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Alimentos “corporgánicos”
Carmelo Ruiz Marrero
Masiosare
Erase una vez que estos productos sólo eran cultivados por pequeños
agricultores, hasta que los agrogigantes se dieron cuenta del creciente
mercado potencial y les hicieron cosquillas los bolsillos.
Hoy, gracias a esto, hay anaqueles completos de productos orgánicos en
los supermercados estadunidenses y europeos. Una victoria del
consumidor, se diría. El mercado, sin embargo, es acaparado por las
multinacionales. ¿Y eso qué tiene de malo? ¿Acaso los ecologistas no
querían que este sector prosperara?
Para muchos, lo orgánico es más que la mera ausencia de pesticidas en los
alimentos. La agricultura orgánica es una filosofía socio-ecologista, un
proyecto socio-económico alternativo que ayuda directamente al pequeño
agricultor y revitaliza a las comunidades rurales; y que debe crear
alternativas al mercado global controlado por las grandes corporaciones
Que el agroempresario escéptico que crea que esto es sólo una moda pasajera, que
no pasa de ser un mercado pequeño y especializado, sepa que las ventas de
productos orgánicos en Estados Unidos aumentan 20% cada año, y en Europa la
cifra es igual o mayor. Ningún otro sector agrícola en el mundo goza de una tasa de
crecimiento similar.
Algunos dirán que eso es bueno, y que tal aceptación por parte de las grandes
corporaciones ayudará a que los productos de la agricultura orgánica lleguen a más
consumidores. Pero quienes tienen una óptica progresista son escépticos, ya que
temen que las transnacionales invadan y se adueñen de la agricultura orgánica. ¿Y
eso qué tiene de malo? ¿Acaso los ecologistas no queríamos que esta nueva
agricultura creciera y prosperara? ¿No será este escepticismo producto de un
sectarismo ultraizquierdoso? Para tener elementos de juicio, veamos unos ejemplos
concretos de la corporatización de la agricultura orgánica.
Pero a pesar de que Hain Food Group es en sí un gigante del negocio orgánico,
tiene dueños más grandes aún. Informan Glover y Resnick que sus inversionistas
principales son fondos mutuos, compañías matrices y corporaciones como el
conglomerado tabaquero Philip Morris; Monsanto, empresa productora de cultivos
genéticamente alterados; Citigroup, compañía matriz de Citibank; la petrolera
Exxon-Mobil; el gigante del menudeo Wal-Mart; y la firma armamentista Lockheed
Martin. Y en septiembre de 1999 la empresa procesadora de alimentos H.J. Heinz
compró casi 20% de las acciones de Hain.
Las hamburguesas vegetarianas orgánicas Boca Burger las hace Kraft, que es parte
de Philip Morris.
La bebida de soya Silk Soy Drink es de la compañía White Wave, que es subsidiaria
de Dean Foods. Y los principales accionistas de Dean Foods son Microsoft, General
Electric, Citigroup, Pfizer, Philip Morris, Exxon-Mobil, Coca Cola, Wal-Mart, PepsiCo
y Home Depot.
Lo mismo ocurre con los productos lácteos orgánicos, seguramente el renglón más
lucrativo de la agricultura orgánica. Los productos lácteos orgánicos provienen de
vacas a las que no se les aplican antibióticos u hormonas de crecimiento, y que son
alimentadas con grano orgánico.
La marca Organic Cow comenzó como una red de pequeños ganaderos orgánicos en
Nueva Inglaterra. Pero la imagen de vacas felices en granjas familiares ya no se
ajusta a la realidad de Organic Cow porque ahora es parte de la corporación
Horizon, un gigante corporativo de 127 millones de dólares que controla 70% del
mercado de leche orgánica en Estados Unidos.
Otra marca orgánica preferida por los consumidores es Cascadian Farms. Esta
compañía vende comidas orgánicas congeladas tipo "TV dinner" (platillos
preparados). ¿Acaso los productos orgánicos congelados no son una contradicción
de términos? Sí lo son para los que creemos que para que un producto sea
etiquetado como orgánico debe ser fresco.
Cascadian Farms es subsidiaria de Small Planet Foods, la cual es una división del
conglomerado de agronegocios y alimentos General Mills. Corporaciones como
General Mills son responsables del uso masivo de pesticidas, la ruina de
comunidades rurales y pequeños agricultores, y alimentos procesados de baja
calidad, precisamente las cosas que la agricultura orgánica busca cambiar. Además,
los principales inversionistas de General Mills incluyen a Philip Morris, Exxon-Mobil,
General Electric, Chevron, Nike, McDonald's, Monsanto, Dupont (pesticidas), Dow
Chemical (agente naranja y napalm) y PepsiCo.
Pero mientras la técnica sea lo único que una la teoría a la práctica, se degenera la
agroecología en un limbo tecnocrático, en el que los medios se convierten en fines
en sí mismos. Si no hay ideas sociales sólidas, si no hay una auténtica sensibilidad
ecológica o integridad moral, el cientificismo y el capitalismo acaban reclamando el
terreno duramente ganado por los movimientos ambientalistas alternativos y
contestatarios. Cuando esto ocurre, la ecología como amplia visión filosófica, que
busca la armonización de humanos y naturaleza, se degenera en un
"ambientalismo" tecnocrático que no es más que una subcategoría de la ingeniería.