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EL COSTE DE LA MODA 14 de marzo de 2019

El documental The true cost nos muestra la cara oculta de la moda, muestra
la cara menos glamurosa de la industria textil y a esos objetivos imposibles a
los que tenemos que aspirar.
Numerosas organizaciones como Ropa Limpia o People tree llevan años
denunciando el modus operandi de estas grandes empresas, investigando sobre
las violaciones de los derechos humanos y el impacto medioambiental que
generan.
Camboya, ropa de lujo salario de hambre “Casi todas las etiquetas que indican
el origen asiático de una prenda de vestir nos hacen sospechar de horarios
abusivos y salarios insuficientes, talleres insalubres, discriminación por género
e incluso empleo de mano de obra infantil”. El mundo, 15 de marzo de 2014.
www.laverdadoculta.com.ar/2014/03/camboya-ropa-de-lujo-salarios-de-
hambre.html#
Más de 60 millones de personas trabajan en la industria textil, de las cuales el
80% son mujeres.
Cada cierto tiempo una noticia trágica, como el incendio o el derrumbamiento
de un taller textil, como el del Rana plaza, revela las inhumanas condiciones
de trabajo en que se elaboran muchas de nuestras prendas con marcas 'de
prestigio'. Pero el tema desaparece rápidamente de la prensa para volver al
olvido.
La industria de la moda ha estado en la vanguardia de las últimas tecnologías,
y a pesar de ello, ya en la revolución industrial era una industria con tendencias
explotadoras de mujeres y niños, desde los conflictos en los telares de U. K
hasta los incendios en los que morían infinidad de personas en EE. UU.
Los gobiernos de los países son directamente responsables de las situaciones
que viven estos países. Pero ante estas situaciones las autoridades vacilan
porque no quieren poner en peligro su competitividad ante otros países. De la
misma manera los trabajadores callan ante el miedo de ser sustituidos
instantáneamente.
En estas zonas del sudeste asiático los gobiernos ofrecen a las empresas
privilegios económicos como no pagar impuestos y poder sacar el dinero del
país fácilmente. Estas empresas textiles, además, confeccionan con materias
primas y maquinaria de Occidente de ahí que en muchas de las etiquetas de la
ropa se lea Made in Spain, Made in USA, aunque se haya cosido en la India,
Marruecos o Camboya.

Las trabajadoras viven jornadas interminables en las que, como autómatas


suben y bajan la aguja de la maquina sin parar, en las que solo se pueden
levantar una vez al día para comer y durante las que permanecen sentadas en
un duro taburete sin respaldo durante horas.
Lo que queda reflejado en este tipo de documentales, es que el fast Fashion
tiene un precio muy alto para las personas que sufren sus consecuencias. La

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deslocalización de las empresas textiles provoca que la producción en Europa y


EE. UU sea demasiado cara.
Esta deslocalización es la principal consecuencia de la globalización. En España
también hemos sido testigos de este proceso. Las fabricas textiles de Cataluña
y los talleres de confección de Galicia, cerraron paulatinamente, dejando tras
de sí un reguero de paro.
La responsabilidad de los consumidores no parece que se vaya a poner en
marcha. Poco les importa a los consumidores la proveniencia de sus ropas. La
sociedad de consumo oculta todos los flujos que hay detrás de la industria textil
y que consumimos de manera indecente y crítica. El consumidor debe tener
conciencia ética, entendiendo que, dependiendo del modelo de negocio en el
que pone su dinero, va a apoyar una realidad u otra.
Ese consumismo compulsivo resulta aburrido, vamos vestidos con los mismos
“trapos baratos” y la creatividad se ha visto afectada. Las grandes firmas de
ropa “fast Fashion” ya solo “fusilan ropa” de sus competidoras, son prendas
efímeras para usarlas un par de veces, que no esta creada para mí, sino para
una gran masa.
Es preciso cambiar los hábitos de consumo, exigir más responsabilidades a las
empresas y los gobiernos. No permitir que lo que está prohibido en occidente
sea legal en Asia.
Por otra parte, si se trata de buscar una región representativa de los problemas
de desarrollo y medio ambiente quizás Camboya no sea en parte un buen
ejemplo. Pese a las dificultades que han sufrido últimamente algunos países, la
región de Camboya ha tenido un rápido crecimiento económico, que ha ido de
la mano con una degradación ambiental.
Países como Camboya y Vietnam que hace 40 años estaban devastados por la
guerra se están asomando a la modernidad y labrándose un futuro poco a poco.
No hay nada más que ver el reportaje para ver que la economía que antes se
basaba en la agricultura ahora es una economía industrial.
Una verdad a medias es una mentira. Sin embargo, confeccionar ropa a bajo
costo le puede estar costando a los países un alto precio humano.
El sueldo mínimo interprofesional fijado por el gobierno de Camboya en 2016
es de 140 dólares, en 2013 era de 61 dólares, conseguido gracias a las protestas
de las trabajadoras y sindicatos. En China el sueldo medio digno debería ser
376€, mientras que el SMI es e 174€. En Bangladesh la situación es deleznable,
el sueldo digno debería establecerse en 259€ con respecto al SMI de 50€, una
quinta parte.
En el año 2005 se creó la Asia Floor Wage Alliance (AFWA) que trabaja para
exigir que los trabajadores de la industria textil ganen un salario digno. Según
la Declaración Universal de los derechos Humanos (artículo 23), un sueldo digno
debe ser el capaz de mantener a un empleado y a otras dos unidades de

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“consumo”, entendiendo como unidad de consumo un adulto o dos hijos. Y debe


ser lo suficientemente alto para gastar el 50% en alimentación, el 40% en ropa,
transporte, alquiler o hipoteca, educación y sanidad y el 10% en ahorros.
¿Qué opinaría el Gran Ducado de Luxemburgo de estos salarios mínimos? ¿Qué
piensa un país que tiene un SMI de 1923 euros al mes? ¿Lo podríamos calcular
en ropa?
Las fábricas textiles emiten humo fétido cada día y a veces descargan los
desechos en el río. Los niños sangran por la nariz, tienen mareos y tosen cuando
hay olores nauseabundos. Hay gran número de personas afectadas con
malformaciones y tumores localizadas en zonas donde los vertidos son
incontrolables. No se puede beber agua del río, y tampoco se puede usar para
cultivar hortalizas.
Muchas empresas se preocupan por los problemas ambientales en la producción
de ropa, pero a menudo se pasa por alto la etapa inicial de la impresión textil
y del teñido.
Para producir el algodón de una camiseta se necesitan 2700 litros de agua. La
mayoría de las fibras sintéticas provenientes de la petroquímica o bien fibras
naturales que se cultivan en unas condiciones de explotación ecológica.
Desde los años 50 el algodón americano ha sido el mayor exportador. La
adopción de este algodón ha sido debida en parte por la calidad de sus fibras,
más largas y fáciles de hilar. Como contrapartida decir que es mucho más
sensibles a plagas que el algodón indio.
A principios de los 1980s con la introducción del cultivo de algodón llevo
intrínseco el uso de pesticidas como parte de la producción. El control de las
plagas con pesticidas se hizo insostenible y los agricultores cayeron en una
espiral de envenenamiento y deuda.
En 2002 se introdujo un tipo de algodón americano transgénico (BT) que era
capaz de soportar la plaga más devastadora del cultivo, el gusano del algodón.
Esta virtud en principio supone un beneficio para el agricultor a pesar del
elevado coste de las semillas. La realidad es que el algodón BT resiste plagas
y es inmune a los gusanos, pero todavía es vulnerable a pulgones, ácaros y
demás plagas, con lo que los agricultores se endeudan con la compra de las
semillas y además deben comprar pesticidas para mantener el cultivo, con las
consecuencias medioambientales que esto supone.
La verdadera tragedia está en el elevado numero de suicidios entre agricultores
debido a el endeudamiento, agravado por la crisis agraria y el incremento del
coste de la producción de algodón.
Con respecto al choque medioambiental el uso de pesticidas provoca una
absorción excesiva de CO2 de la atmósfera causando estragos en la flora y fauna
y en la propia tierra de cultivo.

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De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de EEUU, hay 7 de los 15


principales pesticidas utilizados en el algodón que son potencialmente
cancerígenos.
El punto de inflexión está en la utilización de cultivos ecológicos, requieren un
mayor control natural, pero disminuiría el uso de pesticidas químicos y a su vez
la deuda. En países como Bangladesh menos deuda equivale a más educación,
más motivación para implantar actividades empresariales y proyectos
comunitarios que ayuden al desarrollo de las poblaciones.
Lo sencillo es echarle la culpa a la moda, de algo que han permitido los
gobiernos de los países asiáticos, y son estos los principales responsables de la
globalización.
La solución de gran parte del problema pasaría por volver a una economía más
social y solidaria que tuviese en cuenta la cercanía de los talleres de
confección, criterios de durabilidad en las prendas. Hacer la ropa necesaria que
el planeta pueda soportar y pueda recuperarse.

Beatriz Castro Gil

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