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PRESENTADO POR: LUZ MARINA ANAYA

LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
Durante la Edad Media la filosofía bebió del cristianismo, por el que explicaba la
existencia y los fenómenos del mundo que les rodeaba. La Verdad era buscada en
la Biblia, libro de máxima sabiduría junto a Los Evangelios, según los cuales Dios
creó el mundo y a todas las personas. El cristianismo se convertirá, además de en
una religión, en una solución para dilucidar las cuestiones más comunes en la
época, cambiando el paradigma que había imperado en la filosofía de la etapa
anterior, la helénica.
De la Edad Medieval hemos conservado magníficas obras filosóficas que han
servido no sólo como base sino también como inspiración a multitud de estudiosos
en etapas posteriores. Son conocidas las interpretaciones que hacen de los
anteriores y las que los nuevos hacen de ellos. Recuperaron a filósofos olvidados
por siglos, colocándolos en el lugar que merecían.
LA PATRÍSTICA
La primera etapa en la filosofía medieval es aquella que corresponde a la
articulación definitiva de los dogmas cristianos, su defensa ante otras religiones y
a la iniciación a la humanidad en la Verdad de Cristo, la única posible. Estos
primeros hombres fueron llamados Padres de la Iglesia y su estudio y difusión se
denominó Patrística a manos de autores como Hipólito de Antioquia o de San
Agustín.
Si atendemos al segundo, encontraremos sus teorías encuadradas en lo que se
ha dado en llamar neoplatonismo y es que a él corresponde una reinterpretación
de Platón bajo un tinte cristiano: Agustín (354-430) es el último gran filósofo de la
antigüedad y principio de la modernidad, el límite entre dos formas de entender y
pensar la filosofía. Se presenta como un buscador afanoso de la Verdad que hace
del Saber una cuestión de vida o muerte y ello lo consigue al describir, según sus
escritos, la profunda vena religiosa de Platón resumida así: no hay posibilidad de
conocer sin amar porque el conocimiento es amor y sólo amando, llegando a Dios,
conocemos con certeza. Todo conocimiento de Verdad se conoce a través de la
luz de Dios.
AGUSTÍN DE HIPONA
Aurelio Agustín nació el año 354 d.C. En Tagaste, ciudad situada en la antigua
provincia romana de Numidia (conocida en la actualidad como Souk Ahras, en
Argelia). Hijo de Patricio, un pequeño propietario rural, y de Mónica, nació en el
seno de la familia con una posición económica desahogada, aunque no exenta de
esporádicas dificultades económicas, lo que le permitió acceder a una buena
educación. Sus primeros estudios los realizará en Tagaste, continuándolos, el año
365, en la cercana ciudad de Madaura (aunque se verá obligado a interrumpirlos
el año 369 por dificultades económicas); a partir del año 370 estudiará en Cartago,
dedicándose principalmente a la retórica y a la filosofía, destacando de una
manera especial en retórica, y encontrando dificultades en el aprendizaje de la
lengua griega, que nunca llegó a dominar.
TOMÁS DE AQUINO
Tomás de Aquino nació en el castillo de Roccasecca, cerca de Aquino, en el año
1225, en el seno de una numerosa y noble familia italiana. Su padre, Landolfo,
descendiente a su vez de los condes de Aquino, estaba emparentado con el
emperador Federico II. Su madre, Teodora, era hija de los condes de Taete y
Chieti. Recibió Tomás su primera educación, a partir de los cinco años, en la
abadía de Montecasino, de la que era abad su tío, permaneciendo en el
monasterio hasta 1239, cuando el emperador Federico II decretó la expulsión de
los monjes. Allí realizó los estudios ordinarios de gramática, latín, música, moral y
religión.

A finales de 1239 se dirigió a la universidad de Nápoles para continuar sus


estudios, permaneciendo en dicha ciudad hasta 1244, año en que, sintiéndose
atraído por la vida de los frailes dominicos que había conocido en un convento de
Nápoles, ingresó en la orden como novicio. La decisión no fue del agrado de su
familia, que hubiera preferido que Sto. Tomás sucediera a su tío al frente de la
abadía de Montecasino. Enterada de que Sto. Tomás se iba a dirigir a Bolonia
para participar en un capítulo general de la orden, y que posteriormente sería
enviado a París para continuar sus estudios, fue raptado por sus hermanos y
retenido por ellos durante más de un año en el castillo de Roccasecca, con la
intención de disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden, cosa que no
consiguieron dejándole, finalmente, cumplir su voluntad. Se dirigió posteriormente
a París, probablemente en el verano de 1245.
En París permaneció hasta 1248, como estudiante, ganándose rápidamente la
confianza de San Alberto Magno quien se sintió atraído por las grandes
posibilidades intelectuales de su discípulo. En 1248 se dirigió a Colonia, con San
Alberto, quien iba a fundar una casa de estudios para la orden.
TOMÁS MORO
Tomás Moro nació en Londres en 1478, de familia acomodada y noble, ciudad de
la que sería alguacil, posteriormente. Tras la realización de sus primeros estudios
pasa a formar parte del séquito del cardenal arzobispo de Canterbury Juan
Morton, donde continuó su formación, profundizando en los estudios teóricos.
Será, sin embargo, en Oxford en donde completará su formación intelectual,
orientada hacia el estudio de los clásicos, entablando posterior amistad con otros
humanistas de la época, como Erasmo, pese a que los deseos de su padre le
llevaron a ejercer como jurista y magistrado en Londres.

El interés por las reflexiones políticas y morales que se ve reflejado en sus obras
fue acompañado por una participación activa en la vida política de su tiempo. En
1504 es elegido miembro del Parlamento, oponiéndose al absolutismo de Enrique
VII, siendo multado y encarcelado a raíz de dicha oposición, viéndose obligado a
abandonar la participación activa en la vida política. Con la llegada al trono de
Enrique VIII se ve rehabilitado, siendo nombrado alguacil de Londres, y
participando también en algunas misiones diplomáticas; el éxito alcanzado en sus
actividades le lleva a ser nombrado Lord Canciller de Inglaterra. Sin embargo, su
desacuerdo con los planes de Enrique VIII, quien deseaba romper con la iglesia de
Roma y consolidar su poder absoluto, le hacen caer en desgracia, siendo
encarcelado en la Torre de Londres, y condenado a muerte y decapitado,
finalmente, en julio de 1535.

ANSELMO DE CANTERBURY
San Anselmo era originario de Aosta, en el Piamonte, en Italia, donde nació en el
año 1033. A pesar de ello es más comúnmente conocido como san Anselmo de
Canterbury, al haber sido arzobispo de dicha ciudad durante algunos años, donde
murió en 1109. Su educación corrió a cargo de los benedictinos, luego de una
experiencia poco afortunada con el primero de los profesores a los que fue
encomendado, al no haberle sabido transmitir el aprecio por los estudios.

A los quince años intentó ingresar en un monasterio, impidiéndoselo su padre, que


le tenía reservados otros menesteres más mundanos; pero luego de haberse
sometido a su voluntad, y haber olvidado durante algún tiempo sus inclinaciones
religiosas, ingresó a los 27 años en el monasterio de Bec, en Normandía, donde
se convirtió en amigo y discípulo del Abad Lanfranco. Posteriormente fue
nombrado él mismo Abad de dicho monasterio, donde compuso dos de sus obras
más conocidas: El Monologion, meditación teológico-filosófica sobre las razones
de la fe, en donde nos presenta algunas pruebas de la existencia de Dios, propias
de la tradición agustiniana, y el Proslogion, donde encontramos el llamado
"argumento ontológico", que constituye la aportación más original de san Anselmo
a la filosofía medieval.
GUILLERMO DE OCKHAM
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Guillermo de Ockham, (escrito
también Occam), que se situa, según lo que se puede deducir partiendo de los
pocos acontecimientos que conocemos de su vida, entre los años 1280, como
pronto, y 1300, como muy tarde. Según unos nació en el lugar llamado Ockham,
en el condado de Surrey, al sur de Londres, mientras que otros consideran que
Ockham era simplemente su apellido. Se sabe que ingresó muy joven en la orden
mendicante de los franciscanos, y que realizó sus estudios en Oxford, debiendo
alcanzar el grado de bachiller en los años 1316-20; según unos, alcanzó también
el grado de "magister", llegando a enseñar lógica y teología en las escuelas
franciscanas (en París, precisan algunos) hasta el año 1323, en que fue
convocado a Aviñon por la corte pontificia, acusado de herejía. Otros, sin
embargo, afirman que no consiguió el grado de magister y que jamás se dedicó a
la enseñanza, sino que continuó sus estudios en el ámbito de las preocupaciones
filosófico-teológicas de la orden franciscana, de donde proceden sus primeros
escritos polémicos y críticos sobre tales cuestiones. Todos, sin embargo, están de
acuerdo en que fue discípulo de Duns Scoto (natural de Edimburgo, estudió en las
universidades de Oxford y París, en las que fue también profesor de teología; fue
trasladado, al parecer por motivos políticos, al estudio franciscano de Colonia,
donde moriría en 1308), lo que implica retrasar casi al máximo la fecha de
nacimiento de Ockham.

En el año 1323, J. Lutterrell, canciller de la universidad de Oxford, que había


acusado a Ockham de herejía, consigue que el papa Juan XXII convoque a éste a
la corte papal, entonces en Aviñón, para someterle al interrogatorio pertinente
acerca de significado de sus tesis, con el fin de juzgar su ortodoxia o heterodoxia.
Durante varios años, en los que permanece como prisionero de la corte, se trata el
asunto, que parece terminar con una sentencia benévola por parte del papa,
sentencia que no satisface los deseos de Lutterrell. Los acontecimientos políticos
que tuvieron lugar entonces, entre el excomulgado emperador Luis de Baviera y el
papa Juan XXII a raíz de la disputa sobre la prevalencia del poder terrenal o del
poder espiritual, provoca la intervención de Guillermo de Occam en la disputa, la
misma que los franciscanos mantenían ya con el papado al respecto.

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