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capitalista
21:04 Economía, Revolución, Siglo XIX
En la segunda mitad del siglo XIX, de forma paralela a la oleada liberal que se vive en Europa y que
transforma el modo de vida y la mentalidad de sus moradores, el sistema económico se afianza gracias
al éxito de la Revolución Industrial. Como resultado, el capitalismo asienta sus bases y el proceso
industrial da un nuevo salto cualitativo. Se trata de un proceso donde surgen innovaciones científicas,
tecnológicas y económicas de amplio alcance que influyen sobre la sociedad de forma decisiva. Las
nuevas y mejoradas técnicas de producción, las nuevas industrias y la industrialización de nuevos
países pintarán un nuevo escenario sobre el que actuará la sociedad del nuevo siglo.
Enlaces relacionados:
- La revolución agrícola y demográfica.
- La Revolución Industrial.
- El Movimiento Obrero: crisis capitalistas, nuevos métodos de trabajo, anarquismo y socialismo
utópico.
- El Movimiento Obrero: el marxismo y la Primera y Segunda Internacionales.
Durante el siglo XVIII y primera mitad del XIX, los progresos técnicos aplicados a la
maquinaria hicieron posible el capitalismo de la Primera Revolución Industrial. Este
capitalismo era producto del librecambismo y se basaba en la ley de la oferta y la
demanda, en la libertad de trabajo y en la libre concurrencia. Había que producir a
precios cada vez más bajos para triunfar sobre la competencia, y de ahí la necesidad
de un aumento paulatino de la mecanización y de capitales para la maquinaria. En este
período, los empresarios eran todavía capaces de financiar a escala familiar sus
industrias y fábricas con los ahorros, beneficios o excedentes de la agricultura.
Locomotora de la Mount Emily Lumber Co.
Fuente: Wikimedia Commons / Visitor7 / CC BY-SA 3.0
LA CONCENTRACIÓN INDUSTRIAL
Todas estas agrupaciones tienden al monopolio y, a veces, sus poderes son tan
grandes que pueden incluso utilizarse como medio de presión ante los Estados; de ahí
que la legislación de algunos países se orientase hacia su prohibición.
Caricatura de la Standard Oil Company, por Udo J. Keppler (1904)
Un pulpo que tiene agarrados a inversores, industrias, gobernaciones, al
Congreso
y se acerca peligrosamente a la Casa Blanca.
Fuente: Wikimedia Commons
Este nuevo tipo de sociedad tenía como arquetipo al hombre de empresa que, con
audacia e intuición, se convierte en el fundador de los monopolios. Rockefeller es el
gigante del petróleo, Carnegie del acero, Morgan de la Banca, Ritz de la hostelería,
Hearst del periodismo, etc. Las dimensiones universales que adquiere la producción
industrial provocan que a las antiguas ferias les sucedan las exposiciones
internacionales como lugares de intercambio.
LAS COMUNICACIONES
Otro vehículo revolucionará el transporte. Desde fines del siglo XVIII, los hombres
pueden elevarse en globos de aire caliente o gas, pero su propulsión, por medios
mecánicos, impedía que se considerara un sistema de transporte útil para viajes y
comercio. La aplicación de motores y la conversión de globos en dirigibles la acomete
el conde Zeppelin en 1896, en talleres que aplican tres motores a dirigibles gigantescos.
Pero los resultados aconsejaron su abandono. Pronto aparecerían los primeros
aviones.
INDUSTRIAS REPRESENTATIVAS
En la industria del metal supone una gran novedad la utilización del aluminio, el cobre,
el níquel, el cinc, etc. Pero el hierro, convertido ahora en acero, sigue siendo el metal
más importante. La obtención de acero era ya conocida con anterioridad, pero el
procedimiento era caro y difícil. Sin embargo, las innovaciones en su procedimiento de
obtención van a traer como consecuencia la sustitución del hierro colado por el acero.
Los más destacados de estos avances tecnológicos son el convertidor Bessemer,
que permite aumentar la producción de acero hasta 1000 toneladas al día; el horno
Martin-Siemens que economiza combustible y produce acero más homogéneo y barato;
y el procedimiento Thomas-Gilchrist, que elimina el fósforo de ciertos minerales de
hierro y permite así explotar yacimientos con un elevado porcentaje de fósforo, que
hasta entonces estaban inutilizados.
Las aplicaciones del hierro, que en la primera revolución industrial se limitaban al campo
de los ferrocarriles, encuentran ahora otros ámbitos de expansión: la construcción (torre
Eiffel) y los armamentos (artillería, blindaje, cascos para barcos…).
En definitiva, en el último tercio del siglo XIX, al lado de un capitalismo mundial que
adapta formas financieras, de trust y explotación de capitales, se produce una segunda
revolución industrial, en la que la electricidad, el motor de explosión, el petróleo y las
industrias químicas constituyen algunas de las palancas básicas.