Sie sind auf Seite 1von 3

Proyecto de Reforma Constitucional que establece un proceso democrático,

institucional y participativo para una Nueva Constitución Política de la


República mediante una Asamblea Constituyente.

El desarrollo de la teoría del Poder Constituyente Originario tiene sus


inicios en El Leviatán de Thomas Hobbes, el Segundo Tratado sobre el Gobierno
Civil de John Locke, en lo señalado respecto a la voluntad general por Jean
Jacques Rousseau en su Contrato Social, y en la obra ¿Qué es el Estado Llano?
del Abate Emmanuel Sieyés, en la cual explica como el Poder Constituyente es un
poder soberano, anterior al derecho establecido y que justamente pude fijar y
ordenar a éste mediante la dictación de la Constitución.

Este Poder Constituyente tiene como ideas matrices su existencia como


poder superior, sin dependencia alguna, con plena libertad decisoria para dar
forma a las normas jurídicas la sociedad mediante un acto racional, debatido y
soberano. El ejercicio de la potestad para la concreción de ese poder
constituyente proviene del cuerpo político de la sociedad, el que corresponde sin
duda alguna al pueblo soberano.

Hoy en día, todo Estado Democrático Constitucional, tiene como


premisa principal y necesaria la existencia de una Constitución Política sustentada
en el Poder Constituyente del pueblo.

El constitucionalismo moderno, se funda en la soberanía popular y en


su ejercicio de la potestad antes referida, para sustentar la legitimidad del poder
público y la transformación emancipadora del Estado, concretizando el Poder
Constituyente para, con posterioridad al mandato que emane de la congregación
del pueblo en ese acto transformador, constituir el resto de los poderes del Estado.

La actual Constitución Política de la República, en ninguno de sus


artículos reconoce la existencia del Poder Constituyente Originario de la forma
antes descrita, ni a quien lo detenta y está legitimado para su ejercicio. Si
revisamos la norma fundamental, nos encontramos que ésta sólo reconoce el
ejercicio de la soberanía mediante los plebiscitos, las elecciones y las autoridades
e instituciones que la Constitución establece.

El ejercicio de la soberanía para la reforma de la Constitución se regula


en su capítulo XV, el que se refiere sólo a su modificación de manera parcial, sin
contemplar mecanismo alguno para cambiar la actual Constitución por una Nueva,
que no sea sólo la norma superior, de la cual nuestra legislación derive su
estructura regulatoria, sino que además le otorgue validez, eficacia y legitimidad
desde su origen a todo el ordenamiento jurídico. Esta situación pone en un plano
de superioridad al Congreso Nacional como Constituyente Derivado por sobre el
Pueblo como Constituyente Originario, impidiendo el real ejercicio de la soberanía
popular y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, en su vertiente
interna, consagrado en distintos pactos internacionales ratificados por nuestro
país.

Por otra parte, los mecanismos de reforma que contempla, están


ideológica y políticamente intencionados para conformar a la norma fundamental
en un ordenamiento constitucional pétreo, cuya rigidez es absolutamente ajena a
cualquier ordenamiento democrático. La sobrerrepresentación de sectores
minoritarios impide que la voluntad general, mayoritaria y legítima de la ciudadanía
se exprese y decida cuál es el ordenamiento jurídico que requiere para el
desarrollo de la sociedad a la que pertenece, otorgándole un injusto poder de veto
a la minoría, por medio de quórums altísimos y de procedimientos enrevesados
que traban el normal desarrollo de toda legislatura.

1
Chile necesita superar las barreras que establece la Constitución
Política de 1980 para construir una democracia real, una democracia que esté
fundamentalmente basada en la justicia, la dignidad de las personas y la igualdad
de los seres humanos.

Si este Honorable Congreso Nacional desea respetar la voluntad


popular, debe permitir que ésta se exprese. No es el Congreso el lugar donde la
soberana decisión de crear una Nueva Constitución debe manifestarse, sino que
es el espacio destinado a legislar para abrir esos espacios y permitir que los
legítimos detentadores hagan uso de sus derechos. Una Nueva Constitución, por
obligación debe emerger del Constituyente Originario, y no puede ser legítima ni
nueva, aquella derivada de otra Carta Magna ilegítima en su origen y creada por
quien no tiene potestad para crearla.

Sin embargo, como legisladores conocedores de nuestra función, e


imbuidos de una profunda convicción democrática, hemos decidido apostar a que
sea el Congreso Nacional quien abra los cerrojos impuestos para evitar que la
voluntad soberana se haga patente, reformando la actual Constitución en el
sentido de que reconozca el Poder Constituyente Originario y provea los
mecanismos institucionales para que este se manifieste, por medio de su titular,
esto es, la ciudadanía en su conjunto.

Es así, como presentamos ante este Honorable Congreso el siguiente


proyecto de Reforma Constitucional, que busca consagrar el reconocimiento al
Constituyente Originario en su texto y el establecimiento del procedimiento más
adecuado para su expresión y para la detentación de su poder y su deber respecto
de la nación, dando vida al texto de la Nueva Constitución.

2
PROYECTO DE REFORMA CONSTITUCIONAL
Artículo Primero:
Modifica el actual artículo 32 de la Constitución Política de la República:
1. En su numeral 4° sustitúyase la frase “del artículo 128” por la
siguiente:
“…establecidos en la Constitución.”
2. En su numeral 4°, a continuación de la frase anterior, agréguense los
siguientes párrafos:
“Deberá convocar a un plebiscito vinculante para la citación a una
Asamblea Constituyente, a requerimiento hecho por la mayoría de los
diputados y senadores en ejercicio o por la solicitud hecha al Servicio
Electoral por un número no inferior al diez por ciento de los ciudadanos con
derecho a sufragio. Esta convocatoria a plebiscito para la citación a una
Asamblea Constituyente, sólo podrá realizarse una única vez durante el
respectivo período presidencial.
Este procedimiento plebiscitario, su validación y sus efectos será
regulado por ley.”
Quedando de la manera que sigue:
Artículo 32. Son atribuciones especiales del Presidente de la
República:
4° Convocar a plebiscito en los casos establecidos en la
Constitución.
Deberá convocar a un plebiscito vinculante para la citación a una
Asamblea Constituyente, a requerimiento hecho por la mayoría de los
diputados y senadores en ejercicio o por la solicitud hecha al Servicio
Electoral por un número no inferior al diez por ciento de los ciudadanos con
derecho a sufragio. Esta convocatoria a plebiscito para la citación a una
Asamblea Constituyente, sólo podrá realizarse una única vez durante el
respectivo período presidencial..
Este procedimiento plebiscitario, su validación y sus efectos será
regulado por ley.

Das könnte Ihnen auch gefallen