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SEMINARIO ADVENTISTA LATINOAMERICANO DE

TEOLOGÍA

HISTORIA DE 4 HIMNOS ADVENTISTAS.

Nombre: Jhons Janci Quispe Nuñez


Siclo: tercero
Fecha: 22-11- 2016

Engrandecido sea Dios


Henry (Enrique) Turrall (1867-1953) aseguro que este era un himno original
escrito por él, y no una traducción como indican algunos himnarios. Turrall fue
un obrero de las Asambleas de Hermanos y llego al noroeste del estado
español en 1889, dedicándose al colportaje. La obra fue creciendo lenta, con
una fuerte oposición del catolicismo romano.

En 1902 Turrall publicó los “Cánticos Evangélicos”, en Zaragoza colección de


setenta y cuatro himnos cristianos, de los cuales sesenta y nueve eran suyos.
En la novena edición, publicada en 1933, la colección estaba formada por
doscientos treinta y siete, no siendo suyos únicamente cincuenta y uno. Veinte
eran obra de su hermano Vicente, un año menor que él, y también misionero
en la península ibérica.

La música es obra de un metodista ingles, llamado James Elklor (1819-1899),


el cual compuso para “Loores dad a Cristo el Rey”, cuando únicamente tenia 19
años. Era de profesión sombrerero, y por las noches se reunían en la capilla
para practicar el canto para el domingo siguiente. Un día llegó a la fábrica con
esta tonada nueva, y se suspendió el trabajo para poder solfearla algunas
veces. Esta melodía la utilizaban para cantarla en ocasiones espaciales.

Mas tarde Ellor trabajo en los ferrocarriles, y en 1843 emigro a los Estados
Unidos de América, donde trabajo de sombrerero nuevamente.

Quedo ciego, y estuvo así varios años, viviendo con uno de sus hijos.

Tomado de "Fundamentos Bíblicos" julio-septiembre 1999 año 7, nº 27

Ho amor de Dios

Con excepción de las Sagradas Escrituras, el esfuerzo que tuvo mayor éxito,
quizá, que cualquier otro en describir la magnitud del amor de Dios, se
encuentra en las líneas de la segunda estrofa de este himno que empieza
como sigue: "Si fuera tinta todo el mar..."

Las líneas de esta estrofa fueron descubiertas hace más de medio siglo en la
pared de la celda de un manicomio, después de la muerte de uno de los
internados.

Según el "Heraldo de Santidad", una publicación Nazarena, una noche un


evangelista citó estos versos para clausurar su mensaje. Tan impresionado
quedó el Reverendo F.M. Lehman, que compuso una melodía y dos estrofas,
con el coro, para constituir un himno completo.

Hasta el año 1944, se dio el crédito a la pluma del demente muerto, para esta
profunda descripción del amor de Dios. Pero dos famosos cantantes del
evangelio, los hermanos Palermo, descubrieron al autor real. Después de
escuchar el poema, un señor judío recordó las líneas. Las había visto escritas
en un libro intitulado "Libro del Pensamiento Judío". La poesía era una
traducción de una obra escrita en arameo por un rabbí judío, Meir ben Isaac
Nehorai, posiblemente en el año 1050.

"El amor de Dios" ha llegado a ser uno de nuestros himnos favoritos. Ha sido
traducido en varios idiomas y cantado en todas partes del mundo, para la
alabanza de nuestro Dios.

Oh que amigo nos es Cristo


En el pueblo de Port Hope, Canadá, hay un monumento erigido a la memoria,
no de un ciudadano líder de la comunidad, sino en honor de un hombre pobre,
trabajador y abnegado, quien dedicó la mayor parte de su vida a ayudar a otros
sin pedir nada a cambio.

Joseph Scriven nació en 1820 en Dublin, Irlanda. Este Joven era para Irlanda la
promesa de un gran ciudadano de ideales muy altos y grandes aspiraciones.
Estaba comprometido con una dulce muchacha que había hecho votos de
compartir con él sus más caros sueños. Lastimosamente, la noche antes de la
boda, extrajeron su cuerpo de una laguna en la que se había ahogado al caer
accidentalmente. El joven Scriven nunca pudo recuperarse de tal pérdida.
Aunque se había graduado de Trinity College y estaba listo para emprender
una brillante carrera, comenzó a recorrer diferentes lugares, tratando de
olvidar. Uno de sus viajes lo llevó al Canadá, donde pasó 41 de sus 66 años de
vida. Allí consolidó sus creencias cristianas y éstas fueron las que lo guiaron a
hacer obras de servicio en favor de la gente enferma y las viudas pobres, sin
esperar pago alguno.

No se supo que el señor Scriven tuviera algún talento poético sino hasta un
poco antes de su muerte. En cierta ocasión cayó enfermo y un amigo que lo
visitaba descubrió el poema que había escrito a su madre en un tiempo de
aflicción, sin pretender que alguien más lo fuese a leer.
Al poco tiempo, su cuerpo, al igual que el de su novia, fue sacado de un
pequeño lago ubicado cerca de su solitaria casa.

El poema que encontró su vecino decía:

¡Oh qué amigo nos es Cristo!


El llevó nuestro dolor,
Y nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Vive el hombre desprovisto
De paz, gozo y santo amor?
Esto es porque no llevamos
todo a Dios en oración.

Un buen versículo que acompaña a este poema se encuentra en 1ª de Pedro


5:7 "Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros."

Fue mucho después que se le puso la melodía que ahora tiene. Este poema se
ha convertido en uno de los himnos más amados de todos los cantos
evangélicos jamás escritos. Se dice que el primer himno que muchos
misioneros enseñan a sus convertidos es "Oh, qué amigo nos es Cristo." En
todas las encuestas tomadas para determinar la popularidad de los himnos y
cantos evangélicos "Oh, qué amigo nos es Cristo" se encuentra siempre en
los primeros lugares.

Mientras se conserve el monumento, el Sr. Scriven será recordado como el


hombre que ayudó a otros cuando ellos mismos no pudieron hacerlo.

Tomado de "La Espada"

BELLAS PALABRAS
DE VIDA

El autor de este famoso himno tiene una corta pero condensada historia. El
nombre del autor es Philip P. Bliss. Nacido en 1838 en Roma, Pennsylvania.
Aún siendo niño mostró mucho interés por cualquier cosa de la que se pudiese
sacar algún sonido. Incluso hacia sus propios rudimentarios instrumentos con
los que hacer sonidos.

Pertenecía a una familia muy pobre. Cuando tenía unos diez años de edad oyó
por primera vez el sonido de un piano. Pasando por una calle, al pasar,
escuchó las notas de un piano saliendo de una casa. Tanto le atrajo la música
que, sin pensarlo dos veces, entró en la casa y enseguida se encontró junto a
la señora que lo estaba tocando. La señora después de asustarse, y viéndole
tan sucio y descalzo, le despidió con urgencia. Pero aquel sonido quedaría en
la mente del pequeño Philip.
Cuando ya era un jovencito, escribió un himno y l envió a George F. Root,
entonces uno de los más famosos compositores de América. Al enviárselo le
escribió un nota pidiéndole una flauta si es que el himno le parecía
suficientemente bueno. Con toda amabilidad el Sr. Root le envió una flauta.
Este contacto resultó luego en la formación de un equipo evangelístico
compuesto por él como músico evangelista, y el Sr. Root y el famoso Ira D.
Sankey.

Philip P. Bliss es posible el más conocido de todos los autores de himnos


cristianos después únicamente de Fanny Crosby. Entre muchos otros himnos él
hizo la música para la letra que Spadford escribió en tan trágica experiencia:
“Mi alma esta en paz”

Su corta vida acabó en 1876, cuando apenas tenía treinta y ocho años de
edad. El tren en que viajaba con su esposa descarriló cerca de Ashtabula,
Ohio. Como resultado su esposa murió, y él, habiendo salido ileso, murió
momentos después tras intentar rescatar el cuerpo de su esposa.

Para aquellos entonces su popularidad había llegado a ser tan notoria, que en
la ciudad donde se crió; Roma, Pennsylvania, se erigió un monumento en su
honor.

En las palabras de este precioso himno puede notarse el gran amor que Bliss
tenía por la Palabra de Dios.

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