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La existencia del patriarcado se puede explicar a través de una serie de “ancestrales motivos
culturales” que fueron de vital importancia para el nacimiento de la civilización. En la
agrupación y posterior separación entre las culturas, el credo de cada grupo era un elemento
identitario tan fundamental, que la pertenencia a un grupo social venía dictaminado por las
costumbres, creencias y prácticas rituales en común. Esta misma separación dio lugar a la
existencia de la discriminación, no sólo contra otros pueblos, sino con integrantes del
mismo grupo social. Según Tamayo, los tres aspectos principales de la discriminación son
"la doctrina, la organización y la experiencia". En cuanto a la doctrina, "los textos están
elaborados en un lenguaje patriarcal", con el claro ejemplo de la Trinidad, "donde los tres
personajes son masculinos". La organización también discrimina a las mujeres,
"especialmente en las religiones monoteístas, siendo el judaísmo el movimiento religioso
en el que más se ha avanzado últimamente". Finalmente, "la experiencia religiosa del varón
siempre ha sido el ejemplo a seguir, mientras que a las experiencias femeninas de este tipo
han sido consideradas siempre alucinaciones".
De igual importancia es el caso del islam, una religión en la que también existe menos
visibilidad y respeto hacia la mujer que hacia el hombre: las complejas relaciones de la
mujer en esta religión, se encuentran definidas por los textos islámicos y por la historia y
cultura del mundo islámico. Si bien el Corán establece que los hombres y las mujeres son
iguales, también dice que "los hombres son los protectores y proveedores de las mujeres,
porque Alá ha hecho que uno de ellos supere al otro, y porque gastan de sus bienes. Por lo
tanto las mujeres correctas son devotamente obedientes y recogidas en ausencia de su
esposo que es lo que Alá les exige". Aunque el Corán se expresa en estos términos, la
superioridad de los hombres se la interpreta en términos de la fortaleza del contexto: los
hombres mantienen a las mujeres. Emma Bonino, columnista del periódico feminista
“Mujeres en red”, relata que también el rol que la mujer tiene dentro del mundo árabe y que
en algunos países es aún del todo marginal, encuentra su razón de ser en una interpretación
de la sharía (ley de la religión islámica que recoge el conjunto de los mandamientos de Alá
relativos a la conducta humana) particularmente restrictiva, útil para el mantenimiento de
una tradición patriarcal, que en sus manifestaciones más obtusamente prohibicionistas,
llega incluso a negar a las mujeres el acceso al carné de conducir, como en Arabia Saudita,
por no hablar del derecho de voto o de propiedad.
Es por ello que a pesar de que en pleno siglo XXI, la sociedad está viviendo quizá uno de
sus momentos de mayor libertad, se reconocen todavía muchos prejuicios culturales que
tienen su raíz en la religión, pues esta fue desde el principio la encargada de dictaminar el
código de conducta “correcto”. Podría pensarse que son religiones "primitivas" las que
consagran el patriarcado y la supremacía masculina, así, entre la población africana, es
común que en nombre de preceptos religiosos (que hasta hace poco eran consideradas
"religiones paganas") más de 100 millones de mujeres y niñas son actualmente víctimas de
la mutilación genital femenina, practicada por parteras tradicionales o ancianas
experimentadas al compás de oraciones religiosas a partir del concepto, tremendamente
machista, de que la mujer no debe gozar sexualmente, privilegio que sólo le está
consagrado a los varones, mientras que eso por cierto no sucede en sociedades
"evolucionadas".
Sin embargo, la verdad es que las religiones de estas “sociedades evolucionadas” todavía
defienden en gran medida, costumbres que a leguas son machistas y patriarcales, además de
estar sustentadas por un tipo de enseñanzas de corte muy discriminante. En este sentido, la
religión con más presencia dentro de muchos países europeos y también en Estados Unidos
es el cristianismo y aunque cada vez se intenta darle más visibilidad, respeto, mérito y
participación a la mujer (a través de interpretaciones nuevas de la biblia que se enseñan en
las iglesias), lo cierto es que las enseñanzas dadas por sus maestros principales y más
emblemáticos, llevan un importante mensaje misógino. Como diría San Agustín hace más
de 1.500 años: "Vosotras, las mujeres, sois la puerta del Diablo: sois las transgresoras del
árbol prohibido: sois las primeras transgresoras de la ley divina: vosotras sois las que
persuadisteis al hombre de que el diablo no era lo bastante valiente para atacarle.
Vosotras destruisteis fácilmente la imagen que de Dios tenía el hombre. Incluso, por causa
de vuestra deserción, habría de morir el Hijo de Dios". Curioso modo de ver las cosas, a
leerse psicoanalíticamente, pues el mismo Obispo de Hipona, años atrás, antes de su
conversión, cuando era un joven aristócrata sibarita había expresado que "es de mal gusto
acostarse dos noches seguidas con la misma mujer". Es decir: uno de los teólogos más
notorios del cristianismo vería en la mujer un simple objeto, reafirmándolo con la
frase: "Yo no veo la utilidad que puede tener la mujer para el hombre, con excepción de la
función de parir a los hijos". Es por todo esto que la pregunta principal es ¿Realmente una
religión que tiene sus bases y raíces sobre enseñanzas de este tipo, puede incluir a la mujer
y superar la sombra del patriarcado?
A pesar de todo este mensaje nefasto contra el género femenino, la religión fue desde el
principio uno de los motores impulsores de la formación de la civilización tal como la
conocemos. Entre las cosas más importantes que dio fue el inicio de una estructura social
organizada y jerarquizada, que con el tiempo, fue permeando en todos los demás aspectos
de la vida cotidiana (político, económico, cultural, etc) modificándolos y organizándolos a
su vez, fomentando la formación de instituciones de control sobre los pueblos y de esta
manera, la unión y congregación de muchas personas viviendo bajo un mismo sistema de
creencias, que después se convertiría en el mismo sistema legal. Actualmente, más de la
mitad de la población del mundo es religiosa y en vista de que la cultura y la religión son lo
que define a la humanidad y la separan del resto de las especies, lo más probable es que
esta última nunca desaparezca. En vista de esto, desde siempre han surgido herramientas
que se han convertido en una salida para la reafirmación y rebelión en contra de estos
valores patriarcales tan latentes en el seno religioso. Lo más probable es que en el futuro,
las religiones vean (ya lo están haciendo) que sino evolucionan con la sociedad, estarán
destinadas a la extinción y es por ello, que en la modernización de sus conceptos e
instituciones está la clave para sobrevivir; modernización que se debería hacer a través de la
genuina autocrítica, ya que como lo diría L. Ron Hubbard: "Una sociedad en la que a las
mujeres no se les enseña otra cosa que la gestión de una familia, la atención de los
hombres, y la creación de la futura generación, es una sociedad que está en su salida.
Bibliografía