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CLÍNICA
La estipulación de definiciones precisas para esta seria enfermedad es más difícil que el
reconocimiento en la práctica médica diaria de cuadros típicos. Se trata casi siempre de una
persona joven, a menudo varón, que ha presentado ya por meses (o años) conductas
prodrómicas difíciles de identificar, tales como cambios en la personalidad y el afecto, una
tendencia al retraimiento y deterioro en patrones de conducta ya alcanzados. A éstos se suma
irritabilidad, desasosiego, letargo, declinación en la función intelectual, preocupaciones
religiosas, y, a veces, tendencia a creencias raras y acciones extraordinarias. Al principio, estos
cambios pueden ser sutiles y confundirse con las conocidas tormentas psicológicas del
adolescente; sin embargo, tales síntomas empeoran y dañan la competencia psicosocial del
joven enfermo. Tarde o temprano, una dislocación mayor o súbita del comportamiento precipita
un examen médico; otras veces, tal ruptura en la conducta no aparece y el enfermo se sumerge
gradualmente en su enfermedad. El examen mental mostrará, entonces, síntomas claramente
diferenciales de las conductas adolescentes, tales como los de primer rango de Schneider,
pertenecientes a tres esferas de la psicopatología: delusiones, sentimientos de pasividad y
alucinaciones. En su totalidad son los siguientes: 1) pensamientos audibles; 2) alucinaciones de
voces hablando en tercera persona; 3) alucinaciones de voces comentando sobre las acciones
del enfermo; 4) experiencias o sentimientos de pasividad, es decir, la sensación y/o creencia que
una agencia externa controla al pensamiento, emociones o acciones del sujeto; 5) la idea
delusiva que alguna agencia roba los pensamientos del sujeto o le inserta nuevos; 6) la idea
delusiva que los pensamientos del sujeto son audibles (p.ej. como transmitidos en voz alta) a
medida que el sujeto los piensa; y 7) percepción delusional, es decir, ideas erróneas que surgen
bruscamente en relación a percepciones normales. El sujeto también puede mostrar síntomas
de segundo rango tales como otros tipos de alucinaciones e ideas delirantes, perplejidad,
anhedonia, aplanamiento del afecto, letargo, rasgos catatónicos, desorden del pensamiento,
etc. Algunos de estos síntomas tienen buen valor pronóstico, pero son difíciles de definir y se
yuxtaponen a los llamados síntomas negativos de la esquizofrenia. Las permutaciones y
combinaciones de síntomas crean una miríada de presentaciones atípicas. Algunos cuadros sólo
incluyen síntomas de primer o de segundo rango, su presentación puede ser súbita o gradual en
la adolescencia tardía (muy común) o en la tercera edad (extremadamente rara). En general, los
síntomas aislados hacen el diagnóstico particularmente difícil. Se dice que el pronóstico es peor
cuanto más temprana es la aparición del cuadro y cuando éste incluye síntomas negativos; es
mejor cuanto más tarde aparece la enfermedad, y cuando hay una predominancia de síntomas
positivos. El curso de la enfermedad es igualmente variable. Un tercio de enfermos mejora para
siempre; otro progresa a un estadio crónico con recaídas y períodos buenos; y, el tercio restante,
muestra sintomatología continua y eventualmente se establece con un patrón de defecto, a
veces marcado por cortas reactivaciones y, ocasionalmente, asociados a estresores ambientales.