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La Religión y la Mujer

El papel de la mujer en la sociedad se ha visto disminuido a través de incontables años por


diferentes factores y uno de los más importantes (y ampliamente debatido) es la religión.
Como lo dice el teólogo español Juan José Tamayo: “La religión se lleva muy mal con las
mujeres, mantiene una relación conflictiva, a pesar de que ellas han sido siempre su público
más fiel y las encargadas de la educación religiosa, debido a su estructura y a su
organización patriarcal”. Es por ello que en la historia y más específicamente, en la práctica
de las tres principales religiones mundiales (cristianismo, islamismo e hinduismo) hay una
buena dosis de misoginia, donde reaccionarios y conservadores encuentran en ellas, en vez
de obstáculos, un buen sostén. Aunque en los últimos siglos y especialmente, desde la
segunda década del siglo XX se han sucedido transformaciones importantes, lo cierto es
que aún resta muchísimo por avanzar y el cambio es lento. El patriarcado, con mayor o
menor virulencia, sigue siendo aún una cruel realidad en todo el planeta y aunque no puede
precisarse cómo seguirán esos cambios, ni con qué velocidad, lo fundamental es de una u
otra manera, salir de la concepción patriarcal que durante tantos años (desde el mismo
inicio de la civilización e incluso antes) se ha mantenido incólume.

La existencia del patriarcado se puede explicar a través de una serie de “ancestrales motivos
culturales” que fueron de vital importancia para el nacimiento de la civilización. En la
agrupación y posterior separación entre las culturas, el credo de cada grupo era un elemento
identitario tan fundamental, que la pertenencia a un grupo social venía dictaminado por las
costumbres, creencias y prácticas rituales en común. Esta misma separación dio lugar a la
existencia de la discriminación, no sólo contra otros pueblos, sino con integrantes del
mismo grupo social. Según Tamayo, los tres aspectos principales de la discriminación son
"la doctrina, la organización y la experiencia". En cuanto a la doctrina, "los textos están
elaborados en un lenguaje patriarcal", con el claro ejemplo de la Trinidad, "donde los tres
personajes son masculinos". La organización también discrimina a las mujeres,
"especialmente en las religiones monoteístas, siendo el judaísmo el movimiento religioso
en el que más se ha avanzado últimamente". Finalmente, "la experiencia religiosa del varón
siempre ha sido el ejemplo a seguir, mientras que a las experiencias femeninas de este tipo
han sido consideradas siempre alucinaciones".

En este sentido, un ejemplo claro de lo anterior es la situación de la iglesia católica. La


jerarquía más poderosa de la misma es comandada por el papa quien desde el mismo inicio
de la iglesia, siempre ha sido hombre. Toda la organización de la iglesia, los escritos (de la
biblia) e incluso la historia dentro de ella, se han destacado por darle siempre un papel
secundario a la mujer (e incluso despectivo), salvo en particulares ocasiones (como la
virgen María). Por otro lado, aunque existen organizaciones como los conventos en donde
las mujeres se preparan para servir a dios, estas tienen poca o nula importancia en las
elecciones más importantes de la cúpula papal. En consideración a lo anterior, Tamayo
señala que si la religión cristiana no acomete un cambio en su estructura patriarcal, el siglo
XXI será el del abandono de la mujer. "En el siglo XIX el cristianismo perdió a los
trabajadores, en el XX a los intelectuales y a los jóvenes, y en el siglo XXI las mujeres
desaparecerán de la religión por propia convicción, porque reconocen que su papel no tiene
que estar supeditado a esta estructura patriarcal".

De igual importancia es el caso del islam, una religión en la que también existe menos
visibilidad y respeto hacia la mujer que hacia el hombre: las complejas relaciones de la
mujer en esta religión, se encuentran definidas por los textos islámicos y por la historia y
cultura del mundo islámico. Si bien el Corán establece que los hombres y las mujeres son
iguales, también dice que "los hombres son los protectores y proveedores de las mujeres,
porque Alá ha hecho que uno de ellos supere al otro, y porque gastan de sus bienes. Por lo
tanto las mujeres correctas son devotamente obedientes y recogidas en ausencia de su
esposo que es lo que Alá les exige". Aunque el Corán se expresa en estos términos, la
superioridad de los hombres se la interpreta en términos de la fortaleza del contexto: los
hombres mantienen a las mujeres. Emma Bonino, columnista del periódico feminista
“Mujeres en red”, relata que también el rol que la mujer tiene dentro del mundo árabe y que
en algunos países es aún del todo marginal, encuentra su razón de ser en una interpretación
de la sharía (ley de la religión islámica que recoge el conjunto de los mandamientos de Alá
relativos a la conducta humana) particularmente restrictiva, útil para el mantenimiento de
una tradición patriarcal, que en sus manifestaciones más obtusamente prohibicionistas,
llega incluso a negar a las mujeres el acceso al carné de conducir, como en Arabia Saudita,
por no hablar del derecho de voto o de propiedad.

En el hinduismo, la situación es bastante parecida pues también aquí se ha diseñado todo un


código de conducta para las mujeres, en donde por lo general, estas actúan a la sombra del
hombre, que puede ser su esposo, su padre, su hermano, etc. En el censo de 2011 de India,
se encontró que por cada 100 mujeres hay 109 varones. Una de las razones que explica este
fenómeno es que las mujeres abortan los fetos de sexo femenino. En las familias hinduistas,
las hijas son indeseadas, ya que para casarlas el padre debe pagar una dote, y muchas veces
este pago empobrece a la familia. Aunque esto es más una tradición cultural de la India que
una sanción religiosa del hinduismo, está intrínsecamente relacionada con la religión y se
justifica en muchos casos a través de esta, pues lo que se busca es conservar una tradición
que quiere a la mujer completamente sometida al hombre. Por ejemplo, las mujeres en la
India sufren una amplia gama de injusticias sociales, y el estatus de las mujeres
generalmente es discutido a nivel nacional. Sin embargo, es importante notar que más del
80% de los indios son hindúes, y la mayoría de los comportamientos negativos hacia las
mujeres pueden ser atribuidos a prácticas hindúes. Las mujeres indias están en el tope
máximo de las estadísticas mundiales sobre la prostitución, el asesinato, el abandono y el
abuso de las muchachas, así como en el número de mujeres vendidas como esclavas, de
mujeres víctimas del SIDA y de las que viven por debajo del umbral de la pobreza.
Quizá en un arrebato de modernidad se podría llegar a pensar que las religiones más
antiguas, o los albores de las actuales grandes religiones monoteístas, son explícitas en su
expresión abiertamente patriarcal, consecuencia de sociedades mucho más "atrasadas",
sociedades donde hoy ya se comienza a establecer la agenda de los derechos humanos,
incluidos los de las mujeres, sociedades que van dejando atrás la nebulosa del "sub-
desarrollo". Sin embargo, el papel de la mujer en la sociedad actual, aunque muchísimo
más visible e importante que antes, sigue estando supeditado en muchos sentidos a un
código de conducta enteramente diseñado por hombres; e incluso, en muchos países la
tradición cultural todavía permite muchos atropellos contra la mujer, los cuales se perdonan
o se escudan detrás de una argumentación que no va más allá de la simple costumbre.

Es por ello que a pesar de que en pleno siglo XXI, la sociedad está viviendo quizá uno de
sus momentos de mayor libertad, se reconocen todavía muchos prejuicios culturales que
tienen su raíz en la religión, pues esta fue desde el principio la encargada de dictaminar el
código de conducta “correcto”. Podría pensarse que son religiones "primitivas" las que
consagran el patriarcado y la supremacía masculina, así, entre la población africana, es
común que en nombre de preceptos religiosos (que hasta hace poco eran consideradas
"religiones paganas") más de 100 millones de mujeres y niñas son actualmente víctimas de
la mutilación genital femenina, practicada por parteras tradicionales o ancianas
experimentadas al compás de oraciones religiosas a partir del concepto, tremendamente
machista, de que la mujer no debe gozar sexualmente, privilegio que sólo le está
consagrado a los varones, mientras que eso por cierto no sucede en sociedades
"evolucionadas".

Sin embargo, la verdad es que las religiones de estas “sociedades evolucionadas” todavía
defienden en gran medida, costumbres que a leguas son machistas y patriarcales, además de
estar sustentadas por un tipo de enseñanzas de corte muy discriminante. En este sentido, la
religión con más presencia dentro de muchos países europeos y también en Estados Unidos
es el cristianismo y aunque cada vez se intenta darle más visibilidad, respeto, mérito y
participación a la mujer (a través de interpretaciones nuevas de la biblia que se enseñan en
las iglesias), lo cierto es que las enseñanzas dadas por sus maestros principales y más
emblemáticos, llevan un importante mensaje misógino. Como diría San Agustín hace más
de 1.500 años: "Vosotras, las mujeres, sois la puerta del Diablo: sois las transgresoras del
árbol prohibido: sois las primeras transgresoras de la ley divina: vosotras sois las que
persuadisteis al hombre de que el diablo no era lo bastante valiente para atacarle.
Vosotras destruisteis fácilmente la imagen que de Dios tenía el hombre. Incluso, por causa
de vuestra deserción, habría de morir el Hijo de Dios". Curioso modo de ver las cosas, a
leerse psicoanalíticamente, pues el mismo Obispo de Hipona, años atrás, antes de su
conversión, cuando era un joven aristócrata sibarita había expresado que "es de mal gusto
acostarse dos noches seguidas con la misma mujer". Es decir: uno de los teólogos más
notorios del cristianismo vería en la mujer un simple objeto, reafirmándolo con la
frase: "Yo no veo la utilidad que puede tener la mujer para el hombre, con excepción de la
función de parir a los hijos". Es por todo esto que la pregunta principal es ¿Realmente una
religión que tiene sus bases y raíces sobre enseñanzas de este tipo, puede incluir a la mujer
y superar la sombra del patriarcado?

A pesar de todo este mensaje nefasto contra el género femenino, la religión fue desde el
principio uno de los motores impulsores de la formación de la civilización tal como la
conocemos. Entre las cosas más importantes que dio fue el inicio de una estructura social
organizada y jerarquizada, que con el tiempo, fue permeando en todos los demás aspectos
de la vida cotidiana (político, económico, cultural, etc) modificándolos y organizándolos a
su vez, fomentando la formación de instituciones de control sobre los pueblos y de esta
manera, la unión y congregación de muchas personas viviendo bajo un mismo sistema de
creencias, que después se convertiría en el mismo sistema legal. Actualmente, más de la
mitad de la población del mundo es religiosa y en vista de que la cultura y la religión son lo
que define a la humanidad y la separan del resto de las especies, lo más probable es que
esta última nunca desaparezca. En vista de esto, desde siempre han surgido herramientas
que se han convertido en una salida para la reafirmación y rebelión en contra de estos
valores patriarcales tan latentes en el seno religioso. Lo más probable es que en el futuro,
las religiones vean (ya lo están haciendo) que sino evolucionan con la sociedad, estarán
destinadas a la extinción y es por ello, que en la modernización de sus conceptos e
instituciones está la clave para sobrevivir; modernización que se debería hacer a través de la
genuina autocrítica, ya que como lo diría L. Ron Hubbard: "Una sociedad en la que a las
mujeres no se les enseña otra cosa que la gestión de una familia, la atención de los
hombres, y la creación de la futura generación, es una sociedad que está en su salida.

Bibliografía

Primo, V. (2008). El papel de la mujer en la religión. El Diario de Sevilla. Tomado de:


https://www.diariodesevilla.es/ocio/papel-mujer-religion_0_186281445.html

YC’S Blog (2016). La mujer en la religión. Tomado de:


http://www.diosuniversal.com/Conceptos/La-Mujer-en-la-Religion

Colussi, M. (2013). El papel de las mujeres en las religiones. Tomado de:


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171808

Bonino, E. (2005). De la mujer y la religión. Mujeres en red, el periódico feminista.


Tomado de: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article345

Ramos, I. (2016). Situación de la mujer en las distintas religiones y ordenamientos


jurídicos. Universidad Autónoma de Madrid. Fundación General. Encuentros
multidisciplinares 52 (2016), pp 1-8.

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