Raúl
Gabás, Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo, Tusquets Editores – col. Fábula, 2003,
pp. 463-464].
33
primer verdadero interés literario fue Proust, pero mis amigos no lo aprobaban
porque la novela en general y Proust en particular eran vistos como horriblemente
démodé y dépassé. Cuando me fuí a los Estados Unidos –aunque inicialmente se
suponía que iba a pasar sólo dos años allí– René Char estuvo muy crítico. Vió mi
opción como una traición, y hasta cierto punto estaba en lo cierto. La atmósfera
estética e intelectual en la que me encontraba era extraña para mí. Sin admitirlo,
sin ser realmente consciente de ello, quería escapar de todo.
René Char era amigo cercano de Yvonne Zervos, la esposa de Christian Zervos, 5 un
conocido investigador de las artes visuales, tanto antiguas como modernas, así
como un importante comerciante de arte en París. Más aún, era buen amigo de
Picasso, de Braque y de Matisse –de toda la École de Paris. Gracias a René Char,
Jacques (mi mejor amigo en ese momento) y yo fuimos invitados por Zervos a su
impresionante departamento en la rue du Bac, en París que albergaba algunas
pinturas cubistas de Picasso y de Braque, así como otros trabajos únicos de la École
de Paris.
Para atraer visitantes a Aviñón, Zervos tuvo también la idea de sugerir a Jean Vilar
–que por entonces era ya un actor y director bien conocido– lanzar un festival de
teatro en Aviñón, en el mismo Palacio de los Papas. Todo salió exactamente como
Zervos planeó. La exhibición de pintura fue un éxito y el Festival de Teatro Jean
Vilar fue otro éxito incluso mayor –es todavía uno de los festivales de verano más
importantes de Francia–.
Es posible que la idea original de hacer la exhibición viniera del mismo Picasso, al
que le encantaba hablar sobre su primera visita a Aviñón, cuando vino por primera
vez de España a París. Se detuvo en el Palacio de los Papas para visitarlo y, al ser
tan pobre, le ofreció al conserje pintar su retrato por cinco francos. La oferta fue
rechazada. Fue el deseo de Picasso al final de su vida tener su última exhibición en
el Palacio de los Papas, y así es como sucedió.
Sí, podría haber sucedido. Pero la idea de pasar mi vida entre archivos medievales
no me atraía. Tenía que irme. Mi primera oportunidad de marcharme fue una
oferta para enseñar en los Estados Unidos y la aproveché inmediatamente. De
hecho, tuve dos posibilidades. Inicialmente tenía un trabajo en la Biblioteca de las
Naciones Unidas. Era sin duda más prestigioso, pero comprendí enseguida que era
principalmente un trabajo de documentación al servicio de las delegaciones
nacionales de la ONU, lo que no incluía ninguna investigación personal. Además, la
primera persona que me encontré allí fue uno de mis queridos chartistes. Eso fue
suficiente para decidirme a tomar la segunda opción e irme a la Universidad de
Indiana donde debía enseñar francés y hacer el doctorado en historia.
Sí, por supuesto, pero la rigidez de la administración francesa limitaba los trabajos
que alguien con mi titulación podría obtener. Más tarde tuve una oportunidad y fue
posible gracias a Lucien Goldmann. Pude haber conseguido un trabajo en la Ecole
des Hautes Etudes en París. De hecho, él fue muy importante para mí porque
publicó un artículo increíble sobre mi primer libro titulado “Marx, Lukâcs, Girard y
la sociología de la novela”.6 El capítulo de mi libro sobre Proust fue publicado
también en Mediations, que era su revista.7
La otra oferta que estuve a punto de aceptar fue la de Friburgo. Estaba interesado
también en Friburgo porque es una buena universidad, no muy grande pero
¿Qué pensadores y escritores fueron importantes para usted cuando se trasladó a los
Estados Unidos?
10Véase R. Girard, Le bouc émissaire, Paris, Grasset, 1982, p. [me falta la página: he traducido
directametne del francés, pero de la edición en el recopilatorio De la violence à la divinité: es la
segunda página del cap. 10]. “los moviliza en el sentido en el que lo decimos, hoy en día, de los
militares o de los “militantes”, que tienen que movilizarse. ¿En qué consiste? En transformase en en
el famoso grupo fusionado con el que siempre soñó Sartre, sin decir nunca, claro está, que no
produce más que víctimas.”
37
Tenía 9 o 10 años. Recuerdo que aprendí a leer solo. Y esto es típico de mí porque
nunca he aprendido nada de las escuelas ni de las universidades. Soy un
autodidacta. Creo que esa es una de las razones por las que estoy constantemente
mirando de reojo hacia otras disciplinas. No aprendí nada en el Liceo y no aprendí
nada en la Ecole des Chartes. Hice un doctorado en Indiana, pero no fue nada
especial. Lo hice sobre historia contemporánea y mi tesis doctoral trataba de la
opinión estadunidense sobre Francia de 1940 a 1943. Hacerlo fue bastante fácil
para mí porque escribí una carta a la embajada francesa y me enviaron todos los
recortes de periódicos de aquel periodo. ¡Así conseguí todas mis citas! 11 Lo que
resultaba maravilloso en la Universidad de Indiana era la biblioteca y me acuerdo
de esos años como una época de intensa lectura. Recuerdo particularmente leer
poesía, como a Saint-John Perse.12 Poco después escribí un ensayo sobre su obra.
Fue mi primer artículo publicado.13
¿Por entonces leía usted a Sartre, teniendo en cuenta que era uno de los filósofos e
intelectuales franceses más importantes?
Sartre sólo llegó a ser importante para mí cuando ya vivía en los Estado Unidos.
Nunca me gustaron sus novelas, exceptuando Les Mots. La Nauseé me pareció
literalmente nauseabunda. No obstante, el primer libro filosófico que comprendí
11 René Girard, “American Opinion on France, 1940–1943”, PhD dissertation, Indiana University,
1953.
12 Saint-John Perse (1887–1975), pseudónimo de Alexis Saint-Léger. Léger fué un diplomático y un
poeta. Fue exiliado a los Estados Unidos por el gobierno de Vichy en 1940. Recibió el Premio Nobel
en 1960. Entre sus libros se encuentran Eloges (1911); Anabase (1924); Exil (1942); Vents (1946);
Chronique (1960); Oiseaux (1963).
13 René Girard, ‘L’Histoire dans l’oeuvre de Saint-John Perse’, en Romantic Review, 44 (1953): 47–
de verdad fue L’Etre et le néant. Recuerdo el capítulo sobre la mala fe.14 No podía
estar de acuerdo completamente con él, pero en ese momento no podía expresar
filosóficamente mi desacuerdo. Entonces de Sartre me pasé a Merleu-Ponty y a
todos los autores relacionados con la fenomenología, que me fascinaron y por un
tiempo quise escribir con estilo fenomenológico.
De hecho usted ya había identificado ‘ce moment capital dans ma vie où les grandes
lignes de mon oeuvre se sont présentées à moi; c’est très exactement au début de
1959, pendant je termine Mensonge romantique’15
14 Ver L’Etre et le néant (1943), Paris, Gallimard, 1991, en particular la primera parte, ‘Le Problème
de néant’, Ch. 2, ‘La Mauvaise foi’, pp. 82–107.
15 ‘Entretien avec René Girard’, en François Lagarde, René Girard ou la christianisation des sciences
Creo que por un lado es verdad que tiendo a no pertenecer a ambientes o a campos
específicos, pero, por otra parte, no puedo ser considerado un forastero en el
sentido clásico del término. Nunca me sentí un marginado como a muchos
intelectuales les gusta representarse a sí mismos. Probablemente esto se debe a
que tenía, y todavía tengo, un fuerte sentimiento de pertenecer a mi infancia. Tuve
una infancia muy feliz y he intentado siempre rodearme de objetos de mi niñez.
Cosas sencillas como la comida o los libros que leí cuando era un niño, como la
versión reducida del Quijote o las novelas del Comtesse de Ségur.17 Así es que,
aunque no pertenezco estrictamente a ningún sitio, tampoco me siento un
marginado, y esa es posiblemente la razón por la que, ¡nunca he sido capaz de
perder mi acento francés! De todas formas, mi lugar preferido no es la región
Provenzal donde nací, que es muy reconocida y admirada, y que se ha desvanecido
en mi memoria. Es más bien la austera región montañosa que hay entre el Chiase-
Dieu y Ambert-en-Livradois, donde pasábamos largas vacaciones.
¿Cree usted que existe algún tipo de ventaja intelectual siendo un forastero?
Creo que es siempre una ventaja ser lo que uno verdaderamente es. Mi relativa
marginalidad puede apreciarse en los libros que son más típicos míos: el primer
16 Miguel de Cervantes, “El Curioso impertinente”, en Don Quijote de la Mancha (1605), Madrid,
Cátedra, 1995, Vol. I, caps. 33–5, pp. 395–38. Este mismo análisis se encuentra en Deceit, Desire and
the Novel, pp. 51–2.
17 Sophie Feodorovna Rostopchine, Condesa de Ségur (1799–1874) fue una escritora francesa de
origen ruso. Es conocida sobre todo por su novela Les Malheurs de Sophie (Las desventuras de
Sophie).
40
libro y el libro sobre Shakespeare.18 Sobre todo, en las partes sobre la relación
mimética. Esto se debe probablemente a que el núcleo de mi trabajo, e incluso sus
aspectos antropológicos y religiosos, está fuertemente vinculado a este concepto
clave.
En una entrevista con François Lagarde usted menciona que perdió su trabajo en la
Universidad de Indiana debido al hecho de que no publicaba. 19 ¿Era ya un problema
en los años cincuenta ‘publicar o morir’?
Sí, porque Indiana era una universidad muy ambiciosa. Tengo que admitir que mi
despido de Indiana fue bastante justo. Dos años después de que yo fuera
contratado, otro joven francés vino a Indiana. Se llamaba Robert Champigny.
Escribió libros sobre Sartre y sobre otros escritores.20 Finalmente lo eligieron a él
antes que, a mí, lo que fue bastante comprensible. Entonces, como reacción,
comencé a publicar. Publiqué un artículo sobre Saint-John Perse. Después comencé
a escribir también sobre Malraux. Me había influido uno de sus libros: Psychologie
de l’art.21 Lo encontré más agradable que el New Criticism. Había una fascinación
en Malraux por la muerte y la destrucción que a mí también me interesaba. Para él,
el arte primitivo, que tanto me seducía, estaba completamente vinculado a la
Segunda Guerra Mundial. Estaba fascinado de verdad con aquello y compartía
18 R. Girard, A Theatre of Envy: William Shakespeare, Oxford y Nueva York, Oxford University Press,
1991.
19 “Entretien avec René Girard”, en François Lagarde, René Girard, p.190.
20 Ver, por ejemplo, Robert Champigny, Stages on Sartre’s Way, 1938–52, Bloomington (IN), Indiana
University Press, 1959; Sur un héros païen, Paris, Gallimard, 1959; Pour une esthétique de l’essai,
analyses critiques. (Breton, Sartre, Robbe-Grillet), Paris, Minard, 1967.
21 André Malraux, Psychologie de l’art, Geneva, A. Skira, 1947– 50, 3 vols: Psychologie de l’art: le
musée imaginaire (1947); Psychologie de l’art: la creation artistique (1948); Psychologie de l’art: la
monnaie de l’absolu. Etudes complémentaires (1950).
41
también con Malraux un interés común por el mundo antiguo. Probablemente este
interés preparó el camino a La violencia y lo sagrado.22
En sus ensayos sobre Malraux usted muestra cómo sus metáforas están integradas en
la historia. Parece encajar con su concepción de realismo. 23
22 R. Girard, La Violence et le sacré, Paris, Grasset, 1972. trad. Patrick Gregory, Violence and the
Sacred (Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 1977).
23 Ver R. Girard, “Les Reflections sur l’art dans les romans de Malraux”, Modern Language Notes, 68
(1953): 544–6. Sobre el análisis del trabajo de Malraux de Girard ver también, “The role of
eroticism in Malraux’s fiction”, Yale French Studies, 11 (1953): 47–55 y “Le Règne animal dans les
romans de Malraux”, en French Review, 26 (1953): 261–7.
24 René Girard, “Valéry et Stendhal”, en PMLA, 59 (1954): 389–94.
42
la vida intelectual que es insostenible, falsa y, desde mi punto de vista, tiene más
mala fe que Stendhal, que habla de la vanité de manera mucho más explícita.
¿Podría contarnos algo más del clima intelectual que encontró en la universidad
Johns Hopkins de Baltimore cuando llegó en 1957 y donde escribió su primer libro?
Claro. Estuve allí 11 años, hasta 1968. Johns Hopkins tiene una gran tradición. Se
creó siguiendo el modelo alemán de escuela de posgrado. Fue allí donde conocí a
Leo Spitzer 25 y a críticos literarios franceses como George Poulet y Jean
Starobinsky, así como al poeta español Pedro Salinas. 26
25 Leo Spitzer (1887–1961), crítico literario y filólogo austriaco, es considerado junto con Charles
Bally, uno de los fundadores del estilo moderno. Concluyó su larga carrera en la enseñanza en la
Universidad Johns Hopkins. Sus libros Stil-studien (1928) y Romanische Stil und Literaturstudien
(1931) incluyen la mayoría de sus ensayos. También publicó Essays on Historical Semantics (1948).
En este contexto merece la pena mencionar la conferencia de bienvenida de Leo Spitzer a Pedro
Salinas cuando fue nombrado catedrático de español en la Johns Hopkins en septiembre de 1940:
“El conceptismo interior de Pedro Salinas”. Ver Lingüistica e historia literaria, Madrid, Gredos, 1955,
pp. 227–94.
26 Pedro Salinas (1892–1951), Poeta español. Enseñó en la universidad de Sevilla y de Madrid.
por William W. Holdheim. Ressentiment, ed. e intro. De Lewis A. Coser, Nueva York, Free Press of
Glencoe, 1961.
28 El ex-ergo en Mentira romántica y verdad novelesca ‘el hombre o cree en Dios o se fabrica un ídolo’
Una mezcla de Sainte-Beuve y Freud. El odiaba a Freud y vió mi teoría como una
variación psicoanalítica. Su carta fue muy dura y podría haber desanimado a
cualquier principiante. Por supuesto que yo sabía que a Poulet no le iba a gustar mi
libro, pero buscaba esa reacción porque mi libro era de hecho una reacción al tipo
de estética que él representaba. Era muy consciente de que Mensonge Romantique
haría enfurecer a los críticos que veían la literatura como ‘un mundo en sí mismo’
que pertenece sólo a los autores ¡como pura creación separada de la sociedad!
George Poulet fue el primer exponente de este tipo de crítica.
¿Quiere decir que Mentira romántica y verdad novelesca fue una reacción contra el
New Criticism?
Más bien fue una reacción contra ese tipo de estética. En concreto contra
académicos como Poulet, que podían escribir un libro sobre círculos ¡y enumerar
los círculos que hace el paraguas de Emma Bovary! 29 La popularidad de críticos
como George Poulet ayuda a entender por qué los departamentos estadunidenses
de literatura estaban tan preparados para la deconstrucción: la razón fue el New
Criticism. Al inicio esto fue muy positivo porque el New Criticism era totalmente
anti-intelectual. No disponían de una educación europea amplia, y para nada
filosófica: simplemente rechazaron la filosofía. Así es que la deconstrucción trajo
una vuelta a la filosofía, una perspectiva más amplia, una rehabilitación del
pensamiento. El primer año de deconstrucción representó algo así como una
liberación del New Criticism, aunque en gran medida fue una radicalización de
tendencias similares.
29 Ver Georges Poulet, Les Métamorphoses du cercle, Paris, Plon, 1961, pp. 375–93.
44
una autoridad en Dante, y regresó de Harvard a Johns Hopkins ese año. 30 Singleton
fue de hecho una gran ayuda para mí. Fui a Johns Hopkins como profesor asistente
y tras la publicación de Mentira romántica y verdad novelesca me ayudó a ascender.
Aunque Freccero había terminado su tesis sobre angeleología en Dante, se interesó
por mi libro y hablamos muchísimo.31 Entonces, un poco después comencé a
enseñar en la John Hopkins a estudiantes graduados muy buenos como a Eugenio
Donato, Eric Gans y Andrew McKenna.32 Algo después conocí a Cesáreo Bandera,
un experto en Cervantes y en Calderón que trabajaba en mi misma línea, 33 y nos
hicimos amigos. Más tarde, estando en Buffalo, me introdujo en el Siglo de Oro
español.
En Octubre de 1966 en la John Hopkins organizó usted, junto con Richard Macksey y
Eugenio Donato, un simposio internacional muy importante: The Languages of
Criticism and the Sciences of Man (Los lenguajes críticos y las ciencias del hombre)
con la participación de Lucien Goldman, Roland Barthes, Jacques Derrida, Jacques
Lacan y otros. Se considera que esta conferencia marca la entrada del
estructuralismo en los Estados Unidos.
Eso es verdad hasta cierto punto. Paul de Man vino desde Yale para asistir al
simposio. Lacan estaba haciendo payasadas de una forma extremadamente
calculada e hilarante. Intentaba hablar en inglés, aunque no sabía inglés. Lacan
mostró su mejor faceta porque quería la atención para él solo y la gente de
30 Charles S. Singleton fue uno de los principales eruditos sobre Dante del siglo XX. Enseñó en
Harvard y en la Universidad Johns Hopkins. Es autor de muchos libros acreditados sobre literatura
italiana. Además de su famosa edición del Decameron de Boccaccio (Baltimore, Johns Hopkins
University Press, 1974), fue autor de estudios sobre Dante: Dante’s works: An Essay on the Vita
Nuova (1949); Dante’s Commedia: Elements of Structure (1954) y Journey to Beatrice (1957), todos
publicados por Harvard University Press. Produjo también una traducción comentada de la Divina
Comedia en seis volúmenes para la Bollingen Series de Princeton University Press in 1970–75.
31 John Freccero, “The Neutral Angels from Dante to Matteo Palmieri”, Tesis Doctoral, Johns
Hopkins. La Antropología Generativa es una teoría formulada por Eric Gans en libros como The End
of Culture: Toward a Generative Anthropology, Berkeley (CA), University of California Press, 1985;
Originary Thinking: Elements of Generative Anthropology, Stanford (CA), Stanford University Press,
1993. Es editor de la revista online Anthropoietics, dedicada al debate sobre la antropología
generativa (http://www.anthropoetics.ucla.edu). Andrew McKenna es el autor de Violence and
Difference. Girard, Derrida, and Deconstruction, Urbana and Chicago (IL), University of Illinois Press,
1992.
33 Ver, por ejemplo, Cesáreo Bandera, The Sacred Game, University Park (PA), Pennsylvania State
Cuando Freud vino a los Estados Unidos, según se aproximaba a Nueva York dijo:
‘les traigo la peste’; pero estaba equivocado. Los estadunidenses digirieron y
domesticaron el psicoanálisis fácil y rápidamente. Pero en 1966 nosotros sí que
trajimos la peste con Lacan y el deconstruccionismo. ¡Al menos a las
universidades! Para entonces me sentía en la Johns Hopkins tan alienado como en
Aviñón con mis amigos post-surrealistas. Un año después, la deconstrucción se
ponía ya de moda. Yo me sentía incómodo con esa moda. Esa fue la razón por la
que me fui a Buffalo en 1968.
34 Richard Macksey y Eugenio Donato (eds), The Languages of Criticism and the Sciences of Man,
Baltimore (MD), Johns Hopkins University Press, 1970. René Girard escribió la introducción al
volumen: “Tiresias and the Critic”, pp. 15–21. [Existe traducción española, Los lenguajes críticos y
las ciencias del hombre, Barcelona, Barral Editores, 1972]
35 Michel Deguy, “Destin et désir du roman”, in Critique, 176 (1962): 19–31.
36 De hecho, De la Grammatologie fue publicado un año después del simposio: Jacques Derrida, De la
¿Le presentó a alguno de estos académicos las ideas que usted estaba desarrollando
para La Violencia y lo sagrado?
No. Era un asunto muy privado, extraño al espíritu de este grupo. Fue Eugenio
Donato el primero que me sugirió leer a los antropólogos ingleses en cuyos libros
podría encontrar gran cantidad de evidencias sobre el deseo mimético. No
recuerdo qué libro leí primero, posiblemente a Frazer, y fue iluminador. Es
posiblemente una de las experiencias intelectuales más fuerte que jamás he tenido.
Comencé a leer todas las monografías más importantes sobre culturas concretas:
lei a Tyler, a Robertson-Smith, a Radcliffe-Brown, a Bronislaw Malinowski, entre
otros. Los leí uno tras otro tomando notas de observaciones miméticas relevantes
que incluí en La Violencia y lo sagrado. La idea del homicidio fundacional se
desarrolló entre 1965 y 1968, aunque el libro fue publicado en 1972.
Como ya hemos mencionado, usted definiría como realista a alguien que cree
firmemente en la ‘verdad’ de los hechos. ¿Cómo fue posible para usted ser
protagonista en el debate teórico en la década de los años sesenta y setenta sin verse
influido por las tendencias filosóficas dominantes, como la hermenéutica y el
postestructuralismo, para los que no existen nada más que interpretaciones y no hay
38Ver René Girard, Oedipus Unbound. Selected Writings on Rivalry and Desire, ed. M. Anspach,
Stanford (CA), Stanford University Press, 2004.
47
No tan buena como yo esperaba y como pensé que iba a ser. El libro fue bien
recibido, pero no vendí muchas más copias que de mi primer libro (del que
tampoco vendí muchas). Esto se debió en parte a su contenido etnológico. Muchos
críticos literarios no vieron el vínculo entre mis dos libros, y lamentaron mi
distanciamiento de la literatura para abrazar la etnología. Es quizás cierto que el
papel fundamental del deseo mimético no estuviera suficientemente enfatizado. 39
Me acusaron además de dispersarme. Los viejos profesores me repetían la antigua
fórmula canónica de la especialización estadunidense, que es una forma de
modestia: “¿No cree usted que se está dispersando demasiado?” Hoy, al contrario,
me acusan de repetir las mismas cosas una y otra vez.
39René Girard, con Jean-Michel Oughourlian y Guy Lefort, Des Choses cachées depuis la fondation du
monde (Paris: Grasset, 1978), trans. Stephen Bann y Michael Metteer, Things Hidden since the
Foundation of the World, investigación realizada con la colaboración de Jean-Michel Oughourlian y
Guy Lefort (Stanford, CA: Stanford University Press, 1987).
48
Fui muy afortunado. Victor Turner me hizo una reseña muy buena y generosa que
apareció en el primer número de Human Nature.41
Victor Turner era un intelectual libre y fue realmente generoso. Fue el primero en
detectar mi deuda con Durkheim. Aunque él estaba en contra del enfoque y de la
metodología de Durkheim, vio en mi trabajo un intento de ir más allá de Durkheim
sin rechazarlo.
40 Ver Diacritics, 8.1 (spring 1978). Ver también el debate organizado por la revista Esprit tras la
publicación de Violence and the Sacred: Esprit (November 1973): 513–81.
41 Victor Turner, ‘Review of Violence and the Sacred by René Girard’, Human Nature (1978): 24.
42 La crítica de Lévi-Strauss a la obra de Girard es en su mayor parte indirecta. En un ensayo
reciente, “Apologe des amibes” (en Jean-Luc Jamard, Emmanuel Terray and Maragarita Xanthakou
[eds], En Substances. Textes pour Françoise Héritier, Paris, Fayard, 2000), el escribió: Este simple
ejercicio (…) demuestra que lejos de negar o ignorar la violencia, como se me ha reprochado hacer
con frecuencia, la coloco en el origen de la vida social y la rodeo de más profundas fundaciones que
aquellos que, a través del sacrificio o del homicidio del chivo expiatorio, harían surgir la sociedad
de costumbres que presuponen su existencia (p. 496). Para la respuesta de Girard, véase la
entrevista con Maria Stella Barbieri: Girard, Celui par qui le scandale arrive, pp. 163–4.
43 Entre otras obras es autor de Tennôsei no bunka jinrui gaku [‘Antropología cultural del sistema de
(ed.), Violence et vérité. Autour de René Girard, Paris, Grasset, 1985, pp. 421–33.
45 Kenneth Burke presenta su reflexión sobre el sacrificio y el chivo expiatorio en varios de sus
libros: ver, por ejemplo,, The Philosophy of Literary Form, Berkeley (CA), University of California
49
Quiero enfatizar que Buffalo fue también importante por el libro sobre
Shakespeare. Mi interés en Shakespeare comenzó con un espectáculo televisivo
sobre El sueño de una noche de verano representado por la Royal Shakespeare
Company. De repente, me impresionó el contenido mimético de la obra. Después
de ese programa de televisión decidí al instante escribir un libro sobre
Shakespeare. Al inicio de su carrera Shakespeare escribió sobre todo comedias,
comenzando a tratar asuntos y temas relacionados con el deseo mimético y la
rivalidad. Por así decirlo, “bien está lo que bien acaba”. Pero entonces pensé: ¿qué
sucede con el mecanismo del chivo expiatorio? Después releí Julio César: que es su
primera tragedia de verdad, y allí el mecanismo mimético está presente por
completo. En lugar de situarse al final de la acción, la muerte de César está en el
centro, algo que los griegos nunca hicieron –pero Shakespeare va mucho más allá
de la tragedia griega–. Esto es porque esta tragedia es en realidad la exploración de
las consecuencias religiosas y políticas de la muerte de César. Del principio al fin, la
muerte de Cesar está en el centro de la representación y es la principal
preocupación del autor. Genera literalmente el Imperio Romano, que para
Shakespeare es una monarquía sagrada porque está fundada en el asesinato
colectivo de César. La totalidad de la teoría mimética está presente en Shakespeare
de una forma tan explícita que cada vez que pienso en ello quedo completamente
fascinado.
Le conocí en Buffalo donde vino a enseñar en varias ocasiones, pero también tenía
una plaza a tiempo parcial en Johns Hopkins, así que coincidimos cuando regresé
allí en 1975. De hecho, la mayor colaboración que realizamos juntos fue en su
curso sobre Livio, cuando él estaba escribiendo Rome, le livre des fondations.46 Yo
asistí a este curso y recuerdo con claridad su explicación sobre la roca Tarpeya que
es fácilmente identificable como sacrificial. Tarpeya, la hija de Espurio Tarpeyo,
uno de los comandantes a cargo de la defensa de Roma, traicionó a la ciudad
Press, 1973, pp. 29–51; The Rhetoric of Religion, Berkeley (CA), University of California Press, 1973,
pp. 183–96; y On Symbols and Society, Chicago, (IL) University of Chicago Press, 1989, pp. 282–302.
46 Michel Serres, Rome, le livre des fondations, Paris, Grasset, 1983, trans. Felicia McCarren, Rome:
En este sentido, cuando se nos dice que la tradición del pharmakos debió
desaparecer muy pronto porque los griegos eran muy civilizados, es simplemente
un error. En Vi a Satán caer como el relámpago analicé un texto escrito seis siglos
después de la época clásica griega. Se trata de un panegírico del gurú pagano
Apolonio de Tiana que describe la lapidación de un mendigo que fue elegido al azar.
Este crimen odioso fue urdido por el mismo gurú para tratar de remediar una
plaga epidémica en la ciudad de Éfeso. Mientras que al principio la comunidad
trata de resistirse, al final lanzan sus piedras con tal entusiasmo, que lo que
encuentran es un monstruo cuando intentan retirar el cadáver. Pues en su frenesí
unánime no hallan un mendigo, sino algo así como un monstruo que es el demonio
de la peste; este es asesinado y, por lo tanto, la ciudad es sanada. Apolonio y su
biógrafo Filostrato están muy orgullosos de la manera en la que se desarrolló el
evento. ¡Esto sucede tres siglos después de san Pablo! 47
47 Ver Je vois Satan tomber comme l’éclair, Paris, Grasset, 1999, pp. 83–5.
51
Cuando escribí La violencia y lo sagrado quería hacer un libro con dos partes: una
parte sobre cultura arcaica y la otra sobre cristianismo, sin embargo, al final
eliminé la parte sobre cristianismo –a pesar de que tenía mucho material sobre el
tema–. El problema fue que me estaba llevando tanto tiempo acabar el libro que
decidí publicar solamente la parte sobre las religiones primitivas. Así, La Violencia
y lo sagrado estaba como dos terceras partes terminado y me encontraba
trabajando en mejorar su redacción. Mi primer libro trató sobre el deseo mimético
y la rivalidad en la literatura moderna, el segundo fue una ampliación de la tesis
del deseo mimético a la religión arcaica, sin embargo, deliberadamente introduje el
deseo mimético sólo en el sexto capítulo. Eric Gans fue la única persona que
cuestionó la composición de ese libro. Me preguntó: “¿Por qué sólo en el capítulo
48Michel Serres, Le Parasite Paris: Grasset, 1980, trans, con notas, Lawrence R. Schehr, The Parasite,
Baltimore (MD), Johns Hopkins University Press, 1982; Les Origines de la geometrie, Paris,
Flammarion, 1993; Atlas, Paris, Julliard, 1994.
52
sexto? Debería estar en el primero porque debe comenzar por el principio, por el
deseo mimético.”
Comencé con un capítulo sobre sacrificio porque ese iba a ser el tema principal del
libro. Sin embargo, una de las muchas razones por las que lo hice es porque no
quería dar la impresión de que estaba repitiendo mi primer libro. Esa es la razón
por la que sólo introduje el deseo mimético en el capítulo sexto. Así es que muchas
reseñas no acertaron a percibir la continuidad entre mi primer y mi segundo libro,
al no encontrar la presencia del deseo mimético. Se limitaron a ver la teoría del
chivo expiatorio que deriva del rito del Levítico. Los antropólogos franceses
básicamente me ignoraron, a pesar del hecho de que al principio tuve buena
prensa. No comprendieron la relación que tenía mi segundo libro con el primero:
que era la ampliación de la teoría mimética hacia toda cultura, así como una teoría
completa. Quizás el malentendido fue en parte también culpa mía, porque no
comencé por el punto esencial: la rivalidad mimética (es decir, por la propensión
humana hacia el conflicto, sobre todo entre prójimos). No imaginaba entonces el
abismo que divide incluso a los autores más transparentes (y yo no era uno de
ellos) de su lector, incluso del más receptivo, incluso del más preparado para
comprender dónde reside la novedad de un libro.
Entonces comencé a escribir Las cosas ocultas porque quería presentar toda la
teoría de una forma completa. Quería tener una parte dedicada al deseo mimético,
después al mundo primitivo y al proceso de hominización, y finalmente, a lo
sagrado y al cristianismo. Comencé a escribir Las cosas ocultas inmediatamente en
1971 incluso antes de la publicación de La violencia y lo sagrado. No paré de
trabajar, ni siquiera un solo día. Para mí era verdaderamente la continuación de mi
proyecto porque estaba todavía elaborando la misma teoría. Fue un proceso duro y
largo porque estaba obsesionado por la aparente imposibilidad de explicarme a mí
mismo. No es que tuviera problemas en encontrar nuevos ejemplos sobre la
religión arcaica: al contrario. Lo que fue duro para mí fue conseguir yuxtaponer
todos estos ejemplos y mostrar cómo se iluminaban los unos a los otros.
Sí. Oughourlian escribió toda una sección del capítulo sobre “Psicología
interdividual”, “Hipnosis y posesión”, 50 y puede decirse que tiene un estilo
diferente.
Las Cosas ocultas fue el libro que le permitió alcanzar una audiencia mayor. ¿Cómo
fue recibido por el mundo académico?
¿No cree usted que eso está cambiando? Ahora, los intelectuales están ansiosos por
obtener la atención de los medios de comunicación para alcanzar más prestigio en el
mundo académico.
Sí. Pero un hecho no contradice el otro, sino al contrario. Cuanto más quieras la
misma cosa, más enemigos ganarás. Así es que el hecho de que estén orientados
hacia los medios de comunicación en secreto, no significa que te toleren mejor
aunque tengas un éxito moderado. Si fueran realmente indiferentes hacia los
medios de comunicación no habría ningún problema. Es fácil saber
inmediatamente a quién sí y a quién no le son de verdad indiferentes los medios de
comunicación. Aquellos que admiten que no son indiferentes ante los medios de
comunicación son normalmente los menos obsesionados por ellos. Creo que el
éxito mediático, incluso aunque pueda ser agradable, no puede asegurar la
permanencia de las ideas sobre las que se ha hecho todo el alboroto. Los
optimistas nos quieren hacer creer que al final serán las ideas más notables y
verdaderas las que triunfarán. Yo no estoy seguro de que estén en lo cierto...
50 Girard, Things Hidden, Book III - ‘Interdividual Psychology’, Chapter 2 - ‘Desire without object’,
section D - ‘Hypnosis and Possession’, pp. 316–25.
51 Jean-Michel Oughourlian, The Puppet of Desire, p. 15.
55
Usted se trasladó a Stanford en 1980 y se retiró en 1995. Mientras estuvo allí fundó
un centro interdisciplinar que fue responsable de la organización de un coloquio muy
importante.52
El punto de partida de este centro está en 1982 con el simposio sobre “Desorden y
orden”. Disponíamos de fondos porque Donald Kennedy, por entonces rector,
apoyaba a las humanidades. Invitamos al simposio a varios ganadores del premio
Nobel como Kenneth Arrow, Ilya Prigogine y Heinz von Foester.53
52 En 1986 René Girard fue nombrado co-director, junto con Jean-Pierre Dupuy, del “Program of
Interdisciplinary Research” en la Universidad de Stanford. Se organizaron tres coloquios:
‘Understanding Origin’ (septiembre de 1987); ‘Paradoxes of Self- Reference in the Humanities, Law
and the Social Sciences’ (mayo de 1988); y ‘Vengeance: A Colloquium in Literature, Philosophy and
Anthropology’ (octubre de 1988). Las actas de este primer coloquio fueron editadas por Jean-Pierre
Dupuy y Francisco Varela en Understanding Origins, Dordrecht, Kluwer, 1992.
53 Ver Paisley Livingston (ed.), Disorder and Order, Stanford (CA), Anima Libri, 1984; Ilya Prigogine,
“Order out of Chaos”, pp. 41–60; Kenneth Arrow, “The Economy as Order and Disorder”, pp. 162–
76; Heinz von Foerster, “Disorder/Order: Discovery or Invention?”, pp. 177–89.
54 Girard, “Origins: A View from the Literature”, en Dupuy and Varela (eds), Understanding Origins,
pp. 27–42.
56
tal y como usted indicó en Las cosas ocultas... ¿Tuvo usted alguna interacción con
Bateson y con Paul Watzlawick mientras estaban en el Mental Research Institute de
Palo Alto?
55 Gregory Bateson, Naven, Stanford (CA), Stanford University Press, 1972. En referencia al
concepto de double-bind [doble vínculo], ver G. Bateson, “Toward a Theory of Schizophrenia”, en
Steps to an Ecology of Mind, Nueva York, Ballantine Books, 1972, pp. 201 y 206.
56 Véase Girard, Things Hidden, pp. 291–4.
57 Paul Watzlawick, Janet Baevin, Don Jackson, Pragmatics of Human Communication, Nueva York,
Norton, 1967.
58 En el coloquio “Desorden y orden”, Watzlawick presentó “Some Principles of Disorder and Order
Jean-Pierre Dupuy y tuvo lugar del 11 al 18 de junio de 1983 con el título ‘Violence et vérité. Autour
de René Girard’. Paul Dumouchel editó las actas del coloquio: Violence et verité. Autour de René
Girard, Paris, Grasset, 1985.
60 El “Colloquium on Violence and Religion” (COV&R) está formado por un grupo internacional e
Usted publicó varios libros después de Las Cosas Ocultas tratando de clarificar un
poco más su teoría, sobre todo desde una perspectiva cristiana. ¿Tiene usted algún
otro proyecto a largo plazo?
61 R. Schwager, Brauchen wir einen Sundenbock?, Munich, 1978. Girard y Schwager mantuvieron un
intenso diálogo a través de los años. Además del libro mencionado por Girard, Schwager escribió
varios artículos sobre la teoría mimética, por ejemplo: ‘Haine sans raison. La perspective de René
Girard’, Christus, 121 (1984): 118–26; “Pour une théologie de la colère de Dieu”, in Dumouchel
Violence et verité, pp. 59–68; “Der Nachahamer als Sü ndenbock: zu René Girards Anthropologie”,
Evangelische kommentare, 17.12 (1984): 680–83. En Le Bouc émissaire, Girard menciona dos veces
el libro de Schwager (pp. 152 y 282), y una vez en Je vois Satan tomber comme l’éclair (p. 44).
62 La “Theologische Literaturdokumentation Universität Innsbruck” proporciona una bibliografía
actualizada sobre Girard y sobre la teoría mimética a la que se puede acceder en: http://
info.uibk.ac.at/c/c2/new/fak/mimdok/suche/index.html.
63 Ver R. Girard, Le Sacrifice, Paris, Bibliothèque Nationale de France, 2003.
64 J.C. Heesteman, The Inner Conflict of Tradition: Essays in Indian Ritual, Kingship, and Society,
Usted le dijo a Michel Treguer que la suya había sido una conversión intelectual. 67 ¿A
qué se refería?
Lo que quería decir es que fue mi trabajo el que me dirigió hacia el cristianismo y
me convenció de su verdad. No es porque soy cristiano que pienso como lo hago;
es por mi investigación por lo que me hice cristiano. Del mismo modo, dudo de que
haya diferencia entre una conversión intelectual y una emocional. Como para San
Pablo, la palabra “espíritu” para mí incluye tanto el lado emocional como el lado
espiritual del ser humano; y mejor que “intelectual” en este caso debería usarse “la
vida del espíritu”. La conversión es una forma de inteligencia, de comprensión.
Mejor dicho: la naturaleza de la relación de uno mismo con el deseo. En una charla
en un encuentro reciente de la COV&R en Boston, Raymund Schwager dijo que mi
teoría requiere una conversión porque lo principal es comprender que uno mismo
65 Hugo Assmann (ed.), René Girard com teólogos da libertação. Um diálogo sobre ídolos e sacrificios,
Petropolis, Editora Vozes, 1991, p. 46.
66 René Girard, Quand ces choses commenceront … Entretiens avec Michel Treguer, Paris, Arléa, 1994,
pp. 190–95.
67 Ibíd. p. 191.
59
68Raymund Schwager, “Conversion and Authenticity: Lonergan and Girard”, Encuentro del COV&R.
Boston College, Boston, 31 de mayo al 3 de junio de 2000.
60
He aquí que entonces tuve al fin una teoría con la que trabajar.
Usted ha postulado siempre una explicación genética del origen de la cultura junto a
una hipótesis de su evolución histórica. En este capítulo, en aras de una mayor
claridad, nos gustaría analizar las nociones centrales de su teoría de modo sincrónico,
como un mecanismo que genera tanto dinámicas psicológicas inter-individuales
como fenómenos sociales más generales. Y para comenzar, nos gustaría que
distinguiera entre la noción de deseo mimético y la de mecanismo mimético tal y
como se han presentado en sus libros.
Antes de nada, habría que distinguir entre deseo y apetitos. Los apetitos por cosas
como comida o sexo –que no están necesariamente conectadas con el deseo–
tienen una base biológica. Sin embargo, cualquier apetito puede verse
contaminado por el deseo mimético en cuanto haya un modelo y la presencia del
modelo es el elemento decisivo de mi teoría. Si el deseo es mimético, es decir,
imitativo, entonces el sujeto deseará el mismo objeto poseído o deseado por su
modelo. Ahora bien, el sujeto puede estar en la misma esfera de relaciones que su
modelo, o puede estar en una diferente. Si está en un dominio diferente, entonces,
naturalmente, no podrá poseer el objeto de su modelo y únicamente podrá tener
61
lo que yo llamo una relación de mediación externa con su modelo. Por ejemplo, si él
y su estrella de cine favorita, que puede actuar como su modelo, habitan mundos
diferentes, entonces un conflicto directo entre sujeto y modelo es imposible y la
mediación acabará siendo positiva –o, al menos, no conflictiva–. Sin embargo, si
pertenece al mismo ámbito contextual, al mismo mundo que su modelo, si su
modelo fuera también su colega, entonces los objetos de su modelo serían
accesibles. En ese momento la rivalidad podría estallar. Yo llamo a este tipo de
relación mimética mediación interna, y es una relación que se refuerza a sí misma
intrínsecamente. Debido a la proximidad física y psicológica entre el sujeto y el
modelo, la mediación interna tiende a hacerse cada vez más simétrica: el sujeto
tenderá a imitar su modelo tanto como su modelo lo imite a él. Con el tiempo, el
sujeto llegará a ser el modelo de su modelo, igual que el imitador acaba siendo
imitador de su imitador. No hay más opción que moverse siempre hacia una mayor
simetría y, por lo tanto, hacia un mayor conflicto, porque la simetría sólo puede
producir dobles, tal y como los llamo una vez que han alcanzado este momento de
intensa rivalidad.1 Esta duplicación sucede cuando el objeto ha desaparecido
debido al ardor de la rivalidad: los dos rivales se preocupan cada vez más en
vencer al oponente, por el mero hecho de conseguirlo, más que por obtener el
objeto, que finalmente se hace irrelevante, como si sólo hubiera existido como una
excusa para acrecentar la disputa. Así, los rivales se indiferencian cada vez más, se
hacen idénticos: dobles. Una crisis mimética es siempre una crisis de
indiferenciación que estalla cuando los roles del sujeto y del modelo se reducen a
roles de rivales. Es el desvanecimiento del objeto el que lo hace posible. Dicha
crisis no sólo se intensifica entre los contendientes, sino que también llega a
contagiar a los espectadores.
Esta hipótesis contradice la concepción moderna del deseo vista como una expresión
auténtica del yo. El deseo no es algo que pertenezca al individuo, sino que es más una
manera de dirigir apetitos e intereses, aportando un aumento de focalización
cognitiva con respecto a los objetos de la realidad, y este “vector” direccional les
aporta un modelo.
1 Véase, Things Hidden, Libro III, Capítulo 2: “Desire without Object”, pp. 299-305.
62
Es interesante lo que usted dice, porque si uno considera patologías como el autismo,
que es definitivamente una discapacidad radical para la actividad relacional con los
otros, lo que está claro para los investigadores es el hecho de que la imitación es el
mecanismo por el cual los niños aprenden algo de la vida interior del otro. Aporta un
puente inicial entre el ‘yo’ y el ‘otro’. La capacidad del niño para interpretar el
comportamiento de los otros y ejecutar este mismo comportamiento es fundamental
para el desarrollo posterior de la intersubjetividad, de la comunicación y de la
cognición social.2 Fracasar en la imitación se traduce en una discapacidad cultural
radical.
2Ver, por ejemplo, Andrew N. Meltzoff y M. Keith Moore, “Infant Intersubjectivity: Broadening the
diologue to include imitation, identity and intention”, en Stein Braten (ed.), Intersubjective
Communication and Emotion in Early Ontogeny (Cambridge: Cambridge University Press, 1998), pp.
47-62; A.N. Meltzoff and M.K. Moore, “Persons and Representation: Why infant imitation is
important for theories of human development”, en J. Nadel and G. Butterworth (eds.), Imitation in
Infancy (Cambridge: Cambridge University Press, 1999), pp. 9-35; A.N. Meltzoff y A. Gopnik, “The
Role of Imitation in Understanding Persons and Developing a Theory of Mind”, en S. Baron-Cohen,
H. Tager-Flusberg y D.J. Cohen (eds.), Understanding Other Minds(Oxford: Oxford University Press,
1993), pp. 335-66.
63
3 En el encuentro COV&R en Saint Denis, Paris: “Education, Mimesis, Violence and Reduction of
Violence”, 27-30 de mayo de 1998. Ricoeur también presentó un trabajo sobre “Religion and
Symbolic Violence”, publicado más tarde en Contagion, 6 (1999): 1-11.
4 La imagen del espejo está en Alcibiades, 133a; Timeo, 46a-c; en los Epigramas de Platón, 11; Sofista,
239d. En la República, Platón describe la imitación ilimitada como una criss de dobles: República, III,
395e-396b. Girard ya se refirió a esta idea en Things Hidden, p. 15. Ver también Giuseppe Fornari,
Fra Dioniso e Cristo. La sapienza sacrificale greca e la civiltà occidentale (Bologna: Pitagora, 2001),
389-91. Derrida, en el capítulo “La doble sesión”, en La diseminación, subraya que, en la República,
Platón dice que Homero “es condenado porque practica la mímesis (la diégesis mímica, no simple)”,
mientras que, por el contrario, Parménides “es condenado porque ignora la mímesis. Si hay que
alzar la mano contra él, es porque su logos, la “tesis paterna”, prohibiría (dar cuenta de) la
proliferación de los dobles (“ídolos, iconos, mimemas, fantasmas”)… (Sofista, 241d-e)”. Jacques
Derrida, La Dissemination (Paris: Editions du Seuil, 1972), trad. José María Arancibia, La
diseminación (Madrid: Editorial Fundamentos, 20073), p. 280.
64
Uso las dos palabras de manera diferente. Hay menos conciencia en la mímesis y
más en la imitación. No quiero reducir mímesis al deseo mimético en todas sus
formas. Es una actitud epistemológica típica del siglo veinte. El conductismo, por
ejemplo, es un rechazo total de la imitación. Sucede lo mismo con Freud –como ya
sugerí en La Violencia y la Sagrado.5 En Más allá del principio del placer la palabra
imitación (Nachahmung) está por todas partes, pero no tiene ninguna función en la
teoría de Freud. Creo que una de las razones de esta ausencia general es que el
concepto de imitación, separado de su elemento conflictivo, es demasiado ‘simple’
y defrauda al apetito (muy mimético) existente por la ‘complejidad’. Soy
totalmente consciente de esto porque mi primer libro es un ejemplo de esta
manera de pensar. Esta actitud que rechaza analizar el concepto de imitación es
todavía una tendencia dominante en nuestra cultura y probablemente la aparición
de la teoría mimética es parte de este proceso, aunque también una reacción al
mismo. En su libro Le Feu sacré, Régis Debray me “alaba” en quince páginas
feroces; relaciona mi trabajo con el de Tarde y con la tradición de la imitación que
comenzó con Aristóteles. Por supuesto nunca tiene en cuenta la noción de
rivalidad mimética…
5 Girard, Violence and the Sacred, pp. 169ss. [Trad. esp., La violencia y lo sagrado, p. 176ss.].
6 Un congreso, “Perspectivas sobre la imitación. De la neurocienncia cognitiva a las ciencas sociales”,
tuvo lugar en la Royaumont Abbey del 24 al 26 de mayo de 2002.
7 Véase, por ejemplo, A. Meltzoff, “Foundations for Developing a Concept of Self: the role of
imitation in relating self to other and the value of social mirroring, social modeling, and self-
practice in infancy”, en D. Chicchetti and M. Beeghly (eds.), The Self in Transition: Infancy to
Childhood (Chicago, IL: Chicago University Press, 1990), pp. 139-64.
8 Véase, por ejemplo, G. Rizzolati, L. Fogassi y V. Gallese, “Neurophysiological mechanisms
underlying the understanding and imitation of action”, Nature Reviews Neuroscience, 2.9 (2001):
661-70.
65
2. Rivalidad mimética
Aunque la movilidad del deseo es una característica distintiva del proceso histórico
de emergencia del individuo moderno, que se acelera tras el Renacimiento, usted
específica que el deseo mimético no es una invención moderna.
9 Véase R. Girard y Michel Serres, Le Tragique et la pitié. Discours de réception de René Girard à la
Académie Française et réponse de Michel Serres (Paris: Le Pommier, 2006).
10 “Pude observar en cierta ocasión los celos de un bebé que apenas articulaba sonido y ya clavaba
los ojos ceñudos, con la cara lívida, en un hermanito suyo de leche. ¿A quién se le escapan detalles
como éste?” (I, 11). San Agustín, Confesiones, trad. de José Cosgaya, Madrid, BAC, 2004, p. 33.
66
que la gente del nivel más alto tiene.11 Piensan que deberían tenerlo, mientras que
en otros períodos históricos la estratificación y división social era mucho más
rígida (piensen en los esclavos de la antigua Grecia o en el sistema de castas de la
India) y el acceso a determinados bienes y artículos estaba muy limitado o bajo un
estricto régimen controlado por clases económicas y sociales.
En Veo a Satán caer como el relámpago, 13 usted también afirma que el deseo
mimético y la rivalidad son evidentes en la Biblia, que se mueve desde un mero
descriptivismo hacia una comprensión más normativa de la imitación y el conflicto.
Sí. Ya desde el Génesis el deseo está claramente representado como mimético: Eva
es inducida a tomar la manzana por una serpiente, y Adán desea miméticamente el
mismo objeto a través de Eva, en una clara cadena de imitación. Hay también un
elemento de envidia en el asesinato de Abel por Caín, y la envidia es uno de los
nombres más comunes para la rivalidad mimética. Además, le doy gran
importancia al último mandamiento del Decálogo: “No codicies la casa de tu
prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies
11 Hay un bastante cándido pero agudo comentario en uno de los libros de Andy Warhol: “Lo que
tiene de grande este país es que América da comienzo a la tradición en la que los más ricos
consumidores compran esencialmente lo mismo que los más pobres. Puedes estar viendo el
televisor y ver una Coca-Cola, y sabes que el Presidente bebe Coca-Cola también. Una Coca-Cola es
una Coca-Cola y ni con todo el dinero del mundo puedes conseguir una Coca-Cola mejor que la que
está bebiendo el tirado de la esquina” (A. Warhol, The Philosophy of Andy Warhol [From A to B and
Back Again] [San Diego, CA: Harcourt Brace, 1975], pp. 100-101.)
12 Véase Girard, Le sacrifice.
13 Véase Girard, I See Satan Fall like Lighting, pp. 7-8.
67
nada de lo que le pertenece” (Éxodo 20, 17)14. Aquí tienen ustedes una definición
clara de deseo mimético, porque la ley trata de enumerar en una amplia lista todos
los objetos que no deberían de desearse. Además, la ley se da cuenta a mitad de
camino de que no tiene sentido hacer una lista con todos esos numerosos objetos:
el punto fijo es el prójimo y todo lo que le pertenece. El décimo mandamiento, en
definitiva, prohíbe “nada de lo que le pertenece [a tu prójimo]”. Este mandamiento
es una prohibición del deseo mimético. Pero ¿qué viene antes del décimo
mandamiento? “No mates. No cometas adulterio. No robes. No atestigües en falso
contra tu prójimo” (Éxodo 20, 13-16). Pues bien, estos cuatro son todos crímenes
contra el prójimo: matarle, quitarle la mujer, quitarle las propiedades y difamarle.
¿De dónde salieron todos esos crímenes? El quinto mandamiento de esa secuencia
y el último del Decálogo plantea la cuestión y descubre la causa: el deseo mimético.
Las últimas palabras –“nada de lo que le pertenece [a tu prójimo]”– coloca al
prójimo primero, como modelo. Por tanto, la noción de deseo mimético está ya
presente en el Antiguo Testamento.
La fenomenología del deseo mimético tal y como la ilustró usted parece estar
principalmente relacionada con las relaciones interindividuales; sin embargo, como
usted ha explicado en sus libros, puede tener también un efecto disruptivo a gran
escala, produciendo crisis miméticas y destruyendo el orden social.
¿Piensa que tal vez el paso de la mímesis de adquisición y la escalada de los dobles
hasta la solución victimaria no es tan estrictamente consecuente como su explicación
parece sugerir? La crisis podría ser provocada por circunstancias que no estarían
necesariamente vinculadas a la mímesis adquisitiva, como por ejemplo en el caso de
episodios de una epidemia real. Puede buscarse y encontrarse un chivo expiatorio a
causa de la ignorancia de las bases biológicas de la enfermedad y la necesidad de
encontrar a alguien”responsable” de la crisis. Por tanto, tendríamos que intentar
separar la fenomenología del deseo mimético y la rivalidad mimética del propio
mecanismo del chivo expiatorio.
15Sobre este asunto, véase Paul Dumouchel and Jean-Pierre Dupuy (eds), L’auto-organisation. De la
physique au politique (Paris: Editions du Seuil, 1983), pp. 283ss.
71
16 Véase la República de Platón, II, 31b-362a: “el justo, si es tal como lo hemos delineado, será
azotado, torturado y encadenado: que le quemarán los ojos, y que, tras de haber padecido todos los
males, acabará siendo empalado, con lo que comprenderá que no debe uno proponerse ser justo,
sino parecerlo” (trad. Antonio Gómez Robledo, México, UNAM, 2000, p. 46). Véase también Fornari,
Fra Dioniso e Cristo, p. 375.
17 Evidencias del viaje de Platón pueden encontrarse en Diógenes Laercio. Véase Diogenes Laertius,
Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, III, 6. Debo este apunte a Giuseppe Fornari.
72
hecho de que Platón conoció la Biblia. (Quizás es por eso por lo que no le gustaba
Platón…)18.
Retomando su pregunta: no creo que pudiéramos decir que la víctima sea elegida
aleatoriamente. Después de todo, aleatoriedad quiere decir oportunidad pura. Si
echamos un vistazo a los mitos, veremos que las víctimas son elegidas con
demasiada frecuencia entre personas con discapacidad física o extranjeros como
para tratarse de un acontecimiento puramente aleatorio: estos “signos
preferenciales” incrementan las posibilidades de ser seleccionados como chivo
expiatorio. Está muy claro en Isaías, en el “Siervo de YHWH”. La gente tiene lo que
podría denominarse una aversión natural hacia las excepciones, las deformidades
físicas, que se convierten en signos de victimización. En el “Siervo de YHWH” hay
un pasaje en el que se lee: “No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y
su apariencia no era como para cautivarnos. Despreciado por los hombres y
marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a
aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho
caso de él” (Isaías 53, 2-3). Los signos preferenciales de victimización se dan como
razones para victimizar a esa persona, razones que son insuficientes, escandalosas,
pero que no nos permiten hablar siempre de puro azar. Las debilidades o los
rasgos desagradables se confunden con la culpa. Esa es la razón por la que en las
ilustraciones medievales a las brujas se las representa con mucha frecuencia un
poco como a los judíos en las caricaturas anti-semitas, con rasgos faciales
distorsionados, jorobadas, cojas. Si se le echa un vistazo a los dioses griegos, lejos
de ser hermosos, son con frecuencia así: bajos, tuertos, mutilados, tartamudos,
deformados (hay un texto paródico de Luciano de Samosata, la Tragopodagra, que
habla de todo esto)19 Existen también excepciones, que demuestran una belleza
fuera-de-lo-normal, como la de Apolo o Venus, pero tenemos que recordar que
ambos extremos son normalmente más susceptibles de ser convertidos en chivos
18 F. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, trad. de Andrés Sánchez Pascual (Madrid: Alienza, 20012),
p. 139: “lo encuentro [a Platón] tan descarriado de todos los instintos fundamentales de los helenos,
tan moralizado, tan cristiano anticipadamente (...) Se ha pagado caro el que ese ateniense fuese a la
escuela de los judíos en Egipto...”.
19 Carlo Ginzburg muestra esta extendida conexión entre cojera, o mutiliaciones de cualquier tipo
Respecto a la aleatoriedad, no obstante, usted dijo en Las cosas ocultas que los
rituales parecen guardar “memoria” de los elementos aleatorios como fundamento
de la selección de la víctima en el mecanismo del chivo expiatorio, a través de la
puesta en escena de juegos o enigmas para la selección contingente de la víctima
20 Véase Girard, Things Hidden, libro I, capítulo 2; “The Development of Culture and Institutions” [“el
desarrollo de la cultura y las instituciones”], en particular, pp. 51-8, “Sacred Kingship and Central
Power” [“Realeza sagrada y poder central”].
21 Arthur Maurice Hocart, Kings and Councilors (1936) (Chicago, IL: University of Chicago Press,
1970). pp. 12ss. Hocart se refiere en particular al popular prejuicio de historiadores y estudiantes
de la cultura que se aferran “a su fe en las evidencias directas, los escritos de los testigos oculares,
las monedas, las ruinas”. Para una discusión en profundidad sobre esta cuestión, véase el capt. 5.
74
Eso es verdad. Es algo que estaba relacionado con mi lectura del libro de Callois Les
Jeux et les hommes en el que es evidente que el único elemento en juegos y partidas
que no se hagan con animales es de hecho alea, suerte, que es un subproducto de la
práctica ritual.23 Naturalmente, el producto de un juego de azar podría ser doble: o
bien uno es seleccionado como víctima, o bien la vida de uno se conserva. El rito es
una forma cultural que prepara para la solución sacrificial, pero que sirve sobre
todo como forma de control de la violencia, y la sofisticación cada vez mayor de las
formas y elementos rituales ayuda cada vez más a distanciar a las culturas
concretas de la violencia original, implícita en el acto ritual. Eso es evidente en
numerosos mitos. Al resolver el enigma de la Esfinge, Edipo, como víctima
sacrificial, se salva a sí mismo y a la ciudad de Tebas que lo entroniza como su rey.
El laberinto es una máquina arquitectónico-ritual que tiene al Minotauro (es decir,
la violencia sacrificial) en su centro. Si uno lo “resuelve”, como en el caso de Teseo,
con la ayuda de Ariadna, puede conservar su vida, convirtiéndose en un héroe.
Todos estos elementos performativos son comunes en los denominados “ritos de
paso”.24
Sí. Cuanto menos diferente se hace la gente más fácilmente se decide que
cualquiera de ellos es culpable. La palabra doble es un verdadero símbolo de
desimbolización y significa indiferenciación: la ausencia de toda diferencia. Los
gemelos mitológicos son una metáfora de la indiferenciación. Los gemelos
desempeñan un papel muy importante en mi descubrimiento del mecanismo del
vista mimético, véase G. Fornari, “Labyrinthe strategies of sacrifice: The Cretans by Euripides”, en
Contagion, 4 (1997): 163-88.
75
Hay dos visiones posibles del rito. Por un lado, la visión ilustrada para la cual la
religión es superstición y si los ritos están por todas partes es debido a que ladinos
y ávidos sacerdotes imponen sus abracadabras a la buena gente. Por otro lado, si
consideramos que, simplemente, el clero no puede preceder en realidad a la
invención de la cultura, entonces la religión ha de estar antes, y lejos de ser una
irrisoria farsa, aparece como origen de toda la cultura. Y la humanidad es la hija de
la religión.
Hocart apoya esta afirmación al escribir lo siguiente: “Lo ritual no le huele bien a
nuestros intelectuales. Está asociado en su mentalidad con un movimiento clerical
por el que muchos de ellos alimentan cierta antipatía. Están por lo tanto poco
dispuestos a creer que las instituciones con las que están de acuerdo, que les parecen
tan eminentemente prácticas y sensibles como la administración moderna, deberían
haberse desarrollado fuera del abracadabra en que creen que consiste el ritual. A sus
ojos solo el interés económico puede crear algo tan sólido como el estado. Con todo, si
miraran a su alrededor, verían por todas partes comunidades unidas por su interés
en un ritual común; incluso descubrirían que el entusiasmo ritual crea más solidez
que las ambiciones económicas, porque el ritual conlleva una regla de vida, mientras
que la economía es una regla de ganancia, por lo que divide más que une.” 25
Este es el equivalente exacto del mito de Prometeo tal y como se presenta en Esquilo.
Sí. Prometeo es la víctima sacrificial que está encadenada y es devorada una y otra
vez (el águila se come perpetuamente su hígado) en una repetición del sacrificio
ritual. Como víctima sacrificial, es responsable de la invención de la cultura,
representado como la matriz de la que surge el lenguaje, la ciencia matemática y la
tecnología. El mito de Marsias es otro mito en el que arte y sacrificio están
conectados: un contexto artístico se ve completado con el sacrificio (desollado
vivo) del héroe. Lo mismo podría decirse del único episodio del Evangelio en el que
hay una referencia directa al arte: la danza de Salomé en Marcos. Es la bailarina la
que decide que Juan el Bautista ha de ser decapitado.
Cuanto más cruel y salvaje es la sociedad, más violencia se arraiga por pura
necesidad. Uno no puede excluir nunca la posibilidad de que la violencia no tenga
nada que ver con el deseo mimético sino simplemente con la escasez. No obstante,
incluso al nivel de las necesidades básicas, cuando la rivalidad comienza y se liga a
un objeto, a cualquier tipo de objeto, no hay duda de que pronto quedará
impregnada de mímesis. En estos casos, se encuentra siempre en juego algún tipo
de mediación social. Los marxistas están convencidos de que ciertos sentimientos
son específicamente sociales, dado que aparecen solamente en clases sociales
específicas. Para ellos, el deseo mimético es una forma de distinción aristocrática,
un tipo de lujuria. Yo respondería simplemente: ¡claro que lo es! Antes de los
tiempos modernos solo los aristócratas podían permitírselo. La teoría de la
caballería, por ejemplo, es una forma de glorificación del deseo mimético, y
Cervantes lo comprendió perfectamente. Don Quijote es un hidalgo, que quiere
decir “hijo de alguien”, un hombre ocioso, un aristócrata. No hay duda de que en un
mundo de serias necesidades, el hombre común y corriente tiene solo necesidades
y apetitos. Si usted se fija en el género medieval de los fabliau, tratan
principalmente de apetitos físicos y las batallas y peleas que tienen lugar están
relacionadas con el trozo de pan que los contendientes no tienen. Por eso, los
marxistas tienen en parte razón: si la teoría mimética negase la objetividad de
ciertas contiendas debería considerarse falsa; no sería más que una negación de la
existencia y de las necesidades básicas. No es menos cierto que el mimetismo,
especialmente entre aquellos que tienen un dominio del mismo, puede florecer en
la más extrema miseria. Testimonio de esto, por ejemplo, es el esnobismo de la
mujer de Marmeladov en Crimen y castigo de Dostoyevski.
Es por esto por lo que no acepta la lectura de Lucien Scubla de su trabajo, de acuerdo
con la cual “la rivalidad mimética es la única fuente de violencia humana”. 27
27Lucien Scubla, “Contribution à la théorie du sacrifice”, en M. Deguy y J.-P. Durpuy (eds.), René
Girard et le problème du mal (París: Grasset, 1982), p. 105.
79
Estoy de acuerdo con lo esencial, aunque esta fórmula infravalora en gran medida
las necesidades objetivas y los apetitos. Como acabo de decir, las apetencias
básicas pueden desencadenar conflictos, pero también es verdad que una vez
desencadenados los conflictos fácilmente se convierten en un mecanismo
mimético. Puede decirse que cualquier proceso violento que tenga cierta duración,
cierta temporalidad, está obligado a ser mimético. En la actualidad hay una
creciente preocupación por “la acción de la violencia”, refiriéndose a la azarosa
acción de la violencia, como ser robado, atracado o violado, algo que le puede
suceder a cualquiera en la “armoniosa vida” de una gran ciudad. Esto es lo que le
preocupa más a la gente en las prósperas sociedades contemporáneas. Es una
violencia que está completamente divorciada de cualquier contexto relacional. Por
lo tanto, no tiene ni antecedentes ni seguidores. No obstante, los especialistas en
violencia muestran que la violencia aleatoria no es la principal causa de violencia.
El comportamiento violento tiene lugar en la mayoría de los casos entre gente que
se conoce, que se conocía desde hacía mucho tiempo.28 La violencia tiene, casi
siempre, una historia mimética tras de sí, como en esos tristes casos de violencia
doméstica.29 Ese es el tipo de crimen más común, mucho más que la violencia entre
extraños. Ser golpeado en la calle no es directamente mimético en el sentido de
una relación entre la víctima y el asaltante, aunque tras una agresión fortuita
encontramos relaciones miméticas en la historia personal del atracador o en su
relación con la sociedad en sentido amplio, que permanecen invisibles pero que, no
obstante, podrían ser descubiertas y exploradas.
correctamente: “en América Latina, en concreto México y Colombia, la violencia en las últimas
décadas ha crecido de manera exponencial bajo una nueva forma que es la violencia del
narcotráfico, donde hay elementos de mímesis que se comienzan a estudiarse”. João Cezar de
Castro Rocha buscó estudiar esa nueva forma bajo el concepto de “visibilidad débil” e
“interdividualidad colectiva” en ¿Culturas Shakespearianas?, op. cit, especialmente capítulo 6.
80
Deberíamos enfatizar también, sin embargo, que la mímesis no solo produce efectos
disruptivos a través de la mímesis adquisitiva, sino que permite también la
transmisión cultural.
Los científicos no temen desarrollar las teorías y conceptos que son más relevantes
para el pensamiento humano y el comportamiento social, como la imitación y el
mimetismo, por ejemplo, pero que permanecen totalmente ajenas a los académicos
especialistas en literatura y a los estudiantes de ciencias sociales.
32 Sandor Goodhart, Sacrificing Commentary: Reading the End of Literature (Baltimore, MD: Johns
Hopkins University Press, 1996).
33 En un contexto diferente, Leonardo Boff abordó una cuestión similar: “Aún pienso que el otro
polo del deseo mimético debería ser más subrayado. Me refiero al deseo que produce la bondad
dentro de la historia. Por un lado, hay un mecanismo mimético que produce víctimas y crea una
cultura histórica construida sobre las víctimas. Por otro lado, y al mismo tiempo, hay un deseo
inclusivo, que busca un mimetismo “solidario”, encargado de hacer históricamente posible la
producción de bondad y vida”. (En H. Assmann [ed.] René Girard com teólogos da liberação, Um
diálogo sobre idolos e sacrificios [Petropolis: Editora Vozes, 1991] pp. 56-57).
82
Podríamos decir también que la mímesis conflictiva tiene algunos efectos “positivos”,
porque en términos generativos, engendraría la complejidad social de reglas, tabúes
y estructuras sociales con el fin de mantener a raya la violencia. En su explicación
antropológica, el objeto frecuentemente desempeña la función de desencadenar la
mímesis adquisitiva. No obstante, ¿no es posible que el objeto pueda desempeñar
también un papel fundamental en la “mímesis culturalmente pacífica”? Desde una
perspectiva histórica, la así llamada “hipótesis del cazador acerca de la hominización”
establece que los grupos sociales, tanto animales como humanos, pueden surgir como
resultado de “la cooperación para la caza y la distribución de la comida”. 34
Eso es verdad. Sin embargo, uno tiene que recordar que este objeto “bueno” es
asesinado. Cazar siempre tiene, creo yo, tanto una dimensión sacrificial como una
dimensión social que no puede ser generada únicamente por la necesidad de
conseguir comida. Tampoco puede la religión ser generada únicamente por el
miedo y la admiración que los animales salvajes inspiran. Además, la hipótesis del
cazador no hace justicia al papel del sacrificio humano.35 Creo que cualquier forma
de cooperación compleja tiene que estar fundada sobre algún tipo de orden
cultural, que esté fundado al mismo tiempo sobre el mecanismo victimario. Esa es
mi hipótesis sobre los orígenes de la cultura. Lo poco que se sabe sobre el mundo
prehistórico de la caza sugiere una organización cultural compleja.
34 Walter Burket, “The Problem of Ritual Killing”, en Robert Hamerton-Kelly (ed.), Violent Origins.
Ritual Killing and Cultural Formation (Stanford: Stanford Universtity Press, 1987), p. 164.
35 Véase la discuión de Girard y Burkert, íbid., pp. 177-88.
36 Posteriormente, Dupuy ofreció una reflexión distinta sobre los efectos de la economía de
mercado: “El orden económico es la construcción social de la indiferencia a las desgracias de los
demás. En este orden no son las relaciones entre rivales las que son vectores de las mayores
83
Entonces, ¿de qué manera tendríamos que interpretar la afirmación de Dupuy de que
“el objeto es una creación real del deseo mimético? Es decir, la composición de las
codeterminaciones miméticas es la que lo hace aparecer de la nada: tampoco es la
creación de una auténtica libertad, ni el punto de fuga de un determinismo ciego.” 38
violencias, sino las relaciones entre cada individuo y los otros, es decir, las relaciones entre
terceros. (…) Los ‘excluidos’ de la sociedad económica no son para nada víctimas sacrificiales,
porque, lejos de ser el foco de la fascinación general, mueren de la indiferencia de todos. La crisis y
lo sagrado. Chiapas: Universidad de la Tierra, 2012, p. 9.
37 Daniel Miller, en su libro A Theory of Shopping (Cambridge: Polity Press, 1998) [trad. de Ricardo
Paolo de la Barrera, Ir de compras: una teoría (México: Siglo XXI Editores, 1999)], habla de ir de
compras como de sacrificio, aunque es más cercano a la prespectiva de Bataille: “El discurso de las
compras es puramente destructivo, una representación maravillosa de desperdicio total. Captura el
potencial transgresivo del dinero, explorado por Simmel y otros, como una liberación asocial de las
consideraciones de la particularidad” (p. 95 [trad. p. 121]).
38 J.-P. Dupuy, “Mimésis et morphogenèse”, en Deguy y Dupuy (eds.), René Girard et le problème du
mal, p. 232.
84
existe una gama de objetos reales por los que la gente está compitiendo, como dos
estudiantes por la misma beca, o dos físicos por el premio Nobel.
Por tanto, vivimos en un mundo en el que la cuestión no es tener el objeto, sino estar
constantemente cambiándolo.
39 Thomas Frank, The Conquest of Cool: Bussines Culture, Counterculture, and the Rise of Hip
Consumerism (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1997) [trad. por Mónica Sumoy Gete-Alonso
y Juan Carlos Castillón, La conquista de lo cool: el negocio de la cultura y la contracultura y el
nacimiento del consumismo moderno (Barcelona: Alpha Decay Ediciones, 2011)]. Frank afirma que
un importante fenómeno de marketing, que comenzó en la década de 1960, es la llamada
“comodización del descontento”, refiriéndose vender a la gente signos de su desafección hacia el
mismo sistema que se los vende.
40 Dupuy también se refiere al capitalismo como el más “espiritual” de los universos, porque su
Uno no puede inmovilizar el deseo al mismo nivel que el objeto. Es por eso por lo
que el no-objeto (no comer, exhibiendo la propia indiferencia) es tan importante.
No es un invento empresarial, aunque las empresas pueden sacar siempre algún
beneficio. Las empresas siempre prefieren vender más y más. Por otra parte, esta
fórmula me parece demasiado filosófica, al proponer una dialéctica entre
subjetividad y objetividad que entrañaría una consideración demasiado moderna
de estos problemas, que son de hecho principalmente antropológicos. Creo que
tenemos que adherirnos a una apreciación antropológica de estos asuntos. La
objetividad de la víctima es precaria en ese estadio del mecanismo del chivo
expiatorio. En el frenesí mimético de la indiferenciación, que se resuelve con la
polarización de la víctima, el cadáver es eventualmente despedazado aparte y
consumido. Esta objetividad se convierte entonces en la trascendencia de la
víctima, que es es el aspecto más importante del fenómeno del chivo expiatorio en
este estadio. ¿Cuál es la relación de trascendencia con el objeto? Subyace en
realidad un problema teológico en esta cuestión, que es una cuestión fascinante en
sí misma.
5. Méconaissance (desconocimiento)
Para resaltar la continuidad estructural del fenómeno social que hemos analizado –a
pesar de las diferencias históricas obvias que presentan– podríamos decir que del
mismo modo que el deseo mimético no es una invención moderna, el mecanismo del
chivo expiatorio no es visible solamente en rituales primitivos o en antiguas
sociedades, sino que está también presente en el mundo moderno.
86
Es verdad y, para ver cómo funciona el mecanismo del chivo expiatorio en las
sociedades modernas, hace falta, una vez más, comenzar con el deseo mimético. La
paradoja del deseo mimético reside en que aparece fijado sólidamente a su objeto,
tercamente resuelto a poseer ese objeto y no otro, en cambio, en realidad, se pone
rápidamente de manifiesto su total oportunismo. Cuando el deseo mimético tiende
a hacerse oportunista la gente afectada por ello se centra, de manera paradójica, en
modelos de sustitución, en antagonistas de sustitución. La época de escándalos en
la que vivimos es un desplazamiento del deseo en este sentido. Un escándalo
colectivo en masa se corresponde con el escándalo de los dos “prójimos” bíblicos
multiplicado un gran número de veces. Deseo repetir que skandalon en los
Evangelios significa rivalidad mimética, por lo tanto, es esa ambición vacía, ese
ridículo antagonismo recíproco y ese resentimiento que todos sienten por los
demás, por la simple razón de que nuestros deseos en ocasiones se ven frustrados.
Cuando un skandalon a pequeña escala se hace oportunista, tiende a conseguir la
mayor difusión del escándalo a través de los medios de comunicación, logrando el
consuelo del hecho de que su indignación es compartida por mucha gente. Es decir,
que la mímesis, en lugar de conducirnos hacia nuestro prójimo, hacia nuestro rival
mimético concreto, tiende a hacerse “lateral”, y ésta es una señal de desarrollo de
la crisis, de un creciente contagio. Los mayores escándalos están alimentándose
siempre por los más pequeños, hasta que hay solo un escándalo, solo una víctima, y
es en ese momento cuando el mecanismo del chivo expiatorio reaparece. El
resentimiento creciente que la gente siente por los demás a causa del mayor
número de rivales miméticos combinado con un mayor resentimiento hacia un
elemento de la sociedad arbitrario, como con los judíos durante el nazismo en
Alemania, el caso Dreyfus en la Francia de finales del siglo XIX, los inmigrantes de
Africa hoy en día en Europa, los musulmanes debido a los recientes atentados
terroristas. Un magnífico ejemplo literario de este fenómeno puede encontrarse en
el Julio César de Shakespeare, en el reclutamiento mimético de conspiradores
contra César.41 Uno de ellos, Ligario, está muy enfermo, “una lengua débil”, pero
con la idea de asesinar a César revive y su evanescente resentimiento comienza a
fijarse en César. En ese momento él lo olvida todo porque ahora tiene a César como
el punto fijo de su odio. ¡Vaya progreso! Nueve décimas partes de la política
41 Vésae Julio César, II, i. Ver también Girard, A theater of Envy, pp. 308-9.
87
42Henri Atlan, “Violence fondatrice et réfèrent divin”, en P. Dumouchel (ed.), Violence et vérité.
Autour de René Girard (Paris: Grasset, 1985), pp. 434-50.
88
tiempo, una parte crucial de mi teoría. Tomemos, por ejemplo, el caso Dreyfus. Si
está usted en contra de Dreyfus, creerá firmemente que Dreyfus es culpable.
Imagine que es usted un francés en 1894, preocupado por el ejército y pendiente
de los alemanes. Si de repente usted se convence de que Dreyfus es inocente, esto
destruiría la comodidad espiritual, la justificada ira que usted deriva de su creencia
de que Dreyfus es culpable. ¡A esto es a lo que me refiero! No es lo mismo estar con
Dreyfus que contra él. Me parece que Atlan, incluso siendo muy astuto, comprende
mal lo que dije. Muchos de los teólogos que reseñaron Las cosas ocultas también
comprendieron mal esta cuestión. ¡Hubo incluso críticos que dijeron que si hubiera
tal cosa como una religión del chivo expiatorio tenía que ser el cristianismo dado
que los Evangelios se refieren explícitamente a este fenómeno! Mi respuesta es
muy simple: precisamente porque Jesús es representado explícitamente como
chivo expiatorio, el cristianismo, como religión, no puede fundarse sobre el
mecanismo del chivo expiatorio: más bien es la denuncia del mismo. La razón
debería de ser obvia –si usted cree que el chivo expiatorio es culpable, no va a
denominarlo como “mi chivo expiatorio”. Si Francia hace de Dreyfus un chivo
expiatorio, nadie reconocerá que Dreyfus es un chivo expiatorio. Todo el mundo
repetirá únicamente que es culpable. Si usted reconoce la inocencia de la víctima,
no va a ser capaz de usar la violencia tan fácilmente contra esa víctima, y el
cristianismo es precisamente una forma de decir, con el mayor de los énfasis, que
la víctima es inocente. Después de todo, la víctima es el Hijo de Dios. Este es el
papel clave de la méconnaissance en el proceso –esto le permite a uno tener la
ilusión de que se está acusando justamente a alguien que es realmente culpable y,
por lo tanto, merece ser castigado. Con el fin de tener un chivo expiatorio, uno tiene
que fracasar al percibir la verdad y, por lo tanto, uno no puede representar a la
víctima como un chivo expiatorio, sino como una víctima en justicia, que es lo que
la mitología hace. El parricidio e incesto de Edipo se supone que son reales, no lo
olvidemos. Hacer de alguien un chivo expiatorio es no tener conocimiento de lo
que se está haciendo.
89
¿Por qué opta usted por el término méconnaissance más que por el más común
“inconsciente”?44
43 William Shakespeare, Julio César, II, i 11.166, 180. Para un análisis de este pasaje, ver Girard,
“Let’s be Sacrificers but not Butchers, Caius. Sacrifice in Julius Caesar”, en Girard, A Teather of Envy,
pp. 210-19. [Existe traducción al español: trad. Joaquín Jordá, Shakespeare. Los fuegos de la envidia,
Barcelona: Anagrama, 1995, pp. 268-280. Hay que señalar no se realizó a partir del original inglés,
sino de la versión francesa].
44 Este concepto ha sido desarrollado por Jean-Pierre Dupuy en “Totalisation et Méconnaissance”,
Contra lo que estoy en contra es contra la idea de que hay un inconsciente, como
una entidad mental independiente. No tengo nada en contra de la idea de que algo
sea inconsciente, pero se ha probado que la idea de lo inconsciente como una
especie de “caja negra” es engañosa. Tal y como acabo de decir, debería haber
hecho más hincapié en la naturaleza inconsciente del mecanismo del chivo
expiatorio, pero me niego a encadenarlo junto a un inconsciente que tiene vida
propia, al modo de Freud.
Responderé con una paradoja. Cuanto más mimético es usted, más fuerte es su
méconnaissance y también las posibilidades de entenderlo. De repente puede darse
cuenta de que la naturaleza de su propio deseo es estrictamente imitativa. Creo
que todos los grandes escritores del deseo mimético son hipermiméticos. Como he
tratado de demostrar en mis libros, Proust y Dostoyevski, por ejemplo, son
modelos extraordinarios de esto. En sus novelas hay una ruptura radical entre la
mediocridad de sus primeros trabajos, que son intentos de autojustificación, y la
grandeza de sus últimos trabajos, que representan todos ellos la caída del ego, en
el sentido del último libro de Camus, La Chute. Creo que La Chute es un libro sobre
la mala fe de los escritores modernos que condenan toda la creación con el fin de
justificarse a sí mismos y construir una fortaleza de ilusoria superioridad moral.
¿Entonces es una persona hipermimética alguien que tiene una especial sensibilidad
hacia el mecanismo mimético?
Sí. Desde mi punto de vista, hay dos tipos de hombres hipermiméticos: los que
están totalmente ciegos a su propio mimetismo, y los que se hacen completamente
lúcidos. Lo que es tan interesante de Dostoyevski –y en un sentido amplio del
Proust de Jean Santeuil– es que, en sus primeras obras, Dostoyevski está
46Elias Canetti, Der andere Prozess (Munich: Carl Hanser, 1969), trad. de Juan José del Solar, “El otro
proceso. Las cartas de Kafka a Felice”, en La conciencia de las palabras, (México, FCE, 1981), pp.
100-215. Véase, por ejemplo, pp. 113-4: “Siento celos de todas las personas que mencionas y no
mencionas en tu carta, de los hombres y de las mujeres, de los comerciantes y escritores (y, por
supuesto, muy en particular de estos últimos)... Estoy celoso de Werfel, de Sófocles, de Ricarda
Huch, de la Lagerlof, de Jacobsen. Mis celos sienten una alegría infantil al comprobar que a
Eulenberg lo llamas Hermann en vez de Herbert, mientras que Franz parece estar grabado en tu
memoria… Pero resulta que en tu carta aparecen todavía otras personas: yo quisiera pelearme con
todas, con todas ellas, no para hacerles ningún daño, sino para apartarlas de tu lado, para liberarte
de ellas y leer solamente cartas en las que no se hable sino de ti, de tu familia... y naturalmente, ¡y
naturalmente!, de mí. Al día siguiente recibe una carta inesperada –puesto que es domingo– y se la
agradece: "Querida, he aquí nuevamente una de esas cartas que suelen inspirarme una alegría
cálida y serena. En ella no aparecen todas esas amistades y escritores."
92
47Para una detallada discusión sobre este tema, véase René Girard, Dostoyevski: du doublé à l’unité
(Paris: Plon, 1983).
93
3. La especie simbólica
1. Eslabones perdidos
Según Michel Serres su trabajo postula una teoría darwinista de la cultura porque
“propone una dinámica, muestra una evolución y plantea una explicación universal
de la cultura”.1 ¿Es esta realmente su intención?
¿Por qué no? Yo creo que la concepción de la religión de Darwin es muy ingenua;
creo que no hay algo especialmente potente o admirable en su manera de
argumentar, y sin embargo, siempre me ha fascinado su pensamiento. Ésta es la
razón por lo que mantengo una perspectiva darwinista en el proceso de
hominización que expuse en Las Cosas ocultas. Siento una gran familiaridad con su
forma de argumentar: “un largo argumento desde el principio hasta el final”. 2 La
teoría de la selección natural me parece poderosamente sacrificial. Después de
todo, Darwin, recurriendo a la teoría de Malthus sobre la población, resalta tanto la
importancia de la muerte como la importancia de la supervivencia. De alguna
manera, está representando a la naturaleza como una máquina super-sacrificial.3
Cualquier gran descubrimiento científico que represente un paradigma y un
desplazamiento gestáltico está fuertemente determinado por el contexto cultural
más amplio en el que este descubrimiento se desarrolla. Yo creo que el
descubrimiento de la selección natural está marcado por la época en que fue
1 M. Serres, Atlas (París: Juillard, 1994), pp. 219–20. [Existe trad. al español de Alicia Martorell,
Atlas, Madrid, Cátedra, 1995, p. 211].
2 The Autobiography of Charles Darwin and Selected Letters, ed. Francis Darwin (New York: Dover,
1958), p. 55. Ver también Ernst Mayr, One Long Argument: Charles Darwin and the Genesis of Modern
Evolutionary Thought (London: Allen Lane/Penguin, 1991).
3 Esta misma noción fue subrayada por Stanley E. Hyman, que ve The Origin of Species como un
“ritual trágico” dionisíaco, conectado con la noción de agone y sparagmos; ver S.E. Hyman, The
Tangled Bank: Darwin, Marx, Frazer and Freud as Imaginative Writers (New York: Atheneum, 1962),
pp. 26–33.
94
Según el filósofo Elliot Sober: “a los biólogos interesados en la cultura les llama
normalmente la atención la ausencia de teorías generales viables en las ciencias
sociales. Toda la biología está unificada por la teoría de la evolución biológica.
Quizás el progreso de las ciencias sociales esté bloqueado porque no existe una teoría
general de la evolución cultural”. 4
La teoría mimética discute, entre otras cosas, el origen de las grandes instituciones
culturales comenzando por el ritual sacrificial, que es totalmente coherente dentro
del marco darwinista. Existe un conjunto de hipótesis en este campo que son
compatibles de manera considerable con un marco mimético y apoyan sus
pretensiones. Estoy de acuerdo con la idea expresada por el sociobiólogo E.O.
Wilson. A pesar de que cree que la religión no es más que un capricho, afirma que
no es totalmente inútil, porque posee un valor adaptativo intrínseco: si no fuera así,
4E. Sober, “Models of Cultural Evolution”, en E. Sober (ed.), Conceptual Issues in Evolutionary
Biology (Cambridge, MA: MIT Press, 1994), p. 486.
95
Lo que aleja a muchos filósofos de mi teoría es, de hecho, este punto en concreto:
que la creación de la cultura se geste con la religión por medio del mecanismo
victimario, que de hecho es contingente y mecánico. Aunque, los científicos objetan
que ese pasaje sea puramente filosófico porque es demasiado complejo (y
demasiado hipotético) para que pueda ser probado. Esta es la naturaleza
paradójica de los diálogos en los que me encuentro envuelto: los filósofos
difícilmente creen en “hechos”; los científicos normalmente no están interesados
en pasar del campo físico al simbólico.
5Las religiones son como cualquier otra institución humana que evoluciona en direcciones que
mejoran el bienestar de sus practicantes. Debido a que este beneficio demográfico debe ser recibido
por todo el grupo, puede ser conseguido en parte de manera altruista, o bien por medio de
explotación de unos sectores que se aprovechan de otros. De manera alternativa el beneficio puede
surgir como la suma del incremento general de bienestar de todo el grupo. (Edward O. Wilson, On
Human Nature [Cambridge: Harvard University Press,1978], p. 175).
5Ver tambien E.O. Wilson, Sociobiology: The New Synthesis (Cambridge, MA: Belknap Press/Harvard
En este sentido, una hipótesis como la del gen egoísta de Richard Dawkins es
simplemente abstracta cuando se pone a explicar las interacciones sociales
recurriendo, principalmente, a la teoría de los juegos para defender que el altruismo
animal es posible – ¡como si las interacciones sociales, y por lo tanto la cultura,
pudieran ser reducidas a una mera explicación económica! Para ampliar su teoría a
la esfera cultural tiene que inventar la noción todavía más problemática del meme, la
6Para una crítica de la idea de selección de grupo ver G.C. Williams, Adaptation and Natural
Selection: A critique of some current evolutionary thought (Princeton, NJ: Princeton University Press,
1966). Para una reconsideración del tema ver la introducción de E. Sober and D.S. Wilson’s en Unto
Others. The Evolution and Psychology of Unselfish Behavior (Cambridge: Harvard University Press,
1998), pp. 1–13.
97
unidad cultural mínima (que, por cierto, se parece mucho a las ideas expresadas por
Tarde en The Laws of Imitation [Las leyes de la imitación]).
Al hacer esto, introduce una ruptura radical entre lo animal y lo humano dado que
no aporta una explicación para la emergencia de la cultura. Los memes, en su
exposición, parecen salir de la nada, mientras que la fuerza selectiva que debe
discriminar entre los menes que deben mantenerse y los que deben ser
desechados queda inexplorada (o es completamente contingente). 7 Me da la
sensación de que la teoría sobre la imitación de Dawkins es bastante deficiente en
general. Propone una teoría para la transmisión imitativa de la cultura que, sin
embargo, nunca tiene en cuenta los efectos negativos de la imitación.
Por esta razón necesitamos una teoría, como la teoría mimética y el mecanismo del
chivo expiatorio, que pueda dar cuenta de la emergencia de la cultura y de la
actividad simbólica, comenzando desde un punto de partida puramente naturalista,
teniendo presentes todas las limitaciones biológicas, etológicas y antropológicas a
las que los primates están sujetos. En otras palabras, la teoría mimética,
estructurada en torno al mecanismo victimario, aporta un terreno común parala
relación de diferentes aproximaciones metodológicas, así como de diversas fuentes
de datos.
7 Susan Blackmore habla de un meme machine, que funciona meramente como un algoritmo sin
inteligencia. Ver The Meme Machine (Oxford: Oxford University Press, 1999).
8 Sobre esta discusión ver Stephen K. Sanderson, The Evolution of Human Sociality. A Darwinian
Para lograr esto, sería importante mantenerse en el umbral impreciso que existe
entre los ámbitos humano y animal, y que finalmente será responsable del
surgimiento de la esfera simbólica. Según las observaciones etológicas de Konrad
Lorenz, uno puede identificar en ciertas especies pautas de comportamiento que
forman lo que podríamos denominar un mecanismo de expiación instintivo.10
Para mí, lo más importante del libro de Lorenz On Agression es la descripción del
comportamiento de los gansos. Cuando dos gansos se acercan uno al otro
mostrando signos de hostilidad, la mayoría de las veces la agresión común es
redireccionada y descargada sobre un tercer objeto.11 Esta redirección de la
agresividad se “cristalizó” con la evolución en un patrón instintivo que puede crear
un vínculo, principalmente entre un varón y una hembra (aunque hay también
casos de homosexualidad engendrada por este mismo mecanismo). En el caso de
los gansos, la pareja es permanente o semipermanente, y se crea a través de un
tipo de mecanismo de expiación incipiente, incluso aunque no sea apropiado
llamarlo mecanismo expiatorio, ya que el tercer elemento frecuentemente es un
objeto inanimado. Se puede observar allí el primer esbozo de una futura
victimización, con el objetivo de reconducir la violencia hacia un tercero. Esta
observación, si es correcta, podría dar cuenta del surgimiento del vínculo entre
10 Konrad Lorenz, Das sogenannte Böse: zur Naturgeschichte der Aggression (Vienna: Borotha-
Schoeler, 1963), trad. On Agression (New York: MJF Books, 1966) [Existe traducción española, Sobre
la agresión, el pretendido mal, Buenos Aires/México, Siglo XXI, 2005].
11 Ibíd., cap. 11, “The Bond”, pp. 165–219. [En la trad. española: Ibíd., cap. 11, “El vínculo”, pp. 187-
242].
99
Lorenz hizo referencia a la risa humana como una forma de reconducir la agresión:
cuando un grupo de gente se ríe de alguien, como una forma de mecanismo
expiatorio menos dañina, inmediatamente se percibe una forma de conexión
empática, un vínculo más fuerte dentro de los miembros del grupo.
12Elias Canetti, Crowds and Power, Trad. Carol Stewart (Harmondsworth: Penguin, 1973). Ver en
particular Cap. 2, pp. 109–93.
100
Si esto fuera cierto, ¿cómo podríamos pensar que las comunidades primitivas no eran
conscientes de la “significancia” del homicidio fundador - un elemento fundamental
en su teoría?
Lorenz, como Darwin, prefiere no ver ninguna separación radical entre los
animales y los seres humanos, lo que es una idea razonable, pero minimiza la
simbolicidad o incluso ni siquiera la menciona. La simbolicidad es esencial. Los
científicos tienden a pasar por alto la aparición de la simbolicidad como la fuerza
que se encuentra detrás de la discontinuidad entre animales y humanos. Con
frecuencia, los evolucionistas minimizan la simbolicidad o tratan de hacerla
derivar de orígenes básicamente fisiológicos. Por ejemplo, los autores que he leído
tratan de explicar el lenguaje solo a través de la evolución del cerebro, mientras
que los etólogos enfatizan demasiado las raíces etológicas comunes, al no ver el
salto fundamental (por no decir “ruptura”) entre la cultura humana y la animal,
que es de hecho desencadenado por la aparición de la esfera simbólica. Para
disponer del poder simbólico tiene que disponerse primero de su origen y, para mí,
ese origen es el mecanismo del chivo expiatorio. De esta manera, uno puede
13 Lorenz, On Aggression, pp. 249–50. [Existe traducción española, Sobre la agresión, el pretendido
mal, Buenos Aires/México, Siglo XXI, 2005, p. 278; entre corchetes las partes modificadas respecto
al original para mantener el sentido].
101
explicar cómo el incremento del poder simbólico está unido al ritual. Esto requiere
lo que los filósofos suelen llamar una “totalidad”, de modo que las cosas dentro de
la totalidad puedan referirse unas a otras y, por lo tanto, adquirir significado a
través de la indexación y a través de conexiones analógicas, metonímicas y
metafóricas, entre elementos de la misma totalidad.
En el pasaje que ustedes mencionan, Lorenz utiliza la historia de Caín como una
metáfora para explicar estos posibles acontecimientos primordiales. Sin embargo,
creo que no es adecuado ampliar la historia de Caín al reino animal. Esta es otra
manera de no establecer una discontinuidad entre los animales y el hombre. En
todo caso, en la última frase –“Al punto comprendería, sin necesidad de esperar a
que el caso se fuera dando a conocer poco a poco entre los miembros de la horda,
que si morían así muchos de sus compañ eros, el potencial bé lico bajaría
gravemente”– parece que Lorenz está pensando en un mecanismo colectivo. Da a
entender que Caín es un nombre colectivo. Esto está muy claro en el texto bíblico:
“me vengaré siete veces de quien mate a Caín” (Génesis 4. 15). Es la ley de una
tribu y no la ley de un solo hombre. Por supuesto que la Biblia no puede ser
entendida literalmente: Adán, Eva, Caín son nombres colectivos. Así, aunque
Lorenz nunca desarrolló totalmente esta idea, subyace de manera latente en su
lenguaje metafórico.
Al definir el mecanismo del chivo expiatorio como un proceso aleatorio, tiene que
verse como una serie de pasos progresivos. No se puede señalar el momento
aislado, exacto, en el que esto sucede y, finalmente, surge la cultura. Tiene que ser
visto dentro de un marco cronológico de docenas e incluso cientos de miles de
años. En esta larga historia de “descubrimiento” del mecanismo del chivo
expiatorio, se puede incluir el relato de Lorenz sobre la reconducción animal de la
102
agresión, como un primer paso en esta evolución, como una especie de rito infra-
expiatorio. Es un proceso muy complejo. Es necesario tener un grupo, una manada,
como prerrequisito para el completo desarrollo del mecanismo del chivo
expiatorio.
14Ver, por ejemplo, Christopher Boesch, “Hunting Strategies of Gombe and Taï Chimpanzees”, en
Richard W. Wrangham, W.C. McGrew, Frans B.M. de Waal y Paul G. Heltne, Chimpanzee Cultures
(Cambridge, MA: Harvard University Press, 1994).
103
3. La evolución de la mente
Esta posibilidad fue potentemente intuida por A.C. Clarke y Stanley Kubrick en la
primera escena de 2001: Una odisea en el espacio.15
Este “regalo” de la paz “restaurada” y el vínculo dichoso inducen, del mismo modo,
a la mente primitiva a repetir miméticamente este evento, percibido como la forma
más efectiva de adquirir paz y solidaridad dentro del grupo en momentos de crisis.
En la “supersticiosa” repetición del acontecimiento, un tipo de puesta en escena en
forma de asesinato de una víctima de sustitución debe ser establecida. Esta víctima
ya no es entendida como responsable de la crisis, pero es al mismo tiempo una
nueva víctima real que debe ser asesinada y un símbolo del evento primordial; es
el primer signo simbólico inventado por estos homínidos. Se trata del primer
momento en el que algo representa a algo diferente. Es el símbolo primordial. Y
para tratar con la complejidad cognitiva que requiere el manejo del surgimiento de
la esfera simbólica se requería un cerebro de un tamaño mayor y el mecanismo del
chivo expiatorio actuó como una forma de presión evolutiva, como un elemento de
la selección natural.
15 Esta sugerencia proviene de G. Fornari, Fra Dioniso e Christo. La Sapienza sacrificale greca e la
civiltà occidentale (Bologna: Pitagora, 2001), pp. 17–18.
104
Un sistema simbólico funciona de esta manera. Puede ser descentrado, pero está
originariamente centrado. Por ello, no estoy de acuerdo con Derrida cuando dice
que las estructuras son siempre ya descentradas. El centro enseña a la gente a
comunicarse, a asumir sus propios roles para comunicarse los unos con los otros.
Después de esto se puede dar la disolución del centro, el olvido de los rituales y el
surgimiento de las instituciones. En todo caso, este centro es muy importante para
el nacimiento de las instituciones porque, o bien se dispone de la visión ilustrada
en la que la religión no es nada, o bien uno comprende que la religión pulula por
todas partes y que, por lo tanto, debe de ser el origen de todo. Debemos elegir
entre estas dos perspectivas. Si usted simplemente rechaza la religión entonces
¿cómo se puede dar cuenta del hecho de que las únicas cosas que son comunes a
todas las culturas son el lenguaje, el ritual y Dios? Por lo tanto, la religión es la
madre de todas las cosas: es la fuente de ese centro y, así, comenzando desde esta
idea, el surgimiento del ritual, del lenguaje y del simbolismo, llega a ser pensable.
Finalmente, la religión misma se produce por el mecanismo del chivo expiatorio.
“¿Qué garantizó esta ventaja competitiva? (...) ¿Qué tipo de adaptación podría
explicar la aparición de herramientas, artefactos e invenciones de todo tipo para
todo tipo de usos y, finalmente, la creación y el mantenimiento de estructuras tribales,
políticas y sociales, que regulaban todo, desde el matrimonio hasta la propiedad, de
la justicia a la obligación personal? ¿Qué cambios podrían haber roto las
restricciones de la cultura mimética con tal determinación que condujo hacia un
rápido movimiento de intercambio de información hallado en los inicios de la cultura
humana?”17
16 M. Donald, Origins of the Modern Mind: Three Stages in the Evolution of Culture and Cognition
(Cambridge, MA: Harvard University Press, 1991), p. 210.
17 Ibíd., p. 211.
18 “El mito es la prototípica, fundamental, herramienta mental integrativa. Trata de integrar una
Los símbolos no son equivalentes a los signos; no disponen de una relación directa
con su referente. Para romper esta relación de indexación entre el referente dado y
el signo, es necesario disponer de un instrumento cultural. Los monos no pueden
alcanzar este nivel porque es necesario un momento catastrófico dentro del
proceso evolutivo que no está sólo vinculado a la encefalización. Esta catástrofe es
la crisis mimética, la lucha a muerte de todos contra todos en un sentido
hobbesiano, que no es una hipótesis fantástica, sino que es una terrible realidad. La
19Terrence W. Deacon, The Symbolic Species. The Co-Evolution of Language and the Brain (New
York: Norton, 1997), esp.pp. 340–41.
107
resolución a través del chivo expiatorio que salva la proto-comunidad de sus crisis
de violencia mimética se codifica en un sistema ritual de normas y prohibiciones, y
genera a cambio estas formas de estructuras simbólicas “contraintuitivas” que
Terrence Deacon correctamente enfatiza y que podemos encontrar por todas
partes en la cultura humana. En todo caso, raramente vincula esto con otros
aspectos de la cultura humana, porque él no es un antropólogo.
De hecho, existe un texto de Kierkegaard que parece sugerir una conexión entre
mímesis y repetición, tanto en términos poéticos como en la idea de una imitación
recíproca y en la emergencia de los dobles.22
Sin embargo, desde un punto de vista científico esto debería ser verificado y
probado. Luc-Laurent Salvador plantea este vínculo entre imitación y repetición
como una forma de refuerzo psicológico y cognitivo, a través de la idea de “cycle
assimilateur”.23 Desde un punto de vista antropológico creo que el ritual es una
práctica cultural de una importancia primordial, porque revela, por un lado, la
estructura de nuestro mecanismo cognitivo y, por otro lado, funciona como
herramienta pedagógica para sociedades primitivas. La repetición es tan
importante como la imitación para la transmisión cultural ya que, por supuesto, al
final son la misma cosa.
4. La inteligencia social
En Las cosas ocultas, usted afirmó que gracias al proceso único de encefalización de
los homínidos, la invención de herramientas y de armas trastornó las sociedades
primitivas que estaban basadas en una jerarquía social y, por consiguiente, la crisis
mimética pudo darse. 27 R. Dunbar propuso que la encefalización no fue
desencadenada ni por necesidades cognitivas relacionadas con la fabricación de
herramientas, ni por el mapeo mental de medioambientes cambiantes, sino que fue
24 De hecho, la lista de Fiske de temas comunes en el ritual puede ser usada como una descripción
clínica de las obsesiones comunes en estos pacientes. En ambas situaciones la gente está
preocupada por la pureza y la polución; la polución puede ser evitada realizando acciones
particulares (...) [que consisten] en gestos repetitivos; hay un sentimiento de que se pueden
desencadenar grandes peligros al no realizar estas rutinas o al desviarse del guión usual;
finalmente, con frecuencia no hay conexiones obvias entre las acciones representadas y su
significado usual. (P.Boyer, Religion Explained. The human instincts that fashion gods, spirits and
ancestors [London: William Heinemann, 2001], p. 273).
24La referencia es sobre A.P. Fiske and N. Haslam, ‘Is obsessive compulsive disorder a pathology of
the human disposition to perform socially meaningful rituals? Evidence of similar content’, Journal
of Nervous and Mental Disease, (1985) 1997: pp. 211–22.
25 Ver S. Freud, Obsessive Acts and Religious Practice (1907), en The Standard Edition, vol. 9
Lo que dije en Las cosas ocultas es que las herramientas pueden convertirse en
armas al igual que lo pueden ser las piedras. Por ejemplo, los australopithecus eran
capaces de usar herramientas de una manera más bien simple, mientras que el
homo habilis manifestó ya algún tipo de cultura unos dos millones de años atrás.
No me atrevería a decir nada concluyente a este respecto, pero sugeriría que a la
altura del Homo habilis debería existir alguna forma de temor religioso, algunos
tabúes. Ha de existir alguna evidencia de ello. La capacidad cerebral, por ejemplo,
estaba ya adecuada para el lenguaje y la fabricación de herramientas era compleja.
29 E.O. Wilson, Sociobiology,p. 255. Wilson está citando a J.B. Calhoun, “Population density and social
pathology”, Scientific American 206.2 (1962): 139–48, and P. Leyhausen, “The communal
organization of solitary mammals”, Symposia of the Zoological Society of London (1965): 249–63.
30 Ver R.S. Lazarus, Psychological Stress and the Coping Process (New York: Lazarus, 1966); J. Cullen
et al. (eds), Breakdown in Human Adaptation to Stress (The Hague: Martinus Nijhoff, 1984); A.
Monat y R.S. Lazarus, Stress and Coping: An Anthology (New York: Columbia University Press, 1985).
112
1028.
113
entonces la representación del mecanismo del chivo expiatorio ocurre cuando este
forastero-autóctono es asesinado ritualmente y devorado después.
Sí. Creo que se comienza a tratar a los animales como seres humanos con el fin de
sacrificarlos, sustituyendo el animal por la víctima humana. 33 En todo caso, los
animales sólo reaccionan a la domesticación si poseen una predisposición hacia
ello, en caso contrario nada sucedería. Se ha sugerido en muchas ocasiones que las
sociedades que triunfan son aquellas que se rodean de animales domésticos. Pero
¿cómo fue posible domesticarlos y por qué lo hicieron? Las teorías más conocidas
no me resultan particularmente convincentes. Por supuesto, para domesticar un
animal uno debe trabajar continuamente con él, manteniendo al animal dentro del
grupo, dentro de la comunidad, para “humanizar” al animal, por así decirlo.
Contrariamente a lo que personas como Régis Debray piensan –que en Le Feu sacré
[El fuego sagrado] trata de probar que estoy equivocado– no existe incentivo
directo relacionado con la domesticación y sus ventajas ya que nadie las conoce de
antemano y sólo se harán evidentes con el tiempo. Más aún, en sus primeras etapas
la domesticación fue antieconómica: el tamaño de los animales domesticados se
reduce; sufren todo tipo de enfermedades relacionadas con el estrés debido a la
cautividad; la cantidad de bacterias y de virus que los animales salvajes introducen
en la comunidad humana es muy alta. La domesticación no podría haber sido
prevista, ¡menos aún planeada! Es un círculo vicioso, a no ser que haya una
explicación mejor que la que provee el funcionalismo.
33 De hecho, esta teoría fue presentada por primera vez en un contexto totalmente diferente por E.
Hahn, Die Haustiere und ihre Beziehungen zur Wirtschaft des Menschen (Leipzig 1896). Ver también
J.Z. Smith, “The Domestication of Sacrifice”, en Violent Origins. Ritual Killing and Cultural Formation
(Stanford, CA: Stanford University Press, 1987), p. 199: “Sacrifice is, in part, a meditation on
domestication.”
114
nunca se dio.34 Como ya mencione en Las cosas ocultas el elemento iluminador fue
el hecho de que los Ainu intentaron domesticar osos polares criando a un oso
recién nacido junto a sus propios hijos, amamantándolo como a cualquier otro
niño.35 Si los osos fueran domesticables, los Ainu lo habrían conseguido. Si en lugar
de un oso hubiera sido algún tipo de antílope, en ese caso el proceso de
domesticación habría tenido éxito. El ritual es un testimonio de lo que puede y no
puede suceder. Leí en alguna parte que desde que concluyeron los tiempos
arcaicos y el sacrificio animal, no se ha domesticado ninguna otra especie. Mientras
que algunas especies regresaron a la vida salvaje lo contrario nunca ha sucedido.
La domesticación animal es una empresa humana que parece coincidir
históricamente con el sacrificio animal. La cultura humana y la humanidad misma
son hijos de la religión.
En Violent Origins [Los Orígenes violentos], Jonathan Smith parece invertir el orden
de este desarrollo sugiriendo que “el sacrificio es una exageración de la
domesticación”.36
Smith se acerca al vínculo que existe entre religión y domesticación, pero tiene
demasiados prejuicios contra la religión como para reconocer la primacía de lo
religioso. Su razonamiento funcionalista le impide aceptar que una comunidad
primitiva no pueda pensar en términos de “posponer el pago”, porque no tienen ni
idea de lo que va a suceder. El sacrificio no es una aberración de la domesticación,
sino que es todo lo contrario. La domesticación no es el arte del “asesinato
selectivo” sino este asesinato ritual que produce selección. La domesticación es un
“derivado” imprevisto del sacrificio animal.
Sin embargo, el hecho de utilizar de animales para el sacrificio ritual, ¿no sugiere ya
un nivel de conciencia en las comunidades primitivas? Las tentativas constantes de
sustituir víctimas animales por humanas indican que sacrificar a alguien que
pertenece a la comunidad no era el modo más seguro de prevenir la violencia.
34 Ver David Carrasco, City of Sacrifice: The Aztec Empire and the Role of Violence in Civilization
(Boston, MA: Beacon Press, 1999). Sin embargo, debemos señalar que estudios recientes
identificaron el uso doméstico de perros (ixcuintle), monos (ozomatli) y pavos (guajolote), entre
muchos más, en Mesoamérica.
35 Girard, Things Hidden, pp. 70–71.
36 Smith, “The Domestication of Sacrifice”, p. 200.
115
Claro. La víctima sacrificial debe ser al mismo tiempo diferente y similar a los
miembros de la comunidad. No podemos dar por hecho que las diferencias entre
hombre y animal siempre significaron lo que significan hoy para nosotros. Esta
pregunta hace referencia al problema de la incompleta separación de la estructura
dentro/fuera. Es más bien un continuo. Lo sagrado está siempre fuera porque debe
ser trascendente a fin de ser sagrado. Al mismo tiempo, por lo general, no se
sacrifican animales salvajes en culturas que disponen de animales domésticos. Esto
parece confirmar que los animales salvajes fueron domesticados con el propósito
de ser sacrificados, y no por los beneficios que traía consigo la domesticación, o lo
que es lo mismo, los animales salvajes fueron domesticados para ser sacrificados.
La “teología” de la vaca en la India parece sugerirlo: la vaca se encuentra en una
especie de tierra de nadie entre la sacralidad y la domesticación. Fueron
domesticadas porque eran necesarios en rituales sacrificiales, pero después, según
el ritual sacrificial fue siendo abandonado progresivamente, el animal ya nunca
alcanzó un estatus “secularizado”: se hicieron comestibles pero quedaron
investidos de un aura sagrada.
¿Ve usted este fenómeno como una forma de ampliar los márgenes de la sociedad
simbólica o fue una forma de “engañar” a los dioses? El episodio de Ulises y Polifemo
en La Odisea de Homero, por ejemplo, podría ser visto como un relato mítico de
sustitución, de engaño a los dioses, los hombres escondiéndose bajo las ovejas y
cabras se protegen de la ira de Polifemo, que ha sido cegado. Sin embargo, la historia
mítica narrada por Homero invierte la secuencia. A través de la sustitución, el
mecanismo sacrificial (la ira del Cíclope) es cegado. Polifemo representa el frenesí
colectivo del sacrificio por ser caníbal y porque su nombre significa “muchas voces”.
comunidad. (Cuando digo “dios” me refiero a una fuerza sagrada que se cree que
viene de fuera de la comunidad y que es suficientemente poderosa tanto para
castigar, como para proteger). De este modo, debe ser hallada una víctima nueva
apropiada para sustituir a la original. Téngase presente que la víctima siempre es
vista como un dios o un un reemplazo de éste, porque devuelve la paz con su
muerte. Por eso es vista como sagrada. Desde una víctima sacrificial que es divina,
hasta un animal que es cazado, se puede ver como los dos pueden llegar a
equipararse. La víctima es ambigua y ambivalente, lo que explica porqué pueden
ser seleccionados tanto forasteros humanos como animales autóctonos, tales
como animales domesticados, que casi (aunque no del todo) se han transformado
en miembros de la comunidad.
En este contexto merece la pena recordar con Michel Serres que la palabra indo-
europea “plantar”, esto es pak - de la que derivan palabras como paysage, pays,
pagan, paysan (todos signos de la civilización), tallo - hace referencia también a la
tumba como el primer signo, como la primera inscripción simbólica humana.37
Por supuesto, esta intuición es muy sensata. ¿Qué podría haber dado a los seres
humanos la idea de poner semillas en la tierra? Las enterraban esperando que
resucitarán como la comunidad como resultado del sacrificio –y no estaban
equivocados–. Se puede ver aquí la fecundidad de la religión. El hecho de que nos
parezca una ilusión no disminuye su efectividad cultural. Esto también me
recuerda el pasaje del Evangelio en el que Jesús dice “si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda él solo” (Juan 12,24). Esta es la idea de renacer. Jesús incluso
añade: “Si al decirles cosas de la tierra, ustedes no creen, ¿cómo van a creer si les
digo cosas del cielo?” (Juan 3,12). Por lo tanto, Jesús entiende esto como un patrón
de muerte y renacimiento que está vinculado, tanto a lo humano como al mundo
natural.38 Frazer muestra también aquí su grandeza, porque aunque la idea de
37 Ver M. Serres, La Légende des anges (Paris: Flammarion, 1993), p. 56; Les cinq Sens (Paris: Grasset,
1985), pp. 259ss. La idea de enterramientos como hitos de propiedad ha sido también sugerida por
arqueólogos. Ver Bruch D. Smith, The Emergence of Agriculture (New York: Scientific American
Library, 1995), p. 80. Calasso también recuerda que “Quechcotona”, en Nahuatl, significa tanto
“cortarle la cabeza a alguien” y “tomar una espiga de grano con la mano” (The Ruin of Kasch, p. 135).
38 Mircea Eliade promueve la misma comprensión de la lectura del mito de la mujer Hainuwele,
registrada por A.E. Jensen en Ceram, una de las islas del archipiélago de Nueva Guinea: A la mañana
siguiente viendo que Hainuwele no regresó a casa, Ameta adivinó que había sido asesinada.
Encontró el cuerpo, lo desenterró, y lo cortó en pedazos que enterró en diversos lugares, excepto
los brazos. Las piezas enterradas generaron plantas que no se conocían hasta entonces,
117
especialmente tubérculos, que desde entonces son comida de jefes para seres humanos. (M. Eliade,
Myth and Reality [New York: Harper & Row, 1963], p. 104, adaptado de A.E. Jensen, Das religiose
Weltbild einer fruhen Kultur [Stuttgart: 1948], pp. 35–8).
39 Ver Frazer, The Golden Bough, Ch. 18, sección 4, en particular pp. 315–16.
118
40 Greg Wadley y Angus Martin, ‘The origins of agriculture: a biological perspective and a new
hypothesis’, Australian Biologist, 6 Qune 1993): 96. Ver también R.B. Lee y I. DeVore, ‘Problems in
the study of hunters and gatherers,’ in R.B. Lee and I. DeVore (eds), Man the Hunter (Chicago, IL:
Aldine, 1968); M.N. Cohen, Health and the Rise of Civilization (New Haven, CT: Yale University Press,
1989).
41 M. Carl Vogt, “Anthropophagie et sacrifices humains”, en Congrès International d’anthropologie et
Eric Gans propuso una teoría de los orígenes humanos en la que el lenguaje
funcionaba como un posible sustituto del sacrificio real. De acuerdo con este relato
del “acontecimiento originario” surge una crisis mimética en la misma línea que
usted ha propuesto. Sin embargo, la resolución de la crisis podría no suponer
necesariamente la aparición del mecanismo del chivo expiatorio, sino que podría
seguir un camino totalmente diferente, en el que el lenguaje surgiría como un
intermediario privilegiado. Leamos un pasaje fundamental:
“Así pues, violando la dominación jerárquica, todas las manos se lanzan hacia el
mismo objeto; pero al mismo tiempo cado uno es disuadido de apropiárselo al
ver a los demás moviéndose en la misma dirección. La ‘temida simetría’ de la
situación hace imposible para todos los participantes desafiar a los demás y
llevar el gesto a su conclusión. El centro del círculo parece poseer un repelente,
una fuerza sagrada que evita ser ocupada por los miembros del grupo, que
convierten el gesto de apropiación en un gesto de designación, es decir, en un
gesto ostensivo. Así el signo surge como un gesto de apropiación abortado, que
viene a designar al objeto más que a intentar poseerlo. El signo es un sustituto
económico de su referente inaccesible. Las cosas escasean y, por consiguiente,
son objeto de conflictos potenciales; los signos son abundantes porque pueden
ser reproducidos a voluntad”.42
42Eric Gans, Originary Thinking. Elements of Generative Anthropology (Stanford, CA: Stanford
University Press, 1993), pp. 8–9.
120
En segundo lugar, ¿por qué esta ‘temida simetría’ debería hacer a la violencia
realmente imposible?43 ¿Cómo es posible que un simple gesto, con independencia
de su grado de ostensibilidad, pudiera evitar que los dobles miméticos se mataran
entre ellos? ¡Como si la violencia no existiera! Es otra forma de negar la violencia.
Creo que esto es, de nuevo, una maniobra retórica para negar la primacía de la
religión en la cultura humana. Si se acepta la hipótesis de Gans, entonces todas las
formas de contrato social deben también ser aceptadas. Con el fin de tener un
lenguaje, se necesita una forma embrionaria de cultura, algún tipo de refugio
cultural contra la violencia. Tiene que haber ya una solución no-lingüística para el
problema de la violencia que, inevitablemente, es una solución religiosa, y que es el
resultado del mecanismo del chivo expiatorio, del agrupamiento espontáneo
contra una víctima común arbitraria. Para mí, toda intuición sobre los orígenes
humanos debe de ser antropológica. Todas las observaciones sugieren que, en la
cultura humana, los ritos sacrificiales y la inmolación de víctimas preceden y son el
origen de todo lo demás, comenzando por el lenguaje.
43Ésta es una referencia al conocido poema de William Blake, ‘The Tyger’ en Songs of Innocence and
Experience:
Tyger Tyger, burning bright,
In the forest of the night;
What immortal hand or eye,
Could frame thy fearful symmetry?
Fearful Symmetry es también el título de un libro famoso de Northrop Frye: Fearful Symmetry: A
Study of William Blake (Boston, MD: Beacon Press, 1947).
121
el que menos pueden abandonar la violencia, porque están furiosos y su furia saca
lo mejor de ellos. En esta fase –en el momento de rabia suprema, de mayor
excitación, cuando están descontrolados, extáticos con la violencia– no hay lugar,
ni posibilidad, para contratos sociales. Este es el problema de Gans: minimiza la
violencia porque sugiere una forma totalmente lingüística de lidiar con la violencia.
De hecho, suprime simplemente la violencia y concibe un contrato social
embrionario. Mientras que yo la sitúo en el centro mismo en lo que al inicio de la
cultura se refiere.
Sí, porque existen también aspectos biológicos que deben ser tenidos en cuenta.
Como, por ejemplo, las características humanas “neoténicas” en relación con los
primates. La neotenia es la persistencia de características juveniles en animales. En
el caso del Homo sapiens podemos observar, entre otras cosas, la pérdida de su
vello corporal, huesos más pequeños sobre las cejas, la inhabilidad de andar en los
niños, etc.44 Todas estas cosas son físico-culturales y los investigadores están
todavía preguntándose sobre cómo todo esto pudo suceder. Mi idea es que el
sistema del chivo expiatorio lo hizo posible a un nivel prelingüístico. En algún
momento del viaje evolutivo –que transformó a los primates en humanos– algún
tipo de prohibición de naturaleza religiosa, o algún tipo de miedo de un inmenso
poder invisible al nivel más básico, desencadenó prohibiciones contra la violencia.
Estas formas de prohibición protegieron a las mujeres e hicieron posible un
cuidado de los niños a más largo plazo. La fórmula de la “auto-domesticación” ha
sido usada con bastante frecuencia en los seres humanos: por ejemplo “el hombre
es un animal ‘auto-domesticado’”. Pero no, no se lo hizo así mismo: fue la religión,
el sacrificio lo que le domesticó. La religión es una estructura sin sujeto, porque el
sujeto es el principio mimético. Yo creo que se puede tener una interpretación
meramente realista y materialista de ello. Lo que sugiero aquí es una integración
de la cultura y de la biología por medio del mecanismo del chivo expiatorio. Me da
la sensación de que todo lo que dice Terrence Deacon en su libro sería mucho más
44Neotenia es la retención de características juveniles en las especies adultas como sucede entre
ciertos anfibios; hace referencia también la obtención de la madurez sexual por organismos que se
encuentran aún en en etapa de larva.
122
45Entrevista con René Girard conducida por Bruce Bassoff, Denver Quarterly, 13.2 (1978): 34.
46John E. Pfeiffer, The Creative Explosion. An Inquiry into the Origins of Art and Religion (Ithaca, NY:
Cornell University Press, 1985), p. 65.
123
Hay muchos libros que estudian culturas arcaicas en comunidades rurales en los
que el sistema de intercambio asume una forma ritual. Por ejemplo, Malinowski en
Los argonautas del Pacífico occidental habla sobre objetos que los nativos
intercambian continuamente y que nunca se quedan en el mismo sitio. 47 Este es un
mecanismo parecido. Todo el mundo los posee por turnos porque son tan sagrados
y preciosos que deben ir de mano en mano. Es parte de un complejo ritual que
mantiene a las islas Trobriand en permanente contacto unas con otras sin
conflictos, y que no requiere tampoco un lenguaje, aparte del intercambio
interminable. La sacralidad de estos objetos sugiere para este sistema de
intercambio una fundación primigenia violenta que no puede ser explicada desde
un punto de vista meramente sociobiológico o por cualquier otra forma de
materialismo cultural.
Eso depende de lo que usted quiera decir con esto. Casi siempre, la mejor
explicación está en la combinación de diferentes órdenes. Por supuesto que el
hombre, como los animales, deben alimentarse, pero es la religión lo que les hace
humanos. Yo sólo digo que personas como Marvin Harris piensan principalmente
en términos de opciones racionales y de supuestos individuales que son, 48
47 Ver Bronislaw Malinowski, Argonauts of the West Pacific. An account of Native Enterprise and
Adventure in the Archipelagoes of Melanesian New Guinea (New York: Dutton, 1922), pp. 81ff. Ver en
particular Ch. 14, ‘The Kula in Dobu – Technicalities of the exchange’.
48 Ver Marvin Harris, Cultural Materialism: The Struggle for a Science of Culture (New York: Random
House, 1979), p. 60: “La evolución cultural, al igual que la evolución biológica, (al menos hasta
124
ahora) tuvo lugar a través de cambios oportunistas que incrementaron los beneficios y redujeron
los costos para los individuos”.
49 Frans de Waal, The Ape and the Sushi Master: Cultural Reflections of a Primatologist (New York:
Basic Books, 2001). De Waal presentó un trabajo en la conferencia COV&R en Atlanta en 1999:
“Primatology: Violence Reduction among Primates”.
125
Fui tratado, casi siempre, con honestidad por mis críticos, dejando de lado a
aquellos que, no teniendo conocimiento científico, no son dignos de mención. Mis
opiniones fueron muchas veces distorsionadas de manera burda, rechazadas
amargamente y ridiculizadas, pero fue hecho normalmente, creo yo, con buena fe.
La verdad es que no es fácil para mí determinar estas fuentes con precisión. Por
ejemplo, la lectura de los trágicos griegos jugó un papel fundamental en mi
descubrimiento del mecanismo victimario, al mismo tiempo que la novela
moderna lo hizo en relación con mi descubrimiento del conflicto mimético.
Sófocles comprendió el mito de Edipo, y Eurípides el mito de Dioniso, mucho mejor
que nuestros contemporáneos. Pude orientarme a través del mito y del ritual
gracias a la tragedia griega, entendiendo ambos como una forma de ritual y una
forma de revelación, aunque parcial, menos radical que el cristianismo. La fuente
principal de mi intuición son los evangelios que desenmascaran el papel colectivo
del homicidio fundacional.
Sí, aunque esta idea no aparece ahí todavía por completo. Sin embargo, en Mentira
romántica y verdad novelesca hay algunos chivos expiatorios, por ejemplo, en
Proust está Saniette, que es ridiculizado por los Verdurin. En un momento dado se
ríen de él:
126
[…] como un grupo de caníbales en los que la visión de un hombre blanco herido
despierta la sed de sangre. Porque el instinto de imitación y la ausencia de valentía
gobiernan a la sociedad y a las masas. Y todos nos reímos de la persona que está
siendo ridiculizada, lo que no nos impide venerarlo diez años después en ambientes
donde es admirado. Es de esta manera en la que la turba hace desaparecer o aclama
a sus reyes.1
Este texto contiene todo y dice todo, incluso la divinización final de la víctima y la
naturaleza victimaria y ritualista de la monarquía y, sin embargo, en aquel
entonces no me di cuenta de ello. El descubrimiento del mecanismo victimario
estuvo conectado principalmente con la lectura de Edipo, pero sobre todo de Las
Bacantes. En esa época comparaba las tragedias con los mitos y los rituales. Los
rituales eran más importantes que los mitos porque son más transparentes.
Escenifican con bastante elocuencia lo que yo denomino la crisis mimética seguida
de su resolución, a través de la violencia colectiva. Desde el momento en el que
comprendemos que estamos tratando con una transferencia mimética contra la
víctima, podemos entender por qué la violencia cesa y, también, por qué todas las
culturas humanas reproducen esta secuencia ritualmente. El elemento que fue
decisivo para el desarrollo de mi idea fue la repetición de todo el proceso en la re-
presentación ritual. ¿Por qué se repite una y otra vez? Es necesario que se
reproduzca el efecto inicial del mecanismo, la reconciliación frente a la víctima,
para reforzar y restablecer la armonía comunal alterada por las rivalidades
miméticas.
1 M. Proust, Remembrance of Things Past, Vol. 2, trans. C.K. Scott Moncrieff and T. Kilmartin
(London: Chatto & Windus, 1981), p. 965. En The Guermahtes Way, hay una escena similar en la que
un joven cantante es simbólicamente linchado por el público, Vol. 3, pp. 176–7. En francés: “[...] ils
avaient l’air d’une bande d’anthropophages chez qui une blessure faite à un homme blanc a réveillé
le goût du sang. Cet instinct d’imitation et l’absence de courage gouvernent les sociétés comme les
foules. Et tout le monde rit de quelqu’un dont on voit se moquer, quitte à le vénérer dix ans plus
tard dans un cercle où il est admiré. C’est de la même façon que le peuple chasse ou acclame les
rois”. Marcel Proust, Sodome et Gomorrhe. À la Recherche du Temps Perdu. Tome III. Paris, Gallimard.
1988, p. 231. (Bibliotèque de la Pléiade) Debemos esta cita a Pierpaolo Antonello.
127
fue la importancia de las descripciones de Frazer sobre los rituales que incluyen
chivos expiatorios?2
Algunos críticos han dicho que Frazer ya había reconocido el mecanismo del chivo
expiatorio en su sentido mimético. Esto no es cierto, porque no existe ningún
mecanismo del chivo expiatorio en Frazer. Para él, el chivo expiatorio es
principalmente una metáfora materializada. Los primitivos creían que podían
descargar sus pecados en las espaldas de víctimas sustitutivas animales o
humanas.3 Frazer no se percató de que esta metáfora del pecado como carga está
ya muy elaborada y es esencialmente “moderna”. Esta metáfora proviene, casi con
toda seguridad, de los sermones protestantes que escuchó durante su juventud.
2 James Frazer, The Golden Bough. A Study in Magic and Religion (1922) (Hertfordshire:
Wordsworth, 1993). Ver cap. 57 y 58: ‘Public Scapegoats’ y ‘Human Scapegoats in Classical
Antiquity’ (pp. 562–87). Para un estudio general del trabajo de Frazer ver Robert Ackerman, /. G.
Frazer. His Life and Work (Cambridge: Cambridge University Press, 1987).
3 Ver J.G. Frazer, The Golden Bough. A Study in Magic and Religion (abridged edn), (New York:
expiatorio. Frazer no se dio cuenta de que una forma modificada del fenómeno del
chivo expiatorio estaba presente en su propio trabajo: la expulsión de la religión de
su campo de conocimiento. Esto sucede continuamente siempre que un
antropólogo niega la existencia real del mecanismo del chivo expiatorio
reduciéndolo al estatus de una mera metáfora. En otras palabras, los académicos
modernos que han sido entrenados para ser programáticamente antirreligiosos
están continuamente haciendo de la religión un chivo expiatorio.
Con respecto a la idea de imitación, Tarde fue una figura ciertamente muy
importante en el siglo veinte y su trabajo fue excelente, si bien, superficial en
algunos aspectos. Identificó la imitación en todos los niveles y explicó, por medio
de ella, las relaciones culturales. Tuvo una intuición tremendamente
fenomenológica que es todavía válida, aunque de una importancia secundaria
porque jamás se acercó ni siquiera al descubrimiento de la rivalidad mimética y de
sus consecuencias. Recopiló una serie de observaciones fascinantes, pero no fue
capaz de postular una teoría satisfactoria que les diera unidad. Se mantuvo dentro
de los límites de la definición tradicional aristotélica de imitación, menos en lo que
respecta a su violencia reveladora.
4 Gabriel Tarde (1843–1904), fue un sociólogo francés y uno de los principales representantes de la
escuela psicológica de sociología. Según Tarde los fenómenos sociales están enraizados en procesos
psicológicos individuales. Por un lado, se da la creatividad, pero por otro lado la imitación y la
tradición. Su trabajo es una referencia tradicional para el estudio del carácter imitativo de las
relaciones sociales. Es autor (entre otros trabajos) de: Criminalité comparée (1886); Les Lois de
l’imitation (1890); Etudes de psychologie sociale (1898). Emile Durkheim (1858–1917), fue un
sociólogo francés, enseñó pedagogía y ciencias sociales en Burdeos (1887) y en la Sorbona (1902).
Fue el fundador de L’Année sociologique (1896) y la figura de la sociología francesa que más
contribuyó a establecerla como una disciplina autónoma. Es autor de Règles de la méthode
sociologique (1895), Les Formes élémentaires de la vie religieuse, le système totémique en Australie
(1912).
129
Roots of Culture (San Diego, CA: Academic Press, 1996), in particular Part II: ‘Imitation’. See also
Michael Tomasello, The Cultural Origins of Human Cognition (Cambridge, MA: Harvard University
Press, 2000). Imitación y emulación son conceptos que están ampliamente aceptados y utilizados
en estudios primatológicos.
7 Gabriel Tarde, The Laws of Imitation, trans. E.C. Parsons (New York: Henry Holt, 1903).
8 Ver Régis Debray, Le Feu sacré (Paris: Fayard, 2003), pp. 375ff.
9 Gabriel Tarde, On Communication and Social Influence. Selected Papers, ed. Terry N. Clark (Chicago,
11 A.R. Radcliffe-Brown, Structure and Function in Primitive Society (1956) (New York: Free Press,
1965).
12 A diferencia de Lévi-Strauss, quien defiende que cualquier proceso mental consiste en “pasar de
una cantidad continua a una cantidad discreta […], Freud trata de reconciliar estos dos tipos de
procesos mentales porque los necesita a ambos. Necesita la estabilidad sincrónica y el dinamismo
diacrónico: como el resto de los pensadores mejor considerados, busca una manera de reconciliar
la estabilidad de la estructura con la fluidez de los procesos de estructuración y des-estructuración”
(Girard, Things Hidden, p. 366).
131
¿Ha tenido usted ocasión de mantener algún diálogo crítico con Lévi-Strauss?
Coincidimos una vez en la John Hopkins. Fue muy caballeroso e incluso tuvimos un
breve encuentro con un antropólogo americano de la Universidad de Pensilvania
pero fue bastante superficial. Posteriormente solo recibí de él respuestas
indirectas. Aparentemente, Lévi-Strauss es hostil a la teoría mimética.14
13 “Debemos resignarnos ante el hecho de que los mitos no nos dicen nada instructivo sobre el
orden del mundo, la naturaleza de la realidad o sobre el origen y el destino de la humanidad” (C.
Lévi-Strauss, The Naked Man. Introduction to a Science of Mythology: 4, trans. John and Doreen
Weightman [London: Jonathan Cape, 1981], p. 639).
14 Las críticas de Lévi-Strauss sobre el trabajo de Girard son principalmente indirectas. En el ensayo,
“Apologue des amibes”, de Jean-Luc Jamard, Emmanuel Terray y Margarita Xanthakou (eds.), En
Substances. Textes pour Françoise Héritier (Paris: Fayard, 2000), escribió: “El simple ejercicio […]
muestra que lejos de negar o de ignorar la violencia, como ha sido acusado de hacer, la colocó en el
origen de la vida social y la enraizó en fundamentos más profundos que otros que a través del
sacrificio o asesinato del chivo expiatorio hacen surgir a la sociedad de costumbres que presuponen
su existencia”, (p. 496) Para conocer la respuesta de Girard ver la entrevista con Maria Stella
Barberi: René Girard, Celui par qui le scandale arrive, pp. 163–4.
15 Valerio Valeri, Kingship and Sacrifice. Ritual and Society in Ancient Hawaii (Chicago, IL: University
of Chicago Press, 1985), p. 70. Valeri se refiere a Homo Necans: Interpretationen altgriechischen
Opferriten und Mythen de Walter Burkert (Berlin and New York: de Gruyter, 1972).
132
Un asunto similar fue planteado por Elizabeth Traube. Según ella su sistema
interpretativo pasa por alto evidencias empíricas. Por ejemplo, en su análisis del mito
Mambai de Mau Lelu muestra cómo su modelo de interpretación puede aportar una
aproximación iluminadora inesperada al mito visto sólo como un texto. En todo caso,
sostiene que una reinserción del mito dentro del contexto concreto de la cultura
Mambai invalidaría su lectura.18
Sin duda, todo el mundo decide recalcar unos datos más que otros, y aquellos que
no están de acuerdo conmigo me acusan de “forzar los datos”. Quizás estén en lo
cierto, pero yo lo veo de forma diferente. De hecho, los arqueólogos son mucho
16 Walter Burkert, Die orientalisierende Epoche in der griechischen Religion und Literatur
(Heidelberg: Winter, 1984).
17 René Girard se refiere a la conferencia organizada por Burton Mack, ‘A Conversation on Ritual’,
en Pajaro Dunes, cerca de Santa Cruz, California, en otoño de 1983. Las actas fueron editadas por
Robert Hamerton-Kelly, Violent Origins. Ritual Killing and Cultural Formation (Stanford, CA:
Stanford University Press, 1987). Ver en particular ‘Generative Scapegoating’ de Girard (pp. 73–
105), y ‘The Problem of Ritual Killing’ de Walter Burkert (pp. 149–76), así como los debates que
siguen a las presentaciones de los artículos.
18 Elizabeth Traube, “Incest and Mythology: Anthropological and Girardian Perspectives”, en
mejores que los antropólogos porque trabajan en el campo y son, por esto, más
realistas. Cuando hice referencia al sacrificio humano en la cultura fenicia, muchos
objetaron que era una visión literaria paralela a la del Salammbô de Flaubert. Poco
después los arqueólogos descubrieron un cementerio completo de víctimas
sacrificiales cerca de Cartago lo que confirma la perspectiva de Flaubert; había
algunos animales pequeños, siendo la mayoría niños medio quemados, ambos
entremezclados. Aunque no hubiera prueba absoluta de lo que esto significa
parece razonable admitir que esto confirma la existencia de prácticas sacrificiales
en la cultura fenicia.19 Lo que muchas veces es descartado por la antropología
cultural, lo recupera normalmente la antropología forense, que puede reconstruir
el escenario completo de un asesinato a partir de pocos residuos físicos, y además
están raramente condicionados por consignas ideológicas. Los antropólogos
culturales posiblemente dirían que no tenemos derecho a presuponer estas cosas.
De todas maneras, ¿por qué el sacrificio humano debería ser considerado un
insulto para estos pueblos teniendo en cuenta que se ha estado practicando
durante siglos por todo el mundo? Se debe mantener una visión políticamente
correcta de la antropología para negar algo que es tan evidente. Hay incluso
antropólogos como Arens que niegan completamente la existencia de los
sacrificios humanos diciendo que es una invención del imperialismo occidental.20
¿Cómo se podría hacer trabajo de campo sobre hechos que acontecieron a lo largo
de un periodo de miles de años? La especialización significa que no se puede hacer
todo. Si creo en la investigación científica entonces debo confiar en mis colegas
investigadores, en sus hallazgos e interpretaciones arqueológicas o
paleontológicas. O bien, confiamos en que esta tarea puede ser realizada, o bien,
19 See Shelby Brown, Late Carthaginian Child Sacrifice and Sacrificial Monuments in their
Mediterranean Context (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1991); Sabatino Moscati (ed.), The
Phoenicians (New York: I.B. Tauris, 2001). En este número ver también Yolotl Gonzalez Torres, El
Sacrificio humano entre los mexicas (México: Fondo de Cultura Económica, 1985), p. 9:” respecto al
sacrificio humano –en el caso concreto de los Mexicanos– hay evidencias tanto objetivas como
aportadas por fuentes escritas. Sin embargo, cuando se estudian, la influencia de la ideología del
investigador le lleva a negar la existencia de tales prácticas rituales o simplemente a descartar el
hecho”
20 W. Arens, Man Eating Myths: Anthropology and Anthropophagy (Oxford: Oxford University Press,
1980).
134
Los antropólogos pueden pensar que esta preocupación mía es irrelevante desde
un punto de vista científico, pero para mí es la pregunta más importante que
debemos formular. En otras palabras, ¿por qué existen mitos e historias que son
tan parecidas? ¿Por qué todas esas culturas mantiene características similares y
cuentan historias sobre un homicidio original? Como todo científico, busco el
factor común, el patrón, más que la diferencia.
Por supuesto, usted es consciente de que los científicos sociales también buscan la
diferencia. Es un paso fundamental para el establecimiento de patrones culturales
más amplios.
Sí, pero siempre y cuando se intenten establecer tales patrones. ¡Hay una increíble
ironía detrás de este relativismo cultural! La víctima está en el centro de nuestra
comprensión contemporánea de la historia, de la cultura y de la moralidad. Así
pues, si toda la cultura contemporánea occidental está fundada en la adoración de
la víctima, no comprendo por qué mi argumento no puede ser aceptado porque
sitúe a la víctima en el centro de mi reflexión. Busco a la víctima inocente dentro
cualquier relato histórico, mítico y ficticio.
21 Ver en este número el capítulo 2 de Girard, Celui par qui le scandale arrive, pp. 45–62.
135
objetos de no contar realmente. Tanto cuanto imaginamos desafíos objetivos para nuestras
disputas, defiende, somos atrapados por la ilusión del deseo mimético. Es este deseo, y sólo este
deseo, el que adorna los objetos con un valor que no es el suyo propio. En sí mismos no cuentan; no
son nada. Al revelar el proceso de acusación, Girard, como Boltanski y Thévenot, agota para
siempre nuestra aptitud para acusar. No obstante, prolonga la tendencia de los modernos de
menospreciar a los objetos aún más – y Girard ofrece esa acusación incondicionalmente; cree en
ello y ve en este desprecio ganado a duras penas la mayor prueba de moralidad (Girard, 1989).
Aquí está un denunciante y medio. (Bruno Latour, We Have Never Been Modern [Cambridge, MA:
Harvard University Press],p. 45).
136
Una objeción típica a esta hipótesis sería llamar la atención sobre la existencia de
miles de mitos que no encajan en este patrón.
No sé por qué Dios no puede ser compatible con la ciencia. Si se cree en Dios,
también se cree en la objetividad. Una creencia tradicional en Dios le hace a uno un
creyente de la objetividad del mundo. En última instancia me encuentro atrapado
por un patrón muy tradicional que, por supuesto, puede ser modernizado. Lo que
quiero decir es que, respecto a las así llamadas preguntas importantes, todavía
funciono dentro de una epistemología tradicional que considera las cosas como
reales y que ve a Dios como el garante de esta realidad. Por lo tanto, no entiendo
por qué debe plantear un problema el discutir mi teoría dentro de un marco
científico. La lectura que hago de las novelas en mi primer libro es parte de esta
comprensión. Las interpreto como reflejos de relaciones reales que se dan en la
sociedad y las utilicé casi como instrumentos científicos de observación.
ciencia de las relaciones humanas, siempre comenzando desde las actuales y reales
relaciones humanas, manteniéndome lejos del “mito” del sujeto todopoderoso que
es la fuente de gran parte de nuestra impotencia.
Ante todo, sin duda no es una totalidad hegeliana. Hablar de “sistema” mimético es
quizás también simplificarlo un poco. El principio mimético es totalmente fluido y
no puede ser establecido de una vez para siempre. ¿Se puede mantener el concepto
de sistema abierto de alguna manera?
No soy partidario del ateísmo religioso, pero creo que una aproximación a los
hechos desde las ciencias sociales debe de carecer tanto de asunciones religiosas
29 E.E. Evans-Pritchard, Theories of Primitive Religion (Oxford: Clarendon Press, 1965), pp. 100–12.
30 Eugene Webb, The Self Between. From Freud to the New Social Psychology of France (Seattle:
University of Washington Press, 1993), p. 213.
31 Ver por ejemplo Pascal Boyer, The Naturalness of Religious Ideas: A Cognitive Theory of Religion
(Berkeley, CA: University of California Press, 1994): “El contenido y la organización de las ideas
religiosas depende, de manera especial, de propiedades no-culturales del cerebro-mente humano
que a pesar de la socialización son percibidas de manera intuitiva como innaturales por los sujetos
humanos” (p. 3).
32 Charles L. Bellinger, The Genealogy of Violence. Reflection on Creation, Freedom, and Evil (Oxford:
En una entrevista con Christian de Maussion usted dijo que nunca fue influido por
Simone Weil.33 ¿Es esto cierto?
33 Christian de Maussion, ‘Simone Weil vue par René Girard’, Cahiers Simone Weil, 11.3 (1988): 201–
13.
34 La Pesanteur et la grâce (Paris: Plon, 1947), trans, Gravity and Grace (1952); Attente de Dieu
Dieu, p. 112.
141
Debo admitir que me gusta cuando Scubla me define como un antropólogo clásico.
Como ya he mencionado anteriormente debe realizarse una crítica del sujeto, si
bien, no tiene por qué ser una negación absoluta, la destrucción radical de la idea
de subjetividad, pero debe abordarse como la cuestión del sujeto transformado,
que es capaz de verse a sí mismo como parte del proceso mimético. Admiro el
esfuerzo de Michel Serres por evitar la polémica y me doy cuenta del hecho de que
la verdad no puede surgir de ella. Si soy tratado de manera polémica, responderé
de la misma forma. Es cierto que es un fenómeno de dobles, pero creo que esto es
mejor que el silencio absoluto. Si no discriminas no puedes distinguir y para
comenzar a pensar se debe aprender a distinguir. Me veo parte de una aventura
clásica del conocimiento que progresó también a través de las disputas que se
dieron entre teorías: progreso casi en el sentido decimonónico del término. La vida
intelectual necesita contactos y diálogo. Cuanto más hablemos sobre el diálogo en
nuestro tiempo, menos tendremos que practicarlo. Ser polémico significa
reconocer la existencia del otro como alguien que no piensa como yo. Pero
volviendo a la postura de Serres: está claro que nos encontramos todavía en un
mundo crítico. Hay aspectos de nuestra cultura que no podemos trascender;
estamos circunscritos por nuestras limitaciones. Sin embargo, en última instancia,
no veo que esto sea una cuestión fundamental.
36Ver Michel Serres con Bruno Latour, Conversations on Science, Culture and Time (Ann Arbor, MI:
University of Michigan Press, 1995), Cap. 4, en particular pp. 132–7.
142
Lo que creo que era totalmente cierto es que innumerables hechos bien
observados estaban almacenados en las mentes de los naturalistas, preparados
para colocarse en un lugar apropiado tan pronto como alguna teoría
suficientemente clara los recibiera.
Según los editores de Question of Evidence. Proofs, Practice, and Persuasion across
the Disciplines: “El tema de las evidencias es tan importante para la investigación y
para los académicos que es extraordinaria la poca atención directa que ha recibido”. 1
Este es, de hecho, un tema principal en su trabajo. Parece que usted cree haber
encontrado una gran cantidad de evidencias incontestables que hacen referencia a la
existencia del mecanismo victimario. En todo caso es como si la mejor manera de
presentar estas evidencias estuviera todavía por descubrirse. ¿Cómo se enfrenta al
problema de la presentación de las evidencias en su trabajo?
1 James Chandler, Arnold I. Davidson, Harry Harootunian (eds), Questions of Evidence. Proofs,
Practice, and Persuasion across the Disciplines (Chicago, IL: The University of Chicago Press, 1994), p.
1.
2 “Denomino este procedimiento, que es del mismo modo brillante pero parcialmente utilizado por
Frazer, método unificador de análisis de mitos y rituales, método del que Girard aporta la causa
explicativa, la víctima.” Ver G. Fornari, Fra Dioniso e Cristo. La Sapienza sacrificale greca e la civiltà
occidentale (Bologna: Patagora, 2001), p. 27.
143
antigua cuestión sobre la anterioridad del mito sobre el ritual, o del ritual sobre el
mito, está solucionada: el ritual es una reproducción deliberada del mecanismo; el
mito es la narrativa (inevitablemente distorsionada) de sus orígenes.
Me temo que no particularmente bien. Creo que los elementos favorables a mi tesis
son tan numerosos y consistentes que es difícil negarlos; sin embargo, ninguno de
ellos tomados de manera individual pueden ser vistos como una prueba irrefutable.
Es la multiplicidad de elementos consistentes lo que constituye la verdadera
prueba. Recuerdo que por entonces estaba leyendo gran cantidad de libros de
antropología y mientras estaba comparando mitos, la presencia universal de chivo
expiatorio se me presentó de manera tan obvia que ¡creí que todo el mundo se iba
a convencer por igual! Sin embargo, no fue tan sencillo. Traté de presentarlo con
mucho cuidado, un paso lógico tras otro. Creo que el problema en sí es circular y se
debe elegir un punto de entrada en este círculo descriptivo, que no es evidente por
sí mismo. Lo que uno debe demostrar, y lo que ayuda a demostrarlo, es en muchas
ocasiones un continuum. Sin embargo, debo reconocer que mi teoría genera una
gran cantidad de malentendidos, porque no encontré una manera suficientemente
clara de presentarla.
144
¿Ha tratado usted de clasificar los mitos de alguna manera para así tener una mayor
comprensión de las variaciones en el mecanismo?
Otro mito importante es un mito de los indios Dogrin del Noroeste del Canadá que
usé tanto en mi libro El chivo expiatorio5 como en mi conferencia en el simposio
“Disorder and Order”, apoyando mi argumento sobre la inhabilidad del
estructuralismo de pensar en términos de indiferenciación:6
Una mujer tuvo relaciones sexuales con un perro. Dio a luz a seis cachorros. Fue
expulsada de su tribu y tuvo que buscar comida por sí misma. Un día cuando volvía
con sus cachorros descubrió que eran en realidad niños que se quitaban su piel
animal cada vez que les dejaba. Entonces hizo como si se fuera y una vez que se
quitaron las pieles las escondió, forzándolos así a mantener su identidad humana.
Los seis niños fueron los ancestros de los Dogribs y de toda la humanidad.
Este mito es, de hecho, una expulsión y una indiferenciación, y la víctima presenta
signos estereotípicos victimarios: es una mujer, comete un acto de bestialidad y es
representada como responsable de la crisis, ya que da a luz a una comunidad
3 Una lista completa de los mitos utilizados por Girard en sus trabajos se puede encontrar en
Stefano Tomelleri en René Girard. La matrice sociale della violenza (Milan: FrancoAngeli, 1996), pp.
135–43.
4 Ver R. Girard, “A Venda Myth Analyzed”, en R.J. Golsan (ed.), René Girard and Myth: An Introduction
(New York: Garland, 1993), pp. 151–79; también en R. Girard, The Girard Reader (New York:
Crossroad Herder, 1996), pp. 118–41.
5 Girard, The Scapegoat, p. 49.
6 René Girard, “Disorder and Order in Mythology”, en Disorder and Order, pp. 80ss. Para Lévi-
Strauss, la indiferenciación y el desorden están presentes en la mitología solo por el mero hecho del
contraste lingüístico, del binarismo estructural, mientras que para Girard forman una primera
etapa necesaria que es preludio de la resolución del chivo expiatorio.
145
De hecho, para aclarar la lectura que hago del mito y del ritual en relación con lo
que usted menciona, considero que es muy importante hacer un comentario sobre
la noción derridiana del suplemento,8 que entiendo como una lectura mimética de
la mitología.
Understanding Origins. Contemporary Views on the Origin of Life, Mind and Society (Dordrecht:
Kluwer, 1992), pp. 27–42.
9 Ver J. Derrida, Of Gramatology, trans. G.C. Spivak (Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press,
1976), en particular Part II, Ch. 2: ‘… That Dangerous Supplement…’, pp. 141–64.
146
Es muy interesante ver cómo nadie se toma en serio este punto de partida de la
teoría mimética. Los intelectuales modernos ven el homicidio fundador como algo
totalmente ingenuo. Prácticamente todas las historias sobre el origen o mitos
fundacionales establecen que la sociedad fue fundada sobre un homicidio. Se
puede encontrar la misma trama en la Biblia, en el asesinato de Caín (Génesis 4) o
en el relato de Livio sobre los orígenes de Roma.11 Mircea Eliade habla de lo que
10 J. Derrida, La Dissemination (Paris: Editions du Seuil, 1972), pp. 94–117. Derrida analiza la noción
platónica de pharmakon tal y como aparece en Phaedrus (p. 94). Después de debatir sobre las
traducciones de la palabra pharmakon, insiste en que los dos significados de la palabra (“remedio” y
“veneno”) son inseparables: porque el pharmakon es artificial, y viene del exterior más que de
dentro, explica, “nunca puede ser benéfico” (p. 99). Girard analiza la noción de pharmakon en
relación con el ensayo de Derrida en Violence and the Sacred, pp. 295–297.
11 Ver T. Livio, The History of Rome (ed. Revd Canon Roberts) I.4-I.7. “Se dijo que Remo había sido el
primero en recibir un presagio: seis buitres se le aparecieron. Justo tras producirse el augurio, a
Rómulo se le apareció el doble. Cada uno fue saludado como rey por su propio partido. Los unos
basaron su aclamación en la prioridad de la aparición, los otros en el número de aves. Luego se
siguió un violento altercado; el calor de la pasión condujo al derramamiento de sangre y, en el
tumulto, Remo fue asesinado. La creencia más común es que Remo saltó con desprecio sobre las
recién levantadas murallas y fue de inmediato asesinado por un Rómulo enfurecido, que exclamó:
"Así será de ahora en adelante con cada uno que salte por encima de mis muros." Rómulo se
convirtió así en gobernante único, y la ciudad fue nombrada tras él, su fundador.” I.7
147
No obstante, algunas de sus críticas han llamado la atención sobre este mismo
asunto de la evidencia. Por ejemplo, Hayden White y James Williams,13 por caminos
diferentes, sostuvieron que su teoría escapa a cualquier criterio de falsabilidad. No es
falsable porque concierne al origen de la cultura, un momento que por definición es
inaccesible para nosotros.
12 Mircea Eliade, A History of Religious Ideas, Vol. 1, trans. W.R. Trask (Chicago, IL: University of
Chicago Press, 1979), p. 72.
13 Hayden White, ‘Ethnological “Lie” and Mythical “Truth”’, Diacritics, 8.1 (1978): 2–9; James
Williams, The Bible, Violence and the Sacred: Liberation from the Myth of Sanctioned Violence (San
Francisco, CA: Harper, 1991). René Girard escribió la introducción a este libro (pp. vii-x).
148
14 L. Scubla, “Contribution à la théorie du sacrifice”, en M. Deguy and J.-P. Dupuy, René Girard ou le
problème du mal (Paris: Grasset, 1982), pp. 103–178, en particular pp. 159–162.
15 M. Serres, Statues (Paris: François Burin, 1987).
149
una técnica ritual particular: en un punto crucial de este ritual todos ellos huían
como si hubieran cometido un crimen. Cuando se es consciente de la teoría
mimética y se encuentran ejemplos como éste, se tiene una sensación de
reconocimiento. Éstos son los tipos de evidencias que Hocart denomina
circunstanciales. Hocart es probablemente muy importante dentro de este debate
ya que dispone de una visión original de la evidencia antropológica. Según él, la
evidencia antropológica es siempre indirecta, circunstancial, como una pista en
una historia de detectives. Si aislamos estas pistas, no podemos alcanzar un
veredicto final, pero son tan numerosas, ubicuas y consistentes que no dan lugar a
dudas.
Siento que no he tenido éxito presentando este problema con la claridad que
hubiera debido. Creo que las evidencias en mi teoría son muy potentes, pero
posiblemente no estén bien presentadas. Quizás sería más sencillo para alguien
con conocimientos de lógica. Por ejemplo, la metodología de análisis de contenidos
podría ser aplicada a un número extenso de diversos mitos con diferentes orígenes
culturales y geográficos para encontrar constantes y repeticiones de patrones y
motivos similares.16
Como usted acaba de mencionar, Hocart distingue entre dos tipos de evidencias:
directas y circunstanciales. Defiende que “en la ciencia, como en el juzgado, las
evidencias circunstanciales no son un sustituto inferior a las evidencias de los ojos y
de los oídos: se sitúan en la misma fundación del conocimiento.”17 Después añade:
“Hay una falsa, pero natural, creencia popular que afirma que la evidencia directa es
necesariamente mejor que la circunstancial, es más, que es el único tipo de evidencia
satisfactoria [...] La evidencia directa puede no sólo fracasar en la explicación, sino
que puede incluso sugerir una explicación equivocada porque hace referencia sólo a
una fracción de los hechos mientras que aparenta decirlo todo”.18
16 “El análisis de contenidos es una metodología de investigación que utiliza un conjunto dado de
procedimientos para hacer inferencias válidas de un texto”, por ejemplo “para reflejar patrones
culturales de grupos, instituciones o sociedades; revelar el foco de atención individual, de grupos,
institucional o social; describe tendencias en contenidos de comunicaciones” (Robert P. Weber,
Basic Content Analysis [London: Sage, 1985], p. 9).
17 A.M. Hocart, Kings and Councilors (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1970), p. 11.
18 Ibíd., p. 22.
150
Así es. Los rituales son un poco como pequeños fósiles culturales y mi principal
evidencia es la violencia ritual, más incluso que los mitos. El problema, de nuevo,
es rellenar los huecos y encontrar una narrativa general, una teoría –como la teoría
mimética o el darwinismo– en el que cada pieza de la evidencia, fósil o ritual caiga
en su preciso lugar proveyendo una explicación convincente del fenómeno en
cuestión.
Su teoría no afirma que justo después del hallazgo del mecanismo del chivo
expiatorio, se estableciera inmediatamente la religión (es decir, la cultura). Más bien,
sugiere que después de este evento, por primera vez aparecen elementos religiosos,
que si son desarrollados a través de repeticiones rituales, podrían evolucionar en
forma culturales. Este complejo modelo de evolución parece exigir un desarrollo
individual del problema sobre las evidencias en la teoría mimética, así como una
nueva estructura narrativa general.
19 Ibíd., p. 13.
152
Esta debe ser la razón por la que es difícil presentar la teoría mimética de una
manera convincente, porque estos “fósiles rituales” son las mismas instituciones con
las que estamos imbricados.
20 En esta línea de debate ver, por ejemplo, a Ladislav Holy (ed.), Comparative Anthropology
(Oxford: Basil Blackwell, 1987):
20 “El gran valor que se le adscribe a la descripción no-comparativa analítica refleja la redefinición
Geography of Human Genes (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1994); L.L. Cavalli- Sforza,
Genes, Peoples and Languages, trans. Mark Seielstad (London: Allen Lane, 2000).
155
22 Ver Cap. 4.
156
Usted nunca se detuvo en el debate de las “dos culturas” sobre la relación entre la
literatura y la ciencia, aunque es uno de los pocos pensadores que trató de integrar
los dos discursos. Por ejemplo, usted transformó la literatura en un instrumento
científico de investigación como evidencia de las regularidades del comportamiento
humano. De hecho, parece sugerir que la literatura describió con precisión las
relaciones humanas mucho antes de que fueran establecidas como disciplinas
académicas la psicología, la antropología o la sociología.
23 Sigmund Freud, “A Difficulty in the Path of Psycho-Analysis”, en The Standard Edition of the
Complete Psychological Works, Vol. 17, trad. S. Strachey (London: Hogarth Press, 1953–6), pp. 140–
141. Freud comenta que “el narcisismo universal del hombre, su amor propio, sufrió hasta la fecha
tres golpes severos asestados por los descubrimientos de la ciencia”. Estos tres golpes, o heridas,
los denomina el cosmológico, asociado con la teoría copernicana, el biológico, asociado con Darwin;
y el psicológico, asociado con Freud. Entre estos tres, según Freud, el tercero “es probablemente el
más grave”.
24 We shall use the term romantic for the work which reflects the presence of a mediator without
ever revealing it and the term novelistic for the works which reveal this presence’ (Girard, Deceit,
Desire and the Novel, p. 17).
157
Creo de verdad que las ciencias naturales vinieron primero. Respecto al debate de
las dos culturas: si hubiera una ciencia del hombre, esta sería religiosa. 25 Desde
esta perspectiva, la literatura se acerca a la mayoría de las ciencias del hombre
como un prolegómeno. La justificación para las humanidades en nuestro contexto
cultural y en el mundo académico está ahí, pero al mismo tiempo podría ser
bastante peligroso para el arte, y para la literatura en particular, entendidos
principalmente como instrumentos de la revelación de la naturaleza mimética del
deseo. Después de todo, en apariencia, no queremos saber nada sobre el papel
original que jugó la violencia en el umbral de la cultura humana. En todo caso, a
propósito de esto, Giuseppe Fornari manifiesta una visión más positiva. De
acuerdo con su concepto de buena mediación interna, entiende el arte como un
instrumento que despliega la mediación positiva interna. 26
¿Podríamos decir que usted comenzó por la literatura porque esta le ofreció un
ejemplo privilegiado de evidencia circunstancial, que a su vez inspiró el desarrollo de
la teoría mimética?
Sin duda alguna. Descubrí que todos los grandes literatos manifiestan estas
intuiciones convergentes hacia la teoría mimética y, de alguna forma, esto les
sucedió porque estaban sistemáticamente interesados en las relaciones humanas.
Siempre busco evidencias circunstanciales y por esto algunos críticos de mis libros
me consideran un detestable testarudo. Sin embargo, mi obsesión no es una
repetición inútil: al analizar un texto no se puede utilizar de nuevo la misma
aproximación analítica simplemente porque funcionó con otro texto. Los escritores
hacen frente al mecanismo mimético siempre de diferentes maneras. Cada escritor
es parte de una historia que es tanto colectiva como individual. Las posibles
combinaciones miméticas son tan numerosas como las formas de expresarlas. No
se puede hacer un registro completo de cómo funciona la mímesis con los
escritores en general. Cada uno requiere una demostración completamente
diferente aunque un crítico suficientemente interesado en el mecanismo mimético
sabe que al final desvelará el mismo principio mimético. Esta variedad supone un
25 “[Simone Weil] held that even before presenting a “theory of God”, a theology, the Gospels offer a
“theory of man”, an anthropology’ (Girard, I See Satan, p. 44).
26 Ver Fornari, Fra Dioniso e Cristo, pp. 14, 22–3, 163–7 (relacionado con el arte) y pp. 406–13 (para
asunto fascinante para la teoría mimética: si los escritores son tan diferentes y a
pesar de ello se puede identificar el mismo principio fundamental en sus trabajos,
entonces esto podría considerarse una fuerte evidencia indirecta sobre la
viabilidad de la hipótesis mimética.
En el caso de su libro sobre Shakespeare está claro que usted considera sus obras de
teatro como un tipo de evidencia que apoya su teoría. 27 Sin embargo, la novedad de
su enfoque pasó completamente desapercibida entre los expertos en Shakespeare.
Es verdad, pero el hecho de haber utilizado estas obras para comprender la teoría
mimética no merma la gran singularidad de Shakespeare. En cualquier caso, lo que
escribí no es un libro de crítica literaria sobre Shakespeare. Creo que en última
instancia el problema de si tomé o no en consideración la especificidad de un texto
literario no es en absoluto relevante. Para poder comprender la literatura que me
interesa es preciso entender la experiencia mimética, así como la relación del
escritor con los componentes miméticos. Es por esto por lo que hay siempre un
elemento de conversión a la perspectiva mimética en los grandes autores.
27 Girard, A Theatre of Envy: “Shakespeare puede ser tan explícito como cualquiera de nosotros
sobre el deseo mimético, y tiene su propio vocabulario para ello, lo bastante cercano al nuestro
como para reconocerlo de inmediato. Dice “deseo sugerido”, “sugestión”, “deseo celoso”, “deseo de
emulación”, etc. Pero la palabra esencial es “envidia” “(pp. 3-4).
28 Jean Santeuil fue publicado por primera vez en 1952.
29 M. Proust, Remembrance of Things Past (A la Recherche du temps perdu), trad. C.K. Scott Moncrieff
30M. Proust, Jean Santeuil, trad. G. Hopkins (London: Weidenfeld & Nicolson, 1955), pp. 536–41.
Para un análisis comparativo de Jean Santeuil y Remembrance of Things Past, ver R. Girard (ed.),
Proust: A Collection of Essays (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1962), pp. 7–12; y Girard, Things
Hidden.
160
31Shakespeare desafió la resistencia del público muchas veces de forma directa y humorística, sin
arriesgarse a reacciones hostiles por parte de aquellos a los que les contrariaría el desafío si lo
entendieran. Sabía que no tenía de qué preocuparse; no iban a entender nada. Como un torero fuera
de serie, se arriesgaba mucho. Se acerca mucho al toro, pero tan elegantemente y sin esfuerzo que
casi nadie se da cuenta de qué continuo tour de force constituye esta obra [El sueño de una noche de
verano] (Girard, A Theatre of Envy, p. 76).
161
Podría decir que es cierto, que se pueden ver dobles donde no los hay, y no quiero
subestimar las formas de textualización en la creación del sentido. Sin embargo,
me gustaría recordar a mis críticos que existen tantos ejemplos en gran variedad
de textos que deberían al menos hacerles sospechar un poco sobre su consolador
escepticismo. Este es un problema de hermenéutica, un problema de identidad y
diferencia. Cuando quiero dar un buen ejemplo de lo que considero que es una
tremenda evidencia hermenéutica en antropología, recurro a Freud. Mucha gente
cree que la idea del homicidio único y fundador le vino a Freud a partir de su visión
de la figura del padre, lo que es cierto solo hasta cierto punto. Creo que en Totem y
tabú y en Moisés y la religión monoteísta descubrió verdaderamente el homicidio
colectivo en los rituales, aunque no lo interpretó de manera apropiada usando las
evidencias de dichos rituales.33 Si se observa el análisis de los textos que cita y se
ponen juntos, estos textos muestran la unidad del homicidio único, eso sí, con una
gran diversidad en las formas de matar. Hay muchos modelos pero el común
denominador entre ellos es la naturaleza colectiva de todos los homicidios. De este
modo, si nos movemos desde Totem y tabú hasta Moisés y la religión monoteísta
podremos observar que, sin darse cuenta, Freud se desplaza desde un homicidio
fundamental hacia una multiplicidad de homicidios, a los que ya no considera una
copia del primero. En lugar de un homicidio fundamental en el albor de la historia,
32 Paisley Livingston, “Girard and Literary Knowledge”, en To Honor René Girard (Saratoga, CA:
Amna Libri, 1986), p. 222.
33 El padre violento original fue un modelo doblemente temido y envidiado por todos los miembros
Así, cuando Livingston dice que trato de hablar sobre la verdad del texto, lo dice
porque en un sentido particular creo en la verdad del texto. No creo que todos los
textos digan la verdad pero creo, exactamente igual que Freud, que el ritual
necesariamente imita un acontecimiento que sucedió realmente. En su narrativa, el
mito distorsiona necesariamente el mismo hecho pero lo hace de tal forma, que el
principio de la distorsión puede ser descubierto. Afirmar que yo cometo el error de
tomar el ritual y el mito por la verdad es una grave simplificación de mi trabajo. No
estoy hablando de un origen absoluto, no estoy hablando de la verdad absoluta del
texto, solo estoy diciendo que hay algo oculto en el texto que hace referencia a un
acontecimiento real: el mecanismo del chivo expiatorio. Y esto es así porque este
mecanismo se repite en cualquier lugar en el que pueda encontrarse. Es el único
denominador común posible de las innumerables variantes textuales.
El problema de la realidad del evento oculto tras el relato mítico sugiere una
similitud entre su interpretación de los textos y la llamada “interpretación figural”.
Según Erich Auerbach esta era una técnica de lectura que relacionaba dos hechos
históricos distantes en una única forma.34 El hecho A no produce el hecho B como un
efecto lineal sino que solo lo prefigura. Es decir, en lugar de comenzar la
interpretación con el hecho A se comienza con el hecho B para así poder
reinterpretar el sentido total de A, que sólo es completado en el hecho B. Más aún, la
interpretación figural se preocupa constantemente por hechos históricos actuales. Su
interpretación de los mitos, iluminados por los Evangelios, en lugar de llevar a
interpretarlos en un orden cronológico, comporta una gran similitud con la
interpretación figural.
que cuando un autor como Auerbach es leído con atención, se puede ver que está
más cerca del mecanismo mimético de lo que él mismo pensaba. Éste es un
ejemplo impresionante porque todo lo que Auerbach dice sobre la interpretación
figural implica un contenido mimético, y sin embargo, no alcanza a ver el papel real
de la mímesis y de la imitación. Incluso cuando precisamente en la interpretación
figural lo que está en juego es la actualidad de los acontecimientos relatados.
Creemos que la contribución teórica de Carlo Ginzburg podría ser una prueba
decisiva en nuestra discusión sobre el problema de las evidencias. En Clues, Myths
and the Historical Method, Ginzburg desarrolla lo que denomina “el paradigma
indiciario”.38 Sugiere que desde el siglo diecinueve este paradigma se desarrolló en
varios campos. Sus trabajos recuerdan a la estructura de las novelas de misterio, tal y
como usted propuso para el caso de las lecturas que hace Derrida.
38 C. Ginzburg, “Clues: Roots of an Evidential Paradigm”, en Clues, Myths, and the Historical Method
(Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 1989), pp. 96–125.
39 Véase T. Livo, The History of Rome (1, 16).
166
“Hay países en los que no se puede confiar en cincuenta testigos visuales que
cuentan la misma historia. Por otro lado, cuando cientos de pequeños detalles, que
ningún hombre pudo haber premeditado o colocado, apuntan hacia una misma
dirección, y solo hacia ésta, la certeza llega a ser la más grande que se puede
alcanzar en asuntos humanos.”41
40 Carlo Ginzburg, “Checking the Evidence: The Judge and the Historian”, en James Chandler, Arnold
I. Davidson, Harry Harootunian (eds), Questions of Evidence: Proofs, Practice, and Persuasion across
the Disciplines (Chicago, IL: The University of Chicago Press, 1994), p. 290.
41 Ibíd., p. 11.
42 Hocart, Kings and Councilors, pp. 28ss.
167
establece un paralelismo tan convincente que al final se hace evidente que son el
mismo dios y que ambos tienen un claro e innegable origen sacrificial. 43
En todo caso, como historiador Ginzburg no puede aceptar una conclusión tan
sencilla ya que está buscando evidencias de una continuidad histórica de contactos
culturales y de préstamos de elementos entre culturas. La similitud morfológica
necesita equipararse a una consistente vía evolutiva, genealógica e histórica, por
muy arriesgado que esto sea. 44
Mi análisis podría definirse como morfológico, cuyo horizonte es tan vasto que
abarca la historia de la humanidad por completo. ¿Qué tipo de precaución
metodológica debe ser adoptada por una persona cuyo trabajo manifiesta una
escala tan ambiciosa? La reconstrucción minuciosa de un fenómeno tan complejo y
global es una empresa tan vasta que si yo la hubiera realizado, no habría sido
capaz de satisfacer mi ambición de aportar una interpretación genética y evolutiva
de la cultura humana. No soy un historiador; busco estructuras y propongo
hipótesis sobre la evolución de las culturas que historiadores como Ginzburg
podrían ayudar a corroborar.
Ginzburg también vincula estas formas de chamanismo y sus luchas rituales con los signos
diferenciales de ser nacido con una “camisa”, es decir, todavía envuelto por la bolsa amniótico.
Todos estos elementos pueden encajar fácilmente en el esquema explicativo propuesto por la teoría
mimética. Ver C. Ginzburg, I Benandanti. Stregoneria e culti agrari tra Cinquecento e seicento (Turin:
Einaudi, 1996).
168
5. Méconnaissance y verdad
Esto es cierto y quizás sea una de las razones por las que es tan difícil presentar
evidencias en la teoría mimética. Por lo que respecta a las evidencias judiciales es
también cierto que el hecho mismo de que la evidencia en sí haya sido borrada
puede funcionar como una prueba decisiva, una meta-evidencia, porque manifiesta
la importancia fundamental del elemento que fue borrado. Si alguien elimina los
rastros de un homicidio significa que está claramente implicado. En el caso del
homicidio fundador el mismo umbral de la cultura humana está profundamente
implicado y esto es precisamente lo que no queremos reconocer.
47Sigmund Freud, The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Vol.
22 (London: Hogarth Press, 1964), p. 89. Ver también Girard, Things Hidden, p. 65.
169
“Este error fue del mismo tipo del que hubiera hecho alguien que creyera que la
historia legendaria de los primeros reyes de Roma (tal y como la relató Livio) fue una
verdad histórica, en lugar de lo que es verdaderamente –una reacción contra una
memoria de tiempos y circunstancias que fueron insignificantes y quizás
ocasionalmente ignominiosas–.”48
Normalmente, las verdades ocultas pueden estar delante de nuestras narices, como
en La carta robada de Edgar Allan Poe. Tal como usted ha mencionado, su método de
interpretación textual recuerda a la forma en la que Derrida expuso “la lógica del
suplemento”. Andrew McKenna también sugirió esta conexión. 49 Por supuesto,
salvando la diferencia fundamental de que usted cree en la realidad del referente
textual.
48 Sigmund Freud. Selbstdarstellung, en L.R. Grote (ed.), Die Medizin der Gegenwart in
Selbstdarstellung (Leipzig: Meiner, 1925), trad. Sigmund Freud, An Autobiographical Study (New
York: Norton, 1952), p. 37.
49 Andrew J McKenna, Violence and Difference: Girard, Derrida and Deconstruction (Chicago, IL:
De alguna manera es tan instintivo para mí que incluso cuando estaba leyendo a
Derrida no podía dejar de aplicar mi propio realismo a su pharmakos. Sentí que
estábamos ambos persiguiendo el mismo objetivo y que estábamos obteniendo los
mismos resultados. Hice mío su ensayo sobre Platón, que desde mi punto de vista
es el mejor de sus ensayos. 50 Su análisis de la familia léxica relacionada con
pharmakos y de cómo las traducciones eliminan lo más significante, es maravilloso.
Esto es lo mismo que está pasando con la Biblia hoy. La palabra skandalon no se
traduce ya como “escándalo” o literalmente como “piedra de tropiezo”, incluso
aunque en todas las lenguas existe una expresión parecida. Las traducciones
recientes de la Biblia suelen ocultar el escándalo recurriendo a un eufemismo
insulso como “ocasión de pecado”.51 Esto sucede para evitar el significado real de
skandalon que es el obstáculo mimético.
Estoy convencido de que hay un evento real que está oculto, encubierto, y su rastro
fue borrado. Sin embargo, en un sentido freudiano, este borrado del rastro no
carece a su vez de su propio rastro. Lo que hace rápidamente atractivo a Derrida es
que dispone de su propio método detectivesco de rascar la superficie para llegar al
punto donde aparecen cosas que el lector jamás habría sospechado que estuvieran
allí, como es la presencia y la ausencia del pharmakos, es decir, del chivo expiatorio,
en el Fedro de Platón.52
50 Jacques Derrida, “La Pharmacie de Platon”, en La Dissémination (Paris: Seuil, 1972), trad. J.
Derrida, “Plato’s Pharmacy”, en Dissemination (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1981), pp.
61–171.
51 La mayoría de las traducciones inglesas de la Biblia evitan la traducción de skandalon como
53Sobre esta cuestión del pharmakos como un chivo expiatorio y de cómo académicos como Frazer,
Marie Delcourt y Jean-Pierre Vernant evitan hacer referencia al asunto de la similaridad, ver Girard,
The Scapegoat, pp. 121–123.
172
1. La antropología de la Biblia
“el abogado de la defensa” 1 contra la acusación hecha por Satán, dado que Satán
etimológicamente significa simplemente “el acusador”.2 En Job, los tres amigos son
los acusadores, así que son la voz de Satán, Satán es la voz de la antigua religión,
del antiguo linchamiento, pero Job se opone a esta voz. En el antiguo orden
sacrificial la crisis mimética se trataba a través del desencadenamiento del
mecanismo del chivo expiatorio, que la canalizaba contra una sola víctima –el chivo
expiatorio–. Lo único que acusa a la víctima es la voz de Satán, el acusador,
mientras que Cristo es la voz de la defensa que nos advierte: “Aquel de ustedes que
esté sin pecado, que le arroje la primera piedra” (Jn 8, 7). Todas las diferencias
entre lo arcaico y lo judío y lo cristiano se encuentran en estas actitudes opuestas.
No hago más que repetir aquí lo que Nietzsche dijo, aunque lo hago a la inversa.
Nietzsche se sitúa junto a los perseguidores. Cree que está en contra de la multitud,
pero no se da cuenta de que la unanimidad dionisiaca es la voz de la multitud.3 Solo
hay que tomar al pie de la letra los Evangelios para ver que Cristo tuvo únicamente
doce apóstoles de su lado e incluso éstos eran débiles y vacilantes. Lo que
Nietzsche no ve es la naturaleza mimética de la unanimidad. No aprovecha el
significado de la reflexión cristiana sobre los fenómenos de masas. No ve que lo
dionisiaco es el espíritu de la multitud, de la masa, y que lo cristiano es la heroica
excepción.
¿Por qué el fenómeno del homicidio fundador es tan difícil del verificar?
1 Parakletos significa “convocado”, “llamado a estar del lado de uno”. Uno que se defiende la causa
de otro ante un juez, uno que alega, consejero para la defensa, asistente legal, abogado. Cristo es un
paráclito en su ascenso a la derecha de Dios, rogando a Dios Padre por el perdón de nuestros
pecados. En sentido amplio, es también ayudante, socorro, amparo, asistente. Parakletos se refiere
también al Espíritu Santo destinado a tomar el lugar de Cristo con los apóstoles (tras su ascensión
con el Padre), para conducirlos a un conocimiento más profundo de la verdad del evangelio y para
darles la fortaleza divina necesaria que les permita soportar las pruebas y persecuciones en
nombre del reino.
2 Satán, es la palabra hebrea para “adversario”, “oponente” (Septuaginta 3 Reyes 11, 14.23);
no hay unanimidad, ¡simplemente no hay fenómeno al que mirar! Para que este
fenómeno sea observable tiene que haber un grupo muy lúcido de observadores, lo
bastante pequeño como para no amenazar la unanimidad de los perseguidores. Es
el caso de la Pasión de Cristo. Esa es la razón por la que los discípulos están
obligados a compartir el destino de Cristo, convirtiéndose en chivos expiatorios y
víctimas a su vez, convirtiéndose en mártires, que significa “testigos” de la muerte
de Cristo. Mueren por la verdad, como repetición de la Cruz. 5 El primer mártir fue
Esteban. En la escena de la lapidación de Esteban, Saulo, el futuro Pablo, está
presente y observa el hecho, dando apoyo moral al linchamiento: “Saulo estaba allí
y aprobaba el asesinato [de Esteban]” (Hch 8,1). Su conversión al cristianismo es
su tardía toma de conciencia de ser un perseguidor injusto. La pregunta que
escucha Pablo es crucial: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 22, 7). Esta
es la pregunta fundamental. La conversión cristiana es nuestro descubrimiento de
que somos perseguidores sin saberlo. Toda participación en el fenómeno del chivo
expiatorio es el mismo pecado que perseguir a Cristo. Y todos los seres humanos
cometemos este pecado.
5Martyr significa “testigo”: aquel que es espectador de algo, por ejemplo, de una transacción legal o
de un concurso. Se aplica también en sentido ético: por ejemplo, para aquellos que tras su ejemplo
han probado la fortaleza y lo genuino de su fe en Cristo al padecer una muerte violenta.
175
2. Mito y monoteísmo
6 Ver Efesios 6, 12-13: “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los
Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomen ustedes las armas de Dios, para que
puedan resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manténganse firmes.”
7 Para esta discusión, véase Girard, I See Satan, pp. 95-100.
8 En cuanto al paso del politeísmo al monoteísmo se refiere, se podría señalar que en Génesis 1,1 la
primera palabra usada para denominar a Dios es Elohim, que es la forma plural de la raíz eloh, con
la que normalmente se denomina lo divino. La misma raíz tiene su origen en una antigua raíz, el,
que significa “Dios”, “deidad”, “poder”, “fuerza”, etc. El uso del plural en el nombre de Dios y la
ambigüedad de su etimología parece ser clara evidencia de la naturaleza sacrificial de esta deidad
original, que presenta la característica de doble vínculo de ser maldita y al mismo tiempo deificada,
176
como ocurre siempre con las víctimas del mecanismo del chivo expiatorio. Son vistas tanto como el
mal radical, dado que son responsables de la crisis, como constituidas en el bien radical, dado que
restauran la paz. El origen de la cultura es sacrificial y la Biblia contiene este elemento desde el
principio al llamar a lo divino “los dioses”, que son las víctimas sacrificiales del origen. Si el texto
bíblico comienza haciendo una referencia explícita a la religión arcaica del politeísmo, del mismo
modo se dirige hacia la más novedosa religión monoteísta de Yahweh. Es más, la palabra Yahweh,
de probable origen mosaico, aparece en Génesis 2, 4 y recorre el Antiguo Testamento en el texto
original hebreo. Sin embargo, desaparece en el Nuevo Testamento. La venida de Cristo produce un
cambio fundamental en la relación de Dios con su pueblo. Ahora se presenta exclusivamente como
el Padre de todos los verdaderos creyentes, judíos y gentiles, sin que se haga distinción entre ellos,
como explica Pablo en Romanos 10, 12.
9 Ver Girard, I See Satan, pp. 148-63.
177
referencial para ser verdad. Es verdad en tanto que es la negación de los mitos, que
son la fuente del engaño, dado que siempre confirman el mecanismo del chivo
expiatorio, y haciéndolo, lo encubren.
Al decir que la cuestión del referente no es tan importante, ¿está usted diciendo
implícitamente que la Biblia reescribe por completo la historia de los mitos y que, por
tanto, eso incluye un elemento de intertextualidad cara a cara con los relatos
míticos?
No creo que sea verdad que todas las historias bíblicas tengan que entenderse a
través de una operación intertextual. Creo que la historia de José en particular es
paradigma de lo que sugiero: es, para mí, una reescritura del mito, una reescritura
contra el espíritu del mito, porque caracteriza el espíritu mítico como fuente de
decepción y de injusticia.
10Sófocles, Edipo Rey, trad. de A. Alamillo (Madrid: Gredos, 1981): “Decías que é l afirmó que unos
ladrones le habían matado. Si aú n confirma el mismo nú mero, yo no fui el asesino, pues no podría
ser uno solo igual a ochocientos cuarenta y cinco muchos. Pero si dice que fue un hombre que
viajaba en solitario, está claro: el delito me es imputable.” (p. 343).
178
madre de José (Benjamín y José son los dos últimos hermanos). Cuando los otros
diez se presentan, no reconocen a José que está vestido como un noble egipcio,
mientras que José, por el contrario, les reconoce. Les da el grano y dice: “De este
modo conoceré si ustedes son gente de bien; dejen conmigo a uno de ustedes,
tomen lo que hace falta en sus casas y márchense a buscarme a su hermano
pequeño. Así conoceré que no son espías, sino gente de bien. Entonces les
entregaré a su hermano y circularán libremente por el país.” (Génesis 42, 33-34).
Vuelven y cuando la hambruna les golpea de nuevo llevan a Benjamín con ellos.
Entonces José le pide a uno de sus siervos que esconda una copa de plata en la
bolsa de Benjamín. En la frontera se les registra a todos. Encuentran la copa y son
arrestados. Entonces dice José: “Aquel a quien se le ha hallado la copa, ése será mi
esclavo, que los demás subirán sin novedad donde su padre.»” (Génesis 44, 17).
¡Que es lo mismo que decir que él les ofrece la posibilidad de deshacerse del
hermano más joven por segunda vez, tal y como previamente se habían desecho
del propio José! Todos ellos aceptan esta solución, a excepción de Judá que dice:
“Ahora, pues, que se quede tu siervo en vez del muchacho como esclavo de mi
señor, y suba el muchacho con sus hermanos. Porque ¿cómo subo yo ahora a mi
padre sin el muchacho conmigo? ¡No quiero ni ver la aflicción en que caerá mi
padre!” (Génesis 44, 33-34). José, al escuchar esto, perdona a todos sus hermanos y
les invita, junto con su padre, a unirse con él en Egipto.
Es cierto. Más aún, si José hubiera aceptado la proposición de Judá, Judá hubiera
tomado el lugar de Benjamín y hubiera aceptado ser victimizado (por así decirlo)
en lugar de su hermano. De hecho la noción de profecía cristológica tiene que ver
con el chivo expiatorio voluntario: Judá es un antepasado de Cristo porque quiere
ser el chivo expiatorio con el fin de salvar a su hermano.
Antes de anunciar el fin del sacrificio, con Cristo, la Biblia muestra que se aleja
gradualmente del mismo con la historia de Isaac. Cuando Isaac pregunta a su
padre: “Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el
holocausto?».”, la respuesta de Abraham es extraordinaria y uno de los momentos
más significativos en el conjunto de la Biblia: “«Dios proveerá el cordero para el
holocausto, hijo mío.»” (Génesis 22, 1-8). Esta afirmación anuncia el hallazgo del
carnero que reemplazará a Isaac, pero los cristianos siempre han visto también
una alusión profética a Cristo. Dios, en este sentido, proveerá con uno que se
sacrificará a sí mismo con el fin de abandonar toda violencia sacrificial. No es
ridículo, es maravilloso. La gran escena del sacrificio de Abraham es la renuncia al
sacrificio de niños (que está latente en los comienzos bíblicos) y su sustitución por
sacrificios de animales. Sin embargo, en los textos de los profetas vamos un paso
más allá: es el momento en el que los sacrificios de animales ya no sirven, como
expresa, por ejemplo, el Salmo 40, 8: “Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído
me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas”. En otras palabras, la Biblia no
ofrece simplemente un sustituto del objeto a sacrificar sino el fin del orden
sacrificial en su conjunto gracias a la víctima voluntaria que es Jesucristo.
Con el fin de liberarse del sacrificio, alguien tiene que dar ejemplo y renunciar a
toda venganza mimética: “ofrecer la otra mejilla”, como dice Jesús. Saber más sobre
el papel del mimetismo en la violencia humana nos ayuda a entender por qué las
enseñanzas de Jesús en el Sermón de la Montaña son lo que son. No son
masoquistas; no son excesivas. Son sencillamente realistas, tomando en cuenta
nuestra casi irresistible tendencia a la venganza. La Biblia concibe a la historia del
pueblo elegido como una constante recaída en la violencia mimética y sus
consecuencias sacrificiales. Bastaría recordar, por ejemplo, cuando el pueblo de
180
Cualquier forma de oposición sería mimética, de modo que yo no diría tanto como
una ruptura radical. Esto es algo incluso más potente a largo plazo, porque el
politeísmo arcaico, en cierto modo, forma parte de la revelación en un sentido
figurado: la tesis de Freud –la idea de que Moisés fue finalmente linchado– es más
profunda y auténticamente bíblica de lo que parece.
Creo que Moisés y la religión monoteísta es el mejor libro de Freud. Está lleno de
intuiciones, basadas en una leyenda hebrea sobre Moisés asesinado por su pueblo,
sin darse cuenta de que “rumores” parecidos circulaban sobre Rómulo, Zoroastro y
muchas figuras de fundadores religiosos. Se supone que Zoroastro fue asesinado
por grupos de sacrificadores (gremios de sacrificadores) que formaban parte de la
antigua religión y que decidieron matar a Zoroastro precisamente porque era
contrario al sacrificio. Todas estas historias se parece a la historia de Moisés, tal y
como la interpreta Freud, pero nunca se refiere a ellas y por eso no es capaz de
descubrir el mecanismo del chivo expiatorio. Freud ofrece a veces intuiciones muy
potentes, pero con una típica interpretación decimonónica no religiosa, en buena
parte como Darwin, cuando de hecho en realidad refuerzan el mensaje bíblico. Las
obras de Freud, para mí, son textos que sostienen y dan validez a la teoría
mimética. Queda más claro en Moisés y la religión monoteísta que en Tótem y Tabú,
aunque permanece implícito.
Tendríamos que decir, por tanto, que existe una reinterpretación radical: más bien
subrayaría usted una sólida continuidad. Algunas de las reseñas de Veo a Satán caer
como el relámpago dijeron que su obra era contraria al Antiguo Testamento,
mientras que, de acuerdo con Sandor Goodhart, los Evangelios dicen las mismas
cosas que estaban ya dichas en la Biblia y que no añaden nada nuevo.12
Sin embargo, en el cristianismo hay una clara y muy definida revelación de este
mecanismo, y la víctima, Cristo, es vista de forma más explícita como un salvador.
Jesús salva a todos los seres humanos gracias a su revelación del mecanismo del
S. Goodhart, Sacrificing Commentary: Reading the End of Literature (Baltimore, MD: Johns
12
chivo expiatorio que además nos priva cada vez más de la protección sacrificial,
forzándonos, por tanto, a abstenernos de la violencia si queremos sobrevivir. Con
el fin de alcanzar el reino de Dios, el hombre tiene que renunciar a la violencia.
Todas las comunidades humanas rechazan el ofrecimiento de Cristo. Este rechazo
en realidad comienza con su propia comunidad terrena en el momento de su
crucifixión. Esto es por lo que el prólogo de Juan dice: “En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Ya estaba en el mundo, este
mundo que se hizo por Ella, o por El, este mundo que no lo recibió. Vino a su casa, y
los suyos no la recibieron. […] y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
vencieron.” (Juan 1, 10.11 y 5). Los individuos, no obstante, puede dar lo mejor de
sí mismos emulando a Cristo, y por eso el prólogo de Juan añade: “pero a todos los
que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su
nombre” (Juan 1, 12). Esta es la idea de salvación personal disponible a través del
espíritu de Cristo y su Padre como resultado de la Cruz, que vuelve a establecer la
relación directa entre el hombre y Dios que había sido interrumpida por el pecado
original.
Dentro del marco de la teoría mimética debería leerse la mitología como una más
distante y oscura forma de profecía que, con el fin de ser inteligible ha de incluir la
inversión de los valores míticos. De hecho, en el Antiguo Testamento encontramos
aún una buena cantidad de violencia: en Jueces y otros libros históricos, hay
todavía una valorización mítica de la comunidad contra la víctima expiatoria. En
los denominados salmos de maldición o execración encontramos también el odio y
el resentimiento de la víctima. Sin embargo, este odio es la reacción a la
desesperada experiencia de un hombre que se ha convertido, por cualquier motivo,
en la víctima de toda su comunidad.13 Se trata de una fase en un creciente proceso
de descubrimiento del mecanismo del chivo expiatorio, que presenta momentos de
regresión y momentos de rápido progreso. Parte de este progreso, como el cambio
del sacrificio humano al animal, es común en muchas sociedades, pero se hace con
discreción, mientras que en la Biblia se hace de manera completamente visible y
glorificada.
13Ver, por ejemplo, los versículos del Salmo 35, 7-8: “Pues sin causa me han tendido su red, han
cavado una fosa para mí. ¡Sobre cada uno de ellos caiga de improviso la ruina: le prenda la red que
había tendido, y en su fosa se hunda!” Para un análisis exhaustivo, véase René Girard, “Violence in
Biblical Narrative”. Philosophy and Literature, 23.2 (1999): 387-92.
183
3. Figurae
¿No cree usted que sus lectores puedan encontrar desconcertante que su lectura de la
historia remita a la tradición medieval de la interpretación figural? Recordemos al
lector la importante diferencia entre alegoría y figura, una vez ya estudiada la
técnica de la interpretación figural. La alegoría implica solo una alusión y la figura
supone necesariamente dos acontecimientos concretos y similares unidos por la
interpretación. Si se prefiere adoptar una formulación diferente, podríamos decir que
es una interpretación morfológica que implica una perspectiva histórica, mostrando
una consciencia creciente, o más bien revelación, de patrones culturales específicos.
14Sobre la inocencia de Edipo, ver el capítulo 3 de Girard, Violence and the Sacred, “Oedious and the
Surrogate Victim” (pp. 68-88). Sobre la construcción mítca de Edipo como culpable, ver el capítulo 3
de Girard, The Scapegoat, “What is a Myth” (pp. 24-44). Sobre la representación de la tragedia como
una casi-pasión, ver el postfacio de Francis Goyet en Oediperoi (Paris: Livre de Poche, 1994).
184
En ese texto Auerbach muestra hasta qué punto nuestra mentalidad moderna está
en deuda con las historias bíblicas, mucho más que con Homero. Hay una
consciencia de la dimensión temporal de nuestra experiencia histórica que no se
halla presente en el poeta griego, para quien los héroes viven todavía en un marco
mítico en el que el destino está fijado. La complejidad psicológica de los personajes
de Homero es limitada, en tanto que experimentan una alternancia de emociones y
apetitos, mientras que para el escritor hebreo lo que se destaca son los distintos
estratos de la consciencia de los personajes y el conflicto entre ellos. Pero la
cuestión esencial para mí no está ahí. La cuestión esencial que nadie es capaz de
ver –tampoco Auerbach ni ningún otro– es que en los mitos la víctima se
representa como culpable antes de ser divinizada, mientras que en la Biblia la
víctima es vista como inocente, acusada falsamente. Auerbach, como otros
intérpretes, ignora lo que para mí es esencial.
15E. Auerbach, Mimesis. The Representation of Reality in Western Literature, trans. Willard R. Trask
(Princeton, NJ: Princeton University Press, 1953), pp. 3-23. [Existe traducción española: Mimesis. La
representación de la realidad en la literatura occidental, trad. por J. Villanueva y E. Ímaz (México:
FCE, 1996), pp. 9-30.
185
En Figura, Auerbach afirma que San Pablo fue el primero en aplicar la interpretación
figural a textos bíblicos. Sin embargo, usted parece sugerir que el Antiguo
Testamento en sí mismo es un texto cuya estructura es figural.
Diría más bien profético. En realidad los profetas se refieren a textos bíblicos
tempranos para desacreditar la arbitraria y violenta designación del chivo
expiatorio. El texto bíblico que va más lejos en esta revelación posiblemente sea
Isaías 40, 3-4. Comienza con la descripción de una crisis, en la que todas las
montañas son arrancadas y todos los valles elevados. 16 Los intérpretes dicen que
esto es una referencia a la construcción del camino para Ciro, el rey persa que
liberó a los judíos del exilio. Es como un proceso de erosión geológica y diría que es
la más extraordinaria figura de la crisis sacrificial, del violento proceso de
indiferenciación. Ya no hay diferencia entre montañas y valles. El hecho de que
Juan el Bautista cite este pasaje (al comienzo de los cuatro Evangelios) significa
que Jesús aparece en la deflagración de la crisis que reclama la designación de un
nuevo chivo expiatorio, y ese sería Jesús; este nuevo sacrificio expiatorio será la
ocasión para Dios de revelarse a sí mismo.17 La noción de profecía conlleva este
constante retorno a la crisis mimética previa y la solución expiatoria. Muchas de
las profecías bíblicas sobre Cristo definen el mecanismo de la víctima. Por ejemplo,
en el evangelio, hay citas de Salmos que dicen: “Me odian sin motivo”.18 He aquí un
chivo expiatorio lamentándose por ser escogido para serlo aleatoriamente y es
aplicado posteriormente a Cristo. Cristo es odiado sin motivo, cuando todo el
mundo comienza a imitar a la multitud de sus enemigos. Pilatos está a favor de la
multitud porque tiene miedo y también Pedro abandona a Jesús por miedo a la
multitud. Lo que es maravilloso en esta cita de los Salmos es que para entender,
desde un punto de vista mimético, el elemento fundamental en la Biblia y en el
Evangelio, no hace falta pensar en términos de trascendencia. Lo que está
sucediendo aquí tiene que ver con una estricta observación empírica. Es por eso
por lo que afirmo que la superioridad de la Biblia y de los Evangelios puede ser
16 Véase Isaías 40, 3-4: “Una voz clama: “En el desierto abran camino a Yahveh, tracen en la estepa
una calzada recta a nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado;
vuélvase lo escabroso llano, y las colinas planicie’”.
17 Véase Matero 3, 3; Marcos 1, 1-3; Lucas 3, 4; Juan 1, 23.
18 Véase, por ejemplo, Salmo 109,3: “con palabras de odio me envuelven, me atacan sin razón.
”; o el Salmo 119, 86: “Todos tus mandamientos son verdad, con mentira se me persigue,
¡ayúdame!”. Véanse también: Salmos 7, 4; 35, 7; 35, 19; 69, 4; 119, 161 y Lamentaciones 3, 52.
186
Es por eso que la víctima está en el corazón de la Biblia: Dios mismo se convierte en
la víctima que acaba con el injusto uso de las víctimas. Su lectura de la Biblia
muestra que el texto se deconstruye a sí mismo, releyendo la tradición de los relatos
míticos, pero también preserva su centro, un centro que es la víctima.
condenó con vigor todas las formas de sacrificios sangrientos y reprochó a los
hombres el haber fundado sus ciudades sobre homicidios.” 19
Eso es solo cierto en parte. Freud también se refirió a la tradición órfica al final de
Tótem y tabú. 20 En algunas cuestiones parece cercano al cristianismo, en particular
a la noción de pecado original, en el sentido de que recae sobre todos nosotros algo
de la herencia de los Titanes, algo así como pequeñas chispas de bondad, de
divinidad, en el sentido de la tradición gnóstica. Cuando Scubla dice que hay algo
en los misterios órficos que es cercano al cristianismo, creo que tiene un punto de
razón. El Orfismo se hizo popular en un mundo influido por la Biblia, al menos
indirectamente.21 La revelación de la inocencia de uno que ha sido victimizado se
había extendido a su alrededor sólo por medio de las escrituras judías y cristianas.
No se puede negar que la tradición órfica se acercara a la concepción cristiana en
algunas cuestiones. Sin embargo, es muy incompleta y fragmentaria, y no cambió el
mundo simplemente porque era puramente doctrinal sin contener ningún
equivalente a los cuatro relatos de la crucifixión de Jesús. Los textos de los
Evangelios son el verdadero poder tras la moderna desmitificación de la violencia
unánime.
19 Lucien Scubla, “The Christianity of René Girard and the Nature of Religion”, en Paul Dumouchel
(ed.), Violence and Truth, Stanford (CA), Stanford University Press, 1988), p. 162.
20 Sigmund Freud, Totem and Toboo. Some Points of Agreement Between the Mental Life of Savages
and Neurotics, Nueva York. Norton, 1950, pp. 190-192. [Existe traducción al español: Sigmund
Freud, Obras completas, vol. 13 (1913-1914): Tótem y tabú y otras obras, Buenos Aires, Amorrortu,
1991, pp. 156-158].
21 Sobre la relación entre la tradición órfica y el cristianismo, véase Giuseppe Fornari, “Labyrinthe
Strategies of Sacrifice: The Cretans by Euripides”, en Contagion, 4 (1997): 170ss y G. Fornari, Fra
Dioniso e Cristo. La sapienza sacrificiale greca e la civiltà occidentale, Bologna, Pitagora, 2001.
188
Sin embargo, en el jainismo hay un sistema de culto extenso de todo tipo de deidades
que presenta residuos de elementos sacrificiales.23 En el cristianismo el culto ha sido
definido en términos de imitación de Cristo, como una mediación externa positiva,
que es fundamental para la idea del compromiso de los cristianos en las cosas del
mundo. En efecto, hay fuentes históricas que hablan de conexiones entre el jainismo y
el judaísmo que permanecen inexploradas y que son sencillamente fascinantes. La
evidencia más chocante la aporta Frazer, que señala la presencia de versiones del
juicio de Salomón, tan importante en la tradición judía y cristiana, en textos jainas. 24
A pesar de ser de naturaleza violenta, el jainismo ha recaído eventualmente en un
sistema patriarcal de castas, herencia del hinduismo brahamánico que está muy
extendido en la India y que todavía representa una forma de exclusión, de expulsión
22 “Los jainas no toman carne que implique el asesinato de animales. Junto con la carne, el vino y
todo tipo de intoxicantes, incluso la miel, están prohibidos”. Sin embargo, “se le ordena al dueño de
la casa/padre de familia abstenerse de (...) violencia intencional, pero no de la violencia accidental,
por ocupación o preventiva” (N.N. Bhattacharyya, Jain Philosophy. Historical Outline, Nueva Delhi,
Munshiram Manoharlal, 1999, p. 5).
23 Hay cinco seres supremos, colectivamente denominados Pañca-paramesthin, que son objeto de
veneración: “Son deidades pre-védicas cuyos cultos fueron recuperados en este sistema anti-védico.
Además, los jainas tienen un panteón propio, formado por los dioses bhavanapati (residente),
vyantara (peripatético), jyotiska (estelar) y vaimanika (celeste). Veneran también a algunos dioses
hindúes como Ganesa, Skanda, Bhairava, Hanuman y otros de origen no védico. Varias formas de
diosas-madre y deidades del pueblo, así como animales sagrados, árboles, lugares, etc., son
venerados. Cada casta y familia tiene su propia divinidad de la casta y la familia.” (Ibíd., p. 4).
24 J. Frazer, Folk-lore in the Old Testament, vol. 2, London: Macmillan, 1918, pp. 570-571.
189
simbólica y real.25 Esto es “violencia estructural”, es decir, injusticia radical. Más aún,
como se ha sugerido en un reciente encuentro del COV&R, la historia de las religiones
y sociedades en Asia testimonia, desde una perspectiva descriptiva, que las culturas y
estados hindú y budista no han existido sin violencia, como generalmente se cree,
prácticamente del mismo modo en que ocurrió con el cristianismo histórico. 26
Es cierto. Las cosas ocultas es un libro que se desarrolla completamente sobre ese
texto enormemente potente, que jugó un papel esencial en mi reflexión sobre el
sacrificio. Como ustedes saben, en este texto hay dos prostitutas se pelean por un
niño. Ambas afirman ante Salomón que la otra mujer le robó a su hijo. Entonces
Salomón toma la espada y amenaza con dividir al niño entre las dos mujeres. Una
25 Hocart afirma que el sistema de castas tiene un origen sacrificial. Véase Imagination and Proof.
Selected Essays of A.M. Hocart, Rodney Needham (ed.), Tucson (AZ), University of Arizona Press,
1987, p. 104.
26 “Violence and Institution in Christianity, Judaism, Hinduism, Buddhism, and Islam”, Conferencia
COV&R, Boston College, Boston, 31 de mayo-3 de junio de 2000. Las actas del encuentro, editadas
por Robert J. Daly, se encuentran en Contagio, 9 (2002).
27 1Reyes 3, 16-28. Ver Girard, Things Hidden, pp. 237-245.
190
de ellas acepta, mientras que la otra prefiere renunciar a su hijo, para salvarle. Esta
acción fue una profecía de Cristo en el sentido más elevado del término. En la Edad
Media veían la figura de Cristo no en la buena prostituta sino en Salomón. La
situación humana fundamental es un juicio de Salomón sin ningún Salomón para
hacer de árbitro. En Las cosas ocultas sugerí que no se debería usar la misma
palabra para definir el comportamiento tanto de la buena como de la mala
prostituta. Lo que la prostituta mala hace es aceptar el tipo de sacrificio homicida,
mientras que la buena lo rechaza. En esa época, no quise decir que se sacrificaba a
sí misma dado que temía aún posibles interpretaciones de su acción como
“masoquismo”. No se puede considerar masoquista a una mujer dispuesta a morir
por su hijo, simplemente porque quiera salvar al niño. El texto se esfuerza en
subrayar el hecho de que la buena madre renuncia a su hijo para que “pueda vivir”.
Ella no se siente atraída por la muerte, ama la vida, pero desea renunciar a su vida
con el fin de salvar la vida del niño. Este es el verdadero significado del sacrificio
de Cristo.
En Las cosas ocultas dije que no había mayor diferencia que la que se encontraba
bajo estas dos acciones; por lo tanto, renuncié a usar la misma palabra para
describir a las dos. Dado que el significado de sacrificio como inmolación, como
homicidio, es el más antiguo, decidí que la palabra “sacrificio” debería aplicarse a la
primera tipología, el sacrificio homicida. Al día de hoy cambié de opinión. No hay
duda de que la distancia entre estas dos acciones es la más grande posible, y esa es
la diferencia entre el sacrificio arcaico, que vuelve contra una tercera víctima la
violencia de los que estaban luchando, y el sacrificio cristiano que es la renuncia a
cualquier exigencia egoísta, incluso a la vida si es necesario, con el fin de no matar.
Recuerdo aquel debate y creo que está en lo cierto. Escribí un artículo acerca de mi
más reciente postura sobre la cuestión, que fue publicado en un volumen en honor
a Raymund Schwager.29 Schwager cree como yo que hace falta ver un fenómeno de
espontáneo sacrificio expiatorio, al igual que tras los mitos. La única diferencia
reside en el reconocimiento de ese fenómeno, que no puede encontrarse en los
mitos, sino que está ahí, en los Evangelios. Pero la cosa más extraordinaria en los
Evangelios es que este reconocimiento viene del mismo Cristo, más que de los
evangelistas, que hacen todo lo que pueden para seguir a Cristo, y en general lo
consiguen. Me gustaría escribir una interpretación totalmente cristiana de la
historia de la religión que fuera realmente una historia del sacrificio. Mostraría a
las religiones arcaicas como verdaderas educadoras del hombre, ya que conducen
28 F. Hinkelammert, en H. Assman, René Girard com o téologos da libertação. Um diálogo sobre idolos
e sacrificios, Petropolis, Editora Vozes, 1991, p. 42.
29 R. Girard, “Mimetische Theorie und Theologie”, in Joseph Niewiadomski y Wolfgang Palaver
(eds.), Vom Fluch und Segen der Sünden böcke, Thaur-Viena, Kulturverlag, 1995, pp. 15-20. También
en R. Girard, Celui par qui le scandale arrive, pp. 63ss.
192
al hombre fuera de la violencia arcaica. Entonces Dios se hace víctima con el fin de
liberar al hombre de la ilusión de un Dios violento, que ha de ser abolido en favor
del conocimiento que Cristo tiene de su Padre. Uno puede considerar las religiones
arcaicas como un momento previo en dentro de una progresiva revelación que
culmina en Cristo. Así, a aquellos que dicen que la Eucaristía está enraízada en el
canibalismo arcaico, en vez de decirles “no”, deberíamos decir “¡sí!”. La verdadera
historia del hombre es historia religiosa, que regresa al canibalismo primitivo. El
primitivo canibalismo es religión, y la Eucaristía recapitula esta historia desde el
alfa hasta la omega. Todo esto es esencial y una vez que se ha comprendido, se da
un obligado reconocimiento de que la historia del hombre incluye este comienzo
homicida: Caín y Abel. Dicho con toda claridad, no podemos tener un espacio
perfectamente no sacrificial. Al escribir La violencia y lo sagrado y Las cosas ocultas
trataba de encontrar ese espacio no sacrificial desde el cual fuese posible
comprender y explicar todo sin una implicación personal. Ahora creo que esa
tentativa no va a resultar.
No veo a Dios como una entidad cambiante. Estoy a favor de una comprensión
ontológica de Dios. Sin embargo, éste es un Dios con una estrategia pedagógica, por
así decir, comenzando desde una religión arcaica y dirigiéndose hacia la revelación
cristiana. Esta es la única vía que una humanidad libre puede recorrer. Podemos
30 Véase, por ejemplo, Sergio Quinzio, La sconfitta di Dio, Milán, Adelphi, 1992: “Scholem ha
señalado que la concepción bíblica de un Dios viviente no es compatible con el principio de
inmutabilidad de Dios. Otro pensador judío contemporáneo, Hans Jonas, usa la imagen de un Dios
que está llegando, un Dios que se hace en el tiempo antes que uno que posee un ser completo,
siempre idéntico a sí mismo, en la eternidad. Por otro lado, la tradición hebrea ha hablado de la
“unificación de Dios con su Shekkinah –su presencia en el mundo, su gloria, interpretada como su
esposa– únicamente en el futuro, traduciendo las palabras dirigidas a Moisés desde la zarza
ardiente como “yo soy el que será” (Éxodo 3, 14), mientras que nosotros, al traducir “soy el que soy”
lo hemos convertido en un argumento a favor del concepto de Dios-‘Ser’”. (p. 43).
193
Traté de demostrar que todo el mundo deforma este texto. En vez de decir “Dios
está muerto”, Nietzsche está diciendo en realidad: “Nosotros lo matamos”. Después
de eso tenemos que inventar algún ritual de expiación, es decir, una nueva
religión. 35 En otras palabras, Nietzsche nos está contando en realidad la
33 “History progresses both in the direction of good and in the direction of evil”, Jacques Maritain,
On the Philosophy of History, ed. Joseph W. Evans, Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1957, p. 43.
34 René Girard, “Le meurtre fondateur dans la pensée de Nietzsche”, en Paus Dumouchel (ed.),
Violence et vérité: Autour de René Girard, París, Grasset, 1985, pp. 597-613. Para una revisión más
extensa de Nietzsche a la luz de la teoría mimética, véase R. Girard y G. Fornari, Il caso Nietzsche. La
ribellione fallita dell’anti-Cristo, Milán-Genova, Marietti, 2001.
35 “¡Dios ha muerto! ¡Dios sigue muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podemos consolarnos,
asesinos de asesinos? Lo más santo y lo más poderoso que ha habido en el mundo se ha desangrado
bajo nuestros cuchillos – ¿quién nos limpia de esta sangre? ¿Con qué agua podríamos limpiarnos?
¿Qué fiestas expiatorias, qué juegos sagrados tendremos que inventar? La grandeza de este acto,
196
Repito que no creo que Nietzsche sea consciente de lo que está expresando en su
famoso aforismo. Creo que éste es uno de esos ejemplos de un texto que escapa a
su autor. No estoy seguro de que Nietzsche se diera cuenta de las connotaciones
esencialmente ritualistas y sacrificiales de las palabras que usó. Es una lectura más
rica que la de la “muerte de Dios”. El texto habla del nacimiento de la religión tanto
como de su muerte porque equivalen a lo mismo. La frase más reveladora es la que
dice que la muerte de Dios obliga a los homicidas a inventar un nuevo culto
religioso.
No cree usted que las ultimísimas palabras que escribió en 1889, al borde de la
locura, “Condamno te ad vitam diaboli vitae” (te condeno para la eternidad a la vida
del diablo) son el cortocircuito de este proyecto intelectual? 36
¿no es demasiado grande para nosotros? ¿No hemos de convertirnos nosotros mismos en dioses
para aparecer dignos de él? ¡Jamás ha habido un acto más grande y todos los que nazcan después de
nosotros pertenecerán por obra de este acto a una historia más grande que toda historia hasta
ahora habida!” (F. Nietzsche, La gaya ciencia, Traducción y prólogo de Charo Greco y Ger Groot,
Madrid, Akal, 2001, p. 161).
36 Friedrich Nietzsche, Nachgelassene Fragmente. Anfang 1888 bis Anfang Januar 1889, en Werke:
kritische Gesamtausgabe, Ed. Giorgio Colli y Mazzino Montinari, Berlin, de Gruyter, 1971, p. 461.
37 “Pero el Hades y Dioniso son lo mismo”. Véase Charles H. Kahn, The Art and Thought of Heraclitus,
Cambridge, Cambridge University Press, 1999, p. 81; H Diels y W. Kranzt, Die fragmente der
Vorsokratiker, Zurich, Weidman, 1985; Fornari, Tra Dioniso y Cristo.
197
víctima inocente, sea el que sea el nombre que le queramos dar a eso. Recuerden
que ya vimos que Satán, Satanás, no es un ser sobrenatural; en el marco de la
teoría mimética es el acusador, aquel que desencadena la violencia unánime contra
el futuro chivo expiatorio.
En su teoría parece que los seres humanos no son ni autónomos –puesto que su deseo
es siempre mimético– ni pacíficos –puesto que no pueden impedir la aparición de
formas de violencia engendrada por la naturaleza mimética de su deseo. ¿Cree usted
que esta concepción de la humanidad influyó negativamente en la recepción de su
obra?
Así pues, la única libertad que tenemos es imitar a Jesús, es decir, no unirse al ciclo
mimético.
O imitar a alguien como Jesús. Recuerden lo que Pablo dijo a los Corintios: “Les
ruego, pues, que sean mis imitadores” (1 Corintios 4, 16). Y no lo hizo por orgullo
personal o por presunción, sino porque él mismo imita a Jesús quien, a su vez,
imita al Padre. Es parte de una interminable cadena de “buena imitación”, de la
imitación sin rivalidad, que los cristianos tratan de crear. Los “santos” son los
eslabones de esta cadena.
38La Nueva Versión Internacional evita la palabra escándalo: “¡Ay del mundo por las cosas que
hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!”.
Compárese con la traducción de, por ejemplo, la Biblia de Jerusalén: “¡Ay del mundo por los
escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien el
escándalo viene!”.
198
Por tanto, nuestro libre albedrío viene dado por la opción que tenemos entre acusar a
los demás o tener compasiones de ellos.
No veo por qué la idea de esta imitación implicaría la acusación de aquellos que no
la practican. Toda acusación es el intento de salir del juego a expensas de un chivo
expiatorio. Es lo que Cristo nunca hace. El Evangelio de Juan dice: “Porque no
pueden escuchar mi Palabra. Ustedes son de su padre el diablo”39 Hay dos archi-
modelos: Satán y Cristo. La libertad es un acto de conversión hacia uno o hacia otro.
De otro modo, sería una completa ilusión. Eso es por lo que Pablo dice: llevamos
cadenas, pero somos libres 40 . Somos libres porque podemos convertirnos
verdaderamente a cada momento. En otras palabras, podemos rechazar unirnos a
la unanimidad violenta. Como ya explicamos, conversión significa tomar
consciencia de que somos perseguidores. Significa elegir a Cristo o a un individuo
como Cristo como modelo de nuestros deseos. Significa también verse a sí mismo
siendo parte del proceso de imitación desde el comienzo. Conversión es descubrir
que estuvimos siempre, sin ser conscientes de ello, imitando el tipo equivocado de
modelos que nos conducían al círculo vicioso de escándalos y perpetua frustración.
Cristo anuncia antes de su Pasión que será escándalo para todos y también para
sus discípulos, puesto que tomarán parte también en su Pasión. La palabra
skandalon significa “obstáculo mimético”, algo que desencadena la rivalidad
mimética. El tratamiento de la palabra skandalon muestra cuán incompleta es la
exégesis escriturística. Hay abultados volúmenes sobre palabras que aparecen una
o dos veces en el Evangelio, como la palabra logos –cuya importancia es indudable,
pero que se limita al prólogo de Juan–. Sin embargo, uno no puede encontrar libros
39 “¿Por qué no reconocen mi lenguaje? Porque no pueden escuchar mi Palabra. Ustedes son de su
padre el diablo y quieren cumplir los deseos de su padre. Este era homicida desde el principio, y no
se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de
dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a mí, como les digo la verdad, no me creen.
¿Quién de ustedes puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? El que
es de Dios, escucha las palabras de Dios; ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.” (Juan 8,
43-47).
40 Romanos 6, 18: “y liberados del pecado, se han hecho esclavos de la justicia”
199
Como dije en Veo a Satán caer como el relámpago, Satán y el skandalon son la
misma cosa.41 Cuando Jesús anuncia la Pasión por primera vez asocia los dos
términos, cuando le dice a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres
para mí!” (Mateo 16, 23). Aunque skandalon y Satán son fundamentalmente lo
mismo, los dos términos destacan diferentes aspectos del mismo fenómeno. En el
caso del skandalon, el énfasis recae sobre las primeras fases del ciclo mimético, la
rivalidad mimética entre individuos que son obstáculos entre sí; mientras que
Satán se refiere al mecanismo mimético en su conjunto. También es verdad que la
palabra skandalon se aplica a la Cruz, dado que Jesús dice: “¡y dichoso aquel que no
halle escándalo en mí!” (Mateo 11, 6).42 Una de las fórmulas de Pablo más grandes
es: “nosotros predicamos a un Cristo crucificado: skandalon para los judíos,
necedad para los gentiles” (1 Corintios 1, 23).43 La Cruz es un skandalon porque los
hombres no entenderán a un Dios impotente que sufre humildemente a sus
perseguidores. Por lo que tropiezan con esta idea.
mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles”. Compárese con la
Biblia de Jerusalén: “nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos,
necedad para los gentiles”; y la Biblia Sacra Vulgata: “nos autem praedicamus Christum crucifixum
Iudaeis quidem scandalum gentibus autem stultitiam”. Véase, también, I See Satan, p. 193.
200
mecanismo del chivo expiatorio produce una falsa trascendencia que estabiliza la
sociedad, gracias a un principio satánico, y el orden no puede ser sino únicamente
temporal, está condenado a volver, tarde o temprano, a los desórdenes de los
escándalos.
44La sustitución cristiana del orden sacrificial, con el nuevo orden basado en los Diez
Mandamientos, se hace clara en Marcos 12, 33: “y amarle [a Dios] con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios.
201
Al creer, como yo lo hago, que el hombre en un futuro lejano será una criatura más
perfecta de lo que es hoy en día, pensar que él o cualquier otra criatura sintiente
esté condenada a la completa aniquilación después de un lento, largo y continuado
progreso, es intolerable.
1. El sentimiento apocalíptico
En una de las conversaciones que mantuvo con Gianni Vattimo este dió a entender
que usted no está preocupado por la elaboración de una teoría de la modernidad y
postmodernidad y que parece no tener en cuenta todas las posibles implicaciones
interpretativas de su teoría en relación con el mundo contemporáneo. 1 ¿Cómo
responde usted a esto?
En primer lugar debo decir que soy un teórico de la mitología: no soy moralista o
un pensador religioso. Puedo responder preguntas sobre estos temas pero no son
mi principal preocupación. En todo caso, hay un pequeño boceto de una teoría
sobre la modernidad al final de Vi a Satán caer como el relámpago que es
básicamente apocalíptico. 2 Creo que cualquier representación del mundo
contemporáneo está mediada por la lectura de Mateo 24. La parte más importante
es la frase “Donde esté uel cadáver, allí se juntarán los buitres” (Mateo 24, 28)
porque parece haber una descomposición del mecanismo mimético. El mecanismo
1En la conferencia de la COV&R de 2001 en Antwerp, Belgium, 2 junio: The Place of Girard’s mimetic
Theory in the History of Philosophy. Ver R. Girard y G. Vattimo, Verità o fede debole? Dialogo su
cristianesimo e relativismo, ed. P. Antonello (Massa: Transeuropa, 2006).
2 R. Girard, I See Satan, pp. 182–7.
202
3Jacques Derrida, Specters of Marx, trad. al inglés Peggy Kamuf (New York and London: Routledge,
1994), p. 15.
203
No, no pertenezco a esa escuela de pensamiento.4 Sin embargo, debo decir que
desde un punto de vista histórico, después de la Segunda Guerra Mundial, algo le
sucedió al principio de la víctima: se propagó infinitamente. Adquirió una enorme
importancia política. Como mencioné en Vi a Satán caer como el relámpago5 creo
que la interpretación filosófica más plausible del Holocausto, desde mi punto de
vista, es que fue un intento de divorciar a Occidente de su dedicación a salvar
víctimas. Por supuesto, el mismo intento estaba presente durante la Primera
Guerra Mundial y sobre todo en el recurrente antisemitismo de la Edad Media en
adelante. Sin embargo, el carácter explícito del Holocausto nazi no tiene
precedentes. Se suponía que el principio de la víctima podría enterrarse bajo
tantas víctimas que todo el mundo se daría cuenta de que no era verdad. El intento
fracasó.
4 Derrida destaca el “canon del apocalipsis moderno (el final de la historia, el final del hombre el
final de la filosofía, de Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger …)”, ibíd.
5 Girard, I See Satan, pp. 170–71.
6 El término “Anticristo” está presente en dos de las cartas de San Juan: 1 Juan 2, 18-19: “Hijos míos,
es la última hora. Han oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han
aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora.”; y 2 Juan 7: “Muchos seductores
han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el
Anticristo.” Véase también 1 Juan 4,3.
204
7 F. Fukuyama, The End of History and the Last Man, Londres, Hamish Hamilton, 1992, p. 312.
205
que está en juego hoy en día es la rivalidad mimética a escala planetaria)”. ¿Qué es lo
que quiso decir con esto?
2. La modernidad y su insatisfacción
Volvamos atrás por un momento en esta trayectoria histórica, ya que nos gustaría
discutir primero la constitución moderna de nuestra sociedad, desde el punto de vista
de la teoría mimética. Hemos visto cómo el deseo mimético es una invención moderna.
No obstante hay una posibilidad de encajar con la modernidad relacionada con el
incremento del proceso de individualización que implica un giro dramático desde un
orden social basado en la mediación externa hacia uno basado en la mediación
interna.
Según usted “una sociedad funcional es aquella que está dominada por la mediación
externa”. 10 ¿Es la sociedad occidental contemporánea funcional dado que está
dominada por la mediación interna?
9 Para un análisis en detalle de la filosofía de Nietzsche a la luz de la teoría mimética, véase René
Girard, “Dionysus versus the Crucified”, MLN 92 (1977): 1161-85; “Nietzsche and Contradiction”,
Stanford Italian Review, 1-2 (1986): 53-65.
10 R. Girard, “Interview”, en R.J. Golsan (ed.), René Girard and Myth: An Introduction, Nueva York,
hindú define la obligación individual con respecto a la casta, a las costumbres sociales, a la ley civil
y a la ley sagrada, en oposición a la indiferenciación mimética.
208
Parece que la sociedad moderna diseñó otras formas de dharma que ayudan a
mantener la violencia a raya. Stefano Tomelleri, usando el concepto de distancia
social de Durkheim, entiende la división del trabajo como una forma hacer frente a la
rivalidad mimética por medio de la creación de la distancia social. 12 Esto recuerda
también al Panopticon de Jeremy Bentham, una herramienta de control del
comportamiento humano que previene, a través de una fuente externa de control, de
cualquier forma de comunicación horizontal que facilitaría la actividad mimética.13
En ambos casos el objetivo es la erradicación de la violencia. ¿Cómo puede usted
concebir un orden social contemporáneo, que aun admitiendo la presencia constante
de la violencia, intente hacerle frente?
La división del trabajo, a diferencia del sistema de castas, deja sitio al individuo, al
menos en un principio. El mercado puede forzar a alguien a tomar ciertas
decisiones en lugar de otras, pero no sería correcto hablar del capitalismo, tal y
12 Véase Stefano Tomelleri, René Girard: La matrice sociale della violenza, Milán, FrancoAngeli, 1996,
p. 42. La referencia es a E. Durkheim, The Division of Labor in Society, trans. George Simpson,
Glencoe (IL), The Free Press, 1960.
13 J. Bentham, The Panopticon está en The Works of Jeremy Bentham, vol. 4, ed. John Bowing,
¿Está usted sugiriendo que hoy en día la movilidad social es la que ayuda a la
sociedad a lidiar con la rivalidad mimética?
¿No cree usted que es también importante llamar la atención sobre el papel de la
ética secular basada en el desarrollo de las instituciones legales, así como en el
funcionamiento de la economía dentro del capitalismo, intrínsecamente relacionada
con los avances tecnológicos? Estos factores mantienen la rivalidad mimética bajo
control. Juegan el papel del katechon, como una fuerza que puede tanto “detener,
retrasar” y “abarcar, contener”, tal y como usted indicó en Veo a Satán caer como el
relámpago.14
14 Girard, I See Satan, p. 186. La palabra katechon es mencionada dos veces en 2 Tesalonicenses 2, 6-
7. El verbo griego es una palabra compuesta que viene de kata (abajo) y echo (tener o mantener),
de ahí el significado: “mantener presionado o frenar”. El The Theological Dictionary of the New
Testament define katechon como sigue: “prevenir que una persona o un poder malvados se
desencadenen”. El doble sentido del verbo ha sido destacado por Jean-Pierre Dupuy en un debate
que tuvo lugar en el encuentro del COV&R en Wiesbaden: “Theology and/or Secular Thinking:
Discussion on Political Philosophy, Economy, and Sociology”. Véase en particular W. Palaver,
“Hobbes and the Katechon: The Secularization of Sacrificial Christianity”, en Contagion, 2 (1995), pp.
57-74. Para un análisis más profundo de esta noción, véase Girard, Celui qui le scandale arrive, pp.
148-150.
15 Ibíd., p. 200.
211
usted. Vivimos en un mundo donde ciertos campos funcionan de acuerdo con leyes
objetivas incluso en la esfera humana, y estas leyes previenen de las escaladas
miméticas, como en el caso de la competencia económica y de la economía de libre
mercado. Es también cierto que esta competencia mimética genera grandes dosis
de resentimiento que pueden ser “acumuladas” socialmente, y puede llegar a ser
dañinas en un momento dado. Del mismo modo, la tecnología –como escribí en el
prólogo de L’Enfer des choses– ciertamente ayuda a canalizar la competencia
mimética y la violencia.16 No está vinculada a ninguna ley mimética y juega un
papel crucial en nuestra vida, donde disminuye el impacto de los impulsos
miméticos. Sin embargo, es cierto que también incrementa el poder de la posible
acción dañina de las agresiones y de la violencia.
El mercado libre parece ser un punto de convergencia hacia una explicación histórica
del mecanismo mimético. Es un sofisticado sistema que se enfrenta con la mímesis
adquisitiva, como si tratará de darle la vuelta a los efectos de la mala mímesis
produciendo riqueza económica a través de la libre competencia. No obstante,
remitiéndonos al argumento de Serres, Quirino es el dios al que sacrificamos cada vez
más víctimas. La econometría es el cálculo del número de sacrificios tolerables en un
16 R. Girard, “Postface”, en M. Deguy y J.-P. Dupuy, René Girard ou le problème du mal, Paris, Grasset,
1982, p. 262.
17 Bernard Mandeville, The Fable of Bees: Or Private Vices, Public Benefits, ed. F.B. Kaye, Indianapolis
Encuentro excesiva esta formulación. Sobre este punto, estoy de acuerdo con Eric
Gans que piensa que la globalización es principalmente un desarrollo económico
que produce riqueza y ayuda a estabilizar la sociedad sin un organismo central: es
un sistema auto-organizado.19 Sin minimizar el papel y el impacto de la economía
per se, para mí la globalización es principalmente la abolición no solo del sacrificio,
propiamente hablando, sino también de todo el orden sacrificial: es la difusión
global de la ética y la epistemología cristianas en relación a todas las esferas de la
actividad humana. La propia economía, tal y como se ha desarrollado, sería
imposible sin el marco de referencia cristiano. Esta realidad, sin embargo es tan
compleja que los académicos que tratan de analizarla obtienen conclusiones
radicalmente diferentes en relación a su viabilidad. Para poder tener un marco de
referencia deberíamos comparar nuestro mundo con un momento concreto del
pasado, cuando las fuerzas modernas no se habían desarrollado aún. Sin embargo,
se trata de una tarea difícil, porque no tenemos suficiente información sobre
sociedades que no estén ampliamente influidas por el mercado.
18 Véase M. Serres, Atlas (Paris: Julliard, 1997), pp. 229-35. En particular la p. 230: “tout praxis est
sacrificielle, lorsqu’elle calcule, avec riguer, le meilleur résultat pour la moindre dépense, puisque
cette optimisation conduit le geste du sacrifice, religeux, certes, guerrier aussi, technique et
productif maintenant”. [Existe traducción al español: Atlas (Madrid: Cátedra, 1995), pp. 220-226, en
particular la p. 221: “De ahí viene que toda praxis sea sacrificial, cuando calcula, con rigor, el mejor
resultado con el mínimo gasto, ya que esta optimizació n dirige el gesto del sacrificio, religioso, claro,
guerrero tambié n, pero ahora té cnico y productivo.”] Roberto Calasso comparte el mismo concepto:
“El sacrificio específicamente moderno es una inmensa empresa industrial que rechaza el nombre y
el recuerdo del sacrificio. Se habla de clases enteras a las que eliminar o si no de inevitables drop-
outs que cada día son proyectados fuera de la maquina social.” (Roberto Calasso, La rovina del
Kasch, Milán: Adelphi, 1983, p. 156. Una cuestión parecida le formulan a René Girard en su
encuentro con los teólogos de la liberación. Véase “Desejo mimético e sistemas auto-reguladores: o
sacrificalismo na economia”, en H. Assmann, René Girard com Teólogos da libertação: Um diálogo
sobre ídolos e sacrificios, Petrópolis, Editora Vozes, 1991, pp. 59-66.
19 Véase E. Gans, “Chronicles of Love and Resentement”, en Anthropoetics: The Journal of Generative
Anthropology, www.anthropoetics.ucla.edu.
213
Déjenos insistir, no obstante, en el hecho de que el mercado parece ser un sistema que
produce una cantidad “tolerable” de víctimas.
¡Pero también se salvan más víctimas de las que se salvaron en cualquier otro
momento histórico! No podemos hacer balance de estas cosas, ¿comparándolo con
qué? No tenemos un modelo claro con el cual compararnos.21 Es la primera vez en
la historia del mundo en el que una sociedad no puede compararse con ninguna
otra dado que la nuestra es la primera en englobar todo el planeta. Es fascinante
ver cómo cada período y cada cultura fueron en sí mismos únicos. Ahora sí que
somos de verdad únicos y no podemos dudar de nuestra singularidad. Nunca antes
20 Para una explicación de la complejidad, confusión y el uso indebido de datos tras el debate actual
sobre el daño medioambiental, véase el reciente libro de Björn Lomborg, profesor de estadística y
miembro en el pasado de Greenpeace: The Skeptical Enviromentalist. Measuring the Real State of the
World, Cambridge, Cambridge Universitiy Press, 2001.
21 En su libro The Blank Slate, Steven Pinker se refiere al trabajo del arqueólogo Lawerence Keely
que “ha resumido la proporció n de muertes de varones debidas a la guerra en una serie de
sociedades de las que se dispone de datos” comparada con el tamaño actual de la población. Los
resultados dan, por ejemplo, que el 60 por ciento de los varones Jívaro y el 40 por ciento de los
Yanamamö fueron asesinados en actos de guerra. A pesar de las dos guerras mundiales, el
Holocausto y numerosas guerras regionales el porcentaje cae a menos del 2 por ciento en Europa y
Norteamérica en el siglo XX. Véase S. Pinker, The Blank Slate: The Modern Denial of Human Nature,
Nueva York, Viking, 2002, pp. 56-57 [existe traducción española, La tabla rasa. La negación
moderna de la naturaleza humana, Barcelona, Paidós, 2012, p. 67], y L.H. Keely, War Before
Civilization: The myth of the peaceful savage, Oxford, Oxford University Press, 1996.
214
ha habido una cultura globalizada como la que tenemos hoy. Además, sabemos
cuándo comenzó todo: con los grandes descubrimientos del siglo XV.22 De modo
que somos realmente singulares ¡y somos la primera cultura que niega su
singularidad por el deseo de no ofender a culturas muertas! Es bizarro, pero no
podemos compararnos con ninguna otra civilización, excepto con los más recientes
estadios de nuestra propia civilización.23
Déjenme aclarar esta calificación, para intentar responder a su pregunta. Por cruel,
brutal o ilógica que pueda sonar cualquier comparación de este tipo, no creo que
podamos equiparar completamente las víctimas de un sistema tan complejo como
el mercado global con la masacre deliberada de un ser humano por otros seres
humanos que participan en sacrificios rituales. El mercado no es un dispositivo
técnico diseñado para matar gente de la misma manera en que lo hacían las
cámaras de gas de los campos nazis. Como digo, el katechon de estos sistemas
todavía depende de la falsa trascendencia y están obligados inevitablemente a
producir injusticia y violencia, pero vivimos en un mundo en el que el poder
satánico del mecanismo mimético está desencadenado, así que tenemos que tener
en cuenta que este sistema también nos está protegiendo, aunque temporalmente,
del estallido de una violencia aún mayor. En realidad, si es verdad que la
desigualdad está creciendo entre los países del primer y del tercer mundo, esto
terminará convirtiéndose en algo explosivo. En algún momento podrían tratar de
cambiar el sentido de las cosas y en realidad tenemos claras señales de que algo así
está sucediendo hoy. Es cierto que tenemos que realizar un ajuste compasivo de la
sociedad del libre mercado, y hemos de criticar su injusticia desde los
fundamentos de la ética cristiana, pero hay que entender también este proceso a
largo plazo dentro de la temporalidad de la historia humana.
22 Véase, por ejemplo, Pedro Agustín Díaz Arenas, Relaciones Internacionales de Dominación, Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 1998, p. 12.
23 Algunas formas sociales modernas simplemente no se encuentran en períodos históricos previos
¿Podría entonces comentar el pasaje del Evangelio en el que Jesús expulsa a los
mercaderes del templo (Marcos 11, 15-16)? ¿Cómo ve usted la relación entre estas
dos esferas a través de las exégesis de las escrituras?
Calasso recuerda que el espacio religioso, el templo, era el espacio del que el sistema
de intercambio surgía, comenzando con la sustitución de las víctimas. La economía
nació dentro de un espacio sagrado, por así decirlo. 25 ¿Es posible decir que, en este
proceso de intercambio, el dominio de lo económico ha reemplazado eventualmente
a la religión como una nueva forma de totalidad?
Sí, podría decirse que sí. En nuestra sociedad la religión ha sido completamente
sometida por la economía, pero precisamente porque la economía brota de una
matriz religiosa. No es más que la forma secularizada del ritual religioso. Sabemos
que las monedas más antiguas se acuñaban en las proximidades de los templos y
de espacios sagrados, precisamente con el fin de intercambiar animales y con la
idea de sacrificar. El comercio era en realidad una ofrenda al extranjero para
aplacar al dios extranjero, que era visto como una posible amenaza. Entonces, a
cambio, el que recibía ofrendas volvía con nuevas ofrendas. Ese es el origen más
probable del intercambio. Incluso etimológicamente la palabra moneda está
24 Robert Hammerton-Kelly, The Gospel and the Sacred, Minneapolis (MN), Fortress Press, 1994, pp.
17-18.
25 Calasso, The Ruin of Kasch, p. 165.
216
4. El sujeto débil.
Por supuesto, porque está basado en una forma falsa de trascendencia y por tanto
poseen una fuerza de contención, pero es una fuerza inestable. El conformismo y el
agnosticismo ético inducido por medios de comunicación como la televisión
podrían producir también formas de polarización mimética a nivel de masa,
haciendo a la gente más propensa a dejarse influir por dinámicas miméticas,
causando el muy temido populismo en las democracias occidentales.
26 Véase Glyn Davies, A History of Money from Ancient Times to the Present Day, Cardiff, University of
Wales Press, 1996, p. 89.
27 Véase también 1 Tesalonicenses 2,9.
28 Guy Debord, La sociedad del espectáculo, Santiago de Chile, Ediciones Naufragio, 1995, p. 14.
217
¿Está usted de acuerdo, sin embargo, con que las películas, la televisión y la
publicidad sacan mucho provecho del principio mimético, incrementando, por tanto,
nuestra consciencia de este elemento?
Seinfeld es un programa que está más cerca del mecanismo mimético que la mayoría
y que además tiene un enorme éxito. ¿Cómo explica esto?
Para tener éxito un artista tiene que llegar tan lejos como pueda a alguna verdad
social sin suscitar una dolorosa autocrítica en los espectadores. Esto es lo que hizo
este programa. La gente no tiene que entenderlo todo para poder apreciarlo.
Tienen que no entenderlo. Se identifican ellos mismos con lo que esos personajes
hacen porque también ellos lo hacen. Reconocen algo que es muy común y muy
cierto, pero no pueden definirlo. Probablemente los contemporáneos de
Shakespeare apreciaban su retrato de las relaciones humanas del mismo modo en
que nosotros disfrutamos de Seinfeld sin entender realmente su perspicacia
respecto a la interacción mimética. He de decir que hay más realidad social en
Seinfeld que en mucha sociología académica.
Para un análisis mimético de la anorexia y la bulimia, véase R. Girard, “Eating Disorders and
29
Elena Pulcini en L’individuo senza passioni (El individuo sin pasiones), sugiere que
el individualismo democrático, tal y como está descrito por Tocqueville, es el
resultado de un proceso histórico que, por un lado, acumula comportamiento
adquisitivo y, por otro, se las arregla para no producir conflictos abiertos, como los
descritos por Hobbes y Smith. Al mismo tiempo, la democracia contemporánea está
dominada por el conformismo, producido por la “pasión por la igualdad”, y que
engendra apatía e indiferencia en lugar de conflicto. El denominado homo
democraticus es débil, socialmente indiferente y patológicamente narcisista.30
Estoy de acuerdo con eso, aunque esta visión es demasiado oscura. Creo que una
descripción contemporánea de la fenomenología del deseo mimético debería
poner en relación dialéctica la dualidad entre el conflicto mimético y el
abatimiento del deseo mimético. Ésta es también la interpretación de Jean-Michel
Oughourlian; a saber, los individuos contemporáneos no son lo bastante fuertes
como para tener deseo mimético. No sienten pasión por nada. Esto es algo que
solía creer que no podría suceder jamás, pero ahora estoy más abierto a esa
posibilidad. La sociedad de consumo, que fue parcialmente “inventada” para hacer
frente al comportamiento mimético agresivo, ha creado en realidad estos seres
30Elena Pucini, L’individuo senza passioni. Individualismo moderno e perdita del legame sociale,
Turín, Bollati Boringhieri, 2001, pp. 15-16.
219
Creo que tenemos que ser extremadamente cuidadosos al usar este tipo de
terminología. La noción de dépense en Bataille tiene un origen antropológico que
es claramente orgiástico y dionisiaco y, por tanto, muy violento. La expulsión de la
parte maldita de la que habla no es sino una forma de mecanismo victimario.32 En
Visions of Excess (Visiones del Exceso) Bataille está obsesionado con los rituales y
las mutilaciones sacrificiales y las interpreta como la expulsión de un exceso de
energía, como una liberación de impulsos vitales. No se da cuenta de que arrancar
un diente en Nueva Guinea o la ablación del dedo en los rituales indios de Blackfoot
(así como la circuncisión) no son otra cosa sino metonimias residuales del
mecanismo victimario de la auto-inmolación presente en muchos ritos de paso. 33
La dépense es un gesto fundamentalmente sacrificial.
31 Véase, por ejemplo, Dar (el) tiempo: 1. La moneda falsa, Volumen 1, Barcelona, Paidós, 1995; J.T.
Godbout, L’esprit du don, Paris, La Découert, 1992; A.E. Komter (ed.), The Gift: An Interdisciplinary
Perspective, Amsterdam, Amsterdam University Press, 1996, Alan D. Schrift (ed.), The Logic of Gift.
Towards an Ethic of Generosity, Nueva York y Londres, Routledge, 1997.
32 G. Bataille, La parte maldita (precedida de La noción de gasto), Barcelona, Icaria, 1987.
33 G. Bataille, Visions of Excess. Selected Writtings, 1927-1936, ed. and intro. Allan Stoekl, Minneapolis
don et les economies symboliques” [El don y las economías simbólicas], que tuvo lugar en Stanford
el 10 de mayo de 2001.
35 Marcel Mauss, Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas,
No. Sólo su parte mala, porque es muy fácil en las relaciones humanas deslizarse
del lado positivo de la reciprocidad al negativo. Cada relación humana tiene un
elemento de reciprocidad, no podemos huir de eso. Es por lo que la relación amo-
esclavo es inhumana, porque trata de quitar de en medio la reciprocidad. Una
buena relación no puede ser sino recíproca. Esta reciprocidad debería ser
espontánea. Si hay obligación significa que nos estamos aproximando a la mala
reciprocidad.
5. La kénosis de Dios
36 Gianni Vattimo, Belief, Oxford, Polity Press, 1999 [existe edición española: Creer que se cree,
Barcelona/Buenos Aires, Paidós, 1992].
37 El término griego kénosis significa “vacuidad, estado de un cuerpo vacío. Platón, República, 585a,
etc.” (A. Bailly). En teoría de la literatura se trata otra vez de un término que Harold Bloom tomó
prestado para uno de los conceptos integrados en su visión agonística de la creación literaria, en la
que la “Influencia poética” implica, rivalidad, competición del escritor con su modelo (véase The
Anxiety of Influence: a Theory of Poetry, Londres/Oxford/Nueva York, Oxford University Press, 1975,
cap. 3, “Kenosis or Repetition and Discontinuity”, pp. 77-92). [Existe traducción al español: La
ansiedad de la influencia. Una teoría de la poesía, trad. por Javier Alcoriza y Antonio Lastra, Madrid,
Trotta, 2009, cap. 3, “Kénosis o repetición y discontinuidad”, pp. 117-131].
221
Los textos que más me interesan de Heidegger son los que escribió
inmediatamente después de Sein und Zeit. Estoy realmente interesado en sus
ensayos sobre “el principio de Grecia”, su Introducción a la metafísica y los textos
sobre Hölderlin.38 Incluso aunque en muchos sentidos Heidegger sea un filósofo
con el que no me identifico, la idea acertada de la pérdida del Ser, el olvido del Ser
y el olvido del olvido es esencial en la era moderna. Esta idea me parece a mí que
está relacionada con el papel del mecanismo victimario y estaría de acuerdo con
Vattimo que dice que representa la muerte de Dios en el sentido del fin de lo
sagrado.
Ésta es la razón por la que se tiene que ver este proceso desde la perspectiva
mimética y en términos cristianos y apocalípticos, en el sentido de que cuanto más
haya apertura a un mundo en el que el ritual esté muerto, más peligroso será este
mundo. Tiene tanto partes positivas, en el sentido de que hay menos sacrificios,
como negativas, dado que hay un desencadenamiento de la rivalidad mimética.
Como ya dije, vivimos en un mundo en el que cuidamos de las víctimas de un modo
en el que ninguna otra sociedad o tiempo histórico nunca antes lo hizo, pero
estamos también en un mundo en el que matamos a más gente que nunca, de modo
38Martin Heidegger, Introduction to Metaphysics, trans. Gregory Fried and Richard Polt, New Haven
(CT), Yale University Press, 2000 [existe edición española: Introducción a la metafísica, Barcelona,
Gedisa, 2001]; Hölderlin and the Essence of Poetry, trans. Douglas Scott, Londres, Vision, 1949
[existe edición española, Hölderlin y la esencia de la poesía, Barcelona, Anthropos, 2000].
222
que sentimos que tanto lo “bueno” como lo “malo” están creciendo en todo
momento. Si elaboramos una teoría de la cultura tiene que dar cuenta de esta
extraordinaria ambivalencia de nuestra sociedad. Creo que, en un cierto momento,
Vattimo está cerca de esto. En Creer que se cree usa la fórmula de Max Weber del
desencantamiento del mundo debido a la secularización, subrayando que este
“desencanto del mundo haya producido tambié n un radical desencanto respecto a
la idea misma de desencanto”.39 Estoy de acuerdo con él: Max Weber se queda a
medias en el descubrimiento de este paradójico proceso. El nuestro es un mundo
en el que hay una paradoja creada por la co-presencia de grandes mejoras y una
gran amenaza de desintegración, y muchas otras paradojas que se hacen más
fascinantes a medida que se intensifican.
Eso es probablemente cierto, pero al mismo tiempo no parece ver hasta dónde se
remonta. De hecho, la obra de Auerbach sería relevante para este análisis. Una
interpretación figural no es hermenéutica, al menos en el sentido habitual del
término, pero prepara el camino para que lo sea. La cuestión crucial es que la
tradición medieval de la interpretación figural está centrada en la imagen de Cristo
y su pasión, está centrada en la víctima. Vattimo es muy diferente a Heidegger y
comprende con claridad la importancia y lo central que es la creencia cristiana
para definir el destino de la cultura y la civilización occidental, y, de hecho, al final
termina insistiendo en la noción de ágape como resultado de la revolución anti-
metafísica del cristianismo.41 No obstante, me parece que hay un problema en su
perspectiva religiosa porque no pone bastante énfasis en la Cruz. Como escribí
recientemente, solo ve interpretaciones en la historia humana y no hechos.42 Él
mismo se sitúa en la tradición post-nietzscheana al afirmar la inviabilidad de
debole (Massa, Transeuropa, 2006, pp. 75-98. [Existe traducción al español: ¿Verdad o fe débil?
Diálogo sobre verdad y relativismo, Buenos Aires/Barcelona, Paidós, 2011].
223
Pablo dice que lo único que conoce es a Jesucristo y a éste crucificado (cf. 1
Corintios 2, 2) y me parece que esto es una respuesta indirecta a Vattimo: podemos
deconstruir toda forma de “verdad” mítica o ideológica, pero no la Cruz, la muerte
real del Hijo de Dios. Ese es el centro en torno al cual nuestra cultura gira y por el
que está envuelta. ¿Por qué debería cambiar el mundo si ese acontecimiento no
implicase una radical y fundamental verdad antropológica para el ser humano?
Dios provee el texto, pero también la clave hermenéutica con la cual leerlo: la Cruz.
No podemos separar ambos.
Se publican más libros que nunca sobre la Biblia y, con todo, lo que dice usted es
cierto. La Biblia tiene menor presencia en nuestra cultura cotidiana como nunca
antes en nuestra historia. Hay que ver este fenómeno desde una perspectiva
nietzschena-heideggeriana: como “el retiro de Dios”. En realidad, creo que la
fórmula de Heidegger, “el retiro de Dios”, es en realidad anti-nietzscheana, porque
la idea de la muerte de Dios es todavía demasiado cristiana para Heidegger, que
parece alejarse siempre de cualquier referencia al cristianismo. Después de todo, el
Dios que muere es Cristo y si Dios verdaderamente muere, la idea de la
resurrección no puede estar muy lejos. Eso es lo que pasa en el anteriormente
mencionado aforismo 125 de La gaya ciencia. La muerte de Dios y la cuestión de
cómo vamos a compensar esa muerte condujo a Nietzsche a la idea del homicidio
fundador. La idea heideggeriana del retiro de los dioses es un esfuerzo por negar la
43 Ibíd., p. 11.
224
primacía del Dios bíblico que subyace aún tras la fórmula nietzscheana. La fórmula
de Heidegger significa que la religión se está retirando por todas partes y no
simplemente el Dios cristiano. Esto es verdad, pero ¿por qué está pasando?
¡Porque el antiguo orden sacrificial pagano está desapareciendo gracias al
cristianismo! Es irónico: el cristianismo parece estar agonizando junto con las
religiones que él mismo hace desaparecer, porque, en términos sacrificiales, es
percibido como una religión mítica entre otras. El cristianismo no es sólo una de
las religiones destruidas, sino que es la destructora de todas las religiones. La
muerte de Dios es un fenómeno cristiano. En su sentido moderno, el ateísmo es una
invención cristiana. No hay ateísmo en la Antigüedad. La única excepción que se me
ocurre es el epicureísmo, pero es limitado, y su negación de los dioses no es
agresiva. El epicureísmo no niega a Dios contra alguna cosa o contra alguien:
carece de esa fuerte cualidad negativa del ateísmo actual.
¿Está usted sugiriendo que, a pesar de las apariencias, el mundo se está haciendo
cada vez más cristiano?
Sí. Este hecho hace el fenómeno mucho más paradójico, porque es mucho más fácil
recuperar los principios bíblicos si no sabemos que son bíblicos. Sobre este
aspecto, el nihilismo actual muestra su lado débil. Cuando nuestros intelectuales,
después de la Segunda Guerra Mundial, y más tarde con el colapso del bloque
soviético en la Europa del Este, pensaron que habían terminado con todo principio
absoluto, estaban simplemente equivocados. Porque el principio victimario o la
defensa de las víctimas se hizo sagrado: es el principio absoluto. No lo veremos
225
nunca más atacado. Ni siquiera tienen que mencionarlo. Por esto podemos decir
que todos creemos en la inocencia de la víctima, algo que está en el corazón del
cristianismo. El objetivo de Nietzsche fue la destrucción del cristianismo que él
entendió, acertadamente, como una defensa de las víctimas.44 Nuestros nihilistas
modernos quieren deconstruir todo, excepto la defensa de las víctimas con las que
se esposan. Por esto mismo, son un tipo muy especial de nihilistas: niegan todo
menos la defensa de la víctima. En otras palabras, no pueden llegar a ser más
cristianos, por supuesto, contra el cristianismo, pero su contradicción interna se
está haciendo cada vez más obvia. Sólo hay que ver las acrobacias intelectuales de
los pensadores postmodernos que tratan de allanar el camino a la idea del
relativismo histórico y al mismo tiempo salvar la verdad histórica del Holocausto.
Podemos entonces decir que, de esta forma subrepticia, los valores cristianos se
propagaron sin provocar ningún skandalon.
¿Cómo respondería a las críticas que ven la historia de la Iglesia como la historia de
una institución que persiguió a las gentes en nombre de la “verdad” cristiana?
45Flavius Philostratus, The Life of Apollonius of Tyana; The Epistles of Apollonius; and the Treatise of
Eusebius, Londres, Heinemann, 1912; véase Girard, I See Satan, pp. 49-61.
227
Durante la Edad Media hubo una relación con la violencia de fuerte carácter
pagano en diversas formas y en la que la escasez de bienes jugó ciertamente un
papel fundamental. Se debería también entender la Ilustración en este sentido y en
particular a escritores como Voltaire. Aunque a veces es muy tosco, Voltaire es un
lector excelente de la Biblia para usarla contra la Biblia misma. En el caso del
episodio de Caín y Abel, indica que la historia de Caín es un relato de la fundación
de la primera cultura y que la cultura es resultado de una ley contra el homicidio
que es sancionado por la autoridad divina. Pero entonces se hace una pregunta
interesante: ¿qué tipo de Dios, qué tipo de Dios cristiano es el que se pone del lado
de Caín protegiendo a un asesino?46
Esta pregunta planteada por Voltaire sólo puede ser respondida por medio de una
lectura bíblica de la fundación de los mitos, que nos cuente cómo el primer
homicidio colectivo acarrea el castigo más severo aplicado por este crimen: siete
víctimas por una. Para ser más preciso, es una forma de protección para la
sociedad cainita. El homicidio protege a Caín y la Biblia dice esto claramente.
Atribuye este castigo a “Dios” lo que es típico de una cultura influida todavía por lo
sagrado, pero entonces los Evangelios dicen: “Satanás”. Es preciso comparar los
dos textos para poder comprender de manera cabal lo que significa Satanás.
Satanás es el antiguo dios de dioses. Por eso es representado como una persona
mientras que puede ser definido, tal y como ya hemos mencionado, como la
estructura inestable de relaciones humanas en un mundo que está todavía
dominado por la violencia y el mecanismo del chivo expiatorio.
46The Complete Works of Voltaire, Vol. 62, Oxford, The Voltaire Foundation/Taylor Institution, 1987,
pp. 466-7.
228
poderosa que sólo la teoría mimética puede explicar. Pablo dice que el acusador, a
saber, Satanás, es responsable del sistema sacrificial que genera y se regenera a sí
mismo por medio del mecanismo del chivo expiatorio. Satanás recurre a ello para
ir contra la revelación de Cristo sin darse cuenta de que es él mismo quien estaba
proveyendo a Cristo del instrumento principal de la revelación cristiana: los cuatro
relatos de la crucifixión. Estos revelan la verdad del mismo mecanismo del chivo
expiatorio que fue siempre distorsionado y tergiversado en los mitos.
Será cada vez más complejo, pero habrá un giro dialéctico tan asombroso que
tomará a todos por sorpresa. Ciertamente habrá cambios en nuestra espera. Eso es
por lo que para mí es importante volver a la Escritura y a los textos de los primeros
cristianos, porque revelan mucho sobre la naturaleza de nuestros tiempos. Pablo
dice: “pues no quise saber entre ustedes sino a Jesucristo, y éste crucificado” (1
Corintios 2, 2). Los estudiosos creen que es una afirmación anti-intelectual, pero
no lo es en absoluto. Significa que la Cruz es la fuente de todo conocimiento de Dios
–que los teólogos creen– y también del hombre –que no necesariamente
entienden–. Pablo comprende esto. Y la idea de que Satán ha sido vencido por la
Cruz es algo esencial que, desafortunadamente, en el cristianismo occidental se ha
visto como algo mágico, irracional, y en consecuencia ha sido descartado. La Cruz
destruye el poder de Satán como “Príncipe de este mundo”, refiriéndose al poder
de desatar la violencia a través del mecanismo del chivo expiatorio. Satán está aún
con nosotros, pero sólo como fuente de desorden. De manera indirecta, por tanto, a
causa de nuestra incapacidad para vivir sin chivos expiatorios, el cristianismo es
una fuerza que trastorna nuestro mundo. El cristianismo sugiere constantemente
que nuestros chivos expiatorios no son más que víctimas inocentes. El cristianismo
muestra que los culpables son los asesinos de chivos expiatorios y aquellos que
229