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Introducción

El vínculo de la relación de la Iglesia Católica con la comunicación es íntimo desde el origen mismo del cristianismo. Así lo hace pensar, por ejemplo, el perfil de grandes
comunicadores de los apóstoles, que inspirados por el Espíritu Santo difundieron su fe más allá de las fronteras de palestina y del pueblo judío. Su mensaje, manifiesto
también en la escritura, llegó hasta la capital del Imperio Romano.
Hoy, fácilmente, vemos el mensaje de Cristo difundido en diferentes canales, pues la
Iglesia y sus feligresas utilizan la prensa, la radio, la televisión y los medios virtuales en sus propósitos. Además, su divulgación va de lo local a lo global: la televisación de
una misa en un pueblo de Colombia por un canal comunitario, o la transmisión satelital de una homilía del Papa en Semana Santa.
Varios autores han trabajo el tema de la iglesia y la comunicación. Recientemente, Babin (2011) analiza como evangelizar en esta dinámica de la sociedad conectada. Por
su parte, Raigon (2010) observa la estructura de la información en la Iglesia Católica. Décadas atrás, comenzando esta línea, Pascual (1976) ya empezaba a abordar el tema
de los medios y su relación con la doctrina católica.
Este artículo pretende aportar en este marco, pero limita su alcance a dar cuenta de la comunicación en las Cinco Conferencias del Episcopado Latinoamericano, para ello,
toma como referente los documentos finales de las discusiones de los monarcas de este continente.
Cercano a este propósito, y amanera de antecedentes, se encuentran las publicaciones de Spoletini (1977 y 1985). Igualmente, se puede citar al mismo Consejo Episcopal
Latinoamericano (1988), que publicó un libro sobre la teoría y praxis de la iglesia en la comunicación social. Este artículo pretende ser novedoso a estos trabajos,
básicamente, por tres razones: brindar una mirada laica a las citadas conferencias, pues, al fin de cuentas, se pueden ver la cercanía de ellas con la iglesia; en segundo
lugar, porque da cuenta de documentos del episcopado latinoamericano que los anteriores no tienen en cuenta, como las conferencias de Santo Domingo y Aparecida,
pues fueron realizadas muchos años después; y en tercer lugar, porque procura observar, décadas después, las preocupaciones del episcopado latinoamericano con los
medios.
El tema de la comunicación en la Iglesia latinoamericana
En el contexto continental se puede ver el interés de la Iglesia Católica por reflexionar sobre la comunicación. En las cinco Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano se tocó, de una u otra manera, el tema comunicacional. Pertinente es, en ese orden de ideas, recoger algunas ideas formuladas en estos encuentros
episcopales.
En la Primer Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Río de Janeiro en agosto de 1955, se aborda la posibilidad de utilizar la radio y la prensa
“para difundir e inculcar más eficazmente la palabra sagrada y las enseñanzas de la Iglesia” (Documento de Río de Janeiro, 1955, p. 3). El Episcopado reconoce la creciente
importancia de los medios en la sociedad de mediados de siglo, en la cual la radio no había tenido una total masificación y la televisión era un medio que hasta ahora
repuntaba.
En esta conferencia se invita para que el Episcopado de cada país organice un diario nacional. Igualmente, llama la atención para que los diarios en circulación sean más
atractivos a los ojos de los lectores. Del mismo modo, invita a que se celebre anualmente una jornada de la prensa católica. Además, sugiere que se una confederación
interamericana de diarios católicos.
Por otro lado, motiva el uso de la radio y reconoce las posibilidades que puede brindar un medio de estas características en países de gran extensión y con poco número
de clérigos.
Para ello enfatiza en que es importante “dar normas concretas y oportunas, aun en el plano diocesano, sobre la organización y el empleo del apostolado radiofónico” (Rio,
1955, p.
25).
De manera particular, en el punto 62 del documento, se aconseja a seguir promoviendo escuelas de periodismo para sacerdotes y para laicos. Más puntualmente, en el
punto 68 recomienda “fervorosamente el estudio, y la fiel observancia de las luminosas enseñanzas pontificias relativas al cine, la radio y la televisión” (Rio, 1955, p. 25).
La Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín en noviembre de 1968, plantea que la Iglesia latinoamericana tiene conciencia de
las cualidades técnicas de los medios de comunicación social y sus posibilidades en la educación social, la concientización en el cambio de las estructuras sociales y en la
vigencia de la justicia. En pocas palabras, considera que los medios de comunicación deben ser utilizados en la transformación de las inequitativas naciones
latinoamericanas. Concluye que hay que “despertar en los hombres y en los pueblos, principalmente con los medios de comunicación social, una viva conciencia de
justicia, infundiéndoles un sentido dinámico de responsabilidad y solidaridad” (Documento de Medellín, 1968, p. 25).
Al abordar el tema de la juventud, la conferencia de Medellín reconoce que los jóvenes necesitan forma una personalidad humana y cristiana, que les permita tener
criterios frente a la influencia de los medios de comunicación y sus procesos de masificación. A la par que reconoce las posibles influencias negativas de los medios, invita
a indagar los recursos que estos brindan en el desarrollo de una catequesis apropiada: “Es, pues, urgente una seria investigación sobre el efecto de los medios de
comunicación social y una búsqueda de la forma más adecuada de dar una respuesta, utilizándolos en la tarea evangelizadora, como también una seria evaluación de las
realizaciones actuales” (Medellín, 1968, p. 61).
El documento de Medellín afirma que la comunicación social es una de las principales dimensiones de la humanidad. Dimensión que, según la conferencia, tiende
aumentar su impacto por la influencia del satélite y los avances electrónicos. En ese orden, considera que los medios de comunicación social “forjan una nueva cultura,
producto de la civilización audiovisual que, si por un lado tiende a masificar al hombre, por otro favorece su personalización. Esta nueva cultura por primera vez se pone al
alcance de todos, alfabetizados o no, lo que no acontecía en la cultura tradicional que apenas favorecía a una minoría” (Medellín, 1968, p. 102).
La conferencia de 1968, que toca ampliamente el tema de los medios de comunicación, ve en estas posibilidades transformadoras, pues tienen la capacidad de
concientizar a las personas. Sin embargo, advierte que “muchos de estos medios están vinculados a grupos económicos y políticos nacionales y extranjeros, interesados en
mantener el «statu quo» social” (Medellín, 1968, p. 103).
En Medellín, el episcopado latinoamericano hacía hincapié en la importancia de que la pastoral formara a los nuevos seminaristas en la utilización de los medios de
comunicación (puesto que, en sus palabras recibe gozosa la ayuda de estos) y en las dinámicas de grupo y relaciones humanas. Esto último hace un reconocimiento tácito
de la comunicación interpersonal.
De alguna manera la conferencia empieza a reconocer la relación de comunicación y cultura en este apartado: “Se debe estimular la producción de un material adaptado a
las variadas culturas locales (por ejemplo, artículos de prensa, emisiones radiofónicas y televisivas) para que promueva los valores autóctonos y sea convenientemente
recibido por los usuarios” (Medellín, 1968, p. 105). Finalmente, la conferencia de Medellín recuerda la celebración del Día Mundial de la Comunicación Social como una
oportunidad para sensibilizar a las personas sobre la trascendencia de la misma en la vida del hombre y de la sociedad.
Por su parte, la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Puebla en marzo de 1979, habla de los medios de comunicación como
transmisores de cultura. Alerta sobre la manipulación que ejercen distintos poderes en los medios, centrando su atención en la publicidad, la cual considera que genera
falsas expectativas y a veces vulnera la cultura latinoamericana. Se puede decir que esta conferencia hace una mirada antropológica de los medios, en la medida que
centra su atención reiteradamente en la cultura, sobre todo en el marco de una sociedad globalizada por los medios5.
En Puebla el Episcopado muestra una evidente preocupación por la influencia de los medios en la moral de las naciones latinoamericanas: considera que es una amenaza
para la familia el influjo de estos en la idolatría al poder, la riqueza y el sexo, además de que “contribuyen a propagar el divorcio, la infidelidad conyugal y el aborto o la
aceptación del amor libre y de las relaciones pre-matrimoniales” (Documento de Puebla, 1979, p. 100).
El documento de Puebla sigue relacionando íntimamente la comunicación con los medios y reconoce la importancia de este campo: “la comunicación social incide en toda
la vida del hombre y ejerce sobre él de manera consciente o subliminal, una influencia decisiva”.
Reconoce, en ese sentido: “que los Medios de Comunicación Social son factores de comunión y contribuyen a la integración latinoamericana así como a la expansión y
democratización de la cultura; contribuyen también al esparcimiento de las gentes que viven especialmente fuera de los centros urbanos; aumentan las capacidades
perceptivas por el estímulo visual-auditivo, de penetración sensorial” (Puebla, 1979, p. 169).
El Episcopado es autocrítico al afirmar que en “no existe todavía en la Iglesia de América
Latina una verdadera preocupación para formar al pueblo de Dios en la comunicación social” (Puebla, 1979, p. 171), sobre todo para capacitar a las personas para que
tengan una actitud crítica frente al mensaje de los medios. De allí que invite a permanecer atentos y hacer seguimiento a los profesionales de la comunicación,
especialmente, los que cubren información religiosa.
De manera particular, en esta conferencia se hace un llamado al uso de lo que ella llama los
Medios de Comunicación Grupal (MCG), que hoy podríamos denominar medios comunitarios, pues son menos costosos y posibilitan más la comunicación persona a
persona. En ese orden de ideas, también convoca a que se use el lenguaje adecuado y cercano a la realidad de la comunidad.
En octubre de 1992, en Santo Domingo, la Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano continuó tocando el tema de la comunicación como un campo
intimo a los medios. Cita las siguientes palabras del Papa Pablo VI refiriéndose a los medios de comunicación: "La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos
poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más".
El Episcopado sigue haciendo hincapié en la importancia de los medios de comunicación en la formación de las personas y en la difusión de la evangelización, exhorta, de
manera particular, a acercarse a la cultura urbana (Documento de Santo Domingo, 1992, p. 77).
De manera novedosa, en Santo Domingo se habla de la Nueva Evangelización, forma de inculcar el mensaje de la Iglesia teniendo en cuenta la diversidad cultural de los
pueblos: “Urge aprender a hablar según la mentalidad y cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas de comunicación y a los medios que están en uso” (Santo
Domingo, 1992, p. 20).
Esta conferencia se preocupa por la formación de laicos para que sobre salgan en los medios de comunicación social y en otros campos.
De una manera particular, no evidente en las anteriores conferencias, el Episcopado latinoamericano habla de la comunicación alejándose de los medios: “Jesucristo nos
da la vida para comunicarla a todos. Nuestra misión nos exige que, unidos a nuestros pueblos, estemos abiertos a recibir esta vida en plenitud, para comunicarla
abundantemente a las Iglesias a nosotros encomendadas, y también más allá de nuestras fronteras” y “Al mismo tiempo nos duele ver cómo muchos de nuestros fieles no
son capaces de comunicar a los demás la alegría de su fe. Aquí se ve una íntima relación del compromiso comunicativo, tanto del clérigo como del laico, con el mensaje del
evangelio” (Santo Domingo, 1992, pp. 48-50).
Al igual que en Puebla, se vuelve a tocar la crisis que vive la familia y expone que es importante capacitar dicha institución para el uso de la TV, la prensa y la radio. En esa
misma línea reconoce el crecimiento de grandes emporios mediáticos en América Latina, pero juzga que estos están imponiendo una cultura que estimula el hedonismo y
el consumismo, atropellando la cultura e identidad latinoamericana.
Teniendo en cuenta lo anterior, apoya los esfuerzos que pretenden defender la identidad cultural de los pueblos frente a los medios. Invita articular la comunicación
masiva con la comunitarios y grupal (por primera vez se habla de comunicación comunitaria en las conferencias).
La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Aparecida en mayo de 2007, tiene un cambio significativo con las anteriores, puesto que discute
sobre la capacidad de interactuar en tiempo real en una red mundial. Es decir, se pasa de una primera inquietud por la radio y la prensa, a una segunda inquietud por la
televisión, una tercera inquietud por la influencia cultural de los medios y su publicidad, a una cuarta inquietud por las Nuevas Tecnologías y la Internet.
En Aparecida la preocupación por la globalización cultural es mayor, incluso habla de una
“nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando culturas locales y teniendo a imponer una cultura homogenizada en todos los
sectores”
(Documento de Aparecida, 2007, p. 14). Esta nueva cultura está caracterizada por el auto- referencia del individuo y, consecuentemente, la indiferencia por el otro, lo que
lleva a ver las relaciones humanas como objeto de consumo. Como caso particular, hace un llamado a la vulneración que hacen los medios de la dignidad de las mujeres,
que las trata como objetos sexuales de lucro.
Por otro lado, reconoce que hay culturas que exigen reconocimiento y que han generado respuestas a la globalización y los estereotipos de los medios de comunicación.
Para la conferencia la globalización es un fenómeno complejo que exige una justa valoración que permita identificar sus consecuencias positivas y negativas. Sin embargo,
lamenta que la cara más difundida de la globalización es su dinámica económica, que prevalece sobre otras dimensiones de la vida humana, pues centra su acción en el
mercado.
El Episcopado se preocupa por el uso que dan los jóvenes a la comunicación virtual. Del mismo modo, hace un llamado para que se encaminen esfuerzos para
contrarrestar la cultura posmoderna que emiten los medios, done el individuo tiene una noción vaga del futuro y procura la vida efímera y sin grandes metas.
A diferencia de las anteriores conferencias, que hacían llamados para incrementar el uso de los medios en la evangelización, en Aparecida el Episcopado reconoce que la
Iglesia
Latinoamericana cuenta con un gran número de medios: “Tenemos radios, televisión, cine, prensa, internet, páginas web y la RIIAL8, que nos llena de esperanza”
(Documento de Aparecida, 2007, p. 26).
En el marco de la globalización y la cultura, reconoce la vitalidad de la Iglesia en América Latina y alaba que este continente en un espacio de encuentro de pueblos y
culturas.
Motiva a la pastoral a conocer y valorar la nueva cultura de la comunicación, promoviendo la formación profesional en dicha cultura. Puntualmente, llama a formar
comunicadores profesionales competentes y comprometidos con los valores humanos en la transformación de la sociedad (Aparecida, 2007, p. 114). Igualmente, invita a
formar a las personas en el uso adecuado de los medios de comunicación.
Conclusiones
Se puede observar en los documentos de las cinco Conferencias del Episcopado
Latinoamericano una preocupación explícita por los medios de comunicación y, por extensión, por la comunicación social.
Los sentidos de las preocupaciones tienen diferentes direcciones de acuerdo a la coyuntura de las décadas de cada conferencia. Así, en la primera se preocupa por usar la
radio y la prensa, cuando no se había popularizado la televisión y, en la última, hay preocupaciones por la globalización multimedial. En ese orden de ideas, el episcopado
del continente reflexiona desde los avances mediáticos y la influencia que observa de estos en la sociedad.
Se puede ver, consecuentemente, dos grandes aseveraciones: la iglesia latinoamericana reconoce las capacidades de los medios para difundir la palabra y, al mismo
tiempo (sobre todo en las últimas conferencias) ve en ellos amenazas, sobre todo culturales y axiológicas, pues considera que estos propagan un cultura banal, que
estimula la búsqueda de riqueza, amor y sexo libre y prematrimonial, entre otros. La Conferencia de Puebla es la que más explícita esa incidencia negativa de los medios,
que fácilmente se puede ver como una lectura influenciada desde la teoría crítica.
Se destaca, de manera preponderante, la influencia de la Conferencia de Medellín, inmanente a la teología de la liberación, pues se observa un discurso crítico e las
estructuras sociales de la dinámica capitalista. En esa línea, habla del cambio social y, los medios, deben ser consecuentes a estas metas. En Medellín, el episcopado habla
de la comunicación como una dimensión humana, más allá de vincular a esta con los medios.
En general, en las conferencias, se observa el interés por formar a sacerdotes y seminaristas sobre los medios. Si se observara esto desde la academia, se podría advertir
una línea de la
comunicación-educación. En una tendencia similar, en Santo Domingo se habla de conocer las características de los oyentes, es decir, caracterizar a los receptores y no
verlos como una masa.
De manera llamativa, y siguiendo preocupaciones de muchas comunidades del continente, la iglesia latinoamericana muestra en la última conferencia (2007) una
preocupación de cómo la globalización amenaza las culturales locales, pues impone una cultura artificial.
Esta preocupación, aún vigente en medios alternativos y comunitarios, sigue la tensión global/local que inquieta, desde los planos económicos, políticos, sociales y
culturales, la dinámica presente.

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