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LOS TRATADOS NO SON LEYES EUGENIO HERNANDEZ-BRETON 1. Los tratados internacionales no.son Jeyes de la Repu- blica. Esta negacién que puede sorprender a muchos encuen- tra sdlida fundamentacién en el derecho material venezolano. La doctrina y jurisprudencia nacionales afirman sin mayores miramientos la posicién contraria'. Seguin tales afirmaciones, Ja recepcién de un tratado internacional en el ordenamiento jutidico tiene un efecto “transformador’ de la naturaleza ju- ridica del tratado, el cual se convierte en “ley de la Republi- ca”*, Este error conceptual ha sido destacado y criticado pot el Profesor PEREZ LUCIANI °, pero parece haber encontrado tan sdlo escasos seguidores *. 2. El sistema constitucional venezolano atribuye al Po- der Nacional Ia actuacién internacional de la Republica (ar- ticulo 136,.ordinal 1° Constitucién, articulo 25, ordinal 1° Ley Orgdnica de la Administracién Central “LOAC”) y dentro del poder nacional al Presidente de la Republica (articulo 190, ordinal 1? Constitucién). La actuacién internacional de la Re- publica comprende, entre otras cosas, la negociacién, firma ratificacién, aceptacién, aprobacién, adhesidn, reservas, pré- 1 Las referencias pueden verse en HERNANDEZ-BRETON, “El régimen de las obligaciones en el proyecto venezolano de la Ley de Normas de Derecho Internacional Privado (1963-1965)", RFCJPUCV 69 (1988), p. 321, 332-333, y en infra, Nota 4. 2 Véase PEREZ LUCIANI, “El control jurisdiccional de las leyes apto- batorias de tratados internacionales”, RFDUCAB 4 (1966-67}, p. 293 ss., 327. 3 PEREZ LUCIANT, Nota 2, p. 326 ss. 4 HERNANDEZ-BRETON, “Uso inapropiado de la doctrina extranjera y desconocimiento del Derecho Internacional (Ptiblico y Privado): apun- tes para un estudio de la derogacién convencional de la ‘jurisdiccién’ (Art. 2 CPC venezolano), RFPGR 8 (1993), p. 41, 58 ss. 83 trogas, canje, depdsito, ejecucién, suspensién, denuncia y ter- minacién de tratados, convenciones, protocolos, declaraciones, actas, pactos, acuerdos y demds instrumentos internacionales (articulo 25, ordinal 2? LOAC). De esta manera, la Consti- tucién venezolana atribuye potestades legislativas al Poder Ejecutivo en materia de relaciones internacionales. Esta po- testad estd asimismo reconocida,por el articulo 128 de la Cons- titucién. Sin embargo, para el caso de la celebracién de trata- dos 0 convenios internacionales se exige que tales actos cele- brados por el Ejecutivo Nacional sean aprobados mediante ley especial para que tengan validez y salvo las excepciones alli indicadas. La participacién del Poder Legislativo es entonces indispensable en el proceso de formacién dela voluntad in- tetnacional de la Reptiblica. Se trata, sin embargo, de dos ac- tos independientes (tratado y ley) vinculados procedimental- mente a tenor del articulo 128 de la Constitucién y sdlo en Jos casos allf sefialados. Con la expresién “ley especial” se quiere significar que la manifestacién de la voluntad del Po- der Legislativo debe realizarse individualmente para cada caso especifico siguiendo el procedimiento pata la formacién de las leyes (articulos 162 y ss. Constitucién), sin permitir el otor- gamiento de aprobaciones genetales abstractas para un sinnt- mero de tratados internacionales. 3. La participacién del poder legislativo en el proceso de formacién de la voluntad internacional de la Republica parece justificarse precisamente por el hecho de que el ejercicio de la potestad legislativa de! Poder Ejecutivo en materia de relacio- nes internacionales puede afectar la misma potestad legislativa del Poder Legislativo. En efecto, el Presidente de la Republi- ca puede actuar internacionalmente en todas las dreas de com- petencia del Poder Nacional. De esta forma, puede incursio- nar en dreas que son objeto de regulacién normativa por parte del Poder Legislativo Nacional, sujeto al control del Poder Legislativo Nacional. Asi, al actuar conjuntamente el Presi- dente de la Repiblica y el Congreso en esas areas si excluye la posibilidad de que el Poder Legislativo por si solo ‘“‘dero- gue” las normas pactadas por el Ejecutivo Nacional. La pér- 84 dida de vigencia de la norma contenida en un tratado intet- nacional sdlo sucede en virtud de los mecanismos del Derecho Internacional Publico de los tratados. Una norma interna no puede dejar sin efecto una norma contenida en un tratado. Esa imposibilidad deriva de la naturaleza de la norma. Se trata de tratados y no de leyes. Asi lo reconoce el articulo 8 del Cédigo de Procedimiento Civil al enumerar las fuentes del Derecho Internacional Privado venezolano. 4. La separacién entre “ley” y “tratado” es tan tajante que la oportunidad para la promulgacién de la ley aprobatoria de un tratado internacional queda a la discrecién del Ejecutivo Nacional, “en conformidad con los usos internacionales y la conveniencia de la Reptiblica” (articulo 176 Constitucién). Es decir, la “‘aprobacién” del Congreso no obliga al Pre- sidente de la Republica a poner en vigencia el tratado. Igual- mente, la publicacién de la ley aprobatoria y del texto del tra- tado en la Gaceta Oficial de la Republica de Venezuela no de- terminan la entrada en vigencia del tratado. La publicacién del tratado tampoco obliga al Presidente de la Reptblica a continuar con el trdmite de intercambio o depédsito del instru- mento de adhesin o ratificacién del tratado, que vendria a ser un ejemplar de,la Gaceta Oficial contentiva de la ley aproba- toria, E] Congreso tan sélo imparte una autorizacién al Pre- sidente de la Reptblica para que de considerarlo conveniente proceda a hacer todo lo necesario para poner en vigencia el tratado, simultdneamente, en la esfera internacional y nacio- nal. El tratado vale como tal una vez satisfechos los requisitos constitucionales e internacionales tanto en la esfera nacional como internacional. Su aplicabilidad directa e inmediata a los habitantes de la Reptiblica depende tan sdlo de los términos mismos del tratado *. 5 PLANAS SUAREZ, Tratado de Derecho Internacional Piiblico, Tomo I, pp. 156-159 (Madrid 1916); PARRA, Doctrinas de la Cancilleria Ve- nezolana, Digesto, Vol. 1 (1952), p. 128, Vol. II (1953), pp. 287-288, Vol. V (1961), pp. 275-276 (New York), con las referencias a las co- 85

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